Wos, el pibe de la plaza, quien emerge como un rapero volcado al rock que nunca le escapa a su visión del mundo, ya sea política o social, es escuchado por Lionel Messi, quien además de ser uno de los mejores futbolistas de la historia (por qué no el mejor), ha denunciado y desafiado al poder desde su lugar cada vez que lo sintió necesario en los últimos años. Un cuento de plazas y potreros, de improvisaciones y regates, de movimientos y denuncias. Sus historias se cruzaron en una de Instagram.
“Lio Messi pa’ Román, estamos bien jodidos no nos sale versión light”, rapea en Animal el joven que a sus 22 años ya llenó, a fines del 2019, dos veces el Luna Park, el cual lo había visto campeón nacional de la Red Bull dos años antes. El último 26 de mayo, a través de su cuenta de Instagram, el 10 del Barcelona subió tres historias seguidas en las cuales se exponía tomando mate con la frase “A full con @wos.ds3”.
No es un detalle la canción que musicalizaba el posteo, la que estaba de fondo mientras Messi se cebaba mates como si estuviera en una publicidad de yerba. Canguro es la canción de Wos con más carga crítica sobre la política y la sociedad. Rechaza la idea de que exista la meritocracia: “Que sin oportunidades / esa mierda no funciona”. Ésta fue publicada 3 días antes de las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias del 2019.
¿Entonces Messi está manifestando su ideología política desarrollando una faceta nunca antes vista? ¿Será esto una muestra del rosarino que cree que aquel que no para de toser trabajando doce horas debería ganar más de lo que percibe? No, o por lo menos no lo sabemos. La verdad la sabe él y la sabremos nosotros en caso de que se le deje de preguntar si mea sentado qué resignaría por un mundial con Argentina.
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Desde que era un niño que merodeaba las calles de Chacarita, a Valentín Oliva se le ha inculcado una sensibilidad social por parte de sus padres Alejandro Oliva y Maia Mónaco, sobre todo en la crisis económica del 2001, cuando fue partícipe de marchas, cacerolazos y ollas populares. Aquella formación, más varias tomas del Mariano Acosta, colegio público al cual asistió, formó a Wos, un freestyler y músico que jamás le escapó a su mirada sobre cómo actuar ante la sociedad y los políticos; denunciando abusos de poder por parte de la policía y burlando al ex presidente de la Nación, Mauricio Macri: “Me preguntan por los pantalones amarillos / de qué son, por qué los tengo en el estribillo / amarillo por el sol que alumbra a la gente / nunca el amarillo por el gil del presidente”, rapeó como telonero de Residente (músico puertorriqueño con quien tiene una buena relación el capitán de Barcelona) a fines de 2018 en el Hipódromo de Palermo.
Sin rimas, bases ni punchlines, Lionel Messi ha empezado a criticar aquello que no creía justo ya sea con un micrófono o sus redes sociales. Un ejemplo claro fue en Estados Unidos previo a la final de la Copa América Centenario 2016 contra Chile que, tras una larga espera y retrasos de aviones, el capitán del seleccionado posteó, el 23 de junio, una foto con su compañero Sergio Agüero con un mensaje: “ Una vez más esperando en un avión para intentar salir al destino. Qué desastre son los de AFA, por dios!!!!”. Horas después, la Asociación de Fútbol Argentino, que seguía siendo presidida por Luis Segura (días más tarde se instalaría la Comisión Normalizadora), sacó un comunicado que establecía, entre otras cosas, que las demoras fueron a partir de “cuestiones climáticas” y que todo viaje es designado por la “organización de la Copa”. Cuando se le cuestionó en conferencia de prensa a Messi dichas declaraciones virtuales reconoció que no quería seguir con el tema pero, a pesar de que podía responder al comunicado, prefería pensar en la final frente a La Roja y después opinaba. Argentina perdió por penales, el Diez no quiso jugar más en la Selección y no se volvió a hablar del tema.
Pero el rosarino siempre estuvo cerca. Él nunca abandonó al seleccionado nacional y tres años más tarde, en la siguiente copa continental disputada en Brasil, se topó con el conjunto local por semifinales. 2 a 0 abajo con dos posibles penales (o por lo menos revisables en el VAR) en contra de los dirigidos por Lionel Scaloni. Mientras los brasileños festejaban, en zona mixta el capitán enfrentó a los periodistas y denunció a la Confederación Sudamericana de Fútbol de corrupta y siniestra: “En esta copa se cansaron de cobrar boludeces. Es para analizar y ojalá la CONMEBOL haga algo, igual no creo porque maneja todo Brasil así que es muy complicado. No tenemos que ser parte de esta corrupción”. La verdeamarela consiguió el campeonato frente a Perú por 3 a 1 y en los festejos se lo vio al presidente Jair Bolsonaro besando y levantando el trofeo.
Un mes después, precisamente el 9 de agosto de 2019, se estrenó el single Canguro de Wos Un tema muy enriquecedor a nivel musical ya que se destacaron dos canciones distintas en la misma. Al principio y al final, la melodía es un tanto soft con un piano en Fa sostenido mayor y una armonía muy simple en cuanto a la voz mientras que el mensaje podría ser extirpado del discurso de un político el cual goza del privilegio de la comodidad y le exige al pueblo reprimirse. Todo esto se parte con un bajo profundo bien funk y una batería que le da ritmo a su rap puro.
Las patadas de canguro empezaron y generaron repercusión, el video oficial tiene más de 120 millones de reproducciones en Youtube y 101 millones en Spotify. Alcanzó el puesto 13 de las mejores 100 canciones de la revista Billboard en la semana del 8 de septiembre. “No me hables de meritocracia / me da gracia no me jodas / que sin oportunidades / esa mierda no funciona” y “Entiendo que te molesta / la empatía te cuesta. / Y si ahora gritamos y cantamos en modo de protesta / es porque preguntamos bien y nadie nos dio una respuesta”, son frases que destacaron de la canción, la cual precedió el lanzamiento del primer álbum de Wos, Caravana. También citó a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota sugiriéndole al oyente fijarse de qué lado de la mecha se encuentra.
En sus shows, el cantante tiende a improvisar como lo hizo siempre en competencias pero con su banda haciéndole la base. En el Festival Futurock 2019 hilvanó: “Ahora festejamos tomando birra helada porque ahora es octubre y no sé si te acordabas que hay un gatito vendepatria que se va de la Rosada. No lo bardeamos a Mauri porque para ser preciso está mal pegarle a alguien que ya está en el piso”. Las elecciones llegaron y Alberto Fernández, candidato opositor, fue electo como presidente de la Nación.
Ocho ediciones le tomó al seleccionado jamaiquino de fútbol clasificarse a un Mundial tras haberse afiliado a FIFA en 1962, año en que el país caribeño se independizó para dejar de ser parte de las Indias Occidentales. Y es que, debido a la extensión de 24 a 32 participantes para el certamen de 1998, CONCACAF tuvo tres plazas para la máxima competición internacional por primera vez, lo que significó que países menos poderosos futbolísticamente pudieran aspirar a meterse en el certamen más prestigioso a nivel naciones.
No obstante, el camino de los auriverdeshasta Francia no fue fácil. Tras superar sin sorpresas a Surinam, Barbados, San Vicente y Las Granadinas y Honduras en las primeras rondas, Jamaica debió de afrontar un difícil hexagonal final que incluyó a México, Estados Unidos, Costa Rica, Canadá y El Salvador; para definir los tres seleccionados que viajarían al Mundial. Para el final de la primera vuelta de partidos, los únicos representantes del Caribe se encontraban en último lugar y con derrotas duras como el 6-0 que les propició México; pero con tres victorias en fila y dos empates, los jamaiquinos consiguieron reponerse, clasificar con los puntos justos y hacer historia.
Su actuación en el máximo certamen internacional tal vez no fue la mejor, al haber sido goleada por las potentes Croacia y Argentina por 3-1 y 5-0, respectivamente, y quedar eliminada a falta de un partido. En el último juego de la fase de grupos Jamaica pudo darse el gusto al vencer por 2-1 a la también debutante selección japonesa con dos goles de Theodore Whitmore, hoy entrenador del seleccionado y considerado uno de los jugadores más importantes de la vida futbolística del país.
Así como afectó el incremento de cupos para la confederación, mucho tuvo que ver también el director técnico René Simoes y el proyecto que confeccionó con grandes esfuerzos desde 1994, al haber salido a convencer a descendientes jamaiquinos de ligas del exterior (la gran mayoría en Inglaterra) de que se integren a su plantel, que hasta entonces tenía casi todos jugadores semiprofesionales. De esa camada de futbolistas surgieron cuatro de los cinco máximos goleadores del país, y ocho de los diez jugadores con más partidos jugados para el seleccionado.
Figuras como Ian Goodison, Onandi Lowe, Frank Sinclair y Theodore Whitmore son algunos de los ejemplos de aquel equipo que causó tal admiración con su juego dinámico y veloz -gracias a sus herencias del fútbol inglés-, que la popularidad del plantel dentro del país incrementó en grandes cantidades e incluso recibió un apodo muy particular: Los Reggae Boyz.
Además de brindarle a su país la primera (y por ahora única) clasificación a un campeonato mundial; aquella camada obtuvo la segunda Copa del Caribe de la historia jamaiquina en 1998, y dejó un saldo de extrema tradición futbolera en el país que luego se trasladó a los éxitos de las generaciones futuras que en la última década obtuvieron dos subcampeonatos de la Copa de Oro CONCACAF, entre otros logros tal vez impensados antes de la llegada de René Simoes.
Esta nueva generación desde 2007 es dirigida por Theodore Whitmore (en cuatro diferentes etapas). El ex mediocampista ofensivo, quien como jugador marcó sus dos goles en el Mundial de Francia y está en tercera posición tanto en la tabla de máximos goleadores como en la tabla de quienes más partidos jugaron con la camiseta amarilla, negra y verde; como entrenador ya consiguió tres Copas del Caribe. Los Reggae Boyz no estarán, pero la historia del fútbol jamaiquino tiene aún mucho por ser escrito.
La selección de Chile volvió a disputar un campeonato del mundo luego de 16 años allá por 1998, en Francia. Contaba con figuras importantes como Iván Zamorano y Marcelo Salas, y con la dirección técnica de Nelson Acosta. La primera cita fue frente a Italia, en Burdeos. Pero dos días antes casi pierden 3 jugadores para el partido.
“Con Javier Margas fuimos a dar una vuelta por Burdeos en una de esas tardes libres antes del debut, y nos encontramos con una pista de karting. Nos quedamos corriendo un rato, volvimos al hotel y se lo comentamos a algunos compañeros”, contaba Francisco Rojas, defensor en ese entonces de Colo Colo. Hasta allí, nada que pudiera ser una complicación de cara al partido. El problema fue al otro día, cuando decidieron volver a correr, pero con Fabián Estay y el arquero Carlos Tejas. Este último, que en sus épocas como jugador se lo conocía por su juego brusco y su fuerte temperamento, se descontroló. “En medio de la carrera, a ‘Tejitas’ se le fue el auto contra Estay y le pegó feo en la pierna. Después, cuando ya estábamos dejando los autos, no lo pudo controlar y nos atropelló” continuaba Rojas. Tanto Estay, Margas, y “el Murci” probablemente serían titulares frente a Italia.
El problema fue que el chisme le llegó al técnico, Nelson Acosta, quién ese día los siguió hasta la pista de karting. Y estaba ahí, escondido, observando toda la secuencia. “Acosta se volvió loco. Nos retó con toda su rabia, nos dijo que éramos unos irresponsables de mie… y que estábamos a dos días del debut hueveando con esto” finalizaba el defensor Rojas (vía: Emol). Cuenta también, que luego de eso tuvieron que conseguir autos a control remoto para hacer carreras. Lo que hoy es una gran anécdota, en ese momento habría sido algo perjudicial para el equipo si Tejas provocaba una lesión en sus compañeros, especialmente en Fabián Estay.
Finalmente, en el debut frente a Italia, los corredores jugaron todos, sin dificultad, menos el “victimario” Carlos Tejas, quién estuvo sentado en el banco. Su lugar lo ocupó Nelson Tapia, ex jugador de Vélez Sarsfield, en aquel momento portero de la Universidad Católica. Fue 2 a 2 con un doblete del “matador” Salas. Un encuentro que casi se lleva “la roja”, si no hubiese sido por el gol de penal de Roberto Baggio, a seis minutos del final.
Chile clasificó segundo en su zona, detrás del seleccionado italiano, sin ganar ningún partido. Tres empates (1 a 1 con Austria y el mismo resultado frente a Camerún, y el ya mencionado partido con Italia). A Chile lo ayudaron las victorias de Italia en sus otros dos partidos, y el empate entre cameruneses y austríacos. En octavos se topó con Brasil, que luego sería uno de los finalistas del certamen. Una contundente derrota por 4 a 1 dejó sin Mundial a los dirigidos por Nelson Acosta.
En la Copa Mundial de 1998 disputada en Francia, la asociación de fútbol inglesa adoptó como estrategia para que Inglaterra intentara volver a ser campeón, luego de 32 años, hacer sentir a sus jugadores como en casa.
Uno de los entretenimientos que la federación les ofreció a sus jugadores fue la llegada semanal de una revista británica llamada NME (New Musical Express), que nació en 1952 y que a los futbolistas les interesaba por demás. Por esa razón cada miércoles les aparecía en la cama a todos ellos. Además, contaban con otros divertimentos como la Playstation, los reproductores de MP3 y hasta algunos jugaban al golf.
Pero había una cosa que los futbolistas detestaban: dar las entrevistas. Estaban cansados de hacer notas, así como también de hablar con canales de diferentes países, como, por ejemplo, cuando lo hicieron con Colombia, país al que se enfrentaron en la tercer fecha del Grupo G y al que se dirigieron en español mandando saludos a través de la emisora Caracol TV, que recién se inauguraba.
Por esta razón, la revista NME pasó a tener un papel fundamental en la selección. Se decidió realizar una apuesta que consistía en que cada integrante pondría 100 libras en una alcancía común y el que lograra nombrar más títulos de canciones en las entrevistas televisivas sería el ganador.
Además, se agregó una regla que se trataba de que sólo se podría nombrar temas de una banda o solista durante cada nota y por este motivo la revista se convertiría en un libro de táctica y estrategia.
El primero en pasar al frente fue Gareth Southgate, actual entrenador de la selección de Inglaterra, a quien le salió por sorteo George Michael. Tras una pregunta realizada por el periodista Bob Wilson sobre el clima en el entrenamiento, el por entonces jugador del Aston Villa respondió: “No es el ‘club tropicana’, Bob, llueve todo el dia” (Club Tropicana ,Wham! 1983). Luego se le preguntó si le podría dar alguna pista del once inicial en el debut frente a Túnez y su respuesta fue: “No recibirás ningún ‘Susurro imprudente’ de mi parte” (Careless Whisper, George Michael 1984).
Pero con el pasar de las semanas la competencia fuera de la cancha se volvía más y más feroz. Entonces Tony Adams, por ese entonces defensor del Arsenal, nombró cuatro títulos superando a todos sus compañeros y ganando la apuesta, cuando brindó una entrevista al periodista Des Lynam de la BBC. La lista de temas pronunciados fue la siguiente: Get Back (1969), Something (1969), Let it Be (1970) y With a little help from my friends (1968), todas de The Beatles.
Durante un gran tiempo, los medios no se dieron cuenta lo que hacían hasta que un día Alan Shearer, en ese momento jugador de Newcastle United, respondió a una pregunta: “Es solo tu imaginación” de The Temptations, de 1971 ,seguido de una carcajada. Lo mejor de dicha apuesta fue que tiempo después le preguntaron si seguía la apuesta y entonces miró a la cámara y dijo: “No, ya todo se termino”, que en inglés quiere decir It’s all over now de Rolling Stones, 1964.
La Copa del Mundo que se disputó en Chile 1962 fue la última bala que tuvo Alfredo Di Stéfano para poder jugar, por lo menos, unos minutos en el torneo más importante a nivel de selecciones. A la edad de 36, ya en el ocaso de su brillante carrera deportiva, a La Saeta Rubia se le presentó la oportunidad de poder competir con el país que lo adoptó, España. Pero las desgracias de la vida, esa “mala suerte” de uno, negaron esa posibilidad. Di Stéfano se lastimó la rodilla derecha en la víspera del Mundial, y no pudo disputar ni un solo partido, aunque viajó con la Selección española de Helenio Herrera para estar con el grupo e incluso fue inscripto para el campeonato. El argentino nacido en Buenos Aires falleció a los 88 años en julio de 2014, mientras se disputaba el Mundial de Brasil. Por más que nunca haya podido estar en la gran cita mundialista, nadie le puede sacar la corona de estar entre los mejores futbolistas de la historia, ese selecto grupo de cracks que escribieron, cada uno en su época, las exquisitas páginas del fútbol: Pelé, Cruyff, Maradona, Messi… entre otros.
Pero, ¿qué pasó en los anteriores mundiales? A Di Stéfano la fortuna no sólo no lo acompañó en el Mundial de Chile. En los ediciones previas siempre hubo un conflicto deportivo o extradeportivo que le arrebataron la posibilidad de “bailar con la más bella”.En 1950, cuando era apenas un pichón de delantero que causaba desastres en las defensas rivales, la Selección Argentina se negó a participar del Mundial de Brasil por sus diferencias con la Confederación Brasileña de Fútbol. Cuatro años más tarde, en Suiza ’54, y él siendo jugador del Real Madrid, otra vez Argentina se negó a competir debido a que la FIFA rechazó su propuesta de realizar el Mundial. En 1956 se nacionalizó español, y en 1957 jugó su primer partido para los europeos contra Holanda. Su meta era poder estar en Suecia ’58, pero España no logró clasificar al torneo y a Don Alfredo se le esfumó otra cita con la dama que, por lo menos, una vez en su vida, todos quieren tener.
A raíz de la muerte de George Floyd, víctima de un acto cruento de violencia y racismo por parte de un oficial de policía de la ciudad de Minneapolis, el campeón vigente de la Formula 1, Lewis Hamilton, fue el primero en manifestarse en este ámbito por lo ocurrido y además critico el silencio de la categoría y de sus compañeros.
En el mensaje, que publicó en una de sus historias en su cuenta oficial de Instagram, mostró su descontento y arremetió contra la categoría por su pasividad: “Nadie mueve un dedo en mi industria, que es por supuesto, un deporte dominado por blancos”. También expresó su profunda decepción con sus compañeros al decir: “Algunos de ustedes son las estrellas mas grandes, pero permanecen en silencio en medio de la injusticia”. Y cerró el mensaje diciendo: “Creí que verían ahora por qué sucede y que reaccionarían, pero no pueden ponerse de nuestro lado. Sólo quiero que sepan que sé quiénes son y que los veo”.
Las palabras de Hamilton, además de denotar su tristeza, también expresan una parte de su historia y del camino que tuvo que recorrer y enfrentar a lo largo de su vida y carrera deportiva, ya que el inglés fue víctima de numerosas actitudes racistas a lo largo de su vida.
En sus comienzos en el karting, durante el año 1995, él y su padre sobrepasaron numerosos obstáculos. Tenían una gran dificultad en conseguir patrocinios por su color de piel. En cada fin de semana en el que competía, declaraban que eran observado de mala forma, hasta incluso en varias ocasiones se les cuestionaba su presencia en los circuitos. También sufrió situaciones de discriminación por partes de sus profesores, los cuales le decían que nunca lograría nada en el mundo de las carreras.
Por Pedro Pérez Naveira, Tomás Randazzo y Federico Fariña Pastoriza
El filósofo argentino César Torres, en charla con alumnos de DeporTea a través de una videoconferencia, contó que el exjugador Tomás Carlovich, muerto tras un asalto en la ciudad de Rosario, fue uno de los mejores exponentes de lo que son los bienes internos del fútbol.
El también preparador físico, egresado del Instituto Romero Brest y que reside en los Estados Unidos, afirma que Carlovich hacía de la disciplina algo entretenido y un espectáculo vistoso. Dice que lo que nos apasiona del Trinche está en la narrativa de haber vivido su profesión con mucho amor, dándose a conocer por su capacidad dentro de la cancha y no por el dinero ni por una sobreexposición de su privacidad.
La moral dentro del fútbol
“El gol de Maradona con la mano contradice al segundo donde gambetea a medio equipo inglés”, mencionó el profesor de The College at Brockport, State Universiy of New York, evidenciando las diferencias entre un tanto que rompe con la ética al hacer trampa, con el otro que es la manifestación de un juego hermoso y lleno de habilidad técnica. La disyuntiva sería si el fútbol le otorga más valor a la destreza o si es solamente para los “vivos”.
El investigador señaló que la esencia del deporte no está en ganar a toda costa, sino que los límites deben ser repensados porque más importante que la victoria es la manera en que se logra el objetivo. Muchos lo compararían con el viejo de dilema de ser menotista o bilardista, pero el escritor argentino va más allá y quiere devolverle la magia y la espectacularidad a un ejercicio que puede ser una salida para muchos chicos y chicas que sueñan con competir profesionalmente o, simplemente, tener ese momento de disfrutar y salir de la vida diaria.
Inclusión de género
“Tenemos que hacer el mayor esfuerzo para integrar a las personas transgénero lo más que podamos para que no sigan siendo discriminadas”, dice Torres y da como ejemplo el caso de la futbolista trans Mara Gómez, quien durante mucho tiempo trató de ser parte de un club de la Primera División de Fútbol Femenino y, este año, cumplió su deseo al integrar el plantel de Villa San Carlos.
El autor de Gol de mediacancha opina que en estos casos se da una tensión entre dos esferas: la cuestión deportiva y la identidad individual, aunque sostiene que, científicamente, no está comprobado que el incremento en el nivel de testosterona sea una ventaja a la hora de realizar alguna práctica y que debemos tener especificidad por que no son las mismas habilidades las que se usan en handball o en tiro de arco.
“Tenemos que encontrar un punto en común entre integración y justicia competitiva”, afirma el académico. Además, ve que la sociedad argentina dio pasos muy grandes por este avance y que hay voluntad de seguir. No son cambios espontáneos e implican una militancia intensa y duradera porque el status quo no cambia de manera automática.
Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas.
—Siempre le preguntaba a mi madre: “¿Por qué todo es blanco? ¿Por qué Jesús es blanco y de ojos azules? ¿Por qué en La última cena son todos blancos? Los ángeles son blancos, María y sus ángeles también”. Pregunté: “Mamá, ¿cuando muramos vamos a ir al cielo?” Ella dijo: “Claro que iremos al cielo”. Y respondí: “Entonces, ¿qué pasa con todos los ángeles negros?”
Quien cuenta que de niño le preguntaba todo el tiempo a su madre es Muhammad Ali, boxeador estadounidense descendiente de africanos que eligió llamarse así porque el anterior, Cassius Clay, era apellido de esclavo. Está en un estudio de televisión con el entrevistador a su lado y los espectadores detrás de cámaras que explotan en carcajadas por los “chistes” que Ali cuenta. Pero no es tonto. Él quiere que entren en júbilo porque, en la parte final, los dejará mudos y pensantes por el resto de sus vidas.
—Ya lo dijo Elijah Muhammad (líder de la Nación del Islam desde 1934 hasta su muerte en 1975) sobre cómo adoctrinan a los negros. Cómo enseñan a respetar al blanco y a odiar al negro. Robaron nuestros nombres, fuimos esclavizados, robaron nuestra cultura, robaron nuestra historia. Nos hicieron como muertos vivientes así. Ya que somos negros en un país blanco, no sabemos nada de nosotros mismos, no hablamos nuestro idioma, estamos mentalmente muertos.
Ali nació el 17 de enero de 1942 en Louisville, la ciudad más grande del estado norteamericano de Kentucky. Murió a los 74 años el 3 de junio de 2016 —se cumplen cuatro años— después de haber pasado por la enfermedad de Parkinson. Es considerado uno de los mejores boxeadores de la historia con 61 combates —56 victorias (37 por nocaut) y cinco derrotas—. Pero, quizá más importante, defendió las luchas humanitarias de los afroestadounidenses y del islamismo.
A los 18 años obtuvo la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960 al vencer al polaco Zbiegniew Pietrzykowski en la categoría de semipesados (entre 75 y 81 kilogramos para amateurs). Ya en esa pelea, Clay —que todavía era Clay— bailaba sobre la lona del ring. Al volver a sus tierras con esa victoria, creyó que lo reconocerían por defender a su país. Pero se encontró con la monstruosa realidad: la gente de piel oscura no podía entrar en bares, locales de ropa, cines, colegios o almacenes. O sea, a ningún servicio de acceso público. Hasta él mismo, que presentaba la medalla como una especie de autorización, era echado de esos sitios. La segregación racial imperaba en Norteamérica.
Abraham Lincoln fue el decimosexto presidente de los Estados Unidos desde 1861 hasta su asesinato en 1865. Promulgó la Proclamación de Emancipación en 1863, que era una orden ejecutiva —un decreto— que ordenaba la libertad de los esclavos africanos. Pero no fue una ley aprobada por el Congreso, por eso apoyó, casi tres meses antes de morir, la Decimotercera Enmienda a la Constitución en enero de 1865 —se adoptó en diciembre de ese año— para garantizar la abolición permanente de la esclavitud.
Sin embargo, apenas otorgada la “libertad” a los afroestadounidenses, tomaron relevancia las leyes de Jim Crow, que eran estatutos y órdenes que distintos estados poseían para legalizar la segregación racial. Quienes eran esclavos (se le sumaron también grupos étnicos no blancos), ahora, bajo el falso lema “separados pero iguales”, no podían utilizar lugares y transporte públicos, baños, restaurantes y escuelas. Hasta se les negó el voto, trabajo y se les controlaba dónde vivían y cómo viajaban.
En ese contexto, Clay mejoraba como púgil y comenzaba la transición del boxeo amateur al profesional. Su entrenador Angelo Dundee fue el encargado de elevar su nivel. Los periodistas de la época creían que era torpe por sus movimientos. Le criticaban que se inclinaba hacia atrás para esquivar golpes, por lo que corría el riesgo de caerse si perdía el equilibrio.
El periodista y escritor David Remnick explica en el documental Becoming Muhammad Ali el estilo que poseía: “Combinaba su velocidad con la pegada de un peso pesado y creó una nueva forma de boxear”. Dundee entendió esto antes que nadie, depositó toda su confianza en el joven y pidió que le tengan paciencia.
Cuando comenzó a ganar peleas, Clay entendió que podía tener presencia en los medios de comunicación. Y fue así como, luego de haber conocido en Las Vegas a Gorgeous George —un boxeador que cuidaba la estética de su cabello rubio y rizado que, a través de su actuación fuera del ring, llenaba los recintos cuando peleaba—, creó su personaje al que incluso le agregó un lema: Cassius Clay, The Greatest (el Más Grande).
El fotógrafo Flip Schulke afirmó: “Era un genio para todo lo relacionado con las relaciones públicas”. Y contó que un día se encontró con él en una piscina: estaba boxeando sumergido en el agua.
—¿Por qué hacés eso? —, preguntó Schulke.
—Un viejo boxeador me dijo que si golpeás debajo del agua hacés mucho ejercicio—, contestó Clay guiñando un ojo.
Lo había inventado. Luego, Schulke tomó unas fotos que favorecieron y acrecentaron la publicidad del púgil.
Campeón mundial
Sonny Liston fue un boxeador norteamericano peso pesado (la máxima categoría, que comienza desde 91 kilogramos y no tiene límite) y campeón mundial cuando venció a su compatriota Comiskey Park en 1962 —fue tapa de El Gráfico por esa obtención—. Era un exdelincuente y estuvo en la cárcel, donde aprendió a pelear. Clay iba a enfrentarlo el 25 de febrero de 1964. El periodismo no podía creer que un “niño” de 22 años fuese a enfrentar a El Gran Oso. Creyeron que no tenía ninguna chance. De hecho, pronosticaban que iba a ser demolido.
Pero Clay comprendió que debía ganar la batalla antes, fuera del ring y psicológicamente. Por eso comenzó a provocar a Liston cuando este se preparaba para la pelea: acudió al campo de entrenamiento y, con un altavoz, le gritaba oso horrible, aseguraba que lo iba a vencer en el octavo round y lo insultaba en entrevistas:
—Vi a Sonny Liston hace unos días—, le contó un periodista.
—A que es feo—, contestó Clay. —Es muy feo para ser campeón del mundo. El campeón del mundo debería ser guapo como yo.
En una ceremonia, gritaba:
—¡Esta será la mayor derrota del siglo! ¡Y si querés perder dinero, sé un idiota y apostá a favor de Sonny!
Pero, antes de la pelea, las manifestaciones para acabar con las leyes de Jim Crow se hicieron cada vez más numerosas. Activistas como Malcom X —nacido como Malcom Little— defendían los derechos de los afroamericanos. También predicaba la religión asociada a la Nación del Islam, fundada en 1930 en los Estados Unidos. Clay lo conoció y se interesó por lo que promulgaba. Así se encontró con Elijah Muhammad, el líder de la organización islamista en ese entonces. Pero, de esta manera, corría el riesgo de que el combate contra Liston fuera suspendido porque estaba mal vista esta relación.
Uno de los activistas —también pastor— más trascendentes en la historia de Norteamérica fue Martin Luther King Jr. Se le entregó el Premio Nobel de la Paz por sus manifestaciones para acabar con la marginación de los afroestadounidenses, que ocurrió finalmente con la Ley de Derechos Civiles de 1964. Así, se prohibió la discriminación y segregación racial en los Estados Unidos después de casi 100 años de las leyes de Jim Crow. King realizó su discurso más emblemático —I have a dream(Yo tengo un sueño)— el 28 de agosto de 1963 en el Monumento Lincoln durante la Marcha en Washington por el trabajo y la libertad. Frente a más de 300 mil personas, recitó:
—Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel, sino por su personalidad.
La pelea tuvo varios condimentos. Clay, con su velocidad, destrozó a Liston al punto de provocarle un corte en el pómulo izquierdo. Cuando intentaron curárselo, le colocaron una sustancia que estaba prohibida y le indicaron que intentara apoyárselo en la cara a The Greatest para que lo cegara temporalmente. Tuvo efecto, pero temporalmente.
Antes de comenzar el séptimo round, Liston, agotado en su esquina, no se paró para continuar con el asalto. El niño era campeón del mundo. Obtuvo los títulos de peso pesado de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB, WBA en inglés) y del Consejo Mundial de Boxeo (CMB, WBC en inglés). Fue a los sectores del periodismo y, a ellos, pero también a la afición, les gritó que les había cerrado la boca.
—Debo ser el más grande. Ya se lo dije al mundo. Hablo con Dios a diario. Si Dios está conmigo, nadie puede estar contra mí. ¡He conmocionado al mundo! Yo conozco a Dios, al verdadero Dios—, declaraba eufórico Clay luego de la pelea.
¿A qué se refería con que conocía al “verdadero Dios”? Pues, unos días luego del combate, anunció que su nombre pasaría a Cassius X. Fue de transición hasta el que Elijah Muhammad le confirió: Muhammad Ali. El verdadero nombre de su Dios era Alá.
Periodistas, público y hasta contrincantes se negaban a llamarlo por su nuevo nombre. Ali se enfurecía y hasta exigía que lo dejaran de nombrar como Cassius Clay en las peleas, como contra Ernie Terrel en 1967, al que le gritaba luego de golpearlo: “¿Cuál es mi nombre?”.
Humanismo
Vietnam estaba separada en dos estados soberanos —Norte, comunista, y Sur, capitalista— desde 1954 y al año siguiente se iba a celebrar un referéndum para decidir su unificación o separación definitiva. Pero los gobernantes del Sur eligieron realizar un golpe de estado en 1955 y estalló la guerra. Estados Unidos apoyó (Dwight Eisenhower era el presidente en ese entonces) a la parcialidad capitalista —basándose en “teorías” que estaban basadas en impedir la expansión del comunismo— en primera medida con recursos y, a partir de 1964 (con John Kennedy al mando), con tropas.
En 1966, una resolución de las fuerzas armadas calificó a Ali como apto para ir a la guerra de Vietnam. Pero, en el centro de reclutamiento de Houston, Texas, se negó a combatir por motivos religiosos y humanitarios.
—Mi conciencia no me deja ir a dispararle a unas pobres personas en el barro por el muy poderoso Estados Unidos. ¿Y dispararles para qué? Nunca me llamaron “negro”, nunca me lincharon ni me cazaron con perros. No me robaron mi nacionalidad. ¿Por qué dispararles?—, se preguntaba.
Las comisiones de boxeo lo sancionaron y le prohibieron pelear en abril de 1967. Hasta lo despojaron de sus títulos. La guerra en Vietnam continuó hasta 1975, cuando Estados Unidos —con Richard Nixon como presidente— fue derrotado.
Ali volvió a pelear tres años y medio más tarde luego de dar charlas en universidades para ganarse la vida. Recuperó los títulos mundiales cuando venció por nocaut en el octavo round a George Foreman el 30 de octubre de 1974 en Kinsasa, capital de Zaire —a partir de 1997 República Democrática del Congo—, y ante sesenta mil espectadores, que lo apoyaban gritando: ¡Ali, bubmaye! (¡Ali, mátalo!).
No puedo respirar
Ali se retiró el 12 de diciembre de 1981. Ya comenzaba a perder los reflejos y la fluidez al hablar. La enfermedad de Parkinson le fue diagnosticada en septiembre de 1984 y murió en junio de 2016. Uno de los mejores boxeadores de la historia se involucró en causas religiosas y defendió los derechos de los afroestadounidenses. Sin embargo, por más que la segregación haya dejado de ser legal, la desigualdad basada en la discriminación impera en los Estados Unidos, donde la marginación está presente de una forma camuflada. Incluso se le suma la brutalidad policial, que ha causado miles de muertes —según el Mapeo de la Violencia Policial, en 2019 la policía mató a 1099 personas y las negras fueron el 24% de las asesinadas siendo solo el 13% de la población—, como la de Eric Garner, que fue estrangulado el 17 de julio de 2014 mientras gritaba que no podía respirar.
Otro hecho de discriminación fue el que ocurrió cuando la policía de Nueva York acusó a cuatro afroamericanos —Antron McCray, Kevin Richardson, Yusuf Salaam y Korey Wise— y un hispano —Raymond Santana— del barrio Harlem y menores de 16 años de violar y matar el 19 de abril de 1989 a Trisha Meili, una joven blanca que corría por Central Park. Fueron condenados a la cárcel y en 2002 Matías Reyes, un violador y asesino en serie, confesó haber sido el autor del crimen. La miniserie Así nos ven dirigida por Ava DuVernay retrata el caso.
George Floyd, un ciudadano afroestadounidense de 46 años que vivía en Saint Louis Park, fue asesinado el lunes 25 de mayo por Derek Chauvin, un oficial de 44 años de la policía de Minneapolis, Minnesota, que lo arrestó por haber querido pagar en un supermercado con un billete falso de veinte dólares. Con Floyd tirado en el suelo boca abajo, gritando, como Garner, que no podía respirar y totalmente indefenso, Chauvin hundió su rodilla izquierda en el cuello del detenido, lo dejó inconsciente y más tarde murió en el Hennepin Coutry Medical Center.
El asesinato fue grabado por Darnella Frazier, una adolescente de 17 años, difundido masivamente en las redes sociales y derivó en protestas y manifestaciones —en medio de la pandemia por coronavirus— de la gente en las calles de Minneapolis —incendiaron la comisaría de la localidad—, Nueva York, Denver, Colorado, Ohio, Columbus, Los Ángeles y Memphis. El presidente Donald Trump envió a 500 soldados de la Guardia Nacional de Minnesota a Minneapolis, que reprimieron con gases lacrimógenos y balas de goma, como lo hace la policía en todo lugar del país donde haya reclamos por la muerte de Floyd.
Chauvin fue despedido, arrestado y acusado por asesinato en tercer grado y homicidio involuntario. Cargos que conllevan una pena máxima de 35 años. La familia de Floyd, representada por el abogado de derechos civiles Ben Crump, emitió un comunicado en el que exige un cargo de asesinato en primer grado.
Quizá Ali se hubiese pronunciado, como lo hizo Colin Kaepernick, jugador afroamericano de fútbol norteamericano que se desempeñó en San Francisco 49ers y que se arrodilló durante el himno estadounidense antes de un partido en protesta de los crímenes de la policía racista y provocó la furia de Trump, que se encargó de que no volviese a jugar.
Quizá Ali se hubiese pronunciado como lo está haciendo el mundo del deporte por el asesinato de Floyd, acompañando las protestas de la gente, que sale a la calle no por un único hecho, sino que también es una forma de explotar y expresarse por las desigualdades económicas, laborales y hasta humanitarias que sufren los oprimidos y las oprimidas. En los papeles podrán no aparecer estas desventajas, pero los miserables siempre se encargarán de que existan. Por eso el pueblo se manifiesta: para que se esfumen de una vez por todas las lógicas represoras que los dueños del mundo replican desde el comienzo de los tiempos.
Argentina siempre estuvo cerca
A veces se observa lo que ocurre a lo lejos y hay historias, hechos o asesinatos mucho más cerca de lo que se cree. Entonces hay que preguntarse qué cuentan los que cuentan y qué otras situaciones no cuentan. O cuánto es el poder que tienen los medios de comunicación y en qué medida modelan intereses. Porque, sí, en los Estados Unidos la brutalidad policial es totalmente atroz y discriminatoria. Pero, ¿en Argentina? O acaso se omitirá que Luis Espinoza, un trabajador rural de 34 años de la ciudad de Simoca en Tucumán, fue asesinado el 15 de mayo por el oficial José Morales en un operativo que pretendía dispersar una carrera de caballos en el campo.
Identidad Marrón, el colectivo de personas marrones descendientes de indígenas y campesinos de América, se pregunta: “¿Cuándo nos vamos a hacer cargo del racismo que carga Argentina como país que niega nuestra historia, se calla ante nuestros asesinatos y vive en constante discriminación hacia nuestras existencias?”.
Cuando una persona piensa “cómo no va a ser bueno si ya nació con una raqueta en la mano”, para referirse a importantes tenistas, no se equivoca. Hijo de un entrenador y fanático del tenis, Guillermo Sebastián Coria tiene fotos durmiendo en la cuna con una raqueta en la mano. Guillermo Coria, cuyo primer nombre hace alusión a Guillermo Vilas, uno de los mejores tenistas argentinos de la historia, dio sus primeros pasos en el tenis desde muy pequeño; tal es así que Oscar Coria, su padre, comenzó a llevarlo al Club Centenario de Venado Tuerto al poco tiempo que había aprendido a caminar. “A los cuatro años jugué mi primer Provincial en Rosario”, recordó el ex tenista en El Gráfico. Era tan grande el arraigo que tenía el niño por el tenis que su madre Graciela debía decorarle las tortas de su cumpleaños con temáticas relacionadas a dicho deporte.
Esa misma devoción que tenía el nacido en la localidad de Rufino, Santa Fe, por el tenis le generó algunos episodios muy amargos, como fue el caso de perderse muchos cumpleaños de 15 de sus amigas, decidir no irse de viaje de egresados a Bariloche por ir a una gira por América del Norte, irse a vivir solo a los Estados Unidos con 13 años, o tener que arreglárselas con 50 dólares por semana, entre otros disgustos. “Íbamos a competir a Europa y, como no tenía para pagar el hotel, me colaba en las habitaciones de mis compañeros sin que se dieran cuenta en la recepción; tenía una de esas colchonetitas para yoga y dormía en el piso”, confesó Coria en La Nación.
Todos estos problemas por los que tuvo que pasar el “Mago” Coria, apodado así por el periodista del diario La Nación Alfredo Bernardi luego de que el tenista ganara Roland Garros juvenil en 1999, debido a la facilidad que tenía para tirar drops y hacer “algo” diferente, marcaron en él una personalidad muy distante y tímida, poco demostrativa, responsable, disciplinada y obsesiva, que se vio reflejada en su carrera profesional con el correr de los años. “Yo sabía que si no tenía disciplina, orden y mucho sacrificio, con las desventajas que daba físicamente, era muy difícil poder triunfar”, remarcó en el programa El Buscador. Era un tenista, dicho por sus propias palabras, malhumorado, de gran carácter y muy frontal, que lo buscaban y lo encontraban fácilmente, y no disimulaba nada. Carácter que le generó fuertes enfrentamientos con algunos colegas, como fue el caso de la mala relación que compartió con Gastón Gaudio, argentino contemporáneo a Coria, durante su carrera profesional; la relación estaba lejos de ser amistosa y el episodio de mayor tensión tuvo lugar luego del cruce de semifinales en el ATP Masters Series de Hamburgo 2003, donde el propio Gastón Gaudio reconoció que hubo un par de golpes en el vestuario.
Dentro de la cancha, el ex número 3 del ranking mundial de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) se caracterizaba por ser uno de los mejores tenistas sobre tierra batida de comienzos del siglo XX, previo a la notable aparición del tenista español Rafael Nadal. El juego del santafesino estaba caracterizado por tener una derecha que hacía mucho daño a los rivales, un destacado revés a dos manos, una de las mejores devoluciones del circuito – aún es el jugador más efectivo a la hora de ganar puntos con la devolución del primer servicio (36,05%) en todo el mundo, de acuerdo a los registros oficiales de la ATP- y ser muy físico. Además, disfrutaba hacer correr a su rival de turno y los puntos largos le sentían bien, poseía una aguerrida defensa que la convertía en un mejor contraataque, utilizaba mucho el “drop shot” para mover a sus rivales, se sentía más cómodo jugando en la línea de fondo que en la red, estudiaba mucho a sus contrincantes, no daba ningún punto por perdido y tenía una gran movilidad durante los partidos.
Todas esas características le permitieron obtener nueve títulos a nivel ATP, el ATP Masters Series de Hamburgo en 2003 y el de Monte Carlo en 2004, entre los más destacados; jugar once finales, cinco de ATP Masters Series y una de Grand Slam; disputar tres Tennis Masters Cup, y alcanzar el tercer lugar en el ranking ATP, entre otros logros.
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Sin embargo, en la carrera del argentino no todo fue color de rosa. Más allá de los problemas que tuvo que sortear en sus primeros pasos como tenista, la vida deportiva del criado en Venado Tuerto tuvo muchas piedras en el camino.
En el año 2001, cuando parecía ser el año de su despegue, ya que a comienzos del mismo había logrado su primer título ATP en Viña del Mar y había entrado entre los mejores 25 tenistas del circuito; la ATP lo sancionó por siete meses de inactividad luego de dar positivo en un control antidoping por nandrolona, producto de haber consumido un complejo vitamínico contaminado. Cabe destacar que, unos años después, el damnificado le hizo un juicio a la empresa que había fabricado los suplementos, Universal Nutrition, y, luego de cinco años de idas y vueltas, pudo demostrar su inocencia y ambas partes llegaron a un acuerdo económico que nunca fue divulgado.
Tres años más tarde, en el 2004, se produjo una de las derrotas más resonantes del argentino al caer en la final de Roland Garros ante su compatriota Gastón Gaudio. El partido había comenzado con un aplastante 6-0 6-3 a su favor en el estadio Philippe Chatrier, cancha central de dicho Grand Slam, pero debido a que sufrió una serie de calambres, sumado a que Gaudio aumentó su nivel de juego, su rival logró invertir el marcador y vencerlo 0-6, 3-6, 6-4, 6-1 y 8-6, en una histórica final en donde, además, Coria desperdició dos puntos para partido. “Mi único temor era acalambrarme, yo me veía con ventaja desde lo tenístico y confiaba en mí, pero me pasó lo que temía”. Pese a esto, el fatídico año para el argentino no había llegado a su fin y venía lo peor, semanas más tarde, el “Mago” tuvo que someterse a una operación, debido a una lesión en el hombro derecho, que lo marginó cuatro meses de las canchas y le impidió participar de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
Luego de estos desafortunados episodios, producto de una gran pérdida de confianza que sufrió consigo mismo y con su saque –llegó a ser uno de los mayores tenistas con dobles faltas dentro del circuito en el año 2006-; sumado a la aparición de Rafael Nadal, quien le ganó las tres finales que disputaron en 2005 y comenzó a ser el dominador de la superficie que a él más lo destacaba (tierra batida), Coria nunca pudo volver a jugar de la misma manera que a comienzos de su carrera profesional.
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Ahora bien, nadie sabe qué hubiera sido de la vida de este exitoso tenista si en lugar de inclinarse por el tenis, hubiera elegido otro camino, el fútbol. El hincha y fanático reconocido de River Plate señaló en varias ocasiones que desde que tiene memoria tanto el tenis como el fútbol lo apasionan demasiado y que hasta llegó a estar en una difícil decisión sobre qué deporte seguir cuando tenía 13 años, pero que a la hora de elegir hubo dos hechos que desequilibraron la balanza en favor del tenis: “En un partido en Venado Tuerto quedamos eliminados porque me erré un gol –el arquero le atajó el remate-, y en otro un compañero se hizo expulsar y automáticamente pensé ´Yo quiero depender de mí mismo´” mencionó en una entrevista con Gonzalo Bonadeo.
Pero, pese a no haber elegido al fútbol, la llama de la pasión por River Plate nunca se apagó; cuando firmó su primer contrato con Adidas a los 16 años, el adolescente le pidió a la marca si podía comenzar a vestirse con su ropa en Wimbledon, el próximo torneo, ya que los colores de la remera que debía usar para la competición que se estaba desarrollando en ese momento eran azul y amarillo, colores que se identificaban con su máximo rival, Boca Juniors.
En la actualidad, desde su retiro, el ex tenista trata de viajar y seguir a todos lados al “Millonario” y hasta tiene su propio palco en el Monumental. Además, reconoció que hizo mucha fuerza para que jugadores como Javier Pinola, su amigo, Ignacio Scocco o Leonel Vangioni pudieran llegar al equipo de Núñez.
Por otro lado, es admirador de Marcelo Gallardo, actual técnico de River Plate: “Tengo un póster de Gallardo firmado hace un montón de años, es uno de mis ídolos desde chiquito, y tener una relación de amistad con él es una gran satisfacción”, manifestó en El Equipo. Además, agregó que lo conoce desde que jugaba en Argentina, pero que fortalecieron más la relación cuando el futbolista jugaba en Mónaco, Francia.
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Años atrás, previo a ocupar un cargo como dirigente de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), Guillermo Coria estuvo viajando al interior del país y recorriendo los clubes de tenis para observar el desarrollo de los y las tenistas de entre 8 y 10 años bajo el programa “Gen10s”, un proyecto de formación de menores organizado por la Asociación Argentina de Tenis y la Federación Internacional de Tenis (ITF).
En la actualidad, el tenista que formó parte de “La Legión” –término utilizado para referirse a los tenistas nacidos entre 1975 y 1984, desde Franco Squillari a Juan Mónaco- ocupa un cargo en el área de Desarrollo, ya que es el Secretario de Interior de la Asociación Argentina de Tenis: “Me gusta transmitirle a los chicos que traten de disfrutar el buen momento también, que no se queden solo con los malos. Hay que estar cerca de ellos, a través de la contención y el asesoramiento”, remarcó.
Con el final de The Last Dance, la serie documental sobre Michael Jordan y los Chicago Bulls de los 90, vimos en un compacto de 10 episodios todo lo que fue esta dinastía, los mejores y peores momentos. Quedó demostrada la grandeza de este equipo y de Jordan en particular por encima de todo, pero todo tiene un final, y este es uno de los mejores: The Last Shot.
Casi 20.000 personas fueron testigos del sexto y último partido de la serie entre Chicago Bulls y Utah Jazz por las finales de la NBA de 1998. La llave iba 3-2 a favor de los de Michael Jordan, el encuentro, 86-83 para el Jazz, comandado por John Stockton y Karl Malone. Si los visitantes ganaban eran campeones de la NBA por sexta vez en ocho años y por tercera consecutiva. El Delta Center estaba encendido porque los locales se iban por cinco a falta de 50 segundos, pero Su Majestad tenía otros planes.
Bandeja de El 23 y quedaban 0.37 en el reloj con el marcador 86-85 para los de Salt Lake City. El base de Utah, Stockton, toma la ofensiva y sube la pelota orientándose hacia el lado izquierdo de la cancha. En el poste bajo, del mismo lado que John, esperaba el pivot Karl Malone, peleando la posición con Dennis Rodman, estrella defensiva del momento. Mailman estaba tan enfocado en el Gusano, con quien había pasado todo el partido peleando, que olvidó quien estaba del otro lado de la pintura.
Cuando Stock puso la pelota en el poste para que Malone lo juegue con 15 segundos restantes en la posesión, Jordan estaba esperando en el lado débil, porque él ya sabía qué jugada iban a hacer. Cuando recibió el pivot, totalmente concentrado en Rodman, olvidó por completo que había cuatro defensores más en la cancha, apenas tomó la pelota, Mike desde atrás metió un manotazo decidido a convertirse en el robo crucial del partido y consiguió sorprender, una vez más, a todos, pero principalmente a Malone.
Cuando Jordan controló la pelota, con pocos segundos de partido, todo los de Chicago sabían qué iba a ser de esa última ofensiva, la que culminaría tantos años de trabajo e intentaría cerrar de la mejor manera, con el segundo tricampeonato, lo que ya se venía previendo: The LastDance, es decir, la última vez que los todopoderosos Bulls iban a intimidar a cualquier equipo que se les parase en frente, al menos con ese plantel.
Steve Kerr, Toni Kukoc, Scottie Pippen y Dennis Rodman acompañaban en la ofensiva a Michael, aunque no iban a ser muy trascendentes en la acción, y ya lo sabían, porque, The Last Shot, era de Mike.
Su Majestad tomó el ataque por completo y se colocó en los 45 grados del perímetro, en la izquierda, con un pique de balón decidido y tan relajado que asustaba, tenía solo una idea fija: anotar como fuera. En frente suyo, Bryon Russell, quien se plantó frente a Jordan como un gran defensor, con una seguridad respetable para tratar con quien estaba tratando y en el momento en que lo hacía.
Russell se paró ante él, se arremangó el short como diciendo “te voy a defender de verdad”, estiró los brazos para, como se enseña en las categorías formativas, parecer más largo y rápidamente puso su antebrazo derecho firme en la icónica camiseta 23 roja de Jordan.
The G.O.A.T en en ese momento, cubrió la pelota con el cuerpo como si tuviera que proteger a su familia, bajó el centro de gravedad y aceleró el ritmo. El 3 de los Utah Jazz lo acompaña correctamente, eso alcanzaría con cualquier jugador, pero Michel empezó a atacar hacia el aro, Russell a toda marcha intentó no perderlo, pero Jordan lo dejó sin posibilidades con un freno repentino cambiando de mano a mitad de camino de la linea de triple y la de tiros libres.
Bryon, por pura inercia, siguió de largo hasta desplomarse en el suelo, y sin oposición alguna, Mike apoyó sus Air Jordan 14 en el parqué, levantó la pelota por encima de su cabeza, saltó y lanzó, la pelota viajó y se despidió por última vez de las manos de Jordan como Bull de la mejor manera, la naranja concluyó una parábola perfecta en cuanto a tiros de básquet se refiere y entró sin dar vueltas al aro, peinó la red y a 5 segundos del final, los Chicago Bulls se ponían 87-86 frente al local.
La fanaticada del Jazz pasó del grito típico de “defense” a un silencio lapidario en milésimas, solo se podían percibir algunos brazos arriba y cuerpos eufóricos que eran de hinchas de los visitantes que acompañaron al equipo y recorrieron más de 2300 kilómetros para ser testigos visuales de la victoria de los dirigidos por Phil Jackson, ya que efectivamente los locales no pudieron anotar en sus últimos segundos y terminaron de coronar por sexta y última vez a Jordan y compañía.
De esta forma culminó un proyecto de más de 10 años, pasando de ser la histórica franquicia fracaso a entrar a Playoffs con la llegada de Jordan, peleando títulos cuando el General Mánager de la franquicia, Jerry Krause, sumó a Phil Jackson y Scottie Pippen, y terminando de coronarse con la llegada de Dennis Rodman. Pasaron de balances de temporada con menos de 30 partidos ganados hasta llegar a un récord de 72 victorias y apenas 10 derrotas, segundo mejor en la historia de la liga, y durante la temporada 97-98 ya sabían que ese era su último año como conjunto, y lo cerraron de la mejor manera, con el último baile, el último tiro y el último anillo.