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lunes 5 - junio - 2023

Macarena Sans, la sensibilidad de La Garra

Por Tomás Marin y Lucas Canteros

Un Maracaná lleno de gente y decorado con muchísimos colores en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Río 2016 es testigo del momento en el que la delegación argentina ingresa encabezada por Luis Scola, que carga la bandera nacional. Detrás él y a su izquierda, Macarena Sans, central de la selección femenina de handball, trata de asimilar la magnitud de lo que está viviendo entre emoción y asombro. “Fue una locura. Estaba explotado de gente. Todo, todo llenísimo. Sentí una euforia, algo en el pecho de tantas emociones. Obviamente no podíamos parar de llorar. Se me venían recuerdos de chica de estar mirando las inauguraciones de los Juegos anteriores desde mi casa con mi familia, y verme ahí fue increíble”, detalla Macarena, y recuerda que junto a Luciana Mendoza, y los entrenadores Gustavo Sciglitano y Eduardo Peruchena se habían quedado un momento agarrados de las manos conectados por el mismo sentimiento al ingresar al histórico estadio brasileño.

Para Macarena, el ingreso al Maracaná en esa ceremonia inaugural fue uno de los momentos más lindos de su vida. Pero llegar a Río no fue un camino fácil. Poco más de un año atrás peligraba la clasificación a los Juegos. Con Brasil como organizador y con su participación ya asegurada, la posibilidad de obtener la plaza que otorgaban los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 eran mayores y todos los países lo sabían.

En el primer partido vencieron a Uruguay, y en el segundo perdieron por dos goles contra Cuba, que venía de vencer a Chile. Lo que las devastó anímicamente ya que las dejaba de cara al último partido casi sin posibilidades de clasificar primeras para evitar a Brasil en las semifinales. En la previa era imposible que Uruguay venciera a Cuba. Ante la adversidad y el desánimo de sus compañeras , Macarena, en su primera competencia en el seleccionado mayor con 18 años, habló con Valentina Kogan y le dijo que estaba mal porque todas pensaban que ya no tenían posibilidades y ella no creía que fuera así.

“Estábamos reunidos tratando de enfocarnos en lo que seguía, pero era muy difícil porque había muchas caras de tristeza. Habíamos entrenado muy duro para ganarle a Cuba y perder nos complicaba mucho la clasificación. Y en medio de esas caras largas y algunos llantos aparece la voz de Maquita, imaginate una chica de 18 en un plantel que promediaba los 28 años. Aparece esa vocecita que dice ´¿por qué no va a pasar lo que tiene que pasar? ¿Por qué no podemos ganarle a Brasil? ¿O por qué Cuba no puede perder con Uruguay?, nosotros tenemos que estar bien para poder aprovechar todo lo que pase de acá en adelante´, y realmente fue un sopapo a la tristeza de todos y un cambio de visión, de expectativas”, confiesa Eduardo Raqui Peruchena, el entonces entrenador de La Garra.

Mientras Uruguay y Cuba jugaban su partido, en la cancha de al lado, Macarena y sus compañeras calentaban ya sin pensar en lo que pasaba a metros de ellas. Todas las jugadoras se abrazaron en ronda, ya concentradas en lo que debían hacer contra Chile y se daban ánimo. “Entró Raqui y nos dijo ‘quedan 10 segundos y va ganando Uruguay por tres’, ahí sí que se me explotó el corazón. Todas estallamos de emoción porque con ese resultado recuperamos el primer puesto”, recordó Macarena.

Cómo no iba a pensar que era posible clasificar por primera vez en la historia a un Juego Olímpico una chica que desde los 14 años viajaba desde Mendoza a Buenos Aires sin su familia para jugar en su selección. Cómo no iba a confiar en sus compañeras, que alguna vez le hicieron un lugar en su casa y en su mesa, para que estuviera acompañada en sus días fuera de casa. Pensante y líder, con su osadía dentro y fuera de la cancha, fue clave en el Panamericano en el que luego de vencer a México en las semis, cumplieron el sueño de más de una generación del handball argentino.

A pesar del imborrable recuerdo, lejos quedó el 2016. Siete años y una pandemia de por medio trasladaron a Macarena del amateurismo argentino en su club Regatas de Mendoza al profesionalismo español en Gurpea Beti-Onak. “Es el cerebro del equipo, como buena central. Sabe darse cuenta si una jugadora tiene o no el día para lanzar ciertas jugadas. Su calidad de lanzamiento sorpresivo nos da muchos goles en momentos en los que el equipo se atasca. Y tanto dentro como fuera de la cancha sabe dar estabilidad cuando en situaciones difíciles cuesta tenerla”, cuenta su compañera Ainhoa García sobre la presencia de Macarena a su actual club.

Poder vivir 100% del handball tuvo su costo. A 11 mil kilómetros dejó a sus padres, a sus hermanos y a sus sobrinos. Pero cuando los visita, Maca se entrega totalmente a su familia. “Su presencia es motivo de reuniones familiares y momentos especiales debido al tiempo que no hemos estado juntos”, reconoce su hermano Santiago y agrega: “Le encanta cocinar en la montaña. Tenemos una casita de fin de semana en Cacheuta y le encanta ir ahí. Aprovecha para cocinar y descansar, o hacer trekking en cerros y pasear con mis sobrinos”.

Maca y Santi tienen una relación muy fuerte por su poca diferencia de edad. Ambos recuerdan con cariño las tardes enteras cuando de chicos barrenaban olas hasta el atardecer en Totoralillo, con la imborrable imagen de la puesta del sol que ofrece la costa chilena.

De pasiones, como jugar y hacer asados. Y valores, como sus favoritos: la honestidad y el amor. Macarena cree que la mejor manera para vivir es ser consecuente con uno mismo en cuanto a sentimientos y a las cosas que uno elige hacer. “Pienso que por amor nos movemos en las relaciones, con los trabajos, con las amistades y las cosas que nos hacen felices. Si todos aplicáramos esto, el mundo sería un poquito mejor”, reflexiona con su tono mendocino y de sonido casi aniñado que roza la ternura.

Si de amores se trata. Una joven Maquita, de trece años en 2010, conoció a Francisco, de Chubut, en un torneo de selecciones provinciales. Luego de la competencia cada uno siguió su camino. Hoy, es su pareja hace tres años y fue fundamental para ella, porque juntos pudieron concretar el deseo de irse a vivir a España, donde comparten club, amistades, y donde una Macarena más experimentada se prepara para el Mundial de Handball Femenino que se jugará en Dinamarca, Noruega y Suecia entre noviembre y diciembre.

Cómo es jugar al rugby en Rusia: el pilar argentino que se fue a probar suerte a Krasnodar

Por Felipe Meaños

Desde hace años, es costumbre que los jugadores argentinos estén presentes en las ligas más importantes del rugby mundial, desde el Super Rugby del hemisferio Sur hasta las ligas europeas como la francesa o la inglesa, o en países con torneos en formación como Japón y Estados Unidos que, al igual que en el fútbol, compran estrellas de edad avanzada o jóvenes para hacer crecer sus proyectos. Ninguno de estos es el caso del pilar argentino Mariano Filomeno, de 31 años, salido del Club Argentino de Rugby (CAR) y que jugó la última temporada en el Tarbes de la tercera división de Francia: Ficha, cómo lo apodan en su lugar de origen, en 2018 decidió embarcarse en una aventura casi sin precedentes para conocer el rugby de Rusia y jugar una temporada en el Kuban de la ciudad de Krasnodar.

-Antes de ir a Rusia pasaste por el CRAT de La Coruña, España, ¿Cómo surgió esa primera chance de ser profesional? ¿Cómo te lo comunicaron?

-Salió por un amigo del club Banco Hipotecario, que conocía del seleccionado desarrollo (un combinado de jugadores de las categorías de ascenso de Buenos Aires), y se había ido a España, yo estaba en el CAR y me llamó para preguntarme si me gustaría ir a jugar allá porque el club necesitaba un pilar. Dije “vamos a probar” y él me hizo el contacto, mandé un video, les gustó y me fui, en 2015.

-¿Y cómo apareció la chance de ir a Rusia?

-Un jugador neozelandés que había coincidido conmigo en España me dijo que iba a ir a Krasnodar porque le había salido trabajo de preparador físico y me preguntó si me interesaba venir, que tenía un currículum bueno y el club buscaba un jugador como yo. Él mismo me puso en contacto y, también después de mandar videos, me llamaron.

-Cuando te dijeron de ir a Rusia, un país sin relación con el rugby, ¿qué fue lo primero que pensaste?

-Fue muy loco, yo ni siquiera sabía que había rugby ahí. Solo conocía un poco del fútbol, pero, ya habiendo estado dos años en España me gustó como para probar, aunque me dio dudas por el tema del idioma, que iba a ser muy difícil porque tampoco sé mucho inglés, pero la verdad que estuvo buenísimo y no me arrepiento de nada.

-¿Y qué hacías en tu tiempo libre?

-Depende, al principio recorría un poco para ver la ciudad y donde estaba todo, pero también se complicaba un poco con el tema del idioma y más estando solo, no había ni argentinos, ni españoles ni nadie que hablara castellano como para ir a recorrer juntos. Los primeros meses recorría un poco pero después no tenía mucho hobbie, era quedarme en casa, vi todo Netflix de punta a punta y jugaba algún juego con gente de acá por lo menos para charlar. Además, se viajaba mucho.

-¿Cómo fue caer ahí y estar solo en la otra punta del mundo, sin tu familia?

-Fue muy complicado, yo igual sabía claramente como era, por más que ahí podía hacerme más amigos, imaginaba lo que iba a ser Rusia con la cuestión del idioma. Ahora, gracias a Dios, con la tecnología podés hacer videollamada todos los días y acercarte de alguna manera. Además, ese año pude volver dos veces en el medio y mi hermano fue una vez a Rusia, eso me fue dando impulsitos para seguir.

-¿Cómo fue el tema de la comunicación desde el principio?, debe ser imposible aprender ruso…

-¡Sí! En un momento quisieron mandarme a un profesor que apenas hablaba inglés, entonces hablar en inglés para aprender ruso era imposible, fui dos o tres veces y no fui más. Además, la gente rusa no habla inglés, uno de cada diez, entonces hasta con ellos mismos es complicado y se acorta mucho la posibilidad de relacionarse, yo casi solo tenía vínculo con los cinco neozelandeses del equipo porque eran los únicos con los que podía hablar, los demás eran buena gente pero no había manera, todo el tiempo con el traductor del celular.

-¿Y adentro de la cancha o en los entrenamientos?

-Ahí nos manejábamos bastante en inglés, daban muchas indicaciones así, sobre todo porque los conductores eran normalmente los neozelandeses, al menos en mi puesto, no quería ni escuchar lo de los otros para no perderme más (risas).

-Socialmente, ¿cómo te recibieron?

-La verdad que bien, me sumaron a ellos, a pesar de no entender nada me invitaban a hacer cosas, he ido a casas de rusos que no podía hablar y sólo podía usar el celular. A veces iba para no quedar mal pero es complicado, cuando no se puede hablar, no se puede hablar, era medio incómodo. Yo pensaba, como todo el mundo, que los rusos iban a ser fríos, que no digo que no lo sean, pero cuando los conocés son buena onda y copados, a pesar de que no pude sacar el cien por ciento.

-¿Qué diferencia había el día del partido con Argentina?

-Se hacía siempre lo mismo. Es diferente a como es en Argentina porque hay un solo partido, no estás desde temprano en el club viendo a la pre o a la inter y tenés un día más largo de club. Allá vas a jugar y te vas, son tres horas, te juntás, hablan algo los entrenadores, entrás en calor, jugás, te bañás y te vas.

-¿Después de jugar, qué planes hacías con ellos?

-Solíamos juntarnos en alguna casa, sobre todo los días de partido en los que no hay tercer tiempo como acá, ellos mismos se juntaban. Ahí, termina el partido, se saludan, se bañan y se van, entonces capaz un grupo se juntaba en una casa y me invitaban a comer ahí, hacían algo parecido a un asado y tomábamos algo.

Filomeno en la Plaza Roja de Moscú.

-¿Tu familia cómo vivió tu ida a Rusia?

-Ellos siempre me dijeron siempre que vaya donde pueda ir y que avance con todo lo relacionado al rugby, pero obvio que se extrañaba. Por suerte siempre nos manteníamos en contacto, hablábamos todos los días o día por medio y se hacía más llevadero.

-¿Qué te dijeron cuando contaste que ibas a jugar ahí?

-No lo podían creer, ni ellos ni nadie, todos me preguntaban ‘“¿A Rusia? ¿Hay rugby?”’, era gracioso. Pero yo fui a sumar una experiencia y estuvo buenísimo aunque fue difícil.

-¿Y alguien se quiso oponer a que fueras?

-Sí, mucha gente del club quería que me quede y además me tiraban todas “las pálidas”, pero era más la gente que me bancaba para ir a un país al que no imaginaba ir ni de vacaciones y de repente fui a vivir un año.

-¿Qué te dejó como persona? ¿Y como jugador? ¿Te formó en algún aspecto?

-Te hace crecer un montón y adaptarte a lo que sea, yo estaba solo en otra cultura e idioma, fue muy complicado al principio, sumado a la vida de profesional que conocí ahí. En ese aspecto, fui tomando lo que me fueron enseñando entrenadores y jugadores, encontré gente muy buena y el roce me hizo aprender mucho. El tener que sobrevivir solo allá me hizo aprender mucho, o sea, fui a Rusia y estuve un año solo y tranquilo allá, ahora siento que puedo ir a cualquier lado, a jugar o a vivir, fue lo más fuerte que podría haber hecho.

-Transportándote al momento en el que dijiste que sí a ir, ¿Volverías a aceptar?

-Sí, me gustó mucho y la experiencia fue muy linda, capaz ahora estando de novio se haría más llevadero, me faltó tener alguien para hablar, aunque sea un compañero. Igualmente, sin tener eso, volvería, hubiera seguido un año más, el balance es positivo 100%

Brighton, un modelo de club y un club modelo

Por Bruno Bardoneschi 

El Brighton and Hove Albion, el equipo donde hasta esta temporada jugó el argentino Alexis Mac Allister, es una de las grandes atracciones de las principales ligas europeas por la forma vistosa y proactiva de jugar, y por el gran caudal de talento individual que poseen. Sobre esto es donde se encuentra el gran éxito de los Seagulls. En los últimos años se transformaron en un equipo especialista a la hora de detectar jóvenes talentos y desarrollarlos. Son de los grandes mineros del fútbol europeo porque bajan a minas que muy pocos se atreven y logran conseguir grandes diamantes.

Todo empieza en su dueño, Tony Bloom (foto), quien deposita grandes cantidades de dinero en el sistema de scouting del club. Incorporó un swotward de la empresa de Bloom, Starlizard, que tiene un gran alcance global y es capaz de ofrecer una variedad muy rica en datos de rendimiento. Este sistema es tan poderoso que no hay mucha información clara y concisa sobre él. Muchos medios afirman que Bloom tiene a sus empleados atados con varias cláusulas para que no revelen ni un gramo de dato o referencia. En las últimas ventanas de transferencias atacaron una gran variedad de mercados, empezando por los clásicos del top cinco europeo, siguiendo por el resto del viejo continente y migrando por Sudamérica, Asia y Africa.

Genio de las apuestas compró al club del que es hincha y está haciendo historia - Bitbol

A partir de estos registros aplican una métrica de semáforo para ordenar a los jugadores en tres columnas en base a la variedad de información que reciben sobre su productividad, si es mucha o poca, y el encaje que tendrían en el sistema futbolístico. Este es un apartado fundamental para ellos, ya que realizan un análisis muy profundo sobre toda la información que reciben, hasta el más mínimo detalle es examinado. Tienen varios analistas de rendimiento y ojeadores especializados en las distintas posiciones del campo. Esto es algo muy distintivo ya que la mayoría de clubes utilizan cazatalentos por regiones del mundo. En cambio, ellos prefieren tener uno o varios ojeadores especializados en estudiar a los arqueros, centrales, mediocampistas, extremos, etc.

Ellos invirtieron con cabeza, no compraron por comprar. Fichan en función a su modelo
futbolístico, a jugadores que estén capacitados para jugar en el estilo que buscan practicar. Además de lo que pueda dar en el corto plazo, también se fijan en el potencial al que puedan llegar en el futuro. Y toda esta información la consigue tras haber hecho una investigación milimétrica de todo lo que los rodea.

Paul Barber es un nombre clave en todo este proceso. Mientras que Bloom pone muchos
millones en los datos y el personal, Barber es quien supervisa que todo funcione como se espera. Es la mano derecha del dueño del club. Una estructura tan planificada, y con muchos mecanismos como esta, requiere de mucha atención en que cada uno de los procesos funcione de la mejor manera y que cada integrante entienda y ejecute a la perfección su rol. Esta fortaleza estructural hacen del club un lugar sostenible, parece que no sufre cuando algún jugador o alguien del personal se va porque siguen compitiendo dentro del campo y siguen adquiriendo y desarrollando grandes talentos.

Yves Bissouma (foto) fue una de las primeras grandes ventas del Brighton. Lo ficharon en 2018 por 16 millones de euros del Lille francés y en el verano europeo del 2022 lo vendieron por 30 millones de euros al Tottenham. Un año antes de su salida, ya tenían firmado a Moises Caicedo por 4 millones de euros del Independiente del Valle. Mientras disfrutaban de los últimos años del jugador maliense, al mismo tiempo iban preparando a un joven ecuatoriano con una cesión al Beerschot V.A. de Bélgica y con algunos partidos en la Premier League 2, la liga de reservas de los clubes ingleses. El cambio ni se notó, Caicedo irrumpió rápido, la estructura futbolista no se desmoronó y Moises se transformó en uno de los mejores mediocampistas de la Premier League.

Tottenham ficha al mediocampista Yves Bissouma del Brighton | Independent Español

Otro de los grandes ejemplos es el de Karou Mitoma al que lo compraron en 2021 por 3 millones del Kawasaki Front de Japón. Había talento en él pero todavía necesitaba curtirse para poder jugar en la élite inglesa. Tuvo un cesión exitosa en el Union St Guillua de Bélgica y cuando volvió estaba listo para formar parte de la rotación del Brighton para esta temporada. Tan preparado estaba para desequilibrar y gambetear las bandas rivales que la salida de Leandro Trossard en el mercado invernal al Arsenal por 24 millones de euros no les significó un revés para jugar y competir.

Y es que el Brighton es tan precavido y organizado que ya están trabajando con los futuros sustitutos de estos dos jugadores. Todo indica que el marfileño de 20 años, Simon Adingra, será el dueño del costado izquierdo (zona de Mitoma) en el corto plazo. Lo firmaron a principios de curso procedente del Nordsjaelland por ocho millones, y lo enviaron a préstamo al mismo Union St Guillua. Para la medular, el legado parece ser un sueco de 19 años, Yasin Ayari, que lo firmó en la última ventana invernal del AIK sueco por cuatro millones. No se fue a préstamo a ningún otro club y se quedó entrenando con el primer equipo. De hecho ya hizo banco en algunos partidos y le tocó hacer su debut.

No solo son igual de sostenibles para recomponer salidas de jugadores importantes, también lo son con el personal de sus oficinas y su cuerpo técnico. La salida de Graham Potter en octubre del 2022 significó un gran revés para el presente del club. La temporada ya había comenzado y el arranque era muy ilusionante. Pero es ahí donde, otra vez, su gestión para analizar y planificar volvió a brillar para encontrar al entrenador que mejor se encaje al modelo futbolístico del club. Roberto De Zerbi (foto) fue el elegido según todo este estudio previo. Fue tan brillante toda esa gestión analítica que el Brighton, con el italiano en el banco, marcó una temporada histórica con la clasificación a la Europa League practicando un fútbol divertido y competitivo.

Brighton transfer news: Roberto De Zerbi issues 'not ready' warning to Tony Bloom | SussexWorld

El crecimiento del Brighton en todos estos años no se entendería sin esta extraordinaria
gestión deportiva que les permite competir de una forma sostenible y creciente en la máxima categoría del fútbol inglés. Al final todos los resultados que se ven dentro de la cancha son un reflejo, una muestra, de todos los buenos planes que crean y ejecutan en sus oficinas.

Tomás Palacios: el futuro ya llegó

Por Martino Betelu 

Una altura inconfundible de 1,95 metros en la que no pasa inadvertido a las miradas del público, sus extensas piernas que pueden lograr un gran cierre defensivo como así también asustar a cualquier rival que quiera derribar su fortaleza defensiva y aérea. Un pie izquierdo con gran técnica de balón digno de un jugador ofensivo, pero sí, aunque no lo crean Tomás Palacios es defensor central.

Desde chico siempre tuvo la intención de ser jugador profesional de fútbol, algo que con el tiempo pudo lograr gracias al gran apoyo de su círculo íntimo. “Tanto mi papá como mi mamá son los dos pilares en lo qué va de mi carrera”. Algo que destaca con mucho orgullo y sus característicos ojos celestes se ven empañados de emoción.

Si hay algo qué no es fácil de explicar es debutar en Primera con la responsabilidad que conlleva y el nerviosismo propio en un estadio Mario Alberto Kempes colmado por 50.000 hinchas de la T. “En mi debut no estuve nervioso, lo tomé muy tranquilo, solo cuando escuché el pitazo del árbitro me entró un nerviosismo”.

Nada es casualidad en los logros del gigante pampeano, sino que siempre busca mejorar sus condiciones técnicas como así también sus cualidades físicas en el día a día de las prácticas para conseguir nuevos atributos, y lograr ser parte del once inicial del equipo de Javier Gandolfi. “A las 9 de la mañana estamos en el club entrenando todos juntos y siempre dejando todo para mejorar lo máximo posible”. Por eso en su carrera lo que viene logrando no es casualidad, sino causalidad.

Tomás Palacios firmó su primer contrato profesional - Club Atlético Talleres

Su futuro lo condiciona el mismo, logró ser convocado al seleccionado sub20 de Argentina en el torneo internacional disputado en Uruguay. Pudo estar entre los 37 convocados al mundial sub20 de este año, luego no fue elegido entre los 21 jugadores seleccionados por Javier Mascherano. “Estoy más que contento por haber sido seleccionado entre los 37 jugadores del país” señala el piquense con ciertos sentimientos encontrados de orgullo y tristeza. Se entiende, claro que sí, no debe ser para nada fácil quedar afuera de un mundial juvenil, pero más difícil es ser llamado a la Albiceleste. Algo que con el tiempo valorará y servirá como objetivo para jugar un mundial. 

Tomás tiene una humildad que siempre lo caracterizó desde chico, según cuentan sus amigos y sus dos hermanos mayores. Tiene muchos sueños pendientes a lo largo de su carrera. “Quiero triunfar en Talleres y devolver un poco de todo lo que el club me dió. Más adelante me gustaría tener la oportunidad de jugar en el fútbol europeo”. Con 20 años recién cumplidos puede asegurarse que el piquense hará que su carrera sea destino de él mismo, porque como siempre dice “Gracias a dios” es una de las razones. La otra es condicionar siempre a favor de la suerte para que sus logros y hazañas alegren a su familia y amigos. También que sirva para motivar a los niños de toda una ciudad que con esfuerzo, sacrificio, trabajo y siendo buena persona, se pueden lograr los sueños de cada uno.

 

Gastón Suso: cuando el éxito está en el camino

Por Tomás Deraiopian

Dar un paso hacia atrás para después avanzar”, una forma de valorar el camino y aprender de los malos momentos para auto fortalecerse.

Metro noventa, ojos marrones y una barba que lo caracteriza, Gastón Suso tiene 32 años y es oriundo de Arrufó, una comuna dentro del departamento de San Cristóbal en la provincia de Santa Fe. Una contextura física lo identifica como deportista, y una forma de ver la vida lo arraiga a su calidad de ser humano.

Un lugar donde la familia y la amistad son los valores que se enseñan, eso es Arrufó y así lo describe Suso quien no olvida sus raíces. Ubicada en el cruce de la ruta nacional 34 y la ruta provincial 39, es una localidad atravesada por las vías del tren y que cuenta con 2190 habitantes. Una comunidad pequeña pero unida por una misma pasión, el fútbol.

Nostalgia, orgullo y emoción es lo que siente Gastón al recordar ese niño que jugó desde chico y debutó en la Primera del Club Unión Deportiva Arrufo con tan solo 13 años, Tuvo la posibilidad de disfrutarlo y de vivir un sueño que para aquel entonces reflejaba cierta utopía. “Las posibilidades eran pocas”, así lo manifiesta hoy, aunque nunca imaginó que su proceso iba a tener cambios tan bruscos. 

Hay que remontarse hasta 2012 para ver el primer gran salto de su carrera. 880 kilómetros alejado de Arrufó, en el Estadio Bicentenario de San Juan hacía su debut en Atlético Rafaela en una derrota 3-0 ante San Lorenzo. Sin embargo, en “La Crema” no tuvo la posibilidad de progresar por lo que pasó a jugar en Gimnasia y Tiro de Salta que militaba en el Federal A; lo que sería, valga la redundancia, su segundo salto. 

La imposibilidad de sumar minutos diariamente y la alta competencia lo llevó a dar ese retroceso en lo futbolístico pero positivo en lo personal. La soledad y el vivir semana a semana por un lado y el adentrarse en el mundo del fútbol, por el otro, dos opuestos que se complementaron para que adquiera una gran madurez a pesar de la corta edad. 

Saber valorar y trabajar para ser mejor día a día, dos conceptos que definen su personalidad. Sacrificio para mantenerse en forma físicamente y mentalidad de luchador para sortear las dificultades y llevar adelante una profesión que tiene altibajos constantes. 

Así se autopercibe, y es por eso que el aprendizaje toma una gran importancia y es su larga trayectoria en el Ascenso lo que lo avala. De pasar por Mitre (Santiago del Estero), Estudiantes de Caseros, Godoy Cruz a dar el salto a Primera en Arsenal de Sarandí y Platense con casi 30 años. Un esfuerzo enorme que refleja el amor por ser futbolista, que va más allá de lo económico y donde la pasión juega un papel importante.

Al fin y al cabo, “estamos siempre detrás de una pelota”. Su vida transcurre a través de diferentes escenas en movimiento, un recorrido por diferentes provincias hasta llegar a Buenos Aires. Realidades diversas donde los tiempos y las distancias son otras, lo que muestra lo absurdo de vivir en la capital argentina para aquellos nacidos en el interior del país.

Auténtico como pocos y manteniendo siempre su esencia son las claves del éxito que lo llevaron a ser quien es al día de hoy. El apego a la familia y el apoyo de esta a la hora de cumplir su sueño, siempre acompañando y nunca desde la exigencia; fundamental para desarrollar su carrera por sus propios carriles. 

De ir a entrenar en el Ford Fiesta de su viejo y pasar las tardes de sábado en el club Arrufo a jugar en estadios colmados como la Bombonera y el Monumental, y disputar copas internacionales. Papá de Bautista y Valentina y un apasionado por su oficio; el 19 de octubre de 2021 presenció el nacimiento de su hijo, con la particularidad que al día siguiente tenía partido. Faltar a entrenar e ir a jugar al día siguiente sin concentrar para luego volver a la clínica con su esposa Nora, una clara muestra de compromiso. 

De reflexionar en cómo sobresalir, a ser dirigido por entrenadores como Sergio Rondina y  Omar De Felippe con los que pudo explotar sus cualidades técnicas. “Nadie me regaló nada”, autosuperación que lo lleva a ser un ejemplo a seguir para sus admiradores, especialmente los arrufeños.

Homenajeado por su pueblo, esta es la historia de Gastón Suso: un hombre que tiene una manera particular de ver la vida y que  a pesar de vivir en una sociedad exitista, conceptualiza al deporte como aquel en donde el trabajo va más allá del resultado y el enfoque se da en el camino.

Gonzalo quiere atajar

Por Lucas López

Unos ojos marrones llenos de ilusión, los dientes blancos parejitos. El pelo degradado, la barba perfecta y siempre acompañado por un mate, armado con montañita, de más está decir. “Muchas veces se piden los mates de Siri”. Gonzalo Siri cumple el estereotipo de jugador de inferiores. Categoría 2003. Arquero desde los 11 años, cuando su padre se dio cuenta de que había talento para la posición. Al principio no atajaba, era jugador de campo. Antes no existían los niños que quisieran atajar, era un puesto reservado para el más malo o el más ‘gordito’. Ya no es así (gracias, Dibu).

Se levanta temprano, muy temprano. Cinco y media de la mañana. Hace diez minutos en bici y va junto a su compañero a entrenar. Todos los días se presenta en el predio de Argentinos Juniors, en donde pasa las horas entrenando para ser mejor y ganarse un puesto. “Este es mi sueño”, dice. “No me importa si es en Argentinos o en un club de la C, yo quiero dedicarme a esto”.

Sus compañeros le dicen ‘el loco Siri’, y aunque al principio le gustaba el apodo, hoy ya no. Digamos que se lo comió el personaje y se mandó ‘muchas cagadas’. Preferiría que lo llamen ‘el sereno Siri’. “Soy medio loco así que llego al vestuario y pongo el tecno a todo lo que da, aunque me lo critiquen yo lo hago para joder y que se rían un rato”, confiesa.

2022 fue un año de altibajos. Empezó el año entrenándose con el plantel de Primera División. Luego debutó en Reserva por la lesión del arquero titular, para más tarde ser llamado a los entrenamientos de la selección. “Mascherano te citó, tenes que ir a Ezeiza, me dijeron. No aguanté y me puse a llorar solo en el vestuario”. El cielo en la tierra. “Fui con mis compañeros e hice el peor entrenamiento de mi vida, no entendía absolutamente nada”.

A los primeros que les contó la noticia fue a su familia. Papá, mamá y hermana. “Los llamé desde el auto cuando terminé de entrenarme. Les dije ‘no me van a creer pero me citaron para la sub 20’. Todos lloramos un poco”. Su madre es puericultora, su hermana -menor- juega al básquet, y su padre es visitador médico, pero también es entrenador de fútbol. Siempre lo bancó, desde que le pateaba en el patio de su casa en Villa Pueyrredón, hasta ahora que se lo puede encontrar detrás del arco de Gonzalo en sus partidos. 

No solo comparten la pasión por el fútbol, sino que tienen otro lugar de encuentro: las zapatillas. Gonzalo dedica sus horas libres a un emprendimiento de calzado familiar. “No sé si las amo más que a un familiar”, se ríe, mientras muestra su última adquisición, unas Travis Scott x Jordan “Black Panther”. En su casa tiene un ‘stand’ con unos veinte pares de zapatillas, con sus dos favoritas posando en la cima.

Sabe que es difícil llegar a vivir del fútbol. Y aunque ahora está totalmente enfocado en el deporte (2023 es su último año para que Argentinos Juniors le firme contrato, sino, quedará libre) en el fondo empieza a pensar que le gustaría hacer en su vida: “Si no es el fútbol, las relaciones públicas y las ventas me atraen, así que empecé vendiendo zapatillas”.

Gonzalo llegó a lo más alto que puede llegar un juvenil, como que el propio Javier Mascherano te cite a entrenar para su selección, y también sintió lo peor que puede sentir un jugador, ver cómo tu tiempo de juego se ve reducido cada vez más, cuando vos sentías que eras imparable y que te ibas a comer el mundo. No es fácil, pero por suerte está bien acompañado. Tiene tres amigos que para él son indispensables: “Los amigos los elegís, y no me pueden faltar en ninguna, ni en las malas ni en las buenas. En las buenas es cuando más quiero que estén, y en la malas cuando ellos más quieren estar”.

“Quedate tranquilo, que acá no termina el fútbol”

Por Valentino Gentile 

Es martes por la tarde. Sebastián Ybares, de 26 años, está sentado frente a la mesa de su living. Me pasa un mate mientras sostiene a Atilio, su hijo de seis meses, y al mismo tiempo me muestra en la televisión un video. Es un compacto, una recopilación de sus goles y mejores jugadas. 

Más allá de estar cebando mates, su mirada nunca se despega de la pantalla. En el video se lo ve vistiendo diferentes camisetas, en diferentes estadios. Atlas, Central Ballester, Defensores de Cambaceres, Sportivo Barracas. Este compilado de goles hace un tiempo servía como referencia y carta de presentación para el delantero. Hoy, es una ilustración para un estudiante de periodismo. 

El día está nublado, pero cada tanto se asoma un rayo de sol que ilumina la casa, y que ilumina el barrio de la localidad de Ingeniero Maschwitz, de clase media trabajadora, en el cual a las cuatro de la tarde se percibe una tranquilidad que lo hace a uno olvidar que la Autopista Panamericana, por donde transitan miles de autos por día, se encuentra a solo ocho cuadras de distancia. En las calles de ese barrio, un Sebastián de seis años daba sus primeros pasos con una pelota de la mano de su hermano mayor. Luego, comenzaría a concurrir al polideportivo de Ingeniero Maschwitz. 

Ybares empieza a hablarme de Alejandro, su padre: “Me acuerdo patente de un domingo que desayunamos en la cama. Yo tenía 9 años, y vimos un anuncio en el Olé de que probaban chicos de infantiles para River. Mi viejo me dijo si quería ir. Yo era fanatico de Boca en ese momento, pero le dije que no me importaba, que yo quería jugar al fútbol”. Su mirada lo deja en evidencia. Probablemente ese sea un recuerdo que lo acompañe toda su vida, y que poco tiene que ver con el anuncio de Olé.   

Quedó en River, donde tempranamente recibió el primer “No” de su carrera: “Mi papá fue muy tranquilo, y con las palabras exactas me dijo: ‘Quedate tranquilo, que acá no termina el fútbol’. Y fue así”. Su camino a partir de allí no dista demasiado del de muchos jugadores. Inferiores en Chacarita, Platense y Armenio, donde debutó a los 20 años. 

En todo ese trayecto, nunca se olvida de Damián, su hermano mayor, ni de cómo juntaba las monedas para llevarlo a entrenar en colectivo después del colegio. Lo perdió el año pasado, y cuando lo recuerda se le quiebra la voz y sus ojos se pierden. Pese a responder extensamente todas las preguntas, cuando habla de su hermano es breve. Se refugia en un beso a su hijo. Nació el año pasado, y en ese entonces también significó un refugio.

Se interrumpe la entrevista. Hoy Ybares está solo en la casa con Atilio. Silvina, su mujer, está trabajando, y las necesidades de un recién nacido hacen que las preguntas queden en un segundo plano. Sin embargo, el compilado de goles sigue de fondo en el living. Entre risas, el ex jugador declara: “Mirame, antes estaba ahí, pegando codazos, y ahora cambio pañales”, y en una frase graficó a la perfección el cambio que dio su vida a finales del año pasado. 

Sebastián Ybares dejó el fútbol profesional en octubre de 2022, a los 26 años. Escribir sobre las dificultades cotidianas de un jugador de Ascenso no sería nada innovador. Desde que empezó a jugar, siempre tuvo trabajos paralelos, y tan solo un año de su carrera le permitió vivir íntegramente del fútbol. Con la cuarentena, esto empeoró. Se entrenaba solo en su casa, sin garantías de que Atlas, club en el que jugaba en ese entonces, le pagaría el sueldo.

Como si fuera poco, a principios de ese mismo año sufrió una miocarditis y una pericarditis. Se trata de una inflamación del corazón que le requirió un reposo deportivo absoluto, y que lo dejó sin jugar ni entrenarse por un mes. Tiempo después, supo que la causa fue el exceso de estrés.  

Él, sin embargo, no cuenta nada de esto con pesar ni angustia. Por el contrario, se llena de orgullo: “Los jugadores de Ascenso juegan realmente por pasión”.  

Pero, ¿hasta cuándo puede resistir la pasión? Cuando le consulté si había vivido situaciones violentas en su carrera, su respuesta fue rotunda: “Ves de todo, en el Ascenso ves de todo”. Y ese “de todo” puede resumirse en el día que, en un entrenamiento de Alem, un integrante de la barra brava ingresó al club sin ningún tipo de restricción e intentó apuñalarlo tres veces por el mal rendimiento del equipo. 

La decisión del retiro a tan temprana edad no fue fácil ni egoísta: “Hoy en día tengo una familia, y mi familia no come pelota”. De un día para otro, Ybares dejó de ir a entrenarse todos los días a un club, y cambió su rutina por un trabajo fijo de lunes a viernes. 

En la televisión ahora juegan Lamadrid contra Alem, en una cancha cuyo pésimo estado resalta más que cualquier otra cosa. El partido corresponde a una fecha del Apertura de la Primera C. Ybares nombra a ex compañeros que aún están en actividad, y deja ver cierta nostalgia por volver a ocupar ese lugar. Más allá de las dificultades económicas, de la violencia, de los atrasos en los pagos, de la falta de descanso, la pasión sigue ahí. 

Hoy disfruta de su familia. Ya no tiene que pelearse con dirigentes ni lidiar con barras, y sabe que a fin de mes su sueldo está asegurado. Sin embargo, Ybares sigue siendo futbolista. Ya lo era antes de debutar, cuando él y su familia resignaban todo para ir a entrenar. Lo fue cuando jugaba sin saber si cobraría a fin de mes, y lo es ahora, cuando juega los fines de semana con sus amigos, o cuando se sienta a ver fútbol con su hijo en brazos. Sería injusto decir que ya no es futbolista por un simple retiro.  

“El futuro del fútbol será femenino”

Por Gianfranco Stumbo

Es sábado al mediodía, está soleado pero igualmente hace un poco de frío por la época del año. En su casa ubicada en un coqueto pasaje del barrio de Villa Devoto se encuentra Salvador Stumbo, que recibió a su nieto para almorzar unas milanesas con puré que cocinó su esposa Nelly. En sus ojos celestes de “Tano”, se lo nota visiblemente molesto porque se bloqueó la clave de su cuenta bancaria, y sabe que debe ir a cambiarla personalmente, porque la contestadora del teléfono del banco no le está ofreciendo ningún tipo de solución. Eso sumado a que fue operado hace tan solo un mes, por lo que las mínimas alteraciones a su tranquilidad están siendo maximizadas enormemente. Para calmarse, se sirve un vaso de gaseosa y comienza a hablar con su nieto, mientras espera a que esté lista la comida.

-Hoy soñé con Grondona, yo estaba en una reunión y él atrás de un vidrio, desde ahí me llamaba: ¡Stumbo!, ¡Stumbo! Estaba mal en mi sueño, pobre.

¿En 2014 falleció Grondona, no?

-Si.

-¿Y vos cuando te fuiste de la AFA?

– En 2016, antes de que asuma Tapia.

Salvador Stumbo (foto) comenzó su trayectoria como dirigente del fútbol argentino en la refundación de Sportivo Italiano en 1964, ya que justamente es miembro de esta colectividad, una de las más grandes que llegaron a la Argentina. Posteriormente, en 1980, sería dirigente de Gimnasia y Esgrima de Jujuy, provincia en la que estaba instalado hacía más de diez años por cuestiones laborales. En los años en los que el club se encontraba en la Primera División, Stumbo estuvo en el Comité Ejecutivo de la Asociación del Fútbol Argentino y por otro lado, fue representante de la asociación en las asambleas del Comité Olímpico Argentino y de la Confederación Argentina de Deportes, entre otras cosas.

Gimnasia espera una semana de definición

En 1994, la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) obligó a las asociaciones a que le den más importancia al deporte femenino para formar selecciones nacionales, pero en la AFA, no había personas que quisieran hacerse cargo del tema. Fue en ese momento, que la carrera dirigencial de Salvador Stumbo cambió rotundamente, ya que Julio Humberto Grondona le solicitó que lo ayude a organizar el fútbol femenino en Argentina. 

Confesó que en un primer momento el cargo le costó debido al machismo de la época, pero que luego de interiorizarse en el tema, se entusiasmó y lo tomó con mucha responsabilidad. 

No falta mucho para que esté lista la comida, pero su nieto, que está muerto de hambre, interroga al protagonista, en parte para matar el tiempo y en parte porque le interesa de sobremanera lo que su abuelo tiene para contar.

¿Qué hiciste cuando empezaste?

– En ese momento no había nada, por eso empecé a armar torneos importantes. En un principio la selección se entrenaba en la cancha de El Porvenir, luego en el CeNARD donde hicimos una cancha nueva, y de ahí se logró ir al predio de Ezeiza, donde íbamos con las mismas condiciones con las que iba la selección de varones. Empezamos con el Sub 20, y el Sub 17. Nos daban las canchas, los vestuarios y los dormitorios para las chicas, ahí se empezó a tomar con cierta profesionalidad, esto cerca del 1998.

¿Y era complejo en lo económico?

-Sólo en un momento El Canal de la Mujer transmitía los partidos, el fútbol femenino no era tan importante porque habían solo 2 equipos armados como Boca y River, que hacían 20 goles por partido, entonces a la televisión en general no le era redituable, no tenía sentido el espectáculo. 

Primero había que invertir, armar los equipos, traer jugadoras del interior que es lo que hacíamos nosotros, les dimos hoteles en Buenos Aires, les pagamos los pasajes, comida, y hasta un viático. Ahí más o menos uno podía armarse, pero había otro problema, vos podías traer a una chica de 15 años para arriba, pero con las más chicas como de 11/12 años, se complicaba por la escuela, por los padres, por la responsabilidad que eso conllevaba para controlarlas y demás. Acá una jugadora femenina no tiene competición previa, en el interior tampoco, hay muy poca. Los clubes son los que no hacen una inversión, la diferencia es muy grande y eso influye, porque los hombres van en colectivo, compiten todas las semanas, van a buscar jugadores al interior, pero para las chicas no lo hacen. Igualmente, por un lado esto me parece lógico, porque si después un varón vale 30 millones de dólares, lo justifica. Con una chica esto es muy difícil, pero en algún momento va a pasar. 

Lo ideal es que el Ministerio de Educación tome como materia el fútbol femenino o el fútbol mixto en las escuelas. Hace poco se habló, yo estuve en la reunión hace 6 meses. Ojalá que de eso haya salido algo, siempre en la política se hablan las cosas y después en la práctica no se hacen.

¿Qué crees que dejaste?

-Toda una organización moderna del fútbol femenino, la calidad de las jugadoras yo no la podía conseguir, no dependía de mí sino de los clubes, pero les dejé toda la selección armada como si fuese la de varones, entrenando en el mismo lugar, y les dejé un torneo importante. Así que ahora depende de lo que hagan los nuevos dirigentes que hasta ahora lo están haciendo bien. Culturalmente se ha avanzado también, antes en un Boca-River llevaba 2000/3000 personas y ahora Boca cuando definió el campeonato llevó entre 20 y 30 mil contra la UAI Urquiza.

La comida ya está lista y Nelly se dispone a servirla en la mesa para terminar con el hambre que acecha a su nieto, que empieza a comer quizás más de lo debido y hasta forzadamente, hasta quedar empachado. Lo mismo hizo Stumbo, que ya más tranquilo y tras bajar con gaseosa un pedazo de milanesa de carne, expresó la más poderosa frase de todo el almuerzo:

-Siempre yo dije que a pesar de todos los inconvenientes que existían, el futuro del fútbol será femenino, algunos me miraban como diciendo este loco a dónde quiere llegar, si, el futuro del fútbol para mi será femenino dentro de 30 o 40 años.

-¿Por qué?

-Por el desgaste del fútbol masculino y la superación que tendrá el femenino. Es lo que yo pienso, cuando llegue se acordarán de mí.

Si bien Stumbo dejó el cargo hace ya varios años, todavía se nota en él un compromiso con la causa que le encomendaron hace casi 3 décadas, hacer crecer al fútbol femenino. A pesar de las obvias complicaciones económicas y culturales de la época, dejó marcado un camino que ahora están perfeccionando sus sucesores, con los que como bien dijo, está conforme. Hoy se ve muy lejano, pero si él cree que el futuro del fútbol será femenino, habrá que creerle, porque algo sabe.

Conte: “Haber terminado de estudiar me ayudó en el proceso de aprendizaje”

Por Luca Luvino

Facundo Conte fue campeón en Brasil, Polonia y China. Pero para él, ninguno de esos logros tiene el valor que tuvo el reciente título de la Liga Argentina de Vóley obtenido el pasado viernes 21 de abril con Ciudad, el club en el que dio sus primeros pasos en este deporte. 

El tercer puesto en Tokyo 2020 junto a la selección fue también un punto de reflexión para que el punta receptor decidiera volver, después 15 años, a la liga que lo vio debutar como profesional.

“Volví a la Argentina porque tras ganar la medalla olímpica e ir a jugar a Polonia, me vi con una remera verde y me sentí muy impersonal. Me sentía raro, no era mi camiseta”, declaró Conte en una entrevista que dio para estudiantes de Deportea.

Facundo Conte, Gastón Fernández y Hugo Conte, en un encuentro con estudiantes de Deportea.

En esa línea, dijo que haber jugado en todo el país y ser aplaudido en cada estadio fue emocionante. “Gente que venía de Misiones a vernos a Paraná; eso me reavivó mucho la llama de sentirme bien y querer seguir vistiendo un poco más la camiseta”, añadió el oriundo de Vicente López.

El regreso oficial del Heredero fue el 22 de octubre por la Supercopa 2022, torneo en el que Ciudad obtuvo el segundo lugar tras perder la final frente a UPCN.

Pero la revancha no se hizo esperar, y dos meses después del debut del 7, Muni venció a los del norte en la final de la Copa ACLAV. El Capitán que había vuelto para ser campeón, logró su cometido.

Pero los dirigidos por Hernán Ferraro querían más. En abril de este año, los bonaerenses, en busca del primer título de liga en su historia y los sanjuaninos, por el décimo campeonato en sus vitrinas, se volvían a ver las caras por tercera año consecutivo en la serie final de la Liga Argentina. 

Finalmente, la eliminatoria fue 3 a 0 para Muni, y el sueño de Facundo Conte, elegido como el mejor punta y MVP de las finales, de ser campeón con el club que lo vio crecer se hizo realidad. 

En el último tiempo y con la importancia de la educación como valor principal, Conte visita varias escuelas transmitiendo ese mensaje. “Haber terminado de estudiar me ha ayudado en el proceso de aprendizaje que no refiere sólo a lo deportivo; la educación es muy importante en la construcción personal”, reflexionó el jugador.

Hoy, disfruta más que nunca de su país y de su gente. Entiende el rol importante que cumple en esta etapa de su vida y el ejemplo que es para muchos jóvenes en pleno crecimiento que se apasionan por el deporte.

 

All Boys y el fútbol para hacer escuela

Por Santiago Gutiérrez y Leandro Manganelli

No todos llegan a Primera y los jugadores de fútbol tienen una preparación física y mental para estar al más alto nivel. Desde chicos ocupan gran parte de su tiempo en el intento de ser futbolistas profesionales y, en algunos casos, la escuela entra en el grupo de actividades que dejan de lado por jugar a la pelota.

En febrero de este año, la AFA y el Ministerio de Educación firmaron un acuerdo para que las y los jugadores juveniles completen sus estudios obligatorios, entre ellos la secundaria, sin que los entrenamientos y partidos interfieran en su carrera educativa. “Este convenio nos compromete a seguir construyendo un futuro con educación para todos los chicos y chicas que juegan en nuestros clubes”, expresó el presidente de la AFA, Claudio Tapia, en su cuenta de Twitter.

Sebastián Safier, profesor de geografía, integra el proyecto del Departamento de Educación de All Boys que tiene el objetivo de ayudar a los deportistas del club a terminar el secundario: “Estamos tratando de que aquellos jugadores que no lo han terminado puedan hacerlo. Me ofrecí para colaborar desde mi ciencia, la geografía, que también se relaciona con otras materias como historia o antropología”.

Este proyecto educativo es bajado del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y se trata de trabajos prácticos que les mandan a los estudiantes. La tarea de los docentes que integran el departamento es asesorar a los chicos cuando necesiten ayuda. “Sacamos algún tiempito de los entrenamientos”, cuenta a El Equipo Safier, aunque por temas de tiempo la temática es, en su mayoría, de manera virtual: “Tratamos de que los entrenadores, sobre todo de divisiones inferiores, le den ese espacio a los jugadores para que terminen sus estudios”.


“Apenas debuté en Primera largué el colegio. En ese momento pensé en solo dedicarme al fútbol. Ahora que tengo 24 años quiero retomarlo y terminarlo. Es importante ser un ejemplo para mí hijo”, declaró Cuti Romero.

Sin embargo, All Boys, según Safier, está priorizando la educación: “Los recursos son limitados, estamos tratando de enfocarnos en eso y recibimos donaciones del club como computadoras”. El departamento, que se creó hace dos años, le dio prioridad al fútbol desde un principio, pero buscan expandir este programa educativo a los demás deportes que se practican en el club como el básquet, futsal y handball. Además, se está haciendo un colegio maternal en All Boys y, aunque se trata del nivel más bajo, es una base para pensar en una futura escuela como la de Vélez o River.

Para Safier, una base educativa ayuda a “tomar decisiones tanto en el campo de juego como en la vida”, y terminar el secundario es muy importante. Lautaro Taboada, juvenil de 19 años de All Boys, que debutó en Copa Argentina y en la Primera Nacional -con gol incluido frente a Defensores de Belgrano- e integra la Selección Sub-20 del ascenso, está realizando el curso para obtener el título secundario. Otro caso es el de Maximiliano Salas, jugador de Palestino que actualmente compite en la Copa Sudamericana, que culminó sus estudios secundarios con la ayuda de Safier antes de que se arme el departamento, ya que vivía en la pensión del club. La intención de que los jugadores tengan los estudios completos venía desde antes.

La psicología juega un papel importante en el deporte y la educación es una base crucial para favorecer este aspecto. “Yo creo que la educación y el fútbol están muy relacionados a la construcción de una contención psicológica porque muchas veces los pibes pueden sentirse frustrados– dice Safier-. Hay una confusión, desde la ignorancia, de que el mundo del fútbol es nada más jugar, correr y entrenar un rato, pero hay una presión muy grande”.

Casos conocidos como el de Maradona, que salió de Villa Fiorito y cumplió sus sueños de jugar un Mundial y modificar las condiciones de vida de su familia, pueden convertirse en una presión para los jugadores que se están iniciando y que, en muchos casos, tienen que “salvar” a su familia. “All Boys tiene mucha relación con el vínculo social y con tratar de hacer acciones por el barrio”, expresa Safier en relación a la parte extrafutbolística del club que también cuenta con un departamento psicológico para el fútbol masculino: “Sería bueno que también haya uno en el fútbol femenino que, de verdad, está creciendo mucho” (el año pasado peleó el ascenso a la Primera).

“Hay una idea de que tal vez hoy terminar el secundario está mal visto, pero yo considero que es bastante importante”, cierra Safier. Varios jugadores profesionales no llegaron a terminar el secundario por un gran auge en su situación deportiva, como Gianluca Prestianni y Cristian “Cuti” Romero. Sin embargo, ambos jugadores admitieron el deseo de terminar el secundario. “Apenas debuté en Primera largué el colegio. En ese momento pensé en solo dedicarme al fútbol. Ahora que tengo 24 años quiero retomarlo y terminarlo. Es importante ser un ejemplo para mí hijo”, declaró Cuti Romero en ESPN aunque el campeón del mundo no solo será un ejemplo para su hijo, sino también para ese montón de chicos o chicas que están haciendo sus primeras armas en el deporte y a aquellos jugadores y jugadoras profesionales que no pudieron terminar el secundario por cuestiones similares a la del cordobés.