El Reggina 1914, con dos jugadores sudamericanos en su plantel, consiguió el ascenso a la serie B de Italia. Lo comunicó el club en sus redes después de que el Consejo de la Federación de Fútbol informara la finalización del campeonato. El Reggina no es el único que ascendió. El Monza y Vicenza Calcio también son parte de la serie B 2021. El cuarto ascenso se definirá mediante playoff
En esta temporada, los amaranto consiguieron 69 puntos con 30 partidos jugados, 21 victorias, seis empates y tres derrotas. Contaron con la presencia del argentino German Denis y con el brasileño Reginaldo Ferreira da Silva, dos jugadores con gran trayectoria en el futbol italiano.
El Tanque en esta temporada disputó 24 encuentros y anotó 12 goles. Reginaldo 27 partidos, cuatro tantos y cuatro asistencias. Denis publicó en sus redes sociales una foto de todo el plantel y varios videos de los festejos con todo el equipo.
Por otro lado, el equipo tras varios inconvenientes económicos en el 2015 decidió no inscribirse y terminó descendiendo a la serie D cambiando el nombre a Società Sportiva Dilettantistica Reggio Calabria, esta denominación duro solo un año, en el 2016 cambió y pasó a llamarse Reggina 1914. Ese mismo año, después de la refundación logró subir nuevamente a la Serie C donde se mantuvo hasta el 2020 donde ascendió a la Serie B. El club durante ocho años jugó en la Serie A, hasta que en el 2008 descendió.
El presidente actual Luca Gallo, después de obtener el ascenso, declaró “Quería ser el primero en dar esta noticia a los fanáticos de Reggina”. Se comprometió a seguir peleando para cumplir con los objetivos de la institución.
El confinamiento por el Covid-19 además de afectarnos a todos como sociedad, también afecta a los deportes. Uno de ellos es el automovilismo, que ya ha presentado varios protocolos al gobierno nacional para poder competir aunque aùn no han recibido respuesta.
Mientras el presidente se comunica con Marcelo Gallardo pensando en la vuelta del futbol, muchas familias del automovilismo no llegan a cubrir sus gastos fijos y corren el riesgo de perder su trabajo si la situación no se modifica. Desde El Equipo nos comunicamos con Ramón Rodríguez, dueño del Azul Sport Team, para consultarle sobre la situación actual.
-¿Cómo enfrenta la situación el equipo?
-Es muy difícil esta situación. Estamos haciendo de todo para que los chicos del taller puedan tener gran parte del sueldo y así llevar un poco de tranquilidad a sus casas.
-¿Desde el Estado o la intendencia les brindaron algún tipo de apoyo?
-Del Estado no recibimos ninguna ayuda, ni nacional ni provincial. La ayuda que tenemos es la del pueblo, que siempre nos ayudamos todos.
-En las últimas semanas muchos pilotos y miembros de los equipos nacionales e internacionales creen que habría que hacer una mini pretemporada. ¿Creen que la vuelta será fácil?
-La verdad que la vuelta va a ser una incógnita en general, desde como arrancamos, el presupuesto y la cantidad de carreras. Es una situación muy compleja y creo que nos está golpeando más de lo que uno supone. Esperemos que todo esto pase y podamos volver cuanto antes.
-¿Siguen trabajando en el taller? ¿Llevan a cabo algún tipo de protocolo?
-Si, somos cuatro personas trabajando y el taller es muy grande, usamos las medidas sanitarias correspondientes como el alcohol, el barbijo y el distanciamiento social lógico para estos casos.
Por su parte, Gustavo Lema anunció que si antes de julio no veía un avance en la situación cerraría las puertas del taller del JP Carrera. Es por eso que muchos de los pilotos también están haciéndose escuchar. Uno de ellos fue Agustín Canapino que a través de Twitter le cuestionó al presidente su llamado a Marcelo Gallardo y pidió que se acuerden del automovilismo ya que “un poco de gente, mueve” citando una foto de las tribunas llenas del autódromo Oscar y Juan Gálvez, en su consagración del 2010.
Pedro Duffau, Leandro Gambino y Marcelo López Aspuru
El Clausura de 1993 fue el primer título de una década muy exitosa para Vélez Sarsfield. De la mano de un ídolo del club como Carlos Bianchi volvió a gritar campeón luego de 25 años. Ese torneo le otorgó la llave para que al año siguiente pueda obtener la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental. José “Pepe” Basualdo Y Esteban “Gallego” González, referentes de ese plantel, expresaron a El Equipo sus diferentes impresiones y experiencias de ese gran torneo.
-¿Cuánto influyó Carlos Bianchi en el grupo y en vos en lo personal?
José Basualdo: Carlos en el primer torneo fue importante casi después de la mitad para adelante. Porque él llegó a Vélez con muy poca experiencia. Solamente tuvo de entrenador en la Segunda División en Francia y nada más, no había tenido equipos de Primera. Entonces, al principio venía con muchas dudas, él quería que nosotros nos acomodáramos y cuando ya veíamos que iba a usar un torneo para ver para que estábamos, nosotros le dijimos que no. La idea es pelear ese torneo. Después de la tercera o la cuarta fecha, nos dimos cuenta que estábamos para grandes cosas y ahí cambió la mentalidad. Fue muy importante para el grupo porque al cambiar su mentalidad se afianzó el equipo y los resultados se iban dando y bueno, esto llevó a lo que fue Vélez ese campeonato. En cuanto a mí, me dio más libertad, me dejo manejar y usar toda mi experiencia y creo que tanto a mí como al equipo, crecimos juntos y fue muy importante para ese torneo de Vélez.
Esteban González: Lo de Carlos Bianchi fue una sensación medio extraña. Al principio no contó conmigo en el campeonato. Pero después, las ultimas 10 fechas, pude jugar todos los partidos e hice 5 goles para lograr el torneo. Yo creo que fue un gran entrenador y estaba la disyuntiva ya que estaba saliendo el Turu Flores y el Turco Asad o el Ratón Zarate. Teníamos una delantera de jerarquía. Carlos siempre tuvo más intención de Turu Flores y el turco Asad, que contar conmigo. Los resultados se dieron y consiguió lo que consiguió. Era un tipo muy importante, metía mucha presión y en Vélez era muy reconocido. Carlos influyó mucho porque tenía certeza en lo que hacía y ahora se ven los resultados.
-¿Cuál fue el partido que los convenció que estaban para campeón?
JB: Yo creo que el partido que nos dio la posibilidad de ya pensar en el campeonato y ponernos nerviosos la última fecha fue con Argentinos Juniors en cancha de Ferro. Le ganamos muy apretados, creo que 2 a 1 o 1 a 0 y que River justo empató ya que venía atrás nuestro. Ahí nos dimos cuenta que habíamos sacado una ventaja interesante y había que defenderla hasta el final. Ahí fue donde realmente empezó la ansiedad y los nervios de cualquier equipo que sabe que puede ser campeón.
EG: Todo el torneo fuimos un gran equipo. Teníamos grandes jugadores, el equipo era ofensivo y ganador, tenía una línea media muy buena que disfrutabas verlo jugar. En todas las líneas tenía futbolistas de categoría de jerarquía y se formó un gran grupo y equipo. Después fueron pasando los partidos, pero siempre fue complicado. El partido contra Platense que veníamos perdiendo 1 a 0, ese partido fue terrible porque se nos escapaba la punta, ese día metí los 2 goles fue una noche feliz para mí y para la gente de Vélez. Yo creo que todos los partidos nos llevaban a demostrar que teníamos un gran equipo que teníamos la posibilidad de conseguir el objetivo.
-¿Cuándo termino de consolidarse el equipo?
JB: No es cuestión de consolidarse, el equipo siempre tuvo una idea de juego y a partir de los partidos comenzó a afianzarse de lo que quería. Tanto el técnico como los jugadores empezamos a hacer el camino para lo que queríamos y se iba logrando a base de los resultados. Era un equipo que era cada vez más fuerte y eso se notaba ya no era de Vélez a ver que pasaba, sino que los mismos contrarios nos miraban distinto y ya nos dábamos cuenta. Nosotros como equipo nos agrandamos y cada uno imponía lo suyo.
EG: El equipo se fue formando y consolidando de a poco. Se fue encontrando y argumentando cosas que lo llevo a tener un gran éxito. Yo creo que se consolido en la Copa Libertadores y término saliendo campeón del mundo y eso fue muy importante.
-¿Por qué se hicieron tan fuertes de visitante?
JB: Lo de visitante quizás porque jugábamos de otra manera, más esperando y especulando lo que presentaba al rival. Obviamente, tenías ese margen de poder esperar y manejar el partido de otra manera. Nos hacíamos fuertes porque quizás el tiempo nos daba a nosotros la posibilidad de poder ganar el partido que de local ya que era distinto porque teníamos que ser protagonistas, tenías que ganarlo. Prácticamente, jugábamos a la ofensiva y estábamos todo el tiempo atacando y buscando el triunfo enseguida o la tranquilidad de hacer uno o dos goles para poder manejar el partido. En cambio, de visitante controlamos mejor el ritmo y cuando hacíamos un gol o dos goles ya no nos podían hacer más goles porque estábamos siempre bien parados.
-¿Qué gol de los que hiciste en ese torneo fue el más lindo y cuál fue el más importante?
EG: Todos fueron goles lindos. Yo gritaba los goles en la práctica así que imagínate en los partidos, fue emotivos cuando hacia un gol. La gente de Vélez me lo reconocía al entrar al Estadio y cantaba “los goles del gallego que ya van a venir” y me hacían sentir muy feliz. Ese día de Platense lo nombré porque fue muy bueno. Me acuerdo que fui al alambrado como un loco y después salió una foto que fue la foto del año en la que estaba abrazando al banderín que un hincha que estaba con el Paturuzu. Ese gol fue muy lindo y muy importante porque se ganó un partido muy difícil. Pero todos los goles fueron importantes, en todos los equipos en los que jugué siempre los goles que hacia eran una gran felicidad y un gran placer.
-¿Qué es lo que más recordás de ese campeonato?
JB: Lo que más recuerdo de ese campeonato es el crecimiento que fuimos teniendo de menor a mayor. La confianza que íbamos ganando partido tras partido y de la confianza que nos daba el cuerpo técnico. De lo ansiado y lindo que fue obtener el primer torneo con Vélez. Todas las ansiedades que teníamos hasta esperar inclusive el último partido cuando Independiente le empató a Belgrano y salir campeón estando concentrados fue algo muy lindo. Fue todo un nerviosismo porque cada uno tenía su cábala. Había algunos que miraban el partido por tele y otros como yo que mirábamos una película.
EG: Lo que más recuerdo fue esperar el partido de Independiente. Nosotros estábamos concentrados en el hotel. Yo estaba con mi amigo Almandoz. Cuando ganamos todos nos fuimos a la cancha y yo me fui al alambrado para acercarme a la gente. Ese día, en vez de entrar a la cancha, yo me fui a la tribuna porque pensé que la gente estaba allí, pero no estaba ahí sino que estaba adentro del Estadio, así que quedamos invertidos. Yo estaba en la tribuna y la gente adentro de la cancha. Fue una locura porque la gente se empezó a subir al alambrado como me subía yo cuando gritaba los goles, pero al revés. Después cuando entre al estadio fue muy importante porque todo el grupo se reunió, nos juntamos, la gente nos trató muy bien y fue un logro muy importante ya que hacía mucho tiempo que la gente de Vélez no salía campeón.
Pedro Duffau, Leandro Gambino y Marcelo López Aspuru
Carlos Bianchi es, hasta el momento, el director técnico más ganador en la historia del fútbol argentino. Se cumplen 27 años del Torneo Clausura 1993, su primer título como entrenador de Vélez Sarsfield. Los 15 que logró, repartidos entre el equipo de Liniers y Boca Juniors, lo convierten en indiscutible.
Lo que hizo Bianchi, tanto en Vélez como en Boca, fue formar grandes planteles. Tuvo arqueros fundamentales (Chilavert, Córdoba y Abbondanzieri), armó defensas muy sólidas, consolidó mediocampos muy combativos y también de juego (Serna, Pepe Basualdo, Bassedas, Riquelme) y delanteros hábiles o con mucho gol (Palermo, Asad, Turu Flores, Tévez). Además, Bianchi es la única persona en el mundo del fútbol que posee dos estatuas en distintos clubes: en Vélez fue inaugurada en diciembre de 2015 y un año más tarde, se erigiría su monumento en Boca.
Aquel Vélez campeón del 93 tenía una virtud que lo destacaba por encima del resto: desgastaba al equipo contrario. No tenía el dominio de la pelota todo el tiempo al “estilo Guardiola”, si no que estaban los once jugadores metidos todo el partido. Muchas veces convertía el primer gol y luego era muy difícil darle vuelta el resultado. Efectividad pura, compromiso y concentración constante. Esa fue su marca.
Con Vélez ganó seis títulos entre 1993 y 1996: Clausura 93, Libertadores 94, Intercontinental 94, Apertura 95, Interamericana 96 y Clausura 96. Logró con el conjunto de Liniers algo inédito en su historia: alcanzar la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental. Llevó a un equipo que no es considerado grande en su país a lo más alto del mundo. En 1996 tuvo su emotiva despedida en el Estadio José Amalfitani, colmado por 50.000 personas. En el Fortín dirigió 182 encuentros (ganó 89, empató 55 y perdió 38).
Luego de su paso por la Roma de Italia, a mediados de 1998 llegó a Boca, uno de los clubes más importantes y populares en su país. Entre el 98 y 2004 (en 2002 no lo dirigió), ganó nueve títulos: Apertura 98 (invicto), Clausura 99, Libertadores 2000, Intercontinental 2000, Apertura 2000, Libertadores 2001, Libertadores 2003, Intercontinental 2003 y Apertura 2003.
El Virrey, tal es su apodo, tiene el récord de ser el director técnico que más veces ganó la Copa Libertadores de América, con un total de cuatro títulos. Y alcanzó con Boca un invicto de 40 partidos sin perder por torneos locales, que todavía no fue suparado. Fue elegido el mejor entrenador de Sudamérica en 1994, 98, 2000, 2001 y 2003. En 2000 y 2003 fue elegido el mejor entrenador del mundo por la IFFHS.
La figura de Carlos Bianchi como director técnico es reconocida por todo el mundo. Por sus logros tan importantes en dos equipos distintos y por potenciar y confiar en sus planteles. Actualmente no da entrevistas, ya que como dice él, prefiere mantenerse en el anonimato. Podrá ser superado en algún momento, pero eso es secundario. Dejó su huella y será recordado para siempre como una leyenda.
El Mundial de Suecia 1958 significó un antes y un después para la historia de Selección Argentina. El equipo en ese entonces dirigido por Guillermo Stábile llegó al Europa rodeado de una expectativa que se generó tras 24 años sin participar en Mundiales y Leonardo Saslavsky, director del documental Suecia 58. La identidad perdida, le explicó a El Equipo las causas y consecuencias del Desastre de Suecia.
Argentina disputó el Mundial en 1934 con jugadores amateurs ya que la liga profesional no estaba afiliada a la FIFA. Por distintos motivos políticos no asistió las Copas del Mundo Francia 1938, Brasil 1950 y Suiza 1954, en 1942 y 1946 no hubo Mundiales por la Segunda Guerra Mundial. Los últimos dos coinciden con la época de oro del fútbol argentino, en la que se destacaba La Máquina de River. Ese equipo jugaba a “la nuestra”: la gambeta, la viveza criolla y el toque, diferenciándose del estilo mecánico europeo.
Saslavsky contó que en el país se comienza a formar un pensamiento en el cual se creía que en Argentina se jugaba el mejor fútbol del mundo, sin tener una prueba de cómo se jugaba realmente en Europa.
En 1957 la Selección ganó de manera arrolladora el Sudamericano de Lima, lo que hoy es la Copa América, incluso goleó a Brasil en el último partido, que un año después ganaría el Mundial con Pelé y Garrincha.
La delantera argentina, conocida como Los Carasucias, estaba integrada por Omar Sívori, Humberto Maschio, Antonio Angelillo y Osvaldo Cruz, pero los tres primeros no fueron al Mundial de Suecia. Gracias al triunfo en Perú, se generó una expectativa muy grande en el equipo, sin tener mucha idea de cómo jugaban los rivales.
En gran parte el fracaso tuvo que ver con esa ilusión que existía por los buenos resultados contra los rivales de la zona, los triunfos en los Sudamericanos y también por un amistoso en 1956 contra Checoslovaquia, que ganó Argentina por 1 a 0. Los checoslovacos enfrentarían a la Selección dos años más tarde en Suecia. A su vez, Osvaldo Cruz contó en el documental que habían mandado a un emisario, que era un dirigente, a ver los partidos de Checoslovaquia previos a enfrentarse con Argentina. Cuando llegó a la concentración dijo: “Tranquilos que les hacemos 4”.
Saslavsky hizo además una comparación entre Rusia 2018 y el Mundial de Suecia: “Se produjeron situaciones propias que tuvieron que ver específicamente con el Mundial y no con el juego, problemas de organización o internas con los jugadores. Fue algo parecido a lo que pasó con Argentina en el último Mundial (Rusia 2018), obviamente salvando las distancias de la época, todo muy improvisado y desorganizado”.
Argentina disputó tres partidos en el Mundial, venció 3-1 a Irlanda del Norte, perdió con Alemania Federal por el mismo resultado y en el último encuentro fue goleada por 6-1 por Checoslovaquia, la cual es la peor derrota de la Selección, junto al 6-1 recibido contra Bolivia en 2009. Más allá de los resultados, se vio una diferencia física enorme entre los jugadores argentinos y los europeos, y en el documental hay varios jugadores que resaltan dicha diferencia.
Para cerrar, Saslavsky afirmó que todo el mundo del fútbol argentino estaba creído por la calidad de los jugadores y los buenos resultados anteriores que “se iba a ganar por derecho propio”. Por último, el director dijo: “En las publicaciones de la época, tanto la revista Goles como El Gráfico, se ve que también estaban subidos al caballo”. Tras chocar con las potencias europeas, el fútbol argentino entró en un periodo de mucha confusión, cambió su estilo y se le comenzó a dar más importancia al resultado que al juego. Así comenzó un periodo poco claro de la Selección, que recién se enderezó a mediados de los 70 en vísperas del Mundial 78.
Fue un 15 de junio pero de 2003. Era la temporada debut de Emanuel Ginóbili en la NBA y se consagraba campeón con los San Antonio Spurs, que ganaron la serie final ante los Nets de Nueva Jersey por 4-2. En el partido final, disputado en Texas, los locales vencieron 88-77 con 11 puntos y 7 rebotes de Manu en 33 minutos de juego.
Aquel campeonato cortó con la hegemonía de los Lakers, campeones en el 2000, 2001 y 2002 con la dupla Shaquille O’Neal-Kobe Bryant, y volvió a llevar a lo más alto al equipo dirigido por Gregg Popovich, que fue el más dominante de principio a fin de la campaña. Fue la franquicia más ganadora de la temporada regular con 60 victorias en 82 partidos, y ganó todas las series de Playoffs sin necesidad de ir a un séptimo partido.
Mentiroso
Era la temporada debut de Ginóbili en la NBA, que venía del Mundial de Indianápolis 2002, en el que la Generación Dorada entró en la historia grande del básquet al ser la primera selección en derrotar (87-80) a un equipo de los Estados Unidos formado por jugadores de la NBA. Pero Argentina caería en la final ante Yugoslavia, 88-77 tras ir a la prórroga en un partido que Manu presenció desde la banca hasta el final del tercer cuarto por un esguince de tobillo en la semifinal ante Alemania. En los 12 minutos en los que participó, no pudo jugar en plenitud ni anotar.
El bahiense era un rookie “mentiroso” ya que llegó a la liga con 25 años y consagrado como una estrella del básquetbol europeo. El campeón y MVP de las Finales de la Euroliga de 2001 tuvo lugar en los Spurs desde el principio, aunque le llevó un tiempo afirmarse como líder por una lesión en uno de sus tobillos.
Seleccionado en la posición número 57 de la segunda ronda del Draft de 1999, llegó a la liga en 2002, luego de un breve paso por el Kinder Bolonia de Italia, donde se consolidó como uno de los mejores jugadores del viejo continente.
En su primer año en la NBA, promedió 5,9 puntos, 2 rebotes y 1,7 asistencias en 17,6 minutos hasta febrero de 2003, cuando aumentó su producción a 10,9 tantos, 2,9 rebotes, 2,6 asistencias y 1,8 robos en 26,4 minutos durante los últimos 50 días de la fase regular.
A la hora de los Playoffs, el argentino ya se había establecido como el sexto hombre del equipo. Verlo jugar 30 minutos por partido se había tornado habitual, con actuaciones importantes en todas las series: promedió 7,7 puntos, 3,8 rebotes y 3,8 asistencias en la primera ronda frente a los Phoenix Suns. Su goleo aumentó ante el tricampeón Los Ángeles Lakers con 11,7 puntos. Explotó ante los Dallas Mavericks de Steve Nash y Dirk Nowitzki con 21 puntos en el cuarto juego de la final de la Conferencia Oeste. Sería el primer partido de muchos que vendrían después donde se sumaría al goleo junto a Tony Parker y Tim Duncan (25 y 21 puntos cada uno esa noche).
En las Finales, el escolta promedió ante los Nets 8,7 puntos, 4,5 rebotes, 2 asistencias, 2,2 robos y 0,5 tapones en 28,5 minutos por partido. Si bien fue poco preciso de cara al aro (34,8% de campo y 21,4% en triples), mostró su mejor versión en los últimos dos juegos con 12 y 11 puntos respectivamente. El sexto y último encuentro, jugado en el SBC Center de San Antonio, finalizó por 88-77. Los Spurs ganaron la serie 4-2 y Ginóbili jugó 33 minutos, en los cuales convirtió 11 puntos, tomó 7 rebotes, repartió 1 asistencia y logró 2 robos.
Ya con el anillo en el anular izquierdo de su mano, el 20 se convertía en el primer argentino en la historia de la NBA en ser campeón del básquetbol norteamericano y el segundo sudamericano, por detrás del venezolano Carl Herrera, que lo había conseguido por duplicado en 1994 y 1995 con los Houston Rockets. En parte, y sin sacarle mérito a aquel equipo de Rudy Tomjanovich, ese éxito fue alcanzado debido al retiro de Michael Jordan durante aquellas dos temporadas.
Único
En los últimos 30 años apenas hubo un novato que juegue al menos 25 minutos por partido para un equipo campeón durante las Finales de la NBA. El único jugador de primer año tan protagonista fue Manu Ginóbili, en aquellos Spurs del 2003.
De la mano del trío Duncan-Parker-Ginóbili, los texanos se consagraban por segunda vez en su historia y su legado que se extendería durante las siguientes 13 temporadas, con otras cuatro finales disputadas y tres nuevos anillos ganados. Y ni hablar del retiro de sus camisetas. Pero esas ya son historias para otras efemérides.
Un empate aburrido fue la última imagen de él dentro de una cancha. La pandemia obligó a suspender el fútbol hasta el 31 de marzo, en un principio, y después hasta tiempo indeterminado. Su contrato vencía el 31 de junio y los hinchas del fútbol -pero sobre todo de Gimnasia- veían alejarse a su D10S. Sin embargo, el mismo día que el Lobo cumplió 133 años de vida, Diego Armando Maradona hacía público que renovaría su contrato hasta el 31 de diciembre de 2021. De esta forma, continuará un idilio que arrancó un domingo primaveral. La misa se mudó a la cancha. La cita fue a las 11 de la mañana. Era tiempo de que los argentinos veneraran a su rey.
Un hincha de Racing se levantó a las siete de la mañana. Era su día. Tres horas antes del partido se encontró con su hermano y un amigo para salir rumbo a la cancha. Unos días atrás había tramitado el carnet de socio solo para verlo a Diego, no sin antes haber ido en balde a La Plata, porque había terminado el horario de atención. Al día siguiente, volvió a ir bajo una lluvia que invitaba a quedarse en su hogar, pero el fanatismo pudo más. Se quedó ocho horas en la sede hasta que tuvo la credencial que fue a buscar. Gimnasia había prohibido la venta de entradas a no socios -algo que cambiaría tiempo después-.
Emprendieron el viaje que les esperaba camino a la cancha con mucho tiempo de anticipación por temor a que cerraran las puertas si el estadio llegaba a su capacidad máxima. Mientras se confundían la entrada a la ciudad, en el estereo del auto seguían de cerca el partido entre Argentina y España por la final del Mundial de Basquet.
La llegada a la ciudad platense distaba de tener un clima coincidente de un partido a las 11 de la mañana. La gente tocaba bocina, se sentaba en la ventana de su auto y los vendedores aparecieron como los murciélagos en plena noche. Desde camisetas y banderas hasta calzones con la cara de Diego. Todo lo que podría llevar su rostro era digno de coleccionar.
Tras estacionar el coche, había que desayunar. Eran las 10.15. Un choripan, una cerveza y a la cancha. Con mucha espera en el ingreso, lograron entrar al Juan Carmelo Zerillo.
Extasiado con su figura, el esfuerzo había valido la pena. Por un instante, no creyó comprender dónde estaba. Muchas personas querían tener esa misma sensación, pero él, por primera vez, pudo tenerlo a 20 metros de distancia y experimentar su cariño hacía el campeón del mundo en México 1986. Una sensación que evidenció en el entretiempo y al final del partido. “Debuta el Diego y juega el campeón”, posteó en sus redes sociales. ¿Quien era el campeón? Racing.
Hasta el día de hoy, sostiene que quería que ganara el equipo entrenado por Eduardo Coudet, pero nada le hubiera dolido más que un empate que no le servía a ninguno de los dos. Antes que terminar igualados prefería que el equipo del 10 se llevara los 3 puntos. Un modelo para él por cómo declara, cómo piensa y por todo el amor que le dio y le sigue dando a su país.
Por respeto a la relación entre los clubes, desea que al Lobo le vaya bien porque en el peor momento de la historia de Racing estuvieron presentes y la lealtad nunca se pierde. Este alma racinguista no gritó ninguno de los tres goles que hubo en ese partido, pero sí festejó por dentro los tantos de Diego González y Matías Zaracho para la victoria por 2 a 1. El final estuvo marcado por una avalancha de gente que fue hacia el borde de la tribuna para ver salir a Diego lo más cerca posible y, quizás, conseguir un registro fotográfico. Todo servía. D10S estaba frente a ellos.
Desde ese momento, solo fue a otro partido y nunca más dijo presente. Gracias a que ya no se prohíbe el ingreso a quienes no son socios, una vez que se reanude la competencia podrá ir al Bosque a ver cualquier encuentro del equipo. ¿El carnet? Lo dejó de pagar. No podía afrontarlo económicamente. A pesar del esfuerzo hecho, hoy en día asegura que volvería a hacer lo mismo una y otra vez. Ese sueño cumplido ya fue reemplazado por otro. Su próximo deseo es ver a uno de los mejores jugadores de todos los tiempos entrando al estadio Juan Domingo Perón. Al Cilindro de Avellaneda. Racing frente a Gimnasia, con Diego sentado en el banco y el homenaje que se merece. Sus idas y venidas en la renovación dejaron mucha incertidumbre en el tendal, pero la confirmación de su continuidad augura ese objetivo como cumplido. Sin embargo, el parate del fútbol obliga a tachar los días como si fuera preso de un deporte que cautiva hasta su regreso. Agustín siempre le deseará lo mejor en su carrera entrenando a cualquier equipo “salvo que sea el Rojo”.
Iván Marcone tenía 12 años cuando, en el primer entrenamiento grupal de la novena división de Arsenal de Sarandí, el entrenador reunió a todos los chicos y les dio un mensaje crudo, pero real:
-Solo uno o dos de esta categoría va a poder llegar a primera.
Aquella frase resonó en la cabeza de Marcone y, mientras volvía a su casa luego de la práctica, decidió hablar con sus padres.
-Yo voy a ser uno de esos dos- les confió.
Dieciocho años después, el actual jugador de Boca, quien cumplió con el objetivo que se propuso aquel día, sigue manteniendo la misma convicción que cuando era un niño. Pero ahora, uno de sus principales motivos es ayudar a los demás.
***
Iván Marcone gira su cabeza a ambos a lados. Antes de recibir la pelota ya sabe a cuál de todos sus compañeros va a asistir en un próximo movimiento. El cinco de Boca se para en la cancha igual que en la vida. Ahora, sin poder entrenar por la pandemia, mira a su alrededor y se dispone a asistir, esta vez con alimentos, a quienes más están padeciendo la crisis.
Desde que llegó el coronavirus a Argentina colaboró con distintos comedores: realizó donaciones en Dock Sud, Avellaneda e incluso estuvo en Villa Azul, ubicada en la localidad de Quilmes, que es una de las zonas más afectadas por la Covid-19. “No pasa nada Azul, no están solos. Ayudándonos es más fácil. Estamos juntos”, escribió luego en una publicación que realizó en su cuenta de Instagram.
Sin embargo, esta faceta del futbolista no comenzó ahora. “Siempre fue una persona con muy buenos sentimientos, siempre pensando en el otro”, cuenta con orgullo Stella, su madre, y continúa: “Siempre estuvo en contacto con los chicos de las inferiores de Arsenal, les conseguía botines y les brindaba contención y consejos”. Durante sus años como jugador profesional, Marcone colaboró con Arsenal Solidario, Fundación Lanús y, también, con las movidas que ha organizado Boca.
No luce tatuajes. No da demasiadas entrevistas y la mayoría de las fotos que comparte en sus redes son jugando al fútbol, con sus amigos o con los chicos a los que asiste en esta época. Marcone no actúa como la mayoría de los jugadores de fútbol, quizá porque, como lo resume su mamá, es tímido y reservado. Pese a esas cualidades, ha sabido liderar planteles y llegó ser capitán en Lanús.
Su segunda casa
Además de Boca, hay otro club con el que Marcone está muy comprometido: el Club Social y Deportivo Belgrano de Sarandí, del cual es presidente y entrenador de baby fútbol. Debido a su cariño por la institución, durante la gestión del exprimer mandatario de la nación, Mauricio Macri, marchó en la movilización que realizaron los clubes de barrio contra el tarifazo. “Es su segunda casa, es el club más cercano y donde frecuentó desde niño con su padre”, resume Stella.
Tal es su compromiso que ni la fama ni la exposición que tiene desde que es parte de una de las instituciones deportivas más importantes del país lograron que el hombre de Sarandí se dejara encandilar por los flashes y, hasta antes del aislamiento, visitaba el club día por medio.
“Su objetivo fundamental -dice su madre- es sacar a los nenes de la calle y darles la contención que necesitan, transmitirles sus experiencias, consejos y valores para que el día de mañana sean, más allá de buenos profesionales, excelentes personas”.
***
En una entrevista con el diario Olé, el futbolista contó que desde que conoció a Dios su vida cambió. Hace un tiempo compartió una historia en su cuenta Instagram con la siguiente frase: “No temas porque yo estoy contigo. No te angusties porque yo soy tu Dios. Te ayudaré, te sostendré. Yo estaré contigo todos los días hasta el fin del mundo”. Los chicos de la Villa Inflamable de Dock Sud, que lucen barbijos con imágenes de dibujos animados, saben que en esta crisis, en la cual los más afectados hasta el momento fueron los sectores en los que escasean las necesidades básicas, no deben temer. Marcone está con ellos.
Mientras los dirigentes de la Liga Nacional de básquet hacen todos los esfuerzos para que el torneo masculino vuelva al parquet, suspendieron la Liga Femenina sin mayores complicaciones. Un nuevo caso de desigualdad e injusticia se dio en el deporte argentino y, otra vez, las perjudicadas son las mujeres.
En el comunicado oficial sobre coronavirus que sacó la Liga Nacional el pasado 29 de abril se ve esta diferenciación: “Se ratifica la decisión de continuar la temporada 2019-2020 de la Liga Nacional. Por este motivo, se convoca al comité de presidentes de la categoría A para avanzar en el acuerdo general y gestionar la forma de definición de la Liga Nacional”, mientras que por otro lado informan que “no comenzará la temporada 2020 acordada de la Liga Femenina”.
Esta fue la gota que rebalsó el vaso para las jugadoras y la que salió a declarar fue Agustina García en una llamada telefónica con Télam. La joven de Deportivo Berazategui contó: “La Liga Femenina refleja la desigualdad machista que hay en la sociedad. Una valora que hace unos años se creó y que nos pasan por televisión para aumentar la difusión, pero lo cierto es que las desigualdades continúan”. También dijo que si bien entienden la suspensión desde el punto de vista de la salud, no comparten que los varones terminen el torneo y ellas no.
Brenda Fontana, jugadora de Velez, está de acuerdo con las palabras de García y aseguró que hay desigualdad tanto en los sueldos como en la cantidad de equipos, las canchas para entrenamientos, los horarios de los mismos e, incluso, el presupuesto que se pone para la liga, por lo que “es evidente que nadie podría estar en desacuerdo”.
Brenda Fontana, jugadora de Vélez. Foto: Instagram.
“Nos afecta a todas las basquetbolistas, no solamente de la liga. Personalmente me genera impotencia y hay muchos casos de jugadoras que se esfuerzan como los hombres y no reciben los mismos reconocimientos”, aseguró la pivot de 19 años. “No estamos al nivel de ellos, pero va de la mano con que una mujer no se puede dedicar solo a jugar porque los ingresos son muy bajos y la seriedad no es la misma. Estamos mucho más atrasadas en esto y el sistema no nos ayuda tampoco”, sentenció quien será la próxima argentina en la NCAA, la liga universitaria estadounidense de mayor prestigio.
Victoria Lara, jugadora del club Corrientes, también está de acuerdo con la de Berazategui y dijo: “Me genera mucha bronca y desilusión por los proyectos que teníamos todas. Muchas dejamos de lado trabajos o estudios para dedicarnos a la liga y esto cambia el eje de muchas cosas extrabasquetbolísticas”. Además, sostuvo: “Nosotras compartimos departamentos, cosa que para un jugador es impensado. Siempre nos tenemos que adaptar a lo que deja el masculino o a cosas que a ellos ni se les plantea”.
Las tres jugadoras concuerdan en que la Liga Femenina ha crecido bastante desde su creación en 2017 pero que todavía falta mucho para ser profesionales: no todas las jugadoras tienen contratos y las jornadas de entrenamiento no son las suficientes para un equipo profesional. En torno a esto, Victoria Lara aseguró: “No nos sirve de nada entrenar dos horas por semana. Tenemos que tratar de nivelar para arriba y no quedarnos en un lugar cómodo”.
Según Agustina García, se enteraron de la suspensión por el comunicado de la liga, es decir que nadie se contactó con ellas para avisarles que no iban a disputar su torneo, y la pandemia fue la única explicación.
Agustina García, jugadora de Deportivo Berazategui. Foto: Instagram.
Si bien es un caso particular y no pasa en todos los equipos, Lara contó: “La relación con el club es por medio de mi representante, a mí nunca me llamaron por nada, ni siquiera por la cancelación de la liga. Nos enteramos por las redes y el único contacto que teníamos las de Corrientes era entre nosotras o por medio de representantes”.
Otro punto de este informe sobre COVID-19 que se lanzó y vale la pena analizar es el que asegura “garantizar que los clubes acrediten el cumplimiento de sus obligaciones contractuales desde el 31 de marzo hasta el 31 de mayo”, pero la ala pivot aseguró que en Corrientes no están cobrando porque nunca se presentaron contratos del plantel en la liga y se escudan en eso para no pagarles aunque trabajaron para el club durante un mes.
“El único objetivo es que el básquet femenino crezca. No hacemos esto para poner trabas o para buscar culpables, solo queremos soluciones. Estamos dispuestas a colaborar y creemos que de esta manera y trabajando juntos vamos a lograr lo que todos queremos: el crecimiento del básquet femenino”, cerró García.
La vida de Santiago Sosa comenzó como la de cualquier niño o niña que durante sus primeros años fantasea con ser futbolista y llegar a jugar en la primera del club del que es hincha. A sus diez años dejó Club Mercedes para cumplir su sueño y comenzó su carrera en River, donde hasta el día de hoy -11 años después- sigue creciendo entre sus pasillos.
Sus primeros pasos fueron en Club Mercedes y cada vez que vuelve sus ojos brillan de alegría: “Tengo muchos recuerdos de chiquito porque ahí jugué desde los cinco hasta los diez años. Además, tengo una aprecio muy grande por el club y por la gente que lo conforma.”
También le contó a ElEquipo que cada vez que vuelve a Mercedes y ve a los nenes tan chiquitos jugando lo lleva inmediatamente a pensar en los momentos que vivió en el club y todos los partidos que jugó en la cancha de nueve que se encuentra en el predio de Héroes de Malvinas y la calle 60.
Su primera aparición en el plantel profesional fue en el 2018, cuando debutó ante Racing Club en los octavos de final de la Copa Libertadores, tras reemplazar a Juan Fernando Quinteros. Hoy juega en la primera del club del cual es hincha y es guiado por Marcelo Gallardo: “Marcelo me dejó varias enseñanzas. Con él logré entender cosas con respecto al posicionamiento en la cancha y también con la táctica antes de cada partido”, aseguró.
El mediocampista mercedino llamó rápidamente la atención y en el 2019 tuvo propuestas de equipos europeos como el Everton y el Tottenham y llamados de la MLS para jugar en el Seattle Sounders, pero el hincha de River prefirió seguir con la banda roja en el pecho. Hablando con El Equipo, Santiago recordó a esos clubes y comentó que le hubiese gustado jugar en el Everton, ya que el fútbol inglés es uno de sus preferidos.
Además de ser jugador de fútbol, Sosa también es estudiante de contabilidad y sueña con tener su titulo y en algún momento poder dedicarse a eso: “Recibirme sería algo muy bueno, es una meta personal que tengo y que quiero cumplir”.