sábado, noviembre 8, 2025
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John Langenus, el árbitro de la primera final

Por Matías Cavallero

En tiempos de coronavirus, infestados de trabajo desde el hogar y materiales didácticos compartidos con Zoom, la realidad ha cambiado por completo. La palabra multitasking parece haber llegado para quedarse y sus consecuencias también. Sin embargo, hace poco menos de un siglo, un ciudadano de la provincia belga de Amberes aparece como el pionero del término de moda. Sin Internet, escribía a la vieja usanza para una famosa revista deportiva; se dedicaba activamente a la política y además, era árbitro de fútbol.

La vida de John Langenus está repleta de curiosidades y vivencias que ni los más soñadores hubieran podido imaginar. Nació el 8 de diciembre de 1891 y las pocas dificultades económicas entre las que se desenvolvía su familia acabarían contrastando con su etapa de juez dentro del campo de juego. Los intentos por ser futbolista profesional se vieron truncados debido a una lesión y buscó una alternativa que lo mantuviese allí, bien cerquita de los protagonistas del juego que empezaba a transformarse en multitudinario.

Su primer examen en la escuela de árbitros incluyó dos insólitas preguntas: en caso de que la pelota viajara por el aire y, en ese preciso momento, impactara contra un avión volando a baja altura, ¿qué debía hacer? La otra consigna hizo que la evaluación fuese más parecida a una inquisición; debía responder sobre su proceder cuando un arquero se sentara en el travesaño y se negara a bajarse. Desaprobó, pero tuvo suerte tiempo después.

Empezó impartiendo justicia en el verde césped con un porte particular –medía 1,90 m.- y una vestimenta que sería un tópico constante en los diarios de la época. Su buen pasar financiero se reflejaba en el traje con camisa, pantalones bombachos y zapatos; además, hacía alarde de su léxico privilegiado. Pronto, sus actuaciones lo llevarían a los primeros planos de la política local: se convirtió en jefe de gabinete de su ciudad natal. Y la facilidad que mostraba para dominar cinco idiomas le abrió las puertas de Kicker, revista alemana especializada en deportes que aún hoy continúa lanzando su tirada.

La oportunidad de consagrarse en el ámbito internacional llegó tras la citación a Uruguay 1930, la primera Copa del Mundo oficial. Langenus ya había estado en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928, competición en la que Uruguay y Argentina se enfrentaron en la final. El belga no había participado en la terna de aquella instancia decisiva, pero esas naciones sudamericanas le traerían un gran dolor de cabeza.

El juez se subió a bordo del Conte Verde, embarcación que lo llevaría a él, a las delegaciones de varias selecciones europeas, y al presidente de la FIFA Jules Rimet. Una edición del diario La Vanguardia de Barcelona, previo al comienzo del evento mundial, enseñó un fragmento de la crónica de su periplo, analítico, como con la pluma que le daba vida a sus textos: “Los rumanos nos sorprendieron en el barco por sus dotes cantoras. Iniciaban un concierto bajo la dirección de su delantero centro y los pasajeros abandonaban los salones para asistir a aquel refinamiento artístico. Los franceses se distraían con otras canciones y se adueñaron de una parte del vehículo”.

Fue árbitro asistente en dos encuentros (Rumania 3 – 1 Perú, Chile 3 – 0 México) y principal en otros dos (Uruguay 1 – 0 Perú, Argentina 3 – 1 Chile) en la fase inicial. Paradójicamente, Langenus debía expresar su opinión acerca de aquellos juegos en la publicación teutona; las críticas hacia los jueces escaseaban. Observador de culturas, también le tocó escribir sobre la victoria albiceleste en las semifinales -6-1 ante Estados Unidos- y ya pronosticaba sobre el violento comportamiento de la parcialidad argentina en las tribunas y fuera de ellas. Había decidido cruzar el río para disfrutar de las bondades de Buenos Aires, y sintió el fervor de los hinchas.

Unos días después, la FIFA le notificó lo que más tenía: gracias a su buen criterio, se había ganado todos los boletos para arbitrar la final, la misma que se había dado dos años antes en los Países Bajos. El belga, aterrado, exigió explícitamente a las autoridades un seguro de vida. Para aceptar su designio, además, pidió que el barco que lo llevaría de vuelta a casa estuviese disponible apenas él diera el pitazo final. Dos horas antes del comienzo del partido, confirmó su presencia.

A punto de ingresar al estadio, una serie de individuos se hicieron pasar por Langenus y la Policía, expectante ante un posible enfrentamiento a golpes entre rioplatenses, decidió detenerlos. La misma suerte corrió el belga, del cual las fuerzas de seguridad no se habían percatado de que era, efectivamente, el juez del cotejo. Entre dimes y diretes, se prestó a dirigir.

El icónico acuerdo con los capitanes constaba de la utilización de una pelota por cada tiempo, escogida por argentinos y uruguayos. Sin grandes incidencias entre los fanáticos, la primera mitad era disputada y pareja. Cuando Guillermo Stábile, a la postre goleador del torneo, convirtió el 2-1 al cierre de los 45 minutos iniciales, las protestas se hicieron oír. El tanto no estaba exento de polémica. El árbitro, impoluto ante las quejas charrúas, dejó seguir.

La segunda parte ya es historia: los anfitriones, con su balón, dieron vuelta el duelo y vencieron 4-2 para consagrarse campeones del mundo. De lo contrario, había miles de hinchas con armas de fuego, esperando una hecatombe. Langenus, rápido, se subió al barco y volvió a Europa.

Sus experiencias mundialistas se vieron ampliadas en Italia 1934 y Francia 1938, pero sin tantos focos. Eso sí: dejó plasmada su ductilidad en dos libros. Pitando por el mundo: recuerdos e impresiones de un árbitro de fútbol y Fútbol y futbolistas tienen el sello de un hombre exótico, amplio y polivalente.

 

La odisea Puma

Por Luca Solda

El 23 de mayo de 2005 Los Pumas igualaron 25-25 en el Millenium de Cardiff frente a los British and Irish Lions, combinado que cada cuatro años reúne a los mejores jugadores de las islas británicas y realiza una gira en la que visita a una de las tres potencias del sur (Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia) y a sus respectivas franquicias. Raro recordar un empate, ¿No? Pero este partido va más allá del resultado, que de por sí fue histórico, sino que también se destaca por las dificultades que implicaron la convocatoria y el viaje en la previa, sumado al polémico referato del australiano Stuart Dickinson.

La fecha establecida para el amistoso coincidía con los fines de temporada para los clubes de Europa y, al no ser un partido oficial, los equipos no estaban obligados a ceder a sus jugadores. Muchos argentinos sufrieron esta situación: Agustín Pichot, Juan Martín Hernández, Rodrigo Roncero y Omar Hasan no pudieron disputar el encuentro debido a que al día siguiente tenían que jugar la final de la Copa de Europa. El Clermont francés decidió no prestar ni a Hernán Senillosa ni Gonzalo Longo. Entre lesionados y jugadores no dados, a Los Pumas le faltaron 26 de sus jugadores habituales.

En total, Marcelo Loffreda entregó una lista de 27 nombres, de los cuales solo 9 de ellos se desempeñaban en el rugby profesional. Además, se dieron tres regresos emblemáticos: Lisandro Arbizu, el capitán más joven de la historia del seleccionado, retornó tras haber estado 19 meses sin jugar luego de haber sufrido una rotura de ligamentos en su rodilla derecha -que lo dejó afuera del Mundial de Australia 2003- y un problema en un tendón de uno de sus aductores; Mauricio Reggiardo volvió a ponerse la camiseta argentina 18 meses después de que Los Pumas fueran eliminados en la primera ronda del Mundial 2003 y el pilar mendocino Federico Méndez regresó al seleccionado luego de un par de meses, tras el test match en el que el conjunto nacional cayó por 39-7 frente a Sudáfrica en Buenos Aires.

En el combinado británico sobresalían jugadores como Shane Williams, histórico wing galés, pero la principal figura era Johnny Wilkinson, apertura inglés que dos años antes le había dado a “La Rosa” su primera Copa del mundo con un drop en tiempo suplementario frente a Australia como visitante.

Federico Todeschini abrió el marcador con un penal a los cuatro minutos. Unos instantes después, Juan Manuel Leguizamón recuperó una pelota en el campo rival y tras una gran juagada de los tres cuartos, José María Núñez Piossek apoyó en una de las puntas el primer try del encuentro. Un nuevo penal de Todeschini dejó 13-0 el tanteador en tan solo un cuarto de hora. El Millenium, enmudecido. Pero a los 17 de la primera mitad, Wilkinson empezó a hacerse cargo de los suyos: en una jugada magistral juntó dos defensores y le dio un pase al centro Ollie Smith que se zambulló en el ingoal nacional. Desde allí, todo se transformó en un duelo de pateadores entre el “Ninja” Todeschini y el mismo Wilkinson. Ambos anotaron una totalidad de seis penales en el partido, pero hay uno que será recordado por todos: una vez que se consumieron los 40 minutos del segundo tiempo, el árbitro Dickinson adicionó cinco minutos y luego otros tres más, hasta que finalmente a los 48 de la segunda mitad los Lions pudieron empatar el partido. Resulta conocido el apellido del referí, y con razón: fue el mismo que impartió justicia en el histórico encuentro en el que Los Pumas vencieron a lrlanda por 28-24 en el Mundial de 1999, donde el australiano hizo jugar alrededor de 10 minutos de adición, en los que Argentina defendió hasta con lo que no tenía para conseguir por primera vez el pase a los cuartos de final de un Mundial.

Raro recordar un empate, ¿No? Pero este vale la pena hacerlo y festejarlo como lo hicieron los jugadores aquella noche de mayo en la que fueron ovacionados por propios y extraños. Fue la primera vez en la historia en la que los Lions no consiguieron ganar como locales, a Argentina le faltaron muchísimos jugadores y los británicos veían a ese partido como una simple exhibicion previa a lo que iba a ser su gira por Nueva Zelanda, en donde perdieron los tres partidos que jugaron. Defensa aguerrida y forwards dominantes para cerrar un resultado que quedará en la memoria de muchos británicos, pero principalmente de varios argentinos.

Un antes y un después

Por Matías Pécora Cortés 

El título de 1998 marcó el fin de la época dorada del club, desde Carlos Bianchi y Osvaldo Piazza hasta el último campeonato. Posterior a este episodio, el club de Liniers tuvo una sequía de siete años sin cosechar logros, maleficio que se rompió en el 2005 cuando volvió a gritar campeón. Miguel Ángel Russo y sus dirigidos obtuvieron el Clausura de ese año.

Ricardo Gareca es un hacedor de equipos ganadores y de buen juego. “El Tigre” firmó con Vélez el 15 de diciembre de 2008 y de ahí en adelante no paró de conseguir logros que enriquecieron más y más a la institución. En esta segunda época, Vélez demostró ser un club que a pesar de no ser denominado grande puede competirle y hasta ganarle a los “más fuertes” del país: Clausura 2009, Clausura 2011, Inicial 2012 y 2012/2013.

Gareca después de haber obtenido cuatro títulos en cinco años, hasta el momento el vínculo más extenso del fútbol argentino, presentó su renuncia en diciembre de 2013.

El último título de Vélez Sarsfield fue la Primera Súperfinal del fútbol argentino contra el Club Atlético Newell’s Old Boys de Rosario, con un triunfo por 1 a 0.

Hasta hoy Vélez sigue transitando tiempos difíciles, tanto desde lo económico como en los resultados deportivos. En 2016 estuvo cerca del descenso, pero gracias al plantel y a la dirección técnica de Gabriel “El Gringo” Heinze pudo salvarse y posicionarse quinto en la tabla de promedios.

Económicamente el club se vio favorecido por la venta de muchos jugadores a un precio elevado. Sus últimos ingresos fuertes fueron por: Maximiliano Romero (10 millones de euros del PSV de Holanda) Matías Vargas (10 millones y medio de euros por el 80% del pase al Espanyol de Barcelona) y Nicolás Domínguez (7 millones y medio de euros por el 75% del pase al Bologna de Italia). Cabe destacar que muchos clubes de Europa pusieron sus ojos en “la joyita” del fútbol argentino, Thiago Almada, quien tiene una cláusula de 22 millones de euros. Estas ventas podrían dejar al club de Liniers en una posición monetaria muy favorable frente a los demás clubes y, de gestionar bien el dinero recibido por todos los jugadores salidos de las inferiores, la institución puede crecer aún más en muchos aspectos.

Bianchi vs Bielsa

Por Ramiro Cerviño

Vélez Sarsfield contrató en 1992 como entrenador a Carlos Bianchi, quien había sido jugador del club y máximo goleador en 2 torneos y que ya tenía experiencia como técnico en 2 equipos en la Ligue 1 de Francia. En su etapa por Vélez obtuvo 3 torneos locales y 3 internacionales, entre ellos la Copa Libertadores de 1994 y la Copa Intercontinental del mismo año tras haberle ganado 2-0 al Milan y marcar lo que fue la mejor época del club. En 1996 se despidió de Vélez para irse a dirigir a la Roma. Vélez ganaría la Supercopa ese año y la Recopa Sudamericana en 1997 con Osvaldo Piazza como técnico. En 1997 llegó Marcelo Bielsa, que venía de ganar dos campeonatos locales con Newell’s en 1990/91 y en 1992 y que después tuvo un paso por la liga mexicana en la que dirigió a Atlas de Guadalajara y al América. Cuando llegó a dirigir al club de Liniers en su primera temporada terminó en la cuarta posición, pero al campeonato siguiente obtuvo el Torneo Clausura de 1998.

Raúl Cardozo, exjugador de Vélez que formó parte de los planteles de Bielsa y de Bianchi dijo que Marcelo era un técnico que siempre buscaba estar en el punto más alto de la concentración y trabajaba sobre el rival en la semana tomando precauciones, pero sin cambiar su sistema de juego, y a veces los atacantes terminaban más atrás de él que era defensor. “En cambio, con Carlos era diferente. Si vos jugabas de marcador de punta tenías que marcar y era muy raro que los delanteros bajaran a defender”, agregó Cardozo.

Christian Bassedas exjugador de Vélez contó que con Bianchi había un entendimiento total del líder con sus jugadores, en el que hubo pocos cambios y por eso se lograron tantas cosas. La diferencia con Bielsa fue que la transición y la adaptación no fueron tan sencillas al comienzo, en el que hubo algunas confrontaciones. Él era un entrenador más vertical e influenciado por el fútbol holandés. En su primer semestre hubo un cambio pronunciado pero terminaron ganando por que el equipo terminó saliendo campeón con otro estilo de juego.

El exjugador Carlos Compagnucci expresó que con Bielsa tuvieron un sistema defensivo que era el seguimiento al hombre en todo el campo y cuando perdían la pelota tenían un jugador a quien marcar. En cambio, con Bianchi hacían más zona, el equipo trabajaba en bloque y para Compagnucci era un abismo la diferencia entre un sistema defensivo y el otro. Además, agregó: “El equipo de Bianchi era más pausado, había jugadores que por ahí tenían otro ritmo con la pelota, esperaban el momento indicado y no había tanto vértigo. Con Bielsa era recuperar e ir para arriba lo más rápido posible. El equipo dominaba siempre los partidos y poníamos los ritmos”.

Federico Novello, periodista e hincha de Vélez, comentó que ambos técnicos tenían 2 estilos diferentes y una manera de llegarle al jugador distinta, pero que los 2 lograban un convencimiento absoluto en el futbolista.

22 años del “22” campeón

Por Gonzalo Rudaz

El entrenador rosarino tuvo un notable paso por Newell’s obteniendo dos torneos nacionales y un subcampeonato de Copa Libertadores que lo hizo emigrar a México, donde dirigió a dos clubes: Atlas y América. En 1997 decidió retornar a su país de origen, esta vez para dirigir a la institución de Liniers.

Bielsa comenzó con el pie izquierdo en el primer torneo a cargo de Vélez y no fueron lo suficientemente regulares para obtener el título, sino que quedaron ubicados en el cuarto lugar. Además, los hinchas no le tuvieron paciencia y en el encuentro frente a Gimnasia de Jujuy silbaron al equipo y al entrenador.

El “22”, como se conoce al Loco en los números de los sueños, tenía sus propias convicciones e ideas futbolísticas y mientras armaba el equipo para afrontar el Torneo Clausura tuvo diferencias con el arquero del conjunto de Liniers, José Luis Chilavert. A él le manifestó: “Para mí, todos ustedes son iguales”, a lo que el paraguayo le respondió que debía valorar los títulos y la experiencia que tenían muchos integrantes del plantel.

“El problema que tuvo con los experimentados fue la forma de tratarnos, nosotros fuimos campeones del mundo”, expresó Raúl Cardozo, exdefensor velezano, sobre la relación con el director técnico. Además, agregó: “Chocamos mucho con Bielsa. Estaba acostumbrado a tratar con jugadores que no tenían la misma historia que nosotros en su espalda y también aprendió a respetar”.

El santafesino solamente recibió un refuerzo para su segunda competición al frente del equipo: Fernando Pandolfi, quien retornaba luego de una cesión en Italia. Intentó de todas las formas romper el esquema de cuatro defensores y reemplazarlo por tres. Finalmente explicó cómo había logrado que los futbolistas aceptaran sus ideales y lo resumió en una sola palabra: convicción.

Vélez fue protagonista de principio a fin en el torneo, obtuvo 14 victorias, cuatro empates y solo una derrota ante el San Lorenzo dirigido por Alfio Basile. El equipo obtuvo 46 puntos, tuvo un promedio de dos goles por partido y su figura, además de su director técnico, fue Patricio Camps, con diez tantos anotados. “Tuvimos tiempo para adaptarnos, para respetarnos unos a los otros y cuando las aguas se calmaron obtuvimos el campeonato”, declaró Cardozo sobre lo que ocurrió entre ambas competencias en relación con el entrenador.

La obtención del Torneo Clausura aumentó la reputación de Marcelo Bielsa, que tenía un contrato por solo una temporada en la institución del oeste de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Finalmente, recibió una oferta europea: Espanyol depositó su confianza en él. Sin embargo, el entrenador solo dirigió seis partidos y luego recibió un llamado para ponerse al frente de la Selección argentina, que venía de caer ante Holanda en los cuartos de final del Mundial de Francia 1998.  

Así, el rosarino, asumió como nuevo director técnico del conjunto nacional. Con su estilo futbolístico que había tenido tanto éxito en Newell’s y Vélez obtuvo holgadamente la clasificación mundialista. No obstante, en la Copa América de 1999 sufrió una caída ante Brasil con un equipo alternativo.

El desafío más grande para Bielsa era el Mundial de Corea/Japón 2002 y para su flagelo quedó eliminado en la primera rueda, luego de haber triunfado frente a Nigeria, perdido con Inglaterra y empatado con Suecia. La injusticia del fútbol se hizo presente y dos partidos no planteados de la mejor manera echaron a perder años de trabajo y experiencia por parte del entrenador.

“Cuando Marcelo Bielsa estaba en la Selección argentina yo me quedé sin contrato en Vélez y la primera persona que me llamó fue él. Me demostró que es un gran tipo y nunca en mi vida lo voy a olvidar” contó Raúl Cardozo con respecto a su relación y solidaridad con el entrenador años después de haber sido dirigido por él.

Sin el apoyo de los hinchas, pero sí con el de los jugadores y el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Julio Grondona, comenzó su segunda oportunidad como director técnico nacional y esta vez fue un proceso de renovación, tanto en lo demostrado en el campo de juego como en los resultados.

En julio de 2004 el exentrenador de Vélez tenía un nuevo reto, la Copa América. El seleccionado estuvo a veintiún segundos de obtener el trofeo, pero no. Otra vez una frustración para Bielsa: esta vez ante Brasil y por penales, luego de que Adriano pusiera el 2-2 en el tiempo adicionado.

La ansiada revancha por fin llegó en los Juegos Olímpicos de Atenas en agosto de ese mismo año. Ganó con el Sub-23 todos los encuentros que disputó, fue el más goleador -con 17 anotaciones-, conquistó el premio al juego limpio y la figura de la competencia fue Carlos Tevez. La obtención del oro fue histórica debido a que Argentina no conseguía esa medalla desde hacía 52 años (la última había sido para remo en Helsinki 1952) y que la Selección de fútbol hacía muchos años que no se coronaba primera en un torneo.

Fue la despedida perfecta para los seis años en los que una persona querida por muchos y odiada por otros permitió que su país diera un salto de calidad y jerarquía. Muchos jugadores fueron marcados por el rosarino, quienes lo consideran un maestro futbolístico. También da una sensación de injusticia, porque con su planteo y convicciones de juego dignaba que tuviera más suerte.

Raúl Gámez: del paraavalancha a presidente campeón

Por Victoria Rufolo

Raúl Gámez fue integrante de la barra brava y presidente del Club Atlético Vélez Sarsfield, pero en la institución no es necesario ni siquiera mencionar su apellido, con que se diga Raúl ya todos saben de quién se está hablando.

Dueño de tres períodos como dirigente en el club de Liniers y durante mucho tiempo también jefe de la tribuna. Luego de haber formado parte de la barra, estuvo al mando de la dirigencia en las etapas correspondientes a 1996-1999, 2002-2005 y 2014-2017. Sin embargo, desde que asumió como presidente siempre estuvo atento para darle lo mejor al club aunque no se encontrase al frente de este.

Cuando terminó su último ciclo decidió retirarse definitivamente de la política. Fue la primera vez, luego de 21 años consecutivos, que su agrupación Círculo el Fortín, perdió frente a la Cruzada Renovadora comandada por Sergio Rapisarda, actual presidente de la institución.

En las elecciones del 2014 pasó algo muy particular. Si le preguntabas a cualquier socio a quién había votado, te decían muy orgullosos y llenos de seguridad “a Raúl, obvio”. Esto quedó ampliamente demostrado en los resultados, ya que sacó más del 65% de los votos con récord de concurrencia en una votación en el club.

Federico Novello, periodista e hincha del fortín, dice: “Cuando hay un campeón suelen darse el trinomio de plantel, técnico e institución alineadas atrás de un objetivo y con los recursos para eso”. Y agrega: “Raúl es otro capítulo, es una institución para nosotros, es un hincha de tribuna y un prócer para el club. Después de Amalfitani es el presidente más importante que tuvo Vélez”.

Un hincha dijo una vez: “Fue el mejor dirigente después de Don Pepe” y agregó: “Si querés a Vélez, querés a Raúl”. Todos están de acuerdo con que Raúl profesionalizó al club y tiene muy buen ojo a la hora de elegir un entrenador. Lo demostró con Bielsa y con Heinze, dos hombres que supieron llevar a Vélez a lo más alto.

Christian Bassedas, exjugador del fortín, afirma: “Vélez es una institución de palabra y eso es fundamental”. Este club lejos está de ser solamente fútbol, es mucho más que eso y lo ha demostrado a lo largo de los años. Vélez es colegio, asados y entrenamientos del deporte que más te guste. Es un lugar que supo poner como prioridad al socio y a su gente en vez de al fútbol.

La primera elección en la que participó Gámez fue el 2 de noviembre de 1996 como representante de la agrupación Círculo El Fortín, que ganó por primera vez en la historia del club. Logró superar por muy poco margen a Héctor Gaudio, quien había presidido entre 1993 y 1996 y buscaba la reelección representando a la Unidad Velezana y a la Agrupación Amalfitani.

Juan Carlos Gómez Barbero, periodista, opina sobre el mandato de Raúl: “En esa presidencia, la palabra que mejor lo definió fue honestidad. Siempre estuvo enemistado con AFA por defender los intereses del club y por ser honesto”. Además, agrega: “Vélez no es igual a los clubes más grandes como River y Boca que exigen, entonces él pudo tomarse el trabajo de dedicarse a la parte económica y no tener que salir a ganar”. El hecho de privilegiar la economía y los intereses del club a pesar de todo, convierte a Gámez en uno de los mejores presidentes que tuvo el fortín, gran seguidor de los pasos y el camino que había marcado Amalfitani”.

Raúl Gámez siempre dijo que Vélez para él era un vicio y, de hecho, la familia alguna que otra vez lo ha culpado de darle más importancia al club que a cualquier otra cosa. Él fue quien decidió llevar a Bielsa y también fue un gran impulsor para que fuera a la Selección. Gómez Barbero asegura que: “La mayor virtud que comparten tanto Bielsa como Gámez es la eficacia y el trabajo”.

Es conocido por ser el dirigente que iba a la tribuna y la gente no solo lo respeta, sino que también lo saluda. Fue el primero y único en ser jefe de la barra brava y presidente del mismo club. También salió campeón ocupando ambas posiciones. Se lo conoce como alguien transparente, amable, respetuoso y honesto. Así lo confirma Gómez: “Gámez era el capo de las barras, pero de las barras viejas. Él manejaba las tribunas de Vélez y las banderas. Si le preguntas a cualquier otra barra de otro club te van a decir que era un hombre respetuoso que no se metía con nadie”.

Si bien su primera elección la ganó por una diferencia ajustada, la segunda fue sin rivales porque hubo irregularidades en la lista presentada por la agrupación Cruzada Renovadora; en la tercera, arrasó.

Bajo su mandato El Fortín consiguió los siguientes títulos:

·         1996: Campeón de la Supercopa

·         1997: Campeón de la Recopa Sudamericana

·         1998: Campeón del Clausura

Luego de que se fuera Bielsa, el club tuvo un momento de sequía y no volvió a ganar un título hasta el 2005, con Gámez como jefe de la dirigencia.

·         2005 Campeón del Clausura

Si bien cuando Vélez ganó estos campeonatos no estaba Gámez como presidente, sí estaba la agrupación Círculo El Fortín al frente de este.

·         2009 y 2011 Campeón del Clausura

·         2012 Campeón del Inicial

·         2013 Campeón Súper Final

·         2014 Campeón Supercopa Argentina

Los números del Vélez de Bielsa

Por Andrés Gil

PLANTEL VÉLEZ CAMPEÓN TORNEO CLAUSURA 1998

ENTRENADOR: MARCELO BIELSA (14 PG, 4 PE, 1 PP / 39 GF, 14 GC)

Jugador

Posición

PJ

Goles

Minutos

Tarjetas rojas

1 – José Chilavert

Arquero

16

4

1.440

2 – Víctor Sotomayor

Defensor

9

655

1

3 – Raúl Cardozo

Defensor

16

1

1.337

4 – Flavio Zandoná

Defensor

11

801

5 – Marcelo Gómez

Mediocampista

1

53

1

5 Bis – Ariel Ércoli

Mediocampista

2

103

6 – Mauricio Pellegrino

Defensor

18

1.620

7 – Christian Bassedas

Mediocampista

14

1

1.137

1

8 – Claudio Husaín

Mediocampista

11

957

10 – Patricio Camps

Delantero

18

10

1.571

11 – Martín Posse

Delantero

17

9

1.488

13 – Fabián Cubero

Defensor

6

149

14 – Cristian Bardaro

Delantero

1

1

87

15 – Sebastián Méndez

Defensor

15

1.172

16 – Carlos Compagnucci

Mediocampista

17

1.507

19 – Carlos Cordone

Delantero

16

4

983

20 – Juan Falcón

Mediocampista

1

13

21 – Rodrigo Bilbao

Defensor

4

31

22 – Darío Husaín

Delantero

16

3

1.083

1

23 – Juan Batalla

Mediocampista

1

3

24 – Federico Domínguez

Defensor

15

1

485

1

25 – Pablo Cavallero

Arquero

1

90

26 – Lucas Castromán

Mediocampista

12

1

799

2

27 – Omar Ríos

Defensor

2

4

29 – Ariel De la Fuente

Arquero

2

180

30 – Rolando Zárate

Delantero

4

127

31 – Fernando Pandolfi

Delantero

16

2

702

 

Análisis del Vélez campeón:

El director técnico Marcelo Bielsa utilizó 27 futbolistas en las 19 jornadas.
Con 18 presencias, el defensor Mauricio Pellegrino y el delantero Patricio Camps fueron los jugadores que más partidos disputaron.
Patricio Camps fue el goleador del equipo con 10 tantos, seguido de cerca por su compañero de ataque, Martín Posse, con 9.
Registró goleadas a lo largo del torneo: 3-0 a Unión y a Independiente, 6-1 a Colón y 4-1 a Ferro, todas como local.
La única derrota en el campeonato fue el 1-2 ante San Lorenzo, en el estadio Amalfitani.
Debutaron seis juveniles en Primera División: el arquero Ariel De la Fuente, el defensor Omar Ríos, los mediocampistas Juan Falcón y Lucas Castromán,y los delanteros Rolando Zárate y Cristian Bardaro.
Dispuso de cuatro penales a favor: convirtió dos -ambos gracias a la zurda del capitán José Chilavert, ante Boca y Lanús- y malogró dos -uno el paraguayo, ante Colón, y otro Patricio Camps, ante Estudiantes de La Plata.
Le ejecutaron cuatro penales: dos atajados por Chilavert -ante Jorge Burruchaga de Independiente y ante Carlos Morales Santos de Gimnasia y Esgrima de Jujuy- y dos convertidos -José Serrizuela de Lanús a Chilavert y Roberto Sosa de Gimnasia y Esgrima La Plata a Ariel De la Fuente-.

La locura que llevó a la gloria

Por Agustina Jaime

31 de mayo de 1998. El club Atlético Vélez Sarsfield se coronó campeón del Torneo Clausura al mando del técnico rosarino Marcelo Bielsa. Un “loco” dedicado en su trabajo que buscaba la perfección en todo momento.

En agosto de 1997 asumió Bielsa y junto a él comenzó una nueva etapa, intensa, con muchos cambios, pero que tuvo al final una gran recompensa por toda la labor lograda. El primer semestre no fue tan sencillo al principio, ya que terminaron cuartos en el Torneo Apertura. El Loco llegó con ideas renovadas, un convencimiento de otro tipo de fútbol y un proceso de cambio de sistema, pero se encontró con un plantel que venía de ser campeón del mundo con Carlos Bianchi y empezó a mover piezas sin importar quiénes eran. Se trataba de jugadores fuertes que habían sido parte de un ciclo histórico del club, como José Luis Chilavert, Carlos Compagnucci, Raúl Cardozo, Christian Bassedas, Víctor Hugo Sotomayor, Flavio Zandona y Mauricio Pellegrino, entre otros más, que solo buscaban respeto por su trayectoria.

“Nosotros con Bielsa trabajábamos la defensa que era seguimiento al hombre en todo el campo y en el momento en el que perdíamos la pelota teníamos un jugador a quien seguir. En cambio, con Bianchi hacíamos más zona y en bloque”, cuenta Carlos Compagnucci acerca de los entrenamientos.

Luego de esos seis meses, durante los cuales hubo enfrentamientos, discusiones y malos entendidos entre ambas partes, el técnico planteó para el segundo semestre que el compromiso debían tenerlo todos y el que no lo tuviera se quedaba afuera. A partir de entonces se notó un cambio pronunciado, una adaptación: el equipo fue entendiendo la propuesta. Compagnucci explica que fue cuestión de que los más grandes se acomodaran y aceptaran que tenían que cambiar.

De esta manera todo funcionó. Una fecha antes de que terminara la competencia, con un gol de Martín Posse a Huracán en Liniers, Vélez se adueñó del Torneo Clausura con un despliegue de fútbol inigualable. En el camino, el Fortín disputó 19 partidos: ganó 14, empató 4 y cayó en uno. “Perder ese único partido fue parte del proceso, muchas veces ayuda para corregir y reaccionar cuando uno tiene la convicción de que el equipo está preparado para pelear el campeonato”, manifesta Christian Bassedas. El recorrido fue plácido, fueron 46 puntos obtenidos por jugadores que fascinaron en cada jugada gracias al plus a través de la exigencia de Bielsa y el nivel de cada uno.

Vélez tenía el trinomio perfecto: plantel, técnico y la propia institución. Todas alineadas detrás de un mismo objetivo y con los recursos necesarios. Ese año, Raúl Gámez ocupaba la presidencia y fue él quien sacó lo mejor de cada uno de los comprometidos con el proyecto para redondear una etapa brillante en la historia del club. Esto ocurre cuando son bien llevados y la administración trabaja de manera unificada; en caso contrario, los conflictos se trasladan al campo de juego. Además, fue el impulsor de la gestión para que Marcelo Bielsa llegara tiempo después a dirigir la Selección argentina.

El equipo demostró ser un grande. Hay solo 29 clubes que salieron campeones del mundo y Vélez Sarsfield es uno. Un club de barrio que ganó todo.

Un argentino en medio de vikingos: “Mi única comunicación era la pelota”

Por Gonzalo Rudaz

La habilidad argentina con el fútbol siempre encuentra destinos, tradicionales o no. El caso que ocupa estas páginas ocurrió en países nórdicos; allí jugó y se entrenó Gunnar Nielsen (36 años), formado en Guaraní Antonio Franco y que un día decidió partir en busca de otros horizontes. Se puso camisetas de clubes en Dinamarca, Suecia e Islas Feroe. Ya retirado, tiene un título de Máster en Ciencias del Deporte y cuenta la importancia que tiene la educación en la actividad. Esta es su historia.

-¿Cómo comenzó tu carrera futbolística?

-En Posadas, Misiones. Mi viejo jugaba mucho al fútbol, él me llevó a todos lados, y a los 5 o 6 años yo empecé a jugar en el club Guaraní Antonio Franco y allí jugué hasta el día que vine a Dinamarca.  

-¿Qué recuerdos tenés de tu adolescencia como jugador?

-Yo pertenecía a la categoría 1983, recuerdo el paso de ser parte de la reserva a entrenar con el primer equipo y fue una época muy linda. Muchos entrenadores veían mi capacidad pero me costaba mucho demostrar mi talento.

-¿Qué similitudes encontrás entre juveniles actuales y de aquel momento?

-No hay similitudes. Fui entrenador de juveniles y recuerdo que antes se respetaba mucho más a los mayores, creo que con el tiempo eso se fue perdiendo o la educación evolucionó.

-Con 17 años estabas en el fútbol italiano ¿Creías que ese era tu destino?

-Exactamente, con 17 años tuve la oportunidad de irme a Italia. Quique Vidallé y Horacio Bongiovanni me vieron en Misiones y me consiguieron una demostración en el Cologna Veneta. Estuve allí como prueba pero no pude lograr obtener un contrato, además tuve problemas con la nacionalidad y me volví. Al fin y al cabo fue por no poder desplegar mis condiciones, si era Maradona me quedaba. 

-¿Qué cambió en vos ese viaje?

-Me abrió los ojos. Ahí me di cuenta lo lindo del fútbol, el fútbol europeo, las oportunidades y lo importante que es viajar y conocer por medio de la pelota.

-Regresaste a tu país, ¿qué pasó ahí?

-Volví muy desilusionado de Italia, no tenía muchas ganas de jugar y me enfoqué en terminar la secundaria. Luego de finalizar los estudios comencé nuevamente a jugar, de casualidad Boca va a la ciudad a realizar pruebas para futbolistas jóvenes y vieron en un entrenamiento que tenía condiciones.

-¿Realizaste la prueba en Boca?

-Sí, me fui a Buenos Aires a probarme y no fue un éxito. Fue difícil porque éramos como 300 jugadores y yo tenía un estilo de juego bastante simple, de ahí salieron muchos futbolistas gambeteadores. No quedé en Boca pero me ofrecieron recomendarme en otros clubes cercanos, igualmente decidí volver a mi ciudad, no me animé.  

-Llegó un momento clave en tu vida, tenías que elegir un rumbo: ¿cómo te diste cuenta qué querías realmente?

-Luego de haber sido rechazado en Boca, volví y tenía que pensar qué hacer con mi vida. La principal opción era estudiar abogacía, trabajar con mi viejo o seguir intentando con el fútbol. Ahí empezó a tocar la puerta la posibilidad de viajar a Dinamarca.

-¿Cómo fue tomar la decisión de viajar a Dinamarca? ¿Por qué lo hiciste?

-Tengo un primo que vivía allá y ahí me surgió la idea de irme con él. Junté recortes de diarios y recuerdos que tenía de mi historia en el fútbol y lo mandé a Dinamarca. Un tiempo después un club llamado Kolding FC del ascenso se fijó en mí y me ayudaron a poder viajar. Yo quería algo distinto para mi vida, fuera de mi zona de confort. 

-En la actualidad el fútbol feroés es de escaso conocimiento, además fuiste el primer argentino allí: ¿por qué elegiste ese destino? (Islas Feroe es un archipiélago en el que viven aproximadamente 50 mil personas) 

-Luego de una o dos temporadas en Dinamarca se me acercó un representante y me dijo que un club de las Islas Feroe está interesado en contratarme. Lo más raro fue que ni había escuchado de ese lugar y cuando miré en un mapa, era un punto en el medio de la nada. Fue una experiencia hermosa, tuve una hija ahí y en lo futbolístico fue increíble.  

-Luego de tres temporadas y media en el pequeño archipiélago, volviste a tu ¿hogar? ¿Ya sentías que tu lugar en el mundo eran los países nórdicos? 

-Sentía que quería probar algo nuevo y me volví a Dinamarca a hacer carrera nuevamente en el ascenso con el fin de poder llegar a la primera división. Si, sentía que allí estaba cómodo. había conocido a mi mujer y con ella recorríamos los países.  

-¿Cómo fueron los últimos años de tu carrera?

-Disputé una temporada y media en Suecia y nuevamente retorné a Dinamarca con la idea de jugar y estudiar al mismo tiempo y fue la mejor decisión que tomé. Pero fue muy complicado.

-¿Por qué?

-Con un título secundario en Argentina no podes ingresar directamente a la universidad. Mandé solicitudes de ingreso a casi todas las universidades del país pero me las rechazaron explicando que tenía que hacer la escuela otra vez y una sola me dió la oportunidad de tener al menos una charla.  

-¿Y ahí comenzó tu carrera universitaria?

-Si, tuve la oportunidad de comenzar la carrera de teraupeuta psicomotriz y así arranqué. Siempre me interesó el tema de la psicología en el fútbol, la motivación y ya desde ese momento hacía hincapié en lo que es mi profesión hoy.

-Fuiste entrenador y futbolista en paralelo ¿cómo fue esa experiencia?

-Fue una experiencia muy linda, también interesante. Me lesioné de ligamentos cruzados y aproveché ese año para estudiar la carrera de entrenador y me recibí. Vuelvo a jugar y echan al técnico, me ofrecieron la posibilidad de ser dt y es ahí cuando realmente entendés el trabajo de cada entrenador y las horas que lleva de preparación, no hay descanso. Armaba los entrenamientos, las tácticas y a la vez tenía que estar concentrado en el juego, aprendí muchísimo.  

-¿País favorito de los que jugaste?

-Uf, difícil. Fue poco tiempo pero me encantó Suecia, muy lindo el país y su gente. Las Islas Feroe me encantaron también, pero hay mucho viento y frío, un día fuimos a comprar con mi hermano, sopló el viento y nos tuvimos que agarrar de un poste para no volarnos. Por lo que viví elijo como mi país favorito a Dinamarca. 

-¿Cómo hacías para comunicarte dentro y fuera de la cancha?

-Desde el día que llegué no sabía inglés ni danés, mi única comunicación era la pelota de fútbol, además al principio tenía un diccionario danés-español y todos los días leía. Por obligación uno aprende, a los cuatro meses ya estaba hablando el idioma.

-¿Te hubiese gustado volver al fútbol argentino? ¿En qué momento de tu carrera y a que club?

-Me hubiese encantado, lo medité y charlé muchas veces con mi mujer. Era una meta pero también quería estudiar y formar una familia para cuando dejara de jugar al fútbol, se fueron chocando los valores y no se dio. Me hubiese encantado volver a Guaraní a enseñar lo que viví, es una cuenta pendiente que tengo como jugador y tal vez algún día la pueda vivir como técnico.  

-¿A qué te dedicás en la actualidad?

-Actualmente dejé el fútbol de alto rendimiento, hace un tiempo estuve entrenando y por comenzar la carrera de técnico de UEFA pero decidí cambiar de aires. Comencé a trabajar en una empresa donde ayudamos a las personas a ser una mejor versión de ellos mismos, ayudamos a la gente a mejorar tanto físico como mentalmente. Me encanta mi trabajo, estoy en la parte deportiva. 

-¿Por qué decidiste estudiar mientras llevabas a cabo tu carrera futbolística?

-Es que a mi, aparte de jugar al fútbol siempre me interesó aprender más, como uno puede mejorar los detalles. Tuve una lesión de ligamentos cruzados y me di cuenta que me gustaba mucho leer y aprender.

-¿Cómo fue esa experiencia?

-Me veía venir que no me iba a hacer millonario con el fútbol y muchos no piensan en la vida luego del retiro. Fue súper difícil estudiar en danés, mientras la llevaba a cabo me di cuenta que era la mejor conexión con el fútbol que iba a tener. Siempre quise estudiar como terapeuta o psicólogo deportivo, siempre quise ayudar gente.

-De todos los destinos que tuviste ¿en qué país se vive mejor? Tanto social como económicamente. 

-Para mi, Dinamarca es uno de los mejores países del mundo para vivir pero es porque mi estado social actualmente es bueno. Tengo una casa que compré con mi mujer cerca de un bosque y del mar, tenemos dos hijas y acá no hay inseguridad.

-¿Alguna vez, de chico, te imaginaste teniendo ésta carrera futbolística?

-Si venía alguien a los 15 años y me decía que iba a jugar en Italia, en Boca, vas a intentar en Dinamarca, vas a probar muchísimas experiencias siendo el primer argentino en muchos de estos clubes y tener un título universitario en paralelo no le hubiese creído.

-¿Qué significa el fútbol para vos?

-El fútbol para mi significan posibilidades, fue el que me abrió las puertas y gracias al fútbol conocí el mundo, por medio del deporte aprendí que hay que levantarse, no hay que darse por vencido y siempre darlo todo adentro y afuera de la cancha. El fútbol es una escuela, cuando uno no sabe o no puede algo es porque todavía no lo descubrió.

A 70 años del primer triunfo de Juan Manuel Fangio

Por Tomás Guido

Un 21 de mayo de 1950 se disputaba el Gran Premio de Mónaco, hoy es una de los trazados más emblemáticos del calendario. Fue la segunda prueba que disputó la categoría en aquel campeonato. La carrera la ganó uno de los hombres más importantes en la historia de la máxima categoría y de nuestro país: Juan Manuel Fangio.

En el difícil trazado de Montecarlo, Fangio logaría marcar el mejor tiempo con su Alfa Romeo, 1m50 segundos para ser exactos, detrás de él, el otro Alfa Romeo comandado por el italiano Nino Farina. Esa clasificación posee un dato muy singular, posee la mayor diferencia entre el primero y el segundo en esta tanda en las calles del principado, con 2,6 segundos entre ambos.

Fue uno de los grandes premios más accidentados en la historia de la categoría. De los 20 autos que largaron, en la primera vuelta se accidentaron nueve, entre ellos el argentino Froilán González.

La viveza del Chueco fue una de las claves para lograr su victoria. Cuando transitaba por las calles del principado notó que la gente no lo miraba a él, eso fue algo que le llamó la atención, al no saber lo que estaba ocurriendo redujo la velocidad y se encontró con el accidente. Lo curioso es que él cuenta que había visto una foto de un accidente en el mismo lugar y que su intuición lo hizo desacelerar y lograr esquivar los autos que estaban amontonados.

Fangio logró su primera victoria en la Fórmula 1, por delante del italiano Alberto Ascari del equipo Ferrari y el polaco Louis Chiron de Maserati. A su vez, si bien el Chueco logró el subcampeonato en 1950, a partir del año siguiente pudo subirse a lo más alto del automovilismo mundial con sus cinco títulos obtenidos en 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957.