jueves, junio 26, 2025
Home Blog Page 216

Francia: la disparidad entre el Lyon y la Selección

Foto: L´Équipe

Daniel Melluso

Es curioso que la Federación Francesa de Fútbol (FFF) cuente con el mejor club del mundo entre sus asociados —Olympique de Lyon—, siendo su Selección un equipo irregular y con poco bagaje en instancias definitorias de competencias internacionales, mucho más teniendo en cuenta que una cantidad considerable de jugadoras de Les Bleues actúan en el multicampeón de la Division 1, primera categoría femenina, temporadas tras temporada.

Corinne Diacre, entrenadora del conjunto galo, convocó para el Mundial que allí se disputará a siete futbolistas de Lyon: la arquera Sarah Bouhaddi; las defensoras Amel Majri, Griedge Mbock Y Wendie Renard; la mediocampista Amandine Henry; y las delanteras Delphine Cascarino y Eugénie Le Sommer, lo que constituye el 30 por ciento de la lista de 23. Es más, seis de ellas son titulares tanto en la Selección como en el club, lo que compone el 54 por ciento de la formación inicial de este último.

Es cierto también, aunque no valga como justificativo, que en el hexacampeón de Champions League participan jugadoras extranjeras, las cuales suelen ser las individualidades más importantes del equipo, las que marcan la diferencia, como por ejemplo, la delantera noruega Ada Hegerberg, considerada la mejor futbolista del mundo, que fue galardonada con el Balón de Oro en 2018.

Si se comparan los logros obtenidos por Lyon con los conseguidos por la Selección gala, las diferencias entre el primero con respecto al segundo son abismales. El club francés, además de los seis títulos europeos ya mencionados (ganó las últimas cuatro ediciones), se consagró 17 veces en la liga (13 consecutivos, desde 2007 hasta la actualidad) y triunfó en 10 ocasiones en la Copa de Francia, teniendo en cuenta que su primer logro fue en 2003. En contrapartida, el máximo hito de Les Bleues fue la primera posición de la copa amistosa SheBelieves 2017, la cual disputan Selecciones invitadas por Estados Unidos, el organizador. Su mejor colocación en un Mundial fue el cuarto puesto obtenido en Alemania 2011 y no logró pasar de los cuartos de final en la Eurocopa desde su primera participación en 1997 hasta la última en 2017. Es importante remarcar que su presencia en la Copa del Mundo es intermitente: no se clasificó a las primeras tres ediciones. Recién en 2003 compitió, pero fue eliminada en primera ronda, y en China 2007 quedó afuera en las eliminatorias, por lo que no concurrió al evento. En la actualidad, lleva tres participaciones consecutivas, si se tiene en cuenta la que comenzará el 7 de junio.

A pesar de ser la cuarta Selección en importancia según el ranking de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), el conjunto galo no está a la altura de los equipos que la preceden: la lista la lidera Estados Unidos, quien es el vigente campeón mundial (ganó tres títulos: 1991, 1999 y 2015); en segundo lugar figura Alemania, bicampeón de la competición (2003 y 2007); y tercero se encuentra Inglaterra, bronce en 2015 y semifinalista de la Eurocopa disputada en Holanda en 2017.

En la última cita mundialista en Canadá 2015, Les Bleues culminaron quintas, tras perder en cuartos de final con Alemania por penales y se quedaron en las puertas de la pelea por llegar a la final. Este año, como anfitrión, Francia intentará apoderarse de la tan anhelada y esquiva Copa del Mundo para, aunque sea una vez, estar a la altura de su máximo exponente a nivel clubes, el Olympique de Lyon.

 

Las mediocampistas de la Selección Argentina

Por: Dalmira San Miguel 

Myriam Mayorga

De pequeña, tenía la manía de cortar la calle junto a sus primos y vecinos y jugar por varias horas al fútbol. La calle San Francisco III, en Bariloche, era para ellos una inmensa cancha. Myriam era la única nena que jugaba con los varones. Y fue la única de su familia y amigos que se enamoró por completo de ese deporte. 

Cuando cumplió 11 años, una de sus amigas le comentó que en el club barilochense Mutisias iban a incorporar futsal femenino. Myriam no dudó en anotarse. Sus padres la apoyaron en todo momento. Sólo le dijeron que si a ella le iba mal en el colegio automáticamente la sacaban del club. 

Cuando terminó el secundario ella seguía jugando al futsal en el club. Myriam trabajaba de cajera en un autoservicio por la mañana y a la noche iba a entrenar. Todos los viernes jugaba los torneos regionales que se disputaban los fines de semana. Un viernes, como cualquier otro, Myriam, con 22 años, viajó a Jacobacci, ciudad a 200 kilómetros de Bariloche, para disputar un partido. Lo que ella no sabía era que Diego Guacci, en ese momento director técnico de UAI de Urquiza, iba a estar mirando el encuentro. Cuando finalizó, Guacci le propuso a Myriam viajar a Buenos Aires para sumarse al club de Villa Lynch. Y además, le otorgarían una beca para que estudie la carrera universitaria que ella quisiera en la Universidad Abierta Interamericana (UAI).

La mediocampista aceptó la propuesta de Guacci. Dejó atrás Bariloche y se fue a vivir a Buenos Aires. Se anotó en medicina y se recibió el año pasado. Actualmente está estudiando la especialización en terapia intensiva. En cuanto al fútbol, hace seis años que viste la camiseta número 5 de UAI de Urquiza. En la Selección mayor participó solamente, por el momento, en las eliminatorias para el Mundial Francia 2019.

Lorena Benítez

Lorena nació en Luis Guillón, provincia de Buenos Aires, hace 20 años. Sus padres son inmigrantes paraguayos y en total tiene ocho hermanos. Su primer paso en la Primera División del Fútbol argentino fue cuando cumplió 14 años. Jugó en San Lorenzo de Almagro. En la actualidad,  la mediocampista es la mejor jugadora de futsal del país, y se destaca en Kimberley Atletic Club, de Villa Devoto. En el fútbol once también es una de las grandes promesas a futuro, y en este momento viste la camiseta de Boca Juniors.

En cuanto a la Selección lució la camiseta en la Sub-17 y Sub-18. En la Mayor fue parte del plantel que entre fines de febrero y principios de marzo de este año disputó la Copa de las Naciones en Australia ante el seleccionado local y los de Corea del Sur y Nueva Zelanda.

Un dato a tener en cuenta es que junto a su novia Verónica Rivero, titular de la Comisión de Futsal Femenino en AFA, acaban de ser madres de mellizos. Si bien el embarazo de Verónica llegaba a las 40 semanas de gestación durante la Copa del Mundo, el parto se adelantó justo antes de que Lorena viajara a Francia. Así nacieron Renata Isabela y Agustín Ezequiel.

Mariela Coronel

A los 7 años se dio cuenta de que su pasión era el fútbol. Nació en Santiago Del Estero, el 20 de junio de 1981. “Me crié con mi hermano mayor. Éramos muy traviesos los dos. Él me dio por primera vez una pelota número cinco. Nuestros padres nos mandaban a dormir la siesta todos los días pero nosotros nos escapábamos e íbamos a patear la redonda un rato”, contó Mariela en una entrevista para el sitio web El Femenino.

Cuando terminó el secundario se fue a vivir a Buenos Aires. Ya instalada en la ciudad, se presentó en una prueba de jugadoras que realizaba el club Independiente de Avellaneda. En el mismo quedó y jugó por cuatro años. Por la mañana trabajaba en una panadería y a la tarde se iba a entrenar al complejo de Los Diablos Rojos. En 2007 comenzó a vestir la casaca de San Lorenzo. En el equipo de Almagro estuvo tres temporadas.

Después emigró a España. Comenzó a jugar en el equipo Transporte Alcaine. Luego en el Atlético de Madrid, y allí se se convirtió en la primera mujer argentina en participar en la Champions League. Después pasó un año por el club Madrid y actualmente, con 37 años, está en el club Granada, de Segunda División de España.

La camiseta de la Selección Argentina la vistió en los Juegos Olímpicos Pekín 2008, los Mundiales Estados Unidos 2003 y China 2007.  Además ganó el Sudamericano Argentina 2006, que se disputó en Mar del Plata.

Vanesa Santana

Comenzó jugando al fútbol con los varones de su barrio, a los 4 años, en José Hernández, Buenos Aires. Tiene cinco hermanos y su madre los tuvo que criar sola ya que su ex pareja, padre de los mismo, los abandonó. Hasta los 13 años, Vanesa jugó en la Liga de fútbol de su barrio.

Cuando cumplió los 14 años uno de sus deseos fue jugar en el equipo de Boca, el club de sus amores. El deseo se le cumplió ya que a los pocos días de haber cumplido años se probó en el conjunto de La Boca y quedó. Ya con 18 años pidió un nuevo deseo. “El sueño de jugar en Boca lo cumplí. Ahora, el próximo, es jugar al fútbol pero profesionalmente”, comentó Vanesa en una entrevista para un medio colombiano.

Se fue de Argentina a lograr este último sueño. Emigró a Colombia, allí vistió la camiseta del Deportivo Cali. “Cuando me quedé a vivir en Colombia extrañaba mucho a mi mamá, mis hermanos y mis seis sobrinos. Ellos desde Argentina me daban fuerzas, por teléfono, para que me quedara en este país a cumplir mi gran sueño”, dijo Vanesa en una entrevista para el diario online El País de Colombia.  Actualmente, con 28 años, está jugando para el Club Deportivo Escuelas de Fútbol de Logroño, La Rioja, España. En el mismo, se desempeña como mediocampista y la apodan la guerrera ya que va a todas las pelotas a muerte.

En  la Selección Argentina arrancó en el Sub 17 con 15 años. Con la Mayor participó en los Juegos Olímpicos Pekín 20008, el Mundial China 2007, la Copa América Argentina 2006, Ecuador 2010, Ecuador 2014 y Chile 2018, los Panamericanos Brasil 2007, México 2011 y Canadá 2015 y el Sudamericano Chile 2014.

Estefanía Banini

Se inició futbolísticamente en el Club Cementista, en la provincia de Mendoza. Ingresó con 5 años y comenzó a jugar en el equipo con los varones ya que fútbol femenino no había. A los 16 años pasó a formar parte del club Las Pumas de la misma ciudad. Allí jugaba con otras adolescentes de su misma edad.

A los 21 años, emigró al equipo chileno Colo-Colo. En su primer año logró los Campeonatos de Apertura y Clausura de 2011. Al año siguiente, logra su tricampeonato en el Apertura. También se coronó campeona en la Copa Libertadores 2012. Su gran desempeño la llevó a ganar el premio a la Mejor deportista del fútbol femenino de Chile, siendo la primera extranjera en obtenerlo desde su instauración en 2007. En 2015, se fue a jugar al club estadounidense Washington Spirit. Allí, a Estefanía se le vino la noche, ya que se tuvo que alejar de las canchas por 6 meses debido a que sufrió una lesión en su rodilla derecha.

Tras la lesión, fichó en el Valencia de España, y jugó por una temporada. En 2018, volvió a vestir la camiseta del club estadounidense, Washington Spirit. Y a fin del año pasado, se incorporó al club español Levante.

La camiseta de la Selección Nacional la vistió en varias competiciones: tres Copas Américas (Ecuador 2010, Ecuador 2014 y Chile 2018)  y los Juegos Sudamericanos Chile 2014.

Ruth Bravo

Nació en San Remo, barrio en la provincia de Salta. A los 7 años comenzó a practicar al fútbol con sus vecinos. “Yo jugaba descalza porque tenía un solo par de zapatillas. Me acuerdo que si veía que los chicos arrancaban sin mí, agarraba un cuchillo y les pinchaba la pelota”, contó Ruth en una entrevista que le hicieron en el diario Clarín. Cuando cumplió 10 años se fue a vivir a Magdalena, pueblo ubicado a 100 kilómetros de Buenos Aires, junto a su familia. El primer club donde jugó fútbol fue en Estudiantes de La Plata.

Después del pincha pasó a jugar a Boca Juniors, el club de sus amores. Tuvo una rotura de ligamentos que la llevó a alejarse de las canchas durante dos largos años. Volvió y vistió la casaca azul y amarilla hasta el 2018. Se despidió del club de La Boca con un mensaje en sus redes sociales: “Sepan que fui la persona más feliz del mundo y les entregué todo lo que tenía. Esto es un hasta pronto, sin dudas volveré a mi lugar en el mundo”. Luego de este mensaje firmó un contrato con el club madrileño CD Tacón  de la Segunda División de la liga femenina española.

Con la Selección formó parte del Sub 18 y Sub 20. Con este último participó en el Mundial Japón 2012. Con la Mayor disputó la Copa América Femenina Chile 2018, ganó la medalla de bronce en la misma. Debido a eso, jugó en el repechaje para pelear por un lugar en el Mundial de Francia 2019.

Dalila Ippolito

Con 3 años, comenzó a patear la pelota en la plaza del barrio de Villa Lugano. Jugaba con sus vecinos o si estos no estaban lo hacía con su padre, quien era el que generalmente la llevaba a jugar fútbol con sus amigos. Al principio, Dalila alcanzaba las pelotas hasta que fue más grande y se metió en la cancha a entrenarse con su padre y los compañeros de este.

A los 6 años comenzó a entrenarse en el Club Jóvenes Deportistas de Lugano, donde practicaba con los varones ya que no había fútbol femenino. A los 8 jugaba en el JD y además arrancó en la escuelita de fútbol La Plaza. Los vecinos la definen a este como un semillero de futbolistas.

Agustín Martínez, director técnico de La Plaza, consiguió el contacto de Diego Guacci, entrenador de River. Agustín le vio tanto potencial a Dalila que le propuso que se presentará en las pruebas del club de Núñez. En febrero de 2013, Dalila comienza a vestir la camiseta blanca y roja. Debutó en el clausura 2015 contra Estudiantes de la Plata. Ese día River se impuso por 7 a 1.

En la Selección debutó directamente en la mayor. Lo hizo en un amistoso con Uruguay, el 29 de agosto de 2017. Con 15 años, fue titular en ese encuentro. La delantera de River y la Selección, sueña con poder levantar la Copa del Mundial Francia 2019., con 17 años.

Todo cambia, menos El Maestro

Foto: Fifa.com

Por Francisco Rodríguez

Lejos en el tiempo, allá por 1947, nacía un hombre único, aunque su modestia seguramente no lo dejaría admitirlo. El 3 de marzo llegaba al mundo quien, años más tarde, se convertiría en el entrenador con más partidos y mundiales dirigidos en una selección nacional. A paso lento pero firme, con La Celeste en el corazón, él no se conforma. Pasa el tiempo y todo cambia, excepto la relación entre Uruguay y una persona: Óscar Washington Tabárez.

Los grupos de trabajo cambian todos los años. Independientemente de que las personas que los integran sean las mismas, el simple hecho de renovar los objetivos del conjunto hace que la dinámica y las relaciones que lo conforman sean completamente distintas. Especialmente en el fútbol, uno de los tantos lugares donde la inmediatez manda, y la exigencia de resultados aniquila a los procesos que requieren paciencia. En el mundo en el que vivimos, el cambio es constante. Por eso, atribuirle el mérito de varios años de trabajo y, por ende, de diversos grupos, a una sola persona sería una cuestión difícil –e incluso algo injusta- de realizar. Sin embargo, en este caso, vale la pena la excepción. Porque si hablamos de Uruguay y hablamos de fútbol, tenemos que hablar del Maestro Tabárez.

El domingo 16 de junio, Uruguay debutará formalmente en un torneo repetido, en un escenario que ya conoce por su historia, y también por su técnico. La Celeste disputará su Copa América número 44, siendo uno de los cuatro equipos que estuvo presente en la primera edición, allá lejos por 1916. Ganó 15 en total ¿La última? En 2011, cuando el equipo del Maestro venció por 3-0 a Paraguay, en el Monumental.

Su primer contacto con la selección charrúa fue en 1983, cuando fue designado como entrenador de la sub 20. Duró solo un año en el cargo que volvió a ocupar por la misma cantidad de tiempo en 1987. Nadie suponía que ese hombre, ese maestro de nivel primario que estaba dando sus primeros pasos en el hostil universo de los técnicos, sería quien haría resurgir de sus cenizas al fútbol celeste.

Luego de un primer ciclo que duró apenas dos años: asumió en 1988 y disputó el Mundial de Italia 1990, donde perdió en octavos de final contra el anfitrión. Volvió a dirigir a La Celeste en el 2006, otro año en el que Uruguay se quedó sin Copa del Mundo. La selección charrúa no había logrado clasificar a los mundiales de Estados Unidos 1994 y Francia 1998. En el 2002 asistieron a Corea-Japón, pero su sueño duró poco, ya que se volvieron en primera ronda. Eran épocas oscuras en el fútbol oriental.

Desde entonces, Tabárez cambió todo. En su vuelta al máximo torneo de selecciones (Sudáfrica 2010) consiguió un formidable cuarto puesto. Y un año después, en 2011 se volvía a consagrar campeón de América tras 16 años de sequía. Uruguay nunca dejó de hacer un buen papel en los ya 13 años que El Maestro estuvo al mando. Con el trabajo duro, el esfuerzo y el juego limpio como base, su selección se convirtió en la bandera de un país.

Sin embargo, su ciclo, en cuanto a resultados, no es ultra ganador, por lo menos en el sentido exitista de la palabra ¿Qué es lo que lo todavía lo mantiene en su cargo a este hombre que “solo” ganó una Copa América de cinco ediciones disputadas, cuando, supuestamente, en el fútbol solo importan los resultados? ¿Por qué este señor de 72 años todavía comanda el equipo absoluto de la selección uruguaya?

A pesar del paso de los años y de los jugadores -que bien lo acompañan en su ciclo- la dirigencia le sigue renovando el contrato a Tabárez porque hay una visión más amplia, más profunda que el resultado final. El Maestro le dio a la Selección Uruguaya su propia identidad, inconfundible e invaluable. Él fue quien hizo resurgir al fútbol oriental, le dio prestigio y reputación a una selección que lo había perdido, un sentido de pertenencia mayor a cualquier individuo, incluso mayor que él mismo.

Tabárez es más que un técnico. Está a cargo de la dirección de todas las selecciones masculinas. Como bien dijo el presidente de la “Comisión Normalizadora” de la Federación de Uruguay, Pedro Bordaberry, es “la cabeza de un trabajo a largo plazo”.

Hoy, Tabárez se encuentra deteriorado por el paso del tiempo. Necesita un bastón para mantenerse de pie y –aunque nunca fue un hombre de muchas palabras- de un megáfono para que dar indicaciones. Además, no solo sufre del Síndrome de Guillain-Barre, una extraña patología que hace que sus células nerviosas sean atacadas por su sistema inmunológico y así generan parálisis en su cuerpo, sino que además fue operado en febrero de hernia umbilical. Sin embargo, su figura está más presente que nunca.

Esta es la historia de un hombre que desafía a tiempo y a la inmediatez. El Maestro es un campeón con todas las letras, con medalla incluida, aunque eso es lo de menos. “Cambia, todo cambia”, decía Mercedes Sosa. Tabárez la contradice. Pasan los años y el icónico entrenador sigue allí, disfrutando del camino, su recompensa. Y va por más, piensa primero en la Copa América y, después, en Catar 2022.

Chile y la necesidad de resurgir

Por Dimas Ballada

La Selección de Chile es como una serie de Netflix. Ante el ineludible éxito y las ansias de más, se espera que con el tiempo salga una nueva temporada con todos sus protagonistas, aquellos que le dieron fruto a la misma. En este caso, estarán todos. Todos excepto uno, Claudio Bravo.

Durante las rondas clasificatorias para el Mundial de Rusia 2018, cinco jugadores realizaron un acto de indisciplina antes del duelo con Paraguay y llevaron largas horas en el casino. Luego de perder 3-0 ante Brasil en el último partido de las eliminatorias y quedarse sin chances de ingresar al Mundial de Rusia de 2018, Carla Pardo, esposa del histórico arquero chileno Claudio Bravo, acusó a diversos miembros de la selección nacional  de su país de “irse de fiesta” y no entrenar por el estado de ebriedad que llevaban. La Roja comenzaba a arder más que nunca.

Con el tiempo, la molestia no fue invisible y tuvo repercusiones: el arquero es el gran ausente para disputar la Copa América que se avecina en Brasil. Según varios medios, su presencia en el torneo continental fue vetada por decisión de algunos de sus ex compañeros: Mauricio Isla, Erick Pulgar, Gary Medel y Arturo Vidal.

Desde que el caso del arquero del Manchester City hace eco en las paredes del complejo deportivo Juan Pinto Durán, Chile vive, hace rato, bajo un clima bravo. Tensión, carencia de profesionalismo, pérdida de compañerismo, desmantelamiento de la unidad y la ausencia de un líder que le ponga freno a la situación son características que descompaginan las piezas del rompecabezas.

Un plantel golpeado por internas que parece haber perdido la memoria, esa que lo encontró en un escenario inmejorable: ganó dos Copas América (las primeras de su historia), fue subcampeón de la Copa Confederaciones y contó con la figura de Alexis Sánchez (ahora goleador histórico de “La Roja”) para llevar a un pueblo con mucha hambre de gloria a lo más alto de Sudamérica.

En el conjunto trasandino todo es incertidumbre. La marea es alta y el murmullo es tal que genera movimientos sísmicos. Tanto, que detonan todo lo que fortaleció a este equipo en los últimos años. Reinaldo Rueda, el actual entrenador, deberá promover una reunión entre el arquero y sus detractores, a puertas cerradas, sin testigos, para pedir disculpas y conseguir la unión del grupo y la solución de un problema que aniquila un clima armonioso.

Sin la comprensión del juego de Marcelo Díaz y el talento natural de Jorge Valdivia. Sin el acento argentino de Jorge Sampaoli y Juan Antonio Pizzi para escalar a la élite del fútbol sudamericano. Y sin la garantía del histórico Bravo en el arco, será una incógnita saber si el factor grupal (ese que tantas alegrías le dio al pueblo chileno) podrá predominar sobre la lucha de egos y la ausencia de un líder que le ponga fin a un elenco poco domable para defender la corona y, por qué no, conseguir el tricampeonato de América.

Yeferson Soteldo, afuera de la Copa por no tener la Visa

Foto: Fifa.com

Por Valentín Isarri

Yeferson Soteldo nació en la ciudad de Acarigua y debutó a los 16 años en FC Zamora, de Venezuela. Luego pasó a Huachipato y posteriormente fue cedido a Universidad de Chile, donde disputó la Copa Libertadores y mostró su mejor versión. Actualmente juega en Santos y es dirigido por Jorge Sampaoli.

En Zamora, el venezolano mostró un gran despliegue futbolístico por el extremo derecho, lo que provocó la citación de Rafael Dudamel al Sudamericano Sub 20 de Ecuador en 2017. La Vinotinto quedó en tercer lugar y accedió al Mundial que se disputó en Corea del Sur. En el torneo continental anotó tres goles en nueve partidos jugados. En la cita mundialista, Soteldo se convirtió en el jugador más desequilibrante de Venezuela. Tal es así que, si bien no convirtió goles, ayudó para que los sudamericanos lleguen a la final del torneo internacional por primera vez en su historia en dos participaciones (la otra, octavos de final en Egipto 2009). Venezuela perdió 1-0 ante Inglaterra pero dejó una buena imagen de cara al futuro futbolístico del país.

La sorpresa para muchos de los venezolanos es que Rafael Dudamel haya dejado afuera de la lista al jugador del Santos que viene siendo determinante en el Torneo Brasileirao. Soteldo es uno de los pocos nacidos en Venezuela que juegan en un equipo de primer nivel en América y fue elegido por el medio inglés Scouteld Football como uno de los mejores jugadores sub 23 del mundo.

El motivo de la no convocatoria a la Copa América es porque Soteldo no tenía habilitada la Tarjeta Visa que le permite acceder a Estados Unidos a hacer la pretemporada con la selección.  “Hoy no podremos contar con un jugador de tanto nivel como es Yeferson Soteldo. No le han dado la Visa Americana pese al esfuerzo que hizo la Federación Venezolana de Fútbol y su club. Lamentablemente se ha hecho todo a destiempo y no podrá estar en la Copa”, declaró Dudamel para DirecTV Sports.

Varios medios deportivos importantes de Venezuela se mostraron disconformes con la elección del director técnico ya que el jugador podría estar en la Copa América porque no se le impide jugar en tierras brasileras. Simplemente no podría ingresar a Estados Unidos, sumándose al plantel recién el 10 de junio cuando la delegación viaje a Brasil para instalarse de cara a la copa.

Rafael Dudamel, además declaró: “No tenerlo en Estados Unidos le restaría competencia”. En lugar de Soteldo ingresó en la lista Adalberto Peñaranda, que se encuentra jugando en Watford en la Premier League. El jugador de 22 años disputó un solo partido en toda la temporada 2018/19 por la FA Cup.

La Federación Venezolana, sin embargo aseguró que la Visa ya está disponible para que Yeferson Soteldo pueda viajar a Estados Unidos. De todas maneras, el director técnico no lo tendrá en cuenta.

Venezuela se encuentra hace una semana en Norteamérica y jugó un amistoso el primero de junio ante Ecuador y enfrentará a México y Estados Unidos el 5 y 9 respectivamente, para viajar el 10 hacia Porto Alegre y preparar el debut ante Perú por el Grupo A de la Copa América.

Los hermanos Scarone

Por Lucila Fereyra

En 1917 en el Estadio Parque Pereira de la ciudad de Montevideo se jugaba la segunda edición del Campeonato Sudamericano de Selecciones, actual Copa América, y Uruguay quería repetir su proeza del año anterior: conseguir el título, pero esta vez en su propia casa.

Dos hermanos amantes del fútbol, que llegaban al Seleccionado desde el club Nacional, hicieron historia y fueron fundamentales para el triunfo de La Celeste. Ellos eran Héctor El Mago y Carlos Rasqueta Scarone.

Carlos, quien había tenido un fugaz paso por Boca Juniors, convirtió los dos primeros goles no sólo de su país sino también del torneo en un partido frente a Chile que terminó 4 a 0. Además contribuyó con un tanto en la goleada ante Brasil en el segundo partido de su equipo.

Con apenas 19 años, Héctor no quiso ser menos que su hermano y metió un gol a los 62 minutos del encuentro clave que disputaban con la Selección Argentina. Fue el gol que finalmente consagró a Uruguay ganador del campeonato, siendo local y en un estadio repleto.

El Mago cerró su gran campeonato nombrado como el mejor jugador y Rasqueta fue el segundo máximo goleador de la copa con 3 anotaciones, debajo de su compañero Ángel Romano que había convertido 4.

Estos hermanos siguieron triunfando en la Selección pero no juntos, como lo habían hecho aquella vez. En 1920 Carlos era parte del plantel uruguayo que ganó la Copa América. Mientras que Héctor aunque no participó en el tercer triunfo de La Celeste, pero sí estuvo presente cuando su país ganó en 1923, 1924 y 1926.

La vuelta de Óscar Cardozo en busca de revancha

Por Francisco Di Giusto

El 3 de julio de 2010, ya pasadas las nueve de la noche bajo el estrellado cielo sudafricano, el delantero paraguayo Óscar Cardozo acomodó la pelota en el punto penal. Había caído producto de un agarrón de Gerard Piqué en un córner y el juez guatemalteco Carlos Batres no dudó en sancionar la pena máxima. Además, venía de convertir el último penal en la definición frente a Japón, y se sentía confiado. Ojos clavados en el balón, con un trote apurado y decidido se fue acercando cada vez más a la redonda hasta que sacó un zurdazo furibundo hacia el palo izquierdo de Iker Casillas. Todo el estadio enmudeció.  El arquero del, en ese momento, Real Madrid, adivinó la intención y tapó el remate. Finalmente, España vencería 1 a 0 al seleccionado paraguayo con gol de David Villa y avanzaría a semifinales de la Copa Mundial. Las ilusiones Guaraníes quedarían enterradas allí en el Ellis Park, mientras que los ibéricos se coronarían campeones una semana después.

Cardozo tuvo una carrera casi diseñada para que su epicentro sea ese penal. Nacido hace 36 años en un pequeño hogar al costado de la ruta 7, en el departamento de Caaguazú, el ariete se caracterizó siempre por su altura, buen cabezazo y potencia al definir. De ahí su apodo Tacuara, por la planta de bambú. Su debut en el Club 3 de Febrero en el año 2003 ya lo catapultaba como un letal artillero, con 20 goles en 34 partidos. Luego de un auspicioso paso por Nacional de Asunción, el delantero paraguayo llegaría a Newell’s, donde su carrera dio el salto que necesitaba. La temporada 2006-07 fue brillante, formando una temible dupla con su coterráneo Santiago Salcedo y anotando 21 tantos en 33 encuentros, salvando al equipo rosarino del descenso. Mientras que su nivel iba en ascenso.

Sus buenas actuaciones le valieron la convocación a la Selección Nacional, su sueño siempre latente. Primero en amistosos y luego en la Copa América de Venezuela 2007. Formó parte de una época dorada del seleccionado Guaraní con jugadores de la talla de Justo Villar, Roque Santa Cruz y Salvador Cabañas, que comenzó en dicha competición y se estiró hasta el subcampeonato en la Copa América del 2011, cuando cayó 3-0 frente a Uruguay. En el medio, aquellos cuartos de final frente a España donde estuvo a un penal de la gloria, pero Casillas despilfarró sus sueños con una volada antológica. Luego de la final perdida en el Monumental, Gerardo Martino abandonó su cargo como director técnico y la selección fue de mayor a menor sin un rumbo decidido.

El mismo rumbo tomó la carrera de Tacuara, quien de Newell’s pasó al Benfica portugués, en una transferencia que ocupó en ese entonces el segundo escalafón entre las más caras del club luso (11 millones de dólares Euros), solo por detrás de Simao Sabrosa. Allí Cardozo disputó siete temporadas, en las que marcó 172 goles y consiguió ocho títulos locales. Su cénit goleador llegó en la temporada 2009-10 (38 tantos), contemporáneo al Mundial de Sudáfrica. Pero sin dudas, su oportunidad con el club llegó en el año 2014. Sin Paraguay en el mundial, y con la espina clavada del pasado año en la final perdida frente al Chelsea, el paraguayo llegaba a una nueva final de Europa League con el Benfica, frente al Sevilla de Unai Emery. Y fue otro penal, otro maldito penal, esta vez en la definición luego de un tibio 0-0, el que condenó a Tacuara. El arquero del conjunto español Beto alcanzó a manotear el débil remate del guaraní, que se difuminó al lado del palo. Cardozo cayó vencido mientras los gritos andaluces se hacían tronar. Finalmente, Sevilla vencería a los lusos por 4-2 y se coronaría campeón. La maldición de Bela Lugosi, esta vez encarnada en los pies del muchacho de Caaguazú.

El rendimiento de Cardozo mermó notoriamente luego de dicha final. Ya fuera de la consideración del cuerpo técnico, migró a Turquía donde, si bien rindió, perdió en la carrera por un puesto en el seleccionado. Sin disputar las Copas América de 2015 y 2016, y tras un paso fallido por el Olympiacos griego, decidió que su futuro, y lo mejor para su carrera, estaba en las bases. Así, retornó a Paraguay, donde desde 2017 defiende la camiseta de Libertad. Allí lleva 72 partidos, 39 goles, un título y actualmente se encuentra en octavos de final de la Copa Libertadores. Y eso no es todo: volvió a la nómina del seleccionado en el final de las eliminatorias para Rusia 2018, y actualmente se encuentra entre los 23 que disputarán la Copa América en Brasil.  Tacuara, que en sus pies tuvo la gloria, está de regreso. Y busca revancha.

El demorado regreso de Japón a Sudamérica

Por Manuel Antuña

El lunes 17 de junio, la Selección de Japón jugará un partido que se postergó hace 2907 días. El lunes 17 de junio, Los Samuráis Azules disputarán su primer partido por la Copa América de Brasil 2019 ante Chile y, finalmente, volverán a hacer rodar la pelota por Sudamérica en un torneo oficial, como hicieron por primera vez en 1999 en Paraguay.

Cuando el árbitro dé la orden en el estadio Morumbí, se podrá jugar un encuentro que estaba inicialmente pactado para comenzar en San Salvador de Jujuy, una provincia que el combinado japonés no llegó a conocer.

El lunes 17 de junio, el equipo nacional que representa a las más de 3.000 islas que conforman el archipiélago ubicado en el Pacífico Norte, podrá finalmente presentarse a jugar el certamen que la naturaleza le impidió en 2011.

Era la hora 14:46 en todo el Estado del Japón. Era viernes, con lo cual las calles seguían congestionadas con oficinistas, comerciantes y turistas. Los jóvenes, en el colegio. Cuando el reloj llegó al segundo 23, las vidas de los 126 millones de ciudadanos nunca volvieron a ser las mismas. El suelo comenzó a temblar, no paró durante seis cortos minutos que debieron sentirse como una eternidad. La superficie, por la intensidad del movimiento, perdió propiedades físicas y comenzó a hundirse. El terremoto que ocurría, bautizado Tōhoku, no era como los que habían experimentado en los días previos, este era mucho más poderoso, el más fuerte que alguna vez azotó a Japón. La escala sismológica de magnitud de momento marcó que fue de 9,0.

Pero lo peor aún no había pasado. Luego del gran movimiento tectónico, le siguió un tsunami con olas que llegaron hasta los diez metros, que terminaron por arrasar con todo lo que tenían por delante, y que ocasionaron el 92% de todos los decesos por estas catástrofes naturales.

El saldo final marcó más de 15 mil muertos y más de 2 mil desaparecidos. Millones de personas desplazadas de sus hogares, y un país con serios destrozos en su infraestructura. El pueblo japonés tenía un largo camino por delante, se estimaba que le tomaría cinco años poder recuperarse, y que era incluso peor que las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. Pero, fieles a su historia, no perdieron un segundo. En sólo seis días reconstruyeron una autovía completa, y un mes después ya habían restablecido los vuelos domésticos.

Sin embargo, a pesar del gran esfuerzo que hacían los japoneses para reactivar a su país tras la tragedia, debieron dejar de lado algunos compromisos. El Campeonato Mundial de patinaje sobre hielo, a disputarse en Tokio, debió ser trasladado a Moscú, por ejemplo. Pero su ausencia más recordada, fue la de la Copa América 2011, que se disputó en Argentina, y que de hecho compartía el grupo con el anfitrión.

El por entonces vigente campeón de la Copa de Asia se vio obligado a resignar sus chances de jugar su segunda Copa América, porque la liga local debió interrumpirse por los graves daños que atravesó el país en ese momento, y sus jugadores no estarían con el mismo ritmo que los sudamericanos. Fue por eso por lo que en su lugar ingresó Costa Rica.

Ya transcurrieron ocho largos años, y el horizonte es otro en el Estado del Sol naciente. Japón ha logrado sobreponerse frente a la adversidad natural, y continúa siendo uno de los países líderes en el mundo. En su Selección, también han ocurrido cambios de panorama. Ya no están las estrellas de Keisuke Honda,Yūto Nagatomo o Shinji Kagawa, sino que, actualmente, hay una renovación de jugadores en el seleccionado.

El entrenador, Hajime Moriyasu, tomó la determinación a principios de año, cuando armó al plantel que culminó subcampeón en la Copa de Asia ante Catar. Ahora fueron convocados 17 jugadores que no tuvieron rodaje en la Selección Mayor, únicamente en los seleccionados juveniles, y que estarán disputando sus primeros encuentros oficiales con el manto azul.

Muchos de estos nuevos jugadores, apenas superan los 22 años. Lo que significa que la mayoría de ellos tenían alrededor de 14, cuando Tōhoku sacudió a su nación en 2011. Eran jóvenes que iban a clases y no debían imaginar lo que estaba por ocurrir. Inclusive, Takefusa Kubo, el más chico del grupo, solo tenía nueve años, y era un pequeño que concurría a una escuela primaria.

Luego del temor más grande de sus vidas, los muchachos pudieron seguir con el fútbol. Hasta algunos como Naomichi Ueda y Shoya Nakajima, fueron a jugar el Mundial sub-17 ese mismo año a México, en donde llegaron hasta cuartos de final.

No será un certamen más para Japón. No sólo porque busca darles minutos a sus jóvenes promesas, no sólo porque tiene la oportunidad de sumar un título histórico a sus vitrinas, ni siquiera porque se encuentra con la chance de demostrar el crecimiento del fútbol en el continente asiático.

Cuando el próximo 17 de junio Japón enfrente a Chile, esta nueva generación de jugadores hará aquello que esperaba ver de sus ídolos, que los fanáticos nipones del fútbol no pudieron disfrutar en su momento. El 17 de junio, los pibes de Japón vuelven a jugar una Copa América.

Colombia después de Pekerman

Foto: golombianos.com

Por Daniel Melluso

Seis años, cuatro meses, tres días, dos Mundiales y un par de Copas América, duró el ciclo de José Pekerman en la selección Cafetera. Más allá de los buenos resultados deportivos —los cuartos de final en la Copa del Mundo Brasil 2014 y la tercera colocación en el torneo continental que organizó Estados Unidos en el 2016, a raíz de los 100 años de la CONMEBOL, fueron los puntos más altos de su campaña—, el verdadero mérito es el legado que el técnico dejó y la clara muestra son los jugadores que potenció a lo largo de ese lapso, quienes ahora son los emblemas del equipo.

El de Villa Domínguez, Entre Ríos, le cedió la posta al portugués Carlos Queiroz, que tras un exitoso paso por el seleccionado de Irán recaló en tierras colombianas para que con su impronta, La Tricolor continúe en franco ascenso. El hombre nacido en la antigua África Oriental Portuguesa, actual Mozambique, quien en sus pergaminos como entrenador cuenta, además, con un corto recorrido por el Real Madrid, lleva dirigidos dos encuentros amistosos en su nuevo cargo: un triunfo ante Japón y una derrota ante Corea del Sur, en marzo de este año.

Para esta copa, la que será su primer competencia oficial, el lusitano producirá un gran recambio si se tiene en cuenta la lista de 23 que confeccionó Pekerman para el último Mundial en Rusia. Son 10 los futbolistas que no estarán en Brasil y que sí lo hicieron en el país europeo, los cuales constituyen el 43 por ciento de la nómina. Los mediocampistas Carlos Sánchez y Juan Fernando Quintero (por lesión), y el delantero Carlos Bacca son los grandes ausentes, pero los ingresos y, a la vez, regresos de los atacantes Duván Zapata y Roger Martínez, y el volante Edwin Cardona inyectan de ilusión al pueblo Cafetero.

Radamel Falco García y James Rodríguez son las figuras del equipo, por lo que estarán presentes en el torneo. El arquero David Ospina y el volante Juan Guillermo Cuadrado también fueron citados y, junto con el centrodelantero y el mediocampista creativo, serán los referentes del plantel que buscará el segundo título continental en la historia de La Tricolor.

Vale recordar brevemente que el único campeonato en el que logró el primer puesto fue en el del 2001 y el mismo lo tuvo como anfitrión. Se consagró tras no recibir goles, convertir 11 y concatenar seis victorias consecutivas, incluyendo la final ante México, al que venció por 1 a 0 con el tanto de Iván Ramiro Córdoba, ex defensor del Inter de Milán y capitán de aquella plantilla.

Por otra parte, dentro de los convocados se encuentran el guardameta Álvaro Montero y el central Jhon Janer Lucumí, quienes no disputaron ningún partido con el seleccionado mayor, pero sí fueron parte de los juveniles. Es más, Montero jugó el Mundial Sub-20 Nueva Zelanda 2015, en el que fue titular, pero el equipo perdió en octavos de final ante Estados Unidos. Ambos son parte de la renovación generacional que ocurre lentamente en el conjunto sudamericano.

Teniendo en cuenta cada una de las cuestiones aquí planteadas, sobre todo el debut por los puntos de Queiroz, Colombia intentará ser su mejor versión y, por qué no, lograr su segunda corona americana para que el después de la era Pekerman no sea tan brusco.

Ramiro Castillo, un sueño que terminó en pesadilla

Por Juan Pablo Manera

Toda persona fanática del fútbol, sea o no jugadora, sueña desde chica con, alguna vez, calzarse la camiseta de su país y defenderla hasta con la última gota de transpiración para lograr un título y quedar marcado en algún punto de la historia.

Fue Bolivia la que, en 1997, logró alcanzar la última instancia de la Copa América por segunda vez en 72 años de vida futbolística. La Verde quería volver a repetir la gloria que había alcanzado en 1963, cuando se coronaban, por primera y única vez, campeones del certamen continental – después de dejar en el camino a Perú, Venezuela, Uruguay, Ecuador y México – los jugadores anhelaban el poder triunfar ante un Brasil lleno de estrellas y tocar el cielo con las manos, tal cual lo habían hecho sus antepasados en aquella época.

Llegó el 29 de junio, día designado por los organizadores para que los dos mejores del torneo jueguen entre sí con el objetivo de definir al nuevo conquistador de Sudamérica. El estadio era el Hernando Siles, ubicado en los casi 3600 metros de altura de La Paz. En los altoparlantes sonaban las formaciones de ambos equipos y la gente en el estadio se sorprendió al no escuchar el nombre de Ramiro Castillo, delantero, capitán y figura de la selección boliviana. Resulta que, poco antes del comienzo del encuentro, a Chocolatín le avisaron que su hijo había tenido que ser hospitalizado por un fuerte cuadro de hepatitis, por lo que decidió no jugar la final e ir a la clínica en donde estaba su niño. 2 días después, el pequeño de tan solo 7 años falleció.

Castillo, de 31 años de edad, se vio envuelto en un profundo estado de depresión y, 3 meses después de la tragedia, optó por no continuar. El 18 de octubre de 1997, fue hallado sin vida en su casa ubicada en la localidad de Achumani, al Sur de La Paz, con una corbata alrededor de su cuello.

Posterior al incidente, uno de los jugadores que formaba parte de la Selección de Bolivia en aquella Copa América, Erwin Sánchez, declaró de qué manera se vivió la situación en el vestuario y cómo afectó al rendimiento del equipo en la final (perdieron 3-1): “Fue un gran golpe para todos. Pocos conocen esta historia, fue muy triste para nosotros. Teníamos la ilusión de ganar la Copa jugando contra Brasil y con la presencia de nuestro pueblo. Todo fue cuesta abajo”.

Castillo era uno de los referentes de su país y uno de los que integró la lista de 23 de Bolivia en el Mundial de Estados Unidos en 1994, la última vez que la nación se clasificó a una Copa del Mundo. Tuvo un largo paso por el fútbol argentino, donde vistió las camisetas de Instituto de Córdoba, Argentinos Juniors, River Plate, Rosario Central y Platense –es el boliviano con más partidos jugados en nuestro país, con 146 apariciones y 10 goles convertidos-.

Un jugador con una extensa carrera y que todavía tenía mucho para dar. A minutos de tocar la gloria, pero con un final trágico a la vuelta de la esquina. Un sueño que terminó siendo una pesadilla.