jueves, mayo 2, 2024
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El bigote maldito de Mario Kempes

Pedro Carbone @carbone_pedro

Alguna vez alguien dijo: “No creo en las cábalas, pero les tengo mucho respeto”. Una frase totalmente aplicable, sobre todo, en el mundo del fútbol, donde el fanático no lava la camiseta, tampoco el calzoncillo, se sienta siempre en el mismo lugar y pone el volumen al mismo nivel, creyendo que alguna fuerza mística reconocerá todos esos pequeños y delicados esfuerzos y le concederá a su equipo la victoria. Pero cuando llega la derrota, y llegará, el fanático no cuestiona la cábala. Simplemente crea una nueva y hasta que no deje de darle resultado, no la cambia. El proceso se repite cuantas veces sea necesario, casi como un manual.

La creencia en estas metodologías es un simple “creer o reventar”. La fe se pone a prueba constantemente y hay quienes huyen a darle valor alguno. Sin embargo, hace 40 años alguien decidió confiar y la historia de una nación cambió para siempre.

En 1978, se registraron 3455 nacidos con el nombre Mario Alberto, por Kempes, el Matador. El delantero cordobés nacido en Bell Ville era el único futbolista del seleccionado que no jugaba en un club local, para representar a Argentina en la Copa del Mundo. Sus goles los marcaba en el Valencia español, donde lo consideran un ídolo.

Pero para que esos 3455 pibes lleven ese doble nombre, algo tuvo que suceder. Y es ahí donde las cábalas, estas creencias místicas inexplicables, se apropian del centro de la escena. Y no fue Carlos Bilardo en ponerlas en práctica esta vez, ni Reinaldo Mostaza Merlo con sus famosos cuernitos. En esta oportunidad, el protagonista es la antítesis: César Luis Menotti.

Así es, el autor del libro ‘Fútbol sin trampa’ tenía un as bajo la mano, una pequeña ayudita para desbloquear una maldición. En los primeros tres partidos de la Copa del Mundo del 78, disputada por primera y única vez en suelo local, la Selección Argentina necesitó de los goles de Daniel Bertoni, Daniel Pasarella y Leopoldo Luque, este último en dos ocasiones, para superar los partidos ante Hungría (2-1) y Francia (2-1), aunque no alcanzaron para pasar a los italianos (0-1) en el último encuentro de la fase.

Pero el destape llegó para el encuentro ante Polonia, en Rosario. El Matador Kempes no había podido marcar en ninguno de los tres choques anteriores, y Menotti le mostró su preocupación. Sin embargo, no le explicó una técnica especial ni tampoco intentó que mejorara un movimiento que estaba haciendo mal dentro del campo y que lo alejaba del gol, como uno pudiera suponer del estudioso Menotti. No. Le sugirió que se afeitara el mostacho: “Mario, ¿por qué no se afeita, a ver si le cambia la suerte?”.

Kempes, que había sido el Pichichi de las temporadas 1976/77 y 1977/78 en el conjunto Che, se dio cuenta que el bigote no lo había acompañado en sus conquistas, por lo que no le pareció descabellado el consejo y antes del partido con Polonia se afeitó. Aquel 14 de junio, no solo rompió con el maleficio, sino que marcó dos goles y voló con reflejos de gato para taparle con la mano un gol sobre la línea a los polacos, y no solo eso, sino que el arquero Ubaldo Fillol, además, le atajaría el tiro penal al capitán europeo Kazimierz Deyna.

Después de aquel día, Kempes repitió el ritual afeitándose antes de cada cruce, y volvió a marcar por duplicado ante Perú, en el 6-0 que le permitió a la Selección Argentina acceder a la final, y otro doblete ante Holanda, en el partido definitorio del campeonato que le dio el certamen, por primera vez, a los argentinos. El Matador se llevó el premio al máximo goleador del torneo mundialista gracias a sus seis goles en cuatro partidos, todos sin mostacho.

El archivo de Eduardo Rafael

Archivo Tea y Deportea

Notas escritas por el Flaco:

…Y su nombre flotando en el adiós (El Gráfico, número 3228, 18 de agosto de 1981)

Corbatta: vivió y murió solo (El Gráfico, número 3766, 10 de diciembre de 1991)

A 25 años de la muerte de Julio Sosa. Varón, pa’ quererte mucho (El Equipo, año 1, número 6, 20 de noviembre de 1989)

Casi un cachito de país, libre e independiente (La Maga, año 4, número 163, 1 de marzo de 1995)

Para llegar a la cama había que pasar por el Civil (La Maga, año 4, número 165, 15 de marzo de 1995)

El café como escuela y la atracción del cabaret (La Maga, año 4, número 167, miércoles 29 de marzo de 1995)

El jefe de deportes (La Maga colección. Homenaje a Osvaldo Soriano)

El Pichuco de River (La Maga colección. Homenaje a Troilo)

Un encuentro con Roberto Goyeneche (Tango de colección, número 1)

Nely Omar. Días de radio (Tango de colección, número 13)

Juan D’Arienzo. Genio y figura: aquí está el Rey (Tango de colección, número 14)

Tita Merello. Símbolo de Buenos Aires (Tango de colección, número 15)

Los 40. D’Agostino Vargas. Emblema de la época (Tango de colección, número 18)

Carlos Gardel. Del silencio a la devoción (Tango de colección, número 20)

Notas sobre el Flaco:

El caso Robledo Puch (incluido en el libro “Artistas, locos y criminales”, de Osvaldo Soriano, Seix Barral, mayo 2010)

“Antes el periodismo tenía olor a tinta” (entrevista en el libro “Curso de Periodismo, de Inés Tenewicki, Troquel, enero 1995)

Entrevista de Carlos Ulanovsky(desgrabación para el libro “Paren las rotativas”)

Chau, Flaco

Andrés Mazzeo

“¡Qué frase!”, dijo una vez escuchando una letra de Cátulo Castillo. Porque para el FlacoRafael el tango primero, y el fútbol después, eran una devoción. Era el exponente de una bohemia que se perdió en el tiempo, cuando los periodistas salían de las redacciones a la madrugada y se iban a comer o a tomar una copa escuchando tangos por la avenida Corrientes hasta que amaneciera. Las mañanas no existían y la vida recién empezaba después del mediodía.

Como buen porteño, amaba a su madre y, machista al fin, de joven fue un “cuida” de sus hermanas menores. A Marta, la mayor, la acompañaba a las milongas y no la dejaba bailar más de tres tangos con la misma pareja. Y a Cristina sólo le aprobó al novio cuando supo que era fana de Pugliese. El orgullo de las dos se mantiene en el tiempo cuando hablan de aquel flaco alto y pintón: “Todas nuestras amigas estaban enamoradas de él”.

Recordaba siempre sus inicios en el periodismo en el vespertino Noticias Gráficas pasando información desde las canchas. A pocos meses de entrar se jugaba la final del Mundial de 1962 entre Brasil y Checoslovaquia y un jefe, al que la pasión por el vino había superado la que le despertaba el fútbol, le dijo si se animaba a cubrir el partido desde la redacción mientras él se iba al bar. Y el Flaco se animó, y la nota salió tal cual la había escrito. Y así comenzó su trayecto. El siguiente paso fue el diario Crónica, en el que empezó como colaborador y terminó como secretario de redacción. Ahí cubrió la campaña del Estudiantes multicampeón desde La Plata hasta Manchester y hasta viajó para entrevistar a Perón cuando estaba en Puerta de Hierro. “La noche anterior me agarré una tremenda descompostura con fiebre, no sé si por los nervios o por algo que había comido. A duras penas pude ir al día siguiente. En la foto del diario pareciera que Perón me estaba haciendo un análisis político y lo que realmente hacía era darme consejos para cortar la diarrea”, contaba entre sus innumerables e increíbles anécdotas. La Opinión, redacción en la que tiró paredes con Osvaldo Soriano, La TardeEl GráficoLa MagaTiempos del Mundo fueron otros eslabones de su carrera.

Se definía como “hincha de Atlanta de corazón y de Vélez por adopción”. Fue amigo de Osvaldo Zubeldía y de Carlos Bianchi, quien durante su etapa de gloria en Vélez recibía su visita en la concentración el día anterior a los partidos. También compartió horas y viajes con César Luis Menotti y con Carlos Bilardo, entre otros hombres del fútbol, y cafés con poetas como Enrique Cadícamo y músicos como el Gordo Troilo y Osvaldo Piro.

Fue tanguero hasta para elegir el nombre de sus hijos, aunque tuvo que negociarlo con Rosa. Por su admiración por Discépolo quería que el varón fuera Enrique Santos, pero tuvo que limitarse a colarlo a Manzi en el Alejandro Homero. Y la mujer tenía que ser Malena, ¡qué otra!, pero fue Laura (por la “sala de baile” de la calle Paraguay que competía con la de María la Vasca a principios del siglo pasado).

Era cabezadura a veces, como cuando sostenía inflexible que el Beto Alonso no estaba entre los mejores 50 jugadores de la historia de River y en uno de los manteles de papel de Pippo, artísticamente salpicado de tuco y pesto, empezaba a escribir: Pedernera, Moreno, Labruna, Walter Gómez, Sívori…, sin dar el brazo a torcer. Y generoso siempre, como lo puede atestiguar cualquiera que lo haya conocido.

Eso sí, hay que reconocer que Rafa tenía dos grandes defectos en sus pasiones. Porque al Flaco no le gustaban ni Riquelme ni Piazzolla, aunque aceptaba que Adiós Nonino era uno de los tres mejores tangos instrumentales de la historia. Pero esto puede ser considerado como un pequeño desliz, un detalle menor en su vida.

Las charlas que durante muchos años dio los lunes a la mañana en Deportea quedaron grabadas en todos los que las presenciaban.“Hoy a la mañana, cuando mi mujer me despertó para que viniera acá, dije ‘¡la concha de la lora!'”. Y ante la sorpresa de los chicos, que no se esperaban semejante arranque, les preguntaba: “¿Saben de dónde viene esa frase? ¡Cómo puede ser!. La usan cada cinco minutos y no lo saben”. Y ahí sí, ya con todos en el bolsillo empezaba a contar historias de frases, de tangos, de partidos y de todo aquello que tuviera que ver con la vida cotidiana en Buenos Aires.

Cuando se acercaba el final, Carolina, la secretaria de Deportea sacó un papel de su cuaderno. “Hace más de 10 años el Flaco me dijo que en su velorio quería que tocaran estos cuatro tangos. Y yo los guardé”. Los elegidos: Desde el alma (un vals), RecuerdoResponso Te fuiste ja ja (la puta madre Flaco, ¿te parece que era un momento para hacer esa joda?). Y allí sonaron, en un celular, claro, toda una herejía en el caso del Flaco que hasta se resistía a las computadoras tecleando su vieja Olivetti.

El último adiós lo encontró rodeado de sus afectos en la misma fecha y hora en la que había muerto su madre, quizá un guiño a esa persona a la que había adorado.

Chau Rafa. Y sí…, tenías razón. ¡Qué frase la de Cátulo! “La vida es una herida absurda”.

Houseman: “Nos enteramos y lloramos todos”

Javier López Ezcurra @Javi_Lopez96 e Ignacio Castro @NachoCastroQ

Un hombre que ronda los 60 años sale de una confitería para fumar un cigarrillo en un viernes gris, en el Bajo Belgrano, con una apariencia deslucida y andar torcido. Viste una camiseta a bastones celestes y blancos del Club Atlético Rivadavia de Chivilcoy. Sin aparentar ser quien realmente es, se para ahí René Houseman, un campeón del mundo.

Alude que, hace 42 años (el 24 de marzo de 1976) en el marco de una gira por Europa, convertía el gol de la victoria por 2 a 1 de la Selección Argentina sobre Polonia, en Chorzow. Entró, con el número 7 en la espalda, en el minuto 64 por Héctor Scotta, autor del empate transitorio, en lo que fue considerada una de las victorias más importantes de la selección en aquel entonces. Mientras el equipo dirigido por César Menotti enfrentaba al seleccionado polaco, el gobierno de Isabel Martínez de Perón era derrocado por una junta militar, dando inicio a la dictadura más trágica en la historia del país.

El Loco intenta hacer memoria:

-¿Qué recuerda de esa gira de 1976 con el seleccionado argentino de fútbol, por Europa?

-Los recuerdos son entre gratos e infelices. Fuimos con una alegría inmensa por ir a Europa sin imaginarnos la vuelta tremenda que tendríamos con el Golpe de Estado y los desaparecidos, después. Esa misma noche, después del partido, nos enteramos y lloramos todos, no recuerdo si fue en Varsovia o en Rusia. Cada uno se preocupó por su familia. La pasamos mal.

-¿Qué recuerda del partido con Polonia?

-Jugamos mejor que ellos fuimos más contundentes en ataque, ellos tenían un buen equipo con jugadores importantes como Deyna y Lato, pero ese día estuvimos mejor que ellos.

-¿El triunfo fue opacado por la noticia de que en Argentina se produjo un golpe?

-Fue opacado porque fue ahí cuando nos enteramos, a la noche. Nos queríamos ir pero no se podía porque ya estaban pactados los partidos.

-¿Es verdad que existió un comunicado del gobierno de facto exigiendo que se continuara la gira?

-No, para nada. Que yo me enterara, no.

-¿Cómo se comunicaban con sus familiares?

-A través de los periodistas que cubrían la gira. Antes no había celulares y menos whatsapp, uno aparentaba estar tranquilo, pero no lo estaba por dentro.

-¿Cuánto incidió el concentrar con Jorge Carrascosa, uno de los líderes, para manejar la situación?

-Líderes éramos todos, Carrascosa era uno de ellos. Lo que tenía el Lobo era que es un tipo muy capacitado para hablar, es abogado y por eso tiene la facilidad para conversar y comunicar. Tranquilizaba.

-¿En algún momento se plantearon no continuar la gira?

-No, en ningún momento. Continuamos jugando porque si no lo hacías cuando volvías al país, capaz aparecías en el Río de La Plata o tirado en cualquier lado.

-Ese 24 de marzo, la junta militar suspendió varias transmisiones radiales y televisivas a excepción del partido de fútbol entre Argentina y Polonia, ¿no se sintieron usados para distraer a la gente y que no se tomara noción de lo que realmente sucedía?

-No, en ese momento no pensás en eso.

-¿Y ahora, con el paso de tiempo?

-No, tampoco. Al igual que en el Mundial de 1978, Videla no entró a cabecear, Massera no pateó ningún córner y Agosti, ningún penal, en ese sentido no me siento usado. Para mí ya se pasó, lástima que quedaron todas las muertes ridículas que sucedieron en el país, que se pudieron haber evitado sin un gobierno de facto.

-Te fuiste, al igual que todo el plantel argentino, con un país en democracia y cuando volviste era una dictadura, ¿qué sentiste en ese momento?

-Sinceramente yo no entendía lo que era democracia ni lo que era dictadura, por eso no le di la real importancia que tenía. Lamentablemente para mí era lo mismo ambas pero por suerte me fue cambiando el chip y me di cuenta de lo que realmente era la dictadura.

-Tuviste un encuentro con Videla y lo saludaste.

-Sí, en Rosario después de ganarle a Perú en el Mundial 78 entró al vestuario. Yo estaba desnudo y le di la mano con falsedad. Sentí asco.

-Mucho se habló de la influencia de Videla en los partidos de la Selección Argentina, ¿era de entrar a los vestuarios antes o después de los mismos?

-No, sólo ingresó al vestuario esa vez con Perú.

-¿Cómo era la vida del futbolista en esos años de dictadura?

-A mí no me afectó para nada. Me dolió que haya tantas muertes y tantos desaparecidos pero no me afectó a mi vida como futbolista y tampoco a la familiar.

-¿Su familia tenía actividad polítca?

-No, para nada.

-¿Y sus compañeros?

-No que yo sepa.

-Se cumplen 40 años del Golpe de Estado al gobierno de Isabel Perón y la Argentina jugará contra Chile por las eliminatorias al mundial de Rusia 2018, ¿le parece bien que se dispute el partido, en un día tan significativo para el país?

-No soy quién para decirte que sí ni que no pero, pensándolo bien y si de mí dependería la decisión, no lo jugaría en esa fecha.

-¿Cree que esté bien que se entremezclen la política y el fútbol?

-No, no tienen nada que ver. La política es una cosa y el fútbol es otra.

-Desde lo político, ¿Cree que esa gira de 1976 fue un impulso político para lo que terminó siendo el Mundial Argentina 1978?

-Desde lo político, siendo sincero, no te lo podría decir. Nosotros entrábamos a jugar por Argentina. Ninguno sabía lo que sucedía en el país.

-¿Sintieron que el ganarle a la URSS en esa gira fue un resultado importante, como destacó la prensa argentina de ese entonces?

-Todos los resultados en los que terminás como ganador son importantes. Se destacó porque ganamos de visitante. Para mí es lo mismo jugar acá (Buenos Aires), Santiago del Estero o en Rusia.

-¿Es lo mismo jugar dos copas mundiales, más allá de cuál sea la sede?

-Para mí sí porque no tengo el problema de adaptarme.

-¿Qué significó para usted jugar dos copas mundiales para la Argentina?

-Es un tremendo orgullo haber jugados la Copa del Mundo dos veces. Personalmente siento que rendí muy bien en el primer mundial (Alemania 74) y en el segundo no lo hice bien porque me pasé físicamente. Estaba muy sobreentrenado, en la semana estaba al 100% y yo necesitaba estar al 70% para poder jugar al 100 en el partido.

Producción: Guido Speranza, Ignacio Martin Castro, Javier López Ezcurra y Matías Herrera Lopardo.

Jugadores protagonistas fuera del campo de juego

Matías Tolosa

César Luis Menotti, técnico del seleccionado albiceleste para la Copa del Mundo de 1978, insistió hasta último momento para que Jorge Carrascosa cambie su decisión de no participar de la competencia, pero era algo que no estaba dispuesto a hacer teniendo en cuenta el contexto social y político que transcurría el país y el fútbol en general. Los festejos de goles se confundían con los gritos de dolor que provenían de los centros de detención.

Ese primer Mundial que organizó y ganó Argentina se vio envuelto en un proceso de terrorismo de Estado que de todos modos no influyó directamente en la realización del torneo, pero sí es recordado en la actualidad por la enorme cantidad de desaparecidos y como la competencia a la que el “Lobo” Carrascosa desistió a pesar de ser quien estaba destinado a levantar el trofeo. Daniel Passarella, quien heredó la capitanía de la selección, señaló años más tarde que se arrepiente de disputar esa competición: “Si hubiera sabido exactamente lo que pasaba, no hubiese jugado ese torneo. Hoy pienso que muchos padres y madres han perdido a sus hijos mientras nosotros jugábamos la Copa del Mundo”.

No fue sólo el argentino el gran ausente de esta edición mundialista ya que Paul Breitner,capitán de Alemania que había sido el país campeón en 1974 y que jugaba en Real Madrid, también se negó a viajar a Sudamérica por el contexto en el que se jugarían los partidos.“Alemania es el actual campeón y eso le hace tener unas responsabilidades especiales. La Selección no debe dejar que la utilicen como una marioneta, porque los deportistas, aunque tengan en el deporte su principal preocupación, no deben ser eunucos políticos”, aseguró el lateral alemán antes de renunciar al torneo.Otro jugador que tomó conciencia de lo que estaba pasando en Argentina fue el arquero sueco Ronnie Hellström. El día que comenzó el Mundial, Hellström acompañó a Las Madres de la Plaza de Mayo en su manifestación en la Casa Rosada en lugar de asistir a la ceremonia de inauguración.

En sentido contrario, el futbolista holandés Rudolf Krol se vio involucrado en una situación de encubrimiento hacia la dictadura que rápidamente el jugador desmintió. Se trató de una carta falsa publicada, traducida del inglés, por “El Gráfico” en la que la figura de Holanda le comunicaba a su hija de tres años en Argentina todo estaba bien, citando frases como “Papá está bien. Tiene un batallón de soldaditos que lo cuidan y que de sus fusiles disparan flores. Argentina es tierra de amor”.El autor de la carta ficticia fue el periodista Enrique Romero, corresponsal del medio, que cuando Krol negó haberla escrito, confesó que fue él quien la redactó, pero que el holandés estaba de acuerdo. El defensor aseguró que no le diría nada en inglés a su hija porque es holandesay el plantel amenazó con retirarse del Mundial, aunque siguieron jugando hasta perder la final que consagró al seleccionado argentino.

La grieta del Mundial 78

Matías Tolosa

La Selección Argentina consiguió su primer Copa Mundial en medio de un entorno político y social al que muchas personas ignoraron, a pesar de la enorme cantidad de desaparecidos bajo responsabilidad de la dictadura militar que dominaba el país. Por un lado, las Abuelas de Plaza de Mayo indignadas porque la gente seguía mirando el Mundial como si nada estuviera ocurriendo y por el otro, los hinchas que apoyaron a su equipo en cada partido, enceguecidos por 11 jugadores dentro de un campo de juego, que no pudieron observar lo que sucedía en los alrededores de los estadios. También, en medio de estas dos posiciones, hay que agregar a los militares que, encabezados por el presidente de facto Jorge Rafael Videla, se encargaron de tirar la tierra bajo la alfombra tanto para los argentinos, como para los extranjeros que fueron a disfrutar del evento deportivo másimportante.

Aunque la prensa local no le otorgaba el espacio que correspondía a los reclamos de los familiares de los desaparecidos por la dictadura, los medios de los países que vinieron a Argentina para cubrir un espectáculo deportivo, también se encargaron de dar lugar a las quejas y pedidos desesperados de las víctimas que marchaban constantemente hacia la Casa Rosada en busca de respuestas.

Cada festejo de gol en el Monumental, era un grito de dolor a tan solo 1300 metros, en la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde los militares torturaban a muchos argentinos. Para muchos era nada más que una victoria, un campeonato, pero para el Estado de esa época, eran manos puestas sobre los ojos que impedían que el ciudadano y hasta incluso los propios jugadores del seleccionado, tomaran conciencia de lo que estaba pasando.

“Mientras algunos lloraban de alegría, mi marido y yo lo hacíamos de tristeza”, señaló tiempo después Estela De Carlotto, una de las participantes de las denuncias de las Abuelas de Plaza de Mayo, que buscaba a su hija y su nieto que habían sido secuestrados por el gobierno de facto.

Graciela Palacio, integrante del organismo Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas,vivió la Copa del Mundo de 1978 sin su marido que fue raptado por los militares en 1976. “El Mundial tapó muchas cosas. Creo que los triunfos de la Argentina ayudaron mucho para que la gente se olvidara, nosotros éramos la campaña antiargentina, estábamos obrando contra el gran Mundial”, recuerda Graciela a 40 años del torneo que ganó Argentina.

Mi querida Islandia

Daniela Simón @DanielaaSimon

Diego Forlan sacó la bolilla que delimitaba que Islandia sería el primer rival de Argentina en el Mundial: mezcla de hechizo e incertidumbre. El encantamiento de jugar con la cenicienta de la cita, vestida de blanco, con sus zapatitos de cristal.

Y si Islandia era una incógnita, para Jorge Luis Borges, no. Justo a él, que tan poco le gustaba el fútbol.

Borges la conoció mucho antes que el “Will Grigg is on fire” y a que sea revelación;incluso antes a ser un equipo de fútbol. Cuando Borges leyó las kenningar, las metáforas islandesas, se rindió a sus pies. Su mente empezó a volar en el mar congelado que florece, voló lejos, donde la línea que separa cielo y tierra se pierde en el horizonte. Se enamoró de Islandia perdidamente, con locura. Un amor tan ardiente como la lava de un volcán que está a punto de estallar. Sincero y candente.

Borges desgastó las letras de la Volsunga Saga, el libro con el que la conoció, cuando él todavía era un jovenzuelo. Encontró inspiración en el frío. En el territorio gélido que hace entumecer los pies y contraer todo el cuerpo, que hace apichonarse como si fuera un niñito, que da cuatro, cinco horas de luz, quizás más. Su pasión nace desde el fuego y se convierte en poesía cuando es palabra.

Le dijo cosas lindas al oído, le regaló su pluma. La escuchó hablar y quedó fascinado.

Ni la ceguera le impidió sentir y admirar a Islandia por primera vez en 1971, aunque ya la conocía de antes. Sabía todo de ella: su forma de hablar, lo que pensaba, lo que la entristecía y la animaba. “Cuando llegué a Islandia, lloré. Me emocionó tanto estar allí. Tengo un gran amor por todo lo escandinavo”, le confesó al escritor Héctor Álvarez Castillo. “Fue tan mágico, porque uno sale de Nueva York, fueron creo que cinco o seis horas de vuelo. Luego cuando uno llega, el reloj marca las dos de la mañana, y está amaneciendo. Islandia tiene algo que no tiene ningún otro país, es un poco como un tesoro que uno tiene”.

Volvió en el 76 y en el 78, porque su amor provocaba un cosquilleo en todo el cuerpo que lo hacía volver.

Borges se sentaba y la escuchaba hablar en la lengua que para él era el latín del norte. Lo desoló el saber que nadie más sabía de ella. Le dedicó su vida y le regaló sus sueños a cambio de ser su fuente inagotable de inspiración.

Preso de un amor que concibió las Kenningar, Literaturas germánicas medievales y Gylfginning, y versos que alguna vez escribió en su alma. Incluso en la muerte, en la sombría lápida en Ginebra, Islandia lo acompaña en la eternidad.

Ruta de espejo, ríos que hoy son hielo, que inundan los ojos. Personaje de una inmensidad que los hace sentir chiquito, muy chiquito, insignificante. Borges sintió que lo envolvía suavemente una pincelada de colores que se dibujaba en el cielo.

Pasarán los meses, se distingue el campo: verde y tierra. El hielo es tan solo un recuerdo. Ahora día y noche es lo mismo, la luz es eterna. Da igual, para Borges siempre seguirá siendo su querida Islandia.

AFA: era post Grondona

Juan Ignacio Cueto

La AFA comenzó un periodo de cambios con la muerte de Julio Humberto Grondona el 30 de julio de 2014. Hoy con Claudio Tapia a la cabeza, el organismo que rige el fútbol local lucha por reponerse y reorganizarse tras muchos años de caos.

Desde el 6 de abril de 1979 hasta el día de su fallecimiento, el fundador de Arsenal de Sarandí estuvo al mando de la Asociación de Fútbol Argentino. En ese tiempo, nuestro país pasó por muchas presidencias, comenzando con la última dictadura –recibió apoyo del general Carlos Alberto Lacoste para su elección– hasta Cristina Fernández de Kirchner –con quien se alío y dio paso al nacimiento de Fútbol Para Todos–.

A partir del deceso de Grondona, el manejo de la AFA fue un desorden total. El primero en tomar las riendas fue, de forma interina, Luis Segura, quien era el vicepresidente en ese momento. En diciembre del 2015, finalmente, se hicieron elecciones por el puesto entre el presidente interino y Marcelo Tinelli. Votaron 75 asambleístas y se produjo un empate que dejó en 38 votos a cada uno. Hasta hoy, no hay una explicación concreta de lo que sucedió. Lo único seguro es que esa noche se vio uno de los bochornos más grandes de la historia de la Asociación.

La FIFA tomó cartas en el asunto y designó un Comité Normalizador que quedó a cargo de Armando Pérez para que se haga cargo del fútbol. Bajo este nuevo mandato se designó a Edgardo Bauza como sucesor de Gerardo Martino, quien cerró su ciclo por problemas con los dirigentes dejando como saldo dos finales perdidas en las Copas América de 2015 y 2016, además del tercer puesto en las Eliminatorias hasta ese momento. Además, se rescignó el contrato con FPT –orquestada principalmente por el presidente de la nación Mauricio Macri–. Esta nueva comisión no tenía el aval ni el poder suficiente para proponer nada, por lo que se convocaron a elecciones para marzo de 2017.

Llegada esa fecha, el único que se postuló para el puesto fue Claudio Tapia, quientenía el apoyo de la mayoría de los dirigentes, por lo que fue electo como el nuevo presidente de la Asociación del Fútbol Argentino. Su primera decisión fue destituir al Patón, a quien los resultados y el juego de la selección no lo acompañaron ya que el equipo estaba en el quinto puesto de las Eliminatorias. En su lugar llegó Jorge Sampaoli, con quien finalmente se logró el objetivo de clasificar al Mundial.

Desde ese momento, el Chiqui está intentado llevar la carreta por el camino correcto, pero no es tarea fácil con todos los problemas que hubo detrás. El actual presidente tiene una buena relación con Macri y cuenta con su apoyo para seguir sentado en el sillón de Viamonte Uno de los mejores pasos del también presidente de Barracas Central fue recuperar el poder de la AFA en Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol), el cual se había perdido con la renuncia de Segura a su puesto de tesorero en 2016, al asumir como vicepresidente de la misma.

Sin emabrgo, ahora no es todo color de rosas, ya que Tapia está en conflicto con su yerno Hugo Moyano –uno de sus vicepresidentes–. El presidente de Independiente siente que fue traicionado por el mandatario de AFA por temas extrafutbolísticos (un día después de una movilización de Camioneros en contra de Macri, Tapia se reunió con el Presidente de la Nación).

Será cuestión de tiempo reordenar la Asociación de Fútbol Argentino, pero está muy claro que no será tarea fácil.

Delfina Pignatiello logró una nueva medalla de plata en natación

Delfina Pignatiello, nadadora argentina, logró una medalla plateada en la prueba de los 400 metros libres, que fue ganada por la húngara Ajna Késely, y así, sumó su segunda presea olímpica, el pasado viernes en el Centro Acuático.

Pignatiello marcó un tiempo de 4’:10’’.40, quedando por detrás de Késely (4’:07’’.14), y por delante de la austríaca Marlene Kahler (medalla de bronce, con 4’:12’’.48).

La nadadora de 18 años había sido primera cómodamente en su serie por la mañana con un tiempo de 4’:11’’.86, quedando cinco segundos por delante de la sudafricana Dune Coetzee (4’:16’’.73).

Además, la nacida en San Isidro, venía de ser campeona mundial junior (Indianápolis 2017) en las pruebas de los 800 y 1500 metros libres, y subcampeona en la de los 400. En esas tres competencias su rival en los dos primeros puestos fue también la húngara Késely, que solo pudo vencerla en los 400 metros.

Por otro lado, en la final del día viernes también compitió la argentina, Delfina Dini, que terminó octava con un tiempo de 4:19.25 minutos.

Saltos ornamentales, la elegante disciplina que convocó hasta a los bomberos

Joaquín Arias

Es sábado a la mañana y el sol, ese aliado ausente durante las últimas jornadas, vuelve a entibiar desde arriba el Parque Olímpico de la Juventud. Mientras tanto, adentro del Centro Acuático, el calor salpica con tanta fiereza que cualquier acreditación deviene en abanico.

Arrancaron los saltos ornamentales y el clima agobiante no puede con la destreza, elasticidad y elegancia que cae desde la plataforma de diez metros, la más alta de los siete trampolines. No hay fervor de los chicos y chicas de los colegios aunque sí rostros pasmosos en los dos costados del complejo. Muchos sentados, algunos parados. Todos cautivados, pese a no haber algún argentino o alguna argentina en competencia.

Todos quieren ser testigos privilegiados de esta prueba tan poco difundida como atractiva: efectivos de seguridad privada, personal de mantenimiento, gente de la tercera edad, voluntarios e incluso bomberos de la Ciudad. Todos agigantan sus retinas, buscan el mejor ángulo y quienes no lo encuentran estiran con empeño sus cuellos con el fin de no perderse ningún salto. El grado de atención y de encanto del público es, posiblemente, de los más elevados de todo Buenos Aires 2018. Los aplausos retumban durante esos cinco segundos entre cada aterrizaje en el agua y el anuncio de los puntajes de parte de los siete jurados.

Como muchas veces, una atleta china fue la ganadora de la ronda preliminar. Lin Shan, de 17 años, obtuvo 485.50 puntos, 50 más que su escolta, la mexicana Gabriela Agundes. Habrá que avisarle a ellas y a las otras nueve participantes que su virtuosismo convocó a todos un sábado bien temprano. Hasta a los bomberos.