viernes, julio 18, 2025
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Carlos Bianchi, el DT más ganador de la historia del fútbol argentino

Pedro Duffau, Leandro Gambino y Marcelo López Aspuru

Carlos Bianchi es, hasta el momento, el director técnico más ganador en la historia del fútbol argentino. Se cumplen 27 años del Torneo Clausura 1993, su primer título como entrenador de Vélez Sarsfield. Los 15 que logró, repartidos entre el equipo de Liniers y Boca Juniors, lo convierten en indiscutible.

Lo que hizo Bianchi, tanto en Vélez como en Boca, fue formar grandes planteles. Tuvo arqueros fundamentales (Chilavert, Córdoba y Abbondanzieri), armó defensas muy sólidas, consolidó mediocampos muy combativos y también de juego (Serna, Pepe Basualdo, Bassedas, Riquelme) y delanteros hábiles o con mucho gol (Palermo, Asad, Turu Flores, Tévez). Además, Bianchi es la única persona en el mundo del fútbol que posee dos estatuas en distintos clubes: en Vélez fue inaugurada en diciembre de 2015 y un año más tarde, se erigiría su monumento en Boca.

Aquel Vélez campeón del 93 tenía una virtud que lo destacaba por encima del resto: desgastaba al equipo contrario. No tenía el dominio de la pelota todo el tiempo al “estilo Guardiola”, si no que estaban los once jugadores metidos todo el partido. Muchas veces convertía el primer gol y luego era muy difícil darle vuelta el resultado. Efectividad pura, compromiso y concentración constante. Esa fue su marca.

Con Vélez ganó seis títulos entre 1993 y 1996: Clausura 93, Libertadores 94, Intercontinental 94, Apertura 95, Interamericana 96 y Clausura 96. Logró con el conjunto de Liniers algo inédito en su historia: alcanzar la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental. Llevó a un equipo que no es considerado grande en su país a lo más alto del mundo. En 1996 tuvo su emotiva despedida en el Estadio José Amalfitani, colmado por 50.000 personas. En el Fortín dirigió 182 encuentros (ganó 89, empató 55 y perdió 38).

Luego de su paso por la Roma de Italia, a mediados de 1998 llegó a Boca, uno de los clubes más importantes y populares en su país. Entre el 98 y 2004 (en 2002 no lo dirigió), ganó nueve títulos: Apertura 98 (invicto), Clausura 99, Libertadores 2000, Intercontinental 2000, Apertura 2000, Libertadores 2001, Libertadores 2003, Intercontinental 2003 y Apertura 2003.

El Virrey, tal es su apodo, tiene el récord de ser el director técnico que más veces ganó la Copa Libertadores de América, con un total de cuatro títulos. Y alcanzó con Boca un invicto de 40 partidos sin perder por torneos locales, que todavía no fue suparado. Fue elegido el mejor entrenador de Sudamérica en 1994, 98, 2000, 2001 y 2003. En 2000 y 2003 fue elegido el mejor entrenador del mundo por la IFFHS.

La figura de Carlos Bianchi como director técnico es reconocida por todo el mundo. Por sus logros tan importantes en dos equipos distintos y por potenciar y confiar en sus planteles. Actualmente no da entrevistas, ya que como dice él, prefiere mantenerse en el anonimato. Podrá ser superado en algún momento, pero eso es secundario. Dejó su huella y será recordado para siempre como una leyenda.

Los por qué del desastre de Suecia

Por Daniela von Simons y Guillermo Rojas

El Mundial de Suecia 1958 significó un antes y un después para la historia de Selección Argentina. El equipo en ese entonces dirigido por Guillermo Stábile llegó al Europa rodeado de una expectativa que se generó tras 24 años sin participar en Mundiales y Leonardo Saslavsky, director del documental Suecia 58. La identidad perdida, le explicó a El Equipo las causas y consecuencias del Desastre de Suecia.

Argentina disputó el Mundial en 1934 con jugadores amateurs ya que la liga profesional no estaba afiliada a la FIFA. Por distintos motivos políticos no asistió las Copas del Mundo Francia 1938, Brasil 1950 y Suiza 1954, en 1942 y 1946 no hubo Mundiales por la Segunda Guerra Mundial. Los últimos dos coinciden con la época de oro del fútbol argentino, en la que se destacaba La Máquina de River. Ese equipo jugaba a “la nuestra”: la gambeta, la viveza criolla y el toque, diferenciándose del estilo mecánico europeo.

Saslavsky contó que en el país se comienza a formar un pensamiento en el cual se creía que en Argentina se jugaba el mejor fútbol del mundo, sin tener una prueba de cómo se jugaba realmente  en Europa.

En 1957 la Selección ganó de manera arrolladora el Sudamericano de Lima, lo que hoy es la Copa América, incluso goleó a Brasil en el último partido, que un año después ganaría el Mundial con Pelé y Garrincha.

La delantera argentina, conocida como Los Carasucias, estaba integrada por Omar Sívori, Humberto Maschio, Antonio Angelillo y Osvaldo Cruz, pero los tres primeros no fueron al Mundial de Suecia. Gracias al triunfo en Perú, se generó una expectativa muy grande en el equipo, sin tener mucha idea de cómo jugaban los rivales.

En gran parte el fracaso tuvo que ver con esa ilusión que existía por los buenos resultados contra los rivales de la zona, los triunfos en los Sudamericanos y también por un amistoso en 1956 contra Checoslovaquia, que ganó Argentina por 1 a 0. Los checoslovacos enfrentarían a la Selección dos años más tarde en Suecia. A su vez, Osvaldo Cruz contó en el documental que habían mandado a un emisario, que era un dirigente, a ver los partidos de Checoslovaquia previos a enfrentarse con Argentina. Cuando llegó a la concentración dijo: “Tranquilos que les hacemos 4”.

Saslavsky hizo además una comparación entre Rusia 2018 y el Mundial de Suecia: “Se produjeron situaciones propias que tuvieron que ver específicamente con el Mundial y no con el juego, problemas de organización o internas con los jugadores. Fue algo parecido a lo que pasó con Argentina en el último Mundial (Rusia 2018), obviamente salvando las distancias de la época, todo muy improvisado y desorganizado”.

Argentina disputó tres partidos en el Mundial, venció 3-1 a Irlanda del Norte, perdió con Alemania Federal por el mismo resultado y en el último encuentro fue goleada por 6-1 por Checoslovaquia, la cual es la peor derrota de la Selección, junto al 6-1 recibido contra Bolivia en 2009. Más allá de los resultados, se vio una diferencia física enorme entre los jugadores argentinos y los europeos, y en el documental hay varios jugadores que resaltan dicha diferencia.

Para cerrar, Saslavsky afirmó que todo el mundo del fútbol argentino estaba creído por la calidad de los jugadores y los buenos resultados anteriores que “se iba a ganar por derecho propio”. Por último, el director dijo: “En las publicaciones de la época, tanto la revista Goles como El Gráfico, se ve que también estaban subidos al caballo”. Tras chocar con las potencias europeas, el fútbol argentino entró en un periodo de mucha confusión, cambió su estilo y se le comenzó a dar más importancia al resultado que al juego. Así comenzó un periodo poco claro de la Selección, que recién se enderezó a mediados de los 70 en vísperas del Mundial 78.

El primer año soñado de Manu en la NBA

Por Ramiro Ohana

Fue un 15 de junio pero de 2003. Era la temporada debut de Emanuel Ginóbili en la NBA y se consagraba campeón con los San Antonio Spurs, que ganaron la serie final ante los Nets de Nueva Jersey por 4-2. En el partido final, disputado en Texas, los locales vencieron 88-77 con 11 puntos y 7 rebotes de Manu en 33 minutos de juego.

Aquel campeonato cortó con la hegemonía de los Lakers, campeones en el 2000, 2001 y 2002 con la dupla Shaquille O’Neal-Kobe Bryant, y volvió a llevar a lo más alto al equipo dirigido por Gregg Popovich, que fue el más dominante de principio a fin de la campaña. Fue la franquicia más ganadora de la temporada regular con 60 victorias en 82 partidos, y ganó todas las series de Playoffs sin necesidad de ir a un séptimo partido.

Mentiroso

Era la temporada debut de Ginóbili en la NBA, que venía del Mundial de Indianápolis 2002, en el que la Generación Dorada entró en la historia grande del básquet al ser la primera selección en derrotar (87-80) a un equipo de los Estados Unidos formado por jugadores de la NBA. Pero Argentina caería en la final ante Yugoslavia, 88-77 tras ir a la prórroga en un partido que Manu presenció desde la banca hasta el final del tercer cuarto por un esguince de tobillo en la semifinal ante Alemania. En los 12 minutos en los que participó, no pudo jugar en plenitud ni anotar.

El bahiense era un rookie “mentiroso” ya que llegó a la liga con 25 años y consagrado como una estrella del básquetbol europeo. El campeón y MVP de las Finales de la Euroliga de 2001 tuvo lugar en los Spurs desde el principio, aunque le llevó un tiempo afirmarse como líder por una lesión en uno de sus tobillos.

Seleccionado en la posición número 57 de la segunda ronda del Draft de 1999, llegó a la liga en 2002, luego de un breve paso por el Kinder Bolonia de Italia, donde se consolidó como uno de los mejores jugadores del viejo continente.

En su primer año en la NBA, promedió 5,9 puntos, 2 rebotes y 1,7 asistencias en 17,6 minutos hasta febrero de 2003, cuando aumentó su producción a 10,9 tantos, 2,9 rebotes, 2,6 asistencias y 1,8 robos en 26,4 minutos durante los últimos 50 días de la fase regular.

A la hora de los Playoffs, el argentino ya se había establecido como el sexto hombre del equipo. Verlo jugar 30 minutos por partido se había tornado habitual, con actuaciones importantes en todas las series: promedió 7,7 puntos, 3,8 rebotes y 3,8 asistencias en la primera ronda frente a los Phoenix Suns. Su goleo aumentó ante el tricampeón Los Ángeles Lakers con 11,7 puntos. Explotó ante los Dallas Mavericks de Steve Nash y Dirk Nowitzki con 21 puntos en el cuarto juego de la final de la Conferencia Oeste. Sería el primer partido de muchos que vendrían después donde se sumaría al goleo junto a Tony Parker y Tim Duncan (25 y 21 puntos cada uno esa noche).

En las Finales, el escolta promedió ante los Nets 8,7 puntos, 4,5 rebotes, 2 asistencias, 2,2 robos y 0,5 tapones en 28,5 minutos por partido. Si bien fue poco preciso de cara al aro (34,8% de campo y 21,4% en triples), mostró su mejor versión en los últimos dos juegos con 12 y 11 puntos respectivamente. El sexto y último encuentro, jugado en el SBC Center de San Antonio, finalizó por 88-77. Los Spurs ganaron la serie 4-2 y Ginóbili jugó 33 minutos, en los cuales convirtió 11 puntos, tomó 7 rebotes, repartió 1 asistencia y logró 2 robos.

Ya con el anillo en el anular izquierdo de su mano, el 20 se convertía en el primer argentino en la historia de la NBA en ser campeón del básquetbol norteamericano y el segundo sudamericano, por detrás del venezolano Carl Herrera, que lo había conseguido por duplicado en 1994 y 1995 con los Houston Rockets. En parte, y sin sacarle mérito a aquel equipo de Rudy Tomjanovich, ese éxito fue alcanzado debido al retiro de Michael Jordan durante aquellas dos temporadas.

Único

En los últimos 30 años apenas hubo un novato que juegue al menos 25 minutos por partido para un equipo campeón durante las Finales de la NBA. El único jugador de primer año tan protagonista fue Manu Ginóbili, en aquellos Spurs del 2003.

De la mano del trío Duncan-Parker-Ginóbili, los texanos se consagraban por segunda vez en su historia y su legado que se extendería durante las siguientes 13 temporadas, con otras cuatro finales disputadas y tres nuevos anillos ganados. Y ni hablar del retiro de sus camisetas. Pero esas ya son historias para otras efemérides.

Un idilio eterno

Por Federico Pineda

Un empate aburrido fue la última imagen de él dentro de una cancha. La pandemia obligó a suspender el fútbol hasta el 31 de marzo, en un principio, y después hasta tiempo indeterminado. Su contrato vencía el 31 de junio y los hinchas del fútbol -pero sobre todo de Gimnasia- veían alejarse a su D10S. Sin embargo, el mismo día que el Lobo cumplió 133 años de vida, Diego Armando Maradona hacía público que renovaría su contrato hasta el 31 de diciembre de 2021. De esta forma, continuará un idilio que arrancó un domingo primaveral. La misa se mudó a la cancha. La cita fue a las 11 de la mañana. Era tiempo de que los argentinos veneraran a su rey.

Un hincha de Racing se levantó a las siete de la mañana. Era su día. Tres horas antes del partido se encontró con su hermano y un amigo para salir rumbo a la cancha. Unos días atrás había tramitado el carnet de socio solo para verlo a Diego, no sin antes haber ido en balde a La Plata, porque había terminado el horario de atención. Al día siguiente, volvió a ir bajo una lluvia que invitaba a quedarse en su hogar, pero el fanatismo pudo más. Se quedó ocho horas en la sede hasta que tuvo la credencial que fue a buscar. Gimnasia había prohibido la venta de entradas a no socios -algo que cambiaría tiempo después-. 

Emprendieron el viaje que les esperaba camino a la cancha con mucho tiempo de anticipación por temor a que cerraran las puertas si el estadio llegaba a su capacidad máxima. Mientras se confundían la entrada a la ciudad, en el estereo del auto seguían de cerca el partido entre Argentina y España por la final del Mundial de Basquet.

La llegada a la ciudad platense distaba de tener un clima coincidente de un partido a las 11 de la mañana. La gente tocaba bocina, se sentaba en la ventana de su auto y los vendedores aparecieron como los murciélagos en plena noche. Desde camisetas y banderas hasta calzones con la cara de Diego. Todo lo que podría llevar su rostro era digno de coleccionar.

Tras estacionar el coche, había que desayunar. Eran las 10.15. Un choripan, una cerveza y a la cancha. Con mucha espera en el ingreso, lograron entrar al Juan Carmelo Zerillo.

Extasiado con su figura, el esfuerzo había valido la pena. Por un instante, no creyó comprender dónde estaba. Muchas personas querían tener esa misma sensación, pero él, por primera vez, pudo tenerlo a 20 metros de distancia y experimentar su cariño hacía el campeón del mundo en México 1986. Una sensación que evidenció en el entretiempo y al final del partido. “Debuta el Diego y juega el campeón”, posteó en sus redes sociales. ¿Quien era el campeón? Racing.

Hasta el día de hoy, sostiene que quería que ganara el equipo entrenado por Eduardo Coudet, pero nada le hubiera dolido más que un empate que no le servía a ninguno de los dos. Antes que terminar igualados prefería que el equipo del 10 se llevara los 3 puntos. Un modelo para él por cómo declara, cómo piensa y por todo el amor que le dio y le sigue dando a su país.

Por respeto a la relación entre los clubes, desea que al Lobo le vaya bien porque en el peor momento de la historia de Racing estuvieron presentes y la lealtad nunca se pierde. Este alma racinguista no gritó ninguno de los tres goles que hubo en ese partido, pero sí festejó por dentro los tantos de Diego González y Matías Zaracho para la victoria por 2 a 1. El final estuvo marcado por una avalancha de gente que fue hacia el borde de la tribuna para ver salir a Diego lo más cerca posible y, quizás, conseguir un registro fotográfico. Todo servía. D10S estaba frente a ellos.

Desde ese momento, solo fue a otro partido y nunca más dijo presente. Gracias a que ya no se prohíbe el ingreso a quienes no son socios, una vez que se reanude la competencia podrá ir al Bosque a ver cualquier encuentro del equipo. ¿El carnet? Lo dejó de pagar. No podía afrontarlo económicamente. A pesar del esfuerzo hecho, hoy en día asegura que volvería a hacer lo mismo una y otra vez. Ese sueño cumplido ya fue reemplazado por otro. Su próximo deseo es ver a uno de los mejores jugadores de todos los tiempos entrando al estadio Juan Domingo Perón. Al Cilindro de Avellaneda. Racing frente a Gimnasia, con Diego sentado en el banco y el homenaje que se merece. Sus idas y venidas en la renovación dejaron mucha incertidumbre en el tendal, pero la confirmación de su continuidad augura ese objetivo como cumplido. Sin embargo, el parate del fútbol obliga a tachar los días como si fuera preso de un deporte que cautiva hasta su regreso. Agustín siempre le deseará lo mejor en su carrera entrenando a cualquier equipo “salvo que sea el Rojo”.

Iván Marcone, el asistidor

Por Fernando Bajo

Iván Marcone tenía 12 años cuando, en el primer entrenamiento grupal de la novena división de Arsenal de Sarandí, el entrenador reunió a todos los chicos y les dio un mensaje crudo, pero real: 

-Solo uno o dos de esta categoría va a poder llegar a primera.

Aquella frase resonó en la cabeza de Marcone y, mientras volvía a su casa luego de la práctica, decidió hablar con sus padres.

-Yo voy a ser uno de esos dos- les confió.

Dieciocho años después, el actual jugador de Boca, quien cumplió con el objetivo que se propuso aquel día, sigue manteniendo la misma convicción que cuando era un niño. Pero ahora, uno de sus principales motivos es ayudar a los demás.

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Iván Marcone gira su cabeza a ambos a lados. Antes de recibir la pelota ya sabe a cuál de todos sus compañeros va a asistir en un próximo movimiento. El cinco de Boca se para en la cancha igual que en la vida. Ahora, sin poder entrenar por la pandemia, mira a su alrededor y se dispone a asistir, esta vez con alimentos, a quienes más están padeciendo la crisis.

Desde que llegó el coronavirus a Argentina colaboró con distintos comedores: realizó donaciones en Dock Sud, Avellaneda e incluso estuvo en Villa Azul, ubicada en la localidad de Quilmes, que es una de las zonas más afectadas por la Covid-19. “No pasa nada Azul, no están solos. Ayudándonos es más fácil. Estamos juntos”, escribió luego en una publicación que realizó en su cuenta de Instagram.

Sin embargo, esta faceta del futbolista no comenzó ahora. “Siempre fue una persona con muy buenos sentimientos, siempre pensando en el otro”, cuenta con orgullo Stella, su madre, y continúa: “Siempre estuvo en contacto con los chicos de las inferiores de Arsenal, les conseguía botines y les brindaba contención y consejos”. Durante sus años como jugador profesional, Marcone colaboró con Arsenal Solidario, Fundación Lanús y, también, con las movidas que ha organizado Boca.

No luce tatuajes. No da demasiadas entrevistas y la mayoría de las fotos que comparte en sus redes son jugando al fútbol, con sus amigos o con los chicos a los que asiste en esta época. Marcone no actúa como la mayoría de los jugadores de fútbol, quizá porque, como lo resume su mamá, es tímido y reservado. Pese a esas cualidades, ha sabido liderar planteles y llegó ser capitán en Lanús.

Su segunda casa

Además de Boca, hay otro club con el que Marcone está muy comprometido: el Club Social y Deportivo Belgrano de Sarandí, del cual es presidente y entrenador de baby fútbol. Debido a su cariño por la institución, durante la gestión del exprimer mandatario de la nación, Mauricio Macri, marchó en la movilización que realizaron los clubes de barrio contra el tarifazo. “Es su segunda casa, es el club más cercano y donde frecuentó desde niño con su padre”, resume Stella.

Tal es su compromiso que ni la fama ni la exposición que tiene desde que es parte de una de las instituciones deportivas más importantes del país lograron que el hombre de Sarandí se dejara encandilar por los flashes y, hasta antes del aislamiento, visitaba el club día por medio.

“Su objetivo fundamental -dice su madre- es sacar a los nenes de la calle y darles la contención que necesitan, transmitirles sus experiencias, consejos y valores para que el día de mañana sean, más allá de buenos profesionales, excelentes personas”.

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En una entrevista con el diario Olé, el futbolista contó que desde que conoció a Dios su vida cambió. Hace un tiempo compartió una historia en su cuenta Instagram con la siguiente frase: “No temas porque yo estoy contigo. No te angusties porque yo soy tu Dios. Te ayudaré, te sostendré. Yo estaré contigo todos los días hasta el fin del mundo”. Los chicos de la Villa Inflamable de Dock Sud, que lucen barbijos con imágenes de dibujos animados, saben que en esta crisis, en la cual los más afectados hasta el momento fueron los sectores en los que escasean las necesidades básicas, no deben temer. Marcone está con ellos.

La Liga Femenina de Básquet, otro ejemplo de desigualdad machista en Argentina

Por Joaquín Cirigliano

Mientras los dirigentes de la Liga Nacional de básquet hacen todos los esfuerzos para que el torneo masculino vuelva al parquet, suspendieron la Liga Femenina sin mayores complicaciones. Un nuevo caso de desigualdad e injusticia se dio en el deporte argentino y, otra vez, las perjudicadas son las mujeres.

En el comunicado oficial sobre coronavirus que sacó la Liga Nacional el pasado 29 de abril se ve esta diferenciación: “Se ratifica la decisión de continuar la temporada 2019-2020 de la Liga Nacional. Por este motivo, se convoca al comité de presidentes de la categoría A para avanzar en el acuerdo general y gestionar la forma de definición de la Liga Nacional”, mientras que por otro lado informan que “no comenzará la temporada 2020 acordada de la Liga Femenina”.

Esta fue la gota que rebalsó el vaso para las jugadoras y la que salió a declarar fue Agustina García en una llamada telefónica con Télam. La joven de Deportivo Berazategui contó: “La Liga Femenina refleja la desigualdad machista que hay en la sociedad. Una valora que hace unos años se creó y que nos pasan por televisión para aumentar la difusión, pero lo cierto es que las desigualdades continúan”. También dijo que si bien entienden la suspensión desde el punto de vista de la salud, no comparten que los varones terminen el torneo y ellas no.

Brenda Fontana, jugadora de Velez, está de acuerdo con las palabras de García y aseguró que hay desigualdad tanto en los sueldos como en la cantidad de equipos, las canchas para entrenamientos, los horarios de los mismos e, incluso, el presupuesto que se pone para la liga, por lo que “es evidente que nadie podría estar en desacuerdo”.

Brenda Fontana, jugadora de Vélez. Foto: Instagram.

“Nos afecta a todas las basquetbolistas, no solamente de la liga. Personalmente me genera impotencia y hay muchos casos de jugadoras que se esfuerzan como los hombres y no reciben los mismos reconocimientos”, aseguró la pivot de 19 años. “No estamos al nivel de ellos, pero va de la mano con que una mujer no se puede dedicar solo a jugar porque los ingresos son muy bajos y la seriedad no es la misma. Estamos mucho más atrasadas en esto y el sistema no nos ayuda tampoco”, sentenció quien será la próxima argentina en la NCAA, la liga universitaria estadounidense de mayor prestigio.

Victoria Lara, jugadora del club Corrientes, también está de acuerdo con la de Berazategui y dijo: “Me genera mucha bronca y desilusión por los proyectos que teníamos todas. Muchas dejamos de lado trabajos o estudios para dedicarnos a la liga y esto cambia el eje de muchas cosas extrabasquetbolísticas”. Además, sostuvo: “Nosotras compartimos departamentos, cosa que para un jugador es impensado. Siempre nos tenemos que adaptar a lo que deja el masculino o a cosas que a ellos ni se les plantea”.

Las tres jugadoras concuerdan en que la Liga Femenina ha crecido bastante desde su creación en 2017 pero que todavía falta mucho para ser profesionales: no todas las jugadoras tienen contratos y las jornadas de entrenamiento no son las suficientes para un equipo profesional. En torno a esto, Victoria Lara aseguró: “No nos sirve de nada entrenar dos horas por semana. Tenemos que tratar de nivelar para arriba y no quedarnos en un lugar cómodo”.

Según Agustina García, se enteraron de la suspensión por el comunicado de la liga, es decir que nadie se contactó con ellas para avisarles que no iban a disputar su torneo, y la pandemia fue la única explicación.

Agustina García, jugadora de Deportivo Berazategui. Foto: Instagram.

Si bien es un caso particular y no pasa en todos los equipos, Lara contó: “La relación con el club es por medio de mi representante, a mí nunca me llamaron por nada, ni siquiera por la cancelación de la liga. Nos enteramos por las redes y el único contacto que teníamos las de Corrientes era entre nosotras o por medio de representantes”.

Otro punto de este informe sobre COVID-19 que se lanzó y vale la pena analizar es el que asegura “garantizar que los clubes acrediten el cumplimiento de sus obligaciones contractuales desde el 31 de marzo hasta el 31 de mayo”, pero la ala pivot aseguró que en Corrientes no están cobrando porque nunca se presentaron contratos del plantel en la liga y se escudan en eso para no pagarles aunque trabajaron para el club durante un mes.

El único objetivo es que el básquet femenino crezca. No hacemos esto para poner trabas o para buscar culpables, solo queremos soluciones. Estamos dispuestas a colaborar y creemos que de esta manera y trabajando juntos vamos a lograr lo que todos queremos: el crecimiento del básquet femenino”, cerró García.

Santiago Sosa: “Me hubiese gustado jugar en el Everton”

Por Graciana Espil

La vida de Santiago Sosa comenzó como la de cualquier niño o niña que durante sus primeros años fantasea con ser futbolista y llegar a jugar en la primera del club del que es hincha. A sus diez años dejó Club Mercedes para cumplir su sueño y comenzó su carrera en River, donde hasta el día de hoy -11 años después- sigue creciendo entre sus pasillos.  

Sus primeros pasos fueron en Club Mercedes y cada vez que vuelve sus ojos brillan de alegría: “Tengo muchos recuerdos de chiquito porque ahí jugué desde los cinco hasta los diez años. Además, tengo una aprecio muy grande por el club y por la gente que lo conforma.”

También le contó a El Equipo que cada vez que vuelve a Mercedes y ve a los nenes tan chiquitos jugando lo lleva inmediatamente a pensar en los momentos que vivió en el club y todos los partidos que jugó en la cancha de nueve que se encuentra en el predio de Héroes de Malvinas y la calle 60.

Su primera aparición en el plantel profesional fue en el 2018, cuando debutó ante Racing Club en los octavos de final de la Copa Libertadores, tras reemplazar a Juan Fernando Quinteros. Hoy juega en la primera del club del cual es hincha y es guiado por Marcelo Gallardo: “Marcelo me dejó varias enseñanzas. Con él logré entender cosas con respecto al posicionamiento en la cancha y también con la táctica antes de cada partido”, aseguró.

El mediocampista mercedino llamó rápidamente la atención y en el 2019 tuvo propuestas de equipos europeos como el Everton y el Tottenham y llamados de la MLS para jugar en el Seattle Sounders, pero el hincha de River prefirió seguir con la banda roja en el pecho. Hablando con El Equipo, Santiago recordó a esos clubes y comentó que le hubiese gustado jugar en el Everton, ya que el fútbol inglés es uno de sus preferidos.

Además de ser jugador de fútbol, Sosa también es estudiante de contabilidad y sueña con tener su titulo y en algún momento poder dedicarse a eso: “Recibirme sería algo muy bueno, es una meta personal que tengo y que quiero cumplir”.

“Decir que en un partido va a pasar algo y que se dé es como hacer un gol”

Por Agustina Leonis y Barbara Pozzi

Debutó en Newell’s Old Boys, con el que ganó el Torneo Apertura en 2004. Luego se consagró campeón del Torneo Clausura con Vélez en 2009 y en 2011, sumándole el título de Primera División en 2012 y la Supercopa al año siguiente. También participó de la Selección Argentina en 2012 y en 2014. Sebastián Domínguez se retiró del fútbol en 2017 y se dedicó a su nueva carrera como analista del juego en la televisión y, entre otros sueños pendientes, a pasar tiempo con su familia.

En una extensa charla con estudiantes de DeporTea, Domínguez asegura que lo que llevó a decidirse por el periodismo deportivo y el análisis, luego de su retiro, fueron esos periodistas que lo querían entrevistar para conocerlo realmente y no por tener el deber de hacerlo. Todavía le rebotan en la cabeza aquellos tiempos en los que sintió decepción al ver publicadas sus palabras: “Ponían cosas que habíamos acordado no exponer”.

Lector curioso y uno de los impulsores del proyecto Pelota de Papel en el que futbolistas escriben cuentos, comentó que le gustaría ser entrenador pero que siempre percibió que su familia lo estaba esperando. “Tenía que dar un paso al costado”, planteó. Y, entusiasmado con su escenario laboral del presente, agregó que lo que trata de hacer en la televisión es enfocarse directamente en encontrar el eje del partido y sacarle jugo al juego en sí.

El ex marcador central admitió que lo que más le costó en su transición de jugador a analista fue empezar desde cero. “Tuve un lugar en la Selección, cada uno o dos años salía campeón, tenía el ego muy arriba”, reconoció e hizo hincapié en que volver a ganarse el prestigio, esta vez en otro ámbito, fue una lucha. “Ahora no soy tan importante”, señaló.

Además de haber estado 35 años en el mundo del fútbol, el rosarino resaltó que quien se desempeña como defensor suele ven más situaciones de la cancha. Consideró que por su posición en el campo de juego tiene más facilidad para analizar los partidos y que a los cinco minutos del comienzo, de tanto haber disputado y observado fútbol, ya detecta mecanizaciones y manías que se repiten.

Respecto a sus formación, Domínguez mencionó que el camino hubiese sido correcto de haber estudiado periodismo y valoró a quienes lo hacen, pero, a pesar de eso, detalló que se retroalimenta con profesionales expertos como Miguel Simón y como Juan Pablo Varsky, entre muchas y muchos, quienes le preguntan sobre el juego y con quienes aprende cada una de las cosas que no incorporó a lo largo de su vida en relación al periodismo.

Por otro lado, el ex futbolista manifestó su opinión sobre los programas que basan sus contenidos en la polémica: “El fútbol pasa a ser una bandera de guerra para nosotros, por eso termina siendo seductor un programa de polémica. Me parece muy arriesgado decir que un periodista habla de polémica porque no sabe analizar el fútbol, capaz es porque sabe que le funciona o también puede haber un poco de miedo”. A su vez destacó que hay una camada de periodistas que ven el fútbol con herramientas parecidas a las de algunos de los nuevos entrenadores.

Siguiendo con su interpretación sobre lo que se puede hacer comentando fútbol, diferencio dos instancias, ya que se puede analizar un partido que pasó, o dar información de lo que va a pasar y acertar o no. “Para mí decir en un partido que algo va a pasar y que se dé es como hacer un gol en Primera”, expuso.

Cuando el defensor dejó su carrera deportiva, el análisis de los partidos no era uno de los fuertes del momento. “Los programas de análisis están teniendo un lugar que antes no había y se le está sumando mucha complejidad al lenguaje. De todos modos, yo me quedo siempre con el valor del mensaje”, planteó, y completó que debate mucho sobre eso con Morena Beltrán, compañera de programa, cuya calidad profesional destacó. “Veo el periodismo desde no haber estudiado. Por eso prefiero mantenerlo simple, para entendimiento de todos, lo que no significa quitarle elementos al análisis”, admitió.

Domínguez evaluó que uno de los mayores desafíos que tuvo que enfrentar en esta nueva etapa fue cubrir Atlético Paranaense contra River en Brasil. “La transmisión arrancaba a las diez de la mañana y el partido era a las diez de la noche. Fue muy difícil”, indicó, y elogió a sus compañeros Beltrán y Francisco Cánepa, quienes tienen una gran facilidad para poder comprender y absorber materiales y comunicarse. “Pueden hablar desde el minuto cero hasta, por ejemplo, el treinta y cinco sin una sola redundancia”, manifestó con admiración.

El ex capitán de Newell’s recordó su época de jugador y, desde esa perspectiva, rememoró una charla con Hernán Crespo, exfutbolista y actual director técnico, quien le afirmó que no puede cambiar el juego y que va a encontrar cosas muy lindas en esto, pero nunca va a ser protagonista del deporte o ser el factor de cambio, que es lo que a él le apasiona. También, expuso: “Gabriel Milito fue uno de los tipos que más me enseñó, pero nosotros no podíamos jugar como él quería”, respecto a cuando lo dirigió en Estudiantes de La Plata y compartió que muchas veces la misión del entrenador es informar al futbolista y luego es éste quien toma la decisión. “La responsabilidad no la asume el jugador, y tampoco se lo damos nosotros al técnico”, explicó desde el punto de vista del equipo.

Además, remarcó que, para entrevistar a Ricardo Gareca, para el programa de ESPN “Hablemos de fútbol”, tuvo que ver muchas entrevistas para aprender a sacarle más jugo al entrevistado y poder lograr que sea una nota única, dada la particularidad que implicaba que su interlocutor había sido su entrenador en Vélez y existía entre ambos un lazo personal. “El Tigre va a estar bien conmigo, pero tengo que tratar que no sea la misma nota que le puede dar a cualquiera, tengo que hacer algo distinto”, aclaró.

Abierto a deliberar sobre cada cuestión del fútbol, el exfutbolista resaltó que uno de los trabajos más difíciles del mundo deportivo lo tiene el árbitro, quien suele ser maltratado tanto por jugadores como por periodistas. “Hay mucha menos mala fe de la que creemos, y de creer que siempre el otro tiene la culpa”, reconoció, aunque igualmente señala que algunos suelen equivocarse. “Tienen que decidir situaciones muy complejas en segundos, que luego van a ser analizada por nosotros. Nada sencillo”, precisó.

Despejando la duda de muchos de sí el fútbol te prepara para el momento de retirarse, Domínguez no duda en negarlo: “El fútbol no te prepara porque es fútbol y tanto a un dirigente como al te va a ver no le importa que hables siete idiomas, le importa que le pases la pelota al que tiene el mismo color de camiseta y pueda hacer un gol”, señaló y remarcó que algunos, como él, tuvieron suerte. “Cuando era chico, por decisión de mi papá y de mi mamá, tenía la responsabilidad, que hoy agradezco, de ir a la escuela, salir e ir a entrenarme. Y podía alimentarme bien. Competía con pibes de los que muchos no iban al colegio, otros tomaban un mate cocido sin azúcar con un pan y así iban a entrenarse hasta las tres de la tarde, y yo había desayunado, almorzado y después iba a practicar. Tenía esa ventaja”, reflexionó y concluyó que por ahí deportivamente algunos eran superiores pero, gracias a ese escenario, se generaron mejores condiciones para encarar su carrera.

El gol de oro llegó y se fue

Celeste Femia

A lo largo de la historia del fútbol, sus reglas han sido modificadas por parte de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), para buscar una mejor experiencia en el juego. A veces sale bien y otras no, como el Gol de Oro.

Esta regla consistía en evitar llegar a la tanda de penales. Cuando un encuentro terminaba empatado, se jugaba un alargue de 30 minutos. El equipo que marcaba en el tiempo extra, se convertía automáticamente en el ganador del partido.

Su primera aparición fue en el Mundial Juvenil de Australia en 1993. También  se lo empleó en la Eurocopa de 1996 y dos años más tarde, le llegó el momento de debutar en la Copa del Mundo. Su destino fue Francia y justamente su única aparición en ese Mundial, sirvió para definir el partido de octavos de final, entre dicho país y Paraguay.

En el estadio Félix Bollaert de la ciudad de Lens, el conjunto Albirrojo renunció a su ataque y aguantaba para llegar a los penales, mientras que el país anfitrión seguía intentando para que le quede aunque sea una. 114 fueron los minutos de espera para que llegue el primer gol. Robert Pires la tomó por la derecha y tiró un centro al área. Allí, David Trezeguet se la bajó de cabeza a Laurent Blanc que metió un derechazo para así definir al segundo palo y dale a la victoria al equipo francés. El anfitrión clasificó a cuartos de final. “Paraguay dio una imagen fantástica con jugadores de gran categoría y demostró que estaba a la altura del Mundial”, dijo Trezeguet en Tigos Sports.

En Corea-Japón 2002, el Gol de Oro tuvo un poco más de protagonismo. Fue utilizado de tres partidos: Suecia vs. Senegal, dónde el conjunto africano venció 2-1 en el tiempo extra y accedió a cuartos de final. Corea del Sur vs. Italia, cuando a los 117 minutos, Jung Ahn cerró el encuentro con un 2-1, dándole la clasificación también a cuartos de final a los coreanos.

Turquía vs. Senegal, en este caso el encuentro culminó 0-0 y a los 4 minutos del alargue, IIhan Mansiz, marcó el gol para darle el pase a semifinales a la selección turca. Una vez finalizado este Mundial, se usó en Copa Confederaciones 2003 y luego la FIFA decidió eliminarlo de las competencias.

A raíz de esto, en 2002 la UEFA (Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol), creó un nuevo sistema: el Gol de Plata. Este segundo intento consistía que si un equipo terminaba con ventaja de gol tras la primera parte de la prórroga, se convertía en el equipo ganador del partido sin disputar la segunda mitad. Fue utilizado hasta la Eurocopa 2004, pero la FIFA decidió abolir el uso de estos goles en toda competición futbolística. Manteniendo la prórroga de estos dos tiempos extras completando 15 minutos en ambos. El Gol de Oro transformó el tiempo extra en un ataque al corazón constante, hasta el punto de que los penales se convirtieron en una mejor opción para los aficionados.

Esta medida fue de gran ayuda para los franceses ya que también fue determinante en la Eurocopa 2000. No duró mucho pero dejó su huella.

Para la historia: dos africanos finalistas

Por Nicolás Martínez Mayer

La probabilidad de que una selección llegue a la final de un mundial es más que baja; solo trece de 79 participantes han alcanzado la instancia más preciada. No obstante, una variedad mucho más amplia de nacionalidades ha estado representada en un rol que, aunque odiado por los hinchas, es tan necesario como el de los futbolistas: el de los árbitros. Fue desde esta posición que, en el Mundial de Francia 1998, el réferi marroquí Said Belqola y el juez de línea sudafricano Achmat Salie consiguieron vivir el partido más importante del mundo del fútbol. Por primera y única vez, dos africanos pudieron disfrutar, desde dentro del terreno de juego, la magia de una final.

El marroquí Belqola ya venía de tener dos buenas actuaciones sin ninguna controversia en la fase de grupos, en Argentina 1 – Croacia 0 y  en Alemania 2 – USA 0. Por su parte, el sudafricano Salie también participó en cuatro partidos como juez de línea previo a esta instancia. Debido a sus buenos desempeños y sumado a que, al no ser ni europeos ni sudamericanos, ni Brasil ni Francia se podían quejar de favoritismo, la FIFA decidió su participación en la final.

En el partido decisivo, Francia 3 – Brasil 0, Belqola y su equipo arbitral no tuvieron muchas intervenciones de relevancia, debido a la amplia diferencia que lograron los locales. La situación más recordada se dio cuando el encuentro iba 2 a 0, momento en que el referí marroquí expulsó correctamente por segunda amarilla a Marcel Desailly, tras un fuerte puntapie a un defensor brasileño.

Para llegar a dirigir en el Mundial Francia ´98, Belqola primero tuvo que arbitrar en las Copas de las Naciones Africanas del ´96 y del ´98, en las que participó en cuatro partidos, entre los cuales estuvieron la final del ´96 y el inaugural del ´98. Su destacada actuación en estas competencias le valió el pase al Mundial donde haría historia.

Un dato sorprendente es que tanto Belqola como Salie no se dedicaron únicamente al fútbol, sino que también contaban con otro trabajo en sus países de origen. En Fez, Marruecos, Belqola obraba como oficial de aduana, mientras que Salie, en Sudáfrica, era diseñador de muebles.

Pese al escaso ingreso que les brindaba el arbitraje en su África natal, ambos se las arreglaron para poder llegar a lo más alto del deporte. De los 75 referis, asistentes y jueces de línea que participaron en las finales de todas las ediciones, son los únicos dos provenientes de aquella región. Para ponerlo en perspectiva, a lo largo de su historia, Argentina aportó cuatro veces más árbitros y asistentes que todo el continente africano.

Ambos jueces alcanzaron en Francia 1998 lo que cualquier selección africana anhela, pero lo que a todas les resulta esquiva, la final de un mundial. Desde la participación de Egipto en Italia 1934, hasta Rusia 2018 ha habido grandes equipos africanos, como Camerún en 1990 o Ghana en 2010, pero ninguno pudo igualar lo conseguido por dos réferis, uno marroquí, el otro sudafricano, que, por 90 minutos, en 1998 pudieron pisar el césped más prestigioso y estampar su imagen en la historia del fútbol africano y del fútbol mundial.