viernes, julio 26, 2024

Un idilio eterno

Por Federico Pineda

Un empate aburrido fue la última imagen de él dentro de una cancha. La pandemia obligó a suspender el fútbol hasta el 31 de marzo, en un principio, y después hasta tiempo indeterminado. Su contrato vencía el 31 de junio y los hinchas del fútbol -pero sobre todo de Gimnasia- veían alejarse a su D10S. Sin embargo, el mismo día que el Lobo cumplió 133 años de vida, Diego Armando Maradona hacía público que renovaría su contrato hasta el 31 de diciembre de 2021. De esta forma, continuará un idilio que arrancó un domingo primaveral. La misa se mudó a la cancha. La cita fue a las 11 de la mañana. Era tiempo de que los argentinos veneraran a su rey.

Un hincha de Racing se levantó a las siete de la mañana. Era su día. Tres horas antes del partido se encontró con su hermano y un amigo para salir rumbo a la cancha. Unos días atrás había tramitado el carnet de socio solo para verlo a Diego, no sin antes haber ido en balde a La Plata, porque había terminado el horario de atención. Al día siguiente, volvió a ir bajo una lluvia que invitaba a quedarse en su hogar, pero el fanatismo pudo más. Se quedó ocho horas en la sede hasta que tuvo la credencial que fue a buscar. Gimnasia había prohibido la venta de entradas a no socios -algo que cambiaría tiempo después-. 

Emprendieron el viaje que les esperaba camino a la cancha con mucho tiempo de anticipación por temor a que cerraran las puertas si el estadio llegaba a su capacidad máxima. Mientras se confundían la entrada a la ciudad, en el estereo del auto seguían de cerca el partido entre Argentina y España por la final del Mundial de Basquet.

La llegada a la ciudad platense distaba de tener un clima coincidente de un partido a las 11 de la mañana. La gente tocaba bocina, se sentaba en la ventana de su auto y los vendedores aparecieron como los murciélagos en plena noche. Desde camisetas y banderas hasta calzones con la cara de Diego. Todo lo que podría llevar su rostro era digno de coleccionar.

Tras estacionar el coche, había que desayunar. Eran las 10.15. Un choripan, una cerveza y a la cancha. Con mucha espera en el ingreso, lograron entrar al Juan Carmelo Zerillo.

Extasiado con su figura, el esfuerzo había valido la pena. Por un instante, no creyó comprender dónde estaba. Muchas personas querían tener esa misma sensación, pero él, por primera vez, pudo tenerlo a 20 metros de distancia y experimentar su cariño hacía el campeón del mundo en México 1986. Una sensación que evidenció en el entretiempo y al final del partido. “Debuta el Diego y juega el campeón”, posteó en sus redes sociales. ¿Quien era el campeón? Racing.

Hasta el día de hoy, sostiene que quería que ganara el equipo entrenado por Eduardo Coudet, pero nada le hubiera dolido más que un empate que no le servía a ninguno de los dos. Antes que terminar igualados prefería que el equipo del 10 se llevara los 3 puntos. Un modelo para él por cómo declara, cómo piensa y por todo el amor que le dio y le sigue dando a su país.

Por respeto a la relación entre los clubes, desea que al Lobo le vaya bien porque en el peor momento de la historia de Racing estuvieron presentes y la lealtad nunca se pierde. Este alma racinguista no gritó ninguno de los tres goles que hubo en ese partido, pero sí festejó por dentro los tantos de Diego González y Matías Zaracho para la victoria por 2 a 1. El final estuvo marcado por una avalancha de gente que fue hacia el borde de la tribuna para ver salir a Diego lo más cerca posible y, quizás, conseguir un registro fotográfico. Todo servía. D10S estaba frente a ellos.

Desde ese momento, solo fue a otro partido y nunca más dijo presente. Gracias a que ya no se prohíbe el ingreso a quienes no son socios, una vez que se reanude la competencia podrá ir al Bosque a ver cualquier encuentro del equipo. ¿El carnet? Lo dejó de pagar. No podía afrontarlo económicamente. A pesar del esfuerzo hecho, hoy en día asegura que volvería a hacer lo mismo una y otra vez. Ese sueño cumplido ya fue reemplazado por otro. Su próximo deseo es ver a uno de los mejores jugadores de todos los tiempos entrando al estadio Juan Domingo Perón. Al Cilindro de Avellaneda. Racing frente a Gimnasia, con Diego sentado en el banco y el homenaje que se merece. Sus idas y venidas en la renovación dejaron mucha incertidumbre en el tendal, pero la confirmación de su continuidad augura ese objetivo como cumplido. Sin embargo, el parate del fútbol obliga a tachar los días como si fuera preso de un deporte que cautiva hasta su regreso. Agustín siempre le deseará lo mejor en su carrera entrenando a cualquier equipo “salvo que sea el Rojo”.

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