JUEGOS OLIMPICOS DE 1968 EN MEXICO TOMMIE JET SMITH 1968 Olympic Games Mexico City Mexico Men s 2000 Metres Final USA gold medallist Tommie Smith C and bronze medallist John Carlos give the black power salutes as an anti-racial protest as they stand on the podium with Australian silver medallist Pete 1968 Olympic Games Mexico City Mexico Men s 2000 Metres Final USA gold medallist Tommie Smith C and bronze medallist John Carlos give the black power salutes as an anti-racial protest as they stand on the podium with Australian silver medallist Peter Norman
En total se practicaron 18 deportes olímpicos y dos deportes de exhibición (tenis y pelota vasca), que contaron con 172 eventos totales.
Participaron 112 países provenientes de los cinco continentes. Sudáfrica tuvo prohibida su participación a raíz de sus políticas racistas.
Algunos países como Paraguay, Kuwait, Honduras, El Salvador, entre otros, tuvieron su debut en estos Juegos Olímpicos, pero no sumaron medallas.
Por primera vez en la historia, se vio la participación de Alemania Federal y Alemania Democrática, división causada por la Guerra Fría y del Muro de Berlín.
La cantidad total de participantes fue de 5.516 atletas, de los cuales 4.735 fueron hombres y 781 mujeres, que participaron en 172 eventos.
Estados Unidos lideró el podio con un total de 107 medallas, 45 de oro, 28 de plata y 34 de bronce.
La Unión Soviética ocupó el segundo lugar del podio con un total de 91 medallas (29-32-30) y Japón el tercer puesto con 25 (11-7-7).
Enriqueta Basilio, atleta mexicana, fue la primer mujer en el mundo en encender la llama olímpica en una ceremonia de inauguración.
El atleta estadounidense Dick Fosbury implementó el Fosbury Flop, estilo de salto que se utilizó por primera vez en una competencia olímpica.
Wyomia Tyus, corredora estadounidense, fue la primer mujer en la historia en ser bicampeona de los 100 metros planos (Tokio 1964 y México 1968).
Vera Caslavska, una leyenda de la gimnasia nacida en la República Checa. En las seis disciplinas ganó medalla (cuatro de oro y dos de plata).
Bob Beamon, atleta estadounidense, impuso un récord de 8.90m en la disciplina de salto de longitud a los 22 años, y mismo lapso que duró su marca.
Tommie Smith y John Carlos, atletas estadounidenses de raza negra, en la premiación hicieron el símbolo de protesta racial llamado Black Power.
Por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos se utilizó el antidoping y el atleta sueco Hans-Gunnar Liljenwall dio positivo.
Dos de los 96 deportistas argentinos que participaron consiguieron una medalla olímpica, ambas de bronce. Demiddi en remo single y Guilloti en boxeo peso welter.
La delegación argentina se presentó en atletismo, boxeo, pesas, ciclismo, equitación, esgrima, hockey sobre césped, lucha, natación, remo, tiro, yachting y pelota.
Argentina sumó medallas en pelota, pero como era un deporte de exhibición, no contaban como oficiales que se sumasen al medallero olímpico.
Argentina terminó en el puesto 37 de 112 países y era la primera vez en la historia que la delegación no conseguía medallas de oro o plata.
El abanderado del Comité Olímpico Argentino fue el jinete y capitán Carlos Moratorio, ganador de una medalla de plata en los juegos anteriores, en Tokio 1964.
MELBOURNE - 1956: Ron Clarke of Australia lights the Olympic Torch at the opening ceremony of the 17th Olympic Games held in Melbourne during 1956.(Photo by Getty Images)
Celebrándose en el hemisferio sur, fue la primera edición (XVI) de los Juegos Olímpicos que se realizó fuera de Europa y Estados Unidos.
Buenos Aires llegó hasta el final de la elección (realizada en 1949) con la oportunidad de ser sede, pero perdió la votación definitiva 21 a 20.
Participaron 67 países, la cantidad más baja hasta los Juegos de Moscú 1980, representados por 3189 atletas (2819 hombres y 370 mujeres).
Debido a la cuarentena obligatoria para los caballos que ingresaban a Australia, las pruebas de equitación comenzaron en Estocolmo 164 días antes.
Cinco países fueron parte solamente de las pruebas realizadas en Suecia: Camboya, Egipto, España, Países Bajos y Suiza. Con ellos, la suma es de 72 países y 3314 atletas.
La delegación argentina fue la más baja de la historia con 28 atletas, debido a sanciones impuestas por la Comisión Investigadora de Irregularidades Deportivas N° 49 de la Revolución Libertadora.
Cada atleta representante de Argentina, partiendo desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza (Buenos Aires), totalizó 101 horas de viaje hasta Melbourne.
Se practicaron 23 disciplinas de 17 deportes oficiales. Además, como demostración aparecieron el béisbol y el fútbol australiano (muy diferente al fútbol).
Por primera vez en la historia, en natación se introdujo el estilo mariposa. También se innovó con el cronómetro digital semiautomático y las mallas de nylon.
Debido a diferentes guerras, se provocó el primer boicot olímpico de la historia: España, Países Bajos, Suiza, Egipto, Líbano e Irak no participaron por esta razón.
Bolivia, Costa Rica, El Salvador, República Dominicana y Paraguay rechazaron la invitación del COI. Colombia y Perú volvieron tras una edición ausentes.
Taiwán participó por primera vez en los Juegos Olímpicos y lo hizo bajo el nombre de República de China. Luego lo haría como Taiwán y, desde 1984, como China Taipéi.
Alemania Democrática y Alemania Federal participaron como nación única, con los aros olímpicos en el centro de su bandera (la misma que en la actualidad).
El documental Freedom’s Fury (2006) narra la historia de la semifinal de waterpolo entre Hungría y la URSS, que estaba atacando Budapest desde el 4 de noviembre.
La selección india de hockey masculino logró su sexta medalla dorada consecutiva tras ganarle la final a Pakistán, que en Roma 1960 le cortaría la racha.
Alfred Adolf Oerter Jr., estadounidense de 20 años, alcanzó su primera medalla de oro de las cuatro consecutivas que ganaría en lanzamiento de disco.
László Papp, boxeador húngaro de peso mediano ligero (67-71 kilos), logró su tercera medalla dorada consecutiva y fue el primero en hacerlo en su deporte.
En boxeo, Chile estuvo representado por Ramón Tapia, Claudio Barrientos y Carlos Lucas. Todos ganaron una medalla: una de plata y dos de bronce, respectivamente.
Viktor Chukarin, gimnasta soviético, logró cinco medallas: tres de oro, una de plata y otra de bronce. De esta forma, alcanzó la suma total de 11 podios olímpicos.
Agnes Keleti, gimnasta húngara y superviviente del Holocausto nazi, se llevó seis medallas: cuatro de oro y dos de plata. En enero de 2020 cumplió 99 años.
Larissa Latynina, gimnasta soviética, también obtuvo seis medallas: cuatro de oro, una de plata y otra de bronce. Es la más ganadora de la historia de los Juegos.
El podio lo lideró la Unión Soviética con 98 medallas: 37 de oro, 29 de plata y 32 de bronce. Detrás suyo, completan Estados Unidos con 74 y Australia con 35.
En lo más bajo del medallero, con una de bronce cada uno, aparecen Bahamas, Suiza, Uruguay y Grecia, que volvió a ganar tras seis ediciones.
Cinco países alcanzaron su primera medalla en esta edición: Bulgaria e Irán, de oro; Islandia y Pakistán, de plata; y Bahamas, de bronce.
Argentina sumó solamente dos medallas: Humberto Selvetti logró el segundo puesto en levantamiento de pesas y, en boxeo, Víctor Zalazar se llevó la de bronce.
Humberto Selvetti se enfrentó en la final ante Paul Anderson, oro en Helsinki ’52. El estadounidense, tras el empate en 500 kilos, ganó por ser más liviano.
Después de que el COI reciba un pedido anónimo, en la ceremonia de clausura nació una tradición: el desfile de atletas bajo la bandera de los Juegos Olímpicos.
Treinta años después se conoció el remitente de aquella carta: John Ian Wing, un australiano de origen chino que en 1956 tenía 17 años y estudiaba en Melbourne.
Argentina llevó 91 deportistas al torneo (todos hombres). Su abanderada fue la clavadista Cristina Hardekopf pese a no ser parte de la delegación seleccionada.
El etíope Abebe Bikila se quedó con la maratón, con la particularidad de correr descalzo.
El remero Jorge Somlay, con tan solo 13 años, fue el deportista mas joven en participar en una competencia olímpica.
El equipo de Yachting clase Dragón integrado por Jorge Salas Chávez, Hector Calegaris y Jorge del Río obtuvieron la medalla (plata) y Abel Laudonio, en boxeo categoría mediana, obtuvo la medalla (bronce) para la delegación argentina.
Argentina finalizó en el puesto 27 sobre 83 países participantes y obtuvo dos medallas y cinco diplomas olímpicos.
En todas las pruebas de natación se batieron récords olímpicos.
España introduce entre sus participantes por primera vez a una mujer.
El ganador de los 50 kms marcha, el británico Donald Thomson, lo hizo con zapatos de calle.
El regatista danés Paul Elvstrøm, se convirtió en el primer atleta en conseguir cuatro oros en una competición individual.
El momento más triste de la competición fue la muerte del ciclista danés Knud Enemark, la causa fue el consumo de anfetaminas. Fue la segunda muerte en una competición olímpica.
La Unión Soviética, con 43 medallas doradas, 29 plateadas y 31 de bronce se quedó con el puesto número 1 del podio, llegando a un total de 103 medallas olímpicas.
Estados Unidos, con 34 medallas doradas, 21 plateadas y 16 de bronce se quedó con el puesto número 2 del podio, llegando a un total de 71 medallas olímpicas.
Alemania, con12 medallas de oro, 19 plateadas y 11 de bronce se quedó con el puesto número 3 del podio, llegando a un total de 42 medallas olímpicas.
Producción: Sofía Di Carlo.
Redacción: Camila Cloppet, Francisco Romeo y Sebastián Pardal.
Estados Unidos se quedó con el primer puesto con 36 medallas de oro, 26 de plata y 28 de bronce, llegando a un total de 90.
Unión Soviética obtuvo el segundo puesto con 30 medallas de oro, 31 de plata y 35 de bronce (90 en total).
Japón obtuvo el tercer puesto, ganando 16 medallas de oro, 5 de plata y 8 de bronce, llegando a un total de 29.
Argentina, junto a Cuba, Pakistán y Filipinas se quedaron con el puesto número 30 cada uno con una medalla plateada.
Argentina, además, obtuvo un total de 8 diplomas, 2 en ciclismo, boxeo y equitación, y 1 en remo y en judo.
Larysa Latinina, de la Unión Soviética, quedó en lo más alto del podio con 2 medallas doradas, 2 plateadas y 2 de bronce, consiguiendo un total de 6.
El argentino Oscar Romponi, fue el atleta más longevo en participar de una competencia olímpica con 60 años. Lo hizo en remo junto a Natalio Rossi.
Se realizó el primer campeonato de voleibol femenino en un Juego Olímpico. Japón obtuvo la medalla dorada tras vencer a la Unión Soviética.
El judo también tuvo su debut en los Juegos Olímpicos. El mayor granador dentro de las 4 categorías fue Japón. Sin embargo, Antón Geesnik de Paises Bajos, logró una medalla dorada en la categoría abierta.
El boxeo argentino por primera vez no consiguió medallas. Alberto Lovell y Rafael Gargiulo aportaron diplomas olímpicos al obtener ambos el 5to puesto en las categorías de peso pesado y medio respectivamente.
Carlos Moratorio obtuvo la medalla de plata en la prueba de tres días de equitación, siendo así el único deportista argentino en conseguir medalla olímpica.
Larisa Latynina, de Unión Soviétia, se convirtió en la deportista más laureada hasta el momento con un total de 18 medallas.
El estadounidense Bob Hayes igualó el récord mundial de los 100 metros planos cuando obtuvo su medalla de oro.
El boxeador español Valentín de Lorén, descontento con el veredicto de su combate con el chino Hen-Huang, agredió al árbitro.
Primeros JJOO televisados en color y transmitidos en directo, vía satélite para Norteamérica y Europa, también fue la primera vez en utilizarse la cámara lenta y las computadoras para registrar tiempos exactos en las competencias.
En estos Juegos Olímpicos se incluyó el yudo, uno de los deportes nacionales de este país. Los locales ganaron casi todas las categorías; pero el holandés Anton Geesink ganó el título en la final de la rama abierta, al deportista local e ídolo nacional Kaminaga.
El último relevo dentro del estadio lo hizo el atleta Yoshinori Sakai, apodado “él bebe de Hiroshima”, por haber nacido el día de la tragedia.
El deportista es antes persona que deportista. La falsa idea de que la vida del que juega al fútbol o al básquet es corta se desmiente cada vez más. Fabricio Raúl Jesús Oberto es un claro ejemplo de los que no dependen únicamente de una pelota para sentirse completos. Ambicioso de chico, ganador como profesional, y aventurero de grande. Quien deba escribir su biografía se va a quedar muy corto contando sólo su exitosa carrera profesional, porque la vida de Oberto va más allá de medallas olímpicas o anillos de NBA. El hecho de ser definido como un sencillo ex basquetbolista suena un poco injusto. Habría que agregarle músico, cantante, poeta, periodista, comentarista, conductor de televisión, alpinista, y un poquito de gamer, entre otras cosas. Aunque nunca del todo desligado de la naranja, vive la vida experimentando y buscando siempre nuevos desafíos no relacionados al deporte.
Oriundo de Las Varillas, Córdoba, comenzó a jugar en Atenas a los 17 años. Hasta esa edad pasaba sus tardes en Huracán, manipulando un viejo portón para entrar a la cancha a tirar al aro un rato con amigos. Sus objetivos siempre estuvieron claros, él quería jugar en las grandes ligas. Un video de su viaje de egresados deja una frase a la que se aferraría durante su juventud. Cuando la cámara lo enfoca, realiza su carta de presentación: “Fabricio, un saludo para los que me conocen en la NBA”. Un sueño quizás un poco grande para un chico que no había siquiera terminado el secundario, pero que con el tiempo se fue quedando cada vez más corto.
La vida lo fue llevando por distintos caminos, y acercarse a la muerte fue uno de ellos. Una arritmia cardíaca lo acostó en un quirófano tres veces en tres años, para que su corazón fuera reseteado. En palabras del protagonista: “Me apagaron y me volvieron a encender, como a una computadora”. Alrededor de 20 especialistas aguardaban para intervenir en caso de que algo saliera mal y debieran reanimarlo. Una escena de terror, pero que Fabricio optó por minimizar, musicalizando el ambiente con su grave voz e invitando a su amigo y compañero de equipo Manu Ginóbili a que filmara la intervención. “Hay dos formas de enfrentarlo y yo elegí relajarme y hasta tomarlo con humor”, dijo un tiempo después de su último reset, en el que llegó a estar 4 segundos y medio con el corazón apagado.
Su nuevo documental no se llama así de casualidad. Hay una clara relación entre su corazón y su vida personal. Reset, Volver a empezar simboliza la diferencia entre la vida del jugador y de la persona. Grata sorpresa se deben haber llevado los afortunados que paseando por la ciudad de Santa Fe, se hayan cruzado a Oberto y Delfino volcando y tirando tiros libres en una canchita pegada al río. Tanto al Lancha como al resto de los integrantes de la Generación Dorada se los puede ver en otra sintonía que hace 15 años. Lógico, pero a la vez extraño si se tiene en cuenta la fuerte marca que dejaron como subcampeones del mundo y campeones olímpicos.
“Una vez Quique Wolf me dijo: ‘vos nunca vas a ser un exdeportista, vas a ser un deportista sin actividad’. Y cuando escuche eso dije, realmente lo que sé hacer es jugar al básquet, por eso sigo pensando cada día cuál es el próximo desafío”. A través de esta frase, Oberto sintetiza a la perfección lo que es su vida post retiro. Alcanza con interesarse sobre qué hace el cordobés hoy en día para darse cuenta de que lo que lo motiva ya no es más ganar un rebote o hacer una cortina.
A lo largo de su vida le sacó todo el provecho que pudo a sus 2,08 metros y más de 110 kilos; hoy, aprende a convivir con ellos. En el mundo de gigantes que es el ambiente del básquet, Fabricio era tal vez uno más de los altos pivotes. Lejos de los aros, le es un impedimento para muchos de sus tantos desafíos. Estar apretado en un auto o en un avión probablemente sea algo a lo que ya esté acostumbrado. En cambio, escalar una montaña o hacer un trayecto de mountain bike resultaría poco conveniente. Siempre buscando autosuperarse, pero sin olvidarse de que decir que no también es una opción, formó parte de una delegación de 12 deportistas que intentaron escalar los casi 7 mil metros de altura del Aconcagua, con el objetivo de izar en la cima la bandera de los Juegos Olímpicos de la Juventud. A pesar de no haber podido concretar la subida entera, el desafío estaba más que cumplido. La grandeza, en este caso, se vio demostrada por saber cuándo decir basta y no cerrarse en que el único logro era estar -literalmente- en lo más alto del continente. En líneas generales, teniendo en cuenta la arritmia y el tamaño de Fabricio, la travesía fue un éxito.
Que el básquet sea un buen recuerdo más que un fuerte presente le permite avanzar en sus nuevos proyectos. Desde 2017 es compositor y vocalista en su banda de rock alternativo New Indians. En 2019 realizaron un tour por Estados Unidos, tocando en diferentes ciudades y viajando en casa rodante. De hecho lograron coordinar un paso por San Antonio, justo cuando la camiseta de Manu fue retirada. Allí, Fabricio le pudo dedicar unas palabras en vivo a la leyenda de los Spurs, con el que ganó aquel anillo de NBA en 2007.
Otra actividad que lo mantiene ocupado es hacer podcasts. A través de una plataforma de streaming, Oberto habla un poquito de todo, menos de básquet, como bien dice el nombre de su pequeño medio, DTMB (De Todo Menos Básquet). Muestra bastante también su lado gamer, otro de sus nuevos intereses. Recientemente creó su propio equipo de eSports New Indians GG, inspirado en el nombre de su banda. Compiten profesionalmente en el videojuego League of Legends de la Liga Master Flow.
El espíritu de divertirse con el básquet es algo que no perderá nunca, como se lo ve en Reset compitiendo con algunos excompañeros, aunque su cuerpo lo limite a no hacer mucho más que tirar al aro. Se especula con un reencuentro de la Generación Dorada para el Mundial de Maxibásquet de 2022, pero parecería ser más un deseo que una realidad. “Por el calendario y la actividad de cada uno, sería más fácil que nos llevaran a todos a Marte. Con el pasar de los años se complica cada vez más, aunque estaría buenísimo”, dijo Oberto. Mientras haya ganas, la posibilidad de que se cumpla la ilusión de cualquier aficionado del básquet argentino va a estar.
Tampoco le cierra las puertas a un futuro cargo de entrenador. Confirmó que ofertas no le faltan pero hasta el momento por situación y tiempo todavía no se dio. Igualmente, admite que el básquet y su evolución lo dejan algo atrasado, y sus aportes podrían no ser tan positivos si no crece junto a él. “El básquet sigue evolucionando y uno debe seguir aprendiendo”.
La crisis post retiro es inevitable, pero presenta también una oportunidad. Fabricio Oberto no es de los que se quedan mirando el pasado con nostalgia, aunque para mirar tenga de sobra. Decide no quedarse con todo lo que fue, sino con todo lo que puede y quiere ser. Lo que el futuro le depara ni siquiera él lo debe saber. Un referente dentro y fuera de la cancha; en el deporte, como en la vida.
El 17 de marzo de 1954 sería un día negro para la Selección española. El húngaro Ladislao Kubala, uno de los mejores jugadores del momento y una pieza fundamental para el equipo, no pudo jugar el desempate frente a Turquía en la fase eliminatoria para obtener un lugar en el Mundial.
Tras un triunfo de España en el partido de ida por 4-1, Turquía obtuvo la victoria en la vuelta por 1-0, por lo que se llegó a un desempate que se realizó en un campo neutral previamente acordado, el Estadio Olímpico de Roma. Allí llegó un telegrama escrito en francés enviado por FIFA: “Attention equipe espagnole situation jouer Kubala” (Atención equipo español situación del joven Kubala), comenzaba el comunicado. Notificaba que el futbolista no estaba en condiciones de participar porque incumplía ciertas normas del reglamento.
Laszi, como le decían, nació en Hungría y defendió la camiseta de su país en seis ocasiones. Además, su padre era eslovaco y cuando jugó en el Bratislava fue convocado a la Selección checoslovaca, con la que disputó once encuentros. Tras la II Guerra Mundial, escapó del Telón de Acero. Se fue a Austria primero y luego en 1949 intentó jugar para el Pro Patria de Italia. Pero no pudo hacerlo porque debía cumplir un año de sanción que le aplicó la Federación húngara por desertar.
Ese mismo año disputó partidos para un equipo que no estaba afiliado a la Federación italiana. Por consiguiente, comenzó conversaciones con un club español pero, al no contar con un certificado de transferencia de la FIFA, no lo admitieron. En ese mismo período de 1950, fue fichado por el Barcelona, pero esta operación tenía otras intenciones.
El dictador Francisco Franco buscaba que el mundo se olvide de los tratados de España con Alemania e Italia en la Guerra. Expuso sus ideales anticomunistas y su ferviente fe católica. Por lo tanto, la chance de darle asilo a un futbolista cómo Ladislao Kubala, perseguido por los comunistas, era una buena acción para su régimen. Fue recibido como refugiado político, se lo bautizó y obtuvo la nacionalidad española. Pero no todo era color de rosas. Hungría se rehusaba a darle la transferencia internacional.
Entre idas, vueltas y dudas, jugó su primer partido amistoso con La Roja el 5 de julio de 1953, frente a Argentina en el estadio Monumental de River Plate. Todos los conflictos de su nacionalidad siguieron hasta tiempo después.
En diciembre llegó una carta de FIFA, refiriéndose al encuentro de España contra Turquía que se disputaría en enero de 1954. Previamente se mandó la lista de convocados, en la que figuraba Kubala. El comunicado aclaraba la Federación de Hungría seguía reclamando por el futbolista. Además, en el reclamo mencionaba el artículo 21 del reglamento de la FIFA: “Un jugador que haya representado una federación en un partido internacional, no podrá ser calificado para representar otra hasta que no haya permanecido, durante un periodo de tres años en el territorio de la nueva federación”.
Sancho Dávila, presidente de la Federación Española de Fútbol en ese momento, explicó en su libro “De vuelta a casa” publicado en 1954: “En aquella fecha, Kubala llevaba más de tres años de residencia en España. Pero no ha nacido en nuestro país”.
Los problemas reglamentarios seguían atormentando el caso de Kubala. Llegó el tan ansiado primer partido. En aquella eliminatoria la clasificación se definió en un grupo con dos equipos en la cual no contaban las victorias, si no los puntos. En ese 6 de enero, en el Santiago Bernabéu de Madrid, Laszi no jugó, ya que no consideraban a Turquía un rival complicado. España fue muy superior y ganó 4-1
La vuelta en el estadio Midhat Pasha de Estambul el 14 de marzo, Kubala jugó, La Roja no pudo demostrar superioridad y perdió por 1-0. La diferencia de goles no era apta en esos tiempos, entonces se definía con un desempate.
Tres días después llegó el momento de obtener un lugar en el Mundial. FIFA eligió un terreno neutral: Italia. El clima tenso antes del comienzo del partido fue por la interna de Kubala. Ese comunicado fue un golpe que España debía afrontar. Las nacionalidades del jugador eran muy mencionadas y rondaban las irregularidades, algo utilizado en su contra. Aunque su ficha estaba en condiciones, un posible error omitido los dejaría descalificados. No era un riesgo posible de correr. El futbolista del Barça quedó fuera de la alineación. En España, aún duda de la autenticidad de ese telegrama.
El resultado del encuentro fue 2 a 2. Ni el alargue o la tanda de penales existían en esos momentos. La FIFA cumplió el reglamento, un sorteo para saber el equipo calificado. El papel que salió fue él de Turquía. Ese año España se quedó sin poder clasificar al Mundial.
Hasta el día de hoy, ese supuesto comunicado, escrito en francés y enviado por FIFA, no tiene responsable. Se especuló que fueron los turcos por el simple hecho de tener un rival superior a ellos, además de poder desconcentrar a los españoles. O una posible venganza de la Federación húngara, resentida por la pérdida de su estrella futbolistica.
Ladislao Kubala nunca pudo jugar la Copa del Mundo. En 1958 la Selección española tampoco se clasificó y cuando lo pudo hacer en 1962, el crack ya había colgado los botines.
Por Pedro Duffau, Leandro Gambino y Marcelo López Aspuru
Se cumplen 28 años de la final de la Copa Libertadores que Newell’s Old Boys perdió con San Pablo en la definición por penales, tras caer por 1 a 0 en los 90’ en Brasil. El equipo dirigido por Marcelo Bielsa no pudo mantener la victoria (1-0) conseguida en Rosario y se quedó sin lograr su primer título internacional.
Cuando el 26 de febrero, Newell’s perdió de local 6 a 0 con San Lorenzo en su primer partido en la Copa, ni el más confiado hincha leproso hubiera imaginado que iban a jugar la final casi cuatro meses después. Luego de esa dura derrota, se recompuso y quedó primero en el Grupo 1, que compartía con el conjunto de Boedo y tres equipos chilenos: Colo Colo (último campeón), Universidad Católica y Coquimbo Unido.
Luego eliminó a Defensor Sporting en octavos de final, a San Lorenzo en cuartos (se vengó de la goleada sufrida en la primera ronda y lo venció por 4 a 0 de local en la ida), al América de Cali en semifinales, tras una serie interminable de penales, y así llegó a su segunda final de la Copa Libertadores en su historia.
El primer partido en Rosario (en la cancha de Central, su eterno rival) fue victoria del local por 1 a 0 con gol de penal de Eduardo Berizzo. Y la ilusión de alcanzar su primer título internacional estaba cada vez más cerca.
El 17 de junio de 1992 fue la revancha en San Pablo. El equipo brasileño dominó gran parte del encuentro, tuvo varias situaciones de gol, pero Newell’s contó con una situación inmejorable cuando el partido estaba 0 a 0: Julio Zamora estrelló un tiro en el poste, el cual si entraba hubiera cambiado la historia. En el segundo tiempo, el equipo rosarino tuvo dos chances claras para convertir, otra vez Zamora y una de Domizzi. Hasta que vino el penal de Gamboa a Macedo, Raí lo transformó en gol y quedaron iguales.
Newell’s formó con: Scoponi; Saldaña, Gamboa, Pochettino, Berizzo, Llop, Alfredo Berti, Martino (capitán), Lunari; Zamora y Mendoza. El único cambio que hizo Bielsa en relación al partido de ida fue el ingreso de Juan Manuel Llop por Gustavo Raggio. Precisamente Llop cuenta sus sensaciones del desarrollo del encuentro y del planteo de su técnico: “Conocíamos al rival y creo que Bielsa lo planteó muy bien. San Pablo tenía muchas virtudes y por otro lado, nosotros teníamos un gran potencial. Tal es así que el partido lo llevábamos bastante bien hasta mediados del segundo tiempo y tuvimos muchas posibilidades de convertir algún gol. Desde el punto de vista táctico, el partido fue muy bien pensado por nuestro entrenador”.
Después vinieron los penales. Y ahí Berizzo erró el primero. Convirtieron Zamora y Llop, pero volvieron a fallar Alfredo Mendoza y Gamboa. “Habíamos practicado penales – agrega Llop – y además ya veníamos con una final que ganamos en la cancha de Boca el año anterior. Los pateadores éramos los mismos. Así que obviamente teníamos confianza para que nos vaya bien. Por su parte, sabíamos los posibles ejecutores del rival y el gringo Scoponi también lo sabía, pero a veces podes saber y después patean hacia otro lado”.
Newell’s venía primero en el Torneo Clausura y en paralelo luchaba por ganar su primera Copa Libertadores. Con respecto a esto, si fue contraproducente o no, Llop revela que “no nos perjudicó jugar dos competencias en simultáneo. Aparte llegamos a la final y después de haberla perdido salimos campeones del torneo local. El grupo estaba muy consolidado, convencido de lo que teníamos que realizar y estuvimos muy cerca de ganar los dos torneos. Teníamos una fortaleza mental muy importante, así que no nos afectó para nada haber participado casi todos los partidos con el mismo plantel. Fue una pena no haber logrado ambas competencias”.
Su rival fue nada más y nada menos que el San Pablo de Telé Santana, que luego fue bicampeón de América en 1993, ganó la Copa intercontinental en 1992 y 1993 y subcampeón de América en 1994. Tenía jugadores de la talla de Cafú, Raí, Muller, Palinha y Zetti, todos ellos miembros de la selección brasileña. El deseo y las ganas de los dirigidos por Bielsa se quedaron en el umbral de la gloria, por muy poco, y así Newell’s perdió su segunda final de la Copa Libertadores. La historia dirá si alguna vez la tercera será la vencida….
“Fue una pesadilla”, así vivió el momento más duro en la historia de River el actor y comediante Darío Lopilato; Coqui, para los televidentes que siguen a Casados con Hijos, recuerda al descenso como “algo que no podías creer, fue muy complicado”.
Al episodio, lo relata como un quiebre a la hora de evaluar las emociones que genera el fútbol. Cuenta que su fanatismo cambió rotundamente y decidió tomarse las cosas desde otro lugar, debido a que llegó un momento en su vida que se dio cuenta que todo lo relacionado con River no le podía afectar tanto en lo anímico. Es por eso que hoy decide disfrutarlo. “Espero que las cosas me sorprendan porque cuando las esperas y llegan, son más gratificantes”. Esto le ocurrió luego de una situación que le tocó vivir y la recuerda como si fuera ese día.
“Faltaban tres partidos para que llegue el descenso y yo había ido la cancha. River estaba perdiendo y se generó un silencio en todo el estadio, que explotaba de gente. Yo mire para atrás y vi a tres hombres llorando, y me dije a mi mismo: Sí, yo soy hincha de River y lo aguanto en las buenas y en las malas, pero no puedo hacerme cargo de esto porque no estoy jugando”.
Se cumplen 8 años de ese 23 de junio de 2012 y Coqui lo rememora con una sonrisa, tiene presente el ambiente hermoso que se vivió en el Monumental luego de que el Millonario ganara el partido de vuelta por 2-0 contra Almirante Brown y regresara a Primera.
“Me acuerdo que viví una situación muy fuerte, yo estaba en la cancha y un cocacolero siempre que me veía me decía que íbamos a perder. A mí me sacaba, no le daba bola. El partido que ascendemos apenas ganamos salté la valla y le dije ‘tomá para vos’. Beso va, beso viene y terminamos abrazados, fue una cosa de locos”.
Darío tiene reforzado el amor filial con su padre, Eduardo, por haber sido él quien lo hizo hincha de River y comenta: “Todo lo que te pasa en la vida te deja una enseñanza para que la próxima situación similar que padezcas, no tengas que llegar a tocar fondo de nuevo”.
Es por eso que cuando amigos hinchas de Boca lo molestan con el “te fuiste a la B”, explica que no se lo toma a mal ni lo ofende. Aunque obviamente no está orgulloso de haber vivido ese momento, pero lo entiende como todo un camino que se pasó para poder disfrutar al River de hoy.
Coqui es el hermano mayor de la actriz y modelo Luisana Lopilato, y comentó que él desde su lugar no sabe qué fue lo que se hizo mal para llegar a esa instancia. No le echa la culpa a nadie. Entiende que cuando hay cosas que las tenés que pasar, las vas a tener que pasar. Aunque confesó: “No veía a River jugando en la B, es algo que le puede pasar a cualquier club, pero no lo imaginas”.
Matías Almeyda tomó las riendas del equipo un día después de descender y a Lopilato eso quedará registrado por siempre: “Es un gran director técnico”. De todos modos, y más allá del reconocimiento a ese símbolo del club, ve como “único” a Marcelo Gallardo, actual entrenador de River. “Tuve la posibilidad de encontrarme con él y hablamos como si nos conociéramos. Lo aguanto a matar o morir, pierda o gane partidos. El tipo tiene una cabeza tremenda, es un grande. Hay que disfrutarlo el tiempo que lo tendremos”.
Probablemente, cuando empezó a jugar en las divisiones menores del Manchester United, a los siete años, Marcus Rashford comenzó a entender su talento. Durante mucho tiempo, lo trabajó; vaya que lo hizo. En el momento en que debutó —y marcó un gol— en la primera división del club que lo había visto crecer, disfrutó, gozó. En 2020, con 22 y más de 100 partidos como profesional, asumió su rol en la sociedad. Tomó un riesgo, se expresó y, de la noche a la mañana, se convirtió en un ícono en la lucha por la desigualdad en Inglaterra.
El pasado 14 de junio, el delantero del Manchester United publicó una carta abierta destinada a los miembros del Parlamento inglés. El pedido era claro: que se diera marcha atrás con la decisión de que en las vacaciones no aplicaran los cupones de viandas de los colegios, que en estos tiempos complicados les habían dado un respiro a miles de familias a las que se les dificultaba cada vez más el acceso a las comidas básicas. En enero de 2019, última fecha de la que hay datos oficiales disponibles, el gobierno había anunciado que el 15,4% de las y los estudiantes —casi 1,3 millones— había solicitado el plan, que en inglés lleva el nombre de Free School Meals.
El tuit, que menos de 48 horas después de su publicación ya había superado los 150 mil retuits y 275 mil likes, se abre con una invitación a reflexionar, para ya en el segundo párrafo sí hablar del tema. En esa sexta línea escribe: “Entiendan: sin la bondad y generosidad de la comunidad que tuve a mi alrededor, no existiría el Marcus Rashford que ven hoy: un hombre negro de 22 años con la suerte suficiente para hacer una carrera jugando el juego que amo”.
Todo tiene un contexto, claro está. El asesinato de George Floyd del pasado 25 de mayo a manos de un policía de Minneapolis, en Estados Unidos, abrió una puerta que difícilmente vuelva a cerrarse. Personalidades de todo el mundo se manifestaron, algunas presencialmente en marchas, para visibilizar el racismo sistemático que hay en las sociedades modernas. Algunos deportistas, especialmente norteamericanos, ya venían haciéndose oír en los últimos años: desde LeBron James y sus peleas con Donald Trump a través de Twitter; pasando por Jaylen Brown, basquetbolista de Boston Celtics que en 2016 había dicho en una entrevista con el diario The Guardian que “el racismo existe en América. Obviamente cambió mucho, y por eso algunas personas piensan que desapareció. Pero está escondido en lugares más estratégicos”; hasta llegar a Colin Kaepernick y su emblemático acto de arrodillarse durante el himno nacional, ya que estar de pie significaba mostrar orgullo por la “bandera de un país que oprime a los negros y a las personas de color”. Rashford, tan lejos y tan cerca de estos referentes, siendo un hombre negro y de clase baja que, como expresa en la carta, poseía en su rutina el hecho de ir a buscar comida a comedores y ollas populares, tenía todas las de perder en un sistema que “no está hecho” para que familias como la suya triunfen.
Durante la cuarentena, aproximadamente 200 mil chicas y chicos no tuvieron acceso a las comidas básicas en Inglaterra. Dos estadios de Wembley repletos. “Hace diez años, yo habría sido uno de esos chicos”, lamenta en el párrafo que sigue al del escalofriante número.
30 horas después de la carta, volvió a invitar a la reflexión con un hilo de Twitter (@MarcusRashford), que consta de cuatro tuits, acompañados del hashtag #maketheuturn —den la vuelta en U—. El mensaje, claro: pensar en los privilegios que tenemos, que al día de hoy implican incluso tener agua para la ducha, electricidad y algo de comida en la heladera. Saber, identificar, que muchas niñas y niños en Inglaterra “se están preguntando por qué. ¿Por qué nuestro futuro no importa?”.
Un ratito más tarde, se anunció que, al final, el gobierno daría marcha atrás con su medida y entregaría cupones de viandas durante las vacaciones para las personas que habían calificado. “Miren lo que podemos hacer juntos”, puso en su cuenta el talentoso jugador. Talentosísimo. Más allá de cómo juega a la pelota, su talento hoy radica en otra parte. No hay dudas de que sabe posicionarse dentro de la cancha, pero ahora también encontró su lugar fuera de ella.
Los clubes de la liga mexicana, en su gran mayoría, son Sociedades Anónimas Deportivas, por lo que pueden cambiar de propietario y sedes en cualquier momento si se pone el dinero necesario. Fue así como el Monarcas Morelia, que participó en más de 60 torneos de Primera División, cambiará su nombre a Mazatlán Fútbol Club, luego de que el gobierno de Sinaloa le pagara 180 millones de dólares a los dueños para la mudanza.
El equipo que jugará sus partidos en una de las ciudades portuarias más turísticas de México se presentó el pasado 8 de junio en las mismas redes sociales que pertenecían al conjunto de Michoacán, heredando más de 1 millón de seguidores entre Facebook, Twitter e Instagram.
Teniendo en cuenta la polémica que habían causado no solo en la hinchada del Morelia, el Mazatlán decidió mostrarse como el villano de la película. “Somos Mazatlán FC, somos los nuevos y a más de uno vamos a incomodar. De la Perla del Pacífico para el mundo. Plebes, ¿Listos? #ARREbatando”, fue el primer tuit de la institución del noroeste de México, y posteriormente invitaron a que las personas críticas se bajaran del barco.
Por su parte, el parecido de su escudo con el Inter de Miami de David Beckham y el Manchester City desencadenó burlas no solo por parte de los fanáticos. Panini, la famosa empresa de álbumes y figuritas, publicó un video en el que bromeaba con que pegaba el logo del elenco mexicano, pero en realidad era el de los ingleses.
A lo largo de sus 70 años de historia, los títulos más importantes de los Monarcas de Morelia fueron el Torneo Apertura de 2000 y la Copa MX de 2013, ambas ganadas luego de una tanda de penales en el partido definitorio. A nivel internacional, lo más destacado fueron sus finales perdidas en la Liga de Campeones de la CONCACAF en 2002 y 2003, con derrotas ante Pachuca y Toluca, respectivamente. Además, el antiguo conjunto de Michoacán supo participar en tres ediciones de la Copa Libertadores, donde llegó a cuartos de final en dos de ellas.
Lo sucedido con el Morelia sin dudas es un ejemplo de lo que podría pasar en la Argentina si se implementan las Sociedades Anónimas en el fútbol, tema que se viene discutiendo hace años en el país.