domingo, enero 12, 2025
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Michael Sambataro, un gaucho con sangre dominicana

Por Agustín Brizuela Aasad

Es poco habitual que se hable de los jugadores del ascenso del fútbol argentino. Aunque algunos ya son reconocidos por su pasado en clubes de Primera División, y otros solo pasan desapercibidos sin recibir ,quizás, el reconocimiento que merecen, por tener un futuro prometedor y mucho talento por demostrar. Ese es el caso de Michael Sambataro, jugador de Güemes de Santiago del Estero que fue convocado por una selección. 

Su carrera como jugador comienza con tan solo 10 años en el año 2012  jugando para River Plate, luego de dos temporadas pasó a San Lorenzo, para un año después irse a, nada más y nada menos, que a Huracán. En el club de Parque de los Patricios jugó hasta esta temporada en la que se le presentó la chance de emigrar a Güemes de Santiago del Estero, club donde le llegaría lo más soñado por cualquier jugador: ser convocado a una selección. Si bien Michael es hijo de padre argentino, su madre proviene de República Dominicana y gracias a eso, “Los Quisqueyanos” se interesaron en él: “Marcelo (Neveleff) se había comunicado conmigo hace tiempo atrás, pero obvie la situación, hasta que realmente llegó la convocatoria”.

El estreno debió haber sido el 16 de junio del año pasado en un amistoso frente a Chile, pero por falta de documentación, no pudo ser. El técnico de la Selección dominicana, Marcelo Neveleff, le dio su palabra y Michael fue convocado nuevamente para hacer su debut el 8 de septiembre contra Nicaragua, por la Liga de Naciones Concacaf. El resultado del partido no fue el esperado, ya que cayeron por 2 goles a 0, pero, sin embargo, Sambataro se llevó la gran experiencia de haber debutado como titular. Tres días más tarde jugó la segunda fecha frente a Montserrat, donde Michael, otra vez, arrancó desde el inicio pero, en esta ocasión, fue victoria para los dominicanos por 3-0.

Todo aquel chico que quiere ser futbolista sueña con que en algún momento podrá representar a su país, si bien en el caso de Michael no está jugando para su selección natal, sino que está representando al país donde su madre vivió toda su infancia y de donde es oriunda. Quizás esta sea la oportunidad que hay que darles a todos los futbolistas del ascenso que tienen un gran potencial. Pero por no tener la prensa ni la fama que se necesita para estar jugando en un grande o, como en este caso, jugar para un combinado nacional.

 

 

 

 

Emiliano García, un hombre que lucha arriba y abajo del ring

Por Emilse Torres

Él tiene una mirada filosa como el hielo; con sus 140 libras, abre paso como un tornado que arrastra consigo una angurria desmedida. Fue parte del estupor general en el ringside; Emiliano lo sabía, solo que no se lo esperaba. Sabía que el día del corpus llegaría; su alegría ocultaría al vencedor y el pecho fuerte del vencido devoraría su imagen. Engolfado, pisaría el ring, al igual que lo hizo su padre, con coraje y entrega total a ese plácido dolor que los cuerpos resisten sobre la lona. Él lo sabía; sabía que, aunque no se esperaba pelear en el extranjero, Las Vegas y Puerto Rico se convirtieron en peajes. Ante ese desarraigo, su corazón palpitaba como si fuera un estallido al ver su rostro empapelado en Ucrania, un país totalmente distinto. Sentía desesperación; la tensa calma en su mente no le permitía cerrar los ojos durante las tediosas horas de viaje. Su único consuelo fue su familia, quienes amortiguan sus caídas mientras él continúa perviviendo.

Nunca podrán decir que Emiliano García (foto a la derecha) no lo intentó. La impotencia de no poder pelear en su tierra debido a la mala paga y los bajos contratos es una realidad con la que sus colegas lidian a diario. Además, la difícil tarea de pelear como visitante cada vez les pinta más la cara a los púgiles de este suelo. Él lo sabía, sabía que sus 14 knock outs no serían suficientes. La necesidad de seguir avanzando lo empujó a ser camaleónico, así como lo es arriba del ring, engañando con la zurda e impactando con la derecha con la potencia de un ariete, la misma con la que castigó a Denys Berinchyk. Su vitola lo delata; con su andar desfachatado y verba fluida, puede convencer a Mitch Halpern de que Tyson no mutiló a Holyfield.

Carga consigo un ímpetu explosivo que impacta como un gancho y te deja boquiabierto como un óleo de Ángel della Valle. Él lo sabía; sabía que los años le pasarían factura y, aunque demuestre una eterna lozanía que nos hace pensar que ese chico que peleó por primera vez en Villa Adelina sigue en formol, su cuerpo siente los golpes, su edad sigue en ascenso y sus 39 años lo impulsan a buscar la paz. A lo largo de su trayectoria, supo confeccionar momentos que comparte con los chicos en un gimnasio de Pacheco, en la zona norte, donde entrena. Ellos lo escuchan con atención mientras a él se le dilatan las pupilas de emoción al recordar las hazañas de aquellas noches y sentir las voces enmudecer en un unísono como mares que quiebran las rocas. Su espíritu rabioso y febril sigue dentro de él, esperando a que llegue el próximo contrincante para poder salir a comerse el mundo y demostrar que aquel chico que veía a su padre pelear hoy es un hombre que lucha arriba y abajo del ring.

 

Una muestra sobre Diego en el acampe de Télam

Por Sebastián Mongelos

Diego Armando Maradona siempre es un disparador para hablar de diversos temas. De fútbol, recapitulando sus goles contra Inglaterra en el Mundial de 1986 o su definición de tiro libre frente a Juventus; acordarse y citar sus frases célebres como ‘La pelota no se mancha‘ o ‘Lástima a nadie, maestro’; rememorar anécdotas suyas que provocan risas y nostalgia entre quienes conversan; recordar su accionar fuera de los terrenos de juego, cuando atacaba a la injusticia del poder de turno y defendía al pueblo. La Argentina vive de cambios a partir de la asunción de Javier Milei como presidente. Uno de esos fue la promesa de privatizar los sectores públicos como YPF, Radio Nacional, Tv Pública y Télam. Hace un mes, se cerró la agencia de noticias que distribuye las mismas a todo el país y a sus limítrofes. Generar malestar en los trabajadores, quienes acampan en las afueras esperando respuestas.

Se unieron los factores. El Diego, la lucha y Télam dieron como resultado un clima festivo acompañado a la figura de Maradona, mezclando canciones alusivas, como ‘¿Qué es Dios? de las Pastillas del Abuelo o ‘La vida tómbola’ de Manu Chao, imágenes del archivo de la agencia que estaban colgadas mostrándolo en el Mundial Juvenil de 1979 o de entrenador en Sudáfrica 2010 y personas que vestían camisetas del seleccionado argentino utilizadas por Diego.

Himno Nacional de por medio, presentación de los invitados y aplausos. Porque además de tener presente la esencia del astro argentino, Télam contó con otros protagonistas que fueron parte de la vida del Pelusa: Ubaldo Fillol y Héctor Enrique, campeones del mundo en 1978 y 1986 respectivamente, Fernando Signorini, ex entrenador personal del 10, y Guillermo Blanco, ex jefe de prensa del nacido en Fiorito y ex trabajador en la agencia. Y más personalidades se acercaron, como los periodistas Daniel Arcucci y Ayelén Pujol. Todos juntos para pronunciarse en contra de las medidas del Estado y solidarizarse con los despidos que están habiendo en el país.

El Negro fue el primero que se pronunció, aclarando que su comodidad no era la palabra pero que allí estaba con el corazón: “Es un orgullo estar frente a trabajadores que, lamentablemente, por culpa de este gobierno mediocre, la están pasando mal. Hay que ponerle el pecho para volver a su fuente de trabajo y que a sus respectivas familias no les falte absolutamente nada. Me entristece muchísimo lo que estamos viviendo y mucho más triste me pone saber que no hacemos nada. Cuando me toca escuchar el Himno me remite a la Selección y a haber defendido la camiseta, como ahora defendemos al país, con el corazón”.

Una camiseta resaltaba entre tantas de Maradona: un niño utilizaba la n°5 verde y sin nombre. Era la del Pato Fillol, en aquel primer campeonato mundial conseguido. El ex arquero tiene a su hijo Sebastián como uno de los afectados por la situación. Dijo que, si Diego estuviera vivo, estaría presente en la lucha del pueblo: “Hay una palabra que se suele usar mucho ahora que es ‘mística’, para referirse a un jugador, club o estadio. Hay otra que la usaban ellos -señalando a Signorini y a Blanco-: ‘caudillo’. Diego era caudillo, porque era guapo, dentro y fuera de la cancha”. Luego agregó que no había que perder la esperanza ante las 70 mil familias que sufrían los despidos y que tanto él como los otros tres compañeros estaban a disposición para colaborar.

El Profe inició su discurso en desacuerdo con Enrique con respecto al Himno Nacional, ya que, para él, el verso ‘al gran pueblo argentino salud’ no corresponde al momento que se está atravesando. Sí estaba en conformidad con el arquero sobre contar con ellos para lo que sea. “Estamos acá por Diego, pero también porque nosotros tenemos que hacernos cargo de comprometernos en defensa de aquellos que menos tienen aunque más quieren. Diego siempre se opuso al poder y fue rebelde, y lo sigue siendo por esto”, cerró.

Por último, Guillermo Blanco remarcó la importancia de Télam recordando cuando la agencia tuvo la primicia mundial del doping de Maradona en la Copa del Mundo 1994. Más tarde ejerció su rol como periodista para dar pie a los otros invitados con anécdotas. 

Así terminó la tarde, con risas y situaciones nostálgicas con el ex Nápoli como centro. Para recordar no sólo cómo era como jugador, sino también cómo era como persona. Lo definen seres que lo rodearon mucho tiempo: solidario, rebelde, caudillo de los más indefensos. Los que están hace un mes esperando respuestas, luchando y escribiendo, como siempre lo hicieron.

 

Iván Jesús Braga, el joven prodigio de San Lorenzo que asoma como una estrella del básquetbol

Iván Jesús Braga
Iván Jesús Braga

Por Lucas Villanueva

Imaginá un jugador de básquet de 1,98 metros igual de ágil que uno de menor altura, un jugador que dejó muchísimas cosas de lado pero que, gracias a eso, consiguió otras mejores, que por el miedo a fracasar no paró de entrenarse y ahora es imparable, que desafía la gravedad en cada salto hacia el aro como su ídolo, Kevin Durant. Ese jugador es Iván Jesús Braga, un nombre que probablemente no conozcas pero que en un futuro no vas a parar de escuchar su nombre. En la actualidad se forma en las inferiores de San Lorenzo de Almagro pero sus comienzos en el básquet merecen ser contados.

Nació el 24 de marzo de 2005 en San Lorenzo, un municipio con menos de cincuenta mil habitantes, de la provincia de Santa Fe; comenzó a jugar básquet a los seis años luego de que su madre, Rosana, lo llevó a una prueba de un mes al club de su pueblo, el Red Star. Este encuentro marcó el inicio de una prometedora carrera y ningún familiar se imaginaba de que en un futuro -no muy lejano- viviría de esto.

Iván Jesús Braga
Iván Jesús Braga

Con tan solo 16 años se concretó su pase al club San Lorenzo de Almagro -un sueño que tuvo desde siempre- gracias a la recomendación de su tía y una serie de pruebas y entrenamientos que rápidamente demostraron lo mucho que valía. Así como su madre lo llevó de la mano a los seis años a las pruebas en Red Star, también lo acompañó años más tarde en el nuevo capítulo de su vida, dejaron su casa de la infancia y se mudaron a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lugar donde continúan viviendo. 

Él define su estilo de juego en tres palabras: Ágil, seguro y estratégico. Cualidades que sin lugar a duda lo ayudaron a llegar a donde está hoy. Sus familiares y amigos lo describen como una persona comprometida y con valores fundamentales. Son muchas las lecciones que aprendió jugando al básquet y que las aplica, de igual manera, en la vida diaria. 

Iván Jesús Braga
Iván Jesús Braga

En cuanto a metas, anhela mejorar su agilidad con la mano izquierda y conseguir más minutos en los partidos. A futuro, sueña con llegar a la National Basketball Association (NBA) y jugar en los Boston Celtics. También le encantaría representar a su país en los Juegos Olímpicos y poder comprarle una casa a sus papás que lo acompañan desde sus comienzos para devolverles algo de todo lo que le dieron. 

Sin duda, este joven alero tiene todo para convertirse en el mejor en su puesto. Y a pesar de que su futuro no está decidido, deja de a poco una huella imborrable a quienes tienen el privilegio de ver su ascenso en el básquet, desde el pequeño que llegaba nervioso por conocer a sus nuevos compañeros en el Red Star hasta lo que es hoy, una promesa del deporte argentino.

Sebastián Pena, sin edulcorante: “El entorno del fútbol me cansa”

Por Juan Tobías Graib

En el kilómetro 54 de la ruta Panamericana, dando la cara a la carretera más larga del mundo, el shopping Paseo Champagnat se luce en el corazón de la ciudad de Pilar: un verdadero punto de encuentro para jóvenes escolares y señoras con el chimento de siempre. Detrás del estacionamiento, en la cafetería Frik’s, Sebastián Pena pidió un cortado.

Tímido, pero de ropa apretada –esa que caracteriza a los futbolistas post-década de los 90’– y con las piernas cruzadas, Pena se sentó en la única mesa que se escondía detrás de un árbol. Como si el propósito detrás de esa decisión hubiera sido esconderse de algún hincha enojado del Real Pilar: su renuncia al puesto de entrenador del club “Monarca” todavía no cicatrizó, y la cercanía con el estadio Carlos Barraza aumentaba esa probabilidad.

A su apego con el club pilarense se le suma Nicolás, el segundo de sus cinco hijos: “Tenerlo en el plantel fue complicadísimo, lo subí a Primera porque se caía de maduro”, sentenció Pena, sobre quien lleva en sus botines un legado familiar.

Esa herencia empezó con Hugo, hace más de cincuenta años. El recordado defensor Tomate Pena le hizo honor a las camisetas de Chacarita Juniors, San Lorenzo, River Plate y Argentinos Juniors, durante los años ‘70. En el medio de esa exitosa época, trajo a Sebastián al mundo, un 3 de julio de 1976, en el barrio de Villa Devoto.

La Comuna 11, plagada de casas bajas y coloreada con graffitis de Diego Maradona, anida a la familia Pena hasta la actualidad, con su primo en La Paternal y su madre en la calle Cervantes. Después de la trágica muerte de Hugo, en 1981, ella acompañó a Sebastián a jugar a la pelota en el Club Jorge Newbery, cuando tenía ocho años.

Y empezó la extraña relación entre Pena y el fútbol: para 1994, la inevitable comparación con su papá, partida de su debut en Primera División en Argentinos Juniors. Ese mismo día, fue la publicación de la revista El Gráfico la que inmortalizó el apodo Tomatito, en honor a su padre.

Un ‘hat-trick’ de cabeza en la Selección Sub-20 de José Pekerman, tres partidos en el River Plate de Ramón Diaz, la puesta en forma en Independiente, un regreso fallido a Argentinos Juniors, su característico look rapado en Chacarita Juniors, pasos olvidables por Belgrano de Córdoba y Quilmes, sus tres hijos con Natalia, un viaje express al Atlas de México –que probó su pánico a los aviones–, seis meses sin jugar y un renacimiento en Tiro Federal Argentino. Todo condujo a Pena a Mar del Plata, en junio de 2007. Fue Julio César Huevo Toresani, DT de Aldosivi en ese entonces, el que tentó a Pena de mudarse otra vez de su Villa del Parque.

Su larga y vigente historia con el deporte dio un giro tras su paso por el Tiburón: “Si hay algo que extraño del fútbol, es la época de Aldosivi”, es una frase alimentada por cuatro años de capitanía, el curso de entrenador en 2010 y su encuentro con Laura, su segundo matrimonio, que dio dos hijos más al apellido Pena.

Se pidió otro café cortado, sin azúcar o edulcorante. “El entorno del fútbol me cansa”, reconoció. Varias fueron las veces en las que denunció un ambiente “ventajero, sucio y resentido”, con él formando parte de ese sistema. Hasta el 2014 como jugador profesional, y desde 2015 como director técnico.

Pena mantiene un estado físico digno de un deportista en actividad, pese a tener 47 años: “Voy al gimnasio todos los días para estar bien mentalmente, me hace bien”. En su casa, del vecindario Los Tilos, se toma agua durante la semana y gaseosa los fines de semana. Eran las seis de la tarde y pagó la merienda con su tarjeta de crédito. Buscó su auto y fue a una reunión de trabajo. Es cuestión de tiempo para que el fútbol le presente otro desafío.

Cómo fue la estafa de los militares a River con la ampliación del Monumental para el Mundial 78

Por Juan Candela

El estadio Monumental de River Plate es indudablemente uno de los más emblemáticos de toda la historia de nuestro país, y ha pasado por varias formas y etapas hasta llegar a ser como lo conocemos en la actualidad. La fecha de inauguración fue el 26 de mayo de 1938, luego de tres largos años de construcción, en los cuales el Millonario jugó como local en la cancha de Huracán. El estreno fue en un partido ante Peñarol, y en aquel entonces, la forma de la cancha lucía como una herradura: a pesar de que el proyecto original constaba de cuatro grandes tribunas, el presupuesto se agotó y se pudieron terminar únicamente tres, y de esa manera, una gran porción del terreno quedó vacía. Tal fue así hasta 1958, año en el que, gracias a la venta de Enrique Omar Sívori a Juventus por 10 millones de pesos, se pudo erigir la cuarta tribuna –actual Sívori baja y media- y completar el diseño inicial.

Casi dos décadas más tarde, en 1976, la Junta Militar conformada por Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti tomó el poder del país por la fuerza y, con ello, la organización del Mundial de fútbol 1978, con sede en Argentina. En un principio, el presidente de facto no estaba de acuerdo con este masivo evento deportivo, dado que lo consideraba un gasto muy importante de dinero en un contexto económico muy delicado.

Finalmente, lo vio como una oportunidad para hacer propaganda política y desviar la atención de la población del plan sistemático de terrorismo de estado que implementaba en ese entonces, y decidió seguir adelante. Para la organización, se creó una entidad llamada “Ente Autárquico Mundial” –EAM-, y se seleccionó al estadio de River Plate como la principal sede del torneo debido a su notable ubicación en la Capital Federal, su tamaño y su infraestructura; sin embargo, había un inconveniente: faltaba construir una parte de la tribuna, la “Sívori Alta”, entre otras remodelaciones, y el club no contaba con el presupuesto para ello. El vicealmirante Carlos Alberto Lacoste, hombre de Massera, primo de Videla y amigo de Galtieri, fue quien estuvo al frente del EAM y controló hasta el último resorte del Mundial 78. Reconocido hincha del Millonario, decidió que la financiación del Monumental se iba a dividir entre el organismo que él dirigía y el club de Núñez, aunque con la particularidad de que para pagarlo se iba a usar dinero de un préstamo externo. Mediante esta misma vía, también se remodelaron los estadios de Vélez y Rosario Central.

Una vez finalizada la Copa del Mundo, el EAM desapareció y no abonó la parte que le correspondía, por lo que todo el peso de la deuda, de más de 170 millones de pesos, le cayó al club Millonario -lo mismo le pasó a las otras instituciones que también habían remodelado sus respectivas canchas-. Por esta razón, a River le comenzaron a llover diversos juicios y reclamos de intereses, los cuales derivaron en una de las mayores crisis económicas de su longeva y gloriosa historia. Finalmente, en 1984, Hugo Santilli –presidente de la institución- y Julio Grondona –presidente de la AFA- terminaron salvando al club de caer en quiebra. A pesar de eso, los de Núñez se vieron obligados a pagarle semestralmente la deuda al Estado argentino hasta 2001, año en el cual acabó de saldarla.

Un deporte de tradición social e inclusivo

Por Luis Climenti y Santino Sucar

La pelota paleta nació en Argentina a principios del siglo XX como una adaptación local del juego de paleta vasca. En 1922, los inmigrantes españoles comenzaron a practicar el deporte en el país y establecieron las bases para su desarrollo.

Cuenta la historia, que uno de los hombres fundamentales de este deporte fue el vasco Gabriel Martirén, inventor de la paleta de madera en Burzaco, zona sur de la provincia de Buenos Aires. La pelota vasca se juega con la mano, pero “Sardina” Martirén introdujo un cambio rotundo en el juego: golpear la pelotita con una paleta. Primero lo hizo con el propio hueso de la vaca y, más tarde, adaptó su formato a la actual paleta de madera que conocemos y que imita la forma ósea del animal.

Las reglas son simples. Se trata de dos equipos, con dos jugadores cada uno, que compiten golpeando una pelota con una paleta contra una pared frontal. Cuando el equipo oponente no puede devolverla de manera válida, se suman puntos para el contrario. Los tantos pueden variar según la modalidad de juego.

La cancha consta de una pared frontal y laterales. La altura de la pared y el tamaño puede variar, pero las dimensiones estándar se mantienen en muchos casos. La paleta tiene diversas modalidades, como trinquete, frontón, paleta goma y frontenis, cada una con reglas específicas y adaptaciones en la forma de jugar. A los practicantes se les llama “pelotaris”.

Franco Góngora es profesor de esta disciplina en River. Cuenta que la pelotita es de caucho, con gas en su interior y viaja muy rápido. En cuanto a la preparación, asegura que se entrena 2 a 3 veces por semana y se juega el fin de semana. En la mayoría de los entrenamientos hay partidos. “Lo mejor es hacerlo en distintas canchas, ya que cada una suele está bueno poder adaptarse a cada escenario. No es una actividad cara y hay muchas escuelas gratuitas”, asegura Gongora.

Argentina es un país en donde la pasión corre por las venas de su pueblo y la pelota paleta es parte de la herencia deportiva. Más allá de ser simplemente un juego, despliega su magia en las canchas argentinas, tejiendo vínculos sociales y preservando una tradición que pasa de generación en generación. 

José Baía, profesor del club Social y Deportivo Esteban Echeverria de Monte Grande, cuenta que a lo largo y ancho de todo el país hay Escuelas Deportivas Argentinas (EDA) que trabajan en la formación de chicos y garantizan el futuro del deporte. También desde la Confederación Argentina de Pelota se desarrollan los torneos federales que permiten la competencia y la captación de talentos que nutren a la selección argentina.

“Soy de Paraná Entre Ríos y me vine a Buenos Aires para competir representando a Ferro, Club Católico de Lomas, el club en el que doy clases inicialmente lo representaba. Hoy acompaño a los chicos que surgen del club para que ellos hagan sus herramientas”, afirma Baía mientras nos muestra con una pincelada la pertenencia que que genera la paleta.

No es solo un deporte; es un lazo cultural que ha resistido el paso del tiempo. Las canchas, impregnadas de historias de competiciones épicas y amistades forjadas a través de la competencia. 

Quienes viajan a otras provincias siempre llevan su paleta como parte del equipaje. Es bastante común que se junten en destino con otros aficionados y jueguen un partido o se generen nuevos vínculos. Las canchas se erigen como espacios casi sagrados, donde convergen la camaradería y la sociabilidad.

Javier Toss, profesor y jugador, contó que un día uno de sus alumnos, que trabajaba en una constructora, fue a Entre Ríos por una obra y necesitaba alquilar cinco volquetes, pero no podía conseguirlos. Fue a un local y el constructor le comentó al dueño que terminar rápido la tarea porque un partido de paleta programado lo esperaba. Fue cuando la magia comenzó a suceder: 

-¿Jugás a la paleta? 

-Si 

-Olvidate. Para mañana tenes los 5 volquetes. No somos tantos los que jugamos pero a donde vas te encontrás con alguien que jugó. 

Quienes practican este deporte aprenden a confiar en sus compañeros, no sólo desarrollan habilidades físicas, sino también sociales. En un mundo que a menudo se centra en la individualidad, es una oportunidad única para fortalecer los lazos comunitarios y construir relaciones que trascienden las canchas.

“Otra perla es que dentro de la cancha desaparece cualquier diferencia que puede haber afuera. Acá prima el juego. No hay diferencias sociales. Hay mucho respeto en donde nos cuidamos entre nosotros. Se juega de una manera muy limpia aunque nos matemos contra el frontón, queremos mucho al otro y respetamos su integridad”, agrega Toss. 

Martín Curioni práctica en el club Círculo General Urquiza en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y también asegura que la paleta suma y une a diferentes estratos sociales: “se une sin distinción al hijo del verdulero, al abogado, al médico, al pibe de sistemas. Es excelente. Cualquiera que vive en el barrio, gente que está en las buenas o en las malas la ves en la cancha de pelota paleta. Acá hay una previa y un post. Tiene una mirada diferente y muy particular, no la vi en otro lado. La gente se junta antes en el buffet a charlar un rato”. 

Curioni agregó que, al ingresar a este mundo, es como viajar al pasado: “Vos ves la cancha de GEBA. Están los sillones de madera que se usaban para ver el partido a principios de 1900. Es un viaje temporal”. 

El recinto se transforma en una caja de resonancia cuando los jugadores le pegan a la bola. Los pelotaris coinciden en que el sonido que se produce es particular, placentero y adictivo.

La pelota paleta es un motor social. La diversidad de jugadores es realmente notable. Va desde jóvenes entusiastas hasta veteranos apasionados. Refleja la universalidad y su capacidad para trascender barreras generacionales. clases sociales, profesiones ni religión. Los incluye a todos.No hace mucho tiempo, también incluyó a las mujeres y saldó una deuda pendiente.

En un número de la revista El Gráfico de 1940 había una tapa de fútbol y otra de pelota paleta. Si bien el deporte hoy perdió masividad por el crecimiento del fútbol y del básquet, hace poco se empezó a televisar y parece revivir.

Federico Pérez Ernst, un pelotari de 18 años que practica el deporte en Monte Grande, cuenta: “Yo no elegí la paleta, un primo me dijo vení a probar esto que esta bueno. Lo que más me gustó es que no depende de la fuerza sino de la pegada y de los efectos que se le puede dar para hacer el tanto. Yo juego en el club Social y Deportivo Esteban Echeverría y compito en la confederación metropolitana de paleta en la quinta división”.

La pelota paleta en Argentina no es simplemente un deporte; es un tejido que une a la sociedad argentina lejos de las luces de los grandes medios de comunicación, conecta a las personas a través de una competencia amistosa, la colaboración y la celebración de la identidad cultural. Representa el espíritu de tribu ancestral de las personas que disponen del juego como herramienta social. En sus canchas, se perpetúa una tradición que va más allá de la destreza física, dando forma a un legado social que continúa enriqueciendo la vida de aquellos que se entregan a este juego apasionante.

Hay quienes dicen que una vez que la paleta inocula su veneno, el hechizo ya estará hecho: el pelotari quedará encantado para siempre.

 

Román, el sueño argentino pintado de azul y rojo

Por Micaela Arana

En los pasillos donde solía juntarse a tomar mates con sus compañeros y de vez en cuando a jugar al metegol, Lucas camina ahora, lento y frenando en cada puerta a saludar a algún conocido, mientras comenta que extraña ese lugar más de lo que alguna vez imaginó. “Es difícil de poner en palabras”, suelta una vez que se ubica en una de las mesas del buffet del club que lo vio crecer, esas que están más alejadas del resto de la gente. Se ceba un mate y, cuando apenas comienza a hablar, es interrumpido: “¡Pocho! ¿Me puedo sacar una foto con vos?”, grita un chico desde lo lejos.

Lucas Román dejó hace seis meses Ferro, el club donde se formó, para incorporarse a La Masía, la escuela de fútbol a la que fue Lionel Messi. Y hoy, ubicado en una de esas mesas en donde un año atrás se sentaba a comer y a jugar al truco, relata una historia en la que explica cómo se trabaja en el semillero del Barcelona.

Técnica y talento. La receta es así de simple. La posesión de la pelota, asociarse y combinar, defender atacando y atacar defendiendo y buscar siempre el área rival. La escuela azulgrana es como un laboratorio de fútbol donde los jugadores se van haciendo uno por uno, de manera artesanal y forjados tras miles de horas de dedicación personal. Forman futbolistas, pero sobre todo personas. Buscan el talento sin importar las condiciones físicas. “No sé cómo explicarlo, es distinto que acá. El ritmo con el que se juega es diferente, es mucho más rápido. La pelota va más rápido”, dice Lucas Román, mientras le firma la camiseta al segundo chico que se acerca a saludarlo.

Pocho Román, de 19 años, es hoy el único argentino que forma parte de La Masía. Meses atrás le tocó compartir equipo con su compatriota Román Vega, quien tras la finalización del préstamo en el equipo catalán retornó a Argentinos Juniors. Fueron 13 los jugadores argentinos que a lo largo de la historia pasaron por las inferiores del club, teniendo en cuenta que es el segundo país, detrás de Brasil, que más jóvenes exportó a las inferiores del Barcelona y siendo Messi el principal y culpable de que los ojeadores se fijen en Argentina. Tras la llegada de Lionel en el 2001, cada argentino que llegaba a La Masía era catalogado como “la próxima promesa del fútbol argentino”.

 Santiago Ramos Mingo, Román Vega, Sergio Araujo, Maximiliano Rolón, Lucas Román, Ángel Hoyos y Luciano Becchio fueron los futbolistas que jugaron en el segundo equipo del Barcelona post Messi. Ninguno de ellos, hasta ahora, llegó a jugar un partido en la Primera del Barcelona de manera oficial. “No es fácil triunfar en el Barcelona”, reconoció Xavi Hernández en una entrevista con Sport. Las estadísticas marcan que sólo uno de cada diez chicos que pasan por La Masía logran debutar en la Primera del Barcelona, mientras que, de los nueve restantes, la mitad alcanza a jugar profesionalmente. Hay una salida de la que nadie quiere oír hablar cuando está en La Masía, pero que los formadores se empeñan en reiterar, según cuenta Román. Un requisito fundamental en la formación de los jugadores es alejarlos cuanto más puedan de los conceptos como “éxito”, “triunfo” o “fama”. Los entrenadores pretenden disminuir las ilusiones de los chicos y evitar que solo se focalicen en el éxito y la popularidad como única meta, y prepararlos, de alguna forma, para un futuro quizás alejado del césped del Camp Nou.

Estudios, análisis, seguimientos intensos, miles de jugadores entrenando diariamente para llegar a Primera, pero también, muchas veces, una gota de azar es lo que permite triunfar. Messi llegó en el 2000 al club a través de un contrato firmado en una servilleta de papel. Fue una especie de “contrato” firmado por Carles Rexach, quien por ese entonces era secretario técnico del Barça, que se comprometía a fichar a Lionel, a pesar de que eso incumpliera las normativas del club. Meses más tarde, en enero de 2001, un grupo de entrenadores de inferiores lo recibió, reconocieron su talento técnico, pero lo rechazaron. “Es muy chiquito”, dijeron. Dos meses después, el club fichó formalmente a Messi y comenzó a entrenar con el Infantil A de Rodolfo Borrell. “Que de tu cantera salga el mejor jugador del mundo es un número de la lotería que te toca una vez en la vida. Generalmente, los grandes equipos fichan a ese tipo de jugadores, pero no los generan”, dijo una vez el ex jugador y director deportivo español Andoni Zubizarreta.

La estabilidad emocional del jugador, la proximidad de sus parientes y el cuidado hacen, casi siempre, que se desarrolle mejor. Cuando Messi llegó al Barcelona lo hizo acompañado de su familia y siempre la tuvo muy cerca. “Mis viejos viajan seguido a visitarme. A veces también vienen mis abuelos y primos”, ratifica Román.

La captación de los jugadores es la etapa clave para el éxito a futuro. Siempre que haya una idea de dónde buscar, cómo y con qué características, el proceso se vuelve más sencillo. El objetivo del Barcelona es detectar a todos los jugadores que tengan las cualidades que identifican al club: calidad técnica sin tener en cuenta el físico, inteligencia táctica, velocidad de desplazamiento y de ideas. De esta forma, jugadores que otros clubes rechazan por su físico pasan a formar parte del proceso de captación azulgrana. Así es el prototipo de jugador que el Barcelona busca. Y eso es lo que, de alguna manera, lo vuelve diferente al resto: tener en claro el perfil del jugador que necesitan para la forma de jugar que tiene el club.

Pero, ¿dónde buscan a este tipo de jugadores? A lo largo de los años hubo Masías en distintos puntos de todo el mundo: Dubai, Egipto, Kuwait, Varsovia, Nueva Delhi, Fukuoka, Santo Domingo, Lima y Buenos Aires. En la localidad de San Justo existe un lugar que hoy pertenece al Club Deportivo Riestra. Bastante descuidado, con sus paredes llenas de grafitis a medio pintar, el predio que ocupa seis manzanas dentro del barrio de Villa Luzuriaga supo ser alguna vez el lugar donde se desarrolló el “Proyecto Barcelona Luján”, un plan del club catalán para llevar adelante una especie de La Masía en pleno corazón de La Matanza. El predio se llamó “La Candela”, y perteneció a Boca desde 1961, cuando el histórico presidente Alberto J. Armando compró seis hectáreas por 13 millones de pesos. Hoy es utilizado para eventos deportivos y otras veces se alquila para que algunos clubes realicen sus pretemporadas.

Pablo Forte, director del Proyecto Barcelona Luján, el cual estuvo vigente hasta el 2011, fue el encargado de buscar y seleccionar a los jugadores más talentosos. “La clave estaba en detectar la forma de golpear la pelota que tenían los jugadores que observábamos. La técnica natural indica su nivel. Evaluamos su capacidad para resolver situaciones complejas. Si buscaba entregar la pelota en la segunda opción de pase que tenía, o si lo hacía siempre en la primera. La actitud ganadora, emprendedora. Y el biotipo físico, aunque la altura no es determinante en la elección, porque a jugadores de igual tamaño, gana el más talentoso, el más habilidoso”, explicó. Joan Laporta, actual presidente de la entidad catalana, se erigió como una figura destacada en este proyecto. En 2007 recibió a Forte en Barcelona y le ofreció respaldo, con la promesa de que cada temporada, los cinco argentinos más destacados tendrían la oportunidad de probarse en las instalaciones de La Masía. “Viajaba un jugador de cada categoría a Cataluña. Pasaban una semana allí. Te sentías un privilegiado, y ni te digo si te tocaba viajar afuera”, cuenta Nahuel Barboza, actual futbolista de Gimnasia y Esgrima de Mendoza con paso por la filial argentina del Barcelona.

“La creación de Barcelona Juniors Luján en el 2007, club del que fui socio fundador, dejó muchas cosas. Un estilo de trabajo, una forma de preparación y una marca importante. Tanto, que muchos de los jugadores que captamos hoy aspiran a llegar a la Primera de varios de los clubes más importantes del fútbol argentino, como Boca, Vélez, River, Racing, Lanús o Arsenal”, añade Forte. La filial del Barcelona en Argentina tuvo un campeón del mundo, Nahuel Molina, y al mediocampista de Boca Ezequiel “Equi” Fernández, entre otros.

Son las seis de la tarde del 26 de junio de 2023, el sol ya dejó de iluminar la ciudad de Buenos Aires, y en el corazón del barrio de Caballito un grupo de chicos que no superan los diez años llegan preparados para su entrenamiento semanal en el club verdolaga. El que parece ser el más chico de todos se acerca, medio emocionado, con una camiseta del Barcelona. Lleva el 18, con el apellido “Román” en la espalda. “Nunca me imaginé estar donde estoy. De chiquito miraba a Messi y pensaba que yo también quería algún día jugar ahí. Hoy vuelvo acá y no puedo creer que haya tantos chicos pidiéndome fotos y diciéndome que soy su ídolo. ¿Si sueño con jugar en la Primera? Obvio. Pero disfruto del proceso. Lo que estoy viviendo es un sueño”, dice Lucas, medio emocionado, también.

 

Francisco y Juan Manuel Cerúndolo: los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera

Por Iñaky Etcheverry

Francisco (25 años) y Juan Manuel (22) Cerúndolo son hermanos y tenistas profesionales. Hijos de Alejandro y María Luz, ex tenistas profesionales, y hermanos de María Constanza Cerúndolo (23 años), jugadora de hockey en el Belgrano Athletic Club y en las Leoncitas, las juveniles de la selección argentina. Ambos respiraron tenis durante toda su vida. Es tal el nivel que se vive en la familia, que Juan Manuel casi nace en las tribunas del Buenos Aires Lawn Tennis Club, allá por el 2001, mientras sus padres (su madre con la panza a punto de explotar) veían al por entonces 206° del mundo dirigido por Alejandro Cerúndolo, Martín Vassallo Argüello, que se enfrentaba a una figura en crecimiento, el cordobés David Nalbandian, quien ocho meses después jugaría la final de Wimbledon. Luego de que María Luz le insistiera a Alejandro, salieron corriendo hacia el Sanatorio de La Trinidad, donde nació Juan Manuel, el menor de los tres.

Aunque el tenis es un deporte de interés en Argentina, no es seguido con tanto detalle y estadística por la mayoría de sus seguidores, por lo tanto no se tiene una idea de lo que implica lograr ser un tenista profesional y los pocos que llegan comparado con otros deportes como el fútbol, el básquet o el rugby.

Según el informe Global Tennis Report 2021 -el último hasta la actualidad- realizado por la Federación Internacional de Tenis, alrededor del mundo hay más de 87 millones de personas que juegan al tenis. De esas 87 millones (divididos en un 59% de hombres y 41% de mujeres), 3425 son profesionales, y 115 son argentinos/as. Ahí, como top uno y siete del país aparecen los hermanos Cerúndolo. Así de difícil es tan solo la primera parte, “llegar”. Después viene lo más complicado: mantenerse y escalar posiciones hasta donde se pueda. Si esos números hacen ver cuesta arriba el llegar a ser profesional, no se puede explicar en palabras lo que significa que lleguen dos hermanos. Menos de 40 hermanos/as en la historia del tenis lograron conseguir puntos ATP antes que ellos.

Hoy, no solo forman parte del mejor tenis argentino -mientras que Francisco ya pertenece al nivel más alto del tenis mundial- sino que ya ganaron un torneo ATP. El primero en lograrlo fue Juan Manuel. En febrero de 2021 se coronó campeón del ATP 250 de Córdoba mientras que Francisco tuvo que esperar hasta julio de 2022 para gritar campeón, luego de vencer a su compatriota Sebastián Báez -con el que ha entrenado y jugado cientos de veces en su etapa junior- en el ATP 250 de Bastad, Suecia. Se convirtieron en los séptimos hermanos en la historia en ganar un título ATP, los primeros sudamericanos en conseguirlo.

Los seis hermanos campeones de ATP previos son: Andy y Jamie Murray, Bob y Mike Bryan, Venus y Serena Williams, Marat y Dinara Safin, Arantxa y Emilio Sánchez Vicario, y John y Patrick McEnroe.

Uno de los tíos de los Cerúndolo y profesor de tenis desde hace más de 20 años, Carlos Rodríguez, hizo hincapié en que el haber estado toda su vida en una familia de deportistas fue un factor determinante a la hora de ver el deporte como algo más que un hobby, una distracción o una recreación. Desde la etapa de menores, Francisco y Juan Manuel tenían el foco en dedicarse al tenis aunque el recorrido de los dos fue muy distinto.

También, Rodríguez resalta que -probablemente porque sus padres se dedicaron al deporte- ambos priorizaron el tenis hasta por encima del colegio, algo que muchos padres no le permiten a sus hijos y condiciona sus carreras. “Los dos, a pesar de seguir teniendo a su círculo cercano de amigos, tuvieron que sacrificar amistades, cientos de juntadas, salidas, reuniones, fiestas y eventos sociales porque al otro día tenían que entrenar o porque se iban a jugar a otra ciudad, provincia o país”, comenta Rodríguez.

El tenis es uno de los deportes más sacrificados debido a que es muy solitario. Más allá de que el jugador vive lejos de su familia como en la mayoría de deportes, solamente convive con el cuerpo técnico y médico a diferencia de los deportes de equipo. El tío de los Cerúndolo remarca la importancia del buen pasar económico de su familia, algo que desafortunadamente es fundamental para dedicarse al tenis profesional.

En el tenis se arranca a competir a partir de los siete, ocho o nueve años en la categoría Sub 10 -hay que federarse en la Asociación Argentina de Tenis- y desde el principio y durante su paso por todas las categorías (Sub 12, 14, 16 y 18), Juan Manuel dominó el ránking y la gran mayoría de los torneos que disputó, hasta llegar incluso a ganar torneos en categorías mayores a la suya. Todos los que compartieron cancha con él en los entrenamientos en el Club Ciudad (donde el padre tiene una academia de tenis) o en el Belgrano Social (club para el que los hermanos jugaron interclubes durante años) coinciden en que siempre se supo que iba a llegar a ser tenista. A los diez años ya había ganado torneos Grado 1, 2 y 3 -las máximas categorías de menores- y era campeón de interclubes. Juan Manuel se diferenció del resto desde el principio, con un juego muy táctico e inteligente, algo que no se ve a esa edad y sacó ventaja durante toda su carrera de menores.

El profesor de Juan Manuel desde los diez hasta los 16 años, Maximiliano Barock (también fue entrenador de Diego Schwartzman hasta la misma edad), menciona que nunca entrenó a un chico como Juan Manuel: “Que sea tan fácil de entrenar”. Cree que esa fue su clave para llegar. “Siempre dispuesto, inteligente y tranquilo; su principal arma a lo largo de su carrera. En un deporte en el que el factor clave es la mente, lograr tener la cabeza fría y pensar con claridad en momentos de presión y tensión para muchos insoportable es una ventaja que le ha hecho ganar partidos y torneos”, resalta Barock.

A diferencia de su hermano, la gran mayoría de pibes que compartieron años de entrenamientos, pretemporadas, viajes y torneos con Francisco coincidieron en que no parecía que iba a llegar a vivir del tenis. No llegó a estar en la cima del ránking de ninguna categoría de menores ni ganó algún torneo de renombre (su hermano fue campeón del Orange Bowl Sub 12 en 2013) y tampoco se destacaba por su disciplina. Barock, que no fue entrenador de Francisco pero sí le dio clases incontables veces y vio todo su proceso de formación, suma que para él tampoco iba a llegar al profesionalismo: “Ni el padre creía que se iba a dedicar al tenis. Hasta los 18, 19 años, todos estaban seguros de que su hermano menor iba a ser tenista y él no”.

Hoy el escenario es completamente distinto. Francisco está jugando el mejor tenis de su vida con una de las mejores derechas del circuito como principal arma. Se encuentra 21 del mundo y viene de salir campeón del ATP 250 de Eastbourne  el 1 de julio en césped para cortar una racha en la que hacía 28 años un argentino no salía campeón en esta superficie. El último había sido Javier Frana en Nottingham, donde se impuso ante Todd Woodbridge (1995). Además se sumó a la selecta lista, que ahora llega a tres integrantes, de argentinos que lograron salir campeón en la superficie de pasto: Javier Frana y Guillermo Vilas eran los que lo habían logrado hasta ahora.

En cambio, Juan Manuel está en el puesto 115 del ránking ATP y tras un gran 2021, en el que ganó su único título, tuvo un 2022 complicado con una lesión en el psoas que lo alejó de las canchas tres meses y lo hizo perder puntos muy importantes -como los 250 puntos del ATP Córdoba- y no pudo volver a su mejor versión todavía en lo que va de 2023. No logró meterse en el cuadro principal de Roland Garros y al entrar por ránking a Wimbledon cayó en primera ronda en sets corridos. No logró dar el siguiente paso, afianzarse en el circuito y formar parte de los cuadros de los torneos principales. Desde que volvió de su lesión muscular en el psoas, perdió potencia y solidez en el juego, lo que lo hizo descender más de 30 puestos de su mejor ránking (79).

En marzo de este año, Juan Manuel se separó de su entrenador de los últimos años, Andrés Dellatorre y se lo vio entrenando con el ex doblista Mariano Hood, en conjunto con el ex jugador de Copa Davis Juan Ignacio Chela.

Más allá de que no es el mejor momento de Juan Manuel, hay que tener en cuenta que a los 22 años, Francisco no se encontraba ni entre los primeros 200 del ránking y nunca había pasado de primera ronda en un torneo ATP. 

Ambos cumplieron su sueño y viven del deporte que jugaron toda su vida luego de todos los sacrificios que tuvieron que hacer: entrenar casi todos los días de su vida desde los nueve años en adelante, vivir prácticamente todo el año lejos de su familia y amigos, además de perderse los cumpleaños y festejos de todos sus seres queridos.

 

Apuestas deportivas: el creciente juego que atenta contra la salud

Por Pedro Di Fabio Roca, Miguel Souto, Bordón y Caram

El juego alrededor del deporte ha crecido notablemente en los últimos años. En el mundo, en Latinoamérica y, particularmente en Argentina. Luego de la legalización de las casas de apuestas deportivas online a fines de la última década, aparecieron más jugadores, se disparó el volumen de dinero que manejan y se multiplicó la cantidad de plataformas que conforman esta gran red de empresas. 

Pero, ¿cómo impactó este considerable desarrollo e incremento del rubro en la vida de los usuarios y en su psiquis? Nada tiene que ver la típica ruleta, los jackpots del Hipódromo de Palermo o el Bingo de cualquier localidad del conurbano bonaerense con el casino virtual que ofrecen las plataformas como BetWarrior, Codere o bplay, por mencionar algunas. ¿Previenen acaso estas firmas el juego responsable y seguro de sus clientes?

Primeramente, para entender todo lo que engloba a los millones de jugadores que hay actualmente en el país (más de 19 millones en todo tipo de apuestas, no solo deportivas, según Global Online Gambling Markets) es necesario explicar y entender a qué nos referimos cuando hablamos de apuestas deportivas. Hace muchos años era exclusivamente el “ProDe”, cuyo nombre proviene de Pronósticos Deportivos. En su primera fecha participaron 152.000 personas, 6 fechas después alcanzaron los 2 millones. 

El Prode fue un cimiento que fundó un gran abanico de apuestas deportivas que creció al punto de que -con ayuda de la globalización y los avances tecnológicos-, hoy es posible apostar en cualquier lugar del mundo y de muchas maneras más que simplemente atinar el resultado. Para continuar con el fútbol como ejemplo, se puede acertar al máximo goleador, asistidor, valla invicta, cantidad de tiros de esquina, amarillas, prácticamente todo lo que sea mensurable. En 2010 el Prode fue eliminado, cuando, luego de varios intentos de revivirlo, finalmente fue cancelado ya que “no permitía generar los fondos necesarios para solventar las erogaciones que demandaba su estructura y funcionamiento” (Decreto 95/2018); es decir, la apuesta fue cancelada por generar más gastos que ingresos. Entonces ¿qué es lo que verdaderamente importa a la hora de legalizar, o no, el juego? ¿La probable recaudación es más que los problemas en los jugadores que a veces pierden hasta lo último que tienen?

Mediante el expediente 2018-30374703-MGEYA-LOTBA se aprobó el proyecto para la coordinación de la regulación y explotación de juegos desarrollados bajo la modalidad “online” en la Capital Federal, en otras palabras a partir  del 6 de noviembre de 2018 se legalizaron las apuestas digitales. Al año siguiente también se aprobó en la Provincia de Buenos Aires el decreto 181/2019 que reglamenta el otorgamiento de licencias para el juego online.  

La votación en la Legislatura porteña finalizó con 34 votos positivos y 22 en contra, lo que demuestra que es un tema que no tiene una aceptación total y aún genera muchas controversias en gran parte de la sociedad. Entre los argumentos de los legisladores que se expresaron por la negativa, como Gabriel Solano del Partido Obrero o Paula Penacca del bloque kirchnerista, el que más se repitió y que generaba más resistencia fue el que esta actividad “puede desarrollar ludopatía en quienes utilicen estas plataformas”.

Un claro ejemplo de la controversia que origina este tema fue el documento de la Iglesia Católica local a través de la Comisión Episcopal Argentina donde expresaba sus temores. El mismo decía: “cada casa puede convertirse en un casino” y también advertía que las familias más vulnerables podrían encontrar en estas plataformas una “solución mágica” para resolver su situación económica.

En la vereda opuesta, la reglamentación indicaba que “regula una actividad existente, dada por infinidad de sitios de Internet no autorizados”. Esta legislación sienta -sin dudas- un precedente.

El monto que ingresaría a la arcas del gobierno porteño no es un dato menor, según LOTBA (Lotería de la Ciudad de Buenos Aires) de cada apuesta deportiva el 93%de los que apuesta vuelve a premio. De esos 7% del net win, hay un 10% que va al Estado.   

El aspecto tributario y la cantidad de dinero que obtienen las casas de apuestas es para tener en cuenta. Las apuestas no se mantienen por el motivo lúdico sino que, como todo negocio, lo hacen si es rentable a costa de los apostadores y su salud, mental, física y económica. Por eso es interesante saber, ¿cuánto dinero mueve realmente las apuestas deportivas? Incluso antes de adentrarse en la búsqueda, el prejuicio de que mueven millones de pesos, existe. El negocio de las apuestas en general recauda 2.400 millones de dólares al año en Argentina, según PlayTech (una empresa de software para casinos y casas de apuestas).

De todas formas, hay mucho hermetismo en cuanto a todo lo que rodea a las apuestas deportivas, desde la incontable cantidad de jugadores que manejan, las formas que tienen de cuidarlos o de controlar que jueguen responsablemente.

Al consultar con Gonzalo Álvarez, Business Manager de BetWarrior (una de las empresas de apuestas online más grande del país y del mundo) prácticamente esquivó las preguntas con el “No” como respuesta. 

Según el ejecutivo, BetWarrior no maneja números sobre cuántos jugadores tienen, ni cuánto creció su mercado en el último tiempo. Ante las consultas acerca del control que utilizan para evitar tener a jugadores menores de 18 años, así como también asegurar el juego responsable, desde la empresa optaron por no brindar la información, sino dónde encontrarla, para la cual hay que llegar hasta el último párrafo de sus largas políticas. La no respuesta, a veces dice tanto o más que la respuesta en sí.

Algo similar ocurrió con Agustín Seijas, Coordinador de Comunicaciones Externas y Prensa de Codere, quien sencillamente optó por ignorar cualquier tipo de consulta.

El crecimiento exponencial del rubro depende exclusivamente de su contraparte, los usuarios. El incremento de su participación está directamente ligado a la difusión y multiplicación de aquellas. Si bien a nivel comercial esta es una relación a explotar, las empresas que manejan los hilos de este negocio probablemente no les interese dimensionar el nivel de perjuicio que pueden llegar a ocasionar en quien ellos ven como clientes. 

Félix Maggi, ex adicto a las apuestas deportivas, es un ejemplo visible de las consecuencias a las que pueden arribar por no hacer efectivo el eslogan que reza por un  “juego sano y responsable”.

“Llegó un momento en que organicé mis cuentas en base a lo que ganaba jugando. Utilizaba las ganancias que obtenía un día para volver a trabajarlas al día siguiente. Así, me sostuve económicamente para estudiar y vivir, lo que me llevó a descartar completamente la posibilidad de salir a laburar”, narra un mes después de su “desintoxicación”.

Para poder dimensionar el alcance nocivo que tiene la ludopatía en las personas, es posible comparar este comportamiento con otras adicciones que habitan en un plano más visibilizado. “Estamos hablando de una adicción donde no hay una sustancia sino que la persona es adicta a un comportamiento; sin embargo, la intoxicación de esa persona es tan alta y tan nociva como pueden serlo las drogas, la nicotina o el alcohol”, comenta la licenciada en psicología en la Universidad de Buenos Aires Débora Blanca, quien además agrega: “Es una afección crónica. No se cura, sino que se recupera, porque siempre queda un terreno resbaladizo. Afecta a muchísima gente y sin embargo no se habla de esto, es un tema silenciado”.

Según Blanca, la lógica del apostador reside en encontrar el placer en la propia apuesta y no en la potencial ganancia o en el dinero que se pueda obtener de la misma: “el ludópata no juega para ganar sino para perder, porque si pierde tiene la excusa perfecta para volver a jugar”. Además, existen claros agravantes que aparecen cuando la apuesta se realiza a través de plataformas digitales: “Al ludópata que asiste a un bingo o a un casino en algún momento se lo detecta. Pero cuando el jugador juega sin moverse de su casa, cuando puede jugar estando en el colectivo, el tren, el subte y hasta en su mismo trabajo, es mucho más difícil”. 

Sin embargo, como tratamos en otros apartados, las apuestas online están legalizadas y son parte de la realidad. Cabe preguntarse entonces qué acciones gubernamentales se pueden tomar como paliativos. “El gobierno de la provincia de Buenos Aires reglamentó, mediante el decreto 181, publicado en el Boletín Oficial, la legalización del juego online. El juego es un gran negocio, el Estado gana mucho dinero. Entonces hay un interés por sostener los espacios de juego. Las empresas de juego obligatoriamente tienen que desarrollar un programa de juego responsable”, sentenció Blanca.

A contracorriente, lo que sucede en la práctica, dista mucho del accionar esperado de las entidades que manejan los sitios de apuestas. En una encuesta realizada en 2022 por Playtech dió como resultado que 8 de cada 10 argentinos que apuestan online dicen nunca haber recibido una advertencia sobre los problemas que puede ocasionar el juego compulsivo.

Hoy en día, si visitamos dichas páginas, en Betwarrior la advertencia sobre las consecuencias del juego compulsivo se encuentra literalmente en el último renglón de la página. En Betway, en el anteúltimo. En Bplay no hay advertencia alguna, solo un apartado en que la empresa se jacta de cumplir con las regulaciones para “apostar de un forma saludable y divertida”. En Betsson, además del mensaje de advertencia en la parte más baja del sitio, hay un número de ayuda. En todos los casos hay que scrollear entre 5 y 10 veces para llegar a ver esos mensajes.

Las apuestas deportivas han encontrado en los clubes y asociaciones de fútbol socios estratégicos para aumentar su expansión. Así lo confirmó Ronni Hertvig, director comercial del Grupo Betsson, al momento de firmar el convenio con Racing, primer equipo argentino con el que se aliaron. Actualmente, ya son siete los clubes locales patrocinados por distintas casas de apuestas (Racing, River, Boca, Vélez, Estudiantes, Rosario Central y Newell’s). Los patrocinios no solo se hacen a clubes o torneos. Por ejemplo, AFA recibe el auspicio de las casas de apuestas (Bet Warrior). El principal objetivo es buscar visibilidad para sus negocios.

Actualmente el 66% de publicidad en canales de televisión deportivos corresponde a este nuevo rubro en crecimiento, según los resultados del estudio realizado por Seenka Argentina. En base a información de aquella investigación en Argentina son 16 marcas las que publicitan en los canales de televisión, siendo Betsson, BetWarrior y BPlay las de mayor presencia. Por otro lado, el estudio Kantar Ibope Media determinó que durante el 2022 el rubro de juegos de azar fue el que más creció en inversión publicitaria multimedia (281% más que en 2021).

Gracias a esta “invasión” el número de personas registradas para jugar crece permanentemente. Para Betsson el crecimiento se ha dado de forma sostenida desde el 2021 cuando realizó su primer convenio comercial con Conmebol para ser auspiciante de la Copa América de aquel año. En el último reporte la empresa sueca registra un crecimiento interanual del 22% en la cantidad de usuarios registrados.

Hoy el negocio de las apuestas deportivas online está muy lejos de ser, justamente, una apuesta. Es, por el contrario, una certeza de ganancia para quienes tienen intereses creados a su alrededor. Crece a un ritmo acelerado y, según el informe denominado “Global Online Gambling Markets-Previsiones de 2022 a 2027”, este ritmo va a seguir en aumento, ya que se calcula un crecimiento anual del 10% en el número de apostadores deportivos hasta 2027. 

La contracara son las miles de personas perjudicadas financiera y psicológicamente por el incremento exponencial de estas nuevas plataformas. Y mientras que el negocio continúe siendo rentable, las inversiones apoyaran su visibilización mientras que los damnificados, continuarán en las sombras.