jueves, septiembre 11, 2025
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Ernestina rompe estereotipos con la pelota en sus pies

Por Fernando Bajo

Es fácil encontrar diferencias entre las ocho canchas que tiene el Club Ferrocarril Mitre de fútbol 5 en el barrio porteño de Colegiales. Solo en una de ellas están jugando al fútbol chicas y chicos. En las otras solo hay hombres.

En Moldes al 900 se erige un galpón de color naranja con las esquinas pintadas de azul. Allí se encuentran el bar y los vestuarios del complejo. En los dos televisores que hay está puesto el canal de deportes TyC Sports, pero no tienen volumen. Una canción de La Renga suena de fondo. A la derecha, cuatro chicos descansan sentados alrededor de una mesa mientras comparten una cerveza. En la barra, un hombre con bigotes está usando su celular y no se percata de lo que pasa a su alrededor.

Un largo pasillo conduce hacía las canchas de fútbol. Solo tres de ellas se encuentran ocupadas, pero una está colmada de protagonistas y, a diferencia de las otras, ésta tiene público.

Desde las 17, veintitres nenes y nenas están entrenando allí. Hace un mes que concurren todos los viernes después del colegio a la escuela de fútbol mixto La Cantera que nació como un proyecto de la agrupación política Juventud Radical de la Comuna 13 de la Ciudad de Buenos Aires. Quienes asisten lo hacen gratuitamente. “La idea era poder realizar algo mixto y cuando surgió lo del fútbol nos pareció genial. Lo importante es que tengan naturalizado la cuestión de jugar chicos y chicas juntos”, cuenta Alejo, uno de los impulsores del proyecto.

Detrás de uno de los arcos, más de diez madres están charlando y compartiendo mates mientras esperan que sus hijos terminen de jugar.

La cancha está dividida en dos. La mitad que da a la calle la ocupan los nenes y las nenas que tienen entre 5 y 7 años con dos profesores, Rodrigo y Diego. Este último es jugador de Real Pilar, equipo que milita en la Primera D del fútbol argentino y que, según Alejo, es quien le aporta profesionalismo a la Escuela. En la otra parte de la cancha, la que detrás tiene a la estación Colegiales del tren Mitre, se halla el grupo 8 a 14 años a cargo del profesor Alan.

Todos realizan la misma actividad. De a dos, un chico y una chica, van haciendo pases desde la mitad de la cancha y cuando llegan al área el de la derecha remata al arco.

Así pasarán buena parte de la tarde.

De repente entra corriendo una chica. Sabe que llega tarde y por eso se apura. Viste un conjunto de River: una remera naranja con el nombre de Armani en la espalda, un pantalón con el escudo y medias negras. Saluda con un beso a Alan y se suma a la fila. “Esta chica, juega mejor que todos”, avisa Alejo.

Ernestina tiene 12 años y una habilidad envidiable. La primera vez que remata al arco es gol. Le pega con sutileza. A diferencia de sus compañeros, busca colocar la pelota contra un palo.

Son las 18 y Rodrigo junto con Diego comienzan a armar los equipos de los más chicos para intentar jugar un partido. Reparten 7 pecheras amarillas y 7 verdes. Los primeros contarán con 4 chicas en el equipo, los otros con 3. “Les tuve que decir que si sacaban el caucho de la cancha iban a perder para que dejen de tirarselo entre ellos”, dice María, también integrante de la Juventud Radical.

El partido casi no se juega. Solo unos pocos corren detras de la pelota, los demás se sientan en las esquinas o van detrás de los profesores. El encuentro termina empatado 0 a 0. “Es el primer partido de tu vida”, le afirma un padre a su hijo. Minutos después Diego explicará que la idea es hacer algo recreativo, ya que son muy chicos para entender el juego.

Los que acaban de jugar están reunidos con sus profesores. El tren pasa por detrás de la cancha y los más pequeños dejan de prestarle atención a todo lo que los rodea. “El tren”, grita uno y todos los demás se paran y saltan mientras observan pasar el ferrocarril. Luego, todos de la mano caminan hacia adentro para recibir una merienda. Las madres abandonan la cancha y van con ellos.

Ahora es el turno de jugar de los más grandes.

El sol se va ocultando y la baja temperatura obliga a los profesores a abrigarse. Son las 18.30 y queda media hora para que disputen el encuentro. Diego es quien arma los equipos. Hay cuatro chicas y elige dos para cada lado. Una vez que comienza el partido la superioridad del equipo verde se refleja en el marcador. Gana 5 a 0 en 15 minutos de juego.

Ernestina es la gran figura del partido. Gambetea a tres rivales por la banda, elude a otro luego de un pie a pie que reluce toda su clase y asiste al 9 del equipo que solo tiene que empujar la pelota a la red. No para de sonreir, cada vez que termina una jugada vuelve a su posición feliz. Sin embargo, gambetear no es lo único que sabe hacer. Cerca del final del encuentro se tira a los pies de un rival que había entrado al área con pelota dominada y recupera el balón.

-¡Eso es! -se entusiasma Diego.

-Es Mascherano -la elogia Alan.

El partido finalizó y los verdes ganaron 5 a 0. El entrenamiento terminará con una tanda de penales.

Ernestina sigue con los ojos en la pelota mientras sus compañeros poco a poco abandonan la cancha y luego de abrigarse emprende el camino a casa junto a su mamá.

Sus compañeros no dudan en elogiarla ante los profesores. “Juega rebien”, dice quien sufrió la fuerza de su pierna y terminó desparramado en el área cuando intentó gambetearla.

Luego de darles la merienda a los más chicos, Alejo retorna a la cancha. “¿Vieron jugar a Ernestina? ¿Qué les pareció?”

No hay dudas, es la mejor jugadora de La Cantera. Todos hablan de ella con admiración.

Allí, en las canchas de fútbol 5 del Club Ferrocarril Mitre, todos los viernes, al menos de 17 a 19, el fútbol masculino y femenino no existe. El fútbol es mixto. Entre los hombres y las mujeres no hay diferencia. Pero sí hay una mujer que hace la diferencia y esa es Ernestina cuando tiene la pelota en sus pies.

Federico Slezack, el defensor de sus ideales

Por Fernando Bajo

“Uno ya sabía desde el 2015 lo que podía llegar a venir, pero lamentablemente le metieron odio a la gente en la cabeza. Le vendieron un verso y la estafaron”, sentencia Federico Slezack, defensor central de Villa San Carlos, sobre el gobierno de Mauricio Macri.

El hombre de 34 años rompe con el estereotipo de futbolista, demuestra su compromiso social y su fanatismo por la política. “Hoy en día como está la situación y como se está viviendo creo que está a la vista que si se vuelve a votar como en 2015 ya, sinceramente, no se entiende lo que piensa la gente”, analiza.

Slezack se involucró con la política desde chico. Su padre, Enrique, fue intendente de Berisso (ciudad natal del futbolista) durante 12 años –desde 2003 hasta 2015- y su hermano, Matías, integra como congresal la Lista 2 del Kilómetro Cero del Peronismo del Partido Justicialista (PJ) de Berisso. “Yo hasta ahora no tuve cargos políticos, pero sí milité en el PJ y participé de reuniones en Unidad Básica”, aclara.

-¿Por qué la mayoría de los jugadores de fútbol no se involucran con la política?

-Cuando uno habla de futbolistas, generalmente ve los de la Primera División y lógicamente cuando uno está en ese nivel se abstrae un poco de lo que vive el resto de la gente. En categorías del ascenso a mí me tocó desde chico vivir la política de cerca, también entenderla, ver lo que pasa y estar con la gente en el barrio.

El sentido de pertenencia que tiene con el Partido Justicialista es el mismo que tiene con su club. En la institución Villera, salvo un paso por la cuarta división de Gimnasia y Esgrima de La Plata, jugó desde infantiles hasta la actualidad. Lleva más de 300 partidos en El Cele y es el símbolo y capitán del equipo que está sexto en la Primera C y ya se clasificó al reducido por un ascenso a la B Metropolitana.

-¿Qué significa Villa San Carlos para vos?

-En todos estos años coseché muchos amigos, mi familia también está muy pendiente de la institución. Es el club de mi barrio, de mi ciudad, además de pertenecer como jugador soy hincha de chiquito. Para mí es una gran familia.

-¿Recibiste alguna vez una propuesta para emigrar?

-Me han llegado ofertas, pero entre irme a otro equipo de la misma categoría y quedarme acá, siempre elegí seguir en el club.

Slezack contesta todas las preguntas y cuando le consultan por política comienza un monólogo que se extenderá durante varios minutos. “Estoy muy comprometido con la realidad social y con las agrupaciones en el barrio. Además, me apasiona la política, me gusta mucho. Soy de mirar todo y de entender también. Trato de escuchar las distintas campanas y formar mi propia opinión. Me crie en ese ámbito y en un barrio humilde guiado al peronismo”, confiesa.

El marcador central defiende sus ideales con la misma fiereza que cuida su arco dentro del campo de juego y dispara: “La tele y los diarios están manipulando información constantemente con noticias falsas. Por eso uno también entiende a la gente que creyó en eso (la campaña electoral del actual presidente) a través de tanto odio que le metieron”.

-Dentro del vestuario, ¿se habla de política o no hay lugar para estos temas?

-Soy de hablar bastante y es difícil porque a los chicos les preguntas por algún tema en particular y no saben. Pero bueno, hay dos o tres que por ahí sí y quizás surge un tema y hablamos. Al menos desde mi lugar siempre trato de explicar mi punto de vista. Me llama la atención cuando te escuchan porque no están enterados de temas que para mí son cotidianos.

El defensor analiza las próximas elecciones como un especialista: “Creo que a una persona sola no le va a alcanzar, tienen que formar un gran frente y si se llega a dar un candidato dentro del espacio del partido justicialista primero tiene que haber internas. Ojalá se arme una lista de unidad ciudadana”.

-¿Cuál crees que es la solución para la situación que atraviesa el país?

-Sin dudas que si vuelve Cristina va a ser una gran alegría para gran parte de la sociedad. Después está Felipe Solá que es una persona que me gusta mucho también. Así que cualquiera de los que puedan salir de un frente de Unidad yo creo que va a servir para resolver los problemas que tiene la gente día a día.

Federico Slezack pregona sus ideales, que son los mismos con los que creció, sin importarle el qué dirán y los cambios no parecen formar parte de su vida. “De Berisso, de La Villa y de Perón”, reza el epígrafe de una foto en su cuenta de Instagram que lo describe tal cual es.

José Amalfitani, el hombre que se convirtió en estadio

Por Matías Iglesias y Martín Mulhall

 

El estadio del Club Atlético Vélez Sarsfield lleva el nombre del fallecido y reconocido dirigente José Amalfitani debido a su acción como presidente en la institución de Liniers, quien supo presidir a este equipo por más de 30 años durante dos períodos (1923-1925; 1941-1969).

Don Pepe nació el 16 de junio de 1894 en el centro de Buenos Aires, pero rápidamente sus padres Luís Amalfitani y Fortunata Graziadio se mudaron a Flores. Además, en su familia contaba con 11 hermanos.

En 1940, Vélez entra en una crisis económica y deportiva que deriva en el descenso del equipo a la segunda categoría del fútbol argentino tras terminar decimoséptimo en el campeonato nacional con 25 puntos en 34 partidos.

Al año siguiente, Amalfitani ganó por segunda vez las elecciones a presidente del club y le pidió a su comisión directiva que lo acompañara a frenar el remate en el que se encontraba el conjunto de Liniers. En principio, solo él se hizo cargo de ese conflicto con su patrimonio personal. El pasivo de esa época era de 40 mil pesos, aunque Vélez se encontraba embargado por 100 mil.

 

Luego de tres años en la división B, El Fortín, bajo la dirigencia del entonces presidente, logra el ascenso tras consagrarse campeón con 55 unidades.

Amalfitani siempre estuvo ligado al deporte. Comenzó siendo periodista del diario La Prensa, y luego prosiguió con su extensa carrera como dirigente en el club de sus amores. El 7 de diciembre de 1968 (22 días más tarde Vélez se coronó campeón del Nacional, el primer título de su historia) en una asamblea de socios se designó que el estadio de la institución velezana deje de llamarse Liniers y tome el nombre del presidente en honor al personaje ilustre que fue.

El 14 de mayo de 1969 falleció a causa de un cáncer pulmonar y sus restos fueron llevados al Cementerio de Chacarita. En 1972, Raúl D’Onofrio, interventor de la Asociación del Fútbol Argentino, decidió que el Día del Dirigente Deportivo sea celebrado en la fecha en que falleció Amalfitani en homenaje a su amplio recorrido y su dedicación en uno de los equipos más importantes en la historia del deporte nacional, el Club Atlético Vélez Sarsfield. Por esto, el estadio del Fortín lleva con orgullo el nombre de quien fue una gran persona y profesional.

 

Un argentino en San Marino

Por Matías Iglesias

Siempre se dice que Argentina brinda futbolistas a todo el mundo y es considerado el semillero del deporte rey, aunque, mayormente, ese reconocimiento se lo ganó por las infinitas transferencias de jugadores a los países con las ligas más importantes del viejo continente: La Liga de España, la Premier League de Inglaterra, la Serie A italiana, La Ligue 1 de Francia y la Bundesliga de Alemania.

En esta ocasión, se nombrará a Danilo Ezequiel Rinaldi, jugador del equipo La Fiorita que milita en la primera categoría del fútbol de San Marino, y aunque sea un deportista profesional, también trabaja en una fábrica de muebles.Oriundo de Conesa (San Nicolás) y nacido el 18 de abril de 1986, Rinaldi comenzó su carrera en las inferiores del Club Atlético Chacarita Juniors y tras quedar libre del Funebrero tomó la decisión de jugar en la liga Nicoleña para el club Conesa y General Rojo.

Luego de una temporada permaneciendo en esa institución, se marchó para Deportivo La Emilia, conjunto que se desempeña en el Torneo Argentino B.A mediados del 2008 viajó a San Marino, invitado por su primo, y siguió con su sueño profesional en aquel país europeo vistiendo los colores del SS Virtus de Acquaviva durante dos temporadas. Durante ese año, jugó para la selección sanmarinense tras haberse nacionalizado, en la cual, disputó un total de 38 partidos y marcó un gol de penal ante Malta.Desde el 2012 su pase es correspondido por el club La Fiorita de San Marino, hoy en día pareciera ser su lugar en el mundo y de donde no quiere irse.

-¿Cómo surgió la chance de ir a San Marino? ¿Por qué tomaste esa decisión?

-La chance de venir a vivir a San Marino surgió a mitad de 2008, me lo propuso mi primo Gonzalo que venía a vivir acá, a trabajar y jugar rugby, yo estaba en la Emília y decidí no continuar en el club para venir con mi primo a San Marino! Lo tome como una aventura y para sumar experiencias así q decidí venirme con él.

-¿Qué impresiones te generó la sociedad y la cultura sanmarinense?

-La verdad que al principio era todo muy extraño es normal. La gente es cerrada pero de a poco nos fuimos adaptando, la cultura es similar, cambian muy pocas cosas.

¿Por qué pudiste obtener la nacionalidad de ese país?

-Gracias a mi bisabuelo pude obtener la ciudadanía, por parte de mi mamá, tuvo la posibilidad de elegir antes de mis 18 años entre la ciudadanía italiana o la sammarinese y bueno eligió la de San Marino.

-¿Mantenés las costumbres argentinas o estando tan lejos se van perdiendo?-Mantengo siempre las mismas costumbres que tenía en Argentina por suerte. El mate, el asado, la pesca, son cosas que no se pierden y ayudan cuando uno está lejos. Ayuda también el hecho de que en el país viven unos 600 argentinos.

-¿Deportivamente se le da importancia al fútbol sanmarinense?

-El tema del fútbol es una de las cosas que más me impactó desde mi llegada, ahora estoy más acostumbrado, pero lo claro es que el fútbol en San Marino no es como en Argentina, no existe la pasión y el amor por el fútbol que se vive allá. El fútbol es semiprofesional, es mucho más táctico, se refleja mucho al fútbol italiano. En los últimos años las cosas cambiaron y se le está dando mucha más importancia también al sector de base.

-Conocemos que trabajas en una fábrica de muebles ¿Qué beneficios tiene el trabajo en aquel país? ¿Te dan los horarios para desenvolverte de buena manera en los entrenamientos?

-El tema del trabajo es algo normal, como te dije antes el fútbol es semiprofesional por lo tanto todos tienen su trabajo además del deporte, los horarios de entrenamiento se basan también en consideración de que todos tienen su labor cotidiano. Se entrena a la tarde de 18 a 21 más o menos.

-Desde el 2012 que estas en La Fiorita, club perteneciente a liga sanmarinense de fútbol, ¿Cómo se vive la pasión ahí?

La verdad es que La Fiorita es uno de los pocos clubes donde las cosas se hacen en gran parte como en el profesionalismo, es un club chico pero que ha conseguido tantas cosas, por la manera de trabajar y por la pasión. Además de ganar tantos títulos en el club que espero seguir consiguiendo, tuve la posibilidad de jugar con Adrian Ricchiuti, Damiano Tomassi, Andy Selva y muchos más. Es muy lindo ganar títulos sobre todo porque quedan siempre grabados como el grupo con el que conseguís las cosas. En la Emília, por ejemplo, fue muy lindo por la gente, el grupo y por como trabajó el club en ese momento.

-Lograste conseguir cuatro títulos importantes en el país donde estas residiendo, el Trofeo Federal en el 2012, La Copa Titano 2013, el torneo San Marino durante el 2014 y nuevamente la Copa Titano en 2016, pero también diste la vuelta en el 2007 con el Club Social y Deportivo La Emilia cuando ganaron la Liga Nicoleña, en Argentina ¿Cuál fue la distinción que más disfrutaste personalmente?

-La distinción máxima que tuve fue ganar el balón Do Cristal que dan al mejor jugador de la liga, fue maravilloso, tuve también la distinción de Embajador del Fútbol Nicoleño que es algo que me emociono mucho y que agradezco.

-A que jugadores te has enfrentado por las eliminatorias europeas?

La selección de San Marino es algo increíble y algo muy lindo. Cuando tuve la suerte de ser llamado para formar parte, no tuve dudas en aceptar, sabía que tenía adelante mío la posibilidad de vivir experiencias increíbles. He jugado en estadios que jamás me había imaginado, contra selecciones muy fuertes y contra jugadores que solo veía en la tele, Rooney, Lampard, Nedved, Buffon, Pirlo, Balotelli y muchísimos más. He jugado contra Alemania, Inglaterra, el gran delantero polaco Lewandosky. Muy lindas experiencias.

-Sos de mirar fútbol o cuándo tenés tiempo libre tratas de no estar pendiente al deporte?

-Soy de mirar fútbol y mucho, pero trato también de disfrutar tiempo con la familia ya que no tengo muchos fines de semanas libres.

-¿Seguís la Superliga Argentina? ¿Qué pensas de Racing que fue el último campeón del torneo doméstico?

-Mire un par de partidos de la Superliga, vi también un par de encuentros de Racing, que bien merecido tiene el título, por su idea de juego.

-Durante el 2013, gracias a un representante español, tuviste la oportunidad de probarte en el fútbol de China, ¿Cómo fue tu experiencia en el país asiático?

-La experiencia en China me ayudó para crecer, ser más fuerte y seguir creciendo, no fue de las mejores situaciones, ya que por culpa de un representante no tuve la posibilidad de firmar y me tuve que volver a mi casa después de haber girado por medio país asiático.

-¿Cómo quedó la relación con aquel representante?

No tuve más relación con ese hombre y espero no volver a encontrarlo.

Después de ese mes en Asia, surgió la posibilidad de que juegues en Gimnasia y Esgrima de Jujuy, club que por aquel entonces pertenecía a la B Nacional del fútbol argentino ¿Por qué tomaste la decisión de no ir?

-Lo del Lobo Jujeño me había entusiasmado, pero analizando todo con mi mujer decidimos continuar acá en San Marino.

-Saliendo un poco de las canchas, ¿Estás al tanto del problema social y económico que está sufriendo Argentina?

Estoy al tanto del momento que está pasando Argentina y la verdad que no me gusta para nada, hablo seguido con mi familia y amigos, y me mantienen al tanto de las cosas. Es difícil y no quiero tampoco opinar desde acá porque no es bueno. Note en los últimos años que el país se dividió mucho, ósea la gente está muy cambiada, se discute y se pelea por todo en vez de tratar de que juntos se pueda salir adelante.

-¿En algún momento te replanteas la chance de volver al país?

Con mi mujer hablamos siempre de la idea de volver en algún momento. Por ahora, no creo que peguemos la vuelta, acá estamos bien, nos gusta y no hay problemas de inseguridad. Por el momento y mientras siga ligado a la selección vamos a seguir en San Marino.

Los otros cuatro fabulosos de Liverpool

Por Facundo Catalini

Los hechos y/o personajes de este texto son reales, pero cualquier similitud con alguna ficción es pura coincidencia.

Apenas arrancado el partido, Kaká recibe una falta a la derecha del área. Andrea Pirlo se encarga del tiro libre. Con el 21 en la espalda y con la mano extendida con el pulgar, el índice y el dedo medio en alto mostrando la jugada preparada, lanza el centro que llega con la coordenada justa a la volea del capitán Paolo Maldini, que pone el 1 a 0.

Tiempo más tarde, a los 39 minutos del primer tiempo, el brasilero Kaká comanda el ataque. Habilita a Andriy Shevchenko que mete un pase al corazón del área y hace sobrepasar a toda la defensa. Al que le queda en la posición ideal para definir es a Hernán Crespo, que empuja la pelota al fondo del arco decretando el 2 a 0.

Cuando se iba la primera mitad, otra vez Kaká -siempre Kaká- recibe en la mitad de cancha, gira, haciendo pasar de largo a su marcador y se pone el verde césped de frente. Con un pase magistral deja al delantero argentino cara a cara con el arquero. Valdanito, con toda la tranquilidad del mundo, define por arriba con la cara externa de su pie derecho. Sentencia el partido. Define el 3 a 0.

Pero el Liverpool sabe que cuando camina a través de una tormenta debe mantener la cabeza bien alta. Sabe que no debe tenerle miedo a la oscuridad. Porque sabe, siempre sabe, que al final de la tormenta hay un cielo dorado esperándolo.

Por eso, los dirigidos por Jurgen Klopp salieron en la segunda mitad a comerse a su rival. Ni bien empezado, Divock Origi, rescató un rebote del arquero luego del disparo de Jordan Henderson y puso el 1 – 3 parcial. La gente en Anfield se animaba. Creía en el milagro.

El alemán tuvo que mover el banco. Andrew Robertson sufría de una molestia y salió para darle lugar a Georginio Wijnaldum. Movimiento de fichas inoportuno que terminó siendo de lo más oportuno. En una ráfaga el recién ingresado metió dos goles. El primero viene de un centro del lateral derecho Trent Alexander-Arnold, donde el mediocampista ingresa al área y casi desde el punto del penal fusila a un arquero que se le escapa por abajo del cuerpo. El segundo viene desde el otro costado, el izquierdo. Centro de Xherdan Shaqiri y Wijnaldum se sube a una escalera que va directo hacia el cielo dorado que espera ansioso después de la tormenta y con un cabezazo pone el empate en tres.

Anfield parecía el mismísimo infierno. Ardía. Ardía de pasión. Ardía de euforia. Ardía de milagro.

Pero todavía hay más. La frutilla del postre. Otra vez en los pies de Alexander Arnold. Desde el córner ve a toda la defensa rival distraída. También ve a un compañero. Concentrado. Bien concentrado. Allí estaba Origi. El delantero que ingresó en el equipo por la baja de Roberto Firmino. El de las rastas hizo estallar, una vez más, a Anfield y convirtió el tanto definitivo. Convirtió el 4 a 3.

“Si fuese ficción no emocionaría, aburriría por lo obvio del desenlace. Pero por ser real, conmueve. Se trata de convicciones, de intenciones y de búsquedas colectivas”. Estas fueron las palabras luego del partido del 2019 en un posteo de Facebook de César Andrés Carignano, futbolista retirado, aprendiz de periodista, escritor, padre y marido (por lo menos así se identifica en su biografía de dicha red social).

El cielo gris se fue. Se hizo dorado. Más bien, se hizo rojo. El Liverpool sabe más que ningún club, que nunca, pero nunca, se camina solo y que nunca, pero nunca, se da por vencido. Quedó demostrado tanto en la cancha, como en la remera de Mohamed Salah (la otra figura ausente). También quedó demostrado en el 2005 contra el Milán en la final de la Champions y hoy, en 2019, contra el Barcelona de Lionel Messi.

A partir de ahora, además de The Beatles, se recordarán otros 4 famosos de Liverpool.

La razón de su intervención

Por Daniel Melluso

Dieciocho de junio de 1952. En la sede social del club Estudiantes de La Plata, a la mañana, ingresa Luis Felipe Suárez, delegado de la Confederación General del Trabajo (CGT). El sindicalista junto a otros miembros de la Central obrera irrumpen la paz del establecimiento a los gritos: “¿Dónde están los libros?”. Esos libros no eran ni más ni menos que 2.000 ejemplares de La Razón de Mi Vida, autobiografía de la por entonces Primera Dama de la Argentina, Eva Duarte de Perón. Estos habían sido otorgados por la Provincia de Buenos Aires con el objetivo de que la institución platense los distribuyera entre sus socios.

Con la presencia de un fotógrafo, Suárez se encamina hacia el lugar donde estaban, supuestamente, los libros. El sindicalista los encuentra y le pide a su acompañante que capture una imagen como prueba. He aquí el punto de inflexión que culminará, ese mismo día, con la renuncia de seis dirigentes de Estudiantes, entre ellos el presidente César Ferri.

Estudiantes, en aquella época, no tenía un buen andar económico ni deportivo. El club le debía cinco meses de sueldo a los jugadores del primer equipo y, además, estaba en los últimos puestos del torneo. A esto se le sumaba la incapacidad de conseguir nuevos recursos, puesto que había realizado pedidos formales a bancos para obtener créditos, pero fueron continuamente rechazados.

Tras lo acontecido a la mañana, Suárez convocó a un paro total en La Plata de todos los gremios afiliados a la CGT y a una manifestación en la Plaza San Martín, ubicada en el centro de la ciudad de las diagonales. La manifestación fue al mediodía, a la que acudieron no más de 2.000 personas en repudio a lo hecho por Estudiantes. Por la tarde, gran parte de la comisión directiva del Pincha, encabezada por el presidente, se presentó en la sede de la CGT. Allí los dirigentes explicaron que tenían archivados los ejemplares porque aún no tenían definido el destino de los mismos. A los sindicalistas no les gustó lo expuesto por los directivos, por lo que exigieron su renuncia. Tras idas y vueltas, ese mismo día, la gran totalidad de la cúpula dirigencial fue obligada a abandonar sus funciones.

El 23 de junio, finalmente, con la presencias del intendente de la ciudad, de gran parte de la CGT y Carlos Insúa, presidente del club Gimnasia y Esgrima La Plata, se celebró un acto en la sede social estudiantil, en el que se entonaron la marcha peronista y el himno nacional, el descubrimiento de los retratos de Juan Domingo Perón y su esposa Eva Duarte, y, a la vez, se proclamó la intervención peronista a la institución, cuyo presidente sería Mario Sbuscio.

A partir de este momento, el club estaría gobernado por socios, pero sin legitimación en las urnas. Todo este proceder desprolijo estaba justificado por el decreto 101, promulgado por el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Carlos Aloé. La primera acción de la nueva comisión directiva fue la repartición de ejemplares del libro autobiográfico de la Primera Dama argentina en cada partido amistoso que el plantel profesional disputara.

Eva Duarte había sido diagnosticada de cáncer de útero unos meses atrás, y el ocultamiento de los libros había sido tomado como una ofensa grave, aún más por la situación delicada que estaba pasando la esposa del presidente Perón. El 26 de julio, el irremediable final llegó, Evita murió. Dos semanas después, el 8 de agosto, la Legislatura bonaerense sancionó una ley que le cambiaba el nombre a La Plata: a partir de ese momento, sería denominada ciudad Eva Perón.

Estudiantes no estuvo exento a este hecho, y cambió su nombre a Estudiantes de Eva Perón. Esto duró hasta 1955, año en el cual la autodenominada Revolución Libertadora le hizo un golpe de estado al General Perón, presidente electo por el voto popupar en 1951.

En este contexto de vaivenes políticos e incertidumbre económica, Estudiantes disputaba el torneo de Primera División. Tras las ventas de las figuras del plantel como Manuel Pelegrina, Gabriel Ogando y Ricardo Infante, entre otros, a Huracán, el Pincha se vio obligado a jugar con futbolistas de la Tercera y Cuarta. En ese interín, gracias al desarme del primer equipo, la comisión directiva interventora saldó la deuda que tenía la institución con los futbolistas.

De igual manera, los malos resultados deportivos precipitaron la salida de los interventores. La solución fue la creación de una lista única. El 13 de junio de 1953, ante un poco más de 700 socios, asumió Raúl Caro Betelú, quien era miembro de la Suprema Corte de Justicia provincial. A pesar de esto, el descenso a la Primera B fue irremediable: Estudiantes culminó con 22 puntos, igual cantidad que poseía Newell´s, pero con una peor diferencia de gol.

Un año después, el Pincha ascendió a la máxima categoría del fútbol argentino, pero esa historia no viene al caso.

Aquí culminó la etapa más negra de Estudiantes desde su nacimiento, el 4 de agosto de 1905, hasta la actualidad. El descenso a la Primera B, por primera vez, fue el resultado de un sinfín de malos manejos dirigenciales, a los que se le sumaron los atropellos del Poder Ejecutivo Nacional y Provincial. El libro La Razón de Mi Vida fue la excusa perfecta para apropiarse de un club que, históricamente, se negó a la ideología peronista.

En las sombras llevó a Estudiantes a la cima del mundo

Por Daniel Melluso

Un quinquenio, según la Real Academia Española (RAE), es un período de cinco años. Ese es el tiempo que le llevó a Estudiantes de La Plata romper estructuras de la época y llevar a cabo una revolución que culminaría con la obtención de la Copa Intercontinental de 1968 ante el Manchester United. Este logro fue la frutilla del postre que venían cocinando, desde 1963, Mariano Mangano (presidente) y Miguel Ubaldo Ignomirielo (coordinador de juveniles y entrenador de la Tercera), al que luego, por recomendación de este último, se sumó Osvaldo Zubeldía (director técnico de la Primera).

En Estudiantes, se llama quinquenio de oro al tiempo comprendido entre 1964 y 1968, inclusive. En ese lapso el club platense cosechó logros impensados en aquella época por una institución de las denominadas chicas: en 1964 culminó segundo en Tercera y campeón en Cuarta; en 1965 fue primero en Tercera; en 1966, el Pincha gana de manera invicta el primer torneo nocturno televisado, una iniciativa de Independiente de Avellaneda, Canal Trece y el periodista Alfredo Rütschi. A esto se le suman los títulos de Quinta y de Reserva, esta última con 100 por ciento de jugadores del club; en 1967 logra su primer torneo profesional de liga, adjudicándose el Metropolitano y siendo, además, segundo e invicto en el Nacional; y en 1968 se apodera de las copas Libertadores e Intercontinental. Es más, si se alarga el período de tiempo hasta 1970, Estudiantes se coronó en 18 competiciones juveniles, lo cual es una proeza jamás igualada por ningún equipo hasta la actualidad.

De igual manera, esta historia comienza el 31 de marzo de 1963, fecha en la que Ignomirielo se hace cargo de las juveniles pincharratas. Un año antes el equipo había hecho una pésima campaña tanto en Primera como en Tercera. El contexto deportivo era malo, y la infraestructura también: no había cancha auxiliar para que se entrenaran las categorías juveniles, las que tampoco contaban con utilería propia ni cuerpo médico. El entrenador no tenía su oficina para planificar el trabajo diario, y los jugadores debían traer su ropa, ya que el club no podía brindársela.

“Lo primero que hice fue conseguir la utilería, luego la ropa y, a la vez, obtuve una oficina y un médico que se dedicara diariamente al cuidado de los jugadores”, cuenta Ignomirielo. El experimentado formador y seleccionador de futbolistas tiene 91 años, y recuerda con lujo de detalles lo que ocurría por aquellos tiempos: “Todas estas cosas las conseguí durante mi primer año en el club gracias al apoyo y colaboración de socios caracterizados. Igualmente, el mayor éxito fue la creación de una cancha auxiliar, que fue la primera en el país en ser avalada por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA)”.

Ignomirielo trajo a Estudiantes un método jamás utilizado hasta ese momento en el fútbol argentino y que era mal visto por sus colegas. El mencionado método no era nada más ni nada menos que una doble jornada laboral. La misma estaba compuesta por seis horas diarias, divididas en tres horas a la mañana y otras tres a la tarde. “Nosotros conseguimos aquellos logros por una razón: la suma de trabajo. Entrenábamos cinco días durante seis horas cada uno. Esto equivalía a 30 horas semanales y 120 mensuales. Si saco la cuenta a 11 meses son más de 1.300. No hubo un equipo ni antes ni ahora que se haya dedicado tanto tiempo a los juveniles”, explica Ignomirielo, quien desde su llegada en marzo de 1963 hasta su partida en julio de 1966 le brindó más de 16.000 horas a la institución de La Plata.

Antes de poner en marcha su idea, el entrenador tuvo que sortear con otro difícil obstáculo: el tiempo que disponían los futbolistas. “Nuestro problema era que la mayoría de los jugadores eran trabajadores en relación de dependencia. A partir de esto, convencí al presidente para que destine 70.000 pesos, los cuales provenían del salario de un futbolista que había quedado libre, para los juveniles. Con ese dinero, se armaron 14 becas de 5.000 pesos y recién ahí se pudo llevar a cabo la doble jornada de labor”, indica Ignomirielo.

En 1964, la Tercera que dirigía Don Miguel logra el subcampeonato con 46 puntos y revierte las malas campañas anteriores: 11 puntos en el ´62 y 21 en el ´63. Ese equipo del ´64 fue denominado como la Tercera que mata, en alusión a lo infalible que era ese conjunto de futbolistas cuando tenía un rival enfrente. La base de este equipo se mantuvo, para, al año siguiente, coronarse campeón. Alberto Poletti, Carlos Pachamé, Oscar Malbernat y Eduardo Luján Manera son algunos de las personalidades de esta Tercera, que tres años después conquistarían la Copa del Mundo. Con 53 puntos y 94 goles a favor, el equipo se consagró. “Cuando ganamos fueron todos los hinchas a festejar al Centro”, rememora sonriente el exentrenador.

Al inicio de 1965, el 17 de enero, se incorpora Osvaldo Zubeldía como entrenador del primer equipo. El juninense llega a Estudiantes por sugerencia de Ignomirielo al presidente Mangano. “En una reunión que se hacía a finales de todos los años, Don Mariano me preguntó sobre Zubeldía y yo le dije que era el indicado. La reunión fue en diciembre del ´64 y al mes siguiente llegó Osvaldo”, explica Ignomirielo.

La llegada de Zubeldía es el punto de inflexión para Estudiantes que lo catapultará en la cima del fútbol. Al mando del juninense, el Pincha ganará un título nacional (Metropolitano 1967) y cinco internacionales (las ediciones ´68,´69 y ´70 de la Copa Libertadores, la Copa Interamericana 1969 y la Copa Intercontinental 1968).

El quinquenio culmina, como no puede ser de otra manera, el 16 de octubre de 1968, con el empate 1 a 1 ante Manchester United en el mítico estadio de Old Trafford, que consagró a Estudiantes a partir del 1 a 0 a favor del partido de ida disputado en La Bombonera 21 días antes.

En el Estudiantes de la década del ´60, lo visible y palpable eran los resultados deportivos, pero es importante remarcar que estos fueron producto de un arduo e incansable trabajo. Primeramente lo soñó Mariano Mangano, luego, lo llevó a la práctica Miguel Ubaldo Ignomirielo y, por último, lo coronó Osvaldo Zubeldía.

Juegan mujeres, dirigen hombres

Por Federico Bajo

En 2017, Paula Navarro fue la principal apuntada para convertirse en entrenadora del equipo de fútbol masculino de Santiago Morning de Chile, que militaba en la segunda división. Pero antes de que firmara el contrato, el arquero y capitán, Hernán Muñoz, declaró a la prensa: “A mi modo de pensar, que una mujer esté en un camarín con hombres se sale de contexto, por la comodidad de los jugadores”. Pese a las intenciones de contratarla del presidente, Miguel Nasur, también hubo oposición de dirigentes. “No sería fácil para una mujer dirigir un equipo de hombres. Hay puestos que van más allá de la igualdad de género. Tienen que ver con la experiencia, la capacidad de manejar grupos”, dijo Luis Faúndez, el vice del club. Ignoraba que Navarro se recibió de entrenadora, estudió sobre psicología deportiva y dirigió juveniles y la primera división femenina de Colo-Colo. Finalmente, ella asumió en el club como integrante del cuerpo técnico de Jaime García.

Todo lo opuesto a lo que le sucedió a Navarro ocurre en el fútbol femenino. De las 24 selecciones que participarán del Mundial de Francia 2019, que se disputará del 7 de junio al 7 de julio, 15 son dirigidas por hombres, quienes ocuparán el cargo para el cual, en el fútbol, se requieren más conocimientos sobre el juego. La elección de hombres es altísima a pesar de que las estadísticas indican que las selecciones de Estados Unidos, Alemania y Francia, que ocupan el puesto número uno, dos y cuatro del ranking respectivamente, son comandadas por mujeres. ¿Las futbolistas de esos 15 seleccionados habrán sido escuchadas a la hora de elegir al conductor del plantel, como sí lo fueron los jugadores de Santiago Morning? De todos modos, hubo un avance con respecto a las siete mujeres que se sentaron en el banco en Canadá 2015 o con la nula presencia femenina en la dirección técnica en China 1991, primer Mundial oficial organizado por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA).

Es curioso que el 62,5% de los entrenadores presentes en el torneo femenino más importante del mundo sean hombres, aunque hay que tener en cuenta que cada una de las federaciones que serán representadas son presididas por hombres y, en la mayoría, son ellos quienes eligen. Incluso, esta sobrepoblación masculina en los puestos en los que se toman decisiones se puede ver reflejada en la organización de la entidad madre del fútbol. La FIFA cuenta con un Consejo compuesto por 37 personas: un presidente, ocho vices y 28 miembros elegidos por las 211 federaciones afiliadas, agrupadas en seis confederaciones: Confederación Asiática de Fútbol (AFC), Confederación Africana de Fútbol (CAF), Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (CONCACAF), Confederación de Fútbol de Oceanía (OFC), Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol​ (UEFA) y Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL).

Cada una de estas asociaciones tiene una mujer entre sus representantes, la cantidad mínima que exige el estatuto. Solo dos de ellas, Sonia Fulford (CONCACAF) y Lydia Nsekera (CAF), fueron presidentas de las máximas organizaciones de sus países, Islas Turcas y Caicos y Burundi, sin relevancia en el fútbol mundial. Las otras cuatro son Mahfuza Akhter (AFC), directora del departamento de fútbol de Bangladesh, María Sol Muñoz (CONMEBOL), ex directora de Relaciones Públicas de la Universidad Católica de Quito, Johanna Wood (OFC), ex vicepresidenta del Comité Ejecutivo de la federación neozelandesa, y Evelina Christillin (UEFA), ex esquiadora italiana que participó en la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín 2006. La que sí tiene un cargo de jerarquía en FIFA es la senegalesa Fatma Diouf Samoura, quien lucho por más de 20 años por los Derechos Humanos y ocupa el cargo de Secretaria General.

Es alarmante la gran cantidad de hombres en el fútbol femenino, que es el único lugar donde las mujeres tienen espacio en este deporte. Si aquí no se les da posibilidades a las entrenadoras, aún más difícil será que las tengan en el fútbol masculino. La pionera en este rubro, según los antecedentes que se tienen, fue la portuguesa Helena Costa que asumió oficialmente como directora técnica del Clermont Foot, de la segunda división francesa, pero al mes renunció sin siquiera llegar a dirigir. La reemplazó otra mujer, la exfutbolista Corinne Diacre, que estará presente en el Mundial comandando al seleccionado femenino francés.

A pesar de este panorama, en Francia 2019, la copa que jugarán las mujeres y dirigirán los hombres, despierta una expectativa muy alta. “Estoy convencido de que después de este Mundial la percepción del fútbol femenino en el mundo cambiará”, aseguró Gianni Infantino, presidente de la FIFA. Habría que preguntarle si también cambiará la propia FIFA que al campeón, que se conocerá el próximo 7 de julio, le otorgará como premio 4 millones de dólares, exactamente la mitad de lo que se llevó cualquier seleccionado eliminado en la primera fase de Rusia 2018. Aunque esa, ya es otra historia.

 

El sueño más largo

En ese momento el país cerró los ojos. Sabían que con ese gol todo se había terminado. Que importaba si quedaban 7, 8 o 9 minutos. El pueblo quería que esa pesadilla se acabara. Toda esa presión de nerviosismo que se sentía en el pecho terminó explotando con el gol del joven alemán que sentenció el futuro de Argentina. Los bares estaban repletos de gente que había coordinado con sus familiares y amigos el festejo del título más preciado. El trofeo que levantamos hace 28 años y cada vez parece más inalcanzable.

Durante la etapa de Eliminatorias en las que la selección de Alejandro Sabella se regocijaba con un juego vistoso, los expertos ya se imaginaban e ilusionaban con lo que podía pasar en la Copa del Mundo. “Si nos meten 3, nosotros tenemos que meter 4”, era una de las frases más escuchadas por parte de los eruditos del fútbol. Que la defensa sería el punto más flojo y la delantera iba a ser el arma de doble filo. Sin embargo, todo se terminó dando muy distinto a lo que imaginaba el público. De por sí, el equipo albiceleste salió del país criticado por el estado físico de algunos jugadores y por la lista de 23 que conformó días previos al 12 de junio. La poca participación de Sergio Romero y el bajo nivel de Marcos Rojo en la selección eran algunos de los aspectos a reprochar por el público nacional.

El primer duelo fue ante Bosnia. Aquel conjunto europeo del que poco se sabía, pero con el que Argentina se había enfrentado tiempo antes del sorteo. El entrenador sorprendió plantando una línea de cinco defensores, un mediocampo sin Fernando Gago y una delantera sin Gonzalo Higuaín. Ese fue el peor partido en todo el Mundial. El equipo se sentía incómodo con la pelota, la última línea estaba muy cerca del arco y la poca presencia de jugadores en ataque invitaba a malograr las jugadas de peligro. En el entretiempo, a pesar de la victoria parcial, el director técnico sorprendió y mandó a la cancha al 9 y al volante central de Boca. Si bien Argentina no jugó bien, el equipo mejoró. “A veces son errores míos”, sorprendió a más de uno Sabella al ser crítico consigo mismo.

La segunda parada fue Belo Horizonte, en donde el rival fue Irán. En la previa y sin un serio análisis, el equipo nacional era gran candidato a quedarse con los 3 puntos y por goleada. Sin embargo, la historia fue adversa. El seleccionado nacional se enfrentó con un conjunto que proponía poco juego y que apostaba a sus veloces contraatacantes. Planteando un 4-3-3, Sabella armó el esquema que tanto querían jugadores, periodistas e hinchas; pero el equipo albiceleste nuevamente no tuvo certeras ocasiones de gol. En muchas oportunidades, Romero fue quien tuvo que responder ante una defensa que no le otorgaba garantías ante los remates iraníes. Sin embargo, cuando todo parecía que culminaba en un triste empate, una genialidad de Lionel Messi salvó a Argentina en el minuto 90. “Gracias a dios el enano frotó la lámpara y pudimos ganar”, reconoció el guardavallas argentino que le dio más de una vida a sus compañeros. Luego concluyó con la humildad que lo caracteriza: “Yo trato de ayudar a mis compañeros, gracias a Dios yo pude meter la mano y no entró”.

A medida que corrían los días y se comparaba a Argentina con otros equipos, las palabras miedo y fracaso empezaban a ser recurrentes en las frases de los hinchas. Se creía que el próximo rival, Nigeria, iba a apostar más que Irán y Bosnia y el seleccionado tendría más espacios, y así terminó siendo. Con dos goles de Messi y uno de Rojo, motivo de muchas parodias en las redes sociales; el equipo de Sabella pudo romper con esa mala racha en la que era recurrente no convertir en demasía. Sin embargo, dos tantos de Nigeria pusieron en jaque a la defensa nacional. Al igual que en el partido ante Bosnia, los goles fueron por el costado derecho.

Argentina avanzaba de ronda y algunas sorpresivas figuras tomaban fuerza con el correr de los partidos: Romero y Rojo se acoplaban a Messi y a Javier Mascherano como los hombres más importantes.

En octavos tocó Suiza. Fue un encuentro muy cerrado, en el que el diez volvió a resolver con su vara mágica. Cuando agonizaba el suplementario, asistió a Ángel Di María para que concretara el 1 a 0 final.

En cuartos llegó Bélgica y también los cambios. En este encuentro se empezó a ver el equipo que cerró la Copa del Mundo. Los once con los que Sabella se sintió más cómodo. Martín Demichelis Lucas Biglia se sumaron a la modificación de Ezequiel Lavezzi en el partido anterior. Un 4-4-2 bien definido. Con este esquema, Argentina no regaló nada en lo defensivo y apostó a las contras que protagonizaban Di María y el Pocho por los costados. Si bien ganó con un gol del 9, el seleccionado perdió a dos piezas claves: Rojo, por doble amonestación, y al rosarino que milita en Real Madrid, quien se perdería el resto de la Copa por una lesión.

Argentina seguía avanzando a paso firme y las expectativas crecían. Después de 24 años, el seleccionado se encontró con la semifinal. Para muchos ya no importaba el resultado de esa última semana. Holanda, el rival de turno, era un equipo duro al que iba a ser difícil de enfrentar. Sin embargo, en el plantel y en los hinchas quedaba esa cuota de fe. Era el último empujón hacia el domingo. Entrando en el análisis del cotejo, se notó que los entrenadores eran los más tácticos del Mundial. Fueron 120 minutos en los que no dieron brazo a torcer. Con un Mascherano que parecía estar en más de un lugar a la vez, salvó al país de la derrota en los últimos minutos. En ese cruce con Robben, la pierna del Jefe parecía tener algunos centímetros más de los que realmente mide. Parecía verdad esa alocada teoría que decía que tenía un motor dentro del cuerpo.

Llegó el pitazo del árbitro y llegaron los penales. Nadie quería ver el fusilamiento. Más de uno recordaba los cuartos ante Alemania en 2006 o aquella Copa América en la que Romero no pudo atajar ninguno. Sin embargo, a varios se les escapó una lágrima con esas voladas de Chiquito. Esos recuerdos tristes de eliminaciones, se transformaron en las atajadas de Goycochea en el ’90. Parecía una locura, un sueño que nadie imaginó, pero Argentina estaba en la final.

Más allá de un posible análisis, el seleccionado de Sabella estuvo a la altura de una instancia como la que se vivió el domingo ante Alemania, un conocido en las finales. Por ahí la historia era otra si Higuaín, Palacio o Messi convertían o si el tano Nicola Rizzolicobraba esa violenta falta dentro del área sobre el centrodelantero.

Lo concreto es que Argentina logró varios aspectos que no se daban en los últimos años y conducían al fracaso. El entrenador pudo armar y consolidar un plantel en el que importaba el equipo titular, pero sin dejar de lado el buen humor y el ambiente que se trasladó hacia dentro de la cancha. Habrá sido muy complicado resolver sobre la marcha ante las reiteradas bajas por los problemas físicos de los jugadores. Por momentos daba la sensación que se enfrentaba el equipo alemán de 12 años de proyecto ante el argentino que tuvo que resolver cómo jugar en medio de la Copa del Mundo. Este plantel y cuerpo técnico quedará en el recuerdo y no como el plantel del fracasó, sino como la selección que enamoró e hizo soñar a todo un país.

Los irregulares antecedentes de la Copa de la Superliga

Juan Pablo Manera

A lo largo de la historia del fútbol argentino hubo una infinidad de torneos que tuvieron condimentos que hoy son inexplicables. Sin embargo, algunos de ellos tienen anclaje con la actualidad y otros se están disputando ahora mismo: esa es la Copa de la Superliga, una competencia que se creó en consecuencia de que el torneo regular no alcanzaba a cubrir toda la temporada, por lo que sirvió para tapar el bache entre la última fecha de la Superliga que ganó Racing y el comienzo de la Copa América. El mismo consiste de una fase de repechaje y luego eliminación directa desde octavos de final, con partidos ida y vuelta, exceptuando la final que se disputará el 2 de junio en el estadio Mario Alberto Kempes, de Córdoba. Hasta ahí, todo bien. Pero, si la Copa se creó con el fin de tapar un espacio vacío en el calendario, ¿qué pasa con los eliminados en primera ronda? La competencia oficial se terminó para ellos, al menos hasta después del famoso certamen continental de selecciones. No obstante, acá vamos con todos los torneos que son considerados oficiales y que tuvieron alguna particularidad:

Arrancamos con el primer campeonato en la historia del fútbol argentino. Los llamados Old Caledonians y Saint Andrews igualaron en puntos el primer puesto y la Asociación que regía el deporte en aquel momento (Argentine Association Football League) le dio por ganado a ambos el título. A pesar de eso, debieron jugar un partido desempate para definir qué equipo se quedaba con las medallas conmemorativas, en el cual el conjunto de Saint Andrews se impuso por 3-1 con un triplete del inglés Charles Douglas Moffatt.

En 1925 el Club Atlético Boca Juniors disputó una gira por Europa de la que cosechó 15 triunfos, un empate y 3 derrotas. Debido al éxito que tuvo el Xeneize y a que eran demasiados los partidos postergados que debía jugar para ponerse al día con el torneo local, la antigua AFA le otorgó el título de “Campeón de Honor”. Ese año se consagraron Huracán y Racing en el certamen regular, cada uno en su respectiva asociación.

Ya en el profesionalismo, se jugaron una serie de Copas que en el 2013 la AFA oficializó y aumentó el palmarés de gran parte de los equipos argentinos. La primera de ellas fue la nombrada “Dr. Adrián Beccar Varela” en honor a uno de los presidentes de la Asociación del Fútbol Argentino que había fallecido un tiempo atrás de disputarse el torneo. El mismo constó de dos ediciones (1932 y 1933), pero lo curioso estuvo en la segunda: Central Córdoba de Rosario y Racing Club jugaban el partido definitorio. El encuentro estaba igualado 2-2 y, sobre el final, el árbitro cobró un penal para Central. Los jugadores de la Academia, disconformes con la decisión tomada, se retiraron del partido a dos minutos de su culminación y el conjunto rosarino se quedó con el trofeo.

Pero, si se habla de antecedentes insólitos, el que sigue pica en punta. La “Copa Adrián Escobar”, llamada así por el creador del torneo y en aquel entonces presidente de la AFA (1939), tenía una regla más que curiosa: en caso de empate en tiempo regular, el ganador se determinaba por… ¡corners a favor!, y en dos ocasiones el título se definió por esta vía. En la edición de 1943, Huracán se quedó con el torneo tras igualar 0-0 en los 90 minutos frente a Platense y superarlo 4-1 en tiros de esquina, al igual que en 1949 cuando Newell’s se impuso 4-2 en corners ante Racing tras empatar 2-2 en el encuentro.

Nueve años más tarde se jugó la Copa Suecia, famosa por ser la única estrella del Club Atlético Atlanta en la Primera División. El trofeo recibió esa denominación debido a que Carl Borgenstierna, quien era el embajador sueco en Argentina en esa época, fue la persona que lo donó. Lo curioso de este torneo fue que comenzó un 20 de abril de 1958 (con un empate 0-0 entre Tigre y Boca) y finalizó un 29 del mismo mes, pero en el año 1960. Así es, tardó 2 años y monedas en definirse. La final la disputaron el Bohemio y Racing (3-1, en el viejo Gasómetro).

En la temporada 1988/1989 Independiente conquistó el campeonato de liga. A pesar de ser por el torneo local regular, la AFA implementó una regla inédita: eliminó los empates. Si un partido finalizaba en igualdad, con o sin goles, el ganador se definía por penales. La repartición de puntos era la siguiente: si el encuentro finalizaba con un vencedor, eran 3 para este y 0 para el perdedor. En caso de ir a los tiros desde los doce pasos, se le otorgaban 2 al triunfador y 1 al derrotado.

Por último, vamos al antecedente más cercano y que todavía repercute. Por una decisión del fallecido Julio Humberto Grondona, quien presidió a la AFA entre 1979 y 2014, el campeonato del 2015 lo disputaron nada menos que 30 equipos, algo inédito en el fútbol mundial hasta ese momento. Debieron ascender 10 equipos de la Primera B Nacional para cumplir ese anhelo. Ellos fueron: Colón, San Martín de San Juan, Argentinos Juniors, Nueva Chicago, Aldosivi, Unión, Crucero del Norte, Temperley, Sarmiento y Huracán. Se disputó desde febrero hasta diciembre de ese año y el campeón fue Boca.

El número de clubes desde esa fecha comenzó a reducirse; 26 fueron los que jugaron el último certamen. Debido a esto y a que solo se juega a una sola rueda, debió crearse la Copa de la Superliga, que cubre el bache, pero no el desastre que dejó el pasado.