lunes, septiembre 16, 2024
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Récord histórico en medallas para Argentina

Serena Carasatorre y Valentina Gervasi

Los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 no presentaron un medallero oficial, ya que eso atentaría contra el espíritu del evento, que buscó ser una fiesta deportiva y no una competencia entre los distintos países. Además, según la cuenta oficial de Twitter de Buenos Aires 2018, el énfasis estuvo puesto en celebrar por igual el esfuerzo de todos los atletas.

Sin embargo, extraoficialmente la delegación Argentina logró su mejor medallero en la historia de los Juegos Olímpicos, incluyendo los Juegos absolutos y de la Juventud, habiendo cosechado un total de 32 medallas: 11 de oro, 10 de plata y 11 de bronce.

En comparación con las ediciones anteriores de los Juegos de la Juventud Argentina mejoró completamente su rendimiento. En Singapur 2010 obtuvo cinco medallas de las cuales solamente una fue de oro, lograda por Brian Toledo en lanzamiento de Jabalina. En Nanjing 2014 se cosecharon siete medallas, con Francisco Saubidet Birkner en yachting como ganador de la única presea de oro.

Este evento tuvo también otra serie de logros importantes: Fausto Ruesga igualó la marca de Javier Mascherano, de dos oros olímpicos, con las medallas que obtuvo junto al equipo de básquet 3×3 y en volcadas de básquet. Nazareno Sasia consiguió la medalla de oro en lanzamiento de bala rompiendo con 50 años sin que ningún argentino pudiera subirse a lo más alto del podio en atletismo, ya que el último había sido Delfo Cabrera en maratón, en Londres 1948. En esos mismos Juegos Olímpicos Pascual Pérez y Rafael Iglesias habían sidos los últimos en obtener un oro en boxeo para el país y Brian Arregui pudo imitar sus logros en Buenos Aires 2018.

Por su parte, Victoria Oriana Saputo fue la primera representante femenina argentina de boxeo en los Juegos Olímpicos de la Juventud y logró la medalla de bronce en el último día del evento, venciendo por puntos a la australiana Emma Lawson.

No se puede vivir del fútbol

Santiago Luli

Desde la década de 1930 en el fútbol argentino se reconoce a cinco clubes como los “grandes”: River, Boca, Independiente, Racing y San Lorenzo, y cada vez que se enfrentan entre ellos las cámaras se centran allí. En una fecha en la que los dos equipos más populares del país jugaron un sábado, ya que disputarían la Copa Libertadores entre semana, los ojos se enfocaron en el partido entre los de Boedo y el conjunto de Eduardo Coudet, puntero de la Superliga, el domingo a las once de la mañana, un horario no habitual para los cotejos de gran envergadura. Entonces, ¿por qué se disputó en ese momento? Por Silvio Rodríguez.

Argentina está viviendo uno de sus peores momentos económicos de los últimos años con un dólar a casi 40 pesos, una inflación imparable y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para recibir un préstamo que en el futuro será impagable. En América Latina la derecha llegó para quedarse y la victoria del militar homofóbico y xenófobo Jair Bolsonaro en Brasil lo único que genera es la premonición de un futuro oscuro en toda la región. Sin embargo, en este contexto desolador, hay trovadores que mantienen la esperanza de las clases populares a través de poesías que se mantienen vigentes a lo largo de la historia. Uno de ellos es el eterno Silvio Rodríguez.

El cantautor cubano desembarcó en el país para ofrecer dos recitales en el Luna Park y al ser elevado el precio de casi todas las ubicaciones del estadio, obsequió a quienes no podían costearlo un espectáculo gratuito en Avellaneda, organizado por la municipalidad de esa ciudad. Casi 100.000 personas aprovecharon su generosidad y se congregaron en la Plaza Ucrania para disfrutar de la delicada voz de quien había realizado un concierto similar en octubre de 2015 en el barrio porteño de Villa Lugano.

En 2012 en Chile, un concierto de Rodríguez fue reprogramado porque iba a ser en el Estadio Monumental de Colo Colo y el campeonato de fútbol tuvo la prioridad de utilizar ese escenario. Seis años más tarde, en Argentina pasa lo contrario, sin siquiera necesitar de una cancha de fútbol para el show. Entonces, ¿por qué la música relega un partido del deporte más trascendente del planeta? Por la necesidad de muchos de escuchar a quien le agrega ritmo a sus reclamos y a sus pensamientos, y de estar en ese ambiente rodeados por sus pares, algo que hace un lustro no parecía menester en una América Latina que defendía a los sectores más bajos del status social.

El clima era familiar, amistoso, cálido. Las reposeras abundaban en los sectores con pasto, los niños estaban a dos metros de altura gracias a la ayuda de los hombros de sus padres, los mates se compartían entre amigos y desconocidos y las personas mayores hacían puntitas de pies para ver en el escenario a uno de los principales representantes de la justicia social. Cuando comenzó a sonar la canción Eva, pocos segundos bastaron para elevar el cuerpo y observar una marea de pañuelos verdes manifestándose por la legalización del aborto seguro y gratuito.

En La Maza, uno de sus hits, el grito se puso en el estribillo y en la frase “Si no creyera en lo que lucha”, y en El Necio el énfasis estuvo en las frases “me vienen a convidar a tanta mierda”, “dirán que pasó de moda la locura” y “yo me muero como viví”. Esta última canción se había vuelto a popularizar en tiempos del Mundial de Rusia ya que sonaba acompañando a imágenes de Diego Maradona, quien le regaló personalmente una camiseta autografiada a Rodríguez en un recital en 2015, y a cambio, él le obsequió un libro firmado con la inscripción “a Diego Armando Maradona, del pésimo futbolista que le admira, Silvio”. Muchas veces el escenario apagaba sus luces, la estrella se iba y la multitud comenzaba a retirarse, sin embargo, siempre había tiempo de descuento para volver y cantar éxitos como La era está pariendo un corazón y así generar melancolía en los que escuchaban la versión de Washington Carrasco y Cristina Fernández los sábados por la mañana en Marca de Radio, el programa de Eduardo Aliverti.

Una de las características de Avellaneda es que las canchas de sus dos clubes principales, Racing e Independiente, están separadas por menos de 5 cuadras, lo que no permite que jueguen el mismo día y horario por el riesgo a que se generen enfrentamientos entre los fanáticos de ambas parcialidades, más específicamente los barras bravas, con la justificación de dejar “la vida por los colores” y “matar o morir” por la institución que los representa. No obstante, el domingo sólo hubo una hinchada en la que predominaba la alegría, una hinchada que coreaba las canciones del poeta estandarte de la Revolución Cubana, una hinchada que pedía por la unidad de los trabajadores y que busca ganarle el partido a la derecha exclusiva.

El insulto en la cancha, una pasión argentina

Por Juan Ignacio Ballarino y Nicolás Altgelt 

Boca mantenía la punta de la tabla desde el 11 de diciembre de 2016, luego de haberle ganado a River por 4 a 2. Como si esto fuera poco, debía jugar contra el que en ese momento era su escolta: Talleres de Córdoba. Además, tenía jugadores que venían de representar a Argentina en su gira amistosa premundial. Pablo Pérez, quien a su vez era – y sigue siendo – capitán del equipo, supo convivir con ese rejunte de presiones hasta que terminó descargándose públicamente con insultos a la platea, luego de haber convertido el gol del triunfo en el partido contra la T. La agresión verbal que le propinó un simpatizante luego de terminado el primer tiempo fue la gota que le rebalsó el vaso, pero el jugador no respondió. Recién en el festejo del gol pudo liberar todo el enojo que había aguantado hasta ese momento.

A Santiago Di Lisio, psicoanalista encargado de la quinta y séptima categoría del fútbol infantil de Temperley, no le sorprende la reacción de Pérez. Entiende que, luego de varios días de soportar distintos tipos de presiones, es probable que una persona termine desahogándose. “En ese partido lo hizo con insultos a la platea, pero hubo otro encuentro, tiempo atrás, en el cual pegó una patada que lo derivó en una expulsión a los nueve minutos del primer tiempo”, dice en referencia a la infracción realizada a Éder Balanta, en el superclásico de 2016. “Fijate que, encima, tuvo que salir a pedir perdón públicamente. Eso te da una idea de cómo estas situaciones terminan afectando al jugador y, por ende, a su rendimiento”, dice Di Lisio, quien cree que a largo plazo estas situaciones podrían terminar generando una pesada carga emocional en el profesional.

“Nosotros tuvimos una situación parecida a la de Pérez, pero con un chico de 17 años de las inferiores del club”, cuenta Di Lisio. “No insultó a nadie, pero protagonizó una situación netamente comportamental y actitudinal: cuando erró una clara situación de gol, agarró su camiseta y se tapó la cara de forma tan abrupta que casi la rompe”. Frente a una posible solución a estos problemas, el psicoanalista explica que le pone “sobre la mesa” las respuestas del jugador a “situaciones negativas”. De esta forma logra que el futbolista pueda entender que “algo malo le está sucediendo”, ya que a veces lo pasa por alto. “Lo que hacíamos con este chico era que empiece a tolerar sus propios errores, para luego aceptar los de los compañeros. Se ponía muy nervioso cuando erraba un pase o cuando pateaba al arco y la tiraba a las nubes. Se agarraba la camiseta y se ponía mal. Entonces, le preguntaba por qué se ponía así, ya que el futbolista tiene que convivir con estos errores y debe saber sobrellevarlos”.

Sin embargo, Di Lisio entiende que, más allá de la necesidad de un cambio radical en la conducta del deportista, se necesitan muchas reuniones con el jugador para que logre modificar su comportamiento: “En la psicología deportiva es muy complejo aplicar el psicoanálisis. Generalmente se basa en tratamientos a largo plazo. Estamos orientados al resultado, pero no sólo deportivo. Tenemos que corregir comportamientos que vienen a raíz de todo un proceso”.

No hace falta recapitular mucho para encontrar situaciones parecidas a la del mediocampista de Boca. En 2017, Javier Pinola recibió amenazas anónimas mediante pintadas en el colegio al cual acudían sus hijos, por su traspaso de Rosario Central a River Plate. Como si esto fuera poco, cuando Temperley recibió al club rosarino por la vigésima fecha del Campeonato de Primera División, en 2016, un plateísta le deseó que se vuelva a romper la rodilla, a lo que el defensor respondió con una sonrisa irónica. Claro que, una vez consumada la victoria del visitante, le dedicó el triunfo en forma de desahogo. Si bien tanto Pérez como Pinola supieron seguir adelante, no fue así el caso de Nelson Vivas, quien sufrió los insultos de un hincha de Quilmes con mayor intensidad.

El exjugador se encontraba en 2013 al mando del plantel de Quilmes cuando, luego de haber soportado varios minutos de agresiones verbales provenientes de un simpatizante Cervecero, salió disparado de la cancha para confrontarlo a los golpes en la platea. Sufrió tanto aquel episodio, que en una entrevista con Olé publicada el 11 de abril de 2014, había instalado la duda de si volvería o no a dirigir un equipo. Di Lisio explica que se puede evitar esto con un tratamiento preventivo, pero es muy difícil dado que generalmente se trabaja con la lesión. Bajo este aspecto, argumenta que “es como cuando vas a tratarte con un kinesiólogo, que trabajan con un traumatismo”.

Además, como si estas agresiones fuesen una enfermedad que ataca a todo lo que se encuentre dentro de un campo de juego, el árbitro es, sin dudas, el que más las sufre. “Tuve que acostumbrarme a los insultos. Ahora simplemente los interpreto como una mala costumbre que tiene la gente y no como algo personal. Te das cuenta de esto cuando salís a la cancha y ya te empiezan a chiflar”, cuenta Yamil Possi, árbitro de la B Nacional. ¿Qué solución encontró para que sus seres queridos no salgan lastimados? Decirles que es todo parte de un show inevitable, y que no hay que tomarle mayor relevancia. “Somos personas y nos podemos equivocar. A veces se olvidan de eso”, asegura el árbitro del ascenso.

Si bien para Di Lisio es muy difícil que el deportista haga psicología preventiva, Possi supo entrar en ese terreno. “Trabajo con un psicólogo deportivo una vez por semana. Tocamos temas personales también, pero nos avocamos más a lo deportivo. Trato de que la sesión sea post designación para tratar temas como, por ejemplo, los jugadores de esos equipos a los cuales voy a dirigir, o cómo me ha ido con esos clubes. Entonces, el entrenamiento semanal deja de ser sólo físico para también ser psicológico”.

Más allá del entrenamiento psicológico, a Possi lo siguen sorprendiendo ciertas actitudes de los simpatizantes. La gente piensa que es normal insultar al árbitro. A veces me sorprende cuando estoy en una cancha y veo a un padre insultando y diciendo cualquier barbaridad o incluso escupiendo, y está con el hijo al lado, que cinco minutos después está haciendo lo mismo. Ahí es cuando te das cuenta de que faltan muchos años para cambiar esta costumbre de insultar al árbitro por que sí”.

“A veces la familia sufre cuando uno se equivoca y en la semana los periodistas hablan y critican destructivamente de manera constante. No se dan cuenta que uno es humano y se equivoca como cualquiera”, remata Possi. Di Lisio plantea una solución temporal que sirve como parche, Possi por su parte la implementa. No obstante, ninguno de ellos sabe responder a cómo erradicar esta problemática que ya ha sido naturalizada en el mundo del fútbol.

La cábala, te la debo

Nahuel Gala (@NahueGala) y Evelyn Ower (@EveOwer_)

El Spartak Stadium de Moscú albergará el debut de Argentina en la Copa Mundial de la FIFA contra Islandia el 16 de junio. Tan solo una semana antes, el seleccionado albiceleste iba a viajar al continente asiático para verse las caras con Israel, en el estadio Teddy de Jerusalén, que, por estas horas, está en el centro de la escena: murieron más de 60 palestinos y cerca de 2 mil resultaron heridos durante las protestas en Gaza contra el traslado de la embajada estadounidense -antes en Tel Aviv- hasta laciudad santaque, además, es la capital de la nación.

La última vez que el seleccionado argentino alzó la Copa del mundo, viajó hasta Asia a 27 días del comienzo de México 1986 y un triunfo 7 a 2 frente al combinado israelí liberó a un grupo que parecía caído luego de una Eliminatoria angustiante en la que empató 2 a 2 con Perú casi sobre la hora para conseguir la clasificación. 32 años después, con ocho Mundiales de por medio y algunas otras visitas a Israel -¿con la misma lógica y argumento de la “cábala“?-, algunos esperaran que vuelva esa mística salvadora que encabezó en ese entonces Diego Armando Maradona para que en esta edición pueda hacer lo propio el capitán, Lionel Messi.

¿Qué implicaba jugar un partido amistoso que te altera -a siete días de un debut mundialista- el deseo de ya estar alojados en la concentración en Rusia? ¿Qué se pone en juego y cuál es el riesgo que se asume con futbolistas que arriban al Mundial con el desgaste de la temporada europea y con lesiones que, incluso, pusieron en duda su participación? ¿Es la apuesta de fantasear por ese camino de lo místico o hay algo más detrás de ese gran telón?

Aunque el submundo de las cábalas apueste que al volver a esta rutina pre mundialista 20 años más tarde la historia pueda repetirse, los verdaderos motivos por los cuales este partido se llevará a cabo no están en la órbita del mito. Pese a que Jorge Sampaoli –entrenador del equipo– no veía útil que se jugara este encuentro (lleva diez meses en el cargo y poco tiempo para convencer de su mensaje), ingresos por dos millones de dólares pone a Claudio Tapia en una situación de exposición, como conductor de la AFA, sobre el peso que tiene el hecho deportivo. “Yo di mi punto de vista respecto al partido contra Israel, pero creo mucho en Tapia y me dijo que era algo que se tenía que hacer. Tampoco creo que sea lo ideal jugar con España e Italia ahora. Pero nada me puede distraer de elegir los mejores futbolistas y funcionamiento”, expresaba el seleccionador nacional, en la conferencia de prensa previa a la última gira del plantel.

La AFA había dado una lista de requisitos para que el partido se lleve a cabo: un lugar de entrenamiento privado, entre 80 y 90 habitaciones en un hotel de primer nivel, un chárter que transporte a la delegación argentina de Barcelona (en pleno ensayo para el debut) a Tel Aviv y, de esta ciudad a Bronnitsy, que los aficionados puedan presenciar un entrenamiento en directo a puertas abiertas, un cura propio para hacer una misa y que Lionel Messi, Sergio Agüero y Ángel Di María solo jueguen 60 minutos.

Todo esto también se dio debido a contratos firmados con Adidas y Torneos. Por ejemplo, en el partido que se disputó el 13 de marzo ante Italia –ocasión en la que Argentina venció 2 a 0 a la Azzurra en el Etihad Stadium de Manchester–, la AFA obtuvo el 30% de lo acordado debido a que Julio Grondona recibió, durante su presidencia, la otra parte del trato. Así ocurrirá hasta el 2022, ya que en los próximos amistosos hasta ese año, Luis Segura y Armando Pérez –expresidentes de la Asociación del Fútbol Argentino, el segundo perteneciente a la Comisión Normalizadora durante 2016– cobraron el monto correspondiente en sus respectivos mandatos.

Por otro lado, Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, y su acompañante de honor, Mauricio Macri, verían juntos el partido desde las gradas. El Presidente de la Nación recibió el 12 de marzo (una vez confirmado el partido por los organizadores) una carta de invitación: “He instruido a las más relevantes autoridades a hacer todos los preparativos necesarios para que el partido tome lugar en Jerusalén, nuestra capital eterna. Reitero mi invitación como anfitrión para que sea mi invitado de honor durante el encuentro. Para mí será un placer recibirlo en Jerusalén y reafirmar la creciente amistad entre nuestros países”.

El disfraz de la cábala, Maradona y Messi, Israel, el tiempo para el armado de una idea (con un entrenador que por primera vez dormirá más de una semana bajo el mismo techo que sus dirigidos), el compromiso económico, el hecho político y el escenario deportivo. El plantel en el medio de intereses ajenos y un pedidos de suspensión que llegaba desde organismos de Derechos Humanos a la AFA por la masacre en Gaza, se hizo escuchar. Al menos, por los que juegan con la pelota.

Otros partidos contra Israel previo a disputar una Copa del Mundo:

22 de mayo de 1990: victoria 2 a 1 en Haifa, Israel, previo al Mundial de Italia (la Copa del Mundo arrancó el 8 de junio).

31 de mayo de 1994: triunfo 3 a 0 en Ramat Gan, Israel, previo al Mundial de Estados Unidos (la Copa del Mundo inició el 17 de junio).

15 de abril de 1998: derrota 2 a 1 en Jerusalén, Israel, previo al Mundial de Francia. (la Copa del Mundo comenzó el 10 de junio).

El hombre que tenía cara de pelota y de gol

Nahuel Gala @NahueGala

Triángulo: figura imaginaria formada por tres vértices o tres elementos que tienen una relación. En este caso, los tres elementos están conformados por tres futbolistas y su relación es detener el avance y la oportunidad de generar desequilibrio por parte de Lionel Messi. Frente a Islandia, Birkir Bjarnason, Emil Hallfredsson y un intervalo entre Aron Gunnarsson con Gylfi Sigurdsson construyeron la cárcel en la que se vieron afectadas la participación y el despliegue del número 10 de Argentina en el debut en el Spartak Stadium de Moscú que concluyó 1 a 1. En Nizhny Novgorod, con Croacia como rival, se planteó un partido diferente. Del 4-2-3-1 contra los escandinavos al 3-4-3 en el choque con balcánicos. Los dirigidos por Zlatko Dalic fabricaron una jaula perfecta para una pulga rabiosa. Ivan Rakitic –volante de creación del Barcelona–, Luka Modric y Marcelo Brozovic se encargaron de contrarrestar las acciones ofensivas de Messi. Cada vez que el rosarino recibía, estaba obligado a descargar. No tenía trayecto, recorrido ni profundidad.

En el partido inaugural malogró un tiro desde los doce pasos a los 19 minutos del segundo tiempo. “Lo decidí en el momento, quise pegarle fuerte a ese palo, me salió a media altura, y el arquero justo fue para ese lado”, afirmó. ¿Cómo es que un experimentado como él, con su talento y su talla, es traicionado por sus propios pensamientos? El objetivo era claro, bien esquinado. Pero, lamentablemente, fue detenido por Halldórsson. Hasta el mejor puede errar, después de todo, es humano. En la capital rusa se lo notó muy entusiasmado con el arco, siempre encarando y buscando que alguien le pivotee. En cuanto a lo emocional, se lo notó muy enfadado. Claramente errar un penal genera mucha incertidumbre, pesimismo y enojo, pero estas cualidades ya estaban presentes en él ni bien comenzó el Mundial. Parece que estuviera en una misión de rescate o abatido por lo que dicen los medios masivos.

Apenas finalizó el encuentro, descargó toda su bronca en una Telstar18 que se encontraba cerca. Fusiló el balón como le hubiera gustado fusilar a los islandeses con una conversión, sin dudas. Pero era de esperarse que intentaran frenarlo de esa manera. Si se revisa el partido que jugó, será muy notorio el ímpetu que tuvo para salir adelante pero que era imposible por cómo se pararon los escandinavos: “Me siento responsable de no habernos podido llevar los tres puntos, porque no tengo dudas de que con el penal hubiese cambiado todo”.

Con Croacia pasó lo mismo. Más tirado sobre la derecha, le tocó la marca de Brozovic, volante del Inter de Milán, que lo asfixió sin piedad. Con la ayuda de Rakitic y Modric, continuaron cargando las baterías del enfado que Messi está llenando desde que arrancó la Copa del Mundo. La goleada histórica de los croatas desató la rabia de un rosarino, que al trastabillar con Strinic, le reboleó la pierna de un manotazo ahogado en síntomas de la frialdad del escenario en donde estaba parado el partido. Caían por dos goles y los revulsivos llegaron al instante. Paulo Dybala, Gonzalo Higuaín y Cristian Pavón fueron cartas talentosas pero insuficientes para congeniar con el astro del Barcelona que, a fin de cuentas, fue totalmente encarcelado por una defensa, o mejor dicho un mediocampo, que lo único que le permitió fue descargar, descargar y descargar. Con el tercer tanto en contra, Lionel se tapó el rostro como si no quisiera seguir viendo lo que sucedía ante sus ojos.

Los triángulos lo sofocaron. Su cabeza gacha es una manifestación de que no está consiguiendo lo que vino a buscar. El trofeo dorado es su máximo objetivo y todavía no logró convertir ningún tanto, a pesar de que le quedan 90 minutos para revertir cualquier historia posible y esperar que Islandia no derrote a Croacia. “No sos culpable de nada”, firmó Diego Armando Maradona para el cumpleaños número 31 de Messi. Contra Nigeria podría ser su último partido en la historia de los Mundiales. Suena espantoso, sí. Pero es una realidad. Todos los flashes están puestos en él, la presión lo intimida. Nada está dicho, todo puede pasar. Pero si algo es cierto es que cuando las papas quemaban en Quito y la eliminación estaba al caer, apareció un pequeño gran héroe que se disfrazó de gigante y que acabó con la inquietud y la desesperación albiceleste. La respuesta que no tuvo frente a esos triángulos asfixiantes buscará estar presente y cambiar la historia en el cierre del Grupo D.

“El mensaje que quiero transmitir es que no cometan los mismos errores que yo”

Por Diego Ibarra

El 12 de septiembre de 1981, en el estadio Luna Park, Gustavo Ballas vencía al surcoreano Suk Chul Bae por nocaut en el octavo round y conseguía el título mundial supermosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Con tan solo 23 años, el cordobés llegaba a la cima y se convertía en el primer campeón mundial invicto del boxeo argentino. Sin embargo, las malas decisiones y sus problemas con las adicciones hicieron que para Ballas la vida fuera una constante pelea. “Es muy fuerte todo lo que pasa cuando te empieza a ir bien y no estás preparado. Lamentablemente nos educan para dar y recibir golpes”, reflexiona.

La infancia del campeón no fue para nada fácil. Nació el 10 de febrero de 1958 en Villa María, Córdoba. Fue criado en el seno de una familia humilde, con cuatro hermanos y una madre ausente. A los 10 años tuvo que dejar el colegio para trabajar y ayudar en su casa: “Vendía peines y curitas por las calles y después comencé a lavar copas en una pizzería”. Fue un luchador desde chico. No había elección: era lo que le había tocado. Hasta que un día, mientras lavaba copas, escuchó por radio Rivadavia una pelea de Nicolino Locche y empezó a interesarle el boxeo. “Cuando lo vi por televisión hacer las cosas que hacía en el ring, yo dije: ‘Quiero ser como él’”, cuenta el villamariense. Al descubrir lo que realmente lo apasionaba, comenzó a entrenarse con Alcides Rivera y a pelear. Pero a los 16 años decidió ir un poco más allá, convencido de cuál era su destino. “Fui a Mendoza para conocer a Nicolino y para quedarme en el gimnasio de Francisco Paco Bermúdez. En ese momento era su técnico y terminó siendo el mío también”, explica.

Al poco tiempo de su llegada a Mendoza, Ballas comenzó a destacarse. Bajo la tutela de Bermúdez inició su carrera profesional en diciembre de 1976 y un año después ya era campeón mendocino. En ese entonces lo llamaban El Dandy del boxeo, su popularidad crecía pelea tras pelea y le costaba mucho lidiar con todos los cambios en su vida. “Me pasaban cosas muy grosas y yo me preguntaba: ‘¿Por qué ahora? Si no lo necesito’. Me daba impotencia, sobre todo por lo que me tocó vivir”, cuenta. El cordobés había pasado de no tener nada a tenerlo todo en poco tiempo y no pudo soportarlo. “A los cinturones en vez de ponérmelos en la cintura me los ponía en la cabeza”, agrega entre risas.

El Dandy, cuando se aburría, tomaba un avión a Buenos Aires para pasar la noche en Recoleta, barrio donde estaban los mejores restaurantes y boliches en esa época. En algunas de esas escapadas nocturnas empezó a relacionarse con artistas y cantantes famosos que siempre le habían parecido inalcanzables. El exboxeador recuerda la noche en la que estaba en un restaurante de Recoleta y el mozo le dijo que Violeta Rivas Y Néstor Fabián querían que se sentara con ellos.Yo lo miré y le dije: ‘¿Me estás jodiendo?’ Me costaba creer lo que estaba pasando”, relata.

Pasó el tiempo, su adicción empeoró y Ballas supo que debía pedir ayuda para torcer su historia: “Mi familia me ayudó mucho, tengo una mujer maravillosa que vivió todo conmigo. Vivió la parte dulce y la amarga”. Luego de colgar los guantes, se rehabilitó y luchó para acomodar su vida. El excampeón del mundo logró en 2017 ganar una batalla pendiente: terminar el colegio primario. Este año arrancó la secundaria y sueña con estudiar Psicología. Lo cierto es que encontró una manera de dejar atrás lo negativo de su pasado y convertirlo en algo bueno.

“Cuando dejé el boxeo, logré lo que realmente quería, ayudar a los pibes que tenían problemas”, afirma convencido el cordobés. Hoy trabaja en la seccional de Villa María de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (ATILRA), donde junto a un equipo médico realizan terapias ambulatorias con los chicos que padecen adicción a las drogas. Además viaja por todo el país brindando charlas. Pero Ballas se dio de cuenta de que debía estudiar, ya que cuando se reunía con los médicos del equipo para evaluar a los pacientes, no entendía los términos que usaban. Esto lo llevó a hacer dos capacitaciones de un año cada una. Una, en el Instituto de Prevención de las Adicciones de la Universidad del Salvador (USAL), de donde egresó como socioterapeuta en Adicciones, y la otra como asistente en Drogodependencia en la Universidad Nacional de Córdoba. “No soy profesional, pero me ayudó muchísimo”, expresa con orgullo.

La satisfacción de Gustavo Ballas cuando siente que pudo ayudar a alguien es inmensa. “Siempre le digo a los pibes cuando les doy el alta: ‘Ahora empieza lo más bravo, no creas que ya te recuperaste. Pero lo importante de todo esto es que te recibiste de campeón, campeón de la vida’”, narra el excampeón del mundo algo emocionado. Con 60 años y una vida de película, tiene un claro objetivo para los jóvenes: “El mensaje que quiero transmitir es que no cometan los mismos errores que yo”.

“La especie no mejora”
El excampeón del mundo analizó lo difícil que es la vida de los boxeadores y mostró su preocupación por las nuevas generaciones. “Lo ideal sería que ejercieran esta profesión y estudiaran. Es difícil, pero se puede. Lo que pasa es que no lo inculcan. Te ponés a pensar y te das cuenta de que un boxeador ignorante es más fácil de manejar”, señala. Ballas se dio cuenta de grande de la importancia de formarse y completar sus estudios: “En ese momento pensaba: ‘¿Para qué estudiar si con esto ya estoy para toda la vida?’ Y lo cierto es que esto dura poco, y más para nosotros (los boxeadores), para quienes dos más dos es cinco, lamentablemente”. El cordobés cuenta el momento en el que se enojó con el periodista deportivo Ernesto Cherquis Bialo y reflexionó al respecto. “En esa época éramos tres jóvenes boxeadores que estábamos de moda y no teníamos buena conducta: Ubaldo Sacco, Juan Martillo Roldán y yo. Entonces Cherquis escribió una nota para la revista El Gráfico y el título fue ‘La especie no mejora’. Yo lo quería pelear, me enojé muchísimo. Pero pasó el tiempo y si hoy fuera periodista deportivo y tuviera que escribir una nota sobre boxeo, lamentablemente el título sería ‘La especie no mejora’, asegura.

Francia: la antítesis de Argentina

Nahuel Gala (@NahueGala)

Fieles a Les Bleus, los azules, su apodo, los franceses serán la próxima prueba de fuego para un combinado albiceleste que clasificó agónicamente a los octavos de final. Kazán Arena será el epicentro de una jornada histórica que verá el enfrentamiento entre ambos en una cita mundialista desde la victoria 2-1 de Argentina hace exactamente 40 años en el torneo que significó la primera estrella del equipo que era comandado, en ese entonces, por César Luis Menotti. El sexto conjunto más joven del Mundial llega con una victoria por 1 a 0 frente a Perú y otra 2 a 1 contra Australia. Tras igualar sin goles con Dinamarca, resultado que favoreció a ambos, selló su pase para estar entre los mejores 16 y coronarse con el primer puesto del Grupo C.

El estilo galo está ligado a los tiempos que pasan por su principal compositor: Antoine Griezmann, delantero del Atlético Madrid que entrena el argentino Diego Simeone fue el goleador y el más destacado de la Eurocopa 2016 que albergaron y que vieron a Cristiano Ronaldo y compañía alzar el trofeo del Viejo Continente más importante a nivel selecciones. Conformado de un elenco plagado de estrellas internacionales como Paul Pogba, Kylian Mbappé, N’Golo Kanté, Hugo Lloris, entre otros, Francia buscará repetir la hazaña que consiguió como local hace 20 años: ganar el Campeonato del Mundo. Didier Deschamps, su director técnico, apostó por la integración de sangre novata de muchos de sus citados, acoplada a la íntegra afinación ya acostumbrada que le brindan sus máximas figuras. Sin embargo, no fue el primero en generar un recambio.

Fue en el Mundial de Sudáfrica 2010 donde sufrieron el gran golpe: quedaron eliminados en fase de grupos tras haber sido subcampeones cuatro años antes. Un equipo que promediaba 27 años y medio de edad y que tan solo repetiría a 6 de los 23 convocados en el segundo puesto de Alemania 2006, daría inicio a la reestructuración que armaría un combinado que, desde 2004 y hasta la actualidad, solo tuvo tres entrenadores. La excepción de Laurent Blanc entre 2010 y 2012 mancha el gran respaldo dirigencial y el respeto ante los proyectos que la Federación Francesa de Fútbol propuso a Raymond Domenech entre 2004 y 2010 y a Deschamps entre 2012 y el presente. La longevidad promedio de los jugadores que integraron el plantel que perdió con Italia la final en Berlín hace 12 años era de 27,6. En cambio, la que está en pleno Mundial y que se enfrentará al equipo que capitanea Lionel Messi, posee un cociente igual a 25,5. Casi dos años de diferencia en una docena de temporadas que lo que buscaron fue reforzar el talento joven y la reconstrucción masiva de un seleccionado caído por no alzar la copa luego de que Zinedine Zidane, su máxima figura, fuera expulsado por darle un cabezazo en el pecho a Marco Materazzi –ambos autores de los goles de la final que Fabio Grosso sentenció en la definición por penales–.

Argentina es un país que, futbolísticamente, se aleja de lo extraordinario que suena que un entrenador coordine durante más de cuatro años un grupo: siete técnicos desde la Copa del Mundo del 2006, en la que vio la puerta de salida en cuartos de final ante el anfitrión. El mensaje es claro. Si no ganás, no seguís. La Asociación del Fútbol Argentino tuvo un proceso en el cual fue intervenida por una Comisión Normalizadora y que trajo falencias a un conjunto de jugadores que cambiaban de esquema táctico en tantas ocasiones que ya no se lograba tomar en serio cuando a Jorge Sampaoli le hicieron un contrato de cinco temporadas ya que quedó más que evidenciado que, si no avanzaba de primera ronda frente a Nigeria, sería destituido.

Francia es la antítesis de Argentina. La juventud es su cabeza y el respaldo de un cuerpo técnico su columna vertebral. En tanto, la albiceleste está en el Top 10 de las naciones más longevas de esta Copa del Mundo y, a pesar de que tiene al mejor del planeta en sus filas, la diferencia es notoria. Los 28,4 años de promedio del equipo que entrena Sampaoli hacen honor a aquel combinado francés que finalizó una era de futbolistas con el subcampeonato en Alemania.

La fecha FIFA y el comienzo de la NFL se reparten las canchas de Estados Unidos

Nahuel Gala y Juliana Llaneza

La NFL comienza a una nueva temporada el jueves 6 de septiembre con el partido por el Thursday Night (así se denomina el encuentro que abre cada jornada y que es jugado ese día de la semana) entre Philadelphia Eagles, campeones actuales, y Atlanta Falcons, en el Lincoln Financial Field de Pensilvania. Al día siguiente, la selección argentina que dirige, momentáneamente, Lionel Scaloni, se medirá con Guatemala en el Memorial Coliseum de Los Ángeles, California, a partir de la medianoche. Precisamente, en este escenario, hacen de local Los Ángeles Rams, uno de los equipos más fuertes y prometedores para la edición 2018/19 de la liga de fútbol americano más importante del planeta.

A pesar de que en esta primera fecha los Rams jugarán de visitante (en Oakland, ante los Raiders), habrá actividad de todos modos en la ciudad de la gran naranja. Y es porque Los Ángeles Chargers, franquicia que se trasladó a esta ciudad desde San Diego hace dos temporadas, recibirán a los Chiefs de Kansas City en el StubHub Center (también hogar de Los Ángeles Galaxy, donde se desempeña el delantero sueco Zlatan Ibrahimovic en la Major League Soccer). La coincidencia de la gira de amistosos por la fecha internacional de la FIFA que realizará Argentina calza justo en la talla de lo que está sucediendo en los Estados Unidos. El martes 11 de septiembre, a partir de las 21hs, Sergio Romero, Cristian Pavón, Paulo Dybala y compañía se verán las caras frente a Colombia (que ya no tiene a José Pékerman en el banco de los suplentes como su entrenador) en el MetLife Stadium de New Jersey, New York.

Paradójicamente, los Giants (conjunto neoyorquino) debutarán ante los Jacksonville Jaguars en este recinto el domingo por la tarde y, poco más de 48 horas después, su verde césped será testigo de lo que le deparará al combinado albiceleste que tiene un futuro prometedor por quiénes fueron llamados para vestir esta camiseta. Luego de la derrota con Francia por 4 a 3, en Kazán, por los octavos de final de Rusia 2018, el nuevo director técnico de Argentina convocó 12 jugadores que nunca habían estado en ninguna lista previa. Seis futbolistas están actualmente en el exterior (Walter Kannemann de Gremio, Franco Cervi del Benfica, Santiago Ascacíbar del Stuttgart, Franco Vázquez del Sevilla, Giovanni Simeone de Fiorentina y Rodrigo Battaglia del Sporting de Portugal) y, los seis restantes, lo hacen en el ámbito local: Alan Franco en Independiente, Leonel Di Plácido en Lanús, Renzo Saravia en Racing, Exequiel Palacios y Gonzalo Martínez en River Plate y Matías Vargas en Vélez.

El proyecto contra la improvisación

Nahuel Gala (@NahueGala)

La potencia contra la revelación. La candidata frente a la sorpresa. Les Bleus vuelve a una final tras doce años cuando cayeron por penales con Italia en el Estadio Olímpico de Berlín. Croacia, por su parte, debutará en el séptimo partido por la consagración mundialista veinte años después de finalizar en el tercer lugar de la Copa del Mundo de 1998 que, además de ver a los galos conseguir su única estrella por el momento, vivió hasta ahora el mejor posicionamiento de ambas selecciones en la historia del campeonato.

En la actualidad ambos tienen grandes planteles y, aunque la calidad individual de los franceses es muchísimo más notoria por las funciones que tiene cada uno en sus respectivos clubes, las historias que los traen hasta Luzhniki son muy adversas.

Didier Deschamps, entrenador de Francia, asumió hace exactamente seis temporadas tras una actuación de un equipo que dejó que desear en la Eurocopa de Polonia y Ucrania en 2012 cuando quedaron eliminados en cuartos de final a manos de la posterior campeona España. Luego de un camino apedreado en fase de grupos en la que sufrieron por quedar en la segunda posición como escolta de Inglaterra, se vieron ante la carencia de una idea y la falta de planificación con Laurent Blanc como seleccionador que había tomado las riendas de un conjunto que fue eliminado en la primera ronda de Sudáfrica 2010 en pleno escándalo entre jugadores y el por aquel entonces director técnico, Raymond Domenech, con la desvinculación de Nicolas Anelka de los 23 convocados. En dos años, dos caras distintas, cualidades opuestas y un proyecto que terminaría para los franceses.

En tanto, el bosnio Zlatko Dalic, quien estaba al mando del Al-Ain en los Emiratos Árabes Unidos, fue nombrado como voz de mando de los balcánicos a una fecha de concluir las Eliminatorias de la UEFA. Croacia se jugaba la clasificación mano a mano con Ucrania a la espera de caer en el repechaje cara a cara con Grecia: ganadora del Campeonato Europeo de 2004, cuya edición tuvo a galos y croatas compartiendo el Grupo B.

Dalic tuvo que improvisar y realizar algunas variantes respecto al encuentro ante Finlandia que había dejado como legado Ante Cacic: entraron Dejan Lovren Sime Vrsaljko en la defensa, Luka Modric pasó de jugar de doble cinco con Ivan Rakitic a estar más adelantado y generar la ofensiva y Andrej Kramaric pasó a estar por la banda derecha y fue el autor de los dos goles que le dieron una nueva vida a Vatreni (fuego traducido al castellano).

Tras vencer a los griegos en la repesca y clasificar a Rusia 2018, integraron el Grupo D con Argentina, Nigeria y la debutante Islandia. Con puntaje perfecto accedieron a octavos de final donde jugaron tiempo suplementario y avanzaron por penales, escenario que se repetiría en cuartos de final contra los locales y, posteriormente, con Inglaterra en semifinales a excepción de ir a una nueva definición desde los doce pasos gracias a un gol de Mario Mandzukic a minutos de ir a la conclusión en la pena máxima.

En total, Croacia jugó tres tiempos suplementarios en la ronda de eliminación directa en esta Copa del Mundo: un equivalente a 90 minutos más de lo habitual, es decir, que es como un partido más de carga física y mental. Dalic y su equipo llegarán a un séptimo encuentro en Moscú con la sensación de que disputarán el octavo.

Por su parte, Deschamps derrotó a Australia y a Perú sin complicaciones e igualó sin goles con Dinamarca para firmar tablas (único 0 a 0 de todo el Mundial) y acceder ambos a la siguiente instancia a través del Grupo C. Al vencer a la Argentina 4 a 3, a Uruguay 2 a 0 y a Bélgica 1 a 0, Les Bleus clasificó a su tercera final en el lapso de seis citas mundialistas.

La segunda selección más joven del torneo enfrentará a la gran revelación en el partido definitivo. Un ciclo que comenzó post Eurocopa 2012 para Francia y uno que dio inicio hace aproximadamente nueve meses con el seleccionador bosnio a la cabeza de los croatas hacen que la final de Rusia 2018 sea tan particular, así como emocionante, por el desenlace particular que puede tener para cualquiera de las dos naciones: bicampeonato galo o primera consagración balcánica a dos décadas de la mejor participación en un Campeonato del Mundo para ambos países.

Deschamps, quien cayó en la ronda de los ocho mejores ante la consecuente campeona Alemania en Brasil 2014 y también fue derrotado en la final de la Euro 2016 albergada en su nación contra Portugal, de conquistar la actual copa como director técnico, se transformará en el tercero en hacerlo en ese puesto al igual que como jugador e igualará lo logrado por Mario Zagallo (1958 y 1962 como futbolista y 1970 como entrenador en Brasil) y Franz Beckenbauer (1974 en la cancha y 1990 dando órdenes desde el banco con Alemania).

La historia de un gigante

Por Fiorella Caruso

Su espíritu inquieto y atrevido lo llevó a esa acción. Aquella que todos los seguidores del básquet recuerdan. Esa imagen de Facundo Campazzo en el aire, con el brazo estirado tapándole el tiro de dos a Kobe Bryant.

Ese fuego interno que lo caracteriza hizo que tapara a uno de los mejores jugadores de la NBA. Pero a él no le importó el nombre de ese hombre moreno de casi dos metros de altura que tenía en adelante. Como un león frente a su presa, tenía los ojos fijos en la pelota, y su único objetivo era evitar que ingresara al aro.

Era la primera vez que se enfrentaba al Dream Team. Este partido, en el marco de un amistoso previo a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, fue la antesala al comienzo del sueño olímpico que cumpliría el 29 de julio de ese mismo año frente a Lituania.

Argentina perdía por 17 puntos y le costaba encontrarle la vuelta al partido, mientras que Estados Unidos convertía en todas las jugadas y lastimaba con los tiros de tres. El ingreso de Campazzo a la cancha le aportó dinámica al equipo, y a pesar de que se enfrentaba a gigantes del básquet como LeBron James, Chandler Tyson, Kevin Durant, Chris Paul y Kobe Bryant, jugó y se movió con la picardía de siempre, molestando a sus rivales y ayudando a sus compañeros. Como se diría en la jerga callejera: “No le pesó la camiseta”. Sin embargo no fue tan sencillo para él. No es fácil jugar en ese nivel con mi altura -1,79 metros-. Pero no es imposible. Traté de disimularla corriendo con mucha intensidad, defendiendo fuerte, jugando agresivo. Así, no me doy cuenta. Nada es imposible y se puede jugar ante cualquiera”, le confesó al diario cordobés Día a Día.

La historia de Campazzo empezó mucho tiempo atrás, en la ciudad de Alta Córdoba. Tenía cuatro años cuando conoció el básquet gracias a su madre, María Elena, quién un día lo llevó al club Municipalidad de Córdoba para que haga algún deporte porque “era hiperquinético y tenía muchas energías”, así que tres veces a la semana lo acompañaba a entrenarse y a los partidos.

Campazzo no sólo usaba la astucia e inteligencia que lo caracteriza en el campo de juego para el básquet, también lo hacía para irse de la escuela. “Las veces que me llamaban del colegio porque se sentía descompuesto, y cuando llegaba, estaba bárbaro. Se portaba bien, pero era muy vago para estudiar, cuenta su madre, quien lo acusaba de ser vago, porque todos los años se llevaba 10 materias que luego rendía y aprobaba.

A los 10 años, tuvo un romance con el fútbol, en el que también -según su familia- se destacaba. Pero un día, Mary, lo hizo elegir entre uno de los dos deportes, y se quedó con el básquet.

Cinco años después, Facundo jugaba en Unión Eléctrica y por primera vez tanto él como su club se iban a enfrentar a Peñarol en un cuadrangular semifinal del campeonato Argentino de Clubes U18. Su talento, rapidez, actitud y desfachatez para jugar captivaron al cuerpo técnico de esa categoría del club marplatense.
Mucho habló de ese tema con su mamá, quien en su interior sabía que él quería irse a Mar del Plata, así que ni bien cumplió los 16, Campazzo emprendió un viaje que sólo significaba el desafío de jugar en otro club, lejos de casa, pero de lo que no tenía consciencia es que a partir de ese momento su vida iba a cambiar.

No fue fácil esa decisión para su entorno familiar. A su mamá, Mary, fue quizá a quien más le costó la separación: “Lo extrañaba muchísimo, así que viajaba cada mes y medio a verlo, y lo veía bien. La llegada mía era hermosa, pero la despedida era tremenda, yo lloraba y Facu me decía ‘No seas tonta, no llores’, y hasta el día de hoy es igual”.

Una vez instalado en Mar del Plata, comenzó a entrenarse duro, pasó horas y horas en el gimnasio durante cada categoría que fue transitando, hasta que un día, Sergio Hernández, ex director técnico de Peñarol, lo llamó a entrenarse con el equipo de primera y jugaron un picadito. Pablo Sebastián Rodríguez, más conocido como Tato, era en ese entonces el capitán del equipo. Y allí estaba, picando la pelota en el centro de la cancha, cuando Campazzo tuvo el descaro de robársela, y pasársela a Byron Johnson para que la volcara potentemente con las dos manos.

Su debut se produjo el 10 de octubre de 2008. Se enfrentaba a Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia en el Polideportivo de Mar del Plata. Solo jugó dos minutos y alcanzó a anotar dos puntos y bajó dos rebotes. Al principio no tuvo muchos minutos de juego, pero casi a final de temporada consiguió estar más tiempo debido a la buena participación que tuvo durante los playoffs.

La titularidad en el equipo no le llegó de la manera más feliz. Tato Rodríguez le decía adiós al básquet por una afección cardíaca que le impedía volver a jugar profesionalmente. Trato de repetir lo que hacía Tato: hacer jugar al equipo y que estén todos contentos”, declaró Campazzo en El Gráfico. También confesó en Olé que el ex capitán de Peñarol lo acompañó en ese nuevo desafío de hacerse cargo del equipo y lo supo aconsejar: “Me dijo que no me tenía que convertir en él ni en Pepe Sánchez. Que hiciera mi juego y buscara mi propia identidad. Que supiera que a veces hay que correr y otras parar”.

A pesar de que su vida empezó a tomar un vertiginoso ritmo, siguió cerca de su familia. Al segundo año de estar en Mar del Plata, llamó un día a su hermano, Marcelo, padre de su ahijado y con quien mantiene una estrecha relación, para decirle que quería que ambos se hagan el mismo tatuaje. Ni bien lo decidieron, Facundo se preguntaba qué se podían tatuar, ya que él quería que sea algo con significado y su hermano encontró la solución. “Yo tengo una quiniela y los números tienen significados. El 99 es los hermanos y me pareció buenísimo. Le dije a Facu y le encantó. Vino a Córdoba y lo hicimos (siempre sale con la suya)”, contó entre risas.

Su paso por Peñarol fue exitoso. Obtuvo cuatro títulos de la LNB en cinco finales disputadas, ganó tres Super 8, una Liga de las Américas, dos Interligas y una Copa Argentina. También fue elegido MVP de las finales en las temporadas 2011/12 y 2013/14 y recibió el Olimpia de plata al mejor basquetbolista en 2012 y 2013.

Su vínculo con la Selección empezó con el Sudamericano que se jugó previo a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Ese torneo definía cuál de los bases iba a obtener un lugar en el plantel para disputar los Juegos, si Nicolás Laprovittola o Campazzo. Finalmente, luego de que Argentina saliera campeón del certamen, el cordobés, fue el elegido. “La verdad que todavía no caigo”, le dijo al diario Mundo D cuando se enteró de la noticia. Hacía casi un año atrás que había sido cortado por Julio Lamas para participar del Panamericano y sus ilusiones de entrenarse con la Generación Dorada se habían caído, pero en ese momento ese sueño estaba más vivo que nunca.

En los Juegos participó de los ocho partidos que disputó Argentina, sumando varios minutos durante cada enfrentamiento. Frente a Túnez se encontró con que tuvo que tomar las riendas del equipo por la ausencia de Pablo Prigioni debido a un cólico renal. A pesar de que comenzaron perdiendo, lograron ganar por 92 a 69. Campazzo jugó los 40 minutos y fue uno de los jugadores más importantes para el equipo. Terminó con 12 puntos, 7 asistencias y 9 rebotes.

TODOS HABLAN DE CAMPAZZO

Tiene 23 años y logró ser campeón de la Liga Nacional, jugó unos Juegos Olímpicos, un Mundial, y hoy es parte del plantel del Real Madrid con Andrés Nocioni como compañero. Su carrera recién empieza y sólo él sabe cuál es su techo.

“Facu sigue siendo el mismo chico que se fue de Córdoba, la persona no cambió, es humilde, fresco, feliz, y espero que eso nunca cambie”, así describe Mary a su hijo.

Sergio Oveja Hernández tiene un gran afecto por Campazzo y lo quiere como a un hijo ya que lo dirigió desde los 16 años hasta el 2013. “Ese enano no tiene nivel, tiene la cara como una piedra. Es un fuera de serie”, manifestó y agregó: “Él era un terremoto en la cancha, todo saguíneo, y ahora veo otro jugador. No tiene freno. Va a jugar en el Madrid, NBA, donde sea, porque se alimenta del talento que tiene al rededor y aprende”.

En cuanto a su persona Hernández lo describió como a alguien que está bueno tener de ejemplo: Campazzo te demuestr que podés lograr cosas que de antemano la vida te dice que no. Él no tiene las condiciones físicas para este deporte, mide 1,78 cm con tacos – gracias a las zapatillas Nike con cámara de aire que le agregan 2 o 3 cm – no es atlético y tiene tendencia a engordar, y sin embargo es una cosa increíble”.

Gabriel Fernández, pivote del equipo marplatense y ex compañero de Campazzo opinó: “Facu es un jugador que reúne todas las condiciones con la mentalidad y el rendimiento que tenía la Generación Dorada. Es desafiante, con carácter y nada lo asusta. Junto con Scola va a ser uno de los líderes de la Selección Nacional”.

Los hinchas de Peñarol tienen un gran afecto por él, lo apodan El pequeño gran héroe por todo lo que significó para el club y a pesar de que recién se fue no ven la hora de verlo volver.