viernes, enero 3, 2025
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Superman, el goleador de Ecuador

Por Fernando Bajo

En México a Enner Valencia, delantero de la selección ecuatoriana de fútbol, le dicen Superman. El atacante de 29 años que acaba de consagrarse campeón de la primera división mexicana con Tigres, arribó por primera vez a aquel país en 2014 cuando se sumó al Pachuca. En su primera temporada maravilló a todos al marcar 18 goles en 25 partidos que lo llevaron a jugar en la Premier League de Inglaterra (West Ham y Everton), pero en Europa no logró mostrar todo su potencial y solo marcó 13 goles en 91 encuentros. Luego de aquel paso por el viejo continente retornó al país azteca.

Sin embargo, al igual que Superman, el superhéroe de DC Comics que se esconde en la figura del periodista Clark Kent del Daily Planet, detrás del segundo máximo goleador de la historia de la selección de ecuador con 27 tantos -está a 4 de alcanzar a Antonio Delgado-, hay un joven que a lo largo de su vida atravesó varias dificultades para llegar a ser futbolista profesional.

Durante su niñez, Valencia, que se crió con sus abuelos paternos debido a la separación de sus padres, ordeñaba vacas y luego iba a comercializar la leche para ayudar económicamente a su familia. “Nunca tuvo vergüenza. Desde chico salía a la calle a vender”, cuenta Percide Solís, su abuela, en el canal ecuatoriano Gama Visión.

A pesar de trabajar, también tenía tiempo para hacer lo que más le gustaba: jugar al fútbol. “Veía una botella y la pateaba. De niño era muy inquieto, todo el día quería jugar. La pelota era todo para él”, rememora Solís. En 2006, abandonó su ciudad, San Lorenzo de Pailón, para sumarse a las inferiores del club Caribe Junior de la provincia de Sucumbios. Más allá de que fue su primera experiencia en un club, no transitó muy bien aquellos años: “Él me contaba que la pasaba mal, había días que no comía”, lamenta su tía, Basilia Valencia, en una entrevista televisiva, y continúa: “Lavaba su ropa solo con agua porque no tenía jabón”.

En 2008 pasó a las inferiores del Emelec de Ecuador, sin embargo, su vida fuera del fútbol no mejoró mucho más. En sus primeros años vivió en un dormitorio dentro del estadio George Capwell al que “lo conoce como la palma de su mano”, confiesa. A pesar de todas las adversidades, Valencia continúo perseverando por su sueño y en 2010 le llegó la oportunidad más esperada. El 27 de enero debutó oficialmente en primera división. Fue en un partido por Copa Libertadores ante Newell´s Old Boys, en Rosario. El técnico que lo mandó a la cancha fue Jorge Sampaoli.

Además de sus virtudes en el campo de juego Valencia en 2016 conmovió a gran parte del fútbol ecuatoriano. El 16 de noviembre se disfrazó de Superman y visitó a los chicos y chicas que estaban internados en el Hospital de la Sociedad de la Lucha Contra el Cáncer (SOLCA) de Guayaquil.

En Brasil irá por su tercera participación en una Copa América, ya disputó las ediciones de Chile 2015 y Estados Unidos 2016 en las que marcó 2 goles en cada una. Además, jugó el Mundial de Brasil 2014 en el que anotó 3 tantos en la misma cantidad de encuentros.

El delantero, que entre sus récords posee ser el segundo jugador más caro de la historia de Ecuador (lo alcanzó en 2014 cuando el West Ham adquirió su pase en 20 millones de dólares), es una de las esperanzas del seleccionado que dirige Hernán Gómez.

La Tri, que nunca logró ganar la máxima cita continental, buscará superar el cuarto puesto que obtuvo en las dos ediciones que fue local (1959 y 1993), para eso cuenta con su Superman que a pesar de no tener la fuerza y velocidad del personaje de DC Comics tiene una gran habilidad para marcar goles e intentará convertirse en el súper goleador histórico de la selección ecuatoriana.

Las futbolistas canadienses se unen y piden justicia

Por Fernando Bajo

El 9 de octubre de 2008 la Asociación Canadiense de Fútbol (CSA, por sus siglas en inglés) y el club Vancouver Whitecaps tomaban una decisión sorprendente para los fanáticos del fútbol del país americano. Bob Birarda, entrenador de la selección de fútbol femenino Sub 20 de Canadá y de la primera división femenina del equipo que militaba en la USL W-League -segunda división del fútbol femenino estadounidense entre 1995 y 2015-, era separado de sus cargos “en el mejor interés de sus partes”, según anunciaba el comunicado de la CSA, a dos meses de disputar el Mundial de Chile.

Sin embargo, el 1 de abril de 2019 se conoció que detrás de la salida de Birarda hubo graves hechos que tanto la Confederación como el club Vancouver ocultaron. La exfutbolista Ciara McCormarck, a través de una publicación que realizó en su blog denunció que el entrenador, a quién mencionó con el apodo de Billy, acosó sexualmente de algunas jugadoras.

En febrero de este año, trece jugadoras emitieron un comunicado en el que denunciaban a Birarda de tocar al menos a una deportista, enviar mensajes con provocaciones sexuales y mantener reuniones privadas con algunas de sus dirigidas en las que, por ejemplo, llegó a intimidar a una de ellas preguntándole qué sería capaz de hacer a cambio de la titularidad en el equipo.

Además del acoso diario que sufrían las futbolistas, McCormack también contó en su blog que Birarda todo el tiempo les recalcaba que el poder lo tenía él, que ellas estaban en la selección por su decisión y que podía dejar de llamarlas cuando quisiera. Pero Birarda no era el único que abusaba de su poder. Robert Lenarduzzi, presidente del Vancouver desde aquellos años hasta hoy, no solo que no escuchó el pedido de ayuda de las jugadoras ante las agresiones del entrenador sino que le contó a éste todo lo que había charlado con las deportistas.

Eden Hingwing, integrante de la selección durante aquel período, fue junto a McCormack una de las voceras de las deportistas, ella denunció que en 2008 dejó la Sub 20 por los abusos que había por parte de Birarda. Las futbolistas, algunas de los cuales eran menores en ese momento, dicen que nunca se les informó por qué Birarda se fue y, si se realizó una investigación, no fueron entrevistadas. “Ninguna organización de terceros, ni las autoridades, intervinieron para proporcionar una salida para estas conversaciones“, se lee en el comunicado, que continúa: “Nunca hubo ningún seguimiento para garantizar la salud y seguridad de los atletas de nuestro equipo“.

Como consecuencia de esto, además de la salida de Hingwing, McCormack dejó el Vancouver, pasó a jugar al Otawa Fury Women, y al año siguiente se marchó al Asker de la liga de Noruega. Luego, la defensora, gracias a la nacionalidad de sus padres, pudo jugar para la selección de la República de Irlanda.

Los Whitecaps y CSA contrataron a la abogada Anne Chopra en 2008, pero ella confesó que estaba obligada a ocultar sus hallazgos que llevaron a la partida de Birarda. Diana Voice, manager del equipo en aquel momento, afirmó: “Los Whitecaps están diciendo que no sabían nada antes de escuchar esto, pero ellos lo sabían”.

Con la denuncia este año se descubrió que Birarda, continuaba ejerciendo su profesión en el Coastal FC de la ciudad de White Rock, provincia de Columbia Británica, a 45 kilómetros de Vancouver. Como consecuencia de esto, Coastal decidió despedir al entrenador no sin antes afirmar que no estaban al tanto de los hechos ocurridos en 2008.

Las jugadoras, a través del comunicado, pidieron que se le quite la licencia al entrenador y se retome la investigación de lo ocurrido hace 11 años. Mientras tanto, la policía de Vancouver está llevando a cabo medidas contra Birarda por las denuncias efectuadas, aunque no emitieron ningún comunicado oficial.

Las futbolistas canadienses no están solas, el miércoles 17 de abril, en el partido entre Vancouver Whitecaps y Los Angeles FC, por la fecha 13° de la Major League Soccer -primera división de la liga masculina de fútbol estadounidense-, Los Vancouver Southsiders, grupo de hinchas del Whitecaps, se retiraron de la tribuna a los 35 minutos del primer tiempo para apoyar a las jugadoras y que sean escuchadas por las autoridades del club. Luego retornaron a sus asientos para el segundo tiempo. Vancouver ganó 1 a 0, sin embargo el resultado quedó de lado debido a la acción de los simpatizantes del Whitecaps al apoyar a las futbolistas y pedir justicia desde las tribunas, algo que no suele pasar en estos tiempos.

Arthur Friedenreich: Pelé antes que Pelé

Por Ignacio Maida

Arthur Friedenreich fue un futbolista brasileño que se desempeñó como jugador desde 1909 hasta 1935 cuando, con 43 años de edad, decidió retirarse. Se estima que convirtió más goles que Pelé, con quien se lo compara por su parecido físico y por sus logros.

Arthur recibió el apodo de El mulato de ojos verdes debido a que era mestizo ya que su padre era un alemán de raza aria y su madre una mulata brasileña.

Durante sus 26 años de carrera jugó en 18 clubes y ganó ocho Campeonatos Paulistas. Además, logró ser el máximo goleador de ese torneo en diez oportunidades. Dicen que anotó un total de 1379 goles contra los 1284 de Pelé, lo que lo llevó a ganarse el mote de Rey de Reyes o Pelé antes que Pelé.

Con la Selección de Brasil debutó en 1914 y llegó a disputar 23 encuentros con, presuntamente, 10 goles. En la Verdeamarelha disputó un total de cuatro Copas Américas –por entonces llamada Campeonato Sudamericano- en 1916, 1919, 1922 y 1925. Logró ganar salir campeón en 1919 -en la que se proclamó goleador con 6 tantos y además anotó el gol del título en el tiempo extra de la final-  y en 1922.

Pero no todo siempre fue color de rosas para El Tigre ya que siempre debió luchar contra los estigmas por sobre su color de piel y eso lo llevó a blanquearse la cara con polvo de arroz para que lo dejasen jugar en paz, pero eso no fue suficiente debido a que en 1920, Epitafio Pessoa, por entonces presidente de Brasil, “aconsejó” que los jugadores de tez morena no fueran al campeonato para evitar incidentes vinculados con el racismo. Y, en esa ocasión el maquillaje en la piel de Fredenreich no fue suficiente y fue marginado.

Una vez concluido ese torneo, el diario Crónica recibió al conjunto carioca, que venía a jugar un amistoso en Buenos Aires, con una caricatura de monos vestidos con la equipación de Brasil y una nota titulada “Monos en Buenos Aires. Un saludo a los ilustres huéspedes”. Esta publicación del medio argentino agravó aún más el conflicto en el seno de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF).

Resulta que al año siguiente Argentina era sede del Campeonato Sudamericano y Pessoa, a raíz del revuelo que se armó por el artículo de Crónica el año anterior, dispuso que: “al campeonato no vayan más que jugadores rigurosamente blancos”.

El resultado fue que esas dos ediciones de la Copa América el conjunto brasileño estuviera diezmado y realizara un desempeño deslucido.

Para 1922 la copa se jugaba en territorio verdeamarelho y el pueblo, cansado de los malos rendimientos, exigió la vuelta de Friedenreich y al presidente no le quedó otra que acatar. La decisión no pudo ser más acertada: Brasil obtuvo su segundo título continental y, aunque El Tigre se lesionó en el primer partido y no jugó más, el equipo recuperó su gran juego.

De allí en más Arthur Fredenreich acuñó el apodo de El mulato de ojos verdes y no paró de hacer goles hasta que falleció en 1969, con una Brasil bicampeona del mundo y con un futbolista de tez negra apodado O Rey como la gran figura del fútbol mundial.

Megan Rapinoe: delantera en el fútbol, defensora en la vida

FILE - In this Sept. 18, 2016, file photo, USA's Megan Rapinoe reacts in the second half of an exhibition soccer match against Netherlands in Atlanta. Rapinoe has been left off the U.S. roster for a training camp ahead of the SheBelieves Cup tournament. (AP Photo/John Bazemore, File) ORG XMIT: NY160

Juan Pablo Manera

El racismo y la discriminación son una de las principales características del ser humano promedio desde el comienzo de su existencia. Los hombres y las mujeres, los blancos y los morochos, la clase alta y la clase baja. El hábito discriminatorio es algo que siempre estuvo presente en el ADN de la especie. Sin embargo, también existen personas que van en contra de esos pensamientos, y ese tipo de gente es la que debe ser reconocida y valorada. En este caso, estamos hablando de una jugadora de fútbol, una “protesta ambulante”, tal como se autodefinió. Ella es Megan Rapinoe, capitana del seleccionado femenino de los Estados Unidos de América. Una futbolista de 33 años, con una amplia trayectoria en el mundo de la esférica, que ganó varios trofeos y medallas tanto a nivel clubes como a nivel internacional, pero que sus mayores logros no los consiguió dentro de una cancha, sino fuera de ella.

El punto de inflexión en su vida se dio en el 2012, cuando reveló, en diálogo con la revista Out, su lesbianismo. Desde aquel momento, Rapinoe se manifiesta con gran orgullo cada vez que alguna pregunta roza el tema. Aprovecha el lado mediático del deporte que practica para concientizar a las masas sobre la marginación y las injusticias sociales, como lo hará en la Copa del Mundo que se disputa en Francia. “Probablemente nunca más me pondré la mano sobre el corazón. Probablemente nunca más cantaré el Himno Nacional de nuevo”, declaró hace pocos días. El motivo de ello, para la atacante del Seattle Reign, es el presidente de su país, Donald Trump. Lo considera “sexista”, “misógino” y “racista”.

No es la primera vez que utilizará al deporte para manifestarse. En 2016, la oriunda de California se arrodilló mientras sonaba el Himno en la previa de un partido frente a Holanda, en solidaridad con el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick, quien efectuó el mismo acto en modo de “protesta silenciosa” contra la violencia racial y la opresión a las minorías. Esta forma de reclamo atrajo gran cantidad de críticas, más negativas que positivas. “Supongo que, por el hecho de ser mujer y homosexual, siento una mayor empatía con respecto a las personas que no se encuentran en una posición dominante”, expresó Pinoe tras las diversas opiniones. También, el pasado 8 de marzo, realizó junto a todo el plantel femenino de Estados Unidos una denuncia al Tribunal de Los Ángeles contra su Federación, recriminando la disparidad de salarios en contraste con sus pares masculinos.

La protesta de Megan Rapione durante la reproducción del himno en el partido frente a Holanda, el 18 de septiembre del 2016.

Por otro lado, la ex Lyon participa en numerosas asociaciones que velan por la no discriminación y la igualdad de derechos. Una de ellas es Athlete Ally, un grupo de defensa sin fines de lucro que se enfoca en hacer más inclusivas a las comunidades atléticas, además de abogar por la igualdad LGBTIQ. Asimismo, contribuye con las organizaciones Gay, Lesbian and Straight Education Network –entidad educativa- y Common Goal, una corporación a la que todos los deportistas asociados donan el 1% de su salario, dinero que es destinado a entidades de alto impacto que aprovechan el poder del fútbol para promover el fin de la pobreza, combatir la desigualdad y detener el cambio climático, entre otros objetivos.

Como se mencionó en un principio, los mayores logros de Megan Rapinoe no se concentran solamente dentro del verde césped con la pelota como eje, sino también fuera. Delantera en el fútbol, defensora en la vida.

La lluvia, la sangre y el fútbol

Por Maximiliano Das

En los alrededores de Spanish Town, en la comunidad St. John’s Road, es moneda corriente ver la sangre haciéndose paso por el suelo. Las pandillas se adueñaron del barrio e hicieron de la violencia su más resonante atributo. Sin quedarse atrás, las fuerzas de orden responden de la misma manera.

En ese contexto nació y creció Khadija Shaw. Hija de un zapatero y una avicultora que mantuvieron a ella y a sus doce hermanos (siete varones y cinco mujeres) tan lejos de ese ambiente de furia y muerte constante como pudieron. De la mano de su padre George recorrió todos los días, por años, las pocas calles que separaban su casa del colegio. A la vuelta, se sentaba en la orilla de su hogar a mirar a sus hermanos patear el balón con sus vecinos hasta que se marchaban a entrenar.

Mónica, su madre, no la dejaba jugar. Tampoco la dejaba ir a verlos. Entonces, como un chacarero durante la sequía, Shaw rezaba al dios en quien decide creer por lluvia, un pequeño aguacero, suficiente como para arruinar el campo donde sus hermanos jugaban contra algún equipo de calles aledañas para que así tengan que mudar el encuentro a la puerta de su casa.

Inspirado en la imponente dentadura y el peculiar gusto por las zanahorias, Kentardo apodó a su hermana Khadija como Bunny (conejo). También le dio la primera clase de fútbol, que consistió en hacer jueguitos. Eventualmente su madre cedió y Bunny comenzó a jugar en la puerta junto a los varones.

Los primeros 90 minutos terminaron 1 a 1. Los 30 suplementarios, 2 a 2. Es el turno de Dominique Bond-Flasza de patear el cuarto penal que puede darle el bronce de la Copa de Oro Femenina 2018 a las Reggae Girlz. Khadija Shaw está a 50 metros de allí, en la punta más alejada de la fila de jugadoras. Viste de amarillo, casi dorado, con detalles verdes y negros en los puños y el cuello de la camiseta. Se abriga las manos con guantes en esta particular noche fría de Dallas. En el pecho, además, se ve el escudo de la Federación de Fútbol de Jamaica (JFF, por sus siglas en inglés), que más de una vez y en un pasado para nada lejano le ha dado la espalda a las mujeres.

En 2014, con la clasificación para el Mundial de Canadá de 2015 por disputarse, Jamaica no formaba parte del ranking FIFA porque hacía más de cuatro años que no disputaba ningún encuentro de carácter oficial. Había equipos de categorías inferiores, pero ninguna selección mayor.

Desde su casa en Miami, Cedella Marley, hija del cantante Bob, comenzó una campaña para darle mayor visibilidad. A una donación de su propio dinero le sumó una canción compuesta con dos de sus hermanos, Stephen y Damian: Strike Hard. Además, en el sitio de financiación colectiva Indiegogo creó un proyecto para que el seleccionado que entrenaba sólo fines de semana viaje a Trinidad y Tobago a participar de la Copa del Caribe.

Llegaron al objetivo de 50 mil dólares estadounidenses. Las Reggae Girlz fueron segundas del torneo y obtuvieron su lugar en la Copa de Oro que se disputó en Estados Unidos sólo dos meses después, pero ganaron un único partido ante Martinica y quedaron fuera del cuadro final y del Mundial.

Ante esto, la JFF, en 2016, disolvió nuevamente el equipo. Cedella Marley, terca, duplicó los esfuerzos y, con otra estrategia, más el apoyo de la Fundación Alacrán, logró el financiamiento necesario para que las Reggae Girlz disputen los mismos campeonatos que cuatro años atrás.

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Dominique Bond-Flasza corre. No sabe hacia dónde; simplemente corre. Deja de correr cuando se encuentra con la arquera Nicole McClure, que había atajado dos penales. Dominique Bond-Flasza enseña sus blancos dientes con una prominente sonrisa. Khadija Shaw, vestida de amarillo, casi dorado, y con detalles verdes y negros en los puños y el cuello de la camiseta, también corre hacia ellas. Y se abriga las manos con guantes en esta particular noche fría de Dallas.

Shaw viajó a Estados Unidos con apenas 18 años para jugar en la Universidad de Florida, pero faltó al examen de ingreso. No fue hasta 2017, que el director técnico de la Universidad de Tennessee la reclutó. Mientras se entrenaba y estudiaba, murieron cuatro de sus hermanos -tres por violencia relacionada a las pandillas- y dos de sus primos. Shaw quiso volver, pero sus padres la convencieron de que se quedara allá.

En 2018, Bunny lideró al conjunto de Tennessee a la mejor campaña de su historia -cuartos de final- y se recibió de licenciada en comunicaciones.

El domingo 9 de junio, las Reggae Girlz representarán por primera vez en una Copa del Mundo al país que se acostumbró a unas emociones tan efímeras como son los diez segundos que tardan los y las atletas en correr cien metros. Tan efímeros que las piernas se detienen antes que las cuerdas vocales. “Son pioneras y sufrirán por ello”, dijo el secretario general de la JFF, Dalton Wint.

Holanda tiene con que soñar

Por Fabrizio Ramos

Queremos seguir demostrándoles a los hinchas nuestra calidad y conseguir que se diviertan. Por supuesto, lo principal es ganar, pero si jugamos bien y rendimos al máximo, la gente mantendrá ese entusiasmo. Es lo que hicimos el año pasado en los clasificatorios, y ahora esperamos que mucha gente vaya a animarnos a Francia. Queremos que la afición siga entusiasmada y brindarle una gran experiencia”. Así explicó Sarina Wiegman, una de las nueve entrenadoras que estarán en Francia 2019, lo que vive una selección femenina de Holanda en tiempos de construcción, a pocos días de disputar su segundo Mundial de fútbol.

No es casualidad que la selección holandesa llegue como una de las posibles protagonistas a la Copa del Mundo pese a contar con una corta experiencia en el plano internacional. Durante los últimos años, no sólo compite de igual a igual con las máximas potencias, sino que muchas de sus jugadoras están consideradas entre las mejores del mundo.

Wiegman en el banco de suplentes, ganadora del premio a mejor entrenadora del mundo en la gala The Best 2017. La delantera de 22 años, Vivianne Miedema, que lleva 57 goles en 74 partidos con Holanda, está a dos de ser la máxima anotadora en la historia de la selección y llega como la mejor jugadora del año en Inglaterra. Y Lieke Martens, jugadora del Barcelona, que fue elegida la mejor del campeonato de Europa 2017 y ganadora del premio a la mejor del mundo en la gala The Best 2017. Hoy, y durante los años venideros, tienen con qué soñar, pero su historia no siempre fue así.

Pasaron casi 40 años desde que Las Leonas jugaron su primer partido oficial reconocido por la FIFA -fue derrota 4 a 0 y sucedió justamente en Francia, en 1971, ante la selección local-, hasta la Eurocopa de Finlandia 2009, su primera participación en una competencia internacional. Aquel acontecimiento fue el primer quiebre importante en la selección femenina, aunque el cambio rotundo llegó dos campeonatos de Europa después.

Holanda fue el país organizador de la Eurocopa 2017. En su tercera participación consecutiva en el campeonato de selecciones más importante del viejo continente, le ganó la final a Dinamarca por 4 a 2 y se consagró campeón por primera vez en su historia. Fue tal el impacto en el país, que el partido definitorio lo vieron más de cinco millones de telespectadores y 30 mil desde el estadio del Twente, situado en la ciudad de Enschede.

El buen trabajo en la selección mayor durante los últimos diez años llevó a que muchas mujeres jueguen al fútbol desde chicas, produjo un crecimiento notable en las juveniles y causó que sean protagonistas en los últimos torneos internacionales: la sub-17 llegó a semifinales del campeonato europeo en República Checa 2017 y culminó segunda en Bulgaria 2019 tras perder por penales ante Alemania, la sub-19 jugó dos de las últimas tres semifinales de Europa, y la sub-20 tuvo su primera participación en el Mundial de Francia 2018 donde Inglaterra la eliminó en cuartos de final.

La selección naranja disputó la Copa del Mundo por primera vez en Canadá 2015, hace sólo cuatro años. Allí quedó eliminada en octavos de final frente a Japón, una de las grandes potencias de fútbol femenino. Aquella experiencia en la máxima competición fue el aspecto principal para las jugadoras y cuerpo técnico de cara al Mundial de Francia. Llegan con una mezcla de juventud y madurez, compartirán el Grupo E con Nueva Zelanda, Camerún y Canadá. Y, al igual que su gente, sueñan en grande.

Cuando las argentinas anticiparon a la fantasía de Maradona

Por Santiago Carrodeguas

Aquellos cinco magos brasileños habían roto el cerrojo italiano, aparentemente impenetrable, con la elegancia de un ladrón de guante blanco. Si aceptaron jugar a plena luz del día fue para que otros equipos pudieran observar adecuadamente su fútbol, supremo e imposible de replicar. El líder de los ilusionistas, Pelé, fue coronado esa tarde en el estadio Azteca como el rey del fútbol. Sin embargo, el veterano de Três Corações no tenía fuerzas para seguir y en julio de 1971, un año después de haber ganado su tercer Mundial, dimitió. El trono al que aspiraba todo futbolista, pensaban todos, permanecería vacío hasta la siguiente Copa del Mundo.

Nadie contaba con la astucia de la marca de bebidas alcohólicas Martini Rossi, quien organizó el segundo campeonato Mundial femenino no oficial, ya que la FIFA no lo reconoció, en tierras mexicanas un mes después del retiro de O’ Rei. Argentina, un país sin tradición de fútbol femenino, llegó con la misma incertidumbre que los otros cinco equipos: no sabían a qué se enfrentarían. Ni siquiera eran un seleccionado, sino un grupo de jugadoras que recorrían su país haciendo exhibiciones. En una de ellas, contra México en la cancha de Nueva Chicago en 1970, la victoria les otorgó una invitación para asistir a la cita mundialista.

El primer partido (1-3 ante las anfitrionas) fue una bofetada de realidad para afrontar los siguientes encuentros, aunque la arquera Marta Soler afirmó muchos años después, en Página 12, que habían perdido por los fallos localistas. Más allá de la polémica, el seleccionado argentino debió pasar la página. Roberto Rozas, un ex futbolista argentino que había pasado la mayor parte de su carrera en México (En ese entonces tenía el récord de más partidos consecutivos anotando (5) en el Necaxa) se ofreció a entrenarlas.

Inglaterra, su siguiente rival, había sido formado por Harry Batt, secretario del club de mujeres de Chiltern Vallley, con adolescentes del club. Tampoco representaban a su  federación, quien había dicho que el fútbol era inapropiado para mujeres y les había prohibido usar las canchas profesionales desde 1921.

Betty García, una de las delanteras argentinas, recordó también en Página 12 que le había impresionado la altura y el físico de las inglesas. Sin registro fílmico, sus palabras parecen irrebatibles. Sin embargo, hay que remarcar que Leah Caleb, quien era la figura de las Three Lionesses , tenía solo 13 años. Elba Selva, en cambio, ya contaba con 26. El partido, marcado o no por la diferencia de edad, fue un recital de la Albiceleste. Selva marcó los cuatro goles del triunfo por 4 a 1, aunque suele recordar mucho el tercer gol: “Yo recibo la pelota, gambeteo a dos y se la doy a Gloria “Betty” García, corro hasta cerca del arco, Betty me la devuelve, gambeteo a Harris, la arquera inglesa, y meto un cañonazo”.

El relato del gol también es impreciso ya que el tercero fue de penal, no de jugada. No obstante, es innegable la importancia de esa victoria que, oficial o no, aún permanece solitaria como la única del seleccionado femenino en un Mundial. Aunque la FIFA siga sin reconocer este torneo como oficial, Selva seguirá recordando el día en que, a 15 años de que Diego Maradona hiciera historia en México 1986 y en el mismo estadio Azteca con los dos goles a Inglaterra, apodados como la Mano de Dios y el gol del siglo, ocupó durante un tiempo el trono de la mejor futbolista del mundo.  

 

 

El fútbol femenino italiano no sería el mismo sin Panico

Por Ignacio Gutiérrez

Italia es uno de los países pioneros y que más luchó por el fútbol femenino. A pesar de que no querían y prohibían que las mujeres practicaran este deporte, las italianas seguían jugando al fútbol, aunque de manera casi privada. En 1970 se creó en Turín la Federación Internacional y Europea de Fútbol Femenino, que organizó dos mundiales no oficiales; en Italia 1970 y en México 1971.

La liga italiana es una de las más antiguas a nivel mundial, su creación fue en 1968, sin embargo, se lo sigue considerando un deporte amateur.

También, al ser un país precursor en el fútbol femenino en el mundo, su selección es una de las primeras que existen. No obstante, eso no es lo más importante, ¿por qué los hombres pueden ser entrenadores de selecciones femeninas y las mujeres no de los seleccionados masculinos? Este paradigma iba a romperse con Patrizia Panico que es el símbolo de la selección italiana del fútbol femenino y se desempeñaba como delantera. La ex jugadora era ayudante de campo de Daniele Zarotto y en 2017 se convirtió en la primera mujer en dirigir a una selección masculina cuando debió reemplazar por dos partidos a Zarotto.

Actualmente es la entrenadora de la selección masculina sub 15 de Italia, y constantemente pide que se valore la competencia profesional -independientemente del sexo- y que le gustaría ver a más mujeres dirigiendo a los futbolistas.

Panico es la goleadora histórica del seleccionado con 110 goles y con 204 partidos es la jugadora con más presencias con la camiseta azzurra, disputó la Eurocopa 2001 y el mundial de Estados Unidos 1999 (donde convirtió dos goles, contra Alemania y México) que fue la última vez, hasta Francia 2019, que clasificaron las italianas.

A nivel clubes logró 11 títulos (Con el Módena, Lazio, ASDCF Verona y ASDC Torres), convirtió 627 goles en 635 partidos jugados en 21 temporadas en la Serie A. Entre 1999 y 2013 fue la capocannoniere (máxima goleadora) de la liga en 12 temporadas y también fue goleadora de la Liga de Campeones en dos ocasiones (2008 y 2013).

La delantera a los ocho años ya tenía un sueño y ese era ser como Diego Armando Maradona, además, contó que de chica se le burlaban porque las mujeres no podían jugar al fútbol.

Su filosofía de juego está basada en ataque, verticalidad y presión. Sus grandes referentes como entrenadores son Carlo Ancelotti, Silvia Neid y Diego Simeone.

Otra mujer que rompió con los estereotipos fue la portuguesa Helena Costa, que en el 2014 se convirtió en la primera entrenadora en dirigir a un equipo masculino (Clermont Foot) de la liga europea. Estuvo a cargo del equipo francés menos de seis meses porque sintió que el club la estaba usando como una cara para atraer publicidad.

El fútbol necesita más casos como el de Helena Costa y Patrizia Panico, y que las mujeres tengan un lugar muchos más importante en el fútbol. ¿Por qué no podríamos ver a una mujer dirigiendo a una selección masculina y a figuras mundiales? ¿Por qué no podría haber una presidenta mujer de la federación del fútbol de un país?

Corea del Sur: de chamanas a Ángeles Rojos

Por Manuel Antuña

La religión tradicional en la península de Corea es el chamanismo, que data incluso de antes que los distintos reinos de la región se unificarán en un solo país. Esta fe depende mucho del chamán o chamana, que realiza distintos rituales como intermediario entre el mundo de los espíritus y el de los seres humanos. En Corea, las mujeres son quienes mayoritariamente ocupan ese rol. Y en un principio reflejaba el lugar que ocupaban dentro de la sociedad.

En el reino de Silla, por ejemplo, mujeres y hombres ostentaban los mismos derechos, no había una discriminación en base al sexo. Incluso en la realeza estaba permitido que la línea sucesoria podía continuarse con mujeres a la cabeza, y de esa forma llegaron a haber tres reinas en Corea.

Sin embargo, a partir de la irrupción del budismo en el siglo IV y, sobre todo,del confucionismo desde 1392, el sexo femenino fue perdiendo libertades y protagonismo en la península. Paulatinamente fue instaurándose un régimen patriarcal en el cual la mujer debía obedecer a su padre, luego a su esposo y, en caso de enviudar, a su hijo. Inclusive no eran consideradas madres a menos que dieran a luz a un varón para su pareja.

En ese contexto, hacer cualquier tipo de deporte o actividad física era inconcebible, ya que estaba “pactado” que debían resguardarse en el ambiente familiar o, a lo sumo, en el religioso. Cuando se intentó enseñar gimnasia por primera vez a las jóvenes del colegio Ewha, se generó un conflicto sin precedentes. No solo se trató lo ocurrido como inapropiado, sino también como inmoral. Los padres de las chicas que concurrieron a las clases fueron a la institución buscando proteger el honor de sus antepasados. Luego procedieron a remover a sus hijas del lugar, y las familias que tenían hijos en edad para desposar juraron que nunca elegirían a una joven que hubiese osado levantar los brazos y piernas en el aire.

Recién en 1911 las autoridades nacionales permitieron que las estudiantes pudieran realizar algunos deportes como gimnasia, básquet y tenis, pero únicamente porque eran vistos como “femeninos”. El fútbol, al ser considerado completamente “masculino”, quedaba fuera del alcance de cualquier chica que tuviese intenciones de patear una pelota.

A pesar de eso, en 1948 se intentó introducir al fútbol femenino en la sociedad surcoreana a través de un evento nacional enfocado en el deporte para niñas y mujeres. Solamente se presentaron cuatro equipos a participar, y, lamentablemente, no logró dejar una buena imagen en el público. Tan disgustados quedaron que insistieron para que el fútbol femenino no fuese una disciplina en las siguientes ediciones. Y fue así como se tomó la decisión de disolver a esos pocos conjuntos de jóvenes que hicieron historia, al ser las primeras en lograr jugar al fútbol en Corea del Sur.

El sueño de ver a las mujeres surcoreanas corriendo detrás de un balón pasó por un gran letargo. En 1974 se probó una vez más tratar de establecer que estaba bien que 22 chicas pudieran jugar al fútbol, con los Juegos Nacionales de Fútbol Femenino, pero no hubo caso. Los representantes de las entidades masculinas no estaban interesados, el público no les prestó atención, y los medios ridiculizaron a todas aquellas que formaron parte del evento describiéndolo como “no pedagógico y feo”.

Finalmente, Corea del Sur no accedió al cambio, sino que fue forzado. En 1990, para los Juegos Asiáticos de Beijing se tomó la determinación de incluir al fútbol femenino en la lista de disciplinas, por la gran repercusión que comenzaba a tener a nivel mundial. Pero, luego de tanta negligencia y negación, cuando llegó el momento de armar la lista de convocadas para ir a competir a China se encontraron con que no había futbolistas, y debieron improvisar un equipo con deportistas de hockey, taekwondo y atletismo. Aquella Selección perdió por goleada ante Japón, China, Corea del Norte y Taiwán. Aunque antes de marcharse consiguieron ganarle 1 a 0 a Hong Kong. Ese combinado que surgió a último momento cosechó mucho más que una victoria ese 6 de octubre. Lograron sembrar la semilla de la cual floreció el presente que vive el fútbol femenino en Corea del Sur.

A partir de allí se expandió velozmente la fiebre por el fútbol femenino. Los colegios y las corporaciones de Corea del Sur comenzaron a formar equipos y a organizar competiciones en donde se enfrentaran. Tan rápido fue el crecimiento que en los Juegos Asiáticos de 1994 consiguieron el cuarto puesto, y en la Copa de Asia de 1995 repitieron posición.

Un equipo fundamental que ayudó a la consolidación del fútbol femenino fue el Incheon Hyundai Steel Red Angels, el primer club profesional de Corea del Sur, fundado en diciembre de 1993. Los “Ángeles Rojos” son la institución que más jugadoras ha enviado al seleccionado, la que concentra a las mejores deportistas surcoreanas y la que más veces ha ganado la liga profesional -seis veces- desde su constitución en 2009.

La Selección femenina ya participó en dos Mundiales, este será el tercero, y no es para menospreciar lo que han conseguido las jugadoras de Corea del Sur. En el chamanismo existe la creencia de que, para que se realice la propia unión entre el mundo de los espíritus y el de los seres vivos, debe haber algún conflicto. Puntualmente se habla de dolor, muerte y resurrección. El dolor existió cuando intentaron trasgredir sin éxito las reglas impuestas, hubo una muerte simbólica por todos los años en los que estaba prohibido, o mal visto, jugar al fútbol, y en 1990 aconteció esta resurrección. Y si bien las futbolistas como Ji So-yun no cuadran en el concepto tradicional de chamana, ella y el resto de las jugadoras son intermediarias entre el mundo del fútbol femenino y la sociedad coreana.

Don Napoleón: el bar, un espacio de reunión y descanso

Por Pedro Masi

Es jueves, siete y media de la tarde y el bar del Complejo Deportivo Don Napoleón se encuentra colmado. Algunos toman un descanso después de entrenar, otros esperan su turno para usar la cancha de Fútbol 5 y los chicos aprovechan a comprarse algo para tomar junto a sus padres, luego de la clase de natación. Mientras tanto, la televisión transmite la previa del cruce de Rosario Central y Boca por la final de la Supercopa Argentina, pero parece no entusiasmar mucho a quienes están allí.

Las mesas son largas, debido a que los grupos de personas de cada actividad son numerosos y se sientan todos juntos. Los que ya finalizaron su ejercitación comparten una charla mientras reposan, y ordenan unas de esas bebidas de colores que –supuestamente- reponen energías. Los niños hablan entre ellos por un rato, hasta que algunos de los padres les hacen ademanes a sus respectivos hijos para irse, aunque ellos no les presten atención. “¡Vamos, Tomi, dale!”, se le escucha decir a una de las mamás. De esta manera, comienzan a retirarse del sitio los más pequeños. Pero el bar seguirá estando repleto, ya que, a continuación, quienes ocuparán el lugar de los chicos serán aquellos que terminaron

recientemente de jugar un “picadito”. Su llegada genera un clima de armonía, de buenas vibras. No hay ninguno      enojado o molesto por el partido, sino que están distendidos, tomando unas cervezas. “¡Vení, sumate!”, le dice uno de los muchachos al joven que atiende el buffet, quien responde en tono de burla: “¡Pará, flaco! ¿No ves que estoy laburando?”. Seguidamente, este último se une a la conversación, abandonando por un momento su labor para juntarse con los “futbolistas”, dejando entrever que el bar crea una atmósfera de unión y vínculo entre los socios y trabajadores del club que, abiertamente, da muestras de que no solo cumple el rol de institución deportiva: también desarrolla un rasgo social que hermana a la gente de Don Napoleón, al mismo tiempo que elabora un sentido de pertenencia.

Frase destacada: “Las mesas son largas, debido a que los grupos de personas de cada actividad son numerosos y se sientan todos juntos”.