martes, septiembre 16, 2025
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Sebastián Vidal: fútbol y militancia

Por Leandro Barraza

Sebastián Vidal es un futbolista de 30 años del Club Atlético Excursionistas, con pasado en Boca Juniors, Unión de Santa Fe y Patronato, entre otros. Tiene un título terciario de comunicación y actualmente cursa la carrera de economía. Milita políticamente desde los 18 años y es el impulsor de un movimiento que involucra a varios protagonistas ligados al fútbol basado en mostrar un apoyo público a la fórmula Fernández-Fernández de cara a las próximas elecciones presidenciales de octubre.

En su domicilio -y entre mate y mate- dialogó con El Equipo sobre fútbol, política y militancia.

-¿De dónde surge esta idea? ¿Desde cuándo tenías pensado llevarla a cabo?

-La militancia política en lo personal viene de hace muchos años, pero la idea puntual de hacer algo desde el mundo del fútbol fue algo que surgió muy sobre la hora. Yo estaba el lunes (de la semana de las elecciones) mirando un programa político en donde estaban hablando de una solicitada de intelectuales que habían salido a apoyar a (el Presidente, Mauricio) Macri y que en respuesta de eso había salido una solicitada de intelectuales bancando la fórmula de Fernández-Fernández, y de ahí mismo se me ocurrió que podría ser bueno generar un apoyo desde un colectivo de futbolistas. El martes hablé con algunos jugadores y después apareció la posibilidad de sumar a las mujeres, fue algo que pasó muy rápido porque ese mismo viernes empezaba la veda, así que lo sacamos el miércoles para que el jueves tuviera repercusión mediática.

-Y no sólo de futbolistas, también se sumaron entrenadores y otras personalidades del ámbito…

-Sí, en un principio se me ocurrió un esqueleto, pero a medida que fui hablando con algunos fueron aportando ideas tales como contactar a las pibas del femenino, hablar con Maca (Sánchez) que terminó trayendo a un montón de las chicas, después uno de los chicos dijo: “El profe Signorini puede bancar, convoquemos técnicos también”. Y así fue creciendo, en un par de días tuvo muchísima repercusión y la gente que se fue adhiriendo se fue sumando exponencialmente.

-¿Fuiste vos a buscar las firmas o fueron llegando a medida que se daba a conocer el movimiento?

-Al inicio contacté a algunas personas que yo sabía que se iban a sumar, gente que había conocido a través de mi carrera, con las que había compartido planteles. De ahí empezamos con una cadena de “che hablá vos con los que hayas compartido plantel y creas que pueda bancar esta idea, y a su vez decíle a ese que piense con quién había jugado que se podría sumar”, y así se fue masificando. Después sí comenzó a pasar que nos empezaron a escribir a nuestras redes personales para sumarse. Teníamos una disyuntiva entre querer que se difundiera en el colectivo de futbolistas, pero a la vez no queríamos que se hiciese público hasta que lo publicáramos oficialmente para que tenga impacto, así que estuvimos un poco jugando con esa cuestión. Finalmente salió bastante bien en términos comunicacionales.

-¿La idea se centra más en un desacuerdo con el gobierno de Macri o en apoyar a la fórmula Fernández-Fernández?

-Hay un poco de las dos, algunos tendrán una confianza mucho más fundada estrictamente con la fórmula y otros/as verán que es una alternativa posible a algo con lo que están seguros de que están en desacuerdo y piensan que es nocivo para el país, creo que hay una combinación de ambas. Yo particularmente fui militante del kirchnerismo durante los últimos siete años y creo fehacientemente que esta fórmula puede mejorar drásticamente lo que fueron los últimos cuatro años, pero no puedo hablar de una homogeneidad ideológica dentro de todos y todas las que firmaron, por eso el documento lo escribí bastante amplio y sin muchas precisiones ideológicas para que sea más genérico. Lo que sí te puedo asegurar es que coincidimos en que pensamos que el gobierno de Macri fue muy malo y creemos que esa propuesta (la de la fórmula Fernández-Fernández) puede ser mejor.

-Antes de las PASO se registró que superaron las 150 firmas, ¿cómo están de números ahora?

-Más que lo que podamos tener en concreto, marcamos objetivos. Tuvimos la posibilidad de juntarnos para tratar de proyectar algunas cuestiones y marcamos la propuesta de duplicar las firmas en los días previos a las elecciones de octubre para hacer una nueva solicitada con algunas definiciones más específicas de nuestro espacio, del tema del fútbol, de nuestras problemáticas y de por qué creemos que con este gobierno es imposible saldarlas y con la posibilidad del gobierno de Cristina y Alberto podemos estar un poco más cerca.

-¿Esperabas juntar tantas adhesiones?

-El primero con el que hablé cuando empezó todo fue Leo Di Lorenzo (jugador de Temperley) que es amigo mío y dijimos “che si juntamos 50 estamos hechos” y terminamos llegando a las 150. Ahora nos propusimos 300 pero quizás sean más.

-Maca Sánchez contó en su momento que quisieron sumar a Diego

-Si, nos parece importante porque Diego (por Maradona) es la figura máxima en el fútbol argentino y sabemos que él viene tomando definiciones públicas con respecto a estos consensos básicos de que el gobierno de Macri fue muy malo en estos últimos cuatro años y que la propuesta de Alberto y Cristina puede ser superadora. Hicimos algunos intentos para contactarlo, pero tuvimos poco tiempo teniendo en cuenta que empezamos el martes a la mañana y el miércoles a la tarda ya lo queríamos sacar. Igualmente tengo la expectativa de que para mediados de octubre esté presente su firma en alguna de las movidas que hagamos.

-¿El movimiento va a seguir con otro enfoque luego de las elecciones?

-Sí, por ahí no va a depender solamente de mi voluntad, sino de la de todos y todas los que venimos participando. De acá a las elecciones de octubre plantamos una postura muy explícita y lo vamos a sostener porque estamos convencidos y convencidas de que es lo mejor para el fútbol en particular y para el país en general. En lo personal me parecería importante que luego de las elecciones el espacio pueda continuar por ahí sí con otra forma, con causas, con objetivos y con lineamientos políticos, pero en este sentido no tanto políticos partidario sino atendiendo algunas demandas del mundo del fútbol.

-¿Cuáles son esas demandas del mundo del fútbol que mencionás?

-En las distintas reuniones hemos charlado de tratar a futuro temas como situaciones que pasan las pibas en los planteles femeninos, los machismos que ocurren dentro de los planteles masculinos, situaciones medio precarizadas en los contratos de los futbolistas del ascenso. También cuestiones que se trabajan en la Coordinadora de hinchas sobre cómo trata las fuerzas policiales a la gente que va a la cancha o los operativos ineficientes para la entrada al estadio que hacen entrar a miles de personas de a uno por un espacio reducido. En definitiva, un conjunto de demandas que rodean al fútbol que quizás no tengan que ver con lo partidario pero que creo que es importante que como colectivo lo podamos seguir afrontando, siempre y cuando exista la voluntad de todas y todos los que formamos parte.

¿Hubo algo en particular que generó descontento con el gobierno de Macri en cuanto al ámbito futbolístico?

-Sí, uno de los puntos fundamentales por lo cual nos parece que Macri no debe continuar fue que en su momento intentaron impulsar el proyecto de las sociedades anónimas deportivas. No se llegó a implementar, pero sí instalaron el debate y nosotros estamos convencidos de que los clubes no deben ser sociedades anónimas, sino que se deben regir por otras lógicas más vinculadas con lo social y no estrictamente con lo mercantil.

La solicitada de los futbolistas en apoyo a la fórmula del Frente de Todos

Algunos firmantes: Leonardo Di Lorenzo, Juan Cruz Komar, Macarena Sánchez, Nahuel Patón Guzmán, Pedro Troglio, Fernando Signorini, Rocío Díaz, Héctor Adolfo Negro Enrique, Raúl Pacha Cardozo, Patricio González King, Rodrigo Alonso, Ignacio Bogino, Gerónimo Tomasetti, Luis Ardente y Marcos Gelabert, entre otros.

Florencia Sánchez: “Mis alumnas me decían que la idea de jugar con un palo les parecía violenta”

Por Mariana Maydana Rodriguez

Florencia Sánchez se fue a Bolivia cuando aún no se conocía al hockey en las escuelas donde trabajaba en La Paz y además utilizó la actividad como medio para ayudar a mujeres de bajos recursos que no tenían acceso a la educación.

-Cuando eras chica te fuiste a vivir sola al exterior… ¿Porqué Bolivia?

-Sí, yo quería ayudar a las personas, dedicarme a un proyecto educativo, siempre me movió la ayuda por los demás, y elegí Bolivia porque sentía era un lugar con mucha necesidad, aunque no lo conocía de antes.

-¿Cuáles eran tus expectativas?

-Mi idea era dar un taller de hockey en un colegio y a su vez jugar en un equipo, pero cuando llegué allá me encontré con que… ¡No existía el hockey! (Risas).

-¿Cómo hiciste para proponerlo?

-Al principio, fue muy difícil, primero tuve que resignar jugar y después dedicarme de lleno al proyecto. Empecé atrabajar en un taller y mis alumnas me decían que la idea de jugar con un palo les parecía violenta.

-Me imagino, algo totalmente nuevo para ellas.

-Sí, y fueron años, pero valió la pena. Con el tiempo conocí otra chica argentina que también jugaba hockey, ella me ayudó a llevar materiales desde acá y con apoyo de clubes y otras entidades fuimos creciendo.

-¿Cómo continuó el proyecto?

-Empezamos a organizar torneos en los que a veces hacía de árbitro, entrenadora, o ayudante en general. Además con el tiempo también pedí prestado un espacio en el colegio que trabajaba y una vez a la semana daba talleres de hockey, alfabetización y computación a mujeres con bajos recursos de zonas periféricas de La Paz.

-La verdad emociona tu pasión, visión y valores para con este deporte…

-Gracias… Pienso que el deporte, la lectura, escritura y todo tipo de educación son herramientas fundamentales para la inclusión en la sociedad. Las chicas que ayudaba no tenían ni siquiera la posibilidad de asistir a una escuela.

-¿Cómo tomaste la decisión devolver después de todo eso?

-(Piensa)Fue muy duro, pero tenía que hacerlo, mis próximos objetivos ya estaban acá y justamente elegí la Ciudad de Buenos Aires porque quiero hacer lo mismo que hice allá pero en otro contexto, en villas o cárceles tal vez… ¡Y jugando yo también en otro equipo!

-Una vez instalada en Buenos Aires, ¿Cómo llegaste a San Telmo?

-Buscando clubes cerca de casa… ¡Por Instagram! La verdades que hoy lo vuelvo a elegir, ya es como mi familia, vine acá a sumar; al principio me costó mucho reincorporarme física y técnicamente después de 13 años sin jugar, pero hoy ya estoy adaptada.

-¿Cómo es tu día a día actualmente, tus actividades… ¿Qué resignas para entrenar?

-Trabajo por la mañana en un colegio de La Plata dando clases de hockey, a la tarde estudio Psicomotricidad y a la noche entreno… ¿Qué resigno? ¡Horas de sueño! Incluso llego muchas veces cansada a entrenar, pero cuando tengo el palo en la mano, me motivo.

-Respecto a esto que me contás y con una rutina tan cargada… ¿Qué opinas de la profesionalización de los deportes?

-¡Qué tema! El hockey justamente tiene la particularidad de que sus materiales para practicarlo son muy caros (un buen palo está más de siete mil pesos y ni hablar de los botines), jugar este deporte es casi una inversión (¡Ja!).Pero así como tiene la desventaja de que a veces estás cansada o no llegás a fin de mes, para mí, que este juego no esté manchado con la plata te ayuda a valorarlo por lo lindo que es jugarlo, y no por cuánto ganás.

Un trabajo de compromiso, respeto y pertenencia

Por Fabrizio Ramos

En julio de 2017, Hermes Desio y Juan Sebastián Verón comenzaron un proyecto en el seleccionado argentino juvenil con el fin de recuperar las viejas esencias que supieron construir José Pekerman y Hugo Tocalli. El exfutbolista nacido en Corral de Bustos se quedó con el puesto de Coordinador General de las juveniles de la albiceleste y hoy siente orgullo por todo lo que se está logrando. Un trabajo de compromiso, respeto y pertenencia.

Cuando Desio menciona el hecho de trabajar con chicos, piensa en futuro. Pero no sólo de posibles futbolistas de Primera División, sino también de aquellos que pueden quedar en el camino. “Trabajamos con valores básicos para la vida de cada uno de nosotros: respeto y ser agradecido. Los chicos que llegan a la Selección con 14 o 15 años saben lo que intentamos transmitirles desde el primer día y los resultados están a la vista. Además, ayudan en cada tarea en el Predio de Ezeiza o en cualquier hotel que la delegación se encuentre. Saben que el mensaje primordial es ese”, cuenta el Coordinador de Juveniles.

No es casualidad que las caras visibles del proyecto formado a mitad del 2017 sean Diego Placente, entrenador de la sub-15, y Pablo Aimar, cumpliendo el mismo rol en la sub-17, ambos exintegrantes de la Selección nacional. “Cuando se presentó el proyecto tuvimos que elegir entre varias carpetas de entrenadores. No buscábamos sólo personas capacitadas, sino que también debían contar con una parte humana diferente. Los perfiles de Placente y Aimar coincidían con lo que pretendíamos. Hoy, dos años después, puedo decir que tan equivocado no estaba”, remarca Desio, y prosigue: “Hay mucha gente que hace un trabajo silencioso que es, incluso, más importante que el de los entrenadores. Contamos con un equipo de personas muy amplio y todos cumplen una función importantísima”.

El crecimiento de los futbolistas juveniles en este último tiempo marca la diferencia con respecto al trabajo realizado en años anteriores. Para el cordobés, el desarrollo de los futbolistas es gracias a los entrenamientos que se hacen semana tras semana en Ezeiza para que cada jugador crezca con un sentido de pertenencia por la Selección argentina.

El futuro de La Albiceleste parece ir encaminado a lo que fueron aquellos años de José Pekerman y Hugo Tocalli, el punto más alto en desarrollo de las categorías menores y la preparación para la mayor. “Hay muy buenos jugadores y estamos trabajando para que el día de mañana muchos puedan disputar partidos con la camiseta argentina. Sería interesante que se puedan agregar categorías de inferiores sub-14 o sub-16 para que haya una base de 70 partidos antes del debut. Tenemos que seguir trabajando en la formación e intentar inculcarles a los chicos la importancia del respeto”, finaliza Desio.

 

FICHA TÉCNICA

Hermes Desio nació en Corral de Bustos, Córdoba, en 1970. Fue integrante de las categorías inferiores de Estudiantes de La Plata y pasó por el Club Renato Cesarini, de Rosario. Con este último fue sparring de la Selección argentina en el Mundial de Italia 1990.

“Maradona jugaba en el medio y yo lo marcaba. Tenía el tobillo a la miseria, no podía calzarse. Las veces que pensé: ‘lo toco y me matan’. Un día se aparecieron él y Ruggeri con una bolsa de ropa de regalo para los pibes que habíamos ido”, contó en una entrevista con Cristian Grosso, periodista de La Nación.

Un año antes, en 1989, había debutado con Independiente en un clásico frente a Racing, reemplazando a Ricardo Bochini. Con el rojo de Avellaneda fue campeón en 1994 y disputó más de 100 partidos.

Se mudó a España y pasó por Celta de Vigo, UD Salamanca y Deportivo Alavés, equipo con el que disputó la final de la Copa de la UEFA frente al Liverpool de Inglaterra.

Con 477 partidos y 9 goles se retiró de la actividad y regresó al país. Fue ayudante de campo de Arsenal de Sarandí, retomó a Estudiantes de La Plata y pasó de entrenar a la reserva a coordinar las inferiores del Pincha hasta 2017.

Welwitschias, la independencia y representación de Namibia

Por Juan Peyret

Namibia es uno de los países más jóvenes del mundo, ya que logró su independencia recién en 1990, tras la presión local e internacional sobre el Apartheid sudafricano, nombrando su primer presidente. Su cultura es una mezcla de tribus africanas con descendientes alemanes y musulmanes, en un menor nivel. Es un país casi en pleno desierto en el cual viven dos millones de personas, pero esto no implicó que no practicaran un deporte y participar de torneos importantes a nivel global.

El equipo de rugby de esta nación lleva el nombre de Welwitschias por la planta welwitschia que aparece únicamente en las costas del Atlántico de Namibia y Angola. Lo curioso, es que este plantel existe desde antes de la independencia de Namibia y participaba en las ligas sudafricanas. Originalmente, se llamaba Namibia Kudusy y jugó la Copa Vodacom de 1998. En 2000, cambió a su actual identidad.

Weltwischias lo podemos considerar como un equipo irregular, ya que en más de una ocasión este club no ha competido en la liga sudafricana. En 1998, estuvo en la Vodacom, pero no al siguiente. Lo llamativo es que fue a jugar el Mundial de Rugby al año siguiente en Gales, representando a su país.

En 2000 y 2001, retomó la actividad y volvió a desaparecer de estos torneos por ocho años y, aún así, disputó todos los campeonatos del mundo que se jugaron hasta hoy, pero nunca lograron pasar la 1° fase. En 2015, el club dirigido por el galés Phil Davies retornó a la Copa Vodacom para prepararse para el Mundial y en 2016 se sumó a la Copa Currie de Sudáfrica.

De los 31 jugadores citados por Phil Davies, 20 son de los Welwitschias. Los 11 restantes son cuatro de la liga de Sudáfrica, otros cuatro de la francesa, el rugbier Janco Venter del conjunto inglés Jersey Reds, Helarius Kisting del Baia More Rumano y Johan Greyling del Ospreys galés.

Los rugbiers más reconocidos oriundos de Namibia son Jan Ellis y Percy Montgomery, que representaron a la selección de Sudáfrica. Ellis, conocido por ser uno de los jugadores más temperamentales de las primeras selecciones sudafricanas, nació en el país de los Springbooks, pero se trasladó muy joven con su familia a la ciudad de Gobabis, cuando Namibia estaba bajo dominio sudafricano. Montgomery, namibio de sangre, es el máximo anotador de la nación vecina por 893 puntos y salió campeón del mundo en 2007.

Otros deportistas de renombre en este joven país son el único medallista olímpico nacional Frank Frederics y el pugilista Julius Indongo. Fredericks es un ex atleta que obtuvo dos medallas de plata tanto en Barcelona 1992 como Atlanta 1996 en los 100 y 200 metros, fue campeón mundial de Atletismo en Stuttgart 1993 y subcampeón en Tokio 1991, Gutemburgo 1995 y Atenas 1997. Indongo es un boxeador que fue campeón superligero del mundo de la OMB, AMB y FIB.

“En la caminata del penal se me hizo una película”

Por Elio Avalos

Javier Villarreal fue el protagonista de uno de los momentos más emblemáticos de la segunda semifinal que Boca disputó ante River en el 2004: fue el ejecutor del quinto penal que le permitió al xeneize clasificarse a la final en un Monumental colmado por hinchas de River.

-¿Cómo viviste aquella semifinal ante River en el 2004 y cómo vivís los cruces ahora?

-Se vivió con mucha tensión, pero lo disfruté bastante, pese a la presión. Hoy los vivo de otra manera porque ya no estoy adentro sino que afuera y son otras las expectativas que uno siente. No es lo mismo jugarlo que mirarlo.

-¿Los hinchas aún te recuerdan la definición? ¿Qué es lo que más te llevás como enseñanza de aquel partido?

-La gente siempre se acuerda y más en estas fechas que se juegan superclásicos, pero eso es tiempo pasado y el presente es diferente. A nosotros, los que jugamos esa definición, nos queda el consuelo de que pudimos eliminar a River, pero como hincha de Boca lo sufrimos porque hasta ahora nos ha resultado difícil volver a repetirlo.

-¿Fue un pedido tuyo patear el último penal o Bianchi te lo designó?

-Se lo pedí yo. Quise patear el quinto penal y Carlos (Bianchi) me dejó. Fue un gran desafío. Él estaba dando la lista y cuando va por el tercer pateador yo le dije que quería definir el último. Menos mal que salió todo bien (risas).

-En el momento de la definición ¿Había nervios o tranquilidad?

-Había mucha calma porque Carlos te daba demasiada seguridad y te transmitía confianza. Él se llevaba toda la responsabilidad y te quitaba peso. Por eso creo que los cinco pudimos convertir.

-¿Qué sensaciones tuviste en esa solitaria caminata cuando lo ibas a ejecutar? 

-Se me hizo toda una película. Mientras caminaba se me vinieron recuerdos de mi infancia hasta el momento actual. También fue una lucha mental, porque estás entre lo positivo y lo negativo, de que si lo vas a hacer o errar, que si todo va a salir bien o mal. Es como un combate mental sobre la fe y la duda, eso fue lo que a mí me sucedió desde la mitad de la cancha hasta el punto del penal donde fui a patear. Fue eso, primero un recordatorio o una imagen de toda mi vida y mi carrera, hasta caer en la oportunidad que me tocaba en ese momento, y a la vez también esa pelea de aprovechar o desperdiciar esa chance.

-¿Pudiste dormir aquella noche?

-Esa noche no pude dormir por la felicidad y la adrenalina que tenía en mi corazón. Fueron días de mucho estrés, presión y motivación que nos daba jugar una serie como esa, inclusive después de que pasó todo, tampoco pude descansar bien.

-Como espectador, ¿qué impresión te dejó el equipo de Alfaro en el partido de ida? 

-Fue un poco defensivo, le faltó más profundidad en ataque y asociaciones de tres cuartos en adelante. Boca sólo tuvo la del pibe (Capaldo). La sensación que me quedó es que va a ser difícil, pero hay que agarrarse de la historia y lo que representa el club para darlo vuelta.

-River nunca pudo ganar en La Bombonera por Copa Libertadores ¿Crees que Boca puede sacar provecho de la localía y revertir la serie?

-Las estadísticas son respetables, pero cada partido es diferente. Ningún jugador se tiene que confiar por los números, aunque eso debería darte fuerzas y una cierta tranquilidad. Toda racha se termina en algún momento. Nosotros con Bianchi estuvimos un largo tiempo ganándole a River y hoy nos toca sufrir.

-¿Te hubiese gustado jugar este partido de vuelta?

-¡Sí, seguro! Me hubiese encantado jugarlo. Son los partidos que más me gustan porque hay mucha presión. Aunque ya estuve en uno y hoy los trato de disfrutar.

La última vez que Boca eliminó a River de una Copa

Por Elio Avalos

Pasan los años, pasan los jugadores y sólo queda la historia. Hace 15 años, Boca eliminaba por última vez a River de un certamen internacional y llegaba por octava vez a disputar una final de Copa Libertadores.

Carlos Bianchi quería escribir más páginas en los libros sagrados del Xeneize. Transitaba su segundo ciclo como entrenador y ya había conseguido 9 títulos con el club (Aperturas 1998, 2000 y 2003, Clausura 1999, Copa Libertadores 2000, 2001 y 2003 e Intercontinentales 2000 y 2003). 

Boca (12) y Deportivo Cali (9+DG) ocuparon los primeros dos puestos del Grupo 8 y lograron avanzar a la siguiente fase de la Copa, mientras que por el camino quedaron Bolívar (9) y Colo Colo (6), que no pudieron ingresar a la zona de clasificación. 

En octavos, Boca se midió ante Sporting Cristal de Perú y lo venció con un global de 5 a 3. En cuartos, Sao Caetano le produjo un dolor de cabeza al equipo del Virrey, y para estar entre los cuatro mejores del continente, se vio forzado a  definir a través de los tiros desde el punto penal. En simultáneo, River superó a Deportivo Cali y confirmó un nuevo superclásico copero. De esta manera, volvía a repetirse un desafío para el técnico más ganador de la historia de Boca: dejar nuevamente afuera de un certamen internacional al rival de toda la vida. Una experiencia conocida por Bianchi, que pudo cumplirla por primera vez en la Copa Libertadores del 2000, con Riquelme y Palermo como héroes de aquella noche de cuartos.

El Millonario quería revancha. El equipo dirigido por Leonardo Astrada era el único líder del Torneo Clausura y, además, había sonreído en el último superclásico, tras llevarse la victoria por 1 a 0 con un tanto de Fernando Cavenaghi en La Bombonera.

Los antecedentes no parecían favorables para el Xeneize, ya que desde el 2002 no podía ganarle a River de local. Sin embargo, cada enfrentamiento entre ambos es un partido aparte y quedó demostrado en la ida.

En un encuentro violento de principio a fin -que tuvo tres expulsados, varias patadas y momentos de fuertes agresiones-, Rolando “El Flaco” Schiavi pudo desviarse del conflicto para darle la ventaja mínima a Boca de 1 a 0. De esta forma, el equipo de Bianchi, iba con mayor tranquilidad a jugar la revancha en Núñez. 

Siete días más tarde se disputó el capítulo final de esta serie. El Monumental albergó su desenlace con un marco estupendo. En esa noche del jueves 17 de junio se conocería a uno de los dos finalistas de la Libertadores 2004. Los nervios y la tensión se adueñaron de la primera etapa. Este síntoma perduró hasta el comienzo del complemento, cuando Boca se quedó con 10 jugadores tras sufrir la expulsión del mediocampista colombiano Fabián Vargas. En consecuencia, Luis “Lucho” González abrió el marcador para el local. A falta de 6 minutos para el final, Héctor Baldassi le muestra la tarjeta roja a Rubens Sambueza y ambos equipos quedaron con la misma cantidad de hombres en cancha. 

El panorama para River se tornó complicado cuando Carlos Tévez convirtió el tanto del empate, pero un gol agónico de Cristian Nasuti llevó la definición a los tiros desde el punto penal y reactivó las esperanzas de los hinchas locales.

Desde la llegada de Bianchi como entrenador, Boca se mantuvo invicto en los penales: Palmeiras en 2000 y 2001, Cruz Azul en 2001, Milan en 2003 y Sao Caetano en 2004.

Aquella noche en el Monumental ejecutaron: Schiavi, Álvarez, Ledesma, Burdisso y Villarreal. Sólo el primero de la nómina había participado en la anterior tanda contra el Sao Caetano de Brasil. Álvarez y Ledesma nunca fueron protagonistas de una experiencia similar y Burdisso y Villarreal tampoco tenían registros de haber definido en una serie de penales con el club Xeneize. A pesar de todo, Abbondanzieri se lució bajo los tres palos tras taparle el último penal de la serie a Maximiliano López. Schiavi cumplió. Los juveniles Álvarez y Ledesma sorprendieron. Burdisso aseguró y Villarreal se encargó de sentenciar la serie. Bianchi lo hizo y Boca sacó su chapa internacional de viejo vencedor por última vez ante su eterno rival y en rodeo ajeno.

Fabbiani se hizo el ogro con los teros

Por Ian Rodríguez

El Ogro es Cristian Fabbiani y fue en defensa del juez de línea, Juan José Mamani. Los teros vinieron del córner del José Manuel Moreno, estadio de Deportivo Merlo, cuando no pasaba mucho en el partido frente a Laferrere por la fecha 12, pese a que jugaban el tercero y el cuarto de la Primera C. Si ganaba El Verde quedaría primero junto a Cañuelas con 21 puntos y si lo hacía El Charro, se posicionaría en segundo lugar, por encima de Dock Sud, que goleó a Excursio hace dos días.

El enfrentamiento entre el ex jugador de River y las aves tuvo un pequeño antecedente cuando a los 12 minutos del primer tiempo su compañero Gabriel Ferro interrumpió el encuentro sacando, cautelosamente y con una mano, un tero desde el lateral opuesto al del cuarto árbitro, Sebastián Habib. El futbolista se cruzó la cancha a lo ancho con el pichón en las manos para que éste no moleste en lo que restaba del partido.

Sin goles seguía el encuentro, con pocas chances peligrosas por ambos lados hasta que Ferro, pisando los 18 minutos, cayó mal tras cabecear un centro de Lafe y, cuando la pelota no estaba en juego, pidió asistencia médica. En ese momento fue cuando el asistente número dos, Juan José Mamani, fue atacado por los tero-teros, enfadados, debido al hecho que había ocurrido hacía 6 minutos en esa misma zona.

Mamani hizo el mismo recorrido que Ferro, pero sin pichones en brazos, con un tanto de susto por la agresión que sintió. El árbitro principal, Cristian Suárez, decidió frenar el encuentro y empezó a hablar con Ferro, quien ya estaba reincorporado. Le dijo que no sabía qué hacer con los animales que empezaron a invadir poco a poco el campo de juego tomando como suyo, al más estilo TEG, el córner izquierdo de los locales.

Los cuatro árbitros (Mamani; Suárez; Habib y Daniel Avila, asistente 1) discutían sobre qué hacer con los animales de patas finas y delicadas. No sabían cómo sacarlos sin lastimarlos, porque en ninguno de los casos era la intención en un mundo del Ascenso donde pasan cosas extraordinarias como este caso.

Fue ese el momento cuando el delantero de 36 años, medio molesto e incómodo con la situación que transcurría, fue hasta la escena a espantar a los “invasores” para poder seguir con el encuentro. “Le tiraron un pelotazo al tero para que se vaya”, dijo el comentarista de Merlo Viaja en Avión, medio partidario que transmite los partidos del Charro. Fabbiani reviso detrás de un cartel de una panadería a ver si encontraba más bichos de la especie, pero su búsqueda fue en vano. El Ogro, junto a Ferro, se acercaron, los espantaron y entre insultos al aire, el número 10 de Merlo le insistió a Suárez que continuase con el juego.

Recién a los 24 minutos se dio la orden para que se reanude el partido. No hubo más inconvenientes directos de los animales para los dirigidos por Marcelo Straccia hasta que, a los 8 minutos del segundo tiempo, Maximiliano Malemacci marcó el definitivo 1 a 0 para la visita tras un error de Federico Tursi, arquero de Deportivo Merlo.

En las últimas jugadas hubo dos tiros de esquina para Deportivo Merlo con los 22 jugadores en el área de Laferrere, pero ninguno terminó en el empate. No hubo teros para empujar ni grandes defensores para saltar bien alto en una tarde que para el Depo finalizó con derrota,  pasados por agua y molestos por el resultado, los teros y el arbitraje. El Ogro se fue sin gol y amonestado ¿Por enfrentar a las aves? No, por protestar demasiado faltas que Suárez no cobró.

Digan Whisky, el Superclásico en fotos

Por Joaquín Arias

En tiempos de VAR, en los que el video debería asumir ese rol monopólico que manifiesta su nombre, es una paradoja que casi todo se resuelva con una foto. Avanza, rebobina, aumenta la velocidad, apuesta al slow motion pero la imagen congelada, esa que no revela intención ni intensidad, se viste de juez, exigiendo, cada vez con más vehemencia, la sigla F en el acrónimo más controversial de la época. Ya no solo gobierna en escenarios de fuera de juego. El video llegó para quedarse, olvidándose que la foto nunca se había ido.

La foto es como el gol. A veces se construye, otras cae. En ocasiones refleja un proceso de elaboración y un estilo definido, en otras es simplemente una consecuencia fortuita. Hay goles que marcan un momento o hasta una época y cuanto más pase el tiempo mejor vas recordar ese día y ese contexto. El gol, como la foto, puede llegar desde cualquier ángulo y altura. En la foto, como en el fútbol, el mejor equipo no te asegura el resultado deseado. Eso sí, a mayor definición, mayor probabilidad de obtenerlo. Muchas veces los viejos son los que más querés ver, aunque ya estén pixelados.

Quizás existan pocos términos tan universales como “foto”. En casi cualquier parte del mundo occidental es suficiente decir esas cuatro letras para ser correspondido. En portugués, en italiano, en catalán y hasta en holandés, foto. En inglés y en francés, por caso, photo. Y alejándose de las lenguas romances, tal vez ya en oriente, el ademán para pedir ser retratado también es ecuménico: alcanza con posicionar ambos pulgares e índices enfrentados entre sí separados por algunos centímetros y mover a los primeros hacia arriba y los otros hacia abajo para hacerse entender.

Aunque también, por otro lado, hay pocas cosas tan nuestras como el Superclásico. Es tan propio como valioso y cotizado. Por eso, siempre es fructuoso frenar la pelota y evocar aquellas escenas que le regalaron tal status al Boca-River. Viajando desde el caño de Riquelme a Yepes hasta a la corrida del Pity Martínez, van a recordar, imaginar, presagiar, sonreír y hasta lamentar.  Bienvenidos a este espacio donde se conjuga lo universal con lo nuestro. Bienvenidos al Superclásico en fotos. Pasen y vean.

En el clásico de los pecados capitales, quedate con la lujuria

Por Joaquín Arias

Seguramente hayas notado que la inmensidad del Superclásico radica, entre tantos otros ítems, en que es una oportunidad excepcional para crear. Crear un pack televisivo exclusivo para esas casi dos horas, crear previas maratónicas redituables y también activar el ingenio y, en una faceta más frívola, crear memes o, en su versión 2019, stickers, que después funcionarán como los goles que servirán para ganar el otro encuentro, el de las redes.

Tal vez hayas percibido también, o no, que el fenómeno Boca-River es tan grande que usándolo como ejemplo se puede enseñar. ¿Qué ilustra mejor el significado de la pasión que él? ¿Qué suceso grafica tan bien lo cambiantes que podemos ser emocionalmente en solo 94 minutos? ¿Y lo que es una manifestación de masas?

Ahora bien: si de casualidad alguien se te acerca con la curiosidad a flor de piel implorando una clase sobre los siete pecados capitales, ahí va a estar el Superclásico levantando la mano para ofrecerse como ejemplo. Enseñale con el ejemplo, siempre sirve. Acá, algunas ideas.

Empecemos cerquita en el tiempo. El 1° de septiembre la gula y la avaricia chocaron en el Monumental. La ambición y la voracidad de Gallardo y un equipo que afiló los colmillos chocaron con el planteo tacaño de un Alfaro que además de interpretar a un cliente que fue a renovar el plazo fijo, tuvo la mentalidad de un paciente automedicado que fue a salir ileso.

El Boca-River es la envidia de cualquier país futbolero. Claro, porque la revista inglesa Four Four Two (Cuatro Cuatro Dos) lo ponderó como el mejor clásico del mundo o porque ¿cuántas finales internacionales gozaron los uruguayos con un Peñarol-Nacional? ¿Y los brasileños con un Fla-Flu? ¿Y los españoles con el derby? Ninguna.

El superclásico es uno de los terrenos más fértiles para la soberbia. Una muestra de ello la expresan los hinchas –y algunos entrenadores- quienes ubicarán a su club en la cúspide, indefectiblemente, al margen de cómo estén jugando y de los resultados obtenidos en el último tiempo. Siempre habrá excusas y “peros” para una derrota superclásica. Nunca superioridad futbolística del rival. Al menos, de la boca para afuera.

Y ante esa caída, la ira. Si en una de sus cuatro acepciones significa “sentimiento de indignación que causa enojo”, esta se potencia a la enésima en ese partido en el que, como tantos repiten como loros, la palabra derrota no figura en el diccionario. La ira la suscita también que un alienado disfrazado de hincha tire gas pimienta y todo se termine, o que otros barbáricos arrojen piedras a un micro y que nada pueda suceder.

El rostro de la pereza es el de un país entero durante esas casi dos horas en los que la pelota rueda en el Monumental o en la Bombonera. O en el Bernabéu. La pereza, como el superclásico, es sinónimo de sedentarismo, de quietud y de congelamiento del mundo exterior.

¿Y la lujuria? Acá quería que lleguemos. Podría ser que para una Conmebol con tan mala imagen, que de las ruinas haya construido un imperio de 880 mil dólares en Madrid, sea un lujo demasiado exacerbado disponer de otro Boca-River. Pero la lujuria es otra cosa: es eso que pasa cuando un pibe de 21 años nacido en San Fernando, en el marco de los cuartos de final de Libertadores, decide acomodarse, darle la espalda a un colombiano tres años mayor y, ante una Bombonera rebasada, inmortalizar el acto de creatividad y belleza más emblemático de la historia del Superclásico. Tres segundos y algunas décimas le alcanzaron para dominar la Penalty World Stability a unos siete metros de la mitad de la cancha, dar un toque para el lado del arco protegido por Oscar Córdoba y luego enterrar, con la planta del pie y pegado a la línea de cal en la franja derecha de su ataque, la idea de que la inclinación exacerbada hacia la opulencia no siempre es mala.

¿Riquelme empezó a ser Román a partir de ese caño? Quizás su primer gol importante haya sido en el partido de ida de aquella serie ante River, cuando la clavó en el ángulo de Bonano, de tiro libre. Sin embargo, cuesta imaginar que en su despedida del doce del doce, le susurren al oído “que gol le hiciste a Bonano eh”, aunque sí “que caño le metiste a Yepes acá adentro eh”.

Por eso, si tenés tiempo para contarle de un solo pecado capital, agarrá la foto del caño de Riquelme a Yepes y no lo dudes: contale qué es la lujuria.

Campeones de América

Por Iván Lorenz

El colombiano Juan Fernando Quintero ya le dijo que no al taco y eligió la personal tras el rechazo de Franco Armani. Gonzalo el Pity Martínez empezó a correr hacia la mitad de cancha del Santiago Bernabéu, el mítico estadio del Real Madrid, que desde su fundación en 1947 nunca imaginó albergar una final de Copa Libertadores de América. Pero así es el fútbol, el negocio de lo imposible.

Lucas Olaza forcejea con el número 8 de River que entró al minuto 57 para cambiar la historia. No hace falta que levante la cabeza, ya sabe que el Pity, el verdugo de Boca, está corriendo para donde tiene que correr y empieza a dibujarse el tercero. En Villa Crespo, a miles de kilómetros de España, Adriel y Lautaro Hudson, padre e hijo, dejaron de hundirse en sus asientos por el susto que les produjo el remate al poste de Leonardo Jara que provocó que todo el equipo del rival de la vida subiese al área en busca de la epopeya. Aprovechando el envión, se levantan del sillón y se disponen a correr con el 10 de River rumbo a la conquista de América.

Ni el mismísimo Cristóbal Colón lo imaginó de esa manera. Lautaro está con su remera blanca que tiene el escudo estampado en el corazón. Adriel se saca su buzo rojo y empieza a hacer el helicóptero, que ni cerca está de alcanzar la altura a la que se encuentran estos dos fanáticos de River. Empieza el conteo para que detone la bomba de bronca acumulada por haber pasado toda la tarde en el Monumental días antes, prendidos fuegos bajo el sol, ardiendo ahora en su casa por la pasión.

El Pity está a punto de agarrar el pase de Quintero. Tampoco se imaginó esa corrida. Quizás sí, en el Monumental. La debe haber soñado incontables veces. En Madrid, ni loco. Pero Lautaro y Adriel le dicen que sí, que está loquísimo. Lo mismo que le dijo el hijo a su padre cuando este se puso a averiguar cómo desasociarse del club de sus amores. Es que el veterano se sintió estafado, les robaron la ilusión de una final River-Boca en sus grandes narices, rasgo inconfundible de los Hudson. Tiene sentido que algo malo haya ocurrido aquel 24 de noviembre, porque, a diferencia de siempre, entraron a la cancha por Labruna y no por Udaondo y al micro de Boca lo mandaron a doblar por Monroe.

A Lautaro le hubiese encantado ver cómo el Pity ahora puntea la pelota hacia delante sin oposición, porque Carlos Izquierdoz le mira la patente, desde su rinconcito de la Sívori, el recoveco que elige para alentar a River. Así lo hace desde la Libertadores 2015. Los Hudson se mantienen firmes: nunca faltan a un partido de local de Copa, no hay nada más importante. Como tampoco lo hubo aquel 23 de junio de 2012, cuando el Rey David Trezeguet devolvió al Millonario a Primera. Lautaro recuerda aquel día en el living de su casa, donde vio llorar a su viejo y no pudo contener las lágrimas. El momento en el que se unió a River para siempre.

El Pity Martínez está por pisar el área de Boca y definir con el arco vacío. Lo acompañan Javier Pinola y Camilo Mayada, que con un ademán le dice al resto que se sume para el abrazo definitivo. Los Hudson quieren correr y no saben para dónde ir. Están en su fortaleza, el líving-garage, donde miran todos los partidos de visitante por Copa Libertadores sin falta. Tímidamente, Marcela Muñiz, madre y compañera, se acerca para grabar el momento final. Rex, el perro fiel, levanta la cabeza para ver qué pasa.

Lautaro y Adriel sienten la lluvia de la final de la Copa del 2015, el 3-0 ante Tigres que vivieron en la cancha. El Pity está por impactar, se encuentran a segundos del Déjá Vú que de Déjá Vú no tiene nada porque no hay nada que se compare con esta final.

Impacta. La pelota besa la red. El Pity se tira al piso, Pinola se le abalanza, llega Mayada, llega el resto. Desde Villa Crespo, los Hudson se funden en un abrazo y la casa es un crisol de emociones. Le gritan al cielo. Adriel se separa para tomar aire y Lautaro lo mira, como mirará todos los días desde el 9 de diciembre de 2018 algún videíto sobre la final, en busca de alguna explicación que pueda poner en palabras lo que siente. Pero no encontrará otra que se le acerque tanto a la definición perfecta como la que pensó mientras veía cómo el viejo se agarraba la cabeza en el living: “Papá, somos campeones de América”.