domingo, mayo 11, 2025
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“Se les exige lo mismo a una mujer y a un hombre, pero no se les da lo mismo”

Por Sol Pochettino

“No soy una futbolista que se destaque por la técnica, sino por el trabajo invisible, como esforzarme por mejorar todos los días”, expresa Laura Fuhrmann, actual jugadora del Città di Capena de la Serie A. Si bien de chica lo soñaba, jamás imaginó que iba a llegar la oportunidad de jugar en Italia. “Realmente es una locura y no puedo creerlo, no existen palabras para describirlo” dice Laura

Juega desde los cuatro años, al comienzo con varones, siempre soñó irse fuera del país con el fútbol y estar en la Selección Argentina. Aspiraba a lo máximo y eso le hace vivir y disfrutar su presente a flor de piel.

Su forma de ser es igual tanto dentro como fuera de la cancha, lucha, se sacrifica e intenta progresar. A su vez, al enojarse le cuesta controlar sus emociones. “Me fascina aprender constantemente, no solo en el futsal, sino también en la vida. Haciendo cursos, estudiando siempre un poco más, porque me parece que está bueno seguir creciendo y buscar ser cada día mejor”, manifiesta.

“Siento que la perseverancia y el sacrificio que me inculcaron mis papás desde la infancia me permiten estar acá, y el compañerismo y la solidaridad ser la persona que soy”, comenta. La segunda de cinco hermanos afirma tener una “relación hermosa” con ellos y que, si bien la frase dice que la familia no se elige, elegiría a la que le tocó: “Somos muy unidos y nos acompañamos en las decisiones que cada uno toma”. De hecho, en su niñez tuvo varias oportunidades de irse a jugar al exterior y por ser tan pegada a ellos decidió no hacerlo.

Luego de conseguir la Copa Argentina en 2019 con el club de sus amores, Ferro Carril Oeste, la capitana recibió el llamado a sus 31 años y en enero del corriente año viajó al continente europeo. En el primer mes le costó adaptarse a estar lejos de su familia y amigas, a un idioma diferente, a un futsal con otro tipo de intensidad y a nuevas compañeras de equipo.

Hubo un factor que la ayudó a aclimatarse poco a poco; otra jugadora argentina, Natasha Serqueira: “Éramos nosotras dos y nos teníamos que aguantar, entonces entramos en confianza plena muy rápidamente. Es muy incondicional, con su personalidad pasiva transmite tranquilidad y te hace sentir que para lo que necesites va a estar”.

La Pocha, agrega: “Siempre está riéndose y con su mentalidad positiva empuja para adelante. Por algo todos los que la conocen la quieren, Laurita es una persona muy adorable”. De ella admira lo mucho que le gusta aprender cuando conoce algo nuevo y que, claro, “siempre tiene un mate listo”.

En febrero Laura logró “cambiar el chip”, pero la pandemia del coronavirus pausó la competencia y las extranjeras debieron retornar a sus respectivos países. Aunque eso fue una gran desilusión para ella, valora haber podido regresar a la Argentina y pasado la cuarentena junto con su novio Maxi, en buen estado de salud.

Tenía la espina clavada por haberse ido antes de tiempo, pero su rendimiento convenció al club capenati y le dieron la posibilidad de renovar y volver a vestir la camiseta rojiblanca: “Vine con muchas ganas de crecer y de que puedan conocerme también como persona. Estoy conforme con lo que vengo haciendo, el lugar que conseguí tanto dentro como fuera de la cancha, sé que puedo estar a la altura de la máxima categoría local”.

Frente a una adversidad, hoy se para distinto: “Fue un largo trabajo el que tuve que hacer, al principio me costaba toparme con un obstáculo y mantener el foco en mis objetivos. Ahora puedo pensar en qué es lo que quiero para mí o para el equipo y laburar para vencer cualquier traba que se presente”.

Ferro es su segunda casa, llegó tras dejar San Lorenzo por no sentirse cómoda y buscar un nuevo club donde pueda estar a gusto y brindar su mejor versión. Para ella fue la mejor decisión que tomó en su carrera. “Me topé con un proyecto serio de trabajo, sentía que era el lugar ideal para explotar y donde podían sacarme todo el jugo. Allí confirmé que no quería jugar al futsal solo por jugarlo”, declara al respecto.

El compromiso y estar constantemente pendiente del estado y las necesidades de sus compañeras eran las características de su liderazgo. En tres años solo faltó a un entrenamiento, para no contagiar al plantel entero de conjuntivitis. Le gustaba encargarse de que las jugadoras se sintieran bien en el grupo, porque “después se veía reflejado en la cancha”.

Además, es profesora de Educación Física, profesión que no ejerce en el Viejo Continente, por lo que extraña asistir a las escuelas y el día a día con sus alumnos. “Unifico mucho la docencia y el deporte porque considero que se entrelazan perfectamente para trabajar desde ambos lados valores como el respeto por uno y por el otro”, asegura.

Laura es una persona muy autoexigente y confiesa: “Generalmente, en vez de ponerme a mí como prioridad, estoy alerta a no estar decepcionando o causándole algún dolor a otra persona”. Su ratito del día es con un libro, un mate y buena música de fondo. Al vivir del futsal, logra encontrar estos momentos para pensar en ella y los exprime al máximo. “Cuando uno entra en la rutina deja de lado estas cosas, en Argentina no me lo podía permitir mucho”, agrega.

Convive con tres compañeras, una española y dos italianas: “Tenemos líos por el idioma pero nos hacemos entender. Al estar las 24 horas juntas, contamos con la posibilidad de conocernos a fondo, intercambiamos culturas, aprendemos de las experiencias de las demás, vemos distintas formas de vivir y de sentir situaciones. Por eso me gusta tanto el deporte en equipo, porque constantemente compartís con otras personas, es lo más valioso que tiene”.

La porteña integra Deportistas Argentinas, un grupo que se encarga de luchar por la igualdad de derechos y de posibilidades para el deporte femenino. “Muchas veces se le quiere exigir lo mismo a una mujer que a un hombre cuando no se les da lo mismo”, sostuvo y afirmó que, si bien ya se ven cambios, aún queda un largo camino por recorrer.

Vive el sueño de todo deportista y lo sabe: “Nos despertamos y lo único que tenemos que hacer es entrenar, alimentarnos saludablemente, ir al partido y dar el máximo. En Argentina te levantás temprano para laburar, vas y venís, volvés a tu casa y tenés que hacer de todo, entonces cuando llegás al entrenamiento por más de que quieras dar el 100%, no lo tenés”. Por lo tanto, desea que todas las jugadoras puedan vivir la experiencia de dedicarse de lleno a la actividad y anhela que, para esto, deje de ser necesario irse al exterior.

El anecdotario del futsal: los mejores recuerdos de los campeones del mundo

Por Julián Salvia

Las historias de jugadores que conformaron el plantel que se consagró campeón mundial por primera vez en Colombia 2016 y la de un referente de la liga local como Germán Muleck.

Un final para el infarto

En la final del Mundial 2016, Alan Brandi, catalogado como uno de los mejores jugadores del mundo, y quién nunca defendió la idea de arquero-jugador por el solo hecho de que no es su especialidad, tuvo que cambiar su rol en la cancha por una posición en la que nunca había estado, la de último hombre. Entre risas, recuerda que con la tensión del partido y su desesperación le estaba gritando como loco a Nico Sarmiento: ¡qué hago Nico, qué hago!”, como si le fuese a resolver todas sus dudas en ese momento. Para la suerte de él, tuvo solo una intervención, en la que cortó la pelota en defensa y se fue rápido de la cancha. 

 

Una historia de superación

Alguien que tuvo altibajos en el título internacional de Argentina fue Maximiliano Rescia, quien sufrió una rotura total y parcial en dos de sus ligamentos en el partido contra Costa Rica por fase de grupos. Del dolor y los nervios, y sin posibilidad de comunicarse con sus familiares, terminó mirando el encuentro desde el hospital, donde le confirmaron que su sueño había terminado y que tendría tres meses de recuperación: “Me llevaron en una silla de rueda para el hotel con el resto del equipo, imagínate lo que fue ese momento para mí, el verlos a todos contentos y yo entrando así sin querer amargarles el momento que estaban viviendo”

Sin embargo, el jugador argentino no quiso rendirse y se propuso regresar al certamen durante nueve días y, completamente apartado del plantel, se recuperó las 24 horas del día con los kinesiólogos. Su historia terminó siendo una superación al volver a las canchas en semifinales, contra Portugal y con todas las medidas que los médicos consideraban: ”Después de 14 días de que me haya roto prácticamente todo un tobillo, fue una alegría gigante en lo personal, y en lo colectivo también tras ganar el mundial”.

 

Boleto a la felicidad 

Para alguien que está dentro de la cancha, los nervios son los mayores enemigos. En cambio, para Damián Stazzone, la experiencia fue muy especial, por el hecho de que los partidos los iban ganando y seguían en el mundial, y que cada vez más gente estaba esperándolos en el hotel en el que se alojaban. Eso es lo que más recuerda: los hinchas argentinos que, con el correr de los encuentros, se iban interesando y se tomaban un avión a apoyar a los jugadores. Además, la llegada de los propios familiares y amigos para acompañarlos en el sueño de ser campeones, que cada vez se iba siendo más real: “Es un recuerdo que tenemos para toda la vida y que por suerte ayudo a que nuestro deporte siga creciendo”.

 

Todo era una sonrisa

Fernando Wilhelm le tocó, desde su rol de capitán, levantar la copa y el trofeo como mejor jugador del certamen, pero lo que más se guarda es lo posterior a eso: “Después de ganar el partido final fue toda una alegría, es muy difícil describir ese momento. Lo que más me llamó la atención fueron las caras de todos, estaban todos sonriendo, todos.. todos.. todos muy sonrientes, y creo que esa puede ser la descripción de ser campeones del mundo”. En el vestuario, en los pasillos, en el micro de vuelta, en el hotel, fue toda una fiesta entre sonrisas, todo estaba bien y fue una alegría imposible de describir para él, que seguramente va por encima de lo deportivo.

En lo deportivo, explicó que lo que consiguieron se lo hacen saber la gente mediante las redes. Si bien a él no le cambió nada la consagración, le llenó de orgullo el tener la medalla y las fotos en su casa, y esto le dio más responsabilidades: “No seas tarado, mira a donde llegaron, no lo arruines por una estupidez, ahora vos tenés una responsabilidad”. El hecho es que ahora sus nombres están en AFA como glorias del deporte, por lo que “de acá hasta que salude a este mundo me tengo que portar bien”, señaló, entre risas.

Antes fulbito, hoy futsal

Germán Muleck.

Si tenemos que hablar de cambios, uno muy grande se dio en la cantidad de chicos que se prueban en el futsal desde la consagración en el mundial de Colombia. Así lo explicó Germán Muleck, quien en su niñez no llegaban a completar un equipo: “Teníamos ocho jugadores y hasta ahí”. En cambio, señaló que hoy en día hay inferiores completas, de octava a primera, y también están las promocionales, en las que hay un plantel completo de diez a doce jóvenes que les gusta jugar, que están interesados y que les llama la atención el deporte.

El crecimiento del futsal argentino después del título mundial

Por Florencia Pereira

El Futsal a nivel local creció a pasos agigantados luego de la obtención del Campeonato Mundial de Colombia 2016. El máximo galardón de la disciplina le permitió a la Argentina crecer en los polos económico, deportivo e infraestructura, lo que produjo un éxodo de jugadores a las ligas más importantes del mundo, una mayor vistosidad del rubro a través de los medios de comunicación y concentración en los estadios, incluso se crearon nuevos torneos oficiales. 

Los certámenes que emergieron en territorio argentino fueron: 

  • Liga Nacional de Futsal Argentina (LNFA). Involucra a 120 equipos de 27 ligas, en representación de 13 provincias, agrupadas en seis regiones de juego. El campeonato se inauguró en 2018, con Ushuaia como sede principal del evento, y tuvo como ganador a Villa La Ñata, conjunto de la localidad de Lujan. San Lorenzo se quedó con la posterior y última edición, 2019.
  • Supercopa de Futsal AFA. Es la competición que da inició al calendario de la disciplina en Argentina. Reúne a los campeones de todas las divisiones del torneo organizado por la Asociación del Fútbol Argentino, sumados los consagrados en la Copa Argentina, Copa de Plata, Liga Nacional del Futsal Argentina y la Supercopa de la temporada anterior. En caso de que se repita el triunfador, la plaza restante irá para el ganador de la última Copa de Oro. Barracas Central en 2017 y Boca Juniors en 2018 y 2019, son quienes se adjudicaron el trofeo hasta el momento.

Los clubes de Primera División sacaron una importante ventaja por sobre los equipos de las categorías inferiores y establecieron su hegemonía en las competencias nacionales. La Copa Argentina es un claro ejemplo, desde su primera realización en 2015, cuyo dueño fue Alvear, conjunto de Parque Avellaneda, recién ascendido a la Segunda División; tuvo como protagonistas en las cuatro ediciones posteriores a River Plate (2016/17), San Lorenzo (2018) y Ferro Carril Oeste (2019). En el plano internacional, Boca Juniors logró llegar a la final de la Copa Intercontinental de Fútbol Sala en 2019, ante Magnus Futsal (plantel que milita en la liga brasileña), convirtiéndose en el primer equipo argentino en alcanzar esta instancia, en la historia del deporte.  

Éxodo de jugadores argentinos al exterior:

RAMA MASCULINA

  • Agustín Raggiati (Boca Juniors) a Universidad de Las Palmas (Liga nacional de Fútbol Sala (LNFS) de España).
  • Agustín Plaza (Racing Club) a Peñíscola Globeenergy (Liga nacional de Fútbol Sala (LNFS) de España).
  • Gerardo Battistoni (San Lorenzo) a Meta Catania (Serie A italiana) – hoy en Nápoli.
  • Luciano Gauna (Pinocho) a Peñíscola Globeenergy (Liga nacional de Fútbol Sala (LNFS) de España).
  • Thomas Baisel (San Lorenzo) a Meta Catania (Serie A italiana).
  • Nicolás Rosa (América del Sud) a Universidad de Las Palmas (Liga nacional de Fútbol Sala (LNFS) de España).
  • Ezequiel Ramírez (River Plate) a Futsal García (Liga nacional de Fútbol Sala (LNFS) de España).
  • Eduardo Villalba (San Lorenzo) a Sandro Abate (Serie A italiana).
  • Luciano González (San Lorenzo) a Vulcan Akron (La National Futsal Premier League (NFPL) de Estados unidos). 
  • Franco Grillo (San Lorenzo) a Vulcan Akron (La National Futsal Premier League (NFPL) de Estados unidos).
  • Juan Pablo Emma (San Lorenzo) a Vulcan Akron (La National Futsal Premier League (NFPL) de Estados unidos).
  • Andrés Santos (Boca Juniors) a Aspil Vidal Ribera Navarra (Liga nacional de Fútbol Sala (LNFS) de España) – hoy en Signor Prestito CMB (Serie A italiana).
  • Santiago Rufino (Pinocho) a FC Barcelona (Liga nacional de Fútbol Sala (LNFS) de España).
  • Matías Starna (17 de Agosto) a PeñiscolaGlobeenergy (Liga nacional de Fútbol Sala (LNFS) de España).
  • Javier Saviola (Sin club) a FC Encamp (Andorra).
  • Ángel Claudino (Barracas Central) a Universidad de Las Pamas (Liga Nacional de Fútbol Sala (LNFS) de España). 
  • Santiago Francini (Estrella de Boedo) a Al Ahli FC Dubái (Emiratos Árabes).
  • Juan Rodríguez (América del Sud) a IC Futsal (Serie A italiana).
  • Facundo Schusterman (Hebraica) a Sporting Paris (Francia). 
  • Sebastián Corso (Boca Juniors) a Catgas Energía (Liga Nacional de Fútbol Sala (LNFS) de España).
  • Lucas Javier Bolo Alemany (Santiago Futsal) a Peñíscola RehabMedic (Serie A italiana).
  • Lucas Moya (UAI Urquiza) a Futsal Salapia (Serie C1 italiana). 
  • Chrsitan Vieyra (San Lorenzo) a Futsal Salapia (Serie C1 italiana).
  • Matías Picallo (Pinocho) a Cisternino (Serie A2 italiana).

RAMA FEMENINA

 

  • Daiana Mangafas (San Lorenzo) a Alex Zulli Gold Futsal (Serie A2 italiana).

 

  • Pía Gómez (Racing Club) a Valdetires Ferrol Liga nacional de Fútbol Sala (LNFS) de España)- hoy en el Pelletiere (Serie A del Calcio A5 italiana).
  • Emilia Zolesio (RiverPlate) a Universidad Columbia Collage (La National Futsal Premier League (NFPL) de Estados unidos). 
  • Delfina Zolesio (RiverPlate) a Universidad Columbia Collage (La National Futsal Premier League (NFPL) de Estados unidos). 

 

Los emblemáticos estadios de la República Argentina:

El Estadio Multideportivo de Ferro Carril Oeste

Ubicado en Gral. Martín de Gainza 260, Caballito, ciudad de Buenos Aires. Posee una capacidad para 1.000 personas.

Estadio Benito Quinquela Martín

Pertenece al Club Atlético Boca Juniors y cuenta con un espacio para 400 hinchas, ya que solamente tiene balcones. Se encuentra en Arzobispo Espinosa 550.

Villa La Ñata Sporting Club:

Se inauguró en 2013 y se sitúa en Carlos Belgrano 4550, Tigre. Tiene capacidad para 1.000 espectadores. 

Don Ernesto “Pepe” Magriarella

Se ubica en Manuela Pedraza 5139, Villa Urquiza, y es la casa del Club Social y Deportivo Pinocho. El estadio aloja hasta 650 personas.

Polideportivo Roberto Pando:

Se encuentra en José Mármol 1715, en el barrio de Boedo. El estadio ha sido levantado en los fondos de lo que era el predio del Viejo Gasómetro. Esta sede fue inaugurada en 2016 y pertenece al Club Atlético San Lorenzo de Almagro, además, cuenta con una capacidad para 2.700 fanáticos.

Estadio Cubierto “Dr. Claudio. L. Newell”:

Está ubicado en Rosario, Santa Fe. Fue construido en 1978, y reformado en 1982. Este escenario futsalístico tiene espacio para más de 11.000 personas y pertenece al Club Newell’s Old Boys y el estadio lleva el nombre de su fundador Claudio Newell.

Microestadio Jose “Cochocho” Vargas:

Se radica en Ushuaia, en la avenida Malvinas Argentinas y 12 de octubre, alberga a 3.000 espectadores.

Estadio Laguna Blanca:

Abrió sus puertas el 3 de octubre de 2017 en Formosa. Se localiza en la Avenida 25 de mayo e Isabelino Alfonso y cuenta con una amplitud para 2.000 personas.

Polideportivo Ernesto Finito Gehrmann

Se sitúa entre las Avenida Comandante Rosales y Rademacher, en Posadas, Provincia de Misiones. Dispone de un espacio para 1.500 espectadores.

Estadio Aldo Cantoni:

Su apertura fue 1 de julio de 1967, se encuentra ubicado en la ciudad de San Juan, en la esquina de las calles Urquiza Norte y San Luis Oeste. Es uno de las canchas cubiertas más importantes del país y el de mayor capacidad (8.000) de toda la provincia. 

Polideportivo Eugenio Bustos:

Se terminó de construir en marzo del 2019 en Mendoza y tiene una capacidad ocupacional en situaciones de contingencias, de 2.500 personas y de 600 personas para eventos deportivos.

Futsal: un sueño hecho realidad

Por Agostina Woloszyn

La Copa Mundial de fútbol sala de la FIFA 2016, la cual se llevó a cabo entre el 10 de septiembre y el 1 de octubre, en distintas regiones de Colombia, tuvo como histórico campeón al seleccionado argentino. 

El plantel albiceleste había realizado una dura y larga preparación de dos meses, en las instalaciones de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). El equipo había viajado con el objetivo de subirse al podio por primera vez en su historia, y superar así el cuarto puesto que supo obtener en China 2004, con el entrenador Diego Giustozzi, que en ese momento cumplía el rol de jugador.

El camino a la gloria comenzó el 12 de septiembre, cuando Argentina debutó en el torneo de selecciones, por el grupo E, con una victoria 1-0 ante Kazajistán. Luego, llegó el turno de Islas Salomón, al que supo ganarle con un abultado 7-3, y para culminar su participación en la primera fase, empató 2-2 con Costa Rica. 

Los buenos resultados le dieron a los capitaneados por Damián Stazzone un lugar en octavos, cuando vencieron a Ucrania 1-0. Para los cuartos, la albiceleste debió enfrentar a Egipto, rival al que superó 5-0 con una gran actuación. En semifinales, volvieron a destacarse y derrotaron 5-2 a Portugal, y así se aseguraron por primera vez la clasificación a la final de un campeonato mundial y un puesto en el podio.

En la etapa definitoria del certamen, Argentina (el equipo menos goleado) se encontró con Rusia (el seleccionado más goleador), dos países que nunca se habían metido en esta instancia, rompiendo así con la hegemonía de Brasil y España. En el estadio Coliseo El Pueblo, ambos dieron un espectáculo disputado y parejo, que finalizó 5-4 a favor de los sudamericanos, quienes alzaron el título tan esperado, la Copa del Mundo.

Diego Giustozzi, el ADN del futsal argentino

Por Agustín Kuc

Apegado a la actividad deportiva desde su niñez, Diego Giustozzi se destacó por ser una persona criada con una raqueta de tenis, pero seducido por el fútbol de salón. Aquel joven que rompió con la timidez mientras negociaba con la gente en su puesto laboral como despachante de aduana y que reforzó su carácter con una pelota a gajos bajo la suela de su botín, se convirtió en palabra autorizada luego de ser el directo técnico de la selección argentina que se consagró campeón del mundo en 2016 y afirmó en una nota con El Gráfico que, “cuando estoy un minuto en el auto, solo y tranquilo, escuchando música, pienso ¡puta! ¡Soy campeón del mundo!”.

El ahora ex director técnico del conjunto Albiceleste, que inició su camino al mando del equipo el 5 de enero de 2014, provocó un cambio abrupto en los jugadores que integran el plantel no solo a nivel táctico, sino también psicológico. El capitán de la plantilla que se coronó en Colombia, Fernando Wilhelm, aseveró: “Cuando nos reunió por primera vez a todos, nos dijo que ahora importaba solo el Mundial y lo demás quedaba afuera de nuestro radar, el proceso de preparación de Diego nos convenció por completo”. Asimismo, Pablo Taborda, libero de aquel equipo, expresó en Rugido Sagrado que “hacía rato no sentía en la Selección lo que sentí cuando llegó Diego. Me di cuenta que quería hacernos protagonistas de todos los torneos que jugáramos; sólo apuntaba al primer lugar”

Padre de Nicolás y Camila, fanático de River Plate y con la figura de Ariel el Burrito Ortega como bandera, Giustozzi inició su carrera como jugador en Atlético Lugano en 1995, con tan solo 20 años emigró al viejo continente (ligas italiana y española), vistió durante 10 años la camiseta argentina, y se retiró en el club de sus amores a los 35.      

“La clave está en encontrar la coordinación entre los principios y conceptos. Cada país tiene su identidad, su ADN, la planificación, los conceptos y los principios, hacen a la identidad del equipo, del club o de la selección que uno entrene”, afirmó el actual entrenador del Pozo Murcia, club que milita en la máxima categoría del futsal español, en una conferencia dictada por el departamento de prensa de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).

El campeón de la Copa América 2003 como jugador y 2015 como cabeza de equipo, quedará marcado en la vitrina del futsal nacional. Como resaltó en su charla con la revista El Gráfico, posterior a obtener el máximo galardón: “Ni en mis mejores sueños hubiese imaginado todo lo que repercutió en mi país el haber salido campeón de un Mundial y lo que generó en la gente: eso sí que me suena extraño”.

El fenómeno del futsal: el deporte que fusionó cuatro disciplinas en una superficie

Por Agustín Kuc

El futsal nació en Uruguay, en 1930. Al mismo tiempo que el equipo capitaneado por José Nasazzi alzaba la copa del mundo, el profesor Juan Carlos Ceriani concluía el reglamento de un deporte diferente al ya practicado por sus compatriotas, pero en el que podían contemplarse diversas similitudes con el fútbol que se desarrollaba en los potreros de Montevideo.

Las medallas doradas en los Jugos Olímpicos de París 1924 y Ámsterdam 1928, sumado a la obtención del primer Campeonato Mundial en territorio propio, provocó un desborde en todas las canchitas de la República Oriental. 

Ante este hecho y a causa de que los espectáculos futbolísticos comenzaron a tomar terreno ajeno, los profesores de educación física se vieron obligados a adaptar establecimientos de deportes como el básquet, entre otros, para que puedan llevarse a cabo las misas dictadas por la pelota. 

Así fue como Ceriani creó el libro que mezcla bases y condiciones del baloncesto, waterpolo, handball y fútbol. De la disciplina que tiene como eje la pelota naranja, se tomaron la cantidad de jugadores (cinco), el tiempo de juego (40 minutos) y el sistema táctico; del balonmano se priorizaron las medidas de la cancha (40 metros por 20) y las porterías (tres metros de largo por dos de alto y uno de profundidad); y del polo acuático copiaron las delimitaciones del arquero. La pelota emigró del fútbol tradicional, al igual que los movimientos corpóreos del ejercicio; con una única diferencia, que fuese sólida y pesada, para impedir un pique permanente y mantener el desarrollo de la actividad en los pies de los protagonistas.

Si bien en 1965 se había fundado la Confederación Sudamericana de Futsal (CSFS), primera organización internacional del deporte, el fútbol de salón tomó vuelo el día que llegó a tierras brasileñas, de la mano de los profesores Joao Latufo y Julian Haranczyk de San Pablo, creadores de la Federación Internacional de Futsal (FIFUSA), ente que organizó el primer Campeonato Mundial en 1982. 

Luego de tres citas mundialistas, problemas económicos y la aparición de La Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) con el afán de adueñarse de los derechos de la disciplina, la FIFUSA se diluyó en 1990 y en su lugar apareció la Confederación Panamericana de Futsal (PANAFUTSAL), que solo llegó a realizar cuatro mundiales. Para 2002 se fundó la Asociación Mundial de Futsal (AMF), compuesta por miembros de la antigua FIFUSA Y PANAFUTSAL, la cual se mantiene en funcionamiento, pero con sede en Asunción, Paraguay, presidida por Rolando Alarcón Ríos.

La FIFA, por su parte, logró el protagonismo en la escena del fútbol sala tras instaurar la Comisión de Fútbol 5 en la década del 80 y, poco tiempo después, en 1989, montó el primer Mundial de la disciplina en Holanda. Este fue el puntapié inicial para plantar bandera y, gracias al poderío económico y de marketing, se expandió y cobró fuerzas en las ligas más importantes como fueron Brasil, España e Italia.  

En Argentina la historia comienza en 1950, con la llegada del libro técnico desde el otro lado del Rio de La Plata. En 1960, se organizaron los primeros encuentros y, una década y media después, se fundó la Confederación Argentina de Fútbol de Salón (CAFS).

La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) inauguró la representación de la disciplina en 1986, con el certamen denominado “Argentina División de Honor”, que fue adjudicado por Rosario Central. 

A nivel de selecciones, la Albiceleste inició su camino en competiciones con su participación en el FIFA Futsal Tournament, disputado en Brasil en 1987. Actualmente, cuenta con dos Copa América (2003 y 2015), dos Liga Sudamericana de Futsal (2012 y 2020), una Copa Confederaciones (2014) y un Campeonato Mundial (Colombia 2016), este último marcó un antes y después en el deporte local. 

A partir de la obtención del torneo más importante a nivel intercontinental de selecciones, la disciplina en territorio argentino creció a pasos agigantados. Mientras que la rama masculina ajustó detalles referidos a sueldos de los jugadores, aumentó la popularidad y mejoró los aspectos técnico – tácticos del juego; las mujeres tomaron un rol protagónico, puesto que, en la escena del ejercicio llevado a cabo en el rectángulo de 40 metros por 20 se conformaron una serie de clubes con el afán de reforzar el campeonato femenino que, anteriormente, estaba compuesto por 14 equipos aglomerados en una única división y que, en la actualidad, a causa de las  nuevas incorporaciones, el ente regulador debió sumar un segundo nivel catalogado como Primera B, compuesta por 14 instituciones. A la máxima categoría solo se sumó una plaza.

El público en los estadios, a su vez, comenzó a ser ordenado como en partidos oficiales de fútbol, pasó de jugarse en cachas semivacías a dividirse entre aficionados locales y visitantes. Modificaciones que se trasladaron al campo de juego, antes era obligatorio cumplir con los 40 metros por 20 de espacio para el desarrollo del deporte y, actualmente, todas las canchas deben contar con un margen de tres metros desde la línea de demarcación hacia afuera. El récord de espectadores más reciente que se marcó en tierras argentas fue en la final del Título Mundial de Fútbol de Salón 2019 organizado por la AMF entre el seleccionado local y Brasil, el encuentro se llevó a cabo en el estadio Polideportivo Municipal de Montecarlo, ubicado en Misiones, ante más 6.500 espectadores, que celebraron el campeonato logrado por el plantel Albiceleste.

El capitán del combinado nacional en la cita mundialista de Colombia 2016, Fernando Wilhelm, señaló que “la AFA se centró en generar una liga que le impida a los más poderosos crear su hegemonía. Creó un espacio para los clubes más pequeños o de menor respaldo económico y, a su vez, se encargó de implementar nuevas reglamentaciones que agilizaran el juego”. Y agregó: “Noto un cambio de conciencia en los jugadores de hoy en día, más aún en los juveniles. Entienden que el futsal es una salida laboral, social y económica, y que Europa es un destino factible, donde pueden sentar las bases de cara al futuro”

Fernando Wilhelm.

El atleta que se desempeña como último hombre comparó la situación que le tocó vivir cuando emigró al viejo continente con la realidad que atraviesan en el presente los jóvenes que se dedican a la actividad a la hora de emigrar al exterior y afirmó: “Se me hizo muy difícil adaptarme a Italia, porque no era solamente un nuevo equipo y una jerarquía diferente, sino que me adecuaba a un idioma desconocido, vivir solo, defender lo mío. Era difícil separar lo deportivo de lo extradeportivo”

El ex Benfica vivió en carne propia el rotundo cambio que se originó en la disciplina asociado con el rol de las mujeres. Su hija de 10 años, la más grande de dos, siguió el camino de su padre y en agosto de 2019 ingresó a la escuela de formación del Club Social y Deportivo Pinocho. Dos meses después, el número de niñas se duplicó y la institución se vio obligada a conformar una tira de categorías para ordenar entre rango de edad a las jugadoras. 

“Nosotros (el plantel campeón mundial en 2016) tenemos un rol importante en esta inserción de las chicas en el deporte, que es el de poner el futsal en el mapa. Gracias a la lucha de las mismas protagonistas, se generó un movimiento cultural que rompió con todos los tabúes que giraban en torno a una mujer que patea la pelota. Se las trata como seres humanos que son”, remarcó el campeón del mundo de 38 años. 

Un partido de la liga femenina entre River y Kimberley.

Wilhelm se refirió al período de crecimiento de la actividad y manifestó que “el verdadero e inmenso cambio se va a lograr y dará resultado dentro de 10 años”. Y agregó: “El proceso debe comenzar con el puntapié derecho de la liga y fomentar el ejercicio por medio de la masividad y viralización del mismo. Al jugador argentino le faltan aditivos psicológicos como es el de competir con público desde temprana edad y recursos secundarios que se aprenden gracias a la presión del espectáculo que la gente convierte a causa la popularidad del juego”. 

El atleta debe creer que no tiene un techo que le impida progresar, sino está frito. Uno tiene que ser consciente del lugar donde está y representar a su nación y su juego con inteligencia y profesionalismo”, sentenció el surgido en Glorias Futsal.

Leones: crónica de una medalla dorada

Por Fausto Faccini

El entrenador Carlos “Chapa” Retegui siempre había elegido Mar del Plata para las preparaciones previas a torneos importantes. Para él es un lugar óptimo geográficamente. Conoce muy bien la ciudad y sabe que ahí su equipo tiene lo que necesite. Con el enfoque en Río 2016, se decidió que ese año los Leones hicieran dos pretemporadas en aquel lugar. Una en enero, otra en mayo. Ese último viaje era el final de una preparación de tres años para ir por el sueño de todo el hockey argentino.

Con la llegada de Retegui en 2013 se había marcado un cambio en el método de entrenamiento. El equipo solía entrenar seis horas semanales. Con el nuevo cuerpo técnico, el tiempo de entrenamiento aumentó de forma escalonada hasta alcanzar un promedio de 35 horas a la semana, con un pico máximo de intensidad y carga horaria en las pretemporadas.

En un día habitual en Mar del Plata, los jugadores se levantaban a las siete de la mañana e iban a entrenar a la playa sin desayunar. Les causaba gracia cruzarse a la gente que salía de los boliches, mientras que sus días recién empezaban. Corrían alrededor de 10 kilómetros y volvían al hotel para el desayuno. Después tenían entre uno y dos turnos en la cancha de hockey, y gimnasio al final del día. La idea era que al final de la jornada, el equipo haya corrido más de 30 kilómetros.

El plantel creía en el mensaje del cuerpo técnico, pero era más que habituales en los días de preparación en la Costa Atlántica las quejas de los jugadores por las cargas de los entrenamientos. “Si no me putean me tengo que ir a mi casa” decía Retegui. Para él, las quejas por la intensidad que pedía eran naturales. De todas formas, ya se había ganado en esos tres años la confianza de los jugadores.

En ese proceso previo a Río, los Leones habían sido segundos en las World Leagues de 2013 y 2015, terceros en el Mundial 2014, y campeones de los Panamericanos 2015. Los resultados se daban y el plantel veía que lo que Retegui les decía que iba a suceder, finalmente pasaba. Las indicaciones que recibían de parte de él, cuando se llevaban a la práctica terminaban con una mejora en sus rendimientos individuales. Esos indicios formaron la credibilidad de Retegui, quien le decía a su cuerpo técnico que iban a ser campeones del mundo.

Si había que guiarse por antecedentes, el oro parecía imposible. La mejor participación del hockey masculino a nivel olímpico había sido en 1948, un quinto puesto en el que no pasó de la fase de grupos. Argentina venía de ser décima en Londres 2012 y de no clasificar para Pekín 2008. Aunque la historia no estuviera a favor, desde antes del primer partido los jugadores ya creían en poder conseguir el logro deportivo de sus vidas.

Desde el día que los Leones pisaron Brasil, ya tenían claro que iban solo a competir, y una muestra fue la ausencia en la ceremonia inaugural. Como debían jugar al otro día a las 10 de la mañana, no fueron al desfile y se juntaron todos en una plaza dentro de la Villa Olímpica. Con el mate de por medio, y mientras veían pasar a las delegaciones rumbo al estadio, surgió una charla que fue un clic para el grupo.

-¿Para qué está el equipo?- le preguntó el delantero Juan Saladino a los jugadores que tenía cerca.

Si me dicen de firmar el bronce no lo hago- respondió Manuel Brunet. Todos estuvieron de acuerdo con esto. En medio de una charla llena de reflexiones, algunos jugadores llegaron a llorar de la emoción.

Al día siguiente llegó el debut ante Holanda. Los jugadores se levantaron, desayunaron juntos y fueron a hacer un trabajo de activación. El micro salió rumbo al estadio cerca de las 8:30. Cuando llegaron, se cambiaron, habló Retegui y salieron a la cancha 45 minutos antes para calentar. Como en cada partido, lo primero que sacó del bolso el preparador físico no fue un cono ni una bocha de hockey. Sacó una pelota de fútbol.

Los argentinos, entre risas, se pararon en ronda. La gente que los veía por primera vez se sorprendía. Del otro lado, los holandeses hacían físico. Un jugador sacó y empezó el famoso “que no caiga”. Un solo toque. Al que se le caía la pelota, perdía. Puede sonar raro para un equipo de hockey,  pero lo hacían al principio de cada partido. Había nacido como una cábala, pero con el tiempo se volvió el momento del grupo para divertirse y bajar las tensiones.

El debut terminó igualado. Argentina en un momento caía 3-1, pero lo empató con goles de Vila y Paredes en el último cuarto. Fue un comienzo positivo, si se tenía en cuenta que se perdía por dos goles y el rival había sido plata en el último mundial y en Londres.

Al otro día los Leones no tenían partido. Los días de descanso, si bien había entrenamiento, tenían tiempo para entretenerse y los horarios eran libres. Jugaban al ping pong en el sector de juegos, se juntaban en las plazas a tomar mate y hacían el juego de la entrada en calor. Retegui iba a estudiar rivales a la cancha y le permitía a los jugadores ir a ver otros deportes, pero estos no lo hacían para descansar.

El partido siguiente fue con Canadá, dos días después de Holanda. Argentina ganó 3-1 y con ese resultado se acomodaba en el Grupo B. No parecía difícil la clasificación, avanzaban cuatro equipos de seis a cuartos de final. Igual, era mejor salir lo más arriba posible para evitar rivales difíciles en la próxima ronda.

Hasta el momento, se habían dado resultados lógicos en el grupo. Alemania iba primera, y atrás Holanda y los Leones, pero llegó una derrota que no se esperaba y alteró la normalidad de la zona. El rival fue India, el máximo campeón olímpico con ocho medallas de oro. Sin embargo, no se consagra desde 1980 y en los papeles era un rival a vencer. Los asiáticos ganaron 2-1 y pasaron a Argentina en la tabla.

Ya pasó India. Todo depende de nosotros– dijo Retegui a sus jugadores después del partido. El equipo dejó atrás la derrota y empató al otro día con Alemania, el bicampeón olímpico. Con ese resultado los Leones no podían perder en la última fecha, en la que le ganaron a Irlanda y pasaron de ronda. En cuartos esperaba España.

Al partido con los españoles los jugadores lo consideran el peor que jugaron en Río, pero alcanzó para ganar 2-1. El plantel fue al hotel a ver por televisión el duelo entre Alemania y Nueva Zelanda, de donde salía el próximo rival. La mayoría quería jugar con los europeos por su juego ofensivo, aunque estos fueran los últimos bicampeones. Alemania dio vuelta su partido a falta de segundos y pasó a semis.

Contra el rival más difícil desde la previa, los Leones sorpresivamente jugaron el mejor partido. Tras ganarle 5-2 a Alemania, aseguraron la primera medalla de la historia del hockey masculino. El festejo, medido. Estaban decididos a ir por el oro.

En la final olímpica, los Leones jugaron con dos bajas claves, se habían lesionado Paredes y Matías Rey. Empezaron un gol abajo, pero a los seis minutos del segundo cuarto ya pasaban a ganar 3-1. El descuento de Bélgica le puso todavía más emoción al partido, que en el último cuarto se jugó cerca del área de Juan Vivaldi.

Retegui había pedido, en caso de ganar por un gol a falta de poco tiempo, no ir a buscar otro más y cerrar el partido, pero Agustín Mazzilli presionó en un error en el fondo de Bélgica a falta de menos de un minuto, y con el arco vacío puso el 4-2 final. Contra la historia y los pronósticos, pero con convicción y sacrificio, los Leones se colgaron la medalla de oro y le dieron al hockey argentino el logro más importante de su historia.

Bocha Maschio, memoria viva del fútbol

Por Pedro Duffau, Leandro Gambino y Marcelo López Aspuru

“Racing es mi segundo hogar. Soy socio vitalicio y hace 25 años que trabajo en el club. La verdad que es mi vida. Siempre le digo a mis hijos que Racing es lo más lindo que me pudo haber pasado”. Suscribe Humberto Dionisio Maschio, uno de los más grandes futbolistas argentinos de todos los tiempos.

-¿Encontrás alguna diferencia entre la época que jugabas y la actual?

-Antes, el mediocampista corría entre cuatro y cinco kilómetros por partido. Hoy hacen entre 11 y 12 por encuentro y al doble de velocidad. Es muy difícil jugar en estos días, hay muchas fricciones y los futbolistas se lesionan mucho más que antes. No pueden frenar de la velocidad que llevan. Antes te daban ventaja y uno podía dar un pase de 30 metros, te daban cierta libertad que ahora no te la dan. Hoy te enciman, te marcan, fijate que hasta a los grandes jugadores les cuesta.

El Bocha surgió en Arsenal de Llavallol, pasó por Quilmes hasta que llegó a Racing Club en 1954, el club de sus amores.  Después fue vendido al Bologna de Italia, donde también jugó en Atalanta, Fiorentina y en el Inter.

-Cuando llegaste al fútbol italiano, ¿viste algo diferente con respecto al fútbol argentino?

-La diferencia que encontré fue en la preparación física. En Racing entrenábamos tres veces por semana. Llegué a Italia para la pretemporada y entrenábamos a la mañana antes de desayunar, íbamos en ayunas y corríamos en la montaña. Después de desayunar, dormíamos y antes de almorzar hacíamos físico y con pelota. Luego almorzábamos, de vuelta dormíamos y hacíamos lo mismo que la mañana, seguíamos trabajando con la pelota.  A la noche, los jugadores salían a caminar o a tomar un café, pero yo me iba a dormir. Poco a poco me fui adaptando. El cambio que hice en la parte física fue tremenda, lo sufrí mucho al principio. Mirá que yo me cuidé siempre, pero igual me costó.

-En el Atalanta dejaste una huella muy grande.

-Sí, fueron mis mejores años en Atalanta (jugó de 1959 a 1962). Estando allí me nombraron el mejor mediocampista del siglo. Tal es así, que me compró el Inter. En Atalanta logré mi pico de rendimiento. Era un club chico, pero era difícil jugar contra nosotros porque jugábamos bien al futbol. Había jugadores de mucha categoría.

-¿Notaste algún cambio en el futbol argentino en cuanto al entrenamiento cuando volviste?

La verdad que cuando volví ya no noté esa diferencia en el fútbol argentino con respecto al italiano que había notado cuando me fui. Nosotros teníamos un preparador físico, Ojeda, que era un fenómeno, muy actualizado, estaba todo el tiempo informándose. Nos hacía entrenar muy bien, la verdad que me adapté perfectamente. Incluso me cargaban los muchachos, Juan Carlos Rulli (compañero en Racing) me decía: “Bocha deja de robar que ya estás grande”. Tiempo después, me confesó que yo jugaba mejor que ellos y era uno de los que más corría.

Maschio regresó a Racing y salió campeón del torneo local, la Copa Libertadores y la Copa intercontinental en 1967 ganándole al Celtic de Escocia 1 a 0 con el tan recordado gol del “Chango” Juan Carlos Cárdenas.

-¿Qué significó lograr la primera y única Copa Intercontinental con Racing en 1967?

-Fue una sorpresa muy grande para mí. Mi único deseo era terminar mi carrera dignamente en Racing. Yo hablaba con el entrenador Juan José Pizzuti y él me decía: “Yo necesito a alguien como vos que pueda darme un poco de pausa”. Cuando llegue acá, Racing tenía un invicto de 15 partidos. Tal es así, que salimos campeones y estuvimos 25 partidos más sin perder. En 1967, teníamos un equipo fantástico. Una vez estábamos ganando 4 a 0 y el director técnico nos dijo: “Ahora no se van a tirar atrás eh”. Pizzuti tenía una mentalidad ganadora tremenda, para mí un genio. Nos enseñaba mucho. Antes de cada entrenamiento nos hablaba 30 minutos de la vida y de futbol y nos decía que siempre había que atacar y nunca defenderse. La única vez que estudió al rival fue al Celtic. Nos dio un librito con todas las indicaciones a cada uno.

-¿Tenés alguna anécdota con Pizzuti?

-Yo le había dicho a Pizzuti que dejaba el futbol. Entonces siempre me sacaba todos los partidos. Un día me enojé y le pregunté porque siempre me sacaba, insultándolo y al otro día me respondió: “Cómo me puteaste ayer”. Pizzuti era tan inteligente que no te contestaba ahí en el momento porque por ahí el jugador estaba tan embalado que no sabía dónde podía terminar esa conversación. Pizzuti era un genio como técnico. Yo era muy amigo de él. De joven yo iba a su casa o él venía a la mía.  Pero después en la cancha le teníamos que hablar de “usted”, no quería que nadie lo tutee. Ahí éramos todos iguales. Pizzuti no hacía diferencia y nos enseñó mucho a todos.

El Bocha jugó en la selección argentina entre 1956 y 1957 y en la italiana, en la que participó en el Mundial de Chile en 1962.

-¿Cómo fue jugar en dos selecciones, tanto en la italiana como en la argentina?

-Jugué en la selección italiana de casualidad ya que el número 8 de ellos, Giampiero Boniperti se lesionó y entonces me convocaron a mí. Participé de cuatro partidos antes de ir al Mundial de Chile. Fui porque se lesionó ese hombre que era un fenómeno a último momento. En la Selección Argentina salimos campeones del Sudamericano en Lima en 1957 (hoy Copa América).

-¿Cómo fue salir campeón con la Selección Argentina?

-La verdad que fue un equipazo el que jugó en Lima. Estaba Orestes Corbatta, Antonio Angelillo, que jugó poco en Argentina, un jugadorazo con mucha categoría. Fue el goleador del Inter durante muchos años. Estaba Enrique Sivori, otro genio, y Osvaldo Cruz que jugaba de extremo izquierdo. Le ganamos a todos por goleada. Ganamos 8 a 2 a Colombia, 3 a 0 a Ecuador, 4 a 0 a Uruguay, 6 a 2 a Chile, 3 a 0 a Brasil y salimos campeones. Hubo una anécdota: el técnico Guillermo Stábile nos dio una noche libre y salimos todos. Al otro día, perdimos 2 a 1 contra Perú y el embajador argentino en aquel país, el General Dalton, se enojó con nosotros y nos dijo: “Ahora esta gente nos va a cargar, por favor hagan la revancha”. Entonces el entrenador nos reunió a todos y nos dijo: “El que quiere ir a Buenos Aires se va. El que se queda, vamos a hacer la misma vida que hicimos antes”. Desayunábamos en el hotel e íbamos al club “El revolver” a 20 kilómetros, ahí entrenábamos y almorzábamos. A la tarde entrenábamos de vuelta y a dormir. Les ganamos 4 a 1 a los peruanos. Fue un equipo fantástico.

-¿De dónde surgió el apodo Carasucias? 

-En ese tiempo, había una película que se llamaba “Los Carasucias” sobre muchachos que eran de la vida, de casas pobres. Jugamos tan bien en Lima que nos pusieron “Los Carasucias”. La verdad que era un equipazo.

-En el Mundial de 1962 jugando para Italia, ¿la pasaron mal en el partido contra Chile en la famosa “Batalla de Santiago”?

-Había un periodista italiano que se equivocó, habló de la pobreza y el sistema de vida que había en Chile. Al escuchar eso, todos los chilenos estaban en contra de nosotros. No podíamos dormir porque venía toda la gente a la madrugada y nos tiraba piedras, ponía música, cantaba y tocaban el bombo. Y cuando jugamos contra ellos en la primera ronda, el referee era un inglés y nos perjudicó. Al principio expulsó a uno nuestro y a los 29 minutos nos echó a otro. Jugamos todo el partido con nueve hombres y perdimos 2 a 0.

-¿Cuál fue el mejor jugador que viste adentro de una cancha?

-Mirá, vi a Alfredo Di Stefano, un genio. Jugué contra él varias veces. Era veloz, jugaba en toda la cancha, metía goles y daba pases gol. Después lo vi a Pelé. Otro fenómeno. Jugué un par de veces contra él también. Además, la humildad de ese hombre, no te podés imaginar. Después lo vi a Johan Cruyff, a Diego Maradona y a Lionel Messi. Cada uno en su época fueron los mejores. Otro gran futbolista actual es Cristiano Ronaldo, gran jugador y goleador.

Humberto “Bocha” Maschio fue un mediocampista excelso y que a la vez hacía goles. En 1968, terminó su carrera en Racing con 44 goles en 139 partidos. Y en la Selección Argentina marcó 12 goles en 12 encuentros.

El destino quiso que sea entrenador de Independiente. Salió campeón de la Copa Libertadores y la Copa Interamericana en 1973. En Racing tuvo un paso breve como técnico, hizo dupla con Gustavo Costas en la temporada 1999/2000.

Con el paso de los años, está más vigente que nunca y, para todos los hinchas de Racing y del fútbol, el Bocha será una leyenda.

“La sensación de representar a la bandera es increíble”

Por Victoria Mezzorana

Jugadora de waterpolo en el Centro de Actividades Acuáticas Moreno (CAAM), Lourdes Ribó realizó dos temporadas en distintos clubes de España y forma parte del plantel de “Las Tiburonas” desde el 2013: “Es un orgullo total y una satisfacción enorme saber que todo el esfuerzo que una hizo a lo largo del tiempo es retribuido de alguna manera” declaró.

Un 16 de septiembre de 1998 Lourdes abandonaba la calidez de la panza de su mamá para descansar un tiempo del agua y recorrer sus primeros años de vida en tierra firme. Criada en la zona oeste de Buenos Aires, en una casa acostumbrada al deporte y habitué de la vida de club desde que tiene recuerdo, en la primaria comenzó natación.

“Lula” no era tan buena nadando, por lo que no se anotaba ni participaba en ninguna de las competencias intercolegiales, pero en el Bartolomé Mitre, escuela a la que asistía, los últimos minutos de la clase acuática se basaban en jugar un rato con la pelota. Era ahí donde ella se destacaba.

En 2010 aproximadamente, mientras cursaba su último año de primaria, la invitaron a realizar waterpolo de forma extracurricular: “Para la Lourdes de ese entonces, la idea de un deporte en equipo que involucraba meter la pelota en el arco contrario, era fantástica, y de esa manera empecé a entrenar”.

Luego de un tiempo, con su familia allanándole el camino como sostén principal y ya formando parte del CAAM, fue citada al equipo de la Selección Argentina de Waterpolo en el 2013: “Fue de alguna manera algo inesperado para mí. Hacía tres años que jugaba y había empezado a entrenar con la Selección hace meses, de cara al Torneo Sudamericano de Actividades Acuáticas de categoría sub20. Me sorprendió porque yo era muy chiquita, era juvenil todavía”.

Mientras intenta que el waterpolo no sea el centro ni eje de su vida, tarea difícil dado que la compagina en función de eso, Lourdes estudia medicina en la Universidad de Buenos Aires. A lo largo del tiempo desarrolló una manera de organizarse con ambas responsabilidades y encontró un balance, entendiendo que a veces se puede dar el 100% y otras quizás no: “Una tiene que jugar con esas frustraciones. Aprendés a ser más eficiente en la facultad porque después tenés que ir a entrenar o acomodás los horarios de una actividad en relación a la otra. Es cuestión de acostumbrarse, ir acertando lo que te sirve y lo que no”.

Lourdes, que no es muy cabulera, necesita siempre ir escuchando música camino a la sede donde se vaya a disputar el partido, para calmar la ansiedad, los nervios, tomarse unos minutos para sí misma y relajarse.

Uno de los momentos de mayor disfrute que le regaló la albiceleste fueron los Juegos Universitarios en Taipéi, donde supo disfrutar del “altísimo nivel del torneo”, más allá de los resultados: “El impacto más grande que me llevo de la carrera fue el momento en el que puse un pie en la Villa Olímpica y dimensioné la importancia de lo que estaba representando. La sensación de representar a la bandera es increíble”

Pese a que mantiene un lazo de afinidad con sus compañeras de Selección, destaca que su segunda familia y hogar se encuentra en el Centro de Actividades Acuáticas Moreno, donde hace ya varios años disfruta de la rutina de todos los días con gente que valora, aprecia y la ha ayudado a lo largo de su carrera.

Por otro lado, al ser un deporte amateur, a nivel club no recibe ningún tipo de ayuda por parte del Estado y se solventa sus gastos ella misma, aunque a nivel Selección existe un sistema de becas que cubre un número limitado de jugadoras, lo cual según destaca “está bueno porque de alguna manera aumenta la competencia” ya que está clasificado por mérito.

En esa línea, la oriunda de Ituzaingó afirma que “no es posible vivir del waterpolo en la Argentina” y es por esto que muchas veces los jugadores emigran para poder perfeccionarse y dedicarse al 100% al deporte. Además, tras haber hecho dos temporadas en el exterior, una en el club Natació Rubí y otra en el Natació Catalunya, ambos clubes de España, asegura que se iría a jugar a otro país en caso de que se le diera la oportunidad nuevamente.

Rodeada de amistades que supieron entender la importancia que tiene el deporte en su vida, alguna vez se planteó abandonarlo por las exigencias propias del nivel y ciertas frustraciones que tuvo, pero siempre fue más fuerte la pasión.

Por último, conforme por las metas logradas, con 22 años y en pareja con un colega del deporte, considera que todavía le queda un extenso sendero por recorrer y destaca que le gustaría lograr un podio con “Las Tiburonas”. En lo personal, hoy se siente mejor plantada que 7 años atrás y se valora mucho más como jugadora, lo cual le da mayor confianza.

Las chicas del fútbol ciego piden cancha

Por Lucas Pacheco

Lucía D’Abramo es una jugadora apasionada del fútbol, y juega tanto para Las Romanas, el primer equipo de fútbol femenino para ciegos, como también para el seleccionado argentino de aquella modalidad. Desde pequeña se enamoró del deporte de la pelota y, en 2016, fue de las pioneras en el proyecto de jugar entre mujeres en el Instituto Román Rosell, en San Isidro, luego de que una amiga suya le comentara que se estaba armando un equipo.

En la modalidad del fútbol para personas con discapacidad visual, se juega de a seis jugadores o jugadoras más el arquero o arquera; que además de ser el único miembro del equipo con visión plena, cumple el rol de guía dentro de la cancha. La única otra distinción importante con el estilo tradicional de la disciplina, es que la pelota es sonora.

Para la mediocampista, poder jugar es uno de los aspectos más importantes de su vida, lo que más disfruta hacer. Ello lo refleja en su constancia al entrenar: “Tengo dos entrenamientos por semana con Las Romanas, dos con la Selección Argentina, y agrego también un quinto semanal, más bien aeróbico. A veces me pierdo alguno por trabajo, pero intento recuperarlo para estar al día.”

No obstante, este último año enfrentó un obstáculo más: la cuarentena por la pandemia del COVID-19. Lucía se entrena en su casa, con indicaciones vía zoom; pero no es suficiente: “Extraño mucho a la cancha, a mis compañeras, patear, realizar un buen pase largo […] entrenar sola fue muy frustrante al principio, porque vas con la pelota en la habitación y te chocas con todo.”

En cuanto a lo competitivo, el parate futbolístico impidió que se pudiera desarrollar el primer Campeonato Mundial, en noviembre en Nigeria; y para el que el seleccionado nacional se había preparado mucho. Además, no se pudo jugar la Liga Argentina, que además del cuadro sanisidrense cuenta también con Las Guerreras de Córdoba y Las Albitas de Salta.

Al respecto del ámbito del fútbol para chicas con discapacidad visual, D’Abramo espera que el proyecto siga creciendo a nivel provincial y nacional, para poder tener más cuadros en la liga. Desde Las Romanas se plantearon estrategias para poder conseguir mayor difusión a través de las redes, para que más mujeres conozcan al deporte y se animen a jugar: “Le dimos más vida a las redes sociales, y buscamos atrapar con contenidos tematizados por día en recuerdos, actualidad y perfiles de jugadoras. Tuvimos buenos resultados, y llegamos a más gente.”

Se mostró positiva y animada en cuanto al futuro de la disciplina, aunque reconoció que será todo un proceso: “Vamos por buen camino, hay respaldo de las instituciones; pero falta mayores espacios en los clubes donde ya se practica esta modalidad a nivel masculino. Allí debería haber más campus y exhibiciones femeninas.”

No duda en que el avance del fútbol femenino profesional las ayude en el envión, pero necesitan que las mujeres con discapacidad visual puedan enterarse más de que pueden jugar: “Muchas tienen miedo a meterse por correr, caerse, golpearse. Hay que animarse, porque si no lo vivís no sabés como es. Por ahí una chica está interesada en probar pero no sabe cómo son las pelotas que usamos siquiera.”

A pesar de todos los obstáculos de la actualidad, Lucía D’Abramo y el resto de la Selección Argentina femenina de fútbol para ciegos continuarán entrenándose al máximo con las ilusiones de poder concretar el sueño de disputar un Mundial en 2021.