viernes, abril 26, 2024

Nunca bajar los brazos para alzar el Bronce

Por Julieta Della Sala y Matías Zuñez

“La zona de la Argentina es muy, muy difícil”, había advertido el ex entrenador de la selección argentina de vóley, Julio Velasco, previo al inicio de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Rusia, Brasil, Francia, Túnez y Estados Unidos eran las naciones que integraron el Grupo B junto al combinado Albiceleste y comenzaron con las mismas ilusiones por las medallas olímpicas, de las cuales la única que partió como inferior era la africana.

El técnico marplatense fue quien arrancó este proceso desde su arribo a la selección argentina en 2014, y el que viajó a Río 2016 junto a figuras de este combinado como Luciano De Cecco –el capitán-, Bruno Lima, Ezequiel Palacios, Facundo Conte, Cristian Poglajen, Sebastián Solé y Martín Ramos.

Marcelo Méndez tomó el mando de la Selección Argentina en 2018 para continuar el proyecto que inició Velasco con una buena trayectoria encima tras exitosos pasos por River Plate en Argentina, el Son Amar Palma de España, la selección española, el Monte Claros y el Sada Cruzeiro, los dos últimos de Brasil.

Los logros no tardaron en llegar para el técnico más vencedor de la historia de la Superliga Brasileña masculina y los objetivos importantes se cumplieron: el séptimo puesto en la VNL 2019, medalla de Oro en los Juegos Panamericanos Lima 2019, segundo lugar en el Sudamericano 2019 en Chile y la clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

El camino empezó con las derrotas por 1-3 ante el Comité Olímpico Ruso y por 2-3 ante los brasileños –este último habiéndolo iniciado ganando por 2-0-, dos golpes que complicaban el acceso a la siguiente ronda ya que únicamente pasaban cuatro de los seis del grupo. La dificultad de la zona argentina tuvo mayor notoriedad a la hora de las semifinales, que contaron con cuatro de sus representantes.

En el tercer partido, ante la complicada Francia, los dirigidos por el ex entrenador de River ganaron por 3-2 y sacaron a relucir una característica que tuvo este equipo a lo largo del torneo, y que ya evidenciaba Velasco antes de Tokio: “Los argentinos son jugadores que no solamente entrenan bien, sino que juegan sin tenerle miedo a nadie. En ese sentido, Argentina es un equipo de personalidad”.

La madurez de estos voleibolistas que ya contaban con un Juego Olímpico encima, o dos en el caso de De Cecco, Conte, Poglajen y Solé, sumado al talento de jóvenes prometedores como Santiago Danani y Agustín Loser, hicieron de un conjunto con buen juego, carácter y difícil de vencer para el resto, que logró grandes cosas.

Luego, la Argentina derrotó por 3-2 a Túnez y por 3-0 a Estados Unidos para pasar a los cuartos de final en los que eliminó por 3-2 a Italia. “Cuando perdimos con Brasil parecía que se venía el mundo abajo, pero se levantaron. Estos chicos tienen determinación. Tienen los objetivos bien claros. Estoy orgulloso de los jugadores”, manifestó Méndez después de clasificar a la semifinal del campeonato.

Por las semifinales, Argentina cayó ante una Francia inspirada por 3–0, pero el sueño olímpico aún no terminaba: había que enfrentar a Brasil, quién quedó en la misma instancia tras perder con Rusia, para buscar un lugar en el podio.

La Selección Argentina de Voleibol ganó su primera medalla olímpica – Bronce – en los Juegos Olímpicos de Seúl, en 1988, al derrotar a Brasil por 3–2. Hugo Conte, ex jugador, fue figura en ese equipo. Quien supo ser central, opuesto y punta, también obtuvo la medalla de Bronce en los Juegos Panamericanos de 1983.

Conte es uno de los mejores deportistas de la historia y mejor aún en su disciplina. Pero lo que lo sigue uniendo tan vigentemente al vóley, además de su histórica carrera, es la aparición de su hijo, Facundo.

La primera participación fue durante el Mundial Juvenil Sub 19 en 2007. A partir de allí, debutó en la mayor en la Copa América 2008 y fue parte del equipo ganador del Sudamericano de ese mismo año, frente a Brasil. En 2009 jugó su primera Liga Mundial y luego comenzó su carrera en Italia, en el Zinella Bolonia, donde fue entrenado por su padre.

Desde 2010 hasta ahora, “El Heredero”, así lo “bautizó” el relator José Montesano, participó en el Campeonato Mundial FIVB –vice capitán a sus 21 años-, obtuvo el 5to puesto en los Juegos Olímpicos de Londres, ganó la medalla de Oro en los Panamericanos de Toronto (de nuevo ante Brasil, por 3–2) y logró el 5to puesto en los Juegos Olímpicos de Río.

Finalmente, tras 33 años, la Argentina vuelve a subirse a un podio olímpico, ganándole a Brasil por ¡3 – 2 nuevamente! (25–23, 20-25, 20–25, 25–17 y 15–13) obteniendo la medalla de Bronce. Al igual que su padre en 1988. Contra el mismo rival. La misma medalla. En el mismo continente, y por 5 sets.

No es un detalle menor agregar que Conte mayor y Montesano, periodista de Tyc Sports, fue la dupla que narró y comentó al vóley en este Juego Olímpico desde Tokio. Todos los argentinos recordarán sus transmisiones, los latiguillos y los apodos para “Palacete” (Sebastián Palacios), “El Tanito” (Santiago Danani), “El Heredero” (Facundo Conte), “El Polaco” (Cristian Poglajen), “El Nene” (Bruno Lima) y “El Nene Malo” (Sebastián Solé).

La coincidencia del padre viendo al hijo seguir sus pasos y comentando su rendimiento en la cancha. “¡Te quiero Twister!”, le decía José Montesano en cada punto sumado. Resiliencia fue el valor que mostró este grupo de jugadores, que pasaron de estar casi eliminados en el segundo encuentro, a ganar la segunda medalla olímpica de Bronce en la historia del vóley argentino.

“Hugo, ahora tenés que ir a buscar los premios de tu hijo. Es un hijo de tigre, de verdad, y tenés que estar orgulloso, pero recontra orgulloso de lo que hace tu hijo adentro de la cancha. Porque él también, como vos, la tiene tatuada a la camiseta”, le expresó una vez Diego Armando Maradona.

“Mi hijo de chico jugaba con mi medalla de Bronce, ahora de grande yo me voy a poner la suya”, declaró Hugo Conte tras la obtención del tercer lugar. Esta camada de pibes hizo historia. Sin tener el primer puesto, ganaron mucho más que el Bronce. Ganó el esfuerzo y la dedicación. Ganó el nunca bajar los brazos. Ganó el colocar al vóley argentino en lo más alto.

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