domingo, septiembre 7, 2025
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Brasil y una liga de fútbol contra la homofobia

Tatiana Milani @TatMilani

Algo de público conocimiento es que el fútbol masculino es considerado como la cantera del machismo y la homofobia. Hay miles de casos de jugadores que practicaban este deporte cuando eran chicos, pero entendieron que si querían reconocer su elección sexual debían abandonarlo, porque jamás iban a ser aceptados en ese ámbito, y otros tantos que no aguantaron la presión y llegaron al extremo de quitarse la vida.

Uno ejemplo es el del brasileño Douglas Braga quien a los 12 años se mudó a Río de Janeiro para perseguir el sueño que tiene cualquier niño latinoamericano: ser futbolista profesional. Hasta llegó a abandonar la escuela secundaria para poder entrenarse ocho horas diarias y los 18 años lo alcanzó, fue fichado como arquero del club Botafogo. Cuando todo iba sobre ruedas y su sueño ya estaba casi realizado, un hombre llegó a su vida.

Tres años después de esto, por una cuestión jurídica de contratos, estuvo un tiempo sin jugar. En ese entonces encontró y se enamoró de su primer novio. “Jugando a fútbol, realmente no sabía ni aceptaba que fuera homosexual”, explicó Braga y debido a esto abandonó la disciplina y decidió ser abiertamente gay. No obstante y por suerte, descubrió la LiGay.

“No hay una ley que lo prohíba, pero en Brasil hay una barrera social que, de hecho, prohíbe a los gays jugar. Ahora muchos están redescubriendo el deporte después de haber sido intimidados como niños”, comentó André Machado, uno de los principales impulsores de la liga mencionada.

Machado tuvo una idea para manifestar esta exclusión, la creación de la LiGay Nacional de Futebol (LGNF) en agosto de 2017. Este es un torneo donde los equipos aceptan que sus jugadores sean como ellos quieren ser. Por el momento los partidos son de siete contra siete, con 12 minutos de duración. Ocho son los conjuntos que integraron la primera Champions LiGay. Se dividieron en dos grupos de cuatro y los dos mejores de cada zona clasificaron a la semifinal. Bharbixas fue el campeón.

En abril del año corriente comenzó la segunda edición y ya duplicó el número de equipos inscriptos (ahora son 16). Pero los organizadores aspiran a más. En agosto se llevarán a cabo los World Gays Games y ellos quieren llevar a tres de sus mejores grupos.

“No solo somos organizadores de encuentros deportivos, en cambio, somos gestores de un cambio de mentalidad que se hace desde un juego”, afirmó Machado. Mientras más viralización se puede hacer de estos hechos más se va a transformar el pensamiento de la sociedad. En el último año, según el Grupo Gay de Bahia (GGB), hasta septiembre del 2017, 277 personas murieron en Brasil por causas homofóbicas, una cada 24 horas, logrando convertirse en el año en el que más individuos fueron asesinados por ser quienes quieren ser.

La realidad es que no hay ninguna diferencia en el tipo de fútbol que juega una persona heterosexual y una gay, pero aún así hay una opinión general de la sociedad que les impide ser futbolista y los aísla. Por esto hay que generar estos proyectos donde pueden ser libres como ellos quieran. Y ya lo dijo Luis Alberto Spinetta: las habladurías del mundo no podrán atraparlos.

Los caminos de la vida de Cuadrado

Santiago Luli

Los conflictos armados en Colombia son cosa de todos los días, con diferentes grupos paramilitares, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Estado que se supone que vela por la población. Estas guerrillas se llevaron la vida de hombres, mujeres y niños inocentes que lo único que hacían era transitar por territorios signados por la violencia. Uno de estos desafortunados fue el padre del futbolista Juan Guillermo Cuadrado, también llamado Guillermo.

El barrio en el que vivían ellos no se caracterizaba por ser tranquilo, sino que todo lo contrario, era tierra de nadie. En realidad, tierra de tiroteos y balas. Las escondidas a las que jugaba el actual jugador de la Juventus no eran como las que disfrutan normalmente todos los chicos de su edad: no había un compañero que comenzara a contar para que luego los demás corrieran con adrenalina y buscaran un lugar para ocultarse. Sus padres le enseñaron que la señal que tenía para ir a un refugio era el temible sonido de un arma disparándose, y en caso de no encontrar dónde quedarse, las consecuencias podían ser peores.

Como de costumbre se inició una balacera en el vecindario y Juan, con cuatro años, se ubicó debajo de su cama para poder protegerse del enfrentamiento, hasta que cesaron las explosiones de las pistolas. Sin embargo, cuando salió de su escondite, observó la imagen más trágica de su vida: su padre había fallecido en el piso de su propia casa, una nueva víctima de la coyuntura colombiana.

Desde ese día, la familia de Cuadrado tuvo que adaptarse a las dificultades: las sentimentales, al perder a alguien tan querido, y las económicas, ya que se habían quedado sin una fuente de ingresos. Por esta última razón la madre de Juan Guillermo tuvo que ir a trabajar embolsando bananas para poder mantener su hogar. Él era tan pequeño que no tenía manera de ayudar en ese momento, aunque con el correr de los años y con la ayuda de la pelota de fútbol, que prácticamente era una extensión de su pie derecho, comenzó a crecer en el mundo del deporte, convirtiendo luego esta actividad en su ocupación para contribuir con su madre y hermanos.

A lo largo de casi 10 años de carrera el mediocampista tuvo la posibilidad de recorrer el mundo de la mano de los seis equipos en los que jugó, aunque los mejores momentos se los brindaron su club actual y el Chelsea, ya que en ambos pudo ser campeón y una de las figuras de cada liga, la italiana y la inglesa.

En la actualidad aprovecha cada oportunidad que tiene para escaparse un ratito de la vorágine del fútbol y poder ver a su familia, sea en Navidad o en otra festividad, para no olvidar sus raíces y agradecer a los y las que siempre estuvieron. También agradece a Dios, el acompañante de muchos colombianos y colombianas.

La cábala por la Selección y la legalización del aborto

Tatiana Milani @TatMilani

“Se viene la cábala, se viene la ley #SenadoresQueSeaLey twittea la diputada Brenda Austin, representante de la Unión Cívica Radical por la provincia de Córdoba, junto a una foto acompañada por otras integrantes de la cámara luego del partido en el que el equipo argentino ganó y con lo justo clasificó a octavos.

Entre algunas de las mujeres que aparecían en la imágen estaban Victoria Donda, portavoz del Movimiento Libres del Sur, y Silvia Lospennato, del interbloque Cambiemos. Algo que era imposible, hasta de imaginar, que sucedería en esta época de la famosa grieta que nada pueda unir.

Sin embargo apareció el feminismo y la ley por la interrupción voluntaria del embarazo para armar el puente que se esperaba.Ellas con sus sonrisas y sus pañuelos de la campaña por la despenalización y legalización del aborto en Argentina fueron algunas de las principales responsables de que hoy se recuerde al 14 de junio como un día clave en la política del país.

No solo fue especial por el millón de personas que se movilizó hasta el Congreso y aguantó toda la noche allí a pesar del frío, sino porque se logró aquello que se iba a buscar, la media sanción en la cámara de diputados.Esta victoria hubiese sido imposible de no ser por este grupo de Whatsapp al que lo nombraron como “L@s soror@s”.

Los otros diputados que también allí aparecían eran Mónica Macha (Unidad Ciudadana), Romina Del Plá (Frente de Izquierda), Mayra Mendoza (FpV-PJ), Cecilia Moreau (Frente Renovador), Carla Carrizo (Evolución), Alejandra Martínez Karina Banfi (UCR), Araceli Ferreyra y Lucila de Ponti (Movimiento Evita), la jujeña Carolina Moisés (Bloque Justicialista), y Daniel Lipovetsky (Cambiemos).

Todos juntos se pusieron la lucha de las mujeres al hombro y legislaron por ésta.Ahora se encuentran a la espera de que suceda lo mismo el 8 de agosto cuando se debata el proyecto dentro del conjunto se senadores, para que de una vez por todas sean ellas las escuchadas.Ojalá que este grupo continúe reuniéndose, no solo para que la Selección Argentina levante por tercera vez una copa del mundo, sino también para que los y las habitantes del país puedan tener leyes que los respalden y representen de una vez por todas.

Clairefontaine, el lugar donde comienzan los sueños franceses

Tomás Grasso @tomassgrasso

El proyecto Clairefontaine fue originalmente una creación del mandamás de la Federación Francesa de Fútbol, Fernand Sastre, y fue inaugurado por el presidente de la República, Francois Mitterand en 1988. Escondido por un pueblo de solo 913 habitantes, se construyó sobre el castillo de Montjoye, ubicado a 50 kilómetros de París y en las profundidades de un bosque.

Actualmente, es la cuna del talento, es donde se comienzan a foguear las futuras generaciones que nutrirán a la selección gala. En una sociedad que acostumbra a festejar los éxitos deportivos y no se valora el esfuerzo que conlleva el tránsito de un el largo camino al logro. ¿Qué rol cumple esta academia en el admirado proyecto del seleccionado francés?

Sin lugar a dudas que el papel es fundamental. Previo a su inauguración, el único logro deportivo destacable era la obtención de la Eurocopa 1984 con la memorable actuación de Michel Platini. La búsqueda desde sus comienzos fue darle una identidad, implementar una visión unificada para el juego nacional. Por ello se direccionó a la formación académica y futbolística de niños de entre 13 y 15 años.

Los frutos llegaron 10 años después, con la consagración en la Copa del Mundo que disputaron en condición de anfitrión. El predio los albergó tanto en el mes previo como durante la competencia, allí varios jugadores que fueron parte del instituto educativo en su infancia, volvieron a cruzarse con esos olores y rincones en los que soñaron llegar a defender la camiseta nacional, entre ellos Thierry Henry –máximo goleador histórico- y Lilian Thuram.

“Esos edificios son más que una herramienta fantástica. Son una piedra angular, una visión, una filosofía, un lugar de unidad. Cuando se abrieron, no podíamos imaginarnos el papel que este lugar jugaría diez años después”, dijo Gerard Houllier, el ex mánager del Liverpool que trabajó en la Federación a principios de la década de 1990.

Esa generación de jugadores tuvo continuidad en el tiempo y dos años más tarde alzaron la Eurocopa organizada por Bélgica y Holanda de la mano de Zinedine Zidane. Clairefontaine y la identidad que desde allí se creó, forjó una nueva camada que llevó a Francia a una nueva final del mundo en 2006, aunque esta vez cayó contra Italia por tiros desde el punto penal.

Desde ese punto alcanzado 12 años atrás hasta el día de hoy, se forjó una generación de jugadores que es la encargada de defender la esperanza de Les Bleus en Rusia 2018, la temible delantera que forma con Kylian Mbappé, Olivier Giroud y Antoine Griezmann fue formada en un 66% en Clairefontaine. Únicamente el atacante del Atlético Madrid no fue parte de la academia. Del plantel actual se puede sumar a Blaise Matuidi, Paul Pogba, N´Golo Kante y Benjamín Mendy.

Los datos estadísticos avalan un proceso que comenzó a pensarse después del declive futbolístico que vivió el país galo en la década del 60 y mediados de la del 70, y que este año cumple 30 años desde su arranque, y espera tener un aniversario a toda orquesta con la obtención de la Copa del Mundo de Rusia 2018.

Francia, entre racismo, sociedad y valores

Julián Rozencwaig

El pequeño rubio que jugó al rugby y quebró el antebrazo de un arquero con un tiro libre ejecutado desde 25 metros en su niñez ya tenía 29 años. La atribución como líder la ganó él solo al afrontar situaciones adversas como aquella en la que tuvo que comunicarle a Marcel Desailly, el único jugador de un plantel francés dentro de una nación racista nacido en África, la muerte de su hermano. Por esto y otros tantos acontecimientos más, Didier Deschamps era capitán de la Francia campeona mundial de 1998.

El 23 de mayo de aquel año, a dos semanas del inicio del Mundial, la celebración del 150º aniversario por la abolición de la esclavitud se conmemoró mediante una marcha en París. En la inauguración mundial del 10 de junio, cuatro estatuas con nombre atribuido representaron razas que pueblan el mundo: el europeo Romeo, el amerindio Pablo, el asiático Ho y el africano Moussa, efigies que instalaron su figura aquel día dentro de un país repleto de segregacionismo a los inmigrantes musulmanes y a los negros que convivían y aún conviven en suburbios franceses.

Sin embargo, cuando el combinado nacional venció 3 a 0 a Brasil en la final del 12 de julio, el júbilo no conocía de identificaciones, ni de color de piel, ni de etnia, ni de nacionalidades. El conjunto dirigido por Aimé Jacquet, el entrenador que era cuestionado por sus resultados y que admitió dos años atrás que el tiempo le daría la razón (homología entre el director técnico Jorge Sampaoli y su Selección Argentina), logró la unión del pueblo mediante el fútbol, cuando una multitud festejó en el centro parisino. Daniel Cohn-Bendit, miembro del Parlamento Europeo desde 1994, lo describió tal cual: “La noche en que la Selección de Francia ganó, Francia se unió”.

Ese equipo había logrado, aunque sea por tiempo definido pero prolongado, olvidar las diferencias sociales de la población junto al trato de inferioridad hacia los habitantes de los guetos –es hasta la actualidad que proliferan actitudes racistas hasta la aplicación de terrorismo-. Nelson Mandela, expresidente sudafricano y líder del activismo contra el sistema racial apartheid, comunicó que el logro mundialista fue un símbolo antirracista durante una visita del plantel al mandamás, actividad de la que previamente se regocijaban exclusivamente los jefes estatales.

El sábado a las 11 de la mañana la Selección Argentina enfrentará a un país unido, que se conecta pese a las barreras del racismo como lo hizo a partir de aquel 12 de julio de 1998 en adelante, cuando una Eurocopa o un Mundial se presentaba y aún hoy se presenta en su camino. Una selección francesa que, al contrario del conjunto albiceleste, no fulgura nada de lo que sucede dentro del vestuario y, en cambio, pacifica la relación grupal. Deschamps, ese nene que ya nacía líder en las categorías juveniles de Nantes, impone desde su llegada al cargo en 2012 respeto a la camiseta, al himno, a la autenticidad, a la humildad y presenta un manual para tratar con la prensa. Valores importantes para afrontar una Copa del Mundo, o lo que es idéntico: la vida.

Cortázar explicó a Argentina y a Francia

Joaquín Arias

Durante sus 69 años de vida, Julio Cortázar pisó más veces el Luna Park con motivo de algún combate de boxeo, que cualquier estadio de fútbol. En abril de 1973 publicó en la revista El Gráfico una crónica sobre una pelea protagonizada por Miguel Ángel Castellini y Doc Holliday. Escribió “Torito” para rendir homenaje a Justo Suárez, púgil oriundo de Mataderos. Estaba, y sigue estando, claro, el vínculo más intenso del autor de Rayuela con el deporte, lo marcó su pasión por el ring y los puños.

Sin embargo, hay una causa que hubiese justificado que Cortázar, a los 103 años, se recostara en el sillón de su casa de Banfield o de París para observar una pelota número 5 desplazándose en Kazán: Argentina, el país en el que se crío y creció, enfrentando a Francia, la nación que lo acogió cuando decidió escapar de la última y salvaje dictadura y que le otorgó la nacionalidad. Un encuentro que, en Mundiales, no ocurría desde 1978, cuando él y su pluma todavía latían.

Tomemos esta conexión tripartita y visualicemos cómo “Final del juego”, un libro de cuentos publicado en 1956 por el franco argentino, puede explicar las génesis y las aspiraciones futbolísticas de la selección albiceleste y la gala. No se culpe a nadie, uno de los 18 relatos, tiene como protagonista a una persona que es víctima del ritmo vertiginoso y la intensidad con la que se vive, a tal punto que fallece en el intento de ponerse un pulóver. En el ideal de Jorge Sampaoli y Didier Deschamps, sus equipos imponen ese ritmo enérgico e incesante con el objetivo de someter al rival.

En Las Ménades, otra de las historias, una mujer de rojo devora al Maestro de un concierto entre la euforia del resto de la audiencia. El potencial ofensivo de ambos conjuntos –Messi, Higuaín, Griezmann y Mbappé como exponentes destacados- permite creer que, en caso de estar iluminados y tener ese hambre voraz, el canibalismo en el ataque puede reinar. Asimismo, se puede asociar a la Selección Nacional con La Puerta Condenada: Petrone, el personaje principal que no puede dilucidar si escucha el llanto de un bebé despierto o si lo hace en sus sueños, vive entre el mundo real y el imaginario. El mundo real de Argentina en el que “las cosas se dicen de frente”, citando a Jorge Sampaoli, se ve atravesado por un mundo virtual que “te hace una persona descartable cuando perdés un partido”.

Por último, en el cuento Los venenos se produce un encuentro entre otros universos: el de la capital y el de los suburbios. En el elenco europeo, en tanto, se complementan las raíces francesas con las del África árabe y el África negra. “Black, blanc, beur”.

Argentina entera cruzará los dedos para que el sábado, cerca de las 13, el único hilo con Francia y Cortázar sea elfinal del juego para los de camiseta azul.

El conejo que derrotó al pájaro en Volgogrado

Iván Lorenz @Ivanlorenz_

El fútbol está lleno de historias. En sus pases, en sus goles, en cada caño, en cada pifia. Historias verídicas. Historias que no lo son tanto. Historias que están en el limbo, en donde hay que elegir un bando. La camiseta de la verdad o la camiseta de la fe ciega. Particularmente los Mundiales dejan muchas de estas historias ambiguas. Funcionan como un teléfono descompuesto. El boca en boca las distorsiona, las baña en subjetividad y las deja a libre interpretación. El bidón de Branco en 1990, la sentada de Antonio Ubaldo Rattinen la alfombra roja de la Reina Isabel II en 1996 o la Copa del Mundo escondida en una caja de zapatos, bajo una cama durante la Segunda Guerra Mundial, para que no se la robaran los nazis.

Si de algo se puede estar seguro es que el Mundial de Rusia dejará este tipo de historias. Tan seguro como que el Volgogrado Arena no presenciará los partidos de los Octavos de Final en adelante. Tan seguro como que cuando el estadio no acoja más partidos mundialistas, los aproximadamente 45 mil asientos serán privilegio de un club de la segunda división rusa llamado FC Rotor. Tan seguro como que Volgogrado solía llamarse Stalingrado en honor a Iósif Stalin, jefe supremo de la Unión Soviética.

Este estadio se anticipó al surgimiento de nuevas historias ambiguas porque ya tiene qué contar. El fútbol suele asociarse, a pesar de toda exageración, a enfrentamientos bélicos. Partidos a muerte. Los futbolistas son soldados, la patria misma. Volgogrado presenció otra historia, ciertamente bélica. No rodaba la Telstar 18, rodaban tanques. No había botines, había fusiles. No había selecciones eliminadas, había millones de muertos. En la Batalla de Stalingrado en 1942 no jugaron Panamá y Bélgica o Egipto y Arabia Saudita. La Wehrmacht -las fuerzas unificadas de la Alemania Nazi y el Eje- eran los visitante, y el Ejército Rojo, los locales.

De acuerdo a los ciclos mundialistas, 1942 era un año de Copa del Mundo. Sin embargo, no corrió el balón porque Europa (el planeta) estaba en guerra. El Imperio Nazi seguía en constante expansión. No había jugadores, había soldados. Volgogrado ese año tomó el papel de punto de inflexión de la historia. Esos momentos que marcan el fin y el nuevo comienzo. La Wehrmacht invadió Stalingrado con el objeto de ocuparla y el Ejército Rojo, los soviéticos, se encargaron de defenderla. Ese fue el inicio del declive del Imperio Nazi. La batalla decisiva de la Segunda Guerra Mundial. Las victorias alemanas se transformaron en pérdidas, la URSS logró torcer el brazo de los nazis y el III Reich comenzó a caer.

Allí, en la ciudad donde hoy está el Volgogrado Arena, ocurrió una de esas historias que habitan el limbo. Un duelo uno contra uno, no como el que tuvo Ferjani Sassi ante el arquero inglés Jordan Pickford. Se dió un duelo de francotiradores. Para el Ejército Rojo jugaba Vasili Zaitsev, cuyos Nikes, muy lejos de ser Tiempo, eran un rifle Mosin-Nagant. Para los de Wehrmacht, estaba el Mayor Konig, del que poco se sabe pero que utilizaba un rifle Kar-98. El Conejo Ruso contra el Pájaro de Berlín.

Zaitsev sí que existió. De orígen humilde, sus padres eran pastores. Un francotirador de la Unión Soviética, de mucho renombre pese a no ser el mejor, era Iván Sidorenko, responsable de 500 muertes. En esa parte de la historia no hay dudas. Y en que mató a 225 alemanes durante la Batalla de Stalingrado tampoco. Las dudas surgen con su rival, Erwin Konig. Poco se sabe del alemán. Pero lo poco es amigo de los grandes rumores. Los rusos cuentan que era el director de la escuela de francotiradores de la Wehrmacht, enviado para matar al Conejo Ruso. Sin embargo, los rusos no tienen documentación que certifique la existencia de tal duelo. Sí existe el testimonio de Zaitsev, su libro “Memorias de un Francotirador en Stalingrado”. También se dice que Konig era un seudónimo, que el verdadero nombre del alemán era Heinz Thorwald pero que eligió el nombre del Mayor para no ser utilizado por la propaganda rusa. El partido no era parejo. Los alemanes ocupaban casi la totalidad de Stalingrado. Pero en situaciones adversas nacen los héroes y los relatos épicos. Una prensa rusa que agigantó la figura de un francotirador como Zaitsev. El rol de los medios siempre es preponderante. Para pasar de héroe a leyenda se requiere lo extraordinario.

El francotirador ruso de ascendencia rural contra Herr Konig, un alemán de elite. El humilde contra el rico. Un rico cuya documentación se presupone quemada por los alemanes por la vergüenza de la derrota. En tiempos difíciles se necesitan grandes figuras, ejemplos que inspiren. Ese fue el papel de la prensa rusa. El héroe sin superpoderes fue Zaitsev, quien no estaba tan seguro de su victoria porque creía en las habilidades del Mayor. Pero el Ejército Rojo tenía certeza absoluta, la victoria del Conejo Ruso ante el Pájaro de Berlín era inminente. Las dudas estaban y así fue como Zaitsev decidió prepararse y consultar con otros francotiradores. Debía adquirir todas las tácticas, estrategias y formaciones posibles para edificar una construcción de juego que anule la capacidad del rival. La paciencia en un partido de francotiradores es la clave. Una rotación equivocada es un balazo en la frente.

Moverse o quedarse quieto. Mantener la posición. Por esa optó Konig. Zaitsev sabía que el alemán no abandonaría su recinto. Había que sacar al pájaro del nido. Pero antes de hacer el gol, debía encontrar el arco rival. Era consciente de las habilidades de camuflaje del Mayor. Intentó pensar en él. Meterse en su cabeza. Así fue como divisó en el frente enemigo, una chapa, en un terreno liso, sobre unos ladrillos rotos.

El Conejo Ruso hizo una jugada de potrero. Ató un guante a un palo y lo alzó. Al instante, se oyó un disparo y el guante ya no estaba entero. Un círculo perfecto, del cual Zaitsev dedujo que su instinto estaba en lo cierto. El francotirador soviético no estaba sólo. A su lado tenía a Kúlikov, un compatriota. Cautelosos, una vez descubierto el escondite, esperaron a que pasara el mediodía. El sol hubiese delatado su posición, reflejando las miras de los rifles. Kúlikov remató con su rifle al voleo para hacer sonar la alarma del Mayor. Era la hora de actuar. El compañero del Conejo, alzó su casco y sonó un disparo. Al instante Kúlikov se paró, emitió un grito y fingió una caída. Simula juez. El Alemán se asomó para protestar que la acción sea sancionada correctamente. Ni bien levantó la cabeza, Zaitsev desenfundó, forzando el pitido final, que significó la victoria del Conejo Ruso sobre el Pájaro de Berlín.

Sampaoli y Foucault, por la enajenación del sujeto

Tatiana Milani @TatMilani

Luego del sorpresivo empate frente a Islandia y de la dura derrota contra Croacia, Argentina se jugaba la clasificación y dependía de una victoria para pasar a los octavos de final de Rusia 2018. Una vez que cumplió su objetivo, Jorge Sampaoli salió a hablar con los periodistas en una conferencia de prensa. El entrenador citó, a sabiendas o sin tener idea, al filósofo Michel Foucault para explicar la realidad que no sólo se está viviendo dentro del seleccionado sino también con los hinchas y quienes actúan de enlace entre ambos.

Uno de los periodistas le consultó sobre cómo toma el cambio que, a partir del buen resultado que se obtuvo, se visualizará en los canales de televisión que, antes de esta jornada, estaban inundados de polémicas, críticas y audios filtrados en contra del plantel. Sampaoli respondió desde la teoría epistemológica de Foucault. “No creo que sea responsabilidad pura de los medios de comunicación, sino de un momento que vive el sujeto hoy. El sujeto está sujetado. Entonces, es él que necesita de todo esto”, afirmó.

Pero ¿dónde están los dichos filosóficos en esa declaración? El también filósofo Darío Sztajnszrajber lo explicó dos horas después en uno de sus cursos dictado en la Ciudad Cultural Konex. Según la mirada del conductor de “Mentira la verdad”, Foucault admite que existe una sola naturaleza. Por más que alguien origine una cosa desde la máxima innovación, está también siendo creado a partir de otra invención de algún otro y así sucesivamente. Todos estamos impuestos en una realidad que a alguien ya se le ocurrió concebir.

“Somos esclavos de los significados”, afirmó Sztajnszrajber. Ahora alguien puede estar leyendo este texto porque hubo antes un otro que se le ocurrió crear esta simbología y estas palabras para que algunas personas que hablen el mismo idioma se entiendan mutuamente. Un idioma que también fue originado de antemano. Y así con todo lo que se pueda ocurrir.

Entonces ¿cuál es la relación entre una declaración y la otra? Lo que Sampaoli quería evidenciar era cómo los televidentes y ese mundillo de las redes sociales, según sus propias vivencias impuestas por una realidad que ya se encuentra enajenada, buscan, en aquellos medios de comunicación, los dichos polémicos que se estuvieron publicando desde el inicio de la Copa del Mundo. Y los periodistas, en este caso de la sección deportes, le dan lo que éste le pide.

Foucault bien explica que es imposible destruir esa alienación, pero se pueden empezar por determinar algunas de esas cadenas. Aunque afirma que siempre va a existir una que nunca se va a lograr visualizar y va a continuar encadenando a quien sea. No obstante, lo que sí se puede hacer es generar anomalías, dentro de la actividad cotidiana, para lograr demostrar cuál es esa norma que no permite el avance y atacarla desde allí.

Otra manera de explicar esta idea de Foucault es la utilización del panóptico.Etimológicamente esta palabra quiere decir el ojo que todo lo ve. El francés fue el primero que utilizó esta denominación para simbolizar un edificio circular que en el medio impone una torre de vigilancia con guardias en la cima que miran a todas y cada una de las celdas que se posicionan a su alrededor. Pero aquella torre está materializada con vidrios polarizados que no permite ver a los prisioneros cuándo los están observando y cuándo no. Está en ellos si se quieren arriesgar o no para intentar infringir las reglas impuestas por una relación de poder.

Hasta acá cualquiera podría imaginar que esto es una penitenciaría donde se encierran a aquellas personas que cometen algún delito y son penados por la justicia de cada territorio que habita. Sin embargo, hay varios panópticos en la vida cotidiana de muchos. Los medios de comunicación son uno de ellos ya que, quienes los consumen, están presos de lo que allí supuestamente informan. El sillón de la casa es la celda y aquel aparato llamado televisor es esa torre de vigilancia con personas adentro que su único trabajo es controlar nuestro comportamiento. Está en cada uno de los televidentes arriesgar e infringir las leyes de la comunicación para romper con esto.

Entonces, lo que Sampaoli quería decir es que hay distintas causas por las cuales la propia clientela de los programas de televisión, redes o radio, entre otros, sean los que ponen en agenda los temas de los cuales se habla. Sin embargo, esas mismas personas de antemano están siendo influenciadas por otros dispositivos y otros y otros y otros.

Los Avispones de Chilpancingo y los 43 de Ayotzinapa

Santiago Ballatore

El 26 de septiembre de 2014 fue uno de los días más oscuros de la historia de México. Un micro que llevaba estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, que estaba pasando por la ciudad de Iguala y se dirigía a la Ciudad de México para la marcha conmemorativa de la Masacre de Tlatelolco, fue detenido violentamente a tiros por la Policía. Seis estudiantes fueron asesinados y otros 43 permanecen desaparecidos.

Si bien el gobierno de Enrique Peña Nieto nunca dio respuestas concretas sobre qué pasó con los estudiantes, la lucha que exige justicia con la consigna “Son 43” sigue muy activa. La masacre puso a un país en alerta y hasta Javier Chicharito Hernández, el delantero que en para este Mundial de Rusia pide “imaginar cosas chingonas”, se solidarizó con las familias de las víctimas en las redes sociales. “Mi solidaridad y oraciones a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa”, escribió el ídolo mexicano que en ese momento jugaba en Real Madrid.

Pero ese no fue el único hecho nefasto que sucedió ese día. El equipo de la tercera división mexicana Avispones de Chilpancingo estaba arriba de un micro volviendo a su ciudad luego de disputar un partido en la ciudad de Iguala. Poco tiempo pasó desde la partida del autobús para que comenzara la tragedia. Iban aproximadamente 15 minutos de viaje cuando comenzaron los disparos. Les estaban disparando desde afuera del micro sin razón alguna. Un tiro tras otro, sin un descanso que al menos hiciera que los integrantes del plantel asemejaran lo que les estaba sucediendo. Se cree que el micro fue confundido con el de los estudiantes de Ayotzinapa.

La reacción de casi todos los pasajeros fue tirarse al piso. Casi todos porque David Josué García Evangelista, futbolista de tan solo 15 años, no lo hizo, no llegó a reaccionar. Fue una de las tres víctimas fatales del hecho. Fue asesinado sin saber por qué, sin entender siquiera lo que estaba sucediendo.

Víctor Lugo Ortiz era el chófer del micro. Recibió disparos en los brazos, piernas y en la cabeza. Vaya que se resistió a la muerte que sus signos vitales aguantaron un rato, hasta que en el hospital dijeron basta. Así se fue otra de las personas asesinadas en la masacre. Porque fue una masacre en la que uno de los bandos ni siquiera pudo imponer resistencia.

Blanca Montiel Sánchez no tenía nada que ver con el equipo. De hecho, ni siquiera estaba en el micro. Simplemente era pasajera de un taxi que estaba circulando cerca del lugar de los hechos y uno de los disparos al voleo de la Policía consiguió darle, convirtiéndola en la tercera y última víctima fatal.

Hubo 12 heridos, incluyendo tanto a pasajeros del micro como al chofer del taxi en el que viajaba Blanca. El mismo día y en la misma ciudad, hubo dos masacres por parte de la Policía mexicana. Por lo menos las familias de David, Víctor y Blanca saben qué les sucedió, pero hay 43 familias que todavía buscan la verdad sobre qué han hecho con sus seres queridos. Es por eso que, cada vez más fuerte, se hace escuchar el grito de “Son 43”.

Foto: Marco Ugarte

Comentarios machistas en una trasmisión de fútbol

Angie Centurión

Dos comunicadores costarricenses fueron el foco de críticas una vez finalizado el partido entre Colombia y Polonia al deslizar durante la transmisión en vivo que las damas son adornos en el estadio.

Mientras relataban el partido del Mundial, Daniel Quirós Everardo Herrera realizaron varios comentarios sexistas, primero haciendo alusión a una árbitro mujer que, a su consideración, es bonita y que es, realmente, una pena no poder observar su belleza dentro de un encuentro mundialista.

Pero eso no fue todo, la situación se agravó cuando la transmisión enfocó a varias mujeres en las tribunas y se escucharon frases como que durante los encuentros previos se pudo observar a “mujeres de buen ver” en las distintas canchas o que las damas son adornos en los estadios.

Los comentarios de ambos periodistas tuvieron una repercusión en las redes y más de un usuario de Twitter pidió que fueran apartados de sus puestos rechazando todas estas declaraciones.

“Nosotras no vamos a los estadios para “refrescar la vista”, asistimos porque nos apasiona el fútbol, entendemos sus reglas, vivimos y sufrimos los partidos como lo hacen los hombres”, le respondió una fanática futbolera a Quirós y Herrera.

Hubo quienes se proclamaron a favor de los comunicadores y afirmaron que era sólo un piropo. Además, agregaron que en la actualidad es común que se tome todo muy a pecho.

En respuesta a esto último, la periodista Lucía Astorga explicó que es un error de la sociedad justificar este accionar alegando que fue un piropo, cuando en realidad es un comentario sexista, que bajo el argumento de ser un tipo de halago, se pretende normalizar un comportamiento machista dentro de una cancha de fútbol como en tantos otros ambientes del mundo.