Quiere ser recordado como un “chico feliz”, es amante de la música y jugador de actualidad gratificante que explotó en Banfield al pelear el campeonato. Así, Brian Sarmiento le contó sus vivencias a El Equipo en un mano a mano.
Un pibe de 17 años que conllevaba con sí el sueño de ser jugador de futbol. Un rosarino lleno de objetivos que cumplir, en Argentina o en donde fuese, que sufrió las problemáticas del fútbol local y se alejó de Estudiantes de La Plata para ser parte del mundo deportivo de España, aunque no todo salió de 10.
El excapitán de la Sub 17 -año 2007- llegó, a sus 14 años al club de la capital de Buenos Aires gracias a Claudio Vivas, quien logró convencerlo de que dejara de lado al equipo de Núñez, el cual insistía por él. “Decidí ir a Estudiantes por el trato que a mí me dieron, fue una experiencia muy linda”, expresó Brian.
Aun siendo la promesa del fútbol argentino, no llegó a un acuerdo económico con el Pincha y opto por Racing de Santander. Sin embargo, el equipo español no pudo utilizar de gran manera a Sarmiento ya que Estudiantes de La Plata pidió la intervención de FIFA por el derecho de formación. “Me hubiera gustado irme con más experiencia y mejor acompañado”, remarcó el volante de Banfield. Aunque dejó en claro que, si hubiera tenido la posibilidad habría elegido triunfar en Estudiantes desde joven, donde él se sentía “bien”.
No todo sucedió de la mejor manera, pero luego de conseguir más minutos en el suelo europeo, el joven, que también ahora es cantante, pudo diferenciar al fútbol local y dejó en claro qué “es una locura que solo se vive acá”, y a diferencia del otro continente: “Alláse escuchan 10 o 20 personas detrás del arco, y los demás comiendo pipas, hasta se escucha el ruido de cuando las cortan, jaja”.
Con respecto a su vuelta al fútbol argentino, dijo: “Extrañaba el sentirme jugador, ir a la cancha custodiado por la policía. Que terminé el partido y te puteen”. A su vez insistió con que el fanatismo es muy fuerte y que siempre, en algún momento, el jugador se plantea el “¿Por qué volví?”, aunque remarcó que “son cosas con las que uno convive y la verdad que a mí me gusta”.
No solo el fútbol es su pasión sino que la música lo acompaña día a día. En su paso por España vivió experiencias musicales, las cuales fueron inolvidables para él, como el haber conocido a Bono, cantante de U2. En 2009, uno de sus compañeros de equipo, Gerard Lopez, lo invito a la fiesta de cumpleaños de “un amigo” y esa misma noche volaron a Mónaco. Al llegar a la fiesta, la cual se realizó en un barco, su compañero del Girona de España le presento al cumpleañero. Tras dicha acción, Brian le pregunta a su amigo: “Che Gerard, le veo cara conocida ¿Quién es?”. A lo que le contestó: “Es bono, el cantante de U2”. Entre risas comentó: “Yo no lo podía creer. No sabía ni quién era, un desastre. Eso es de colgado nomás”.
En su regreso a Argentina comenzó a utilizar su pasión por la música como un tipo de escape, distracción de lo que conlleva el mundo futbolístico. Cuando pasó por Racing, en 2011, tuvo como hobbie una banda con su compañero Lucas Castro: “Íbamos a tocar a barcitos chiquitos pero todo haciendo covers, re tranqui”. Ahora no es solo elogiado cuando disputa un encuentro con la camiseta de Banfield, sino que a su vez vive una “película”.
Todo inició cuando el cantante de Los Turros, banda de cumbia, le ofreció hacer un tema con su frase personal “Tamo Activo”. El tema superó las expectativas de todos: “Es una locura como lo escuchan en todos lados, tuve la oportunidad de, después del clásico, ir a Córdoba. Estuvimos tocando en dos boliches y la gente se sabía todo el tema. Cuando yo salía a cantar gritaban, la verdad que yo ¡No lo podía creer!”.
Gracias a la explosión mediática que consiguió con su canción lanzó una línea de gorras con el slogan #TamoActivo. Un porcentaje de ventas es dirigido a su ONG, Juntos vamos por más, en la cual se dedica a ayudar a los chicos más necesitados entregándoles alimentos y ropa a comedores.
“Cuando era chico no me sobraban las cosas, tenía, gracias a Dios, para comer pero muchas cosas me faltaban. Ahora que tengo la posibilidad de ayudar, con tan solo un video por Instagram puedo juntar ropa, leches y frazadas” Además agregó: “No me molesta perder el tiempo para hacer eso, es más, es tiempo ganado para mí. Me llena el corazón de alegría”
“Que me recuerden como una persona feliz, que no le hace mal a nadie. Por ahí no hace falta tener plata, ser millonario o ser exitoso en tu trabajo, sino serlo con la gente que a uno lo rodea. Ser feliz. Uno no sabe cuándo puede dejar de estar, hay que llevarse y dejar una alegría siempre”, cerró el 10 de Banfield.
La Premier League inglesa es la liga que más jugadores le aporta a este Campeonato del Mundo con más de 120.El Manchester City, conjunto que dirige técnicamente Pep Guardiola, es el club que más apellidos representará en camisetas nacionales con 16. Los Diablos Rojos son entrenados por Roberto Martínez, cuyo trabajo previo al del equipo belga fue estar al mando del Everton. Los Tres Leones, en sus filas, son encabezados por Gareth Southgate: tuvo su primera experiencia en el Middlesbrough FC entre 2006 y 2009. Ocho años más tarde, está en las filas internacionales de su amada Inglaterra.
La selección inglesa es la única en todo el Mundial que posee a sus 23 convocados dentro de su torneo doméstico. Asimismo, Bélgica tiene a 12 de sus integrantes jugando en dicha competición con un equivalente al 52%. En el once inicial de los británicos es una obviedad expresar que tiene a todo su combinado con ese acento futbolístico aunque, por el lado de los nórdicos el número es exactamente el 54%, ya que 6 de los titulares que Martínez puso en la cancha en la victoria 3 a 0 ante Panamá y 5 a 2 ante Túnez pertenecen a la primera división de Inglaterra: Thibaut Courtois (Chelsea), Toby Alderweireld (Tottenham Hotspur), Jan Vertonghen (Tottenham Hotspur), Kevin De Bruyne (Manchester City), Eden Hazard (Chelsea) y Romelu Lukaku (Manchester United).
En total, 17 de 22 en el campo de juego serían titulares dignos de un equipo de la liga más cotizada del planeta. La que más recursos genera, derechos televisivos más caros tiene y fútbol más rápido del mundo posee. Cada encuentro en este campeonato local es digno de Dante Panzeri: dinámica de lo impensado. Un ida y vuelta constante en la Premier League la hacen la liga más dramática y más entretenida del deporte rey. El tan recordado final de la temporada 2011/12, con el gol de Sergio Agüero para el Manchester City en tiempo de descuento que sentenció el 3 a 2 sobre el Queens Park Rangers, y que significó un torneo para los Citizens tras 44 años de sequía en la máxima categoría, es un claro ejemplo de ello. Además, está el capítulo más emotivo de los últimos tiempos: Leicester City campeón por primera vez en su historia en la 2015/16 tras haberse salvado del descenso tan solo una temporada antes.
A pesar de que el entrenador español de la selección belga sitúe solamente a la titularidad a poco más de la mitad de quienes actúan en esa competición, tiene mucho recambio respecto a ese rubro: en la goleada 3 a 0 con los centroamericanos en el debut de la Copa Mundial ingresaron Nacer Chadli (West Bromwich Albion) y Mousa Dembélé (Tottenham Hotspur). Por otro lado, en el quinteto de goles con los que vapulearon a los africanos en la segunda jornada entraron como suplentes Marouane Fellaini (Manchester United) y Michy Batshuayi (Dortmund), autor del gol final. Hasta el momento solo dos futbolistas belgas no vieron acción en este Campeonato del Mundo: Simon Mignolet (Liverpool) y Vincent Kompany (Manchester City). Por parte de los dirigidos por Southgate, los clubes de la Premier League que le aportan sus determinados integrantes: Tottenham Hotspur (5), Manchester City (4), Manchester United (4), Chelsea (2), Liverpool (2), Leicester City (2), Arsenal (1), Everton (1), Stoke City (1) y Burnley (1).
Por ahora, Harry Kane (5) y Romelu Lukaku (4) son dos de los tres máximos goleadores de Rusia 2018. El inglés anotó los dos en la victoria 2 a 1 ante Túnez con un agónico cabezazo en el área chica en tiempo adicionado, y un triplete en la paliza que le dieron a Panamá por 6 a 1. A su vez, el belga marcó por duplicado en ambas presentaciones de su equipo. Será un partido digno de Premier League. Definirán quién avanza a octavos como líder y escolta del Grupo G para verse las caras con Senegal, Colombia o Japón en la ronda de los 16 mejores. El encuentro se disputará en el Kaliningrad Stadium de Kaliningrado este jueves, 28 de junio, a las 15hs (horario de Argentina).
No es una fecha más y no puede pasar desapercibida porque no existe otro como él. El 24 de junio de 1987 nació Lionel Messi, pequeño gran hombre. Futbolista único que marcó una época en la historia del deporte rey en el planeta.
Ahora que es el capitán y defiende los colores de la albiceleste por cuarto Mundial consecutivo, ¿dónde estaba, cómo vivía y que ocurría futbolísticamente en cada uno de sus cumpleaños mientras se jugaban las respectivas Copas del Mundo?
Cuando Diego Armando Maradona alzó el trofeo dorado más preciado en el Estadio Azteca de México el 29 de junio de 1986, restarían 360 días para que naciera un joven rosarino que llenaría de sueños, goles y esperanzas a una familia que esperaba un miembro que, sin saberlo de antemano, cambiaría la historia de su apellido para siempre.
En Italia 1990, con 3 años y en plena infancia, el santafesino aprendió a ponerse de pie, caminar, hablar y moverse por su propia cuenta. Vivió en su humilde hogar el gol de Caniggiaa Brasil para avanzar a los cuartos de final de aquella competición. Mientras Maradona eludía cual verdeamarelho se le interpusiera, Messi daba sus primeros pasos y estaba presente entre los festejos que sus hermanos, padre y madre empeñaban durante la victoria de Argentina en cuartos de final que lo dejaría posicionarse en el podio de los cuatro mejores y, posteriormente, en el partido decisivo por el título.
Cuatro años más tarde, con Estados Unidos como sede mundialista, Lionel ya tenía 7 años y la número cinco como mejor amiga. En Abanderado Grandoli, su primer club, ya había deslumbrado a entrenadores y espectadores que se acercaban a ver las ilusiones que los niños desarrollaban a través de una pelota.
El 24 de junio de aquel año, Brasil derrotaría a Camerún 3 a 0 en la segunda fecha del Grupo D y se encaminaría en la obtención de su cuarta corona, al igual que se encaminaría Leo a entrenarse en las divisiones inferiores del Club Atlético Newell’s Old Boys.
En el 1998 tuvo lugar un hecho de una trascendencia fundamental en la vida de Messi. En ese momento, había sido diagnosticado con una deficiencia de la hormona de crecimiento. “Quedate tranquilo, un día vas a ser más alto que Maradona, no sé si mejor pero sí más alto” le aseguró el doctor Diego Schwarzstein.
A partir de ese instante, tuvo que empezar a inyectarse testosterona para poder extender el volumen de su físico en los años que se aproximarían y, así, lograr un óptimo progreso. El tratamiento era muy costoso y Leo sintió ese miedo de no poder lograr su más grande sueño: ser futbolista.
En uno de los cumpleaños más tristes de su vida, Francia derrotaba a Dinamarca por 2 a 1 en Lyon para liderar el Grupo C con nueve unidades y clasificarse a los octavos de final y encarrilarse a la consagración de su primer Campeonato del Mundo.
Próximo destino: Barcelona. A orillas del mar Mediterráneo y en los comienzos del nuevo milenio, el pequeño nacido en Rosario daría inicio a su adolescencia en plena ciudad española. Carles Rexach organizó una prueba para determinar si tenía las cualidades necesarias para entrar en La Masía: “Messi vino a Barcelona para una prueba de 15 días y sobraron 14”.
Mientras, en 2002, se disputaba el Mundial de Corea-Japón, el 24 de junio Leo cumpliría 15 años –su segundo en tierras ibéricas– y lo celebraría en la cantera del club blaugrana junto a sus compañeros Cesc Fàbregas y Gerard Piqué, entre otros, mientras al combinado albiceleste era eliminado en primera ronda en manos de Inglaterra, Nigeria y Suecia.
Entre la Copa del Mundo que se jugó en suelo asiático y la de Alemania en 2006, el planeta fútbol vio la explosividad de Lionel. Fue campeón del Mundial Sub-20 con la selección y de la Liga de España y la UEFA Champions League con el club catalán.
Finalmente, José Pékerman lo convocaría entre los 23 integrantes del plantel argentino en el campeonato que lo vería debutar con un gol en el 6 a 0 frente a Serbia y Montenegro y en el que tuvo como regalo de cumpleaños la volea de Maximiliano Rodríguez en el 2 a 1 contra México por los octavos de final de aquel certamen. Ese 24 de junio Leo lo vivió con la celeste y blanca puesta y con su primera aparición en este tipo de competiciones.
En Sudáfrica 2010 heredó la 10 de Juan Román Riquelme, ganó el Balón de Oro que se le negó a Maradona en su época y se perfiló como el emblema del equipo en cuanto a talento y destreza. Justamente Diego Armando fue el director técnico que lo vio lucir la misma camiseta con la que él levantó la copa 24 años antes.
Mientras Argentina avanzaría a octavos de final de manera cómoda y Messi celebraba sus 23 años en Pretoria –ciudad donde concentraron–, las cosas no iban igual para el vigente campeón del torneo. Italia conformó el Grupo F con Paraguay, Nueva Zelanda y Eslovaquia. Esta última, que debutaba en Copas del Mundo, la derrotó 3 a 2 en lo que también fue la primera y hasta hoy única victoria de los capitaneados por Marek Hamšík. La Azzurra, que había logrado su cuarta estrella en el Mundial que vio participar a Lionel por primera vez, fue eliminada en primera ronda cuatro años después.
El capitán de la selección argentina para Brasil 2014 tenía nombre y apellido: Lionel Messi. Hace dos años se había convertido en padre con la llegada de Thiago a meses de que consiguiera su cuarto Balón de Oro consecutivo. Fue el goleador del equipo con 4 tantos y lideró al conjunto dirigido por Alejandro Sabella hacia el subcampeonato.
Alemania le arrebató en 120 minutos la ilusión de lograr el tercer título albiceleste. En plena actividad mundialista, el estandarte argentino se preparaba para enfrentar a Nigeria un día después de cumplir los 27. Mientras tanto, en Cuiabá, Colombia derrotaba a Japón por 4 a 1 y pasaba la fase de grupos por segunda vez en su historia.
Rusia 2018: nuevo capítulo de la historia de Messi. El 10 argentino disputará su cuarto Campeonato del Mundo al hilo iniciándolo con 30 años y finalizándolo con 31, que los cumplirá el día que la debutante Panamá se mida con Inglaterra –consagrada en 1966 como anfitriona y nación que vio nacer a este deporte– por la segunda fecha del Grupo H.
Ya casado con Antonella Roccuzzo y con tres hijos –Thiago de 5 años, Mateo de 2 y Ciro de 3 meses–, afianzado con el Barcelona y denominado como uno de los mejores deportistas de todos los tiempos, defenderá los colores del conjunto que entrena Jorge Sampaoli y buscará que el camino apedreado por el que transcurre Argentina tras el empate 1-1 con Islandia y la derrota 0-3 ante Croacia, comience a allanarse y finalice el 15 de julio con la copa bien alta en Moscú.
Una vez cumplido el primer objetivo del club, que era evitar la zona de descenso, Omar De Felippe cuenta cómo es trabajar en un equipo como Vélez, con la presión de revertir las malas campañas anteriores, su trabajo frente a un plantel joven y la bajada de línea que hace dentro del vestuario: “Tenemos pautas para nuestros jugadores, evitar demasiada exposición tanto en sus redes como de su vida privada”.
“No los trato como chicos, los trato como jugadores”, expresó el entrenador en referencia a las críticas por el bajo promedio de edad del plantel. Pese a dirigir a futbolistas tan jóvenes indicó lo fácil que le resulta trabajar con ellos por la experiencia que adquirió a lo largo de su carrera. Además, los comparó con el plantel de Olimpo, equipo del que fue técnico desde 2009 hasta 2011, en el cual el promedio de edad era notablemente más alto. “Es fácil trabajar con chicos, te das cuenta cuando les pasa algo y es más fácil hablarlo. En cambio un jugador más grande sabe que si no rinde no juega, entonces no te cuenta cuando tiene un problema”.
A su vez, comentó cómo manejó al plantel ante la posibilidad del descenso: “La confianza fue fundamental, hacerle saber al que entra que es porque es el que mejor está y puede dar lo mejor”, explicó, y recordó que el último encuentro, de visitante ante Atlético Tucumán, fue clave para sus jugadores, pese al empate que se llevaron. “Les dio madurez y una clara muestra de lo que deberán atravesar a lo largo de sus carreras”, sostuvo en referencia a los incidentes que hubo durante el transcurso del partido.
Ya fuera de lo que es Vélez, relacionó la histeria de los medios e hinchas con el caso del ex jugador de Boca Rodrigo Bentancur, quien se fue del club, entre otros motivos, porque no absorbía la presión desde distintos sectores. “Hay una necesidad constante de encontrar al próximo Lionel Messi y que esté en tu equipo, pero está claro que les hace mal a todos”, analizó De Felippe y agregó que esto les hace quemar etapas e incluso los quema a ellos mismos.
Uno de los hombres más cuestionados en la institución de Liniers es su presidente, Raúl Gámez, a quien se lo critica por sus formas de trabajo dentro del club y con el máximo ente regulador del fútbol argentino, desde aquella vez que expresó públicamente que prefiere ganar el campeonato económico. De Felippe lo respaldó al coincidir que todos los clubes deberían enfocarse no sólo en lo deportivo, sino también las finanzas, “Endeudar al club para conseguir los objetivos deportivos no sirve, terminan sacando ventaja de aquel que cuida la economía del club”, cerró.
En relación a la actualidad del fútbol argentino, el técnico sostiene que el formato de los campeonatos largos sólo favorecen a los equipos más grandes y que marca notables diferencias con los clubes que menos recursos tienen. Además, se mostró asombrado de que en un torneo de 30 fechas haya habido 29 cambios de entrenadores. “Está claro que no existen los proyectos a largo plazo, quieren todo ya y no dejan desarrollar las ideas de trabajo de cada uno”.
Finalmente, pese tener contrato hasta diciembre de este año, De Felippe anunció que deberán “rearmar el equipo” tras la salida de Juan Manuel Martínez y de Mariano Pavone, dos de los referentes del plantel. Entusiasmado ante el posible retorno de Jonathan Cristaldo admitió que también le gustaría dirigir a Jonás Gutiérrez, quien terminó su contrato con Defensa y Justicia, por la historia que tiene dentro del club y porque contar con jugadores con sentido de pertenencia es indispensable para el momento que atraviesa la institución.
Villa Domínico amanece acechada por una copiosa lluvia que borra todo lo que toca. Las gotas se adhieren al césped, sobre el que unas horas antes había estado entrenándose el plantel de Independiente. El diluvio acompaña, durante gran parte del almuerzo, a los jugadores y se ausenta en simultáneo a él.
La puerta no cierra y dando un portazo, Walter Erviti aparece en la sala de prensa, que luce inmaculadamente blanca y contrasta con algunos destellos rojos. Mientras se sienta acomoda su campera azul con el propósito de que no estorbe al micrófono.
-¿Cómo se juega al fútbol en una sociedad donde el error no existe?
-Soy consciente de que el error es humano. Más allá de que tenga autocrítica, entiendo cuáles son mis dificultades para poder hacer las cosas bien. No necesito escuchar al otro para saber cómo estoy, entonces mi atención hacia afuera es mínima. No estoy exento, porque aislarse es imposible, con los años aprendí a convivir con el entorno. Quizás, en nuestra posición, afecta más a la familia que a uno, eso es algo que no puedo manejar.
-¿Creés que a veces los hinchas o el periodismo se olvidan de que detrás del futbolista hay una persona?
-Es lógico. Todos somos hinchas. Yo lo soy de un club y más allá de estar de este lado, también entiendo o intento ponerme en su lugar. Cuando hay sentimientos de por medio es muy difícil pedirle a una persona que razone, pasa en la vida con el amor. Imaginate un hincha que quiere ver ganar a su equipo a toda costa. Yo los entiendo, trato de dar lo mejor para quedarme tranquilo conmigo mismo. Pero es imposible que le pidamos a nuestra sociedad que no pase.
-El fútbol es un ambiente bastante exitista, ¿qué es el éxito para vos?
-La vida es exitista y el fútbol es parte de la vida y el fútbol argentino es parte de la sociedad argentina. Yo soy exitoso desde el momento en el que cumplo mis objetivos y mis deseos, no tienen que ver con un simple resultado. Toda mi vida quise ser futbolista y el día que entré a una cancha de fútbol y me pude consolidar como profesional, me sentí exitoso. Después, todo lo que sucede alrededor es un poco más opaco, pero no me quita la felicidad de poder hacer lo que me gusta. No disfruto de un triunfo por ser un triunfo nada más, disfruto de jugar al fútbol, de venir a entrenarme. Tengo 37 años y me sigo entrenando a la par de mis compañeros para poder jugar. Me gusta ganar, he ganado y he perdido. No tiene que ver con el conformismo, tiene que ver con, a mi entender, la realidad de la vida y las cosas que son importantes para mí, después cada uno puede tener valores diferentes. El éxito pasa por otro lado, por poder disfrutar de mi familia. Desde ese punto de vista, me considero exitoso.
-Y en contracara, ¿qué es el fracaso?
-Todo el tiempo se habla de fracasos. En el fútbol, fracaso es la primera palabra cuando se pierde un partido. A nosotros nos tocó quedar afuera de la Copa Libertadores por un punto. Todos creían que habíamos fracasado porque perdimos el partido “importante” y nosotros para jugarlo ganamos otros quince partidos importantes. Los jugamos todos, hasta que nos tocó perder, eso no significa fracaso. A veces los medios de comunicación exponen situaciones con un objetivo o interés propio y no son claros a la hora de informar. Nosotros convivimos con ese tipo de situaciones y está bueno hacerle entender a los chicos y sobre todo a la sociedad que una derrota no significa fracaso. Una derrota en el fútbol está acompañada, muchas veces, por el azar.
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Walter Erviti nació en Mar del Plata y a los 14 años se alejó del calor de su hogar para vivir en la pensión de San Lorenzo, fue allí donde apunta que debió sortear algunas necesidades. “Cuando debuté en Primera el técnico me dijo que ya había logrado lo más fácil y se venía lo más complicado, mantenerme. Para mí, ya había hecho lo más difícil, sobrepasar todas esas carencias”, recuerda.
-Dijiste que pasaste necesidades, ¿qué sentís cuando ves a un chico en la calle?
-Me siento muy mal. Si bien no soy el responsable de que suceda, me siento así porque soy parte de una sociedad que permite ese tipo de situaciones. Yo no puedo entender que en este país se peleen por diferentes situaciones como impuestos y edificaciones cuando hay chicos tirados en la calle muriéndose de frío. Como el gobierno no deja de invertir en ciertas cosas, que son importantes, pero que me parece mucho más importante darles un futuro a estos chicos que han tenido la desgracia de tener padres irresponsables. Es una situación muy complicada, en la cual muchos miramos para el otro lado. Llevo comida en el auto para darles un paquete de galletitas, pero no es la solución. Antes les daba plata, hasta que entendí que eso era un peligro porque podían comprar cualquier cosa.
-¿El fútbol es una herramienta que tenés para torcer ese rumbo?
-Lo viví en carne propia. Nosotros éramos una familia muy humilde, pasamos necesidades y hoy mis hijos no las pasan. Desde ese lado intento ayudar. Pero volvemos a nuestra sociedad donde el fútbol está visto como un camino para hacerte millonario y no como una herramienta que puede sacar a los chicos de la calle, educarlos, mantenerlos en grupo. Un chico que a los 10 años “no sirve” , lo dejan tirado y se preocupan por el que le pega bien a la pelota. Mi idea, en estos lugares donde acompaño, es que todos tengan las mismas oportunidades de poder ser educados a través del deporte, que entiendan que una cosa va acompañada de la otra. Pero es muy difícil, a nadie le interesa, todos miran el tramo corto y más fácil para llegar. Como decía Bielsa, él prefiere llegar a la puerta por el camino que es más largo pero no pisar las flores, nosotros cruzamos el jardín, pisamos todas las flores e intentamos llegar primeros a cualquier lugar.
-¿Existen padres que buscan salvarse convirtiendo a sus hijos en futbolistas?
-Lo vivo. Mis hijos juegan al fútbol y convivo con padres que putean al árbitro, al entrenador o a nenes de 10 años. Gritan goles como si hubiesen salido campeones del mundo. Lo último que les preguntan a sus hijos es como la pasaron. Los cambian de colegio a uno de menor nivel para que puedan entrenarse. Para mí la educación es algo fundamental y prioridad en un chico. Es muy complicada una situación así porque ¿desde dónde va a crecer nuestra sociedad? Si no empezamos a priorizar las cosas que realmente son importantes, va a ser muy difícil.
El entorno del fútbol no le es de su agrado, y no tiene ningún problema en contarlo. Si lo puede evitar, lo hace y si puede pasar inadvertido, lo disfruta. De todas formas, es consciente de que son cosas con las que debe convivir e intenta hacerlo de la mejor manera. Erviti es capaz de soportar cualquier tipo de adversidad o disgusto que le pueda generar el ambiente por un solo motivo: sentir la libertad cuando la pelota impacta en sus pies.
-Alguna vez dijiste que el fútbol para vos es solo un trabajo, ¿de qué te privó este trabajo?
-Yo amo jugar al fútbol, pero solo lo que pasa adentro de la cancha. Lo de afuera, para mí, es un trabajo y no me gusta. De todas formas, las opciones que tengo, las conseguí siendo futbolista. Me limitó a la hora de pasar tiempo con mi familia, mis hermanos, mis papás. Yo vivo lejos de mi casa desde los 14. Durante el año veo a mis viejos cinco o seis veces. A mi familia la amo, pero no son algo cotidiano. No me despido de ustedes y me voy a tomar un té con mi mamá, eso no me pasa desde muy chico. Han fallecido mis abuelos y no pude asistir.
-¿Sos feliz dentro de una cancha?
-Sí, dentro de una cancha soy muy feliz. Es la parte de mi vida en la que más libre me siento. Es donde menos finjo, donde más soy yo. Dentro de la cancha no evito nada, disfruto todo. He tenido la oportunidad de jugar siempre, no fui suplente casi nunca y eso me dio la posibilidad de disfrutar mucho. El resultado no me afecta, me hace feliz estar dentro de la cancha.
-¿Pensás en el retiro?
-Es algo que lo tengo bastante trabajado y el día que me retire voy a ser feliz, porque va a ser cuando no me queden más energías para jugar. Lo más difícil a mi edad es el día a día, al partido llego bien pero, tener dolores, venir a entrenar con pibes de 20 años que tienen una energía terrible es difícil porque no es un día, son todos. Desde ese lado entiendo que estoy dando el máximo, el día que me retire, seguramente sea pronto, voy a estar tranquilo sabiendo qué voy a hacer. Hace tiempo que me preparo para hacer otras cosas, tengo negocios y quiero ser entrenador.
-¿Siempre te imaginaste siendo futbolista?
-Siempre. He dejado todo por ser futbolista. No tengo recuerdos de haber deseado otra cosa. Cuando era muy chico quise dejar de jugar al fútbol y mi viejo me llevo a trabajar con él, duré un día y volví a entrenar y estudiar. Agradezco a mi papá porque él tuvo la personalidad que a mí me faltaba para jugar. Si dependía de mí, con las ganas no me alcanzaba. Recuerdo partidos de nenes a los cuales yo no iba porque me daba vergüenza, mi viejo me plantaba en el medio del partido. Soy muy vergonzoso, por eso mis primeros 6 meses en un club son terribles, la gente me putea, me quieren echar. Después me terminan pidiendo que no me vaya, pero entrar a un lugar nuevo con gente que no conozco es muy difícil, no me siento seguro. Por eso empecé a estudiar psicología, para entender qué me pasaba. Acá en Independiente he dado un paso importante porque los primeros meses fueron muy buenos en cuanto a relacionarme con mis compañeros, tengo un excelente vínculo. En Banfield habían pasado meses y no me hablaba con mis compañeros, llegaba, jugaba y me iba. Mi señora me dice que la gente debe creer que soy un ogro, yo le pido que entienda que soy tímido y me cuesta. Hay situaciones que vivimos los futbolistas que no ve la gente ni el periodismo y que tienen que ver con nuestra forma de ser.
Vocación de entrenador
Walter Erviti cuenta que durante su carrera pocas veces le tocó sentarse en el banco de suplentes. Aunque, cuando el retiro lo aleje de las canchas buscará resguardarse ahí ocupando el rol de entrenador. En sus tiempos libres mira fútbol y lo estudia, le gusta hacer cursos. “Ser futbolista no me habilita a ser técnico, sí me da experiencia y un plus”, asegura. Afirma que hace años que se prepara: estudia psicología deportiva y neurociencia. “Intento llenarme de herramientas para después transmitírselas a mis jugadores”.
Con respecto a su estilo de juego se define como un fanático de Pep Guardiola. Mira todos sus partidos. “Muchos creen que en Argentina no lo voy a poder aplicar por la sociedad, por su exitismo, por su falta de paciencia y porque no se entiende de procesos. Yo les digo que no me interesa, quiero ser entrenador por pasión”, dice. Asegura que se va a tomar el tiempo necesario para lograrlo. “Puedo hacerle entender al jugador que adentro de la cancha tiene que disfrutar de lo que hace y no solamente pensar en ganar. Los futbolistas pensamos en triunfar todo el tiempo, y poco nos detenemos a pensar en cómo vamos a hacerlo. Mi idea es tratar de que entiendan cómo se hace o cuál es el camino que debemos seguir para conseguir resultados”.
“Futbolistas pertenecientes a diversos clubes de la región parisina hemos decidido ocupar la sede de la Federación Francesa de Fútbol, así como los obreros ocupan sus fábricas y los estudiantes sus facultades, para devolverle a los 600.000 futbolistas y sus millones de amigos aquello que les pertenece, el fútbol, el cual les fue expropiado por los pontífices de la federación para servir a sus intereses egoístas de aprovechadores del deporte”. Así decía la carta firmada por jugadores parisinos, en su mayoría amateurs, que, el 22 de mayo de 1968, junaron fuerzas en medio del corriente Mayo Francés en una zona cercana al Arco del Triunfo. Eligieron hacerlo durante cuatro días, a modo de protesta contra los dirigentes. En aquel entonces, la sociedad estaba en crisis. Durante los meses de mayo y junio de aquel año tuvo lugar la mayor revolución estudiantil y la mayor huelga general de la historia de Francia, y, posiblemente, de Europa Occidental, que fue apoyada por más de nueve millones de trabajadores.
En plena hegemonía del Saint-Étienne, club que conquistó la Ligue 1 en siete ocasiones alrededor de diez temporadas (entre 1967 y 1976), los futbolistas de la primera división francesa tenían que firmar contrato hasta los 35 años con el club que formaran parte y existía una sola forma de romperlo: pagando la rescisión. Si después optaban por ir a otro club solo podían hacerlo con la licencia de la segunda categoría, es decir, que solo podían jugar en la clase inferior, la B. Nunca lograrían estar en equipos de primera si rescindían con uno de ellos. Durante aquel 22 de mayo entraron juntos y armaron la protesta colgando pancartas que decían: el fútbol para los futbolistas. Lograron empoderarse y bajar a los que manejaban el deporte en París, enviando un mensaje inspiracional a toda Francia. Encerraron a Pierre Delaunay, secretario general de la UEFA en aquel momento, y a Georges Boulogne, quien era instructor nacional del fútbol galo y que se convirtió en seleccionador nacional a partir del año entrante. El asalto se realizó sin ninguna agresión física a ningún individuo y con un itinerario que seguir para evitar incidentes. Empleados fueron retenidos durante varias horas y solamente estos dos hombres fueron los únicos a los que se les encerró en una habitación del edificio.
Raymond Kopa, exdelantero francés del Real Madrid y Balón de Oro en 1958, fue uno de los que liberó la tensión acumulada durante varios años y fue uno de los líderes de la protesta: “Los jugadores somos los esclavos del fútbol. Hoy, en pleno siglo XX, el futbolista profesional es el único ser humano que puede ser vendido y comprado sin contar con su opinión”. Los protestantes llevaron a cabo un documento que constituía lo siguiente: limitar la temporada a ocho meses, mejoras de las canchas e instalaciones, anular la llamada licencia B por favorecer solo a los grandes clubes y perjudicar a los jugadores y a los equipos pequeños, denunciar el trato ofensivo del entrenador del seleccionado de Francia (Louis Dugauguez, quien apoyó a sus superiores para que todos los días a las seis de la madrugada despertaran a los futbolistas con el motivo de que eran obreros y debían cumplir con los servicios que demandaba su empresa) para con los integrantes del equipo y del fútbol de este país, y denunciar la situación de esclavitud que acusó Kopa y una gestión de la Federación.
Just Fontaine, atacante marroquí nacionalizado francés que brilló en la década del 50 y principios de los 60, también se postuló a favor de esta rebelión. Fontaine es recordado y respetado, además, por haber anotado 13 goles en la Copa del Mundo de Suecia 1958 (en la cual Francia cayó en semifinales ante Brasil por 5 a 2, que luego se encarriló para obtener el primer campeonato en su historia, con un Pelé de 17 años como figura), la mayor cantidad de anotaciones en una misma edición del torneo en toda la historia. En aquella ocasión, el conjunto galo finalizó en la tercera posición ganándole a Alemania Federal el partido por el tercer y cuarto puesto con un resultado tenístico: 6 a 3. Paradójicamente, ese mismo año, Roland Garros (también conocido como Abierto de Francia y disputado en París) se convertiría en el primer Grand Slam profesional de la historia.
Cuando Boulogne fue liberado comenzó una operación en contra de quienes lo habían encerrado durante un día entero. Los principales medios de comunicación se mostraron a favor de este instructor nacional colgando títulos en sus diarios como “ocupación política de jugadores, totalmente antidemocrático”. De todos modos, los protestantes obtuvieron algunas de sus recompensas: la licencia B fue anulada por denigrante y se dio inicio a un proceso de democratización de las infraestructuras del fútbol francés. Afortunadamente, argentinos que brillaron en la primera división de este país como Delio Onnis (máximo goleador en la historia de la Ligue 1 con 299 tantos) y Carlos Bianchi (noveno artillero en esa tabla con 179 gritos) no sufrieron los pésimos contratos que se firmaban antes del Mayo Francés ya que se destacaron en este sector del Viejo Continente entre 1971 y 1986. Previo a la conclusión del 68, el presidente de la FFF, Antoine Chiarisoli, dejó su cargo al igual que Delaunay. Este movimiento dejó marca histórica, ya que tan contundente fue el mensaje que cuando Michel Platini asumió como presidente de la UEFA en 2007, su primer discurso como tal contuvo el eslogan de aquella dramática e inolvidable mañana del 22 de mayo: “El fútbol para los futbolistas”.
En esta oportunidad juegan en el mismo equipo dos jugadores que al escritor Jorge Luis Borges no le agradaban y, como tantas otras cosas, los ha cuestionado: el fútbol y la Revolución Rusa.
Esta última fue factor de análisis para el escritor al analizar los orígenes y cómo fue mutando. En un comienzo él la defendía e incluso la apoyaba: ¨ Yo era partidario de la Revolución Rusa, un mundo sin fronteras, un mundo de paz, de justicia social¨, confesó en una entrevista realizada para el programa de televisión La Gente. Su apoyo desapareció al sentir que se parecía a aquello que quería diferenciarse, es decir al zarismo y toda su esperanza se desvaneció al ver distintas películas rusas. ¨El acorazado de Potemkin¨y ¨Octubre¨, son dos de los films en los cuales el escritor percibe que se plasma una mentalidad fanatizada donde el enemigo era sinónimo de demonio.
Su descontento con la Revolución Rusa fue inmenso, como un hincha de fútbol al que le roban su identidad, aunque jamás compartiría ese sentimiento porque la pasión por este deporte no formó parte de su vida. No solo no alentaba a ningún equipo cada domingo, sino que además sostenía que ¨el fútbol es popular porque la estupidez es popular¨. Si esta práctica no llamaba su atención imagínese lo que significaba Mundial para el escritor: ¨Será una calamidad que por suerte pasará”, dijo sobre el campeonato que se disputó en Argentina en 1978. Otra prueba de su visión sobre el éste deporte fue cuando se reunió con Cesar Luis Menotti de quien le sorprendió que, a pesar de ser tan inteligente, hablara tanto de fútbol.
Si Borges estuviera vivo, ¿qué pensaría de los festejos tras los 100 años de la Revolución Rusa? ¿y del Mundial que se realizará en ese país? Lo que sí se sabe es que no viajaría para presenciar un partido de la Selección.
Esta última fue factor de análisis para el escritor al analizar los orígenes y cómo fue mutando. En un comienzo él la defendía e incluso la apoyaba: “Yo era partidario de la Revolución Rusa, un mundo sin fronteras, un mundo de paz, de justicia social”, confesó en una entrevista realizada para el programa de televisión La Gente. Su apoyo desapareció al sentir que se parecía a aquello que quería diferenciarse, es decir al zarismo y toda su esperanza se desvaneció al ver distintas películas rusas. “El acorazado de Potemkin” y “Octubre”, son dos de los films en los cuales el escritor percibe que se plasma una mentalidad fanatizada donde el enemigo era sinónimo de demonio.
Su descontento con la Revolución Rusa fue inmenso, como un hincha de fútbol al que le roban su identidad, aunque jamás compartiría ese sentimiento porque la pasión por este deporte no formó parte de su vida. No solo no alentaba a ningún equipo cada domingo, sino que además sostenía que “el fútbol es popular porque la estupidez es popular”. Si esta práctica no llamaba su atención imagínese lo que significaba Mundial para el escritor: “Será una calamidad que por suerte pasará”, dijo sobre el campeonato que se disputó en Argentina en 1978. Otra prueba de su visión sobre el éste deporte fue cuando se reunió con Cesar Luis Menotti de quien le sorprendió que, a pesar de ser tan inteligente, hablara tanto de fútbol.
Si Borges estuviera vivo, ¿qué pensaría de los festejos tras los 100 años de la Revolución Rusa? ¿y del Mundial que se realizará en ese país? Lo que sí se sabe es que no viajaría para presenciar un partido de la Selección.
El 17 de junio del 2002, Bélgica fue eliminada de la Copa Mundial de la FIFA en manos de una selección brasileña descomunal y avasallante que dejó sin esperanzas a una nación que llevaba tres campeonatos consecutivos sin estar entre los ocho mejores. Ronaldo y Rivaldo, quienes trece días más tarde alcanzarían la gloria máxima, marcaron no solo los goles del triunfo carioca sino un antes y un después en la contemporaneidad del conjunto denominado “Los Diablos Rojos”.
La Copa del Mundo de Corea–Japón había concluido. Brasil había obtenido el pentacampeonato y los europeos habían vuelto a casa con las manos vacías. Fue entonces que un diario local belga publicó un informe sobre las futuras promesas del fútbol nacional. Jugadores como Romelu Lukaku –con tan solo 9 años–, Kevin De Bruyne y Eden Hazard –en ese momento con 11 cada uno– aparecieron entre los destacados por la prensa, junto a una amplia cantidad de jóvenes que los acompañaban, con aspiraciones de lograr un buen desempeño próximo. ¿El motivo de la publicación? Develar la nueva gran camada de jugadores que traerían alegría y esperanza a un país que buscaba revancha en el torneo más importante del planeta.
La edad promedio de estos niños no superaba los 15 y ninguno tenía posibilidades de debutar en primera división todavía. Era cuestión de esperar. Para las Eliminatorias camino a Alemania 2006, los únicos que aparecieron en aquel recorte periodístico y que ya habían tenido su debut internacional con Bélgica fueron Timmy Simmons –quien disputó el Mundial del 2002 con 25 años pero que aun así figuraba bajo la lupa– y Vincent Kompany.
Desafortunadamente, los Diablos Rojos no lograron clasificar a ese campeonato. Quedaron cuartos en el Grupo 7 por debajo de España y Serbia y Montenegro –clasificadas invictas en los diez partidos disputados– y el resto de sus pequeños talentos seguían a la espera del debut internacional. En el transcurso de la clasificación a un nuevo desafío de tal talla, la incorporación de los jóvenes era inminente. Una vez que Italia alzara la copa dorada en el Estadio Olímpico de Berlín, el refuerzo de las futuras estrellas tenía fecha de entrega.
El próximo destino: Sudáfrica 2010. Nicolas Lombaerts, Mousa Dembélé, Kevin Mirallas, Guillaume Gillet, Jan Vertonghen, Axel Witsel, Sébastien Pocognoli y Eden Hazard continuarían llenando el rompecabezas que dio comienzo hace ya más de media década pero que debía continuar con la perseverancia que lo caracterizaba. Estos ocho jugadores debutaron con la selección mayor en pleno proceso de preparación para el Mundial que finalmente vieron por televisión y que, además, consagró a España en lo más alto del planeta y dejó a Holanda con su tercer subcampeonato.
Ya ocho años, dos Copas del Mundo de por medio, y un conjunto belga que no hacía flote en una Eliminatoria europea que se le hacía cada vez más complicada. En esta ocasión, volvió a quedar cuarto. Turquía, Bosnia y Herzegovina –que quedó afuera en el repechaje frente a Portugal– y España le arrebatarían su boleto con destino a tierras africanas.
Pero los demonios cada vez estaban más cerca del objetivo. Romelu Lukaku, Christian Benteke, Kevin De Bruyne, Simon Mignolet y Dries Mertens completarían, finalmente, el rompecabezas que se había armado en el 2002. Para el 2011, una vez iniciada la fase clasificatoria rumbo a Brasil 2014, todas las futuras promesas compartían selección y buscaban demostrar que todo esto era cuestión de tiempo.
Al año siguiente, Marc Wilmots –capitán de Bélgica en Corea–Japón– asumió como entrenador nacional y fue quien afianzó un grupo a base de talento joven y experiencia. El comandante de los Diablos Rojos que disputaron una Copa Mundial por última vez se haría cargo de la dirigencia técnica de un elenco belga que buscaba el retorno a la cita más importante que tiene el fútbol. El equipo se reforzó con Toby Alderweireld –acompañante de Vertonghen en la zaga central del Tottenham–, Yannick Ferreira Carrasco –extremo del Dalian Yifang chino– y Thibaut Courtois –arquero del Chelsea– como principales caras que se sumaron a los personajes del 2002.
El Grupo A de las Eliminatorias UEFA albergó a este seleccionado junto a Croacia y Serbia como los rivales más directos –ambos pertenecientes a la exYugoslavia–. Bélgica clasificó de manera invicta y cumplió con la premonición que se había realizado 12 años atrás. Brasil 2014 fue la edición del regreso a un torneo grande para los Diablos Rojos. Se quedaron afuera en cuartos de final con un gol de Gonzalo Higuaín en el inicio del encuentro, lo que concretó la eliminación de los europeos a manos de una Argentina que finalizaría subcampeona.
Niños que se convirtieron en muchachos maduros y, posteriormente, adolescentes transformados en adultos jóvenes. Once de los 15 demonios divulgados al mundo en el 2002 le devolvieron la alegría a un pueblo belga y cumplieron lo que aquel viejo periódico había anunciado. Lo remarcable de esta historia es que, mientras que los pequeños que fueron reclutados a principio de siglo no habían debutado en la selección mayor, el conjunto belga no había podido representar a su país en una Copa del Mundo.
El 17 de junio cumplió 50 años pero se siente de 30, y si no fuera porque el cuerpo técnico de Central Ballester le comunicó, hace dos meses, que no lo tendría más en cuenta de cara al próximo campeonato para darles lugar a los más jóvenes, Juan Carlos Albarello seguiría como jugador del club del cual es hincha.
Participe fundamental en el único ascenso del canalla, en la temporada 1995/96, el abuelo o viejo, como lo apodaron cariñosamente sus ex compañeros, siempre se mantuvo ligado al fútbol: es árbitro amateur hace más de 20 años, también se desempeña como entrenador aficionado y ya piensa en su carrera como director técnico profesional con un curso que comenzaría en 2018.
El ex delantero abandonó el fútbol en 1996, a sus 29 años, por el nacimiento de su primer hijo. En 1999 volvió a jugar en Juventud Unida pero se retiró de nuevo esa misma temporada por problemas económicos. Lo cierto es que el año pasado, luego de un llamado de Norberto Beto Romano, le picó el bicho de volver a jugar al fútbol tras 17 años y, con un físico ejemplar, a sus 49 años, decidió defender una vez más los colores del club de sus amores, Central Ballester.
-¿Como surgió la idea de volver a jugar al fútbol a pesar de las limitaciones físicas y mentales por la edad?
–Yo estaba jugando el sénior hace dos años y participaba en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) con Central Ballester y en un momento también participó Norberto Romano. Fui a ver un partido del equipo contra Juventud Unida y estaba Beto. Nos saludamos, nos pusimos a charlar un rato de fútbol y en el momento que yo me estoy por ir, me dice: “¿Cómo andas para ponerte los cortos?”. Le dije que él sabía cómo estaba, porque ya me conocía por estar en el sénior. Me dijo que después me llamaría. Esto fue en diciembre. Pasaron los meses y en julio me llamó para que al otro día fuera a un predio en Hurlingham y me demostró el deseo de que yo formara parte del plantel. Tuve una gran felicidad porque no creía que iba a pasar. Gracias a Dios se dio así.
-Si no fuera por el Beto Romano, ¿habrías vuelto a jugar?
-La verdad que no, no lo tenía en mis planes. Fue un propósito de Dios que me dio la posibilidad de pisar nuevamente un campo de juego. Me cuidé toda la vida, nunca fumé, tomé ni tampoco trasnoché. Siempre comí sano gracias a mi tarea como árbitro amateur. Nunca tuve lesiones graves. No voy a decir que no costó pisar una cancha después de 17 años. No fue fácil entrenarme a la par de los chicos pero pude hacerlo.
-¿A cuál de tus tres retiros te costó más sobreponerte?
-Creo que los tres cumplieron una etapa. El último lo tomé tranquilo, pero quizás los primeros dos fueron los más difíciles porque uno deja de jugar, de ver a sus compañeros, a la hinchada. Todas estas cosas las llevo muy adentro. El segundo, cuando volví a los 32 años y me retire poco tiempo después, fue el más difícil. Pasé por un duelo.
-¿Cómo tomaste la decisión del cuerpo técnico de Central Ballester de no tenerte en cuenta?
-Hablé con ellos y me dijeron que querían hacer un plantel con jugadores jóvenes y nuevos. Lo tomé y lo veo bien. Fue un año a full, trabajaba a conciencia y ya le había agarrado el gusto. Me preparé para seguir pero no se dio así. Fue algo maravilloso. Me dijeron de trabajar con ellos en la dirección técnica y lo voy a pensar porque es una linda posibilidad. El año que viene comenzaré el curso de entrenador y a trabajar en algún equipo.
-Recién mencionabas la idea de empezar un curso de entrenador, ¿te gustaría dirigir Central Ballester en el futuro? ¿Qué objetivos tenés a mediano o largo plazo?
-Mi hijo está haciendo la carrera de profesorado de educación física que son cuatro años, la de director técnico son dos y me gustaría a largo plazo conectarme con él y agarrar algún club. Obvio que el canalla es uno de mis deseos pero también puede ser en un intercountrie. En principio comenzar en los countries y si surge algo mejor, obvio que me encantaría.
-¿Cuando recién comenzaste a jugar, tuviste un referente como tus compañeros con vos?
-Sí, siempre uno se fija en los más grandes. Después de 30 años, cuando uno llegaba a primera división, había varios referentes. Maciel, Úbeda y Gallardo eran algunos en ese momento. Los vestuarios y los códigos eran diferentes, había mucho más respeto. El fútbol evolucionó mucho para bien.
-¿Qué otros cambios notas entre el fútbol del pasado y este del presente?
-Se mejoró mucho y hay más tecnología, que nosotros no la teníamos en la década del ’90. Cambió mucho, se corre bastante más, las canchas no son lindas y no ayudan a jugar. Son pocos equipos que ponen la pelota al piso e intentan salir jugando, se pega mucho. Hubo cambios positivos y negativos.
-Recién hiciste referencia a la tecnología, ¿estás de acuerdo con la inclusión de la misma en el fútbol?
-Para el jugador es una cosa y para el árbitro es diferente. No lo veo bien por el lado humano.
-Al practicar el arbitraje de manera amateur, ¿respetás más las decisiones y las formas en las que se manejan los árbitros profesionales, desde tu lado como futbolista?
– Yo fui jugador y cuando uno lo hace no lo tiene muy en cuenta, no lo entiende. El juez está solo, es muy difícil serlo. Cualquiera te grita y te insulta. Yo comprendo mucho, dirigir en el amateurismo me fue de gran ayuda.
-Si hubieses sido el juez en el partido de Deportivo Riestra – Comunicaciones, suspendido a cinco minutos del final debido a una invasión de la cancha por parte de un jugador e hinchas del conjunto local, ¿qué decisión tomabas? ¿Seguías el partido ese mismo día o actuabas tal como lo hizo Paulo Vigliano?
-Es muy difícil. Cuando veo los videos, observo que el árbitro está de espaldas al jugador que invade (Leandro Freire). En el informe no pone que fue uno de Riestra. Yo lo veo como una acción muy tonta porque a falta de cinco minutos del ascenso se mete y lo suspende. Estaba armado y fue todo muy enredado . Yo como árbitro lo suspendía pero informaba que fue un jugador el que inició todo.
Ciento veinte son los rugbiers desaparecidos que Carola Ochoa descubrió a lo largo de una investigación que ya lleva cuatro años. Se trata de una periodista sanjuanina que decidió utilizar al deporte como una herramienta para mantener vigente el ejercicio de la memoria y tacklear con ella.
Todo comenzó a partir de la historia de los desaparecidos de La Plata Rugby Club. Ochoa tiene como objetivo central contar la historia de rugbiers que fueron secuestrados durante la última dictadura militar a lo largo y ancho de todo el país. “El deporte tiene muchos valores, tiene mucho que ver con el sacrificio. La mayoría de estos chicos dejó el rugby por la militancia. Todos eran apasionados por la vida y no la dieron sino que se las quitaron. A los 120 los siento familia”, confiesa.
Desde abajo, a pulmón, sin el apoyo de ninguno de los grandes medios de comunicación, con su página de Facebook llamada “II Torneo Nacional Homenaje a los Rugbiers Desaparecidos”, la joven sanjuanina va en busca de información, porque son más, muchos más. “La gente se acerca al club o me llaman por teléfono, nos brindan algunos datos. Desde allí comienza la investigación. Es muy evidente que aún persiste el dolor”, cuenta Ochoa. Además, la periodista y sus nueve compañeros planean realizar una versión de las 120 historias para niños en una serie de libritos con el título “Había una vez un valiente rugbier”.
El 11 de noviembre, en el Colegio Nacional Rafael Hernández, se realizará una jornada de talleres en los que los familiares de cada uno de los desaparecidos contarán su historia. Luego, los chicos presentes jugarán un torneo Seven en homenaje a los rugbiers.
Carola Ochoa busca que las 120 vidas estén presentes en cada pibe que pasa la pelota hacia atrás, hace un try o patea un penal a los palos.