jueves, julio 17, 2025
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Jugger, la práctica deportiva que traspasó la pantalla

Daniel Melluso

“Tres, dos, uno, Jugger”, se repite, incansablemente, en el Parque Saavedra de La Plata. Este grito de guerra es entonado por uno de los cuatro árbitros de este juego que surgió en 1989 en la película australiana La sangre de los héroes y fue retomado, a comienzos de la década del ´90, por alemanes que lo reglamentaron y masificaron por Europa.

David Webb Peoples, director y guionista estadounidense de la mencionada película, jamás imaginó que el juego ficcional superaría la pantalla y sería real, no solo a nivel regional sino a nivel mundial. En el filme, el Jugger es el entretenimiento de una época en la que, tras una devastadora guerra nuclear, la sociedad ha quedado destruida. Está caracterizado como un deporte violento, en el que un equipo impone su ley en el desierto, soñando con llegar a la ciudad, para así enfrentarse al campeón de la liga profesional.

En la adaptación reglamentaria realizada en Alemania, se limitaron los golpes fuertes y el contacto físico entre jugadores, en contrapartida con lo que ocurre en el largometraje. A su vez, la honestidad es la base fundamental con la que está cimentada esta práctica.

El objetivo del Jugger es anotar la mayor cantidad de puntos en la base del equipo opuesto (conformados ambos por cinco jugadores) a partir de introducir una pelota ovalada denominada jugg. Solamente uno de cada equipo, el corredor, está autorizado para tocar el jugg, del cual puede disponer únicamente con sus manos. Los cuatro restantes portan pompfens – palos alargados recubiertos de material blando- y los utilizan para enfrentarse al equipo contrario y proteger a su corredor.

El campo de combate es de 20 metros por 40 y en la mitad se ubica el jugg, en donde los jugadores confluirán con la intención de apropiárselo. El tiempo de un partido es contado en intervalos de dos segundos marcados con un pitido, que realiza uno de los árbitros con un silbato, llamado piedra. El juego se compone de dos mitades de 200 piedras. Si un jugador elimina a su contrincante, este último debe contar cinco piedras para volver a la vida.

En la Argentina, el juego surgió en La Plata, más específicamente en el Parque Saavedra (ubicado entre las calles 12, 14, 64, y 68), en donde se encuentra la mayor concentración de jugadores y una asociación, la Asociación de Jugger de La Plata (AJULP), que regula la práctica y organiza torneos nacionales e internacionales. “A fines de 2013, llegaron a la ciudad dos hermanos españoles que trajeron el deporte con ellos. Nació aquí y comenzó a desparramarse por otros lugares del país. Por ejemplo, yo me lo llevé a San Clemente del Tuyú, lugar al que vacaciono con mi familia, y los chicos y chicas de allí lo trasladaron a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), en donde estudian, y así sucesivamente en otros lugares, pero el lugar central es acá”, cuenta Nicolás Atila Mátray, coordinador y co-creador de la AJULP.

Todos los sábados en el Parque, a las 16, chicos y chicas se reúnen para desarrollar este deporte que no distingue géneros ni contexturas físicas. “El juego es mixto, ya que basta con tener agilidad y velocidad mental sin importar el porte físico”, explica Atila Mátray. Tanto en el mundo como en América Latina, el Jugger es muy practicado y de ello da certeza el coordinador de la AJULP: “A nivel mundial los más fuertes son Alemania, Irlanda y España, puesto que poseen confederaciones cimentadas que organizan torneos permanentemente. En América, hay un foco muy fuerte en Colombia, uno más débil en Costa Rica y otro caótico, por la extensión de su país, en Estados Unidos. En Norteamérica, el Jugger es fuerte, pero muy desparramado”.

A partir del 4 de mayo, la AJULP organiza su torneo regional, el cual dura cuatro meses y se disputa el primer sábado de cada mes. Los equipos Buena Onda y Mulitas son los animadores de la competición, que cuenta con seis equipos. Elisa Bellone, Álvaro Pérez Domínguez y Mercedes Martínez son integrantes del primer equipo y describen su experiencia con el Jugger. Bellone, quien además es coordinadora de la Asociación, indica: “Acá todo es autogestionado. Recolectamos dinero para subvencionar los gastos operativos, tanto de los torneos como de los entrenamientos semanales”. Pérez Domínguez, o Alvarete como le dicen sus compañeros, manifiesta las razones por las que él cree que muchos se acercan al deporte: “Todos iniciamos casualmente, ya sea por el interés de hacer algo como por gente en común que lo practica. Por ejemplo, yo me acerqué en 2015 por unos amigos, pero dejé y a los meses retomé”. En consonancia con esto último, Martínez dice: “Comencé por mi novio. Me gustó y lo sigo realizando”. “Nuestro equipo se llama así por el espíritu del Jugger, que debe ser honesto y jugado con la mejor onda”, agrega.

En América del Sur, un foco muy pequeño, pero activo se encuentra en Uruguay. Rodrigo Castro, jugador de Mulitas nacido en Montevideo, da cuenta de ello: “Comencé en mi país hace cuatro años. Formo parte de un equipo que se llama Mandarina Ninja, pero hace seis meses que juego en La Plata”. El jugador vive en Neuquén por trabajo y esporádicamente viaja a la ciudad de las diagonales para despuntar el vicio. “Estuve de visita en Uruguay, pero una parada obligatoria es acá, porque en Neuquén no hay Jugger. En mi país hace cuatro o cinco años que se practica el deporte, pero no se amplió la base de jugadores. Se juega fundamentalmente en Montevideo, en Parque Battle”, expone Castro.

Ya sea en Argentina, en América o en el mundo, el Jugger es una práctica que con valores definidos y con la honestidad como bandera, busca despojar todo tipo de desigualdades físicas y de género, y a partir de la equidad, unir a cada uno de sus participantes más allá del resultado deportivo.

Colin Kaepernick, el deportista rebelde del siglo XXI

Por Federico Bajo

Al boxeador estadounidense Jack Johnson lo condenaron a nueve meses de prisión por ser negro y tener una relación con una mujer blanca. Muhammad Ali, acaso uno de los mejores pugilistas de todos los tiempos, se ganó odios y suspensiones al plantarse ante una sociedad racista y anunciar que dejaba de llamarse Classius Clay porque ese era “un nombre de esclavo”. Tommie Smith y John Carlos, primero y tercero en los 200 metros de los Juegos Olímpicos de México 1968, fueron echados por el Comité Olímpico Internacional por haberse manifestado políticamente. Parados en el podio, levantaron el puño y agacharon su cabeza mientras sonaba el himno norteamericano. Al volver a su país sufrieron ostracismo, amenazas de muerte y sus vidas fueron devastadas. En la actualidad, Estados Unidos, el mismo lugar en donde en el siglo XIX el Ku Klux Klan linchaba, ahorcaba y mutilaba negros, vuelve a tener en Colin Kaepernick a un deportista que sufre las consecuencias de hacerle frente a la segregación racial.   

El 1 de septiembre de 2016 la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, en inglés) vivió un hecho histórico. Kaepernick, jugador afrodescendiente que en aquel momento integraba el plantel de San Francisco 49ers, se arrodillo en el campo de juego cuando sonaba el himno estadounidense en la ceremonia previa de cada partido. A él se le sumo Eric Read, compañero de equipo, y en las semanas siguientes se acoplaron más deportistas.No voy a ponerme de pie para demostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a las personas de color. Para mí, esto es más grande que el fútbol y sería egoísta de mi parte mirar hacia otro lado”, explicó luego el mariscal de campo. Lo que expresó Kaepernick se vuelve más preocupante si se miran los números: un informe de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) contabilizó que durante todo el 2017 en Estados Unidos ocurrieron 7175 delitos de odio, contra los 6125 de 2016, y de esa cantidad 2013 fueron contra afroamericanos, un 48,6%. Los motivos de esta violencia los intenta explicar Michelle Alexander, abogada afrodescendiente, en su libro El color de la justicia: la nueva segregación racial en Estados Unidos. Allí plantea que en su país la esclavitud de la población negra nunca se extinguió, sino que se ha perpetuado detrás de una serie de leyes que los someten.

Aquel gesto de Kaepernick, tildado de antipatriótico por los nacionalistas, significó el fin, al menos por ahora, de su carrera deportiva. En marzo de 2017 el quarterback finalizó su contrato con los San Francisco 49ers y desde allí no ha vuelto a ser contratado por ninguna de las 32 franquicias de la NFL. El jugador denunció un complot en su contra porque otros mariscales, con estadísticas de rendimiento menores, han sido fichados. Pese a todo, Colin, un “hijo de puta” según lo definió el presidente Donald Trump, está dispuesto a dejar el fútbol americano por su causa. “De ser así –dijo- sabré que he hecho lo correcto”.

En octubre de 2017 una multitud de personas se arrodilló en las afueras de un estadio en el mismo momento que adentro jugaban los Baltimores Ravens ante Chicago Bears. Todos fueron convocados vía redes sociales por Jamal Harrison Bryant, pastor afroamericano, en apoyo a Kaepernick. La imagen que anunciaba el horario y día del reclamo es un fontomontaje en el que se ve a Kaepernick de rodillas en el césped con la mirada fija en el piso y las tribunas repletas a sus espaldas. Junto a él, en la misma posición, lo acompaña un hombre que viste un traje. Es Martin Luther King, ese mismo que transformó un gesto de alabanza en un símbolo del reclamo por los derechos civiles cuando en 1965, hincado, dirigió una oración en plena calle como protesta por el arresto de 250 afroamericanos. En Estados Unidos la violencia contra las personas de color existió siempre. En 2017, según un registro del diario The Washington Post, la policía asesino a 223 negros, de los cuales 20 estaban desarmados.Tranquila, señora, nosotros solo matamos a negros”, le dijo el teniente Greg Abbott, del departamento policial de Georgia, a una mujer que se había salteado un control vehicular y no quería bajar las manos por miedo a que ocurriera lo que había visto en los videos viralizados de agentes disparando contra ciudadanos.

Al mes siguiente de aquella manifestación del público, jugadores e incluso dueños de distintas franquicias escucharon el himno parados sobre el césped con sus brazos entrelazados. Sin embargo, esta vez no fue en honor a Kaepernick, sino una demostración de poder de la NFL, la liga deportiva más millonaria del mundo, hacia Trump, quien había escrito en Twitter que la federación estaba en declive por tolerar las protestas y por tomar medidas para reducir el daño cerebral entre los deportistas.

“Una vez más, no soy antiamericano. Me encanta América. Amo a la gente. Es por eso que estoy haciendo esto. Quiero ayudar a mejorar a Estados Unidos”, debió aclarar el jugador, que fue criticado el año pasado por firmar un contrato para ser la imagen de la campaña de Nike. Incluso en redes sociales circularon videos en los que se veía indumentaria deportiva de la firma que era prendida fuego. De todos modos, Kaepernick, el deportista rebelde del siglo XXI, fue reconocido por Amnistía Internacional (AI) con el Premio Embajador de Conciencia debido a que no solo enfrentó a los poderosos, sino que también donó 1.000.000 de dólares de su propio dinero a 37 organizaciones diferentes que luchan por la justicia, sumado a que fundó y financia los campamentos “Conoce tus derechos” para jóvenes de comunidades vulnerables.

En 2020 la dinamitada carrera de Colin podría resurgir. Un  portavoz de la XFL, una liga de fútbol americano mucho más violenta que tuvo su única temporada en 2001, confirmó que hubo conversaciones con Kaepernick para que juegue en el torneo de primavera que “volvería renovado”, según dijo Vince McMahon, el millonario propietario de la XFL. Por ahora, Kaepernick, fiel a su estilo, sigue sin hablar. La última vez que lo hizo fue en abril de 2018 cuando recibió el galardón de AI.

“Es el Muhammad Ali de esta generación”, definió al quarterback el sociólogo Harry Edwards, quien incitó a Carlos y Smith a hacer el saludo del Black Power en México. Edwards, además, fue uno de los que estimuló el interés de Colin por los abusos policiales que sufren los afroamericanos y quien le recomendó leer la autobiografía de Malcom X y a la escritora Maya Angelou, defensora de los derechos civiles y la igualdad, que en su poema “A pesar de todo me levanto” dice: “Puedes dispararme con tus palabras,/puedes herirme con tus ojos,/puedes matarme con tu odio,/y aún así, como el aire, yo me levanto”.

Colin, nacido hace 31 años en Milwaukee y que tenía apenas semanas cuando fue adoptado por Rick y Teresa -una pareja de blancos que ya tenía dos hijos: Kyle y Devon-, notó que más allá de los límites de la cancha había algo que estaba mal y decidió hacer algo. Intervenir para cambiarlo. A veces, es cuestión de tomar decisiones, de asumir riesgos. Como éste deportista, que encontró en el silencio una voz para su reclamo.

 

Preparen, apunten, y a soñar en grande

Agustín Loza @agustinloza25

Argentina se tiene que acostumbrar a esta historia de alegrías que nació hace pocos años. El tiro deportivo nunca le había entregado medallas a las delegaciones albicelestes a lo largo de la historia, pero en los últimos tiempos, comenzó a sacarle sonrisas a la bandera celeste y blanca.

Facundo Firmapaz tenía un sueño. Preparó, apuntó, y disparó. En el blanco. Lo que anheló durante tantas noches se convirtió en una realidad. El mendocino es medallista olímpico para su país. Junto a la finlandesa Viivi Kemppi, primera en el ranking mundial junior, ganaron la medalla de bronce en Tecnópolis en la especialidad rifle de aire 10 metros mixtos.

Pero seguramente fue difícil de olvidar lo que pasó antes. En octavos de final, esta dupla había sido derrotada, pero afortunadamente una decisión arbitral anuló esa prueba y tuvo que ser repetida. El resultado fue distinto, el sueño seguía intacto. Así llegaron hasta las semifinales, donde fueron eliminados.

Igualmente, tuvieron su revancha, y vaya que se la tomaron de verdad. Vencieron en la definición por el bronce a la mexicana Gabriela Martínez López y al austríaco Stefan Wadlegger. En el último disparo se notaban los nervios, pero tuvieron ese final feliz que tanto desearon. Al tirador argentino le costó varios segundos procesar lo que estaba pasando. Llegó su entrenador para darle un abrazo y allí se dio cuenta, tenía su lugar en el podio.

Toda su familia estaba en el Parque Tecnópolis alentando por el mendocino, como la mayoría del público local que se mostró eufórico cuando terminó la última prueba. Seguramente por la mente de Facundo pasó su papá, quien le enseñó la pasión por el tiro y con quien aprendió a disparar desde su Mendoza natal.

Hace cuatro años, al otro lado del mundo, su compatriota Fernanda Russo, conseguía su medalla plateada en Nanjing 2014. Ella lo logró en la misma prueba acompañada del mexicano José Valdez Martínez. Es muy esperanzador pensar que en el futuro puede haber una dupla argentina totalmente consolidada. De hecho, este año compartieron equipo en esta disciplina y se posicionaron en el tercer escalafón del podio de un torneo internacional que se disputó en Berlín.

Firmapaz ya demostró que puede competir con los más grandes sin inconvenientes. El año pasado terminó séptimo en la Copa del Mundo de Guadalajara. Ahora empieza a preparar los motores para soñar con un despegue definitivo a los primeros planos internacionales, tal como lo hizo Russo luego de los Juegos de la Juventud hace cuatro años.

La riojana ya tuvo su estreno en los Juegos Olímpicos de mayores. En Río 2016, llegó al 20º puesto, algo que para ella significó una hazaña. Todo el país se emocionó con ella cuando rompió en llanto por la alegría que sintió por haber ganado su lugar en la competencia más importante del mundo.

El tiro deportivo en Argentina tiene representantes jóvenes muy talentosos. Facundo Firmapaz y Fernanda Russo son parte de esta generación que promete pisar fuerte a nivel internacional. El futuro es ahora, y llegó para quedarse.

Broly: el medallista argentino fanático de Dragon Ball

Santiago Oviedo

En las películas de la serie Dragon Ball hay un villano llamado Broly, que generó mucho fanatismo en la audiencia por lo fuerte que era. Tal es así que este año el creador decidió que volviera a aparecer en un nuevo film de la franquicia. Entre los miles de fanáticos se encuentra Mariano Carvajal, quien en honor al personaje, se hizo conocer con ese mismo apodo para practicar la nueva disciplina olímpica: el breaking.

Mariano es un joven de 18 años oriundo de la ciudad rionegrina de General Fernández Oro. Contándolo a él, solo 3 personas realizan ésta actividad en ese lugar. Su pasión comenzó en 2004, cuando vio a su padre, apodado Yovany, dar clases de break dance en un salón frente a su casa. Comenzó a practicarlo y, como tenía condiciones, su padre lo empezó a entrenar.

El breaking es una rama artística y deportiva del Hip-Hop, considerado dentro de esa cultura como uno de sus “cuatro elementos”. Se comenzó a practicar en los 70’s en el barrio neoyorquino del Bronx. Los varones que lo practican se hacen llamar B-Boys, y las mujeres, B-Girls.

Ésta actividad fue incluida en ésta edición por primera vez en la historia de los juegos olímpicos. Así, B-Boy Broly junto a Valeria “B-Girl Vale” González se convirtieron en los primeros representantes argentinos de breaking olímpico. Para participar, Mariano tuvo que pedir faltar por 2 semanas en su escuela.

Vale en la prueba individual femenina quedó en el noveno lugar, sin poder pasar a las finales, mientras que Broly obtuvo el sexto lugar tras haber perdido en los cuartos de final con el francés Martin por 15 a 5.

Hoy, Mariano consiguió junto a la italiana Alessandra “Lexy” Cortesia una nueva medalla plateada en los Juegos Olímpicos de la Juventud en la prueba mixta, tras caer por 13 a 7 con el vietnamita B4 y la japonesa Ram. Pese a haber obtenido una medalla, ésta no suma para sus respectivas delegaciones, ya que la prueba se disputó bajo la bandera olímpica por haber más de una nacionalidad por equipo, sin embargo el logro individual es el mismo.

La inclusión de este deporte en los juegos fue un éxito. Fue la actividad de mayor concurrencia en todo el Parque Urbano. No cabe duda que, con este logro de Mariano, muchos más jóvenes de todo el país comenzarán a prestarle atención a este estilo de baile y a practicarlo, como tantas personas seguidoras de la cultura del hip-hop desean.

Iñaki y Agustina: Ramones en bicicleta

Germán Trucchi

Iñaki Mazza se saca la remera y la revolea al público. Está desaforado. Le cuelgan los auriculares y también los tira. Las clinas ochentosas y enruladas le tocan el cuello desnudo. Iñaki tiene alma de rockstar pero anda en bicicleta y gana medallas de oro. Le muestra al mundo el pecho curtido de cuando se armaba sus propias rampas en Tierra del Fuego.

Agustina Roth hace flamear una bandera argentina y busca a su madre y su hermana que están en el Parque Urbano. Son parte de una multitud que la vio brillar en la pista. La bahiense reafirmó que el título del mundo conseguido en Canadá el año pasado no fue casualidad.

Ya tienen las medallas de oro colgadas y los flashes los siguen por todos lados. Iñaki habla de mente, músculos y espíritu. Son el Ying y el Yang. “Encontramos el equilibrio, nos complementamos”, menciona la Rusita. Iñaki es vegano y pide una comida con carbohidratos y proteínas por las energías gastadas. Agustina quiere hamburguesa, pizza y empanadas.

Van 25 segundos de la última performance de Iñaki. Necesita hacerla perfecta para superar al alemán Evan Brandes. Pedalea hasta una rampa y se queda suspendido en el aire. Agarra con la mano izquierda el manubrio y con la derecha el asiento. Estira las piernas.La gente se hace sentir en el Parque Urbano pero él está con los auriculares puestos. Clic. Clic. Clic. Es la foto de los Juegos. A Iñaki le sobra rock.

Agustina empezó en el BMX como un hobbie. Abandonó el bicicross para concentrarse en la escuela, pero al poco tiempo ya estaba practicando Freestyle en Parque de Mayo, en Bahía Blanca. “Desde el principio vi todo esto y me gustó”, dice la Rusita mientras encoge los hombros ante la pregunta de un periodista. Desde febrero de este año vive en el CENARD. Cuando puede, nombra a Eber Temperan, el entrenador y seleccionador que la llamó para representar al país. “Desde ahí que me lo tomó más profesional”, resalta.

“Somos hippies con bicicleta, unos ramones, aprendiendo a ser atletas de alto rendimiento”declaró Iñaki después de que clasificaran a las finales por equipo. En la prueba definitoria, Iki salió primero de los varones, relegando al alemán Brandes al segundo puesto. La Rusita salió segunda de las mujeres, atrás de la favorita Lessmann. La sumatoria por equipos dio 25 para ambos países, por lo que compartieron la medalla dorada.

La soltura de Iñaki es arriba de la bicicleta y enfrente de los micrófonos. Habla de un proyecto autogestionado en vivo y lo invita al periodista estrella de los Juegos Olímpicos. “Espero que vengas a cubrirlo”, le dice, riéndose. Según le contó a Infobae, el fueguino tiene un propósito: hacer conocido el BMX Freestyle en todo el país. “La idea es construir un espacio cultural para que se desarrollen distintas actividades como los deportes alternativos. Se llama Yanasus Wasi, que significa amigos y hogar en quichua”. Además, quiere armar una rampa gigante en un tráiler para que sea movible, con el objetivo de recorrer escuelas y enseñar lo relacionado al BMX, el cuerpo humano y la alimentación saludable para el deporte.

Iñaki y Agustina ganaron una medalla de oro. Pero consiguieron algo más: la difusión de un deporte que será olímpico en Tokio 2020 por primera vez de manera oficial. Antes de despedirse, Iki pide por el BMX en América Latina.

En la previa de los Juegos de la Juventud, el canal oficial Buenos Aires 2018 le pidió a Agustina que enumere tres deseos. “Tener plata, que sean siempre vacaciones y ser campeona”, respondió. Ya puede tachar uno.

Crédito: Cómite Olímpico Argentino

La joven promesa de Japón que brilló en Buenos Aires

Iván Szyszczak

Tomokazu Harimoto es el nombre del joven talento del tenis de mesa que está en boca de todos, porque además de lograr la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud. Ya había ganado la dorada en Nankín 2014. Brilla por el desempeño que está consiguiendo con tan solo 15 años de edad, convirtiéndose en la máxima promesa de Japón de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Harimoto era el principal candidato a ganar desde el comienzo de la competición pero no pudo reafirmar así su favoritismo, en la tarde del miércoles, luego de caer en la final por 1-4 (8-11, 11-5, 1-11, 11-13 y 9-11) frente al chino Wang Chuqin, de 18 años. A pesar de que el japonés no pudo conseguir el oro, que era lo que todos los espectadores y seguidores de esta disciplina esperaban, la medalla de plata juvenil se reposó sobre su pecho y la bandera del país asiático flameó en lo más alto del podio, mientras recibía la ovación del público argentino que se acercó a verlo jugar en el estadio de Parque Tecnópolis.

Tomokazu nació el 27 de junio de 2003 en la ciudad japonesa de Sendai, Miyagi. Su padre Zhang Yu, y su madre Zhang Ling, nacidos en China, son exjugadores de tenis de mesa y fueron los que impulsaron a su hijo a la práctica del deporte cuando tenía apenas dos años. La brillantez a su temprana edad sorprende y no dejará de hacerlo. Sus 15 años son el fiel reflejo de que los años poco importan a la hora de la competición, y su aparición en el plano internacional ya es algo concreto. Está octavo en el ránking mundial donde se destaca por su juego ofensivo, técnica y un temple envidiable en sus adversarios de turno que, en su gran mayoría, lo doblegan en edad.

Japón fue quien dio el puntapié inicial en la preparación del juvenil olímpico, ya que acompañó en primer plano su participación en Buenos Aires pensando en los Juegos de Tokio 2020, la principal y máxima aspiración deportiva del país asiático pensando a futuro. “En los Juegos Olímpicos de Tokio, quiero ganar el oro individual y el oro por equipos, pero sé que debo practicar duro y luchar para conseguir la gloria”, aseguró el japonés, que remarcó cuál es su gran objetivo.

La confianza, el entusiasmo y el apoyo que recibe de su país, son los factores fundamentales en su crecimiento, y Harimoto así los hace valer. En 2014, ganó el oro en los Juegos de la Juventud en Nankín y el bronce en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Además, el año pasado se convirtió en el jugador más joven de la historia en conquistar el World Tour de la Federación del Tenis de Mesa (ITTF) al ganar el Abierto de República Checa, y en la Copa Mundial llegó a los cuartos de final donde cayó por 1-4 frente al chino Xu Xin, que se ubica como 2 del mundo.

La confianza, el entusiasmo y el apoyo que recibe de su país, son los factores fundamentales en su crecimiento, y Harimoto así los hace valer. En 2014, ganó el oro en los Juegos de la Juventud en Nankín y el bronce en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Además, el año pasado se convirtió en el jugador más joven de la historia en conquistar el World Tour de la Federación del Tenis de Mesa (ITTF) al ganar el Abierto de República Checa, y en la Copa Mundial llegó a los cuartos de final donde cayó por 1-4 frente al chino Xu Xin, que se ubica como 2 del mundo.

Con 15 años, Tomokazu Harimoto se convirtió en uno de los talentos de este siglo, su nombre se destaca como el fenómeno mundial del deporte, en el cual dejó de ser una promesa para convertirse en una realidad, su talento está presente y tiene todo un futuro por delante, donde se avecina Tokio 2020, en su tierra natal.

Gastón Machín, el bicho que voló a la Primera

Axel Ugarte

Gastón Machín volvió a Argentinos Juniors en 2016, cuando el equipo descendió a la B Nacional, con la intención de intentar ascender a Primera al club que le dio inicio a su carrera como futbolista profesional en 2002, cuando debutó, luego de 12 años en las inferiores.

En ese momento, Machín le dijoa la periodista Florencia Basualdo, del medio partidario Argentinos Pasión, que su retorno al Bicho lo había esperado desde hacía mucho y que había llegado en un buen momento personal por su gran participación y rodaje en Instituto de Córdoba.

El defensor Jonathan Sandoval, actual compañero de Machín en Argentinos, dice que un claro ejemplo de su fanatismo hacia el club es que en su casa Machín tiene varias camisetas usadas por él. El arquero del Bicho Federico Lanzillotta agrega que las camisetas que tiene guardadas son las del debut y el ascenso.

Machín lleva en su brazo el brazalete de capitán con una foto suya gritando el gol que le hizo a San Martín de San Juan en el triunfo 2-0, el 28 de enero en La Paternal.

El autor de la fotografía es Jorge Junes, hincha y fotógrafo oficial de Argentinos Juniors, quien dijo que se siente orgulloso de que lleve una imagen sacada por él y que lo vio desde chiquito, incluso desde antes de debutar. Además, agregó que Machín es un jugador agradecido con los hinchas porque cuando ve una publicación en la que se siente apoyado, trata de comunicarse y agradecer por la muestra de cariño.

El primer ciclo del mediocampista en Argentinos fue desde 2002 hasta 2005, año en que fue vendido a Independiente. Pero su inicio en el Bicho fue en 1991, cuando tenía ocho años y arrancó en las inferiores del club.

Machín es uno de los surgidos del “semillero” que acompañó al Bicho de la B Nacional y que tomó el protagonismo para llevar la cinta de capitán.

El mediocampista lleva más de 150 partidos con la camiseta del conjunto de La Paternal.

Actualmente, Argentinos volvió a integrar jugadores que salieron del Bicho, como Leonardo Pisculichi, quien compartió inferiores junto a Machín.

La medalla codiciada por dos generaciones

Agustín Loza @agustinloza25

María Sol Ordás escribió una de las páginas gloriosas para Argentina en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018. Las aguas de Puerto Madero se vistieron de gala para consagrar a la nicoleña como campeona olímpica en single scull y así desató la euforia entre los seguidores argentinos que alentaron en el Puente de la Mujer, en los distintos puntos de la ciudad porteña o en cualquier parte del país y el mundo frente a un televisor.

Ordás consiguió lo que su padre Damián no pudo lograr en Sidney 2000, como tampoco su madre, Dolores Amaya, quien había participado en la misma disciplina en Atlanta 1996 pero cuatro años después no pudo viajar a tierras australianas justamente porque estaba embarazada de Sol, que llegó al mundo en pleno desarrollo de los primeros Juegos Olímpicos del siglo XXI.

La flamante campeona olímpica nunca fue en contra de su destino y heredó la pasión que sus padres sentían: subir a un remo para representar al país. Obtuvo la hazaña que tanto soñaron sus papás, quienes hace 22 años empezaron a luchar por el anhelo que por fin consiguieron ayer: ganar la medalla dorada.

Otra vez el remo, ese deporte que tantos resultados positivos le dio a la delegación albiceleste en la historia del olimpismo moderno. Lo de Ordás tiene una particularidad: se convirtió en la primera mujer en ganar una presea de oro en un Juego Olímpico. La flamante campeona quiere sacar credenciales para sentarse en la mesa de los grandes, tales como Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero, campeones olímpicos en Helsinki 1952 en doble remos par sin timonel, o de Alberto Demiddi, el remero argentino más importante de todos los tiempos, quien supo ganar la medalla de bronce en México 1968 y la de plata en Múnich 1972.

Pasaron 46 años para ver a remeros argentinos nuevamente en el podio. El martes fue el día de los jóvenes Felipe Modarelli y Tomás Herrera, quienes fueron terceros en dos remos sin timonel y también estuvieron alentando por Ordás en el dique 3 de Puerto Madero como cualquier hincha argentino.

Por ahora, los deportes acuáticos fueron las estrellas argentinas de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018. Delfina Pignatiello se adueñó de la medalla de plata en los 800 metros libres y todo el país se emocionó con ella por el fresco recuerdo de su abuela. Luego, todos fueron testigos de cómo la familia Ordás por fin lograba dejar una huella imborrable en la historia del remo argentino después de tantos años de dedicación.

La excelente actuación de los locales en esta disciplina hace soñar con un gran futuro de cara a las siguientes ediciones de los Juegos Olímpicos, pero hay mucho para mejorar, principalmente a nivel dirigencial. No deben dejar que las consagraciones opaquen los malos manejos. No hay dudas: desde abajo, hay chicos que van a remar hasta alcanzar sus sueños, como lo hicieron Ordás, Modarelli y Herrera.

Del agua al cielo

Mariano Sánchez

Delfina Pignatiello fue la segunda nadadora más rápida de los 800 metros libres, lo que le otorgó la medalla de plateada, la segunda de la delegación Argentina en Buenos Aires 2018. La húngara Ajna Kesely se colgó la de oro y Marlene Kahler, representante de Austria, completó el podio. Mientras que Delfina Dini, la otra representante nacional en la final, culminó cuarta.

En los primeros 50 metros, Pignatiello lideraba la prueba, mientras que Dini fue la tercera en tocar la pared. A medida que las brazadas iban sumando metros, la húngara y la argentina ya se habían despegado del pelotón y comenzaron a luchar mano a mano por el primer lugar. Ya en la mitad de la carrera, la diferencia de ambas con su perseguidora más cercana era de 2” 30, que ya no era la cordobesa. En los últimos momentos, Kesely se despegó y logró un cómodo primer lugar en 8’27”60, Pignatiello lo hizo en 8:32.42, Kahler llegó en 8’36” 57 y Dini en 8’ 43” 71.

Gerardo Werthein, presidente del Comité Olímpico Argentino, fue el encargado de repartir los reconocimientos. La primera medalla fue para el tercer puesto, luego fue el turno de la argentina. Cuando la voz encargada de la ceremonia anunció su nombre, los gritos envolvieron el estadio y las lágrimas la cara de Delfina. Ya con la medalla colgando de su cuello, la nadadora mostró su palma de la mano al mundo, la cual tenía la palabra abuela y un corazón. Su emoción y alegría no la abandonaron un segundo y, según afirmó ella, su abuela tampoco.

“Te amamos, Delfi”, gritó una chica desde la tribuna. “Delfi” levanta su mano agitando la bandera argentina mirando al sector de donde sonó el grito y, segundos más tarde, confesó: “Fue un año muy duro, entrene mucho para esto. Hace una semana falleció mi abuela, así que esta carrera fue especialmente para ella”. Mientras suelta estas palabras mirando al cielo, las lágrimas le desbordan los ojos y nadan por la mejilla hasta caer.

Como fue costumbre en estos días de competencia, el natatorio del Parque Olímpico estaba colmado de espectadores. Nadie se quiso mover, la expectativa y el aliento fue grande y constante, aunque esto inquietó a la medallista. “No esperaba que viniera tanta gente, se sintió mucho el apoyo. Sí, voy a aceptar que hubo mucha presión, pero intenté disfrutarlo”, afirmó la deportista de San Isidro en un mano a mano para un programa de televisión.

“No restemos, sumemos a lo que ya tenemos”

Tatiana Milani @TatMilani

Tomás Herrera y Felipe Modarelli venían de consagrarse bicampeones sudamericanos en Chile y de conquistar un histórico octavo lugar en el Campeonato Mundial de Remo Junior de Racice, por lo cual llegaron a Buenos Aires 2018 con una clara chance de conseguir alguna medalla para Argentina.

Siendo favoritos, los atletas empezaron el campeonato con dos lapsos beneficiosos. En la primera carrera se quedaron con el segundo mejor tiempo general (1’35”80) y en la posterior terminaron primeros (1’34”52). Así se clasificaron a la semifinal en el día de hoy donde se metieron a la última posta detrás de la pareja de Uzbekistán con un trayecto de 1’30”68.

Así llegaron a la final como uno de los favoritos a conseguir la primera medalla para nuestro país. Debajo del Puente de la Mujer colapsado de personas, remaron por última vez y recorrieron el dique 3 de Puerto Madero en 1’30”97 quedando a 57 milésimas de la pareja italiana que se consagró con el oro y cerca de los rumanos que terminaron en segundo lugar, pero, sobre todo, dejando atrás a los uzbecos que horas antes los habían superado. Con este tercer lugar no solo consiguieron el bronce, sino que también escribieron su nombre en la historia al posicionarse como los primeros atletas en conseguir una medalla para Argentina en los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018.

Sin embargo, no fue el único logro que alcanzaron en esta tercera jornada de competiciones ya que, al terminar la prueba, el periodista Gonzalo Bonadeo para TyC Sports les abrió el micrófono para que ellos le reclamaran al Estado qué cuestiones hacen falta para mejorar la práctica de esta disciplina en el país. “Todo lo que se hizo para los Juegos fue buenísimo, pero no restemos y sumemos a lo que ya tenemos”, contestó Herrera y su compañero afirmó a su lado.

En este último año hubo varias noticias que confirmaban cómo el gobierno, poco a poco, iba a ir desmantelando el programa de becas deportivas para las jóvenes promesas y hasta se habló de una posible venta del Centro de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD). Los atletas saben que esto se aproxima y no quieren perder la oportunidad de estar frente a una cámara de televisión para hacerse escuchar y no dejar que esto quede en la oscuridad.

“El deporte no es solo bueno para nosotros, sino para el país, hay mucha gente contenta en estos momentos complicados para estar contentos. Ahí está la clave”, reflexionó el medallista.

Crédito: @PrensaCOA