martes, mayo 13, 2025
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Sebastián Simonet: “La pandemia me agarró en el mejor momento físico de mi carrera”

Por Ramiro Pucci y Facundo Sprinsky

Sebastián Simonet tenía pensado estar retirado para estas épocas aunque, de un día para otro, una pandemia cambió rotundamente sus planes. El jugador del seleccionado argentino de handball y de S.A.G Villa Ballester había anunciado que se iba a retirar luego de Tokio 2020, pero su postergación para 2021 le hizo poner en duda su participación en el torneo más importante del deporte. Sin embargo, la posibilidad de compartir un Juego Olímpico con sus dos hermanos por primera vez, sumado a la expectativa que tienen sus hijas de volver a verlo jugar ahí, lo mantuvieron motivado y con más ganas que nunca de estar presente.

Es por eso que el 7 veces campeón panamericano y doblemente olímpico con el seleccionado nacional, con 14 años de trayectoria en Europa, se mantuvo entrenando en su casa durante todos estos meses de inactividad, y hace un mes y medio, tuvo la posibilidad de volver a entrenarse con los “Gladiadores”, con la mira puesta en la cita olímpica.

— ¿Cómo estás llevando la cuarentena?

— Bien, la verdad que bien. Ya pasó bastante tiempo y quizás lo más difícil fue al principio, que fue duro porque el último objetivo deportivo que tenía, Tokio, se me vio aplazado, y fue difícil ver cómo iba a seguir. Ahora que volvimos a entrenar estoy haciendo una vida un poco más normal, aunque yo desde principio de año estoy trabajando en la empresa familiar y nunca paramos, así que mi rutina de horarios era más o menos la misma, salvo que no me entrenaba en el club y me entrenaba en mi casa. Por lo que más sufro es por mis hijas, que tienen 4 y 2 años, y siento que están perdiendo un tiempo muy valioso. Pero bueno, remándola. Siempre fui alguien que intentó adaptarse muy rápido a todo y creo que hasta me acostumbré. No me gusta, pero me acostumbré.

— ¿Cómo te entrenaste durante la cuarentena?

— Empecé a hacer entrenamientos a los que no estaba acostumbrado, tipo crossfit, muy funcional, con el peso que encontraba en mi casa. Al principio los entrenamientos virtuales fueron con el club, que fue el que más activo se mantuvo, tres veces por semana. Con la Selección nos derivaron a los clubes, más que nada porque no estaba muy claro cómo íbamos a volver. Así fueron los primeros tres meses. Después tuvimos un par de reuniones y ya arrancamos con algunas rutinas de la Selección, cuando gracias al ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) y a la CAH (Confederación Argentina de Handball) nos pudimos ir armando con discos, barras y algunas cosas que eran más normales para nosotros.

— Los “Gladiadores” fueron autorizados a volver a entrenar gracias a estar clasificados a los Juegos Olímpicos. ¿Cómo fue esa vuelta? ¿Qué protocolos tienen que seguir?

— El protocolo es bastante estricto. Tenemos que llegar cambiados, con nuestra mochila, nuestras toallas, nuestro alcohol en gel, nuestra agua y con barbijo. En la puerta nos toman la temperatura, tenemos que mostrar el permiso de circulación y a partir de ahí, una vez que entramos, lo más duro es ver al CENARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) vacío. Nosotros estábamos acostumbrados a llegar, saludar a todo el mundo, ver a todos los deportistas, entrenar, que pase alguien en el medio y saludarlo… y bueno, ahora no hay nadie. Hasta la semana pasada hacíamos todo al aire libre. Físico en la pista de atletismo, separados cada dos metros, y cuando nos tocaba correr nos iban largando de a tandas para no cruzarnos y no tener contacto. Todo eso ya sin barbijo, porque correr con barbijo es imposible. Hace una semana empezamos a ir al gimnasio y a entrenar con pelota, pero todo individual, cada uno con la suya. Las veces que lanzamos es al arco libre o contra la pared. Cuando termina el entrenamiento nos tenemos que ir, no nos podemos duchar. La verdad es que ya nos estamos acostumbrando y lo que al principio era un esfuerzo extra ya es algo normal. Estamos viviendo mucho el día a día, viendo semana a semana qué es lo que podemos hacer y qué no, el cuerpo técnico nos está cuidando un montón, no quiere pasarse. Nosotros muchas veces les hinchamos: “Dale, empecemos a tirar al arco, pasemos entre dos por lo menos”. Es más, la semana pasada hicimos unos ejercicios con pelota imaginaria: nos pasábamos la pelota sin pelota, que la verdad es para llorar, más que para reírse. Es todo muy raro, muy distinto a lo que veníamos viviendo.

— ¿Cómo le afectó al equipo la postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio?

—Depende del caso. A mí me partió al medio, me vino muy mal, me agarró en el mejor momento físico de mi carrera. Yo tengo 34 años y en ningún momento me encontré tan bien como me encontraba antes de que empezara la pandemia. A otros pibes la verdad que les viene bien para volver a ganar confianza o para recuperarse de alguna lesión. Lo que hay que pensar es que esto le pasó a todo el mundo. Si bien acá estamos más postergados que otros continentes, esto les afectó a todos. Esperamos que por estos lados se pueda solucionar un poquito más rápido la cosa porque ahí sí, si hasta fin de año no competimos los que estamos acá, que somos muy pocos, estaremos en clara desventaja y vamos a tener que esforzarnos el doble o el triple para estar al nivel de los que están en Europa.

— Dijiste que la pandemia te agarró en el mejor momento físico de tu carrera, ¿qué fue lo que te motivó a no bajar los brazos para llegar a Tokio el año que viene?

— Hace poco vi en la tele que repetían mucho los Juegos Olímpicos de Londres y Río. Mi hija más grande, que ya entiende bastante y hasta estuvo en Río, me preguntó varias cosas de los Juegos. Ella estaba súper entusiasmada con que compitiera en el próximo. Me decía: “¿Vas a jugar ahí, en la tele, con Diego y Pablo (Simonet)?”, y le contaba que sí. ¿Cómo me bajo de esa? Ya no me puedo bajar. Poder cerrar mi carrera con otro Juego, con mis dos hermanos al costado, sería la frutilla del postre.

— ¿Tenían alguna fecha programada para juntarse a entrenar con los jugadores del seleccionado que juegan en Europa?

— La primera fecha que tenemos para juntarnos es en la ventana internacional a principios de noviembre, en la que hay programada una gira por Egipto, aunque si hasta ahí no tenemos ninguna competencia dudo que nos quieran llevar, es muy arriesgado. También tenemos otra después de Navidad, en la que tenemos un torneo en Qatar y una gira en Rusia antes del Mundial que es en enero, así que no son muchas las fechas.

—¿Cuáles son los objetivos a nivel grupal y personal de cara al Mundial y a los Juegos Olímpicos?

— El objetivo de Tokio era y seguirá siendo intentar pasar de fase y estar entre los ocho mejores. En el Mundial, que ni sabemos si se hará, queremos estar lo más arriba posible, pero el objetivo principal es Tokio. A nivel personal, no me veo ni me planteo otra forma de estar en el seleccionado que con un papel protagónico, un papel donde sume. El torneo que jugamos en enero creo que fue uno de mis mejores con el equipo, y por eso también estaba tan embalado.

— ¿El retiro va a ser solo del seleccionado o también a nivel clubes? ¿Tenés pensado qué vas a hacer una vez que dejes el handball?

— Seguramente siga jugando a nivel clubes, pero no lo sé, no lo puedo garantizar. Hace bastante que tengo ganas de tomarme un respiro, pero sé que el respiro puede ser entrenarme menos o no estar pensando que dentro de un mes tengo que estar viajando con la Selección a tal lado y ver cómo hace mi mujer para con las nenas y el colegio. Así que bajar esos cambios me va a ayudar a tomar un respiro. Y en cuanto a después del retiro, sí, mi vida está bastante armada ya. Desde principio de año estoy laburando en la empresa de mis viejos y quiero seguir ahí. Con respecto al handball, no sé si voy a seguir como entrenador o como dirigente, no es algo que me quite el sueño ni tampoco me muero de ganas. De todos modos, imagino que no voy a estar desligado al handball, no veo mi vida sin él. Voy a participar en las reuniones que haya que participar. 

— Te fuiste a Europa cuando solo tenías 17 años. ¿Recomendás el mismo  destino para los jugadores jóvenes de nuestro país?

—Si tuviese la potestad o el poder de obligarlos a irse los obligaría, aunque obviamente no lo tengo y opino desde mi experiencia personal. En Europa fui muy feliz. No solo a nivel deportivo, sino por todo lo que viví y conocí. Hasta los palos que me he tenido que dar para aprender fueron una experiencia inigualable. Sea Brasil, Europa, o cualquier lugar donde uno se pueda dedicar exclusivamente a esto es recomendable. Uno acá labura y/o estudia y a la noche lo último que hace es entrenar. Llegar con cansancio y estrés no es lo mismo que dedicarse solamente a esto. Yo siempre digo que Argentina nunca va a ser profesional, aunque sí podemos apuntar a lo que es al handball de Brasil, que es semi-profesional.

— En octubre del año pasado crearon la comisión de atletas del handball, de la cual sos presidente. ¿Siguió trabajando esa comisión durante la pandemia? ¿Fueron consultados por una posible vuelta del handball para este año?

— Las reuniones se dan una vez por mes o cada 20 días, y yo estuve presente en todas. Tenemos mucho menos trabajo que antes, en el sentido de que no hay tanta fluidez ni comunicación, porque estamos todos parados y no sabemos cuándo vamos a volver. Hubo momentos en los que la incertidumbre era tal que las reuniones no tenían mucha base. Ahora se habla bastante del tema, ya con muchos más fundamentos. No hay una vuelta programada para este año, así que no es probable que el handball vuelva para 2020. En este momento estamos en constante comunicación y, por suerte, toman en consideración lo que decimos. Está bueno que se escuchen las voces de los verdaderos protagonistas de este deporte.

“Ser parte de ese acontecimiento fue algo inexplicable”

Por Agostina Woloszyn y Florencia Pereira

En marzo del 2019 el fútbol femenino de Argentina dio un paso importante: la profesionalización que, gracias a la gran lucha de las mujeres que realizan dicho deporte, fue determinada por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en acuerdo con Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) mediante un pacto consistente en formalizar ocho contratos en cada uno de los 16 equipos que componen la Liga de Primera División.

Asimismo, el 8 de agosto, el Club Atlético Boca Juniors decidió fichar de manera oficial a 21 jugadoras, entre ellas Fabiana Vallejos, quien opinó: “Creo que todavía no somos profesionales en su totalidad, falta un largo camino y muchas cosas de parte de todos los que hacen el fútbol femenino, incluyéndonos. Lo bueno es que comenzó y sabemos que poco a poco vamos a avanzar, para que el día de mañana esta disciplina pueda ser profesional totalmente, y que las chicas de cualquier club puedan vivir de ella. Hoy por hoy todavía hay mujeres que dependen de otro trabajo para subsistir”.

Luego de este gran paso en el fútbol femenino, por el primer partido del Campeonato de Primera División A 2019/20, Las Gladiadoras tuvieron que enfrentar en La Bombonera a River Plate. En dicho encuentro, las xeneizes derrotaron por 5-0 a su clásico rival con goles de Florencia Quiñones, Fabiana Vallejos y un triplete de Fanny Rodríguez.

Pese a que el encuentro fue un martes a las 15:10, la platea baja del Estadio Alberto J. Armando se vio colmada por alrededor de cuatro mil aficionados de Boca, lo que sorprendió al conjunto local. “Ese día fue una prueba de fuego, era nuestro debut en la era profesional, en un superclásico y sin dudas, el hecho de haberlo disputado en el estadio fue una sensación única. Jamás creí que tantos hinchas fueran a alentarnos, pero indudablemente, la presencia de los fanáticos para nosotras fue algo increíble, ya que siempre te dan un plus a la hora de jugar porque no paran de alentar y eso nos genera mucha más adrenalina”, recordó Quiñones, la capitana del equipo dirigido por Christian Meloni.

Aunque si bien las miradas estuvieron puestas en la forma deslumbrante del juego, tanto táctico como técnico, del plantel de La Ribera, la que comenzó a cautivar a los xeneizes presentes fue Fanny, que ingresó antes del cierre del primer tiempo en reemplazo de Yamila Rodríguez. La delantera lleva consigo una historia entre clásicos, puesto que de jugar en Gimnasia y Esgrima La Plata pasó a ponerse la camiseta de Estudiantes. De igual manera sucedió cuando la número 17 en un mismo año pasó de River a Boca.

En el histórico partido, Fanny se destacó por convertirle tres goles a su ex equipo y así convencer a los hinchas presentes de que no le pesaba su pasado en el conjunto de Núñez. La ex millonaria confesó: “Haber formado parte del superclásico y poder convertir fue un orgullo tremendo y una satisfacción enorme, es algo inolvidable e irrepetible”. Agregó: “Significo mucho para todas ganar en nuestra casa, darnos una alegría a nosotras mismas y a todos los fanáticos que nos apoyan desde siempre, y demostrarles que Boca esta para mucho, que estamos en condiciones de enfrentarnos a cualquier rival”.

Por otro lado, con referencia a la delantera, su compañera Fabiana Vallejos afirmó: “Fanny tuvo una gran tarde ese día, creo que para ella fue un factor importante estar presente en el partido”. Asimismo, la mediocampista se refirió a lo que significó ese encuentro y aseguró que “estar en La Bombonera es una locura”, y añadió: “Ser parte de ese acontecimiento fue algo inexplicable, porque no esperábamos que abran el estadio para nosotras y que podamos compartir ese momento con nuestras familias, amigos y con todos los hinchas que nos fueron a ver. Nos sirvió un montón anímicamente para comenzar el campeonato de una buena manera. Estoy muy agradecida con el club que hizo todo eso posible, disfruté mucho haber estado ahí, fue extraordinario”.

La nueva del fútbol femenino empezó con un 5-0 de Boca sobre River

Por Agostina Woloszyn y Florencia Pereira

El 24 de septiembre del 2019 sin dudas quedará guardado en la memoria del fútbol argentino tras haberse disputado el primer superclásico en la era profesional femenina y ni más ni menos que en La Bombonera, en donde Boca goleó 5-0 a River ante la atenta mirada de aproximadamente cuatro mil hinchas xeneizes que se hicieron presentes esa tarde en la platea baja.

En el primer partido de ambos equipos por el Campeonato de Fútbol Femenino de Primera División A 2019-20, Las Gladiadoras fueron las dueñas del encuentro. Con mucha presión, dominio del mediocampo y una gran posesión de la pelota, las jugadoras de Boca demostraron estar a la altura de lo que imponía un acontecimiento de tal magnitud. Las principales protagonistas de dicho espectáculo deportivo fueron la capitana Florencia Quiñones, Fabiana Vallejos y Fanny Rodríguez con un hat-trick.

Antes del cierre del primer tiempo, las dirigidas por Christian Meloni lograron sacar ventaja tras el gol de cabeza de la cordobesa Quiñones. El descanso no fue contraproducente para las jugadoras de Boca. Para la segunda parte del encuentro se mantuvieron con el mismo ritmo, lo que se vio reflejado a los ‘55 del partido cuando apareció Fanny. Había ingresado antes del entretiempo y  bajo la atenta mirada de socios y socias xeneizes debido a su previo paso por River, convirtió y puso el 2-0 a favor de las locales. Posterior a ese suceso, Daiana Leguizamón le provocaría a Rodríguez una falta en el área chica que terminaría en un penal convertido por Vallejos. Pese a eso, el equipo de La Ribera apostó por más y como si fuera poco, la ex millonaria marcó los dos últimos tantos, con los que logró enamorar por completo a los hinchas de Boca. De esa manera, el encuentro culminaría con una goleada que quedará marcada para siempre en la historia de los superclásicos femeninos.

Con ese resultado, las xeneizes cosecharon sus primeros tres puntos del Torneo Rexona, en el que, antes del parate por coronavirus, finalizó en la punta de la tabla con 43 puntos, lo que provocó su clasificación a la Copa CONMEBOL Libertadores 2020 bajo la decisión de la Asociación del Fútbol Argentino de darle el cupo al primero del campeonato nacional de la liga femenina, que tenía 14 partidos ganados, uno empatado y ninguno peridido, con 83 goles a favor y sólo siete en contra.

Equipos titulares del superclásico:

Boca: Laurina Oliveros; Lorena Benítez, Noelia Espíndola, Gabriela Chávez, Eliana Stabile; Clarisa Huber, Florencia Quiñones, Fabiana Vallejos, Carolina Troncoso; Andrea Ojeda y Yamila Rodríguez.

River: Florencia Chiribelo; Daiana Leguizamón, Andrea López, Daniela Mereles, Bettiana Sonetti; Florencia Fernández, Agustina Vargas, Justina Morcillo; Carolina Birizamberri; Lourdes Lezcano, Mercedes Pereyra.

Adiós Sui Generis, a 45 años del histórico recital

Por Juan Estévez

Se cumplieron 45 años del show que dio inicio a la última gira del dúo/banda Sui Generis, uno de los conjuntos más emblemáticos de la música popular argentina. Pero claro, por aquel entonces no tenían el reconocimiento que el tiempo les dio. Charly García y Nito Mestre, junto a Rinaldo Rafanelli (Bajo) y Juan Rodríguez (Batería), brindaron dos espectáculos en el Luna Park con la premisa de reunir a todos sus seguidores en un solo lugar.

Tocaron casi cinco horas de corrido, repartidos entre el 5 y el 6 de septiembre. La primera función comenzó el viernes a las 20.30, con 14.600 espectadores, y la segunda inició a las 23, con 11 mil seguidores, y finalizó al día siguiente. La cantidad de público que asistió era algo impensado en los pequeños teatros, bares y gimnasios en los que acostumbraban estar.

Además, se editó un disco doble, que posteriormente fue triple, y se lanzó una película, dirigida por Bebe Kamin, que incluyó testimonios de los fanáticos fuera del estadio, ensayos de la banda y un total de doce canciones repartidas entre el la primera y segunda función. Al mismo se le agregaron dos inserts filmados más tarde que se colocaron sobre “Mr jones o pequeña semblanza de una familia tipo americana” y en “Un hada y un cisne”. El audiovisual fue clasificado como Prohibido para Menores de 18 años por el censor Hugo Paulino Tato. Y si bien los motivos no fueron claros, se ha llegado a deducir que fue en respuesta a la canción “Las Increíbles Aventuras del Sr. Tijeras”, en la que se repudia la censura de la época y la restricción a la libertad que eso representó. Y sí, fue dedicada a Tato.

Luego de seis años y tres discos editados llegaba el adiós: con un Charlie cansado de la monotonía de tocar siempre las mismas canciones “viejas”, la autocensura y las críticas, el dúo devenido en cuarteto se despidió con un repertorio de clásicos como Canción para mi muerte, confesiones de invierno y Aprendizaje. No obstante, se incluyeron algunos temas, inéditos hasta ese momento, que hubieran integrado el cuarto álbum de estudio de la banda bajo el nombre de “Ha Sido”, que nunca salió a luz. Estos fueron: Bubulina, Nena (Eiti Leda) y Fabricantes de mentiras. Durante este último, rotulado en el álbum como “Zapando con la gente”, los espectadores marcaban con sus aplausos un ritmo diferente al ejecutado arriba del escenario, por lo que Nito dijo: “Es un poco más lento” y Charly agregó: “Hagamos una cosa: sigamos el ritmo de ellos, loco. Hagan un ritmo”.

Tres años antes, las bandas de rock habían sido vetadas del Luna Park, luego de que, durante un show de Billy Bond y la Pesada, el público acatara la orden emitida bajo la frase de “Rompan Todo”. Quienes lo recuerdan afirman que fueron reiteradas la ocasiones en las que Charlie le pidió a la gente: “Por favor, no rompan nada”, en referencia a aquel episodio y el temor de Tito Lectoure, propietario del recinto, de que ocurriera lo mismo. En ese sentido, antes de tocar el último tema de la función de las 20:30, El blues del levante, García dijo: “Por favor, si se pueden sentar mataría, no tiene nada que ver con nada, pero es así la cosa. Ustedes saben, soy una especie de Judas Iscariote”.

Entre algunas de las particularidades de aquella noche estuvo la no inclusión, en la primera presentación, del tema Botas locas, canción que repudiaba el accionar de los militares y las vivencias de García durante el Servicio Militar Obligatorio. Meses antes, en un recital en Uruguay -que transitaba sus días con un gobierno de facto-, los músicos fueron detenidos luego de que las autoridades escucharan la frase “Si ellos son la patria yo soy extranjero”. La banda no quería arriesgarse a correr la misma suerte antes de cumplir con su objetivo. De igual forma, fue incluido para la segunda función, la cual tuvo lugar luego de que Charlie dijera: “Ustedes saben que hay muchos chicos afuera que están hace mucho tiempo esperando para entrar. (…) Vamos a tocar dos temas más, pero después de eso les pido que se vayan”. Dichos temas fueron Rasguña las piedras y El Blues del Levante. 

La  noche había terminado y, sin ningún tipo de festejo, cada uno se fue por su lado. Nito se comió una pizza en la Avenida Cabildo y fue a su casa que compartía junto a Rafanelli y David Lebon. Charlie, en cambio, se fue caminando por la calle Corrientes con María Rosa, su pareja.

Los deportistas y los videojuegos, una relación que apenas comienza

Por Andrés Kalbermatten

El cese de actividades por el coronavirus permitió que los deportistas tuvieran más tiempo libre para divertirse. Fue así como varios mostraron ser amantes de los videojuegos. Algunos de ellos, como Sergio Agüero, decidieron transmitir en vivo cómo jugaban vía Twitch, una de las plataformas de streaming más famosas. Otros hasta se involucraron en el mundo de los deportes electrónicos.

El Kun es uno de los pocos jugadores que, aún luego de volver a los entrenamientos habituales, continuó con la costumbre de hacer directos. El delantero del Manchester City arrancó con el FIFA, pero luego siguió con otros videojuegos populares como el Grand Theft Auto, el Fall Guys o el Among Us, colaborando con famosos youtubers o streamers como el español Ibai Llanos.

Thibaut Courtois, arquero belga del Real Madrid, fue otro de los grandes deportistas que se dedicaron al tema de los streamings. Además de los títulos ya nombrados, probó juegos como el F1 2020 o el Call of Duty. El exfutbolista del Chelsea se interesó tanto en este mundo que decidió invertir en DUX Gaming, un club español de e-sports especializado en FIFA y NBA 2k, del cual ya era propietario el conocido youtuber DJMariio. Meses más tarde, DUX Gaming adquiriría al Internacional de Madrid de la Segunda División B de España, convirtiéndose en el primer equipo de deportes electrónicos en comprar uno de fútbol.

Aparte de Courtois y Agüero, otros deportistas de primer nivel como Casemiro, Antoine Griezmann o Facundo Campazzo también estuvieron y siguen involucrados con los videojuegos. Pero la relación de los deportistas con los juegos electrónicos no está solo ligada al ocio. Paul Pogba, figura del Manchester United, sorprendió hace unas semanas anunciando su fichaje por el Verdansk FC. Para alivio de los hinchas de los Diablos Rojos, solo se trataba de un equipo ficticio de fútbol del videojuego de disparos Call of Duty: Warzone. Pogba fue parte de una publicidad para promocionar la actualización del juego de Activision.

La pandemia por el coronavirus permitió que los deportistas se acercaran más al mundo de los videojuegos, tanto para el ocio como para los negocios. La relación entre ambas partes fue tan exitosa que esto pareciera ser apenas el comienzo.

Desaparecer del mundo, la estrategia de un oro olímpico

Por Fausto Faccini

La tarde del 2 de septiembre pide no salir de casa en Mar del Plata. Llueve, hace frío, y algunos marplatenses todavía lamentan el anuncio de la vuelta a la fase 3 de la cuarentena. A unos 20 kilómetros del ahora silencioso centro, el ex ciclista Juan Curuchet tiene su casa en el campo. Es feliz de estar algo alejado de la ciudad en plena pandemia. Si mira por la ventana, lo único que ve es verde. Tiene lugar para hacer ejercicio, salir a caminar. Así elige vivir después de su retiro del ciclismo y su paso por la política.

Después del fin de su carrera deportiva, Curuchet asumió como senador de la Provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria en 2013. En 2016, se pasó al Frente Renovador, y al otro año terminó su mandato. Él siempre se había considerado “un gran mangueador de los políticos”, en referencia a que solía pedirles ayuda en lo deportivo. No existía el ENARD, ni algún ente que pudiera ayudarlo. Un día quiso estar del otro lado y transformar realidades. Se enfocó en proyectos relacionados con los atletas y el desarrollo del deporte. De todas formas, él se acuerda que había gente que le recomendaba no meterse en la política argentina porque corría el riesgo de ganarse una mala imagen social.

-¿Por qué creés que está mal vista la política en Argentina?

-Porque hicieron todo mal. Desde el 1800 hasta acá. Estamos en un país rico, donde el 50% es pobre. Los políticos se creen dueños de lo que es de la gente.

El análisis crítico de Curuchet sobre la distribución de los recursos del país para los que menos tienen, no lo hace desde el desconocimiento. Alguna vez, a él y a su familia, no les sobró la comida. 

Curuchet creció en una familia humilde. Vivía en una casa muy chica en Mar del Plata, donde la cena muchas veces era mate cocido con pan, o el padre no comía para que Juan y su hermano Gabriel pudieran hacerlo. Él cuenta con emoción cuando a los siete años, Gabriel calentó agua e hizo agujeros en un tacho para cumplirle el sueño de bañarse por primera vez en una ducha. Si bien había necesidades, recuerda su niñez como feliz.

Ese niño y su hermano tenían una ilusión heredada. Venía de familia, los padres de Curuchet se habían conocido por el ciclismo. Ovidio Curuchet era fanático, pero en un momento no quería que su hijo Juan corriera. Quería que siguiera con el fútbol, el deporte que hacía de adolescente. A escondidas de su papá, Curuchet se fue a correr su primera carrera. Como sus familiares le decían Esteban, se anotó como Juan Curuchet para no ser reconocido. Ganó la carrera, y así fue su despegue. A los ocho meses ya representaba al país.

La emoción de ese primer día de probarse la camiseta argentina a los 17 años, a Curuchet nunca dejó de pasarle hasta el día de su retiro. La idea de ir por una medalla olímpica, aunque haya tardado 24 años en llegar, dice que está presente desde sus 19 años, cuando fue a sus primeros Juegos.

-¿Cuándo creíste real la posibilidad de ganar una medalla?

-Nunca lo dudé. Cuando terminé quinto en los juegos de 1984, dije: “quiero una medalla de estas”. En cualquiera de los cinco juegos que vinieron después, siempre fui con la misma convicción.

Curuchet corrió en 1984, 1988, 1996 y 2000 en dupla con su hermano. La fe y el esfuerzo estaban, pero la medalla olímpica les era esquiva. Gabriel se retiró y el compañero de Juan pasó a ser Walter Pérez. En 2004, consiguieron el oro en el Mundial de Moscú, pero en los juegos de Atenas terminaron novenos. Curuchet estuvo tres días sin dormir después de no conseguir la medalla.

-¿Pensaste en dejar después de Atenas?

-No. Los tres días sin dormir fueron por planificar cuatro años hasta los próximos Juegos.

La preparación para Pekín consistió en hacer un promedio de 200 kilómetros por día. Al año, la idea era hacer 35.000, y llegar a los Juegos con 124.000 kilómetros recorridos. En esos años, en algunas pruebas Curuchet se dejaba pasar los rivales para no mostrar su nivel. Iba a llegar con 43 años, no quería ser tenido en cuenta por los demás. La estrategia era “desaparecer del mundo”. 

En esa puesta a punto de cuatro años, el marplatense no dejó pasar un detalle. Durante ese lapso se dedicó a estudiar las muestras de dolor en sus rivales. La idea era que al detectar el cansancio rival en la carrera, él y Pérez irían a atacarlo y pasarlo. El detallismo de Curuchet llegaba al punto de llevarse sus propias pastas a Pekín. Para la cena de la noche anterior sabía que iba a necesitar carbohidratos, que no los iba a tener con la comida de la Villa Olímpica. No se le podía escapar nada, el día siguiente podía ser el sueño de toda una vida, y tal vez, la última oportunidad.

Esa noche soñó que iba a ser campeón, y con el transcurso de su gran día vio como algunas cosas del sueño se repetían. Lo hizo realidad. Curuchet ganó junto a Walter Pérez en las 200 vueltas de la prueba Madison y le dieron la segunda medalla de oro a la Argentina en Pekín.

Fue el logro máximo para Curuchet. Le había dedicado la vida al ciclismo, sacrificó muchas cosas. Por competir se perdió el nacimiento de sus cuatro hijos. Para él, valió la pena. Curuchet sabe que tarde o temprano, la medalla olímpica iba a llegar.

-¿Pensaste alguna vez qué hubiese pasado si perdías en Pekín?

– No. Estaba claro que eso no iba a pasar.

Retiros del fútbol en tiempos de pandemia

Por Mateo Arbío y Nicolás Rogovsky

Con el reinicio de la Copa Libertadores se puso fin a un período de casi seis meses sin actividad debido al Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO) dispuesto por el Gobierno nacional. En ese tiempo de incertidumbre, en el cual no se sabía cuándo volvería la actividad, muchos futbolistas tomaron la decisión de terminar sus carreras de una forma que nadie hubiera querido: fuera del terreno de juego.

Si bien las ligas y los momentos de cada jugador eran diferentes, hay varios factores que coinciden en todas las declaraciones que dieron los protagonistas al anunciar su retiro. El estado de ánimo y la motivación para afrontar un nuevo desafío luego de tanto tiempo parado obligaron a más de uno a replantearse su futuro.

Un ejemplo de esto es Gonzalo Rodríguez. El defensor de San Lorenzo anunció su retiro en una transmisión desde el Instagram oficial del club.Me estaba costando ir a entrenar, no me recuperaba tan fácil. Encima tengo el tema de las lesiones y eso afecta, no me recupero igual que otro jugador que nunca tuvo nada”, explicó el zaguero. De esta manera, Rodríguez cerró una carrera en la que disputó 118 partidos en San Lorenzo -divididos en dos etapas-, 254 con la camiseta del Villarreal y 203 en la Fiorentina, club en el que lo eligieron como el mejor defensor de su historia.

Otro futbolista que sintió el desgaste en su carrera fue “La Gata” Fernández. El ídolo de Estudiantes comunicó que dejaba de jugar de forma profesional luego de 18 años en una conferencia de prensa virtual por Estudiantes Play. “Se me hacía muy difícil jugar por mis dolores en el dedo gordo del pie derecho”, señaló el delantero que fue campeón de la Copa Libertadores 2009 con el pincharrata. Acerca de la posible nostalgia o tristeza que le pudo haber generado tomar la decisión de dejar el fútbol, expresó: “Estoy muy feliz ​por esta etapa que se me está terminando. Tengo la tranquilidad y paz de haber cumplido con mi sueño”.

El tercer caso en el fútbol local se dio en Paraná. Walter Andrade, histórico defensor de Patronato, que vistió durante 15 años la camiseta negra y roja, también tomó la decisión de dejar el deporte luego de que el entrenador de su exclub, Gustavo Álvarez, le comunicara que no sería tenido en cuenta para el próximo torneo, aunque le permitiría formar parte del plantel para retirarse dentro de la cancha. A pesar de esta posibilidad, Andrade decidió colgar los botines antes del retorno de la actividad. “No me hubiese sentido cómodo estando en un vestuario solamente para jugar medio partido o 15 minutos”, explicó Andrade.

Si bien el contexto de pandemia puede generar dudas en los futbolistas de avanzada edad, en el caso de Andrade este no fue el principal motivo de su retiro. “En lo personal, la idea del retiro viene vinculada a cuestiones familiares”. Además, el histórico defensor de Patronato señaló que ya hace tiempo tenía decidido que, de no seguir en la entidad de Paraná, se retiraría. Pensando en el futuro, Andrade señaló que le encantaría seguir vinculado al mundo fútbol y volver a sentir el olor a vestuario otra vez.

No solo en el fútbol argentino los jugadores decidieron dejar su carrera profesional. Otro de los casos es el de Diego Scotti. El volante uruguayo de 43 años, que pertenecía a Boston River, decidió colgar los botines tras 22 temporadas para asumir como presidente de la Mutual de Futbolistas. “La inactividad me dio tiempo para pensar y tomar la decisión. Poner el punto final a mi carrera lo tomé como algo natural, con alegría por la carrera que llevé adelante, en la que atravesé distintas etapas, procesos y salidas al exterior”, declaró Scotti.

En Europa hubo un caso de este tipo que llamó la atención de muchos amantes del mundo del fútbol. Aritz Aduriz, el exdelantero vasco del Athletic Club de Bilbao, decidió finalizar su historia como futbolista profesional por sus múltiples lesiones en la cadera y la imposibilidad de entrenarse normalmente por la cuarentena de los últimos meses en España. Así se despidió en su cuenta de Instagram: “Desgraciadamente mi cuerpo ha dicho basta. No puedo ayudar a mis compañeros como me gustaría y como se merecen”. Por otro lado, intentó desdramatizar su retiro y enfocarse en la crisis que atraviesa la sociedad por el Covid-19: “Estamos viviendo situaciones mucho más dolorosas y graves, por lo tanto no se preocupen por mí, esto es sólo una anécdota”, agregó.

A propósito de los retiros en el fútbol, Claudio Vasalo, psicólogo especializado en deporte desde hace más de veinte años, y quien trabajó en Central Córdoba de Santiago del Estero en el cuerpo técnico de Gustavo Coleoni, aseguró: “Los jugadores que toman esa decisión son profesionales que por la pandemia bajaron su ritmo físico y mental. Además, probablemente crean que no van a volver a recuperar el ritmo que tenían o que estos meses les permitieron disfrutar de la familia, cosa que nunca antes les había ocurrido, y no quieren volver a la exigente vida del futbolista, que muchas veces los separa de sus familiares más cercanos”. Aunque aclaró que en muchos casos “la pandemia no está relacionada directamente con los retiros”.

Por otro lado, Vasalo destacó que “cada vez hay más clubes que tienen departamentos psicológicos que preparan para el retiro a los jugadores, mostrándoles lo que existe fuera del mundo deportivo y bajando las actividades de manera gradual”.

Por último, el psicólogo aclaró que para que el retiro sea efectivo y saludable para el deportista “se deben bajar las cargas dentro del campo de juego y subir las cargas en lo personal”. Es decir, tienen que estar acompañados por sus seres queridos para acostumbrarse a la vida luego del deporte.

El boxeador que no fue

Por Farid Maggiori

INFANCIA

Edwin Antonio Valero Vivas, apodado como “El Inca”, nació el 3 de diciembre de 1981 en Mérida, Venezuela. Fue el tercero de ocho hermanos. Era parte de una familia pobre y sufría mucha violencia por parte de su padre, quien lo abandonó a temprana edad.

Debido a los malos momentos que vivía en su hogar, pasaba mucho tiempo en la calle, lo que lo llevó a juntarse con malas compañías. Conoció la droga y el alcohol a los cortos 11 años. Su propia familia lo describía como un adicto paranoico.

CARRERA COMO BOXEADOR 

Desde los 12 años el boxeo fue su forma de canalizar la violencia que llevaba acumulada por su dura infancia. Arriba del ensogado se convertía en una bestia de tirar golpes. Empezó su carrera como amateur, sorprendiendo a propios y a extraños cada vez que boxeaba. Los años que pasó en el amateurismo fueron como campeón de Venezuela. Terminó su etapa en el campo no rentado con un récord de 86-6 con 45 KO.

Cuando estaba apunto de hacerse profesional sufrió un accidente en moto que casi le costó la vida. Tras sufrir una fractura en el cráneo estuvo casi un año sin poder boxear, hasta que en 2002 los médicos de su país lo autorizaron a pelear. Debutó como superpluma el 9 de julio de 2002 y ganó por KO en el primer round.

Pelea tras pelea se iba haciendo cada vez más grande su imagen como púgil, aunque siempre llevando la mala vida paralelamente. En febrero de 2006 batió un récord mundial Guinness que documentaba desde 1906 y pasó a ser el boxeador con más victorias consecutivas por KO en el primer round: 18 en total.

Su leyenda como boxeador era tan grande que hasta se dijo que noqueó, nada más ni nada menos, a Óscar De La Hoya durante un sparring. En agosto de 2006 se consagró campeón mundial superpluma de la AMB, tras ganarle por KO al panameño Vicente Mosquera. Defendió su tituló en cuatro oportunidades, hasta que en 2009 ganó el titulo mundial del CMB de la categoría ligero.

FANATISMO POR HUGO CHÁVEZ

En su pecho lucía con orgullo un tatuaje de la bandera de Venezuela y la cara de Hugo Chávez dentro de ella. Por encima se podía apreciar la frase “Venezuela de verdad”. Durante toda su carrera admitió ser fanático del expresidente. En su pantalón, en algunos combates, aparecía el rostro de Chávez junto con la palabra “Forever” (siempre).

“La primera vez que duré 20 meses fuera de Venezuela lloré y sufrí con mi esposa. No veía el momento de regresar a mi patria. Somos tan libres y tan felices. Pienso que aquí tenemos todo. Es lo más lindo que he visto en el mundo”, declaró en la televisión de su país en 2009.

En 2016, el director Ignacio Castillo Cottin, estrenó la película “El Inca”. En el film se muestra cómo fue la vida del boxeador, pero enfocándose principalmente en la relación con su esposa. Nicolás Maduro, sucesor de Hugo Chávez en la presidencia de Venezuela, prohibió dicha cinta en el país, ya que la reconoce como una propaganda antichavista, debido al final de la misma.

LA TRAGEDIA 

Ya en 2010, y con un récord increíble de 27-0,27 KO, tenía todo acordado para pelear ante el astro filipino Manny Pacquiao por el cetro mundial, pero sus adicciones por la droga y el alcohol pudieron con él: tras una madrugada de locura, el 18 de abril apuñaló tres veces a su esposa de 24 años, Jennifer Viera, y la degolló. Acto seguido, confesó su crimen ante la seguridad del hotel de Caracas en donde se hospedaban.

El 19 de abril, y tras ser arrestado, fue encontrado colgado en su celda por otro recluso. El venezolano utilizó sus propios pantalones para ahorcarse. Aún mostraba signos vitales al momento del hallazgo, pero los médicos no pudieron salvarlo. Falleció a la 1.30 de la madrugada.

Edwin Valero pudo haber sido uno de los mejores boxeadores del siglo, y quizás de la historia, pero los demonios que llevaba dentro suyo lo sobrepasaron.

“No pude llegar como futbolista, pero llegaré como entrenador”

Por Sol Pochettino

La historia de Pablo Asensio estará siempre asemejada a la de alguien que desde el primer día eligió el destino de su vida. Su camino estuvo y estará rumbeado al mundo del fútbol desde principio a fin, y él nunca lo puso en duda.

Ex jugador, hoy director técnico sin trabajo, está llevando a cabo uno de sus proyectos personales: desarrollar un diamante en bruto. Tiene el desafío de florecer a un talento argentino e integrarlo en el Viejo Continente, particularmente en Inglaterra, donde prevalece una filosofía futbolística totalmente diferente a la del país de origen del joven.

Thomás Gómez Montefiori tiene 17 años y es oriundo de Merlo, tuvo su paso por las inferiores de River Plate y actualmente entrena con el Atlético Monte Azul de Brasil. Es un 10 zurdo, con estilo similar al de Rivaldo y Erik Lamela, metro ochenta de altura y delgado como Nacho Fernández. Está tramitando su pasaporte italiano ya que el Milan y el Torino posaron sus ojos en él. Pablo admite tener admiración por su creatividad y dice que cuando agarra la pelota en los últimos tres cuartos de cancha, “se endiabla”.

Thomi es un caso especial para mí. Mi intención es fomentar su crecimiento desde el ojo y punto de vista de entrenador, no de agente”, confiesa, y expresa: “La gente que no está en el ámbito del fútbol no va a entender porqué estoy motivado a hacer esto, pero es mi piedra que pulir, mi experimento. Quiero ser alguien importante para él”.

Completó un curso de psicología deportiva y considera fundamental brindarle a su “mimado” tales conocimientos, debido a que sería un cambio de gran magnitud para un chico de un barrio de Buenos Aires, parar en suelo inglés. “No pasa por la habilidad de juego, sino por la cabeza que tenga”, declara al respecto, con clara experiencia en el rubro.

Pablo cuenta que los padres del adolescente no quieren que juegue en el fútbol argentino porque consideran que el nivel de corrupción en las divisiones juveniles es demasiado alto. Él coincide en el pensamiento pero sostiene que no es un impedimento para que los grandes talentos lleguen, sino que suma a la lista a los que tienen conexiones, quienes de todas formas terminan desapareciendo con el correr del tiempo.

Esto le rememoró sus épocas como futbolista y principalmente sus años en las inferiores de Gimnasia de La Plata, donde era suplente de Gustavo Barros Schelotto: “El papá de los mellizos había sido presidente del Lobo y controlaba mucho la situación de sus hijos. Tenían una protección especial y les limpiaron dos o tres categorías por encima, echando a todos los que eran buenos en sus puestos”.

“En todos los clubes existe la corrupción, siempre está el acomodado. Yo sabía que había arreglos, por eso un día me cansé y me fui”, manifiesta. Relata Asensio que cuando se quiso ir le ofrecieron la camiseta número 10 y titularidad en una categoría mayor (porque, claro, habilidades no le faltaban, el inconveniente era que coincidía en año y posición con Gustavo). Aceptó la propuesta y jugó un puñado de partidos, pero sus nuevos compañeros se quejaron de la situación, ya que era el último año en el que ellos contaban con posibilidades de firmar un contrato, mientras vivían en la sede social lejos de sus familias. El director técnico se lo explicó y pasó a Racing, donde permaneció hasta Reserva.

Luego fue a probarse a Gremio de Brasil, bajo las órdenes de Luiz Felipe Scolari. Ya tenía todo arreglado, hasta “promesa de firma”, y en el medio viajó a Argentina para visitar a su novia de aquel momento. Para no perder el ritmo durante esos días, fue a jugar un partido con conocidos de su representante, pero una patada le rompió los tres ligamentos del tobillo, y el equipo de Porto Alegre no quiso saber más nada. “Fue mi gran oportunidad, porque era chico y volaba, era un bestia física y mentalmente. Pensaba que podía ser el 10 de Gremio”, recuerda con nostalgia.

Hoy, 25 años después, Pablo piensa que podría haberse retirado en ese momento, porque cargaba consigo varios intentos fallidos y a partir de esa situación nada fue igual. “Llega un momento en el que empezás a pensar ‘me quedo sin equipo, no voy a jugar más, qué voy a hacer de mi vida si la dediqué entera a esto’, comenzás a tomar decisiones desesperadas, y la intranquilidad te lleva a no conseguir lo que querés”.

Comenta que una de las locuras más grandes que hizo por la redonda fue cuando su padre, después de la rotura de ligamentos, le dijo que si seguía jugando al fútbol se iba a tener que ir de la casa, y que la otra opción era pagarle los estudios. Pablo no lo dudó ni un segundo y le respondió: “Pasame las muletas”. Hasta el día de hoy, nunca más volvió.

Otra “imprudencia” que Pablo cometió fue irse a probar suerte a una gira fallida por Madrid con 15 años, un pasaporte, un par de botines y 50 dólares: “El taxi me costó 17, me quedaron 33, no tenía plata ni para hablar por teléfono”. 32 años después de eso, confirmó estar transitando una nueva locura: irse a Brasil en medio de la pandemia del coronavirus solo para entrenar a un chico que no tiene equipo, sin fecha de retorno.

Cree que no llegó a donde quiso debido a que “cuando uno no tiene el éxito deseado, es porque hay algo que no sabe”: La mentalidad es el 80% y yo fui mi peor enemigo, tenía miedo a fracasar y fracasé, pero no tenía miedo de irme a España con 50 dólares (entre risas). No supe tener el balance, pisar el freno de vez en cuando, estaba en un cumpleaños de 15 y pensaba en el pase que había errado en el entrenamiento”.

Su siguiente destino fue una prueba en el Rayo Vallecano, donde cumplió uno de sus sueños: tirar paredes hasta penetrar la defensa rival con el astro brasileño, Dirceu. “En ese momento olvidé que me estaban mirando y la rompí, lo único que me importaba era que estaba jugando al lado de él. Éramos el departamento creativo del equipo, liderábamos un ataque cada uno, le puse un cambio de frente en el pecho y en el entretiempo me felicitó. Fue el único partido de mi vida en el que no sentí cansancio, podía jugar 20 horas seguidas que la adrenalina de ese acontecimiento no iba a permitirme bajar el ritmo. Y esa noche me invitó al bingo con él”, cuenta con emoción y alegría.

A la mañana siguiente, los dirigentes lo sentaron en una mesa porque querían contratarlo, y en ese preciso momento llamaron a Racing para pedir referencias sobre él. Alguien atiende y dice: “Excelente persona, muy buen jugador, pero está roto”. Cortaron la comunicación y le cuestionaron: “¿Por qué nos ocultaste esto?”. Pablo respondió: “No estoy roto, tuve una lesión que es distinto. Ustedes me vieron jugar ayer y no tengo ningún problema”. Le dijeron que el tobillo nunca vuelve al 100% tras una rotura de ligamentos y le recriminaron que “los argentinos siempre haciendo estas cosas”.

Todavía se lo lamenta: “Esa persona me entregó atado, se podría haber guardado esa información y yo hubiese firmado, porque la lesión no fue en Racing, yo era jugador libre. Si atendía otro, al día siguiente yo estaba entrenando con la primera del Rayo, mi vida hubiese sido otra. No le guardo rencor porque el odio vive adentro de uno, te termina enfermando a vos mismo. Me quedo con el excelente partido que hice al lado de Dirceu, para enmarcarlo y llevármelo a la eternidad. Toqué el cielo con las manos”, concreta.

“Al Pablo de hace 25 años le diría que solo se focalice en lo positivo, siempre pensaba en qué iba a pasar si no llegaba a firmar tal contrato, y lo negativo lo atraés. Si tenés ansiedad es porque en algún lado tu corazón tiene miedo, su opuesto es la fe, y ella siempre da serenidad y bienestar”. Sentía que lo manejaba la obsesión y adentro de la cancha constantemente tenía la impresión de estar dando examen.

Afirma que, si le preguntaran a sus entrenadores o compañeros, dirían que “Pablo no llegó porque estaba loco”. Sobreanalizaba los partidos y las prácticas. Los días de lluvia “entrenaba como un desaforado” porque sabía que nadie lo estaba haciendo y lo tomaba como un día de ventaja que le sacaba a los demás jugadores. Pagaba doble en el gimnasio que asistía fuera de Gimnasia y Racing para que no se sepa que iba, ya que en ese momento estaba prohibido porque se creía que perjudicaba el crecimiento del deportista.

Hoy Pablo mira hacia atrás y dice: “Perdí mucha plata pero gané ser la persona y el director técnico que soy. Pasé por muchos estilos (argentino, brasileño, español, italiano, inglés y griego) y de todos aprendí para perfeccionar mi modo de juego. El combo completo para el éxito es: filosofía futbolística + mentalidad + valentía. Mis dos sueños son llegar a dirigir a nivel internacional o en la Premier League, y el otro se basa en Thomi: intentar ponerlo en la Selección Argentina y que juegue en uno o más de los diez mejores equipos del mundo”.

Formó parte del cuerpo técnico de Juande Ramos y Gustavo Poyet en el Tottenham Hotspur, donde tuvo en la banda izquierda a Gareth Bale y a Dimitar Berbatov llevando los hilos del equipo. “Cerré la etapa como jugador y abrí la de la dirección técnica. Soy capaz de seguir haciendo locuras por el fútbol, seguir viviéndolo de la misma manera. Aprendí de todo lo que me pasó, a buscar más variantes y vueltas a los problemas”, expresa.

Pablo Asensio concluye: “Sembré durante los primeros 47 años de mi vida y cosecharé en la segunda mitad. Quiero triunfar en este deporte, tengo decidido dedicarme entero a ello. No puedo ocultar que no logré lo que quería como futbolista, pero muchos se dieron por vencidos y yo todavía estoy acá. No pude llegar como jugador, pero llegaré como entrenador”.

 

Loma Negra: la luz de un fósforo

Por Mateo Arbio

La pequeña localidad de Loma Negra (tiene 4000 habitantes), ubicada en el partido de Olavarría, fue testigo del sorprendente proceso en el cual el club del pueblo pasó de penar en las últimas posiciones del torneo local a convertirse en protagonista del torneo Nacional y dejar grandes actuaciones que quedaron en el recuerdo, entre ellas, un triunfo en un amistoso frente a la Unión Soviética.

El club fue fundado en 1929, con el objetivo de que los empleados de la empresa cementera practicaran deportes en sus horarios de descansos. Muchos años más tarde la situación no era muy diferente. Obreros como Eduardo Draghi, más conocido como “El Topo” por todos los vecinos de la localidad, jugaban al fútbol de manera amateur en la liga olavarriense para distraerse de la exigencia que significaba trabajar en una fábrica.

Pero luego de una gran campaña en la cual se consagraron campeones de la Liga, luego de vencer en la final a Estudiantes, se dio el primer paso de lo que terminó siendo un antes y un después en la historia del fútbol olavarriense. Un grupo de dirigentes viajaron hacia la central de Loma Negra, ubicada en la ciudad de Buenos Aires, para convencer a Amalia Lacroze de Fortabat, dueña de la empresa, que si se realizaba un apoyo económico, se podían lograr grandes cosas. La llamada “dama del cemento”, encontró en esa propuesta una gran oportunidad de marketing para la empresa y se decidió a crear un proyecto que deje el nombre de Loma Negra en lo más alto del nivel nacional.

El primer día de la pretemporada llegaron al club Carlos Squeo (Racing), Ricardo Lazbal (River), Jorge Vázquez (Atlanta), Osvaldo Gutiérrez (Vélez) y Mario Husillos (Boca), acompañados de dos preparadores físicos que venían de Buenos Aires. Al principio la situación no cayó bien en el plantel, ya que sentíamos que nos estaban sacando de algo que nos había costado mucho lograr”, recuerda Draghi. Y así fue como poco a poco, más jugadores llegaban desde clubes de primera división, seducidos por el monto económico que ofrecía Loma Negra desplazando a los futbolistas locales hasta quedar Eduardo Draghi como único representante de la ciudad.

La diferencia de nivel era evidente. La pretemporada del equipo era mucho más intensa que la que se realizaba en el mundo amateur, y Draghi sabía que, al ser el único que no venía de jugar en primera, debía rendir examen todos los días para demostrarle al técnico, a sus compañeros y a él mismo porque estaba ahí. Era algo raro, yo los miraba a todos en las figuritas de El Gráfico y ahora eran mis compañeros”, recuerda “El topo”. Pero en aquel plantel se vivía un gran clima de amistad y solidaridad. Se formó un grupo muy unido que se prometían a ellos mismos hacer historia.

El debut se produjo el 13 de septiembre de 1981, en el Estadio Buglione Martinese. Loma Negra se enfrentó al Ferro de Carlos Griguol, que venía de perder el Metropolitano luego de un durísimo mano a mano con el Boca de Maradona. Aquella tarde el estadio estaba repleto de hinchas, tal es así que se trajeron tribunas del viejo gasómetro para poder aumentar la capacidad del mismo. Los dirigidos por Ezequiel Llanos no defraudaron al público presente y gracias al gol de Mario Husillos se llevaron la victoria.

Ese primer año el equipo logró una racha muy importante gracias al ritmo físico que tenían. “El trabajo de los profes era tremendo, muchas veces ni parábamos a tomar agua y terminábamos todos con dolores en todo el cuerpo”, explica Draghi. Con ese ritmo, el equipo terminó invicto como local, no recibió goles en Olavarría y  finalizó en la tercera posición, por detrás de Ferro y de River Plate, con el cual perdió la clasificación por diferencia de gol.

Al año siguiente Loma Negra no pudo ingresar al Nacional, pero disputó el partido más importante de su historia. Una dura derrota en un amistoso disputado en Mar del Plata ante la selección Argentina de Menotti, la cual fue graficada en los medios como “La caída de la Loma”, fue la que provocó todo. “Amalita entró enojada al vestuario, empezó a gritarnos y nos dijo que por culpa de nosotros todo el mundo se iba a reír de ella”, recuerda entre risas Draghi. La furiosa Fortabat  decidió pagar el cachet de treinta mil dólares para que la Unión Soviética visite Olavarría y así recuperar la imagen de la institución.

Los soviéticos realizaron una gira por Latinoamérica a modo de preparación para el mundial de España 1982. El miércoles había empatado con la Selección Argentina y el sábado llegó a Olavarría para disputar el encuentro que fue televisado en vivo para Europa. El estadio estaba repleto y Loma Negra disputó el encuentro como si se tratara de la final del mundo. Tal es así que en el entretiempo llegó al vestuario local un delegado soviético para pedir que bajen el ritmo. Pero los olavarrienses no hicieron caso al pedido y con un gol de Husillos le arrebataron a la URSS un invicto de tres años y 17 partidos.

Con ese envión llegaron al plantel figuras como Félix Orte para disputar el Nacional del 83. En ese torneo el equipo olavarriense alcanzó los octavos de final y con esa gran actuación se despidió de la primera división. Alcanzado el éxito a nivel nacional, Fortabat decidió cortar la ayuda económica hacia el club y todo comenzó a desarmarse. Los jugadores fueron vendidos a otros clubes de primera y en Loma Negra solo quedaron jugadores locales. Y si bien el club volvió al anonimato de la Liga Olavarriense, quedó en la memoria de todos los habitantes de la ciudad el recuerdo de aquel plantel que llevó al fútbol local a lo más alto del país