jueves, noviembre 21, 2024

Cielo Rotryng, la tenismesista de las 14 vidas, o más

Por Santiago Fiorda

La película de Cielo María Rotryng Álvarez podría comenzar con el recuerdo de una adolescente de 12 años que toca, por primera vez, una paleta rojinegra y una pelotita naranja de plástico en el subsuelo del club Macabi. También, podría empezar con la imagen de una chica de 19 que entra a una fiscalía para hacer la denuncia más importante de su vida. O bien, podría arrancar el fatídico 8 de octubre de 2020, con un corazón apagándose de la noche a la mañana. Pero para contar la historia de una persona que tuvo muchas vidas en una, lo mejor será empezar por el principio.

Si bien Rotryng nació el 7 de mayo de 2003 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, su lugar en el mundo es Villa Gesell, donde ella iba todos los veranos a vacacionar, desde que tenía 11 años, porque su familia trabajaba allí. “Gesell es todo en mi vida, lo siento como mi casa, aún más que Capital. Es mi lugar de paz, mi conexión con la tierra”, cuenta Cieli, como la apodan sus amigos. Sus padres, Walter Pichu Rotryng y Paula Álvarez, se separaron cuando ella tenía cinco años. “Me costó mucho entender la decisión en ese momento, porque no eran personas que se peleaban o se llevaban mal”, recuerda Cielo.

El deporte estuvo presente en su vida desde muy temprana edad. Jugaba al vóley en el club Macabi y su hermano, Facundo, practicaba fútbol en el mismo lugar. Hasta que un día, mientras ambos esperaban para empezar sus actividades, bajaron al subsuelo, donde había mesas de ping pong. “Facu arrancó a jugar al tenis de mesa y yo arranqué también por el simple hecho de molestarlo, como para decirle ´yo quiero hacer lo mismo que vos´”, señala la joven de 19. Al principio, Rotryng tomaba al ping pong como un juego. Pero en un breve lapso, el hobbie se convirtió en una pasión. “Empecé a resignar el vóley por los torneos de tenis de mesa. Y mi viejo me dijo que hiciera todo lo que quisiera, pero que me organizara. Ahí decidí lo que quería hacer y me quedé en tenis de mesa”, expresa.

Esta decisión marcó a fuego su vida. El talento para el deporte de la paleta la llevó a jugar en la selección argentina de tenis de mesa dos años después, al ganar un torneo selectivo realizado en Bahía Blanca. Incluso, llegó a estar 1° del ranking nacional de tenismesistas en las categorías sub-13, sub-15 y sub-18. Aunque no todo tuvo olor a jazmín. “Es muy gratificante cuando uno ve el proceso previo y todo lo que dejé de lado. Salía del colegio a las 12:30 del mediodía, tenía que estar a las 14 hs. en el CeNARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) y volvía a las 21 hs. Eso lo hacía de lunes a viernes. Tenía 13 años y llevaba la vida de una persona adulta, con mucho sacrificio mental y físico”, reflexiona la morocha de sonrisa amplia, y agrega: “Me perdía cumpleaños, fiestas, día del padre, de la madre y hasta cumplí 15 estando de viaje. La vida del deportista es incomprendida. Hay que tomar a la selección argentina con seriedad”.

El 14 de diciembre de 2017, mientras se desarrollaba el Abierto de la República Argentina de Tenis de Mesa, su vida se quebró a la mitad. Cielo, de 14 años, estaba caminando por los pasillos del CeNARD cuando Juan Pablo Lamadrid Barraza, tenismesista chileno que tenía 23, la tomó violentamente, la llevó a una sala de máquinas y abusó sexualmente de ella. Rotryng gritó y le pidió que parara reiteradas veces, pero a Barraza nada le importó y hasta le pidió que no llorara. Cuando terminó el calvario, Cielo salió con las piernas ensangrentadas, se limpió, se cambió la ropa y se fue a competir. “Yo me sentía ultrajada, como si me hubieran sacado algo”, relata la jugadora argentina. Tiempo después, ella sufrió ataques de pánico. En el momento que tenía que disputar un campeonato en Chile, por temor a cruzarse con su abusador, Cielo Rotryng renunció a la selección argentina. Y en 2019, hizo lo mismo con su carrera en el tenis de mesa. “Lo oculté en mi cabeza durante años y una se termina convenciendo de que eso no pasó”, reflexiona.

Como lo relata, su vida continuó y su mente escondió lo que había pasado. En 2018, se cambió de colegio e ingresó al Instituto San Roque: “Mi mamá y mis tíos habían ido cuando eran chicos. Me encontré con un gran lugar, lleno de gente linda. Fue la mejor decisión que tomé”. Pero la misteriosa ruleta de la existencia volvió a golpearla el 8 de octubre de 2020, cuando su padre falleció de un ataque al corazón. Ese hecho la empujó a irse a vivir a Villa Gesell.  “Era una persona muy calma y con actitudes de adolescente, más de un amigo que de un padre. Fueron momentos muy difíciles. Por suerte, tenía gente muy buena que me rodeaba. Me sentí muy acompañada”, rememora. El año siguiente, la muerte, como si no hubiera tenido suficiente, la sacudió con el suicidio de Pilar, una de sus mejores amigas. Hasta ese momento, Cielo Rotryng, que le tiene miedo a lo desconocido y le gusta tener una planificación y estructura, había sufrido mucho más de la cuenta.

 

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Sin embargo, algo tan simple como un trabajo práctico, puede desatar una tormenta caótica e imparable. A fines de 2021, mientras cursaba el primer año de la carrera de Periodismo Deportivo en Tea y Deportea Online, otra de sus pasiones, la ex jugadora de selección tuvo que escribir sobre los abusos sexuales en la Iglesia. “Me enfoqué en cómo afectaba esa situación en la niñez y la adolescencia. No comprendía por qué me generaba tanta sensibilidad ese tema y cómo lo entendía con tanta claridad. El trabajo de Deportea me dio vuelta la vida. Cuando me iba a dormir, quería seguir escribiendo porque necesitaba expresarme”, dice, emocionada. Ese trabajo motivó a que el 17 de abril del 2022, Cielo Rotryng fuese a una Unidad Fiscal especializada en Violencia contra las Mujeres para denunciar a Lamadrid Barraza y lo hiciera público, posteriormente, en sus redes sociales, con el apoyo de la Federación Argentina de Tenis de Mesa y el Departamento de Políticas de Género de la Secretaría de Deportes de la Nación. “Ese día me explotó el teléfono. Había gente que quería hablar conmigo y recibí algunas amenazas de él. Me decía que me iba a denunciar por calumnias e injurias, pero Barraza no sabía que había una denuncia hecha”, declara. Barraza tiene actualmente 28 años, vive en Italia y es un deportista reconocido en el ambiente. Ella confiesa que tenía miedo de hablar por temor a que no le creyeran. “Hubo gente que compartía cosas con él, y también muchos jugadores, que no se sorprendían al momento de enterarse. Todos coincidían en eso. Ahí me dije que tenía que hacer algo porque, evidentemente, había un vox populi sobre Barraza”, asegura, y añade: “Me saqué una mochila muy pesada. Esto lo pienso para ayudar al otro, para decirle: ´hay que hablar´. Hay una justicia muy ausente con la víctima”.

En estos últimos meses, Cielo Rotryng juntó la fuerza de las raíces de los árboles para denunciar a su abusador y para volver a las canchas que la vieron brillar. Porque en mayo de 2022, la gesellina por elección retornó al tenis de mesa en el club de su vida, Macabi. Y su talento seguía tan intacto que representó a la Argentina en las Macabeadas Mundiales de Israel, el tercer evento deportivo más masivo después de los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol, donde consiguió una medalla de bronce en la categoría equipos open y un cuarto puesto en doble mixto open.

Gracias a su habilidad para gambetear las tragedias de la vida, la fanática de Boca Juniors atraviesa un presente fenomenal. Cielo Rotryng está viviendo otra de sus tantas vidas. Quizás sea la 14, justo su número favorito.

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