martes, diciembre 16, 2025
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¿Cómo salvar al fútbol?

Por Santiago Peñoñori Gaona

El público visitante volvió al campeonato de Primera División del fútbol argentino luego de 12 años. La vuelta de Ángel “Fideo” Di María a Rosario Central fue uno de los motivos por los cuales Claudio Fabián “Chiqui” Tapia, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, anunció una decisión histórica. Siete mil canallas viajaron al sur del Gran Buenos Aires a llenar de color el estadio Néstor Díaz Pérez de Lanús. La vuelta fue pacífica y armoniosa, aunque, tan solo una semana después, la violencia volvió a decir presente en distintas canchas de Argentina. Se vivieron hechos lamentables, como el enfrentamiento con armas blancas entre pseudo hinchas de Aldosivi; el partido demorado en el estadio Nuevo Francisco Urbano por un conflicto entre hinchas de Morón, al que luego se sumaron agentes de la policía; y la batalla campal que se vivió luego del encuentro entre Central Ballester y Victoriano Arenas por la Primera C. Cabe aclarar que todo lo sucedido el último fin de semana ocurrió sin la presencia de hinchas visitantes en esas canchas.

¿Cuál había sido el motivo por el que los hinchas habían dejado de poder ir a ver a sus equipos fuera de casa? Repasaremos una tragedia por año desde el “caso 0”, con el fin de exponer el idioma violento en el que habla el fútbol argentino y la inmensa cantidad partícipes, artífices, lugares, momentos y contextos en los que los hechos ocurren.

 2013 – Javier Gerez

¿Es el inicio? Seguro que no. A pesar de eso, la tarde del lunes 10 de junio marcó un quiebre en el fútbol argentino. El estadio Único de La Plata fue testigo del asesinato de Javier Gerez, hincha de Lanús y miembro de la Subcomisión del Hincha, a manos de la Policía Bonaerense. “El Zurdo” fue el blanco perfecto para los perdigones de una escopeta Ithaca 37 que, en la zona de ingreso al estadio, le abrieron un agujero de cuatro centímetros en el medio del tórax. Murió antes de llegar al Hospital San Roque de Gonnet. La AFA, presidida por Julio Humberto Grondona, decidió prohibir la presencia de hinchas visitantes a partir de allí.

2014 – Isaías Ruzak

“La Banda Mostro” y “Los de Siempre”, a tiros en los alrededores del estadio. La fecha 20 de la Primera B Metropolitana en la que se enfrentarían Almirante Brown y Estudiantes de Caseros debió ser suspendida por un enfrentamiento entre dos facciones de la barra de la Fragata. El saldo tuvo a Isaías Ruzak, de 35 años, como víctima fatal y a un niño de 4 años herido por un balazo en el glúteo.

2015 – Emanuel Ortega

44 minutos del primer tiempo en el estadio Francisco Boga. Una jugada intrascendente, un choque lícito, un jugador de San Martín de Burzaco con un traumatismo de cráneo severo por el golpe contra un paredón próximo a la cancha. ¿Quién permitió que se juegue en esa cancha con una pared tan cerca de la línea? Tras 11 días en coma, falleció Emanuel Ortega. La AFA suspendió un fin de semana el fútbol pero al siguiente, el show continuó.

 

2016 – Cesar Flores

En Campo de la Ribera en Córdoba, en un torneo barrial y por haber sacado una tarjeta roja. Jorge Luis Barrionuevo no tardó en abrir fuego contra César Flores con una pistola nueve milímetros, tras prometerle que tomaría venganza por la expulsión. Esta vez, contra un árbitro.

2017 – Emanuel Balbo

El Sapito Gómez activó el protocolo, acusando falsamente a  Emanuel Balbo de ser un infiltrado hincha de Talleres, y comenzó la matanza.

El 15 de abril de 2017, mientras se disputaba el clásico entre Belgrano y Talleres, un grupo de hinchas del Pirata linchó a Emanuel por cometer el “delito” de ser un presunto hincha de la T. El joven de 22 años cayó de una de las tribunas y se desvaneció. A los dos días murió en el Hospital de Urgencias de la capital cordobesa.

 

2018 – Sergio Confalonieri

“Estuve en todo momento al lado del tipo. Se había formado un cuello de botella, con miles de personas que pasaban por el cacheo de cuatro. Había policías con escudo. Cuando la gente quiso apurarse, el señor, sus hijos y yo nos comimos palazos y gas pimienta. Entramos a la cancha, el tipo se sacó con la cana y subió para la explanada y cuando estaba yendo a la popular se desplomó en el piso y ahí se quedó. Empezamos a pedir una ambulancia, el hijo empezó a gritar y un policía le puso una piña y nos fuimos todos al humo. La ambulancia tardó mucho en llegar, creo que el hombre cuando se lo llevaron de la cancha tenía pulso”, contó un testigo que estuvo aquella noche en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza, donde se jugó la final de la Copa Argentina que enfrentó a canallas y triperos.

2019 – Álvaro Javier Monje

Se presume que una discusión futbolera fue el móvil para que Lautaro “Manteca” Gorosito asesinara a puñaladas a Álvaro Javier Monje. La víctima, de Central Córdoba de Santiago del Estero; el victimario, de Güemes de esa misma provincia. En un cumpleaños, a la madrugada, lejos del césped que cada fin de semana los hacía vibrar al son de su equipo.

2020 – Sergio Emanuel Castillo

Por la tercera división del fútbol argentino se enfrentaban Villa Mitre y Olimpo, el clásico de Bahía Blanca. Los hinchas del Aurinegro hicieron una campaña en la que se autoconvocaron para acompañar al equipo hasta el estadio del Tricolor, más allá de que no podrían ingresar a ver el partido. Los hinchas de Olimpo debían meterse en un barrio que les era ajeno, y el cual estaban dispuestos a destrozar: la territorialidad como escenario a violar para llegar al súmmum del aguante. En medio de todo esto estuvo Sergio Emanuel Castillo, hincha de Olimpo, que fue alcanzado por una bala que le quitó la vida. Violencia con violencia se paga, la Ley del Talión.

2021 – Lucas González

En abril de este año se confirmó la condena perpetua para tres policías de la Ciudad de Buenos Aires, responsables del crimen de Lucas González. Uso de arma de fuego, alevosía, odio racial, premeditación entre varias personas y abuso de su función como miembros de una fuerza de seguridad, fueron los cinco agravantes que definió el Tribunal Oral en lo Criminal N. º 25 de Capital Federal en la sentencia.

Un auto en el que viajaban cuatro jóvenes que volvían de entrenar fue atacado a balazos por un grupo de policías vestidos de civil. Entre ellos, estaba Lucas, quien recibió un balazo en la cabeza.

2022 – Juan Calvente

Un hincha de a pie, un tipo tan fanático que iba a ver hasta los torneos de verano, un hombre al que le arrebató la vida un enfrentamiento entre vecinos del barrio Rancho Grande, que cortaron la autopista Buenos Aires-La Plata en el km 14 en protesta por los recurrentes cortes de luz, y barrabravas de Independiente, que quisieron desarticular el piquete a la fuerza.

La batalla incluyó armas de fuego, corridas, piedrazos y palos. Juan Calvente ingresó al hospital de Wilde con un disparo en el pecho y sin signos vitales. El club confirmó la tragedia por sus canales oficiales.

2023 – Ivana Garcilazo

No era la primera vez. En 2014 habían sido asesinados dos hinchas de Central que celebraban una victoria contra Newell ‘s; antes de eso, en 1990, había sucedido lo mismo con un hincha de la Lepra, que fue alcanzado por una bala de goma, en tiempos donde aún convivían ambas parcialidades en la cancha.

El 30 de septiembre le tocó a Ivana Garcilazo que fue apedreada por tres hinchas de Newell’s. No toleraron que ella junto a su novio celebraran la victoria de Central en el clásico. En la esquina de Montevideo y Ovidio Lagos recibió un piedrazo que la ultimó.

2024 – Jorge Durán y Nicolás Ballé 

Dos casos en poco más de 24 horas. Dos conflictos entre facciones de barras. Durán, víctima de los conflictos en Chacarita y Ballé, de los de Gimnasia de Mendoza. Ambos asesinados con armas blancas, sin piedad y en la puja por un poder polisémico y difícil de desestructurar.

Esta recapitulación de hechos violentos fue posible gracias a la lista de víctimas por violencia en el fútbol argentino que la ONG “Salvemos al Fútbol” detalla en su web.

Una posible conclusión lleva a pensar que no hay actores, lugares, víctimas, victimarios, ni contextos únicos que permitan desarticular este entramado de un modo sencillo. En la cancha, en la calle, en un cumpleaños, en un piquete, de día, por la tarde, de noche, a la madrugada, entre barras, entre hinchas del mismo equipo, entre hinchas de distintos equipos, por represión policial, por mala praxis organizacional, contra un árbitro, contra un niño, contra una mujer, contra un hombre.

¿Es la violencia en el fútbol argentino un evento monocausal o un ovillo con cientas de puntas de las cuales tirar?

Elijo crecer: evolución de una Selección Argentina que va por el podio en la Copa América

Por Conrado Maguna Martorell

El fútbol femenino argentino experimenta desde 2019 un serio avance como actividad deportiva, cultural y profesional. Distintos cambios y, sobre todo progresos en lo formal y las estructuras sociales, permitieron desde entonces una puesta en valor del ámbito.

La Copa América de dicha disciplina se está disputando hasta el 2 de agosto. El seleccionado argentino se clasificó a semifinales como líder del grupo A (compartido con Chile, Ecuador, Uruguay y Perú) tras haber sumado los 12 puntos posibles.  Una producción similar ocurrió en la pasada edición realizada en Colombia: 9 puntos en cuatro partidos y una derrota ante Brasil, combinado histórico que está varios pasos adelante del resto de sus pares en Sudamérica. En la instancia previa al partido definitorio, el conjunto dirigido por Germán Portanova cayó ante las Cafeteras por 1 a 0. En la competencia en Chile en 2018, y con un corte en el tiempo allí debido a que las futbolistas nacionales estaban en las vísperas de su blanqueo, la Albiceleste obtuvo el mismo papel en fase de grupos, siendo derrotada por el Scratch, y subiéndose al escalón más bajo del podio tras una breve liguilla.

Un año después llegó la profesionalización. El fútbol femenino ya no era amateur en su totalidad. Las jugadoras podían hacerlo a cambio de dinero bajo un contrato. Por reglamento, debían ser como mínimo ocho las protagonistas que gocen de un salario en blanco y equivalente al de un jugador de Primera C. El club pionero fue San Lorenzo, cuando el 12 de abril de 2019 anunció bajo el título de “¡Santitas y Profesionales!” el paso a dicha condición de 15 integrantes de su plantel femenino: con Macarena Sánchez como líder del proyecto y a la cabeza, la lista también estaba compuesta por Eliana Medina, Sindy Ramírez, Federica Silvera, Cecilia López, Débora Molina, Maricel Pereyra, Milagros Vargas, Rocío Correa, Lavinia Antequera, Vanina Preininger, Florencia Coronel, Rocío Vázquez, Ariana Alvarez y Florencia Salazar. En el mismo comunicado, la institución confirmó que la dirección de la liga transfirió 120.000 pesos para costear las firmas requeridas.

Con respecto a esto último, según el sitio web periodístico Chequeado, en 2023 más del 40% de las jugadoras de la Primera División local eran amateurs, solo cinco equipos tenían más de 20 protagonistas abrochadas (ninguno el total), y el 90% de las futbolistas domésticas consideraban utópico el hecho de ser madres mientras se dedicaban a la pelota, en parte porque el sueldo mínimo no llegaba a la canasta básica.

El Mundial de la disciplina se produjo en Francia poco menos de dos meses después del hito de quiebre en esta historia. Argentina conformó el Grupo D junto a Inglaterra, Japón y Escocia. La cosecha fue de 2 puntos, producto de dos empates (frente a las asiáticas y el equipo de Shelley Kerr) y una caída. Dato de color: Laura Fortunato fue designada como jueza principal para el torneo. Las dirigidas por Carlos Borrello llegaban al torneo con más atención mediática que nunca, en pleno auge de la relación entre el género y la redonda, y con figuras como Vanina Correa, Mariana Larroquette, Florencia Bonsegundo y Estefanía Banini, entre otras. En el último cruce ante El Ejército de Tartán, el combinado nacional igualó lo que era un 0-3, y quedó a un gol del pase a la siguiente ronda. Con las tablas, el equipo dependía de dos resultados ajenos para meterse por la ventana en octavos de final, pero la suerte no estuvo de su lado. De todas maneras, este encuentro quedó marcado: 28.000 almas en el Parque de los Príncipes de París atestiguaron una muestra de coraje, orgullo, amor propio e identificación. 

En la cita sucesora, disputada en 2023 en Australia y Nueva Zelanda, el elenco argentino sumó tan solo una unidad en el Grupo G, tras enfrentar a Suecia, Italia y Sudáfrica. El encuentro ante las Bayanas Bayanas alcanzó 12.3 puntos de rating bajo la producción de la TV Pública. 

El siguiente gran salto en el ámbito parece individual, pero nuevamente fue colectivo: en diciembre de 2020, Mara Gómez se convirtió en la primera futbolista transgénero del país en ser habilitada por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para ser parte del torneo de elite doméstico. La oriunda de La Plata, amparada por la Ley de Identidad de Género sancionada en 2012, escribió su página en la historia a los 23 años, cuando debutó con Villa San Carlos frente a Lanús. Actualmente, ella viste los colores del Pincharrata de su ciudad bajo un contrato profesional que posee desde enero de 2023. Sin lugar a dudas, Gómez se sienta en la mesa histórica del deporte femenino. 

En cuanto a los clubes locales y su participación en Copa Libertadores, cabe destacar que Argentina posee un cupo por edición (dos en caso de anfitriona y la última). En 2021 hubo doble disputa (la de la temporada pasada pospuesta por la pandemia, y la correspondiente). Boca Juniors y River Plate participaron en la primera, que se jugó en los estadios de Deportivo Morón y Vélez Sarsfield, aunque los clasificados no pasaron de los Cuartos de Final. En la segunda, el Ciclón dijo adiós en la etapa inicial. En 2022, las Xeneizes sellaron la mejor actuación nacional, tras caer 1-4 frente a Palmeiras en Quito. Al año siguiente, las comandadas por Florencia Quiñones se despidieron en el tramo de estreno.  En el último trofeo continental, la camiseta auriazul llegó hasta semifinales, donde fue vencida por Corinthians. La próxima competencia no será en tierras extranjeras, con Boca y San Lorenzo (campeones del Apertura y Clausura 2024 respectivamente) como representantes.

Con respecto a la televisación, la transmisión de un puñado de partidos domésticos está a cargo de TNT Sports como espacio privado (aunque también por Youtube), mientras que la TV Pública y Depor TV lo hicieron por unas temporadas desde el ámbito público, gratuito y de calidad, donde la disciplina tuvo una difusión mayor y abierta, al alcance de los ojos de quienes no pueden suscribirse a un Pack Fútbol que fomenta la privatización del espectáculo, deporte y la cultura, con los ingresos dirigidos hacia unos pocos. 

Si bien los resultados dentro del campo de juego cuando la pelota se transnacionaliza no son los mejores, lo llamativo y a destacar es el mensaje que hay por detrás: un proyecto en el que está implicada toda la sociedad; el anhelo de clasificar a instancias decisivas en una Copa del Mundo con integrantes profesionales; la consolidación como candidatas en la Copa América y de la disciplina en el ámbito local; las pantallas como transportadoras de esta lucha hacia los hogares; periodistas, relatoras y comentaristas haciendo un excelente trabajo en las mayores emisoras y competiciones; mujeres en las ternas arbitrales;  demás factores que se engloban en un desarrollo en el cual los estereotipos se derrumban a nivel cultural y deportivo, y al que le falta mucho, sobre todo apoyo dirigencial y económico, pero mientras tanto las pibas van.

Nicolás Lamolina, una vida atravesada por el arbitraje

Por Manuel Martinez Cataldo

De abuelo y padre árbitros, Nicolás Lamolina se crió en una casa en la que el arbitraje tenía casi tanto protagonismo en las charlas como el fútbol. Nació el 7 de diciembre de 1982 en San Fernando, en la zona norte de la Provincia de Buenos Aires. A pesar del vínculo de su familia con el silbato y las tarjetas, empezó su camino como jugador, formando parte del plantel de Tigre. Era volante por izquierda en el Matador mientras, pensando en su futuro, comenzaba a dar sus primeros pasos en la profesión que habían ejercido sus antecesores.

-Empezaste siendo jugador, ¿en esos años tenías en mente un futuro en el arbitraje?

-El arbitraje está en mi familia desde que nací. Mi vida está relacionada mucho al arbitraje ya de por sí, aunque yo no esté directamente involucrado en esa circunstancia. Respecto a lo que mencionás como jugador, obviamente yo era muy chico porque era de las divisiones inferiores. Tuve la posibilidad de integrar el plantel profesional de Tigre, del Porvenir, de Central Ballester y demás y ahí ya con 18, 19 años estaba haciendo el curso y ya empezaba a verlo con buenos ojos. Veía que con el fútbol quizás no tenía tanto camino como podía llegar a conseguir con el arbitraje por todo esto que te mencioné anteriormente.

-¿Qué tanto te influyó el pasado de tu familia en el arbitraje?

-En ese caso te diría que mucho y que nada. Mucho porque mi vida desde el momento en que nací fueron diálogos o comentarios en casa acerca del arbitraje, teniendo en cuenta las trayectorias de mi abuelo y mi papá. Por ese lado tuvo mucho que ver, porque además yo viví muy buenas épocas. A mi papá tuve la posibilidad de acompañarlo en su última etapa, en la que ya era un árbitro mundialista, destacado en el fútbol argentino y mundial. Por otro lado no tuvo nada que ver porque ni mi abuelo ni mi padre me insistieron en acercarme a hacer el curso, eso fue una decisión completamente mía y que hoy agradezco haber hecho porque me dio la posibilidad de transitar hace muchos años en el arbitraje argentino y lograr cosas que la verdad que eran impensadas en un momento.

-¿Cómo cuáles? 

-Ser árbitro internacional, poder dirigir Copa Libertadores, poder ir a dirigir un Sudamericano, partidos de selecciones mayores, es grandioso. Requirió mucho esfuerzo, fueron muchos años, me recibí en 2004 y me costó diez años poder dirigir un partido de primera división y debutar, y me costó otros más poder ser internacional, entonces requirió de mucho esfuerzo pero la verdad que el premio fue grande.

“Diego, no me hagas quedar como un boludo”: la frase histórica de Francisco Lamolina a Diego Maradona en el regreso del 10 al fútbol argentino. (10/10/1993 Independiente 3 – Newell’s 1)

-¿Qué diferencias notás entre un árbitro de primera y uno del ascenso?

-El cambio es notorio. Yo siempre traté de ser profesional, incluso sin serlo. La plata que recibía, que era mínima, la utilizaba en un preparador físico, un psicólogo porque yo tenía un objetivo que iba por encima de todo eso. Era una especie de inversión, no lo veía como un gasto. Al principio obviamente hay faltantes. De recursos, de dinero. Tenés que dirigir muchísimo, pasar por situaciones muy adversas. En el ascenso lo mismo, hay cierta desprotección lógica propia de que algunos equipos son un poco más peligrosos, no hay tanta seguridad. Pero bueno, es parte del camino y hoy agradezco haber transitado todo ese trayecto.

-¿Cómo es el día a día de un árbitro argentino?

-Es como cualquier trabajo. Desde la preparación es muy similar a la de un futbolista: entrenar todos los días, cuidarse mucho en la alimentación, prepararse desde lo técnico. Nosotros nos enteramos los martes de la designación de la próxima semana, entonces ya desde ahí empezamos a trabajar. Desde aspectos físicos, técnicos, prestar atención a cómo juegan los equipos a dirigir. Todo un trabajo de planificación para poder llegar preparado, sabiendo lo que más o menos te vas a encontrar.

-Teniendo en cuenta lo expuestos que están los árbitros, ¿cómo te llevás con las críticas?

-La crítica es cotidiana pero en un punto pierde cierto efecto. Yo no le doy mucha relevancia a eso porque sino no podría llevar a cabo mi tarea. Sí soy muy autocrítico como en todo aspecto; cuando llego a mi casa ya sé dónde me equivoque, en qué me equivoqué, qué podría haber hecho. Lo tomo como un aprendizaje para que no me vuelva a suceder. Si voy la otra semana y me vuelve a pasar lo mismo, evidentemente algo hice mal.

-¿Cómo ves al arbitraje argentino hoy en día?

-Siendo parte es muy difícil calificar al arbitraje argentino para mi porque quizás lo voy a ver con grandísimos ojos, o por ahí voy a ser muy crítico por ser parte y conocer pormenores que a la vista del televidente o del futbolero pueden llegar a pasar de largo. Lo que sí es evidente es que el arbitraje argentino es tenido en cuenta en todo el mundo, no sólo acá. Entendemos nosotros que es difícil dirigir acá por todo un condimento social que conlleva, que nos prepara para que cuando tengamos que salir afuera sea mucho más sencillo. Con esto, si te digo que es bueno o malo, para mi siempre va a ser muy bueno, pero también siendo autocrítico con muchas cosas por mejorar que no están saliendo del todo bien, por lo menos a mi manera de verlo, que hay que modificarlas y hay que tratar de cambiarlas para generar algo mejor como arbitraje.

-¿Cuáles crees que son estas cosas a mejorar?

-Preparación, más preparación. Entiendo que por momentos no estamos tan preparados. Llevar a cabo los partidos con un poco más de seriedad. Entendemos que muchas veces lo que pasa con nuestra liga local es que también nosotros nos permitimos cosas que no corresponden. Yo trato de hacer mi trabajo de forma seria pero sin embargo a veces uno percibe o ve cosas que no le gustan, que tampoco ahora vienen al cabo llamarlas o mencionarlas pero que sí uno como árbitro las ve y no les gusta, desde el punto de vista del profesionalismo, de la entrega, del compromiso, de las decisiones. Entonces es ahí donde creo que como arbitraje tenemos que mejorar un poco. Deseo que por ahí en algún momento en el corto plazo hayan muchos chicos que puedan lograr mantener esa jerarquía del arbitraje argentino.

-¿Cómo ves al fútbol argentino de hoy?

-El hecho de tener una selección campeona del mundo nos genera que a nivel piramidal para abajo tenemos que estar bien, tendría que estar todo en la misma línea. Entiendo que no es fácil con respecto a lo que conlleva el fútbol a nivel social. Es muy difícil. El fútbol argentino es muy lindo, pero a nivel social es muy fuerte. Los jugadores muchas veces están muy presionados, entonces eso hace que en algunas circunstancias los equipos tengan que privarse de hacer algo que realmente sienten o demás, para no tener un resultado adverso, para no perder, para no perder de local, para no irse al descenso, porque conlleva un costo altísimo, pero es propio del juego. Yo al fútbol argentino lo veo muy bien. Obviamente que seguro si le preguntás a algún dirigente o a los que llevan a cabo todo esto verán cosas por mejorar, que siempre las hay y tiene cierta lógica, pero yo en líneas general lo veo bien.

-¿Qué diferencias hay entre el fútbol de cuando empezaste a dirigir y el de ahora?

Fundamentalmente desde la intensidad y el físico. A medida que van pasando los años se hace cada vez más rápido, más difícil, con más detalle. La llegada de la tecnología acá también tiene que ver, porque fue necesaria, porque el fútbol cada vez era más rápido, se definía más por detalles. Al ser tan físico y que se define por pequeños detalles es donde ingresó la tecnología. Los partidos terminan muy apretados y es ahí donde entramos nosotros también como arbitraje, que tenemos que entender que, al definirse por pequeños detalles, nosotros no podemos permitirnos desatenciones, desconcentraciones, malas decisiones porque terminamos cambiando el curso de un partido y tampoco está bien.

Daniel Faggiano: “Vivo todo el día por y para el auto de carrera”

Por Luciano Mollo

Daniel Faggiano compitió en categorías zonales como APAC 1.4 y TC Platense, hasta 2024. Desde chico se vinculó con el deporte, ya que su padre, quien también se llama Daniel, también fue piloto a nivel zonal. En diciembre, se apoderó de una Dodge GTX con el objetivo de comenzar su camino en el automovilismo nacional. Desde el primer momento, dedicó todo su tiempo al armado del auto y atravesó dificultades para conseguir el presupuesto necesario. Oriundo de Florencio Varela, el aspecto económico siempre fue una de sus mayores complicaciones, incluso en los zonales. El salto al Mouras implica gastos mayores, por lo que su visibilidad en las redes sociales es clave para afrontarlo.

Sobre la adquisición de la Dodge comentó: El auto lo traje a fines del 2024, en diciembre. Corrimos la última fecha del año (TC Platense), fueron las fiestas, un montón de cosas y arrancamos los primeros días de enero. Desde ese momento es todos los días a toda hora trabajando por y para el auto de carrera. Cuando comenzamos, era arrancar a la mañana temprano, conseguir cosas, moverse y a la tarde arrancar a laburar y terminar a las 3 o 4 de la mañana”.

Faggiano muestra su progreso en el taller en su cuenta de Instagram, en la que tiene más de 40.000 seguidores. Además, ya presentó el diseño del auto y las publicidades que lo acompañarán en el TC Pista Mouras: “Ya perdí la vergüenza hace rato para todo, para subir historias todo sucio. Con el tema de la plata vengo bicicleteando como puedo, hay gente o sponsors que me dan una mano todos los meses, o mismo el negocio familiar con mi viejo, vengo dando una mano ahí y la plata que gano es toda para el auto de carrera. Si bien junté varias publicidades para cuando arranquemos, hasta que no arranque y esté el auto en pista, estoy medio parado en lo económico”.

El piloto varelense Daniel Faggiano conquistó el último Gran Premio del TC Platense

El varelense tiene un taller propio de un estilo artesanal. Aunque cuenta con un espacio más que suficiente, los instrumentos que posee para llevar a cabo la puesta a punto del auto están lejos de ser de primera calidad. Por este motivo, hace unos meses llevó la Dodge al taller de Willy Garófalo, ubicado en Quilmes, especializado en ingeniería y mecánica de competición. Sobre este salto hacia el mundo más profesional, comentó: “Lo fuimos armando de a poco, pero la semana previa a llevárselo, con lo que había, le dimos un panorama general para armar todo. Si bien teníamos un 90% de las cosas para armarlo, hubo piezas que tuvimos que refaccionar o cambiar, otras las hicimos de nuevo como 3 o 4 veces, pero eso fue lo que cambió totalmente la perspectiva. Ahora los horarios cambiaron desde que lo llevamos al taller de Garófalo, que nos está dando una mano. Es de lunes a viernes desde las 8:30 o 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde, y después traerme trabajo extra aca al taller nuestro y darle. Así que venimos ahí, todo el día”. 

Además, resaltó el cambio de un trabajo con un estilo autogestivo y amateur a otro profesionalizado: “Cambia todo, la exigencia y la presión.  Es como estar en un trabajo de dependencia. Es tener a alguien que te está atrás todo el tiempo, cambia bastante. Capaz uno lo armaba a su manera, con consejos y videollamadas con gente que sabe, pero ahora estar con el asesoramiento de alguien es bastante exigente para uno, pero yo creo que es un aprendizaje”.

Por otro lado, Daniel se esfuerza y prioriza al máximo su carrera deportiva, que en la actualidad lo lleva a estar alejado de las pistas y lo convierte en un mecánico más. Desarrolló la pasión y el sacrificio de la siguiente manera: “No me acuerdo desde hace cuánto no me compro un par de zapatillas. Te tiene que gustar. A veces reniego, tengo dolores de cabeza de un montón de cosas, pero disfruto también el armado, todo. Por ahí ya llegamos a la etapa final con bastante cansancio acumulado, porque es un desgaste creo como cualquier trabajo. Cuando uno le dedica la pasión que le dedica, por ahí uno no se da cuenta pero viene pasado de revoluciones, sumando horas y cansancio. Las últimas 2 semanas no estuve entrenando. Antes, después de ir al taller de Garófalo, me acomodaba mi horario para poder ir a entrenar, pero ya estas últimas semanas dejé de entrenar porque termino agotado. Aunque uno se pregunta ¿Por qué? Si no estoy entrenando, pero la cabeza te agota todo el cuerpo. Vengo laburando terriblemente en eso, por ahí estoy con 10.000 cosas a la vez y termino agotado, llega la noche y me quiero ir a dormir”.

Daniel Faggiano sacó chapa de candidato - El Diario Varelense

Además, reflexionó sobre toda la energía que implementa y la analizó desde el punto de vista de cuando sea mayor: “Quizás el día de mañana cuando sea un poco más grande, que baje la euforia, pensaré en todo. Siempre todo el mundo me lo dice, uno cuando es pibe quizás no se da cuenta, la energía la tiene y la gasta toda para eso. Quizás el día de mañana diga ‘che que loco que estaba, mira todo lo que hacía por el auto de carrera, no dormía”.

A pesar de esto, resaltó que no se arrepiente del esfuerzo de todos los días: “Pero lo disfruto, creo que vale la pena. Por ahí en el futuro decir todo el sacrificio que hice, pero hoy por hoy también lo disfruto, tengo una pasión y algo por lo que levantarme todos los días”.

Volviendo al pasado, Faggiano recordó una historia que, si bien su momento fue difícil y la describió como un golpe importante, lo ayudó a mantener los pies sobre la tierra: “Debuto en APAC sin haber corrido nunca en otro lugar. Solo en karting de alquileres, que para nada son una muestra de nada. En mi tercera carrera, me puse primero, y faltando pocas vueltas se me rompió el motor. Y claro, en el momento fue durísimo, pero ahora agradezco que me haya pasado, porque imaginate, tercera carrera en toda mi vida, y vengo ganando, pienso ‘Soy un fenómeno, todos los demás son una manga de pelotudos’. Pero no, en realidad no era ningún súper piloto, tenía un gran motor que se me rompió y después no supimos como hacerlo andar”.

Por último, aunque no tiene una fecha definida para su debut en el TC Pista Mouras, aclaró: “El auto está terminado en un 75%. El objetivo es ponerlo en pista, después vemos como seguimos. No hay un resultado esperado, lo que quiero es terminar la primera carrera y después seguir evolucionando”.

 

 

Tobías Modlin: “Tenés que ser buena persona, después buen futbolista”

Por Bruno Grandinetti

Tobías Modlin se formó en un club de barrio de Palermo (Eros) que es más famoso por su parrilla que por la formación de deportistas. Tiene 19 años y juega al fútbol desde los 5. Antes de llegar a San Lorenzo de Almagro, club donde se desempeña en la reserva, estuvo en Comunicaciones. Debutó en el club de Agronomía pero se fue a probar suerte al Bajo Flores. Previo a esto, tuvo que dar sus primeros pasos en el famoso baby fútbol.

-Tu historia en el fútbol, comienza en el Club Eros, ¿No? ¿Qué recuerdos te llevas de esa etapa?

-La experiencia en Eros fue hermosa. Fue un tramo que nunca voy a poder olvidar de mi vida. En el baby uno juega para divertirse, nunca se imagina uno que el día de mañana puede ser un profesional, solo piensa en hacer lo que le gusta, en divertirse, en hacer amigos. Por sobre todas las cosas, es la etapa donde te enseñan que hay que armar un grupo, que nadie se salva solo, que lo colectivo siempre está por encima de lo individual y que sobre todas las cosas tenés que ser una buena persona y después un buen futbolista.

-¿Cómo fueron tus primeros pasos en las inferiores de Comunicaciones? ¿Qué te llevó ahí, por qué elegiste al club?

-Mis primeros pasos de las inferiores de Comunicaciones, básicamente, fueron que yo termine el baby. Decidí que quería seguir jugando en cancha de 11. El técnico que me dirigía ahí me consiguió unas pruebas en Comunicaciones, unas generales. Fui y me tocó quedar en la novena división, la primera división de juveniles. Y más que nada, elegí el club por un tema que en ese momento nunca me imaginé que me iba a terminar dedicando a esto al 100%, y por un tema de comodidad, de cercanía de instalaciones.

-¿Qué aspecto sentís que fue clave para el desarrollo de tu carrera como futbolista?

-Bueno, si tengo que elegir un aspecto clave en sí, sería difícil quedarme con uno solo. Si te puedo nombrar algunos, yo creo que el desarrollo de un buen físico, una rutina más profesional, cuidarme en el tema alimentario, tener una nutricionista, el doble turno, hay varios aspectos que te llevan a desarrollar una buena carrera, pero yo creo que los claves son esos. También, uno de los más importantes también fue mirar mucho fútbol, copiar, sobre todo, jugadores que tenían características parecidas a las mías, y eso fue clave en el desarrollo del futbolista que soy hoy en día.

-¿Cómo fue el día del debut en primera? ¿Cómo te sentiste, te lo esperabas?

 –El día del debut fue un día hermoso, la verdad. A mí me tocó subir a primera el lunes y el mismo sábado ya estaba convocado al partido. La verdad, me sentí bastante bien. Me esperaba que iba a entrar, pero no tanto tiempo: y me tocó entrar en el entretiempo por cómo quedó el partido. Tuve intervenciones buenas, sobre todo cuando entré al principio, que me tocó entrar de media punta. Después, pasé para la banda izquierda y quizás tuve menos participación. Pero la verdad que fue un día hermoso para mí, único, me fue a ver toda mi familia, fue el día con el que soñé desde que arranqué a jgar al fútbol y por suerte se me pudo dar. La verdad, uno de los días más lindos de mi vida.

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-¿Cómo fue tu salida de Comunicaciones? ¿A qué o a quién se lo atribuís? ¿Y tu llegada a San Lorenzo?

-No me tocó hacer la pretemporada con la primera de Comu, entonces la tuve que hacer con Reserva.  Uno de los amistosos fue contra San Lorenzo. Tuve un muy buen partido, la verdad, me destaqué, pude hacer un gol, intervine en muchas jugadas y pude mostrarme bien. Por suerte viendo el partido estaban el coordinador de San Lorenzo y el técnico de la cuarta, que era el ayudante del campo de Reserva, y ese mismo día, se ve que me vieron y me llamaron para que me pueda unir al club. Yo creo que la llegada, más que nada, se dio gracias al partido que pude hacer, a que me sentí suelto, pude mostrar bien mis virtudes y a que también el club estaba pasando por un momento en que necesitaba jugadores y pude meterme.

-¿Cuáles son tus referentes en el deporte?

-Trato de siempre elegir uno que se asimile a mis características o a mi forma de jugar o a mi posición. Y yo creo que hoy mi máximo referente es Julián Álvarez. Primero, por su mentalidad, por su humildad, por su perfil bajo, porque es un ganador nato, porque se formó desde abajo, porque mejoró mucho en el día a día y por el jugador que es, por su forma de jugar, por su presión alta y por sus características más que nada.

-¿Y fuera de él?

-Mis viejos. que salen a laburar todos los días, que se rompen la espalda para que yo pueda dedicarme a la carrera que más me guste y hacer lo que me apasiona. El día de mañana espero poder hacer lo mismo con mis hijos. Hoy son dos referentes muy grandes para mí.

-¿Dejaste algo de lado por el deporte?

El futbolista deja muchas cosas de lado por el deporte, una en sí muy importante, no tengo la verdad. No hay algo que haya dejado de lado muy grande por el deporte, pero si te puedo nombrar que me ha tocado no ir a viajes cuando mi familia iba, perderme muchos cumpleaños, perderme algún que otra fiesta de amigos o amigas que festejaban y no te toca ir porque tenés que levantarte temprano a entrenar, porque entrenás los sábados, porque jugás el martes y tenés que entrenar el domingo, pero bueno, más que nada pequeñas cosas que dejar de lado que son detalles que al fin y al cabo para nosotros es un sacrificio y después es hacer la diferencia.

-¿Te imaginás viviendo del fútbol de acá a un par de años?

-La verdad que sí, yo me veo. Lo manifiesto todos los días, todos los días me levanto para eso, todos los días entreno para eso. Estoy haciendo un sacrificio hace más de 10 años por eso y yo creo que se me va a dar y cada vez estoy más cerca de poder lograrlo.

-¿Qué sensaciones o expectativas tenés hacía el futuro?

Sensaciones buenas y expectativas sobre todo altas. Obviamente mi mayor objetivo a corto plazo es poder firmar el contrato profesional, si es en San Lorenzo, ojalá, si no en otro club, pero poder dedicarme ya profesionalmente al fútbol. Estoy trabajando todos los días y rompiéndome el lomo para poder cumplir el máximo objetivo que tengo, que es poder firmar el contrato.

 

 

 

El sueño de Selección de Martina Paván, la central que no se detiene

Por Catalina García

Martina Paván es porteña. Defensora central. 18 años. Creció en las canchas de barrio, rodeada de varones. Pasó por Excursionistas brevemente, durante la pandemia, gracias a la recomendación de su entrenador de la infancia, César, quien le enseñó todo lo que sabe y vio el potencial en ella. Luego jugó en Argentinos Juniors y Defensores de Belgrano. Actualmente pertenece a Independiente.

—¿Cuándo empezaste a jugar al fútbol?

—Cuando era chiquita viajaba todos los veranos a Cariló y ahí empecé a patear la pelota con mi papá. Desde ese momento decidí que quería practicar el fútbol como un hobby, y por eso me inscribí en una escuelita, Campus, a los 10 años. En esa época era raro que una nena jugara al fútbol, recién estaba empezando en Europa. Me crié jugando con chicos, había muy pocas chicas. Me dio otro tipo de roce.

—¿Alguna vez te sentiste incómoda con los chicos?

—La verdad que no, el ambiente era todo muy Mater (colegio al que fui). Ni por el club, ni por la escuelita, ni por los chicos me sentí inferior; al contrario, era una más de ellos. Sí me acuerdo que el primer año en Campus iba vestida con el shorcito de fútbol por la calle con mi mamá y los hombres me miraban como si fuera un extraterrestre, pero a mí no me importaba.

—¿Cómo fue tu paso por Argentinos Juniors?

—Llegué a Argentinos en 2023, luego de que en el verano mis amigas y mi familia me dijeron que tenía mucho potencial. Ahí me surgió la duda de qué pasaría si entraba a un club y me lo tomaba más en serio. Me fui a probar, justo se estaba armando la reserva y quedé directamente en Primera. Fue un año y medio de adaptación porque venía de jugar en cancha de fútbol cinco. Esto implicaba otra condición física, otra responsabilidad, más días de entrenamiento.

—¿Cambió mucho tu mentalidad a partir de ese momento?

—En el verano de 2024 me puse un objetivo: quiero llegar a la Selección, a lo más alto. Pensé: “¿Qué necesito para lograrlo?”. Necesito no solamente ir a entrenar, porque son los esfuerzos extra los que te hacen diferente. Y eso implicó empezar a ir a la nutricionista para comer como una deportista; también ir con un personal trainer para adaptar mi físico a lo que requiere mi posición (defensora central).

—¿Fue una decisión complicada abandonar Argentinos?

—Me fui con mucha seguridad porque el día que quedé en Defensores de Belgrano me encantó todo del club. El DT, Diego, es el típico sabio del fútbol. Lo que mejoré con él es impresionante, realmente nos enseñó a jugar. Sin embargo, estaba la gran pregunta de si me quedaba o me iba, porque era mitad de año, y si bien ya había terminado el torneo, justo se abrían los pases y probablemente no era lo mejor irse en esa época. Más allá de eso, si no lo aprovechaba ahora, no lo aprovechaba nunca.

—¿Qué hizo que dejaras Defensores si estabas tan cómoda?

—Sabía que estaba en el mejor equipo de la B, pero tenía que ir más allá. Y realmente, donde te ven los entrenadores de la Selección Argentina es en la A. Lamentablemente, no le dan bola a la B, y menos en inferiores. Por eso, me fui a probar a varios clubes como River, Vélez, Huracán e Independiente. El Rojo era mi última opción, y justo quedé. En Defensores me quedé hasta febrero de este año.

—¿Se te dificultó pasar de un equipo de la B a uno de la A?

—Es otro roce, claramente. Es otro tipo de competencia, todas son muy buenas, por lo tanto, ganarse el puesto es un esfuerzo mucho mayor. Por ahora, en lo que va del año, fui citada para los amistosos de pretemporada, pero fui suplente, y lo mismo para la primera fecha contra Ferro. Desgraciadamente, me operaron de peritonitis (inflamación del tejido que recubre el abdomen, llamado peritoneo) y eso me dejó un mes fuera de las canchas. Recién hace unas semanas volví a entrenar.

—¿Esperás vivir del fútbol?

—Ojalá que cuando tenga un contrato se pueda vivir del fútbol en Argentina, pero seguramente eso pase dentro de muchos años. La única posibilidad de vivir de esto sería en Europa, específicamente en España. Igualmente, voy a terminar mi carrera universitaria, Gestión Deportiva, que justo está muy relacionada y me gusta. Y si no me llega a resultar lo del fútbol, al menos tengo un título con el que puedo generar otros ingresos.

—¿Recibiste apoyo de parte de tu familia?

—Por suerte, siempre me apoyaron muchísimo desde el minuto uno en el que quise entrar a Campus. Al principio, mis abuelos me decían: “¿A vos te parece el fútbol?”, pero ya les contagié ese amor por el deporte y el objetivo tan claro que tengo, y siempre me motivan y me ayudan a lograrlo. También, mi mamá siempre está ahí: es la que me lleva y me trae de todos lados, de los partidos, entrenamientos; además, me paga todo: el gym, nutricionista, psicólogo deportivo, entre otros.

—¿Tenés algún referente futbolístico?

—Si puedo elegir, sería el Cuti Romero, que es una bestia: defiende todas bien. Pero, si me voy más para el lado de la historia, elegiría a Messi, por su perseverancia, cómo luchó por todas las que le tiraron, todas las que pasó y él siguió, siguió y siguió. Y si fuese alguien más cercano a mí, rescato de todas las personas que conocí por el fútbol pequeñas cosas de cada una que me gustan.

—¿Cómo balanceás tu vida desde que comenzaste a tomártelo con mayor seriedad?

—Ahora es más fácil porque la facultad me consume menos que el colegio, que eran ocho horas por día. Desde 2023 hasta ahora noté que la clave es la organización. Por ejemplo, el tiempo muerto que tengo en los días de entrenamiento lo uso para estudiar, o como juego los domingos, aprovecho para juntarme con mis amigas los viernes o sábados.

—¿Sentiste que tuviste que hacer algún tipo de sacrificio?

—Sí, lo sentí. Cuando mis amigas salían, yo no salía. También, dos años seguidos me perdí la misión de Kairós (misión caritativa que propone el colegio), u otras cosas como cenas familiares, juntadas con amigos… Por suerte, cumpleaños no me perdí todavía. Todo eso fue porque tenía que entrenar o al día siguiente jugaba. Son muchas cosas que no considero como un sacrificio, porque lo hago por amor al fútbol.

—¿Te costó adaptarte a esta nueva vida?

—El haber comenzado este tipo de vida también me fue acostumbrando o quitando las ganas de ciertas cosas, como salir a los boliches o tomar alcohol. No sé hace cuánto que ya no tomo. Y eso me generó hábitos más sanos, que no me costaron incorporar, ya que sabía que estaba comprometiéndome conmigo misma, con el club, con el DT, con mis compañeras, y era una responsabilidad que tenía que asumir, más si era titular. Termina siendo más fuerte el esfuerzo y la recompensa.

Nahuel Larrosa: del fútbol de ascenso a la barbería, sin dejar de soñar con Primera

Por Micaela Corradi

“Sin el fútbol no sería la persona que soy”. Esta frase podría sonar repetida en boca de muchas personas, pero en Nahuel Larrosa se siente auténtica, porque la dice alguien que estuvo a punto de dejar todo atrás, que bajó tres categorías de golpe, que se fue a jugar a Europa y volvió en dos meses, que abrió una barbería en el fondo de su casa para poder seguir jugando. Larrosa, central zurdo de 25 años, defiende hoy la camiseta de Justo José de Urquiza con el temple de quien sabe que nada llega fácil.

Trabajando en su segunda casa, tomando mate, vestido con una musculosa y bermuda negra, zapatillas blancas, una gorra y junto a sus dos ayudantes, Nahuel contó su recorrido en el fútbol desde temprana edad. Afuera llovía, adentro sonaba de fondo un parlante con reguetón suave, la tele estaba encendida con el partido entre Central Córdoba y Flamengo por la Copa Libertadores, y el zumbido de la máquina de afeitar completaba la escena.

Su historia arranca en Lugano, en un club de fútbol llamado El Ideal. Gracias a un señor que lo vio jugar, le dijeron que se probara en Ferro. A sus 8 años, y durante siete temporadas formativas, Ferro fue su casa, y Nahuel empezó a patear la pelota con una mezcla de juego y determinación. De ahí, a los 18 años, lo llamaron de Atlanta, donde empezó a rozar el profesionalismo. Se entrenó con la Primera División y se afianzó en la Reserva, hasta que una lesión le frenó el envión. “Me rompí los ligamentos. Después arrancó la pandemia y estuve parado casi ocho meses. Cuando volví, en Atlanta me dijeron que no iba a firmar contrato”, afirmó Larrosa. Además, contó que lo peor no fue la lesión en sí, sino el impacto emocional. Estaba en su casa, mirando los botines guardados, sin saber si iba a volver a jugar.

El golpe fue duro y el escenario, incierto. Sin club, sin certezas y todavía en recuperación, le llegó un llamado inesperado: Centro Español, en Morón, que se encontraba en la categoría D. Nahuel veía como algo negativo bajar de nivel, una especie de castigo, pero al no tener otra opción, decidió jugar ahí para ver qué le parecía. Lo que pintaba como un retroceso se transformó en un giro rotundo en su carrera profesional: debutó en Primera, fue titular, salió campeón por primera vez en su vida y, sin saberlo, empezó a crecer. “Me sorprendió el nivel. Pensé que iba a ser más bajo. Y si bien no se puede vivir del sueldo en la D, la exigencia era alta”, manifestó el defensor.

En 2022, la posibilidad de probar suerte en el exterior apareció como un nuevo desafío. Su representante le había comentado que en España, específicamente en la quinta categoría, el club Sportivo Garrotilla buscaba un central zurdo. Aunque su familia estaba triste y a la vez feliz por la propuesta, no lo dudó y decidió intentarlo. Pero la ilusión duró poco. Si bien el entorno era agradable, según él, no sentía que fuera un ambiente profesional. Extrañaba mucho a su familia y, a las dos semanas de haber llegado, ya se quería ir. Dos meses después, estaba de nuevo en Buenos Aires. “Me daba vergüenza decir que quería volver. Pero un día me senté y dije ‘Basta’. Lo hablé con mi viejo y saqué el pasaje. Fue la mejor decisión que pude haber tomado”.

De regreso, con la motivación golpeada, pensó en dejar el fútbol. Pero, otra vez, alguien confió en él y en su profesionalismo. “Me llamó el técnico de Sportivo Barracas y fui. Ni lo pensé. Ese año volví a disfrutar”, contó Nahuel, feliz por haber recuperado sensaciones, rodaje y confianza. Y con el impulso de esa temporada, se abrió una nueva puerta: Justo José de Urquiza. Fue a buscar nuevas metas, quedó en el equipo y firmó contrato. “Maduré mucho como jugador y como persona. Antes me ponía mucha presión. Hoy disfruto los partidos”, exclamó.

A lo largo de ese camino, entre ascensos, caídas y resurgimientos, Larrosa fue aprendiendo a convivir con una de sus mayores debilidades: la autoexigencia. “Cuando hago algo mal, me cuesta cambiar el chip. Me carcome. Pero lo trabajé mucho. Cuando recién empecé en Primera, me costaba más. Hoy lo manejo mejor”, recalcó.

Su físico y su estilo también lo distinguen: zurdo, buen anticipo, fuerte en el juego aéreo, con salida limpia. Y si se trata de referentes, lo tiene claro: el Cuti Romero es su ejemplo a la hora de jugar.

Pero el fútbol, sobre todo en el ascenso, rara vez alcanza para vivir. Y ahí aparece otra parte esencial de su historia. Larrosa es, además, barbero. Y no cualquiera: tiene su propia barbería, montada en lo que antes era el taller de su padre, con un nombre bien futbolero: Línea de Tres. La idea surgió cuando estaba en Centro Español. Hizo el curso, trabajó en otra barbería y después le pidió a su viejo que le dejara armar el emprendimiento en la casa. El padre, al principio, no quería saber nada, pero ante la insistencia de su hijo, aflojó y le dio el sí.

Desde la apertura de la barbería, algo cambió en Nahuel Larrosa. Se relajó. Se dio cuenta de que no tenía que jugar sí o sí en una categoría más alta para poder vivir. Si bien quiere seguir creciendo como jugador, hoy no convive con la presión económica de tener que continuar con un salario bajo.

Sus goles no son muchos, pero los grita con el alma. El más celebrado fue el primero como profesional: en Centro Español contra Argentino de Rosario. Iban perdiendo 2 a 0, hicieron el primer gol y él fue el encargado de empatar. Venían de una mala racha de cinco derrotas seguidas y ese tanto fue un verdadero desahogo.

A lo largo de la charla, hay un club que vuelve una y otra vez: Centro Español. “Me marcó. Ahí debuté, salimos campeones, fue el primer título de la historia del club. Y ahí me di cuenta de que la realidad del fútbol es dura. Pensé que nunca iba a bajar del Nacional y terminé en la D. El entrenador de ese momento, Ricardo De Angelis, me enseñó mucho de fútbol y de la vida”, remarcó Nahuel.

Su novia, Agustina Zapata, lo define como alguien familiar, perseverante, con objetivos que no va a dejar de perseguir hasta alcanzarlos. “En lo profesional, su gran amor es el fútbol. Desde chiquito es feliz en la cancha, y día a día entrena duro para superarse y conseguir cada vez más logros. Además, tiene la suerte de poder complementar la vida del futbolista con su barbería, en la que trabaja de lo que ama sin perder la responsabilidad que este deporte implica”, expresó.

Hoy, con 25 años, sueña con llegar a la B Nacional o a Primera División. No hay un equipo particular que anhele, pero tiene una meta más que clara: crecer.

—¿Qué le dirías a tu yo del pasado?
—Que no baje los brazos. Que le meta. Que, aunque haya piedras en el camino, siempre se puede seguir. Me lo enseñaron mi viejo y mi vieja. Si fuese fácil, lo haría todo el mundo.

Hay una presencia constante en cada etapa de su historia: su familia. El papá, que siempre lo acompañó a las pruebas en los clubes y que al principio no quería saber nada con la barbería, pero terminó cediendo y apoyando. La mamá, que lo alentaba en silencio desde la tribuna, con los nervios a flor de piel. Su novia Agustina, que lo acompaña en cada paso, desde las lesiones hasta los cortes de pelo.

El caso de Nahuel Larrosa, como el de tantos jugadores del ascenso argentino, permite pensar más allá de la historia individual: es una puerta de entrada a una realidad que muchas veces pasa desapercibida. El fútbol de ascenso es, para muchos, el verdadero corazón del deporte más popular de nuestro país. Un corazón que late con fuerza, pero con dificultades; que mantiene viva la pasión incluso cuando el dinero no alcanza, cuando los vestuarios se inundan y los entrenamientos son en canchas prestadas. Es un fútbol sin lujos, pero lleno de historias como la de Nahuel: de sacrificio, de persistencia, de pequeñas glorias que no siempre se televisan.

Axel Meridione, entre goles en Fénix y la memoria de Lucas González, su excompañero en Barracas

Por Bautista Balbi

Para Axel Meridione, el fútbol no es solo un deporte, sino una forma de vida que ha moldeado cada una de sus decisiones desde la infancia; un destino que lo acompaña desde que tenía apenas unos pocos años. Nacido el 8 de abril de 2003 en la Ciudad de Buenos Aires, es el menor de tres hermanos de una familia profundamente ligada al deporte. Su hermana Astrid, con quien comparte la pasión por la competencia, juega al hockey en Italia, en el club SG Amsicora. Su padre, Andrés, fue una figura clave en sus primeros pasos como futbolista. “Mi primer entrenamiento en cancha de once fui acompañado por mi papá. Salí corriendo del colegio y fuimos a Comunicaciones. Era fin de año, me hicieron hacer fútbol y, cuando terminó, pregunté cuándo tenía que volver. Me dijeron que ese era el último del año, así que volví recién al siguiente”, recuerda Axel con una sonrisa. Desde ese momento, supo que el fútbol sería su camino. Un camino que, con el tiempo, también lo enfrentaría a situaciones tan duras como la muerte de Lucas González, un compañero de juveniles cuya memoria aún lo acompaña en cada paso.

Hoy, a sus 22 años, Meridione juega como delantero centro en el Club Atlético Fénix, equipo que milita en la Primera B del fútbol argentino. Es un atacante de presencia serena: alto, de contextura delgada pero marcada, y con una mirada tranquila que transmite más firmeza que agresividad. “Estar en Fénix es una responsabilidad enorme. Hay muchas cosas externas que condicionan, pero intento enfocarme. Llegar a Primera te da esa sensación de que cumpliste un objetivo, pero después viene lo más difícil: mantenerse”, afirma.

Su objetivo personal es claro: destacarse. “Quiero hacer la mayor cantidad de goles posible, sumar minutos y, si Dios quiere, subir de categoría”, asegura. Pero también piensa en lo colectivo: “Queremos terminar el campeonato lo más arriba posible. A veces nos ven como uno de los equipos más débiles, pero tratamos de dar lo mejor en cada partido”.

El compromiso de Axel con el fútbol va más allá del campo de juego. En 2024, se recibió de entrenador en el Instituto Superior de Deportes. “Estar toda la vida involucrado en el fútbol me dio ganas de estudiar algo relacionado. Me gustaría transmitir lo que aprendí. Con mi viejo siempre hablamos de armar una dupla técnica en algún equipo, sea amateur o profesional. Él también está estudiando ahora”, cuenta con orgullo.

El camino al profesionalismo tuvo su cuota de sacrificio. “Tenía que alimentarme bien, dormir temprano, decir que no a muchas cosas. Mientras mis amigos salían, yo entrenaba o descansaba. Es una mezcla de todo”, dice, consciente de lo que dejó para llegar hasta acá. Pero no se arrepiente. “Hay que hacer lo que uno quiere, no lo que le imponen. Después del trayecto te quedás pensando en lo que pudiste haber hecho. Hay que disfrutar y aprender de los errores”.

Aunque el presente lo encuentra con la camiseta de Fénix, su paso por Barracas Central dejó huellas profundas que lo acompañan hasta hoy. Axel formaba parte de la quinta división del club en noviembre de 2021, momento en el que la tragedia golpeó de cerca: Lucas González, un compañero de la sexta, fue asesinado por policías de la Ciudad de Buenos Aires durante un operativo ilegal. Fue un hecho que conmocionó al fútbol argentino y cambió para siempre la vida de muchos, incluido Meridione.

“Yo lo conocía. No éramos amigos, pero era un compañero más. A veces entrenábamos juntos o uno después del otro. Lo cruzaba seguido”, recuerda Axel, con un tono que mezcla tristeza y bronca. La noticia de la muerte de Lucas llegó de forma abrupta, como un mazazo. Meridione, que en ese momento iba camino a la casa de su abuelo, recibió un mensaje confuso sobre “unos chicos de Barracas” y, al llegar y encender la televisión, se enteró de lo sucedido. “Fue muy shockeante. Hacía poco yo había subido a Reserva, pero hasta algunos días antes entrenaba con él. Le pudo haber pasado a cualquiera”, admite Axel, revelando el profundo impacto que el hecho tuvo en él, no solo como futbolista, sino también como persona.

Mientras se acomoda en la silla al costado de la cancha de entrenamiento de Fénix, todavía con la ropa de la práctica recién terminada, Axel Meridione se toma unos segundos antes de continuar. El pasto sigue húmedo por la tormenta del día anterior, el cielo permanece nublado y los mosquitos zumban entre los árboles. El entorno parece absorber parte de la tensión del relato, como si contuviera el peso de sus palabras.

La conmoción que causó el asesinato de Lucas no solo se sintió en Barracas, sino también en el corazón del fútbol argentino. Axel recuerda cómo, al día siguiente, el equipo se preparaba para enfrentar a Quilmes, pero el ambiente estaba cargado de dolor. “Un compañero se largó a llorar antes del partido. Estaba destrozado. Lucas había estado un día internado y falleció. Fue muy fuerte”, cuenta Meridione, en una escena que demuestra lo difícil que fue continuar con la rutina del fútbol cuando la tragedia había tocado a su puerta de esa manera.

Además, ese hecho no solo dejó un vacío emocional, sino que también transformó su percepción de la vida cotidiana: “Entrenábamos en una cancha que estaba en el medio de la villa. Para llegar, tenías que cruzar un pasadizo desde el estadio. Con mi viejo íbamos todos los días. Saber que eso le podía pasar a uno mismo fue impactante”.

Aunque su carrera futbolística lo llevó por otros clubes y el tiempo pasó, Axel nunca pudo desentenderse del caso. A pesar de ya no estar en Barracas ni compartir el día a día con aquellos compañeros con los que vivió ese trágico momento, la muerte de Lucas siguió presente en su vida. La sensación de impotencia y dolor nunca desapareció, pero Meridione canalizó ese sufrimiento de una manera particular: a través de las redes sociales. Cada vez que había una novedad sobre el caso, se lo hacía saber a sus seguidores. Publicaba historias, fotos de Lucas o sencillas frases cargadas de sentido.

Tras el fallo judicial del 16 de abril de 2025, que confirmó la prisión perpetua para los policías responsables del crimen, Axel sintió alivio, pero también una profunda tristeza por todo lo que atravesó su compañero. “Para mí se hizo justicia. Ojalá se cumplan esas cadenas perpetuas. Lucas se lo merece, para poder descansar en paz. Era un pibe que venía de Florencio Varela hasta Barracas todos los días a entrenar sin que le paguen. Y que te pase eso es tristísimo. La vida a veces es muy injusta”, reflexiona Meridione, con la esperanza de que la tragedia de Lucas González no quede en el olvido y que la memoria de quien alguna vez fue su compañero de fútbol siga viva en la lucha por justicia.

A pesar del dolor, Axel no pierde de vista su presente ni su entorno. En un contexto donde los jugadores del ascenso ganan cada vez más visibilidad, valora los cambios: “Hoy hay muchas más plataformas, más difusión. Se muestra más al jugador del ascenso que antes”, dice. Y eso, al menos, le da algo de esperanza. Sabe que el camino no es fácil, pero está convencido de que vale la pena.

—¿Cómo te ves en cinco años?

—Me imagino compitiendo en niveles más altos, habiendo mejorado mis capacidades y siendo una persona más madura.

El sueño de vivir del fútbol, aunque a veces parezca lejano, para él está más cerca que nunca. Axel Meridione sigue peleando por su lugar. Lo hace en cada entrenamiento, en cada partido, en cada decisión que toma. Con los botines bien puestos, los sueños intactos y la memoria de Lucas siempre presente.

Dani Jarque, siempre con nosotros

Por Santiago Peñoñori Gaona

La delegación española bajó del colectivo en el Soccer City de Johannesburgo, Sudáfrica. Se venía la final del mundo. La primera de la Furia Roja. Los dirigidos por Vicente del Bosque ingresaron al estadio en fila de manera obediente, nerviosos. Andrés Iniesta se rebeló, y al llegar a la puerta del vestuario le chistó a Hugo -integrante del cuerpo técnico español-. “Necesito que consigas una remera blanca y que le escribas esto. Yo me voy a calentar”, dijo en un tono casi inaudible.

El Cerebro fue, y sigue siendo, uno de los máximos exponentes de “La Masía”, academia del FC Barcelona, donde estuvo desde 1996. La camiseta blaugrana, además de permitirle ganar títulos, le sirvió como trampolín para representar a su país en todas las selecciones de España, incluida la que brilló en Sudáfrica. La mejor generación de la historia del fútbol español certificó su nombre en julio de 2010. No quedó lugar para detractores. Al título obtenido ese año, había que sumarle la Eurocopa 2008, de la mano de Luis Aragonés.

España comenzó con el pie izquierdo aquel Mundial: derrota 1 a 0 ante Suiza en el debut. Aparecieron cientos de fantasmas, pero las victorias contra Honduras (2 a 0) y contra Chile de Marcelo Bielsa (2 a 1) disiparon las dudas y clasificaron a la Furia como primera de su zona. En octavos de final, Portugal; en cuartos tocó Paraguay de Gerardo “Tata” Martino; en semifinales, Alemania; y en la final la siempre presente Holanda, que al igual que España, nunca había ganado una Copa del Mundo.

La Roja fue, para Iniesta, parte de su identidad y una cuna de entrañables amistades, como la que entabló con Daniel Jarque González, surgido de Espanyol. Ambos fueron número puesto en las convocatorias de las juveniles, donde forjaron un vínculo de años. En 2009, Dani falleció de manera súbita durante una pretemporada con los Periquitos. Fue un golpe para el fútbol español, y una herida profunda para Iniesta, que se guardó un homenaje.

El 11 de julio de 2010 se jugó la final del Mundial. Andrés Iniesta y sus compañeros cumplieron el sueño de cualquier selección que va a la cita máxima: jugar el séptimo partido. El encuentro aquella tarde fue chato, friccionado y olvidable, hasta el tiempo extra. El empate 0 a 0 empujaba a los penales, pero una serie de malos controles pusieron a Cesc Fábregas en el borde del área, que abrió para Iniesta. El número seis de la Roja controló con dificultad, pero le dio de lleno, cruzado, seco, eterno. España fue campeona del mundo con ese gol al minuto 116. ¿Hay algo más que eso? Sí. Los genios te muestran que siempre hay algo más. Iniesta corrió hacia el córner, se sacó la camiseta en plena carrera y dejó ver otra que llevaba debajo. “Dani Jarque, siempre con nosotros”.

Nadie está preparado para despedir a un amigo tan joven. Nadie está preparado para hacer un gol en la final de un mundial. Nadie nunca hizo un mejor homenaje. Dani Jarque siempre va a estar emparentado con ese gol. Aunque no haya estado. O sí.

Se cumplieron 15 años. Qué lindo lo tuyo, Cerebro.

De un capitán a otro: Juan Simón se deshizo en elogios para Miguel Merentiel

Por Luca Sarapo

El ex jugador de Boca Juniors y la Selección Argentina analizó la participación del conjunto de La Ribera en el Mundial de Clubes, y remarcó los puntos altos del equipo, como lo fue Miguel Merentiel.

“La cinta se la ganó por lo que hizo dentro de la cancha, pero también importa cómo influye él dentro del grupo, es un jugador muy importante para el plantel. Sin dudas que fue el mejor jugador de Boca en el torneo junto a Ayrton Costa y Lautaro Blanco”, afirma el ex capitán Xeneize, que disputó 218 partidos en el club.

Miguel Merentiel festeja el gol del empate ante Bayern Munich

También opinó sobre la falta de juego que tuvieron los dirigidos por Miguel Ángel Russo cuando más lo necesitaban: “En el fútbol lo más fácil que hay es destruir, el problema es cuando vos tenés que construir. Se destacó mucho la combatividad del equipo en los primeros dos partidos, pero cuando tenía que haber jugado no lo pudo hacer”. El actual periodista de ESPN hace hincapié en el encuentro ante el Auckland City, pero también en algunos tramos contra el Benfica y el Bayern Munich, cuando el resultado era favorable para los argentinos.

Otro problema que afrontó Boca fue el de los goles de pelota parada, ya que tres de los cinco que recibió fueron de esa manera. Aún así, Simón destacó la parte defensiva del equipo en bloque bajo y la subida de Battaglia como número 5, aunque se lamentó por la imprudencia y expulsión de Nicolás Figal en el encuentro contra los portugueses, porque argumentó que venía haciendo un buen partido y “si está bien de la cabeza” tiene que ser la dupla central junto a Costa en el segundo semestre del 2025.

Christian Gray celebra el empate del Auckland City en Nashville

De los 19 goles que Boca recibió durante el año, 11 fueron a balón detenido. Sobre este punto, el ex zaguero central, sostiene que “la pelota parada es una cuestión de equipo, no es solamente de la defensa. Me daba mucha bronca cuando nos metían un gol desde un córner o tiro libre y ponían el foco solamente en nosotros. Los atacantes también deben defender en esas cuestiones y después también depende de si el técnico decide marcar en zona o individual, aunque yo estoy en contra de las marcaciones zonales porque nadie es responsable cuando se les escapa la marca”.