Por Tiago Caputo y Juan Menella
Lionard Pajov recibió el pase largo de Jack Durán desde mitad de cancha, controló de zurda y definió con el exterior del pie derecho ante la salida del arquero. Era la última jugada del primer tiempo y el 3 a 0 para Alianza Universitaria sobre Llacuabamba, dirigida por Néstor Clausen. Y minutos después marcó el fin de ciclo del técnico argentino.
Clausen, exfutbolista y entrenador argentino, dejó una huella imborrable en el fútbol sudamericano por su destacada carrera como defensor en la Selección Argentina, con la que conquistó la Copa del Mundo de 1986. Sin embargo, su trayectoria como director técnico también está marcada por un aspecto particular, sus renuncias en los entretiempos. Es una rareza en el ámbito del fútbol, pero esto se volvió un tema recurrente en su carrera.
Nacido el 29 de septiembre de 1962 en Santa Fe, Argentina, comenzó su carrera como lateral derecho en Independiente de Avellaneda, equipo con el que ganó títulos importantes como la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental en 1984, consolidándose como uno de los mejores defensores de su generación. Su llamado a la selección nacional fue un reconocimiento por el nivel que venía mostrando. Bajo la dirección de Carlos Bilardo, fue integrante del plantel que obtuvo el Mundial de México 1986.
Tras colgar los botines en 1994, el santafesino comenzó a dirigir. Su conocimiento del juego y su experiencia internacional lo ayudaron para dirigir equipos. Sin embargo, a pesar de contar con buenos resultados en algunas de sus etapas, como su paso por equipos como Independiente y Bolívar, su carrera como técnico también se ha visto marcada por momentos de tensión que lo llevaron a tomar decisiones abruptas.
Clausen no es conocido solo por sus logros deportivos, sino también por sus peculiares decisiones de renunciar durante los entretiempos de los partidos. En más de una ocasión abandonó a sus equipos en esa instancia, lo que generó tanto críticas como análisis sobre su carácter. Esta decisión, que para algunos simboliza una falta de templanza ante la adversidad, para otros es un reflejo de que no teme actuar conforme a sus convicciones, incluso cuando el momento parece inapropiado.
Uno de los episodios más emblemáticos ocurrió en el club boliviano Oriente Petrolero, en un partido en el que su equipo iba perdiendo 4-0. En el descanso del encuentro, Clausen, visiblemente frustrado por el rendimiento de sus jugadores y la falta de respuestas en la cancha, decidió abandonar su cargo. La dimisión fue inmediata y tomó a todos por sorpresa, desde los directivos hasta los propios jugadores. Luego explicó que no podía seguir al frente de un equipo que no respondía a sus indicaciones y que prefería irse antes que prolongar una situación que a su juicio era insostenible.
Este no fue un hecho aislado. A lo largo de su carrera, el director técnico de Blooming de Bolivia ha protagonizado al menos tres episodios similares. A los ya mencionados en Oriente Petrolero y Llacuabamba, se le suma en 2006 en el FC Sion de Suiza, lo que ha llevado a algunos medios de comunicación a tildarlo como el “técnico del entretiempo”. En sus propias palabras, ha señalado que dimitir en el descanso de un partido no es un acto impulsivo, sino una decisión meditada. Según él, el intervalo es el momento en el que puede evaluar con claridad si tiene la capacidad de cambiar el rumbo del partido o si es mejor dar un paso al costado.
Los abandonos de sus equipos en la mitad de los encuentros han añadido una dificultad al legado de Clausen. Mientras algunos lo ven incapaz de gestionar la presión o las dificultades, otros lo interpretan como un profesional que no tiene miedo de tomar decisiones drásticas cuando siente que la situación ha llegado a un punto de no retorno. En cualquier caso, estos episodios han contribuido a consolidar una imagen de él como un entrenador de decisiones firmes, sin importar el después.
Sus retiradas inoportunas desafían las normas no escritas del fútbol, un deporte donde la resistencia y la capacidad de sobreponerse a la adversidad suelen ser valoradas por encima de todo. Sus decisiones durante el descanso no solo son un reflejo de su personalidad intensa, sino también de las tensiones que existen en una profesión donde los márgenes de errores son mínimos y las expectativas difíciles de sostener.
En estos tiempos sigue siendo una figura relevante en el fútbol sudamericano, aunque su legado como entrenador está marcado por estas decisiones pocas veces vistas que han alimentado el debate sobre su estilo y temperamento. Sin duda, será recordado tanto por sus éxitos en el campo como por esas decisiones drásticas que lo llevaron a abandonar el barco en momentos críticos, haciendo de su carrera una de las más atípicas del fútbol moderno.