En su tercer Mundial, Javier Mascherano es, junto con Sergio Romero y Lionel Messi, uno de los máximos responsables de que los dirigidos por Alejandro Sabella pudieran llegar a la final frente a Alemania. De hecho, al arquero le dijo antes de comenzar a patearse los penales: “Hoy te convertís en héroe”. Y así fue, porque luego Romero le atajó dos tiros a Holanda en las semifinales. Esto demuestra que es el capitán sin brazalete en el equipo y que puede transmitirle confianza y serenidad a sus compañeros.
Hace cuatro años, en el Mundial de Sudáfrica 2010, Diego Maradona, exentrenador del seleccionado argentino, destacó: “La Selección es Mascherano y 10 más”.
Las palabras de Maradona tienen relación con la función del mediocampista dentro y fuera de la cancha en lo que concierne a lo deportivo, psicológico y emocional. De hecho, comenzó en Alemania 2006, cuando José Pekerman dirigía al selectivo.
El problema fue que en esos dos mundiales (2006 y 2010) Argentina no pudo pasar los cuartos de final frente al mismo rival que la albiceleste enfrentará el domingo: Alemania. Mascherano pudo demostrar con su juego y su potencial que, a pesar de no ser uno de los denominados “cuatro fantásticos”, es considerado por todo el plantel como el líder del grupo más importante más allá de que el capitán dentro de la cancha sea Lionel Messi.
“De Mascherano aprendés hasta en el momento de comer”, comentó Lucas Biglia, compañero en el mediocampo argentino. De esta manera, destaca tener a alguien que puede dar seguridad y confianza en todo momento, sobre todo en los más difíciles.
Bastian Schweinsteiger, mediocampista de la selección alemana, mencionó el viernes en una conferencia de prensa lo importante que es Masche en el equipo. “Argentina merece estar en la final. Tienen jugadores de nivel mundial: Messi, Di María, Agüero o Mascherano, que es líder de esa jauría de lobos”. También hizo referencia a su actuación en el partido frente a Holanda. “Ahí demostró su actitud y cómo defiende a su país”, comentó.
Debido a esto pasó de ser El Jefecitoa El Jefedel seleccionado. Se fue ganando un lugar de a poco, partido a partido. Un líder que demostró todo el potencial que puede darle a un equipo. Además, es alguien que siente y que deja todo por la camiseta y que tal vez no sea garantía un triunfo, pero no hay duda de que hará todo lo que esté a su alcance para no perderlo. Es un verdadero referente que tiene hambre de gloria.
Ya está adentro. Maxi convierte el último penal y sale corriendo. Argentina, tras 24 años de angustia y frustraciones, vuelve a ser finalista de un Mundial. El domingo, en el mítico Maracaná de Rio de Janeiro, Messi tendrá la oportunidad de su vida. Los jugadores se sacan la camiseta y, de cara a una tribuna pintada de celeste y blanco, aún tienen fuerzas para gritar y festejar tras 120 minutos durísimos ante Holanda, en lo que fue hasta aquí el partido más luchado del certamen para los de Sabella. En los penales, Chiquito Romero se agigantó y contuvo dos de los cuatro disparos que ejecutaron los de Van Gaal. “Es suerte”, dijo con lágrimas en los ojos el arquero que tan cuestionado fuera en la previa de la Copa.
Más de 60 mil personas fueron testigos de la hazaña en el Arena Corinthians de São Paulo. No estaban entre ellas la Reina Máxima de Holanda ni su familia por cuestiones diplomáticas. Es que ella, claro, como argentina hubiera disfrutado de una manera políticamente incorrecta la victoria que depositó al seleccionado de Sabella en la final de la Copa del Mundo. Justamente, aquella última vez en 1990 fue ante el rival del domingo en el Maracaná: Alemania.
Con el público dividido entre argentinos, holandeses y brasileños vestidos de naranja, los silbidos y el aliento se dividieron equitativamente entre ambos equipos mientras se estudiaban. Sin embargo, la guapeza de Enzo Pérezcomenzó a silenciar lentamente el grito de “Ole” emitido por los locales; los mismos que ayer lloraron los siete goles que sus que muchachitos se comieron con Alemania. De repente, todo cambio y lo único que se pasó a escuchar fue el ya popular “Brasil, decime que se siente…“.
A partir de la firmeza de Mascherano en el centro de la cancha, el equipo de Sabella no permitió que Holanda tuviera la pelota en el campo argentino y logró explotar la banda derecha con veloces escapadas de Lavezzi. Sin embargo, un choque de cabezas con Wijnaldum a los 26 minutos del primer tiempo paralizó el corazón de los argentinos al ver como el capitán sin cinta del seleccionado se desplomaba sobre el verde césped. El aire volvió a los pulmones albicelestes cuando eludió con una gambeta la presión rival y salió jugando en una clara demostración de mantener la lucidez pese al incidente.
Nuevamente, y al igual que en todo el Mundial, el árbitro, que en esta oportunidad fue el turco Cuneyt Cakin, no amonestó tras duras infracciones ni a Demichelis ni a Martins Indi en un lapso menor a dos minutos y generó que la violencia en el partido aumentara al punto que terminó mostrándole la tarjeta al zaguero holandés poco antes del final del primer tiempo.
El segundo tiempo comenzó con una cuestionable labor del árbitro, que debió amonestar a De Vrij al minuto de juego y luego le sacó tarjeta a Demichelis por protestar una clara simulación de Robben que el referí sancionó como infracción.
A los 30 minutos, Enzo Pérez habilitó a Higuaín en lo que fue la situación más clara del encuentro. Una oportunidad que ponía al equipo de Sabella en la final. El grito desaforado de la hinchada se vio ahogado por el árbitro asistente que sancionó una posición adelantada inexistente que truncó la ilusión de los argentinos. Al menos, temporalmente.
Luego de 120 minutos que mostraron a los dos equipos más preocupados por cubrir espacios que por hacerse daño, llegó el momento de la verdad. Los penales iban a definir el asunto. Javier Mascherano reunió a todos al terminar el tiempo suplementario para dar la arenga, pero luego apartó a Sergio Romero y cara a cara le dijo: “Hoy te convertís en el héroe”, pegándole en el pecho y llenándolo de confianza. Romero no decepcionó. Atajó dos penales ante Holanda y le permitió a Argentina seguir con la ilusión intacta de volver a jugar una final del Mundial luego de 24 años.
Con respecto a su actuación histórica, el arquero declaró: “Es una alegría inmensa. Tenía confianza en los penales”. Además fue consultado por un papelito que veía momentos antes de atajar pero él negó que fuera de utilidad: “El papelito era algo personal pero no una ayuda en los penales”.
Con respecto a su actuación histórica, el arquero declaró: “Es una alegría inmensa. Tenía confianza en los penales”. Además fue consultado por un papelito que veía momentos antes de atajar pero él negó que fuera de utilidad: “El papelito era algo personal pero no una ayuda en los penales”.
Romero no se olvidó de quien lo respaldó y lo puso en el lugar que ocupa: “Sabella me bancó en el año mas difícil de mi carrera. El agradecimiento mío a Alejandro es grandísimo”. También recordó al entrenador del conjunto rival: “Louis me ayudó muchísimo cuando llegué a Holanda”, y agregó: “Van Gaal me enseñó que el arquero es un jugador más”.
Por otra parte, Sergio Agüero, quien ingresó en el segundo tiempo por Gonzalo Higuaín, también explicó sus sensaciones tras la clasificación a la final: “La verdad que es algo increíble, tengo mucha felicidad, no lo podemos creer”. Sin embargo el delantero no entró bien en el encuentro y reveló el motivo: “Venía de un mini desgarro, hice todo lo posible para recuperarme. Se juega con miedo en algunas jugadas. Por suerte estamos en la final”. Por último, el Kun mandó un mensaje al próximo rival: “Alemania en los Mundiales siempre fue un equipo duro. Nosotros vamos a seguir haciendo nuestro juego. Argentina es Argentina. Ellos nos tienen respeto”.
Fue una nueva locura. Una más en este Mundial para el infarto. Y si se vivió así siendo un choque de cuartos de final, es imposible, y hasta perjudicial para la salud, imaginar cómo será lo que se viene: las semifinales de Brasil 2014.
Los primeros instantes del partido en el Mané Garrincha fueron de los mejores de Argentina. Lo que no logró en la fase de grupos y en octavos de final ante Suiza, hoy lo consiguió en los primeros siete minutos ante Bélgica. Messi, enchufadísimo y muy decidido, fue el encargado de iniciar las gestiones para el primer avance peligroso de la tarde de Brasilia. El 10 abrió hacia la izquierda para Lavezzi quien terminó colocando un centro que cayó en las manos de Courtois. Sería un anticipo de lo que ocurriría unos instantes después.
La gloria llegó a los 8 minutos y Messi, otra vez, fue el encargado de dar el puntapié inicial. Se sacó de encima a Fellaini y arrancó. Descargó con Di María y tras un pase desviado en Vertonghen, Higuaín, con un gesto técnico digno de goleador de raza, la mandó a guardar. Era el hombre que faltaba aparecer en ésta travesía iniciada hace tres semanas. Se sacó la espina. Necesitaba confianza. Se debía un gol.
Tras el gol, los de Sabella tuvieron la posesión de la pelota.Mascherano, luchador como nunca, era el líder de la mitad de cancha. La defensa estaba bien parada y no tenía problemas a la hora de salir jugando. Por su parte, los dirigidos por Wilmots no arriesgaban mucho; esperaban en su campo e incluso dejaban espacios para que los albicelestes hagan su juego.
Argentina estaba arriba en el marcador. Pero igualmente había que sufrir. Así como ante Suiza le alegró la vida a 40 millones de argentinos, hoy les dejó el corazón en la boca. Tras un remate sintió un pinchazo. Se tiró al pasto. Salió. Volvió a entrar. Pese a que probó no pudo y fue reemplazado por Enzo Pérez. Cuesta creer que Ángel Di María llegue al choque del miércoles ante Holanda o Costa Rica. Difícil que vuelva a ver acciones en lo que resta del Mundial.
En el comienzo del complemento, con el correr de los minutos comenzaron a aparecer los típicos nervios de estas instancias. Argentina arrancó atacando a los europeos como si el gol de Higuaín no hubiese existido. Se plantaron en el área rival con una gran convicción por ampliar el resultado y asegurarse el pase hacia las semifinales.
Era la tarde de Pipita. Cuando Messi no aparecía, fue él quien se mandó una corrida de típica de la Pulga. Le tiró un caño a Kompany y definió con un remate que desvió el travesaño. Había que seguir sufriendo.
Con los ingresos de Lukaku, Mirallas y Chadli en Bélgica, la garra del seleccionado argentino se acrecentó. Los europeos comenzaron a dominar la pelota y tuvieron un par de ocasiones en los pelos enrulados de Fellaini.
Los últimos minutos fueron para el infarto. Romero comenzó a tener la participación que no había tenido durante un tiempo y medio. Messi no aparecía y las piernas ya no respondían. A Argentina no le quedó más remedio que defender y aguantar el resultado. El final decretado por Rizzoli fue el alivio.
El rumbo del partido parecía ser incierto desde el primer minuto. Había tímidas y escasas aproximaciones por parte de ambos equipos y la gran figura era Mascherano achicándole los espacios al tándem suizo generado por Shaqiri y Xhaka. Por el lado de los suizos, la tarea de Inler, ubicándose unos pasos a la derecha de Messi para evitar sus diagonales, fue sencillamente espectacular. El volante de Napoli mostró a lo largo del encuentro buena lectura y visión del juego, y fue preciso a la hora de cortar líneas de pase.
Gago no arriesgaba, pasaba desapercibido. Messi no aparecía como lo había hecho en los partidos anteriores y a Di María le faltaban, como dice el dicho popular, diez para llegar al peso. Por insistencia y perseverancia, Argentina forzó a Suiza a defenderse todo el segundo tiempo con el 4-4-2 característico de los europeos. Con el correr de los minutos,Diego Benaglio, el arquero suizo, se convirtió en una de las grandes figuras del encuentro. La defensa de los de Hitzfeld, con dos centrales técnicos pero que abusaban de pelotazos largos y frontales, y con dos laterales sumamente disciplinados, fue prácticamente impenetrable para Argentina, que padeció la falta de creatividad.
El partido se fue al tiempo suplementario sin goles en el marcador. Allí, se notó a los extremos suizos sumamente cansados, y era ahí, en ese momento, donde Di María se transformó en el eje de un equipo que, debido al rigor físico y psicológico que generan esta clase de compromisos, parecía que veía con buenos ojos los penales. Él y Mascherano fueron los leones que lideraron la manada. Messi, dolorido, no entraba en acción como su rol lo dispone. Argentina, pese a todo, quería ganar. Y estaba todo dado para que eso suceda: gran parte del segundo tiempo y de toda la prórroga, los de Sabella buscaron las bandas constantemente para jugar el mano a mano. Mientras tanto, Suiza jugaba con cuatro volantes de marca: Inler, Behrami, Fernandes y Dzemaili. Los penales tampoco le caían nada mal al conjunto que dirige Ottmar Hitzfeld.
Pero todo cambió sobre el final. Otra vez. Una última corrida de Messi en el minuto 117 derivó en una definición de cruzada de Di María. La única en todo el partido que no pudo contener Benaglio.
Si bien el partido permitió ver la colosal actuación de Mascherano, quien comandó y lideró al equipo al triunfo, Argentina no ha mostrado, en lo que va del Mundial, razones futbolísticas para ser candidata al título. Nuevamente se advirtieron deficiencias flagrantes en el sistema defensivo. Todos esperan alguna individualidad de Messi, incluso Sabella. Ese técnico que tiene como prioridades el estricto cumplimiento de las obligaciones en defensa, una especial atención al dibujo táctico y aprovechar pequeños detalles que deja librados al azar el rival. El sábado a las 13, Argentina se enfrentará a Bélgica que venció 2-1 a Estados Unidos, y habrá que ver si Pachorra decide hacer algunos ajustes en el equipo o si prefiere seguir dependiendo pura y exclusivamente del mejor jugador del mundo.
Al principio del primer tiempo, cuando ya se notaba que iba a ser un partido electrizante, tras un remate ejecutado por Ángel Di María que se estrelló en el palo luego de un desvío generado por el arquero Vincent Enyeama y, la pelota quedó en poder del mejor jugador del mundo para sellar el primer tanto de la Selección.
Sin embargo, esta alegría iba a durar poco tiempo ya que al minuto, Nigeria generó un contraataque letal que otorgó el empate parcial para el conjunto africano, gracias a una buena acción individual de su delantero Ahmed Musa.
Asimismo, Argentina siguió intentando a través de sus delanteros con sus buenas participaciones en conjunto. La más clara la tuvo Gonzalo Higuaín con un mano a mano ante Vincent Enyeama donde el delantero, luego eludir al arquero, tuvo la oportunidad de convertir pero se quedó sin ángulo y su disparo se fue al lado del poste izquierdo. También la gran actuación de Ángel Di María se hizo notar a través de sus disparos ejecutados desde larga distancia y acrecentando la gran actuación del arquero rival.
Es por eso que el equipo mostró una mejoría con respecto a los partidos anteriores y, sobre el final del primer tiempo, luego de un tiro libre magistral ejecutado por el 10, el conjunto dirigido por Alejandro Sabella marcó el segundo gol del partido.
En el comienzo de la segunda etapa ocurrió lo mismo que al principio del encuentro. Pero esta vez la suerte fue para los nigerianos, dado que a los dos minutos del complemento, nuevamente, Musa convirtió para el conjunto africano y sentenció el 2-2 provisorio tras una desatención de la defensa argentina.
Pero otra vez, la Selección se hizo fuerte con el apoyo que daban los miles de argentinos que alentaban en Porto Alegre y supo sobrellevar la situación. Fue a través de un córner ejecutado por Ezequiel Lavezzi que vino el tercer gol argentino: su compañero Ezequiel Garay ganó de cabeza en el área rival y Marcos Rojo logró impactar con su rodilla derecha la pelota para anotar el último gol del partido.
Esta victoria le permite al seleccionado argentino clasificar primero en el grupo F y jugar los octavos de final ante Suiza, el segundo del grupo E, el próximo martes 1 de julio, a las 13, en San Pablo, y seguir por este camino que sueñan todos los argentinos.
Fue como aquella vez. El conjunto dirigido por Alejandro Sabella, frente a Bosnia,obtuvo el mismo resultado que la selección de César Luis Menotti en su debut ante Hungría (2-1) en 1978, año en el que se consagró por primera vez. Argentina sufrió al igual que en los últimos cuatro encuentros inaugurales en los que también derrotó a los rivales por la mínima diferencia(1-0 frente a Japón en Francia 1998, mismo resultado contra Nigeria en Corea-Japón 2002, 2-1 a Costa de Marfil en Alemania 2006 y 1-0 frente a Nigeria en Sudáfrica).
El encuentro se abrió de manera prematura en el tercer minuto de juego tras un centro de Lionel Messi, que desvió el defensor del FC Schalke 04, Sead Kolasinac, en contra de su propio arco. Luego, el rosarino volvió a tener protagonismo, aunque ahora con su característica corrida de derecha a izquierda y una excelente definición al primer palo. La pulga gritó con mucha euforia el golazo digno del mejor jugador del mundo. Sobre el final del partido descontó Vedad Ibiševic para sentenciar el 2-1.
El transcurso del partido no fue favorable para la albiceleste que por momentos sufrió frente a los altos jugadores bosnios. El primer tiempo tuvo un flojo rendimiento, que mejoró en la segunda parte con el cambio de esquema. Sabella puso a Gonzalo Higuaín y a Fernando Gago en reemplazo de Maximiliano Rodríguez y Hugo Campagnaro y cambió el polémico 5-3-2 por el aceitado 4-3-3.
Al estadiode Río de Janeiro asistieron 74.378 personas que alentaron al ritmo de Messi y compañía con el clásico ‘‘volveremos a ser campeones como en el ‘86’’. Cuando los brasileños coreaban el nombre de Neymar, el diez los silenció con un golazo. Luego, las tribunas explotaron: ‘‘Que de la mano, de Leo Messi, todos la vuelta vamos a dar’’. El camino comenzó en el Maracaná y el objetivo es terminarlo en este mismo estadio el próximo 13 de julio
Sin ideas que determinaron una preocupante falta de juego, Argentina le ganó por 1 a 0 a Irán y ya se encuentra en octavos de final de Brasil. Todo, por la aparición del mejor jugador del mundo. Todo, gracias a Lionel Messi, quien se despachó con un golazo sobre el final del partido al abrir su pie izquierdo para vencer la resistencia de Haghighi. Los de Sabella volvieron a jugar mal, incluso hasta peor que con Bosnia, y les costó un horror crear opciones de gol ante un conjunto iraní que se replegó bien atrás y que, con algunos contraataques que paralizaron el corazón de más de uno, terminó haciendo de Sergio Romero una de las figuras del partido.
No fue nada sencilla esta misión para Argentina. Desde el comienzo se mostró falto de ideas ante una férrea y amontonada defensa iraní. En el primer tiempo, a la albiceleste le costó crear juego asociado y tuvo un Messi desconectado, bien similar al de la Copa América que se disputó en nuestro país. Pese a todo, llegó en varias oportunidades al área defendida por Haghighi, artífice de dos grandes atajadas a Higuaín y Agüero.
En el complemento, Irán fue el que propuso en el arranque con contras rápidas y certeras de parte de Reza y Dejagah, que hicieron lucirse a Sergio Romero. El arquero argentino volvió a callar las críticas en torno a su titularidad con dos magníficas atajadas que salvaron a Argentina. Más tarde, los ingresos de Palacio y Lavezzi por Higuaín y Agüero, respectivamente, poco cambiaron al seleccionado que siguió denotando una falta de carácter.
Sin embargo, Argentina tenía para jugar una carta más. Y solamente porque el capitán es un tal Messi, sino era imposible intentar quedarse con la victoria. En la última apareció él con su típica jugadita de derecha a izquierda. Con un simple quiebre de cadera desparramó a su marca y luego fue todo magia. E incertidumbre. Porque parecía que la pelota no llegaba nunca al arco. Además, el gran partido de Haghighi hacía creer que hoy no le íbamos a hacer un gol ni por casualidad. Pero él siempre puede. Por algo es el mejor del mundo. Otra vez, lo gritó con todo. Otra vez, el pie izquierdo de Messi nos hizo festejar, después de padecer.
El Catania Calcio, equipo de la Serie C de Italia, tuvo un periodo en el que se hizo públicamente conocido por la cantidad de argentinos que se desempeñaban allí -llegaron a ser trece en el plantel y diez en la cancha- y entre ellos estaba Cristian Llama, ex jugador de Arsenal de Sarandí, Colón de Santa Fe, Fiorentina, entre otros, que es el único que prevalece en el equipo hoy en día.
Llamita está transitando su tercera etapa en el club (2007/2008-2012/2018-actualidad). “Antes éramos todos extranjeros, había cinco italianos como máximo. Eso se dio porque Jorge Cyterszpiler nos acercaba al club y además los argentinos rendíamos bien, lo quehacía que apostaran en nosotros sin importar si jugábamos para un club grande o chico de nuestro país”, afirmó el ex Gimnasia y Esgrima de Mendoza.
Pero tras una mala temporada el club siciliano descendió en 2014. En la campaña siguiente, el conjunto del sur de Italia logró finalizar en la decimoquinta posición de la Serie B pero, tras varias investigaciones, se logró comprobar que gran parte de la cúpula dirigencial del club había arreglado cinco encuentros: Varese-Catania, Catania-Trapani, Latina-Catania, Ternana-Catania y Livorno-Catania.
Ya en la parte final del juicio, el por entonces presidente del club, Antonio Pulvirenti, admitió haber comprado esos cinco partidos por 100mil euros cada uno. Las sanciones no tardaron en recaer sobre los Rossazzurri, ya que fueron multados con 150mil euros, el descenso a la Serie C y una quita de doce puntos para la campaña 2015/2016.
En cuanto a los dirigentes vinculados en el caso denominado como «I treni del gol» (Los trenes del gol), tanto el presidente Pulvirenti, como el vicepresidente y empresario argentino Pablo Consentino, el exdirector deportivo Daniele Delli Carr, dos procuradores deportivos y dos gestores de apuestas on line fueron arrestados bajo los cargos fraude en competición deportiva y estafa. Además, fueron eximidos de tener participación alguna en un club deportivo por un periodo que va de tres a cinco años.
“Financieramente el club es un caos. El presidente arruinó todo, le chupó un huevo todo y todos. Se le pagaba fortuna a algunos jugadores y esa no era la política del equipo”, sentenció Llama.
Además, el futbolista que alguna vez integró el Catania argentino afirmó que dicha institución sale adelante con el predio que tiene y sus múltiples disciplinas, que es lo que solventa al club – ya que la Serie C no es una liga redituable-. A eso se le suma el apoyo de sus hinchas, que son muy devotos al Elefanti, como sucede en nuestro país.
El ex Arsenal de Sarandí eligió retornar al equipo siciliano tras una charla con el director deportivo, Pietro lo Monaco, y este último le manifestó las intenciones de volver a contar con él para que integre el plantel en búsqueda del ascenso a la Serie B, a lo que el argentino decidió aceptar por un tema del “estilo de vida” europeo.
“Yo prioricé el futuro de mis hijos y de mi familia. Argentina está complicada tanto económica como socialmente hablando y prefiero quedarme acá por más que me llamen clubes de la Superliga, cosa que ya pasó. Mi mujer consiguió trabajo y yo estoy cómodo en el club, aunque ya no tenga compañeros de mate y que los tanos me miren mal cuando pongo cumbia en el vestuario”, aseveró el mediocampista de 32 años.
Sube el último escalón y ya se disculpa por un retraso insustancial. Lleva una guitarra. Además de director de cine, es músico. Toma un poco de café, hablamos, y esboza ampulosas sonrisas que serán imagen habitual de la charla. Se lo ve contento. Y como para no estarlo.El 24 de abril vio la luz su ópera prima, el documental “El otro Maradona”, que retrata la vida del Gregorio “Goyo” Carrizo. En este encuentro, Ezequiel Luka nos acercará un poco más a la leyenda.
El Goyo
Nació y se crió en los mismos pasillos de Villa Fiorito. Se llenó los pies de tierra y fútbol en el mismo potrero, pateando la misma pelota, ensayando los movimientos y gambetas que luego cautivarían a un mundo entero. Juntos fueron artífices del implacable Cebollitas, el de la Categoría 60, que consiguió un invicto de 136 partidos. Luego llegaron a Argentinos Juniors. Él lo recomendó: “En el barrio hay un pibe que la rompe”. No pudo jugar en Primera, pero dicen que era mejor que el mejor. Y hoy sigue caminando por las mismas calles, llenándose los pies de barro, las manos de cemento, el rostro de pliegues, el pecho de orgullo, y la boca de melancolía. “En Fiorito se ve que lo respetan. Lo conoce todo el mundo. Pero él tiene una actitud medio aislada, con la familia. Salen lo indispensable. Siempre habla de las drogas, de los tranzas y no le gusta que los hijos anden por ahí. Pero tiene una cosa de quedarse más en el rancho. Es raro, pero se ve que no vive tanto en la calle”, señala Ezequiel.
Era más hábil. Tenía más técnica. Dicen. Quién puede detener a un mito que se volvió película. Gregorio “Goyo” Carrizo es ahora, y por siempre, mejor que el Diego. Al menos en el imaginario popular. En esa quimera alimentada por la necesidad constante de escribir un capítulo más en la vida de Maradona, vive aquella lesión de ligamentos cruzados que a los 20 años le cortó las piernas –mucho antes del 94– al Goyo. “El Goyo la dejó pasar –dice Luka–. Estuvo en el preseleccionado en la Selección del 79, en una de las primeras convocatorias, pero el chabón entrenaba en Argentinos y en la semana jugaba en Fiorito por guita, y no me acuerdo si es que no iba a entrenar a la Selección o que se lastimó ahí y se enteraron, y le dijeron: ‘No nene, tomátelas’”. ¿Y si hubiese completado la recuperación? Lo cierto es que asistió dos semanas a la terapia y que nunca volvió a ser aquel jugador de fábula que dicen que fue. Luego se desempeñó sin ningún éxito rutilante en Dock Sud, All Boys, Independiente Rivadavia, Talleres de Mendoza y Barracas Central, mientras su amigo de la infancia alzaba una copa del mundo.
Pasó momentos difíciles, y tuvo que enfrentarse a la depresión, a esa sombra acusadora que lo atormentaba por lo que pudo ser. “No lo va a superar nunca, en el sentido de que sólo sea una anécdota de su vida. Eso se lo lleva para siempre. Sí me parece que tuvo una caída muy grosa y que se levantó. Él tiene su pequeña fama por todo esto. Es un tipo muy contradictorio. La película en eso tiene muchas sutilezas. Por un lado agradece haber vivido esa historia, y por otro lado se quiso matar por eso. Así que que ya esté vivo es un logro”, apunta. La película fue una suerte de diván para él, a tal punto que terminó por doctorar a los directores como psicólogos: “Con la cámara prendida se ponía un poco careta. Entonces empezamos a grabarlo sólo en audio; íbamos a un bar, prendíamos un micrófono, tomábamos un mate, charlábamos tranquilos, y ahí se ponía a hablar. Todas las veces que está en off en la película son de esos encuentros. Nos contó cosas de las que no hablaba nunca. En un momento de la película él se quiebra, y no estaba pautado. Nada más queríamos filmar un plano de él en silencio para ponerle una voz en off de cuando él cuenta que se lesiona, que de hecho ese mismo plano está. Era el último día de rodaje. En un momento se puso hablar, a hablar, y ¡Pa! Golazo”.
Sus seis hijos fueron su motor, sus ganas de vivir. Y ellos tampoco se salvaron de la sombra del diez: el más pequeño se llama Diego Armando. “El pibe nace en el 2000, creo que fue, el 31 de diciembre. El Diego estaba en Punta del Este y hay una historia en la que casi se muere. Estaba pasadísimo, y dicen que Guillermo (Cóppola) lo llevaba en la ruta a 160km a una guardia para que no se muera. La versión del Goyo es que el hijo nace la misma noche y que se lo pone por eso. Además, una de las hijas se llama Gianina”, cuenta el director.
Hoy se dedica alegremente a buscar talentos, faceta que el documental recoge en detalle, recorriendo aquellos “lugares en los que ya había estado y ya había traído jugadores: Santiago del Estero, Mendoza y San Juan. De hecho, en un momento de la película está leyendo el diario, habla de un jugador y dice: ‘Uy qué bueno hizo un gol’, y es un pibe que había descubierto él hace cinco años en Mendoza”. El pibe en cuestión es Gustavo Blanco Leschuk, un delantero que debutó en el año 2010 en Arsenal de Sarandí, luego pasó por Deportivo Merlo y, el año pasado, fue transferido al Anzhi de Rusia.
El Goyo camina el país intentando repetir aquel vaticinio que le valió a uno ser el mejor, a él la eterna y fatigosa mochila de ser el otro Maradona, y a miles fanáticos del fútbol la felicidad más plena: “En el barrio hay un pibe que la rompe”, dijo, y cambió la historia.
La película, el cine y Ezequiel Luka
Si tuviésemos que trazar una línea de tiempo en la cual señalar el comienzo de esta historia, habría que remontarse al 2006, al rodaje de otra película: “La mano de Dios”. Allí, los hoy directores de “El otro Maradona” Ezequiel Luka y Gabriel Amiel, hicieron el casting del film italiano; su misión: encontrar un nene que hiciera de Maradona, que se pareciera, que jugara bien y que sea zurdo. Por otro lado, en el guión aparecía el Goyo. Primero lo contrataron para asesorar al director sobre las jugadas que hacían de chicos él y Maradona, pero luego tomó un papel más importante, a tal punto que terminaron instalando un set de filmación en su casa en Fiorito. Y fue en esas calles de tierra en las que se cruzaron por primera vez. “Ahí se nos ocurrió que estaba bueno hacer un documental sobre la vida de él, porque tenía una historia muy singular. empezamos a hablar con él, a filmar algunas entrevistas en plan de investigación sobre todo, y empezamos a armar un proyecto, un guión, y fue creciendo de a poquito. Llevó mucho tiempo hasta que se pudo producir, pero finalmente se pudo”, detalla Luka.
El rodaje del documental comenzó entonces en el 2011, y fue durante ese año en el que se filmó la mayoría del material. En 2012 la editaron, y al año siguiente no había salas para estrenar: 150 películas argentinas se estrenaron en 2013. El resultado final no fue cosa sencilla, sino más bien un “premio a la perseverancia”, dice Ezequiel, “porque pasamos por muchos momentos en que se caía. El cine es complicado. Antes de laburar con la productora que finalmente lo hizo, pasamos por dos productoras anteriores; firmé contrato con una y casi firmo con otra. Una fue por un productor muy chanta, y la otra una productora de Galicia que se interesó, contrataron acá a Cuatro Cabezas –cuando existía- y empezamos a producir con ellos. Pero al final se cayó, y después apareció Habitación 1520 que es la productora final”. Un poco para abaratar costos y otro poco “por un capricho”, los directores, músicos ellos, compusieron la banda sonora de la película: “Esa fue la parte divertida”, recordó con una sonrisa.
-¿Cuáles son las facilidades y las dificultades de hacer cine en Argentina?
– Facilidades ninguna. Dificultades muchas, aunque hoy en día es bastante más fácil filmar. Por un lado porque la tecnología lo permite; no es tanto que haya más guita, sino que es más barato hacer una película. También, siempre que vas al cine te cobran un 10% de la entrada, que es un impuesto, y eso va al fondo de fomento del INCAA. Con esa plata se hacen todas las películas argentinas, un montón de series. Se ha ido recaudando más, y por eso se ha ido filmando más, pero también ahora lo que está pasando es que, el año pasado por ejemplo, se estrenaron 150 películas argentinas y no hay lugar para todas. Después entrás también en una lógica que es la estatal, que va liberando la guita a cuenta gotas, entonces financieramente estás en un montón de quilombos. En los tres años que te lleva todo el proceso de producir la inflación te comió la mitad de la plata, entonces es complicado. Pero dentro de todo, Argentina tiene una ley sólida que se cumple y por eso es donde más se filma, en promedio, en Latinoamérica.
-¿Pero se gana plata?
-Sí. La industria es importante. La gente que labura en las películas gana su sueldo, los que producimos y dirigimos, que ponemos un poco más, obviamente si hacés la cuenta ganás poco, pero ganás plata. No es que no se gana.
El título original, que era simplemente “El otro”, debió ser modificado porque cuando empezaron con el proyecto se estrenó una película bajo ese mismo nombre. Aunque hoy admite que le parece un buen título, al principio fue una cuestión central: había que hablar del Goyo, y no de Maradona. “Hubiese sido más fácil hacer foco en Maradona, hubiésemos ganado mucha más plata, la hubiésemos filmado hace cinco años. De hecho todos los productores querían un poco más de eso. En eso fuimos totalmente intransigentes”, explica orgulloso del producto final, que no apuesta al golpe bajo ni al amarillismo que podría hallarse quizá en un documental de un programa de Chiche Gelblung. “La película plantea que uno está acá y el otro allá, pero que la cosa pudo haber sido tranquilamente al revés. De Maradona no es, de fútbol tampoco, de la historia de un futbolista que le fue mal, parcialmente; del destino, bastante”, concluye.