jueves, julio 17, 2025
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Selección Argentina: ¿final de una generación?

Franco Mazzitelli

De julio de 2003, a junio de 2018; del juvenil vigor, al temple de la experiencia, al indiscutido, y a ser promesa cumplida. Del horizonte que asoma, al sol que se esconde; del principio al final. Javier Mascherano sintetizó el entusiasmo, la esperanza, la desilusión y el adiós en una frase: “Se terminó toda esta historia, dimos todo hasta el final”, dijo luego de la eliminación ante Francia. Él, un símbolo, abre esa puerta, por la que entró de la mano de Marcelo Bielsa, y se va, bañado en aplausos. Masche abre la puerta, también abre el interrogante: ¿cuánto lo acompañarán en el camino del adiós?

Con Rusia 2018 se despide una generación que parecía eterna, con algunos jugadores con más de diez años de trayectoria internacional: el fin del Mundial también fue el de la última camada exitosa de las juveniles argentinas, la de los últimos pibes de oro de Francisco Ferraro y Hugo Tocalli, que alcanzó la cima en 2005 y 2007, y empezó a pisar fuerte en la selección mayor a partir de 2008. Y fue posible gracias a la semilla que, años antes, plantó José Pekerman: los títulos mundiales en 1997 y 2001, con jugadores de una clase notable, y una ordenada estructura en juveniles, permitieron que Argentina se convirtiera en una potencia. Y en 2005, cuando la Copa Mundial sub 20 se disputó en Holanda, la selección vió el esplendor de varios jugadores que luego, por mucho tiempo, vestirían la camiseta de la mayor.

El equipo de Ferraro encontró en Lionel Messi a su guía y goleador, y en Lucas Biglia, Fernando Gago, Pablo Zabaleta las figuras del mediocampo y la defensa. Sería, como para darle dramatismo a la historia, una derrota el primer resultado de aquel Mundial -el debut fue con caída ante Estados Unidos-, pero el equipo se recuperó venciendo a Egipto 2-0 -goles de Zabaleta y Messi- y a Alemania 1-0 -Neri Cardozo-, luego despachó a Colombia, a España y a Brasil, y superó a Nigeria en la final. Era figura, y ya apuntaban los flashes al actual máximo goleador en la historia del seleccionado -65 goles, siendo también el 3º jugador con más presencias, entre 3 Copas América y 4 Mundiales-, que levantó la Copa junto a otros futuros habitué de la mayor: Biglia -58 partidos, repartidos entre eliminatorias, 3 Copas América y los Mundiales 2014 y 2018-, Zabaleta -44 partidos, entre eliminatorias, 2 Copas América y el Mundial 2014-, Agüero -87 partidos y 39 goles, entre eliminatorias, 3 Mundiales, y 3 Copas América, siendo el tercer máximo goleador histórico- y Gago -61 encuentros, entre eliminatorias, 3 Copas América y el Mundial 2014-.

La mayor, para Messi y Zabaleta, llegó en 2005, en 2006 para Agüero, y en 2007 para Gago. 2007, justamente, el año en el que otros pilares de la actual selección se mostraron por primera vez ante el mundo: el equipo de Hugo Tocalli se paseó por Canadá, y ganó invicto el Mundial sub 20, el 6º para Argentina, hasta ahora el último conseguido. Aquella selección fue guiada por los goles de Agüero, el fútbol de Ángel Di María y Ever Banega, y las atajadas de un por entonces desconocido Sergio Romero. Con el tiempo, los tres llegarían a la mayor para quedarse: Banega debutó en 2008, y desde entonces jugó 65 partidos -eliminatorias, tres Copas América, Mundial 2018-, Di María se estrenó en el mismo año, y llegó a ser, con 95, el 7º jugador con más partidos en la selección -Mundiales 2010, 2014 y 2018 y 3 Copas América-, y Romero se tornó inamovible, defendiendo el arco 94 veces desde 2009, siendo el arquero que más encuentros disputó con el buzo argentino.

Todos los nombrados anteriormente formaron parte del plantel que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 con Sergio Batista como DT, y Javier Mascherano y Juan Román Riquelme como jugadores más experimentados. Con la conquista del oro llegaron, entre 2009 y 2011, más jugadores que durarían mucho: el 2009 vio los estrenos de Gonzalo Higuaín -73 partidos, tres Copas América y tres Mundiales- y Nicolás Otamendi -55 partidos, tres Copas América y dos Mundiales-, y en 2011 llegó el de Marcos Rojo -57 partidos, dos Mundiales y tres Copas América-. Mascherano, además, se volvió capitán y patrón, y se transformó en el argentino con más partidos en la selección -147, entre eliminatorias, 4 Mundiales, 5 Copas América y 2 Juegos Olímpicos-.

El 2018 tomó, con una camada de tantos años, al seleccionado argentino como el segundo -solo detrás de Panamá- con mayor promedio de edad en el Mundial de Rusia: de los 23 seleccionados, 16 superaban los 28 años. Y la debacle organizativa de los seleccionados juveniles, con pobres actuaciones en campeonatos mundiales -no clasificó al 2013, en 2015 y 2017 fue eliminada en primera ronda- y Juegos Olímpicos -no clasificó a Londres 2012, afuera en primera ronda de Río 2016-, nos lleva a preguntas inevitables: ¿sufrirá el recambio la selección? ¿Cuánto tardará la mayor en recomponerse, con el adiós de esta generación? Mascherano, mientras tanto, fue el primero en despedirse, el primero de una camada que vivió sus días entre ser golpeada, abrazada, criticada, resistida, aclamada y llorada. Determinarán los años su verdadero valor: sólo el tiempo podrá ser juez. Ya lo dijo Masche: “El tiempo pone las cosas en su lugar”.

El Mundial que no fue

Daniela Simón @DanielaaSimon

“Leo, nuestra relación no puede terminar acá. No nos podemos despedir así, en este lugar, en este momento. Sé que hubo momentos duros, en los que nada salió, en los que gritamos fuerte para no llorar. Si lo necesitás, te digo, tomate un tiempo”.

La Selección Argentina debió viajar más de 800 kilómetros para disputar los octavos de final en una cálida Kazán. La ciudad fue conquistada, al igual que Siberia, por Iván el Terrible, el primer zar ruso. Su reinado duró casi cuarenta años e implantó el régimen del terror en la población. El mismo terror que cultivó cada subida Mbappé que culminaron en una eliminación argentina. Los por qué, desde lo futbolístico, se vislumbran en lo que hizo el rival para apagar a Messi: Francia tomó nota del encuentro que había jugado Lionel Messi ante Nigeria, tapó a sus abastecedores de juego y pase, Éver Banega y Enzo Pérez, y Kanté fue una sombra constante e insoportable para el capitán.

Pero, al tomar como antecedente a las últimas caídas de la Selección, de seguro seguiremos llenando una mochila que Messi lleva a cuestas, con sus presiones, sus comparaciones y nuestras penurias.

Argentina recuerda entre sollozos de alegría los seleccionados juveniles, y cruza los dedos por un Messi goleador y ganador como en Mundial Sub 20 de 2005. Y no encuentra respuestas a lo que pasó después. En el Mundial 2006, el 10 jugó poco, o no tanto como a los hinchas (del fútbol) les habría gustado. Escuetos minutos y un partido de titular valieron para unos pocos firuletes y no mucho más.

La cita de 2010 era tener en cancha a dos glorias: Messi y Maradona. Uno en el banco y otro en la cancha, maestro y aprendiz. Pero, las ínfulas de grandeza, de demostrar que el mejor es argentino, que Messi es más o menos que Maradona, Di Stefano o cualquiera, es llenar de adoquines esa mochila que empezó a crecer y que nunca se vacía.

La ilusión desborda el alma cuando la TV muestra los compactos de lo que Messi hace en Barcelona. Sospechando que se puede tomar con pinzas al Messi blaugrana y ponerlo en el campo argentino, como si de un videojuego se tratara. Para que haga exactamente lo mismo.

Pero cuando todo parece indicar que sí, que lo hace, porque en la fase de grupos del Mundial 2014 fue elegido figura en los primeros partidos, aparecen otros fantasmas que se inyectan en la médula. Vuelven las críticas incluso cuando todo parece bien, cuando el equipo clasificó a cuartos o a la final. Incluso ahí, el afán por criticar es más fuerte. Si no fue ese, no será ninguno.

Las aguas se calman en la tempestad y a la orilla llegan las Eliminatorias y de vuelta a decir que sí, que Argentina va a ser campeón porque tiene a Messi. A pesar de que haya una AFA estropeada, unas inferiores que no tienen entrenador y un fútbol argentino que perdió el timón hace rato. Y cuando se complican las Eliminatorias, a colgar de la soga de vuelta al pibe que juega por la camiseta.

Somos así de cambiantes e infieles.

Y sí, quizás los hinchas, propios y ajenos, y hasta él mismo creía que 2018 era su año, por su madurez. Pero, con soberbia y autoridad, seguimos cargando de piedras un camino que se vuelve inhumano, y le pegamos en el piso al que recién está caído, y el árbitro nos debiera sacar roja. Le gritamos que no siente la camiseta, que camina, que no corre. Que no canta el himno, que mira para abajo, que no besa el escudo, que vivió siempre en España, que no jugó en el fútbol argentino, que no la pide, que no gambetea, que no tira buenos centros, que no habla con los periodistas, que renuncia, que no, que vení, que quedate, que no te podés ir, que volvió y no juega, que se lesiona, que no es líder, que maneja el equipo, que pide jugadores, que no pide, que hable, que no habla, que basta.

Y quizás hoy no nos amonesten por criticar a Messi, y sea por criticar a cualquier otro, a Sampaoli, a Agüero o al utilero. Porque buscamos explicación a preguntas que no querríamos hacernos nunca. Quizás sea que no hablamos ya de fútbol, sino de a ver quien le podemos pegar más.

Rusia 2018, puede ser el final de un capítulo triste, y que el cuento tenga otro desenlace. Messi puede escribir un quinto capítulo, con un fútbol más ordenado, un periodismo y una hinchada que tire para el mismo lado, para allá para Qatar 2022. Y tendrá 35 años, y quizás sea ese, y si no es, no hay nada que reprochar. Qedará en la memoria, haber visto jugar a Lionel Messi, tantas veces, con la camiseta argentina.

Foto: FIFA

Argentina y una monotonía que no logró superar ante Francia

Julián Rozencwaig

El inicio de la fase final ilusionaba al plantel y a los hinchas argentinos con el punto de inflexión que suponía haber vencido a Nigeria sobre el final de la tercera jornada del grupo. Sin embargo, el enfrentamiento ante Francia fuela cara que expresó durante todo el Mundial: control de la pelota monótono, pero falta de juego.Pese al 59% de la tenencia albiceleste, el conjunto europeo logró 100% de efectividad y dejó afuera al conjunto dirigido porJorge Sampaoli, que igualmenteno se quedó atrás y consiguió jugar de igual a igual.

De cuatro disparos dirigidos al arco, tres fueron convertidos por Ángel Di María-en un tramo de partido impensado debido a la escasa profundidad que generaba grupalmente-, Gabriel Mercado y Sergio Agüero, quienes cerraron un 35% de eficacia en cuatro encuentros disputados -de 17 situaciones totales, 6 finalizaron en gol-.

La verticalidad para lastimar a los jugadores comandados porDidier Deschampsescaseó al igual que en el encuentro del 16 de junio frente a Islandia en adelante.Pases horizontales que no desequilibraron, pese al 85% de toques completos en la totalidad de la Copa del Mundo, mayoría de eso queJosep Guardiola, entrenador de Manchester City, denomina tiki-taka:“Pasarse el balón por pasárselo, sin intención ni agresividad”.

Los datos se asemejan a la derrota contra Croacia, que fue el partido en el que más sufrió junto al 4 a 3 del equipo galo al que le bastó con sociedades entre Antoine Griezmann, Paul Pogba, N´Golo Kanté, Olivier Giroud y Kylian Mbappé, quien explotó su habilidad ante los desajustes contrarios. Y, si en algún período del partido no alcanzaba con su esquema ofensivo, Benjamin Pavard, desde su franja derecha, compareció para clavar un derechazo en el ángulo derecho de Franco Armani.

Lionel Messi se acomodó en la mitad de la cancha para ofrecer opción de pase luego del primer gol francés cuando, previo a la contienda, fue ubicado como falso nueve. Posiblemente, el entrenador haya explicado indirectamente el porqué en la conferencia de prensa aludiendo a que los jugadores“son los que proyectan dentro del campo de juego”.

Se despidió de Rusia una Selección Argentina que nunca encontró su ideal ni los medios para aplastar al rival pero sí afrontó las adversidades-en el 2 a 1 ante Nigeria supo levantarse del penal en contra-. El combinado africano, su victoria frente a Islandia y la posterior victoria argentina fueron un atisbo de esperanza para estageneración de futbolistas que no soportó la falta de un proyecto insoslayable para abordar una Copa del Mundo pero imposible de gestar bajo los conflictos dirigenciales: el 38 a 38, la Comisión Normalizadora y otras divergencias como el paso de tres entrenadores son causas determinantes para el desempeño futbolístico.

La próxima Copa del Mundo

Tatiana Milani @TatMilani

Después de la derrota varios hinchas argentinos se preguntarán cuánto falta para poder disfrutar otra vez un Mundial. El próximo será en Qatar durante el 2022, pero que se queden tranquilos que, en realidad, solamente hay que esperar menos de un año para disfrutar de otro.

Del 7 de junio al 7 de julio de 2019 se disputará otro torneo de este estilo, pero esta vez la sede será Francia y quienes jugarán serán las futbolistas de cada selección nacional clasificada.

De este participarán 24 equipos divididos en seis grupos de cuatro integrantes cada uno. Se enfrentarán en un sistema de todos contra todos y los dos primeros de cada zona pasarán a octavos de final junto con los cuatro mejores terceros. Los partidos estarán distribuidos en nueve sedes del territorio francés (Lyon, Grenoble, Le Havre, Montpellier, Niza, París, Reims, Rennes y Valenciennes).

Hasta el día de hoy solo diez conjuntos están clasificados al mayor torneo de este deporte. El primero que está adentro es Francia ya que es el país local. Luego, por el lado de Asia, se encuentran Australia, Tailandia, Japón y China tras quedar primeros en cada uno de sus grupos de la Copa Asiática. Pero, también, está Corea del Sur debido a que ganó el encuentro entre los dos mejores terceros frente a Filipinas.

Además quienes ya sacaron pasaje para el viejo continente desde Sudamérica son Brasil y Chile por haber salido primero y segundo, respectivamente, en la Copa América disputada este año. Argentina al terminar tercera espera para jugar el repechaje contra el cuarto de la Copa de Oro de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (CONCACAF) que se disputará del 4 al 17 de octubre de este año y solamente viajarán quienes integren el podio de los tres mejores.

Por el lado de la Confederación Africana de Fútbol (CAF) se descubrirán sus participantes luego de que se lleven a cabo la Copa Africana entre el 17 de noviembre y el 1° de diciembre del 2018 y serán los mejores tres quienes viajen a Francia.

De Oceanía, primero tienen que pasar una ronda preliminar del 25 al 31 de agosto en Fiji, para que queden ocho equipos que integren la Copa de Naciones Femenina de la Confederación de Fútbol de Oceanía (OFC) y su campeón sea quien se traslade a Europa.

Por los lugares de este último continente mencionado los países se encuentran disputando una liguilla donde están divididos en siete agrupaciones de cinco integrantes cada una. Quienes estén en el torneo serán aquellos que ganen la zona, pero, también, los cuatro mejores segundos de aquellos grupos deberán enfrentarse en una especie de semifinal y final por los dos últimos lugares del Mundial. Al día de hoy todavía quedan dos fechas a disputarse, sin embargo España e Italia con la cantidad de puntos cosechados ya están dentro del Mundial.

Mientras lloramos por la eliminación de Argentina en Rusia 2018 esperamos, a 342 días del pitido inicial, el otro Mundial más cercano que Qatar 2022. Francia 2019 tendrá como protagonistas a las mujeres y nuestro país está a la espera de su clasificación.

El joven verdugo de Argentina

Joaquín Grasso

Gambeta envidiable para eludir las marcas argentinas. Velocidad con –y sin- la pelota en sus pies para pasar por encima cuanto marcador tenga en su camino. Implacable cada vez que situó su mirada frente al arco rival. Pensante, y muy preciso, a la hora de distribuir el juego. El delantero Kylian Mbappé hizo añicos las esperanzas de la Selección Argentina y la eliminó los octavos de final del Campeonato Mundial de Rusia 2018.

Con tan solo 19 años y 6 meses, la joven estrella del Paris Saint Germain tuvo su tarde soñada sobre el verde césped del Kazán Arena. Desde el inicio del encuentro exhibió todo su repertorio futbolístico. Francia lo usufructuó. Argentina lo padeció.

12 minutos del primer tiempo. Un desacierto en el ataque albiceleste suscitó la réplica gala. Mbappé arrancó desde su campo con la Telstar 18 pegada a su empeine derecho. A tranco largo les sacó varios metros a sus perseguidores. La defensa nacional se replegó. El joven siguió, imparable, y se adentró en el área. Marcos Rojo lo sujetó. Y el iraní Alireza Faghanidecretó penal que, segundos después, Antoine Griezmann transformó en gol. Las cámaras siguieron al 7 pero es toda del 10.

Luego de esa notable galopada, la incidencia del extremo en el frente de ataque fue amainando. Tan solo un puñado de apiladas sobre el andarivel derecho. Algunos minutos de pasividad de Les Bleus generaron que los dirigidos por Jorge Sampaoli se repusieran y lograran dar vuelta el marcador con los goles de Ángel Di María y Gabriel Mercado. Pero la euforia no duró mucho tiempo ya que Benjamin Pavard, con un excelso remate, igualó los trámites. El choque decisivo estaba 2-2 y Francia necesitaba más participación de su estrella. Ante esto, Mbappé respondió el llamado de auxilio y volvió a ser determinante.

En una ráfaga de cuatro minutos, expuso su notable eficacia frente a los tres palos al convertir dos goles y alivió la tensión de los europeos. El primero, a los 64, tras una pelota que quedó boyando en el área. La controló. Sorteó la marea de piernas argentinas y, de zurda, puso el 3-2. El segundo, a los 68, un contraataque comandado por Griezmann encontró refugio en el exquisito botín derecho del 10 que, fuerte y esquinado, selló el 4-2.

A los 89, bajo una lluvia de aplausos, salió reemplazado por Nabil Fekir. El gol de Sergio Agüero en el ocaso del duelo pudo opacar la notable actuación de Kylian Mbappé. Fin del show. Su madre argelina y su padre camerunés estarán orgullosos del desempeño de su hijo con la camiseta francesa.

El iraní que priorizó la salud de su madre y renunció a su Selección

Joaquín Grasso

Representar a los colores de su país debe ser considerada como una de las mayores satisfacciones que un futbolista pueda tener a lo largo de su carrera. Un premio al esfuerzo. Un honor que solo muy pocos agraciados pueden disfrutar. Y si a eso se le añade estar en la lista de convocados para un Campeonato Mundial y defender los colores de su bandera, la alegría viene en partida doble.

Sin embargo, el fútbol, el deporte más popular del mundo, no deja de ser eso: un deporte. El exitismo del hincha, la delgada línea entre la victoria y el fracaso –como suelen denominar a la derrota-, genera una presión adicional en el jugador que, al final de cuentas, simplemente hace su trabajo. Los estados de ánimo de millones de personas dependen única y exclusivamente del resultado de un partido y, ante esto, condicionan a los once individuos que se desempeñan dentro del campo de juego. La valoración de un futbolista varía entre el triunfo, cuando te consideran el mejor de todos, y la pérdida, cuando te acusan de ser el peor ser humano que ha pateado una pelota.

“Mi madre ha superado una seria enfermedad y estaba feliz, pero desgraciadamente, por la falta de amabilidad de algunas personas y por los insultos que yo y mi equipo hemos recibido, de ninguna manera merecidos, su enfermedad ha empeorado. Esto me ha puesto en una posición difícil en la cual tengo que elegir entre una cosa y la otra, y elijo a mi madre”. Con estas palabras, Sardar Azmoun, la estrella de la Selección de Irán, con tan solo 23 años, anunció su retiro del combinado nacional. Los asiáticos fueron eliminados del certamen en primera ronda tras cosechar una victoria ante Marruecos, un empate ante Portugal y una derrota ante España, sus rivales del Grupo B; y el principal apuntado fue el Messi iraní, como lo apodan en sus tierras.

La resolución de Azmoun generó una enorme conmoción en su patria. Los medios de comunicación iraníes lo situaban como el sucesor del atacante Ali Daei, máximo goleador de la historia de los Príncipes de Persia. “Jugar en el combinado nacional ha sido un gran honor para mí y estaré orgulloso de ello hasta el final de mis días. Desgraciadamente he tenido que tomar la decisión de decir adiós a la selección”, aseguró.

Luego de 36 encuentros y 23 goles marcados con la camiseta blanquirroja, Sardar Azmoun priorizó el estado de salud de su ser querido, entendió que el fútbol simplemente es un juego y le dijo adiós a su seleccionado.

Abreu, un loco lleno de historias

Facundo Catalini @FacuCatalini

El 17 de octubre de 1976 llegó al mundo desde Minas, Uruguay, Sebastián Washington Abreu. Debutó en 1994 y, a partir de allí, empezó una carrera de locos. Pasó por 27 equiposdiferentes en 11 países (superó a los 25 clubes en los que pasó el exarquero alemán, Lutz Pfannenstiel). Dos mundiales con su selección (Corea-Japón 2002 y Sudáfrica 2010). Se dio el lujo de pisar una cancha en cinco de los continentes y anotó más de 400 goles. Tres historias del loco que trotó, trota y ¿seguirá trotando? por el mundo.

Los penales, Panenka y Ghana

Eurocopa 1976. Checoslovaquia y Alemania Federal llegaron a la final que terminó empatada en dos goles para cada uno y fueron a penales. El encargado del último tiro era Antonín Panenka. Agarró la pelota, tomó carrera, miró que el arquero, Sepp Maier, se jugó para su palo izquierdo, y con la punta de su pie acarició la parte inferior de la pelota para marcar un gol de vaselina. Para hacer el gol a lo Panenka. Sudáfrica 2010, 34 años después. Ghana y Uruguayse enfrentaron por los cuartos de final de la primera Copa del Mundo disputada en África. Todo el continente africano haciendo fuerzas para que Uruguay no ganara. Partido empatado en uno. Penales. Misma historia que en 1976, pero esta vez es Sebastián Abreu quien pidió ser el del penal definitorio. Agarró la pelota, tomó carrera y cuando vio que el arquero ghanés, Richard Kingson, se jugó hacía un palo, el loco la empaló y le dio la clasificación a las semifinales a tres millones de uruguayos que estaban a sus pies. Pero no hay loco que no tenga su curiosidad. Un día antes de la eliminatoria, el Maestro Oscar Tabárez les hizo hacer una tanda de penales a sus jugadores. Tres cada uno. Abreu erró los tres –dos por arriba del travesaño y uno picándola- en ese entrenamiento. Hecho que sorprendió a sus compañeros, tanto es así que Sebastián Eguren, le dijo: “Papote, vamo’ arriba que capaz mañana te necesitamos, ¡eh!” y el loco, ni lerdo ni perezoso, le contestó: “Mañana definimos en el quinto penal, pateo yo con el sello de la casa. Estate tranquilo”. ¿No hay loco que no tenga suerte? Y la parte más divertida de esta historia se dio apenas minutos antes de ese penal definitivo. Costumbre futbolera en la tanda de penales: ir todos a la mitad de la cancha a abrazarse y esperar que el compañero meta el gol y que el arquero ataje. En ese lapso, Abreu le insistía al compañero que tenía al lado, Jorge Fucile: “Fuchi, ¿se está jugando antes el arquero, no?” y el central respondió: “Sí, Loco”. Buscando un aliado para poder llevar a cabo su idea, Abreu insistió dos veces más: “Fuchi, ¿el arquero se está jugando antes, no?”, pregunta que llevó a Fucile a contestarle por última vez: “Sí, Loco. Picala y no rompas más los huevos.

El número 13

No tengo cábalas, tengo tradiciones. Está mi santuario, que es la camiseta que llevo abajo, para que me acompañen mis seres queridos. Después, voy en contra de cierta lógica: uso la 13 que nadie quiere, entro al campo con el pie izquierdo en vez del derecho”. En clubes o en la selección, para él, el número 13 no es de mala suerte como le parece a la gente común. Para él, el 13 es su número. El gusto por este “controvertido” viene por Fabián O’Neill, uno de sus grandes ídolos de su Nacional querido. Pero tuvo excepciones en algunos de sus tantos clubes en los que no lo pudo usar. Cuando debutó a los 18 años en el Defensor Sporting uruguayo, en la espalda de podría estar cualquier número, ya que por reglamentación los titulares debían tener del 1 al 11 y los suplentes del 12 al 18. En España, el número 13 lo utiliza obligatoriamente el arquero. En su paso por la Real Sociedad, el Loco ya estaba acostumbrado a que ese número esté en su espalda. Ya era una obsesión. Por lo que derivó a que el utilero del club, Michelo, le dijera: “Chaval, tengo la solución, vas a jugar con la 18, pero como el 8 son dos tres, le meto una línea blanca fina en el medio y nadie se dará cuenta. Para el de afuera eres el 18, para nosotros, el 13”. Y así fue, rayita al medio y las 13 camuflada para Abreu. En el Santa Tecla del fútbol de El Salvador, las pandillas “La Mara Salvatrucha (MS-13)” y su rival “El barrio 18”, utilizan los dígitos para marcar sus territorios, haciendo que equipos de primera y de segunda división los quitaran por precaución. Esa vez no pudo ser el 13, ni el 18 camuflado. El loco optó por el número –el que debería ser el adecuado para él- 22. En el Bangú de Brasil, le sumó un 1 al 13. Se formó el 113. Exactamente, en 2017, el club brasilero cumplía esa cantidad de años y el Loco le hizo el honor a su nuevo equipo y se clavó ese número en la espalda. Una rareza para muchos, algo común para Sebastián. “¿Usas el 13 para otras cosas de tu vida? ‘Para todo. Cuando estoy por comprar un auto, hablo con el de las patentes, y espero que llegue al 13. Mi patente actual no sólo termina en 13, sino que la suma total da 13. Me pasé un poco, ¿no? Ya entré en terreno de obsesiones. Mis números de teléfono tienen el 13’”. Pregunta 35 del 100×100 del periodista, Diego Borinsky, en la revista El Gráfico en el año 2013.Hay un bonus track en la selección. Siempre usó la 13 en la celeste, pero el día que se retiró, el que heredó la casaca sagrada fue Luis Suárez. “Cuando dejó la selección, tuve la ocasión de lucir el dorsal número 13 en su honor. No obstante, después de seis meses luciendo ese dorsal, decidí cambiar de número ya que no marcaba ni un gol. Me puse el dorsal número 9 y a partir de ahí empecé a marcar. Era una camiseta maldita”, comentó el pistolero en una entrevista. El 13, solo de Abreu.

El básquet y el periodismo

De pibe, cuando el cuerpo se lo permitía, jugaba al fútbol, al básquet y trabajaba como redactor en el diario “El Serrano”.Con su altura andaba bien en el deporte de Michael Jordan. A la edad de Sub-16, se fue de la concentración de la selección uruguaya juvenil a un bar con un compañero. Llegaron tarde y el castigo fue el recorte a ser seleccionado. Una curiosidad es que solamente recortaron a uno y lo más gracioso es que Abreu, al momento de la decisión del entrenador, pensó en su cabeza: “Pobre pibe, la próxima será”. Segundos después, el entrenador dijo: “Sebastián Abreu, afuera”, el bar y el recorte que lo llevaron definitivamente al fútbol. Pero antes de este suceso, existió una locura de las suyas. En el diario donde él trabajaba, un encargo fue cubrir el partido en el cual participaba. Tenía que entrevistar a la figura de la cancha. “Yo había sido la figura, metí como 50 puntos”, dijo en una entrevista en El Gráfico. Sí, como se imagina. Terminó el partido, se autoproclamó la figura de la cancha y en la vuelta a su casa se entrevistó a él mismo. “¿Qué te dijo tu jefe cuando presentaste una nota a Abreu firmada por Abreu? ‘Nada, porque la entregué a las 2 de la mañana y fue derecho a la imprenta. El partido terminó a las 11 de la noche, fui a mi casa, me fui haciendo las preguntas en el viaje, lo pasé en limpio en la vieja máquina de escribir, y a la imprenta. Al otro día me llamó el director’. “Nota a Sebastián Abreu firmada por Sebastián Abreu no va, la próxima vez pídale a un compañero que le haga la nota o no firme, para que quede creíble”. Pregunta 25 del 100×100 de Diego Borinsky en la revista El Gráfico.

Genera alegría y contagia humildad. Es amigo de Guardiola y del mundo. Enemigo de nadie. Mate, fútbol y candombe: uruguayo autentico. Él es Sebastián Washington Abreu, el trotamundos.

Higuaín, francés de nacimiento y argentino de corazón

Joaquín Grasso

El duelo ante Francia por los octavos de final del Mundial de Rusia 2018 no será un partido más en la trayectoria de cada uno de los argentinos que entren al campo del Kazán Arena. Un resultado positivo podría representar el punto de despegue de un equipo que accedió a esta instancia atestado de contratiempos y sin una idea definida de juego, pero con la intención de sobreponerse y demostrar toda su jerarquía y potencial.

En cambio, un desenlace adverso marcaría el fin del ciclo en la Selección de varios de los “históricos”. En esta camada surge el nombre de Gonzalo Higuaín, quien además de cargarse la mochila con la presión popular de ser uno de los responsables por las tres finales perdidas, convive y entrena con la idea de tener que enfrentar el sábado al país que lo vio nacer.

Con la cuna en Francia pero con el corazón en Argentina. Gonzalo Higuaín nació en la ciudad de Brest, cuando su padre Jorge defendía los colores de Stade Brestois y a los dos meses arribó Buenos Aires. Desde muy joven comenzó a forjar su amor por la pelota y a seguir los pasos de su padre. Tras practicar baby fútbol hasta los 10 años en el Club Palermo, se sumó a las filas de River Plate. Realizó las inferiores desempeñándose como delantero de área y debutó en la Primera en 2005, de la mano de Leonardo Astrada.

Su prometedor inicio despertó el interés de importantes clubes europeos y el de una persona en particular. Raymond Domenech, por entonces entrenador de Francia. El francés lo convocó para un amistoso contra Grecia, en noviembre de 2006. Pese a ser una propuesta futbolísticamente atractiva, Pipita, como lo apodan desde niño, agradeció el llamado y la rechazó. “Es una falta de respeto”, aseguró el DT.

El deseo de Higuaín era debutar internacionalmente con la Selección Argentina. Sin embargo, la tramitación de los papeles para la doble nacionalidad no estuvo en regla cuando lo tentaron para unirse en 2007 al combinado albiceleste Sub-18. Su presentación debió posponerse hasta 2008, con la Sub-23 dirigida por Sergio Batista. Allí marcó dos goles en dos partidos, pero desafortunadamente quedó fuera de la nómina para disputar los Juegos Olímpicos de Beijing.

Su primera participación con la selección mayor fue en 2009, en el recordado choque de Eliminatorias frente a Perú. En la agónica victoria argentina por 2-1, Higuaín había convertido el primer tanto del encuentro pero todos los flashes se los llevó Martín Palermo, el héroe en la lluviosa noche. Luego de obtener la clasificación, Diego Armando Maradona ubicó su nombre entre los 23 citados para Sudáfrica 2010. En su primera participación mundialista se ganó un lugar en el once titular y respondió con creces: cuatro cotejos, cuatro goles –incluido un triplete a Corea del Sur-.

Desde ese momento, comenzó a ser uno de los nombres fijos en la escuadra nacional y un baluarte en ataque. Integró el cuarteto Di María-Messi-Agüero-Higuaín que tanto rédito le dio al entrenador Alejandro Sabella en las Eliminatorias rumbo a Brasil 2014. En la cita ecuménica convirtió el gol contra Bélgica que rompió la barrera y espantó los fantasmas de los cuartos de final, a los que Argentina no superaba desde Italia 1990.

No obstante, las tres finales perdidas consecutivamente –Mundial y dos Copas América- causaron el descontento del hincha con el equipo y el principal apuntado fue el actual delantero de Juventus. Fue víctima de burlas en las redes sociales, insultos y amenazas tras haber malogrado claras chances de gol en cada uno de los tres encuentros decisivos, que podrían haber significado el logro de algún título. Afortunadamente este clima hostil amainó su intensidad en Rusia 2018 y ahora Higuaín disfruta de la ovación de los hinchas argentinos que alientan en suelo ruso.

Este sábado será la primera vez del Pipita ante Les Bleus luciendo los colores albicelestes. Para él es un partido más. “Pasó hace mucho tiempo”, indicó. Y agregó: “Haber nacido en Francia fue algo circunstancial. Desde el primer minuto que me preguntaron dónde quería jugar, no tuve ninguna duda”. La única relación que lo vincula con su actual rival es el lugar de origen grabado en su documento. Tan solo eso. Porque Gonzalo Higuaín es un argentino nacido a 10.664 kilómetros de su verdadero hogar.

VAR: Con aciertos y polémicas en la primera parte del Mundial

Nicolás Santarelli

Recién terminada la fase de grupos, el VAR (Video Assistance Referee) ha tenido éxitos y errores en su debut en la Copa del Mundo, pero… ¿La tecnología es la que falla o son quienes la controlan?

El ambiente tecnológico está cambiando el fútbol. Se implementó a modo de prueba en la liga de Alemania (Bundesliga) – con poca aceptación ya que “mata el ambiente y molesta más de lo que ayuda” –, a partir de las semifinales de la Copa Libertadores 2017 – con fallos polémicos en el encuentro que protagonizaron Lanús River Plate – y en Inglaterra únicamente se aprobó su utilización en la Copa de la Liga y la FA Cup. Los 20 clubes que participan en la Premier League han votado unánimemente en abril de este año que no quieren utilizar el VAR para la temporada 2018/19.

La FIFA, regulador del fútbol a nivel mundial, dio el visto bueno para usar el VAR en el Mundial de Rusia. El objetivo es ayudar al árbitro principal a tomar las decisiones correctas en las jugadas más importantes (si hay penal o no, si hubo o no offside, si entró o no la pelota para que el gol sea convalidado o si un jugador merece la tarjeta roja).

Se jugaron 48 partidos en lo que va de la Copa del Mundo y en seis de ellos (casi el 14 por ciento del total) los servicios de videoarbitraje han influido en el resultado final. Estos fueron algunos de los casos en los que el Video de Asistencia al Referí se utilizó (in)eficazmente:

En el juego que protagonizaron Corea del Sur y Alemania por el Grupo F, el juez estadounidense Mark Geiger concedió fuera de juego a favor de los alemanes tras el gol del surcoreano Kim Young-Gwon. Sin embargo, los encargados del VAR se percatan de que el delantero estaba en posición reglamentaria al haberle llegado el balón de un pase involuntario de Toni Kroos.Geiger anuló su decisión y marcó el gol para los asiáticos. Corea venció a Alemania 2-0 y lo dejó fuera del Mundial.

Otra ayuda importante del VAR llegó en España vs Marruecos, en la definición del Grupo B. Marruecos derrotaba 2-1 a “La Roja”; llegando al último minuto del partido el árbitro Ravshan Irmatov no convalida en un primer momento un gol del delantero Iago Aspas a instancias del juez de línea, que levantó la bandera para indicar posición adelantada. Tras la revisión, el VAR valida el gol del atacante del Celta de Vigo. España llegó agónicamente al empate y se clasificó como líder de su grupo.

Por otro lado, el videoarbitraje fue utilizado erróneamente en varias ocasiones. En Portugal-IránCristiano Ronaldo le metió un codazo a Morteza Pouraliganji estando el balón en juego; el juez paraguayo Enrique Cáceres apeló a la decisión del VAR que manejaba el italiano Massimiliano Irrati. Después de ver las imágenes, Cáceres le sacó tarjeta amarilla al portugués que así evitó una expulsión que podría haberlo dejado afuera del partido de octavos de final frente a Uruguay.

Otro caso sucedió en Senegal vs Colombia. El defensor colombiano le cometió una clara infracción dentro del área al senegalés Sadio Mané y el árbitro serbio Milorad Mazic cobró penal. Sin embargo, tras observar la repetición de la falta, se retractó de su decisión y anuló el penal. Colombia terminó venciendo a Senegal 1 a 0 y clasificó a la siguiente ronda.

Ahora bien, ¿el VAR influye en el desarrollo de un partido? Sí. ¿Y en el resultado final? También. Pero, ¿es la tecnología la que falla o son quienes la controlan? ¿Sirve de todos modos? Las respuestas a éstas preguntas se harán al final del cuento.Ahora póngase cómodo, amigo lector.

Está por arrancar lo bueno. Siéntese en su sillón del living de su hogar. A partir del sábado 30, el Mundial entra en su etapa de definición.Y en este fútbol del siglo XXI tan cambiante, pídale a Dios no solamente que su Selección se alce con la Copa, sino también para que a la FIFA no se le ocurra implementar un VAR para los que manejan el VAR.

Argentina, Francia y el arco embrujado

Pedro Carbone

El sábado será la tercera vez que Argentina Francia se enfrenten en un Mundial, la última fue en el certamen del 1978, realizado en el país sudamericano. La anterior había sido en la primera Copa del Mundo, en Uruguay 1930, donde los argentinos ganaron gracias, según cuenta la leyenda, a una intervención divina.

Aquel encuentro se disputó el 15 de julio en el estadio de Parque Central, donde hace de local el club Nacional de Montevideo. Por detrás de una de las cabeceras del recinto solía pasar un tren, y el mito urbano de la época decía que cada vez que el ferrocarril pasaba un día de partido, y hacía sonar su silbato, un gol se marcaba casi instantáneamente en el arco que daba a esa tribuna. “Creer o reventar” dirían.

Sin tener en cuenta aquella leyenda, el combinado argentino saltó al campo para hacer su debut en la primera Copa Mundial. Cerca de las tres de la tarde, el árbitro dio comienzo al partido, y así el equipo sudamericano intentó quebrar el marcador con numerosos disparos al arco europeo; pero debajo de los tres palos se encontraba Alex Thépot, quien en el encuentro anterior debió abandonar el choque ante México por un fortísimo golpe que recibió en la cabeza.

Aun así, la contusión que sufrió Thépot días atrás no lo imposibilitó para ser figura de Franciagracias a sus múltiples atajadas, con manos, pies, piernas, codos y hasta con el pecho. Un verdadero gato que deslumbraba con sus reflejos para ahogar los gritos de gol del elenco argentino.Y con Thépot como estandarte, Francia evitaba la caída cuando el partido estaba llegando a su final.

Fue a los 80 minutos de juego cuando el delantero Mario Evaristo recibió una dura falta a 35 metros del área francés y el árbitro brasileño Almeida Rego sancionó con un tiro libre. Aunque la posición donde se efectuaría la reanudación del juego no parecía peligrosa debido a que era sobre el costado derecho y esquinada respecto al arco, Thépot armó una barrera de tres hombres y él se colocó en el medio de los postes para facilitar su intervención.

Luis “Doble Ancho” Monti, dueño de un fortísimo remate, tomó la pelota y se propuso ejecutar la falta. Mientras el mediocampista de San Lorenzo tomaba carrera, por detrás del arco defendido por Thépot, pasó un tren y su maquinista, al ver el estadio repleto, hizo sonar el silbato de la locomotora. En ese momento, Monti desenfundó un sólido disparo que se filtró por un hueco de la barrera y terminó por estrellarse contra la red, sobre el ángulo superior derecho del atónito Thépot, que se quedó tieso ante el fuerte tiro.

El gol significaría, entonces, la primera victoria de Argentina en los Mundiales y aunque los compañeros de Monti lo abrazaron y vitorearon por el fantástico gol, más de uno le agradecía para sus adentros al maquinista de aquel tren por desembrujar el arco maldito.