jueves, septiembre 11, 2025
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Apostar por el fútbol femenino también paga

Por Carolina Jurczyszyn

Domingo 17 de marzo de 2019. Vigésimo cuarta fecha de la Primera División Femenina de España. Unos 60.739 espectadores presentes en el Wanda Metropolitano (más 330.000 viendo por televisión) para presenciar el encuentro entre el local, Atlético de Madrid, frente a Barcelona, actual subcampeón de la Champions. Récord mundial de asistencia en un partido de fútbol femenino a nivel clubes.

No es sorpresa que este hecho se haya producido en España, donde en 2015 se creó la Asociación de Clubes Femeninos de Fútbol (ACFF), con el apoyo de La Liga, que controla el desarrollo e intereses de los clubes de Primera y Segunda división.

El fútbol español femenino hizo historia. Pero este suceso no se forjó de la nada, sino que es un reflejo de lo que se buscó durante mucho tiempo en España, donde las jugadoras se sienten respetadas y respaldadas por jugadores de la rama masculina.

Los 16 clubes que conforman la Liga Femenina junto con la Segunda División y el apoyo de su versión masculina, sumado al amparo de Pedro Malabia, el director de fútbol femenino de LaLiga, y de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) hicieron de España una potencia.

Barcelona será la institución que más jugadoras aporte a la selección para el Mundial de Francia (10). Este club llegó por primera vez en la historia a la final de la Champions, partido que perdió 4-1 frente al Olympique de Lyon.

Hay instituciones que comparten el sponsor con la versión masculina, y otras, como el Levante, que tiene los propios. Este equipo logró la Copa Campeonas, un torneo sub 13 y formato de fútbol 8, que busca el trabajo desde las bases.

Iberdrola (empresa de producción, distribución y comercialización de energía) es la actual patrocinadora de LaLiga desde 2016. Aportó mucho para el crecimiento de este campeonato. En septiembre del año pasado la empresa y la RFEF firmaron un acuerdo por tres años más para seguir impulsando el fútbol femenino, a su vez, se convirtió en el principal patrocinador de las Selecciones Sub 19 y Sub 17.

Otra clave del éxito es que LaLiga estuvo acompañada de las transmisiones televisivas, base fundamental para hacer visible algo que no para de crecer, las cuales en 2017/2018 alcanzaron los 105 partidos en directo y una media de 105.071 espectadores por encuentro.

Al mismo tiempo hubo 42.235 licencias en dicha temporada a comparación de las 24.906 en el 2010/2011.

En tanto, la Selección mayor dirigida por Jorge Vilda disputará su segundo Mundial (luego de la clasificación a Canadá en 2015).

Las divisiones inferiores de este país son el ejemplo de que el fútbol femenino sigue en desarrollo. El año pasado lograron ganar el campeonato europeo y Mundial Sub 17. En la categoría Sub 19 repitieron el logro de la sub 17 pero en el Mundial adquirieron el segundo puesto, siendo este el mejor puesto obtenido en esta categoría por parte de España.

El objetivo de la ACFF es seguir mejorando, tanto la visibilidad de los partidos como las condiciones de clubes y jugadoras, las cuales han ido ganando respeto con el paso del tiempo.

Porque España tiene una de las ligas femeninas más competitivas del mundo y un proyecto que incita a que siga creciendo.

Porque España demostró que el fútbol femenino no se quedará atrás.

Porque España y los 60.739 espectadores presentes en el Wanda Metropolitano el 17 de marzo demostraron que este país es potencia a nivel futbolstico.

Julio Libonatti fue el principio de todo

Por Santiago Oviedo

30 de octubre de 1921. En la Plaza de Mayo, los argentinos están festejando la obtención de su primer Campeonato Sudamericano, ese torneo continental que, desde su creación en 1916, nunca habían podido obtener. El jugador que es llevado en andas, cual ídolo popular, es Julio Libonatti. De los 8 goles en 15 partidos que metería en total con la albiceleste, acababa de meter el más importante: fue contra Uruguay en la cancha de Sportivo Barracas en el minuto 57, y significó la obtención del primero de los 14 campeonatos continentales. No obstante, lo que no sabía este jugador es que cuatro años más tarde será el protagonista de un hecho que cambiaría la historia del fútbol.

Nacido en 1901 en Rosario, podía ocupar cualquier puesto de la delantera. En años en que los campeonatos nacionales solo se jugaban en Buenos Aires, este jugador de Newell’s Old Boys era muy conocido por la calidad futbolística que tenía, lo que le valió ser convocado para los Campeonatos Sudamericanos de 1920, 1921 y 1922. En el país todavía se cultivaba un fútbol amateur, de amor por la camiseta, aunque algunos jugadores ya tenían algunos sueldos. Era la época conocida como “Amateurismo Marrón”. Libonatti, “El Potrillo” o “El Matador”, como era apodado, había debutado en 1917, con solo 16 años, en la Copa Nicasio Vila, la primera división de la Liga Rosarina. Con Newell’s ganó esta competencia 3 veces en total: 1918, 1921 y 1922, y también consiguió la Copa Ibarguen en 1921, de alcance nacional. Ese Newell´s tuvo la primera gran delantera de su historia, de esas que algunos memoriosos repiten: Celli, Badalini, Libonatti, Saruppo y Francia, todos integrantes de la selección.

A fines de 1919, junto a su hermano y su padre – contratista de la obra – , contribuyeron a la construcción de una popular en la cancha de Newell’s. A esta se la conoció como la “Tribuna Libonatti” o también la “Tribuna Roja”, por el color que tenía, hasta que la demolieron en 1971 para la construcción de una segunda visera. Actualmente allí se encuentra la Tribuna Diego Armando Maradona.

Las crónicas dicen que en 1925 el entonces presidente del Torino, Enrico Maroni. quedó fascinado cuando lo vio en un partido contra Tiro Federal, en el que hizo 2 goles. En esa época solo aquellos que poseían la nacionalidad italiana podían jugar en la liga, y Libonatti la pudo obtener porque sus padres eran inmigrantes nacidos en ese país y, de esta manera, se convirtió en el primer jugador nacido en el continente americano en haber sido transferido a un club europeo. Varios clubes, italianos en un principio y de todo el continente después, imitaron este accionar y comenzaron a contratar jugadores sudamericanos.

En Torino se convirtió en ídolo. En la actualidad, con 152 tantos, es el segundo máximo artillero del club. Fue la figura del equipo cuando obtuvieron la liga de 1927/1928, haciendo la friolera de 35 goles en 34 partidos. Libonatti tenía un tiro de puntín al centro de la pelota que generaba fuertes remates, algo que en Italia nunca se había visto y que hacía que el público quede impactado.

Sus grandes actuaciones lo llevaron a ser pionero: fue el primer argentino y extranjero en jugar para la selección italiana, algo que años más tarde harían jugadores como Luis Monti, Raimundo Orsi, Humberto Maschio y el mismísimo Enrique Omar Sívori, entre muchos otros. Debutó con la azzurra en 1926 y 4 años más tarde ganó la Coppa Internazzionale, la antecesora de la Eurocopa.

Se fue del Torino en 1934 para jugar en Genoa, club con el que obtuvo un ascenso a la Serie A aunque, debido a unas lesiones, su nivel decayó y ya no volvería a ser el mismo. En 1936 fue contratado por el Rimini de la tercera categoría para ser jugador y técnico, pero no disputó ningún partido porque el físico no le daba y su equipo terminó quinto. Fue su única experiencia como DT.

Años más tarde volvió a su Rosario natal, donde falleció el 9 de octubre de 1981. Consigo se llevó el haber sido el primer americano que jugó en una selección europea y el precursor de las transferencias internacionales, del sueño de jugar en Europa y por sobre todas las cosas, el jugador que le dio la primera Copa América a Argentina.

Las arqueras de la Selección Argentina

Por: Dalmira San Miguel

Solana Pereyra

Nació en Villa Angelina, provincia de Tucumán. A los 8 años comenzó a patear la redonda. Al principio, lo hacía como un hobby, jugaba con sus hermanos y primos. Hasta que a los 11 años comenzó a vestir la camiseta de San Martín de Tucumán. Cuando llegó al club optó por ser arquera. A partir de ese momento se terminó de enamorar, por completo, del fútbol.

Cuando cumplió 14 años viajó a Buenos Aires para probarse en UAI de Urquiza. En el club de Villa Lynch le dijeron que era buena pero que era demasiado joven. En ese momento, le propusieron que cuando cumpliera 16/17 años volviera a probarse. Al recibir esa respuesta, Solana se marchó nuevamente a su ciudad natal.

Con 16 años volvió a Buenos Aires. Se probó en River y quedó. En el club de Núñez se lució bajo los tres palos. Vistió la casaca roja y blanca por una temporada. Con 17 años volvió a presentarse en UAI de Urquiza. A diferencia de la primera, esta vez fue seleccionada para formar parte del equipo de Villa Lynch.

Actualmente concurre por la mañana al colegio, este año va a terminar el secundario. Cuando sale del mismo, se va para el club de Villa Lynch a entrenar. Si llega temprano almuerza ahí, y si no, lo hace por el camino. Con 20 años piensa que carrera universitaria va a comenzar a estudiar el año próximo. La camiseta de la Selección la vistió en el Sub 17 y Sub 20. Con la mayor participó de prácticas y viajes pero no jugó oficialmente.

Vanina Correa

Con 6 años le pidió a su mamá que la llevara a jugar al fútbol. La madre cumplió y la anotó en el Club Villa Diego Oeste, Gálvez, provincia de Santa Fe. En este club jugaba con varones y se destacaba como defensora. Cuando llegó el momento de pasar a cancha de 11, a ella la dejaron afuera del equipo por ser mujer. Le apasionaba tanto este deporte que luego de que le ocurriera este episodio se inscribió en fútbol 7. Y ahí, comenzó como arquera y se enamoró de esa posición.

Actualmente tiene 35 años y a lo largo de su vida jugó en Rosario Central, Boca, Banfield, Club Renato Cesarini y Social Lux. Vistió la casaca de la Selección en varias ocasiones y jugó dos Mundiales, Estados Unidos 2003 y China 2007, los Juegos Olímpicos Pekín 2008, dos Juegos Panamericanos, República Dominicana 2003 y Brasil 2007, dos Sudamericanos, Perú 2003 y Argentina 2006 y la Copa América 2018, que se disputó en Chile y en el que las Albicelestes consiguieron el tercer lugar.

Además de ser la arquera de la Selección argentina de fútbol femenino, trabaja de lunes a viernes en la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez. En ese lugar es la encargada de cobrarles los impuestos a los habitantes de esa ciudad. Su jornada laboral comienza a las 7 de la mañana y finaliza a las 13 horas.

En 2014 se alejó de las canchas porque quería ser mamá. Ese año llegaron a su vida sus dos hijos mellizos, Luna y Romeo. “Es muy difícil ser madre y jugadora pero tengo mucha gente que me ayuda”, dijo Vanina en una entrevista para el diario La Nación. Según ella ser mamá es su mejor oficio.

Gabriela Garton

Nació en Rochester Minnesota, Estados Unidos, y cuando cumplió 8 años empezó a practicar béisbol. Gabriela era muy buena en ese deporte ya que tenía mucha coordinación. Al año siguiente comenzó a jugar básquet. Y a los 10 años se calzó los guantes de arquera y se puso a defender el arco de su club de barrio. Durante la secundaria siguió entrenándose en los tres deportes pero el fútbol era el que más le apasionaba.

Se vino a vivir a la Argentina con una amiga cuando cumplió los 17 años. Apenas se instaló en el país fue en busca de un club para jugar al fútbol. En su búsqueda se cruzó con River y en el club de Núñez estuvo tres años. Después dejo Núñez y se fue a UAI de Urquiza.

Gabriela tiene otra pasión en su vida y es la investigación. La arquera de la Selección es becaria doctoral del CONICET y está haciendo una maestría en sociología de la Cultura y Análisis Cultural en el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Fue becada ya que realizó una tesis que la llamó: “Minas, machos y fóbal: un análisis de género en la narrativa futbolística argentina”.

Actualmente vive en San Luis junto a su esposo. Allí, para mantenerse en forma, se entrena con dos equipos de varones: Estudiantes de San Luis, que está en el Federal A y Sol de Mayo, que juega la Liga Provincial. En el primero, se entrena con los arqueros de primera. Y en el segundo, participa de los partidos de práctica. Con la Selección mayor participó en los Juegos Panamericanos Toronto 2015. Copa América Chile 2018.

Suecia siempre va hacia adelante

Por Lula Coccia

El Reino de Suecia es el país con mayor número de mujeres en los congresos en Europa con el 44 por ciento. El año pasado en las elecciones de 8 postulantes al puesto de Primer Ministro 3 eran mujeres, lo que habla de una visión más igualitaria de la política. Sin embargo, desde su conformación como Monarquía Parlamentaria en 1905 hasta ahora ninguna mujer ocupó el cargo de Primera Ministra.

Cuando se trata de salud reproductiva el país escandinavo destaca entre los demás países de Europa. El aborto es tomado como una medida de seguridad social, se realiza sin costo para la solicitante, y está legalizado desde 1975. La primera ley sobre el tema es de 1938 y fue sucesivamente modificada. El aborto en esas instancias estaba justificado por causas médicas, socioeconómicas, humanitarias, o de malformación del feto.

Hoy, la persona que no desee continuar con el embarazo podrá decidir hasta la semana 18 de gestación para realizar una interrupción sin ningún tipo de barrera, más que hacer una consulta con un médico.  Después de ese plazo sólo se le prohibirá si la intervención conlleva un riesgo para su vida o su salud.

El caso del aborto no es una decisión gubernamental aislada. En conjunto se le redujo el precio a los anticonceptivos y se impulsó en las y los jóvenes el cuidado a través de la educación sexual.

Además la planificación familiar es equitativa y cada unx de la pareja tiene la misma cantidad de días de licencia post nacimiento: son 480 días compartidos, 90 de ellos exclusivamente para la persona que gestó. Esta medida contempla también que casi el ochenta porciento de las suecas están empleadas y el sueldo entre una mujer y un hombre que realiza la misma actividad varía un 13,2%. Si bien es un gran porcentaje, a nivel Europeo, ese número está por debajo de gran parte de los países.

Suecia presenta un desarrollo integral que tienen las mujeres del país en la gran mayoría de los ámbitos. En el mundo del deporte y específicamente del fútbol, las suecas le han dado un impulso realmente importante a lo largo del tiempo. En 1995 organizaron el segundo Mundial de FIFA, y hoy poseen una liga local profesional conformada por 12 equipos con planteles plurinacionales.

La Selección mayor desde que salió campeona en la EuroCopa en 1984 hasta ahora se mantuvo entre las mejores del mundo. Algunas de sus actuaciones destacadas fueron el Subcampeonato del Mundo en Estados Unidos 2003, los dos terceros puestos en los mundiales en China 1991 y Alemania 2011 y también la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Si bien los resultados deberían ser suficientes para recibir reconocimiento, además del apoyo económico, que supera ampliamente al alcanzado por el conjunto masculino, las suecas no se quedan calladas cuando tienen que evidenciar la desigualdad.

En vísperas del 8 de marzo del 2017, en conjunto con Adidas lanzaron una línea de indumentaria que reivindica el rol de la mujer durante la Copa Algarve, torneo amistoso, disputado en Portugal. La FIFA a pesar de no permitir mensajes políticos en las camisetas aceptó la propuesta y la alentó.

El proyecto consistió en intercambiar el apellido de la espalda de las jugadoras por frases de feministas, en su mayoría nacionales como Gudrun Schyman, política y vocera de la Iniciativa Feminista, y Zara Larsson, cantante conocida mundialmente, entre otras. Algunos de los mensajes utilizados para la campaña fueron: “Una mujer puede hacer lo que decida”; “Nunca mires a una persona que está abajo si no es para ayudarla a subir”; “No soy una mandona, soy la jefa”.

El proyecto apuntaba a la visibilización de una problemática que afronta la mayoría de las deportistas de alto rendimiento y proponía la unión de las mujeres como medio para lograr un futuro más igualitario. Además, parte de las ganancias fueron donadas a proyectos que fomentan la participación femenina en los deportes.

Suecia se convirtió en una de las caras visibles de lo que se está gestando dentro de los ámbitos históricamente masculinizados. Las mujeres están exigiendo un cambio y trabajan en conjunto para que este ocurra mundialmente. Las suecas saben bien que caminando hacia adelante pronto llegarán al arco para meterle nuevamente un gol al patriarcado.

La leyenda de Canadá

Por Fernando Bajo

En 1999 Even Pellerud, exfutbolista noruego, asumió como director técnico de la selección de fútbol femenino de Canadá. Conocía poco del nivel de aquel país y comenzó a recorrer distintas ciudades en busca de jugadoras. En Coquitlam, ciudad canadiense de la provincia de Columbia Británica, Pellerud, según confesó, vivió los 5 minutos más importantes de la historia del fútbol del país americano cuando una joven lo deslumbró con su talento.

-¿Cuál es su nombre? – preguntó, el entrenador.

-Ella solo tiene 15 años- le respondió un hombre.

-Yo no pregunté por su edad. ¿Cuál es su nombre?- replicó el noruego.

-Christine Sinclair- afirmó el interrogado.

Canadá estaba en las vísperas de disputar la Copa Algarve que, a pesar de ser amistosa, después del Mundial y de los Juegos Olímpicos, es el torneo de selecciones más prestigioso de fútbol femenino. Pellerud decidió convocar a la joven a la competición que se disputa en Portugal todos los años.

A pesar de que el seleccionado americano quedó quinto, Sinclair, ya con 16 años, convirtió tres de los 181 goles que marcaría a lo largo de su carrera en la selección y terminó como una de las segundas máximas anotadoras del certamen. Debutaba la mejor jugadora que alguna vez vistió la camiseta de Los Canucks, como las apodan.

La delantera de 35 años batió casi todos los récords. No solo es una de las dos jugadoras que superó las 200 presencias en la selección de su país -la otra es Diana Matheson-, sino que es la máxima goleadora en la historia de Canadá y está a tres de alcanzar la marca de Abby Wambach, que es la futbolista que más tantos marcó en partidos internacionales a nivel de selecciones tanto en fútbol femenino como masculino.

Sinclair desarrolló su carrera cuando su selección comenzaba recién a desenvolverse en el fútbol. En el continente siempre sufrió la presencia de Estados Unidos, tricampeón mundial y el primero en coronarse en la Copa del Mundo. De hecho, en 2000, Estados Unidos le ganó por 9-1. “Canadá no ganó el Mundial ni los Juegos Olímpicos. No logra las grandes victorias explosivas como lo hizo Estados Unidos con Wambach, que tuvo muchos de estos juegos de 10-0. Eso dice algo acerca de su habilidad para anotar goles”, afirma su entrenador nacional, Kenneth Heiner-Moller. Sin embargo, no solo la elogian sus compatriotas: “Por mucho tiempo he dicho que creo que es la mejor jugadora del mundo. Ella lee el juego, da y recibe asistencias, y es peligrosa cada vez que tiene la pelota. La admiro como jugadora desde hace mucho tiempo”, confesó hace unos años Hope Solo, reconocida arquera estadounidense.

En Francia 2019, Canadá irá en busca de superar el cuarto puesto, mejor posición obtenida hasta el momento (lo logró en Estados Unidos 2003). Será el quinto mundial de la capitana, Christine Sinclair. La atacante del Portland Thorns, equipo estadounidense, en su carrera obtuvo decenas de reconocimientos: fue campeona con los tres clubes de Estado Unidos en los que jugó (el actual, Gold Pride y Western New York Flash), obtuvo dos medallas de bronce en los Juegos Olímpicos (Londres 2012 y Rio de Janeiro 2016), fue nombrada catorce veces como mejor jugadora del año en Canadá y siete veces nominada a ser mejor futbolista de la temporada por la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado).

Cuando nació su hermano, su mamá fue diagnosticada de esclerosis múltiple (EM). Esa vivencia le enseñó mucho durante su infancia, según contó. Actualmente es la presidenta de campaña de la MS Society of Canada que busca la cura para la EM y mejorar la vida de los afectados. ¿Acaso no será ese el título que mejor describe a Christine Sinclair? La asociación del fútbol canadiense, en su cuenta oficial de Twitter, la define de manera contundente: “Christine Sinclair is a legend” (Christine Sinclair es una leyenda).

Un sueño contra los prejuicios

Por Nahuel Negreti Carballo

En los suburbios de Yaundé, capital de Camerún, un grupo de chicos disfruta de jugar al fútbol en una calle polvorienta. Pero para Gaëlle Asheri no solo es diversión, su sueño es ser jugadora profesional.

Asheri, de 17 años, jugaba desde chica con sus primos en el barrio y, al ingresar a un club local, enfrentó los prejuicios de que el fútbol es solo para hombres.

“Al principio fue difícil porque yo solía entrenarme con los varones. Con ellos, había ejercicios que no podía hacer por ser mujer, como los abdominales”, dijo Asheri sobre la sensación de fragilidad que tenían sus compañeros hacia ella.

Pero en enero se inauguró la Rails Foot Academy, una academia para mujeres. Fundada por la futbolista profesional camerunesa Gaëlle Enganamouit, que participará en el Mundial Femenino 2019 que se llevará a cabo en Francia a partir del 7 de junio.

Al incorporarse a la institución, se encontró con otra realidad. “Me obligaron a trabajar duro para alcanzar un nivel en que las lágrimas se mezclaban con el sudor por la intensidad de los ejercicios. Pero con el tiempo aprendí, lo enfrenté y ahora tengo un entrenamiento completo”, manifestó Asheri.

El lunes 10 de junio, Camerún se enfrentará a Canadá por la primera fecha del Grupo E de la Copa del Mundo. Desde su casa, Asheri apoyará a su seleccionado con la esperanza de que algún día sea similar a su mentora más allá del nombre.

¿Qué fue de la selección china después de Liu Ying?

Por Franco Sommantico

El movimiento de sus pies pareció un poco dubitativo mientras se aproximaba al balón. Tal vez se distrajo con el movimiento de Scurry, si es que esta última se movió antes de tiempo. Después de todo, no había habido ningún pitido.

Así describió Gay Talese en su libro “La vida de un escritor” el penal que erró Liu Ying (o que atajó Briana Scurry) en la final de la copa del mundo de fútbol femenino de 1999. Estados Unidos y China llegaban a esa final en medio de fuertes confrontaciones políticas. Algunos meses antes, los yanquis habían bombardeado la embajada china en Belgrado mientras participaban en la ofensiva de la OTAN contra los serbios en Yugoslavia, sumando daños que alcanzaron la cifra de veintiocho millones de dólares y al menos tres muertos. Los chinos, por su parte, les respondieron de la misma manera. Atacaron con piedras y bombas molotov la embajada de Estados Unidos en Pekín, pero se quedaron cortos con los daños, ya que la cifra de lo que destruyeron rondó los dos millones de dólares. Debido a este tipo de situaciones corrió peligro la presencia del seleccionado chino en aquel mundial. Los directivos del partido chino amagaron más de una vez con suspender el viaje y abandonar la competencia como gesto político que demostrara su animadversión. Gracias al apriete de los patrocinadores, que intuían una posible final entre estos dos seleccionados y que vieron en el morbo de los enfrentamientos armados una posibilidad de llenarse los bolsillos, creyendo que eso atraería más público, hicieron lo necesario para que china participe. Y les salió perfecto, porque no solo participó sino que llegó a la final (contra Estados Unidos) y perdió por penales, para alegría de los patrocinadores, en la que fue, quizá, la definición más emocionante que se haya visto en el fútbol femenino.

Gay Talese, que ese día por casualidad estaba viendo el partido, cuenta en su libro que no podía pensar en otra cosa que en la jóven Liu Ying, que vistiendo la camiseta número trece había errado el tercer penal que permitió la victoria de Estados Unidos, con todo lo que eso significaba. Dice que sintió una tristeza inmensa por aquella joven y enseguida comenzó a preguntarse cómo continuaría su vida a partir de ese momento.

¿Con cuánto entusiasmo recibirían a esta chica en particular en china? ¿Qué le diría su familia, cuál sería la reacción de la gente que vivía en su vecindario y de los hombres que dirigían los organismos del régimen encargados de los deportes?

Sin embargo, existe una notoria contradicción entre los sentimientos que él dice haber sentido y lo que escribe algunos años después. Porque si bien al principio se puso del lado de la víctima y se obsesionó con ella hasta el punto de viajar a China para preguntarle sobre ese penal, por otro lado escribió “la tercera jugadora designada para lanzar, Liu Ying, tuvo menos suerte” ¡como si el azar hubiera influido en el tiro de Liu Ying y no los dos metros que se adelantó Briana Scurry! Gay Talese reconoció no saber nada de fútbol, ni siquiera las reglas, pero no hace falta saber algo de fútbol para darse cuenta de que lo que hizo la arquera no está permitido. Las imágenes son más que elocuentes, pero Talese, en su texto, lo pasó por alto, y hasta lo puso en duda con la frase “si es que esta última se movió antes de tiempo”. Terminó por hacerse el desentendido cuando escribió “después de todo, no había habido ningún pitido”. La única razón por la que no hubo ningún pitido (e intuyo que Talese lo sabía, pero prefirió no ponerlo) fue porque el partido se jugó en el Rose Bowl de Pasadena, en California, ante la mirada de más de noventa mil norteamericanos. La única razón, insisto, por la cual ese penal no se pateó devuelta fue porque si no ganaba Estados Unidos esa tarde se iba a armar un escándalo de película. Sea cual fuera la verdadera opinión de Talese, la pregunta que él se plantea, “¿Qué fue de la vida de Liu Ying?”, no deja de ser interesante e invita a repreguntarse lo siguiente “¿Qué fue de la selección china después de Liu Ying?”

Según el ranking confeccionado por la FIFA el seleccionado chino ocupa el puesto número dieciséis. Remitiéndonos a este ranking se podría afirmar que el fútbol femenino chino después de Liu Ying ha entrado en decadencia y perdido protagonismo. Los catorce puestos que descendió y que la misma página de la FIFA ponga en duda sus chances de avanzar de ronda son un claro ejemplo. Sin embargo, desde adentro el sentimiento es otro. Sun Wen, subcampeona del mundo en 1999 y bota de oro, dice en una entrevista para FIFA TV que al recordar el penal de aquella tarde tiene sensaciones encontradas: “Espero que las próximas generaciones puedan llevar a cabo nuestro sueño, dice, quizá algún día se coronen campeonas y levanten el trofeo”. Para los chinos es importantísimo el desarrollo de las categorías juveniles porque están convencidos de que esa es la manera de seguir adelante. Un ejemplo que denota la importancia que le dan y expone la manera de pensar en términos de igualdad que tienen es el primer acercamiento de Sun Wen al fútbol, cuando apenas tenía nueve años y estaba en el colegio. “Un profesor nos pidió que jugáramos todos juntos al fútbol, -dice- tanto varones como mujeres. El profesor de la clase vio lo mucho que amábamos jugar al fútbol y nos pidió que compartiéramos en un torneo que se llevaba a cabo en la ciudad”. De ahí siguió jugando hasta que se convirtió en profesional (el fútbol femenino ya era profesional). Ahora es entrenadora y se ocupa de fomentar el deporte y su desarrollo.

Si las chinas se sienten con posibilidades de ganar, pese al amargado pronóstico que auguró la FIFA para ellas, gran parte es por la presencia de su jugadora estrella Li Ying. Con la diez en la espalda fue fundamental para la clasificación a este mundial y para el tercer puesto que lograron en la Copa Asiática de 2018, donde marcó siete goles en cinco partidos. Cuando Liu Ying erró el penal aquella tarde de julio de 1999, Li Ying tenía apenas tres años. Desconozco si durante su juventud habrá cargado con el estigma de llamarse casi igual que su desafortunada compatriota. Esperemos que, si así fuera, logre redimirse. Después de todo su compatriota se llamaba Liu Ying, con u al final. Quizá en esa u radicaba la mala fortuna de la que hablaba Gay Talese y, en el hipotético caso de que a Li Ying le toque patear un penal, imagino que podrá convertirlo, a menos que la arquera se adelante y no se oiga ningún pitido.

Nueva Zelanda dio el gran salto

Por Paula Serricchio

Nueva Zelanda debutó internacionalmente en la Copa Asiática femenina de la AFC en 1975, torneo en el que se terminó proclamando campeón. Desde entonces, ha ganado en cinco ocasiones el Campeonato Femenino de la OFC y ha participado en cuatro oportunidades en la Copa Mundial, aunque nunca pudo superar la fase de grupos.

A pesar de varias ausencias notables por lesión, Nueva Zelanda volvió a dominar la Copa Femenina de Naciones de la OFC disputada en noviembre de 2018. Las Football Ferns retuvieron la corona por cuarta edición consecutiva, tras ganar los cinco partidos del torneo, anotando la increíble cifra de 43 goles sin conceder ninguno. La victoria por 8-0 ante Flyi en la final selló su billete a Francia.

De esta manera, la selección pentacampeona y defensora del título de Oceanía partirá rumbo a Francia como gran favorita. Tras haberse retirado un par de jugadoras y haber cambiado dos veces de seleccionador en poco tiempo, las Football Ferns han contratado al reputado Tom Sermanni, ex seleccionador de Estados Unidos y Australia, para enderezar el rumbo.

Uno de los principales focos del equipo ‘kiwi’ es su estrella, Ali Riley, capitana de Nueva Zelanda desde 2017, quien será una de las jugadoras más veteranas y experimentadas en Francia 2019. Riley, de 31 años de edad, se aproxima a su cuarta Copa Mundial femenina,  al sumar 123 partidos desde que debutó con 19 años en 2007, como también  tres Torneos Olímpicos en una prolífica carrera. Esta defensora inagotable ha tenido, además, una brillante trayectoria en clubes de EEUU, Suecia e Inglaterra.

La jugadora mundialista cuenta con antecedentes para que los neozelandeses sueñen en grande: creció en Los Ángeles y asistió a la Universidad de Stanford, donde ganó un título nacional, aún así, debido a que su padre es habitante de Nueva Zelanda, Riley representó a dicho país en el nivel Sub-23 antes de unirse oficialmente al equipo senior en 2007.

La capitana de Nueva Zelanda es consciente de la presión que ejerce sobre su equipo para ganar un partido en la Copa Mundial Femenina del próximo mes en Francia, pero cree que no es nada comparado con haber pasado gran parte de su carrera luchando por el reconocimiento del equipo y el deporte de la mujer.

En mayo del 2018, el Fútbol de Nueva Zelanda y la Asociación de Futbolistas Profesionales de Nueva Zelanda (NZPFA) anunciaron su unión para completar su Acuerdo de Negociación Colectiva (ACB) y convertirse en la organización deportiva nacional líder en acordar equidad para los equipos nacionales de hombres y mujeres, que ofrecerán cuatro factores clave tanto para los futbolistas de élite masculinos como para los femeninos: premios en metálico iguales, derechos iguales para el uso de imágenes y, sobre todo, paridad salarial y en los viajes al representar a Nueva Zelanda.

De esta manera, con seis jugadoras en el equipo de Tom Sermanni acumulando más de 100 partidos cada uno, otras dos en los años 90 y seis más en más de 50 juegos, Riley sintió que este era el mejor equipo en el que ella había participado.

Nueva Zelanda, donde además de Ali Riley del Chelsea, recientemente semifinalista de la UEFA Women’s Champions League, se destacan el regreso de la goleadora Hannah Wilkinson y Betsy Hassett, quien fuera elegida la mejor jugadora de la Copa de las Naciones de Oceanía en 2018, bajo la conducción de Tom Sermanni, competirá no solo contra las demás selecciones en el Mundial de Fútbol Femenino de Francia 2019 sino también contra sus propias limitaciones, ya que nunca pudo pasar la fase de grupos.

Una máquina de ganar y de derribar prejuicios

Por Salvador Rifourcat

“¿Me creerías si te digo que ganamos tres Eurocopas? Bueno, ganamos ocho. Cuando ganamos nuestro primer título, de premio nos dieron un juego de té. Desde que comenzamos no hemos jugado sólo contra nuestros rivales, sino también contra los prejuicios”.

Frases como estas se pueden escucharse en el spot que hicieron las jugadoras de la Selección de Alemania previo al mundial de Francia.

Que una potencia como Alemania haga un video proponiendo un fuerte mensaje en contra de la discriminación hacia la mujer en el fútbol no es casualidad. La desigualdad entre géneros es un aspecto muy presente y que hay que erradicar de inmediato.

En Alemania, las jugadoras fueron perseguidas y denunciadas desde el primer momento que se quiso crear un equipo femenino de fútbol. En 1955, la Federación Alemana de Fútbol (DFB) votó de forma unánime la prohibición de la disciplina para el género, ya que consideraban a la combatividad del deporte como algo fuera de la naturaleza de la mujer. A pesar de esto, las mujeres alemanas no se quedaron quietas y formaron un seleccionado que se enfrentaba a otros países de manera informal y tan solo un año después de esa votación jugaron su primer partido. En 1970, luego de años de lucha y de jugar de manera no oficial, se revocó esta regla en un congreso de la DFB. Para ese entonces se estimaba que entre 40 mil y 60 mil mujeres practicaban este deporte de manera subversiva en equipos sancionados por la organización.

Desde ese entonces, el país germano es uno de los máximos exponentes a nivel mundial. Además de las ocho Eurocopas, ganó dos Mundiales de forma consecutiva (Estados Unidos 2003 y China 2007) y tiene una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de 2016. “No tenemos pelotas, pero sabemos cómo usarlas”, acotan en el video de un minuto y medio, y dejan bien en claro que saben usarlas.

A pesar de todos estos logros, las jugadoras dejan bien en claro su desinterés por ser conocidas o famosas. Ellas juegan por el amor a la camiseta y lo que las mueve es el hecho de representar a un país entero dentro de una cancha. “Probablemente no nos conozcan, pero está bien, no tienen que saber quiénes somos. Solo deben saber qué queremos. Queremos jugar nuestro propio juego a nuestro propio ritmo”, denuncia la número 9 y goleadora del seleccionado, Alexandra Popp.

Las jugadoras son dirigidas por Martina Voss-Tecklenburg, ex jugadora que tomó el cargo de técnica a principios de este año. Su máximo emblema es Lena Goebling, quien lleva más de 100 partidos y más de una década defendiendo los colores de Alemania. Actualmente juega en el VFL Wolfsburg de la liga local. La 10 del equipo es Dzsenifer Marozsán, que se desempeña en el Olympique de Lyon de Francia, reciente campeón de la Champions League (venció al Barcelona 4-1) y considerado el mejor equipo del mundo en la disciplina y en el que también juega la argentina Soledad Jaimes.

En el próximo mundial van en busca de alzar la copa por tercera vez, e igualar el récord de Estados Unidos (1991, 1999 y 2015). Su debut es el 8 de junio ante China por la primera fecha del grupo B, el cual compartirán con España y Sudáfrica, un grupo bastante accesible para la selección alemana.

Una camada para la historia

Por Mauro Vito

Chile es un país donde el fútbol femenino recién tiene cuatro jugadoras profesionales -Daniela Pardo, María Francisca Mardones, Nicole Fajre y Marcela Pérez, todas del campeón vigente de la primera división, Santiago Morning- y donde la desigualdad con la competición masculina es muy notoria como en toda Latinoamérica, tanto salarial como profesional.

En ese contexto y de la mano del entrenador José Letelier, exfutbolista y exentrenador de Colo Colo femenino, la selección hizo historia y se clasificó por primera vez a un mundial, al obtener el subcampeonato en la Copa de América 2018, algo que no conseguía desde 1991.

En total 23 chicas viajarán a Francia para enfrentarse en el grupo H a Suecia, Estados Unidos (vigente campeón) y Tailandia. De esas 23, 14 mujeres juegan en el extranjero, es decir que ocho futbolistas que van al mundial juegan en el fútbol local y no tienen un contrato profesional en los clubes donde compiten cada fin de semana, ya que la única excepción es Daniela Pardo.

Sin embargo, si retrocedemos once años en la historia y nos situamos en la sub 20, la selección chilena participó de un mundial anteriormente por ser el anfitrión en 2008. Aquella selección integró el grupo denominado “de la muerte” junto con Nigeria, Inglaterra y Nueva Zelanda. En ese Mundial las locales perdieron los tres partidos. A pesar de eso, se lo considera como el quiebre, cuando nace una nueva camada de jugadoras, cuando se comienza a escribir este camino hacia Francia 2019. Ahí se destacó la gran arquera chilena que hoy juega en el París Saint-Germain, Christiane Endler, que a pesar de que le convirtieron ocho goles en aquella copa, terminó como segunda mejor arquera.

Por el momento, ese mundial sub 20 de local era el único jugado en la rama femenina. De esas 21 jóvenes que defendieron a La Roja, cuatro van a estar presentes 11 años más tarde en la primera Copa del Mundo de la selección mayor en Francia 2019, cuatro nombres liderados por la arquera Christiane Endler (París Saint-Germain), las dos volantes Karen Araya (Sevilla) y Daniela Pardo (Santiago Morning) y la delantera Daniela Zamora (Universidad de Chile).

Además de la medalla de bronce en fútbol masculino sub-23 conseguida en los Juegos Olímpicos Sidney 2000, las chicas sub-15 consiguieron el oro en los primeros Juegos de la Juventud en 2010 en Singapur, aunque hoy en la selección no aparece ninguno de esos apellidos que consiguieron la primera presea dorada en el mundo del fútbol.

La lucha por mejores condiciones en el fútbol avanza a gran escala, ya con cuatro profesionales. Además, el 7 de mayo la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino en Chile (ANJUFF) anunció que se oficializó el proyecto de “seguro médico universal” para todas las jugadoras de la categoría mayor de Primera y Segunda División del Campeonato Nacional, un plan que beneficiará a todas las futbolistas que participan del campeonato, ya que muy pocos clubes se comprometían a dar garantía de esto a las jugadoras.

Mala gestión, falta de seguimiento y entrenamiento, y la no profesionalización, debieron superar las jugadores para que recién en 2018 Chile puedan clasificarse a un Mundial. Muchas de las chicas trabajan y estudian, tienen un título o están en proceso, pero en algún momento tienen que parar un poco la pelota y pensar que van a hacer en el futuro, si seguir con su sueño detrás de la pelota y esperar a que algún día se dignen a pagar salarios o resignarse y dejar la redonda a un costado.