viernes, diciembre 27, 2024
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Messi y Ronaldo, afuera

Bárbara Fritzler

Aquellos que pensaban que era posible que un único jugador podía ganar todos los partidos de su equipo sin importar la actuación colectiva del mismo, se sorprenderán al ver hoy que tanto Cristiano Ronaldo como Lionel Messi se quedaron sin la posibilidad de consagrarse campeones del mundo.

Portugal, con una clasificación que terminó siendo casi tan agónica como la del seleccionado argentino, cayó hoy ante un fuerte Uruguay que cada vez se perfila más como un serio candidato. Si las expectativas en cuanto a lo que los lusos podían lograr en Rusia habían crecido, fue por las actuaciones superlativas del número 7 durante toda la fase de grupos, donde demostró ser un líder más que necesario. La figura del Real Madrid fue el goleador del equipo con 4 goles marcados, además de que hasta el momento de enfrentar a la Celeste sumaba 15 disparos al arco y había recibido 13 faltas de parte de sus rivales. Solo Neymar, de Brasil, ejecutó más remates al arco que él durante el Mundial (17).

Ronaldo tiene 33 años y Messi, 31. Ambos llegaban a Rusia dando la impresión de que esta sería la última Copa del Mundo en la que los aficionados podrían disfrutarlos en toda su plenitud. Aunque ambos jugadores se asemejan en la presión con la que cargan al ser considerados “los mejores”, las selecciones de Portugal y Argentina no tienen tantos parecidos, mucho menos en lo que se esperaba de ellas. Argentina, dos veces campeona del mundo y a pesar de su subcampeonato obtenido en Brasil 2014, no podía considerarse como un equipo candidato si se tenía en cuenta su actualidad. Pero su camiseta pesa. Y quizás por eso, después de un desfile de directores técnicos, distintas formaciones en todos los partidos, una dirigencia sospechosa y una clasificación complicada tanto en Eliminatorias como en Primera Ronda, era que todavía podía permitirse ilusiones ante Francia. En cambio, Portugal ponía todas sus fichas en Cristiano Ronaldo, a sabiendas de que es un jugador de esos que probablemente no volverán a tener en muchos años. En Argentina, una Generación Dorada encabezada por Messi parece llegar a su fin. En Portugal, Cristiano se juega sus últimas cartas.

El precio de ser el jugador distinto siempre es caro. Sienten, desde los medios y desde las tribunas, que tienen la obligación de demostrar todo el tiempo su grandeza. No obstante, es inevitable ponerle un freno al dramatismo. De los considerados los mejores jugadores de fútbol de la historia, solo dos han conseguido el máximo logro, y son Diego Armando Maradona y Pelé. Alfredo Di Stéfano y Johan Cruyff nunca se han consagrado campeones mundiales y sus nombres no brillan menos en la lista, porque sus carreras han demostrado que merecen ese reconocimiento. Y hay muchos otros grandes del deporte que han lamentado no llegar a esa gloria, nombrarlos llevaría todo el día. Quizás, a esta altura, lo que hay que preguntarse es si realmente cambiaría algo que Ronaldo y Messi ganen un Mundial. Los engrandecería, seguro. Pero por no ganarlo, ¿dejan de ser los mejores? ¿Lo necesitan para justificarse? Lo ganen o no, probablemente no cambiaría la opinión de nadie, los amen o los odien.

Hoy se despidieron dos figuras que incluso podían (y quién sabe si hasta soñaban) con cruzarse en Cuartos de Final. El fútbol y el destino no permitieron que se vean las caras. Del otro lado, Francia y Uruguay, que priorizan al equipo antes que las individualidades, se jugarán el pase a la semifinal.

Cuatro años (no) es poca cosa

Iván Lorenz @Ivanlorenz_

113 minutos jugados en el Maracaná. Centro al área. Control de pecho perfecto del número 19 alemán. Aún en el aire, Mario Götze, define cruzado. Sergio Romero sigue el recorrido del balón con la vista. La Brazuca se deja abrazar por la red. Una Argentina atónita. Lionel Messi y sus ojos posados en la Copa del Mundo que lo ve pasar. La ilusión del arranque hecha añicos. A pesar de los esfuerzos, la albiceleste no pudo contradecir a Gary Lineker. Ganaron los alemanes. Terminó el Mundial. ¿Y ahora qué?

El Mundial es cada cuatro años. ¿Sigue el entrenador? ¿Los jugadores? ¿Cómo se retoma a la vida normal? ¿Cuántos días faltan para el próximo? Alejandro Sabella renunció 16 días después de la final tras tres años al mando. Faltaban casi cuatro veces 365 días para la siguiente Copa del Mundo. Una ganga en términos vitales pero mucho tiempo para el fútbol argentino que atravesaría fuerte cambios.

Las aguas se enturbiaron un día después del adiós de Sabella. El 30 de Julio de 2014 falleció Julio Humberto Grondona, presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) desde el 6 de abril de 1979. Ni entrenador, ni presidente del órgano rector del fútbol nacional. Aparecerían los intérpretes: Gerardo Martino, como nuevo entrenador proveniente del Barcelona y Luis Segura como presidente interino de AFA (era el vicepresidente de Grondona).

Martino había firmado hasta el cierre de las Eliminatorias de Rusia 2018. Sus colaboradores: Elvio Paolorroso, el preparador físico, y Jorge Pautasso, el ayudante de campo. Dos Copas Américas, el desafío de clasificar al subcampeón al próximo Mundial y un proyecto con las juveniles de cara a Río 2016. El saldo final: 19 partidos ganados, 3 perdidos y 7 empatados.

El primer objetivo era la Copa América en 2015. Año en el que asumió como presidente de la Nación Mauricio Macri, quien será relevante más adelante. Finalistas otra vez. Segundo puesto, nuevamente. Los penales le dijeron que no a Argentina y que sí a Chile, dirigido por Jorge Sampaoli, otra presentación anticipada.

Habría elecciones en AFA a finales de año. 75 asambleístas. Sorpresivamente, se contabilizaron 76 votos. 38 para Luis Segura y 38 para Marcelo Tinelli. La Inspección General de Justicia (IGJ) aportó veedores a los comicios y estaba autorizada para verificar boletas y firmas, no para abrir los sobres. Detectó dos envoltorios con dos boletas por el mismo candidato. Al parecer, hubo una tercer doble elección que pasaron por alto y por eso los números no cerraron. Inexplicable. Las elecciones sin efecto. Ilegítimas.

Meses después, aún con Segura en el cargo de Viamonte 1366, llegaría la revancha de la albiceleste, la Copa América Centenario. Nuevamente una final con Chile. Otra vez los penales dijeron que no. Pero esta vez fue distinto. Messi erró el suyo -no había fallado ni contra Holanda en 2014, ni en la final anterior con Chile- y anunció su retiro de la Selección luego de volver a perder una final. Golpe fatal para el entrenador que renunciaría nueve días después.

Una final que casi no se juega. La FIFA había anunciado la intervención de la AFA a través de una Comisión Normalizadora para estabilizar la situación de la asociación sin fines de lucro. La jueza María Romilda Servini de Cubría había elevado un acta que desconocía lo dictaminado desde Zúrich. El motivo era que la jueza consideró una intromisión del ente regido por Gianni Infantino en las investigaciones de la IGJ sobre el uso del dinero de Fútbol Para Todos. La AFA corrió peligro de desafiliación con la FIFA.

Dos finales en dos años en la época Martino. Sin embargo, renunció ¿Raro? Faltaba alrededor de un mes para los Juegos Olímpicos de Río. ¿Renunció? Su proyecto de juveniles no prosperó. Los clubes no quisieron ceder a los jugadores y la AFA no estaba dispuesta a negociar. Boca dijo que permitiría ir a sus jugadores una vez finalizada su participación en la Libertadores (la final era siete días antes del inicio de los Juegos y el Xeneize llegó a semifinales); River no quiso ceder e Independiente, para no ser menos, hizo lo mismo. Se sumaron los clubes de Europa. Algunos de los futbolistas: Cristian Pavón (finalmente viajó), Paulo Dybala, Giovani Lo Celso, Manuel Lanzini.

Año 2016. El último sueldo cobrado por el Tata había sido en noviembre de 2015. Argentina debía afrontar los JJOO sin entrenador, una AFA en caos y clubes que no querían ceder a sus jugadores. Se instalaría el 21 de Julio la Comisión Regularizadora que designó como director técnico para los Juegos a Julio El Vasco Olarticoechea, Campeón del Mundo en 1986 y entrenador del seleccionado femenino argentino de ese entonces. El desorden institucional quedó reflejado en Río: afuera en fase de grupos.

La Comisión Normalizadora estaba compuesta por cuatro miembros: el presidente de Belgrano de Córdoba, Armando Pérez, como autoridad máxima; el secretario de Asuntos Legales e Internos de Boca Juniors, Javier Medín, como vicepresidente y, los otros dos integrantes, eran la abogada Carolina Cristinziano y el presidente del Consejo Federal en el marco AFA, Pablo Toviggino.

Fue la Comisión Normalizadora la que designó a Edgardo Bauza como entrenador de Argentina en reemplazo de Martino una vez finalizados los JJOO. Tomó el timón del barco albiceleste estando tercero en la clasificación y con la vuelta de un marinero de alto rango: la nueva edición de Lío Messi con el cabello platinado.

En octubre de 2016 tomaría protagonismo el presidente Macri, que decidió que el Estado no destinaría más dinero al fútbol. De esta manera se rescindió contrato y se habilitó la cesión de derechos de televisación a empresas privadas. La licitación sería obtenida por las empresas estadounidenses Fox y TNT Sports en 2017.

La Comisión presidida por Armando Pérez comenzó a perder fuerza. Uno de los motivos fue el cómo distribuir el dinero de Fútbol Para Todos (se hablaba de un monto total de 350 millones de pesos). Así fue como en octubre, dirigentes de la B Nacional, B Metropolitana y Primera presionaron para lograr la disolución del Comité y el llamado a elecciones al corto plazo. ¿A qué se debió la cohesión dirigencial? La deuda de AFA con los clubes que, a su vez, debían sueldos de sus jugadores. Se sumó la participación de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), que de la mano de su secretario Sergio Marchi, amenazó y cumplió en postergar el arranque del fútbol si la deuda no se saldaba.

No dio para más. Se disolvió la Comisión y hubo elecciones en AFA el 29 de marzo de 2017. De 43 votos, tres fueron en blanco y el resto, todos en favor del único candidato: Claudio El Chiqui Tapia, acompañado por Daniel Angelici, el primer vicepresidente y Hugo Moyano, el segundo. AFA volvía a tener un presidente electo.

Fue Tapia quien, a pesar de haber apoyado públicamente al Patón, lo removió del cargo a los casi diez días como presidente de AFA. Tres victorias, un empate y tres derrotas. Argentina quinto, en zona de repechaje, peligro de no clasificar al Mundial.

Todos los fusiles apuntaban a Jorge Sampaoli como nuevo entrenador de la Selección. El mismo que en 2015 había ganado la Copa América con Chile. El 1 de junio de 2017 se calzó el buzo del seleccionado y fue presentado como nuevo entrenador. Tapia, buscando generar una columna vertebral más firme para la AFA, empezó a tomar medidas pensando en el futuro del fútbol argentino. Así fue como el contrato de Sampaoli sería de 5 años. Así fue también como casi un mes después, en el Hotel Hilton de Puerto Madero, se realizó el lanzamiento de la Super Liga, aquella que había asomado tímidamente en las elecciones de 2015.

Conocida es la clasificación a Rusia sobre la hora. Tres goles del número 10 sacaron el pasaje de vuelo directo hacia el Mundial. A último minuto también fue el pasaje a Octavos, con una derecha de Marcos Rojo que estaba en el área, en una posición desubicada.

Pero el corazón no siempre todo lo puede. Francia acabó con el sueño mundialista de los argentinos. El juego se impuso al sentimiento. Una Argentina que empujó. El 3-4 final camufla el desarrollo del encuentro. Sin embargo, a pesar de que Les Bleus fueron superiores en lo futbolístico, el resultado sí refleja la entrega de los albicelestes.

Cuatro años en términos vitales no es mucho. Alrededor de 70 jugadores se pusieron la celeste y blanca desde el 2014 hasta hoy. Cuatro partidos tampoco es mucho. Sí lo es para el fútbol argentino. Una fase de grupos en la que se habló de un Golpe de Estado de los jugadores. Nunca se repitió equipo. Cambios de esquema. Línea de tres, de cuatro. Con un 9, con falso 9. Improvisación. Un plantel armado para el 10, no encontró cómodo al capitán de la Selección. Messi, algo perdido, irreconocible, un planteo que no lo ayudó. Los audios de WhatsApp y los rumores, como el golpe de Pavón a Mascherano, circularon más que la pelota entre los mediocampistas y delanteros argentinos.

Sampaoli firmó por cinco años y dijo en rueda de prensa que no evalúa dar un paso al costado a pesar de haber caído en Octavos. El 10 de Francia, Kylian Mbappé, incontrolable para los argentinos que lo verían festejar en dos ocasiones y caer para que el juez sancione penal en favor de los francos. Otra vez faltan casi 4 veces 365 días para el próximo sueño mundialista. El sueño Rusia 2018 terminó. ¿Y ahora qué?

Foto: SERGEI GRITS AP

Impostergable: los desafíos deben transformarse en acción

Joaquín Arias

Como si se tratase de una paradoja o una señal del destino, el partido que enterró todos los sueños –quimeras tal vez- de la Selección Argentina en Rusia 2018 tuvo las mismas características que el ciclo que imperó todos estos últimos años: cambiante, desordenado y en el que la jerarquía individual -Mbappé, Pavard, Di María- eclipsó desajustes estructurales.

Duele, duele mucho, pensar que un país con tantas carencias va a tener que seguir escuchando de fondo esa voz caribeña de Nicky Jam cuando la odisea ya no es tal.“Imaginábamos que Argentina iba a llegar mucho más lejos que dónde llegó”, cuenta Jorge Sampaoli,que por segunda Copa del Mundo consecutiva cae en octavos de final. “Imaginábamos”, una palabra que, mientras el terreno sea mutante e impredecible, va a estar más asociada a la ilusión que a lo probable.

El final de la película fue triste. No fue humillante, ni escandaloso. Quizá la imagen más decepcionante haya sido la de Nicolás Otamendi impactando con un pelotazo visceral a Paul Pogba cuando este ya estaba relamido en el césped de Kazán. Un halo de impotencia en un equipo cuya búsqueda y ambición fue tan incesante como rescatable.

Eliminados, ¿y ahora? El fin de ciclo de ese caudillo que fue directo a morir y que lo hizo entregando todo su potencial ya es una realidad. Javier Mascherano lo admite con un tono desgarrador que emociona. Sin embargo, aunque cueste creer que la camiseta celeste y blanca con el número 14 en la espalda tendrá estampado otro apellido, la selección continuará existiendo. No sobreviviendo.

¿Deshacer todo o construir sobre la escasa tierra firme que hay? asoma como uno de los interrogantes centrales del seleccionado nacional y de toda la estructura que lo envuelve. Línea de trabajo definida e inversión y dedicación sostenida en los conjuntos juveniles -esos que en unos años pueden transformar quimeras en sueños- son las prioridades que no se pueden postergar más. Delinear una idea y que todas las decisiones sean consecuentes con ella. Una autocrítica feroz y muchos diagnósticos hechos con los ojos abiertos se deben realizar con urgencia. Es el momento. Ahora. Porque Argentina hace rato se fue eliminando sola y el cúmulo de desafíos, de una vez por todas, debe transformarse en acción.

Foto: FIFA

Selección Argentina: ¿final de una generación?

Franco Mazzitelli

De julio de 2003, a junio de 2018; del juvenil vigor, al temple de la experiencia, al indiscutido, y a ser promesa cumplida. Del horizonte que asoma, al sol que se esconde; del principio al final. Javier Mascherano sintetizó el entusiasmo, la esperanza, la desilusión y el adiós en una frase: “Se terminó toda esta historia, dimos todo hasta el final”, dijo luego de la eliminación ante Francia. Él, un símbolo, abre esa puerta, por la que entró de la mano de Marcelo Bielsa, y se va, bañado en aplausos. Masche abre la puerta, también abre el interrogante: ¿cuánto lo acompañarán en el camino del adiós?

Con Rusia 2018 se despide una generación que parecía eterna, con algunos jugadores con más de diez años de trayectoria internacional: el fin del Mundial también fue el de la última camada exitosa de las juveniles argentinas, la de los últimos pibes de oro de Francisco Ferraro y Hugo Tocalli, que alcanzó la cima en 2005 y 2007, y empezó a pisar fuerte en la selección mayor a partir de 2008. Y fue posible gracias a la semilla que, años antes, plantó José Pekerman: los títulos mundiales en 1997 y 2001, con jugadores de una clase notable, y una ordenada estructura en juveniles, permitieron que Argentina se convirtiera en una potencia. Y en 2005, cuando la Copa Mundial sub 20 se disputó en Holanda, la selección vió el esplendor de varios jugadores que luego, por mucho tiempo, vestirían la camiseta de la mayor.

El equipo de Ferraro encontró en Lionel Messi a su guía y goleador, y en Lucas Biglia, Fernando Gago, Pablo Zabaleta las figuras del mediocampo y la defensa. Sería, como para darle dramatismo a la historia, una derrota el primer resultado de aquel Mundial -el debut fue con caída ante Estados Unidos-, pero el equipo se recuperó venciendo a Egipto 2-0 -goles de Zabaleta y Messi- y a Alemania 1-0 -Neri Cardozo-, luego despachó a Colombia, a España y a Brasil, y superó a Nigeria en la final. Era figura, y ya apuntaban los flashes al actual máximo goleador en la historia del seleccionado -65 goles, siendo también el 3º jugador con más presencias, entre 3 Copas América y 4 Mundiales-, que levantó la Copa junto a otros futuros habitué de la mayor: Biglia -58 partidos, repartidos entre eliminatorias, 3 Copas América y los Mundiales 2014 y 2018-, Zabaleta -44 partidos, entre eliminatorias, 2 Copas América y el Mundial 2014-, Agüero -87 partidos y 39 goles, entre eliminatorias, 3 Mundiales, y 3 Copas América, siendo el tercer máximo goleador histórico- y Gago -61 encuentros, entre eliminatorias, 3 Copas América y el Mundial 2014-.

La mayor, para Messi y Zabaleta, llegó en 2005, en 2006 para Agüero, y en 2007 para Gago. 2007, justamente, el año en el que otros pilares de la actual selección se mostraron por primera vez ante el mundo: el equipo de Hugo Tocalli se paseó por Canadá, y ganó invicto el Mundial sub 20, el 6º para Argentina, hasta ahora el último conseguido. Aquella selección fue guiada por los goles de Agüero, el fútbol de Ángel Di María y Ever Banega, y las atajadas de un por entonces desconocido Sergio Romero. Con el tiempo, los tres llegarían a la mayor para quedarse: Banega debutó en 2008, y desde entonces jugó 65 partidos -eliminatorias, tres Copas América, Mundial 2018-, Di María se estrenó en el mismo año, y llegó a ser, con 95, el 7º jugador con más partidos en la selección -Mundiales 2010, 2014 y 2018 y 3 Copas América-, y Romero se tornó inamovible, defendiendo el arco 94 veces desde 2009, siendo el arquero que más encuentros disputó con el buzo argentino.

Todos los nombrados anteriormente formaron parte del plantel que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 con Sergio Batista como DT, y Javier Mascherano y Juan Román Riquelme como jugadores más experimentados. Con la conquista del oro llegaron, entre 2009 y 2011, más jugadores que durarían mucho: el 2009 vio los estrenos de Gonzalo Higuaín -73 partidos, tres Copas América y tres Mundiales- y Nicolás Otamendi -55 partidos, tres Copas América y dos Mundiales-, y en 2011 llegó el de Marcos Rojo -57 partidos, dos Mundiales y tres Copas América-. Mascherano, además, se volvió capitán y patrón, y se transformó en el argentino con más partidos en la selección -147, entre eliminatorias, 4 Mundiales, 5 Copas América y 2 Juegos Olímpicos-.

El 2018 tomó, con una camada de tantos años, al seleccionado argentino como el segundo -solo detrás de Panamá- con mayor promedio de edad en el Mundial de Rusia: de los 23 seleccionados, 16 superaban los 28 años. Y la debacle organizativa de los seleccionados juveniles, con pobres actuaciones en campeonatos mundiales -no clasificó al 2013, en 2015 y 2017 fue eliminada en primera ronda- y Juegos Olímpicos -no clasificó a Londres 2012, afuera en primera ronda de Río 2016-, nos lleva a preguntas inevitables: ¿sufrirá el recambio la selección? ¿Cuánto tardará la mayor en recomponerse, con el adiós de esta generación? Mascherano, mientras tanto, fue el primero en despedirse, el primero de una camada que vivió sus días entre ser golpeada, abrazada, criticada, resistida, aclamada y llorada. Determinarán los años su verdadero valor: sólo el tiempo podrá ser juez. Ya lo dijo Masche: “El tiempo pone las cosas en su lugar”.

El Mundial que no fue

Daniela Simón @DanielaaSimon

“Leo, nuestra relación no puede terminar acá. No nos podemos despedir así, en este lugar, en este momento. Sé que hubo momentos duros, en los que nada salió, en los que gritamos fuerte para no llorar. Si lo necesitás, te digo, tomate un tiempo”.

La Selección Argentina debió viajar más de 800 kilómetros para disputar los octavos de final en una cálida Kazán. La ciudad fue conquistada, al igual que Siberia, por Iván el Terrible, el primer zar ruso. Su reinado duró casi cuarenta años e implantó el régimen del terror en la población. El mismo terror que cultivó cada subida Mbappé que culminaron en una eliminación argentina. Los por qué, desde lo futbolístico, se vislumbran en lo que hizo el rival para apagar a Messi: Francia tomó nota del encuentro que había jugado Lionel Messi ante Nigeria, tapó a sus abastecedores de juego y pase, Éver Banega y Enzo Pérez, y Kanté fue una sombra constante e insoportable para el capitán.

Pero, al tomar como antecedente a las últimas caídas de la Selección, de seguro seguiremos llenando una mochila que Messi lleva a cuestas, con sus presiones, sus comparaciones y nuestras penurias.

Argentina recuerda entre sollozos de alegría los seleccionados juveniles, y cruza los dedos por un Messi goleador y ganador como en Mundial Sub 20 de 2005. Y no encuentra respuestas a lo que pasó después. En el Mundial 2006, el 10 jugó poco, o no tanto como a los hinchas (del fútbol) les habría gustado. Escuetos minutos y un partido de titular valieron para unos pocos firuletes y no mucho más.

La cita de 2010 era tener en cancha a dos glorias: Messi y Maradona. Uno en el banco y otro en la cancha, maestro y aprendiz. Pero, las ínfulas de grandeza, de demostrar que el mejor es argentino, que Messi es más o menos que Maradona, Di Stefano o cualquiera, es llenar de adoquines esa mochila que empezó a crecer y que nunca se vacía.

La ilusión desborda el alma cuando la TV muestra los compactos de lo que Messi hace en Barcelona. Sospechando que se puede tomar con pinzas al Messi blaugrana y ponerlo en el campo argentino, como si de un videojuego se tratara. Para que haga exactamente lo mismo.

Pero cuando todo parece indicar que sí, que lo hace, porque en la fase de grupos del Mundial 2014 fue elegido figura en los primeros partidos, aparecen otros fantasmas que se inyectan en la médula. Vuelven las críticas incluso cuando todo parece bien, cuando el equipo clasificó a cuartos o a la final. Incluso ahí, el afán por criticar es más fuerte. Si no fue ese, no será ninguno.

Las aguas se calman en la tempestad y a la orilla llegan las Eliminatorias y de vuelta a decir que sí, que Argentina va a ser campeón porque tiene a Messi. A pesar de que haya una AFA estropeada, unas inferiores que no tienen entrenador y un fútbol argentino que perdió el timón hace rato. Y cuando se complican las Eliminatorias, a colgar de la soga de vuelta al pibe que juega por la camiseta.

Somos así de cambiantes e infieles.

Y sí, quizás los hinchas, propios y ajenos, y hasta él mismo creía que 2018 era su año, por su madurez. Pero, con soberbia y autoridad, seguimos cargando de piedras un camino que se vuelve inhumano, y le pegamos en el piso al que recién está caído, y el árbitro nos debiera sacar roja. Le gritamos que no siente la camiseta, que camina, que no corre. Que no canta el himno, que mira para abajo, que no besa el escudo, que vivió siempre en España, que no jugó en el fútbol argentino, que no la pide, que no gambetea, que no tira buenos centros, que no habla con los periodistas, que renuncia, que no, que vení, que quedate, que no te podés ir, que volvió y no juega, que se lesiona, que no es líder, que maneja el equipo, que pide jugadores, que no pide, que hable, que no habla, que basta.

Y quizás hoy no nos amonesten por criticar a Messi, y sea por criticar a cualquier otro, a Sampaoli, a Agüero o al utilero. Porque buscamos explicación a preguntas que no querríamos hacernos nunca. Quizás sea que no hablamos ya de fútbol, sino de a ver quien le podemos pegar más.

Rusia 2018, puede ser el final de un capítulo triste, y que el cuento tenga otro desenlace. Messi puede escribir un quinto capítulo, con un fútbol más ordenado, un periodismo y una hinchada que tire para el mismo lado, para allá para Qatar 2022. Y tendrá 35 años, y quizás sea ese, y si no es, no hay nada que reprochar. Qedará en la memoria, haber visto jugar a Lionel Messi, tantas veces, con la camiseta argentina.

Foto: FIFA

Argentina y una monotonía que no logró superar ante Francia

Julián Rozencwaig

El inicio de la fase final ilusionaba al plantel y a los hinchas argentinos con el punto de inflexión que suponía haber vencido a Nigeria sobre el final de la tercera jornada del grupo. Sin embargo, el enfrentamiento ante Francia fuela cara que expresó durante todo el Mundial: control de la pelota monótono, pero falta de juego.Pese al 59% de la tenencia albiceleste, el conjunto europeo logró 100% de efectividad y dejó afuera al conjunto dirigido porJorge Sampaoli, que igualmenteno se quedó atrás y consiguió jugar de igual a igual.

De cuatro disparos dirigidos al arco, tres fueron convertidos por Ángel Di María-en un tramo de partido impensado debido a la escasa profundidad que generaba grupalmente-, Gabriel Mercado y Sergio Agüero, quienes cerraron un 35% de eficacia en cuatro encuentros disputados -de 17 situaciones totales, 6 finalizaron en gol-.

La verticalidad para lastimar a los jugadores comandados porDidier Deschampsescaseó al igual que en el encuentro del 16 de junio frente a Islandia en adelante.Pases horizontales que no desequilibraron, pese al 85% de toques completos en la totalidad de la Copa del Mundo, mayoría de eso queJosep Guardiola, entrenador de Manchester City, denomina tiki-taka:“Pasarse el balón por pasárselo, sin intención ni agresividad”.

Los datos se asemejan a la derrota contra Croacia, que fue el partido en el que más sufrió junto al 4 a 3 del equipo galo al que le bastó con sociedades entre Antoine Griezmann, Paul Pogba, N´Golo Kanté, Olivier Giroud y Kylian Mbappé, quien explotó su habilidad ante los desajustes contrarios. Y, si en algún período del partido no alcanzaba con su esquema ofensivo, Benjamin Pavard, desde su franja derecha, compareció para clavar un derechazo en el ángulo derecho de Franco Armani.

Lionel Messi se acomodó en la mitad de la cancha para ofrecer opción de pase luego del primer gol francés cuando, previo a la contienda, fue ubicado como falso nueve. Posiblemente, el entrenador haya explicado indirectamente el porqué en la conferencia de prensa aludiendo a que los jugadores“son los que proyectan dentro del campo de juego”.

Se despidió de Rusia una Selección Argentina que nunca encontró su ideal ni los medios para aplastar al rival pero sí afrontó las adversidades-en el 2 a 1 ante Nigeria supo levantarse del penal en contra-. El combinado africano, su victoria frente a Islandia y la posterior victoria argentina fueron un atisbo de esperanza para estageneración de futbolistas que no soportó la falta de un proyecto insoslayable para abordar una Copa del Mundo pero imposible de gestar bajo los conflictos dirigenciales: el 38 a 38, la Comisión Normalizadora y otras divergencias como el paso de tres entrenadores son causas determinantes para el desempeño futbolístico.

La próxima Copa del Mundo

Tatiana Milani @TatMilani

Después de la derrota varios hinchas argentinos se preguntarán cuánto falta para poder disfrutar otra vez un Mundial. El próximo será en Qatar durante el 2022, pero que se queden tranquilos que, en realidad, solamente hay que esperar menos de un año para disfrutar de otro.

Del 7 de junio al 7 de julio de 2019 se disputará otro torneo de este estilo, pero esta vez la sede será Francia y quienes jugarán serán las futbolistas de cada selección nacional clasificada.

De este participarán 24 equipos divididos en seis grupos de cuatro integrantes cada uno. Se enfrentarán en un sistema de todos contra todos y los dos primeros de cada zona pasarán a octavos de final junto con los cuatro mejores terceros. Los partidos estarán distribuidos en nueve sedes del territorio francés (Lyon, Grenoble, Le Havre, Montpellier, Niza, París, Reims, Rennes y Valenciennes).

Hasta el día de hoy solo diez conjuntos están clasificados al mayor torneo de este deporte. El primero que está adentro es Francia ya que es el país local. Luego, por el lado de Asia, se encuentran Australia, Tailandia, Japón y China tras quedar primeros en cada uno de sus grupos de la Copa Asiática. Pero, también, está Corea del Sur debido a que ganó el encuentro entre los dos mejores terceros frente a Filipinas.

Además quienes ya sacaron pasaje para el viejo continente desde Sudamérica son Brasil y Chile por haber salido primero y segundo, respectivamente, en la Copa América disputada este año. Argentina al terminar tercera espera para jugar el repechaje contra el cuarto de la Copa de Oro de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (CONCACAF) que se disputará del 4 al 17 de octubre de este año y solamente viajarán quienes integren el podio de los tres mejores.

Por el lado de la Confederación Africana de Fútbol (CAF) se descubrirán sus participantes luego de que se lleven a cabo la Copa Africana entre el 17 de noviembre y el 1° de diciembre del 2018 y serán los mejores tres quienes viajen a Francia.

De Oceanía, primero tienen que pasar una ronda preliminar del 25 al 31 de agosto en Fiji, para que queden ocho equipos que integren la Copa de Naciones Femenina de la Confederación de Fútbol de Oceanía (OFC) y su campeón sea quien se traslade a Europa.

Por los lugares de este último continente mencionado los países se encuentran disputando una liguilla donde están divididos en siete agrupaciones de cinco integrantes cada una. Quienes estén en el torneo serán aquellos que ganen la zona, pero, también, los cuatro mejores segundos de aquellos grupos deberán enfrentarse en una especie de semifinal y final por los dos últimos lugares del Mundial. Al día de hoy todavía quedan dos fechas a disputarse, sin embargo España e Italia con la cantidad de puntos cosechados ya están dentro del Mundial.

Mientras lloramos por la eliminación de Argentina en Rusia 2018 esperamos, a 342 días del pitido inicial, el otro Mundial más cercano que Qatar 2022. Francia 2019 tendrá como protagonistas a las mujeres y nuestro país está a la espera de su clasificación.

El joven verdugo de Argentina

Joaquín Grasso

Gambeta envidiable para eludir las marcas argentinas. Velocidad con –y sin- la pelota en sus pies para pasar por encima cuanto marcador tenga en su camino. Implacable cada vez que situó su mirada frente al arco rival. Pensante, y muy preciso, a la hora de distribuir el juego. El delantero Kylian Mbappé hizo añicos las esperanzas de la Selección Argentina y la eliminó los octavos de final del Campeonato Mundial de Rusia 2018.

Con tan solo 19 años y 6 meses, la joven estrella del Paris Saint Germain tuvo su tarde soñada sobre el verde césped del Kazán Arena. Desde el inicio del encuentro exhibió todo su repertorio futbolístico. Francia lo usufructuó. Argentina lo padeció.

12 minutos del primer tiempo. Un desacierto en el ataque albiceleste suscitó la réplica gala. Mbappé arrancó desde su campo con la Telstar 18 pegada a su empeine derecho. A tranco largo les sacó varios metros a sus perseguidores. La defensa nacional se replegó. El joven siguió, imparable, y se adentró en el área. Marcos Rojo lo sujetó. Y el iraní Alireza Faghanidecretó penal que, segundos después, Antoine Griezmann transformó en gol. Las cámaras siguieron al 7 pero es toda del 10.

Luego de esa notable galopada, la incidencia del extremo en el frente de ataque fue amainando. Tan solo un puñado de apiladas sobre el andarivel derecho. Algunos minutos de pasividad de Les Bleus generaron que los dirigidos por Jorge Sampaoli se repusieran y lograran dar vuelta el marcador con los goles de Ángel Di María y Gabriel Mercado. Pero la euforia no duró mucho tiempo ya que Benjamin Pavard, con un excelso remate, igualó los trámites. El choque decisivo estaba 2-2 y Francia necesitaba más participación de su estrella. Ante esto, Mbappé respondió el llamado de auxilio y volvió a ser determinante.

En una ráfaga de cuatro minutos, expuso su notable eficacia frente a los tres palos al convertir dos goles y alivió la tensión de los europeos. El primero, a los 64, tras una pelota que quedó boyando en el área. La controló. Sorteó la marea de piernas argentinas y, de zurda, puso el 3-2. El segundo, a los 68, un contraataque comandado por Griezmann encontró refugio en el exquisito botín derecho del 10 que, fuerte y esquinado, selló el 4-2.

A los 89, bajo una lluvia de aplausos, salió reemplazado por Nabil Fekir. El gol de Sergio Agüero en el ocaso del duelo pudo opacar la notable actuación de Kylian Mbappé. Fin del show. Su madre argelina y su padre camerunés estarán orgullosos del desempeño de su hijo con la camiseta francesa.

El iraní que priorizó la salud de su madre y renunció a su Selección

Joaquín Grasso

Representar a los colores de su país debe ser considerada como una de las mayores satisfacciones que un futbolista pueda tener a lo largo de su carrera. Un premio al esfuerzo. Un honor que solo muy pocos agraciados pueden disfrutar. Y si a eso se le añade estar en la lista de convocados para un Campeonato Mundial y defender los colores de su bandera, la alegría viene en partida doble.

Sin embargo, el fútbol, el deporte más popular del mundo, no deja de ser eso: un deporte. El exitismo del hincha, la delgada línea entre la victoria y el fracaso –como suelen denominar a la derrota-, genera una presión adicional en el jugador que, al final de cuentas, simplemente hace su trabajo. Los estados de ánimo de millones de personas dependen única y exclusivamente del resultado de un partido y, ante esto, condicionan a los once individuos que se desempeñan dentro del campo de juego. La valoración de un futbolista varía entre el triunfo, cuando te consideran el mejor de todos, y la pérdida, cuando te acusan de ser el peor ser humano que ha pateado una pelota.

“Mi madre ha superado una seria enfermedad y estaba feliz, pero desgraciadamente, por la falta de amabilidad de algunas personas y por los insultos que yo y mi equipo hemos recibido, de ninguna manera merecidos, su enfermedad ha empeorado. Esto me ha puesto en una posición difícil en la cual tengo que elegir entre una cosa y la otra, y elijo a mi madre”. Con estas palabras, Sardar Azmoun, la estrella de la Selección de Irán, con tan solo 23 años, anunció su retiro del combinado nacional. Los asiáticos fueron eliminados del certamen en primera ronda tras cosechar una victoria ante Marruecos, un empate ante Portugal y una derrota ante España, sus rivales del Grupo B; y el principal apuntado fue el Messi iraní, como lo apodan en sus tierras.

La resolución de Azmoun generó una enorme conmoción en su patria. Los medios de comunicación iraníes lo situaban como el sucesor del atacante Ali Daei, máximo goleador de la historia de los Príncipes de Persia. “Jugar en el combinado nacional ha sido un gran honor para mí y estaré orgulloso de ello hasta el final de mis días. Desgraciadamente he tenido que tomar la decisión de decir adiós a la selección”, aseguró.

Luego de 36 encuentros y 23 goles marcados con la camiseta blanquirroja, Sardar Azmoun priorizó el estado de salud de su ser querido, entendió que el fútbol simplemente es un juego y le dijo adiós a su seleccionado.

Abreu, un loco lleno de historias

Facundo Catalini @FacuCatalini

El 17 de octubre de 1976 llegó al mundo desde Minas, Uruguay, Sebastián Washington Abreu. Debutó en 1994 y, a partir de allí, empezó una carrera de locos. Pasó por 27 equiposdiferentes en 11 países (superó a los 25 clubes en los que pasó el exarquero alemán, Lutz Pfannenstiel). Dos mundiales con su selección (Corea-Japón 2002 y Sudáfrica 2010). Se dio el lujo de pisar una cancha en cinco de los continentes y anotó más de 400 goles. Tres historias del loco que trotó, trota y ¿seguirá trotando? por el mundo.

Los penales, Panenka y Ghana

Eurocopa 1976. Checoslovaquia y Alemania Federal llegaron a la final que terminó empatada en dos goles para cada uno y fueron a penales. El encargado del último tiro era Antonín Panenka. Agarró la pelota, tomó carrera, miró que el arquero, Sepp Maier, se jugó para su palo izquierdo, y con la punta de su pie acarició la parte inferior de la pelota para marcar un gol de vaselina. Para hacer el gol a lo Panenka. Sudáfrica 2010, 34 años después. Ghana y Uruguayse enfrentaron por los cuartos de final de la primera Copa del Mundo disputada en África. Todo el continente africano haciendo fuerzas para que Uruguay no ganara. Partido empatado en uno. Penales. Misma historia que en 1976, pero esta vez es Sebastián Abreu quien pidió ser el del penal definitorio. Agarró la pelota, tomó carrera y cuando vio que el arquero ghanés, Richard Kingson, se jugó hacía un palo, el loco la empaló y le dio la clasificación a las semifinales a tres millones de uruguayos que estaban a sus pies. Pero no hay loco que no tenga su curiosidad. Un día antes de la eliminatoria, el Maestro Oscar Tabárez les hizo hacer una tanda de penales a sus jugadores. Tres cada uno. Abreu erró los tres –dos por arriba del travesaño y uno picándola- en ese entrenamiento. Hecho que sorprendió a sus compañeros, tanto es así que Sebastián Eguren, le dijo: “Papote, vamo’ arriba que capaz mañana te necesitamos, ¡eh!” y el loco, ni lerdo ni perezoso, le contestó: “Mañana definimos en el quinto penal, pateo yo con el sello de la casa. Estate tranquilo”. ¿No hay loco que no tenga suerte? Y la parte más divertida de esta historia se dio apenas minutos antes de ese penal definitivo. Costumbre futbolera en la tanda de penales: ir todos a la mitad de la cancha a abrazarse y esperar que el compañero meta el gol y que el arquero ataje. En ese lapso, Abreu le insistía al compañero que tenía al lado, Jorge Fucile: “Fuchi, ¿se está jugando antes el arquero, no?” y el central respondió: “Sí, Loco”. Buscando un aliado para poder llevar a cabo su idea, Abreu insistió dos veces más: “Fuchi, ¿el arquero se está jugando antes, no?”, pregunta que llevó a Fucile a contestarle por última vez: “Sí, Loco. Picala y no rompas más los huevos.

El número 13

No tengo cábalas, tengo tradiciones. Está mi santuario, que es la camiseta que llevo abajo, para que me acompañen mis seres queridos. Después, voy en contra de cierta lógica: uso la 13 que nadie quiere, entro al campo con el pie izquierdo en vez del derecho”. En clubes o en la selección, para él, el número 13 no es de mala suerte como le parece a la gente común. Para él, el 13 es su número. El gusto por este “controvertido” viene por Fabián O’Neill, uno de sus grandes ídolos de su Nacional querido. Pero tuvo excepciones en algunos de sus tantos clubes en los que no lo pudo usar. Cuando debutó a los 18 años en el Defensor Sporting uruguayo, en la espalda de podría estar cualquier número, ya que por reglamentación los titulares debían tener del 1 al 11 y los suplentes del 12 al 18. En España, el número 13 lo utiliza obligatoriamente el arquero. En su paso por la Real Sociedad, el Loco ya estaba acostumbrado a que ese número esté en su espalda. Ya era una obsesión. Por lo que derivó a que el utilero del club, Michelo, le dijera: “Chaval, tengo la solución, vas a jugar con la 18, pero como el 8 son dos tres, le meto una línea blanca fina en el medio y nadie se dará cuenta. Para el de afuera eres el 18, para nosotros, el 13”. Y así fue, rayita al medio y las 13 camuflada para Abreu. En el Santa Tecla del fútbol de El Salvador, las pandillas “La Mara Salvatrucha (MS-13)” y su rival “El barrio 18”, utilizan los dígitos para marcar sus territorios, haciendo que equipos de primera y de segunda división los quitaran por precaución. Esa vez no pudo ser el 13, ni el 18 camuflado. El loco optó por el número –el que debería ser el adecuado para él- 22. En el Bangú de Brasil, le sumó un 1 al 13. Se formó el 113. Exactamente, en 2017, el club brasilero cumplía esa cantidad de años y el Loco le hizo el honor a su nuevo equipo y se clavó ese número en la espalda. Una rareza para muchos, algo común para Sebastián. “¿Usas el 13 para otras cosas de tu vida? ‘Para todo. Cuando estoy por comprar un auto, hablo con el de las patentes, y espero que llegue al 13. Mi patente actual no sólo termina en 13, sino que la suma total da 13. Me pasé un poco, ¿no? Ya entré en terreno de obsesiones. Mis números de teléfono tienen el 13’”. Pregunta 35 del 100×100 del periodista, Diego Borinsky, en la revista El Gráfico en el año 2013.Hay un bonus track en la selección. Siempre usó la 13 en la celeste, pero el día que se retiró, el que heredó la casaca sagrada fue Luis Suárez. “Cuando dejó la selección, tuve la ocasión de lucir el dorsal número 13 en su honor. No obstante, después de seis meses luciendo ese dorsal, decidí cambiar de número ya que no marcaba ni un gol. Me puse el dorsal número 9 y a partir de ahí empecé a marcar. Era una camiseta maldita”, comentó el pistolero en una entrevista. El 13, solo de Abreu.

El básquet y el periodismo

De pibe, cuando el cuerpo se lo permitía, jugaba al fútbol, al básquet y trabajaba como redactor en el diario “El Serrano”.Con su altura andaba bien en el deporte de Michael Jordan. A la edad de Sub-16, se fue de la concentración de la selección uruguaya juvenil a un bar con un compañero. Llegaron tarde y el castigo fue el recorte a ser seleccionado. Una curiosidad es que solamente recortaron a uno y lo más gracioso es que Abreu, al momento de la decisión del entrenador, pensó en su cabeza: “Pobre pibe, la próxima será”. Segundos después, el entrenador dijo: “Sebastián Abreu, afuera”, el bar y el recorte que lo llevaron definitivamente al fútbol. Pero antes de este suceso, existió una locura de las suyas. En el diario donde él trabajaba, un encargo fue cubrir el partido en el cual participaba. Tenía que entrevistar a la figura de la cancha. “Yo había sido la figura, metí como 50 puntos”, dijo en una entrevista en El Gráfico. Sí, como se imagina. Terminó el partido, se autoproclamó la figura de la cancha y en la vuelta a su casa se entrevistó a él mismo. “¿Qué te dijo tu jefe cuando presentaste una nota a Abreu firmada por Abreu? ‘Nada, porque la entregué a las 2 de la mañana y fue derecho a la imprenta. El partido terminó a las 11 de la noche, fui a mi casa, me fui haciendo las preguntas en el viaje, lo pasé en limpio en la vieja máquina de escribir, y a la imprenta. Al otro día me llamó el director’. “Nota a Sebastián Abreu firmada por Sebastián Abreu no va, la próxima vez pídale a un compañero que le haga la nota o no firme, para que quede creíble”. Pregunta 25 del 100×100 de Diego Borinsky en la revista El Gráfico.

Genera alegría y contagia humildad. Es amigo de Guardiola y del mundo. Enemigo de nadie. Mate, fútbol y candombe: uruguayo autentico. Él es Sebastián Washington Abreu, el trotamundos.