lunes, diciembre 30, 2024
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Un Mundial con olor a dinero y sangre

Por Matías Cavallero

Como siempre sucede en estos casos, el colectivo se prepara. Hinchas y jugadores se ponen a punto para volver a soñar, pero aún faltará un largo trecho para siquiera poner un pie en el estrafalario destino al que emigrará el deseo de coronarse mundialmente. Si todo sale bien en las instancias previas, Qatar se rendirá a los pies de uno de los mejores jugadores de la historia, que de darse la lógica, buscará con 35 años su última (y su única) posibilidad de levantar la Copa. Aquella que Diego supo admirar y sostener entre sus manos tras la gesta en México ’86.

Sin embargo, Lionel Messi no podrá formar parte del primer paso en la clasificación al Mundial 2022: aún debe cumplir su sanción correspondiente al encuentro ante Chile por la Copa América del año pasado, por lo que la presentación del seleccionado argentino ante su público en el Monumental, cuando enfrente el 26 de marzo a Ecuador, será sin su emblema. Leo recién podría retornar ante Bolivia en La Paz, cinco días después. Para la organización que nuclea el fútbol sudamericano, la presencia del delantero en las eliminatorias acarrea un recuerdo vívido de lo ocurrido en Brasil hace tan solo ocho meses. Tras la derrota de Argentina por 2-0 ante los anfitriones por las semifinales de la copa continental, la polémica se instaló por dos claros penales no cobrados a favor de la Selección. Messi, aturdido por los graves errores arbitrales, había decidido hablar en zona mixta: “Ojalá la Conmebol haga algo, aunque no creo que haga nada porque Brasil maneja todo. No tenemos que ser parte de esta corrupción”. Pues bien, aquellas acusaciones del astro rosarino, que le habían valido en primera instancia una suspensión de tres meses en todos los partidos con la Albiceleste, resonaron en todo el ambiente del fútbol, podrido de raíz. Y el último torneo que el crack del Barcelona podría disputar con la celeste y blanca está repleto de sospechas aún peores que las que revistieron a la competición que, según Leo, estaba “armada para Brasil”.

El 2 de diciembre de 2010, el Comité Ejecutivo de la FIFA se reunió en Zúrich para elegir al país que funcionaría como sede para la Copa del Mundo de 2022. Con Joseph Blatter como mandamás de la entidad que conduce el deporte rey, la decisión de los dirigentes de escoger a Qatar por encima de países más preparados para albergar una competición de alto calibre, como Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y Australia sorprendió a propios y a extraños. Las condiciones climáticas, la infraestructura que debía desarrollarse con velocidad y el poco espíritu futbolero que irradiaba la nación asiática hacían pensar que la alternativa no proliferaría. De todos modos, un actor fundamental y cada vez más familiar volvió a ser clave: los petrodólares. Esta fuente de energía (y de recursos) inyectó de billetes un estado que se jacta de ser rico. Hizo falta poco tiempo para que comenzaran a surgir las dudas y las propuestas de los jeques a altos dirigentes de la federación con sede en Suiza, con la participación de intermediarios de renombre. La burbuja perfecta que se había creado explotó con el FIFA Gate y las acusaciones sobre lavado de dinero, corrupción y sobornos.

Entre otras cuestiones, las primeras alarmas sonaron cuando el periódico inglés The Times descubrió que a las negociaciones de FIFA con Al Jazeera, principal cadena de televisión árabe que cuenta con retransmisiones en occidente, por los derechos de transmisión por el Mundial, se le añadió un bono de 100 millones de dólares que se liquidaría en el caso de que Qatar fuese electo como anfitrión del mismo. La casualidad (o no tanto) da cuenta de que el dueño de Al Jazeera es el emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, que también aseguró el pago de otros 480 millones unos años después, durante las investigaciones por este caso. En el proceso judicial, varios de los presidentes de las federaciones sudamericanas que acabarían tras las rejas, como es el caso de Luis Bedoya, de Colombia, aseguraron que tuvieron contactos con empresarios qataríes que les ofrecieron apoyarlos por medio del voto a cambio de altas sumas de dinero, que rondaban el millón de dólares. En las operaciones también participaban negociadores argentinos, como Mariano Jinkis, CEO de una compañía que también se dedicaba a la reventa de derechos televisivos.

Hasta los altos mandos de los países participaban del entramado de corrupción y tráfico de influencias: Nicolás Sarkozy, ex presidente francés, le pidió días antes de las elecciones a Michel Platini, quien dirigía los destinos de la UEFA (Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol), que le diera su voto al país del Golfo. En cuanto a las relaciones diplomáticas, los jeques le otorgan a Francia gran parte de la energía que los galos consumen. Tal y como cuenta Ezequiel Fernández Moores en su nota “Qatar 2022, el Mundial infinito”, gran parte del poder económico del Paris Saint-Germain, principal equipo de Francia, está dado por el empresario qatarí Nasser Al-Khelaifi, dueño del club y poseedor de una de las diez riquezas más grandes del mundo. Mientras tanto, el hijo del ganador del Balón de Oro en tres ocasiones controlaba el Fondo Soberano de Inversión, que inflaba las arcas del PSG. Todo aquello (que correspondía a un severo caso de Fair Play Financiero, como el que quitó al Manchester City de las próximas dos ediciones de la Champions) correspondía ser controlado por su padre, que hizo oídos sordos a las consecuencias legales. Otro de los involucrados es alguien a quien Messi conoce muy bien: Sandro Rosell, presidente del Barcelona entre 2010 y 2014, está también en el ojo de la tormenta. De buena relación con el emir, organizó en su primer año al frente del club catalán una reunión entre Al-Thani y Ricardo Texeira, encargado de conducir los destinos de la Federación Brasileña (CFB). Tiempo después, verían la luz correos en los que Rosell agradece la “transferencia” del príncipe árabe, y pronto, Qatar Foundation patrocinaría la camiseta blaugrana. Por blanqueo de capitales dentro del Barça, el catalán estuvo preso casi dos años, mientras en las oficinas del Camp Nou lo reemplazó Josep María Bartomeu. Nada es al azar cuando se trata de negocios.

La FIFA, en el afán de mostrarse transparente bajo el mando de Gianni Infantino, pidió a Michael García, un jurista estadounidense, que investigara el entramado de corrupción que rodeó a la elección de la sede. Aquello quedó en la nada y García se vio obligado a renunciar luego de la filtración de su informe y de su pelea interna con el presidente del Comité de Ética de la federación, a quien acusó de “imparcial”. A nadie sorprendió que en medio de aquellas investigaciones, Qatar Airways se convirtiese en nuevo socio de la entidad.

A la problemática del clima, Qatar encontró una transitoria solución: el torneo se jugará entre noviembre y diciembre, meses en los que el calor se apacigua un poco. Pero es que también el ministro de finanzas del país confirmó que, desde el año 2017 hasta el partido inaugural de la Copa, invertirían 200.000 millones de euros, que están siendo dedicados a la construcción de estadios nuevos en tiempo récord, sistemas de refrigeración dentro de las canchas para mantenerlas a temperaturas más bajas, refacción y armado de nuevas autopistas, aeropuertos y otras cuestiones de infraestructura. La utilización del dinero es tan banal que hasta decidieron crear una ciudad de cero, llamada Lusail, en donde se jugará el primer encuentro y la gran final.

Pero es que ni siquiera se cumplen con las mínimas condiciones humanas para los trabajadores que forman parte de la realización de cada uno de los estadios. Según advierte Amnistía Internacional, el 90% de los obreros son mano de obra barata, migrantes que han decidido irse de sus países de origen para cobrar la mitad o menos de lo que, en un principio, ofrecían sus empleadores. Eso teniendo en cuenta la veracidad de lo pactado en última instancia: el retraso del pago (que ya de por sí es mísero) es muy común. La mayoría de ellos vive en condiciones de hacinamiento y con falta de higiene, y las leyes laborales de Qatar no les permiten a los trabajadores salir del país. Ocurre que únicamente pueden hacerlo con un permiso de sus jefes, que nunca es otorgado. Las condiciones bajo las que trabajan son pésimas y suelen ser amenazados con el objetivo de que trabajen de manera forzosa. En base a los datos que recolectó una organización sin fines de lucro británica, PlayFair Qatar, alrededor de 7000 empleados fallecerán hasta el comienzo de la competición que tiene un espíritu amateur y alegre, pero que cada vez más fomenta el negocio y engorda las billeteras de los dirigentes que dicen amar el deporte.

La década ganada

Por Santiago Carrodeguas @SantiCe_ 

Argentinos Juniors (2010): Borghi llegó como bombero, sobrevivió y construyó un equipo ofensivo que basó su juego en el mediocampo con Mercier-Ortigoza, el equilibrio en las bandas con Prósperi, la magia de Coria y un Sosa letal en la delantera.

 

Estudiantes LP (2010): Sabella, que había ganado la Libertadores en 2009, sumó otro capítulo a su ciclo glorioso en el Pincha. Carrileros incansables, un trivote lleno de juego y marca y Enzo Pérez en la mejor versión ofensiva de su carrera.

 

Vélez (2011): Gareca consiguió su segundo título local con una defensa de garantías, jóvenes talentos consolidados y la presencia en el ataque de grandes individualidades como Mago Ramírez, Burrito Martínez y Moralez.

 

Boca (2011): Pese a que casi lo echan al comienzo del campeoanto, Falcioni construyó a un campeón invicto al que le convirtieron la menor cantidad de goles en torneos cortos, todo eso sumado a un estelar Riquelme, capitán y emblema.

 

Arsenal (2012): Aprovechando que sus competidores disputaban copas internacionales, el equipo de Sarandí se trepó a la punta a poco del final y se mantuvo gracias a la firmeza de su zaga central, el desborde de Carbonero y la cohesión entre sus delanteros.

 

Vélez ( 2012): El Fortín perdió varias piezas clave pero se repuso gracias a la jerarquía de su defensa. Tobio tuvo un semestre impecable y Chucky Ferreira llegó para ser el goleador del campeonato y formar una dupla inolvidable con Pratto.

 

Newell’s (2013): La obra magna de Martino para el fútbol argentino y la que lo llevaría al Barcelona y a la selección. Maxi Rodríguez como líder, Scocco en su mejor momento y un equipo lleno de variantes técnicas y tácticas.

 

San Lorenzo (2013): El campeón de América en 2014 comenzó su camino aquí. El aporte goleador de Piatti, Romagnoli en la creación, Ortigoza y Mercier en el centro de comandos y Torrico para resguardar el campeonato en la última pelota del último partido.

 

River (2014): Una vuelta a los orígenes ganadores del conjunto Millonario. Ramón Díaz construyó al equipo que, con modificaciones mínimas, marcaría época con Gallardo. Cavenaghi, como en todo el proceso de reconstrucción, la rompió.

 

Racing (2014): Cocca terminó con la sequía de la Academia sin títulos locales de la mano de Milito y un intratable Bou, criticado por la prensa al principio del semestre. Videla y Lollo, quienes no fueron refuerzos de renombre, solidificaron la estructura defensiva.

 

Boca (2015): El Xeneize realizó un arranque impecable, permaneciendo invicto hasta la fecha 13. La vuelta de Tevez, la efectividad de Calleri y algunos destellos de Gago le dieron al equipo el impulso necesario para coronarse.

 

Lanús (2016): El Granate anticipó su buen desempeño en la Libertadores 2017. Los de Almirón tuvieron la clase de Martínez, la potencia de Almirón, la firmeza del paraguayo Gómez y el olfato goleador de Sand para dar una exhibición en la final ante San Lorenzo.

 

Boca (2016/17): Los dirigidos por B. Schelotto tomaron confianza luego de vencer a San Lorenzo, Racing y River en fechas consecutivas. Aunque dieron ventajas en defensa dominaron el mediocampo con el colombiano Barrios y fueron letales en el último tercio por Pavón y Benedetto.

 

Boca (2017/18): El Xeneize se convirtió en el único bicampeón de la década. Benedetto se lesionó y al equipo le costó reemplazarlo. Nández sumó fiereza al centro del campo, la defensa sufrió un poco menos y Ábila se destapó en las últimas fechas.

 

Racing (2018/19): La Academia se volvió a consagrar, esta vez bajo el mando de Coudet y con Licha López en el rol de goleador y figura. Arias y los centrales casi no fallaron, Marcelo Díaz fue un relojito en el medio y la verticalidad y rotación de los volantes fue notable.

La banda y los guantes: conexiones entre el rock y el fútbol

Por Gonzalo Sarmiento

Ocho años tenía Federico “Ruso” Scurnik y su vida futbolística ya iba tomando ritmo. Primero comenzó con el baby fútbol en el club de su barrio, ese club en el que cada niño futbolero se probó alguna vez en su vida. Villa Sahores se llamaba y hoy en día sigue ubicado en la Paternal. Allí entró gracias a su padre, que trabajaba como delegado en aquel entonces. En toda su carrera pasó por ocho equipos diferentes y con todos jugó en el ascenso argentino. Actualmente integra el plantel de San Martín de Burzaco, que limita en la Primera C.

Sin embargo, el fútbol no es su única experiencia como deportista, ya que admite que de chico era poco aplicado y se aburría cada vez que la pelota no pasaba por sus pies. Recuerda que cuando no tocaba la redonda se tiraba en el medio de la cancha y ahí permanecía un largo rato acostado sobre el piso de cemento. Sin poder mostrar sus movimientos en el baby, su entrenador fue comprensivo y le recomendó que probara con el básquet, aunque poco tiempo le duró hacer dobles y triples hasta que decidió abandonarlo. También incursionó con taekwondo, pero duró poco y decidió volver a sus raíces con el fútbol.

***

Casi un metro noventa de altura y una voz grave y potente, algo ronca, que evoca a alguien corpulento y maduro. Cejas gruesas, una barba marcada a medio crecer y el pelo relativamente largo, diferente a los peinados que se hacen los jugadores de hoy. El ruso caminó con su termo y su mate entre los brazos y me saludó. Hicimos un choque de manos y me invitó a pasar al bar del club. Un bar vacío, con mesas y sillas limpias y con un televisor LED colgado en la pared en una esquina. El lugar parecía inhabilitado, pero a un costado se encontraba un barman apoyado sobre el mostrador mirando el noticiero deportivo que pasan por ESPN al mediodía.

Una vez adentro, nos sentamos en la primera mesa que vimos y él apoyó su termo con el mate. Un termo con un estampado de color verde y con un diseño camuflado, parecido a la vestimenta que utilizan los militares. Yo saqué mi grabadora y la apoyé sobre la mesa de madera. Me aseguré de que tuviera la batería suficiente para grabar toda la charla y la encendí.

Federico Scurnik consiguió el ascenso a la Primera C con San Martín de Burzaco en 2014, a sus 30 años.

– ¿Cómo eras de chico? 

– Me crié en una familia tipo, con un hermano mayor. Éramos de clase media y nunca nos faltaron las necesidades básicas. Yo era tranquilo y nunca llevé problemas a mi casa.

– ¿Cómo te llevabas con tus padres?

– Mi vieja es lo grande que hay y siempre dio todo por nosotros. Mi viejo tuvo errores y cosas propias de su generación. Con él nunca tuve una relación tan cercana como la que tenemos hoy por hoy, pero no tengo ningún reproche hacia ellos. Yo sé que hicieron lo mejor que pudieron y, al día de hoy, estoy muy orgulloso de ello.

– ¿A qué edad te metiste en el fútbol?

– De muy chiquito. Mi papá era delegado de un club de baby del barrio llamado Villa Sahores. Empecé a jugar desde los ocho años e hice todo el baby fútbol ahí. Antes de terminarlo arranqué en las inferiores de All Boys, club del cual soy hincha, al igual que mi viejo. No jugué mucho porque era medio bruto y siempre llegaba a destiempo. Y bueno, empezó a faltar el arquero y el peor iba al arco, así que no me quedó otra que atajar. Me regalaron un bolsito con las cosas del arquero y de chico eso me llamó la atención. Así es como me quedé en el arco. En algún momento quise cambiar pero ya era demasiado tarde –se lamentó entre risas-.

– ¿Por cuál club simpatizabas de chico?

– Mi familia es hincha de River. Era la época de Francescoli y me gustaba mucho mirar esos partidos. Igualmente, con mi papá teníamos una brecha muy larga y lo único que compartíamos juntos era ir a la cancha a ver a All Boys.

– ¿Y ahora por quién simpatizás?

– Sigo siendo de All Boys, soy fanático. Sigo yendo a la cancha cuando puedo, miro los partidos por la tele o por YouTube y también lo escucho por la radio. Con All Boys sufro igual que siempre.

– ¿Te dejó valores el fútbol?

– Tuve la oportunidad de estudiar muchos años en distintas carreras gracias al fútbol, pero lo más importante lo aprendí en un vestuario: lealtad, solidaridad, compañerismo y honestidad.

El plantel de San Martín de Burzaco pide justicia por la desaparición de Santiago Maldonado. Foto: Instagram.

– Te recibiste en dos tecnicaturas: Psicología del Deporte y Psicología Social. ¿Por qué te inclinaste por esas carreras?

– Porque conocí a un profesional (Jorge Luna, psicólogo) hace unos 15 años atrás, cuando jugaba en Lamadrid. Yo no le daba mucha bola y era muy escéptico en cuanto a lo que un psicólogo le podía aportar a un plantel, pero éste tipo me sorprendió y en ese momento me dije: “realmente es esto lo que quiero hacer cuando no juegue más”.  

– ¿Aplicás la psicología ahora en tu carrera?

– Yo creo que sí. Aprendí con el tiempo a ponerme en el lugar del otro. A pesar de que siempre fui racional, también tuve mi costado impulsivo que me llevó a tomar malas decisiones. Yo creo que con el tiempo y con los estudios aprendí a ser mucho más maduro al relacionarme con mis compañeros, mi familia y amigos.

– Te estás aproximando a la edad del retiro, ¿Pensás seguir vinculado al fútbol por el lado de la psicología?

– Sí. Por el lado de la psicología ya estuve ejerciendo en juveniles y tuve un consultorio en fútbol femenino, pero en los últimos años me picó el bicho de darme la oportunidad de dirigir a un grupo de jugadores profesionales. Seguramente haga el curso de técnico porque quiero sacarme la espina de dirigir a profesionales, creo que tengo mucho para aportarle al grupo.

La conversación entró en un clima más futbolístico y el foco principal pasó a ser respecto a su carrera profesional.

– Debutaste en 2003 con la camiseta de Comunicaciones, ¿Te acordás cómo fue ese primer partido?

– Sí, me acuerdo de todo. Después de jugar en reserva el técnico me comentó que había una fecha libre y que recién volvían a jugar en dos semanas. Me agarró un lunes y me dijo que yo iba a debutar en ese partido. En esas semanas hice todo lo que no había hecho nunca en mi vida: me cuidé con las comidas, no salí de mi casa y me acosté temprano. Esos días estuve muy tenso y nervioso. Tuve un buen debut. Recuerdo que ganamos 2 a 0 y tuve un buen desempeño. En aquel momento tenía 18 años, a punto de cumplir los 19, y ahí fue cuando supe lo que iba a hacer el resto de mi vida. Son recuerdos inolvidables.

– ¿Te hubiese gustado ser jugador de campo?

Sí, ni hablar. Cada vez que juego un picado con amigos, nunca atajo. No soy un obsesivo del puesto que siempre le gusta atajar. Seguramente cuando deje de jugar profesionalmente siga jugando con amigos, pero en el mediocampo.

– ¿Tuviste algún referente de chico? ¿Y ahora?

– Tengo varios referentes, pero Peter Schmeichel –arquero danés de los años ´90 que atajó en Manchester United- era mi ídolo y hasta tenía un póster suyo colgado en mi pieza. Incluso, de chico me levantaba siempre temprano para verlo atajar. Hoy en día me gustan los arqueros más sobrios y efectivos y, en cambio, no me llaman la atención aquellos que tienen tapadas espectaculares. Me gustan Jan Oblak (del Atlético Madrid), Petr Cech (ex Chelsea y Arsenal) y Samir Handanovic (del Inter).

– ¿Te pareces a algún arquero?

-Yo me identificaba, en su momento, con el Mono Burgos y con el turco Rüstü. Eran arqueros que trataban de imponerse y de hacerse dueños del área, dejando de lado la posibilidad de lucirse de forma individual.

– Lograste tres ascensos en tu carrera, ¿Qué se siente haberlos conseguido?

– ¡Es lo más grande que hay! Creo que para un jugador del ascenso es como salir campeón. Es una sensación muy satisfactoria, es como decir: “Pasé a otro nivel”. Lo disfrutás mucho y son cosas que te quedan para toda la vida. 

– Estás hace casi 16 años jugando en el ascenso argentino, ¿Los cambiarías por jugar un año en Primera División?  

– No, para nada. Estoy muy conforme con todo lo que viví. No digo haber jugado en Primera, pero me hubiese gustado jugar en la B Metro con All Boys. Por una cuestión de comodidad no me di la posibilidad de buscar una categoría superior o de aceptar una oferta. Es lo que me tocó y lo voy a aceptar porque lo que viví fue muy fuerte y no me puedo quejar.

Scurnik cumplió 100 partidos con San Martín en el 2017, equipo con el que concretó el ascenso a la Primera C hace 5 años. Foto: Instagram.

– ¿Estuviste cerca de jugar en un club importante?

– De chico. Cuando estaba en las inferiores de All Boys me fui a probar a River y tenía la posibilidad de quedarme, pero preferí seguir jugando con mis amigos. Fue la época en la que jugué con Carlos Tevez. Mis compañeros se fueron a otros clubes de primera y yo también tenía la oportunidad de irme, pero no le di tanta importancia en ese momento. De más grande pude haberme ido a clubes del Federal, pero yo me sentía muy cómodo en la Primera C con la UAI Urquiza. Era un club muy confortable y, además, por el hecho de estudiar una carrera, nunca prioricé irme a otro club.

La charla se fue descentralizando del fútbol y cada vez fue enfocándose más en algunos aspectos personales. Él apagó la televisión que seguía prendida y puesta en el mismo canal que lo había dejado el barman al principio.

– ¿Cuál fue tu día más feliz dentro del fútbol? ¿Y el de tu vida?

– El día que más disfruté dentro de una cancha fue el ascenso con San Martín a la “C” hace 5 años. Fue algo distinto a lo que había vivido en los otros ascensos que logré en mi carrera por cómo estaba la cancha aquel día y por los festejos posteriores. En ese entonces tenía 30 años y sentía que era mi última oportunidad para volver a ser profesional. Seguramente si no lograba ese ascenso tenía que dedicarme a otro trabajo y al estudio. Iba a ser muy complicado jugar en la “D” a los 30 años. Y el día más feliz de mi vida fue el nacimiento de Sofi, mi ahijada. El hecho de que mi hermano me pidiera ser el padrino de su hija me hizo un click en la cabeza y a partir de ahí fue todo distinto, viví la vida de una manera diferente.

– ¿Y cuál fue el día más triste?

– Sin lugar a dudas, el más triste fue el fallecimiento de Emanuel –se refiere a Emanuel Ortega, aquel jugador de 21 que murió tras chocar su cabeza contra el paredón perimetral de la cancha y sufrir una doble fractura de cráneo-. Yo nunca dejé que las desgracias me pasaran por arriba, pero creo que lo de Emanuel fue lo más triste que me pasó. El día que estábamos en la parte de urgencias dentro del hospital y nos avisaron que había fallecido fue un momento de muchísima tristeza.

– ¿Cómo fueron esos días posteriores?

– Fueron meses largos en los que estuve muy “atado” y no me podía despegar de todo lo que había pasado. Los partidos posteriores salíamos a la cancha con una remera recordándolo a él y mirando a la tribuna que tenía su nombre. Incluso, hasta el día de hoy sigo usando esa remera debajo de la camiseta para recordarlo cada partido. Fue muy costoso y fue el único momento en toda mi carrera que puse en duda mi continuidad en el fútbol.

Federico Scurnik con la camiseta en homenaje a Emanuel Ortega.

Faceta personal y futbolística al margen, comenzaron los diálogos ambientados en la música y su actualidad dentro de una banda de rock.  

– ¿Cómo surgió la idea de tocar en una banda?

– La música siempre me apasionó de chiquito. Tuve una banda de rock pero justo coincidió con mi debut en primera y la posibilidad de ser profesional, así que me tuve que alejar porque son dos mundos absolutamente incompatibles. En la música hay excesos y es otro mambo. Ya de grande me tocó coincidir con un amigo –se refiere a Leo Coria, el líder de la banda actual- y ahí me llamaron para integrarme a su grupo y empezamos con covers. Hace dos años que estoy con ellos y tocamos con frecuencia. Pude concretar un sueño que en algún momento lo veía lejos por el fútbol y el estudio. Hoy estoy muy contento de pertenecer a una banda de rock que me identifica, en la que tengo mi lugar y puedo aportar con lo mío. 

– ¿Te lo imaginabas?

– No, de ninguna manera. Siempre pensaba que ya había pasado el tiempo musical para mí, pero tuve la suerte de ponerme las pilas, capacitarme y llegar a estar a la altura de una banda que tiene mucha expectativa de crecer. La verdad es que nos sentimos muy bien y capacitados para poder grabar y llevar adelante un proyecto muy serio.

– ¿Cuándo aprendiste a tocar el piano?

-Yo siempre fui vocalista de chico, sin estudiar. De grande comencé a estudiar canto y luego me dije: “Me tengo que acompañar, tengo que aprender a tocar algo”. Ahí arranqué con guitarra, pero en los primeros momentos me salían callos en los dedos y me costaba atajar. Después empecé a ir a clases de teclado y dije: “Este es el instrumento que voy a tocar hasta el último día de mi vida”. Fue amor a primera vista.

– ¿Con cuál banda de rock te identificas?

– Mi banda favorita de rock es Mago de Oz, que es de metal progresivo español, pero también me gusta lo que es el heavy metal, como Iron Maiden, Megadeth y Guns N´Roses. Mi preferencia es desde el rock para arriba, rock pesado, aunque también escucho cumbia y cuarteto. Uno al estudiar canto se exige versatilidad en el registro y hay que cantar de todo. Mi preferencia es el rock pesado, sin ninguna duda.

– ¿Escuchás mucho durante el día?

Todo el tiempo estoy escuchando música, ya sea mientras estoy manejando o en el gimnasio, por ejemplo. En el vestuario me encantaría poner Iron Maiden o Metallica a la mañana, pero hay mucha cumbia y reggaetón y en esas cosas hay que ser respetuoso y adaptarse al entorno.

– ¿Tocás en la banda para generar más ingresos económicos o lo ves como un hobby?

– Lo veo como un hobby para sacarme la espina de poder subirme a un escenario. Es una sensación incomparable cuando la gente nos empieza a seguir a cada recital y se aprende las letras de las canciones que cantamos. La verdad es que no pensé que la música me pudiera dar la satisfacción que me está dando. Hoy por hoy estamos tocando para salir hechos y no perder plata. Si bien tenemos expectativa de crecer, no es lo que nos motiva: tocamos porque nos gusta y disfrutamos de cada ensayo y cada show al máximo.

Federico Scurnik junto a sus compañeros de la banda “Esclavos de Coria” (Leo Coria, Joselo Yannucci, Alejandro Alfaro y Hernán Mennuti). Foto: Instagram.

– ¿Vas a muchos recitales?

– A todos. Desde muy chico empecé a ir a recitales y cada vez que viene una banda internacional a la Argentina voy a verla. Me acuerdo que de chico iba a los pogos, pero de grande, ya metido en la música, empecé a entender de sonido y de instrumentos. 

– ¿Cuál es el que más recordás?

– La otra vez fui con mi hermano a ver a Iron Maiden al estadio de Velez y me emocioné un montón porque recordé aquella vez que tocaron en el ´98 y lo había ido a ver con él. También me emocioné cuando fui con mis amigos a ver a los Guns N´Roses en River en el 2016.

– ¿Cómo te imaginas a la banda en un futuro?

-Tocando. Estamos muy entusiasmados y el futuro dirá. Sentimos que vamos avanzando cada vez más.

– ¿Pensás seguir con la banda después de que te retires del fútbol?

– Si, obvio. Nunca voy a dejar de tocar. Si los chicos me dicen que no estoy a la altura, tocaré solo, pero siempre voy a estar tocando. Me gratifica mucho, me satisface y me libera de tensiones. Cuando tenga tiempo y esté más capacitado, pienso empezar a componer. Seguramente siga ligado al fútbol, pero la música es algo que será para toda la vida.

La entrevista salió del plano musical y comenzaron las preguntas sueltas.

– ¿Tenés alguna cábala?

-Yo tengo una frase de cabecera que dice así: “La superstición es la religión de la mente de los débiles”. No creo que hacer determinada cosa se vaya a ver directamente reflejado en algún beneficio o éxito. Pero sí hay cosas que me dan seguridad, como la ropa sobria. Nunca me van a ver atajando con colores llamativos. En cada partido me pongo la remera de Emanuel y en las fotos iniciales de la formación siempre estoy mirando a la tribuna buscando a mis viejos, a pesar de saber que no van más por cuestión de edad, pero los sigo buscando como cuando era chico.

Scurnik mira hacia la tribuna, en búsqueda de sus padres. Foto: Sofía Silva.

– ¿Sos religioso o creyente?

– No creo en nada, soy ateo. Sólo creo en la fuerza de voluntad de mis viejos y lo que yo soy capaz de hacer y lo que no. Eso es lo que va a definir, para bien o para mal, mis circunstancias. 

– Si no hubieses sido futbolista, ¿A qué te hubieses dedicado?

– A la música, sin ninguna duda. Y habría arrancado alguna otra carrera.

– ¿Tuviste algún otro trabajo?

– Sí, un montón. Vendí ropa, trabajé en los lagos de Palermo en la parte de los botes, atendí un cyber y tuve un kiosco. Después de haber estado vendiendo ropa por un tiempo, empecé a ejercer como psicólogo apenas me recibí. También hice publicidades, algunas referidas al fútbol y al deporte -aparecía en los videos de Topper corriendo por los lagos de Palermo- y también aparecí en publicidades de Pepsi y de la cerveza mexicana Sol.

Publicidad de Pepsi para la que Scurnik hace de arquero del equipo rojo.

La entrevista ya estaba llegando a su final. El termo ya se había quedado sin agua y las preguntas se iban acabando, pero quedaban dos y debían ser respondidas para cerrar esta charla.

– ¿Quién es Federico Bruno Scurnik?

– Un buen tipo, que nunca cagó a nadie y nunca fue doble discurso. Si tuvo problemas con algún compañero fue por ser frontal. Es un tipo muy bien intencionado y muy solidario. Lo van a recordar por ser un buen tipo y buen compañero, no por ser buen arquero o por haber ganado cosas. Si preguntan por mí, van a decir que soy un buen tipo.

– Última. ¿Cómo surgió el apodo “Ruso”?

– Mi viejo es ruso, vengo de una familia rusa. Él se “mestizó” con mi vieja, que es mendocina. Yo salí con los rasgos de mi vieja, pero desde chiquito me decían “Rusito, rusito”, y de ahí pasé a ser “Ruso” y me quedó.

Luis Scola, abanderado del deporte argentino

Por Guido Fradkin

¿Cuándo se consagra un deportista? ¿Durante su carrera o luego del retiro, decisión que le hace tomar a la gente dimensión de lo que logró? ¿Cuando obtiene una distinción individual o un título importante? ¿Cuando deja de ser un mortal? ¿Cuando pasan muchos años y nadie puede hacerlo quedar en el olvido?

Luis Alberto Scola se consagró hace rato. Las estadísticas durante una década como jugador NBA lo avalan, pero más aún las relacionadas a la Selección argentina, en la que él es líder natural, juega sin rédito económico pero genera un capital mucho más importante, que es el de inspirar a jóvenes a soñar ser Scola, aquel luchador dentro y fuera del court.

A mediados del 2014, Luifa disputó su cuarto Mundial de básquet, en España, y se metió en el podio de los máximos anotadores históricos. Sin embargo, no fue sencillo llegar a tierras ibéricas: una crisis institucional de la CABB (Confederación Argentina de Básquet) afectaba al cobro de los empleados en relación de dependencia con la entidad y a los jugadores, que a un mes del inicio del torneo no tenían pago el seguro deportivo para disputarlo. Nadie decía nada, hasta que él plantó cara: “Si no juego el Mundial, será por culpa de una gestión horrenda. No quiero ser cómplice de algo tan turbio. El Mundial es muchísimo menos importante que esto”. La última frase lo resume a la perfección, importa más luchar contra las injusticias que “consagrarse”. Y esas actitudes son las que lo consagran como persona.

Como en el transcurso de los Juegos Olímpicos de Río 2016, cuando Argentina perdió con España y, por el resultado negativo, no pudo evitar toparse con Estados Unidos en cuartos de final. El diario Olé decidió informar chicaneando a Brasil, que había quedado afuera. Al porteño de más de dos metros le molestó, y su último tweet durante casi tres años fue la portada con el siguiente comentario: “El diario Olé no entendió nada de nada”. Además, días antes había pedido paz en el clásico sudamericano, y -como él mismo dijo- se había mostrado antipopular tras el debut: “Me parece una soberana estupidez gritar contra Brasil en el partido que jugamos con Nigeria”, sostuvo el ala-pívot luego del triunfo.

Todos estos son hechos relativamente recientes, porque la historia de Scola con la Selección empezó hace rato, hace más de dos décadas. No obstante, y producto tal vez de haber tenido a Emanuel Ginóbili como cara principal de El Alma, en ningún año tuvo tanto reconocimiento como en 2019. Y eso que en su palmarés hay un oro olímpico, un subcampeonato, un FIBA Diamond Ball, además de haber sido abanderado en la ceremonia inaugural de Río 2016.

Con 39 años, el único sobreviviente de la Generación Dorada guió al equipo al partido por el título dejando en el camino a potencias mundiales como Serbia y Francia. Además, se consagró como el segundo máximo goleador de la historia de los mundiales y formó parte de su segundo quinteto Ideal de la competencia, superando además sus marcas personales y dejando boquiabiertos a jugadores de talla mundial, que no podían creer que un señor de 39 años jugara con la intensidad de uno de 20.

En los últimos días fue reconocido, a través del Comité Olímpico Argentino (COA) y por votación de los deportistas, como el atleta masculino del año “por su excelencia deportiva y por reflejar los valores del Movimiento Olímpico”. Asimismo, fue distinguido por la Legislatura Porteña como ciudadano ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (en 2017 fue galardonado como personalidad destacada de la Provincia de Buenos Aires).

Ahora lo disfruta el Olimpia Milano, de Italia. El Olimpia de Oro se lo pueden dar a él o no; el de Plata lo tuvo cinco veces, pero es posible que no lo considere una prioridad. Al menos tanto como las Olimpíadas de Tokio 2020, la que será su última patriada.

A 40 años de un equipo imborrable

Por Guido Fradkin

“Vamos a Japón por el mejor camino”, tituló la revista El Gráfico en la edición del seis de febrero de 1979, hace poco más de cuarenta años y a una semana de finalizado el Sudamericano Sub-20 en el que Argentina terminó subcampeona, sólo por detrás del local, Uruguay. “Este Juvenil argentino es el que tiene mayor futuro entre todos los que participaron”, escribió su director técnico César Luis Menotti en una de sus columnas para la revista -por entonces- de Editorial Atlántida.

Medio año después de esa publicación, la llegada al Lejano Oriente para disputar el segundo Mundial de la categoría. Antes, la larga preparación, que culminó con el triunfo 2-1 sobre México en Los Ángeles, según recuerda Marcelo Bachino, lateral de aquel equipo, que aún conserva el telegrama a través del cual lo citaron a su primera práctica con el plantel.

El primer rival del Grupo B fue Indonesia, que había reemplazado a Irak. “Le hicimos cinco en el primer tiempo y en el segundo (0-0) regulamos por lo que se venía”, sintetiza Osvaldo Rinaldi, mediocampista central que estuvo desde el arranque en los seis partidos. La única preocupación fue la salida del cuatro titular, Abelardo Carabelli. “Parecía que tenía una molestia en el isquiotibial, pero gracias a Dios me revisó el médico y me dijo ‘no, esto es el nervio ciático’. Me dieron un calmante y pude jugar todo el torneo”, rememora.

La siguiente parada fue Yugoslavia. Sergio García, quien en ese tiempo era arquero de Flandria, recuerda el intervalo: “Menotti estaba bastante ofuscado, enojado; nos preguntaba si habíamos ido a pasear o a jugar un campeonato”. Carabelli relata el único tanto del encuentro: “El Pichi (Escudero) frotó la lámpara y, en una pelota que le puso el Beto Barbas entre líneas, llegó, anticipó al arquero, se la tocó antes y le definió por abajo”. Y aporta una curiosidad: “Ya estaba el cartel del cambio, y dice ‘yo me la juego’. Fue y metió el gol”.

Contra Polonia, ya clasificados a cuartos de final, Menotti prescindió -por única vez en el torneo- de algunos titulares. De cuatro, como los goles: Maradona, Gabriel Calderón en dos oportunidades y Juan Simón obraron el 4-1 contra los europeos, que descontaron mediante Andrzej Palasz, lo que significó el fin de la valla invicta de García. “Fue un cabezazo que vino combado, la pelota pegó en la base de arriba del travesaño, volvió en comba por aire y justo había uno de ellos ahí”, explica el guardameta.

Para acercarse al podio había que superar a la sorpresa. Rinaldi lo simplifica en dos oraciones: “Todos hablaban de Argelia como un cuco, que había eliminado a España… Le ganamos 5 a 0, los pasamos por arriba jugando un fútbol bárbaro”. Aquella noche, ya en Tokio, Ramón Díaz convirtió su segundo hat trick en el torneo (el otro, frente a Indonesia). “Casi ni tocaron la pelota, y cuando nos acordamos ya les habíamos metido tres goles”, suma Carabelli.

La semifinal fue ante Uruguay, el partido con más pica. Bachino no se olvida: “Estábamos en el Hotel Takanawa Prince con todas las delegaciones y teníamos muy buena relación con varios de ellos. Éramos muy parejos, pero esa noche Argentina brilló: Ramón Díaz hace el primero y le pone el centro a Diego en el segundo. Me acuerdo que la cancha estaba muy blanda”. Rinaldi completa: “En Uruguay dieron feriado porque sabían que nos iban a ganar y qué se yo. Curiosamente, ahí soy amonestado por una patada que le pego a Rubén Paz, nuestra única amarilla en todo el campeonato”.

El duelo por la copa, contra el defensor del título: Unión Soviética. De los 15000 espectadores del debut se había pasado a 55000. Tras la paridad en el primer tiempo, Argentina estuvo perdiendo por primera vez en toda la competencia, pero, a poco más de veinte minutos para el final, el árbitro brasilero José Roberto Wright señaló el punto penal. ¿El encargado de ejecutarlo? Hugo Alves. ¿El motivo? Según Bachino, que el entonces jugador de Boca había ganado, en la previa del Sudamericano y en el Sindicato de Seguros de Moreno, un torneo de penales. Carabelli agrega que Maradona se lo pidió, pero que Alves replicó con un “no, lo pateo yo” y convirtió. Desde ahí, una ráfaga: en diez minutos estaba 3-1 gracias a los golazos del Pelado Díaz primero, con una gran corrida desde mitad de cancha, y del Pelusa después, de tiro libre.

Post partido y premiación, el festejo: “El mismo viernes la FIFA hizo la fiesta en el hotel, el sábado otra el embajador argentino en Japón y recién pegamos la vuelta el domingo”, recuerda Bachino. García define al retorno como “caótico”: Brasil, Aeroparque, helicóptero a la cancha de Atlanta, micro por la calle Corrientes y, por último, la Casa Rosada, con el dictador Jorge Rafael Videla como anfitrión. “Nos llevaron a saludar al presidente. Estábamos con la cabeza en que queríamos ver a la familia; mi vieja cumplía años y deseaba llevarle la medalla, hacía más de un mes que no los veíamos. Estábamos mirando, pero realmente no me acuerdo qué dijo”, asegura Carabelli.

Ahora sí, la portada de El Gráfico era exclusiva de la Selección. “Argentina campeón mundial”, rezaba la contratapa, que continuaba la imagen de la tapa y reemplazaba el habitual espacio publicitario. 108 páginas y póster gigante. Además de Menotti, otro que tuvo su lugar para expresarse fue Diego Armando Maradona. “Fue la alegría más grande de mi vida”, el título de la nota del jugador que, siete años más tarde, volvería a estar en la cima del fútbol mundial.

 

El futsal de filo es feminista

Por Maximiliano Das

Un sábado de noviembre a la noche, en la Usina Juan Gelman -a unas pocas cuadras de Parque Centenario- del cuello de las jugadoras del equipo de futsal feminista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) cuelga una suerte de presea. Parece ser cartón pintado de dorado con un “1” en el medio. Claro, el grupo resultó vencedor del Torneo Interfacultades un mes y medio antes.

“La copa viene retrasada como todo en la UBA. Por eso, una jugadora hizo unas medallas. Además, mandé a hacer unos diplomas para cada une que jugó en el plantel campeón”, señaló Verónica Raffaelli, la entrenadora.

Fue la primera vez en la historia que un equipo de Filosofía y Letras se consagró en dicha competencia. Lo hizo de manera invicta y con la única DT mujer de los 14 equipos que participan en el torneo. “Ella está formada en la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA) y, a pesar de ello, está haciendo un trabajo gratuito, porque ni la facultad ni la UBA le están pagando”, manifestó Luna Palmada, una de las defensoras.

Fue ese uno de los reclamos que presentaron al Consejo Directivo de Filosofía y Letras. En los otros pedían por un espacio en condiciones dignas para entrenar, ya que el que hoy poseen tiene un arco roto, un piso que en días de lluvia resbala tanto que no se puede practicar y luces que muchas veces no prenden, lo que es una complicación, dado que practican durante la noche. También exigieron un presupuesto que les permitiera equiparse con pelotas y otros materiales y una difusión en los canales de comunicación oficiales que la facultad posee. Todos ellos fueron rechazados inmediatamente. “Nos encontramos con una situación de bastante ninguneo. Hoy en día no hay una política universitaria que defienda el futsal que practicamos, que es, también, un espacio importante de socialización, de inclusión, deportivo y educativo que tenemos que defender”, completó Luna.

“Somos un equipo de futsal declarado feminista y disidente porque entendemos que lo que hacemos es, también, una acción política y que debemos apropiarnos de este deporte que históricamente fue ajeno a las mujeres y las disidencias. Con esa filosofía que desarrollamos durante el año fuimos a Rosario a un intercambio social y deportivo”, continuó la defensora. “Jugar desde el lugar que lo hacemos es disruptivo, una propuesta nueva y distinta a los binarismos típicos”.

Finalmente, Ignacio Vera, varón trans miembro del grupo -que aclaró que el ‘fem’ del usuario que tienen en las redes sociales es por ‘feminista’ y no por ‘femenino’- planteó que el deporte será, en todo caso, practicado por hombres, mujeres o identidades no binarias. “Cualquier persona se puede acercar y sentirse parte de nuestro equipo porque eso es lo que estamos construyendo: un futsal sin género”, cerró.

Víctor Piriz Alvez, un trotamundos del fútbol y la amistad

Por Martín Fernández

Valores. Plantados en lo ajeno hay acciones que quedan en el olvido como superficialidades insignificantes del pasado. Los jugadores recorren distintos caminos, y son unos pocos los que trascienden finalmente por andar pateando la pelotita en el trayecto. En el caso de Víctor Píriz Alvez (con zeta), este viaje comenzó el 22 de junio de 1980 en el borde de las tierras charrúas delimitadas por el río Cuareim. Del otro lado se encuentra el territorio brasileño, aunque su música suena en Artigas, la capital departamental más septentrional de Uruguay.

La ciudad oriental fue espectadora de las idas y vueltas del delantero en sus inicios.
El viaje a Internacional de Porto Alegre que le permitió en dos meses desarrollar su
físico y marcar la diferencia en el campeonato del interior en su retorno. Aunque fueron
las finales de ese mismo torneo las que le cerraron las puertas del club brasileño y
postergaron su debut en primera.

Su frustrada estadía en Wanderers de Montevideo porque no tenía ingresos propios.
Artigas fue el nexo entre sus primeros pasos que finalmente lo llevaron entre 2002 y 2003 a Tacuarembó FC, un club fundado en 1998 que militaba en la máxima categoría de su país. Sorpresivamente debutó en su primera convocatoria entrando desde el banco, y al
partido siguiente ya era titular. “Esto fue porque estuve pensando en mí, querer superarme, dedicarme, dejar todo y que, si no me alcanza, por lo menos lo intenté”, sostiene en el presente con el termo en mano.

En julio de 2003, dos días después de la victoria contra Nacional en el Estadio
Centenario, Píriz arribó a Córdoba para sumarse a Talleres, donde se destacó
por primera vez a gran escala. El equipo tuvo buenos resultados, pero “fatalmente”
descendió después de quedar tercero en el Clausura 2004 y perder la promoción contra
Argentinos Juniors. El Gráfico lanzó un suplemento especial sobre el equipo sensación
con la dupla que finalizó como goleadora del torneo con 18 tantos como portada,
conformada por Píriz Alvez y Aldo Osorio. El compañero del uruguayo aún rememora
aquella época: “Éramos compañeros de ataque, cero egoísmos entre los dos. Nos
veíamos y nos buscábamos permanentemente”.

Tras el descenso, se entrenó en Independiente, pero en el segundo semestre de 2004 terminó en el club de La Paternal. Luego le sucedieron Banfield (2005), donde pudo jugar la Copa Libertadores y anotar el primer gol del club en la competición, y Arsenal. Sin embargo, así como había vuelto a Artigas justo antes de llegar a Tacuarembó, retornó a Talleres, por entonces en la B Nacional antes de volver a emigrar al exterior. Aterrizó en México, tuvo una buena temporada en San Luis y luego sufrió una rotura de los ligamentos cruzados que lo dejó sin jugar en Necaxa y Tijuana los años siguientes. Antes de volver a Argentina, hizo escala en 2010 en Universitario de Lima.

Su regreso fue en 2011 a Defensa y Justicia. En ese campeonato, La Fiera volvió a
brillar, siendo el segundo máximo artillero de la B Nacional con 20 goles, por delante de jugadores de gran calibre como David Trezeguet, Fernando Cavenaghi y un joven Paulo Dybala.

Si bien no ascendió con El Halcón, llegó a Atlético Tucumán (2013), luego de un año en Independiente Rivadavia de Mendoza, y jugó otra vez en primera. Finalmente continuó su recorrido aventurándose por las bajas categorías del fútbol argentino con Brown de Puerto Madryn (2014) y Barracas Central (2015), para luego volver a Tacuarembó, que ya estaba en la segunda división. Allí iba a ser su fin como profesional, ya que luego se instaló en Argentina para terminar el curso de director técnico y abrió una escuelita de fútbol. Pero su último paso por la entidad oriental no fue como en sus inicios. En los demás clubes se sentía cómodo por las expectativas que tenían, pero la paga a los jugadores era un problema. “El equipo hacía tres años que salía último. Se complica porque los chicos tienen su familia y lo primero que quieren es estar bien, trabajan para eso, y si no les alcanza ya les molesta todo”, analiza Píriz la situación desde la lejanía de su casa.

Los tobillos llenos de viejas lesiones eran la carga que le impedían seguir, pero el gusto
amargo que le quedó fue más fuerte, por lo que terminó jugando seis meses más con
Deportivo Armenio. “Empecé a sentir el olorcito del vestuario. Uno al toque se pone en
clima”. Se motivó, se dedicó y consiguió el ansiado ascenso a la B Metropolitana en su
último capítulo a mediados de 2019.

Esa fue su carrera como futbolista, la que pasó y que, si bien disfrutó, fue su trabajo. Así
vio su pase inmediato de Talleres a Argentinos, era simplemente lo que tocaba. Sin embargo, siempre se sintió agradecido por la gente de La T, razón por la cual retornó al
club cordobés. Esa relación de aprecio, de preocupación por el otro, que él valora y
considera que se vuelve mutua.

Así fue con su amigo en Montevideo, que lo hospedaba en su casa cuando Wanderers
no cerraba su contrato a pesar de no tener una “vida de lujos”, por lo que terminó
rehuyendo para no molestar. Así lo hizo José Omar Pastoriza en Talleres, cuando incentivó la huelga de sus jugadores en noviembre de 2003.Fue el mejor entrenador que tuve. Un técnico bárbaro, que ayudaba muchísimo al jugador y le importaba que estuviera bien”, afirma el uruguayo. “Muchachos, ¿qué están pensando? No hay plata, vayámonos” es la frase que recuerda Píriz que les dijo en medio de la problemática. Esa y “muchachos, con ustedes voy a la guerra”, después de ganarle a Estudiantes 2 a 1 y que los dirigentes los citaran para pagarles.

Así también actuaron sus colegas en Universitario, cuando preguntaron por la ausencia
de Piriz Alvez en la convocatoria, debido a la relación que tenía con el director técnico y la
indiferencia de este en la situación. Fueron bajándose hasta que lo citaran, hecho que
ocurrió y concluyó con la salida del entrenador tras la cuarta victoria consecutiva. Con
el nuevo reto por delante, La Fiera tiene claro lo que hace falta: “El trato con el grupo
es muy importante. Yo estuve ahí del otro lado y sé cómo es. Si tratás a todos por igual
y los respetás, te van a ayudar. Si intentás conocer al que tenés al lado, te va a ayudar
muchísimo cuando lo necesites”.

Así es hoy con sus compañeros más recientes. Federico Pintado, golero de Tacuarembó,
no tiene palabras para El Negro: “Como referente, un crack, siempre apoyando y
corrigiendo”. Por eso mismo le decían que tenía el gremio de los pibes en Deportivo
Armenio, donde Santiago Gómez cuenta que los ayudó a ser mejores personas, aprender
muchas cosas y, a él en particular, a ser el goleador del torneo.

El apoyo de su familia también fue fundamental. Quizás sus palabras no sean tan específicas al respecto, pero los actos lo dejan en evidencia; el hecho de compartir
espacios, ya sea yendo a la iglesia con su esposa e hijos, o bien pasar el día pintando la
casa con su suegro. Para él, la carrera que tuvo fue gracias a ellos.
Al final del día el jugador va y son temporadas. “En un torneo la rompe y en el otro no
toca una pelota, es así, pero la persona la llevás siempre”, según Víctor Píriz Alvez. Esto es lo que queda materializado en un grupo de WhatsApp con compañeros del 2004, en
una foto con los del 2005, en el recuerdo de aquellos que se guía en el camino. Los
vínculos.

Ahora le toca un nuevo desafío como entrenador, pero no tiene dudas. Sabe que tiene
que llevar a todos por el mismo camino, acercar a aquellos que se desvían para que
sigan la misma línea. “Uno que vivió muchas cosas no deja pasar los detalles, porque es en los detalles que se hace la diferencia para lograr cosas importantes”. El discípulo de Pastoriza sabe que el jugador tiene que ser más importante que cualquier cosa, porque es el que entra, el que toma decisiones.

El fútbol tiene memoria

Son 30.000 los desaparecidos en Dictadura. Son 30.000 las personas a las que le quitaron la identidad. Fútbol y política son la misma cosa aunque, en ocasiones, se los intente separar para mantener la pureza de un juego que, desde sus inicios, siempre fue mucho más que solo un juego. Los clubes de fútbol se jactan de sus tareas relacionadas a los Derechos Humanos. Cada uno chilla por su lado, cuando el reclamo es colectivo, como la historia argentina se encargó y encarga de demostrar cada 24 de marzo al grito de un tridente que es ejemplo mundial: memoria, verdad y justicia. A la pelota también le robaron, porque hay, al menos, una voz menos en las tribunas de cada estadio.

Rodolfo Walsh era socio de Estudiantes de La Plata, frecuentaba el club para jugar al ajedrez. En febrero de 2019 se encontró el legajo que el oriundo de Río Negro firmó para afiliarse al club. Por cada movimiento de torre, peón, alfil, rey, reina o caballo, Rodolfo escribió un caracter, intentó cambiar el mundo con sus jugadas. La más reconocida es, quizás, Operación masacre y su famoso silbatazo inicial: “Hay un fusilado que vive”. Hábil con la pluma, también puso en jaque a la Dictadura con su Carta abierta a la junta militar, en donde terminó de jugarse la vida, pero, como les dijo entonces: “Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonios en tiempos difíciles”. El 25 de marzo de 1977, fue desaparecido.

Seis días antes, Gustavo Ramón Pupa Bruzzone sufrió la misma suerte en Rosario. También era ajedrecista, pero hincha del Tatengue. Nació en Santa Fe y aprendió a leer solo. Representó a la Federación Santafesina en el tablero. También era arquero. Atajó en Gimnasia y Esgrima de Ciudadela y, en 1965, su entrenador tuvo la intención de llevárselo a Unión, pero no quisieron cederlo, se enojó y dejó para siempre. El 19 de marzo de 1977, salió de su casa para ir a buscar su auto al taller, un Citroën 3CV. Nunca más volvió. Se encargaron de borrar los rastros de su desaparición, pero no pudieron borrar la memoria de su madre y su hermano, con quien compartía la pasión de ser de Unión.

“Porque lo importante no es vivir, sino vivir mientras se escribe”, dijo Roberto Jorge Santoro en su libro Literatura de la pelota, que fue publicado en 1971, la primera obra que mezcló literatura y fútbol. El poeta que nació el 17 de abril de 1939 en Chacarita, escribió:

yo amo

tú escribes

él sueña

nosotros vivimos

vosotros cantáis

ellos matan

Ellos lo secuestraron el 1 de junio de 1977, en la Escuela Nacional de Educación Técnica N° 25 “Teniente Primero de Artillería Fray Luis Beltrán”, su lugar de trabajo. Santoro era poeta, militante, fan de pensar y cambiar el mundo. También lo atraía la pelota y, dentro de aquellas cosas que lo definen, se encuentra Racing, el club de su vida.

La música es poesía, bien lo saben los hermanos Gonçalves. Gastón es el bajista de la banda Los Pericos. Manuel por 19 años fue Claudio Novoa, lo adoptaron de bebé, se lo llevaron a Quilmes después de encontrarlo en un ropero envuelto en mantas, en San Nicolás, el lugar donde su madre lo había escondido minutos antes de ser asesinada. Siempre fue fan de la banda de su, sin saberlo, hermano. ¿Cuántas veces lo habrá visto tocar? ¿Por qué le gustaba tanto ese Reggae? No comparten madre, pero comparten padre, que fue militante de la Juventud Unida Peronista (JUP) y fue asesinado por los militares el 24 de marzo de 1976.

De allí se desprende su fanatismo por un club de fútbol de La Boca. Cuando se encontraron en la sede de Abuelas, se enteraron:

“-¿De qué cuadro sos?

-De Boca.

-¡Entonces sos mi hermano!”

 

Los goles de Boca los gritan juntos. Se tuvieron en la mítica final de la Copa Libertadores en la que los rivales de la vida se enfrentaron. Luciano Arruga no pudo presenciar el acontecimiento porque, el 31 de enero de 2009, lo mató la Policía. Cinco años después encontraron su cuerpo enterrado como NN en el Cementerio de Chacarita. Tenía 16 años cuando le arrebataron para siempre su sueño de visitar El Monumental un día de partido. Era hincha de River, guardaba en un frasquito tierra y pasto de la cancha que tanto anhelaba. Su madre, Mónica, dijo que El Millonario era su vida. Cuando ella le preguntó qué era ese recipiente con marrón y verde, él le respondió que era un trabajo de ciencia para la escuela, no quería que lo retase. Lo había conseguido un día en el que River no jugaba y tampoco entrenaba. Con su hábil cintura se las ingenió para ingresar al campo y conseguir lo que quería. Pero no pudo ver a los 11 con la banda gambeteando en ese lugar, porque fue asesinado en democracia.

Rodolfo El Negro Ortiz también anheló la cancha del equipo de sus amores. Nació el 6 de septiembre de 1949 en Avellaneda y con el corazón Granate. A los 6 años perdió a su padre y su madre lo envió junto a su hermano a un colegio pupilo en General Rodríguez. Manejó sus tiempos para cursar y ver a su madre, tuvo que reprimir sus deseos de ir a ver a Lanús, se perdió a Los Albañiles. La militancia lo atrapó en la facultad, estudiaba arquitectura en la Universidad de Buenos Aires. Allí conoció a Viviana, su compañera de vida y de lucha. Militaron en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Por su agenda, muchas veces le era difícil cruzarse con su equipo, pero, si no podía, tenía una radio a mano para escuchar qué pasaba o, cuando iba a la cancha a repartir volantes con otros compañeros, miraba a través del alambrado los partidos. Lo secuestraron el 29 de marzo de 1976. En 1998, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) le informó a la familia del Negro que este había estado detenido 44 días en el centro clandestino de detención Puente. El 12 de mayo de 1976, fue asesinado.

Los clubes argentinos fueron sacudidos indiscriminadamente, porque así actuó la Dictadura, y es por eso que la vereda de enfrente también tiene ausencias. Un chico que nació el 20 de marzo de 1949 soñaba con calzarse la camiseta verdiblanca, jugar un clásico contra Lanús y ganar. Se fue a jugar y formarse en las inferiores del Taladro. Era hincha y socio del club. Su padre fue vicepresidente en 1951. También médico del plantel profesional. Banfield protagonizaba la vida de Raúl Patón Ceci, hasta que la militancia ocupó ese lugar. El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) cortó con lo que hubiese sido su carrera profesional como jugador de fútbol y ya contaba con él.

Tenía cualidades para ser un gran deportista, pero sus ideales fueron más fuertes que pisar el césped del Florencio Sola. La esquina de Beltrán e Hipólito Yrigoyen fue el último lugar donde se lo vió. El 16 de mayo de 1977, se lo llevaron. Desde 2011, esa intersección de Remedios de Escalada lleva el nombre de Raúl, el pibe que se forjó educativamente en la Unidad Académica Escuela Normal Superior “Antonio Mentruyt” y que formó parte de la división perdida, grupo de maestros, alumnos y exalumnos de esa institución que fueron desaparecidos en la última Dictadura.

El Patón Ceci, sin embargo, no era el único que tenía buen pie para manejar la pelota. Tampoco fue el único que colgó los botines por su compromiso social. Norberto Julio Morresi emuló al exjugador juvenil de Banfield. Jugó en Bristol, un equipo de Parque Patricios, y era hincha de Huracán. A su vez, formaba parte de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). El Rata, con 17 años, estaba muy comprometido con su ayuda en las villas de emergencia y en la Villa 21, donde alfabetizaba a sus pares. Fue asesinado el 23 de abril de 1976, el día de su detención ilegal. Lo cruzaron cuando estaba yendo para una parroquia de la villa, junto con Luis María Alberto, quien también sufrió el mismo destino. Ambos llevaban ejemplares de Evita Montonera para repartir. En julio de 1989, antropólogos forenses lo encontraron a él y a su compañero enterrados como NN en el cementerio de General Villegas. Luego de exhumarlo, fue entregado a sus padres. Se comprobó que lo asesinaron con seis tiros a corta distancia. Pero “No se muere quien se va, solo se muere el que se olvida”, rapeó el venezolano Canserbero y a Morresi se lo recuerda, como lo hace su excolegio, el N°1 Bernardino Rivadavia de Capital Federal, que lo tiene presente todos los días cada vez que los alumnos entran al aula Norberto Julio Morresi. El espacio de aprendizaje y formación fue bautizado con su nombre el 21 de mayo de 2013, cuando hubiese cumplido 54 años.

Los genocidas lo hicieron una vez más. El 11 de septiembre de 1977, en el cuarto aniversario de la muerte de Salvador Allende, Cherif Omar El Chato Rojas se dirigía a la cancha de Quilmes para ver al último campeón: su amado Vélez Sarsfield. Durante el camino, la policía de la provincia de Buenos Aires lo secuestró y lo desapareció. Es chileno, pero vivió en Argentina desde pequeño. Durante sus estudios secundarios en la escuela de Educación Técnica N°35 fundó e integró la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y luego formó parte de la Juventud Universitaria Peronista, cuando estudiaba Química en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Hoy, su madre, Cristina Rojas, forma parte de las Madres de Plaza de Mayo y es una más de las tantas que continúa la lucha incesante.

Raimundo Aníbal Villaflor tenía apenas 5 años e Independiente ya era bicampeón del fútbol argentino. Entre ambos torneos, el de 1938 y el de 1939, Arsenio Erico convirtió 83 goles. En las calles de Valentín Alsina, con sus amigos y una pelota, Raimundo jugaba a ser aquel 9 de Independiente. Su pasión por el Rojo le ganó a la de su padre, Aníbal Clemente Villaflor, quien era hincha de Racing. Pero en la política toda la familia tenía puesta la misma camiseta: Juan Domingo Perón FC. Ya para principios de la década del cincuenta, Raimundo militaba en la Juventud Peronista. Ni la Dictadura encabezada por Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu, que derrocó a Perón el 16 de septiembre de 1955, le silenció ese compromiso y esa solidaridad. Encabezó innumerables huelgas en contra de los gobiernos de facto de esas épocas. La militancia de Raimundo Villaflor era constante. El 24 de marzo de 1976, el miedo, el terror y la persecución se apoderaron del país. Pasaron tres años y el horror seguía imponiéndose en Argentina. El 4 de agosto de 1979, Raimundo, fue secuestrado y llevado a la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA). Cinco días más tarde y luego de innumerables torturas, fue asesinado.

Luis Alberto Ciancio era hincha del Lobo como toda su familia y pudo cumplir uno de sus grandes sueños: jugar en el club de sus amores. Pero otros tantos, como recibirse de ingeniero y ver crecer a su hijo Federico, le fueron arrebatados por los genocidas el 7 de diciembre de 1976, en su trabajo, el acceso a las oficinas de Vialidad Provincial. Ese mismo día detuvieron a Patricia Dillon, su pareja, en la sucursal del Banco Provincia de Berisso, donde se desempeñaba. 33 años después, los restos de Luis fueron devueltos a su familia, junto con su identidad. Había estado detenido en el Pozo de Banfield y fue fusilado. Tres tiros recibió.

Carlos Vivas era fanático de San Lorenzo. A sus 12 años deliraba con los Matadores, apodo que se ganó un equipo de San Lorenzo. Los gritos de gol de aquel inolvidable año 68, las gambetas de Pedro González, los penales que ejecutaba el infalible Tucumano Albrecht, las atajadas de Buttice, las proyecciones del uruguayo Villar, las pisadas de Rendo. Con el paso de los años a la pasión por el equipo de Boedo se sumó la política. Ya para comienzos de los años 70 empezó a militar. Primero, lo hizo en la Juventud Peronista (JP) y, más tarde, en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). El 12 de mayo de 1976, un grupo de militares allanó su casa pero Carlos no estaba. Desde ese día, tuvo que mantenerse en la clandestinidad. Sin embargo, nueve meses después, precisamente el 18 de febrero de 1977, la más sangrienta de las dictaduras lo desapareció cuando tenía 20 años.

Américo Jorge Marchetti

maestro de esta escuela

detenido desaparecido

por el terrorismo de estado

13/08/76

Este es el homenaje que figura en una placa de la Escuela N°17 “Abel Ayerza” en Devoto. Allí, el Maestro derramaba pasión por la docencia y compromiso con los derechos humanos. Cada mención sobre Marchetti es un elogio: “Era un maestro laburador -se notaba su gusto en lo que hacía-, afectuoso y sobre todo inusualmente cómico”. Le gustaban las bromas, leer y jugar al fútbol, al punto de que era el organizador de los campeonatos de la escuela. Su padre, antes de anotarlo en el registro civil lo hizo socio de Argentinos Juniors. Uno de sus tantos ex alumnos recuerda el fatídico día de su secuestro: “En la esquina, unos tipos con armas bajaron de un Falcon gritando su apellido, empujándolo adentro, desgarrando la tarde. Hoy parece inverosímil que el lunes siguiente continuarán las clases, que a los pocos días una maestra de la que ni recuerdo su rostro ni su nombre se hiciera cargo del aula y que se balbucearán vaguedades dolientes sobre su desaparición”.

El 5 de diciembre de 1955 nació Carlos Raúl Tenuta, hijo de Raúl Tenuta, ex arquero de Colón. Su padre, casi 6 años antes, convertiría el primer gol de arco a arco de la historia del fútbol argentino, en un partido por la fecha  34º de la Primera B contra Almagro. El portero impactó la redonda con tanta fuerza que el balón picó en el área grande rival y tras una confusión del guardameta, Polidoro Sánchez, logró acariciar la red para el grito de gol. Tanto el nombre de Carlos como el de su papá quedarán siempre en la memoria. Tenuta  fue secuestrado y desaparecido el 10 de enero de 1978 a la salida del frigorífico Martín Fierro, en Zárate, provincia de Buenos Aires. Luego de terminar el secundario en el colegio La Salle, comenzó a militar y trabajó en el barrio 12 de octubre, allí se desempeñó como docente del Programa de Educación para Adultos (DINEA) y formó un club de fútbol que llevó el nombre del cura barrial, Oscar Aguirre. Él y su familia siempre se preocuparon por mejorar la vida del otro, su viejo, como arquero de los sabaleros, él como militante sindical y su madre, por la memoria, verdad y justicia. Irma Cena de Tenuta, fundadora de Madre de Plaza de Mayo en Santa Fe. Así describió a su hijo: “Carlitos se apuró para nacer, ya que no me dio tiempo a llegar al hospital y nació en casa; se apuró a vivir casándose a los 20 años y teniendo un hijo a los 21; también para morir…”

El rugby fue otro de los deportes que sufrió el horror de la Dictadura Militar. Guillermo White nació el 9 de diciembre de 1952 en Rosario, Santa Fé. Desde pequeño comenzó a jugar en el deporte de la ovalada en el Club Marista de aquella ciudad. Pero tenía otras dos pasiones inclaudicables: Newells Old Boys y la militancia. White fue presidente del centro de estudiantes de la escuela secundaria Liceo Avellaneda con 21 años, al mismo tiempo que militaba en la organización Vanguardia Comunista, junto a su esposa, Stella Buna. Su afán por militar un mundo más justo fue la justificación que encontró el aparato represivo que lo secuestró el 10 de febrero de 1977, en un bar de las afueras de Santa Fé cuando tenía 25 años. Fue enviado al Centro de    Detención Clandestino La Calamita, en Granadero Baigorria, Santa Fé, donde días más tarde también fue llevada su esposa, Stella, tras ser secuestrada y luego liberada. Los familiares de White hicieron hasta lo imposible por encontrarlo, presentando hábeas corpus en la Justicia sin tener éxito, a través de su madre, María Rosa Saint Girons, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo.

Los restos de Guillermo White fueron hallados en mayo de 2018 en el cementerio La Calamita de Rosario, tras una investigación conjunta entre la Unidad Fiscal, el Equipo Argentino de Antropología Forense y la Secretaría de Derechos Humanos.
Su recuerdo está latente en cada uno de los que lo conocieron, y así lo reflejó su hija, María Rosa White, en redes sociales cuando encontraron los restos de su padre:Pienso en mi padre, que desde aquel febrero del ‘77 sólo acumuló tristezas, en mi madre que derribó cuanto muro se puso en su camino, en todos los que lo amamos, en esta familia que formó un colectivo para sufrir, y soñar juntos con lo imposible, que sólo tarda un poco más”

El 19 de diciembre de 1976, Talleres de Córdoba se enfrentó a River Plate, en la Bombonera, ubicada en La Boca, Buenos Aires. La T perdería ese encuentro 1 a 0 por la semifinal del torneo argentino, pero la derrota significaba mucho más que un partido de fútbol. Ese día Héctor El conejo Ernesto Hunziker fue secuestrado durante el desarrollo del partidoese día había ido a ver al club de sus amores, Talleres y podría haber sido su festejo de cumpleaños avanzar a la final con su club, ya que nació el 18 de diciembre de 1952. Un día antes de su desaparición a manos de la dictadura militar. Tenía 24 años. Estudiaba arquitectura y era militante de la Juventud Peronista. Su esposa, Alicia María Hobbs (18/09/1977) y sus hermanos, Claudia Elisabeth Hunziker (29/07/1976) y Diego Raúl Hunziker, también fueron víctimas del aparato represivo.

Cuando secuestraron a Héctor, su hermana Irene, escribió: “Cuando te extraño mucho, ‘Chancho’, me abstraigo mirando un cuadradito de pelo color caramelo de nuestros perros y recuerdo las noches enteras jugando al estanciero, las remeras Lacoste rosas, los pantalones bota de elefante de piel de durazno, tu amor por Alicia y a lo lejos se aparece tu voz que me llama a almorzar una vez más tortilla de papas, a ver el show de los Tres Chiflados y a repartir una Coca-Cola de litro en cinco vasos puestos en fila para controlar que todos tuvieran la misma cantidad”.

Carlos Alberto Belmont era un auténtico Canalla. Junto a su hermano José, seguía a todos lados a su amado Rosario Central. Nació el 12 de febrero de 1953 y en 1971 ingresó a la Universidad Nacional de Rosario para estudiar Psicología. Militante, Montonero e integrante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Carlos creía en su carrera como una herramienta positiva para ayudar a la gente a mejorar sus vidas. Desde el 24 de marzo de 1976 comenzó a ser perseguido. Sus familiares le sugerían exiliarse a Uruguay, a Centroamérica, pero no hubo caso. Hasta último momento luchó por sus ideales y enfrentó las injusticias de la Dictadura más sanguinaria de la historia argentina. El 21 de septiembre de aquel año, luego de escapar de Rosario, el joven se encontraba militando en Santa Fe. El Comando de Artillería 121 estaba realizando un control en las calles cuando lo encontró, secuestró y asesinó. Años más tarde, sus restos fueron devueltos a su familia y cremados, pero no pudieron cumplir con el deseo de Carlos de que estos fueran esparcidos por toda la cancha de Rosario Central.

El fútbol tiene memoria. Por eso surgen movimientos como la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino, cuyo lanzamiento fue el 24 de marzo de 2018 para jugar con la camiseta de la memoria, verdad y justicia. Por eso el Club Ferrocarril Oeste decidió colocar, el 8 de noviembre de 2019, 16 baldosas con el nombre de sus hinchas desaparecidos y les restituyó la condición de socios. Por eso Defensores de Belgrano tiene una tribuna que lleva el nombre de Marquitos Zucker, hincha del club y desaparecido. Por eso el Club Talleres de Remedios de Escalada declaró, el 25 de mayo de 2019, socios honorarios a 23 detenidos desaparecidos del barrio y le entregó el carnet a sus familiares. Porque el fútbol es un sueño colectivo, un equipo que grita, toca, mete, traba y hace goles para decir Nunca Más y que los 30.000 están presentes en el recuerdo, ahora y siempre.

Investigación: 3°B Turno tarde 2019. Esteban Micozzi, Iván Lorenz, Juan Ignacio Ballarino, Joaquín Méndez, Eugenio Pello y Federico Flossdorf.

Material consultado

Hablamos con Marcelo Guasardi, uno de los integrantes de la Coordinadora de los Derechos Humanos del Fútbol Argentino. Nos derivó a la página oficial de Facebook del movimiento: https://www.facebook.com/Coordinadora-DDHH-del-F%C3%BAtbol-Argentino-1983857631941948/ De allí se obtuvieron varias de las historias que se encuentran plasmadas en el texto.

Federico Amigo, 9 de noviembre de 2019. Homenaje a socios y socias desaparecidos de Ferro: “Acá fueron felices”. Tiempo Argentino. Recuperado de: https://www.tiempoar.com.ar/nota/homenajea-a-socios-y-socias-detenidos-desaparecidos-de-ferro-aca-fueron-felices Además, el Negro Máximo nos compartió por mail una gacetilla que invitaba a cubrir el evento.

26 de mayo de 2019. El Club Talleres de Escalada declaró socios honorarios a 23 detenidos – desaparecidos. El Diario Sur. Extraído de: https://www.eldiariosur.com/lanus/2019/5/26/el-club-talleres-de-escalada-declaro-socios-honorarios-23-detenidos-desaparecidos-23047.html

Gustavo Veiga. Defensores de la memoria. Página 12. Extraído de: https://www.pagina12.com.ar/2001/01-06/01-06-18/bue07.htm

Gustavo Veiga. Defensores de la memoria. Página 12. Extraído de: https://www.pagina12.com.ar/diario/deportes/8-182568-2011-12-03.html

24 de marzo de 2019. Maestro Américo Marchetti desapareciste un día entre el Abel Ayerza y el Álvarez Thomas. Espacioteca. Extraído de: https://espacioteca.com/2019/03/24/maestro-americo-marchetti-desapareciste-un-dia-entre-el-abel-ayerza-y-el-alvarez-thomas/

Marzo 2014. Homenaje al maestro Américo Marchetti en la escuela nº 23 DE 17. UTE. Extraído de: https://ute.org.ar/homenaje-al-maestro-americo-marchetti-en-la-escuela-n-23-de-17/

Mariano Verrina. 27 de septiembre de 2019. El equipo de Memoria: 11 hinchas desaparecidos volverán a ser socios. Clarín. Extraído de: https://www.clarin.com/deportes/equipo-memoria-11-hinchas-desaparecidos-volveran-socios_0_rmGyrdT3.html

Lucas Kuperman y Luis Paz. 24 de marzo de 2011. Impune en mente. Página 12. Extraído de: https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/no/12-5341-2011-03-24.html

Andrés Yossen. 13 de noviembre de 2019. El primer gol de arco a arco, lo hizo Colón: a 70 años del “zapatazo” de Tenuta que esconde un sinfín de historias. Aire Digital. Extraído de: https://www.airedesantafe.com.ar/colon/el-primer-gol-arco-arco-lo-hizo-colon-70-anos-del-zapatazo-tenuta-que-esconde-un-sinfin-historias-n134637

Militantes del peronismo revolucionario uno por uno. Tenuta, Carlos Raul. Extraído de: http://www.robertobaschetti.com/biografia/t/34.html

Asociación Memoria, Verdad y Justicia Zárate. 22 de enero de 2016. Zárate… enero del `78. Enlace Crítico. Extraído de: http://www.enlacecritico.com/destacados/zarate-enero-del-78/

Tomás Rodríguez. 13 de noviembre de 2009. El día que Tenutta hizo el primer gol de arco a arco. El Litoral. Extraído de: https://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2009/11/13/deportes/DEPO-03.html

Nicolás Zuberman. 15 de febrero de 2019. Rodolfo Walsh, el amante del ajedrez que fue socio de Estudiantes de La Plata. Tiempo Argentino. Extraído de: https://www.tiempoar.com.ar/nota/rodolfo-walsh-el-amante-del-ajedrez-que-fue-socio-de-estudiantes

Gustavo Veiga. 13 de septiembre de 2009. Una historia de militancia y fútbol recuperada. Página 12. Extraído de: https://www.pagina12.com.ar/diario/deportes/8-131690-2009-09-13.html

11 de septiembre de 2009. “Ahora esperamos que se haga justicia por Luis”. El Día. Extraído de: https://www.eldia.com/nota/2009-9-11–ahora-esperamos-que-se-haga-justicia-por-luis

Militantes del peronismo revolucionario uno por uno. Morresi, Norberto Julio. Extraído de: http://www.robertobaschetti.com/biografia/m/296.html

Gustavo Veiga. 23 de abril de 2009. Fútbol y memoria. Página 12. Extraído de: https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-123732-2009-04-23.html

Viviana Soria Losada. 25 de marzo de 2019. «De eso se trata el fútbol»: la historia de Rodolfo Ortíz, un hincha de Lanús desaparecido en la última dictadura. La Unión de Lanús. Extraído de: https://launiondelanus.com.ar/2019/03/25/de-eso-se-trata-el-futbol-la-historia-de-rodolfo-ortiz-un-hincha-de-lanus-desaparecido-en-la-ultima-dictadura/

31 de octubre de 2018. Guillermo White ya no será un desaparecido. Redacción Rosario. Extraído de: https://redaccionrosario.com/2018/10/31/guillermo-white-ya-no-sera-un-desaparecido/

24 de marzo de 2017. Roberto Santoro, la memoria de un poeta racinguista. Racing Club. Extraído de: https://www.racingclub.com.ar/club/nota/2017/03/6947_roberto-santoro-la-memoria-de-un-poeta-racinguista/

27 de marzo de 2019. Emotivo homenaje a Socios desaparecidos y asesinados durante la última dictadura. Rosario Central. Extraído de: https://www.rosariocentral.com/nota/30222-emotivo-homenaje-a-socios-desaparecidos-y-asesinados-durante-la-ultima-dictadura/

Militantes del peronismo revolucionario uno por uno. Belmont, Carlos Alberto. Extraído de: http://www.robertobaschetti.com/biografia/b/88.html

Registro de víctimas del Monumento a las víctimas del terrorismo de estado, Parque de la Memoria: http://basededatos.parquedelamemoria.org.ar/registros/5094/

Gustavo Veiga. 15 de junio de 2008. Otro Jaque mate al olvido. Página 12. Extraído de: https://www.pagina12.com.ar/diario/deportes/8-106049-2008-06-15.html

Militantes del peronismo revolucionario uno por uno. Bruzzone, Gustavo Ramón. Extraído de: http://www.robertobaschetti.com/biografia/b/239.html

Registro de víctimas del Monumento a las víctimas del terrorismo de estado, Parque de la Memoria: http://basededatos.parquedelamemoria.org.ar/registros/2805/

Proyecto desaparecidos. Cherif Omar Ainie Rojas. Extraído de: http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/a/ainie/

La Casona en primera persona: cómo es la pensión de San Lorenzo

Por Carolina Ankia

Con una mochila cargada de esperanzas e ilusiones, llegan los chicos que vienen a instalarse en la pensión de San Lorenzo. Luego de pasar varias pruebas y de ser seleccionados por los entrenadores, logran tener un lugar en La Casona, como la llaman los futbolistas que viven ahí.

Llegan muy jóvenes, en su mayoría desde el interior del país. Son muy pocos los que viven en Buenos Aires. La mayoría necesita alojarse acá debido a que tiene problemas de traslado o vive en zonas conflictivas.

Todos vienen por el mismo objetivo: convertirse en profesionales, aunque para lograrlo deberán pasar distintos obstáculos que se les pondrán en su camino. Ya que, por correr detrás de la pelota, algunos deben dejar a un costado sus hogares, familias y amigos.

Las divisiones inferiores son las raíces de un club de fútbol, por eso el lugar donde crecen es fundamental. Son varios los equipos que cuentan con una pensión para que los chicos puedan instalarse y tener el crecimiento que se merecen. En el caso de San Lorenzo, los futbolistas pueden estar ahí hasta los 18 años, luego tienen que buscar un lugar para vivir.

“Al principio estaba medio dudoso, no sabía qué hacer. Pero después mi familia y mis amigos me dijeron que era lo mejor para mí y que me iban a apoyar. Ahí tomé la decisión de venir para acá y no lo podía creer”, recordó Nicolás Mallea en marzo del año pasado, cuando llegó desde San Juan hasta Buenos Aires. Ahora siente a La Casona como su segunda casa.

Nano, que es categoría 2004, explicó: “Es muy diferente la vida que tenía allá con la que llevo ahora. Donde yo vivía estaba todo el tiempo con mis amigos e iba a tomar algo con ellos. En cambio acá es todo más disciplinado y exigente, tenés que tener responsabilidad. Es todo muy distinto”.

“A la familia solo la podemos visitar en fechas importantes, como el día de la madre, del padre y también en las vacaciones de julio. Te dan varios días para ir, casi una semana”, expresó el marcador de punta y afirmó: “Cuando llega el momento de ir a verlos, los disfruto mucho”.

El chico de 15 años, que juega en la octava división, contó lo que se hace un día normal en la pensión: “A la mañana nos levantamos y nos entrenamos dos horas, luego nos bañamos y esperamos hasta las 12 para almorzar. Después tenemos un tiempo para la siesta y a las 15 debemos ir al gimnasio. Luego merendamos y vamos al colegio por tres horas. Cuando volvemos cenamos y a las 23.30 tenemos que estar durmiendo”.

San Lorenzo cuenta con dos lugares para alojar a los juveniles, que están ubicados en la Ciudad Deportiva. Uno, el más nuevo, fue inaugurado en 2017. Allí hay 48 chicos: desde los infantiles hasta la 2003. En el más viejo se encuentran los futbolistas más grandes, que son 12.

Gari Manases nació en Mar del Plata y jugaba al fútbol en River de su ciudad. “Gracias a una prueba que hicieron en el club donde yo estaba, me dijeron que tenía que ir una semana a la pensión. Después de esos siete días, me comunicaron que debía volver el 21 de enero para hacer la pretemporada”, recordó sobre sus primeros pasos en El Ciclón.

“Yo tengo bastantes amigos en donde vivo y me apoyaron mucho en la decisión que tomé. Me dijeron que me iban a extrañar y que era un momento difícil, pero que me apoyaban porque era mi sueño”, contó el marplatense que además remarcó el seguimiento de sus padres como algo fundamental para él: “Por suerte tengo una familia muy unida y podemos hablar todos los días, sea por llamada, audio o mensaje”.

Desde que llegó a la pensión, el chico de 14 años sintió que el cambio más grande había sido con su familia. “Aprendí a valorarla muchísimo estando lejos y yendo cada tanto. Cuando estaba todos los días con ellos era diferente”.

Además, el volante por derecha detalló sobre el sistema de semáforo para controlar el orden de los chicos en las 12 habitaciones que hay: “Para organizar que las piezas estén limpias, tenemos tres colores de tarjetas: verde, amarilla y roja, que las cuelgan en la puerta. Si tenemos puesta la primera, es que está ordenada; la segunda es que tenemos tres horas para arreglarla y si aparece la tercera tenemos una consecuencia”.

Luciano Noboa, oriundo de Gualeguaychú, Entre Ríos, y que arrancó a jugar al fútbol en Central Larroque, expresó: “Tus compañeros de pieza son como una familia para vos cuando arrancas a vivir acá”.

El marcador central confesó: “A las once de la noche nos sacan los teléfonos y después de media hora nos apagan la televisión para poder dormir bien”. Manases, su compañero de equipo, opinó: “Es algo bueno que nos hagan esto porque en mi casa me quedaba hasta cualquier hora con el celular”.

Noboa contó que cuando salen de la pensión tienen que mandar un video de autorización por sus padres que los dejan ir con un adulto responsable. “Esto se arrancó a hacer luego de lo que sucedió en Independiente con el tema de los abusos en los chicos”, confesó el coordinador general de las inferiores, Fernando Kuyumchoglu, quien comentó que en la pensión había un psicólogo, pero que no estaban obligados a ir. “Nos manejamos con él cuando alguien tiene problemas o alguna dificultad con la familia”, afirmó.

Adolfo Gaich, Alexander Díaz y Gianluca Ferrari, entre otros, son jugadores que pasaron por la pensión del Ciclón y hoy se encuentran jugando en la Primera División del club que les abrió sus puertas para su crecimiento, cuando recién arrancaban con su carrera.

¿Serán ellos los próximos?

 

Walter Perazzo: “El proyecto te tiene que llevar al éxito y no al revés”

Rodrigo Cabrera

Recibió de espaldas al arco. Cuando giró, la pelota le quedó larga y fue a trabar con Jorge Pellegrini. Y le ganó. Dejó en el camino a Juan José López y ya tenía decidido lo que iba a hacer. Desde la mitad de la cancha lo vio adelantado al arquero Enrique Vidallé, ensayó un zapatazo que se terminó metiendo en el arco y festejó su segundo gol de esa tarde, el 15 de diciembre de 1985, ante Argentinos Juniors con la camiseta de San Lorenzo. Ante la jugada que acababa de hacer Walter Perazzo, el árbitro de ese partido, Juan Carlos Loustau, lo felicitó extendiéndole la mano y dejando en el recuerdo un acto del que hoy lo único que traería serían sospechas.

El autor de ese gol en la cancha de Atlanta, que hoy es entrenador de Temperley en la Primera Nacional, se sentó en la tribuna Mariano Biondi del estadio del Gasolero luego del entrenamiento y se refirió a ese hecho, si se considera un entrenador ‘salva-equipos’, su presente y lo que considera el éxito en su profesión. “En ese momento no fue un gesto que tuvo algún tipo de especulación de ninguna parte, porque era otra época y también porque lo hizo Loustau, que era un réferi intachable, con jerarquía internacional, no se podía dar a mal interpretar nada. Hoy en día lo hacen y como hay tantas dudas y sospechas ya se empieza a especular que el réferi tomó partido en ese juego. Creo que hoy un gesto así sería cuestionado”. 

– ¿Cuánto cambió la sociedad para que ese gesto se vea de esa manera?

La sociedad cambió bastante porque hoy se sospecha de todo. Entonces un acto tan lindo y tan genuino, para mí es un hecho que me enorgullece, es como un reconocimiento. Que hoy no se pueda hacer por cómo está la sociedad con tantas dudas y sospechas es un retroceso en la sociedad y el deporte, en donde uno habla de mente sana y cuerpo sano y lamentablemente un gesto de esa manera hoy se vería mal.

 – ¿Fue el mejor gol de su carrera?

Sin lugar a dudas está en la terna de los mejores, pero he tenido goles muy lindos. A Boca le hice dos jugando para San Lorenzo, atajaba Gatti, a Argentinos Juniors también le hice goles muy lindos, a San Lorenzo jugando para Boca también. He tenido muchos goles lindos, pero en este ayuda el marco del recuerdo el gesto de Loustau. Si eso no hubiese pasado, tal vez se lo recordaría como un lindo gol y nada más. Sumado a que el rival era el campeón de América y venía de perder la Intercontinental por penales ante la Juventus.

– ¿Qué diferencias había entre los equipos de primera y el ascenso cuándo era jugador y cuáles hay ahora?

Antes entre los equipos de primera y los del ascenso había más diferencias tácticas y físicas. Hoy queda la diferencia técnica, los jugadores de primera tienen otra jerarquía. Todo eso se equiparó con la táctica y lo físico. Por eso hoy un equipo de cualquier divisional te puede ganar, te queda la jerarquía, pero a veces la podes contrarrestar con orden, sacrificio y otras cosas que antes no se podía porque a la larga te terminaban ganando porque eran mejores, corrían más y estaban más ordenados. 

– ¿Se considera un técnico ‘salva-equipos’?

Por lo general a los técnicos los llaman porque el equipo tiene algún tipo de problema: de resultados, de juego. Es muy raro que te llamen porque un técnico le fue muy bien y se fue a otro lugar mejor. El 90% es por alguna crisis. A mí me ha tocado dirigir equipos como Aldosivi y Olimpo que estaban a seis fechas de terminar el torneo y ya estaban casi descendidos. Con Aldosivi nos tocaron los cinco grandes en esas fechas, pero perdimos solo con Boca y River. A San Lorenzo le ganamos y empatamos los otros dos. Me he acostumbrado a armar equipos en el Nacional B y pelear por el ascenso. Con Chicago estuvimos hasta ahí la última fecha, en Temperley nos acomodamos. Me están llamando para este tipo de casos, aparentemente ven una solución en mí en estas situaciones.

– ¿Qué cambió en el plantel de Temperley que los llevó a tener este presente?

Yo soy un tipo positivo, pero si me decías que de 21 puntos íbamos a sacar 19 era mucho pedir. La mentalidad cambia porque antes cambiaron otras cosas: costumbres, formas de jugar, sistema táctico, el estilo, y eso nos trajo buenos resultados que te hacen cambiar la cabeza. A veces viene la mala, y empezás a perder, y en otras, toca la buena. Pero primero hubo cambios desde adentro hacia afuera y eso se ve reflejado en los resultados. 

– Cuándo recién había asumido declaró que lo que quería era ‘enderezar el andar del equipo y terminar en el pelotón de arriba a fin de año’. Lo logró.

Lo primero que dije cuando asumí fue: tenemos que dejar de perder, no tenemos que dejar que nos hagan tantos goles, porque en seis partidos tenían diez goles, y después vamos poniendo metas a corto plazo, que eran ganar y buscar objetivos como la Copa Argentina. El equipo ha hecho un cambio radical de adentro hacia a fuera y mejoró el estado de ánimo, mejoró la cabeza, los rivales te respetan más, hoy se juegan la vida contra Temperley porque somos el equipo que viene arrasando de abajo. 

– ¿Cómo se prepara el partido contra el puntero de la zona?

Yo digo que son los partidos más lindos para jugar y en la parte que me corresponde como cuerpo técnico es en el que menos necesitás incentivar, porque ya de por sí, jugar con el primero genera eso. Es un partido que hay que prepararlo bien porque ellos juegan muy bien, para mí son uno de los mejores junto con San Martín de Tucumán. Son las pruebas que necesitamos para dar un paso más. 

– Usted declaró que considera que los entrenadores tienen que ser ‘psicólogos urbanos’ de los jugadores, ¿cuánto de eso implementó en Temperley?

Creo que la parte psicológica es importante saber manejarla. Si bien no soy psicólogo, trato de leer o prestar atención a las cosas que tengan referencia a la parte emocional o mental. Después según los jugadores es dar el consejo justo, tocar la tecla justa y eso también te lo da la experiencia. Creo que hay personalidades y personalidades, pero me doy cuenta quién necesita una caricia y quién una sacudida. La clave está en decir las palabras justas en el momento justo y es algo que le doy mucha importancia y tiene que ver con el éxito o el fracaso de un equipo.

– Esta es la primera vez que asume en un equipo que no armó, ¿cuánto influye eso en un cuerpo técnico?

Es la primera vez que me toca. Este desafío lo encaré poniendo a prueba una situación que para mí era nueva, y nosotros siempre vivimos de tener desafíos y son las cosas que te van permitiendo crecer. Si bien no elegí jugador por jugador, en el momento que me llamaron miré el plantel que tenían, y era uno que a la distancia me sedujo. Me han llamado de otros equipos y no agarré porque no me gustaba el plantel que tenía. Eso me llevó a aceptar la propuesta de trabajo. El miedo o las dudas eran esas, como va a reaccionar un jugador que yo no traje y como se adapta a lo que yo quiero, porque quizás no son jugadores que se lo que me pueden dar. La verdad que me encontré con una grata sorpresa, primero porque las características que tienen se adaptan a lo que yo pretendo de un equipo, y me ayudó, y a ellos los hizo tener un rendimiento inmediato, porque tienen las cualidades para hacerlo. Por otro lado, creo que ellos estaban esperando que venga alguien que les pida lo que yo les pedí, por eso hubo conexión inmediata. Ganar el primer partido empuja mucho más.

– Es alguien que pondera los proyectos en el fútbol, ¿qué cambió en la sociedad y cuánto influye el resultadismo para que eso no sea lo habitual en la actualidad?

Yo digo que el éxito en esta profesión es tener continuidad y un proyecto. El proyecto te tiene que llevar al éxito, y no el éxito al proyecto, y acá estamos un poco así: primero tenés que tener éxito para poder armar un proyecto. Lo que hay que hacer es un proyecto, sostenerlo y a la larga lo terminás solucionando. Acá no hay tiempo de revancha, tenés una prueba, te va mal y te echan. No hay tiempo de mejorarlo, porque en seis partidos te fue mal y te vas, y tal vez necesitabas doce partidos. La sociedad también no sé hasta qué punto está preparada, porque con el tiempo se empieza a desgastar la relación y salen las partes negativas. Está todo agarrado con pinzas. 

– ¿Qué experiencia le dejó ser el entrenador de la Selección Sub 20?

Cuando empecé siempre tuve el sueño de dirigir juveniles, y gracias a Dios se me dio. Es uno de los trabajos que más disfruté porque es trabajar en lo máximo del fútbol argentino y con los mejores juveniles. Es una marca de calidad registrada desde la época de Pekerman, nosotros íbamos y nos respetaban. Después tenés los mejores jugadores que te dan otras herramientas. Y los torneos internacionales son una experiencia única, porque jugás con los mejores de cada país, están todos pendientes de los torneos. Por ejemplo, me tocó jugar contra Egipto con Salah, contra Brasil con Neymar, con Oscar, con Casemiro. Es estar con los mejores jugadores del mundo. Dirigí a Funes Morí,  Pezzella, Tagliafico, Andrada. Uno ya les veía cosas y sabía que iban a llegar. Y empezás a conocer en frente a los futuros cracks. Esa base de Brasil ahora está jugando en la mayor. Como técnico el desafío de preparar un partido con esa clase de jugadores también te hace crecer. A Brasil le ganamos, a Egipto que tenía un equipazo nosotros le ganamos en el Mundial. Eso te motiva y cuando lográs resultados positivos te refuerza y da más confianza.

– ¿Cuánto influyó José Néstor Pekerman en la Selección?

Pekerman es un técnico que ha dejado un legado en la Selección. Yo no tuve posibilidad de trabajar con él, pero su legado estaba. Dejó muchas cosas asentadas que hasta el día de hoy se mantienen. Es un poco el hacedor de lo que son hoy los juveniles en toda Sudamérica. Así que me parece que fue un visionario que tiene una principal virtud para captar talentos y después creció como técnico.

– ¿Durante su carrera como jugador quién fue el entrenador que más lo marcó?

El que más me marcó en mi carrera fue Bilardo porque me hizo subir a primera. Después me llevó a Estudiantes que salimos campeones en el 82 y después a la Selección. Fue uno de los que más me dejó escuela. Después tuve técnicos de los que aprendí mucho, el Bambino Veira es uno de los que veía muy bien el fútbol, Bora Milutinović que vino con una metodología de Europa en el 87 cuando estuvo acá, de todos fui aprendiendo cosas.

– Y estuvo muy cerca de formar parte de la selección que viajó a jugar el Mundial de México 1986, ¿cómo vivó esa etapa?

Para el Mundial 86 estuve siempre por ser el gran candidato a estar en la lista, venía jugando muy bien, en un momento estuve en una lista preliminar y en otro momento quedé afuera. Es más, después del Mundial y en los partidos siguientes me convocaron. Sabía que estaba en esa lista con posibilidades de entrar, creo que debía competir con Pasculli, con Tapia, jugadores que aparecieron a último momento.