viernes, octubre 4, 2024

La locura que llevó a la gloria

Por Agustina Jaime

31 de mayo de 1998. El club Atlético Vélez Sarsfield se coronó campeón del Torneo Clausura al mando del técnico rosarino Marcelo Bielsa. Un “loco” dedicado en su trabajo que buscaba la perfección en todo momento.

En agosto de 1997 asumió Bielsa y junto a él comenzó una nueva etapa, intensa, con muchos cambios, pero que tuvo al final una gran recompensa por toda la labor lograda. El primer semestre no fue tan sencillo al principio, ya que terminaron cuartos en el Torneo Apertura. El Loco llegó con ideas renovadas, un convencimiento de otro tipo de fútbol y un proceso de cambio de sistema, pero se encontró con un plantel que venía de ser campeón del mundo con Carlos Bianchi y empezó a mover piezas sin importar quiénes eran. Se trataba de jugadores fuertes que habían sido parte de un ciclo histórico del club, como José Luis Chilavert, Carlos Compagnucci, Raúl Cardozo, Christian Bassedas, Víctor Hugo Sotomayor, Flavio Zandona y Mauricio Pellegrino, entre otros más, que solo buscaban respeto por su trayectoria.

“Nosotros con Bielsa trabajábamos la defensa que era seguimiento al hombre en todo el campo y en el momento en el que perdíamos la pelota teníamos un jugador a quien seguir. En cambio, con Bianchi hacíamos más zona y en bloque”, cuenta Carlos Compagnucci acerca de los entrenamientos.

Luego de esos seis meses, durante los cuales hubo enfrentamientos, discusiones y malos entendidos entre ambas partes, el técnico planteó para el segundo semestre que el compromiso debían tenerlo todos y el que no lo tuviera se quedaba afuera. A partir de entonces se notó un cambio pronunciado, una adaptación: el equipo fue entendiendo la propuesta. Compagnucci explica que fue cuestión de que los más grandes se acomodaran y aceptaran que tenían que cambiar.

De esta manera todo funcionó. Una fecha antes de que terminara la competencia, con un gol de Martín Posse a Huracán en Liniers, Vélez se adueñó del Torneo Clausura con un despliegue de fútbol inigualable. En el camino, el Fortín disputó 19 partidos: ganó 14, empató 4 y cayó en uno. “Perder ese único partido fue parte del proceso, muchas veces ayuda para corregir y reaccionar cuando uno tiene la convicción de que el equipo está preparado para pelear el campeonato”, manifesta Christian Bassedas. El recorrido fue plácido, fueron 46 puntos obtenidos por jugadores que fascinaron en cada jugada gracias al plus a través de la exigencia de Bielsa y el nivel de cada uno.

Vélez tenía el trinomio perfecto: plantel, técnico y la propia institución. Todas alineadas detrás de un mismo objetivo y con los recursos necesarios. Ese año, Raúl Gámez ocupaba la presidencia y fue él quien sacó lo mejor de cada uno de los comprometidos con el proyecto para redondear una etapa brillante en la historia del club. Esto ocurre cuando son bien llevados y la administración trabaja de manera unificada; en caso contrario, los conflictos se trasladan al campo de juego. Además, fue el impulsor de la gestión para que Marcelo Bielsa llegara tiempo después a dirigir la Selección argentina.

El equipo demostró ser un grande. Hay solo 29 clubes que salieron campeones del mundo y Vélez Sarsfield es uno. Un club de barrio que ganó todo.

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