lunes, diciembre 23, 2024
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La historia del delantero soviético que se adueñó del Balón de Oro de Maradona en 1986

Por Bautista Bordato

Mientras el capitán de la selección argentina alzaba la Copa del Mundo en México, el delantero de la Unión Soviética fue galardonado como el mejor futbolista de la temporada debido a una normativa específica vigente en esa época.

En la década de 1950, la redacción de la revista France Football emprendió la tarea de crear un prestigioso listado que daría origen a un galardón emblemático en el ámbito del fútbol: el Balón de Oro. Este premio se estableció con el propósito de reconocer a los mejores futbolistas del mundo. Para tal fin, un cuerpo de 16 periodistas provenientes de diversos países de Europa se encargó de seleccionar a los candidatos y, mediante un proceso de votación, determinar quién merecía recibir el codiciado trofeo y el correspondiente reconocimiento por su excelencia deportiva.

Stanley Matthews, un emblemático jugador del Blackpool Football Club, se destacó en la historia del fútbol al convertirse en el primer galardonado con el Balón de Oro, un reconocimiento que logró a la notable edad de 41 años. A diferencia de las ceremonias de entrega que son habituales en la actualidad, en aquel tiempo la distinción se anunciaba a través de la portada de diciembre de la revista France Football, donde el jugador aparecía exhibiendo su premio, marcando así un hito en el mundo del deporte al dar a conocer al vencedor entre los futbolistas de élite.

En el año 1986, Diego Armando Maradona alcanzó la cúspide de su carrera al conquistar la prestigiosa Copa del Mundo en México, consolidándose como el mejor futbolista del mundo en aquel momento. A pesar de su indiscutible talento y dominio en el campo de juego, no fue galardonado con el Balón de Oro, un premio que en ese entonces estaba reservado exclusivamente para jugadores europeos, lo que dio lugar a que el soviético Igor Belanov se alzara con el trofeo. Belanov, quien se posicionó como el futbolista más votado, superó a jugadores relevantes, como el inglés Gary Lineker y el español Emilio Butragueño, destacando las limitaciones impuestas por la FIFA en torno a la elegibilidad de los futbolistas para este reconocimiento.

Durante ese año, el delantero de origen ucraniano se destacó notablemente en el ámbito futbolístico, no sólo por su brillante desempeño con el Dinamo de Kiev, que se consagró campeón de la Recopa de la UEFA, donde se erigió como el máximo goleador del torneo, sino también por su destacada actuación en la Copa del Mundo. En este último evento, sobresalió con un memorable hat-trick en la desafortunada derrota frente a Bélgica en los octavos de final por 4-3. Además, anotó un gol en la contundente victoria de 6-0 contra Hungría durante el partido inaugural de la fase de grupos. En el camino hacia la obtención de la Recopa, su equipo se enfrentó y venció al Atlético de Madrid en la final, lo que consolidó aún más su reputación como un formidable atacante en el fútbol europeo.

En el 64º aniversario de “El Diego”, vale recordar cuando Belánov reflexionó sobre la prematura partida de Maradona, al afirmar que su ausencia no es justa y que el mundo ha perdido a un jugador de extraordinarias cualidades. En sus palabras, destacó que la grandeza de Maradona no se limitaba a sus impresionantes goles, sino que también se debía a su capacidad de liderazgo y al rol de auténtico capitán que desempeñó en el deporte, un sentimiento que resuena entre todos aquellos que tuvieron el privilegio de compartir el campo de juego con el ícono argentino.

El futbolista europeo se despidió del “10” el día de su fallecimiento durante la pandemia por COVID-19 en 2020. Fue un emotivo homenaje, realizado en las redes sociales, donde Belanov reiteró su consideración de Maradona como el mejor futbolista del siglo XX.

No fue hasta 1995 que se produjo un cambio significativo en la historia del Balón de Oro, ya que se levantó la regla que limitaba la participación únicamente a futbolistas europeos. Este importante acontecimiento permitió la inclusión de jugadores de diversas nacionalidades, lo que transformó el galardón en una competencia verdaderamente global. La internacionalización del Balón de Oro no solo amplió el espectro de talentos que podían aspirar al reconocimiento, sino que también elevó el nivel de competencia, convirtiendo el premio en una auténtica muestra de habilidades y destrezas futbolísticas a nivel mundial.

En el año en que la revista France Football decidió eliminar la normativa que restringía la entrega del Balón de Oro únicamente a futbolistas europeos, se produjo un reconocimiento que marcó un hito en la historia del fútbol argentino. En 1995, Diego Maradona fue galardonado con un Balón de Oro honorífico, un premio que la mencionada revista francesa le otorgó en mérito a sus destacadas actuaciones durante su carrera. Esta distinción llegó como un justo reconocimiento a un jugador que, a pesar de haber sido privado del galardón en múltiples ocasiones debido a la controvertida regla, dejó una huella imborrable en el deporte y se consolidó como uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos.

Un papel de goles importantes

Por Pietro Geloso

Braian “Papelito” Sánchez, nacido en General Arenales el 11 de junio de 1993, le convirtió un espectacular golazo a Boca Juniors, club del cual es hincha, el pasado domingo 27 de octubre en el empate por 1-1 entre el “Xeneize” y Deportivo Riestra. 

Resultado más que histórico para el equipo recién ascendido que está haciendo una gran campaña en su primera vez en la máxima categoría. Además de haber logrado un empate en el barrio de la Boca, ya le había ganado a River en el Bajo Flores por 2 a 0 y a San Lorenzo por 1 a 0. 

El arenalense dio sus primeros pasos en el club de sus amores, Belgrano (Reciente campeón de la liga de Arenales). También tuvo sus pequeños pasos por Colonial de Ferré y Social de Ascensión, club donde se coronó campeón en el año 2012. Luego de ese gran año en la liga chacarera fue visto y recomendado a San Miguel por un video de YouTube.

Braian Sánchez jugando la Liga de Gral. Arenales para Social de Ascensión a sus 19 años.

Sus características futbolistas y su convencimiento lo llevaron a triunfar en el fútbol del Ascenso, donde pasó por San Miguel, Temperley e Independiente Rivadavia de Mendoza, entre otros. Con Deportivo Riestra, Braian tuvo una historia más que especial: logró ascender de la C a la B metro y de ahí a la B Nacional, y el “Malevo” le dio la posibilidad de conocer al mismísimo Diego Armando Maradona, que hoy estaría cumpliendo años. “Feliz cumpleaños señor, te extrañamos mucho”, fueron las palabras de Sánchez para su ídolo a través de la red social Instagram.

Sánchez con Maradona en la visita del 10 a Riestra. Año 2017.

Entre tantos clubes y tantos años de carrera se puede decir que este mediocampista ofensivo, o enganche como los que ya no quedan, es un jugador de goles importantes. Además del inolvidable golazo que anotó el otro día en la Bombonera, “Papel” marcó un histórico gol para que Independiente Rivadavia derrotara a Almirante Brown y regresase a Primera División. En simples palabras, el gol más significativo de la historia del club.

Gran historia de superación y amor para un pibe de pueblo y sencillo que nunca hizo inferiores y siempre soñó con jugar a la pelota. Tanto esfuerzo tuvo su recompensa porque hoy está cumpliendo un sueño y se adueñó del papel de los goles importantes.

La historia de los cinco hombres que Maradona gambeteó

Por Matías Besana

En Londres, bajo el brillo de las luces y la cercanía de las cámaras, descansa una pelota marchita: acariciada y maltratada. El fútbol, desinflado, carente de ecuanimidad, fue resguardado por el árbitro tunecino Ali Bin Nasser y comprado por dos millones de libras esterlinas sin nombre ni apellido. En la presentación de la subasta, en la misma habitación, una figura espigada y ataviada con un elegante traje azul – luce la rosa Tudor en la solapa izquierda- teme acercarse. Es Terry Butcher. Granítico defensor, de venas y arterias: “Me trae malos recuerdos”. Pasaron 48 años del Mundial de México: La mano de Dios, El gol del siglo. El Carnicero (butcher significa carnicero en inglés) se siente “extraño”. Aún respira el triple engaño de Diego Maradona, y tal vez el cuero desgastado continúe obedeciendo los caprichos del pie zurdo del argentino. En los 10.6 segundos de ascenso del Barrilete Cósmico, de la cuna de paja al gol eterno, cuatro ingleses más fueron eludidos. 

La gambeta: la picardía

Mediodía soleado en la Ciudad de México. “El Negro” Hector Enrique, camiseta azul, le ofrenda la pelota al número diez. “Ahí la tiene Maradona”, relata Víctor Hugo Morales. Con un toque hacia su propio campo y un giro armónico desaira al primer iluso: Peter Beardsley, atacante de cintura ágil que custodia la mitad de la cancha. Fue la primera víctima de la Inteligencia en Libertad, título que escribiría luego Jorge Valdano, delantero nacional aquel 22 de junio de 1986. 

Chiquito, 173 centímetros lo elevan del suelo, Beardsley esquivaba gigantes con los bastones blancos y negros del Newcastle United. Su gambeta, de enganches veloces y controles exactos, fue siempre frente a un rival. A la patriada de Diego, que vio alejarse fugazmente, la califica de “magnífica”. Sin embargo, cuatro minutos antes (seis del segundo tiempo), el pibe de Villa Fiorito había marcado el 1-0 con su puño izquierdo. La gambeta: la picardía. Maradona había engañado a la autoridad. “Lo que hizo está mal”, considera el exfutbolista del Liverpool. 

Peter Beardsley, autor de 59 goles y 47 asistencias con el Liverpool.

En 2019, la Federación Inglesa (FA) sancionó por 32 semanas al exfutbolsita, hallado culpable por reiterar insultos raciales a jóvenes negros durante su trabajo de entrenador de la división sub-23 del Newcastle.

Cita en Medio Oriente: “Ahora que puedes, agárrame”

En el estadio de Zabeel, Maradona, panzón pero sonriente, recibe a un colega. Es 2011. El Pelusa – su apodo favorito- es el director técnico de Al – Wasl de Dubai. Su invitado luce sano y goza de buena memoria, pero no habla español y la conversación se difumina en la voz de dos traductores. Peter Reid escatima preámbulos, abraza al astro argentino y suelta: “Me gusta ver tu cara, porque en México solo vi tu espalda”. 

Veintiséis años antes, Reid, volante del Everton, había sido elegido el mejor jugador del campeonato de su país. El 22 de junio siguiente, portando la camisa 16 de los Three Lions, inicia su persecución a Maradona en territorio blanquiceleste. Nunca lo alcanza. Lo abandona cerca del área. En los Emiratos Árabes Unidos, igual de flaco, décadas mayor, el britanico levanta su dedo y reflexiona: “Cometí un solo error: no haberte tomado”. Maradona se ríe. Pispireto, le regala un nuevo estrujón: “Ahora que puedes, agarrame”. Y el centrocampista se aferra al Fenómeno, esta vez sin darle tiempo para un quiebre de cintura. 

Maradona y Reid: Cita en Medio Oriente.

El hombre risueño de Medio Oriente se extravía en las páginas de “Ánimo, Peter Reid: mi autobiografía”, el anecdotario del centrocampista. “No la llamo La mano de Dios, es la mano de un tramposo”, piensa el autor. En sus líneas, el astro albiceleste “pasó de lo ridículo a lo sublime”. 

Un problema de tres pipas 

Terry Butcher está furioso. El partido terminó: Argentina venció a Inglaterra. Se dirige a la sala de doping. La pesadilla continúa. Allí está él: Maradona. El demonio de rulos. Lo encara sin vacilaciones: “¿Fue con la mano?”. Convencido, Diego se señala la cabeza. 

“Soy el único al que venció dos veces”, se lamenta Butcher. En el primer duelo, el defensor le ofrece al ídolo argentino avanzar hacia el centro, en diagonal en dirección al arco. Es una trampa, pues Reid podría doblar su marcaje y detenerlo. Sin embargo, el mediocampista ni siquiera alcanza a arañar la ilusión rioplatense. Maradona es imparable, pero el Carnicero acumula 28 años de terquedad: en 1989, durante un duelo entre Inglaterra y Suecia, tiñó la casaca blanca de rojo con sangre que fluía en cascada desde su magullada frente. Luego, la FIFA cambiaría las normas y ya nadie usaría prendas ensangrentadas. Ahora, en el Estadio Azteca, el central del Ipswich exige la revancha. Empareja la carrera del adversario. Es la única esperanza en Londres. Está a la par; solo le falta la pelota. Se tira… 

Podría haber sido la mejor barrida de la historia.

Butcher, tras el empate 0-0 ante Escocia y la clasificación de Inglaterra al Mundial de Italia 1990.

Butcher prometió nunca olvidar a ese “pequeño bastardo”. Lo reencontró. Soñó – lo contó, no lo cumplió- con reescribir La mano de Dios por El Puño de Butcher, cuando el Pelusa dirigió por primera vez a la Selección Argentina (19 de noviembre de 2008) y él integraba el grupo técnico de Escocia, que perdió por 1-0. Tras el partido, Diego consultó: “¿Quién es Butcher?” 

Tarjeta amarilla

Beardsley y Reid son anécdotas. Butcher lo será pronto. El Barrilete Cósmico se remonta hasta el área rival conduciendo velozmente, la pelota está enamorada y no se desprende de su Puma Negro. Lo aguarda Terry Fenwick, la última barrera antes del arquero, Peter Shilton. La idea del defensor es tumbarlo: su adversario aún no ingresa al área. Sin embargo, él fue amonestado a los nueve minutos de juego – por un cruce contra Diego- y podría ser expulsado. No hay opciones alternativas. Vieja práctica, tendrá que despojarlo de su soberanía: la pelota. En la previa, su entrenador, Bobby Robson, le advirtió que Maradona “solo tiene un pie”, entonces el zaguero del Queens Park Ranger oscila su cintura y prioriza la defensa del interior de la cancha. Siempre con la zurda, el Genio del Fútbol Mundial se convierte en un ilusionista: muestra una mano y actúa con la otra. Engancha hacia su derecha y Fenwick también es pasado.

Terry Butcher – Terry Fenwick – Peter Reid.

“Maradona se acercó a mí para intercambiar camisetas, pero yo estaba destrozado, muy molesto y desmoralizado”, revela el excentral del Tottenham. El monumento maradoniano lo recogió Steve Hodge, leyenda del Nottingham Forest, club de su ciudad. La prenda con el 10 blanco en el dorsal fue subastada por 8.400.000 euros en mayo de 2022. 

Peter Shilton

Peter Shilton, el hombre con más partidos en la historia del fútbol FIFA (1387), era adicto a la timba.

– ¿Cuánto perdiste apostando? – indaga el periodista Piers Morgan, en una entrevista publicada en su canal de Youtube.

– Cuarenta y cinco años – valora el tiempo Shilton.

Su pareja, Steph, lo rescató. Juntos parieron el libro: “Salvado: cómo superar una adicción al juego de 45 años”. El arquero bicampeón de la Champions League con el Nottingham Forest olvidó las noches a la espera de resultados deportivos y ahora lucha contra la esclavitud a los casinos: “Junto a Steph, fuimos oradores invitados a una conferencia anual celebrada en Oslo sobre los daños causados por el juego”, comenta en su última publicación en X. 

El conferenciante de pelo blanco, corto y prolijo, de 75 septiembres vividos, es  también el hombre de tímidos rizos morochos que representó a su país en 125 oportunidades y el muchacho de guantes que padeció, como ningún otro, la mitad de aquel día en Norteamérica. Shilton nunca respetará a Maradona. Diego jamás se disculpó con él: “El cabeza de termo se enojó porque le hice un gol con la mano. ¿Y el otro, no lo viste?”.

Peter Shilton, hijo de un frutero, es, junto al francés Fabien Barthez, el arquero con más partidos sin recibir goles en Copas del Mundo (10).

Ese otro gol se definió seis años antes en Wembley. El combinado nacional, dirigido por Cesar Luis Menotti, visitó al local y en una situación similar a la que vivirá,  delantero contra arquero, el Diez definió al segundo palo y la pelota pasó por afuera. Luego, Hugo, el menor de sus hermanos (fallecido por un infarto a los 52 años), le aconsejó: “Tenías tiempo de amagar y entrar con la pelota y todo al arco”. Y el Pibe de Oro aprendió. 

En las tribunas del estadio Azteca, en la capital de México, 115.000 personas se asombran con Maradona, pero, tras una apilada antológica, solo un ser humano, el más cercano, puede detenerlo. Shilton achica – o agranda- y el artista del conurbano, antes de que el tic cambie al tac, rememora al Hugo, desparrama al último contrincante e inmortaliza El gol del Siglo.

Butcher – Maradona – Shilton, derrotado.

Para aplaudir

El agua de la pileta es un perfecto espejo. Nada la perturba. A su orilla, bajo la sombra, está Gary Lineker, perspicaz entrevistador y goleador del mundial de México 1986, con seis tantos, acaso el único futbolista que hizo algo más que Diego a lo largo de ese mes. De camisa, el delantero inglés sonríe y le confía a su interlocutor: “Fue la primera y probablemente la última vez en mi carrera que sentí ganas de aplaudir el gol de un contrario (luego anotó él y cerró el 1-2 definitivo)”. Maradona, fino, jocoso, le toma su brazo y simplifica lo complejo: “Es el gol soñado”.

La casa donde vive la historia de Maradona

Por Mateo Videla

La pintura de la pared del patio reflejaba a un hombre desnudo con una pelota escalando una empinada línea roja; sobre el borde izquierdo, los ojos de Diego Armando Maradona lo observaban. Redondos e inertes, formados por piezas de rompecabezas, sobre una difusa silueta de su cara. Un mensaje tan potente e inapreciable en aquel templo de Lascano al 2257, ubicado en la Paternal. Una casa tan común, tan de barrio, tan argentina. El 10 vivió allí durante su paso por Argentinos Juniors. La institución le entregó aquel domicilio el 7 de noviembre de 1978 como un regalo. En 2015, la primera vivienda propia del futbolista se transformó en un museo en homenaje a su figura. Un año después la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires lo declaró patrimonio histórico. 

Luego de pasar la puerta principal, enfrente de la parada del 24 y en diagonal a un almacén con una historia de amistad entre Maradona y el dueño del local, Carlos Alberto Pietro, resaltaba una estatua dorada del Pelusa. Sin embargo, no le hizo justicia a lo reluciente que fue en vida. Al ir pasando por cada habitación, recuerdos de juventud, subrayados sobre repisas y muebles, destacaban en cada paso. Trofeos, camisetas, revistas, un piano, fotos, entre otras cosas, generaban un aire de melancolía, de memorias que nunca existieron pero que siempre estuvieron ahí. Entre todos esos objetos había uno casi invisible, de un tamaño imponente, en la galería. Una bota anticuada imperceptible para los visitantes. Después, la cocina con comida, alcohol y cachivaches. En el centro, una fotografía de la familia del Barrilete Cósmico, donde estaban su madre, su padre, su pareja (Claudia Villafañe) y tres de sus siete hermanos. Antes de subir al segundo nivel, otro retrato, del muchacho convirtiendo el gol con la mano a los ingleses, chocaba con el paisaje. Sus rasgos desprendían un aura con un estilo asiático que se agrandaba por artefactos japoneses próximos. En su mayoría, pertenecientes al Mundial Juvenil de 1979, muy cerca estaba la copa de aquel torneo. 

 

En la planta de arriba, el cuarto del joven estaba envuelto en discos, ropas, posters, un tocadiscos, una pequeña tele y una cama arrinconada. Al salir a la terraza, firmas de fanáticos recorrían los muros con palabras de agradecimiento, amor y muchas frases futboleras. Pasado ese sector, una iglesia maradoniana rebosaba de estampas, lienzos, láminas, tablas y remeras de clubes. En el medio, Maradona en la última cena, junto a otros jugadores como Lionel Messi, Pelé, Cristiano Ronaldo, entre otros. Debajo, una bandera del Che Guevara. Finalmente, en el balcón, quedaba un mural con su cabeza en una aureola amarilla y abajo, en letras rojas, la expresión: “D10S”.

Sóftbol: la poca importancia y popularidad en Argentina

Por Luciano Silva

El sóftbol en Argentina es uno de los deportes menos practicados a nivel nacional, en Buenos Aires hay solo 14 equipos federados, pero con una gran reputación de forma global a nivel de títulos. Ser considerada una potencia al estar en el primer lugar del ranking mundial de sóftbol, una práctica que inició en la década del 60 pero que en siglo XXI haya evolucionado a nivel títulos y participación.

El sóftbol se inició como una versión del béisbol bajo techo. Apareció en 1880 en Chicago, Estados Unidos, y se desarrolló con gran rapidez hasta llegar a jugar en campo abierto. Antes no se jugaba así por los climas lluviosos porque afectaba el desarrollo del juego, y en la actualidad lo practican más de 20 millones de personas en el mundo. El juego se compone de dos equipos con nueve jugadores con el objetivo de anotar el mayor número de carreras tras batear la pelota y recorrer una serie de cuatro bases hasta llegar al home. La única diferencia en comparación con el béisbol en su jugabilidad es que el rival lanza la bola por debajo del hombro. La duración es de siete entradas, entre dos o tres horas. Los encuentros pueden acabar en empate o se juega hasta que haya un ganador, las denominadas entradas extras.

El sóftbol, en Argentina, comenzó a jugarse en la década del 60 en las escuelas de Entre Ríos, en Paraná, donde se fundó la Federación Argentina de Sóftbol. Con el impulso de docentes y dirigentes de la provincia el deporte creció y se volvió popular en la zona al punto de que en 2015 el Congreso de la Nación sancionó la ley 27.215 en la que el artículo 1 dicta: “Declárese Capital Nacional del sóftbol a la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos”. En esa provincia se reúnen jugadores de las demás provincias del país para competir en el Torneo del Interior, ya que no existe un campeonato a nivel nacional sino por provincias.  El Estadio Mundialista Ingeniero Nafaldo Cargnel, es el más importante del país en sóftbol, ya que cuenta con una capacidad para 400 espectadores pero para eventos más convocantes suele ampliarse para 4.000 asistentes.

La selección nacional cuenta con un Mundial conseguido en 2019 en Praga, República Checa, en el que derrotó en la final a Japón por 3 a 2. En el Campeonato Panamericano, desde 2006 hasta 2024, obtuvieron dos medallas de oro (2022 y 2024). En los Juegos Panamericanos, Argentina logró el oro en la última edición en Lima 2019. La selección femenina consiguió su más reciente título al coronarse bicampeona en el Sudamericano en Lima en julio al derrotar a Colombia 6-4 en la final.

Si bien en los resultados Argentina está en un buen momento, los jugadores no se sienten profesionales cuando visten la camiseta de la selección, la de sus clubes (Berazategui, Merlo, Morón o Patronato)en el país o cuando van a jugar para el exterior. La mayoría de los jugadores tienen otro trabajo (como vialidad provincial, ingeniero o profesor de educación física) para poder mantenerse o estudian una carrera, como medicina o kinesiología, mientras practican el sóftbol. Algunos jugadores tienen que pedir permiso en sus trabajos para poder ir a disputar torneos con la selección en el exterior. Lo que falta es visibilidad a los partidos ya que la mayoría de los que asisten a los juegos son conocidos o familiares de los jugadores, o que los encuentros tengan más canales donde se transmitan ya que en las redes como YouTube solo hay partidos de la selección argentina. Existe Softbolasba, la Asociación de Softbol de Buenos Aires, que postea los resultados de los partidos de las distintas categorías, como A1 o A2, en masculino y femenino.

En Merlo los chicos de la zona siguen practicando el sóftbol al aire libre aunque no estén jugando torneos bonaerenses. La profesora Silvia declara que les gusta recibir a los chicos de diferentes municipios con motivación a la hora de practicar y más cuando les toca jugar un encuentro. Cada año organizan los Juegos Bonaerenses en los que participan varios chicos de diferentes edades, dentro de las actividades recreativas está el sóftbol. El canal de la Municipalidad De Merlo de vez en cuando transmiten los partidos amistosos que organizan con los chicos de la municipalidad y llegan a superar las 1.000 visualizaciones.

Julio Gamarci, ex entrenador de la selección que salió campeón del mundo en 2019, explica por qué eligió el sóftbol. “En principio me gustaba mucho más la dinámica del juego y luego en razón del profesor Victor Cancelieri me enseñó a amar al sóftbol”, explica. Sobre la poca popularidad del deporte en el país señaló que se debe a la falta de un plan. “Se crece lentamente en todos los aspectos por una cuestión normal de la historia. Lo que le falta al sóftbol es competencia regular en más ciudades del país y eso se logra a partir de creaciones de asociaciones locales que puedan nuclear a clubes que puedan ejecutar lo mismo que se ejecuta en otros deportes populares y con un buen desarrollo”, opina. Gamarci cree que no todos los deportes pueden ser espectáculos, en referencia al sóftbol, el deporte actualmente está manejado por el secretario general Vicente Javier Martinez y el vicepresidente Carlos De La Vega que no piensan en el ámbito económico sino en lo deportivo y para transformarlo a un deporte profesional se tiene que pensar desde otro lugar, como si fuera un negocio, con la necesidad de abrir la mentalidad a nuevos dirigentes que tengan como fin generar una actividad económica a partir del espectáculo deportivo.

Santiago Carril, jugador de la selección, explica que una manera para que el sóftbol tenga más visibilidad sería transmitir más los juegos por las redes sociales y fomentar a la gente para que asista a los partidos, porque no se suben los resúmenes de los partidos de la liga argentina. “Es algo que me vengo preguntando hace mucho; me encantaría que se conozca más nuestro deporte, que es poco convencional, que no se mira mucho y raro de entender, pero que tiene su esencia particular que se tiene que ir conociendo”, opina sobre por qué la gente debería darle una oportunidad al sóftbol.

Federico Eder, jugador de la selección, se refiere a la popularidad del sóftbol en Entre Ríos: “No está en una de las grandes ciudades de Argentina como lo es Buenos Aires; entonces a Paraná, al ser considerada la capital del deporte, muchos jugadores vienen de afuera para jugar. No es un deporte profesional, es un deporte más amateur, que no tiene mucha repercusión fuera de la provincia; es normal, me encantaría que sea más reconocido”.

El sóftbol podrá tener más relevancia en Entre Ríos, pero en las demás provincias del país se disputan torneos no muy reconocidos por la falta de un torneo nacional, por ejemplo en Entre Ríos existe el torneo Hagamos Historia o la Copa Javier Martinez (lleva ese nombre por el actual coordinador de la Selección Argentina de Sóftbol) disputado en Mendoza. En la provincia de Buenos Aires se juega un torneo tanto para masculino como femenino, el más conocido es el Torneo Metropolitano. Uno de los equipos que participa en ese torneo es Berazategui y no tiene una sede sino que practica en el complejo Los Privilegiados en la municipalidad. También está el club Merlo con sede en Pontevedra, donde se reúnen familias con sus hijos para que puedan practicar al aire libre el sóftbol. La relación que tienen Merlo y Berazategui es que sus jugadores tampoco se sienten profesionales, a diferencia de países como Venezuela o Panamá, ya que no cuentan con un sueldo que les sirva para poder solventar sus gastos, lo que los lleva a estudiar y tener estudios universitarios o buscar un empleo; por eso la mayoría de los jugadores practican el deporte como un hobby en los tiempos libres, por lo general los domingos.

Los equipos nacionales entrenan al aire libre ya que a diferencia de clubes que están en Estados Unidos o Canadá, donde entrenan Federico Eder (Hill United Chiefs) y Santiago Carril (New York Gremlins) y cuentan con máquinas que les lanzan las pelotas de manera automática para facilitar su entrenamiento. Además los materiales como el bate, bola, guantes y cascos de bateo los tienen que conseguir por su propia cuenta ya que los clubes no los proveen. Algunos compañeros se prestan el bate, así también como los guantes o los botines. Los profesores de sóftbol  que estaban presente en las prácticas explicaron que no tienen una instalación sino que practican y juegan torneos en las canchas de las distintas municipalidades. También explicaron que a los clubes de sóftbol les hace falta mucho apoyo, los propios jugadores de los distintos clubes, de todas las disciplinas de la zona, hacen aportes para poder recaudar dinero y así comprar materiales y mejorar el polideportivo. Los mismos jugadores trabajan dentro de las canchas para que las instalaciones estén acordes, ya que no todos cuentan con un personal que se ocupe del cuidado del campo de juego. 

El sóftbol argentino superó las expectativas al pasar por un gran momento al haberse consagrado campeón mundial en 2019 y que en la actualidad este en la primera posición del ranking global, pero la realidad es que los jugadores y los clubes no pueden generar ingresos por falta de patrocinios y de visibilidad. La situación que vive el sóftbol por la falta de profesionalismo también es causado por los dirigentes, como Luis María Centurión o Eduardo Sabaté,  que ven un deporte que no logra generar ingresos.

La evolución de la paleta argentina: los niños y las mujeres tienen cada vez más lugar

Por José Baía

En 1905, cuando el trabajo femnino escaseaba, no había voto femenino y era muy raro ver niños en los clubes, un tambero francés que se radicó en Argentina con el propósito de poseer tierras y generar riquezas a base de materia prima vacuna, Gabriel Martirén, conocido como Sardina, construyó un trinquete detrás de su casa en Burzaco. Una cancha de pelota vasca. Como a principios del siglo XX el deporte se practicaba con una pelota de cuero y palas de madera muy gruesas, la posibilidad de utilizar el frontón eran escasas, ya que eran materiales que debían importarse de Europa. Fanático de la pelota, Martirén creó una de las especialidades de la pelota vasca: la paleta goma o argentina, practicada en sus comienzos con una paleta vacuna y una pelota de goma.

Tan ramificado como el atletismo, la pelota vasca tiene 11 especialidades, que varían según el tipo de paleta o de pelota que se utilice, divididas en cinco modalidades (tipos de cancha). Argentina cuenta con 48 medallas de oro en Mundiales, cinco en Juegos Olímpicos, aunque en forma de exhibición, y 15 en Panamericanos. Los logros convierten a la disciplina en la que más preseas le dio al país.

La paleta goma, en la década de 1910, era una disciplina muy practicada en Argentina, aunque en Entre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe era donde se centraba, y cumplía un gran rol social, al punto de que las canchas eran utilizadas para actos políticos debido a sus amplias dimensiones. Un trinquete puede medir entre nueve y 11 metros de ancho, entre 28 y 32 de largo, y no menos de ocho de alto. Uno de los eventos más recordados es el discurso de la fundación de la Unión Cívica que brindó Leandro N. Alem en 1890, cuando aún no existía la paleta argentina. Sin embargo, los frontones también eran epicentro del alcohol, el tabaco y las apuestas. No sólo era obligatorio apostar para jugar un partido, sino que los espectadores también ponían plata en apoyo a alguna de las dos parejas que estaba en juego.

Si se le pregunta a alguien mayor a 50 años si conoce el deporte, es probable que respondan “antes jugaba” o “mi papá o mi abuelo jugaba”, ya que movía mucha gente. Incluso, en la fundación de muchos clubes hoy reconocidos, como Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA) y Ciudad de Buenos Aires, una de las primeras prácticas fue la pelota.

“Hace 30 años había más de 100 pelotaris por club. Imaginate el lugar que tenían los chicos. Era casi nulo. No había escuelita, no había nada, aunque tampoco era un lindo ambiente para los niños. Se está cambiando la mirada. Antes el pelotari tomaba cerveza, fumaba, apostaba y quería estar todo el día dentro de la cancha con tal de que no juegue una mujer o un menor de edad”, afirma Ignacio Peláez, presidente de la subcomisión de pelota de GEBA. Tiene 52 años y juega a la paleta desde los ocho. Vivió muy de cerca estas situaciones.

Si bien la evolución sigue en proceso, el gran cambio fue en la década del 2010. La Confederación Argentina de Pelota (CAP) tomó una iniciativa para que haya nuevos jugadores de paleta, desde niños hasta adultos. Se plantearon proyectos que hagan crecer la actividad del deporte en los clubes entre las personas menores de 30 años. Empezaron a verse menores en las canchas con más regularidad, las mujeres comenzaron a protagonizar algunos torneos, y la palabra “planificación” se implementó cada vez más. Por eso, debe hacerse un parate en cada uno de estos tres puntos: niños, mujeres y planificación. Tres aristas que van de la mano. A su vez, en la actualidad hay una brecha generacional, entre los 30 y 45 años, en la que hay muy pocos pelotaris activos. 

Así fue como comenzaron a fomentarse las escuelitas de pelota. Si bien el foco principal era que fueran para niños, también se le puso fichas a las clases para adultos. Alrededor de 2016, se abrieron algunas en clubes como República de Caseros, Esteban Echeverría, San Fernando y San Martín de Florida, entre otros. En cada punto había un club. La actividad no estaba centrada en una zona, sino que comenzó a distribuirse desde distintos epicentros.

Con el paso de los años, lo que parecía un simple proyecto se transformó en una de las principales fuentes de pelotaris para los clubes. A los niños les gusta el deporte y a los padres les llama la atención. Con el auge de la actividad física en general, la pelota no quedó exenta. A los adultos les parece una buena actividad por la intermitencia que requiere la práctica. Por ello, en vez de atraer a un alumno (hijo), se consiguen dos o tres (padres).

En los clubes grandes, “multideportivos”, como GEBA o Ciudad de Buenos Aires, las escuelitas se nutren desde otras disciplinas, a diferencia de los clubes que tienen como único deporte a la pelota que deben buscar alumnos por otros medios. Así lo describe Pelaez: “Nosotros no somos un club de paleta. En cuanto a niños, tenemos un chico que viene de waterpolo, otro chico que viene de atletismo y un par de fútbol. Tenemos una mezcla. Y en los padres o adultos tenemos de boxeo, de tenis, de natación. Hay mucha variedad”.

En Gimnasia de Buenos Aires creció la participación de pelotaris, gracias al buen desarrollo de la escuelita, al punto que es uno de los pocos deportes que le da superávit al club. “Para que te des una idea, el vóley le da 10 millones de déficit por mes. Entonces, que nosotros lo tengamos positivo nos deja muy bien vistos dentro de la comisión directiva del club”, comenta el presidente de la subcomisión de pelota de Gimnasia de Buenos Aires.

Hoy, tras ocho años de que empezara la iniciativa de las escuelitas, hay 53 clubes con escuelita de los 75 afiliados que tiene la Federación Metropolitana de Pelota (FMP). La más reciente se abrió el 6 de julio en Defensores de Santos Lugares (Tres de Febrero), una institución que también tiene un abanico amplio de deportes. Su profesor, Gonzalo Suárez, comentó previo a la primera clase: “La idea es arrancar con hijos de pelotaris que ya juegan y con chicos de otras disciplinas hasta que tengamos una base”.

“Ya promediamos siete u ocho chicos por clase. Para el poco tiempo que llevamos es muy bueno”, asegura el profesor de Santos Lugares. De todos modos, no todos los clubes que tienen cancha de paleta y su respectiva escuela son multideportivos. En los clubes que tienen como única especialidad a la pelota, la posibilidad de conseguir alumnos se dificulta aún más. Tobías Muñoz, profesor del Club Esteban Echeverría, dice: “Nosotros nos nutrimos mucho de los amigos de los propios alumnos. Les decimos que inviten a amigos y ellos traen, aunque no siempre tienen continuidad. Pero con que de cinco chicos que invitan, se queden dos, para nosotros es un golazo. Otra forma que tenemos es invitar a hijos de gente que nosotros conocemos o de socios del club”. A su vez, la escuelita de Echeverría es una de las más grandes de zona sur. Cuenta con 21 alumnos menores de edad y 12 mayores.

Otro club que le mete muchas fichas al desarrollo infantil y juvenil de la paleta es el República de Caseros. Su principal característica y la razón por la que es reconocido a nivel nacional es que es una de las primeras instituciones en contar con mujeres dentro de su comisión directiva en la historia de la paleta argentina. Laura Cava, la tesorera del club de Caseros y delegada dentro de la Federación Metropolitana, cuenta: “Conocí el deporte porque mi novio lo practicaba desde chico y apenas golpeé la pelota con el centro de la paleta nunca pude dejar de practicarlo”. Cava explica la razón por la que se involucra en la organización de Caseros y de la federación y cómo ve la actualidad de la paleta femenina: “Decido involucrarme en la paleta porque la rama femenina no tiene tantos años de historia. Hay una necesidad para las mujeres de desarrollar con mayor calidad las competencias, ya que los torneos sufren muchas modificaciones, algunas mejores, algunas peores, pero es algo que va en desarrollo”.

El torneo metropolitano es el más importante del país y cuenta con dos categorías femeninas. Dentro de la competencia hay 28 parejas, sumando ambas divisiones. De todos modos, Lucía Lumini y María Lis García, pelotaris que están en la selección argentina, compiten en categorías de hombres o mixtas para codearse con jugadores de su nivel y velocidad de juego, porque los campeonatos de mujeres están en un nivel inferior al de ellas. Así surge otra problemática: crece la cantidad de jugadoras, pero no se llega a un nivel de selección. Se trabaja en levantar el nivel de la competencia femenina, pero la principal tarea es lograr consistencia, debido a que en 2022 había cinco divisiones de mujeres en el torneo y ahora hay dos. No sólo disminuyó la cantidad de categorías, sino que también la cantidad de parejas.

La principal causa de la reducción de competencias femeninas es la mala organización de los dirigentes de la Federación Metropolitana. Por un lado están las pelotaris que se bajan por falta de competitividad y nivel, y por otro las que no se inscriben por desencuentros o disconformidades con la propia organización. Las desprolijidades en el armado de las competencias, no sólo en las femeninas, hacen que la planificación que se siguió a rajatabla durante los últimos 10 años, peligre. Ya no hay encuentros o torneos de escuelitas como solía haber, las competiciones de mujeres no se fomentan tanto como hace un par de años y los problemas organizacionales parecen ganar la pulseada hasta el momento. 

Cuando a Marcelo Farías, el presidente de la FMP, se le consulta sobre qué medidas va a tomar la federación con respecto a la pelota femenina y a las escuelitas sostiene, con reticencia, que “está trabajando” en eso. A su vez, Pablo Lambardi, el presidente de la CAP, dice que si la paleta no crece es por culpa de los dirigentes porque son quienes tienen los medios para realizar cualquier plan que se proponga.

El millonario sin tanto dinero

Por Matheo Vázquez Acuña

‘’La felicidad es el fin que busca todo ser humano’’. Aristóteles.

Era 1999, Lanús jugaba frente a Unión de Santa Fe. Ese día debutó un juvenil llamado Rodrigo ‘’Furia’’ Mannara, derecho, con cara de malo, su pelo negro siempre hacia arriba, un metro 80 llenos de potencia, y con toda una carrera por delante llena de difíciles elecciones por tomar.

Al igual que su hermano mayor Pablo Mannara jugó, nació y creció en el mismo lugar, el ‘’Granate’’. Rodrigo siempre fue el mejor de los dos, incluso cuando estaba jugando en el club chileno Cobreloa, en el 2009, tuvo que pedir que lo fichen también a él porque no conseguía club.

Pero había algo que lo condicionó durante toda su carrera, y era su poco temperamento: ‘’No tengo paciencia, me fastidio por todo, de ahí el apodo la ‘Furia’ que me caliento por todo, no me gusta perder’’, afirmó Mannara. Igualmente esto no lo define como persona, porque la gente que lo rodea dice que es alguien gentil y generoso, que siempre está para todos, y que el ‘’no querer perder’’ lo llevó a revertir diferentes situaciones complicadas de su vida.

Durante su infancia sus papás fueron quienes forjaron los valores y educación del volante diestro, él tuvo que dejar el colegio para dedicarse a jugar a la pelota. Su padre tenía una cochería, y su madre trabajaba en un geriátrico cuidando gente mayor, vivían con lo justo para tener un plato de comida.

El campeón de la liga 2010 con la Universidad Católica, siempre agradecido, trató de devolverles el favor con su gran velocidad corriendo por la banda, con goles y asistencias. Cada vez que lo necesitaban, él automáticamente los ayudaba.

Sus malas elecciones en su trayectoria futbolística arrancaron en 2011/2012 luego de irse de la ‘’U’’:  ‘’Fue en picada, no sé, capaz que de todo, malas decisiones que tome de irme a otro club, decisiones personales. Eso fue lo que noté, estabas en Primera y empezás a jugar en Nacional B, después en la 3ra división, después cuando te querés acordar ya tenés 37 años y se te pasó la carrera volando. Fue todo un poco de todo, de malas decisiones mías y en lo personal también’’, declaró el exfutbolista.

Uno de sus principales errores fue que, mientras estaba cedido a préstamo en Deporte Puerto Montt y su pase pertenecía a Cobreloa, firmó con 3 equipos distintos.

Primero había aceptado la oferta del Club Maracaibo de Venezuela, al mismo tiempo, lo llamó Ricardo Caruso Lombardi para ir a Newell ‘s donde confirmó su llegada con un contrato por 3 años. El otro equipo que lo quería era Wisla Cracovia de Polonia, hizo pretemporada en Valencia, España. El club europeo decidió no adquirirlo porque ‘’él no era el del video’’, claramente es mentira porque Mannara afirma ser él . Finalmente los clubes se cansaron de insistir y terminó volviendo al ‘’Naranja’’ para tener dónde jugar.

El ex jugador de Racing Club me miró fijo, sin palabras, y luego reflexionó: ‘’Capaz que tome malas decisiones en lo económico… pero hoy tengo salud, tengo trabajo, tengo una familia hermosa. Así que más que eso no puedo pedir’’.

Hoy a los 44 años, luego de pasar por Chile y las provincias de Santa Fe y Rio Negro, vive en Gerli, trabaja de repartidor en una fiambrería y esta satisfecho con su estilo de vida. El extremo que supo compartir equipo con Eduardo Vargas y Charles Aránguiz, se dio cuenta que la mayor fortuna que tiene en la vida es el amor de la gente que lo rodea, y eso no se puede comprar con dinero.

Una pequeña gran luchadora

Por Bernardo Santos

Argentina tiene un vasto territorio donde varios personajes han sabido dominar las llanuras, cerros, montañas, desde las zonas glaciales hasta lo más árido del norte para hoy ser reconocidos a nivel mundial, sin importar el rubro, disciplina u oficio del que provenga tanto talento, trabajo duro y experiencia.

Hago un viaje relámpago hacia Rojas, Provincia de Buenos Aires, pueblo natal de la taekwondista Sabrina Mai, de 26 años, quien practica este deporte desde su niñez y hoy es una figura mundial, que forma parte de la Selección Nacional hace 14 años, habiendo conquistado varios mundiales en lucha -55kg y formas (I, II, III dan), aunque también trabaja como kinesiologa en su casa.

Es mediodía, toqué el timbre del garage y Mai sale por la ventana diciendo que vaya hacia la puerta, así me abre. “Justo puse el agua para los mates, ahora vengo”, me dice cuando entramos en el cuarto donde transcurrió la entrevista, un living pequeño con un sillón, un puff y una mesa ratona en el centro y varios muebles alrededor, uno de ellos tiene los trofeos y medallas de la luchadora, en orden de obtención de derecha a izquierda.

Durante una hora y media de charla tocamos muchos temas interesantes, desde su militancia dentro del deporte, participando en FAMUD (Foro Argentino de la Mujer en el Deporte), hasta algunos de sus momentos en el Taekwon-Do. Sin duda lleva la esencia argentina consigo. Siempre la llevó. Me refiero a que como deportista nacida en la tierra albiceleste, siempre sabe cómo enfrentar las adversidades.

“Ya fué reconocido por la CAD”, dice Mai acerca del arte marcial, todavía no reconocido por el COI pero que, asegura, está en proceso: “Hace 20 años se está haciendo un trabajo exhaustivo para que sea reconocido”. Al ser un deporte amateur y autogestivo, el Taekwon-Do depende del practicante, por lo que la competición y los viáticos corren desde siempre por cuenta de los participantes.

El apoyo económico al principio claramente fue otorgado por parte de su familia, cuando pasó el tiempo y necesitó pagar su inscripción y viajes, Mai comenzó a buscar sponsors. “Es tratar de conseguir empresas o negocios que te apoyen, que te den algunas cosas para rifar”, “he vendido empanadas, pollo, pizzas”, también trabajó en el campo con su padre, Eduardo Mai, ayudando a tirar carros, conducir las maquinarias, sembrando y cosechando.

La deportista hizo un trabajo arduo que poco a poco dio sus frutos; desde el 2010 con sus primeros pasos en el conjunto argentino hasta la actualidad, siendo un ícono mundial en el arte marcial, superando las adversidades desde lo económico hasta lo competitivo y cada día avanzando un poco más, hasta abrir hace un año y medio atrás su propio gimnasio y ya tener más de 15 alumnos que siguen con esta disciplina.

Sebastián Papeschi, promesa y realidad

Por Valentina Martín

Zurdo como Diego Maradona y como Lionel Messi. Zurdo como Emanuel Ginóbili y Guillermo Vilas. Y, en su ámbito, zurdo como Maravilla Martínez, como Julio César Vásquez y como las leyendas Ringo Bonavena y Eduardo Jorge Lausse. Quizás parezcan pocos los deportistas zurdos de alto rendimiento en Argentina, pero sin dudas marcaron un antes y un después. Y hace tiempo surgió una promesa que, al igual que ellos, marcó la historia.

Esta promesa se dedica al boxeo como los últimos mencionados. Y continúa siendo una promesa a pesar de que hoy se haya convertido en una realidad.  

“La Promesa” surgió como un apodo puesto por los diarios locales que escribían con mucha expectativa sobre un joven que ganaba Juegos Bonaerenses, Juegos Provinciales y títulos juveniles. La promesa de que iba a ser alguien importante crecía y “La Promesa” comenzaba a hacerse un espacio en el mundo del boxeo. Hoy, cuando los habitantes de su ciudad escuchan o leen tal sobrenombre automáticamente reconocen de quién se habla: el boxeador Sebastián Horacio Papeschi. El que hizo historia para el boxeo argentino y se convirtió en el primero del país en levantar tres títulos sudamericanos en diferentes categorías.

Es la una de la tarde de un día de septiembre. Está nublado, pero se siente la proximidad de la cálida primavera. Las calles de Luján, por las que cada año caminan miles de devotos a la Virgen, están tranquilas. El Polideportivo Municipal “Profesor Federico F. Monjardin” rompe con la calma, a lo lejos se escuchan gritos y risas de muchos jóvenes que cumplen con sus horas de educación física, y más alejado aún, grupos de mujeres caminan sobre la pista de atletismo.

Por la entrada del complejo aparece la figura de Sebastián “La promesa” Papeschi. Comenta que viene del barrio Villa del Parque, donde pudo construir su casa y convive junto con su pareja Flor Hornos y sus dos hijas: Eluney, la mayor, y Renata.

Pero la historia de él está ligada con el barrio Lanusse, el barrio que lo vio dar los primeros pasos. Y la historia es así: su padre, Raúl Papeschi, fue un púgil reconocido de Luján. De los cuatro hijos que tuvo junto con Mónica Romito sólo el del medio heredó el gen del boxeo. No fue Andrea, ni Raúl, tampoco Patricia o Leandro, fue Sebastián, o Tati, como le decían en su casa. Nació el 8 de julio de 1991 y a partir de sus once años ese gen se activó: “A mí me gustaba la piña”, confesó de entrada.

Quiso seguir los pasos de su padre, le daba curiosidad cuando aparecía en los recortes de diarios y fotos. Así que decidió empezar a entrenar a escondidas, porque Raúl y Mónica no se lo permitían, en una escuela cercana a su casa. Como a todo niño, la mentira le duró poco, pero lejos de hacerlo tirar la toalla, su padre le presentó a alguien fundamental para su carrera: Pablo Picapiedra Petraglia -otro de los púgiles más renombrados de Luján- con quien empezó un entrenamiento más serio.

-Pablo fue lo mejor que me pasó. Él fue mi mentor y amigo. Me formó y me dio la experiencia para tener los títulos que tengo hoy- dice, mientras rememora y esboza una sonrisa.

Así comenzó su historia, y 17 años después, específicamente el 28 de diciembre de 2019, consiguió el primero de los tres títulos que lo convertirían en un hito. A pesar de las 168 peleas como amateur y las 17 profesionales que tenía en ese momento, llegaba a la velada con mucha incertidumbre: debía enfrentar al catamarqueño Cristian Ríos por el título supermediano del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

-Era la primera vez que peleaba a doce rounds y me costó muchísimo. Cada vez que iba al rincón preguntaba en qué round íbamos, y me decían que era el séptimo, el octavo, y pensar que me faltaba casi la mitad de la pelea era una locura.

Pero “La Promesa” se impuso en la mayoría de los rounds, ganó por fallo unánime y prometió más que nunca. 

 Incertidumbre, la misma palabra que pensaba antes de subir al ring y conquistar su primer título sudamericano, fue también una palabra que definió su carrera desde 2010 hasta 2014. En ese lapso de cuatro años vivió un quiebre en su trayectoria.

Por algún mes de 2010, cuando tenía 19 años, Sebastián fue llamado a formar parte un selectivo y comenzar a entrenar con la Selección Nacional. Pero no la llegó a integrar: los exámenes médicos arrojaron una disminución visual y la Federación Argentina de Boxeo (FAB) le sacó la licencia.

-En ese periodo me alejé completamente del boxeo y me empecé a juntar con los vagos en la esquina. Ahí aprendí cuál es el camino bueno y cuál el camino malo. Y entendí que solamente está mi familia, porque gracias a la influencia de mi viejo y de mi señora volví a entrenarme, me convertí en profesional y hasta el día de hoy no paré más.

El 21 de octubre de 2022 peleó por el segundo título sudamericano, de la categoría mediopesado. Debía enfrentarse al rionegrino Jairo Ariel Rayman, el número uno del ranking. A diferencia de la primera, llegó con mucha más seguridad.

No sufrió para dar el peso -parte que él considera como una de las más duras del deporte- y llegó con una gran preparación porque se había consolidado un equipo de trabajo detrás: Alexis Martínez (director técnico); Lucas Saavedra (preparador físico); Alejandro Ardiles (nutricionista); Esteban Gómez (psicólogo) y Darío Fernández (segundo principal).

-Fue fundamental el tema del psicólogo. Ahora estoy lúcido a la hora de pelear, antes salía para adelante a buscar la victoria cueste lo que cueste y no es así… trabajamos mucho con Esteban. También me trae mucha seguridad tenerlo al Colo Fernández en el rincón, él hizo muchos campeones del mundo, como La Máquina Matthysse. Desde que empecé a prepararme con Lucas tengo muy buena potencia y velocidad. Y Alexis… es increíble. Creo que gracias a él pude ganar los ocho títulos que tengo hoy.

El Team Papeschi es esencial, y eso se vio reflejado en la pelea con Rayman en el estadio Osvaldo Casanova del Club Estudiantes de Bahía Blanca. Papeschi recuerda que era una pelea complicada porque ambos pertenecían a la misma promotora: Sampson Boxing, de Sampson Lewkowicz. Sí, el mismísimo. El que representó a Sergio Maravilla Martínez y descubrió a la leyenda Manny Pacquiao.

-Sampson es clave. Después de cada pelea me llama y me dice cómo vio mi performance, si fue buena o mala. Me motiva porque vio algo en nosotros y eso me hace creer.

“La Promesa” derrotó por nocaut técnico en el octavo round al rionegrino que ocupaba la primera posición del ranking, se quedó con el título sudamericano que estaba vacante y prometió más que nunca. 

Son alrededor de las seis de la tarde, sigue nublado. Se escucha un timbre y un grupo numeroso de niños y jóvenes dejan de lanzar golpes al aire y bajo la orden de Alexis Martínez se ponen a hacer flexiones. En un espacio flaco y largo se concentra todo lo que debe haber en una escuela de boxeo: sobre una pared se exhiben varios cinturones y medallas. También algunos cuadros que enmarcan distinciones y posters de boxeadores. Parte del espacio donde practican está ocupado por bolsas, peras, pesas y el infaltable ring. Suena el timbre de nuevo, pero esta vez los pupilos se ponen los guantes.  

Alexis Martínez es uno de los que más conoce a Sebastián Papeschi. Además de ser su entrenador fue su compañero cuando iban al mismo gimnasio, La Roca Box. También es lujanense, y desde los 19 años se dedica al deporte de contacto. Fundó su escuela, Ringside, donde cada día se entrena “La promesa” y una gran cantidad de niños aprenden sobre el deporte.

Recuerda cómo fueron las peleas por los títulos sudamericanos, las exigentes preparaciones previo a las peleas, los análisis a los rivales. Recuerda los momentos difíciles y los momentos buenos. Recuerda, agrega y cuenta una anécdota. Y llega a una conclusión:

-Yo creo que a ‘Seba’ no le dieron la oportunidad nomás, sino estaría a la altura de cualquier mediano. De los primeros diez del ranking estamos para pelearle a cualquiera. Esperamos el llamado porque nosotros no tenemos los medios ni el dinero para traer a una figura. El promotor tiene que recibir una llamada de alguien que quiera pelear con Papeschi y crea que le va a ganar… y no va a pasar eso- asegura mientras ríe.

El 23 de marzo de 2024 el púgil de la Capital de la Fe se subió al cuadrilátero en el famoso Casino de Buenos Aires a pelear por un cinturón que marcaría la diferencia. Iba por su tercer título sudamericano, esta vez el de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) por la categoría mediano. Se enfrentaría a Gabriel “El Francés” Bloise. Y otra vez, la palabra que resonó en su cabeza fue incertidumbre: estaba con un cuadro de fiebre y no sabía cómo iba a responder su rendimiento físico.

-Me costó mucho esa pelea. Hasta último momento en el vestuario me sentía mal, apagado.

Pero nada lo detuvo. “La Promesa” fue superior. O un guerrero, como dijo Martínez. Con una decisión unánime de los jueces y con una puntuación total de 99 a 90, Papeschi se quedó con el título sudamericano que alguna vez levantó Carlos Monzón. Y prometió más que nunca. 

-Hicimos historia, dice el boxeador de 33 años.

Y no necesita agregar nada más. Porque hasta en su voz se nota que el orgullo lo persigue.

Después seguirá hablando. Y hablará de sus ambiciones: entrenarse en Estados Unidos, enfrentarse a grandes figuras y, la más anhelada, pelear por un título mundial.

-Yo sé que se nos va a dar, dice, y promete más que nunca.

 

Un viaje para toda la vida

Por Beltrán González

-Si tuvieras que describir tu experiencia del Sudamericano Sub-17 en una frase, ¿Cuál sería?

-Un viaje para toda la vida.

Un metro setenta y cinco de altura, flaco, vergonzoso, humilde y de escuetas palabras al responder. No cumple con ninguna característica con la que se suele ver en este tipo de personajes, no tiene tatuajes, ni colores raros en el pelo. Su vestimenta es hasta un tanto aburrida, demasiado simple en comparación a la que uno cree que tendría que tener un jugador de fútbol.

Oriundo de la provincia de Buenos Aires, más precisamente en Beccar, San Isidro, es donde se encuentra viviendo actualmente Juan Ignacio “Checho” Baigorria, nacido el 11 de mayo de 2007, junto a sus padres, y sus tres hermanos, dos menores que él.   

“Checho”, también conocido como “Baigo” entre sus compañeros, además de pasar completamente desapercibido por su apariencia y su forma de ser, cuenta con la particularidad de jugar en la Primera división del Club Social y Deportivo Glorias Argentinas y, a la vez, de formar parte de la sexta división del Club Atlético Tigre, en cancha de 11.

Sus inicios con la pelota comenzaron desde temprana edad en sociedades de fomento cerca de su barrio, desarrollando así sus primeros pasos dentro de una cancha de baby. Luego, en 2018, llegó al equipo de futsal, que le dio el paso para que al año siguiente, por medio de un amigo, tuviera una prueba en la que terminó quedando en el “Matador”. 

Su desempeño en ambas instituciones fue avanzando y sin ningún problema entre los clubes, hasta que en el año 2024 recibió un llamado de atención tras convertir su primer gol en el debut con el primer equipo de Glorias, que no tardaría en llegar a manos del coordinador de Tigre. Gracias a su buen rendimiento con la Primera, recibió la convocatoria al seleccionado argentino de futsal, dirigido por Santiago Basile, que se preparaba para participar de la Conmebol Sudamericana Sub-17. Mientras tanto, en el fútbol de césped siempre que obtenía resultados eran obstruidos constantemente por sus inasistencias y preferencias al fútbol sala, ofreciendo más dedicación y empeño, por ver un futuro más prometedor en esa disciplina. Baigorria terminó viajando con la Selección para disputar el campeonato en Luque, Paraguay, que le ocasionó otro llamado de atención por parte de la coordinación juvenil del “Matador”, donde saldría campeón, siendo una pieza clave en todos los encuentros y convirtiendo el gol que sentenciaba la victoria en la final frente a Brasil.

“Checho” volvió luego de la consagración y su futuro en el fútbol es, hasta hoy en día, una incógnita.