sábado, noviembre 23, 2024

Formiga, la futbolista que le ganó al tiempo

Por Iván Lorenz

Scott Lang, el personaje creado por David Michelinie y John Byrne, o bien Ant-Man (el hombre hormiga), del universo de Marvel, no tendría película ni historieta si los escritores de cómics estadounidenses hubiesen compartido unas caipirinhas con Miraildes Maciel Mota. Si le hubiesen planteado su duda acerca de los problemas del mundo cuántico, la futbolista brasileña los hubiese mirado incrédula, porque para ella serían muy fáciles de resolver y entonces no habría motivo alguno para contar la historia de Lang. O bien, esta jugadora les podría haber escrito el guión y las viñetas y les habría ahorrado mucho tiempo de trabajo.

Porque Formiga no se explica si no es a través del mundo cuántico, en donde el tiempo transcurre lento, lentísimo. Es decir, si la vida es eso que pasa entre Mundial y Mundial y encima se es protagonista del evento más importante del fútbol, es imposible que alguien participe de siete Copas del Mundo, en especial si solo existen ocho en toda la historia, si no tiene en sus células algo del mundo cuántico. Pero el fútbol siempre va en contra de lo imposible.

Formiga podría haber sido, incluso, la protagonista de Ant-Man y Scott Lang sería aún más ficticio de lo que es. El apodo de Miraildes Maciel Mota significa hormiga en portugués. Ahí está, no hubiesen ni tenido que pensar David Michelinie y John Byrne, se contaba sola.

Para la mediocampista brasileña, el tiempo no existe. Ella es la reina del hormiguero, lo maneja todo a gusto y placer, porque disfruta tanto de la pelota que no se quiere perder nada. El fútbol femenino debutó en los Juegos Olímpicos en Atlanta 1996, y allí estaba Formiga, en una competencia inédita, sin entender qué estaba jugando, porque tranquilamente podría haber sido un torneito de barrio para ella. Y uno que le gustó: le siguieron Sidney 2000, Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012 y Río 2016. En Grecia y China se colgó la de plata, porque no siempre se puede controlar todo. Suponiendo que ser segunda no fuese glorioso. A pesar de haber estado en cada una de las ediciones, aún añora el oro.

Y menos mal que maneja los tiempos, porque el 3 de marzo de 1978, cuando nació en Salvador y salió de la panza con la camiseta de Brasil puesta, el fútbol para las mujeres estaba prohibido. Pero esa época estaba por terminar. Y ella sabía que iba a ser difícil dedicarse a la pelota, porque aunque las leyes estén o, como en este caso, desaparezcan, lleva tiempo que la sociedad las digiera. Por eso esperó hasta los 12 años para aparecer en el mundo pelota y jugar en todas las categorías inferiores de la Canarinha.

Los cálculos no fueron del todo precisos, porque no pudo estar en China 1991, el primer Mundial de la historia de FIFA. Participar a los 13 años en una Copa del Mundo parecía muy temprano. Pero ella es paciente y de ninguna manera no jugar el primero fue una tristeza. No tuvo que esperar demasiado: Suecia 1995 fue su debut mundialista y desde entonces Formiga no paró más. El medio es de ella. Se ganó su apodo por su arduo trabajo y pensar siempre en la comunidad, es decir, en su equipo. Es por eso, quizás, que cuando Vadão la llamó para formar parte de la Selección porque la necesitaban para llegar a Francia 2019, Formiga decidió volver de su retiro luego de Río 2016 y ponerse la casaca verdeamarela.

Formiga sabía que la extrañaban y ella extrañaba al fútbol, porque su pasión es muy fuerte como para no arrepentirse de dejarlo. Superar a la japonesa Homare Sawa, que disputó seis Mundiales, era tentador. Y por qué no superar a la futbolista más veterana en hacer un gol en un Mundial. En Canadá 2015, una jugadora brasileña de 37 años y 98 días aprovechó un error de una defensora coreana, puso el partido 1-0 y bailó para celebrarlo. Bueno, se podría decir que si Formiga convirtiese en Francia 2019, superaría a Formiga y seguiría ostentando ese récord.

Y ya rompió otro, porque jugar siete Mundiales le parece poco. Cuando sonó el pitido inicial ante Jamaica, Formiga, de 42 años, se convirtió en la jugadora más longeva en participar de una Copa del Mundo. Casi una vida entera vestida de amarillo contra el plantel más joven de esta competencia FIFA. Del equipo caribeño que sufrió la letalidad de su compañera Cristiane en tres oportunidades, 12 integrantes no habían nacido cuando Formiga debutó en Suecia 1995. Y a todas ellas se le suman otras 138 en Francia 2019. El tiempo pasa y nuevas futbolistas siguen llegando. Pero no pasa para Formiga que juega, controla y gambetea con las agujas del reloj.

 

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