martes, marzo 19, 2024

El gol escandinavo llegó desde Kosovo

Por Federico Bajo

Para entender cómo Suecia obtuvo el tercer puesto en el Mundial de Francia, no alcanza con solo saber que ganó por 2-1 a Inglaterra bajo la agobiante humedad de la ciudad de Niza. También hay que conocer algunas cuestiones geográficas, históricas y políticas porque, básicamente, no puede separarse el fútbol de la vida.

Si no hubiesen existido Yugoslavia, las guerras y los migrantes, el primer gol de Suecia en el partido jamás se habría marcado, por una simple razón: su autora, Kosovare Asllani, no vestiría la camiseta sueca.

A los 11 minutos del primer tiempo, la lateral izquierda de Inglaterra, Alex Greenwood, despejó mal un centro con su pierna derecha y dejó la pelota dentro del área para que Asllani remate contra el palo izquierdo de la arquera, Caryl Telford, y comience a correr con lo brazos abiertos festejando un gol que también se celebró en un país que ni siquiera participó del Mundial: Kosovo. La razón es que Asllani es hija de albanokosovares, de allí la elección de su nombre, para que no olvide sus raíces.

La mediapunta de 29 años, que estuvo en duda para este partido por un golpe que recibió en la semifinal ante Holanda, se ha convertido en una figura del deporte para la nación de sus padres y ha declarado que es un orgullo representarla a través del fútbol. Además, la ex Paris Saint Germain y Manchester City es una de las mejores jugadoras de Suecia y, con el tanto de hoy, llegó a tres en la competencia en la que terminó como la goleadora de su país.

Sin embargo, Asllani no puede sola. En el entretiempo debió salir por una lesión y la que se hizo cargo del equipo fue su compañera Sofia Jakobsson, quien ya a los 22 minutos de la primera parte había encarado de izquierda a derecha para convertir un golazo con un disparo al segundo palo que puso el 2-0. Pese a que Suecia arrancó siendo muy superior al conjunto que dirige Phil Neville, desconcentraciones defensivas desembocaron en el descuento de Francesca Kirby a los 31 minutos del primer tiempo para decretar el marcador final. Aunque no por eso faltó suspenso.

Inmediatamente después del tanto de Kirby, la centrodelantera, Ellen White, la paró de pecho dentro del área, giró y puso el empate parcial que, luego de revisarlo a través del VAR, fue anulado por una mano de la inglesa.

Es por estas razones no hay que desatender el juego para pensar el triunfo escandinavo. Inglaterra atacó durante todo el segundo tiempo en busca del empate, que estuvo muy cerca, pero no llegó. A los 44 minutos del complemento, la marcadora central Nilla Fischer despejó, con la cabeza y sobre la línea, una pelota que iba directo al arco.

Fischer juega en la selección desde 2001 y por eso fue homenajeada en su país junto a Asllani, la arquera, Hedvig Lindahl, y la mediocampista Caroline Seger, con la construcción de una estatua. Pero un día antes del segundo partido de Suecia en esta Copa del Mundo, ante Tailandia, la escultura de Fischer fue destruida. La única de las cuatro construidas. Los motivos se desconocen, pero medios suecos atribuyen el hecho a las declaraciones de Fischer en apoyo a la comunidad LGBTIQ, a la cual pertenece, ya que en 2014 contrajo matrimonio con su esposa. La salvada en la última jugada puede significar una reivindicación personal para ella, pero también para las millones de personas que, mientras se disputaba el encuentro, realizaban la Marcha del Orgullo en las calles de Londres.

El resultado del partido respondió a la lógica. De los 25 partidos que habían jugado antes ambas selecciones, Suecia había ganado 14 e Inglaterra solo 3. Sin embargo, este fue el primero en una Copa del Mundo. Las escandinavas obtuvieron el tercer puesto al igual que en China 1991 y Alemania 2011, pero se quedaron con las ganas de repetir el subcampeonato de Estados Unidos 2003, su mejor ubicación. Inglaterra, en cambio, estuvo a un pasó de repetir la tercera posición de Canadá 2015, su máximo logro. De todos modos, nada de esto hubiese ocurrido sin el gol escandinavo que llegó desde Kosovo.

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