jueves, diciembre 18, 2025
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Colapinto, el encargado de reunir a dos viejos amigos: Argentina y la Fórmula 1

Por Matías Besana

Franco Colapinto chocó por primera vez a los cuatro años: manejaba su cuatriciclo en una quinta familiar en San Cristóbal cuando, por mirar hacia atrás para saludar a un jardinero, impactó con un Ford Falcon estacionado. Ese día, Andrea Trofimczuk juró que su hijo no manejaría más. Fue imposible. No cumplió. El pilarense, de 21 años y miembro de la academia de pilotos de Williams, completó  24 vueltas a bordo del monoplaza inglés y finalizó a aproximadamente a cuatro décimas de su compañero Alex Albon (quinta temporada en la división) en la práctica libre de apertura del Gran Premio de Gran Bretaña de Fórmula 1, en el trazado de Silverstone, donde el 13 de mayo de 1950 la categoría reina del automovilismo inauguró su biografía. 

Franco con un amigo en su cuatriciclo.

El Gran Circo nació con padre argentino. Juan Manuel Fangio, oriundo de Balcarce, Buenos Aires, fue quíntuple campeón con cuatro equipos diferentes y registró 24 victorias en 53 carreras, el mayor porcentaje de la historia (47.06%). En simultáneo, José Froylán González ganó en la prueba de Silverstone 1951 y le dió a Ferrari su primogénito éxito en la competencia. 

En Williams brilló Carlos Reutemann. El “Lole” aportó doce de los 38 triunfos que ostenta el deporte de velocidad argentino en la división. Podrían ser trece, pero algo falló: el rosarino lideraba el Gran Premio de Argentina 1974, una de las veintiuna veces que el Autódromo de Buenos Aires fue sede de la Máxima, cuando se quedó sin combustible a media vuelta del final. Aún más cerca término en la campaña 1981, edición en la que fue subcampeón y concluyó su participación un punto detrás del brasileño Nelson Piquet. 

Carlos Reutemann con su Williams.

Luego llegó Bernie Eccleston y su compañía Formula One Management, encargada de administrar los derechos televisivos. El sistema cambió. La Fórmula 1 viró. Busco nuevos y más bondadosos mercados y se alejó de la Argentina. A partir de allí, el oasis es Colapinto. El bonaerense cortó una racha de 8.483 días sin un piloto nacional en el principal show del automovilismo, desde que Gastón Mazzacane disputó el GP de San Marino de 2001.

Con catorce años, el argentino persiguió su sueño hasta Europa. Aníbal, su padre, recuerda: “Lo dejé solo en otro continente sin saber si hacía bien o mal, cuestionando si me equivocaba”. La frase: “Esto es lo que yo quiero”, de su retoño, decantó la balanza e inició una aventura a pura velocidad. 

Sólo veinte pilotos tienen asiento en la categoría más elitista del deporte automotor. Todo competidor requiere de un equipo: mecánicos, ingenieros y representantes. Erradicado en España y participando del Campeonato de F4 del país, Colapinto conoció en 2019 a la local Maria Catarineu y al británico Jamie Campbell – Walter, sus actuales managers ligados a la empresa de Bullet Sports Management. 

La pirámide de ascenso se escala con talento y – sobre todo- con presupuesto. Para participar de una temporada en la Fórmula 3 (división en la que el argentino finalizó cuarto en 2023) se requieren fondos de 800.000 a 1.000.000 de euros. La Fórmula 2, donde Colapinto marcha quinto tras siete carreras, duplica la demanda. Entonces, se necesitan patrocinadores: en principio fueron exclusivamente europeos y, a compás del crecimiento,  llegó el apoyo nacional. 

“Es un chico soñador y humilde. Cuanto mayores son sus desafíos más te inspira. Sentí que había una historia por contar”, comentó Gastón Parisier, fundador de la empresa de regalos Big Box, la cual, al igual que Globant, YPF y Celulosa Argentina, entre otras, se unieron al deportista pilarense en calidad de sponsors. Tiempo antes, el productor musical internacional Bizarrap había sido el primero en apoyarlo, al conocer que el argentino no tenía asegurada su continuidad en la estructura para el vigente ejercicio. También se sumaron los fanáticos de la velocidad, quienes se expresaron en las redes sociales y colocaron el hashtag #FranColapintoalaF2 como tendencia líder en el país en Twitter (hoy X). 

El aura, acompaña. Colapinto es franco y genera apego. “La verdad soy un boludo, largue para el culo”, se lamentó el bonaerense luego de ser superado en la largada de la carrera inicial en el GP de Imola 2024. Asimismo, la épica lo escolta. En la mencionada prueba de movimiento fallido, el piloto nacional persiguió al líder Paul Aron hasta la última vuelta cuando, al final de la recta principal, estiró al extremo la zona de frenada, emparejó su auto al del estonio y lo superó por el lado exterior de la chicane de Tamburello. Maniobra que fue definida como “una buena señal” por James Vowles, el jefe de la organización situada en Grove. 

Obtener buenos resultados en la Fórmula 2 no garantiza nada. Los últimos dos campeones de la división, el brasileño Felipe Drugovich y el francés Theo Pourchaire, no dieron el salto. Sin embargo, la situación en Williams, ganador de nueve títulos pero anteúltimo en 2024, acrecienta la esperanza. Por un lado, el tailandés Albon, piloto principal, extendió su vínculo hasta 2027. Por otro, el futuro de su actual compañero, Logan Sargeant, es una incógnita: el estadounidense de 23 años (único representante de su país en la F1) cosechó cero puntos en las once carreras disputadas en la vigente temporada y finalizará su contrato junto con el año. 

Al olimpo de la velocidad se ingresa por la puerta grande. El impacto potencia. Amplifica. No obstante, en caso de no adueñarse del campeonato, 41 unidades lo separan Aron, líder a falta de siete desafíos, el sueño continuará. Caterineu aseguró tener los fondos necesarios para afrontar un segundo calendario en la categoría y aseveró: “En algún momento llegará (Franco) a la Fórmula 1”. Es cuestión de tiempo, porque como escribió el protagonista en su cuenta de Instagram, con trabajo: “Los sueños SÍ se vuelven realidad”. 

 

Fornés, un sueño azul y oro en la época más complicada de la historia de Boca

Por Lucas Sotelo

Enero de 1984 sería un punto de inflexión total en la vida personal y profesional de Roberto Daniel Fornés. El Flaco, formado como volante central en las categorías inferiores de Atlanta desde los 7 hasta los 16 años, llegó a Boca de la mano de Alberto Mario González, gloria boquense en los años 60 y entrenador de Roberto en su etapa juvenil en El Bohemio. Gonzalito le consiguió una prueba y Ernesto Grillo, que ya había dejado atrás su pasado como figura internacional en las canchas, fue el encargado de abrirle las puertas del predio de La Candela de par en par.

El debut en el Torneo Esperanza 84, creado con el fin de jerarquizar a las promesas del mañana de los equipos del fútbol argentino, sería su carta de presentación para el mundo azul y oro. Una noche de martes como cualquier otra, sin saberlo, Fornés jugaba contra Argentinos Juniors en la cancha de Vélez y cambiaría su realidad para siempre. Con relación a ese momento -y con risas de por medio-, declaró: “Parece que jugué bastante bien porque el miércoles, cuando fui a La Candela, tuve que entrenar con el plantel de Primera. El utilero de inferiores no me daba la ropa y me dijo que la fuera a pedir al vestuario de al lado (el de Primera). No le creía, entonces hablé con (Ernesto) Grillo y me dijo que me había visto el técnico, que había hablado con él y que quería que yo empezara a entrenar con ellos”.

Su primera charla con el brasileño Dino Sani, en ese momento DT del cuadro de la Ribera, fue compleja. Miembros distinguidos del plantel profesional como Ricardo Gareca, Julio César Balerio u Oscar Ruggeri ejercieron como traductores del campeón del mundo con la Canarinha en Suecia 1958, que le prometió al recién promovido Flaco que se consolidaría como titular luego de jugar dos partidos con la Reserva y dos segundos medios tiempos con el plantel mayor. “Fue tal cual así”, confirmó Roberto, que sería parte de la camada de chicos que, en el marco de una huelga de todo el plantel profesional y una crisis económica que casi provocó la quiebra del club, le puso el pecho a las balas.

Fornés en su época como jugador de Boca (1984-1987) junto a Oscar Ruggeri, Hugo Orlando Gatti y José Luis Tata Brown.

Uno de los episodios históricos que protagonizaría junto al resto de sus jóvenes compañeros sería el del “fibronazo”. Un 8 de julio de 1984, El Flaco salía a jugar a una Bombonera solamente habilitada en su anillo inferior como parte de un equipo formado exclusivamente por juveniles de la Cuarta y Quinta división. Tanto el rival -Atlanta, por aquel entonces en una racha ganadora con una camiseta azul con puños amarillos- como el resultado -derrota por 2 a 1- quedarían en simples anécdotas en relación al hecho más particular que sucedería en aquella tarde en Brandsen 805: las camisetas de los jugadores xeneizes, blancas como las cuentas de la institución, tenían los números escritos en el reverso con un fibrón. “Se tuvo que ir a buscar a La Candela -de Boca a San Justo, sin autopista- una camiseta blanca de Adidas. Se postergó el partido media hora para que nos den tiempo para hacer ese movimiento y cuando llegaron las camisetas estaban sin número. Con el mismo fibrón con el que se señalaba en unas cartulinas -no en un pizarrón magnético como ahora- qué jugadores tenías que marcar en la barrera y cómo nos parábamos, se escribieron las camisetas”, detalló Fornés, que sigue recordando ese hecho como uno de los más trascendentales de su vida.

Boca 1-Atlanta 2, el partido del “fibronazo”.

Más allá de no ser reconocido como un “ídolo” de Boca Juniors, el Flaco Fornés continúa ligado al club que lo vio dar sus primeros pasos dentro del profesionalismo y que, incluso, le dio la posibilidad de convertirle un gol -su único en su trayectoria de 3 años en la Primera del Xeneize- a River en un amistoso en Mar del Plata en el 86’. Es así como hoy en día analiza e informa sobre la actualidad del equipo masculino de fútbol en un programa de YouTube llamado “Modo Boca OK”. No es socio pero, como exjugador que es, cuenta con medicina gratis. En referencia a ese reconocimiento, valoró: “Tampoco es para pedir algo. Un reconocimiento te lo dan, no se pide. Fue vergonzoso para muchas de las comisiones directivas de Boca hablar de este momento. Otros tienen que hablar de un descenso (risas). Yo cuando me junto con los chicos y hablamos estamos bien, sin problemas. Hicimos lo que hicimos porque lo teníamos que hacer. Claro que íbamos a aceptar el desafío, más bien”.

El fútbol en Panamá: de no tener liga profesional a jugar los cuartos de la Copa América

Por Mateo Herrera

Sin una tradición futbolística, sino más centrada en otros deportes como béisbol y boxeo, Panamá es considerado como el país con más progreso del fútbol en Centroamérica. Y se ve reflejado con sus logros: juega la Copa América por segunda vez en su historia, luego de ser finalista dos veces en la Copa de Oro de la Concacaf y haber clasificado por primera vez a un Mundial en Rusia 2018.

Pero para reconstruir esta historia hay que remontarse a los años 80, donde la historia no era de color de rosas como se la conoce ahora. En 1980, las elecciones en la directiva de la Federación Panameña de Fútbol (FEPAFUT) serían denunciadas por un supuesto fraude. 

Esto iba en contra del presidente de la Federación en ese momento, Carlos Alberto Vásquez, para favorecer a Agustín Díaz Cogley, quien terminó siendo presidente pero, como respuesta, la FIFA decidió suspender y aislar mundialmente a Panamá de manera indefinida.

El aislamiento duró cuatro años. Y si había alguna chance de que el fútbol se profesionalizara en Panamá, se derrumbó con la reclusión de la FIFA. Pero la idea de organizar un torneo no aficionado seguía en pie. Y así fue que en 1988 se creó la Anaprof (Asociación Nacional Pro Fútbol), la primera liga profesional del país.

Asociación que le brindó a los clubes la oportunidad de competir a nivel profesional y establecerse como entidades deportivas reconocidas. Además de darle un reconocimiento internacional al fútbol panameño, haciéndose conocidos jugadores surgidos de las canteras de estos clubes. 

Uno de ellos fue Armando Dely Valdés, quien le abrió las puertas al mundo a los futbolistas panameños . Los Juegos Nacionales Juveniles de 1982 y su talento futbolístico lo llevaron hasta Argentinos Juniors. Equipo en el que marcó 18 goles y fue parte del plantel que se consagró campeón de América en 1985.

En 1993 se crea Linfuna (Liga Nacional de Fútbol No Aficionado), una liga paralela que contaba con el aval de la FIFA pero no podía utilizar estadios estatales, mientras que la Anaprof solo tenía el apoyo del gobierno de Panamá y sus jugadores quedaron inhabilitados por la FEPAFUT para integrar cualquier selección nacional. Tres años después, mediante la intervención de la Concacaf, se iban a unificar y seguiría con su nombre original. 

Pero el hecho que marcó un antes y después fue cuando el torneo pasaría a llamarse Liga Panameña de Fútbol (LPF), manejado por primera vez por una empresa comercial: Prodena. Este cambio apunta a una organización más dinámica con el fin de ponerse  a tono con los sistemas de campeonato del resto de los países de la CONCACAF, con un torneo Apertura y otro Clausura. 

“A partir de esa fecha comienza en Panamá un proceso importante de selecciones, con buenos jugadores. En Panamá o cualquier lugar del mundo, es muy importante tener una buena liga profesional”, decía Ramón Cardoze, vicepresidente de la FEPAFUT entre los años 2006 y 2010.

Incluso también los ingresos de patrocinios de la liga aumentaron considerablemente a partir de la creación de la LPF. En 2004 la ganancia por patrocinios era de 100 mil dólares y hasta el último dato que se tiene, en 2022, fue de 3.9 millones, un crecimiento del 120% en 18 años.

“Hace más de una década que Panamá ha venido creciendo, sobre todo a nivel de selección. Eso ha impulsado a que el futbolista crea más en sus posibilidades de crecer, de tomarlo más en serio y se va notando que el jugador evoluciona y eso hace que nuestro fútbol sea visto de otra manera”, aseguraba Julio Dely Valdez, ex técnico de la selección de panamá y hermano del histórico Armando Dely Valdez. 

Y justamente se nota que los jugadores evolucionan. Salen de las inferiores de los clubes nacionales con una mejor técnica y son vendidos hacia Europa. Algo que antes no pasaba y le da mayor reconocimiento a la selección.

No por nada una de las figuras de la selección, con quien contarán para la Copa America,  Michael Amir Murillo, es titular en el Olympique de Marsella y fue semifinalista de la Europa League, que hizo el único gol para su equipo en esa llave que luego terminarian eliminados.

 Y para tener de referencia, ni siquiera es el jugador con mayor valor de mercado. Sino que lo es Adalberto Carrasquilla de 25 años, actual jugador del Houston Dynamo de la MLS que tiene un valor de 5 millones de dólares. Datos que demuestran los destacados jugadores que tiene Panamá en la actualidad y con los que contará en el futuro.

Como la joya de 14 años que juega en la reserva de River: Estevis Lopez. Proveniente de la Academia Costa del Este de Panamá, ya fue campeón con el Millonario de la Junior World Cup Sub-15 tras ganarle 6 a 0 al Hertha Berlín con un gol suyo. Quedará por verse su futuro en la selección que no demorará demasiado.

Pero los logros conseguidos por la selección de panamá también engrandecen su figura a nivel internacional. Con los jugadores destacados anteriormente se logró en el último tiempo la clasificación por primera vez a un Mundial y ahora a la Copa América 2024 en Estados Unidos, su segunda participación en la historia.

Con un gran mérito, pues se clasificó tras ganarle en un global de 6 a 1 a Costa Rica en los cuartos de final de la Liga de Naciones de la Concacaf. Luego perdería la semifinal frente a México por 3 a 0. 

Ahora, Panamá avanzó a los cuartos de final de la Copa América, donde buscará dar otro paso histórico cuando enfrente a Colombia. 

 

Goycochea: “Después de Messi, Dibu Martínez es el capitán más indicado”

Por Guadalupe Marcati y Federico López

Sergio Goycochea, uno de los arqueros más reconocidos en la historia de la Selección dialogó con El Equipo e hizo un análisis sobre las chances de Argentina de conseguir el bicampeonato, la importancia de Emiliano Martínez en el arco y también recordó sus mejores momentos en la Copa América.

Cuando uno habla de “Goyco”, inmediatamente piensa en los penales de Italia 1990; pero luego del mencionado Mundial, fue bicampeón de América en Chile 1991 y Ecuador 1993. Pasaron más de 30 años y sigue junto a la Selección pero como comunicador: “Tuve la suerte de ganar dos consecutivas, la primera fue después de perder la final del mundo entonces fue como una revancha muy importante. En el momento que ganamos la del 91 Argentina hacía muchos años que no la ganaba y fue mi primer título con la selección, fue maravilloso y lo disfruté muchísimo. Hoy estoy desde el otro lado tratando de ponerle el mayor profesionalismo porque más allá de que hacemos la cobertura para toda Latinoamérica, te sale un poco el hincha en algunos partidos y perdés un poco la objetividad pero trato de vivirlo tranquilo”, expresó el arquero.

Argentina va en busca de repetir la hazaña de un bicampeonato de América: dos equipos, dos épocas y dos estilos de juego distintos. Quizás una de las mayores diferencias entre los campeones del ´91 y los del 2021 es el desarrollo de los futbolistas fuera de la Selección. En el plantel de 22 jugadores que integraba “Goyco”, solo Claudio Caniggia y Diego Simeone jugaban en el exterior, el resto en el fútbol argentino. Por su parte, aquellos que acompañaron a Lionel Messi a conseguir su primer título, la mayoría hasta el día de hoy juega en Europa y en su momento, solo Julián Álvarez y Franco Armani estaban en River. También Gonzalo Montiel estaba en el conjunto millonario, pero luego de la final fue transferido a Sevilla. Para Goyco, una de las características en donde ambas selecciones pueden verse similares es que la gente se sentía representada por su juego, simpatía y después, por los resultados. Ante la chance del conjunto dirigido por Scaloni de lograr el bicampeonato expresó: “Está ante la posibilidad cierta. Siempre decimos que es fútbol y puede tocar perder pero este equipo, más allá de la historia y de la camiseta está en un gran momento y puede repetir el resultado de Brasil 2021”.

-¿Por qué crees que la gente se siente tan identificada con esta selección?

-Son esos fenómenos raros. La gente entendió en un momento como jugaban estos pibes, entendió que era la última chance de Messi en este proceso de lograr algo con la Selección y se fue identificando. Obviamente que los triunfos ayudan, entre la Copa América, Finalissima y Copa del mundo sellaron la relación con la gente que se fue generando y ellos se encargaron de mantenerlo. En eliminatorias y amistosos muestran esa sed de ganar, esas ganas de seguir consiguiendo cosas y la gente lo entiende por ese lado.

-¿Cuáles son las claves del ciclo Scaloni para que el equipo siga manteniendo este rendimiento?

-Yo creo que el técnico bajó el mensaje y los jugadores lo entendieron. Demostró con palabras, y también con hechos de que va a poner a los mejores porque en el mundial tuvo que prescindir de Paredes y de Lautaro que eran como referentes de su proceso, no los vio bien y puso a otros jugadores. Sigue manteniendo el bajo perfil, desde ese lado me parece que están construyendo día a día un equipo y alimentandolo, sobre todo mostrando a los que se van agregando que el equipo está por sobre todo. Estos los siguen teniendo como protagonistas y candidatos. El mensaje y todo lo único que quiera adoctrinar, repito, es gracias a que los títulos ayudaron a sellar este proceso. Pero Scaloni no se conformó, el cuerpo técnico tampoco y eso lo transmiten ese mensaje.

La importancia de Emiliano Martínez desde la mirada de Goycochea

Goycochea tiene la palabra más que autorizada para hablar del actual arquero de la Selección Argentina. Fue bicampeón de América, ganó la Copa Confederaciones y la Copa Artemio Franchi en 1993 (hoy reconocida como Finalissima). 

Por su parte, el “Dibu” no estaba en los radares de los fanáticos de la Selección y se convirtió en una pieza fundamental del equipo tanto fuera como dentro del vestuario, y consiguió la Copa América, Finalissima y Mundial con una gran actuación suya. Los penales contra Colombia, Países Bajos, la atajada clave ante Kolo Muani en el minuto 122. Para los ojos del mundo, Martínez es uno de los mayores referentes de la Argentina actual pero para “Goyco” es mucho más.

-Hablando de referentes del ciclo Scaloni ¿Vos cómo lo ves al “Dibu”?

-Yo lo veo muy bien, como referente dentro del grupo y futbolístico porque le imprime a sus compañeros una dosis de seguridad. Es muy completo en todos los sentidos y obviamente, decisivo porque cuando el equipo lo necesitó, apareció en lo más difícil que fue una copa del mundo, no solo en los penales sino en varias atajadas. También en eliminatorias, como en partidos importantes. En esta Copa América contra Chile tuvo dos en un partido 0-0 que fueron importantísimas. El sigue creciendo, lo que sí me parece es que por una cuestión de posición después de Messi es el capitán más indicado pero a muchos entrenadores no les gusta que los arqueros lo sean, sobre todo con esta nueva regla que los capitanes son los únicos en poder hablarle al árbitro y pierden un poco de posicionamiento en cuánto a la cinta pero el “Dibu” es un líder natural.

Goycochea también resaltó que en el aplausómetro, la gente suele reconocer en la previa a tres futbolistas y los ubicó en un podio: Lionel Messi, Emiliano Martínez y Ángel Dí María. “Fideo después de esta copa no va a estar más, el día que no esté Lionel, él es el referente absoluto de esta selección” sentenció.

Si uno cae en las comparaciones, a veces absurda, destaca entre ambos los penales pero el histórico arquero se diferenció del “Dibu” en algo más humano: “A mí el Mundial del ´90 me dio una relación con la gente muy particular y yo me sentía bien pero por ahí yo no era tan extrovertido pero sí me sentía importante o uno de los referentes. No es por comparar pero esa es su forma de ser, y es lo que lo lleva a ser ganador, a atajar de la manera que ataja. Es un tipo que permanentemente está buscando desafíos y crecer, eso es maravilloso. Cuando la gente lo insulta, él lo toma para potenciarse”.

El mejor recuerdo de “Goyco” en la Copa América

No podía ser otro que un penal, pero no cualquiera. Octavos de final de la Copa América Ecuador 1993. Clásico sudamericano. Argentina – Brasil. Muller anotó para los brasileños, para los argentinos marcó Leonardo Rodríguez. Penales, otra vez y “Goyco” figura, otra vez atajando el quinto penal de la verdeamarela. “Eliminar a Brasil, por lo que significa el rival y haber tenido la posibilidad de atajar un penal es el mejor recuerdo personal que tengo como jugador, más allá de haberla ganado después”, concluyó con emoción.

Sívori y Maradona: un legado que continúa 

Por Mateo Videla

Posillipo es un barrio italiano de Nápoles repleto de calles laberínticas que en sus costas empuja fuera de las tinieblas al Palazzo Donn´Anna, un palacio comenzado por Anna Carafa en 1640. Un lugar incompleto pero que permanece, como narran las leyendas, se mantiene suspendido en la eternidad del recuerdo al igual que los ídolos. A escasas cuadras de ahí vivieron Enrique Omar Sívori y Diego Armando Maradona, los sucesores espirituales de la monarquía italiana. Dentro del antiguo recinto hay un teatro abierto hacia el mar, que funciona como ventana para los artistas, como si fuera un estadio en el que el público puede maravillarse con increíbles lujos, el toque de pelota o ver como un jugador trata con amor a la redonda, como lo hacían el Cabezón o el Pelusa.

La presencia de los astros del fútbol en la residencia se debió a su estadía como miembros del club Napoli. Sívori arribó al equipo en 1965, fue recibido en la estación de tren Mergellina por más de diez mil personas. Su mayor logro fue el subcampeonato de la liga local en 1968, también ganó la extinta Copa de los Alpes ese mismo año ante su ex conjunto, la Juventus de Turín. Sin embargo, apareció en el ocaso de su carrera, mientras su rodilla le pasaba factura, como una ilusión de lo que podría haber sido. Por su parte, el Pibe de Oro desembarcó luego de un tumultuoso paso por el Barcelona, como una figura en ascenso que aspiraba a la consagración absoluta. El estadio de San Paolo funcionó como escenario para su presentación y albergó 80.000 hinchas que lo recibieron de manera enfervorecida. Esa gloria fue concretada con cinco títulos, entre los más importantes se ubican: los dos Scudettos de 1987 y 1990 y la Copa de la UEFA de 1989, este último es el único trofeo internacional de la institución. Pero su presencia no sólo significó una estatuilla más para colocar en la repisa, le dio identidad a todos los napolitanos, marcó a fuego su corazón y los hizo sentir orgullosos de ser del sur.

Ambos fueron atacantes de buen pie, zurdos que la tenían atada. El primero surgió en River, que lo recuerda hasta hoy, dejando su nombre inmortalizado en una de las tribunas, tenía un juego que arrancaba de tres cuartos de cancha en adelante, con una gambeta en zig zag. El otro pasó por el clásico rival, Boca, era más abarcativo y comenzaba a encarar desde más atrás del campo de juego. Aunque parezcan diferentes, que el destino los colocó en polos opuestos, tienen una conexión retratada, como si fuera un legado, un hilo rojo que sobrepasa continentes o colores.

 

Una tarde triste para la Selección Argentina

La mañana del último día de mayo de 1978 arrancó nublada, con un aire pesado, que se despejó con el paso de las horas, cuando el sol ingresó entre las nubes alrededor de las 9.30. César Luis Menotti, técnico del conjunto nacional, estaba en la quinta de José C.Paz ubicada en Buenos Aires, en un entrenamiento con el seleccionado argentino previo al Mundial. En el transcurso de la jornada, mientras recogía los balones pérdidos en los alrededores junto a su cuerpo técnico, comunicó a su círculo que era el momento de publicar la lista de los 22 futbolistas que vestirían la camiseta albiceleste. El mensaje lo realizó personalmente esa misma tarde. Previo al anuncio, se dio la peculiar visita del general Emilio Massera, dictador que formaba parte del gobierno de facto, quien asistió al complejo para saludar al plantel. Luego de las 16.30, los muchachos fueron notificados: Humberto Bravo, Victor Bottaniz y un joven Maradona quedaron fuera del listado. Las horas pasaron con un velo de tristeza, el chico se encerró en su pieza, acongojado por la noticia. Sollozaba, sin soltar ni una sola lágrima, aguantando la angustia y conteniendo el mar que yacía detrás de sus ojos negros. Este acontecimiento era un preámbulo a lo que ocurrió después en el tercer piso de la editorial Atlántida.

Luego de lo acontecido, la revista El Gráfico organizó una reunión en la que convocó a Sívori y Maradona. “La idea era que un crack consagrado le de consuelo a un pibe sobre el que teníamos la esperanza de que encare un camino similar”, contó Ernesto Cherquis Bialo, periodista deportivo y secretario de redacción en El Gráfico. El encuentro se concretó de forma simple, ya que los deportistas tenían una relación directa con los columnistas, además la revista era percibida como un medio de confiabilidad absoluta. Los protagonistas sabían claramente para qué era la nota y que sus dichos no serían tergiversados. El objetivo de la charla no era criticar a Menotti por su decisión, sino contener: “El Flaco partió de la premisa de que Diego tenía mucho tiempo”, explicó Bialo. 

El oriundo de San Nicolás de los Arroyos llegó temprano, un sobretodo de color pardo semisaturado cubría su traje azul de seda italiana, completado con una camisa y una corbata. Diego, con un estilo moderno acorde a la época, vistió una campera de cuero acompañada de unos jeans azules. Sívori, luego de que entró al edificio ubicado en Azopardo 579, pidió un cenicero y un café, por otro lado el pibe solicitó una Coca-Cola. La conversación aconteció sin periodistas de por medio, para darle un grado de intimidad, durante todo el transcurso de la misma se trataron de usted, sin tutearse, con un respeto recíproco. El ex Juventus sabía interiormente que él sin ninguna duda lo hubiera llevado al Mundial, pero no estaba ahí para decir eso, su rol era de protector. Al finalizar el diálogo se les tomó una foto cubiertos por la oscuridad de las calles, caminando cobijados por el frío del otoño, el brazo del experimentado hombre cubría los hombros de Maradona, como símbolo de acompañamiento, pero también de aliento. Posteriormente, se publicó una carta firmada por Enrique Omar Sívori, en la que se retrató todo lo dicho durante la noche, donde se hace hincapié sobre el futuro brillante de la joven promesa. Pero hay una línea que resume en esencia el aire de esa velada: “Vos no precisas ningún consuelo, porque no fracasaste”.

“Sin Sívori no hay Maradona”, dijo Cherquis Bialo, una frase tan real como profunda, que sería el fútbol sin los viejos cracks. El tiempo no perdona, incluso a los ídolos, pero este puede ser vencido cuando las personas son conservadas en el recuerdo. Los dos fueron los máximos exponentes de su época y aunque pasen los años siguen estando vivos entre las calles de Possilipo, en un barrio olvidado por las altas esferas, pero que permanece en alza contra la corriente, al igual que ellos. Sus espíritus vagan libres en un picado, en un potrero o en los barrios, impreso en cada gambeta que arranca desde San Nicolás de los Arroyos, pasa por Villa Fiorito y termina en Nápoles. 

El mural de Diego en Nápoles: su historia y el detrás de su cara

Por Facundo Boquín y Lucas Vitiritti

Nápoles es la ciudad más poblada del sur de Italia. En la misma, la figura de Diego Armando Maradona está presente, ya sea en forma de altar o en fotografías. En la calle Emanuele de Deo, en el Barrio Español, existe uno de los murales más famosos y recordados del Barrilete Cósmico.

Fue creado en 1990 por Mario Filardi, un pintor de barrio que realizó esa obra de arte cuando tenía 23 años, luego del segundo título de liga del Napoli con el Pelusa como emblema y capitán. La misma fue realizada en apenas dos noches y tres días, tras una colecta entre los habitantes de la zona. Sin embargo, tiempo después, apareció una ventana por una reforma en el inmueble, la cual estaba a la altura de la cara y arruinó la obra. Además, el retrato comenzó a borrarse sin que su autor pudiera restablecerlo debido a su fallecimiento en 2010. Para volver a ver al Pibe de Oro en esa parte de la localidad, hubo que esperar hasta 2016, cuando Salvatore Lodice, artista y artesano, organizó una restauración para que el mural vuelva a ser lo que era.

Años más tarde, se generó una leyenda urbana que empezó a cobrar fuerza en el lugar: ¿Qué hay detrás de la ventana? El periodista argentino Álvaro Nanton contó que estuvo en la ciudad para consultar a las personas de allí si sabían quién vivía en ese piso, pero todos eludían su duda. Hasta que un hombre le mencionó que el propietario trabajaba en una fiambrería. Nanton fue hasta el local y preguntó. Le respondió Ciro Maiello, un hombre de 55 años, napolitano: “¡Es mi casa!”. Y aunque al principio no estaba muy convencido de dejarle entrar al hogar que compró en 2004, finalmente accedió. La pared con la pintura estaba a una cuadra del negocio de fiambres. Tras cruzar un portón viejo, en la entrada hay un ascensor, que solo funciona al meter una moneda de 10 centavos de euro. El dueño le dijo que solo se sube por ahí, pero se baja por las escaleras, para no tener que gastar tanto dinero. La propiedad es antigua, pero el apartamento está reformado. Nada más entrar, Ciro, quien vive con su perra Blanca, lo dirigió hacia la ventana, la cual esconde el baño del piso. 

Lo primero que vi cuando prendió la luz, es que detrás de los portones donde está el mural, había dos pantuflas rosas que usa para ventilar el baño y que las ventanas no se cierren del todo. Me dijo que no puede abrirlas por completo para no decapitar la figura”, narró: “Fue emocionante ser de las pocas personas que tuvieron la oportunidad de ver cómo Maradona visualiza a aquellos que lo visitan”, agregó.

La ventana se abre sólo cuando el club Azzurri es campeón. La última vez que sucedió fue en el 2023, cuando obtuvieron el Scudetto tras 33 años. Aunque hubo una excepción: cuando Argentina, el país que tanto amaba el Pelusa, fue campeón del mundo en Qatar hace dos años. La pared con la pintura no sólo se utiliza para celebraciones futbolísticas, sino que es un espacio de culto y peregrinaje a Diego, desde su fallecimiento aquel 25 de noviembre de 2020.

El mural de Maradona es un retrato de Nápoles. Es el culto a Diego en un edificio con ventanas asimétricas, donde su figura permanecerá intacta para siempre en la ciudad.

 

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El recibimiento a Maradona en su presentación en el Napoli en 1984

Por Valentín Di Francesco y Agustín Petracca

Casi 80.000 personas estuvieron presentes en el estadio San Paolo para la presentación de Diego Armando Maradona en Napoli. Todos los ciudadanos de Nápoles estaban ilusionados con que el astro argentino vistiera sus colores y pusiera el nombre del club en lo más alto del mundo. Un rugido salió de las tribunas, y allí estaba el ex Boca, en el túnel hacia el estadio para comenzar una nueva aventura. Vestido con un jogging celeste, remera blanca y zapatillas, cuando saltó al campo se produjo un estallido, decenas de flashes trataban de retratar su emoción y conseguir una foto de él. Ya en la mitad de la cancha, con una bufanda Azzurri sobre sus hombros, le habló al público presente: “Buenas tardes, napolitanos, estoy muy feliz de encontrarme con ustedes”. En las tribunas no había muchos argentinos, pero se las ingeniaron pintando una bandera que decía: “Maradona es el Carlos Gardel de la pelota”. 

Desde 1979, cuando el Pelusa jugó en Argentinos Juniors, los del sur de Italia lo querían fichar. En ese momento, le enviaron una camiseta al hotel y una carta que decía: “Estamos esperando que se abra la posibilidad de fichar futbolistas extranjeros para poder comprarte”. Ese mensaje recibió Diego, que desde entonces tuvo que esperar hasta 1984 para que se hiciera realidad. Las negociaciones fueron largas, duraron más de un mes. Además los aficionados jugaron su partido: llegaron a agruparse en la sede del club para exigir la contratación del “10” argentino. 

El miércoles 4 de julio, a las 14.05, arribó al aeropuerto de Roma. Lo esperaban tres automóviles con chapa de Caserta, una ciudad cercana a Nápoles. 200 policías rodeaban el avión para su llegada. No había control de pasaporte, ni aduanero. “Jamás se había producido algo así. Es el mecanismo destinado a los reyes y a los jefes de Estado”, comentó un empleado del lugar.

Corrado Ferlaino, ex presidente de la institución, recordó el mal trago que vivió poco después de cerrar el pase. “Estaba en el aeropuerto de Barcelona concretando el fichaje más caro del momento y me senté en un bar a esperar el vuelo de regreso a Italia, cuando se me acercó un trabajador y me preguntó, ¿eres italiano? Sí respondí, me dijo que acababan de estafar a los napolitanos con un paquete llamado Diego Maradona, que según el barman estaba gordo y acabado”. Además, añadió: “Fue tanto el impacto que me provocó ese absurdo comentario que desde ese entonces nunca más volví a beber whisky”.

Los hinchas azulgranas tuvieron malos momentos con varios jugadores a la hora de terminar su estadía en el club, entre ellos su mayor ídolo y figura Lionel Messi. Tras la contratación, Ferlaino dijo: “Maradona se quería ir, no estaba conforme allí. Ellos querían hacer creer que no servía, que estaba terminado pese a que aún era muy joven. Los Culés son así, no saben cuidar a quienes supieron defender su camiseta”. 

La ironía de los locos: la garra charrúa o el juego limpio

Por Mateo Herrera

A sus 68 años, Marcelo Bielsa dirige a Uruguay en esta Copa América 2024. Y como en todos los equipos en los que estuvo al mando, hay una lógica que se relaciona con la institución. Y la “Celeste” la tiene: el fair play.

Si bien a Uruguay no se lo reconoce mundialmente por la solidaridad deportiva ni el juego limpio, sino por la famosa garra charrúa, es el único seleccionado en haber ganado en dos ocasiones (2011 y 2021) el Premio Fair Play que entrega esta Copa. Curiosamente el conjunto con más expulsiones en la historia del certamen con 37.

Pero todo tiene su explicación. Y es que es casi predecible que un futbolista uruguayo reciba una roja. La cultura del machismo y la hombría en el fútbol uruguayo exige que los jugadores reciban una roja que demuestren “los guerreros” que son.


“Uruguay creyó que había que pegar una patada antes de los cinco minutos, o pegar después, de guapos, cuando ya no podíamos ganar. La de veces que hemos hecho eso, porque creíamos que había que jugar así. El uruguayo ya no iba a jugar al fútbol: iba a soñar con la hazaña”, dijo Oscar Tabárez.

Y es que claro, Uruguay fue el primer rey del juego a nivel global. No perdieron un partido hasta la semifinal en el Mundial de 1954 contra Hungría. Pero a medida que el fútbol se popularizaba en el mundo se volvió imposible para una nación tan chica, de 3.3 millones de habitantes, mantener su predominio ante las demás selecciones.

Entonces, perder se sentía como una desgracia nacional y la humillación debía evitarse por todos los medios. Esa voluntad de ganar llevaba al juego sucio y a la trampa, algo que se convirtió en la parte futbolera de este país.

Pero últimamente ese comportamiento se ve rara vez en la selección uruguaya. Y se debe a Oscar Washington Tabárez, ex director técnico de la Celeste durante 15 años, en los que se dedicó a educar jóvenes del plantel con valores humanos y futbolísticos. Muchas veces mostrándose en contra de la cultura futbolística antes mencionada de este país. 

“En nuestro caso, a los uruguayos nos hicieron creer que habíamos ganado porque éramos más hombres. Que ellos, los jugadores de Brasil, se habían asustado. Schiaffino me ha dicho: `¿Pero cómo van a pensar que les ganamos porque éramos guapos? Nosotros éramos tan buenos como ellos. Antes del Mundial, de hecho, ya les habíamos ganado en Brasil”, decía el “Maestro” en una nota con Olé en 2011 sobre “El Maracanazo” en el Mundial de 1950.

Y sigue: “Desde entonces, Uruguay creyó que había que pegar una patada antes de los cinco minutos, o pegar después, de guapos, cuando ya no podíamos ganar. La de veces que hemos hecho eso, porque creíamos que había que jugar así. El uruguayo ya no iba a jugar al fútbol: iba a soñar con la hazaña. Y cuidado si no la conseguía, porque sería traicionar a la patria. ¿Qué dijo la prensa uruguaya de mi equipo de Italia 90? Que era un equipo de señoritas”.

Y así fue como desarrolló su proyecto en la Selección. Los premios Fair Play obtenidos por sus jugadores a lo largo del proceso no fueron casualidades sino que causalidades. De hecho esto se ilustra con la presencia que tenía él en la vida de los jugadores. 

 A Maxi Gomez, previo al Mundial de Rusia 2018, en aquel entonces delantero de 21 años del Celta de Vigo de España, Tabárez le hizo un llamado para felicitarlo por su buena racha goleadora y le advirtió que “estaba acumulando muchas tarjetas amarillas”. Todo seguía una misma línea impuesta por el “Maestro”, y sobre todo hacia los jóvenes.  

Una gran parte del proyecto tiene que ver con las selecciones juveniles. Por primera vez en Uruguay hubo “una línea común” entre la selección mayor y las juveniles. Muchos de los más chicos pudieron ser un “aporte” real a la selección mayor. Tabarez se decia que “ya estamos pensando en que va a pasar con la selección cuando no estemos nosotros”.

Y ahora la selección uruguaya sigue por un rumbo muy similar. Su actual técnico, Marcelo Bielsa, es reconocido mundialmente por conservar valores perdidos en un fútbol lleno de intereses y traiciones: el respeto de lo moral, ético y el fair play.  

No por nada fue ganador del premio Fair Play que otorga la FIFA en 2019, en aquel momento técnico del Leeds United de Inglaterra. Fue en el partido frente al Aston Villa, en el que su equipo necesitaba ganar para pelear por el ascenso a la Premier League y se dejó hacer un gol por pedido especial de su técnico, luego de que el primero convirtiera con un jugador del contrincante tirado en el piso. 

“No se les regaló un gol, se lo devolvimos”, decía Bielsa después de aquel partido. Pocos gestos de juego limpio se vieron como este. Deja un mensaje superior con actitudes como esta, en el que no todo es ventajear y ganar como sea.

En la primera conferencia de Bielsa como técnico de Uruguay, no tardaba en revelar que “no tuvieron que convencerme, casi que diría que todo lo contrario. Mi deseo de pertenecer a este proyecto tiene dos extremos muy convincentes. Uno son los jugadores que tiene Uruguay y otro la dimensión de generosidad y respeto que tiene el ciudadano, que finalmente es el destinatario de lo que hacen los jugadores”. 

También lo fue por el entusiasmo del “Loco” de seguir un legado como el que dejó Tabárez: “Siempre he sentido respeto por sus procesos y por lo que construyó en el fútbol uruguayo y luego la estructura traducida en resultados”. Ahora es cuestión de tiempo para que se vea reflejado el legado de Bielsa. 


Es la única selección que tiene una sola tarjeta en lo que va del certamen. La tarjeta amarilla a Darwin Núñez antes de finalizar el primer tiempo frente a Estados Unidos. Las demás, todas por encima de tres tarjetas acumuladas.

 

Solo lleva apenas un año al mando de la Celeste pero ya se ve reflejado algo de lo que quiere el “Loco” para su Selección. Fútbol intenso, presión alta y velocidad extrema. No por nada pudo ganarle 2 a 0 al Campeón del Mundo, Argentina, en condición de visitante, su primera derrota luego de la obtención del título,  y luego hacer lo mismo de local frente a Brasil por la misma diferencia.

Y no solo por los resultados, sino también por sus locuras. Para los amistosos previos a la Copa América, Bielsa convocó a Walter Domínguez, un jugador amateur de 24 años que juega en Juventud Soriano. Goleador que no cuenta con partidos profesionales y juega con un mínimo de ocho encuentros mensuales para tener un dinero extra. Locuras que solo Bielsa puede hacer. 

Y esta Copa América, a pesar de la intensidad de su equipo para jugar todos los partidos, luego de disputar los tres encuentros de la fase de grupos, es la única selección que tiene una sola tarjeta en lo que va del certamen. La tarjeta amarilla a Darwin Núñez antes de finalizar el primer tiempo frente a Estados Unidos. En la última fecha de esta etapa. Las demás selecciones, todas por encima de tres tarjetas acumuladas. Canadá, con ocho, el que más tiene.

Ya lo preveía Alvaro Pereira, histórico jugador de la selección uruguaya, antes del arranque de la competencia: “Lo veo con buen futuro a Bielsa. Es un técnico ideal para seguir el proceso que empezó el “Maestro”. Su mano se va a empezar a ver más nítida en la Copa América”. Y asi se ve. El equipo con más goles a favor (9) hasta ahora y con puntaje perfecto. Al respetar historia y locuras. Garra charrua y fair play.

Sol Onofri: dedicación y esfuerzo para llegar a Portugal

Por Martina Espada

Una joven lidió con la muy delicada enfermedad del padre y ni eso le impidió dejar de entrenarse. Se alternaba con la hermana para cuidarlo. Dormía en el piso del hospital tapada con una manta pero jamás faltó a un entrenamiento, jugaba y rendía igual. Se secaba las lágrimas con un pañuelo y se iba a practicar.

Nada la vence. No necesitó de un representante sino del ojo de un entrenador para poder ir a jugar al Club Kairós de Portugal. “Es súper aguerrida”, detalla su amiga y ex compañera de equipo, Carmela Ríos. Su personalidad y su nombre son fuertes como el sol de pleno enero. Esa firmeza la ayuda a enfrentar momentos difíciles de la vida. Como deportista lo que más la destaca es su responsabilidad cuando se fija una meta. Carolina Onofri dice que fue a jugar un torneo en Mar del Plata y se puso una media de neoprene para generar calor en la zona afectada y así no sentir dolor: “Tenía 14 años y jugó con un desgarro en el gemelo”. El compromiso lo posee desde chica. “Es súper personaje y muy suelta. Lo que sí se nota es cuando vamos a entrenar, vamos a entrenar”, definió Carmela un poco más el temple de Sol Onofri adentro y afuera de la cancha.

 

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No fue una decisión ser jugadora de vóley. A los seis años empezó a hacerlo como una actividad física en un club del partido de Berisso, ciudad de La Plata. “Empecé a jugar como una afición y para hacerme amigas, creo que después con el tiempo se volvió una pasión”, exteriorizó Sol. Al principio con su hermana Carolina querían practicar tenis pero su padre les sugirió hacer algo que fuera “más grupal”.

El primer partido de Sol fue un dos contra dos. “Era un piojito amarillo”, recuerda su hermana con risas. También detalla que “lloraba siempre que perdía y ya desde chica era muy competitiva”. Nació con eso. A partir de los 15 años empezó a entrenar con Gimnasia en primera. A medida que iba acercándose a La Liga Nacional, vio como es el cuidado y que hay un equipo especializado para asistirte: nutricionista, kinesiólogo, preparador físico y psicólogo. Carolina dice: “Ahí tomó dimensión de que podía llegar lejos”.

– ¿El vóley es su hogar?

–Sin dudas, es como su familia. Invierte mucho tiempo.

– ¿Alguna vez quiso dejar?

– Nunca. Que yo sepa jamás.

“Es totalmente admirable, se toma dos colectivos para ir a entrenar”, resalta -con emoción- su amiga. Siempre vivió en Punta Lara, partido de Ensenada. Nunca nada le impidió jugar al vóley. Habla de esto, mira un punto y sonríe. Para Sol lo es todo: “Me dio la oportunidad de crecer no solo en lo deportivo, sino también como persona. Forjé mi personalidad y carácter a través del deporte desde muy chica; me dio amigas, experiencias, es mi trabajo y hoy ocupa un lugar muy importante en mi vida”. El sol brilla en el cielo y Sol en las canchas.

Practican el mismo deporte y tienen el mismo ímpetu, pero fuera de la cancha son tía y sobrina. “Es super lindo compartir una pasión así con ella, además tengo una relación muy linda y la quiero mucho”, señala Sol sobre su tía, Brenda Graff, quien hoy se desempeña como central en Las Panteras, Selección Argentina mayor, y en un club de Grecia. Aylin Graff (hermana de Brenda) y Carolina Onofri también jugaron al vóley con ella. Entre las cuatro no hay mucha diferencia de edad. Se criaron juntas y se iniciaron al mismo tiempo. Gimnasia las llamó pero solo tres aceptaron. “Tuvimos la suerte de estar todo el tiempo juntas. Cuando nosotras nos fuimos a Gimnasia, Aylin se quedó un año más en Universitario y luego se fue a Estudiantes”, expresó Carolina. Jugaban algunos clásicos en contra. Todas alcanzaron lo máximo en el vóley: llegar a la Liga Nacional.

 

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En diciembre de 2023 Sol viajó a Portugal. Se fue después de Navidad. “Fue algo muy loco, siempre pasamos las fiestas juntas”, dice Carolina sobre la despedida de la hermana. El entrenador del Club Kairós estaba disconforme con la líbero que había en el grupo. Un asistente argentino la vio jugar y pensó en ella para el club. La voleibolista iba a ir solo por media temporada. Se asentó y solo volvió a Buenos Aires para unas vacaciones de cuatro meses. Mientras tanto se entrena junto a Banco Provincia para mantener el ritmo. Le renovaron el contrato y en agosto regresa. Brenda Graff tuvo un paso por esa institución y pudo orientarla un poco. Sabe cómo drenar sus sentimientos a nivel de una atleta de alto rendimiento pero en un deporte semiprofesional. Allá es distinto: “Las deportistas se pueden dedicar a eso; son jugadoras profesionales y entrenan doble turno. El club les brinda la casa, comida y un sueldo con el que sustentar sus gastos”.

– ¿Te costó desapegarte de tu familia?

– Sol: La verdad que no, creía que me iba a costar. Ahora que voy a estar más tiempo lejos capaz que lo sienta más.

– ¿Cuánto tiempo te vas?

– Sol: Ocho meses

Las compañeras y el cuerpo técnico de Banco Provincia la despidieron con espuma pero también con lágrimas y abrazos. “Se siente muchísimo la ausencia de ella en La Liga, era un tema de conversación en el equipo la falta de autoridad”, expresó Carmela Ríos. En este receso que tiene, se subió a un avión un domingo a la noche y el lunes al mediodía entró de sorpresa a Banco y gritó: “¡¿Hay lugar?!”. Carmela recuerda que “fue con la ropa de la institución y que no había opción de no dejarla entrenar”. Para Sol este club es como su “casa”. Creció como jugadora y pudo ganar un puesto. Ahora, en estos cuatro meses antes de volverse, dice que su vida está en “pausa” porque tampoco puede estudiar. Tuvo que dejar de estudiar periodismo deportivo en la Universidad Nacional de La Plata para poder irse a Portugal, pero quiere retomar y además le “encanta”. Hasta agosto va a entrenarse en Argentina, jugar La Liga Metropolitana y estar con su familia. “No hay persona que no se lo mereciera más irse para allá que ella”, remarca su amiga.

A sus 22 años, no suele disponer de tiempo libre. Si lo tiene le gusta leer, tomar mate con su familia y escuchar música. Casi siempre pone rock nacional por su papá. A él toda la vida le gustó ese género y se lo trasladó. Ella disfruta el deporte y su padre también. Lo que más le apasiona es el fútbol; es hincha de Independiente y se lo transmitió a sus tres hijas. Siempre fueron una familia de clase media y no tuvieron la posibilidad de hacerse socios del club de Avellaneda. Conocieron por primera vez el Libertadores de América el año pasado. Martina, su hermana menor, quien también juega al vóley en Banco Provincia en la tira A, consiguió mediante una amiga las entradas. Estuvieron en el encuentro Independiente-Banfield en la Erico alta.

No era normal la ausencia del padre los fines de semana de partido. En 2022 la gente se preguntaba, ¿qué pasa que no viene? Porque el viejo siempre iba, solo la terapia intensiva lo frenó. “Nuestro papá jamás faltó”, afirma su hermana Carolina lagrimeando. Sol compartió en su Instagram mediante una publicación lo que siente por él: “Es la persona más fuerte que conozco y me genera un orgullo enorme ser su hija. Cuando pensé que no podía admirarlo más de lo que ya lo hacía, este año superó los límites”.

Diego Scroca, maestro del vóley: el legado en la cancha y fuera de ella

Por Juan Cruz Tomasco

Una figura destacada en el vóley argentino, tanto por su carrera como jugador como por su trayectoria como entrenador. Su historia está marcada por la perseverancia, la disciplina y un amor profundo por este deporte, cualidades que lo llevaron a alcanzar altos niveles de éxito y reconocimiento.

Diego Scroca comenzó a jugar al voley desde una edad relativamente tardía. “Tenía casi 17 años, después de un par de intentos fallidos en Ferrocarril Oeste”, recuerda. Su comienzo a comparación con otros deportistas no fue un obstáculo para él, sino un desafío que enfrentó con determinación. En su carrera sentó las bases para un crecimiento sostenido, permitiéndole destacarse rápidamente en el ámbito del Voley.

Uno de los momentos más significativos de su carrera fue en la temporada 2004-2005 cuando compartió equipo con Hugo Conte en Monteros y pudieron ganar el campeonato en aquel año disputando la final ante Bolívar. “Con Conte, compartí una temporada en Swiss Medical Monteros. Fue un año muy intenso, quizás el que más me marcó en mi carrera junto a la temporada en Azul Voley”, afirma. Esta experiencia no solo le permitió mejorar como jugador, sino que también le dejó una profunda amistad con Conte y Waldo Kantor, con quienes más tarde compartió equipos como Ferro y GEBA. La relación con estos grandes del voleibol argentino fue una fuente constante de aprendizaje e inspiración para Scroca.

También se destacó en varios clubes importantes como Vélez y River Plate. “Mis mejores años fueron en Vélez con el campeonato logrado en 1994, que me llevó a participar en la formación de la selección nacional que ganó los Panamericanos del 95. Y luego llegué a mi pico de rendimiento como jugador entre los años 1998 y 2006 en equipos como Azul Voley, River Plate, Swiss Medical y Bolívar”, señala. Su desempeño en Vélez, en particular, fue un punto culminante que lo catapultó a la selección nacional y lo consolidó dado por su rendimiento llego a ser uno de los mejores bloqueadores de su tiempo.

Diego Gutiérrez, un compañero de equipo en River Plate, comparte algunos recuerdos sobre Scroca: “La primera vez que lo vi a Diego fue cuando él jugaba en Vélez a fines de los 90. Luego entre el 2001 y 2002 llegó a River, jugamos una liga argentina. Si mal no recuerdo, comenzó a estudiar educación física y en el 2011 nos cruzamos, él como entrenador en la UNTREF”. Gutiérrez destaca el carácter de Scroca como jugador: “Lo recuerdo muy aguerrido. Siempre tirando para adelante”. Este espíritu combativo y su constante empuje hacia adelante fueron características que definieron a Scroca en la cancha y que dejaron una impresión duradera en sus compañeros.

A lo largo de su carrera, Scroca se destacó por su disciplina y regularidad en el rendimiento, cualidades que él considera esenciales para el éxito en cualquier deporte profesional. “Creo que lo más importante fueron la disciplina para el entrenamiento que me llevó a tener regularidad en mi rendimiento. Me destacaba, básicamente en el bloqueo”, menciona. Esta mentalidad disciplinada no solo le permitió alcanzar grandes logros como jugador, sino que también le sirvió en su rol de entrenador, donde pudo inculcar estos valores en sus equipos.

Su madre Graciela cuenta con detalle cómo jugaba: “Era un muy buen central, la verdad que me gustaba mucho verlo jugar, tenía mucha visión sobre lo que era un partido por eso se hizo entrenador. Él hasta enfermo llegó a jugar, una vida de deportista. Tenía una memoria muy grande porque leía y se le quedaba. Nunca se llevó alguna materia. Luego fue profesor de educación física”.

La transición de Scroca como jugador para ser entrenador fue una evolución natural de su carrera. “Tenía en mente ser entrenador desde los 29 años. La carrera de jugador se me extendió hasta los 37 y mientras seguía jugando profesionalmente, dirigía inferiores. Luego, me dediqué más a los mayores”, explicó. Su enfoque en el entrenamiento y la formación de nuevos talentos fue una extensión de su pasión con el voley y por su deseo de transmitir sus conocimientos como también experiencias a las generaciones más jóvenes.

Entre sus logros como entrenador, Scroca dirigió equipos como UNTREF, Ferro, AFALP y Huracán de San Justo. Uno de sus mayores desafíos fue dirigir en UNTREF, una tarea que implicó no solo la formación del equipo sino también la gestión de toda la logística.

“El desafío más grande fue armar de la nada una franquicia con toda la logística y además ser el entrenador de un equipo femenino”.

Durante su tiempo como entrenador del club APAIB, Diego Scroca tuvo un impacto significativo en sus jugadores, incluyendo a Sabrina Blanco, jugadora y capitana del grupo. Ella comenta acerca de su experiencia en el equipo: “Él dirigiendo se mostraba tranquilo y mantenía la calma”. Además, relata cómo la ayudó a redefinir su posición en los partidos: “Cuando Diego asumió como DT, yo venía años de jugar como punta y en algunos partidos supe jugar como líbero tras una lesión en el hombro, con el correr de los entrenamientos y del tiempo me terminé consolidándome en esa posición. En aquel momento él me sugirió que fuera por ese camino y hoy por hoy creo que fue una buena decisión haber seguido su consejo”.

Sabrina también recuerda una anécdota muy especial que ilustra la humildad y el enfoque de Scroca: “El 4 de octubre tuvimos entrenamiento normal. Ninguna de nosotras sabía que ese día estaba cumpliendo años. Él no nos dijo nada y nos enteramos a los días de casualidad. Todas nos sentimos muy mal y para la siguiente preparación lo esperamos de sorpresa con una torta. Fue un lindo momento”. La relación de confianza y respeto mutuo entre Sabrina y Diego fue clave para su motivación en el equipo: “Yo confiaba mucho en Diego, en su criterio, en su conocimiento y la experiencia. Siempre sentí que él confiaba mucho en mí y esa confianza mutua fue la motivación en cada partido. Él creía más en mí que yo en mí misma”.

Además, Scroca siempre ha sido un aprendiz constante. “Fui tomando lo mejor de cada uno, algunos te suman más, pero de todos puedes aprender”, dice. Esta actitud de aprendizaje continuo y su capacidad para adaptarse y mejorar son parte fundamental de su éxito tanto dentro como fuera de la cancha.

Actualmente, Diego Scroca se dedica a la rehabilitación y entrenamiento funcional para personas mayores, aplicando su conocimiento y experiencia en el deporte para mejorar la calidad de vida. Su enfoque se centra en ayudar a las personas mayores a mantenerse activas y saludables, demostrando que su compromiso con el bienestar físico y el deporte va más allá de las canchas de voleibol.

Llevó la palabra de Dios y la pelota: el cura que fomentó el fútbol en las Georgias

El Grytviken Stadium, de Georgia del Sur.

Por Thomas Bazzetta

 

Sverre Eika, nació en el antiguo municipio noruego de Gjerpen en 1899. En su adolescencia jugó para uno de los clubes más importantes de Noruega, el Odds BK y luego para el SFK Lyn, equipo con el cual llegó a disputar la final de la Copa de Noruega de 1923 que perdió 2 a 1 ante el Brann. A pesar de no haber ganado ese torneo, sus actuaciones en la temporada llamaron la atención de la selección nacional con la cual disputó dos encuentros ese mismo año ante Alemania y Francia.

Mientras transitaba su carrera como futbolista, Eika se graduó como candidato de Teología y al año siguiente, 1924, fue ordenado sacerdote. Luego se vio contratado por la Iglesia Noruega en el Extranjero, institución que lo envió a distintos lugares a cumplir su labor y así fue como llegó en 1929 a las Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, donde residió por dos años trabajando en la iglesia.

Ambas islas son territorio argentino usurpado por Gran Bretaña desde 1833, ubicadas en el océano Atlántico sur, 1390 km al suroeste de las Islas Malvinas y a 1970 km de la costa Argentina.

Mientras habitó este territorio, además de consumar su trabajo como sacerdote, Eika tuvo una importancia primordial a la hora de fomentar el fútbol. A pesar de que hay registros de encuentros disputados entre las estaciones balleneras que la poblaban desde 1914, el tiempo que el ex futbolista noruego pasó en las islas bastó para poner al fútbol casi en un primer plano, organizó innumerables torneos amistosos y colaboró mucho en el mantenimiento de los campos de juego que tenían las empresas pesqueras de la isla, en especial el Estadio de Grytviken, obviando el hecho de que era con amplia diferencia el jugador más diferencial que disputaba esas competencias.

Fue tanta su incidencia en el ámbito futbolístico de este sitio que luego de su partida a Buenos Aires en 1931, el fútbol se mantuvo en auge a pesar del limitado número de pobladores fijos que se asentaban en la isla. Se siguieron jugando gran cantidad de partidos amistosos entre las balleneras y también entre selecciones locales y embarcaciones que paraban temporalmente en este sitio, pero lo más impensado es que llegó a tener un campeonato oficial: El Campeonato de Fútbol Inter Balleneras de Georgia del Sur que se desarrolló entre 1958 y 1961.

Este torneo se disputó en tres ocasiones, en las que compitieron cinco equipos de las diferentes estaciones y el ganador se quedaba con un escudo fabricado en Edimburgo. El representativo de Leith Harbour fue el campeón invicto de todas sus ediciones, venciendo por 4-1 a Grytviken en la temporada 1958-59, reteniendo el título al vencer al Husvik 3-1 en 1959-60, y luego completando su hat-trick de títulos al derrotar a Stromness por 7 goles a 4 en el partido decisivo de 1960-61.

De allí en adelante el fútbol se siguió jugando de manera más irregular pero ininterrumpidamente hasta la actualidad. Siempre encuentros de carácter amistoso y con aún menos regularidad desde el cierre de las balleneras en los sesentas, que transformó a los intérpretes de aquellos partidos únicamente en científicos o soldados que trabajaron en la base militar británica que alojaba la isla.

Pero no hay dudas de que aquel gran jugador que tuvieron estas islas, Sverre Eika, junto a científicos, soldados y personal gubernamental de hoy en día ocupan su lugar en la historia del fútbol de Georgia del Sur junto a aquellos valientes habitantes de las estaciones balleneras, que compitieron uno al lado del otro, y entre sí, desde los primeros días del siglo XX hasta el cierre de Estación ballenera de Leith Harbour en diciembre de 1965; fueron los hombres que participaron y llevaron el pasatiempo deportivo favorito del mundo a una isla pequeña, aislada, accidentada y a menudo inhóspita, un lugar aislado en el fin del mundo.