viernes, septiembre 5, 2025
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La mujer iraní, a la cancha con disfraz

Daniela Simón @DanielaaSimon

En abril del 2018, Persépolis ganó la liga de fútbol de Irán. En el estadio había 95.222 hinchas ¿cuántas mujeres había? Cinco. Solo cinco mujeres habían sorteado el control policial camufladas de hombres, debido a que su presencia está prohibida en los eventos deportivos.

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Desde principios de siglo, se visibiliza con fuerza una liberación femenina en el mundo, en Irán se la conoce como “feminismo islámico”.

Desde la Revolución iraní en 1979, se instauró en el país la República Islámica. El territorio se rige por la Sharia, el código de derecho islámico que regula las leyes, la moral y la conducta de los ciudadanos. Las leyes son arcaicas, propias del clero y de un pasado rancio. La política no es independiente de la religión, y la última palabra la tiene el ayatolá Alí Jamenei.

Las mujeres pelean desde hace tiempo contra un sistema machista y patriarcal que las oprime. Hasta marzo de 2016, sus vidas valían, para la ley, la mitad que la de un hombre. Son discriminadas con impunidad. Batallan contra restricciones al divorcio, al trabajo, a cargos políticos, al derecho penal y familiar. Luchan por suprimir las normas impuestas por la dirigencia clerical. Tienen al hiyab– el velo de uso obligatorio- como símbolo agitador por omisión.

Los eventos deportivos no escapan a la desigualdad y la dicotomía entre los sexos. Las mujeres iraníes no pueden asistir a los estadios en los que se desarrollen pruebas masculinas, con excepción al atletismo. En las tribunas no hay voces femeninas. No hay tacones, ni polleras. Para la ley, su presencia en una cancha de fútbol es un delito. No obstante, las mujeres extranjeras sí pueden hacerlo.

El 5 de septiembre del año pasado, Irán recibió a Siria en Teherán por las Eliminatorias de la Copa del Mundo. Las mujeres sirias pudieron asistir al partido; las iraníes se manifestaron en las afueras porque se les prohibió su entrada. El encuentro se jugó en el estadio Azadi, que en persa significa libertad. Vaya paradoja.

Irán es el único país que pertenece a la FIFA y que prohíbe a las mujeres en las canchasporque considera que podrían ser víctimas de abusos verbales y físicos por parte de los hombres. En 2017, el presidente de la Federación Iraní de Fútbol, Mahdi Taj, expresó: “Las canchas de fútbol no son un lugar adecuado para ellas”.

En abril de este año, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el ministro de deportes iraní, Masoud Soltanitar, asistieron al encuentro entre Tehran Esteghlal y Persépolis. La presencia del mandatario suizo significaba para las mujeres una oportunidad para alzar la voz y romper las cadenas. La activista Masih Alinejad publicó en su cuenta de Twitter: “El presidente de la FIFA estará mañana en el estadio. Desearía que las mujeres se reunieran en las afueras para pedirles a los hombres que no entren sin ellas”.

Sin embargo, en la previa al inicio del partido, 35 mujeres fueron detenidas por intentar ingresar. El portavoz del Ministerio del Interior aclaró que las mujeres no fueron arrestadas, sino “trasladadas a un lugar adecuado”. Todas fueron liberadas una vez finalizado el partido.

Un día después, en el marco de una conferencia sobre igualdad e inclusión en la sede de la FIFA, en Zurich, Infantino dijo: “Le pedí al presidente iraní que considerase dar acceso a las mujeres a los estadios. Espero que esta experiencia que tuve ayer por la tarde pueda ayudar a muchas mujeres en todo el mundo”.

Si FIFA no le diera la espalda a esta prohibición, según sus estatutos, el país debiera ser sancionado. El artículo 4 de la política de Derechos Humanos de FIFA indica:

“FIFA prohíbe la discriminación de cualquier país, individuo o grupo de personas por cuestiones de raza, color de piel, origen étnico, nacional o social, sexo, discapacidad, lengua, (…) o por cualquier otra razón. Asimismo, la FIFA pone especial énfasis en detectar y abordar los efectos diferenciadores en función del género, así como en promover la igualdad de género y prevenir cualquier clase de acoso, incluido el acoso sexual”.

La última vez que las iraníes pudieron asistir a un partido fue el 5 de octubre de 1981. El clero ofrece resistencia y se opone a cambiar las leyes ante el pedido de las mujeres, del grupo Open Stadiums, de Infantino, hasta incluso, del presidente del país Hasán Rouhaní. La religión, esta vez, le ganó al fútbol.

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Ghonchen Ghavani fue arrestada en junio de 2014 por intentar asistir a un partido de vóley. Estuvo un año en la cárcel y salió bajo fianza.

En mayo de 2016, una mujer se disfrazó para ver al Persépolis. Publicó su foto en las redes sociales y recibió un gran porcentaje de críticas y amenazas.

En febrero de este año, Zahra Khoshnavaz burló la seguridad y logró entrar a un estadio. Confesó que rompió en llanto al sentarse en la tribuna y contemplar la cancha.

“Bianchi no me habló nunca”

Por Alejo Casado y Juan Sancho

Su ídolo, como el de muchos, es el hombre que le pidió prestada la mano izquierda a Dios para situar a la Argentina en las semifinales del Mundial de México 86, Diego Maradona. Pero él, como pocos, fue considerado el jugador que iba a retomar los firuletes cósmicos con los que el pibe de Villa Fiorito había maravillado al mundo. Carlos Marinelli iba a ser “el nuevo Maradona”. Así lo llamaban en Inglaterra, cuando llegó para jugar en el Middlesbrough en 1999. Ese presagio no lo agrandó ni lo presionó. “Por dentro sentí una sensación linda -dice-, pero no me la creí”.

El enganche zurdo que pasó, con 15 años y junto a Juan Román Riquelme, de Argentinos a Boca y que también fue pretendido por Alex Ferguson, ex entrenador del Manchester United, está retirado desde 2015, pero considera que el fútbol argentino debe aprender mucho de la cultura europea en cuanto a tener un mayor respeto hacia los jóvenes que surgen de las inferiores.

Después de la gira con el Sub 19 de Boca por Reino Unido en 1999 te llegó tu oportunidad.

-A los tres meses de la gira, me llegó la propuesta del Middlesbrough. También había tenido una propuesta del Manchester United. Ferguson quería que me quedara 15 días más pero mi papá, que en ese momento me manejaba, les dijo que si les había gustado en la gira, me compren de una. Por ahí, si me quedaba esos 15 días, era otra la situación. Pero no me arrepiento. Cuando llegué, ellos hacían publicidad con que era “el nuevo Maradona”.

-¿Qué te llevó a irte?

-La necesidad que tienen todos los pibes. En esa gira vi cómo eran las canchas y las estructuras ahí, y me quise quedar.

-¿Conociste a Diego?

-Nunca pude hablar con él, pero tengo fotos. Si lo veía tampoco era de ir y volverlo loco. Me ponía en su lugar, sabiendo que no lo dejan vivir.

En 2004, Mauricio Macri te abrió las puertas en Boca. ¿Tuviste relación?

-No, me saludó el primer día en la conferencia y nada más.

-¿Cómo te recibieron?

-En Boca estaba muy marcado el grupo de los grandes con los chicos. Yo vine con la mentalidad cambiada de Europa. Allá me podía sentar a comer al lado de Paul Gascoigne, que fue una leyenda del fútbol inglés?. Acá hay códigos: se sienta tal, te tenés que ir a otra mesa; te subís al micro para ir a un partido y te dicen “no, acá no porque es cábala”. Eso me chocaba: ¿por qué no podía estar comiendo con Guillermo (Barros Schelotto)? Porque era la mesa de los grandes. Está bien, son códigos. Pero la cultura que tienen afuera la tenemos que aprender un montón.

¿El vínculo entre Macri y Marcelo Simonian, tu representante en esa época, influyó en tu relación con Carlos Bianchi?

-No, porque siempre se llevaron mal Bianchi y Macri. Fue un negocio de Simonian y Macri porque Bianchi no me había pedido. Jugué tres partidos, que no lo hice mal, y después no tuve la chance que tienen todos los pibes. Eso te deja enseñanzas: nunca vayas, por más que te quiera el presidente, si no te quiere el técnico.

-En El Gráfico, en 2006, dijiste: “Bianchi nunca me enseñó nada”.

-Si vos me preguntas qué pasó con Bianchi te voy a decir: “No sé, si no me habló nunca”. Esa frase me la sacaron de contexto. Él debe saber un montón, pero a mí no me enseñó nada. No me dio las chances necesarias para poder seguir creciendo. No estoy hablando para manchar a Bianchi ni mucho menos. Pero si me preguntas si no me dijo nada, no, no me dijo nunca nada.

-También dijiste: “Algún referente hizo algo para que me fuese”. ¿Sospechás de alguien?

-No, si los referentes no me daban bola.

-¿Esa falta de relación es el principal contraste entre Europa y Argentina?

-Sí, pero es normal. Para mí pasó porque me fui de muy chico y me cambió la cabeza en esos detalles. Por ejemplo: llegaba el invierno acá y porque un pibe venía de la Reserva no le daban la gorrita. “Que se cague de frío, recién subió el pendejo”. Una estupidez. Cuando estás allá te dan lo mismo que a todos. Son pequeños detalles. Obviamente que cada uno tiene su rango, pero por qué tengo que pasar frío yo o él. O le daban una remera toda rota, con agujeros. ¿No le pueden dar una remera normal? Esas son las cosas que no entendía.

-¿En Racing no viviste la diferencia interna en el plantel?

-No, fue un grupo extraordinario. Ese grupo de Racing era espectacular. Te daba ganas de ir a entrenar para estar con ellos y disfrutar. Solamente que los resultados no se daban.

-¿En Boca no te daban ganas de entrenar?

-En Boca iba, sí. Soy hincha de Boca. Iba con ganas, pero cuando te empezás a dar cuenta de que estás relegado… Aparte hay detalles que pasan, que esos me los guardo. Ves cosas que no te gustan y ya no vas con tantas ganas.

-¿Sentís que Simonian influyó más para mal que para bien?

-Sí. Pasé muchos episodios con él. Me terminó cagando en un montón de cosas.

-¿Cuáles?

-En plata, en todo. Por suerte siempre fui un jugador bien visto, al ser enganche. En el fútbol, el 9, el 10, un 5 elegante como (Fernando) Gago, son los más cotizados.

-¿Es difícil librarte del mundo Simonian?

-Simonian me fue a buscar cuando fui al Torino por primera vez. Sabía idiomas y tenía contactos en todos lados. Te vende pajaritos de colores. Es un mundo aparte lo que hacen los representantes con muchos jugadores. Tuve la suerte de tener una familia espectacular, que me apoyaba. No estaba a la deriva. De todas maneras, si te quieren engatusar, te engatusan.

-¿No te arrepentís de nada?

-No, porque eso no te das cuenta hasta que no te pasa. Cuando sos chico, jugás en el barrio, en las inferiores y no te das cuenta. Cuando crecés, y tenés los primeros contratos, te das cuenta de los manejos sucios. No me arrepiento de nada, pero me hubiese gustado haber empezado al revés: jugar en Boca unos años y después irme a Europa. En el fútbol te pasa el tren y no sabes cuándo te va a volver a pasar: subite. A mí me pasó el tren muy joven y me solucionó la vida. Y aparte porque supe administrar la plata. Son papeles de colores que van y vienen, y hay que saber manejarlos.

Cansado del ámbito futbolístico, Marinelli se dedicó a los negocios. Junto a Cristian Lagrotta, un ex futbolista que se desempeñó en el ascenso italiano y que había conocido en las divisiones juveniles de Argentinos, mantiene dos emprendimientos. El primero es una agencia de representaciones de jugadores. Allí, el ex Boca interfiere poco, pero tiene objetivos claros: ser la antítesis de aquellos que controlaron su carrera. El segundo, un bar, que abrió hace un año sobre la calle Ayacucho al 500 y que está decorado con diversos trofeos simbólicos de su trayectoria: camisetas de rivales.

-No te gustaron ciertos manejos que tuvieron con vos los representantes y hoy estás vinculado a eso. ¿Cómo convivís con eso?

-Está en la forma de ser de uno. Le dije a Cristian que no iba a ensuciarme por un dólar. No quiero hacer lo que me hicieron. Si hay un problema, nos abrimos. Hay gente que es capaz de matar a la madre por hacer un negocio. Por eso te digo que no estoy en el día a día, ni en todas las reuniones.

-¿Y con el bar?

-Siempre tuvimos la idea de tener uno. Miren cómo lo decoramos: con las camisetas de Coloccini del Newcastle, la de Simeone de la Lazio, la de Verón, del Manchester United, y la de Román de Boca.

“Estudiar te lleva a darte cuenta que no todo es fútbol en la vida”

Santiago Clavero y Francisco Rodríguez

Una mujer que no tiene pelos en la lengua a la hora de expresar su malestar y que no le escapa a las cuestiones sociales y políticas. Estudia trabajo social en la UBA mientras se gana la vida en una empresa de higiene ambiental como administrativa. Esa es Macarena Sánchez, delantera de la UAI de Urquiza, el último campeón de la liga femenina de fútbol.

Con 20 años, la santafesina arribó a Buenos Aires en 2012 para dedicarse al fútbol. Con el paso del tiempo, no sólo se centró en el deporte sino qué también miró hacia otros horizontes. Feminista, perseverante, solidaria, fuerte y con ganas de seguir aprendiendo y formándose.

Macarena además de romper las redes de las arqueras rivales, participa de todos los debates. La delantera cuestiona la comodidad de muchos de los futbolistas profesionales que no quieren incursionar en la educación superior, opina sobre el último conflicto universitario y de los beneficios que da estudiar una carrera en una universidad nacional.

-¿Cómo haces para estudiar, trabajar y jugar al fútbol?

-Es difícil el ritmo de vida. Trabajo de 8 a 14, entreno de 15 a 18 y curso de 19 a 23 hs. La mayoría de los días es así, pero ya me acostumbré. A veces me cuesta encontrar momentos para estudiar pero apenas tengo un tiempo libre no me queda otra que hacerlo, trato de aprovecharlos porque si no me atraso.

-¿Qué te llevó a elegir Trabajo Social?

-Antes de estudiar Trabajo Social pase por otras carreras, en las cuales me iba bien pero no me convencían, sumado a que se me dificultaban los horarios. Estudié en la UAI anteriormente. Y terminé eligiendo esta carrera porque desde chica siempre sentí que debía comprometerme y ayudar a la gente que se encontraba en situaciones de desamparo. Mi mamá fue funcionaria y desde siempre laburo en lugares relacionados a lo social y a los DDHH, así que ella también me lo inculcó un poco. Me daba un poco de miedo hacer una carrera larga, pero me decidí y arranqué este año.

-¿Cuál es tu opinión sobre el reclamo de las universidades y las medidas tomadas por el gobierno?

-Creo que es un reclamo válido y legítimo. Los docentes tienen el derecho de reclamar por paritarias acorde a la situación económica del país y a la inflación que afecta el bolsillo. Las medidas tomadas por el gobierno me parecen lamentables, creo que la educación pública debe estar como prioridad en cualquier proyecto de país y me parece realmente penoso que los docentes tengan que pasar por esta situación, y que el gobierno no destine presupuesto para algo tan importante e indispensable.

-¿Cómo te afectó el paro?

-En cuanto al paro, obviamente me afecta, como a todos los estudiantes. Por ahí se pierden contenidos o te ves obligada a estudiar sin haber tenido la clase, pero entiendo que esa es la forma de acompañar un reclamo válido, los estudiantes tenemos también la obligación de apoyar los paros y acompañar a los docentes desde el lugar que nos toca.

-¿Creés que los medios masivos estimulan la idea de que el deportista no debe estudiar así no se distrae y se dedica a lo suyo?

-Sí, puede ser. Creo que es un poco de los medios y otro poco de la sociedad. Ambos le exigen al futbolista muchísimo, como si el fútbol fuese vida o muerte, y eso hace que el futbolista crea que eso debe ser así. También está el pensamiento de “¿para qué voy a estudiar si cobro millones por año?”. Es un poco de todo. Hoy en día un futbolista profesional está salvado de por vida con lo que cobra y ve al estudio como una pérdida de tiempo.

-¿Cómo pensás que se puede cambiar eso?

-Creo que se puede cambiar desde los clubes, incentivando a los jugadores desde juveniles, haciéndoles entender la importancia de formarse académicamente. Hay muchos clubes que, además del fútbol, tienen institutos, por ejemplo River. Creo que es un cambio cultural.

-¿Queda demostrado entonces que sí se pueden hacer las dos cosas? ¿Y qué beneficios te da?

-Sí obvio, se puede hacer todo. Costará un poco más de esfuerzo, pero se puede. Estudiar te abre mucho la cabeza, salís del táper en el que te metés cuando jugás al fútbol. Te chocás con otra realidad, conoces gente de otra clase social, empezás a cuestionarte cosas más importantes que el fútbol. Y valorás mucho más lo que tenés. Muchos jugadores están aislados de la realidad en la que vivimos, de lo que vive la gente común. Estudiar te lleva a darte cuenta que no todo es fútbol en la vida.

-¿Considerás que vale la pena el sacrificio que hacés?

-Creo que vale la pena, a veces cansa, no te voy a mentir. Pero sé que el esfuerzo que hago ahora va a valer la pena en el futuro.

Las dos caras de los Juegos Olímpicos de la Juventud

Serena Carasatorre y Valentina Gervasi

Los Juegos juveniles hicieron historia y tuvieron varias particularidades. Albergaron a atletas de más de 200 países y resaltaron por ser el primer evento organizado por el Comité Olímpico Internacional en tener la misma cantidad de atletas mujeres que hombres. La ceremonia inaugural fue la primera en realizarse en la vía pública y no en un estadio cerrado y la entrada fue libre y gratuita, sin necesidad de poseer el pase olímpico.

Uno de los principales aspectos que generan más incertidumbre es el de los costos. Buenos Aires anunció su candidatura en 2011, cuando Mauricio Macri era Jefe de Gobierno y fue elegida como sede en 2013 en Lausana, Suiza. El sitio chequeado.com realizó un análisis sobre el presupuesto estipulado para los Juegos. Según el documento oficial de la candidatura del gobierno presentado en 2011, habían estimado una inversión de $231 millones de dólares de los cuales $104,7 serían destinados a la organización y $126,4 para las obras de infraestructura. En ese momento se estimó una inflación anual del 5,7% entre 2012 y 2018. De ese dinero el COI se comprometió a aportar $13 millones de dólares. Por otra parte, se estimaba un dólar a $4,5 que actualmente llegó a casi $40.

De acuerdo a los datos oficiales entre 2014 y 2018 la Ciudad de Buenos Aires destinó casi $6.700 millones, de los cuales aproximadamente $3.500 millones fueron para la organización y más de $3.100 millones para la Villa Olímpica y las otras sedes donde se realizaron los Juegos. De esta manera, la inversión aproximada para estos Juegos fue de $333 millones de dólares, lo cual es un 44% mayor a lo estimado inicialmente.

Esta fue la tercera edición que se realizó. La primera, disputada en Singapur en 2010 previó una inversión inicial de $75 millones de dólares, pero al finalizar el evento el gobierno admitió que el gasto total fue de $280 millones de dólares, lo que equivale a más del triple del presupuesto inicial. Sobre la segunda edición que se llevó a cabo en Nanjing -China- en 2014, no se saben los números oficiales, ya que el gobierno se negó a dar a luz los gastos en el informe realizado luego de los Juegos.

Uno de los principales aspectos negativos con respecto a los costos es que los ciudadanos de Buenos Aires nunca tuvieron en claro cuánto debió gastarse exactamente en estos Juegos, ya que el gobierno no dio datos oficiales y no se sabrán hasta dentro de un año.

La mayor parte del dinero destinado a la infraestructura fue para la construcción de la Villa Olímpica: entre las viviendas y el resto de los espacios (veredas, luminarias, plazas, etc.) hubo una inversión de $1.870 millones. Según el ministro de Desarrollo Urbano y Transporte, Franco Moccia, la construcción se financió con impuestos, préstamos y cambio de activos. Se estima recuperar los fondos invertidos a través de la venta de los departamentos que generarán alrededor de $2.400 millones.

La Villa Olímpica es una de las principales obras de infraestructura que quedaron luego de los Juegos y cuenta con 1.050 departamentos de 1, 2 y 3 ambientes distribuidos en 31 edificios de 6 o 7 pisos. Además, tienen locales comerciales en las plantas bajas, jardines comunes, SUM y 3.5 hectáreas de espacios verdes. Para ahorrar en el consumo eléctrico el barrio incorporó un sistema de eficiencia en el consumo de agua y de energías renovables.

Durante los Juegos albergaron a más de 7.000 atletas y entrenadores y una vez finalizados estos, las viviendas estarán destinadas a personas de clase media y se pudieron adquirir a través de un crédito otorgado por el Banco Ciudad. Tiene cuotas similares a las de un alquiler y una tasa de 4,99% (la más baja del mercado) para quienes cobren sus sueldos en ese banco y de 5,99% para quienes no lo hagan. El ahorro mínimo necesario es del 6% del valor de la propiedad y se paga en 9 cuotas.

Entre el 15 de marzo y 15 de abril pasados se abrió la inscripción en el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) para el sorteo de los departamentos de la Villa y se registraron más de 10.000 postulantes. Los requisitos para la inscripción eran: tener entre 18 y 50 años, tener ingresos formales o informales y no tener deudas con el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos aires, entre otros.

Los departamentos ya fueron adjudicados a aquellos que cumplieron con los requisitos y comenzarán a pagarlos a fines de este año. El 59% son habitantes de la Comuna 8 (Villa Soldati, Villa Lugano y Villa Riachuelo), el 17% a habitantes de otros barrios, 12% a empleados de la Policía de la Ciudad y un 12% de docentes dependientes de escuelas públicas. Si bien hubo ciertos conflictos, como que los departamentos no cuentan con cocinas, estos van a ser remodelados y se estima que serán entregados a sus nuevos dueños entre marzo y junio de 2019.

Además, el Parque Olímpico de la Juventud -que costó $2.250 millones- le dejó a la ciudad instalaciones para alrededor de 20 disciplinas, entre ellas la pileta olímpica, que tiene dos partes, una para carreras y otra para plataformas de salto. Este predio podrá tener un rol muy importante, ya que el Gobierno de la Ciudad buscará vender para el año próximo el actual terreno del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD) y que los 2500 deportistas se trasladen a él, en Villa Soldati. Esta iniciativa impulsada por Horacio Rodríguez Larreta generará el negocio inmobiliario más grande de la historia, ya que se podrían conseguir más de $1.000 millones de dólares por la venta de los terrenos que ocupa actualmente el CENARD.

Estos Juegos Olímpicos contaron con 600.000 personas que solicitaron sus pases para acceder a ver deportes que no suelen ser tan populares fuera de esta clase de eventos. Esta fue la edición que tuvo mayor cantidad de espectadores en los estadios y la primera en proporcionar una entrada gratuita, ya que en las anteriores solo se pudo acceder a través de la compra de entradas.

Sin embargo, esto generó que en algunos deportes, como en natación o gimnasia, la gente tuviera que hacer filas muy largas por varias horas y esto no le garantizaba el acceso. Si bien no fue lo más frecuente y el público pudo ver muchos deportes, una de estas situaciones se presentó en la semifinal entre Argentina y Brasil en futsal, donde hubo casi 14 cuadras de cola, que permaneció incluso cuando los voluntarios ya habían informado que el estadio estaba colmado.

En conclusión, las cifras del evento sobrepasaron lo pensando en un principio a tal punto de excederse y de generar una controversia por la situación económica general del país. Sin embargo, este acontecimiento quedará en la memoria de todos los argentinos tanto por los logros obtenidos como por el impacto social, deportivo y la concurrencia del público hacia los distintos parques olímpicos.

Récord histórico en medallas para Argentina

Serena Carasatorre y Valentina Gervasi

Los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 no presentaron un medallero oficial, ya que eso atentaría contra el espíritu del evento, que buscó ser una fiesta deportiva y no una competencia entre los distintos países. Además, según la cuenta oficial de Twitter de Buenos Aires 2018, el énfasis estuvo puesto en celebrar por igual el esfuerzo de todos los atletas.

Sin embargo, extraoficialmente la delegación Argentina logró su mejor medallero en la historia de los Juegos Olímpicos, incluyendo los Juegos absolutos y de la Juventud, habiendo cosechado un total de 32 medallas: 11 de oro, 10 de plata y 11 de bronce.

En comparación con las ediciones anteriores de los Juegos de la Juventud Argentina mejoró completamente su rendimiento. En Singapur 2010 obtuvo cinco medallas de las cuales solamente una fue de oro, lograda por Brian Toledo en lanzamiento de Jabalina. En Nanjing 2014 se cosecharon siete medallas, con Francisco Saubidet Birkner en yachting como ganador de la única presea de oro.

Este evento tuvo también otra serie de logros importantes: Fausto Ruesga igualó la marca de Javier Mascherano, de dos oros olímpicos, con las medallas que obtuvo junto al equipo de básquet 3×3 y en volcadas de básquet. Nazareno Sasia consiguió la medalla de oro en lanzamiento de bala rompiendo con 50 años sin que ningún argentino pudiera subirse a lo más alto del podio en atletismo, ya que el último había sido Delfo Cabrera en maratón, en Londres 1948. En esos mismos Juegos Olímpicos Pascual Pérez y Rafael Iglesias habían sidos los últimos en obtener un oro en boxeo para el país y Brian Arregui pudo imitar sus logros en Buenos Aires 2018.

Por su parte, Victoria Oriana Saputo fue la primera representante femenina argentina de boxeo en los Juegos Olímpicos de la Juventud y logró la medalla de bronce en el último día del evento, venciendo por puntos a la australiana Emma Lawson.

No se puede vivir del fútbol

Santiago Luli

Desde la década de 1930 en el fútbol argentino se reconoce a cinco clubes como los “grandes”: River, Boca, Independiente, Racing y San Lorenzo, y cada vez que se enfrentan entre ellos las cámaras se centran allí. En una fecha en la que los dos equipos más populares del país jugaron un sábado, ya que disputarían la Copa Libertadores entre semana, los ojos se enfocaron en el partido entre los de Boedo y el conjunto de Eduardo Coudet, puntero de la Superliga, el domingo a las once de la mañana, un horario no habitual para los cotejos de gran envergadura. Entonces, ¿por qué se disputó en ese momento? Por Silvio Rodríguez.

Argentina está viviendo uno de sus peores momentos económicos de los últimos años con un dólar a casi 40 pesos, una inflación imparable y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para recibir un préstamo que en el futuro será impagable. En América Latina la derecha llegó para quedarse y la victoria del militar homofóbico y xenófobo Jair Bolsonaro en Brasil lo único que genera es la premonición de un futuro oscuro en toda la región. Sin embargo, en este contexto desolador, hay trovadores que mantienen la esperanza de las clases populares a través de poesías que se mantienen vigentes a lo largo de la historia. Uno de ellos es el eterno Silvio Rodríguez.

El cantautor cubano desembarcó en el país para ofrecer dos recitales en el Luna Park y al ser elevado el precio de casi todas las ubicaciones del estadio, obsequió a quienes no podían costearlo un espectáculo gratuito en Avellaneda, organizado por la municipalidad de esa ciudad. Casi 100.000 personas aprovecharon su generosidad y se congregaron en la Plaza Ucrania para disfrutar de la delicada voz de quien había realizado un concierto similar en octubre de 2015 en el barrio porteño de Villa Lugano.

En 2012 en Chile, un concierto de Rodríguez fue reprogramado porque iba a ser en el Estadio Monumental de Colo Colo y el campeonato de fútbol tuvo la prioridad de utilizar ese escenario. Seis años más tarde, en Argentina pasa lo contrario, sin siquiera necesitar de una cancha de fútbol para el show. Entonces, ¿por qué la música relega un partido del deporte más trascendente del planeta? Por la necesidad de muchos de escuchar a quien le agrega ritmo a sus reclamos y a sus pensamientos, y de estar en ese ambiente rodeados por sus pares, algo que hace un lustro no parecía menester en una América Latina que defendía a los sectores más bajos del status social.

El clima era familiar, amistoso, cálido. Las reposeras abundaban en los sectores con pasto, los niños estaban a dos metros de altura gracias a la ayuda de los hombros de sus padres, los mates se compartían entre amigos y desconocidos y las personas mayores hacían puntitas de pies para ver en el escenario a uno de los principales representantes de la justicia social. Cuando comenzó a sonar la canción Eva, pocos segundos bastaron para elevar el cuerpo y observar una marea de pañuelos verdes manifestándose por la legalización del aborto seguro y gratuito.

En La Maza, uno de sus hits, el grito se puso en el estribillo y en la frase “Si no creyera en lo que lucha”, y en El Necio el énfasis estuvo en las frases “me vienen a convidar a tanta mierda”, “dirán que pasó de moda la locura” y “yo me muero como viví”. Esta última canción se había vuelto a popularizar en tiempos del Mundial de Rusia ya que sonaba acompañando a imágenes de Diego Maradona, quien le regaló personalmente una camiseta autografiada a Rodríguez en un recital en 2015, y a cambio, él le obsequió un libro firmado con la inscripción “a Diego Armando Maradona, del pésimo futbolista que le admira, Silvio”. Muchas veces el escenario apagaba sus luces, la estrella se iba y la multitud comenzaba a retirarse, sin embargo, siempre había tiempo de descuento para volver y cantar éxitos como La era está pariendo un corazón y así generar melancolía en los que escuchaban la versión de Washington Carrasco y Cristina Fernández los sábados por la mañana en Marca de Radio, el programa de Eduardo Aliverti.

Una de las características de Avellaneda es que las canchas de sus dos clubes principales, Racing e Independiente, están separadas por menos de 5 cuadras, lo que no permite que jueguen el mismo día y horario por el riesgo a que se generen enfrentamientos entre los fanáticos de ambas parcialidades, más específicamente los barras bravas, con la justificación de dejar “la vida por los colores” y “matar o morir” por la institución que los representa. No obstante, el domingo sólo hubo una hinchada en la que predominaba la alegría, una hinchada que coreaba las canciones del poeta estandarte de la Revolución Cubana, una hinchada que pedía por la unidad de los trabajadores y que busca ganarle el partido a la derecha exclusiva.

El insulto en la cancha, una pasión argentina

Por Juan Ignacio Ballarino y Nicolás Altgelt 

Boca mantenía la punta de la tabla desde el 11 de diciembre de 2016, luego de haberle ganado a River por 4 a 2. Como si esto fuera poco, debía jugar contra el que en ese momento era su escolta: Talleres de Córdoba. Además, tenía jugadores que venían de representar a Argentina en su gira amistosa premundial. Pablo Pérez, quien a su vez era – y sigue siendo – capitán del equipo, supo convivir con ese rejunte de presiones hasta que terminó descargándose públicamente con insultos a la platea, luego de haber convertido el gol del triunfo en el partido contra la T. La agresión verbal que le propinó un simpatizante luego de terminado el primer tiempo fue la gota que le rebalsó el vaso, pero el jugador no respondió. Recién en el festejo del gol pudo liberar todo el enojo que había aguantado hasta ese momento.

A Santiago Di Lisio, psicoanalista encargado de la quinta y séptima categoría del fútbol infantil de Temperley, no le sorprende la reacción de Pérez. Entiende que, luego de varios días de soportar distintos tipos de presiones, es probable que una persona termine desahogándose. “En ese partido lo hizo con insultos a la platea, pero hubo otro encuentro, tiempo atrás, en el cual pegó una patada que lo derivó en una expulsión a los nueve minutos del primer tiempo”, dice en referencia a la infracción realizada a Éder Balanta, en el superclásico de 2016. “Fijate que, encima, tuvo que salir a pedir perdón públicamente. Eso te da una idea de cómo estas situaciones terminan afectando al jugador y, por ende, a su rendimiento”, dice Di Lisio, quien cree que a largo plazo estas situaciones podrían terminar generando una pesada carga emocional en el profesional.

“Nosotros tuvimos una situación parecida a la de Pérez, pero con un chico de 17 años de las inferiores del club”, cuenta Di Lisio. “No insultó a nadie, pero protagonizó una situación netamente comportamental y actitudinal: cuando erró una clara situación de gol, agarró su camiseta y se tapó la cara de forma tan abrupta que casi la rompe”. Frente a una posible solución a estos problemas, el psicoanalista explica que le pone “sobre la mesa” las respuestas del jugador a “situaciones negativas”. De esta forma logra que el futbolista pueda entender que “algo malo le está sucediendo”, ya que a veces lo pasa por alto. “Lo que hacíamos con este chico era que empiece a tolerar sus propios errores, para luego aceptar los de los compañeros. Se ponía muy nervioso cuando erraba un pase o cuando pateaba al arco y la tiraba a las nubes. Se agarraba la camiseta y se ponía mal. Entonces, le preguntaba por qué se ponía así, ya que el futbolista tiene que convivir con estos errores y debe saber sobrellevarlos”.

Sin embargo, Di Lisio entiende que, más allá de la necesidad de un cambio radical en la conducta del deportista, se necesitan muchas reuniones con el jugador para que logre modificar su comportamiento: “En la psicología deportiva es muy complejo aplicar el psicoanálisis. Generalmente se basa en tratamientos a largo plazo. Estamos orientados al resultado, pero no sólo deportivo. Tenemos que corregir comportamientos que vienen a raíz de todo un proceso”.

No hace falta recapitular mucho para encontrar situaciones parecidas a la del mediocampista de Boca. En 2017, Javier Pinola recibió amenazas anónimas mediante pintadas en el colegio al cual acudían sus hijos, por su traspaso de Rosario Central a River Plate. Como si esto fuera poco, cuando Temperley recibió al club rosarino por la vigésima fecha del Campeonato de Primera División, en 2016, un plateísta le deseó que se vuelva a romper la rodilla, a lo que el defensor respondió con una sonrisa irónica. Claro que, una vez consumada la victoria del visitante, le dedicó el triunfo en forma de desahogo. Si bien tanto Pérez como Pinola supieron seguir adelante, no fue así el caso de Nelson Vivas, quien sufrió los insultos de un hincha de Quilmes con mayor intensidad.

El exjugador se encontraba en 2013 al mando del plantel de Quilmes cuando, luego de haber soportado varios minutos de agresiones verbales provenientes de un simpatizante Cervecero, salió disparado de la cancha para confrontarlo a los golpes en la platea. Sufrió tanto aquel episodio, que en una entrevista con Olé publicada el 11 de abril de 2014, había instalado la duda de si volvería o no a dirigir un equipo. Di Lisio explica que se puede evitar esto con un tratamiento preventivo, pero es muy difícil dado que generalmente se trabaja con la lesión. Bajo este aspecto, argumenta que “es como cuando vas a tratarte con un kinesiólogo, que trabajan con un traumatismo”.

Además, como si estas agresiones fuesen una enfermedad que ataca a todo lo que se encuentre dentro de un campo de juego, el árbitro es, sin dudas, el que más las sufre. “Tuve que acostumbrarme a los insultos. Ahora simplemente los interpreto como una mala costumbre que tiene la gente y no como algo personal. Te das cuenta de esto cuando salís a la cancha y ya te empiezan a chiflar”, cuenta Yamil Possi, árbitro de la B Nacional. ¿Qué solución encontró para que sus seres queridos no salgan lastimados? Decirles que es todo parte de un show inevitable, y que no hay que tomarle mayor relevancia. “Somos personas y nos podemos equivocar. A veces se olvidan de eso”, asegura el árbitro del ascenso.

Si bien para Di Lisio es muy difícil que el deportista haga psicología preventiva, Possi supo entrar en ese terreno. “Trabajo con un psicólogo deportivo una vez por semana. Tocamos temas personales también, pero nos avocamos más a lo deportivo. Trato de que la sesión sea post designación para tratar temas como, por ejemplo, los jugadores de esos equipos a los cuales voy a dirigir, o cómo me ha ido con esos clubes. Entonces, el entrenamiento semanal deja de ser sólo físico para también ser psicológico”.

Más allá del entrenamiento psicológico, a Possi lo siguen sorprendiendo ciertas actitudes de los simpatizantes. La gente piensa que es normal insultar al árbitro. A veces me sorprende cuando estoy en una cancha y veo a un padre insultando y diciendo cualquier barbaridad o incluso escupiendo, y está con el hijo al lado, que cinco minutos después está haciendo lo mismo. Ahí es cuando te das cuenta de que faltan muchos años para cambiar esta costumbre de insultar al árbitro por que sí”.

“A veces la familia sufre cuando uno se equivoca y en la semana los periodistas hablan y critican destructivamente de manera constante. No se dan cuenta que uno es humano y se equivoca como cualquiera”, remata Possi. Di Lisio plantea una solución temporal que sirve como parche, Possi por su parte la implementa. No obstante, ninguno de ellos sabe responder a cómo erradicar esta problemática que ya ha sido naturalizada en el mundo del fútbol.

La cábala, te la debo

Nahuel Gala (@NahueGala) y Evelyn Ower (@EveOwer_)

El Spartak Stadium de Moscú albergará el debut de Argentina en la Copa Mundial de la FIFA contra Islandia el 16 de junio. Tan solo una semana antes, el seleccionado albiceleste iba a viajar al continente asiático para verse las caras con Israel, en el estadio Teddy de Jerusalén, que, por estas horas, está en el centro de la escena: murieron más de 60 palestinos y cerca de 2 mil resultaron heridos durante las protestas en Gaza contra el traslado de la embajada estadounidense -antes en Tel Aviv- hasta laciudad santaque, además, es la capital de la nación.

La última vez que el seleccionado argentino alzó la Copa del mundo, viajó hasta Asia a 27 días del comienzo de México 1986 y un triunfo 7 a 2 frente al combinado israelí liberó a un grupo que parecía caído luego de una Eliminatoria angustiante en la que empató 2 a 2 con Perú casi sobre la hora para conseguir la clasificación. 32 años después, con ocho Mundiales de por medio y algunas otras visitas a Israel -¿con la misma lógica y argumento de la “cábala“?-, algunos esperaran que vuelva esa mística salvadora que encabezó en ese entonces Diego Armando Maradona para que en esta edición pueda hacer lo propio el capitán, Lionel Messi.

¿Qué implicaba jugar un partido amistoso que te altera -a siete días de un debut mundialista- el deseo de ya estar alojados en la concentración en Rusia? ¿Qué se pone en juego y cuál es el riesgo que se asume con futbolistas que arriban al Mundial con el desgaste de la temporada europea y con lesiones que, incluso, pusieron en duda su participación? ¿Es la apuesta de fantasear por ese camino de lo místico o hay algo más detrás de ese gran telón?

Aunque el submundo de las cábalas apueste que al volver a esta rutina pre mundialista 20 años más tarde la historia pueda repetirse, los verdaderos motivos por los cuales este partido se llevará a cabo no están en la órbita del mito. Pese a que Jorge Sampaoli –entrenador del equipo– no veía útil que se jugara este encuentro (lleva diez meses en el cargo y poco tiempo para convencer de su mensaje), ingresos por dos millones de dólares pone a Claudio Tapia en una situación de exposición, como conductor de la AFA, sobre el peso que tiene el hecho deportivo. “Yo di mi punto de vista respecto al partido contra Israel, pero creo mucho en Tapia y me dijo que era algo que se tenía que hacer. Tampoco creo que sea lo ideal jugar con España e Italia ahora. Pero nada me puede distraer de elegir los mejores futbolistas y funcionamiento”, expresaba el seleccionador nacional, en la conferencia de prensa previa a la última gira del plantel.

La AFA había dado una lista de requisitos para que el partido se lleve a cabo: un lugar de entrenamiento privado, entre 80 y 90 habitaciones en un hotel de primer nivel, un chárter que transporte a la delegación argentina de Barcelona (en pleno ensayo para el debut) a Tel Aviv y, de esta ciudad a Bronnitsy, que los aficionados puedan presenciar un entrenamiento en directo a puertas abiertas, un cura propio para hacer una misa y que Lionel Messi, Sergio Agüero y Ángel Di María solo jueguen 60 minutos.

Todo esto también se dio debido a contratos firmados con Adidas y Torneos. Por ejemplo, en el partido que se disputó el 13 de marzo ante Italia –ocasión en la que Argentina venció 2 a 0 a la Azzurra en el Etihad Stadium de Manchester–, la AFA obtuvo el 30% de lo acordado debido a que Julio Grondona recibió, durante su presidencia, la otra parte del trato. Así ocurrirá hasta el 2022, ya que en los próximos amistosos hasta ese año, Luis Segura y Armando Pérez –expresidentes de la Asociación del Fútbol Argentino, el segundo perteneciente a la Comisión Normalizadora durante 2016– cobraron el monto correspondiente en sus respectivos mandatos.

Por otro lado, Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, y su acompañante de honor, Mauricio Macri, verían juntos el partido desde las gradas. El Presidente de la Nación recibió el 12 de marzo (una vez confirmado el partido por los organizadores) una carta de invitación: “He instruido a las más relevantes autoridades a hacer todos los preparativos necesarios para que el partido tome lugar en Jerusalén, nuestra capital eterna. Reitero mi invitación como anfitrión para que sea mi invitado de honor durante el encuentro. Para mí será un placer recibirlo en Jerusalén y reafirmar la creciente amistad entre nuestros países”.

El disfraz de la cábala, Maradona y Messi, Israel, el tiempo para el armado de una idea (con un entrenador que por primera vez dormirá más de una semana bajo el mismo techo que sus dirigidos), el compromiso económico, el hecho político y el escenario deportivo. El plantel en el medio de intereses ajenos y un pedidos de suspensión que llegaba desde organismos de Derechos Humanos a la AFA por la masacre en Gaza, se hizo escuchar. Al menos, por los que juegan con la pelota.

Otros partidos contra Israel previo a disputar una Copa del Mundo:

22 de mayo de 1990: victoria 2 a 1 en Haifa, Israel, previo al Mundial de Italia (la Copa del Mundo arrancó el 8 de junio).

31 de mayo de 1994: triunfo 3 a 0 en Ramat Gan, Israel, previo al Mundial de Estados Unidos (la Copa del Mundo inició el 17 de junio).

15 de abril de 1998: derrota 2 a 1 en Jerusalén, Israel, previo al Mundial de Francia. (la Copa del Mundo comenzó el 10 de junio).

El hombre que tenía cara de pelota y de gol

Nahuel Gala @NahueGala

Triángulo: figura imaginaria formada por tres vértices o tres elementos que tienen una relación. En este caso, los tres elementos están conformados por tres futbolistas y su relación es detener el avance y la oportunidad de generar desequilibrio por parte de Lionel Messi. Frente a Islandia, Birkir Bjarnason, Emil Hallfredsson y un intervalo entre Aron Gunnarsson con Gylfi Sigurdsson construyeron la cárcel en la que se vieron afectadas la participación y el despliegue del número 10 de Argentina en el debut en el Spartak Stadium de Moscú que concluyó 1 a 1. En Nizhny Novgorod, con Croacia como rival, se planteó un partido diferente. Del 4-2-3-1 contra los escandinavos al 3-4-3 en el choque con balcánicos. Los dirigidos por Zlatko Dalic fabricaron una jaula perfecta para una pulga rabiosa. Ivan Rakitic –volante de creación del Barcelona–, Luka Modric y Marcelo Brozovic se encargaron de contrarrestar las acciones ofensivas de Messi. Cada vez que el rosarino recibía, estaba obligado a descargar. No tenía trayecto, recorrido ni profundidad.

En el partido inaugural malogró un tiro desde los doce pasos a los 19 minutos del segundo tiempo. “Lo decidí en el momento, quise pegarle fuerte a ese palo, me salió a media altura, y el arquero justo fue para ese lado”, afirmó. ¿Cómo es que un experimentado como él, con su talento y su talla, es traicionado por sus propios pensamientos? El objetivo era claro, bien esquinado. Pero, lamentablemente, fue detenido por Halldórsson. Hasta el mejor puede errar, después de todo, es humano. En la capital rusa se lo notó muy entusiasmado con el arco, siempre encarando y buscando que alguien le pivotee. En cuanto a lo emocional, se lo notó muy enfadado. Claramente errar un penal genera mucha incertidumbre, pesimismo y enojo, pero estas cualidades ya estaban presentes en él ni bien comenzó el Mundial. Parece que estuviera en una misión de rescate o abatido por lo que dicen los medios masivos.

Apenas finalizó el encuentro, descargó toda su bronca en una Telstar18 que se encontraba cerca. Fusiló el balón como le hubiera gustado fusilar a los islandeses con una conversión, sin dudas. Pero era de esperarse que intentaran frenarlo de esa manera. Si se revisa el partido que jugó, será muy notorio el ímpetu que tuvo para salir adelante pero que era imposible por cómo se pararon los escandinavos: “Me siento responsable de no habernos podido llevar los tres puntos, porque no tengo dudas de que con el penal hubiese cambiado todo”.

Con Croacia pasó lo mismo. Más tirado sobre la derecha, le tocó la marca de Brozovic, volante del Inter de Milán, que lo asfixió sin piedad. Con la ayuda de Rakitic y Modric, continuaron cargando las baterías del enfado que Messi está llenando desde que arrancó la Copa del Mundo. La goleada histórica de los croatas desató la rabia de un rosarino, que al trastabillar con Strinic, le reboleó la pierna de un manotazo ahogado en síntomas de la frialdad del escenario en donde estaba parado el partido. Caían por dos goles y los revulsivos llegaron al instante. Paulo Dybala, Gonzalo Higuaín y Cristian Pavón fueron cartas talentosas pero insuficientes para congeniar con el astro del Barcelona que, a fin de cuentas, fue totalmente encarcelado por una defensa, o mejor dicho un mediocampo, que lo único que le permitió fue descargar, descargar y descargar. Con el tercer tanto en contra, Lionel se tapó el rostro como si no quisiera seguir viendo lo que sucedía ante sus ojos.

Los triángulos lo sofocaron. Su cabeza gacha es una manifestación de que no está consiguiendo lo que vino a buscar. El trofeo dorado es su máximo objetivo y todavía no logró convertir ningún tanto, a pesar de que le quedan 90 minutos para revertir cualquier historia posible y esperar que Islandia no derrote a Croacia. “No sos culpable de nada”, firmó Diego Armando Maradona para el cumpleaños número 31 de Messi. Contra Nigeria podría ser su último partido en la historia de los Mundiales. Suena espantoso, sí. Pero es una realidad. Todos los flashes están puestos en él, la presión lo intimida. Nada está dicho, todo puede pasar. Pero si algo es cierto es que cuando las papas quemaban en Quito y la eliminación estaba al caer, apareció un pequeño gran héroe que se disfrazó de gigante y que acabó con la inquietud y la desesperación albiceleste. La respuesta que no tuvo frente a esos triángulos asfixiantes buscará estar presente y cambiar la historia en el cierre del Grupo D.

“El mensaje que quiero transmitir es que no cometan los mismos errores que yo”

Por Diego Ibarra

El 12 de septiembre de 1981, en el estadio Luna Park, Gustavo Ballas vencía al surcoreano Suk Chul Bae por nocaut en el octavo round y conseguía el título mundial supermosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Con tan solo 23 años, el cordobés llegaba a la cima y se convertía en el primer campeón mundial invicto del boxeo argentino. Sin embargo, las malas decisiones y sus problemas con las adicciones hicieron que para Ballas la vida fuera una constante pelea. “Es muy fuerte todo lo que pasa cuando te empieza a ir bien y no estás preparado. Lamentablemente nos educan para dar y recibir golpes”, reflexiona.

La infancia del campeón no fue para nada fácil. Nació el 10 de febrero de 1958 en Villa María, Córdoba. Fue criado en el seno de una familia humilde, con cuatro hermanos y una madre ausente. A los 10 años tuvo que dejar el colegio para trabajar y ayudar en su casa: “Vendía peines y curitas por las calles y después comencé a lavar copas en una pizzería”. Fue un luchador desde chico. No había elección: era lo que le había tocado. Hasta que un día, mientras lavaba copas, escuchó por radio Rivadavia una pelea de Nicolino Locche y empezó a interesarle el boxeo. “Cuando lo vi por televisión hacer las cosas que hacía en el ring, yo dije: ‘Quiero ser como él’”, cuenta el villamariense. Al descubrir lo que realmente lo apasionaba, comenzó a entrenarse con Alcides Rivera y a pelear. Pero a los 16 años decidió ir un poco más allá, convencido de cuál era su destino. “Fui a Mendoza para conocer a Nicolino y para quedarme en el gimnasio de Francisco Paco Bermúdez. En ese momento era su técnico y terminó siendo el mío también”, explica.

Al poco tiempo de su llegada a Mendoza, Ballas comenzó a destacarse. Bajo la tutela de Bermúdez inició su carrera profesional en diciembre de 1976 y un año después ya era campeón mendocino. En ese entonces lo llamaban El Dandy del boxeo, su popularidad crecía pelea tras pelea y le costaba mucho lidiar con todos los cambios en su vida. “Me pasaban cosas muy grosas y yo me preguntaba: ‘¿Por qué ahora? Si no lo necesito’. Me daba impotencia, sobre todo por lo que me tocó vivir”, cuenta. El cordobés había pasado de no tener nada a tenerlo todo en poco tiempo y no pudo soportarlo. “A los cinturones en vez de ponérmelos en la cintura me los ponía en la cabeza”, agrega entre risas.

El Dandy, cuando se aburría, tomaba un avión a Buenos Aires para pasar la noche en Recoleta, barrio donde estaban los mejores restaurantes y boliches en esa época. En algunas de esas escapadas nocturnas empezó a relacionarse con artistas y cantantes famosos que siempre le habían parecido inalcanzables. El exboxeador recuerda la noche en la que estaba en un restaurante de Recoleta y el mozo le dijo que Violeta Rivas Y Néstor Fabián querían que se sentara con ellos.Yo lo miré y le dije: ‘¿Me estás jodiendo?’ Me costaba creer lo que estaba pasando”, relata.

Pasó el tiempo, su adicción empeoró y Ballas supo que debía pedir ayuda para torcer su historia: “Mi familia me ayudó mucho, tengo una mujer maravillosa que vivió todo conmigo. Vivió la parte dulce y la amarga”. Luego de colgar los guantes, se rehabilitó y luchó para acomodar su vida. El excampeón del mundo logró en 2017 ganar una batalla pendiente: terminar el colegio primario. Este año arrancó la secundaria y sueña con estudiar Psicología. Lo cierto es que encontró una manera de dejar atrás lo negativo de su pasado y convertirlo en algo bueno.

“Cuando dejé el boxeo, logré lo que realmente quería, ayudar a los pibes que tenían problemas”, afirma convencido el cordobés. Hoy trabaja en la seccional de Villa María de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (ATILRA), donde junto a un equipo médico realizan terapias ambulatorias con los chicos que padecen adicción a las drogas. Además viaja por todo el país brindando charlas. Pero Ballas se dio de cuenta de que debía estudiar, ya que cuando se reunía con los médicos del equipo para evaluar a los pacientes, no entendía los términos que usaban. Esto lo llevó a hacer dos capacitaciones de un año cada una. Una, en el Instituto de Prevención de las Adicciones de la Universidad del Salvador (USAL), de donde egresó como socioterapeuta en Adicciones, y la otra como asistente en Drogodependencia en la Universidad Nacional de Córdoba. “No soy profesional, pero me ayudó muchísimo”, expresa con orgullo.

La satisfacción de Gustavo Ballas cuando siente que pudo ayudar a alguien es inmensa. “Siempre le digo a los pibes cuando les doy el alta: ‘Ahora empieza lo más bravo, no creas que ya te recuperaste. Pero lo importante de todo esto es que te recibiste de campeón, campeón de la vida’”, narra el excampeón del mundo algo emocionado. Con 60 años y una vida de película, tiene un claro objetivo para los jóvenes: “El mensaje que quiero transmitir es que no cometan los mismos errores que yo”.

“La especie no mejora”
El excampeón del mundo analizó lo difícil que es la vida de los boxeadores y mostró su preocupación por las nuevas generaciones. “Lo ideal sería que ejercieran esta profesión y estudiaran. Es difícil, pero se puede. Lo que pasa es que no lo inculcan. Te ponés a pensar y te das cuenta de que un boxeador ignorante es más fácil de manejar”, señala. Ballas se dio cuenta de grande de la importancia de formarse y completar sus estudios: “En ese momento pensaba: ‘¿Para qué estudiar si con esto ya estoy para toda la vida?’ Y lo cierto es que esto dura poco, y más para nosotros (los boxeadores), para quienes dos más dos es cinco, lamentablemente”. El cordobés cuenta el momento en el que se enojó con el periodista deportivo Ernesto Cherquis Bialo y reflexionó al respecto. “En esa época éramos tres jóvenes boxeadores que estábamos de moda y no teníamos buena conducta: Ubaldo Sacco, Juan Martillo Roldán y yo. Entonces Cherquis escribió una nota para la revista El Gráfico y el título fue ‘La especie no mejora’. Yo lo quería pelear, me enojé muchísimo. Pero pasó el tiempo y si hoy fuera periodista deportivo y tuviera que escribir una nota sobre boxeo, lamentablemente el título sería ‘La especie no mejora’, asegura.