martes, octubre 21, 2025
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La tarde en la que pillaron a Gardel

Franco Sommantico

A la estatua de bronce de Carlos Gardel que el escultor Mariano Pagés labró entre los años 1999 y 2000 y que se exhibe ahora frente al abasto, en una calle que le rinde homenaje al músico y que comparte con otras esculturas –de menor tamaño- de varios artistas también reconocidos como Alberto Castillo o Tita Merello, esta tarde le están dando la espalda.

La obra es imponente, mide cerca de dos metros y medio y luce a un Carlos Gardel radiante, de brazos cruzados, peinado hacia atrás con gomina y vestido de traje y pajarita. Pagés comentó, con respecto a esta obra que lo hizo famoso, algunos años antes de su muerte: “Yo quería un Gardel que diera felicidad verlo, fresco y a la vez perfectamente reconocible”. Y le salió bastante bien. Su estatua es un icono porteño y está acostumbrada a recibir todos los días las miradas de decenas de turistas. Pero justo hoy está pasando algo raro. Porque si bien la calle está llena de gente –quizás hoy haya más gente que nunca- por primera vez nadie lo está mirando.

Las miradas de esta tarde están todas puestas sobre el proyector que astutamente sacó a la calle el dueño del restaurante Gambino y el televisor del restaurante de al lado, que por supuesto se llama Carlos Gardel. Y lo que pasa es que toda esta gente amontonada es brasilera, y no vinieron necesariamente a ver a la estatua, sino que vinieron a ver un partido de fútbol. Porque hoy se enfrenta Brasil contra Bélgica por los cuartos de final del mundial de Rusia.

Es curioso que los brasileros hayan elegido una de las calles más porteñas como sede de su santuario de hinchas, como si los argentinos que viven en Brasil se reúnan en la calle Caetano Veloso para alentar a la selección. Es algo que a simple vista para un argentino parece no encajar. Quizás hubiese sido distinto si fuesen uruguayos, por eso de que ellos juran que Gardel era de su nacionalidad, pero poco parece importarles a los dueños de los dos restaurantes que hoy trasmiten el partido, porque hoy, sus bares están más llenos que nunca. Con las mesas de adentro colapsadas, la gente que no pudo ingresar se queda parada en la calle, abrazada a sus banderas, y empiezan a alentar. El partido comienza. Sin embargo, a los pocos minutos, mientras todavía algunos hinchas buscan ese hueco entre las cabezas que les permita ver mejor el partido, la calle se congela y todo es silencio. Después de un corner a favor de Bélgica que patea Chadli, Fernandinho intenta despejar de cabeza y la pelota se mete en su propio arco. Bélgica va ganando uno a cero, pero esto recién empieza. Saca del medio Brasil y vuelve todo a la normalidad. Los brasileros son muy ruidosos, les encanta hablar fuerte y gritar por todo. Cuando toca la pelota Neymar, los brasileros gritan; cuando Bélgica insinúa un posible ataque, los brasileros gritan; cuando la pelota se pierde por el lateral, los brasileros gritan. Pareciera ser obligación tener una botella de cerveza en la mano. Los mozos de los bares aprovechan y se pasean por entre la gente ofreciendo botellas a 150 pesos u 8 reales. En un momento dado un viejo se sienta sobre un poste de estacionamiento para descansar sus piernas débiles. Con un gesto llama a un mozo de esos que están dando vueltas y le pregunta en brasilero si no le queda alguna mesa adentro.

-Está todo lleno, maestro –le contesta el mozo.

El viejo protesta y le pide una cerveza. El mozo se pierde entre la multitud y vuelve después de un rato, cuando termina de atender a las demás mesas. Al momento de pagar, el viejo le pregunta si acepta “cartao”.

-Cartao nao, solo efectivo –contesta el mozo en un brasilero improvisado.

Cuando faltan solo diez minutos para que termine el primer tiempo, el silencio vuelve a ser absoluto. Algunos miran hacia el piso, resignados, y otros dejan caer sus cervezas. No lo pueden creer. Después de un contraataque Belga que encabeza Lukaku, Kevin De Bruyne patea de afuera del área y deja sin chances al arquero Alisson. Es un mal momento para el pobre hombre adentro de un auto que, en la esquina de la calle, justo al lado de la estatua de Gardel, quiere entrar a su casa.

Desde su Toyota Corolla plateado, el hombre encara a la multitud. Primero toca un par de veces la bocina, implorándole a la gente que se mueva. Como no da resultado, baja la ventanilla y grita, intentando que se apiaden: “vivo a mitad de cuadra”. Pero los hinchas, más tristes que nunca porque Brasil se fue al descanso perdiendo dos a cero, lo ignoran. El hombre se da por vencido, pone marcha atrás y se va por otra calle.

Durante el entretiempo los hinchas se dispersan. Algunos de los que estaban en las mesas se paran para estirar un poco las piernas, y los que ya estaban parados caminan para hacer circular la sangre. Cuando el partido se reanuda, los hinchas se vuelven a acomodar. Un gordito medianamente joven se recuesta sobre el hombro de Tita Merello y le apoya su cerveza entre los brazosLos músicos esta tarde están relegados a un segundo plano, eso está claro. Hoy a nadie le importa quiénes fueron esas personas que están eternizadas en esculturas de bronce. Nadie se acuerda de que, en sus años de gloria, allá por las décadas del 40 o del 50, llenaban teatros y sus canciones se escuchaban en las radios de todo el país. Lo único que importa, hoy, es que gane Brasil.

Pero eso no es lo que pasa. Pese a la ilusión que despierta el gol de Renato Augusto a los 76 minutos del segundo tiempo –que se escucha dos veces debido a los cinco segundos de diferencia que hay entre el proyector del bar Gambino y el televisor del Carlos Gardel- no es suficiente y Brasil se queda eliminado de la copa. Suena el pitazo final y de a poco la calle se va despejando. En menos de quince minutos lo único que queda son los mozos que están juntando los vasos de plástico que dejó la gente en el piso y el gordito que estaba abrazado a Tita Merello, que parece haber tomado cerveza de más. Un mozo se le acerca y le dice que se vaya, que el partido ya terminó. El gordito zigzaguea calle arriba y cuando llega a la esquina se detiene frente a Gardel. Examina la estatua de arriba abajo, mira hacia los costados para asegurarse de que nadie lo esté mirando y después se baja los pantalones. Cuando termina de descargar la vejiga, se sube el cierre y se mete en el abasto. Brasil quedó eliminado del mundial la misma tarde en que pillaron a Gardel.

Kazán, la pesadilla de los campeones

Agustín Loza @agustinloza25

A veces ocurren hechos impensados, que marcan la historia. Que generan un antes y un después. Es difícil olvidar lo que pasó, cómo, cuándo, y dónde ocurrió. En este caso, hablamos de fútbol. La memoria de los más futboleros siempre van a recordar un lugar en el mundo, Kazán. Que fue sinónimo de sorpresas y despedidas en este frenético y loco Mundial de Rusia 2018.

En la montaña rusa de emociones que significa esta vigésima primera edición de la Copa del Mundo, que ocurrieron hechos tanto extraños como inesperados, hubo gigantes que llegaron a tierras rusas como candidatos, pero se arrodillaron en el césped del Kazán Arenay emprendieron el doloroso éxodo a sus respectivos países.

Los libros y las estadísticas van a comentar en el futuro que Kazán rompió con algunos esquemas, fue la ciudad que le marcó el cartel de salida a grandes como Alemania, que venía de ser campeón mundial; a la Argentina, comandada por Messi; y a Brasil, el pentacampeón. Entre estas tres selecciones suman 11 consagraciones en Copas del Mundo de las 20 que ya pasaron.

Todo comenzó en el cierre de la fase de grupos. La humilde y golpeada Corea del Surconsiguió uno de los triunfos más importantes e impactantes de su historia. Le ganó a Alemania y aplastó el plan de los teutones encabezados por Joachim Löw, que con aires de renovación en el equipo soñaban con reconquistar el trofeo, pero se volvieron a casa en la fase inicial de un Mundial por primera vez en la historia. Los goles de Kim Young Gwon y Heugh-Min Son sacudieron las estructuras alemanas y las dejaron más vulnerables que nunca. El imponente Kazán Arena tembló por primera vez.

El segundo terremoto futbolístico fue el del encuentro entre Argentina y Francia, un verdadero choque de titanes, en la inauguración de los octavos de final del Mundial. El joven Kylian Mbappé tuvo su partido consagratorio, marcó dos de los cuatro goles franceses para el 4-3 definitivo que desencadenó en la eliminación del equipo de Lionel Messi, quien otra vez se quedó con las ganas de levantar la Copa del Mundo, la gran obsesión en la vida del astro y del país que supo ganar el trofeo en 1978 y 1986.

El temblor más reciente fue el de la caída de Brasil, la selección más laureada del planeta. Llegó con pergaminos dignos de un candidato con todas las letras, pero la esperanza le fue arrebatada por la sólida selección de Bélgica, que con goles de Fernandinho en contra y de Kevin De Bruyne, obligó a la “Verdeamarelha” a emprender el regreso a Sudamérica a pesar del descuento de Renato Augusto cerca del final del partido. Con Neymar como máxima figura, los sueños brasileños también fueron enterrados en el estadio de la capital de la República de Tartaristán.

La pelota ya no girará más en este escenario, que a lo largo del Mundial de Rusia 2018 se conmovió ante cada una de las caídas pesadas de gigantes de verdad. Para las selecciones históricas, de ahora en adelante, cuando nombren la ciudad de Kazán, pensarán que se trata un verdadero cementerio de sueños, la tierra donde caen los grandes.

Rusia y Croacia, entre la resistencia de Tito y la jerarquía del básquetbol yugoslavo

Joaquín Arias

Ningún líder comunista se supo tan ícono de la resistencia contra la Unión Soviética como Josip Broz. Durante los 27 años que presidió Yugoslavia, desde 1953 hasta su muerte en 1980, Tito fue testigo próximo del poder de la URSS, que llegó a tener influencia en más de la sexta parte del territorio universal. Sin embargo, él no cedió.

Rompió relaciones con Moscú en 1948 y, pese a que el Ejército Rojo soviético era la cara del control en Europa Oriental, su Yugoslavia no formó parte de la Cortina de Hierro. De hecho, fue fundador del Movimiento de Países No Alineados, que lo tuvo como Secretario General entre septiembre de 1961 y octubre de 1964. Tito había nacido en 1892 en Kumrovec, una pequeña localidad en el oeste de Croacia.

En 1990, Argentina fue la sede del último Mundial de Básquetbol en el que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas compitió como una nación unificada. En la final de aquel certamen se encontró con Yugoslavia, en un partido en el que una bandera croata marcaría el epílogo de la amistad entre Drazen Petrovic y Vlade Divac, dos de las figuras balcánicas junto con Toni Kukoc. El desarrollo y el resultado fueron los previstos en el Luna Park: la selección azul cumplió con el favoritismo y se valió de la mayor riqueza individual para ser más incisivo, voraz y ganar por 92 a 75.

Es mesurado imaginar que la tónica del último encuentro de los cuartos de final de la Copa del Mundo que protagonizarán Rusia y Croacia, el sábado desde las 15 (hora Argentina) en el Estadio Fisht de Sochi, se podrá nutrir de la historia que ató a ambos países y que, en consecuencia, el carácter resistente del equipo anfitrión se pueda asemejar mucho al del croata Tito, mientras que el dominio albirrojo pueda llegar a ser el que ya dispuso su viejo yocon una pelota naranja en el ´90.

La calidad individual de Croacia –invicta- es superior. Luka ModricIvan Rakitic y un sorprendente Ante Rebic son las evidencias más elocuentes. Además, apuesta más al control de la pelota que el conjunto de Stanislav Cherchesov, más directo y dependiente del metro 94 y 89 kilos de Artiom Dzyuba, su centrodelantero.

Los números ratifican el mayor protagonismo croata: concretó 1.593 pases contra 1.028 del conjunto local (en octavos de final, ante España, solo tuvo el 25% de la posesión) y, además, encara más y mejor -43 gambetas con el 66,2% de efectividad contra 30 rusas con el 58,8%.

Es Rusia 2018 y la lógica no está alineada a este Mundial. Por eso, no debería asombrar si Rusia no encarna a Tito ni Croacia a aquella exselección yugoslava de básquetbol.

Los hermanos sean unidos

Santiago Luli

Han sido muchos los aportes de Bélgica al mundo en distintos ámbitos: allí se creó el cómic de los pitufos y las grandes aventuras de Tin Tin y su fiel compañero Milú. También, en el auge de las cervecerías artesanales, allí se prepara una gran cantidad de ellas, siendo una de las capitales mundiales. En materia literaria ahí nació uno de los mejores escritores de la historia, Julio Cortázar, aunque emigró en su infancia. Y desde 2017, al igual que hizo España en 1955 con Juan Domingo Perón, aloja a un político exiliado y perseguido por sus contrincantes. Mientras gran parte de su población espera el partido ante el equipo de Tité por los cuartos de final, Rafael Correa está extraditado ante las embestidas del gobierno de su país contra él.

Lejos de las luces que alumbran a Neymar, Gabriel Jesús y Philippe Coutinho, quien apareció en la previa del partido y se pronunció en contraposición de “la monstruosidad” que contó el ex presidente ecuatoriano fue Lula da Silva, ex Jefe de Estado brasileño y actual preso político. “Te envío mi solidaridad, con la seguridad de que la Justicia finalmente triunfará y nuestros pueblos decidirán democráticamente el futuro de nuestros países y de América Latina”, manifestó el principal referente de las ideas de izquierda en su país en un comunicado desde la cárcel.

Lo que pasó con Lula y Correa no es algo que sorprenda en la coyuntura del continente americano. Más allá de la victoria en las elecciones presidenciales de México de Andrés Manuel López Obrador, un candidato socialista, la avalancha de políticos de derecha en el poder está avanzando a pasos agigantados, no se limita a su territorio e intenta detener cualquier reminiscencia de personajes populares que pueda haber. Por esta razón la Justicia ecuatoriana ordenó la captura del antecesor de Lenin Moreno por un supuesto vínculo con el secuestro en 2012 de un ex legislador. Al residir en Bruselas con su familia desde el año pasado cuando dejó la presidencia, la Jueza Daniella Camacho ordenó la extradición del ex gobernante ya que no se presentó según lo dispuesto por una medida cautelar, pero sí asistió al Consulado de Ecuador en Bélgica, sin embargo, no fue tomado en cuenta eso al momento de llamar a la Interpol para pedir su detención inmediata.

Lula y Correa son parte de la oleada de mandatarios que tomaron medidas a favor de los trabajadores desde principios de milenio hasta mediados de la década de 2010, cuando terminaron los mandatos de Cristina Fernández en Argentina y Michelle Bachelet en Chile; en 2016 un juicio político destituyó a la entonces Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff; y hace menos de dos meses presentó su renuncia en Paraguay Horacio Cartes. La esperanza que tiene América Latina para festejar algo que no sea el hipotético Mundial de Neymar y compañía o de Uruguay es el contagio del espíritu de lucha de la población oprimida y perjudicada por las acciones del neoliberalismo, por ejemplo, con presidencias como las de López Obrador, Nicolás Maduro en Venezuela y la de Evo Morales en Bolivia.

Bélgica-Brasil disputarán uno de los partidos de cuartos de final por la Copa del Mundo y buscarán eliminarse mutuamente, pero el país de Hazard y Lukaku alberga al ex presidente de Ecuador, un país hermano de su próximo rival en Rusia, demostrando un acto de solidaridad.

Brasil – Bélgica: algo más que el Mundial

Lucila Coccia @lulacoccia

Brasil representa a América del Sur y Bélgica a Europa Occidental, sin embargo los separa y los asocia algo más que un océano en el medio. Existe un enorme abismo entre las cuestiones institucionales y actuales de cada uno, pero los une el fútbol y las raíces de parte de la población. Bélgica posee una plantilla de los cuales 9 de los 23 seleccionados son afrodescendientes, entre ellos están Romelu Lukaku, Michy Batshuayi, Vincent Kompany, Dedryck Boyata y Youri Tielemans que son de origen congoleño; Marouane Fellaini y Nacer Chadli, de ascendencia marroquí; y Moussa Dembélé, maliense.

El territorio latinoamericano, por su parte, es el país con mayor afrodescendencia del mundo y eso se refleja casi de manera total en sus jugadores. Esto se debe a que entre los siglos XVI y XIX se estima que llegaron al país más de tres millones de esclavos desde África para trabajar en plantaciones de azúcar, de café y en las minas de oro.

Lo que los diferencia de los belgas en la actualidad es que en el estado brasileño se mezclaron los europeos, los esclavos africanos, y los pueblos originarios que habitaban la tierra, mientras que en la actualidad belga los matrimonios mixtos no llegan ni al 1 por ciento del total de las uniones. Ello denota la barrera y la segregación que impone la sociedad hace centenas y que perdura hasta la actualidad de manera estática.

Ambos países fomentan y padecen la discriminación racial a los afrodescendientes. En Brasil las desigualdades son enormes: el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística notó que los blancos en Brasil ganan en promedio casi el doble que los negros y en algunos lugares como Salvador de Bahía hasta 3,2 veces más. No es un dato menor que gran parte de los seleccionados, del pasado y el presente hayan crecido en los barrios más pobres y encontrado en el fútbol la única salida laboral sustentable.

Por su parte, en Bélgica dos de cada tres agencias de trabajo, las cuales se ocupan de seleccionar a los aplicantes a un empleo, admiten recibir de las empresas que las contratan instrucciones para que no elijan a extranjeros o “de piel oscura”. Quien también habla de esto es Lukaku, el delantero del Manchester United, alguien que incluso transitó la pobreza en su niñez, expresó su descontento hacia el trato que tenían los medios de comunicación para con él: “Cuando las cosas iban bien, los diarios me llamaban ‘el delantero belga’, cuando iban mal, ‘el delantero belga de ascendencia congoleña’”.

Asimismo la población belga se divide a través del léxico que adoptaron de sus países limítrofes Holanda, Francia y Alemania. Más de la mitad hablan en neerlandés flamenco, un tercio usan el dialecto francés y la minoría utiliza la lengua alemana. En las canchas, la afición reproduce cánticos desde las tres variables.

Ambos equipos logran la unión del país al cual representan, sólo por correr detrás de una pelota buscando que ésta atraviese la línea final debajo de los tres palos. Aquellos jugadores logran sobreponerse al mandato social que coloca a unos por encima de los otros para conformar un todos, los 23 y sus compatriotas. Con la esperanza de ver a su equipo levantar la copa las banderas flamean con más regularidad en las puertas de los hogares y se crea un momentum donde el nacionalismo figura como la única posibilidad de ser.

Francia y Uruguay, viejos amigos

Facundo Catalini @FacuCatalini

Uruguay se independizaba de Brasil, Portugal y cualquier poder extranjero el 25 de agosto de 1825. Así lo dictaba la primera de las “Leyes Fundamentales de 1825. Y un país, en el Viejo Continente, estaba de acuerdo con esta decisión. Ese país fue Francia, que reconoció la independencia de Uruguay declarada en 1828.

Años más tarde, en 1917, inspirados en Francia, Uruguay decide separar a la Iglesia del Estado. Siendo una Sudamérica muy católica en ese entonces. Además su Código Civil lo basó en el Código Civil francés (más conocido como Código Napoleónico). Otra de las cosas que unen a ambos países es que en Uruguay, hasta el Mundial de Italia 1990, el primer idioma obligatorio en la escuela secundaria era el francés.

La política no aleja a estos dos países. Mucho menos lo va a hacer el fútbol.

La historia futbolística entre Uruguay y Francia, arranca en los Juegos Olímpicos de París 1924. La delegación uruguaya cruza el Océano Atlántico para dar pelea dentro del campo de juego. Los resultados sorprenden a propios y extraños, los charrúas se cuelgan la medalla de oro y vuelven a casa victoriosos de las tierras galas.

París 1924 y Ámsterdam 1928, eran considerados los mundiales de aquella época, teniendo en cuenta que la FIFA no tenía un campeonato propio.

En 1930, llegó ese torneo propio de la entidad madre del fútbol mundial. Por logros y méritos se determinó que el campeonato se llevara a cabo en tierras uruguayas. De este modo el mundo, o al menos un parte de él, venía a Sudamérica a hacer rodar la pelota.

El 13 de julio de 1930, se forjó otro acontecimiento que entrelazaría a galos y charrúas, pero no directamente. El atacante francés, Lucien Laurent, marcaba el primer gol en la historia de los mundiales de fútbol en la goleada de su seleccionado por 4 – 1 frente a México.

Años más tarde, ambas selecciones se enfrentaron tanto en mundiales como en partidos amistosos. En las citas mundialistas, el historial es favorable para Uruguay, la celeste ganó uno (2 – 1 en Inglaterra 1966) y empató dos (ambos 0 – 0 en Corea-Japón 2002 y Sudáfrica 2010).

Varios jugadores charrúas desplegaron su fútbol en suelo francés. Ildo Maneiro jugó en el Olympique de Lyon entre los ’70. En el Nancy también dejaron su juego los uruguayos, Rubén Umpiérrez entre 1978 y 1985, Carlos Curbelo entre 1971 y 1980, su hijo Gastón entre el 2000 y 2009 y Pablo Correa quien jugó y entrenó al club entre 1995 y 2017. El excapitán de la celeste, Diego Lugano, defendió los colores del Paris Saint Germain. Y entre los convocados por Óscar Washington Tabárez, Cristián Cebolla Rodríguez también vistió la camiseta del PSG y Edinson Cavani es el actual goleador del conjunto parisino.

No todo es rivalidad. Las amistades es lo mejor que te deja el deporte. Dicen.

Enzo Francescoli no tuvo un paso triunfante por Francia. Ni en Racing Club de París ni en Olympique de Marsella supo ser el Francescoli que brilló en River. Aun así, maravilló, nada más ni nada menos, a Zinedine Zidane, quien era tanta su admiración e idolatría, que llamó a su primer hijo Enzo, en honor al Príncipe charrúa.

Las amistades entre uruguayos y franceses emigraron hasta España. En la Real Sociedad se creó un vínculo entre el entrenador, Martín Lasarte, el delantero, Carlos Bueno, quienes son uruguayos y el atacante francés, Antoine Griezmann. “En 2009, conocí a Carlos Bueno en la Real Sociedad y empecé tomar mate todos los días, a merendar con dulce de leche, a escuchar música uruguaya y a mirar los partidos de Peñarol”, contó el galo en una entrevista.

Años más tarde, luego del mundial de Brasil 2014, Diego Pablo Simeone puso los ojos en el francés y lo pidió para su Atlético de Madrid. En el vestuario madrileño lo esperaría, Diego Godín, el actual capitán de la celeste. Mate de por medio, como de costumbre, la amistad entre Antoine y Diego fue creciendo, a tal punto que el central es padrino de la hija del atacante.

“Tengo algo de uruguayo, como su estilo de juego en el que dan todo por el equipo, no se dan nunca por vencidos y ayudan a sus compañeros. Es una nacionalidad que adoro y un país que adoro. Va a ser especial y muy fuerte emocionalmente, pero tengo confianza en hacer un buen partido”, señaló en una entrevista de cara al partido de este viernes.

Mate, cumbia y garra charrúa para Antoine.

La cultura tampoco distancia a estas dos naciones y la triangulación de jugadores arrancó antes de lo que se imaginan.

El 11 de diciembre de 1890, llegaba al mundo en Toulouse, Francia, Charles Romuald Gardes. Este joven francés vino a La Argentina con dos años de edad junto a su madre, quien había sido desheredada de su familia por criar a un hijo en la soltería.

El chico fue creciendo y su voz se hacía su herramienta de trabajo. En 1914, en Europa se desató la Primera Guerra Mundial. Si Charles Romauld Gardes se hubiese inscripto en el consulado francés como ciudadano de ese país residiendo en La Argentina, tendría que haber participado en el enfrentamiento bélico. En 1920 fue convocado para una temporada teatral en España, pero al estar indocumentado no podía asistir, pero con la viveza criolla, se inscribió ese mismo año en el consulado uruguayo, con una fecha de nacimiento falsa (11 de diciembre pero de 1887) y con su nombre artístico: Carlos Gardel. De esa manera, consigue un permiso provisorio, hace teatro en España, vuelve a suelo argentino y saca la nacionalidad albiceleste.

Francia, Uruguay y Argentina. Una triangulación perfecta, para un jugador de aquellos.

La política, el fútbol y la cultura. Tres puntos que entrelazan a dos naciones.

Póngala a Badell, Maestro

Iván Lorenz @Ivanlorenz_

A las 16, le suena el teléfono a Yamila Badell. La jugadora uruguaya de 22 años atiende en Montevideo. La llaman desde Argentina, por eso se escucha un poco entrecortado a veces, mala señal, las dificultades de hacer llamados internacionales. De su lado del Río de la Plata, se escucha ruido a exterior. La primera futbolista uruguaya en convertir en un Mundial FIFAespera el pase para contestar y definir, como goleadora que es, con precisión para mandarla a guardar.

-¿Cuándo y por qué empezaste a jugar al fútbol?

-Yo empecé a jugar al fútbol desde chiquita en Club Playa Honda, que era mixto. Pero también tuve antes una pequeña pasantía en Nacional, que eran chicas más grandes que yo, era muy pequeña. Pasé por Alumni y Colón, la institución en la que me formé. Como mi padre es exjugador (Gustavo Badell) andaba siempre con una pelota. Iba a sus entrenamientos y hacía exactamente los mismos ejercicios que ellos. Creo que es algo que viene en la sangre. Siempre pedí una pelota. En mis cumpleaños las tortas eran de equipos de fútbol. Fue algo que ,e nació a mí. Tenía pelotas desde la más chiquita hasta la más grande, y todas se usaban con el pie.

-¿Cómo llegaste a Playa Honda?

-En el edificio que yo vivía tenía un compañero, Joaquín, que jugaba ahí. Fui a un entrenamiento con él y me metí. Me dijeron que yo me podía entrenar y la primera pelota que toqué fue gol. Todos quedaron sorprendidos: “Un gol de una mujer”. Tampoco daban mucho, ni dos pesos porque una mujer haga esas cosas. Igualmente siempre hubo un respeto impresionante.

-¿Por qué decís que no daban ni dos pesos?

-Porque en ese momento era: “¿Qué hace una mujer jugado al fútbol?”. De a poco nos fuimos metiendo en ese ámbito. Pero en su momento, en la sociedad, no se veía muy seguido. Al fútbol femenino uruguayo le falta que apuesten por él. Que se atrevan. Que vean que así como podemos tener a un gran (Diego) Godín, (Fernando) Muslera o un (Lucas) Torreira que, quizás antes nadie lo conocía y mirá lo que tenía Uruguay guardado, el femenino tiene buenas jugadoras. Hay mucho potencial. La gente tiene que investigar e indagar. Se van a llevar varias sorpresas.

-En Uruguay el fútbol femenino no es profesional ¿Cuándo decidiste dedicarte al fútbol?

-Siempre mantuve un régimen. Siempre quise y aspiré a esto. Me lo puse como objetivo, soñaba el día de mañana con estar afuera, vivir de lo que es el fútbol, lo que me gusta. Llegué a raíz de trabajar, soñar con algo y las ganas de llegar a eso. Mi vida hace un quiebre cuando me citaron para la Sub-17 y viajamos a Bolivia para jugar el Sudamericano en el 2012. Nos consagramos segundas, salí goleadora y viajamos al Mundial en Azerbaiyán. Ahí me empezaron a llegar llamados de equipos de afuera. Yo era chica y quería terminar mis estudios. Me habían llamado de Estados Unidos para jugar, había tenido otras propuestas también, creo que de Alemania. Dije que no porque me daba un poco de cosa.

-¿Te imaginabas que ibas a pelear palo a palo con Marta en la tabla de goleadoras?

– Los 9 goles fueron algo que me marcó muchísimo. Estamos hablando de una persona que lleva años en esto. Tuve la oportunidad en el Sudamericano de poder deleitarme con ella, es impresionante. Obviamente cuando uno viaja a otro país dice: “Bueno, estamos todos al mismo nivel porque somos todas jugadoras de Selección”. Pero el nivel de ella es brutal. Aunque, si hay que hacerle frente se lo hacemos. El respeto de admiración es como jugadora, pero dentro de la cancha somos todos iguales.

-¿Qué hay que tener para ser una goleadora uruguaya?

-Olfato de gol y estar en el área para mandarla adentro. Mi padre me dice que es algo que tengo natural y que el goleador muchas veces tiene suerte porque capaz que está de espalda y la manda a guardar. También hay trabajo, lo que es la definición, saber leer las jugadas, saber leer al rival para saber donde meterte. Siempre fui delantera, toda mi vida.

-¿Cómo fue tomar la decisión de irte a jugar al Málaga de España?

– La venía pensando porque ya hacía tiempo que se habían comunicado conmigo. El día que llegó dije: “Es mi oportunidad”. El tren me pasó una vez antes, viste que dicen que pasa una vez sola, y esta me lo tenía que tomar porque estaba pasando de nuevo por mi estación. Tenía el cómo y el para. El apoyo de mi familia fue fundamental para eso, me apoyan en todo momento.

-Se dice que fuiste la primera jugadora uruguaya en emigrar a Europa…

-Viajé junto con Pamela (González) que también está jugando en el Málaga. Me llamaron para ir y me preguntaron si recomendaba a alguien. Necesitaban una jugadora mediocentro. Pame es otra de las jugadoras excelentes que tenemos en Uruguay. Compartíamos Selección. En nuestro momentos de descanso nos poníamos a hablar sobre lo lindo que sería jugar afuera. Ella tenía la misma ideología que tenía yo. No me la pensé. En seguida me comuniqué con ella y ahí está, mi compañera de ruta.

-¿Qué diferencias hay entre el fútbol uruguayo y el europeo?

-Quienes están al mando tienen otra cabeza. Es un fútbol que está más desarrollado. Tiene Primera División, Segunda División y Regionales. Es un disparate. Es más ordenado, más fino, de toque. El de acá es más de choque, un fútbol directo. Es algo que nos caracteriza. Allá aprendés en lo táctico. Jugás más con calma, más toque, jugás en otras posiciones porque en Europa juegan 4-2-3-1 o cosas así. Acá es más cerrado. El 4-3-3 o el 4-4-2, son formaciones más antiguas. Me tuve que adaptar a otras posiciones. Crecer siendo polifuncional. Yo antes era una delantera que jugaba solo arriba, al lado del arco. Hoy en día he jugado de extremo, de mediapunta, de punta y mediocentro. Te ayuda a crecer un montón. Es verdad que me siento cómoda estando al lado del gol. Pero no me sentí tan mal de media punta o extremo porque en verdad el extremo tiene que llegar y sos un punta más. Lo que le sumás a eso es sumarte a la defensa. Tenés que llegar de punta a punta.

-¿Por qué Uruguay saca tantos jugadores de élite a pesar de no ser un país tan poblado?

-Vayas por donde vayas, esquina donde te encuentres, parque, plaza o calle de tierra, no importa donde estés, vas a encontrar niños y niñas jugando con una pelota grande, chiquita o hecha a mano. Desde chiquito piden una pelota. Con el pasar del tiempo esas cosas te quedan grabadas y decís: “Ahí salió”. Te juntabas en el campito y el campito es darle. Estás con amigas y decís: “¿Sale un fútbol 5?”, y bueno, vamos. Nos caracteriza eso. Vivimos y respiramos fútbol. Ahora con el Mundial hasta la señora que no entiende nada mira fútbol. Uruguay saca jugadores muy buenos por la captación, hay muchos veedores. Desde que se explotaron y salieron al exterior jugadores de renombre, han puesto los ojos acá.

-¿Qué significa calzarse la Celeste? ¿Por qué usás la 11?

-Ponerme la camiseta Celeste es el orgullo más grande y una responsabilidad. No una responsabilidad de esas que decís: “Uh, mirá lo que me tengo que poner”. Es una responsabilidad hermosa porque estás representando a tu país, es lo máximo a lo que podés llegar en lo que es el fútbol y es la camiseta más hermosa que podés llegar a ponerte y defender. La número 11 me la dieron. Fue el primer partido que me citaron a la Selección, con el Sub-17, un amistoso contra Chile. Era del 1 al 11. Como era punta izquierda me tocó la 11. Hice un gol, entonces dije: “Esta camiseta no me la saco nunca más”, y me quedó para todo.

-¿Qué es la Garra Charrúa y cómo se ve en el fútbol femenino?

-Es algo que nos identifica. Si ves un partido de fútbol femenino se ve y se habla de eso en los Sudamericanos. Esa garra, esas ganas de querer más. Por más de que esté agotadísima, aprieto los dientes y voy con lo que sea. Es una característica del uruguayo, es una identidad. No es que cada entrenador que tenemos nos dice que tenemos que ser así. Es algo que se contagia, que vos traés de chico. No es algo que se pueda explicar, nos sale de adentro. Miramos el escudo que llevamos en el pecho y eso nos da más ganas de correr y meter.

-¿Quién es Óscar Washington Tabárez para Uruguay y qué notaste del juego Uruguayo en el Mundial?

-Un maestro, un sabio del fútbol, un genio. Ha puesto a Uruguay en lo más alto y creo que nos va a seguir regalando soles. Más allá de no perder nuestra identidad, fue un juego más de toque, de abrir la cancha, buscar los espacios, salir jugando de atrás. Antes era: “Llega la pelota y pumba para arriba”. Hoy en día bajo y juego. Son todos jugadores que están jugando en Europa. Se nota como van saliendo desde más chicos al exterior. Ves las características que tiene el juego Europeo. Claramente tener a dos delanteros goleadores es lo que nos hace aún más fuertes, cada vez que la tocan hay peligro. Igual, la pelota parada puede llegar a ser un arma letal en un partido. Una pelota quieta te lo puede definir, se vió en los partidos de Uruguay y fue fundamental.

-¿Cómo ves a Uruguay de cara al partido con Francia?

Lo veo bien. Más allá de que se esté rumoreando el tema de (Edinson) Cavani. La vez pasada quedó dado de baja Josema (Giménez) que hace una dupla extraordinaria con Godín y le tocó entrar a (Sebastián) Coates y es lindo decir que no se sintió la falta. Yo creo que el Maestro tiene otra arma guardada. Seguramente al jugador que le toque entrar lo va a hacer de la mejor manera porque es una Selección que tiran todos para el mismo lado. No se caracteriza por un nombre, sino por ser un equipo. No dependemos de alguien para llegar a algo. Tenemos buenos jugadores en todas las posiciones.

-Si te llamase el Maestro Tabárez para ir a jugar por Cavani, ¿Te ponés los botines y encarás a Samuel Umtiti?

-Olvidate que sí. Con Lucho (Suárez) me encantaría jugar. Aparte es mi referente, es mi ídolo. Tengo foto con él, la camiseta del Barcelona. De él tengo la característica del gol, de estar ahí, del choque. No me gusta decir estas cosas porque tampoco es para tanto. La gente dice que soy la Luis Suárez del fútbol femenino, es un orgullo. No importa a quién tengamos atrás, le damos para adelante.Los estudiamos previamente, cómo marcan, cómo juegan y explotamos. Velocidad y un buen desmarque.

Las licencias de paternidad durante un Mundial

Tatiana Milani @Tatmilani

En los días que ya transcurrieron del Mundial de Rusia 2018, cuatro de los jugadores convocados por cada una de sus selecciones vivieron la experiencia más linda que pueda transitar un hombre: ser papá.

Dos de ellos se enfrentarán mutuamente en uno de los partidos por lo cuartos de final. Por el lado de Inglaterra está Fabian Delph, quien luego del choque frente a Bélgica, se subió a un avión privado que le cedió la federación para que llegue a Londres, justo a tiempo, para el nacimiento de su tercera hija, pese a que se perdería el encuentro que debía afrontar contra Colombia. Enfrente está Suecia y su capitán Andreas Granqvist. La esposa de éste dio a luz horas antes de la confrontación con el país británico.

Sin embargo hay una gran diferencia entre ambos. El jugador sueco no viajó a conocer su hija ya que debe sí o sí jugar este partido, y si lo ganan continuar con la delegación hasta que termine su participación mundialista. En otras palabras, no conocerá a su nueva primogénita hasta que finalice la Copa del Mundo.

Los otros dos son Breel Embolo de Suiza y Jonas Knudsen de Dinamarca. El primero tuvo la suerte de poder viajar tres días que no le coincidían con ningún partido y regresar a tiempo para enfrentarse a Suecia. Sin embargo, el segundo tuvo mayores complicaciones ya que no llegó a presentarse al momento del parto porque justo estaba jugando su primera cita de un Mundial: la victoria frente a Perú. Aunque en recompensa, sus compañeros organizaron una colecta de dinero para poder cubrir los gastos del avión privado que lo llevaría a estar tan solo 24 horas junto su novia y su hija recién nacida.

Se puede observar que en cualquiera de los cuatro casos los días que se les da desde el lugar de trabajo a los padres es de un número completamente irrisorio. Pero esto no es algo que solo sucede en el fútbol, ya que en otros empleos y en otros países la licencia por paternidad es nula o muy baja para cualquier asalariado.

En Argentina, por ley, solamente son dos los días que tiene el padre para ausentarse en el trabajo, y que aún así le paguen el sueldo, y pueda acompañar a la madre en el proceso de cuidar al nuevo bebé.

“En un mundo de iguales, tampoco hay razón para que los padres compartamos tan solo dos días en el momento del nacimiento de nuestros hijos. Sabemos lo importante que es estar en familia en esos primeros días. Por eso vamos a presentar un proyecto de ley para extender la licencia por paternidad”, aseguró el presidente Mauricio Macri en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso el primero de marzo del corriente año.

Esta es otra de las luchas que está combatiendo el feminismo para acortar la brecha de género y se espera que el mandatario cumpla con sus dichos. Ellos tienen el mismo derecho que las mujeres de enfocarse en los primeros meses de vida de su hijo sin tener que preocuparse por perder su empleo. Los hombres sí son necesarios para la crianza de los niños y su tarea no está solamente enfocada en su trabajo y en traer comida a la mesa, cosa que, en la actualidad, también lo puede hacer la madre.

Tapia y los atajos del corto plazo

Julián Rozencwaig

La formalidad dirá que la historia oficial comenzó aquel 1° de junio de 2017 cuando Jorge Sampaoli, el entrenador reconocido por la obtención de la Copa América con Chile en 2015 –por primera vez en la historia trasandina-, dio su primera conferencia de prensa vestido con el buzo de la Selección Argentina. Sin embargo, el último desempeño del oriundo de Casilda no fue precisamente en el país situado al otro lado de los Andes, sino en Sevilla de España, institución en la que logró un cuarto puesto coronado con goleada 5 a 0 a Osasuna. “No me voy ni por plata, ni por otro club, ni por mercenario. Si me voy, me voy a la selección de mi país”, dijo en la conferencia de prensa post partido.

Pero un mes atrás, Edgardo Bauza aún era el director técnico del seleccionado argentino. La asunción de Claudio “Chiqui” Tapia (entrenador, dirigente en Barracas Central y vicepresidente de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado o simplemente Ceamse fueron algunas de sus funciones previas, sin título alguno) en la presidencia de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) tambalearon la continuidad de “El Patón” en el cargo.

Y así fue como apareció un “audio filtrado”, esa frase que tanto revolotea en el día a día de los argentinos y no solo en el ámbito deportivo. La reunión entre el flamante presidente del ente máximo del fútbol argentino y el conductor del equipo ya había finalizado, cuando los supuestos dichos vociferados por el mandatario mediante la grabación, abundaban los medios de comunicación: “Es un boludo. (…) Capaz que después de ahí reflexionó y se irá”. Cuatro días pasaron para su desvinculación.

Y la odisea inició nuevamente. Sampaoli admitió que anhelaba “hace mucho tiempo” dirigir al equipo argentino. Cuando los resultados no acompañaban y el hincha no apoyaba, el directivo lo defendía como a un amigo de toda la vida, ese al que uno es capaz de quemarse con fuego. “Confío en él”, le anunció a Radio Mitre el 13 de julio y justificó: “Se la jugó cuando vino porque estaba cómodo en Sevilla y hasta tenía ofertas superadoras”.

“Lo banco aunque Argentina no pase la primera ronda del Mundial. Ya lo hablé con él”, soltó aduciendo que el contrato acordado es por cinco años, es decir, hasta la Copa del Mundo que se disputará en Qatar. Las pruebas lo delatan. ¿Fe ciega? No solo pasó la primera ronda, sino que alcanzó octavos de final.

No obstante, las operaciones asomaron para el siguiente capítulo dentro del show mediático, que convence y deprava a millones de televidentes y lectores: nuevamente, la aparición de la tan moderna palabra“audio” era tema principal para la industria comunicacional, en esta ocasión del entrenador de Atlético Madrid, Diego Simeone, criticando al casildense.

Encuestas, noticias y debates acerca de la llegada de un “hombre capacitado” al cargo que aún hoy está ocupado abundaron.¿Y si acaso sucediera una idéntica situación en cualquier otro ámbito laboral? ¿No es más frustrante que la eliminación dentro de una Copa Mundial de fútbol?

“El procedimiento educativo más poderoso que tiene la sociedad son los medios de comunicación (…), que se especializan en pervertir a los seres humanos”, manifestó en alguna ocasión un pensante Marcelo Bielsa, entrenador que condujo la Selección Argentina de 1998 a 2004. La frase es aplicable para este presente tan identificado con la antítesis de su razonamiento.

A Tapia lo delatan sus dichos, como a cualquier dirigente, deportista y ser humano a la hora de tomar decisiones. Según una entrevista publicada el 18 de octubre de 2017 en diario La Nación, su vínculo con la AFA por cuatro años y el de Sampaoli por cinco envuelve proyectos y, “para que un proyecto se dé en los resultados, tenés que dejarlo y cumplirlo”.

Un hombre vale lo que vale su palabra, expresa un dicho. Si es verdad, es otra discusión. Si el entrenador se queda o se va, no parece vislumbrarse muy lejos. Que el tiempo haga lo suyo y dé la razón al que la tiene.

Foto: AFP

Fara Williams, una futbolista callejera

Iván Lorenz @Ivanlorenz_

Vaya uno a saber qué pasa por la cabeza de un futbolista a la hora de patear un penal. La pena máxima la llaman. Esa pena tiene una víctima y un ejecutor. No hay roles fijos. A veces le toca al pateador ser el verdugo o al revés, y el arquero automáticamente supera ambos términos para convertirse en salvador, héroe. Es un duelo mental. Externo, si se piensa en las tribunas, el rival, el equipo, el torneo, el campo, el desarrollo del juego. Interno, lo que nadie sabe.

Vaya uno a saber qué pasaba por la cabeza de Fara Williams cuando la árbitro Carol-Anne Chenard vio la mano en el área de la colombiana Carolina Arias y pitó penal para las Leonas inglesas. Queen Fara -así la llamaban en Everton- tenía que patear desde los 12 pasos aquel 17 de Junio de 2015 en Canadá, donde se enfrentaron Colombia e Inglaterra en el Mundial Femenino.

Vaya uno a saber qué pasaba por la cabeza de la número 4 inglesa. Imposible. No existe leer los pensamientos del ser humano. Pero lo que sí existe -y de esto no se salva nadie- es el archivo. Arma letal del periodista. Permite conocer a una persona, hurgar en busca de historias para contar. Es imposible saber qué pasaba por la cabeza de Fara, pero el archivo permite suponer aquello que podría haber pensado en ese momento la londinense de ojos oscuros, opacos.

Los primeros pasos hacia la pelota quizás le recuerdan a sus primeros pasos nocturnos en las calles de Peckham, zona sur de Londres. Algo aterrada a sus 17 años. Una joven que acababa de abandonar su casa por una discusión con su tía, que la había invitado a irse. Una joven que no sabía que pasaría los siguientes seis años sin hogar, yendo de hostel a hostel, vagando por las calles londinenses. Una joven que no sabía que aquella discusión en su casa en Battersea, la alejaría de su madre por nueve años, en gran parte porque ambas son algo tercas.

Podría estar pensando en sus gambetas de aquel entonces que, muy lejos de quebrar cinturas con una redonda, consistían en caminar 100 metros y girar para volver a caminarlos, para que su entorno piense que estaba algo loca. Podría también pensar que los gritos de esos días, que no ordenaban y alentaban a sus compañeras, eran exclamaciones con el fin de intimidar para que las personas se alejen.

El grito de los fanáticos ingleses, expectantes de sus siguientes movimientos, los que confían al ver el número 4 en su espalda, la podría llevar a pensar lo mucho que ocultó su condición de chica callejera. Su doble vida: la de la muchacha que dejaría todo por representar a su país y la de la niña indigente, aquella que no lo contaba por miedo a ser juzgada.

Quizás, se acuerda de que el fútbol la ayudó a sobrellevar esos seis años de deambular. De que fue el deporte, el que la motivó a no volver a la casa y luchar por ser una de las jugadoras más importantes de la historia inglesa. A pensar que en algún momento, luego de debutar con la mayor en noviembre de 2001, tendría casi 30 partidos más con la camiseta inglesa que el mismísimo Peter Shilton, aquel que sufriría la Mano de Dios dos años después del nacimiento de Fara.

O si no, el recuerdo de las niñas y niños indigentes que ella entrena para que tengan un lugar en donde reposar y disfrutar y que, por algunos momentos, se les olvide que viven en la calle. Que se olviden de comprar drogas y solo quieran recuperar la pelota y jugar. Porque ella sabe que un pequeño en situación de calle no tiene nada. Ella, sin embargo, tenía el fútbol, que la hacía pensar que todo iba a estar bien. Entiende la soledad que pueden sentir, que ella suplió hablando con algunos amigos de confianza, pero siempre manteniendo una barrera alta hacia su persona. Era difícil de amagar la mediocampista.

Cuando se acerca aún más al balón y ya debe pensar dónde colocarlo, podría acordarse de la libertad y la independencia que sintió al abandonar su casa y la sensación de estar volando en ese preciso instante. Las ganas de volver que su tozudez borraba de su cabeza y convertía en ganas de vestir la camiseta nacional, con la que, sin saberlo, se convertiría en la inglesa más ganadora.

Tiene que pensar también, se supone, en cómo sus botines Nike, amarillo flúor, pipa violeta, impactarán el objeto redondo. Entonces quizás hace un repaso de su trayectoria para aplicar todos sus conocimientos y lograr que la pelota conecte con la red. Entonces recordaría sus comienzo en Chelsea, su paso por Charlton AthleticEverton o su presente en Liverpool y, por qué no, ya se imagina su futuro en Arsenal. Con los clubes recuerda las dos FA Cup de mujeres que ganó o la Premier League o sus premios a la Jugadora Internacional del Año.Tiene que convertir.

Hope -divertido que su nombre signifique esperanza- Powell podría invadir sus pensamientos. La entrenadora que tuvo en la Sub-19 de Inglaterra y que le recomendó ir a uno de los centros de ayuda para indigentes, cerca de la estación de tren King´s Cross, donde J. K. Rowling elegiría mandar al protagonista de sus libros, Harry Potter, a tomar el tren para ir a Hogwarts y el mundo de la magia. No tan parecido a un mundo mágico pero acogió a Fara, que capaz también pensaba que luego de convertir ese penal, estaría aún más cerca de convertirse en la inglesa más goleadora de los mundiales. Se acuerda, posiblemente, de la bolsa de dormir que le regaló Powell, una de las primeras que dió cuenta de la condición que Williams ocultaba con esmero.

Otra profe podría aparecer cuando Fara ya se prepara para arquear la pierna y chutar. Mo Marley, quien la dirigió en Everton y le consiguió un trabajo como entrenadora, cosa que cambiaría su vida, comenzaría a cambiar su condición de callejera. La misma mujer que se encargó de pagarle los viajes ida y vuelta de Londres a Liverpool para que vaya a las prácticas. La ciudad de Liverpool y Everton, lo cual la podrían llevar a pensar en Amy Kane, su compañera de equipo que, junto a su familia, la acogieron por un tiempo. Incluso podría pensar que, algunos meses después tras patear el penal, se estaría casando con Amy, sin saber que eso provocaría la separación.

Ya cuando su pierna comienza a descender, podría pensar en cómo festejará el tanto. La podría invadir entonces, un recuerdo que le podría hacer brotar lágrimas. Pero empezaría, seguramente, con una pregunta: ¿Por qué borró el mensaje de texto de su madre, que había seguido su carrera para no perderle el rastro? Quizás no estaba con la cabeza para eso, porque fue en 2009 y justo había clasificado a la final del Campeonato de Europa. Porque el corazón que armó para el festejo de uno de los tantos ese día, quizás no estaba dirigido a su madre Tanya.

Recordaría quizás, que su madre volvió a insistir en 2010, cuando hizo un gol al minuto 50 ante Suiza para clasificar al Mundial 2011 en Alemania. Volvió a festejar formando un corazón, al igual que Di María en 2014 ante el mismo rival. Su madre decidió escribirle nuevamente, agradeciéndole por el festejo, ya que ella estaba cercana a cumplir los 50 años. Se acordaría entonces que, tras leer sola en una habitación el mensaje rompió en llanto y comenzó a recomponer la relación con su madre, la mujer que años antes se había cruzado en el funeral de su abuelo, sin intercambiar una palabra.

Pero son todas suposiciones. Tampoco sabía que luego saldrían terceras, a pesar de que posiblemente pensaba en dar la vuelta con Inglaterra. Pero los pensamientos desaparecen en el momento justo en el cual impacta el balón. Ya nada importa, solo resta ver quien será el verdugo esta vez. Sin sacarle el ojo de encima, siguió el trayecto de la pelota y oyó el silencio en su cabeza. Ese silencio que, una vez que el bombazo cruzado superase a la arquera colombiana Sandra Sepúlveda, se convertiría en festejo y grito de gol.