viernes, septiembre 5, 2025
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La vida por El Gráfico

Por Luca Luvino

Primero de enero de 2018. En la esquina de Balcarce y Venezuela del barrio de San Telmo está por salir a las calles de la Argentina el número 4489 de El Gráfico. Elías Perugino, secretario general de redacción, ultima detalles. El elegido de la tapa es el entonces entrenador de Independiente Ariel Holan. Recibe el “ok” de la editora Marisol Rey y la revista empieza a circular como siempre desde hace 99 años. Dos semanas después, Ignacio Galarza, CEO de Torneos, decide su cierre definitivo. 

A los tumbos, pero aún de pie, El Gráfico estaba a un año y medio de cumplir un siglo de salir a la venta. Un verdadero hito. Nada de eso pasó. Los lectores, que esperaban con ansias saber qué harían por el aniversario número 100, perdieron toda esperanza al respecto.

Como si fuese cosa del destino, 400 metros separan a la última casa de El Gráfico de la primera. En 1925, la revista ya cosecha seis años de éxitos desde su creación. La mudanza, del sexto piso de la galería Güemes ubicado en la calle Florida, es inminente. 

Constancio Vigil, fundador de la Editorial Atlántida y de El Gráfico, toma la decisión. La esquina elegida es la de Azopardo y México. Allí permaneció hasta 2016. Pero la esencia de El Gráfico, de a poco, desapareció de su primer hogar. En 1998, la revista es comprada por Carlos Ávila, fundador de Torneos. Aquí comienza un proceso de cambios en todos los aspectos. La redacción se muda entonces a cuatro cuadras, donde se cruzan las calles Azopardo y México.

Los cambios siguen. En 2002, se muda también a Torneos el archivo de El Gráfico. Millones de objetos, entre revistas, fotos y cartas, son trasladados. Ni auto, ni camioneta, ni un flete. Se usan carretillas para trasladar el material. A plena luz del día, con todos los peligros que eso presenta. Tres cuadras eternas. 

Pero se logra, el archivo tiene nueva ubicación. Pasillos interminables de sobres papel madera lo conforman. Dentro de ellos, imágenes de todo tipo del deportista que se pueda imaginar. Desde el nadador Antonio Abertondo que cruzó océanos por días hasta Diego Maradona. Desde la Momia de “Titanes en el ring” en un colectivo hasta Messi lavando una van.

También placas de vidrio que datan de la década de 1920 y negativos de la década del 80. Cartas, telegramas y, por supuesto, las revistas, aquellas con las que se inició todo. Aunque esto no fue por arte de magia que se construyó.

Juan Arcidiácono fue archivista de El Gráfico desde 1977 hasta 2020, periodo en el que dedicó su vida a la revista. Fue quien ordenó y catalogó, como él dice, el inigualable museo de la historia del deporte mundial. Donde el archivo estaba, Juan estaba. Y ahí estuvo cuando la revista cerró. Todo cambió. En el lugar en que había decenas de redactores, ahora se encontraba solo. Arcidiácono decide entonces, en plena cuarentena, jubilarse por su propia voluntad y dejar su puesto en Torneos, dejar un trabajo y un legado único.

***

Julián Marcel sube al cuarto piso de Torneos. Son las diez de la mañana del 3 de julio de 2024. Como todos los días y desde hace dos años, antes de entrar al archivo mira de reojo las dos placas en la entrada. Placas de reconocimientos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires entregadas en 1999 y 2009 por los aniversarios número 80 y 90 de la revista. No ocurrió lo mismo para 2019.

A pesar de que Marcel es el archivista desde mediados de 2022, sigue revisando la sección de fútbol. Es apenas un aproximado del 30% de lo que ahí se encuentra. Todavía le falta ver boxeo, automovilismo, tenis y  un largo etcétera. Pero prefiere no pensar en eso. Prefiere disfrutar el proceso. Ese lugar es una especie de cementerio de historias, muchas de las que aún esperan ser contadas. 

Así lo cree Marcel, que a través de fotos encuentra historias  nuevas que escribir y publicar cada día en el sitio web de El Gráfico, todo gracias a el archivo.

Algo especial es encontrar no solo imágenes que puedan repercutir en el país, sino también en una  persona en singular. Quizás alguien que recuerda a un familiar o un amigo que, en alguna edición, salió en una página, en una tapa, y desea poder volver a ver ese material. El famoso dicho menciona que solo muere quien se olvida, y así ocurre con esta revista. Pero, a su vez, otro dicho dice que todo en exceso es malo, y esto aplica también en estos casos.

La colección completa de El Gráfico, desde 1919 hasta 2018, es algo con lo que todos sueñan, pero, a su vez, con lo que otros se obsesionan. Durante muchos años la Biblioteca del Congreso de la Nación contó con esta colección desde los números correspondientes a la década del 50. Pero la misma se arruinó. Hubo gente que arrancó páginas sin pensarlo y, ante el descuido del personal, provocó que los números desaparecieran y el estado de las revistas se deteriorara.

Es la propia Editorial Atlántida quien elige donar su colección completa a la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, ubicada en el barrio de Recoleta y fundada en 1810. Ante lo ocurrido en la Biblioteca del Congreso, la Biblioteca Nacional decide limitar el acceso a las revistas. A diferencia de la del Congreso, aquí se encuentran en tomos que las preservan. La medida más drástica es la de no permitir que personas que no las requieran con un fin periodístico accedan a los números correspondientes entre 1919 y 1939.

El Gráfico, para muchos, es la vida misma. Es el caso de Ricardo Lehber, cuya muerte en 2016 tuvo también que ver por un obsesionado por la revista. Presidente Roca es una localidad de Santa Fe con poco más de mil habitantes. Ricardo es uno de ellos. 1938, Ricardo tiene siete años. El Gráfico ya lleva 20 años siendo publicado. Se levanta y se dirige hasta el kiosco más cercano. No tiene plata, pero sí ganas de ayudar al kiosquero a cortar el pasto y hacer los mandados. Así, obtiene a cambio sus primeras revistas.

Un día el kiosco se muda a Rafaela. La buena obsesión de Ricardo continúa. Agarra su bici y pedalea 20 kilómetros de pueblo a pueblo. Allí, ya más grande, lo espera siempre su revista semanal, aquella que sus padres tampoco podían comprarle y la que ahora se puede comprar por sus propios medios.

Tras años de coleccionar y con una salud deteriorada, decide vender la colección. Fabio Capeletti se presenta. Un obsesionado en el mal sentido de la palabra. Promete pagar, pero lo hace a medias. Así, lleva en su auto las revistas más antiguas. Ricardo nunca más lo volvió a ver. Tres años después, en 2016, Lehber muere.

Capeletti vuelve a Buenos Aires. Su hemeroteca se encuentra en Avenida San Juan al 800, San Telmo. Esos primeros números los hace plata. Consigue vender uno de ellos a 1000 dólares. Algo impensado por una revista. A pocas cuadras de ahí está Torneos. A Marcel se le pasan volando las ocho horas que debe cumplir como archivista. Se le pasan leyendo historias como esta. Historias que llegan a su mail, y que siempre traen alguna sorpresa.

Son ocho horas en las que está solo. La gente va y viene. Igual le gustaría que más personas visiten el lugar. Al fin y al cabo El Gráfico es un pedacito de todos. Pasaron 105 años desde su creación pero aún así sigue presente en muchos lados de nuestro país. Desde las provincias del interior como Córdoba, Santa Fe o Río Negro hasta la Capital y Buenos Aires.

El Parque Rivadavia, en Caballito, es uno de los lugares más elegidos por los coleccionistas para vender sus revistas. Aunque es en el mundo digital donde se encuentran los mayores nidos de apasionados por El Gráfico. Por ejemplo, en  Facebook, hay varios grupos que rozan los 20 mil miembros, provenientes no solo de Argentina sino también de toda Latinoamérica.

Todo puede encontrarse allí. Desde los números más antiguos a los más nuevos. Algunos compran por el simple hecho de revender, mientras que otros lamentan poner en venta sus colecciones o sus más preciados objetos. El denominador común entre quienes se desprenden de sus revistas es el no tener quién quiera heredarlas, ya sea un hijo o un conocido, a quienes poco les interesa acumular lo que para ellos es algo inservible.

“¿Qué va a pasar con todo esto?”, se pregunta Julián Marcel junto a su jefe, Arturo Puig, en el archivo de El Gráfico, en esos momentos en los que uno se pone a pensar de más viendo las pilas y pilas de historia que hay en ese lugar.

Pasaron 100 años. No se sabe si todo ese material estará otros 100 más. Si Torneos seguirá ahí, o si tendrá el mismo destino que el primer hogar, Azopardo y México, que en 2025 terminará de convertirse en un gran espacio compuesto por viviendas y oficinas. O mismo si El Gráfico será tema de charla para los jóvenes de hoy.

Por el momento, lo que Marcel puede hacer de forma “oficial” es construir más paredes, aquellas que Ignacio Galarza, hoy el innombrable para muchos, intentó dejar de hacer. Él tiene la tarea de desenterrar aquellas historias de vida de aquellos que ya no están en vida.

Eso es lo que hace. Aggiorna a El Gráfico en la era moderna. Digitalizando los contenidos que se encuentra en las redes. Realizando videos sobre historias o momentos que quedaron en la historia del deporte y de los argentinos.

Y la gente, de forma extraoficial, tendrá la labor de continuar lo que hizo durante todo este tiempo. Correr la palabra sobre lo que fue y es El Gráfico, porque como muchos dicen, sólo muere quien se olvida.

Desde el cielo yo voy a alentarte

Emmanuel junto a su padre Hugo (Foto: Gentileza Hugo Álvarez)
Emmanuel junto a su padre Hugo (Foto: Gentileza Hugo Álvarez)

Por Joaquín Aguilar

“¡El día que me muera, Fortinero vos vas a escucharme, porque vos sos mi vida, desde el cielo yo voy a alentarte!”, cantan los hinchas de Vélez cuando La Pandilla de Liniers decide que el Estadio José Amalfitani entone “100 años de locura”. Pocos lo viven con el sentimiento de los seres queridos de Emmanuel Álvarez. El Gordo vivió por y para Vélez y lo mataron por eso. Ahora alienta desde arriba como siempre lo hizo en la tribuna.

Los 15 de marzo pasaron de ser un día más de los 365 días del año a ser una fecha especial para los Álvarez a partir de 2008. Esa tarde de sábado, el pecho de Emmanuel recibió una bala calibre 22 cuando se dirigía en colectivo a la cancha de San Lorenzo para ver a su querido Vélez. Fue asesinado por ser un simple hincha.

No solo lo mató el disparo, sino que también el Sistema de Atención Médica de Emergencias (SAME), que demoró en ir a buscarlo al Bajo Flores, la doctora Rosalva Kroug que lo revisó en el momento y realizó mala praxis, y el Hospital Piñeiro, donde sufrió un abandono de persona por parte de los médicos.

Emmanuel Álvarez fue un chico tranquilo. Compañeros de escuela, amigos de cancha, familiares, todos coinciden en esa descripción. El Gordo, como lo llamaban sus pares, solía fumar cigarrillos V8, reírse de todo y ayudar a los demás. “Fue un pendejo fantástico, un muy buen hijo, familiero y buena persona”, lo define con orgullo su padre, Hugo Álvarez. Criado en una familia creyente, el joven vivió bajo los valores de la Iglesia Nueva Apostólica, la cual cree en una segunda venida de Cristo. Los domingos dedicados a la iglesia y a la cancha. Una persona de tradiciones.

Llegó el 15 de marzo de 2008. El puntero e invicto del Torneo Clausura se enfrentaba a las 17.10 a San Lorenzo. Emmanuel terminó antes en su trabajo de repositor en un supermercado Carrefour para poder llegar a tiempo. Se pagó un taxi hasta Liniers, donde se encontró con Leo, Mariano, Pelda, Carlitos y Galgo. Emma se compró una cerveza Schneider y un fernet, que compartiría con los amigos, y se subió a uno de los 40 colectivos que partieron hacia Bajo Flores.

Bebidas van, bebidas vienen, el grupo organizaba dónde iban a ir a comer pizza a la noche mientras Álvarez alentaba con medio cuerpo atravesado por la ventana del micro. La caravana se detuvo al llegar al Nuevo Gasómetro y los primeros colectivos intercambiaron insultos con hinchas del local en Avenida Perito Moreno y Mariano Acosta. Una vez que arrancaron de nuevo, cuando el colectivo del grupo pasó por la intersección, a las 15.45 Emmanuel cayó a su asiento de manera brusca y comenzó a pedir ayuda a balbuceos. Le habían pegado un tiro. “No escuchamos el disparo, apenas vimos una manchita negra bajo la tetilla derecha y, como no respondía, lo bajamos del micro”, detalla Leonardo Medina, parte del grupo que lo acompañaba. “En el momento pensamos que era un balín, nunca se me cruzó por la cabeza que le habían disparado con un arma de fuego”, agrega Mariano Vaccaro, uno de los cuatro amigos que se bajaron con la víctima. Ya en la vereda, se les acercó un policía de civil que llamó al SAME. Mientras tanto, los micros siguieron a pesar de las cinco bajas.

Por si fuera poca la crueldad, Emmanuel viajaba en el asiento del pasillo, pero en el recorrido se lo cambió a su amigo Gastón Aguilar, quien no aprovechaba su lugar como él quería. Si no hubieran intercambiado asientos, nadie sabe lo que hubiera pasado, tal vez el Gordo seguiría con vida. Como recitó Carlos Gardel en su tango llamado Destino: “Destino que ciego, rudo, implacable, al inocente o culpable aplica el golpe fatal”. En este caso el ciego, rudo e implacable le aplicó el golpe fatal a un inocente. Demasiado rudo. De igual manera, el golpe fatal no fue la bala calibre 22 que perforó el cuerpo de Emma. De eso se encargó el SAME, que tardó alrededor de 40 minutos en llevarlo al Hospital Piñeiro, a 16 cuadras de la esquina donde Álvarez recibió el balazo. Sus siglas perdieron sentido este día.

Llegó el Sistema de Atención Médica de Emergencias y la doctora Kroug que lo atendió no solo no lo ayudó, sino que empeoró la situación. La médica diagnosticó que Emmanuel tenía un impacto de un balín de aire comprimido, por lo que se le había bajado la presión del susto. Solo uno podía acompañarlo en la ambulancia. Subió Leo. Este último escuchó que la enfermera le dijo “no exageres, no tenés nada”, al receptor de una bala en el pecho mientras iban en camino al hospital. Como la médica diagnosticó que el joven solo tenía la presión baja, no ingresaron con código rojo al hospital y tardaron en atenderlo. Mientras los doctores charlaban y tomaban mate en otra sala, Emmanuel se descomponía cada vez más.

Después de 40 minutos en los que los doctores sobraron la situación, los amigos del Gordo comenzaron a desesperarse porque vomitaba saliva mezclada con sangre. Llamaron a un doctor que lo revisó y se lo llevó a urgencias, donde intentaron salvarle la vida junto a otros tres médicos. Demasiado tarde. Ya había pasado hora y media desde el disparo. Los enfermeros convocaron a un familiar de Emma y, como solo estaban los amigos, fue Mariano.

“Te comento que tu amigo ingresó en un estado grave, tratamos de reanimarlo pero lamentablemente falleció por un paro cardiovascular. Decile a los padres”, fueron las palabras de uno de los enfermeros a Mariano, quien, entre lágrimas, se lo contó a los presentes. Emmanuel murió. El padre de la víctima llegó justo después y confiesa que se sentía el protagonista de una película de terror. Se arrodilló y se tiró al suelo a llorar de dolor. No lo podía creer.

Gastón, uno de los amigos, llamó a Gabriel Castaño, otro amigo que estaba en la cancha. “El Gordo falleció”, le dijo a Castaño, quien se encargó de divulgar la noticia en la tribuna. Mientras los jugadores entraban al campo de juego para disputar el partido, la hinchada de Vélez comenzó a hacer disturbios para que no se jugara.

Héctor Baldassi, árbitro a cargo del partido, recuerda que se le acercó Fabián Cubero, quien venía de hablar con los hinchas en el alambrado, y le dijo que no tenían ánimos para jugar. Las condiciones no estaban dadas y decidió suspender el encuentro. Castaño, después de difundir la noticia del balazo a Emmanuel, comenta que entre los barras de los equipos se comunicaron y encontraron al culpable esa misma tarde: Marcelo Javier Aliandre, uruguayo de 29 años, hincha de San Lorenzo pero que no formaba parte de la barra del Ciclón. Tan solo una hora después del asesinato habían encontrado al asesino, algo que la ley nunca pudo hacer.

“Aliandre disparó desde su terraza, arriba de una parrilla, a los micros de Vélez y una de las balas impactó en Emmanuel. Luego baja y se lo cuenta a un testigo”, asegura Hugo Carriaga, abogado de la familia Álvarez. El 5 de abril de 2010, Aliandre fue condenado a 15 años de prisión por homicidio y portación ilegítima de arma de uso civil. 20 días antes, en el segundo aniversario del asesinato, José María Aliandre, padre del asesino, se suicidó por la situación. Su hijo no solo era un asesino, sino que también estaba “perdido en la droga”, según cuenta Hugo Álvarez. Además, se hizo un juicio civil contra los enfermeros, la médica del SAME del “no exageres”, el Hospital Piñeiro y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, todos ganados en primera instancia por el abogado de los Álvarez.

La familia de Emmanuel se tranquilizó; si bien la pérdida de Emma era irreversible, al menos se había hecho justicia. Eso duró tres años y un mes. En mayo de 2012, la Cámara Federal de Casación Penal anuló la condena y dispuso la inmediata libertad de Aliandre. Además, la Cámara dio de baja los juicios anteriores. Todo por falta de pruebas contundentes. Según el padre de la víctima, hasta el propio abogado de Aliandre sabía que era culpable, pero lo liberaron igual. La familia de Emmanuel pidió no apelar a la Corte Suprema porque necesitaban hacer el duelo. Hoy se encuentra cerrada la causa. Jamás se hizo justicia. “En el juicio yo tenía al asesino a diez metros mirándome y cagándose de risa, ya tenía el disco rígido de su cerebro dañado, era consumidor de paco. No tiene ni idea del daño que hizo. Cuando matan a alguien, no solo muere él, sino que matan a un amigo, a un padre, a un abuelo”, recuerda el padre de Emmanuel.

Bandera que cuelgan sus amigos bajo el sector Emmanuel Álvarez. (Foto: gentileza Hugo Álvarez)
Bandera que cuelgan sus amigos bajo el sector Emmanuel Álvarez. (Foto: gentileza Hugo Álvarez)

A pesar de la pérdida de su hijo, Hugo Álvarez pudo seguir con su vida en una iglesia apostólica en Salta. Gracias a su fe pudo perdonar al asesino de su hijo: “Lo hice por mí, si no perdonás no podés seguir viviendo, tenés que soltar. De la justicia de Dios nadie se escapa”.

Pasaron más de 16 años y la justicia nunca llegó; sí la trascendencia. El consuelo de la familia fue que el nombre de Emmanuel pasó a la historia de Vélez. El codo de la Popular Este, donde era infaltable la presencia del Gordo, pasó a llamarse Sector Emmanuel Álvarez. “La decisión fue por unanimidad, no teníamos dudas de que era un buen gesto para él”, confirma Álvaro Balestrini, presidente del club de Liniers entre 2005 y 2008. El estadio de Vélez solo tiene tres nombres presentes: Carlos Bianchi, nombre de la platea sur; José Amalfitani, nominación del estadio; y Emmanuel Álvarez. Esa es la trascendencia de Emmanuel, al nivel de los dos máximos ídolos del club. Además, detrás de la Popular Este, se pintó un mural de su cara acompañada de la palabra “memoria”. También, en cada partido de Vélez cercano al aniversario de su fallecimiento, lo recuerdan en la remera, en la cinta de capitán, en un parche y en banderas.

Pudo haber sido cualquiera de los 2.000 velezanos que iban en los micros. Pudo haber sido Leo, Gastón, Mariano o Carlitos. Fue un golpe a la familia velezana. Por eso trascendió y chocó tanto en el hincha. No mataron a Emmanuel Álvarez, mataron a un fortinero. Por eso el hincha de Vélez siempre recordará su nombre.

Zona Norte: ¿cómo es la actualidad del fútbol en Zárate y Campana?

Por Manuel Escudero

25 de febrero de 1989. Villa Dálmine 0-Nueva Chicago 0. Una vuelta olímpica histórica: El Viola se consagra campeón de la B Metropolitana y se convierte en el primer equipo zárate-campanense en jugar en la B Nacional. Dálmine debutó en la categoría en la temporada 89/90, logró un hito para el fútbol de Zárate y Campana y el Club Atlético Defensores Unidos (CADU, como se le llama), es el único equipo en jugarla siendo la 2024 la segunda temporada en su historia. A lo largo de la historia, Dálmine, ahora en la B Metropolitana; Puerto Nuevo, en la C desde 2021 y Defensores Unidos; los tres clubes afiliados a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) de la zona, nunca fueron los más fuertes ni competitivos de sus categorías.

De todas formas, los últimos diez años fueron fundamentales en el desarrollo del fútbol en Zárate-Campana, ya que la vuelta a la B Nacional de Dálmine en 2015 marcó un antes y un después. Crecieron las tres instituciones, Puerto Nuevo ascendió a la Primera C en 2021 y CADU a la B Nacional. 2023 fue el primer y único año en que dos clubes de la zona compartieron la segunda categoría. Durante los últimos cinco años, el paradigma cambió de manera radical y comenzó a darse una redistribución de prestigios enorme iniciada por quien supo ser el principal exponente del fútbol en la zona: Villa Dálmine.

En 2021, Dálmine y Barracas Central disputaron la última fecha de la zona B del campeonato de la B Nacional que significó un partido clave en la lucha por el ascenso a la primera división del fútbol argentino. Barracas debía ganar en Campana para jugar la final por dicho ascenso y Dálmine ya no tenía chances de ingresar al reducido. La actuación de los futbolistas de Villa Dálmine, que ya no jugaba por nada, levantó sospechas y los futbolistas del Viola acabaron acusados de arreglar el encuentro. La dirigencia, con el objetivo de limpiar su imagen, rescindió el contrato de 16 de ellos. La decisión condenó al club a una crisis económica que desencadenó en el descenso a la B Metropolitana en 2023.

Dálmine se encontraba en un buen momento económico en 2021, antes del supuesto arreglo del partido contra Barracas que marcaría un antes y un después en su historia moderna. Fernando Lera, tesorero de la actual Comisión Directiva, y abogado de la anterior, explica que la economía del club quedó destruida de cara a 2022 y que todas las rescisiones afectaron de manera directa los recursos de la institución. Aquel año Dálmine tomó deudas hasta por 30 millones de pesos (equivalentes a casi 140 millones al valor actual) y, a pesar de que AFA y la Municipalidad de Campana le hayan destinado dinero al club, el monto fue bajo y solo sirvió para solventar el mantenimiento mínimo de las instalaciones. El club salió adelante con los ingresos por las cuotas de sus 2100 socios y los sponsors, fundamentales para la reconstrucción económica. Sin embargo, la realidad de Dálmine ya es otra: “Hoy el club no debe un peso. Se llamó a una Comisión Directiva Organizadora en 2023 que logró saldar todas las deudas y hacer que Villa Dálmine logre ordenar su economía”, concluye Lera.

Las inferiores de Dálmine también sufrieron los efectos colaterales de aquel Dálmine – Barracas. Al haber sido imposible para el club incorporar tantos futbolistas, muchos jóvenes subieron a Primera y quemaron etapas de crecimiento vitales. “No está en ningún historial pero tuvimos muchos coordinadores y muchos técnicos en poco tiempo. Hubo muchos chicos que no estaban capacitados para subir a Primera y perdieron un proceso de aprendizaje por culpa de la mala gestión”, recuerda el actual arquero de la Primera Francisco Salerno, surgido de las inferiores.

Por este desorden, Dálmine se vio obligado a cambiar de rumbo y comenzar una reconstrucción. Luego del descenso a la B Metropolitana en 2023, el club organizó un seleccionado con los 14 mejores jugadores de las inferiores y nueve de ellos juegan en el plantel actual. Se adoptó una metodología de trabajo innovadora que consiste en fomentar la convivencia de los jóvenes con el plantel de Primera e integrarlos tanto desde lo humano como también desde lo alimenticio y lo psicológico, con el fin de que los juveniles se sientan profesionales desde temprana edad y tomen así todas las responsabilidades que conlleva. Del plantel actual, 16 jugadores surgieron en el club.

Paralelo al descenso de Dálmine, CADU comenzó a crecer y tomó la posta como el equipo más fuerte de la Zárate-Campana tras afianzarse en la B Nacional en 2023. El hecho de ser una institución que frecuentaba la Primera C, categoría en donde jugó la mayor cantidad de temporadas en AFA (36 de 61), lo obligó a invertir en sus instalaciones. Desde su ascenso el 4 de noviembre de 2022, el club construyó una nueva tribuna de hormigón con capacidad para 3500 personas, sumado a dos ampliaciones: la tribuna que da a la calle Justa Lima de Atucha ahora alberga 2500 personas y la ubicada sobre Bernardo de Irigoyen igualará a la platea tradicional en 2200 parcialidades. De cara a 2025, proyecta construir una nueva tribuna para 8000 personas con la idea de cerrar el estadio. Además, Defensores Unidos posee un predio para sus inferiores, ubicado a 20 cuadras del Gigante de Villa Fox y cerca de la Ruta 12, que cuenta con cinco canchas de fútbol 11.

Desde su ascenso a la Primera Nacional, Defensores Unidos trabaja en formar un departamento de psicología con la idea de que abarque a todos los deportistas que se desempeñen en el club, ya sea en divisiones formativas o profesionales. Martín Viñas, psicólogo del CADU, trabaja a diario con el plantel profesional de fútbol.

Puerto Nuevo logró ascender en 2021 a la Primera C y, aún con la renovación de la categoría en 2023, la cual unificó a la C y la antigua Primera D, logró mantenerse. Fundado en 1939, tiene su predio en el barrio Don Francisco, a tres kilómetros del centro de Campana, y es el club más antiguo y tradicional de la ciudad. Es un club autogestionado, independiente de cualquier organismo en cuanto su economía y su toma de decisiones; que recuerda a quienes lo ayudaron a lo largo de su historia. El estadio Rubén Carlos Vallejos, donde es local Puerto Nuevo, recuerda en su nombre a un hincha y ex dirigente que hipotecó su casa en dos oportunidades para salvar al club de deudas y que pagó de su bolsillo desde viáticos hasta pelotas para que los jugadores puedan entrenarse y participar de los torneos.

Las instalaciones de Puerto Nuevo, en las que predominan el azul y amarillo, colores del club, cuentan con una pequeña tienda donde venden su indumentaria oficial (producida por Avatar Sport, una marca campanense) y un gimnasio usado por casi todo el barrio (siempre con descuento a los socios), sumado a una pileta y ambas canchas, la profesional y auxiliar, que además de ser utilizadas para los partidos de Primera e inferiores las usan para entrenar. Los jóvenes entrenan primero y tienen el hábito de quedarse a ver el entrenamiento de la Primera, que lo hace después.

Las inferiores de Puerto Nuevo se encuentran en un gran momento en cuanto a lo deportivo e institucional. Luego de un complicado 2023 en el que el club perdió a muchos jóvenes por malos manejos desde su coordinación, por falta de comunicación y constantes cambios en cuanto a traslados y entrenamientos; la realidad durante el 2024 es diferente. Se formó una estructura de entrenadores sólida, que acompañados por sus equipos técnicos y físicos reúnen 36 personas que trabajan de manera directa con los chicos del club. Además, se formó la primera subcomisión de padres en la historia, que se ocupa de mantener contacto directo entre las inquietudes de los jóvenes y la dirigencia.

Sin embargo, no se puede hablar de inferiores en Puerto Nuevo sin mencionar a Federico Mossier, uno de los fundadores de las divisiones juveniles del club. Llegó en 2013 con Puerto Nuevo desafiliado. Junto con Ignacio Gómez, miembro del cuerpo técnico de Gastón Dearmas (histórico entrenador que logró el ascenso a la C), fundaron la primera escuelita que consiguieron afiliar a las infantiles de AFA en 2014, junto con su vuelta a la Primera D del fútbol argentino. En 2017 Mossier comenzó a ocupar el puesto de coordinador de inferiores. “De ahí en adelante, año a año, fuimos creciendo hasta poder concluir en 2021 con el tal ansiado ascenso: 14 chicos de las inferiores que fundamos formaban parte del plantel, sumado al cuerpo técnico con Gastón a la cabeza”, recuerda Mossier. Hoy el club tiene 23 categorías entre AFA, Liga y Escuelita.

Una de las cosas que distingue a Puerto Nuevo de Dálmine y el CADU del resto de clubes de la zona es su presencia en el fútbol femenino. Fue el primer club de la zona en afiliar el femenino a la AFA y el único en jugar en la Primera División.

Diseño gráfico, distribuidora de bebidas y centros de entrenamiento: maneras de subsistir en la B Metropolitana y Primera C

Por Francisco Fiore

Enzo Fernández, Lucas Beltrán y Julián Álvarez, grandes jugadores argentinos de fútbol reconocidos a nivel mundial. Con todos ellos compartía día a día. A sus 10 años atajaba en Lima Fútbol Club, equipo de Zárate, su ciudad natal en la provincia de Buenos Aires. En 2014 inició su formación en Villa Dálmine y en 2017 escaló a una institución de la Primera División, algo que suponía una mayor responsabilidad. Jugar en River es uno de los mayores sueños de cualquier futbolista y Francisco Salerno estaba a nada de lograrlo. Pasar de ser un “arquerito” de 16 años que descolgaba pelotas en Villa Dálmine a entrenar con algunas de las máximas figuras de la selección campeona del mundo en Qatar 2022 requiere no solo de una mejora física o técnica sino también de un crecimiento psicológico y mental. “Fue una experiencia hermosa y aprendí un montón, pero siento que podría haberme llevado mucho más. La inexperiencia y el salto abrupto a otra realidad te hacen perder un poco el objetivo principal, que es llegar a Primera. Terminé el colegio ahí mismo en River y llegué a entrenar con Reserva”, recordó con algo de nostalgia Salerno.

Fue Ubaldo Fillol, uno de los mejores arqueros de la historia del fútbol argentino y que trabajaba en el desarrollo de los jóvenes del equipo Millonario, quien le notificó que su sueño de ser profesional no se haría realidad en River, por lo que tuvo que volver a Dálmine a préstamo, pero esta vez para integrar el plantel de primera. Arrancó como cuarto arquero, llegó a ser suplente y cuando estaba en un buen momento, sufrió una lesión de meniscos. La frustración e impotencia fue tremenda. Supo recomponerse y la temporada 2021, con 20 años y ya asentado en El Viola, fue el “1” suplente toda la Primera Nacional. Esta situación perduró hasta el 2023 donde en los últimos partidos de dicha categoría y con un equipo ya descendido, le tocó su tan ansiado debut en Primera.

Su lesión le hizo pensar en el futuro. Salerno tenía un contrato mínimo en Dálmine que no le alcanzaba por lo cual empezó a estudiar el profesorado de Educación Física en la escuela Dante Alighieri de Campana. Se recibió en 2022 y como tenía tiempo libre fundó el Centro de Entrenamiento de Arqueros Lima (CEAL). “Nuestro puesto es completamente distinto al de un futbolista de campo y creo que la importancia de mejorar desde que uno es un nene es clave para después en un futuro ya llegar formado a un club”, dice Salerno.

El campo deportivo Las Moras es la casa del CEAL. Son 22 chicos que trabajan en grupos divididos por edades. A las 17 inician aquellos mayores de 17 años y a las 18 practican de 6 años en adelante. “Lo que más tengo son arqueros chiquitos por el fenómeno Dibu Martínez. Hoy, después de Messi, todos quieren ser el Dibu y eso hizo que la escuela tenga un crecimiento exponencial, teniendo en cuenta también que arrancamos después de haber ganado el mundial Qatar 2022”, explica Francisco Salerno. En los entrenamientos, abunda la remera verde del ídolo y siempre que hay una buena atajada se escucha: “¡Tapó el Dibu!”.

Ser arquero de Villa Dálmine y tener un centro de entretenimiento no es suficiente para Salerno, quien también da clases personalizadas a arqueros y es el entrenador de arqueros de todos los equipos del barrio privado Haras Santa María de Escobar. Fuera del ámbito laboral, a principios de 2024, inició la Licenciatura en Gestión Deportiva en la Universidad Abierta De la Empresa (UADE). “Decidí meterme en este camino ya que planeo en base al fútbol. Mi gran sueño una vez que cuelgue los guantes es poder fundar un club en Lima”, cierra Salerno.


“Si hubiese jugado en los tiempos de hoy, capaz que habría hecho más plata, bah, ¿quién sabe? Pero amo el fútbol y por eso es que día a día lo sigo eligiendo”.

 

Rodrigo Bilbao jugó 16 años profesionalmente como defensor en clubes como Vélez, Tigre, Huracán, Instituto, Tigres de México y Mineros de Guayana de Venezuela. La pelota le ayudó a recorrer y conocer diferentes lugares y, según él, fue clave para formarse como persona.

A los 28 años, cuando estaba en Sarmiento de Junín, Bilbao empezó a hacer el curso de director técnico y, a los 30, se recibió. El primer proyecto presentado fue en Talleres de Remedios de Escalada en 2011. Ese intento inicial quedó en la nada, pero no desalentó a Bilbao: “Era esperable. Mi presentación quedó dentro de un cajón. Nunca la miraron. Pero dos años después me llamó un dirigente fuerte del club, me aclaró que Talleres no venía bien y me ofrecieron agarrar”. El equipo jugaba la Primera C y llevaba seis partidos perdidos además de 700 minutos sin convertir. Ese fue el panorama para el debut de Bilbao como entrenador profesional. Dirigió un año y medio, desde 2013 hasta mediados de 2015 con un exitoso rendimiento. Lo dejó primero en la tabla de la C y llegó en ambas temporadas a la Ronda Intermedia de la Copa Argentina.

Esa fue su carta de presentación al frente de un club detrás de la línea de cal, pero no resultó ser lo primero que hizo apenas se retiró en el año 2010. En ese pasaje complejo para el futbolista en el que pasa de una rutina a de repente colgar los botines, Bilbao cumplió el sueño del joven Salerno y fundó el club Sportivo Escobar junto a Leonel Martens, ex compañero suyo en Sarmiento de Junín. Dicha institución ubicada en el municipio de Escobar funciona como escuelita para chicos y tiene fútbol femenino. A la noche, con un ayudante y un preparador físico, Bilbao se encargaba de entrenar a los más grandes. Permaneció ligado a Sportivo Escobar tres años hasta el 2015, período en el que inició su segunda experiencia como entrenador en Mitre de Santiago del Estero en el Federal A. “Me tuve que mudar a Santiago y no me quedó otra que dejar el club”, comentó Bilbao.

A partir de Mitre, Bilbao se asentó durante un tiempo prolongado en el ascenso argentino y se dedicó de manera exclusiva a la dirección técnica. Pasó por Midland, Deportivo Merlo y Deportivo Español. Tras esta seguidilla en el fútbol profesional, Bilbao tuvo un bache de casi dos años sin dirigir entre el 2020 y 2022, tiempo que coincidió con algunos meses de pandemia por Covid-19. Se le abrieron puertas a nuevos destinos, alejados de la redonda. Un amigo lo ayudó e hicieron un negocio, “Distribuidora ROBI”, una distribuidora de bebidas situada en Berazategui donde trabaja todos los días a partir de las 13.30 hasta las 20. Además de vender Coca-Cola y bebidas alcohólicas, con el correr del tiempo sumó yerba, papel higiénico e incluso comestibles.

En 2023 le surgió la propuesta de entrenar a Lamadrid, equipo que sigue dirigiendo hasta el momento y donde en el año 2024 se proclamó campeón de la Primera C. “Esto es lo que me gusta a mí, yo respiro fútbol y que encima se den los resultados, creo que no hay nada mejor. No me importa la plata, esto es por pasión”, sentenció Bilbao.

“Arranqué de grande a jugar. Mi viejo nunca me llevó a probar a ningún lado”. Había terminado el colegio en 2005 y un amigo lo había llamado para que haga pruebas en Ferrocarril Urquiza, con posibilidad concreta de fichar por el club. Esto era Primera D. Como siempre le gustó el fútbol y le hacía ilusión poder dedicarse a eso, no dudó y se presentó en dicha institución. Al mismo tiempo, con 18 años, estudiaba Medicina, justamente en la Facultad de Medicina y trabajaba en una librería. Así inició el camino de Ezequiel “Eche” Vidal. Una carrera futbolística de más de 15 años en la que se convirtió en el máximo goleador y el jugador con más presencias en la historia del hoy Club Deportivo UAI Urquiza.

Ya con 19 años Eche iba a la mañana a entrenar, salía e iba derecho a la librería, ubicada en Ecuador y Corrientes, y a la noche cursaba en la facultad. Fue un ciclo que repitió durante seis meses hasta que decidió cambiarse de carrera y pasar a estudiar Diseño Industrial. Después de un buen segundo año en Urquiza, en 2008, pasó a préstamo al Club Atlético Lugano, también de la Primera D. Allí percibió el primer sueldo de toda su trayectoria. “En Ferrocarril Urquiza no cobraba nada. Me daban unos viáticos que me resultaban insignificantes”, dice Vidal. En Lugano si bien no había contrato porque no era profesional, ya tenía un sueldo que sumado al de su otro empleo, le permitían sustentarse.

La identificación con la UAI es clave en el desarrollo de Vidal. Arribó al club en 2009, momento que coincide con la fusión entre el Club Deportivo UAI y Ferrocarril Urquiza. El propio jugador define esta etapa de su trayectoria como su profesionalización como futbolista: “Yo cuento mi carrera desde que llegué a la UAI”. En el año 2013 con la UAI recién ascendida y jugando en la B Metropolitana, Eche decidió “pasarse”, justamente, a la Universidad Abierta Interamericana a estudiar Diseño Gráfico. Después de dos temporadas consecutivas en B Metro junto al club de sus amores, pasó a jugar en Talleres de Remedio de Escalada, en 2016. Fue en su estadía en El Tallarín donde realizó sus primeros trabajos de diseño debido a una mala experiencia en la que le debían tres meses de salario y se las rebuscó para poder vivir. Tras un paso por Acassuso, volvió a la UAI y allí lo becaron en el curso de entrenador de fútbol. A la par de ello, realizó también el curso de dirección deportiva.

Eche se retiró en 2023 ascendiendo a la B Metropolitana con Laferrere en lo que significó el verdadero cambio de su vida. Aunque su economía se vio afectada por dejar de jugar, siempre dijo que se consideraba un afortunado de poder perseguir sus pasiones. Hoy su mayor fuente de ingreso es gracias al diseño gráfico, pero aún continúa ligado de lleno al deporte. Con el nacimiento de su hija Olivia, su panorama cambió de forma rotunda y por eso Vidal también trabaja como director técnico de la categoría principal del equipo de intercountry de Haras Santa María, barrio privado donde comparte empleo con Salerno. “En Haras estoy feliz, es un lugar de desconexión total para mí”, confesó el ídolo de la UAI. Las edades de sus dirigidos son muy similares a las de un plantel profesional: los más jóvenes de 17 o 18 años, así como también compañeros de hasta casi 40. Los entrenamientos son los martes y jueves por la noche de 20 a 21:30.

El 17 de julio de 2024 después de haber afrontado su primera experiencia al mando de un equipo (Haras Santa María) donde además logró el ascenso de categoría, le surgió la posibilidad de volver a su casa y firmó contrato en su UAI querida como director técnico de la Primera del Femenino. Por el momento el conjunto de Las Guerreras lleva disputados 13 encuentros y con 24 puntos se ubica en la 4ta posición del torneo Clausura por detrás de San Lorenzo, Racing y Gimnasia LP.

Franco y Colapinto, la dualidad del personaje en la mirada de sus docentes

Por Francisco Gentile

Franco es un alumno del Colegio Del Pilar, sus mañanas y tardes los pasa en la escuela, en los recreos aprovecha el verde césped, escucha los gritos de los chicos que juegan como él y huele la naturaleza que desprende el predio donde se encuentra, cuando está en clase, a veces se distrae dibujando autos en su carpeta, pues ese es su sueño, diseñar autos, lo hace desde el banco con chicles pegados debajo y escrituras con tinta azul arriba. Espera ansioso que toque el timbre para ir a Luján a practicar en su karting, viaja allí todas las semanas, como si se tratase de una peregrinación constante.

Colapinto es un piloto de Fórmula 1, nunca pasa sus mañanas y tardes en el mismo lugar, cuando se baja de su monoplaza Williams escucha los gritos de los chicos y grandes que van a verlo y huele el caucho quemado que todos los vehículos dejaron en aquella curva donde se encuentra, ya es piloto profesional y piensa en si usar o no gomas duras para la próxima carrera. Cuando termine el fin de semana, viajará a disputar su siguiente competencia, nunca repite destino, pasa por Singapur, Las Vegas y Monza, como si se tratase de un trotamundos.

El es el deportista del momento, no solo por su talento, su carisma lo hace conectar fácilmente con la gente. Delante de la cámara es extrovertido, gracioso e incluso un poco donjuán, mantiene la sencillez de un pibe normal y constantemente demuestra su patriotismo y su sentido de pertenencia, reavivando el fuego de una pasión que parecía apagada en Argentina. 

Pero quienes conocieron a Franco, la semilla de Colapinto, hablan de que era una personalidad distinta y casi opuesta la que entraba a la escuela por debajo de la arcada de ladrillos recubierta por una enredadera, caminaba los pasillos y jugaba en el pasto.

La Profe Florencia, su docente de literatura en cuarto año, cuenta que se le dificultaba establecer relaciones con sus compañeros y que incluso se lo veía aislado, debido a que pasaba gran parte del año entrenando en Italia, allí, se angustió por la pérdida de sponsors y no sabía si volvería a correr.

-El hizo mucho sacrificio, se perdió la secundaria y esa edad es muy del estar, de verse y compartir en el aula.

Sin embargo, la preevolución de la superestrella ya deambulaba por la institución antes de su emigración al extranjero. La Seño Majo fue quien le enseñó inglés durante sus últimos años en primaria, hoy con su pelo blanco en canas, cuenta cómo era su desempeño en la materia:

-No era el más brillante ni era el que más le copaba, sí era buen alumno y era sumamente responsable. Tenía las carpetas prolijas y se preocupaba por hacer y por estar al día.

Dos años atrás, fue su alter ego quien visitó el colegio, ubicado a un costado de la Ruta Provincial N°34, esta vez, reconociendo la importancia del idioma para la apertura de puertas en el futuro. A pesar de que en público se muestre más distante con la lengua anglosajona, rechazando la firma de banderas británicas y haciendo sus conferencias y videos promocionales en castellano.

-Franco, contales que ahora te sirve el inglés. Y ahí les dijo: ´estudien inglés, si no fuera por eso no se me hubieran abierto un montón de puertas´.

En el presente, con la Colapintomanía más que instalada, el Colegio del Pilar no es ajeno a esta fiebre, cuenta Majo que son muchos los estudiantes que se arrepienten de no haberse llevado una foto de recuerdo, o un autógrafo en sus chombas blancas, y reconoce que junto a otras ex profesoras comparten un grupo de Whatsapp y están sumadas a la tendencia desde que Colapinto corría en Fórmula 3: 

 

-Siempre supimos que algún día llegaría y comentábamos acerca de lo bien que le iba, lo seguimos a full, pero desde el lado del cariño y  del apoyo, más allá del rendimiento. 

Con ese mismo afecto y viendo la mirada de Franco reflejada en los ojos  se preocupa por los efectos adversos que esto puede traer:

-Me da miedo tanta exposición de golpe, porque nosotros los argentinos somos muy extremistas en todo, hoy lo amamos y mañana perdió una carrera y lo odiamos. Se le está exigiendo demasiado y recién está dando los primeros pasos. Veo que hay una movida política, de sponsors, que se aprovechan de la Francomanía no quiero que se junte con gente que no se tiene que juntar, pero sé que los padres lo van a resguardar junto a los psicólogos y coaches que lo acompañan desde siempre.

La historia del delantero soviético que se adueñó del Balón de Oro de Maradona en 1986

Por Bautista Bordato

Mientras el capitán de la selección argentina alzaba la Copa del Mundo en México, el delantero de la Unión Soviética fue galardonado como el mejor futbolista de la temporada debido a una normativa específica vigente en esa época.

En la década de 1950, la redacción de la revista France Football emprendió la tarea de crear un prestigioso listado que daría origen a un galardón emblemático en el ámbito del fútbol: el Balón de Oro. Este premio se estableció con el propósito de reconocer a los mejores futbolistas del mundo. Para tal fin, un cuerpo de 16 periodistas provenientes de diversos países de Europa se encargó de seleccionar a los candidatos y, mediante un proceso de votación, determinar quién merecía recibir el codiciado trofeo y el correspondiente reconocimiento por su excelencia deportiva.

Stanley Matthews, un emblemático jugador del Blackpool Football Club, se destacó en la historia del fútbol al convertirse en el primer galardonado con el Balón de Oro, un reconocimiento que logró a la notable edad de 41 años. A diferencia de las ceremonias de entrega que son habituales en la actualidad, en aquel tiempo la distinción se anunciaba a través de la portada de diciembre de la revista France Football, donde el jugador aparecía exhibiendo su premio, marcando así un hito en el mundo del deporte al dar a conocer al vencedor entre los futbolistas de élite.

En el año 1986, Diego Armando Maradona alcanzó la cúspide de su carrera al conquistar la prestigiosa Copa del Mundo en México, consolidándose como el mejor futbolista del mundo en aquel momento. A pesar de su indiscutible talento y dominio en el campo de juego, no fue galardonado con el Balón de Oro, un premio que en ese entonces estaba reservado exclusivamente para jugadores europeos, lo que dio lugar a que el soviético Igor Belanov se alzara con el trofeo. Belanov, quien se posicionó como el futbolista más votado, superó a jugadores relevantes, como el inglés Gary Lineker y el español Emilio Butragueño, destacando las limitaciones impuestas por la FIFA en torno a la elegibilidad de los futbolistas para este reconocimiento.

Durante ese año, el delantero de origen ucraniano se destacó notablemente en el ámbito futbolístico, no sólo por su brillante desempeño con el Dinamo de Kiev, que se consagró campeón de la Recopa de la UEFA, donde se erigió como el máximo goleador del torneo, sino también por su destacada actuación en la Copa del Mundo. En este último evento, sobresalió con un memorable hat-trick en la desafortunada derrota frente a Bélgica en los octavos de final por 4-3. Además, anotó un gol en la contundente victoria de 6-0 contra Hungría durante el partido inaugural de la fase de grupos. En el camino hacia la obtención de la Recopa, su equipo se enfrentó y venció al Atlético de Madrid en la final, lo que consolidó aún más su reputación como un formidable atacante en el fútbol europeo.

En el 64º aniversario de “El Diego”, vale recordar cuando Belánov reflexionó sobre la prematura partida de Maradona, al afirmar que su ausencia no es justa y que el mundo ha perdido a un jugador de extraordinarias cualidades. En sus palabras, destacó que la grandeza de Maradona no se limitaba a sus impresionantes goles, sino que también se debía a su capacidad de liderazgo y al rol de auténtico capitán que desempeñó en el deporte, un sentimiento que resuena entre todos aquellos que tuvieron el privilegio de compartir el campo de juego con el ícono argentino.

El futbolista europeo se despidió del “10” el día de su fallecimiento durante la pandemia por COVID-19 en 2020. Fue un emotivo homenaje, realizado en las redes sociales, donde Belanov reiteró su consideración de Maradona como el mejor futbolista del siglo XX.

No fue hasta 1995 que se produjo un cambio significativo en la historia del Balón de Oro, ya que se levantó la regla que limitaba la participación únicamente a futbolistas europeos. Este importante acontecimiento permitió la inclusión de jugadores de diversas nacionalidades, lo que transformó el galardón en una competencia verdaderamente global. La internacionalización del Balón de Oro no solo amplió el espectro de talentos que podían aspirar al reconocimiento, sino que también elevó el nivel de competencia, convirtiendo el premio en una auténtica muestra de habilidades y destrezas futbolísticas a nivel mundial.

En el año en que la revista France Football decidió eliminar la normativa que restringía la entrega del Balón de Oro únicamente a futbolistas europeos, se produjo un reconocimiento que marcó un hito en la historia del fútbol argentino. En 1995, Diego Maradona fue galardonado con un Balón de Oro honorífico, un premio que la mencionada revista francesa le otorgó en mérito a sus destacadas actuaciones durante su carrera. Esta distinción llegó como un justo reconocimiento a un jugador que, a pesar de haber sido privado del galardón en múltiples ocasiones debido a la controvertida regla, dejó una huella imborrable en el deporte y se consolidó como uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos.

Un papel de goles importantes

Por Pietro Geloso

Braian “Papelito” Sánchez, nacido en General Arenales el 11 de junio de 1993, le convirtió un espectacular golazo a Boca Juniors, club del cual es hincha, el pasado domingo 27 de octubre en el empate por 1-1 entre el “Xeneize” y Deportivo Riestra. 

Resultado más que histórico para el equipo recién ascendido que está haciendo una gran campaña en su primera vez en la máxima categoría. Además de haber logrado un empate en el barrio de la Boca, ya le había ganado a River en el Bajo Flores por 2 a 0 y a San Lorenzo por 1 a 0. 

El arenalense dio sus primeros pasos en el club de sus amores, Belgrano (Reciente campeón de la liga de Arenales). También tuvo sus pequeños pasos por Colonial de Ferré y Social de Ascensión, club donde se coronó campeón en el año 2012. Luego de ese gran año en la liga chacarera fue visto y recomendado a San Miguel por un video de YouTube.

Braian Sánchez jugando la Liga de Gral. Arenales para Social de Ascensión a sus 19 años.

Sus características futbolistas y su convencimiento lo llevaron a triunfar en el fútbol del Ascenso, donde pasó por San Miguel, Temperley e Independiente Rivadavia de Mendoza, entre otros. Con Deportivo Riestra, Braian tuvo una historia más que especial: logró ascender de la C a la B metro y de ahí a la B Nacional, y el “Malevo” le dio la posibilidad de conocer al mismísimo Diego Armando Maradona, que hoy estaría cumpliendo años. “Feliz cumpleaños señor, te extrañamos mucho”, fueron las palabras de Sánchez para su ídolo a través de la red social Instagram.

Sánchez con Maradona en la visita del 10 a Riestra. Año 2017.

Entre tantos clubes y tantos años de carrera se puede decir que este mediocampista ofensivo, o enganche como los que ya no quedan, es un jugador de goles importantes. Además del inolvidable golazo que anotó el otro día en la Bombonera, “Papel” marcó un histórico gol para que Independiente Rivadavia derrotara a Almirante Brown y regresase a Primera División. En simples palabras, el gol más significativo de la historia del club.

Gran historia de superación y amor para un pibe de pueblo y sencillo que nunca hizo inferiores y siempre soñó con jugar a la pelota. Tanto esfuerzo tuvo su recompensa porque hoy está cumpliendo un sueño y se adueñó del papel de los goles importantes.

La historia de los cinco hombres que Maradona gambeteó

Por Matías Besana

En Londres, bajo el brillo de las luces y la cercanía de las cámaras, descansa una pelota marchita: acariciada y maltratada. El fútbol, desinflado, carente de ecuanimidad, fue resguardado por el árbitro tunecino Ali Bin Nasser y comprado por dos millones de libras esterlinas sin nombre ni apellido. En la presentación de la subasta, en la misma habitación, una figura espigada y ataviada con un elegante traje azul – luce la rosa Tudor en la solapa izquierda- teme acercarse. Es Terry Butcher. Granítico defensor, de venas y arterias: “Me trae malos recuerdos”. Pasaron 48 años del Mundial de México: La mano de Dios, El gol del siglo. El Carnicero (butcher significa carnicero en inglés) se siente “extraño”. Aún respira el triple engaño de Diego Maradona, y tal vez el cuero desgastado continúe obedeciendo los caprichos del pie zurdo del argentino. En los 10.6 segundos de ascenso del Barrilete Cósmico, de la cuna de paja al gol eterno, cuatro ingleses más fueron eludidos. 

La gambeta: la picardía

Mediodía soleado en la Ciudad de México. “El Negro” Hector Enrique, camiseta azul, le ofrenda la pelota al número diez. “Ahí la tiene Maradona”, relata Víctor Hugo Morales. Con un toque hacia su propio campo y un giro armónico desaira al primer iluso: Peter Beardsley, atacante de cintura ágil que custodia la mitad de la cancha. Fue la primera víctima de la Inteligencia en Libertad, título que escribiría luego Jorge Valdano, delantero nacional aquel 22 de junio de 1986. 

Chiquito, 173 centímetros lo elevan del suelo, Beardsley esquivaba gigantes con los bastones blancos y negros del Newcastle United. Su gambeta, de enganches veloces y controles exactos, fue siempre frente a un rival. A la patriada de Diego, que vio alejarse fugazmente, la califica de “magnífica”. Sin embargo, cuatro minutos antes (seis del segundo tiempo), el pibe de Villa Fiorito había marcado el 1-0 con su puño izquierdo. La gambeta: la picardía. Maradona había engañado a la autoridad. “Lo que hizo está mal”, considera el exfutbolista del Liverpool. 

Peter Beardsley, autor de 59 goles y 47 asistencias con el Liverpool.

En 2019, la Federación Inglesa (FA) sancionó por 32 semanas al exfutbolsita, hallado culpable por reiterar insultos raciales a jóvenes negros durante su trabajo de entrenador de la división sub-23 del Newcastle.

Cita en Medio Oriente: “Ahora que puedes, agárrame”

En el estadio de Zabeel, Maradona, panzón pero sonriente, recibe a un colega. Es 2011. El Pelusa – su apodo favorito- es el director técnico de Al – Wasl de Dubai. Su invitado luce sano y goza de buena memoria, pero no habla español y la conversación se difumina en la voz de dos traductores. Peter Reid escatima preámbulos, abraza al astro argentino y suelta: “Me gusta ver tu cara, porque en México solo vi tu espalda”. 

Veintiséis años antes, Reid, volante del Everton, había sido elegido el mejor jugador del campeonato de su país. El 22 de junio siguiente, portando la camisa 16 de los Three Lions, inicia su persecución a Maradona en territorio blanquiceleste. Nunca lo alcanza. Lo abandona cerca del área. En los Emiratos Árabes Unidos, igual de flaco, décadas mayor, el britanico levanta su dedo y reflexiona: “Cometí un solo error: no haberte tomado”. Maradona se ríe. Pispireto, le regala un nuevo estrujón: “Ahora que puedes, agarrame”. Y el centrocampista se aferra al Fenómeno, esta vez sin darle tiempo para un quiebre de cintura. 

Maradona y Reid: Cita en Medio Oriente.

El hombre risueño de Medio Oriente se extravía en las páginas de “Ánimo, Peter Reid: mi autobiografía”, el anecdotario del centrocampista. “No la llamo La mano de Dios, es la mano de un tramposo”, piensa el autor. En sus líneas, el astro albiceleste “pasó de lo ridículo a lo sublime”. 

Un problema de tres pipas 

Terry Butcher está furioso. El partido terminó: Argentina venció a Inglaterra. Se dirige a la sala de doping. La pesadilla continúa. Allí está él: Maradona. El demonio de rulos. Lo encara sin vacilaciones: “¿Fue con la mano?”. Convencido, Diego se señala la cabeza. 

“Soy el único al que venció dos veces”, se lamenta Butcher. En el primer duelo, el defensor le ofrece al ídolo argentino avanzar hacia el centro, en diagonal en dirección al arco. Es una trampa, pues Reid podría doblar su marcaje y detenerlo. Sin embargo, el mediocampista ni siquiera alcanza a arañar la ilusión rioplatense. Maradona es imparable, pero el Carnicero acumula 28 años de terquedad: en 1989, durante un duelo entre Inglaterra y Suecia, tiñó la casaca blanca de rojo con sangre que fluía en cascada desde su magullada frente. Luego, la FIFA cambiaría las normas y ya nadie usaría prendas ensangrentadas. Ahora, en el Estadio Azteca, el central del Ipswich exige la revancha. Empareja la carrera del adversario. Es la única esperanza en Londres. Está a la par; solo le falta la pelota. Se tira… 

Podría haber sido la mejor barrida de la historia.

Butcher, tras el empate 0-0 ante Escocia y la clasificación de Inglaterra al Mundial de Italia 1990.

Butcher prometió nunca olvidar a ese “pequeño bastardo”. Lo reencontró. Soñó – lo contó, no lo cumplió- con reescribir La mano de Dios por El Puño de Butcher, cuando el Pelusa dirigió por primera vez a la Selección Argentina (19 de noviembre de 2008) y él integraba el grupo técnico de Escocia, que perdió por 1-0. Tras el partido, Diego consultó: “¿Quién es Butcher?” 

Tarjeta amarilla

Beardsley y Reid son anécdotas. Butcher lo será pronto. El Barrilete Cósmico se remonta hasta el área rival conduciendo velozmente, la pelota está enamorada y no se desprende de su Puma Negro. Lo aguarda Terry Fenwick, la última barrera antes del arquero, Peter Shilton. La idea del defensor es tumbarlo: su adversario aún no ingresa al área. Sin embargo, él fue amonestado a los nueve minutos de juego – por un cruce contra Diego- y podría ser expulsado. No hay opciones alternativas. Vieja práctica, tendrá que despojarlo de su soberanía: la pelota. En la previa, su entrenador, Bobby Robson, le advirtió que Maradona “solo tiene un pie”, entonces el zaguero del Queens Park Ranger oscila su cintura y prioriza la defensa del interior de la cancha. Siempre con la zurda, el Genio del Fútbol Mundial se convierte en un ilusionista: muestra una mano y actúa con la otra. Engancha hacia su derecha y Fenwick también es pasado.

Terry Butcher – Terry Fenwick – Peter Reid.

“Maradona se acercó a mí para intercambiar camisetas, pero yo estaba destrozado, muy molesto y desmoralizado”, revela el excentral del Tottenham. El monumento maradoniano lo recogió Steve Hodge, leyenda del Nottingham Forest, club de su ciudad. La prenda con el 10 blanco en el dorsal fue subastada por 8.400.000 euros en mayo de 2022. 

Peter Shilton

Peter Shilton, el hombre con más partidos en la historia del fútbol FIFA (1387), era adicto a la timba.

– ¿Cuánto perdiste apostando? – indaga el periodista Piers Morgan, en una entrevista publicada en su canal de Youtube.

– Cuarenta y cinco años – valora el tiempo Shilton.

Su pareja, Steph, lo rescató. Juntos parieron el libro: “Salvado: cómo superar una adicción al juego de 45 años”. El arquero bicampeón de la Champions League con el Nottingham Forest olvidó las noches a la espera de resultados deportivos y ahora lucha contra la esclavitud a los casinos: “Junto a Steph, fuimos oradores invitados a una conferencia anual celebrada en Oslo sobre los daños causados por el juego”, comenta en su última publicación en X. 

El conferenciante de pelo blanco, corto y prolijo, de 75 septiembres vividos, es  también el hombre de tímidos rizos morochos que representó a su país en 125 oportunidades y el muchacho de guantes que padeció, como ningún otro, la mitad de aquel día en Norteamérica. Shilton nunca respetará a Maradona. Diego jamás se disculpó con él: “El cabeza de termo se enojó porque le hice un gol con la mano. ¿Y el otro, no lo viste?”.

Peter Shilton, hijo de un frutero, es, junto al francés Fabien Barthez, el arquero con más partidos sin recibir goles en Copas del Mundo (10).

Ese otro gol se definió seis años antes en Wembley. El combinado nacional, dirigido por Cesar Luis Menotti, visitó al local y en una situación similar a la que vivirá,  delantero contra arquero, el Diez definió al segundo palo y la pelota pasó por afuera. Luego, Hugo, el menor de sus hermanos (fallecido por un infarto a los 52 años), le aconsejó: “Tenías tiempo de amagar y entrar con la pelota y todo al arco”. Y el Pibe de Oro aprendió. 

En las tribunas del estadio Azteca, en la capital de México, 115.000 personas se asombran con Maradona, pero, tras una apilada antológica, solo un ser humano, el más cercano, puede detenerlo. Shilton achica – o agranda- y el artista del conurbano, antes de que el tic cambie al tac, rememora al Hugo, desparrama al último contrincante e inmortaliza El gol del Siglo.

Butcher – Maradona – Shilton, derrotado.

Para aplaudir

El agua de la pileta es un perfecto espejo. Nada la perturba. A su orilla, bajo la sombra, está Gary Lineker, perspicaz entrevistador y goleador del mundial de México 1986, con seis tantos, acaso el único futbolista que hizo algo más que Diego a lo largo de ese mes. De camisa, el delantero inglés sonríe y le confía a su interlocutor: “Fue la primera y probablemente la última vez en mi carrera que sentí ganas de aplaudir el gol de un contrario (luego anotó él y cerró el 1-2 definitivo)”. Maradona, fino, jocoso, le toma su brazo y simplifica lo complejo: “Es el gol soñado”.

La casa donde vive la historia de Maradona

Por Mateo Videla

La pintura de la pared del patio reflejaba a un hombre desnudo con una pelota escalando una empinada línea roja; sobre el borde izquierdo, los ojos de Diego Armando Maradona lo observaban. Redondos e inertes, formados por piezas de rompecabezas, sobre una difusa silueta de su cara. Un mensaje tan potente e inapreciable en aquel templo de Lascano al 2257, ubicado en la Paternal. Una casa tan común, tan de barrio, tan argentina. El 10 vivió allí durante su paso por Argentinos Juniors. La institución le entregó aquel domicilio el 7 de noviembre de 1978 como un regalo. En 2015, la primera vivienda propia del futbolista se transformó en un museo en homenaje a su figura. Un año después la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires lo declaró patrimonio histórico. 

Luego de pasar la puerta principal, enfrente de la parada del 24 y en diagonal a un almacén con una historia de amistad entre Maradona y el dueño del local, Carlos Alberto Pietro, resaltaba una estatua dorada del Pelusa. Sin embargo, no le hizo justicia a lo reluciente que fue en vida. Al ir pasando por cada habitación, recuerdos de juventud, subrayados sobre repisas y muebles, destacaban en cada paso. Trofeos, camisetas, revistas, un piano, fotos, entre otras cosas, generaban un aire de melancolía, de memorias que nunca existieron pero que siempre estuvieron ahí. Entre todos esos objetos había uno casi invisible, de un tamaño imponente, en la galería. Una bota anticuada imperceptible para los visitantes. Después, la cocina con comida, alcohol y cachivaches. En el centro, una fotografía de la familia del Barrilete Cósmico, donde estaban su madre, su padre, su pareja (Claudia Villafañe) y tres de sus siete hermanos. Antes de subir al segundo nivel, otro retrato, del muchacho convirtiendo el gol con la mano a los ingleses, chocaba con el paisaje. Sus rasgos desprendían un aura con un estilo asiático que se agrandaba por artefactos japoneses próximos. En su mayoría, pertenecientes al Mundial Juvenil de 1979, muy cerca estaba la copa de aquel torneo. 

 

En la planta de arriba, el cuarto del joven estaba envuelto en discos, ropas, posters, un tocadiscos, una pequeña tele y una cama arrinconada. Al salir a la terraza, firmas de fanáticos recorrían los muros con palabras de agradecimiento, amor y muchas frases futboleras. Pasado ese sector, una iglesia maradoniana rebosaba de estampas, lienzos, láminas, tablas y remeras de clubes. En el medio, Maradona en la última cena, junto a otros jugadores como Lionel Messi, Pelé, Cristiano Ronaldo, entre otros. Debajo, una bandera del Che Guevara. Finalmente, en el balcón, quedaba un mural con su cabeza en una aureola amarilla y abajo, en letras rojas, la expresión: “D10S”.

Sóftbol: la poca importancia y popularidad en Argentina

Por Luciano Silva

El sóftbol en Argentina es uno de los deportes menos practicados a nivel nacional, en Buenos Aires hay solo 14 equipos federados, pero con una gran reputación de forma global a nivel de títulos. Ser considerada una potencia al estar en el primer lugar del ranking mundial de sóftbol, una práctica que inició en la década del 60 pero que en siglo XXI haya evolucionado a nivel títulos y participación.

El sóftbol se inició como una versión del béisbol bajo techo. Apareció en 1880 en Chicago, Estados Unidos, y se desarrolló con gran rapidez hasta llegar a jugar en campo abierto. Antes no se jugaba así por los climas lluviosos porque afectaba el desarrollo del juego, y en la actualidad lo practican más de 20 millones de personas en el mundo. El juego se compone de dos equipos con nueve jugadores con el objetivo de anotar el mayor número de carreras tras batear la pelota y recorrer una serie de cuatro bases hasta llegar al home. La única diferencia en comparación con el béisbol en su jugabilidad es que el rival lanza la bola por debajo del hombro. La duración es de siete entradas, entre dos o tres horas. Los encuentros pueden acabar en empate o se juega hasta que haya un ganador, las denominadas entradas extras.

El sóftbol, en Argentina, comenzó a jugarse en la década del 60 en las escuelas de Entre Ríos, en Paraná, donde se fundó la Federación Argentina de Sóftbol. Con el impulso de docentes y dirigentes de la provincia el deporte creció y se volvió popular en la zona al punto de que en 2015 el Congreso de la Nación sancionó la ley 27.215 en la que el artículo 1 dicta: “Declárese Capital Nacional del sóftbol a la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos”. En esa provincia se reúnen jugadores de las demás provincias del país para competir en el Torneo del Interior, ya que no existe un campeonato a nivel nacional sino por provincias.  El Estadio Mundialista Ingeniero Nafaldo Cargnel, es el más importante del país en sóftbol, ya que cuenta con una capacidad para 400 espectadores pero para eventos más convocantes suele ampliarse para 4.000 asistentes.

La selección nacional cuenta con un Mundial conseguido en 2019 en Praga, República Checa, en el que derrotó en la final a Japón por 3 a 2. En el Campeonato Panamericano, desde 2006 hasta 2024, obtuvieron dos medallas de oro (2022 y 2024). En los Juegos Panamericanos, Argentina logró el oro en la última edición en Lima 2019. La selección femenina consiguió su más reciente título al coronarse bicampeona en el Sudamericano en Lima en julio al derrotar a Colombia 6-4 en la final.

Si bien en los resultados Argentina está en un buen momento, los jugadores no se sienten profesionales cuando visten la camiseta de la selección, la de sus clubes (Berazategui, Merlo, Morón o Patronato)en el país o cuando van a jugar para el exterior. La mayoría de los jugadores tienen otro trabajo (como vialidad provincial, ingeniero o profesor de educación física) para poder mantenerse o estudian una carrera, como medicina o kinesiología, mientras practican el sóftbol. Algunos jugadores tienen que pedir permiso en sus trabajos para poder ir a disputar torneos con la selección en el exterior. Lo que falta es visibilidad a los partidos ya que la mayoría de los que asisten a los juegos son conocidos o familiares de los jugadores, o que los encuentros tengan más canales donde se transmitan ya que en las redes como YouTube solo hay partidos de la selección argentina. Existe Softbolasba, la Asociación de Softbol de Buenos Aires, que postea los resultados de los partidos de las distintas categorías, como A1 o A2, en masculino y femenino.

En Merlo los chicos de la zona siguen practicando el sóftbol al aire libre aunque no estén jugando torneos bonaerenses. La profesora Silvia declara que les gusta recibir a los chicos de diferentes municipios con motivación a la hora de practicar y más cuando les toca jugar un encuentro. Cada año organizan los Juegos Bonaerenses en los que participan varios chicos de diferentes edades, dentro de las actividades recreativas está el sóftbol. El canal de la Municipalidad De Merlo de vez en cuando transmiten los partidos amistosos que organizan con los chicos de la municipalidad y llegan a superar las 1.000 visualizaciones.

Julio Gamarci, ex entrenador de la selección que salió campeón del mundo en 2019, explica por qué eligió el sóftbol. “En principio me gustaba mucho más la dinámica del juego y luego en razón del profesor Victor Cancelieri me enseñó a amar al sóftbol”, explica. Sobre la poca popularidad del deporte en el país señaló que se debe a la falta de un plan. “Se crece lentamente en todos los aspectos por una cuestión normal de la historia. Lo que le falta al sóftbol es competencia regular en más ciudades del país y eso se logra a partir de creaciones de asociaciones locales que puedan nuclear a clubes que puedan ejecutar lo mismo que se ejecuta en otros deportes populares y con un buen desarrollo”, opina. Gamarci cree que no todos los deportes pueden ser espectáculos, en referencia al sóftbol, el deporte actualmente está manejado por el secretario general Vicente Javier Martinez y el vicepresidente Carlos De La Vega que no piensan en el ámbito económico sino en lo deportivo y para transformarlo a un deporte profesional se tiene que pensar desde otro lugar, como si fuera un negocio, con la necesidad de abrir la mentalidad a nuevos dirigentes que tengan como fin generar una actividad económica a partir del espectáculo deportivo.

Santiago Carril, jugador de la selección, explica que una manera para que el sóftbol tenga más visibilidad sería transmitir más los juegos por las redes sociales y fomentar a la gente para que asista a los partidos, porque no se suben los resúmenes de los partidos de la liga argentina. “Es algo que me vengo preguntando hace mucho; me encantaría que se conozca más nuestro deporte, que es poco convencional, que no se mira mucho y raro de entender, pero que tiene su esencia particular que se tiene que ir conociendo”, opina sobre por qué la gente debería darle una oportunidad al sóftbol.

Federico Eder, jugador de la selección, se refiere a la popularidad del sóftbol en Entre Ríos: “No está en una de las grandes ciudades de Argentina como lo es Buenos Aires; entonces a Paraná, al ser considerada la capital del deporte, muchos jugadores vienen de afuera para jugar. No es un deporte profesional, es un deporte más amateur, que no tiene mucha repercusión fuera de la provincia; es normal, me encantaría que sea más reconocido”.

El sóftbol podrá tener más relevancia en Entre Ríos, pero en las demás provincias del país se disputan torneos no muy reconocidos por la falta de un torneo nacional, por ejemplo en Entre Ríos existe el torneo Hagamos Historia o la Copa Javier Martinez (lleva ese nombre por el actual coordinador de la Selección Argentina de Sóftbol) disputado en Mendoza. En la provincia de Buenos Aires se juega un torneo tanto para masculino como femenino, el más conocido es el Torneo Metropolitano. Uno de los equipos que participa en ese torneo es Berazategui y no tiene una sede sino que practica en el complejo Los Privilegiados en la municipalidad. También está el club Merlo con sede en Pontevedra, donde se reúnen familias con sus hijos para que puedan practicar al aire libre el sóftbol. La relación que tienen Merlo y Berazategui es que sus jugadores tampoco se sienten profesionales, a diferencia de países como Venezuela o Panamá, ya que no cuentan con un sueldo que les sirva para poder solventar sus gastos, lo que los lleva a estudiar y tener estudios universitarios o buscar un empleo; por eso la mayoría de los jugadores practican el deporte como un hobby en los tiempos libres, por lo general los domingos.

Los equipos nacionales entrenan al aire libre ya que a diferencia de clubes que están en Estados Unidos o Canadá, donde entrenan Federico Eder (Hill United Chiefs) y Santiago Carril (New York Gremlins) y cuentan con máquinas que les lanzan las pelotas de manera automática para facilitar su entrenamiento. Además los materiales como el bate, bola, guantes y cascos de bateo los tienen que conseguir por su propia cuenta ya que los clubes no los proveen. Algunos compañeros se prestan el bate, así también como los guantes o los botines. Los profesores de sóftbol  que estaban presente en las prácticas explicaron que no tienen una instalación sino que practican y juegan torneos en las canchas de las distintas municipalidades. También explicaron que a los clubes de sóftbol les hace falta mucho apoyo, los propios jugadores de los distintos clubes, de todas las disciplinas de la zona, hacen aportes para poder recaudar dinero y así comprar materiales y mejorar el polideportivo. Los mismos jugadores trabajan dentro de las canchas para que las instalaciones estén acordes, ya que no todos cuentan con un personal que se ocupe del cuidado del campo de juego. 

El sóftbol argentino superó las expectativas al pasar por un gran momento al haberse consagrado campeón mundial en 2019 y que en la actualidad este en la primera posición del ranking global, pero la realidad es que los jugadores y los clubes no pueden generar ingresos por falta de patrocinios y de visibilidad. La situación que vive el sóftbol por la falta de profesionalismo también es causado por los dirigentes, como Luis María Centurión o Eduardo Sabaté,  que ven un deporte que no logra generar ingresos.