viernes, octubre 11, 2024

La moda de las camisetas vintage: todo tiempo pasado fue mejor

Por Cassandra Urzalayeta

“Niño, ni los botines, ni las medias, ni los pantaloncitos, ni los hombres, ni los nombres ni nada representa más a un club y a la selección nacional que la armadura y sus colores”, le dijo Alfredo Di Stefano, leyenda del Real Madrid, en 1994 a un joven Marcelo Ordas, en una casa antigua del barrio de Flores, cuando le preguntó qué debía coleccionar y exhibir para preservar la historia del fútbol.

El comienzo de una pasión

El 7 de junio de 2024, Ordas, dos años después de inaugurar su museo Legends en Puerta del Sol, Madrid, con una remera blanca, pelo negro y una sonrisa en la cara, recuerda cómo llegó a tener en sus manos la primera camiseta de su colección. Tenía 17 años. Viajó con anticipación desde Argentina, su país natal, a Italia, para ver a la selección enfrentarse a Brasil el 24 de junio de 1990, por los octavos de final del Mundial en el Estadio Delle Alpi de Turín. Junto con su padre, se hospedó en Nápoles, a 887 kilómetros. Ese día los trenes estaban colapsados. A donde mirara había camisetas verdes y amarillas. Pero lo peor fue lo que se encontraron al bajar del andén. Más que Turín, era Río de Janeiro. Parecía un carnaval brasileño.

No aguanto más esta cuestión, vamos al estadio -dijo su padre.

A Marcelo le pareció raro porque todavía faltaban siete horas para el inicio del partido. Llegaron y esperaron a que abrieran las puertas. Ingresaron entre los primeros cincuenta de los 61.381 que asistieron. Ni bien pusieron un pie dentro, les dieron la bienvenida con una bandera italiana que decía: “Estamos acá solo por Brasil”.

Desde que el árbitro Joël Quiniou marcó el arranque del encuentro, el equipo de Carlos Bilardo permaneció bajo el dominio de Brasil. Y un señor con camiseta de Esporte Clube Bahia lo miró a Marcelo y le dijo.

Ei garoto, você está com medo. Fique calmo. Você volta para casa.

Nunca en su vida padeció tanto un partido. En el segundo tiempo, cuando la pelota pegó dos veces seguidas en el palo argentino, una de Careca y otra de Alemão, decidió no ver más. Se sentó en el hormigón y agachó la cabeza. Trató de no escuchar, pero los brasileños los seguían cargando. Y de la nada, la hinchada argentina gritó por primera vez “ooole”. Levantó la vista y vio a Diego Maradona que pasó a Dunga. Para cuando esquivó a Ricardo Rocha ya se había puesto de pie. Maradona le hizo un pase en diagonal a Claudio Caniggia, que gambeteó a Taffarel con la derecha y le pegó con la zurda al arco. Argentina 1-Brasil 0. Marcelo vio cómo se movía la red. Corrió al alambrado. Se colgó y gritó todas las puteadas que se le ocurrieron. No se guardó una. Pero el conjunto de bronca y éxtasis le jugaron en contra. Sintió un calor que le subió por la cervical, empezó a ver borroso y se desmayó.

A 30 años del gol a Brasil, Caniggia reveló detalles de la jugada y explicó  por qué Argentina no podía ganar el Mundial de Italia - Infobae

Despertó en una sala blanca. La enfermería del Estadio Delle Alpi. Intentó levantarse de la camilla pero una mujer de ojos verdes y pelo negro, que supuso que era una doctora, le pidió que se tranquilizara. Él miró su reloj y vio que habían pasado diez minutos de los 90 reglamentarios.

Señorina, por favor, dígame que ganó Argentina -le rogó Marcelo.

Si regazzo, la Argentina ha vinto -le respondió.

De alguna manera su historia llegó a oídos de dirigentes argentinos y, por esas cosas maravillosas del fútbol y amistades que tenía su padre, por su cargo como secretario de Cultura en Independiente, con Julio Grondona, entonces presidente de la AFA, terminó en el vestuario con los jugadores. Al entrar se encontró a Caniggia de frente y le preguntó si podía abrazarlo. Le dijo que sí y hablaron un rato. Luego, Caniggia metió su mano en el botinero. Sacó su camiseta llena de transpiración con el número 19 y se la dio.

-Tomá pibe, te la ganaste.

Claudio Caniggia se reencontró con la camiseta con la que le convirtió el  gol a Brasil en Italia 90

 

La moda retro y la creación de museos

De regreso a Buenos Aires, luego de que Argentina perdiera la final del Mundial Italia 90 ante Alemania, Ordas hizo escala en Londres para visitar a una familia amiga. Contempló las grandezas culturales de la ciudad y se preguntó por qué no se conservaban con el mismo esmero los objetos que representan la mayor pasión humana: el fútbol.

En el siglo XX surgieron los museos de fútbol, junto con la aparición de la moda retro. Los clubes comenzaron a utilizarla como una estrategia de marketing para apelar a la nostalgia del hincha. “Recrear camisetas vintage se convirtió en una tendencia al revivir épocas doradas que llenan a los hinchas como Marcelo Ordas, que no solo coleccionan camisetas sino que, al ponerselas, recuerdan aquello”, explica una tarde de abril el especialista en marketing deportivo Guillermo Ricaldoni. Pueden ser una recreación exacta del diseño de tiempos atrás, una alegoría, una reminiscencia o un guiño. ¿Qué sería de algunos clubes sin teletransportarse a los momentos en los que fueron felices? En el libro Atlas Mundial de Camisetas, Cune Molinero, Alejandro Turner y Pablo Aro Geraldes incluyeron aquellas que se utilizaron una sola vez o de clubes que desaparecieron, como Alumni o Sportivo Palermo, ya que a partir de sus casacas, sus historias perduran en el tiempo.

El 3 de abril de 2001, Boca se convirtió en el primer club argentino en inaugurar su propio museo: el “Museo de la Pasión Boquense”. Se ubicó sobre la calle Brandsen, bajo la tribuna popular del estadio Alberto J. Armando. Al salir, fanáticos y turistas de diferentes países ven una pared repleta de camisetas. Desde la blanca con líneas negras hasta la azul tradicional con franja amarilla. Pasando por la celeste y la de la banda de izquierda a derecha. Como también la icónica que usó Carlos Tevez el 21 de octubre de 2001 en su debut o la que llevó puesta Juan Román Riquelme contra el Bayern Munich en la final de la Copa Intercontinental 2001. Ocho años después de la inauguración del museo de Boca, River fundó el suyo sobre Avenida Figueroa Alcorta. El único museo de los clubes que no está dentro de las instalaciones del estadio.

Museo de Boca Juniors, en los pasos de un club mítico

Ambos museos fueron fundados con la intención de funcionar como una máquina del tiempo, donde también comenzaron a colgar las ediciones especiales de sus camisetas. Las marcas se las ingeniaron para vender no solo la titular y la suplente, sino también una tercera, la de entrenamiento y la post partido. Son los mismos hinchas y coleccionistas los que promueven la tendencia retro como una fuente de ingresos al querer sentirse conectados a sus clubes. “Sus cábalas influyen mucho en la popularidad de ciertas piezas. Una puede ser usada en una ocasión especial y si debutó y perdieron, probablemente no se utilice mucho más”, comenta Ricaldoni. Por el contrario, alguna que no fue hecha para ser de una edición especial, finalmente lo logre.

Innovaciones a través del tiempo

La tendencia retro siempre va a estar. Porque, como diría Charly García, ya está todo inventado”, dice Ordas desde el patio de su casa en Madrid. Mira el cielo y añade que se considera un fanático enfermo de la selección argentina. Una de sus réplicas favoritas es la que creó el diseñador Martín Tibabuzo para el Mundial de Rusia 2018. Pasó inadvertida. La eliminación en octavos de final contra Francia no generó un buen efecto en los hinchas. La camiseta de Rusia 2018 era un guiño al último título que había ganado la selección mayor, la Copa América de 1993. Recreó el cuello blanco con un escote en V, que reemplazó al redondo y negro que se uso para la Copa América 2016, en Estados Unidos. Asimismo, repitió las mangas blancas, con un enfoque minimalista para mantener el diseño sobrio y elegante.

En una cafetería sobre Avenida Cabildo, Tibabuzo, de traje azul oscuro, observa en un cuaderno algunos de sus diseños para Adidas. Menciona que se nutrió de moda, diseño gráfico, animación y cine para capturar la esencia de cada equipo y reflejarla en sus creaciones. “Lo extrafutbolístico es una fuente inagotable”, señala Tibabuzo.

En agosto de 2023, las camisetas de mangas largas volvieron a las canchas en la primera fecha de la Copa de la Liga entre Colón y Unión, el clásico de Santa Fe. En las décadas de 1980 y 1990 usarlas era una cuestión funcional. Con modelos para invierno y verano. Tiempo después, las mangas cortas y la conveniencia económica de las marcas prevalecieron ante inviernos menos fríos y camisetas térmicas que se usan como segunda piel. En la década de 1930, se habían popularizado innovaciones como las rayas verticales y diagonales. Los cuellos en V reemplazaron al escote redondo con cordones. En cuanto a materiales, la lana se cambió por algodón y, luego, por tejidos sintéticos, que mejoró la comodidad y flexibilidad. Los avances tecnológicos hicieron que recrear una camiseta implique encontrar un equilibrio entre la original y el presente.

Para el Mundial de Sudáfrica 2010, Tibabuzo logró capturar la nostalgia del modelo de Le Coq Sportif que usó Maradona en México 1986, ante Inglaterra en los cuartos de final. Aquél partido en el que intervino “la mano de Dios” para darle la victoria a Argentina. Camiseta que posee Ordas, considerada entre las más buscadas por coleccionistas según la revista FourFourTwo. En la titular de Sudáfrica 2010 incorporó el escudo con borde azul y la tela aireada. Para la suplente utilizó el mismo recurso de dos tonalidades por la diferente textura de la tela, para recrear el dorsal azul brilloso con números plateados del partido contra los ingleses. Al verla, Maradona llamó a Tibabuzo para decirle que se había dado cuenta de a qué hacía referencia y que le había encantado. Con la mirada en un punto fijo, Tibabuzo asegura que nunca va olvidarlo.

Como un gol de rabona | muyricotodo*

Lothar Matthäus fue quien intercambió la camiseta con Maradona en la final. Ordas lo contactó y se juntó con él en diferentes ocasiones comprársela antes de que terminara su museo Legends, de siete pisos, con el apoyo de la FIFA, la UEFA, la Conmebol, el Comité Olímpico Internacional y la CONCACAF. Sabía que en un futuro también tendría su proyecto en Argentina. “No lo anuncié en ningún lado, pero con la AFA estamos haciendo un proyecto”, dice Ordas, orgulloso de poder mostrar su museo en su país. Esa armadura de Maradona forma parte del patrimonio cultural, motivo por el que opina que debe estar en tierra argentina para que todos puedan apreciarla. La tercera vez que se juntó con Matthäus pudo explicarle que quería preservarla en Madrid. El alemán reflexionó que estaría en las mejores manos para cuidarla y se la entregó.

Una misión clara

De su padre heredó el ADN futbolero y el abuelo financió su sueño. Lo ayudó a Ordas a solventar los viajes y las cuotas de coraje. Fue a Europa más de 70 veces para entrevistarse con leyendas que accedieron a un jovencito que tenía la inquietud de salvaguardar la historia del fútbol. Recolectó pelotas, botines, medallas, shorts y medias. Hasta que Di Stéfano se cruzó en su camino y cambió el rumbo hacia las casacas. Desde ahí no se desvió, en más de 30 años, del objetivo.

Poco antes del Mundial de Alemania 2006, Grondona lo invitó a exhibir parte de su museo en Berlín. Pasó de ser un pasatiempo a una profesión. Ordas conoció a presidentes del Real Madrid, Bayern Munich, Barcelona, Santos, River y Boca, así como también a responsables de las principales marcas de indumentaria.

“Las locuras generan obras sin precedentes. Esta definitivamente es una obra sin precedentes”, asegura Ordas, quien tuvo la posibilidad de mostrarle la compilación de camisetas a Tamim bin Hamad, el emir de Catar. Al verla, le dijo que pocas cosas eran únicas, y que su colección y él eran una de ellas. “La recuperación de este patrimonio es una maravillosa locura que debió preservar la FIFA o algún organismo gubernamental, pero lo hizo un coleccionista y su familia argentina”, agrega Ordas.

 

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