miércoles, noviembre 5, 2025
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La leyenda de Canadá

Por Fernando Bajo

En 1999 Even Pellerud, exfutbolista noruego, asumió como director técnico de la selección de fútbol femenino de Canadá. Conocía poco del nivel de aquel país y comenzó a recorrer distintas ciudades en busca de jugadoras. En Coquitlam, ciudad canadiense de la provincia de Columbia Británica, Pellerud, según confesó, vivió los 5 minutos más importantes de la historia del fútbol del país americano cuando una joven lo deslumbró con su talento.

-¿Cuál es su nombre? – preguntó, el entrenador.

-Ella solo tiene 15 años- le respondió un hombre.

-Yo no pregunté por su edad. ¿Cuál es su nombre?- replicó el noruego.

-Christine Sinclair- afirmó el interrogado.

Canadá estaba en las vísperas de disputar la Copa Algarve que, a pesar de ser amistosa, después del Mundial y de los Juegos Olímpicos, es el torneo de selecciones más prestigioso de fútbol femenino. Pellerud decidió convocar a la joven a la competición que se disputa en Portugal todos los años.

A pesar de que el seleccionado americano quedó quinto, Sinclair, ya con 16 años, convirtió tres de los 181 goles que marcaría a lo largo de su carrera en la selección y terminó como una de las segundas máximas anotadoras del certamen. Debutaba la mejor jugadora que alguna vez vistió la camiseta de Los Canucks, como las apodan.

La delantera de 35 años batió casi todos los récords. No solo es una de las dos jugadoras que superó las 200 presencias en la selección de su país -la otra es Diana Matheson-, sino que es la máxima goleadora en la historia de Canadá y está a tres de alcanzar la marca de Abby Wambach, que es la futbolista que más tantos marcó en partidos internacionales a nivel de selecciones tanto en fútbol femenino como masculino.

Sinclair desarrolló su carrera cuando su selección comenzaba recién a desenvolverse en el fútbol. En el continente siempre sufrió la presencia de Estados Unidos, tricampeón mundial y el primero en coronarse en la Copa del Mundo. De hecho, en 2000, Estados Unidos le ganó por 9-1. “Canadá no ganó el Mundial ni los Juegos Olímpicos. No logra las grandes victorias explosivas como lo hizo Estados Unidos con Wambach, que tuvo muchos de estos juegos de 10-0. Eso dice algo acerca de su habilidad para anotar goles”, afirma su entrenador nacional, Kenneth Heiner-Moller. Sin embargo, no solo la elogian sus compatriotas: “Por mucho tiempo he dicho que creo que es la mejor jugadora del mundo. Ella lee el juego, da y recibe asistencias, y es peligrosa cada vez que tiene la pelota. La admiro como jugadora desde hace mucho tiempo”, confesó hace unos años Hope Solo, reconocida arquera estadounidense.

En Francia 2019, Canadá irá en busca de superar el cuarto puesto, mejor posición obtenida hasta el momento (lo logró en Estados Unidos 2003). Será el quinto mundial de la capitana, Christine Sinclair. La atacante del Portland Thorns, equipo estadounidense, en su carrera obtuvo decenas de reconocimientos: fue campeona con los tres clubes de Estado Unidos en los que jugó (el actual, Gold Pride y Western New York Flash), obtuvo dos medallas de bronce en los Juegos Olímpicos (Londres 2012 y Rio de Janeiro 2016), fue nombrada catorce veces como mejor jugadora del año en Canadá y siete veces nominada a ser mejor futbolista de la temporada por la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado).

Cuando nació su hermano, su mamá fue diagnosticada de esclerosis múltiple (EM). Esa vivencia le enseñó mucho durante su infancia, según contó. Actualmente es la presidenta de campaña de la MS Society of Canada que busca la cura para la EM y mejorar la vida de los afectados. ¿Acaso no será ese el título que mejor describe a Christine Sinclair? La asociación del fútbol canadiense, en su cuenta oficial de Twitter, la define de manera contundente: “Christine Sinclair is a legend” (Christine Sinclair es una leyenda).

Un sueño contra los prejuicios

Por Nahuel Negreti Carballo

En los suburbios de Yaundé, capital de Camerún, un grupo de chicos disfruta de jugar al fútbol en una calle polvorienta. Pero para Gaëlle Asheri no solo es diversión, su sueño es ser jugadora profesional.

Asheri, de 17 años, jugaba desde chica con sus primos en el barrio y, al ingresar a un club local, enfrentó los prejuicios de que el fútbol es solo para hombres.

“Al principio fue difícil porque yo solía entrenarme con los varones. Con ellos, había ejercicios que no podía hacer por ser mujer, como los abdominales”, dijo Asheri sobre la sensación de fragilidad que tenían sus compañeros hacia ella.

Pero en enero se inauguró la Rails Foot Academy, una academia para mujeres. Fundada por la futbolista profesional camerunesa Gaëlle Enganamouit, que participará en el Mundial Femenino 2019 que se llevará a cabo en Francia a partir del 7 de junio.

Al incorporarse a la institución, se encontró con otra realidad. “Me obligaron a trabajar duro para alcanzar un nivel en que las lágrimas se mezclaban con el sudor por la intensidad de los ejercicios. Pero con el tiempo aprendí, lo enfrenté y ahora tengo un entrenamiento completo”, manifestó Asheri.

El lunes 10 de junio, Camerún se enfrentará a Canadá por la primera fecha del Grupo E de la Copa del Mundo. Desde su casa, Asheri apoyará a su seleccionado con la esperanza de que algún día sea similar a su mentora más allá del nombre.

¿Qué fue de la selección china después de Liu Ying?

Por Franco Sommantico

El movimiento de sus pies pareció un poco dubitativo mientras se aproximaba al balón. Tal vez se distrajo con el movimiento de Scurry, si es que esta última se movió antes de tiempo. Después de todo, no había habido ningún pitido.

Así describió Gay Talese en su libro “La vida de un escritor” el penal que erró Liu Ying (o que atajó Briana Scurry) en la final de la copa del mundo de fútbol femenino de 1999. Estados Unidos y China llegaban a esa final en medio de fuertes confrontaciones políticas. Algunos meses antes, los yanquis habían bombardeado la embajada china en Belgrado mientras participaban en la ofensiva de la OTAN contra los serbios en Yugoslavia, sumando daños que alcanzaron la cifra de veintiocho millones de dólares y al menos tres muertos. Los chinos, por su parte, les respondieron de la misma manera. Atacaron con piedras y bombas molotov la embajada de Estados Unidos en Pekín, pero se quedaron cortos con los daños, ya que la cifra de lo que destruyeron rondó los dos millones de dólares. Debido a este tipo de situaciones corrió peligro la presencia del seleccionado chino en aquel mundial. Los directivos del partido chino amagaron más de una vez con suspender el viaje y abandonar la competencia como gesto político que demostrara su animadversión. Gracias al apriete de los patrocinadores, que intuían una posible final entre estos dos seleccionados y que vieron en el morbo de los enfrentamientos armados una posibilidad de llenarse los bolsillos, creyendo que eso atraería más público, hicieron lo necesario para que china participe. Y les salió perfecto, porque no solo participó sino que llegó a la final (contra Estados Unidos) y perdió por penales, para alegría de los patrocinadores, en la que fue, quizá, la definición más emocionante que se haya visto en el fútbol femenino.

Gay Talese, que ese día por casualidad estaba viendo el partido, cuenta en su libro que no podía pensar en otra cosa que en la jóven Liu Ying, que vistiendo la camiseta número trece había errado el tercer penal que permitió la victoria de Estados Unidos, con todo lo que eso significaba. Dice que sintió una tristeza inmensa por aquella joven y enseguida comenzó a preguntarse cómo continuaría su vida a partir de ese momento.

¿Con cuánto entusiasmo recibirían a esta chica en particular en china? ¿Qué le diría su familia, cuál sería la reacción de la gente que vivía en su vecindario y de los hombres que dirigían los organismos del régimen encargados de los deportes?

Sin embargo, existe una notoria contradicción entre los sentimientos que él dice haber sentido y lo que escribe algunos años después. Porque si bien al principio se puso del lado de la víctima y se obsesionó con ella hasta el punto de viajar a China para preguntarle sobre ese penal, por otro lado escribió “la tercera jugadora designada para lanzar, Liu Ying, tuvo menos suerte” ¡como si el azar hubiera influido en el tiro de Liu Ying y no los dos metros que se adelantó Briana Scurry! Gay Talese reconoció no saber nada de fútbol, ni siquiera las reglas, pero no hace falta saber algo de fútbol para darse cuenta de que lo que hizo la arquera no está permitido. Las imágenes son más que elocuentes, pero Talese, en su texto, lo pasó por alto, y hasta lo puso en duda con la frase “si es que esta última se movió antes de tiempo”. Terminó por hacerse el desentendido cuando escribió “después de todo, no había habido ningún pitido”. La única razón por la que no hubo ningún pitido (e intuyo que Talese lo sabía, pero prefirió no ponerlo) fue porque el partido se jugó en el Rose Bowl de Pasadena, en California, ante la mirada de más de noventa mil norteamericanos. La única razón, insisto, por la cual ese penal no se pateó devuelta fue porque si no ganaba Estados Unidos esa tarde se iba a armar un escándalo de película. Sea cual fuera la verdadera opinión de Talese, la pregunta que él se plantea, “¿Qué fue de la vida de Liu Ying?”, no deja de ser interesante e invita a repreguntarse lo siguiente “¿Qué fue de la selección china después de Liu Ying?”

Según el ranking confeccionado por la FIFA el seleccionado chino ocupa el puesto número dieciséis. Remitiéndonos a este ranking se podría afirmar que el fútbol femenino chino después de Liu Ying ha entrado en decadencia y perdido protagonismo. Los catorce puestos que descendió y que la misma página de la FIFA ponga en duda sus chances de avanzar de ronda son un claro ejemplo. Sin embargo, desde adentro el sentimiento es otro. Sun Wen, subcampeona del mundo en 1999 y bota de oro, dice en una entrevista para FIFA TV que al recordar el penal de aquella tarde tiene sensaciones encontradas: “Espero que las próximas generaciones puedan llevar a cabo nuestro sueño, dice, quizá algún día se coronen campeonas y levanten el trofeo”. Para los chinos es importantísimo el desarrollo de las categorías juveniles porque están convencidos de que esa es la manera de seguir adelante. Un ejemplo que denota la importancia que le dan y expone la manera de pensar en términos de igualdad que tienen es el primer acercamiento de Sun Wen al fútbol, cuando apenas tenía nueve años y estaba en el colegio. “Un profesor nos pidió que jugáramos todos juntos al fútbol, -dice- tanto varones como mujeres. El profesor de la clase vio lo mucho que amábamos jugar al fútbol y nos pidió que compartiéramos en un torneo que se llevaba a cabo en la ciudad”. De ahí siguió jugando hasta que se convirtió en profesional (el fútbol femenino ya era profesional). Ahora es entrenadora y se ocupa de fomentar el deporte y su desarrollo.

Si las chinas se sienten con posibilidades de ganar, pese al amargado pronóstico que auguró la FIFA para ellas, gran parte es por la presencia de su jugadora estrella Li Ying. Con la diez en la espalda fue fundamental para la clasificación a este mundial y para el tercer puesto que lograron en la Copa Asiática de 2018, donde marcó siete goles en cinco partidos. Cuando Liu Ying erró el penal aquella tarde de julio de 1999, Li Ying tenía apenas tres años. Desconozco si durante su juventud habrá cargado con el estigma de llamarse casi igual que su desafortunada compatriota. Esperemos que, si así fuera, logre redimirse. Después de todo su compatriota se llamaba Liu Ying, con u al final. Quizá en esa u radicaba la mala fortuna de la que hablaba Gay Talese y, en el hipotético caso de que a Li Ying le toque patear un penal, imagino que podrá convertirlo, a menos que la arquera se adelante y no se oiga ningún pitido.

Nueva Zelanda dio el gran salto

Por Paula Serricchio

Nueva Zelanda debutó internacionalmente en la Copa Asiática femenina de la AFC en 1975, torneo en el que se terminó proclamando campeón. Desde entonces, ha ganado en cinco ocasiones el Campeonato Femenino de la OFC y ha participado en cuatro oportunidades en la Copa Mundial, aunque nunca pudo superar la fase de grupos.

A pesar de varias ausencias notables por lesión, Nueva Zelanda volvió a dominar la Copa Femenina de Naciones de la OFC disputada en noviembre de 2018. Las Football Ferns retuvieron la corona por cuarta edición consecutiva, tras ganar los cinco partidos del torneo, anotando la increíble cifra de 43 goles sin conceder ninguno. La victoria por 8-0 ante Flyi en la final selló su billete a Francia.

De esta manera, la selección pentacampeona y defensora del título de Oceanía partirá rumbo a Francia como gran favorita. Tras haberse retirado un par de jugadoras y haber cambiado dos veces de seleccionador en poco tiempo, las Football Ferns han contratado al reputado Tom Sermanni, ex seleccionador de Estados Unidos y Australia, para enderezar el rumbo.

Uno de los principales focos del equipo ‘kiwi’ es su estrella, Ali Riley, capitana de Nueva Zelanda desde 2017, quien será una de las jugadoras más veteranas y experimentadas en Francia 2019. Riley, de 31 años de edad, se aproxima a su cuarta Copa Mundial femenina,  al sumar 123 partidos desde que debutó con 19 años en 2007, como también  tres Torneos Olímpicos en una prolífica carrera. Esta defensora inagotable ha tenido, además, una brillante trayectoria en clubes de EEUU, Suecia e Inglaterra.

La jugadora mundialista cuenta con antecedentes para que los neozelandeses sueñen en grande: creció en Los Ángeles y asistió a la Universidad de Stanford, donde ganó un título nacional, aún así, debido a que su padre es habitante de Nueva Zelanda, Riley representó a dicho país en el nivel Sub-23 antes de unirse oficialmente al equipo senior en 2007.

La capitana de Nueva Zelanda es consciente de la presión que ejerce sobre su equipo para ganar un partido en la Copa Mundial Femenina del próximo mes en Francia, pero cree que no es nada comparado con haber pasado gran parte de su carrera luchando por el reconocimiento del equipo y el deporte de la mujer.

En mayo del 2018, el Fútbol de Nueva Zelanda y la Asociación de Futbolistas Profesionales de Nueva Zelanda (NZPFA) anunciaron su unión para completar su Acuerdo de Negociación Colectiva (ACB) y convertirse en la organización deportiva nacional líder en acordar equidad para los equipos nacionales de hombres y mujeres, que ofrecerán cuatro factores clave tanto para los futbolistas de élite masculinos como para los femeninos: premios en metálico iguales, derechos iguales para el uso de imágenes y, sobre todo, paridad salarial y en los viajes al representar a Nueva Zelanda.

De esta manera, con seis jugadoras en el equipo de Tom Sermanni acumulando más de 100 partidos cada uno, otras dos en los años 90 y seis más en más de 50 juegos, Riley sintió que este era el mejor equipo en el que ella había participado.

Nueva Zelanda, donde además de Ali Riley del Chelsea, recientemente semifinalista de la UEFA Women’s Champions League, se destacan el regreso de la goleadora Hannah Wilkinson y Betsy Hassett, quien fuera elegida la mejor jugadora de la Copa de las Naciones de Oceanía en 2018, bajo la conducción de Tom Sermanni, competirá no solo contra las demás selecciones en el Mundial de Fútbol Femenino de Francia 2019 sino también contra sus propias limitaciones, ya que nunca pudo pasar la fase de grupos.

Una máquina de ganar y de derribar prejuicios

Por Salvador Rifourcat

“¿Me creerías si te digo que ganamos tres Eurocopas? Bueno, ganamos ocho. Cuando ganamos nuestro primer título, de premio nos dieron un juego de té. Desde que comenzamos no hemos jugado sólo contra nuestros rivales, sino también contra los prejuicios”.

Frases como estas se pueden escucharse en el spot que hicieron las jugadoras de la Selección de Alemania previo al mundial de Francia.

Que una potencia como Alemania haga un video proponiendo un fuerte mensaje en contra de la discriminación hacia la mujer en el fútbol no es casualidad. La desigualdad entre géneros es un aspecto muy presente y que hay que erradicar de inmediato.

En Alemania, las jugadoras fueron perseguidas y denunciadas desde el primer momento que se quiso crear un equipo femenino de fútbol. En 1955, la Federación Alemana de Fútbol (DFB) votó de forma unánime la prohibición de la disciplina para el género, ya que consideraban a la combatividad del deporte como algo fuera de la naturaleza de la mujer. A pesar de esto, las mujeres alemanas no se quedaron quietas y formaron un seleccionado que se enfrentaba a otros países de manera informal y tan solo un año después de esa votación jugaron su primer partido. En 1970, luego de años de lucha y de jugar de manera no oficial, se revocó esta regla en un congreso de la DFB. Para ese entonces se estimaba que entre 40 mil y 60 mil mujeres practicaban este deporte de manera subversiva en equipos sancionados por la organización.

Desde ese entonces, el país germano es uno de los máximos exponentes a nivel mundial. Además de las ocho Eurocopas, ganó dos Mundiales de forma consecutiva (Estados Unidos 2003 y China 2007) y tiene una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de 2016. “No tenemos pelotas, pero sabemos cómo usarlas”, acotan en el video de un minuto y medio, y dejan bien en claro que saben usarlas.

A pesar de todos estos logros, las jugadoras dejan bien en claro su desinterés por ser conocidas o famosas. Ellas juegan por el amor a la camiseta y lo que las mueve es el hecho de representar a un país entero dentro de una cancha. “Probablemente no nos conozcan, pero está bien, no tienen que saber quiénes somos. Solo deben saber qué queremos. Queremos jugar nuestro propio juego a nuestro propio ritmo”, denuncia la número 9 y goleadora del seleccionado, Alexandra Popp.

Las jugadoras son dirigidas por Martina Voss-Tecklenburg, ex jugadora que tomó el cargo de técnica a principios de este año. Su máximo emblema es Lena Goebling, quien lleva más de 100 partidos y más de una década defendiendo los colores de Alemania. Actualmente juega en el VFL Wolfsburg de la liga local. La 10 del equipo es Dzsenifer Marozsán, que se desempeña en el Olympique de Lyon de Francia, reciente campeón de la Champions League (venció al Barcelona 4-1) y considerado el mejor equipo del mundo en la disciplina y en el que también juega la argentina Soledad Jaimes.

En el próximo mundial van en busca de alzar la copa por tercera vez, e igualar el récord de Estados Unidos (1991, 1999 y 2015). Su debut es el 8 de junio ante China por la primera fecha del grupo B, el cual compartirán con España y Sudáfrica, un grupo bastante accesible para la selección alemana.

Una camada para la historia

Por Mauro Vito

Chile es un país donde el fútbol femenino recién tiene cuatro jugadoras profesionales -Daniela Pardo, María Francisca Mardones, Nicole Fajre y Marcela Pérez, todas del campeón vigente de la primera división, Santiago Morning- y donde la desigualdad con la competición masculina es muy notoria como en toda Latinoamérica, tanto salarial como profesional.

En ese contexto y de la mano del entrenador José Letelier, exfutbolista y exentrenador de Colo Colo femenino, la selección hizo historia y se clasificó por primera vez a un mundial, al obtener el subcampeonato en la Copa de América 2018, algo que no conseguía desde 1991.

En total 23 chicas viajarán a Francia para enfrentarse en el grupo H a Suecia, Estados Unidos (vigente campeón) y Tailandia. De esas 23, 14 mujeres juegan en el extranjero, es decir que ocho futbolistas que van al mundial juegan en el fútbol local y no tienen un contrato profesional en los clubes donde compiten cada fin de semana, ya que la única excepción es Daniela Pardo.

Sin embargo, si retrocedemos once años en la historia y nos situamos en la sub 20, la selección chilena participó de un mundial anteriormente por ser el anfitrión en 2008. Aquella selección integró el grupo denominado “de la muerte” junto con Nigeria, Inglaterra y Nueva Zelanda. En ese Mundial las locales perdieron los tres partidos. A pesar de eso, se lo considera como el quiebre, cuando nace una nueva camada de jugadoras, cuando se comienza a escribir este camino hacia Francia 2019. Ahí se destacó la gran arquera chilena que hoy juega en el París Saint-Germain, Christiane Endler, que a pesar de que le convirtieron ocho goles en aquella copa, terminó como segunda mejor arquera.

Por el momento, ese mundial sub 20 de local era el único jugado en la rama femenina. De esas 21 jóvenes que defendieron a La Roja, cuatro van a estar presentes 11 años más tarde en la primera Copa del Mundo de la selección mayor en Francia 2019, cuatro nombres liderados por la arquera Christiane Endler (París Saint-Germain), las dos volantes Karen Araya (Sevilla) y Daniela Pardo (Santiago Morning) y la delantera Daniela Zamora (Universidad de Chile).

Además de la medalla de bronce en fútbol masculino sub-23 conseguida en los Juegos Olímpicos Sidney 2000, las chicas sub-15 consiguieron el oro en los primeros Juegos de la Juventud en 2010 en Singapur, aunque hoy en la selección no aparece ninguno de esos apellidos que consiguieron la primera presea dorada en el mundo del fútbol.

La lucha por mejores condiciones en el fútbol avanza a gran escala, ya con cuatro profesionales. Además, el 7 de mayo la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino en Chile (ANJUFF) anunció que se oficializó el proyecto de “seguro médico universal” para todas las jugadoras de la categoría mayor de Primera y Segunda División del Campeonato Nacional, un plan que beneficiará a todas las futbolistas que participan del campeonato, ya que muy pocos clubes se comprometían a dar garantía de esto a las jugadoras.

Mala gestión, falta de seguimiento y entrenamiento, y la no profesionalización, debieron superar las jugadores para que recién en 2018 Chile puedan clasificarse a un Mundial. Muchas de las chicas trabajan y estudian, tienen un título o están en proceso, pero en algún momento tienen que parar un poco la pelota y pensar que van a hacer en el futuro, si seguir con su sueño detrás de la pelota y esperar a que algún día se dignen a pagar salarios o resignarse y dejar la redonda a un costado.

Australia es una explosión de fútbol

Por Ignacio Maida

La Selección Nacional de Australia –más conocida  como The westfield Matildas o, simplemente, The Matildas– es el equipo oceánico con más participaciones, junto con China, en el Mundial de Fútbol Femenino. Con su participación en el Mundial de Francia llega a su séptima presencia en la máxima cita (solo se perdió la primera edición en China 1991).

The Matildas son las grandes responsables del enorme crecimiento que está reflejando el fútbol femenino en ese país. El desarrollo es tal que, hoy en día, es el primer deporte por encima del rugby, football australiano y el cricket; ya que 250 mil australianas practican el deporte de forma profesional o amateur.

Su liga es la W-League, que es integrada por nueve clubes- siete de ellos tienen equipo masculino- y se juega a 14 fechas, de octubre a enero, en las que los cuatro mejores acceden a una post-temporada a eliminación directa en un solo partido. El actual campeón es el Sydney FC.

Dicha competición se juega desde el 2008 con planteles que van desde 20 a 26 jugadoras. Muchas de las integrantes de estos equipos firman por una temporada para tener la posibilidad de migrar a equipos del exterior una vez que concluye la liga local y así no perder rodaje.

Si bien desde el principio de la W-League las jugadoras recibieron remuneración por su trabajo, recién en el año 2017 se estableció un contrato de trabajo que fijo el salario mínimo (11,334 dólares australianos) que es 24 veces superior al de sus partes en argentina.

Al igual que nuestro país, Australia se postuló como sede del próximo mundial de la disciplina, a disputarse en 2023. La expectativa es que The Matildas logren una gran actuación este año en Francia para que el deporte siga creciendo y el nivel local suba, lo que tal vez ayude a que sea elegida como sede.

La jugadora clave del equipo es su capitana, Sam Kerr, que a sus 25 años ya es la máxima anotadora histórica de la W-League y de la liga estadounidense (National Women’s Soccer League, NWSL). Además estuvo en dos oportunidades entre las finalistas para el premio FIFA a la mejor jugadora del año.

Otras jugadoras trascendentales que acompañaran a Kerr son:

  • Lydia Williams, la arquera titular de 31 años que se desarrolla desde hace tiempo en la NWSL
  • Lisa De Vanna, la delantera de 35 años y máxima goleadora histórica de la selección. Además es la que más veces vistió la camiseta australiana del plantel.
  • Steph Catley, la joven defensora y segunda capitana, posee gran experiencia en la NWSL y se destaca por su porte físico y su seguridad. Emily Van Egmond, Elise Kellond-Knight y Hayley Raso son otras de las futbolistas claves de este plantel.

Si bien en el último año les ha tocado pasar por convulsiones, tanto deportivas como estructurales, por problemas entre el cuerpo técnico y sus dirigidas; el combinado australiano logró hacer una gran fase de clasificación con su estilo de juego rápido, fuerte y dinámico que le permitió adaptarse al tipo de partido que le planteara el rival y clasificar al Mundial.

La Selección Australiana compartirá el Grupo C con Brasil, Italia y Jamaica. Las dirigidas por Ante Milicic llegan 6° en el ranking FIFA y como las flamantes campeonas del Torneo de las Naciones, en el que vencieron a Argentina, Corea del Sur y Nueva Zelanda.

 

Homare Sawa, la leyenda japonesa

Por Federico Bajo

Nadie jugó más mundiales de fútbol que ella. Solo la brasilera Formiga logró alcanzar las seis participaciones oficiales e igualar su récord, que incluso supera las cinco presencias en la Copa del Mundo de otras figuras como Rafael Márquez, Lothar Matthaus o Gianluigi Buffon.

    Con 164 centímetros de estatura, 205 partidos disputados con su selección y 83 goles convertidos, se retiró en 2016 convertida en una leyenda. Sin embargo, aún hoy no se puede explicar al seleccionado femenino de Japón sin conocer primero a Homare Sawa porque, como explicó Norio Sasaki, ex entrenador del equipo asiático que fue campeón del mundo en 2011 y subcampeón en 2015: “Ella describe perfectamente el tipo de fútbol que tratamos de alcanzar”.

    Sawa empezó a jugar al fútbol a los 6 años con sus hermanos y a los 12 debutó en la primera división de la liga japonesa. En 1993, cuando tenía 15, vistió por primera vez la camiseta de su país y a partir de ahí sería protagonista de los máximos logros del fútbol nipón. Disputó la final del Mundial de Canadá 2015 en la que cayeron ante Estados Unidos y también estuvo en la obtención de la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, aquella competencia a la que viajaron en clase turista mientras sus pares masculinos lo hacían en primera clase.

    Sin embargo, el momento de mayor gloria ocurrió un año antes, en el Mundial de Alemania 2011. En la final ante Estados Unidos, Sawa marcó, de taco, el gol para empatar el alargue 2 a 2 y llevar la definición del título a los penales en los que las asiáticas se impusieron por 3 a 1. En ese certamen la japonesa también terminó como goleadora con 5 tantos y alcanzó una popularidad inédita al ser elegida mejor jugadora del mundo. El día de la partida al país europeo, solo había 10 periodistas en el aeropuerto, pero a la vuelta eran 260 los trabajadores de prensa que las esperaban y alrededor de 400 fans. Incluso algunos hinchas acamparon en la puerta de la casa de Sawa.

    Aquel campeonato del mundo fue un punto de inflexión para el fútbol femenino japonés que en la actualidad es potencia mundial y cuenta con una liga profesional, pero que comenzó en 1966 en una escuela primaria de Kobe, con ocho jugadoras por equipo, en canchas con dimensiones menores a la de los hombres, menos tiempo de juego y en el que las recepciones con el pecho estaban prohibidas.

    La selección femenina de Japón logró el mayor hito futbolístico para su país, tanto masculino como femenino, en el año más trágico para la tierra del sol naciente: un terremoto y un tsunami dejaron alrededor de 20 mil muertos y muchas ciudades destrozadas. Antes de cada partido de la Copa del Mundo, el entrenador, Sasaki, les mostraba videos de la catástrofe a sus dirigidas. Muchas de esas imágenes fueron filmadas por los propios ciudadanos que desde la terraza de los edificios veían cómo el agua se tragaba todo a su paso.

    La selección, que debutará el 10 de junio con Argentina, es conocida como Las Nadeshiko. El apodo, que surgió en 2004 cuando la Federación convocó a la población a un concurso para elegir un sobrenombre con el que se conocería al seleccionado, es el nombre de una flor que crece en Europa y el este de Asia. Aunque también es el término utilizado para definir a la “mujer de excelencia”, amable, trabajadora, que dedica su vida a su familia y marido, y que, principalmente, no busca la felicidad personal. “Nadeshiko – adorable hasta que mueran”, definió la periodista Kaori Shoji en el periódico The Japan Times.

    A Francia 2019 el plantel, que será dirigido por Asako Takakura, ex jugadora del seleccionado, llegará en un periodo de recambio. Con un promedio de edad de 24 años, Japón contará con cuatro futbolistas campeonas del mundo sub 20 en el Mundial del año pasado que también se disputó en ese país.

    Esta vez Homare Sawa no estará dentro de la cancha vistiendo la camiseta azul, pero dejó el camino marcado para las nuevas generaciones. En cada gambeta y en cada gol vivirá el estilo de juego de aquella talentosa número diez que comandó a sus compañeras a hacer historia y demostró que en el país asiático, que ocupa el puesto 110 del Índice de Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial, había una mujer que estaba interesada en ser algo más que una Nadeshiko: Sawa quería jugar a la pelota.

 

Asisat Oshoala, la rebelde de Nigeria

MONTREAL, QC - AUGUST 24: Asisat Oshoala of Nigeria watches the ball descend during the FIFA Women's U-20 Final against Germany at Olympic Stadium on August 24, 2014 in Montreal, Quebec, Canada. Photo by Richard Wolowicz/Getty Images)

Por Lucila Ferreyra

Su cultura decía que debía recibirse en alguna universidad, casarse y tener hijos. Esas eran sus responsabilidades, su trabajo, para eso decían que había nacido. Pero ella no quería seguir las normas impuestas en las que el deporte era solo  para hombres, lo único que le importaba era jugar al fútbol.

En el país donde miles de mujeres son secuestradas, violadas y víctimas del tráfico sexual. Una joven quiso seguir su sueño, arriesgarse. Le pidió una sola oportunidad a sus padres y no la desaprovechó.

Es la nigeriana Asisat Oshoala quien fue elegida como la mejor futbolista de su continente en 2014, 2016 y 2017 y participará junto al Seleccionado nigeriano en el Mundial femenino de Francia tras ganar el Campeonato de la Confederación Africana de Fútbol (CAF).

Actualmente juega en el Barcelona. Oshoala llegó al club para reforzar al equipo y conseguir la UEFA Women’s Champions League en donde la nigeriana anotó el único gol de su equipo en la final que terminó 4 a 1 a favor del Olympique de Lyon, que ganó por cuarta vez consecutiva.

El camino para ser lo que es hoy no fue fácil. Su familia la quería obligar a seguir las costumbres de su país y cuando ella decidía ir a jugar al fútbol en el centro educativo que estaba en frente de su escuela, su madre no le daba dinero para comer a modo de castigo. Oshoala se iba a dormir con el estómago vacío pero feliz de hacer lo que amaba.

En 2009, Oshoala vio a un grupo de mujeres pertenecientes al Club Robo, que competían en un torneo estatal, hizo una prueba, el entrenador quedó impresionado y rápidamente se unió al equipo. Así pudo comenzar a participar de campeonatos pero sin el apoyo de su familia.

Dos años después ya formaba parte de la Selección de Nigeria con apenas 15 años. En 2013 pasó por Rivers Angels, uno de los equipos más importantes del país, luego el Liverpool Ladies, Arsenal y el club chino Dalian Quanjian FC. Hasta que fue cedida al club español.

Ahora la futbolista organiza una fundación que lleva su nombre en el que niñas de Lagos, su estado natal, practiquen el deporte, las familias puedan replantearse la idea de que las mujeres no deben realizar deportes y que haya una sociedad nigeriana más libre.

 

Francesca Kirby, la goleadora que quiere el título para la igualdad

Martín Fernández

Una de las figuras del conjunto inglés es Francesca Kirby, la delantera de 25 años que actualmente juega en el Chelsea. Nació en Reading el 29 de junio de 1993 y debutó en la máxima categoría del club homónimo a los 16. “Tengo videos de cuando tenía tres años con una pelota de fútbol y eso era todo lo que quería tener. Al volver de la escuela, improvisaba unos arcos con abrigos y jugaba en la calle”, narró Kirby para Nike. Así fue hallada a los siete años por un reclutador de Reading, y desde entonces pasó a formar parte del club.

La muerte de su madre cuando tenía catorce años dio inicio a una depresión que la afectó por mucho tiempo. Francesca era muy cercana a su madre, según declaró a The Guardian en 2014. Era ella quien la apoyaba y acompañaba, por lo que su repentina muerte por una hemorragia cerebral generó un vacío que le resultó difícil de llenar en plena adolescencia. Cuando cumplió diecisiete años decidió dejar el fútbol, por lo menos por un tiempo. Se fue de Reading, dejó de entrenar con el seleccionado Sub-19 de Inglaterra y declinó una beca universitaria para ir a jugar a Estados Unidos. Así pasó un año, el cual aprovechó para liberarse de la presión de una carrera profesional y volvió a enamorarse del fútbol jugando en una liga local de Reading. “Me di cuenta de que ya me había divertido mucho en ese tiempo. Pensé que ya estaba lista, que era momento de volver y convertirme en la mejor jugadora que puedo ser, que es lo que a mi mamá le habría gustado que hiciera”, declaró Francesca en la BBC en 2015.

En la temporada 2012/13 volvió a jugar en Reading, con quien obtuvo el ascenso a la segunda división de Inglaterra, y fue la máxima goleadora del certamen convirtiendo 33 de los 54 goles del equipo en 18 partidos. A principios de 2014, Kirby firmó su primer contrato con Reading y se convirtió en la primera jugadora profesional en la historia del club. Ese año, el equipo finalizó tercero en la tabla final de la segunda división inglesa y la goleadora del torneo fue nuevamente Fran Kirby con 29 goles. El gran desempeño de la joven de 21 años que apenas medía 157 centímetros llamó la atención de los equipos de primera, por lo que, luego de convertir 11 goles más en el primer semestre con Reading, en julio de 2015 arribó a Chelsea.

En su llegada al equipo londinense debió ser espectadora de cómo su nuevo equipo obtuvo su primer trofeo mayor de fútbol femenino, la FA Cup. El 9 de agosto de 2015 hizo su debut convirtiendo el último gol de la victoria frente a Birmingham 4 a 0 por la décima fecha del torneo. Chelsea terminó primero en la tabla y obtuvo su primer título de primera división, torneo en el cual Kirby disputó cinco partidos y convirtió cuatro goles. Además, esa temporada fue la autora del primer gol del club en toda la historia de la Champions League en la victoria 1 a 0 frente a Glasgow City.

La carrera de la joven figura inglesa enfrentó un nuevo desafío en 2016: las lesiones. El 25 de mayo, a pesar del dolor, continuó jugando luego de haber chocado con su rodilla, hasta el punto de no poder caminar. Fue entonces cuando descubrieron que tenía una fractura y un edema óseo, por lo que estuvo ocho meses fuera de las canchas. Luego, cuando estaba por volver a jugar, sufrió una tendinitis rotuliana y un esguince de tercer grado en uno de sus tobillos, por lo que su regreso tuvo que esperar un par de meses más. El 21 de mayo de 2017, casi un año después de su último partido, Fran Kirby entró en el segundo tiempo y convirtió dos goles en la victoria frente a Sunderland. La delantera anotó seis tantos en los últimos cinco partidos de este torneo, que terminó en junio para sincronizar las temporadas femeninas con las masculinas.

Fran Kirby tenía mucho que demostrar todavía, y en la temporada 2017/18 lo haría. Chelsea repitió el doblete obtenido en 2015 al quedarse con el trofeo de la FA Women’s Super League y de la FA Womens Cup, y llegó hasta las semifinales de la Champions League. Todo esto gracias a la pequeña delantera que convirtió veinticinco goles entre todas las competencias. Su desempeño le valió para ganar el premio a mejor jugadora y mejor jugadora joven de la Primera División de Inglaterra, además de quedar nominada para la entrega del primer Balón de Oro Femenino en 2018. En la última temporada, si bien el Chelsea terminó tercero en la FA WSL y cayó en semifinales tanto de la FA Cup como de la Champions League, Kirby, a pesar de nuevas lesiones, aportó su cuota goleadora al finalizar con 18 goles.

“Crecí soñando con jugar para Inglaterra. Cuando tenía once años estaba sentada viendo los partidos, admirando a las jugadoras. Quería ser una de ellas para inspirar a las jóvenes y mostrarles que todo el trabajo duro puede ser recompensado”. El sueño de Fran Kirby se cumplió. Su primera convocatoria al seleccionado nacional de Inglaterra fue en junio de 2014, cuando ella aún jugaba en Reading, por lo que fue la primera jugadora inglesa convocada perteneciente a la segunda división de dicho país. Sin embargo, su debut sería efectivo recién en agosto de ese mismo año en la victoria 4-0 frente a Suecia, partido en el cual convirtió el segundo gol del conjunto británico.

Con Fran Kirby como potencial figura, las “Leonas” llegaron a las semifinales del mundial de Canadá 2015 y de la Eurocopa 2017 en Holanda. Sin embargo, la hoy consolidada estrella del Chelsea, sostuvo que esperan ganar este año en Francia para mostrar el crecimiento del fútbol femenino en Inglaterra. “Este es el mayor problema. Estamos haciendo el mismo trabajo que los hombres pero nosotras no estamos llenando los estadios en cada partido, por lo que es difícil enfrentarse a este argumento a la hora de hablar sobre la igualdad de pagas y contratos. Las jugadoras en Estados Unidos tienen este conflicto pero ellas llenan estadios, obtuvieron el último mundial y tienen a varias de las mejores jugadoras del mundo. Para poder estar en la misma situación tenemos que ganar en Francia y seguir creciendo tanto dentro como fuera de la cancha”, sentenció Kirby para The Guardian.

Inglaterra llega como una de las candidatas a ganar el título, con jugadoras experimentadas y confiadas. Luego de participar en mundiales anteriores y ganar la SheBelieves Cup a principio de año, Fran Kirby quiere jugar de la mejor manera para que las jugadoras inglesas sigan demostrando que pueden llegar a estar al nivel del fútbol masculino.