sábado, diciembre 28, 2024
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Javier Conte, la mente detrás de la dupla Majdalani-Bosco

Por Juan Graib, Laureano Vergara, Lautaro G. Dietze, Gianfranco Gomes y Valentín Köstler

Días después de someterse a una cirugía, Javier Conte interrumpió su reposo para atender una llamada. Atrás había quedado la hazaña de París, en la que entrenó a Eugenia Bosco y a Mateo Majdalani para llevarse la medalla de plata en los Juegos Olímpicos. Darle un nuevo galardón a la vela argentina después de ocho años no fue una tarea fácil ni rápida. Dos meses después del proceso, los viajes, gestiones y preparaciones lo llevaron de nuevo a su Argentina natal.

“Ellos estaban en Europa, viven allá y yo acá”, explicó Conte, sobre cómo llegó a ponerse el buzo de entrenador de la Selección, en 2022. “Mi primer viaje fue en marzo para el trofeo “Princesa Sofía”, que es uno de los primeros campeonatos del año en España, donde generalmente se arranca la temporada”.

– ¿Vos los conocías de antes?

– Los conocía de vista y de haber compartido el Panamericano de Lima, donde yo estaba compitiendo en Lightning y ellos en Nacra 17. Los conocí esa semana pero la verdad que no había mucha interacción porque cada uno estaba en su campeonato.

A la Selección Argentina llegó con la experiencia de haber sido bronce en Sidney 2000 y de haber ido a Atenas 2004 y Beijing 2008. Después de haber sido Subsecretario de Deportes de la Nación en la Secretaría de Deportes de Argentina y haber trabajado en el ENARD, entrenó equipos de afuera como Estados Unidos y Alemania. Con 11, la vela es el segundo deporte que más medallas olímpicas le dio a Argentina, después del boxeo, y Conte armó un equipo para reafirmar ese título.

– ¿Cómo conformaron el cuerpo técnico para París 2024?

– Estuvo Horacio Anselmi como preparador físico, que es uno de los mejores o el mejor de Argentina. Ha entrenado a jugadores como Maradona, Sabatini, Del Potro. Después en la parte cognitiva y mental está Daniela Barghini, que trabaja reflejos y más con los pilotos de autos, en un centro de alto rendimiento dentro del Autódromo. Por algunos periodos iba a Europa a hacer un trabajo presencial con los chicos. También Estanislao Bardach en la parte mental, que lo sumamos a último momento, faltando 5 o 6 meses para los Juegos. Teníamos al meteorólogo español Miguel Sánchez, que trabajó en la Copa América y demás. Es un amigo y era entrenador de la Clase 470 de España cuando yo competía. Después tenemos personas con las que trabajamos los foils, los timones, los perfiles y demás, que viven en Bélgica. Terminamos siendo un equipo bastante grande. Los kinesiólogos que eran parte del staff de la Federación Argentina de Yachting, que en determinados campeonatos contábamos con ellos y en los Juegos también. También estuvo Gonzalo Pollitzer, con quien trabajamos para escanear las velas para ver cuáles usar para los Juegos Olímpicos. No me quiero olvidar de nadie. Ese era el grupo más grande, que en determinados momentos iban ingresando o saliendo de nuestra planificación. Obviamente, algunos son más permanentes como los preparadores físicos y los nutricionistas.

– ¿Los demás países también tenían un complejo grupo de trabajo?

– Yo creo que tienen equipos formados, tal vez no individualmente por categoría, sino algo más general, como psicólogos que dependen de la federación, preparadores físicos para todas las categorías olímpicas. Creo que la parte cognitiva fue un diferencial que nosotros trabajamos, que la mayoría de los otros no. Calculo que el escaneo de velas y de foils todos lo hacen, pero no sé si tan minucioso como nosotros, porque teníamos un equipo grande. A grandes rasgos, todos los equipos tienen un sistema bastante parecido, después está la calidad de cada uno de los profesionales de hacer mejor o peor su trabajo. La gran diferencia acá fue que era particularmente para este equipo porque la FAY no contaba con una estructura así de trabajo.

– ¿Cómo encaran las preparaciones en el tiempo?

– Tal vez uno no los cuenta por semana calendario, porque a veces no sabemos ni en que día estamos de la semana. Nosotros navegamos alrededor de 22 y 25 días por mes. El gimnasio se hacía seis veces por semana, la parte cognitiva se hacía una o dos veces por semana, la parte psicológica una vez. Salvo en determinados periodos como en campeonatos, donde se intensifican algunas actividades y se relajan otras. Básicamente, en una campaña olímpica de cuatro años tenés que navegar, en promedio, entre 200 y 240 días al año en el agua.

– ¿Se pisa la preparación de los campeonatos Mundiales y Panamericanos con la de los Juegos Olímpicos?

– Nosotros tenemos Campeonatos del Mundo todos los años, a diferencia del fútbol que es cada cuatro o de otros deportes, que es cada dos. Depende los calendarios internacionales, muchas veces el Panamericano cae en una fecha bastante complicada porque se suele superponer con el Test Event, que es el evento de prueba de los Juegos Olímpicos que es en el mismo lugar. Misma marina, mismo comité de regatas. Es una prueba general que se suele pisar o están muy cerquita de fechas, por lo cual obviamente el objetivo final es el Juego Olímpico”.

“Muchas veces, al Panamericano no se va con todas las herramientas o con el pico de rendimiento ahí sino que es un evento más. Es importantísimo, un entrenamiento más. Entendemos que a Argentina le interesa muchísimo más que los Juegos Olímpicos porque se traen muchas más medallas; es un evento más fácil y muchas veces es clasificatorio por país para la plaza de los Olímpicos. En nuestro caso era así también, pero nosotros ya habíamos clasificado por el Circuito Mundial. Entonces, para nosotros el Panamericano no tenía una doble función”, afirmó Conte, sobre la importancia de la competencia continental a largo plazo. 

En Chile 2023, la dupla Majdalani-Bosco se llevó el oro, como vaticinio de lo que iba a pasar en la cita olímpica. Sobre esa ocasión, Conte explicó que no fueron con el barco con el que iban a correr a París, porque “había que sacarlo de Europa; mandar containers, enviar un mes antes el barco, quedarnos sin él en Europa para la preparación, los campeonatos y la gira. Entonces fuimos con un barco muleto por así decirlo, aunque tratamos de hacerlo lo más parecido al que íbamos a usar. Siempre se intenta ir e ir con lo mejor, pero muchas veces pasa que se decide ir con la ‘Tripulación 2’ de Argentina, no la que va a ir a los Juegos Olímpicos, porque ahí sí se superponen en fechas y es más importante ir al Test Event que al Panamericano”.

– ¿Creés que el ir a vivir a Europa fue un paso clave en el éxito olímpico para Majdalani y Bosco?

– Si. Nuestro circuito es muy parecido al circuito tenístico, donde una o dos veces por mes tenés un Grand Slam y después hay torneos satélites en el medio. Toda la gente que está en el circuito olímpico hace todos los campeonatos y va moviéndose por ahí. Casi todo es en Europa, salvo algún campeonato del mundo que haya ganado la sede algún otro país por fuera de ahí. Entonces el estar ahí es mucho más sencillo que hacerlo desde Argentina por un tema logístico. 

Conte, que vivió en Europa antes de ser el entrenador de la selección, habló de las ventajas que brinda el circuito europeo: “las distancias son cortas: uno agarra el barco con el trailer y se va manejando a los diferentes campeonatos. Por lo general están ordenados de una manera que arrancás desde España, en Barcelona. Hacés Palmas de Mallorca, después vas bajando la costa del Mediterráneo hasta Italia y ya en la segunda mitad del año, donde las temperaturas son más amigables, se sube para el norte y tenés Holanda, Alemania, Inglaterra, toda la zona norte. Están ordenados de una determinada manera que se puede ir de campeonato en campeonato en distancias relativamente cortas, manejando y llevando el barco. El beneficio que se obtiene es logístico y el poder estar más tiempo navegando con el grueso de la gente buena, de todos los que hacen campaña olímpica”

“Si estás acá, perdés los días de vuelo, llegás cansado, igualmente tenés que agarrar el auto y manejar desde la base del barco hasta la ciudad del campeonato determinado momento”, dijo Conte, comparando la competencia del viejo continente con la de Argentina. “Los tiempos muertos se hacen mucho más complicados. No tenés oportunidades de acordar entrenamientos en conjunto con equipos de allá y te perdés un sparring de primer nivel”. 

– ¿Qué tanto influyen en la disciplina las distintas crisis económicas que sufrió el país?

– Influyen un montón. Cuando el país está mal, hay menos apoyo y cuando está mejor, hay más en general. También depende de la política de cada gobierno, hay algunos que apoyan más y otros que menos. Hay momentos más complicados y otros menos complicados en tema de presupuesto. Parte del éxito de una campaña parte de contar con los recursos para poder hacer porque uno puede planificar y saber lo que puede hacer pero si no están los recursos económicos y la inversión, en este caso del estado porque son deportes amateurs, es muy difícil poder lograr un objetivo, casi te diría imposible si no se cuenta con los recursos para hacer una preparación adecuada. Esa preparación implica desde viajes al exterior para que los atletas se preparen, hasta tener los recursos para poder pagarles a los profesionales adecuados para tener un buen equipo. 

– ¿Hay ciertos clubes con mayor ventaja económica?

– No, no. Hay clubes más fuertes que otros porque tienen mayor cantidad de socios y mejor infraestructura, pero cada club se mantiene con la cuota social y algunos tienen la posibilidad de contar con sponsors. Hay clubes que cuentan con más recursos por la cantidad de socios que tienen. Hay clubes muy fuertes en Argentina: el YCA, el Náutico San Isidro, CUBA, San Fernando, el Barlovento, que es chico, exclusivamente de Vela, pero los otros que te nombré son multideportivos. Los clubes se mantienen con cuota social y con las amarras que cobran por tener los barcos dentro de él y por eso hay algunos que tienen más recursos. No es una cuestión de presupuesto la Vela, no pasa tanto por ahí en el nivel inicial, es más de tener los entrenadores correctos y poder planificar de una manera adecuada. 

– ¿Qué otras cuestiones suman, además del poder entrenar durante la semana, para que los clubes del Interior tengan más predisposición a sacar medallistas olímpicos en Vela?

– En el interior es muchísimo más fácil porque todos se conocen. Es más fácil acceder para el atleta y pedirle apoyo a su club, algo que no se da mucho en los clubes multideportivos de Buenos Aires porque son estructuras más grandes. Creo que pasa también por los tiempos que se manejan en el Interior y que son mayores que en Capital para que los chicos puedan dedicarse a cualquiera de los deportes. 

– A partir del éxito de los últimos treinta años en el deporte, ¿hubo mucho desarrollo en materia tecnológica para la disciplina? ¿Nuestro país se adapta a estos cambios o corre con desventaja?

– La tecnología sí entra en el deporte como en los demás aspectos. En la década de los ‘70, la gran ventaja era el dopaje, la medicina deportiva de los atletas y hoy en día es la tecnología. Más en nuestro deporte que está entrando en un ritmo muy acelerado. Cuando empecé era todo más prueba y error y del ‘feeling’. Eso sigue estando, pero ahora la métrica, la tecnología, los programas que se usan de análisis para todo, ya sea la vela, la performance del barco, la telemetría. Son todos aspectos que van entrando y cada equipo se la tiene que rebuscar como puede. Obviamente no es barato y hay que tener los contactos para poder hacerlo. A nivel formativo se está muy lejos en Argentina de poder hacerlo y no tiene tanto sentido meter tanta tecnología. A nivel olímpico es inevitable tener análisis de datos para poder sacar conclusiones más exactas y no depender únicamente de la apreciación subjetiva que puede tener un entrenador y demás. La mayoría de las veces, te diría que el 99,9%, lo que hacen los datos es corroborar lo que ve un entrenador desde afuera. Es muchísimo más fácil poder empezar a probar diferentes perfiles, diferentes formas o diferentes estilos para empezar a navegar para determinada condición y buscar un plus mejor de velocidad. Argentina no está lejos, tiene posibilidades grandes de profesionales, el tema es tener el dinero para poder contratarlo porque son gente de afuera, no necesariamente de la náutica. Por ejemplo, los Foils con las orzas que nosotros utilizamos que hace que el barco vuele y vaya por arriba del agua es aerodinámica pura, cambia el fluido. En vez de aire, hay agua. Son todos diseños hechos por las fábricas e ingenieros de Aviación. Red Bull tiene equipos de Vela, están en F1. Toda esa tecnología está metida en la Vela en un nivel Olímpico y no en uno formativo. 

– ¿Hay algún lugar que consideres que es ‘la cuna de la Vela’?

– Creo que el Río de la Plata es un excelente campo de regata, porque al final la gente del Interior va mucho a navegar allí. Cuando decidimos encarar un proyecto pensando en unos Juegos Olímpicos, tuvimos que venir acá en un principio y después ir a Europa por un tema competitivo. El campo del Río de la Plata es de los mejores del mundo, tiene todas las condiciones, están todos los tipos de olas, sopla el viento desde todas las direcciones. Es un excelente lugar para navegar. Después se da por generaciones, me parece. Rosario siempre saca muchos navegantes. En barco grande, hay muchísimos navegantes muy buenos de La Plata. Mar del Plata es otro que ha sacado, tal vez no en la actualidad, pero ha sacado hace varios años muchos navegantes. Buenos Aires saca también, está bastante repartido: San Pedro, San Nicolás. Todo confluye en que, en una determinada edad, tenés que venir a navegar a Buenos Aires. A nivel formativo, está muy bien el Interior, después Buenos Aires como campo de regata es el lugar para poder ir a entrenar. 

– ¿Por qué crees que la Vela es el deporte que más éxito olímpico consiguió en el último tiempo?

– Creo que se formaron buenas generaciones de regatistas y el sistema que logramos imponer desde el 2000, lo adoptaron porque muchos hemos estado involucrados. Yo creo que lo que funciona es el sistema. Obviamente, los navegantes tienen que ser buenos y hay que formarlos, pero si se tiene un sistema adecuado de trabajo, con el tiempo los resultados van a llegar,  independientemente del nombre particular de cada atleta en cada uno de los Juegos. Si a lo largo del tiempo el sistema se asienta, es la gran diferencia del ‘Know How’ de las grandes potencias como Inglaterra, Nueva Zelanda, Australia, Italia, Francia, España, que tienen casi siempre el mismo cuerpo técnico. Y, a lo largo de los años, se va formando un estilo de trabajo. Si el sistema acompaña todos los engranajes funcionan y los resultados llegan. 

 

 

Thiago Fernández: del baby a la fábrica de Vélez

Por Felipe Iturbe

Cada chico que empieza en el baby o en un club de barrio no sabe lo que puede ocurrir en el transcurso del tiempo. No es consciente. No hay presión alguna. Solo pide la pelota y se divierte. Nos situamos en 2008 y la carrera de Thiago Fernández estaba por comenzar, aunque él no lo supiera. En ese momento jugaba contra categorías más grandes y ahora es una de las principales figuras de la Liga Profesional.

Thiago empezó a interesarse en el fútbol cuando su madre lo llevaba a Kimberley para ir a buscar a su hermana, Delfina, quien hacía futsal allí. A partir de ese momento, no se alejó de la pelota y a los cuatro años comenzó a jugar en el baby del club de Villa Devoto. Luego de un tiempo, a los diez años, su técnico de ese momento lo llevó a probarse a Vélez para cancha de once y desde ahí que la joyita y “El Fortín” tienen una unión que no los separa.

Delfina, jugadora de Pinocho, fue fundamental para él en su etapa en Kimberley porque fue una de las entrenadoras que tuvo, además de que es la responsable de que le guste el fútbol y es la que le enseñó la rabona que hace con tanta frecuencia. “Nos poníamos hacer competencia de pegarle de rabona al travesaño. Me dio un par de consejos y la verdad es que me sirvió mucho”, dijo Fernández para ESPN.

Aunque al principio no fue tan fácil estar en Vélez por la competencia que había e incluso tuvo que bajar a Liga porque no lo citaban para jugar. Su madre, Verónica Montano, habló sobre cómo fue todo ese proceso y cómo acompañó para que pudiese seguir adelante: “Era difícil verlo desmotivado, porque en Kimberley era distinto, jugaba siempre y en Vélez te mandaban la citación y no estaba. Yo siempre le dije que lo acompañaba a todos lados, pero el día que no tenga ganas de seguir, digo, ya está. Después se empezaron a dar las cosas”.

Pero como lo caracteriza al joven talentoso, supo gambetear esos duros momentos y logró salir adelante y todo evolucionó muy rápido. Comenzó a jugar en sexta división y enseguida lo subieron a la Reserva, pudo firmar su primer contrato con la ayuda de su madre por ser menor de edad y en un abrir y cerrar de ojos, todo el esfuerzo realizado valió la pena, Thiago ya entrenaba en la Primera de Vélez Sarsfield. “Las expectativas las tenía, más que nada por lo que habló con Delfina, que me decía ‘mamá es distinto, sabe hacer esto, sabe hacer lo otro’, pero no pensé que iba a ser tan rápido”, contó Verónica.

Pero no todo es fútbol y su madre se lo hizo saber, siempre fue insistente para qué estudiase algo, porque la carrera del futbolista es corta y nunca se sabe qué puede pasar. Thiago le hizo caso y tras la influencia del Kinesiólogo de Vélez, Facundo Caloggero, en 2023 empezó a estudiar Kinesiología en la UBA, pero tuvo que dejar porque los horarios no le coincidían, y este año se pasó a la Universidad Abierta Interamericana, lugar donde trabaja Caloggero. Con la cursada más organizada y la ayuda de la facultad, logró tener una mayor regularidad y hasta tuvo que agregarle a su rutina llevar los apuntes a cada viaje y cada concentración para no quedarse atrasado con las materias.

Su debut como profesional fue el 21 de abril de 2023, cuando Vélez cayó frente a Colón por 2 a 1 en Santa Fe, partido en el que sumó setenta minutos. Su madre, muy emocionada, recordó ese día y contó qué es lo que siente cuando lo ve jugar: “Uff, se te vienen todos los años, que estuvimos yendo para todos lados. No me perdí ningún partido, ni de baby, ni de Futsal, ni de once. Voy siempre, y verlo ese día fue algo muy lindo. Verlo llegar a lo que él quería. Era como listo, llegaste. Estás donde querías, donde tanto soñaste”.

Ese nene que jugaba con una camiseta que le quedaba inmensa de lo chico que era. Ese nene que cuando tenía doce años lo compararon con Lionel Messi por la gambeta y el atrevimiento que tenía. Ese nene que desparramaba jugadores en las canchas de baby. Ese nene hoy es una de las más grandes promesas y principales figuras del fútbol argentino.

Norberto Fontana sobre Franco Colapinto: “Está para hacer historia”

Por Iñaki Urretavizcaya

La Fórmula 1 está en boca de toda la Argentina gracias a las últimas actuaciones de Franco Colapinto. Y hace 27 años, en 1997, cuando él no había nacido, también era el tema del momento, porque otro representante era el que mantenía en vilo al país: Norberto Fontana fue el responsable de ocupar una de las codiciadas butacas, y que, al igual que Colapinto, entró a mitad de temporada por la baja de otro corredor.

Fontana, actualmente corredor de Turismo Carretera, debutó en la máxima categoría del automovilismo en la escudería Sauber a medio semestre en reemplazo del lesionado Gianni Morbidelli, y llegó a disputar cuatro grandes premios. Similar a lo que ocurrió con Colapinto, quien fue confirmado para lo que resta de temporada por el equipo británico Williams, luego de que Logan Sargeant fuera despedido por malos resultados.

La confirmación de Colapinto como piloto oficial fue una alegría para todos, también para Fontana, que no sólo festejó por la llegada del argentino, sino que remarcó el apoyo de Bizarrap y de las empresas que ayudaron a cumplir el sueño del automovilismo argentino, y que espera que sea la puerta para el arribo de otros corredores.

La performance del corredor de Williams sorprendió por su sobresaliente trabajo a pesar de su inexperiencia. “Hace parecer fácil lo difícil. Superó todas las expectativas y logró algo increíble. Es muy agresivo, cuando tiene que arriesgar lo hace y si no, espera. Pensé que iba a tener un periodo de adaptación, pero no, parece un experimentado”, agrega Fontana sorprendido por el nivel de su colega.

Fontana dice que Colapinto llegó hasta donde llegó por sus habilidades al volante y por su personalidad tan marcada, : “Arrancó muy suelto y distendido, incluso más que pilotos que están hace años. Tiene un temperamento fuerte. Cuando no le salen las cosas está con bronca, tiene muchas ganas de triunfar y eso es muy positivo para la mentalidad de un piloto de ese nivel, por eso creo que tiene un gran futuro”.

Desde la época en la que Fontana competía en Fórmula 1, cambió mucho la categoría, en gran parte gracias al avance tecnológico: la mayor distinción está en los autos y la parte aerodinámica, que evolucionó. También que antes corrían con dirección directa y hoy con dirección hidráulica. “Teníamos que mover el auto con toda la carga que daba, era mucho más cansador físicamente que ahora”, recuerda.

Otra diferencia que remarcó son los simuladores, ya que son una ventaja grande que ayudan a mejorar el rendimiento de los pilotos actuales. “En Silverstone para conocer la pista di una sola vuelta en un ciclomotor”, menciona el ex Sauber del circuito en el que consiguió un noveno lugar, su mejor resultado junto al obtenido en Alemania. Silverstone fue el trazado en el que Colapinto dio sus primeras vueltas con el monoplaza de Williams en los entrenamientos.

A pesar del buen desempeño, Colapinto todavía no tiene asegurada su continuidad para la temporada siguiente, ya que no hay butacas disponibles en ningún equipo. Pero de todas maneras, Fontana cree que tiene serias chances de retomar en 2025: “Creo que se le va a abrir una puerta para seguir, porque su debut no fue normal, fue muy bueno, se mostró muy bien y ganó mucha experiencia”

Y si bien el interés disminuyó con el correr de los días, todavía sigue latente la posibilidad de que Colapinto arribe a Sauber, escudería en la que Fontana supo estar durante 1995 y 1997 como piloto reserva y luego oficial: “Si va coincidiría conmigo y sería el segundo compatriota, es un lindo equipo aunque hoy por hoy no está al nivel de Williams, pero sería bueno que se mantenga en F1”.

Los dos pilotos ingresaron a la Fórmula 1 por una situación similar. Colapinto está a solo una carrera de igualar los cuatro grandes premios que disputó Fontana, y lo único que resta saber es cual es el techo del joven piloto argentino.

Brisa Puig, la dupla ganadora del pibe Colapinto

Por Nicolás Martini

“Vos trata de no irte de la pista, yo me encargo de todo”, fueron las palabras de un adolescente Franco Colapinto a Brisa Puig antes de la victoria en la exhibición de Karting de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018. La dupla integrada por la corredora oriunda de Granadero Baigorria y el actual piloto de Fórmula 1 finalizó con el mejor tiempo de la exhibición y subieron a lo más alto del podio con sus trajes ignífugos azules, opacados por los coloridos cascos que llevaban y sus trofeos a modo de distinción en una jornada histórica para el automovilismo. 

Seis años después aquel momento continúa plasmado en la memoria de Brisa como una experiencia única, quien había sido invitada a formar parte de los juegos de forma sorpresiva tres días antes de la cita olímpica en la que participaron doce pilotos: seis varones y seis mujeres. Las duplas fueron seleccionadas por sorteo y a Brisa le tocó con Colapinto, quien era muy diferente en aquellos tiempos según contó ella a través de una entrevista por videollamada: “Era un chico serio y muy tímido. Ahora se está dando mucho más con la gente”. 

Durante la exhibición Colapinto quedó en el primer lugar del masculino, mientras que Puig ocupó el tercero del femenino, en la sumatoria de tiempos finalizaron en el primer lugar y ganaron la competencia. Luego se encontraron en una reunión a la que el piloto asistió con las valijas preparadas para irse a Europa a continuar compitiendo. Después de los juegos mantuvieron contacto a través de las redes, pero con el paso del tiempo se fue diluyendo hasta la actualidad, que los encuentra en diferentes situaciones. Brisa intentó comunicarse con él a través de las redes sociales cuando trabajaba como productora de un estudio de televisión, pero no tuvo respuesta y soltó entre risas: “Ey che, ¿no te acordás de mí?”.

Brisa está orgullosa de los logros de Colapinto, aunque se encuentra alejada momentáneamente del automovilismo, la gran pasión que le transmitió su padrastro y que inició deportivamente a los nueve años. Por cuestiones económicas decidió detener su carrera en el deporte motor: “El gasto era muy elevado, yo no tenía sponsors y nos costaba remontar durante el mes. Teníamos una peña donde colaboraban para que yo corriera”. 

Brisa sigue compitiendo sobre ruedas, pero en el patinaje, disciplina que había comenzado a practicar en Córdoba a los dos años por influencia de su madre y continuó cuando volvió a Santa Fe hasta que se introdujo en el automovilismo. Luego de 9 años enfocada en su carrera como piloto y en su trabajo, retornó a la disciplina: “Yo lo veía como un hobbie. Mi profesora me anotó para competir a las dos semanas y gané, después fui al provincial, al regional y el 15 de octubre voy al nacional en Misiones”.  

A pesar de los buenos resultados en el patinaje, Brisa desea volver a ponerse frente al volante: “Mi corazoncito va más para el automovilismo que el patinaje”. La joven de 22 años ya compitió en TA 1600, Fórmula 4 y Karting, categoría que más le gusta y a la que planea volver en el próximo año: “La adrenalina del Karting es única, no la igualas con el auto, ni con nada. Mi objetivo para el año que viene es disputar un torneo regional o las IAME Series a la par con la práctica del patín”.

 

Luis Velasco, Presidente de la Federación Argentina de Yachting: “Con acciones mayores podríamos estar en Los Ángeles 2028 peleando por más medallas”

Por Laureano Vergara, Juan Graib, Lautaro García Dietze, Valentín Köstler, Gianfranco Gomes

Luis Fernando Velasco es el Presidente de la Federación Argentina de Yachting desde 2015 y, luego de casi una década de mandato, su dirigencia ha continuado por el exitoso camino olímpico que ha tomado el deporte desde Atlanta 1996. Atravesado el bache de Tokio 2021 donde no se consiguieron medallas, la vela deportiva volvió a obtener una presea en París —esta vez de plata— de la mano de Mateo Majdalani y Eugenia Bosco en la categoría Nacra 17. 

En una entrevista para El Equipo, Velasco se expresó sobre la fórmula que llevó a la vela a ser la disciplina donde Argentina consiguió más triunfos en Juegos Olímpicos desde hace 30 años. También comentó las políticas que se llevan a cabo para disminuir el gran salto que deben dar los juveniles hacia el olimpismo, el aprovechamiento de las distintas canchas de regatas del país y las nuevas iniciativas de cara a Los Ángeles 2028. Finalmente, mencionó las dificultades que atraviesa la Federación en materia económica debido a la crisis nacional. 

—¿A qué le debés el éxito obtenido por Argentina en vela en los últimos 30 años?

—Hay varios elementos; uno es la gran tradición náutica de nuestro país, que está fortalecida y tiene una base de iniciación en los clubes distribuidos en todo el territorio nacional. Eso genera algo que otros no tienen directamente, y sin ello es prácticamente una carrera solitaria. Las condiciones de navegabilidad en Argentina permiten que tengamos regatas durante todo el año. Estas dos cosas, los clubes y las condiciones climáticas, generan un circuito de regatas competitivo que les permite a todos nuestros deportistas tener un crecimiento importante. El tercer elemento es la regata en flota. Para eso tenemos un circuito muy competitivo a nivel infantil y juvenil, pero para el ámbito Panamericano y Olímpico, salvo en alguna clase como el ILCA —Laser—, los regatistas tienen que ir afuera para lograr ese roce internacional.

Velasco agregó: “Hay que sumarle los resultados ya obtenidos; esto quiere decir que ya hay un ‘know how’ de cómo hacerlo. Eso está en los cuerpos técnicos de Argentina. Con una gran base, más ese ‘know how’, hay una posibilidad efectiva de lograr los resultados”.

—¿La Federación Argentina de Yachting también aporta sus profesionales a los equipos olímpicos locales como lo hacen las grandes potencias?

—Ocurre parcialmente. Lo que más nos falta completar a nosotros es el salto al nivel olímpico. Trabajamos con el ENARD —Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo— y tenemos bastante apoyo; no quizás el que pueden tener las potencias, pero es razonable. El gran bache es cómo hacer que un chico de 17 años que logró un alto rendimiento en los mundiales juveniles, llegue al nivel olímpico que tienen los mayores. Si bien hay apoyo para entrenadores, la plata nunca alcanza y siempre hay que generar más. Pero está claro que con algunas acciones mayores podríamos estar en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, no solo defendiendo la medalla que logramos en París 2024, sino también peleando por obtener más. 

—¿Qué políticas se llevan a cabo para reducir la brecha en la gran deserción que se da en el deporte cuando los chicos tienen que comenzar a estudiar?

—Principalmente hay un tema de compromiso. El proyecto de Mateo y Eugenia es un plan iniciado a 8 años. Hoy en la Argentina, y más a los chicos, les cuesta porque se vive mucho el momento y cuesta empezar un camino que el resultado va a ser dentro de 8 años. Hace unas semanas hicimos un asado informal con los juveniles y con Cecilia Carranza —medalla de oro en Río 2016 junto a Santiago Lange—, Mateo Majdalani, Klaus Lange —regatista en Río 2016 e hijo de Santiago— y había algunos entrenadores más. La charla con ellos era un poquito esto, hay que tener paciencia; no empezás una carrera y ya vas a ganar el mundial. 

El presidente de la Federación advirtió que en repetidas ocasiones se invierte para que los regatistas tengan la posibilidad de correr afuera, pero en los primeros años debería haber preponderancia en adquirir mucho nivel local, además de tener el físico, el peso y la musculatura necesaria para poder manejar bien los barcos. Luego llega el momento de competir en el exterior. “Hay que diseñar con mucha frialdad, paciencia y tener en cuenta que ese salto no es uno rápido. Los chicos vienen acostumbrados a que tienen 12, 13 años y de golpe tienen 14 y son los primeros de Optimist; saltan a la Clase 420 y en dos años ya son competitivos. No, no, esto es un paso mayor. Hay que planificar y fijarse un objetivo a largo plazo”, dijo Velasco. 

—¿Cómo aprovecha la Federación la posibilidad de tener distintos campos de regatas en el país?

—Hay una cantidad de espejos de agua aptos para la navegación que nos permite a nosotros tener una cultura interesante de cómo adaptarse a distintas canchas de regatas. Pasás de río al Mediterráneo, de ahí al Atlántico y ahora a una gran bahía en Los Ángeles; todas con características diferentes. En eso tenemos una ventaja. El Río de la Plata es muy amigable, pero también estamos trabajando para desarrollar la vela en Ushuaia, aunque ahí tenemos que focalizar en determinados meses la actividad. Es buenísimo que los chicos salgan del río y tengan la posibilidad de ir a Mar del Plata, a Potrerillos, a Bariloche o a Puerto Madryn, donde hay un campo chato excelente. Argentina cuenta con la capacidad de replicar canchas similares a las que ocurren en el mundo.

—¿Se busca que Argentina forme parte del circuito de clases olímpicas?

—El campeonato más importante en el país a nivel de representación internacional es Semana de Buenos Aires. Hay un problema con las clases olímpicas, y es que en la región hay muy pocas de esas tripulaciones, entonces es muy difícil que fuera de Europa haya circuitos de estas clases que no sean el ILCA o el IQ FOIL —Windsurf—. Son las dos que pueden ser más numerosas en el mundo. Nacra 17 no es y no va a serlo. El 49er —hombres— y el 49er FX —mujeres— tampoco van a ser muy numerosos mundialmente, solo en Europa. Es una realidad que no vamos a poder cambiar. 

Aun así, Argentina fue capaz de organizar mundiales en categorías como 470 y 49er en la previa a Río 2016. Este año, en enero, Mar del Plata fue la sede del Mundial de ILCA y también lo será en diciembre en la clase Optimist. “Hacer estos campeonatos es muy costoso y se requiere de un compromiso muy importante por parte de los clubes. Existen ciertas situaciones que complican la realización, pero, pese a eso, nosotros hicimos el primer sudamericano juvenil multiclases. Hay que trabajar mucho para que crezcan nuestros países vecinos. De hecho, con Brasil estamos juntándonos para hacer un programa de entrenamiento en conjunto para hacer desarrollar la región”, reveló Velasco. 

—¿Cómo lidia la Federación con las crisis económicas que sufre el país?

—Con el ENARD trabajamos codo a codo y más allá de que siempre falta plata, hemos podido ejecutar el presupuesto. Con un montón de problemas, porque cuando uno quiere girar plata al exterior, los bancos no te giran la plata; hemos tenido que pagar algunas cosas usando plata que el Comité Olímpico Argentino tiene afuera porque sino era imposible; hemos tenido que inscribir equipos juveniles de vela en Brasil con los propios deportistas llevando los dólares. Tuvimos inconvenientes de que quedaban facturas pendientes, pero afortunadamente afuera nos comprenden y saben que tenemos una palabra; aunque a veces demoremos, cumplimos. Hasta hace unos días nos quedó una factura que estaba la plata y no la podíamos transferir para pagar la sede de entrenamiento de Marsella en los Juegos Olímpicos. Lo logramos, pero estuvimos más o menos 90 días sin poder hacer la transferencia. Ahora, el éxito que tuvieron Mateo y Eugenia estuvo acompañado de un soporte económico de la compra de un barco, de velas y todo esto se fue ejecutando desde la Federación y el ENARD.

—¿Hubo un cambio en el apoyo económico desde los resultados obtenidos por la vela desde hace 30 años?

—Obviamente. Tenemos un comité técnico donde hay varios consagrados que estuvieron en épocas anteriores y nos dicen que la capacidad económica que tenemos ahora es muy superior. Si se hace un análisis de los resultados en medallas olímpicas, no ha sido muy bueno el desarrollo del país, pero la Vela termina siendo una excepción. El trabajo en conjunto con el Comité Olímpico, el ENARD y la Federación ha logrado una importante financiación. Siempre discutimos y tratamos de aumentar el presupuesto que nos da el ENARD, aunque después, al momento de aplicarlo, somos exigentes con nosotros mismos. Nos fijamos exigencias en cómo distribuirlo de acuerdo a las posibilidades efectivas de obtener resultados.

En tiempos complejos, las ayudas económicas aplicadas se dan por motivos claros a un objetivo, ya sea ganar una medalla, obtener un diploma o sumar experiencia de cara al próximo Juego Olímpico. “No hay que gastar fondos para ir a pasear. Las delegaciones están compuestas exclusivamente por deportistas, técnicos y preparadores físicos. La dirigencia no viaja a eventos, salvo en reuniones internacionales donde sea necesario votar”, afirmó el presidente.

—Antes contaste que se busca hacer crecer la región en conjunto. ¿Qué planes hay para eso?

—Soy Vicepresidente de la Federación Panamericana de Vela. Trabajo mucho en lo que es la integración. Nuestro continente está muy bien integrado en el Optimist, pero empieza a fallar cuando pasa al 420 y al 29ers. También hay categorías regionales como el Snipe, el Sunfish y el Lightning, que salvo el Snipe, no se compiten en la Argentina, pero ponemos representantes porque nos interesa ser primeros en los medalleros de los continentales. Son categorías que tienen apoyos muy limitados: para obtener la plaza e ir a algún evento. Lo que se le puede criticar a World Sailing —Federación Internacional de Vela—, es que varias veces las clases que se terminan eligiendo para los JJOO, no son universales. Creo que en la cantidad de categorías olímpicas tendría que haber un equilibrio entre universales y desarrollos técnicos —barcos que muestran la implementación de tecnología—.

Para que la disciplina siga siendo olímpica, debe cumplir ciertos requisitos del Comité Olímpico Internacional y por eso se terminan tomando decisiones que afectan a la economía de los países menos desarrollados. “El ciclo pasado se cambió a carbono toda la arboladura de los 49er y FX. Todo el equipamiento que teníamos ya no sirve. También se modificaron los sistemas de timones de Nacra 17 y cada uno vale 4500 dólares. Para tener un Nacra 17 competitivo —que para una campaña necesitás dos— vas a requerir mínimamente 35000 o 40000 dólares. Hay una falla en la política de World Sailing que a veces solo mira a Europa y países asiáticos que manejan presupuestos millonarios y no miran el resto del mundo, donde tener competitivo un 49er, un Nacra y un 470 al mismo tiempo, desde el punto de vista económico, resulta imposible”, afirmó Velasco.

—¿Se han planteado reducir la cantidad de clases a las que se apoya?

—Intentamos sostener todas las categorías, pero muchas veces surgen las dudas de si seguir haciéndolo. Podemos usar recursos para todos o apuntalar a las que sabemos que hay chances de obtener resultados. Son decisiones que se van tomando. La inversión más fuerte en este ciclo fue claramente al Nacra 17 porque sabíamos las capacidades y las posibilidades.  En una segunda línea, teníamos un FX con muy buenas condiciones, pero se lesionó Cecilia Carranza; entonces esa categoría no logró la plaza.

—¿Qué resultados obtuvo la iniciativa de tener una base logística en Valencia para los Juegos de Tokio 2021 y París 2024? 

—En esa base tenemos todo el equipamiento del equipo olímpico en Europa, y nos hizo bajar muchísimo los costos de traslado y lugar. Fue muy positivo, de hecho coincidió con el lugar donde vivía Mateo Majdalani. Además, esto sirve para resguardar el material de los deportistas futuros.

—¿Buscarán hacer lo mismo para Los Ángeles 2028?

—Sí, estamos tratando de armar una base en conjunto con Brasil para que los dos equipos puedan ir a conocer la cancha bastante tiempo antes. Aunque claramente todo esto es poner más presupuesto.

El día que Bonavena hizo temblar a Joe Frazier 

Por Emilse Torres

Ringo sube lentamente por los estrechos escalones del club Huracán, con la familiaridad de quien ha recorrido ese trayecto incontables veces. Cada paso resuena en el silencio polvoriento del lugar, y las luces mortecinas apenas iluminan las grietas de las paredes. Se agacha con destreza, casi con elegancia, esquivando los techos bajos con la misma habilidad que tiene para hablar y muy similar a la que despliega sobre el ring. Antes de abrir la puerta, apaga su cigarrillo con un gesto mecánico, y en ese instante comienza a tararear una de las canciones que solía entonar en el Teatro Astral junto a Zulma Faiad.

Aquel club ya estaba marcado desde el 4 de septiembre de 1965, cuando el público sentado en las gradas bramaba el cántico: “Somos del barrio, del barrio de La Quema; somos del barrio de Ringo Bonavena”. Era más que un grito de aliento; era el eco de un orgullo barrial que se elevaba junto con cada golpe lanzado. En el quinto asalto, el inesperado desenlace llegó cuando Gregorio Peralta, campeón argentino de la máxima categoría, cayó sobre la lona del Luna Park. La multitud, conteniendo el aliento por un segundo eterno, estalló en un rugido ensordecedor. Bonavena, con su guante aún suspendido en el aire, se erigía como héroe argentino indiscutido.

Teddy Brenner, promotor del Madison Square Garden, vio el 23 de junio de 1966 al púgil de apellido italiano y estatura mítica enfrentarse al canadiense George Chuvalo, quien por entonces era el número uno en el ranking mundial, y decidió ofrecerle una pelea contra un joven originario de los pantanos de Carolina del Sur. Juan Carlos Tito Lectoure, el tercero de los cinco hijos de Juan Bautista y Celina, promotor de boxeo, conocía bien al púgil y le dijo a Ringo: “Si tenés la suerte de voltearlo a Joe Frazier, definí”. Lectoure era el único que lo había visto caer y levantarse en tres combates durante los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, y luego consagrarse con la medalla dorada, a pesar de sufrir una lesión en el pulgar de la mano izquierda. “Es un pegador temible y veloz, con un gran poder de recuperación”, le advirtió a Bonavena, quien, orgulloso, aceptó el combate.

“Llevate un colchón que te voy a dormir”, fue lo primero que le dijo Ringo al ver a Joe Frazier. Siempre tenía una frase lista, afilada, como si las conferencias previas a sus peleas fueran una extensión de los tablones que solía pisar en los teatros, donde su lengua era tan rápida como sus puños. En cada combate, Ringo no solo peleaba en el ring, sino también en el terreno de la labia, usando el humor y la provocación para vender sus peleas. Con Frazier no fue la excepción. Las risas y las bromas eran la forma de quitarle dramatismo a lo que venía: una batalla brutal en la que ningún chiste podía suavizar los golpes. Mientras sus rivales se tomaban todo con la seriedad de la guerra, él lo hacía con la soltura de quien entiende que la vida, al final, es una especie de tragicomedia donde hay que saber cuándo reír y cuándo golpear.

El hambre de gloria los reunía a ambos en ese ring. “Smokin’ Joe” se ganaba la vida como carnicero y, tiempo después, como portero de una iglesia bautista. Por su parte, “Titi” –como lo apodaba su mamá, doña Dominga-, ya con una hija en camino, tuvo que profesionalizarse y viajar a Estados Unidos, donde las oportunidades eran mayores y las bolsas mucho más significativas. Ambos llegaban al cuadrilátero cargando no solo sus guantes, sino las esperanzas de sus familias y el peso de su pasado.

Durante el primer round, Joe se posicionó mejor en el pleito, buscando siempre dominar el centro del ring, pero la astucia del argentino lo llevó a conectar muchas más manos, sorprendiendo al público que enloquecía con cada cross del zurdo. Toda la pelea se desarrolló a corta distancia. Frazier utilizó su clásico estilo de centro bajo: se agachaba, encorvaba su cuerpo y luego salía por arriba, lanzando sus golpes con fuerza, impulsándose desde las piernas y girando con sus caderas para generar mayor potencia. Bonavena no llegó al combate en una condición física ideal y ya arrastraba dos peleas perdidas. 

Durante el segundo round, utilizando la misma técnica, Ringo logró derribar a Frazier en dos ocasiones con su mano menos potente. Sin embargo, Frazier, tal como le había advertido Tito Lectoure a Ringo, se levantó en ambas oportunidades. Aunque Ringo había estado cerca de liquidar la pelea en ese mismo round, no pudo conseguirlo. Una caída más hubiera significado la victoria en la pelea más importante de su vida. A pesar de no haber logrado el nocaut, Ringo se ganó el respeto de todos los que presenciaron aquella noche su entrega y determinación al luchar como nunca antes lo había hecho.

El legado de Ringo Bonavena en Huracán: una historia de boxeo y pasión

Por Emilse Torres

En el gimnasio del Club Atlético Huracán, se respira una historia única, tejida por los hilos del deporte y la leyenda de un hombre que trascendió el boxeo argentino: Oscar Ringo Bonavena. En la actualidad, ese lugar está lleno de jóvenes promesas que, al igual que Ringo alguna vez, comienzan a forjar su camino entre guantes y sudor. Giuliano Canonigo, uno de los púgiles del club, lo resume en una frase cargada de admiración: “Este gimnasio es de él”.  Refiriéndose al espíritu del boxeador que aún parece recorrer cada rincón.

Carolina Ferrari, una joven boxeadora, no puede evitar emocionarse al recordar que pisa el mismo suelo que alguna vez pisó Ringo: “Me genera algo muy lindo porque es historia; él entrenó acá al igual que nosotros”. Para Carolina y muchos otros, cada entrenamiento es más que una rutina física: es una forma de conectar con el legado de Bonavena, de formar parte de una tradición que excede el deporte y toca la fibra más profunda del corazón de Huracán.

Federico Grandone es un boxeador profesional del club y comparte el mismo sentimiento: “A nosotros nos genera orgullo representar a Bonavena a través de Huracán”. En estas palabras resuena el eco de una pasión que une generaciones de deportistas bajo el mismo techo.

El actual director técnico, Juan Gómez, conoce ese orgullo desde muy joven. Con tan solo 16 años, comenzó como alumno en el gimnasio del club. Poco a poco, fue puliendo sus habilidades, pero también aprendió a ser parte de una comunidad que no solo le enseñaba a boxear, sino a vivir el deporte con el compromiso y la entrega que lo caracteriza. Bajo la tutela de Oscar Trotta, quien falleció en 2020, y del Cata, que aún continúa como profesor, Juan forjó su carrera hasta llegar a ocupar el puesto de director técnico.

Bajo la dirección de Gómez y su equipo técnico compuesto por Pablo Rodríguez, Cata, Nicolás Lafuente, Hernán Casasola y Nicolás Rebequi, el gimnasio de Huracán sigue siendo una cuna de boxeadores talentosos. Entre ellos, destacan figuras como Uriel Ríos, Franco Rodríguez, Miguel Molina, Dylan Canteros, Leandro Álvarez, Joaquín Vía y Santiago Borrajo, quienes compiten en exhibiciones y torneos federados, manteniendo viva la llama del boxeo en el club.

Bonavena y Huracán, un amor que empezó en el trampolín de la pileta de San Lorenzo

La historia comienza de manera casi anecdótica. A los 12 años, Bonavena era socio del Club San Lorenzo de Almagro, donde practicaba natación y levantamiento de pesas. Sin embargo, su pasión por las bromas le terminó jugando en contra. Durante una de sus visitas a la piscina, decidió pararse en el trampolín y orinar hacia las piletas, un gesto que le costó caro: el club le revocó su carnet de socio.

Por una cuestión de cercanía geográfica, Ringo decidió cambiar de club y comenzó a frecuentar Huracán. Lo que empezó como una elección práctica se transformó rápidamente en una conexión emocional. Con el tiempo, no solo se convirtió en un ferviente hincha del Globo, sino que también asistía a los partidos de fútbol, como uno más en la hinchada. Incluso después de enfrentarse al mítico Muhammad Ali en 1970, Bonavena no dejó de lado su amor por Huracán. En 1973, durante la dirección técnica de César Luis Menotti, el equipo de fútbol de Huracán era una sensación, y Ringo no se perdía ningún partido, alentando desde las tribunas.

Su vínculo con el club fue más allá del deporte. Ringo supo ganarse el cariño de los hinchas cuando se involucró en la compra del talentoso futbolista Daniel Alberto Willington, un gesto que lo consolidó como un ícono entre la gente de Huracán.

La memoria de Ringo Bonavena está presente de manera tangible en el estadio Tomás Adolfo Ducó. El 5 de mayo de 2019, una de las dos estatuas en su honor fue descubierta, un reconocimiento más que merecido para alguien que dejó una huella imborrable en el club. Pero no es la única imagen de Bonavena en el estadio. En una de las plateas, se erige una figura del boxeador en un tamaño exagerado, donde parece mirar hacia la hinchada y hacer una mueca de desafío, tal como lo hizo durante una conferencia de prensa con Muhammad Ali.

Esta escultura captura la esencia de Bonavena: irreverente, desafiante, pero siempre carismático. Para quienes lo conocieron, y para aquellos que solo oyeron sus historias, Ringo sigue siendo un símbolo de lucha, perseverancia y, sobre todo, de amor incondicional por Huracán.

El gimnasio de Huracán sigue vivo, lleno de jóvenes que sueñan con seguir los pasos de Ringo Bonavena. Cada golpe al saco, cada paso en el cuadrilátero, es un homenaje al hombre que alguna vez llevó el nombre del club a lo más alto del mundo del boxeo.

Todos los que entrenan en este mítico espacio saben que están escribiendo sus propias historias, pero también son conscientes de que Ringo siempre será parte de ellas. El boxeo, no es solo una cuestión de puños, es una cuestión de corazón. Y en Huracán, el corazón sigue latiendo fuerte, con cada golpe resonando en el legado de Ringo Bonavena, el eterno hincha del Globo.

Los recuerdos de un partido histórico de Los Pumas

Por Agustín Paratcha

Argentina venció por primera vez a Sudáfrica en el Rugby Championship en 2015 como visitante en Durban y fue un punto de inflexión para que la selección siguiera progresando. Marcelo Bosch, quien arrancó de titular, y el entrenador Daniel Hourcade hablaron con El Equipo y recordaron cómo vivieron el partido histórico y especial por la presencia también de los históricos Pumas del 65, quienes vencieron a los Springboks en Johannesburgo.

Marcelo Bosch, hoy comentarista y analista deportivo, comentó cómo fue la preparación, destacó el juego que transmitía Daniel Hourcade al plantel y resaltó lo especial que fue el partido.

– ¿Qué te acordás de la jugada? ¿Qué sentiste al convertir el primer try del partido al minuto de juego?

– Habíamos practicado en la semana la jugada que derivó en el try, ya que el último jugador de Sudáfrica, en la cola del line, iba rápido como interno de número 10. Lo habíamos visto en un análisis de video. Una de las jugadas que podíamos lanzar de line up era hacer un “tapping” al número 12 para dar un pase plano interno a Juan Imhoff, quien era el wing izquierdo. Agarró el espacio, empezó a correr, me anticipé a la jugada y me acerqué junto a él para darle un soporte. Corrí una línea, le di un escape a Imhoff cuando le había salido el full back y tomé la pelota para anotar el try.

– ¿Qué pensás de aquel equipo compuesto por jugadores como Juan Imhoff, Agustín Creevy y Juan Martín Hernández, que fueron determinantes para anotar tres tries en 30 minutos ante Sudáfrica en Durban?

– Era un plantel que empezaba a consolidarse en el 2015 porque había muchos chicos que habían iniciado en el seleccionado el año anterior. Se juntaron jóvenes que le daban una enorme inyección de energía al equipo con algunos jugadores con más experiencia. El equipo se ensambló bien y alcanzó en aquel partido, previo al Mundial disputado en Inglaterra, un buen de rendimiento.

Además, el grupo encontró cierta confianza en el juego del exentrenador Daniel Hourcade, quien imponía ser más ofensivo, mantener la posesión de la pelota y nos sentíamos más cómodos al adaptarnos a su manera de jugar.

 – ¿Cuál fue la clave para quedarse con el partido? ¿Los penales en el primer tiempo? ¿Por qué decidiste patear un penal desde la mitad de la cancha?

 – Era una buena opción de penales de larga distancia y el penal surgió de un scrum en el cierre del primer tiempo. Decidí patear de mitad de cancha porque estaba confiado. Le dije a Agustín Creevy que podía hacerme cargo. Sirvió mucho haber anotado para estirar la diferencia. Fuimos muy clínicos en marcar puntos cuando se nos daba la oportunidad, como el primer try o los tres de Juan Imhoff. Otra clave fue alternar el juego con el pie. Nos costaba mucho salir de nuestro campo. Además, tuvimos solidez defensiva.

– ¿Qué tan especial fue el partido? ¿Qué análisis hacés nueve años después?

– Es un recuerdo no sólo especial por haberle ganado a Sudáfrica en su país, sino por la semana: fueron Los Pumas del 65 de gira, compartimos una cena en el hotel y nos sentíamos preparados para el partido por los entrenamientos. Fue un encuentro único, que lo recuerdo por el gran juego colectivo y porque fue mi primero como padre. Me había ido de Buenos Aires a la gira de Sudáfrica y dejé a mis hijos, que habían nacido días atrás y que todavía estaban en la clínica. Tuve muchas emociones encontradas.

Daniel Hourcade, exentrenador de Los Pumas, comentó cómo vivió el partido desde la cabina y qué tan confiado estaban tanto él como el grupo para encarar el Mundial de Rugby 2015 en Inglaterra.

 – Los primeros 60 minutos fueron superiores. Sin embargo, Sudáfrica anotó varios puntos seguidos en la última media hora. ¿Sentiste que se escapaba el partido?

– El primer tiempo fue brillante por la solidez del equipo. La reacción de Sudáfrica era lógica, era una selección superior en algunas facetas de juego. Nosotros teníamos que tratar de salir rápido del mal momento y no frustrarnos. Recuerdo que teníamos una preparación técnica, física y mental para aguantarlos, y sabía que el equipo podía sostener el partido.

– ¿Qué te acordás del post partido?

– Los jugadores y el staff fueron a la zona donde estaban Los Pumas del 65, que disfrutaron como si hubieran jugado el partido. Fue un momento muy emotivo y especial por el cariño mutuo, y hubo muchos abrazos.

– ¿Qué tan ilusionado estabas para el Mundial de Inglaterra con este grupo en 2015?

– El equipo estaba confiado, pero éramos conscientes de que enfrente había selecciones de gran nivel. Francia, por más que no hizo un buen Mundial (cayó ante Nueva Zelanda), estaba muy bien. Había que estar atentos a Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica e Irlanda. Argentina, previo al Mundial, demostraba que podía ganarle a cualquiera.

Las Leonas: 24 años de rugidos olímpicos 

Por Bruno Toscano y Santiago Bussetti

El 29 de septiembre del 2000, en Sidney, Las Leonas ganaron la primera medalla en la historia del hockey argentino. Desde esos Juegos Olímpicos, la selección nacional formó parte de todos los podios, salvo en Río 2016, e inició un ciclo que logró seis preseas: tres de plata (Sidney 2000, Londres 2012 y Tokio 2020) y tres de bronce (Atenas 2004, Pekín 2008 y París 2024).

La selección argentina de hockey sobre césped, con Sergio “Cachito” Vigil al mando, inició la fase inicial de los Juegos Olímpicos con dos victorias, frente Corea del Sur y Gran Bretaña, seguidas de dos derrotas, contra Australia y España.

Obligada a ganar todos los partidos restantes de la segunda fase para conquistar una medalla, la selección nacional venció 3 a 1 a Holanda en un partido en el que las jugadoras argentinas utilizaron por primera vez unas camisetas con una leona bordada, lo que le dio origen a su distintivo apodo. 

Una joven Luciana Aimar y la goleadora Vanina Oneto, con actuaciones excepcionales, lideraron una hazaña que hasta ese Juego Olímpico parecía imposible. Vencieron a China y aplastaron 7 a 1 a Nueva Zelanda para asegurarse, con la ayuda de otros resultados, el boleto a la final en la que esperaba el cuco del momento, Australia. 

Las Leonas fueron derrotadas 3 a 1 por las locales, que se hicieron aún más fuertes con el apoyo de su gente. “Fuimos a buscar una medalla. La final la jugamos confiadas de que podíamos ganar, pero sabíamos que eran superiores”, rememora Anabel Gambero, integrante de Las Leonas en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, a El Equipo.

La obtención de la medalla de plata marcó un antes y después para el hockey sobre césped en Argentina, que pasó de tener una audiencia escasa a volverse una sensación nacional. A partir de aquellos Juegos, muchos jóvenes se volcaron al hockey e hizo que el deporte creciera en todo el país.

Las décadas pasaron y aquellas Leonas se retiraron de la selección. Nuevas generaciones con el mismo hambre de gloria ocuparon sus puestos, lo que llevó a la Argentina a ser candidata en cada competición que disputó, como sucedió en los Juegos Olímpicos de París 2024. “Las jugadoras más chicas me llamaron mucho la atención. Tuvieron un torneo excelente y no ví que se pusieran nerviosas en los momentos decisivos. Argentina tuvo la mala suerte de que no se le dieron los cruces y le tocó jugar prácticamente una final frente a Países Bajos que nos dejó afuera del partido por la medalla de oro o de plata, es algo que puede pasar”, lamenta Gambero.

En los Juegos Olímpicos de París 2024, Las Leonas tuvieron un certamen impecable, pero el empate de Australia sobre el final del partido, con gol de Mariah Williams, hizo que quedaran segundas en su grupo y tengan que enfrentarse a Países Bajos en la semifinal del torneo. Las jugadoras neerlandesas mostraron su supremacía y ganaron 3 a 0 sin mayores complicaciones, por lo que Las Leonas tuvieron que conformarse con pelear el tercer puesto contra Bélgica. El empate 2 a 2 en tiempo regular estiró la definición del partido a penales australianos, en los que las jóvenes Lara Casas, Zoe Díaz y Sofía Cairó destacaron para darle una nueva medalla de bronce a la Argentina.

Algunos cambios reglamentarios hicieron que el hockey hoy sea más vistoso. De estilos de juegos colectivos, como los vistos en Sidney donde era primordial la conexión de pases, a unos más individualistas y físicos. Lara Casas, delantera debutante y medallista con Las Leonas en los Juegos Olímpicos de París 2024, explica la importancia de los entrenamientos: “El hockey en la actualidad es más rápido que antes, es fundamental la preparación física dada la exigencia que demanda el hockey”.

Los deportes amateurs y menos visualizados en países con constantes crisis económicas, como Argentina, tienen complicaciones para solventar los gastos que producen sus prácticas, a diferencia de lo que sucede en Europa donde son muchas las selecciones que hace años están en un alto nivel y profesionalizaron las competencias. “Países Bajos tiene un recorrido mucho mayor al nuestro. Desde chicas juegan en canchas de agua y los clubes entrenan a un mismo sistema en todos los procesos. Están mucho más avanzadas que nosotras”, asegura Casas.

Un camino que comenzó hace 24 años e implicó un sacrificio enorme por parte de cada jugadora que integró los diversos planteles de Las Leonas. Una selección que no parece saciar sus ganas de querer ganar algo más: un legado que el plantel de Sidney 2000 le transmitió a la perfección a sus generaciones sucesoras.

La sangre de Ángel Labruna era roja y blanca

Por Tomás Cilley

El día que estés obsesionado con ganarle a Boca, recién ahí vas a poder lucir con orgullo la camiseta de River” –  Ángel Amadeo Labruna

Ángel Amadeo Labruna es River y River es Labruna. Es el máximo goleador de la historia del club con 317 goles en 541 partidos, nadie hizo más goles que él en superclásicos, con 16. Lideró a La Máquina en la década del 40, fue uno de los primeros anti-Boca y jugó el Mundial de 1958 en Suecia. En su etapa como director técnico, logró sacar campeón al Millonario después de una sequía de 18 años.

Nació el 28 de septiembre de 1918 en Buenos Aires. Esa misma fecha, en 2003, se decretó como el Día del Hincha de River en su honor. Su padre era relojero y quería que su hijo siguiera su legado, pero tenía otras pasiones. El básquet y el fútbol permitieron que el Feo ya pudiera tener puesta la banda roja que atravesó su corazón desde chiquito. El talento para ambos deportes lo portaba, pero no podía elegir los dos. 

En 1937, Angelito jugaba amistosos con la primera, y dos años después, debutó de manera oficial. Su sueldo era de 25 pesos por encuentro disputado. Eran otros tiempos. No le costó nada la adaptación. En su primer campeonato, hizo siete tantos, entre ellos uno a Boca. También impregnaba en su juego la filosofía del club.

Durante la década del 40 en River se formó un equipo ofensivo y ganador. Fue apodado “La Máquina”. Tuvo grandes jugadores que funcionaron muy bien a lo largo de los años, como Juan Carlos Muñoz, José Manuel “Charro” Moreno, Adolfo Pedernera y Amadeo Carrizo. Se entendían todos de memoria. Era un juego intenso que provocaba miedo en los rivales, todas sus piezas eran importantes. En 1947, volvió al club Alfredo Di Stéfano. La Saeta Rubia trazaba diagonales con su rapidez y Labruna definía con calidad. Esa dupla fue de las mejores de la historia del deporte.

Desde 1941 hasta 1947, el Millonario conquistó 10 títulos: cuatro de Primera División, tres Copas Aldao, dos Copas Ibarguren y una Copa Escobar. La impronta de este equipo fue mundial. Tanto el Real Madrid que ganó las primeras 5 Champions de la historia como el Barcelona de Guardiola se influenciaron en uno de los mejores equipos del siglo XX. 

La caída

En 1958, Labruna disputó el Mundial de Suecia, aunque ya parecía un ex jugador. Argentina tuvo un papel más que lamentable y sufrió su peor derrota en la Copa del Mundo, tras perder por 6-1 contra Checoslovaquia. El Viejo estaba semi-retirado, por lo que al año siguiente se vio obligado a irse del club de sus amores. Le dolió mucho. Tanto que él mismo llegó a confesar que se había querido pegar un tiro.

Antes de retirarse, disputó un puñado de partidos en Rangers de Chile, Rampla de Uruguay y Platense. Su próximo objetivo, ya no como jugador, era volver a convertirse en leyenda, pero como director técnico. Por supuesto que seguía y acompañaba la campaña de River, y cada vez que podía, preguntaba cuánto había salido. 

En 1969 sufrió la peor desgracia de su vida. Su hijo, Ángel Daniel, falleció a causa de leucemia con apenas 18 años. Un duelo que tuvo que soportar tanto él, su esposa Ana y su otro hijo Omar. 

 

El famoso Ángel que volvió a Núñez para ser campeón

Labruna fue toda su vida elegante, desde su bigote clásico y su juego. En el Metropolitano de 1975, el club llevaba 18 años sin campeonar, lo que significaba la peor racha de su historia. Pero apareció el Ángel, en su tercera etapa como entrenador. Llevaba una corbata roja y blanca, que ya forma parte de la historia de River. Hay pocas personas que son dignas de portar y llevar con orgullo. No se trata de una simple cábala. Cuando Juan José López la tiró por la ventana de un colectivo, el director técnico obligó a retroceder el bondi y ordenó a todo el plantel que la busque. Finalmente, la encontraron. También, Labruna dirigió a Talleres, rival de River de hoy a las 18:15, y sacó campeón a Rosario Central. 

“¿Cómo voy a odiar a Boca si siempre me dio de comer?”. Labruna la pasaba bien cada vez que pisaba la Bombonera. Logró salir campeón en 1942, fue aplaudido por la hinchada rival y cuando entraba vestido de traje se tapaba la nariz. Diversos historiadores afirman que él inventó el folclore del superclásico.  

No pudo ver a River levantar la Copa Libertadores, una cuenta que le quedó pendiente. Desde el  19 de septiembre de 1983 alienta en la Cuarta Bandeja del Monumental. Es el responsable de que hoy River sea como lo conocemos. Es emblema. Marcelo Gallardo, actual técnico del Millonario y el más ganador de la historia de la institución, lo homenajea en ocasiones puntuales al ponerse la corbata. “A Angelito no se le puede igualar. Es imposible, fue el mejor de todos y sigue siendo, y va a ser”, sostiene Ramón Díaz, quien también se ganó ser parte de la historia grande del club de Núñez.