sábado, septiembre 7, 2024
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“El mensaje que quiero transmitir es que no cometan los mismos errores que yo”

Por Diego Ibarra

El 12 de septiembre de 1981, en el estadio Luna Park, Gustavo Ballas vencía al surcoreano Suk Chul Bae por nocaut en el octavo round y conseguía el título mundial supermosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Con tan solo 23 años, el cordobés llegaba a la cima y se convertía en el primer campeón mundial invicto del boxeo argentino. Sin embargo, las malas decisiones y sus problemas con las adicciones hicieron que para Ballas la vida fuera una constante pelea. “Es muy fuerte todo lo que pasa cuando te empieza a ir bien y no estás preparado. Lamentablemente nos educan para dar y recibir golpes”, reflexiona.

La infancia del campeón no fue para nada fácil. Nació el 10 de febrero de 1958 en Villa María, Córdoba. Fue criado en el seno de una familia humilde, con cuatro hermanos y una madre ausente. A los 10 años tuvo que dejar el colegio para trabajar y ayudar en su casa: “Vendía peines y curitas por las calles y después comencé a lavar copas en una pizzería”. Fue un luchador desde chico. No había elección: era lo que le había tocado. Hasta que un día, mientras lavaba copas, escuchó por radio Rivadavia una pelea de Nicolino Locche y empezó a interesarle el boxeo. “Cuando lo vi por televisión hacer las cosas que hacía en el ring, yo dije: ‘Quiero ser como él’”, cuenta el villamariense. Al descubrir lo que realmente lo apasionaba, comenzó a entrenarse con Alcides Rivera y a pelear. Pero a los 16 años decidió ir un poco más allá, convencido de cuál era su destino. “Fui a Mendoza para conocer a Nicolino y para quedarme en el gimnasio de Francisco Paco Bermúdez. En ese momento era su técnico y terminó siendo el mío también”, explica.

Al poco tiempo de su llegada a Mendoza, Ballas comenzó a destacarse. Bajo la tutela de Bermúdez inició su carrera profesional en diciembre de 1976 y un año después ya era campeón mendocino. En ese entonces lo llamaban El Dandy del boxeo, su popularidad crecía pelea tras pelea y le costaba mucho lidiar con todos los cambios en su vida. “Me pasaban cosas muy grosas y yo me preguntaba: ‘¿Por qué ahora? Si no lo necesito’. Me daba impotencia, sobre todo por lo que me tocó vivir”, cuenta. El cordobés había pasado de no tener nada a tenerlo todo en poco tiempo y no pudo soportarlo. “A los cinturones en vez de ponérmelos en la cintura me los ponía en la cabeza”, agrega entre risas.

El Dandy, cuando se aburría, tomaba un avión a Buenos Aires para pasar la noche en Recoleta, barrio donde estaban los mejores restaurantes y boliches en esa época. En algunas de esas escapadas nocturnas empezó a relacionarse con artistas y cantantes famosos que siempre le habían parecido inalcanzables. El exboxeador recuerda la noche en la que estaba en un restaurante de Recoleta y el mozo le dijo que Violeta Rivas Y Néstor Fabián querían que se sentara con ellos.Yo lo miré y le dije: ‘¿Me estás jodiendo?’ Me costaba creer lo que estaba pasando”, relata.

Pasó el tiempo, su adicción empeoró y Ballas supo que debía pedir ayuda para torcer su historia: “Mi familia me ayudó mucho, tengo una mujer maravillosa que vivió todo conmigo. Vivió la parte dulce y la amarga”. Luego de colgar los guantes, se rehabilitó y luchó para acomodar su vida. El excampeón del mundo logró en 2017 ganar una batalla pendiente: terminar el colegio primario. Este año arrancó la secundaria y sueña con estudiar Psicología. Lo cierto es que encontró una manera de dejar atrás lo negativo de su pasado y convertirlo en algo bueno.

“Cuando dejé el boxeo, logré lo que realmente quería, ayudar a los pibes que tenían problemas”, afirma convencido el cordobés. Hoy trabaja en la seccional de Villa María de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (ATILRA), donde junto a un equipo médico realizan terapias ambulatorias con los chicos que padecen adicción a las drogas. Además viaja por todo el país brindando charlas. Pero Ballas se dio de cuenta de que debía estudiar, ya que cuando se reunía con los médicos del equipo para evaluar a los pacientes, no entendía los términos que usaban. Esto lo llevó a hacer dos capacitaciones de un año cada una. Una, en el Instituto de Prevención de las Adicciones de la Universidad del Salvador (USAL), de donde egresó como socioterapeuta en Adicciones, y la otra como asistente en Drogodependencia en la Universidad Nacional de Córdoba. “No soy profesional, pero me ayudó muchísimo”, expresa con orgullo.

La satisfacción de Gustavo Ballas cuando siente que pudo ayudar a alguien es inmensa. “Siempre le digo a los pibes cuando les doy el alta: ‘Ahora empieza lo más bravo, no creas que ya te recuperaste. Pero lo importante de todo esto es que te recibiste de campeón, campeón de la vida’”, narra el excampeón del mundo algo emocionado. Con 60 años y una vida de película, tiene un claro objetivo para los jóvenes: “El mensaje que quiero transmitir es que no cometan los mismos errores que yo”.

“La especie no mejora”
El excampeón del mundo analizó lo difícil que es la vida de los boxeadores y mostró su preocupación por las nuevas generaciones. “Lo ideal sería que ejercieran esta profesión y estudiaran. Es difícil, pero se puede. Lo que pasa es que no lo inculcan. Te ponés a pensar y te das cuenta de que un boxeador ignorante es más fácil de manejar”, señala. Ballas se dio cuenta de grande de la importancia de formarse y completar sus estudios: “En ese momento pensaba: ‘¿Para qué estudiar si con esto ya estoy para toda la vida?’ Y lo cierto es que esto dura poco, y más para nosotros (los boxeadores), para quienes dos más dos es cinco, lamentablemente”. El cordobés cuenta el momento en el que se enojó con el periodista deportivo Ernesto Cherquis Bialo y reflexionó al respecto. “En esa época éramos tres jóvenes boxeadores que estábamos de moda y no teníamos buena conducta: Ubaldo Sacco, Juan Martillo Roldán y yo. Entonces Cherquis escribió una nota para la revista El Gráfico y el título fue ‘La especie no mejora’. Yo lo quería pelear, me enojé muchísimo. Pero pasó el tiempo y si hoy fuera periodista deportivo y tuviera que escribir una nota sobre boxeo, lamentablemente el título sería ‘La especie no mejora’, asegura.

Francia: la antítesis de Argentina

Nahuel Gala (@NahueGala)

Fieles a Les Bleus, los azules, su apodo, los franceses serán la próxima prueba de fuego para un combinado albiceleste que clasificó agónicamente a los octavos de final. Kazán Arena será el epicentro de una jornada histórica que verá el enfrentamiento entre ambos en una cita mundialista desde la victoria 2-1 de Argentina hace exactamente 40 años en el torneo que significó la primera estrella del equipo que era comandado, en ese entonces, por César Luis Menotti. El sexto conjunto más joven del Mundial llega con una victoria por 1 a 0 frente a Perú y otra 2 a 1 contra Australia. Tras igualar sin goles con Dinamarca, resultado que favoreció a ambos, selló su pase para estar entre los mejores 16 y coronarse con el primer puesto del Grupo C.

El estilo galo está ligado a los tiempos que pasan por su principal compositor: Antoine Griezmann, delantero del Atlético Madrid que entrena el argentino Diego Simeone fue el goleador y el más destacado de la Eurocopa 2016 que albergaron y que vieron a Cristiano Ronaldo y compañía alzar el trofeo del Viejo Continente más importante a nivel selecciones. Conformado de un elenco plagado de estrellas internacionales como Paul Pogba, Kylian Mbappé, N’Golo Kanté, Hugo Lloris, entre otros, Francia buscará repetir la hazaña que consiguió como local hace 20 años: ganar el Campeonato del Mundo. Didier Deschamps, su director técnico, apostó por la integración de sangre novata de muchos de sus citados, acoplada a la íntegra afinación ya acostumbrada que le brindan sus máximas figuras. Sin embargo, no fue el primero en generar un recambio.

Fue en el Mundial de Sudáfrica 2010 donde sufrieron el gran golpe: quedaron eliminados en fase de grupos tras haber sido subcampeones cuatro años antes. Un equipo que promediaba 27 años y medio de edad y que tan solo repetiría a 6 de los 23 convocados en el segundo puesto de Alemania 2006, daría inicio a la reestructuración que armaría un combinado que, desde 2004 y hasta la actualidad, solo tuvo tres entrenadores. La excepción de Laurent Blanc entre 2010 y 2012 mancha el gran respaldo dirigencial y el respeto ante los proyectos que la Federación Francesa de Fútbol propuso a Raymond Domenech entre 2004 y 2010 y a Deschamps entre 2012 y el presente. La longevidad promedio de los jugadores que integraron el plantel que perdió con Italia la final en Berlín hace 12 años era de 27,6. En cambio, la que está en pleno Mundial y que se enfrentará al equipo que capitanea Lionel Messi, posee un cociente igual a 25,5. Casi dos años de diferencia en una docena de temporadas que lo que buscaron fue reforzar el talento joven y la reconstrucción masiva de un seleccionado caído por no alzar la copa luego de que Zinedine Zidane, su máxima figura, fuera expulsado por darle un cabezazo en el pecho a Marco Materazzi –ambos autores de los goles de la final que Fabio Grosso sentenció en la definición por penales–.

Argentina es un país que, futbolísticamente, se aleja de lo extraordinario que suena que un entrenador coordine durante más de cuatro años un grupo: siete técnicos desde la Copa del Mundo del 2006, en la que vio la puerta de salida en cuartos de final ante el anfitrión. El mensaje es claro. Si no ganás, no seguís. La Asociación del Fútbol Argentino tuvo un proceso en el cual fue intervenida por una Comisión Normalizadora y que trajo falencias a un conjunto de jugadores que cambiaban de esquema táctico en tantas ocasiones que ya no se lograba tomar en serio cuando a Jorge Sampaoli le hicieron un contrato de cinco temporadas ya que quedó más que evidenciado que, si no avanzaba de primera ronda frente a Nigeria, sería destituido.

Francia es la antítesis de Argentina. La juventud es su cabeza y el respaldo de un cuerpo técnico su columna vertebral. En tanto, la albiceleste está en el Top 10 de las naciones más longevas de esta Copa del Mundo y, a pesar de que tiene al mejor del planeta en sus filas, la diferencia es notoria. Los 28,4 años de promedio del equipo que entrena Sampaoli hacen honor a aquel combinado francés que finalizó una era de futbolistas con el subcampeonato en Alemania.

La fecha FIFA y el comienzo de la NFL se reparten las canchas de Estados Unidos

Nahuel Gala y Juliana Llaneza

La NFL comienza a una nueva temporada el jueves 6 de septiembre con el partido por el Thursday Night (así se denomina el encuentro que abre cada jornada y que es jugado ese día de la semana) entre Philadelphia Eagles, campeones actuales, y Atlanta Falcons, en el Lincoln Financial Field de Pensilvania. Al día siguiente, la selección argentina que dirige, momentáneamente, Lionel Scaloni, se medirá con Guatemala en el Memorial Coliseum de Los Ángeles, California, a partir de la medianoche. Precisamente, en este escenario, hacen de local Los Ángeles Rams, uno de los equipos más fuertes y prometedores para la edición 2018/19 de la liga de fútbol americano más importante del planeta.

A pesar de que en esta primera fecha los Rams jugarán de visitante (en Oakland, ante los Raiders), habrá actividad de todos modos en la ciudad de la gran naranja. Y es porque Los Ángeles Chargers, franquicia que se trasladó a esta ciudad desde San Diego hace dos temporadas, recibirán a los Chiefs de Kansas City en el StubHub Center (también hogar de Los Ángeles Galaxy, donde se desempeña el delantero sueco Zlatan Ibrahimovic en la Major League Soccer). La coincidencia de la gira de amistosos por la fecha internacional de la FIFA que realizará Argentina calza justo en la talla de lo que está sucediendo en los Estados Unidos. El martes 11 de septiembre, a partir de las 21hs, Sergio Romero, Cristian Pavón, Paulo Dybala y compañía se verán las caras frente a Colombia (que ya no tiene a José Pékerman en el banco de los suplentes como su entrenador) en el MetLife Stadium de New Jersey, New York.

Paradójicamente, los Giants (conjunto neoyorquino) debutarán ante los Jacksonville Jaguars en este recinto el domingo por la tarde y, poco más de 48 horas después, su verde césped será testigo de lo que le deparará al combinado albiceleste que tiene un futuro prometedor por quiénes fueron llamados para vestir esta camiseta. Luego de la derrota con Francia por 4 a 3, en Kazán, por los octavos de final de Rusia 2018, el nuevo director técnico de Argentina convocó 12 jugadores que nunca habían estado en ninguna lista previa. Seis futbolistas están actualmente en el exterior (Walter Kannemann de Gremio, Franco Cervi del Benfica, Santiago Ascacíbar del Stuttgart, Franco Vázquez del Sevilla, Giovanni Simeone de Fiorentina y Rodrigo Battaglia del Sporting de Portugal) y, los seis restantes, lo hacen en el ámbito local: Alan Franco en Independiente, Leonel Di Plácido en Lanús, Renzo Saravia en Racing, Exequiel Palacios y Gonzalo Martínez en River Plate y Matías Vargas en Vélez.

El proyecto contra la improvisación

Nahuel Gala (@NahueGala)

La potencia contra la revelación. La candidata frente a la sorpresa. Les Bleus vuelve a una final tras doce años cuando cayeron por penales con Italia en el Estadio Olímpico de Berlín. Croacia, por su parte, debutará en el séptimo partido por la consagración mundialista veinte años después de finalizar en el tercer lugar de la Copa del Mundo de 1998 que, además de ver a los galos conseguir su única estrella por el momento, vivió hasta ahora el mejor posicionamiento de ambas selecciones en la historia del campeonato.

En la actualidad ambos tienen grandes planteles y, aunque la calidad individual de los franceses es muchísimo más notoria por las funciones que tiene cada uno en sus respectivos clubes, las historias que los traen hasta Luzhniki son muy adversas.

Didier Deschamps, entrenador de Francia, asumió hace exactamente seis temporadas tras una actuación de un equipo que dejó que desear en la Eurocopa de Polonia y Ucrania en 2012 cuando quedaron eliminados en cuartos de final a manos de la posterior campeona España. Luego de un camino apedreado en fase de grupos en la que sufrieron por quedar en la segunda posición como escolta de Inglaterra, se vieron ante la carencia de una idea y la falta de planificación con Laurent Blanc como seleccionador que había tomado las riendas de un conjunto que fue eliminado en la primera ronda de Sudáfrica 2010 en pleno escándalo entre jugadores y el por aquel entonces director técnico, Raymond Domenech, con la desvinculación de Nicolas Anelka de los 23 convocados. En dos años, dos caras distintas, cualidades opuestas y un proyecto que terminaría para los franceses.

En tanto, el bosnio Zlatko Dalic, quien estaba al mando del Al-Ain en los Emiratos Árabes Unidos, fue nombrado como voz de mando de los balcánicos a una fecha de concluir las Eliminatorias de la UEFA. Croacia se jugaba la clasificación mano a mano con Ucrania a la espera de caer en el repechaje cara a cara con Grecia: ganadora del Campeonato Europeo de 2004, cuya edición tuvo a galos y croatas compartiendo el Grupo B.

Dalic tuvo que improvisar y realizar algunas variantes respecto al encuentro ante Finlandia que había dejado como legado Ante Cacic: entraron Dejan Lovren Sime Vrsaljko en la defensa, Luka Modric pasó de jugar de doble cinco con Ivan Rakitic a estar más adelantado y generar la ofensiva y Andrej Kramaric pasó a estar por la banda derecha y fue el autor de los dos goles que le dieron una nueva vida a Vatreni (fuego traducido al castellano).

Tras vencer a los griegos en la repesca y clasificar a Rusia 2018, integraron el Grupo D con Argentina, Nigeria y la debutante Islandia. Con puntaje perfecto accedieron a octavos de final donde jugaron tiempo suplementario y avanzaron por penales, escenario que se repetiría en cuartos de final contra los locales y, posteriormente, con Inglaterra en semifinales a excepción de ir a una nueva definición desde los doce pasos gracias a un gol de Mario Mandzukic a minutos de ir a la conclusión en la pena máxima.

En total, Croacia jugó tres tiempos suplementarios en la ronda de eliminación directa en esta Copa del Mundo: un equivalente a 90 minutos más de lo habitual, es decir, que es como un partido más de carga física y mental. Dalic y su equipo llegarán a un séptimo encuentro en Moscú con la sensación de que disputarán el octavo.

Por su parte, Deschamps derrotó a Australia y a Perú sin complicaciones e igualó sin goles con Dinamarca para firmar tablas (único 0 a 0 de todo el Mundial) y acceder ambos a la siguiente instancia a través del Grupo C. Al vencer a la Argentina 4 a 3, a Uruguay 2 a 0 y a Bélgica 1 a 0, Les Bleus clasificó a su tercera final en el lapso de seis citas mundialistas.

La segunda selección más joven del torneo enfrentará a la gran revelación en el partido definitivo. Un ciclo que comenzó post Eurocopa 2012 para Francia y uno que dio inicio hace aproximadamente nueve meses con el seleccionador bosnio a la cabeza de los croatas hacen que la final de Rusia 2018 sea tan particular, así como emocionante, por el desenlace particular que puede tener para cualquiera de las dos naciones: bicampeonato galo o primera consagración balcánica a dos décadas de la mejor participación en un Campeonato del Mundo para ambos países.

Deschamps, quien cayó en la ronda de los ocho mejores ante la consecuente campeona Alemania en Brasil 2014 y también fue derrotado en la final de la Euro 2016 albergada en su nación contra Portugal, de conquistar la actual copa como director técnico, se transformará en el tercero en hacerlo en ese puesto al igual que como jugador e igualará lo logrado por Mario Zagallo (1958 y 1962 como futbolista y 1970 como entrenador en Brasil) y Franz Beckenbauer (1974 en la cancha y 1990 dando órdenes desde el banco con Alemania).

La historia de un gigante

Por Fiorella Caruso

Su espíritu inquieto y atrevido lo llevó a esa acción. Aquella que todos los seguidores del básquet recuerdan. Esa imagen de Facundo Campazzo en el aire, con el brazo estirado tapándole el tiro de dos a Kobe Bryant.

Ese fuego interno que lo caracteriza hizo que tapara a uno de los mejores jugadores de la NBA. Pero a él no le importó el nombre de ese hombre moreno de casi dos metros de altura que tenía en adelante. Como un león frente a su presa, tenía los ojos fijos en la pelota, y su único objetivo era evitar que ingresara al aro.

Era la primera vez que se enfrentaba al Dream Team. Este partido, en el marco de un amistoso previo a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, fue la antesala al comienzo del sueño olímpico que cumpliría el 29 de julio de ese mismo año frente a Lituania.

Argentina perdía por 17 puntos y le costaba encontrarle la vuelta al partido, mientras que Estados Unidos convertía en todas las jugadas y lastimaba con los tiros de tres. El ingreso de Campazzo a la cancha le aportó dinámica al equipo, y a pesar de que se enfrentaba a gigantes del básquet como LeBron James, Chandler Tyson, Kevin Durant, Chris Paul y Kobe Bryant, jugó y se movió con la picardía de siempre, molestando a sus rivales y ayudando a sus compañeros. Como se diría en la jerga callejera: “No le pesó la camiseta”. Sin embargo no fue tan sencillo para él. No es fácil jugar en ese nivel con mi altura -1,79 metros-. Pero no es imposible. Traté de disimularla corriendo con mucha intensidad, defendiendo fuerte, jugando agresivo. Así, no me doy cuenta. Nada es imposible y se puede jugar ante cualquiera”, le confesó al diario cordobés Día a Día.

La historia de Campazzo empezó mucho tiempo atrás, en la ciudad de Alta Córdoba. Tenía cuatro años cuando conoció el básquet gracias a su madre, María Elena, quién un día lo llevó al club Municipalidad de Córdoba para que haga algún deporte porque “era hiperquinético y tenía muchas energías”, así que tres veces a la semana lo acompañaba a entrenarse y a los partidos.

Campazzo no sólo usaba la astucia e inteligencia que lo caracteriza en el campo de juego para el básquet, también lo hacía para irse de la escuela. “Las veces que me llamaban del colegio porque se sentía descompuesto, y cuando llegaba, estaba bárbaro. Se portaba bien, pero era muy vago para estudiar, cuenta su madre, quien lo acusaba de ser vago, porque todos los años se llevaba 10 materias que luego rendía y aprobaba.

A los 10 años, tuvo un romance con el fútbol, en el que también -según su familia- se destacaba. Pero un día, Mary, lo hizo elegir entre uno de los dos deportes, y se quedó con el básquet.

Cinco años después, Facundo jugaba en Unión Eléctrica y por primera vez tanto él como su club se iban a enfrentar a Peñarol en un cuadrangular semifinal del campeonato Argentino de Clubes U18. Su talento, rapidez, actitud y desfachatez para jugar captivaron al cuerpo técnico de esa categoría del club marplatense.
Mucho habló de ese tema con su mamá, quien en su interior sabía que él quería irse a Mar del Plata, así que ni bien cumplió los 16, Campazzo emprendió un viaje que sólo significaba el desafío de jugar en otro club, lejos de casa, pero de lo que no tenía consciencia es que a partir de ese momento su vida iba a cambiar.

No fue fácil esa decisión para su entorno familiar. A su mamá, Mary, fue quizá a quien más le costó la separación: “Lo extrañaba muchísimo, así que viajaba cada mes y medio a verlo, y lo veía bien. La llegada mía era hermosa, pero la despedida era tremenda, yo lloraba y Facu me decía ‘No seas tonta, no llores’, y hasta el día de hoy es igual”.

Una vez instalado en Mar del Plata, comenzó a entrenarse duro, pasó horas y horas en el gimnasio durante cada categoría que fue transitando, hasta que un día, Sergio Hernández, ex director técnico de Peñarol, lo llamó a entrenarse con el equipo de primera y jugaron un picadito. Pablo Sebastián Rodríguez, más conocido como Tato, era en ese entonces el capitán del equipo. Y allí estaba, picando la pelota en el centro de la cancha, cuando Campazzo tuvo el descaro de robársela, y pasársela a Byron Johnson para que la volcara potentemente con las dos manos.

Su debut se produjo el 10 de octubre de 2008. Se enfrentaba a Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia en el Polideportivo de Mar del Plata. Solo jugó dos minutos y alcanzó a anotar dos puntos y bajó dos rebotes. Al principio no tuvo muchos minutos de juego, pero casi a final de temporada consiguió estar más tiempo debido a la buena participación que tuvo durante los playoffs.

La titularidad en el equipo no le llegó de la manera más feliz. Tato Rodríguez le decía adiós al básquet por una afección cardíaca que le impedía volver a jugar profesionalmente. Trato de repetir lo que hacía Tato: hacer jugar al equipo y que estén todos contentos”, declaró Campazzo en El Gráfico. También confesó en Olé que el ex capitán de Peñarol lo acompañó en ese nuevo desafío de hacerse cargo del equipo y lo supo aconsejar: “Me dijo que no me tenía que convertir en él ni en Pepe Sánchez. Que hiciera mi juego y buscara mi propia identidad. Que supiera que a veces hay que correr y otras parar”.

A pesar de que su vida empezó a tomar un vertiginoso ritmo, siguió cerca de su familia. Al segundo año de estar en Mar del Plata, llamó un día a su hermano, Marcelo, padre de su ahijado y con quien mantiene una estrecha relación, para decirle que quería que ambos se hagan el mismo tatuaje. Ni bien lo decidieron, Facundo se preguntaba qué se podían tatuar, ya que él quería que sea algo con significado y su hermano encontró la solución. “Yo tengo una quiniela y los números tienen significados. El 99 es los hermanos y me pareció buenísimo. Le dije a Facu y le encantó. Vino a Córdoba y lo hicimos (siempre sale con la suya)”, contó entre risas.

Su paso por Peñarol fue exitoso. Obtuvo cuatro títulos de la LNB en cinco finales disputadas, ganó tres Super 8, una Liga de las Américas, dos Interligas y una Copa Argentina. También fue elegido MVP de las finales en las temporadas 2011/12 y 2013/14 y recibió el Olimpia de plata al mejor basquetbolista en 2012 y 2013.

Su vínculo con la Selección empezó con el Sudamericano que se jugó previo a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Ese torneo definía cuál de los bases iba a obtener un lugar en el plantel para disputar los Juegos, si Nicolás Laprovittola o Campazzo. Finalmente, luego de que Argentina saliera campeón del certamen, el cordobés, fue el elegido. “La verdad que todavía no caigo”, le dijo al diario Mundo D cuando se enteró de la noticia. Hacía casi un año atrás que había sido cortado por Julio Lamas para participar del Panamericano y sus ilusiones de entrenarse con la Generación Dorada se habían caído, pero en ese momento ese sueño estaba más vivo que nunca.

En los Juegos participó de los ocho partidos que disputó Argentina, sumando varios minutos durante cada enfrentamiento. Frente a Túnez se encontró con que tuvo que tomar las riendas del equipo por la ausencia de Pablo Prigioni debido a un cólico renal. A pesar de que comenzaron perdiendo, lograron ganar por 92 a 69. Campazzo jugó los 40 minutos y fue uno de los jugadores más importantes para el equipo. Terminó con 12 puntos, 7 asistencias y 9 rebotes.

TODOS HABLAN DE CAMPAZZO

Tiene 23 años y logró ser campeón de la Liga Nacional, jugó unos Juegos Olímpicos, un Mundial, y hoy es parte del plantel del Real Madrid con Andrés Nocioni como compañero. Su carrera recién empieza y sólo él sabe cuál es su techo.

“Facu sigue siendo el mismo chico que se fue de Córdoba, la persona no cambió, es humilde, fresco, feliz, y espero que eso nunca cambie”, así describe Mary a su hijo.

Sergio Oveja Hernández tiene un gran afecto por Campazzo y lo quiere como a un hijo ya que lo dirigió desde los 16 años hasta el 2013. “Ese enano no tiene nivel, tiene la cara como una piedra. Es un fuera de serie”, manifestó y agregó: “Él era un terremoto en la cancha, todo saguíneo, y ahora veo otro jugador. No tiene freno. Va a jugar en el Madrid, NBA, donde sea, porque se alimenta del talento que tiene al rededor y aprende”.

En cuanto a su persona Hernández lo describió como a alguien que está bueno tener de ejemplo: Campazzo te demuestr que podés lograr cosas que de antemano la vida te dice que no. Él no tiene las condiciones físicas para este deporte, mide 1,78 cm con tacos – gracias a las zapatillas Nike con cámara de aire que le agregan 2 o 3 cm – no es atlético y tiene tendencia a engordar, y sin embargo es una cosa increíble”.

Gabriel Fernández, pivote del equipo marplatense y ex compañero de Campazzo opinó: “Facu es un jugador que reúne todas las condiciones con la mentalidad y el rendimiento que tenía la Generación Dorada. Es desafiante, con carácter y nada lo asusta. Junto con Scola va a ser uno de los líderes de la Selección Nacional”.

Los hinchas de Peñarol tienen un gran afecto por él, lo apodan El pequeño gran héroe por todo lo que significó para el club y a pesar de que recién se fue no ven la hora de verlo volver.

El básquet universitario de Estados Unidos, visto por ojos argentinos

Por Gabriel Cottone @gabocottone y Maximiliano Patella @MaxiPatella

Se bajan las luces, comienza la música y se encienden las gargantas. Cualquiera podría imaginarse que se está hablando de un recital del calibre de los que suceden año a año en el Hipódromo de Palermo, pero la situación que se describe viene desde el Norte, y no desde zona Norte precisamente. Año a año, marzo es revolucionado por el torneo de básquetbol de la National Collegiate Athletics Association(NCAA) en Estados Unidos y, desde un grupo de amigos en una habitación de alguna residencia universitaria, hasta el mismísimo ex Presidente Barack Obama realizan competencias para ver quién adivina los resultados del “March Madness” (algo así como la “locura de marzo”). La fase de eliminación directa pone a los mejores 68 equipos del país frente a frente para ver cuál se alza con el título de campeón nacional. El mote de “locura” está perfectamente colocado: las probabilidades de lograr la “planilla perfecta”, aquella que acierta en todos los resultados del torneo –una especie de ProDe yanqui-, son de 1 en 9.2 “quintillones” (9.223.372.036.854.777.808), según la revista Forbes.

Sin embargo, si bien el momento de mayor exposición para los estudiantes-atletas que participan del certamen se da en esa fase final, el proceso para llegar a esa instancia comienza desde la decisión de atender a determinada universidad. A lo largo de la historia, son varios los argentinos que jugaron al básquet en la NCAA, pero sólo cinco llegaron a esa fase final de eliminación: Juan Ignacio Pepe Sánchez (en Temple), Patricio Prato (Saint Bonaventure), Juan Lobito Fernández (también en Temple), Patricio Garino (George Washington) y Erik Thomas (New Orleans).

El Equipo tuvo la posibilidad de hablar con dos jugadores con historias diferentes de llegada al básquet universitario norteamericano, pero con las mismas esperanzas de triunfar en el deporte que tanto aman: el ya mencionado Erik Thomas y Ayan Carvalho, jugador de Temple Owls.

Participar de un deporte en el nivel NCAA no es fácil, claro está. Pero la dificultad no sólo reside en lo atlético, sino también en mantener un nivel académico aceptable. La NCAA divide el deporte universitario en tres divisiones (I, II y III), y son las primeras dos las que ofrecen becas deportivas. Para poder participar en cualquier deporte en la denominada División I es necesario cumplir con varios requisitos, entre los que se destaca el de mantener un GPA (promedio) mínimo de 2.0 (de 7 a 7,4 en Argentina).

Todos los deportes universitarios tienen diferentes consejeros que están a nuestra disposición durante todo el semestre. Son una gran ayuda en cuando a lo académico, en parte porque nos tienen ‘cortitos’ con las tareas y el estudio, y porque al mismo tiempo nos ayudan con la organización de nuestros cronogramas de clases y estudio y están encima nuestro para que podamos con todo”, explica con un acento inconfundiblemente argentino Ayan Carvalho, que nació en Brasil, pero que a los seis años vino a vivir a Argentina, en Paraná.

Erik Thomas, por su lado, tuvo un proceso de adaptación más simplificado ya que creció en Estados Unidos. Su padre, Jim Thomas, fue campeón con Ferro en Argentina en 1989 y su hermana, Stephany, es integrante de la selección nacional femenina. Sin dudas, el básquet corre por sus venas. “La experiencia de ser estudiante y atleta a la misma vez no es difícil. Acá hay muchas personas que te ayudan con la parte académica y al mismo tiempo los entrenadores te exigen que hagas todos los trabajos a tiempo y que estés al día con los estudios para participar de los partidos. Todo está planificado y se aseguran que el aspecto académico esté cubierto”, explica, con un castellano muy claro a pesar de los años que pasó en Estados Unidos, para luego añadir que “no es difícil siempre y cuando uno dé lo mejor de sí y trabaje para lograrlo”.

Entre clase y clase, Carvalho pudo hacerse un momento para charlar con El Equipo y no sólo hizo referencia a la ayuda que reciben por parte de los consejeros, sino que también se explayó sobre otro aspecto que quizás no es tan tenido en cuenta a la hora de pensar en las dificultades de participar de la NCAA pero que para él es igual de determinante: “El proceso de adaptación es duro y largo, no sólo en cuanto a lo académico sino también en lo social. Con el idioma, al no hablar más allá del conocimiento básico que tenía de la escuela, me costaba mucho comunicarme y eso incidía en lo social. Fueron más o menos dos meses hasta que pude hablar de manera fluida y así se facilitó la adaptación un poco”, describe el escolta.

En New Orleans, Erik explica que también reciben el apoyo de consejeros: “La universidad nos ayuda y nos apoya en todo. Tenemos una tutora que se encarga de ayudarnos con los estudios y nos empuja para que subamos nuestro GPA. Cumple el doble rol de directora académica y consejera personal de los alumnos”.

Sea que el futuro de Erik y Ayan esté en el básquet o en las carreras que eligieron –Estudios Interdisciplinarios y Publicidad, respectivamente-, el sistema deportivo-académico de la NCAA se encarga de que ambos estén listos para triunfar como profesionales. La asociación funciona como una maquinaria bien aceitada.

“Erik es un ganador nato”

Si hubo alguien que tuvo una gran temporada en la NCAA fue Erik Thomas. Como integrante de New Orleans Privateers, que milita en la Southland Conference, Thomas se destacó como líder en varios rubros estadísticos durante la temporada que colocó al equipo nuevamente en el torneo final NCAA, al que había clasificado por última vez en 1996. Al mismo tiempo fue reconocido como el mejor atleta del estado de Louisiana y el mejor de la Conferencia. Su coach, Mark Slessinger –también reconocido como mejor entrenador de la Conferencia- tuvo nada más que palabras de elogio para su jugador en declaraciones exclusivas para El Equipo: “Erik es un jugador muy talentoso, un líder dentro y fuera del campo y ha conseguido grandes avances en el último año y medio. Conozco el orgullo que le da ser argentino, sé que sueña con integrar el plantel nacional y espero que algún día tenga la oportunidad de hacerlo porque es un ganador nato”.

Hace poco se pudo ver a Erik charlando con Emanuel Ginóbili en la previa de un partido de San Antonio Spurs: “Manu me aconsejó y me dijo que siga trabajando para mejorar mi juego porque siempre que uno trabaja va a lograr resultados”, comentó el alero para luego asegurar que su idea es inscribirse al próximo draft de la NBA con el sueño de llegar a la liga más importante del mundo.

Con la misión de quedarse en Luzhniki

Nahuel Gala (@NahueGala)

Eran otros tiempos, era similar la historia. En el Mundial de Francia 1998Croacia había logrado la que fue su mejor participación hasta la actualidad al obtener el tercer puesto con el goce del aporte goleador del por aquel entonces delantero del Real Madrid, Davor Suker(máximo artillero del torneo con 6 tantos). Lo había hecho tras conseguir su pase a la competición dejando sin oportunidad a Grecia y Ucrania en las Eliminatorias UEFA y, una vez en territorio galo, avanzó a octavos en un grupo compartido con Argentina, aunque con las posiciones invertidas. El mágico expreso de medianoche que atravesaba la nocturna pero nunca apagada París veía partir a un combinado croata que batalló hasta el final con la nación hospedadora de un campeonato que, paradójicamente, tenía a Les Bleus en semifinales.

El primer Campeonato del Mundo en el que clasificaron y no eran introducidos como Yugoslavia es, hasta hoy, su obra más esplendorosa en la contemporaneidad. Por otro lado, estará una Inglaterra que quiere devolverle la corona a su Reina. Gareth Southgate, su seleccionador, cuenta con cinco futbolistas pertenecientes al Tottenham Hotspur, club que más jugadores aporta a los cuatro combinados que siguen de pie en Rusia, con 9 en total. El efecto que causó Mauricio Pochettino, entrenador argentino del conjunto londinense, es altamente notorio ya que, al apostar por los juveniles en sus ya cuatro temporadas con el elenco del norte británico, sus jugadores son imprescindibles en las determinadas selecciones que componen: Hugo Lloris, arquero titular de Francia y la dupla de centrales que, momentáneamente, defienden ese arco en Wembley Stadium, está compuesta por dos indispensables de la Bélgica que dirige técnicamente el español Roberto Martínez, Toby Alderweireld y Jan Vertonghen.

El Fuego y Los Tres Leones llegarán a los siete partidos en este Mundial. Lo que intentará Croacia es no repetir lo ocurrido en la capital francesa hace dos décadas y, los ingleses, que el último tren a Londres no les traiga malos augurios de aquel encuentro en el que fueron derrotados por Alemania en la tanda de penales de 1990 y les evitó llegar a su segunda final debido a que en su primera y única derrotaron a Die Mannschaft por 4 a 2 en el mismo escenario donde hace de local el Tottenham en el presente.

Este club, fundado hace 135 años, une lazos de ambos seleccionados. Luka Modric, capitán y emblema croata, se desempeñó en las filas de la institución británica entre las temporadas 2008/09 y 2011/12 ante de su pase al Real Madrid en la siguiente. Lo mismo ocurrió para Vedran Corluka hasta que partió a Moscú para ponerse la camiseta del Lokomotiv, su equipo actual, con un breve paso previo por el Bayer Leverkusen. Hoy en día los Spurs le brindan a Harry Kane (goleador de la Premier League en las temporadas 2015/16 y 2016/17), Danny Rose, Kieran Trippier, Eric Dier (autor de la pena máxima contra Colombia que les dio la clasificación a cuartos de final) y Dele Alli al elenco internacional inglés.

El club que le sigue al Tottenham en la lista de los que todavía quedan en suelo de la ex Unión Soviética son: Manchester City, Chelsea y Manchester United con siete futbolistas yLiverpool, Mónaco, París Saint-Germain y Barcelona con cuatro cada uno. Este último mencionado disfruta del talento del mediocampista balcánico Ivan Rakitic, único jugador en toda la historia del fútbol que ha marcado el penal decisivo en dos tandas de desempate del Campeonato Mundial al haberlo hecho en octavos de final ante Dinamarca y frente a la nación que alberga el torneo en la instancia de los ocho mejores que acaban de rebasar.

Hace 20 años, Croacia le arrebató a Grecia el sitio de escolta en el Grupo A de la clasificación UEFA y, posteriormente, borró en el repechaje a Ucrania. Este año, dejó afuera a ucranianos del Grupo I y, antes de obtener su boleto hacia territorio ruso, tuvieron que vencer a los Dioses del Olimpo en la repesca. Parece ser que, para los croatas, dejar en el camino a estas dos selecciones le trae la bendición de llegar hasta el séptimo partido en la Copa del Mundo subsiguiente.

Esta vez, esperarán alcanzar el encuentro número siete pero que no sea el que defina el tercer y cuarto lugar del certamen, puesto que ocupó Inglaterra en el Mundial de Italia de hace 28 años. En ese entonces solo dos jugadores del Tottenham Hotspur integraban los 23 citados por Bobby Robson: el mediocampista Paul Gascoigne y el atacante Gary Lineker, goleador del equipo con 4 anotaciones. El club londinense tuvo que esperar el transcurso de ocho citas mundialistas para volver a ver un delantero que represente su escudo con semejante talla. Se trata de Harry Kane, quien, con 6 goles en 3 partidos, ya se posiciona a tan solo 4 tantos de alcanzar la marca histórica de 10 gritos que obtuvo Lineker.

Las historias que estos países atraviesan los retrotrae a sus épocas doradas y que parecen abrazar la realidad en la que se encuentran: ambos buscarán que su séptimo juego sea en Moscú, en el Estadio Olímpico de Luzhniki más precisamente: allí jugarán la segunda semifinal de Rusia 2018 e intentarán que su permanencia en este recinto dure hasta el 15 de julio, día de la gran final que podría significar la segunda de la historia de Inglaterra o la primera de los dirigidos por Zlatko Dalic.

La chica que no quiere mirar el hockey desde otro lado

Por Fiorella Biondi

La historia de Guillermina Ferrando, de 16 años, sorprendió al hockey sobre césped argentino: desde los seis años practica ese deporte, a los 11 le diagnosticaron una hidrocefalia, la sometieron a dos operaciones y su ilusión de volver a jugar fue posible, pero con el uso de un casco.

Ferrando llegó a jugar en la primera de su club, La Barranca de Santa Rosa, y a competir con la selección pampeana. Desde 2012 usó el casco en torneos locales y nacionales sin ningún inconveniente.

El 28 de abril, los torneos iban a cambiar para la adolescente. Como tantas veces en los últimos años, Guillermina hizo el calentamiento junto a sus compañeras de La Barranca. Era la previa del primer partido del torneo regional de clubes de la Patagonia, cuando Gilda Navarrete, la directora del torneo, le comunicó que no podría ingresar con el casco. “Fue una desilusión enterarme que no podía entrar a jugar, porque era la primera vez que iba a este torneo”, dijo la jugadora. Pero Navarrete le explicó que la decisión era de la Confederación.

Y no fue solamente eso. “Después de terminar el último partido, la directora me llama sin mis compañeras, solamente con mi jefa de equipo y me dice que empezará a ver el hockey desde otro lado y no como jugadora”, contó Guillermina.

Karina Gómez, la mamá de Guillermina está furiosa contra la directora del torneo y la Confederación Argentina de Hockey, porque cree que la actitud hacia su hija fue denigrante. Apenas se enteró de que le impidieron jugar en Neuquén, fue a la delegación del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación) y al Juzgado del Menor de La Pampa para denunciar el caso.

“La gente lo ve totalmente discriminador. Para el club es algo normal y para las jugadoras de Neuquén también porque se han enfrentado varias veces en el Torneo de Cuatro Provincias”, comentó la madre.

Karina rechazó el argumento de la Confederación: “Son absurdos. Dicen que el casco es peligroso para otra rival. Y que son las reglas internacionales”. Pese a esto ella revisó todos los antecedentes del deporte. “Es un deporte de riesgo, pero por el palo y la bocha. Decir que es un riesgo el casco, es absurdo, habría que ver cuántos casos por lesión por casco hay. Si miras un partido, todas las arqueras tienen uno y no veo que las jugadoras tengan algún inconveniente”. Ademásmencionó el caso de una jugadora australiana, Lizzie Watkins, quien murió en 2012 por un bochazo en la nuca.

Gómez cree que este cambio le haría bien al deporte aunque ella solo va a luchar contra la confederación para que la acepten a su hija. Por el momento se está viendo la aprobación de que utilice un casco de rugby.

Una vez que se conoció la decisión de la CAH con Guillermina, su historia se viralizó. Los jugadores de Los Leones se sumaron al hashtag #SialCasco y pusieron el cartel “Yo quiero hockey inclusivo”.

Magdalena Aicega, ex Leona, es una de las personas del mundo del hockey que le interesó hablar del caso. “Me parece una tontería que no la dejen jugar por el casco. A mí me pasó que me fracturé un dedo y solo podía jugar con una varilla de metal, por lo que me puse un guante para ‘camuflar’ porque sé que no me habrían dejado jugar, aunque sabía que no iba a lastimar a nadie”.

Aicega consideraba el caso de Guillermina como extraordinario. Sobre la campaña a la cual se sumaron Los Leones, dijo: “Supongo que los chicos (Los Leones) hicieron eso por este caso en particular y los entiendo, esto no pasan todos los días. Las reglas están para seguirlas pero hay que ser un poco flexible de vez en cuando”.

La confederación no quiso dar ninguna declaración del tema pese a los insistentes llamados. Por su parte la Asociación Pampeana está dejando jugar a Guillermina con algunas prescripciones a nivel provincial donde le dijeron que al elemento le debía poner una protección blanda. La madre indicó que estaban analizando qué componente ponerle al casco pues hay cosas que no se fabrican.

Producción: Cristian Molano, Gustavo Ruiz Díaz, Lucas Braun, Franco Martínez, Juan Pablo Solari.

 

Inglaterra y Suecia: duelo de presencias y ausencias

Nahuel Gala (@NahueGala)

Wayne Rooney (inglés) y Zlatan Ibrahimovic (sueco) son los máximos goleadores de la historia de sus selecciones con 53 y 62 goles, respectivamente. Lo que los une es su pasado en el Manchester United y la trascendencia que tuvieron a lo largo de sus participaciones con sus determinados combinados nacionales ya sea en Eurocopas como en Campeonatos del Mundo. Pero sus caminos se alejaron del ámbito internacional y abrieron el juego a otros integrantes. Rooney, además, tan solo convirtió un tanto en once encuentros disputados a lo largo de tres Mundiales: Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014.

Por su lado, Ibrahimovic se retiró del equipo en el 2016 previo a la clasificación para Rusia 2018. Luego de que sus excompañeros eliminaran a Holanda en el Grupo A y, posteriormente, a una potencia como Italia en el repechaje, Zlatan pidió volver para tener la oportunidad de disputar su segunda cita mundialista. La Asociación Sueca de Fútbol rechazó la petición de la superestrella escandinava y por eso recibieron esta respuesta de su parte: “Una Copa del Mundo sin mí no sería una Copa del Mundo”. Con el actual delantero de Los Ángeles Galaxy en sus filas, Suecia avanzó a octavos de final en 2002 y 2006 y ni siquiera se clasificó en 2010 y 2014, aunque sin su presencia volvieron a la competición tras 12 años y lograron avanzar para estar entre los ocho mejores, instancia a la que no llegaban desde Estados Unidos 1994.

Los Tres Leones, quienes enfrentarán a los azules y amarillos denominados Wunderteam en el Samara Arena este sábado, poseen a uno de los goleadores del certamen: Harry Kane, atacante del Tottenham Hotspur, marcó 6 tantos en 3 partidos. Lo hizo por duplicado en el debut ante Túnez, por triplicado contra Panamá en la segunda fecha y abrió el del marcador en el empate 1 a 1 con Colombia en octavos de final que definió el pase a cuartos de los británicos desde la definición en los doce pasos.

El centrodelantero nacido en Londres alcanzó la marca de Gary Lineker, histórico jugador del seleccionado inglés, al conseguir la cifra exacta que logró en México 1986 el por aquel entonces futbolista del FC Barcelona que estampó en seis ocasiones la pelota en la red del arco rival. Desde ese Mundial, Inglaterra no tiene un nueve de área definido como carta de gol por excelencia y ahora encontró a quien se convirtió en el segundo máximo anotador en la historia de los Campeonatos del Mundo para los defensores de la Reina.

El delantero que le faltaba a uno y el que le sobraba al otro­. Suecia sin Ibrahimovic tiene más protagonismo en un Mundial que cuando lo tuvieron dentro de los 23. “Hemos aprendido a jugar sin Zlatan”, sentenció Marcus Berg, actual número 9 del combinado que dirige técnicamente Janne Andersson. Es claro que tener un futbolista de su talla sería fundamental pero tampoco es indispensable en un equipo de un deporte colectivo como este.

Asimismo, Kane le devolvió la esperanza de sentir el fervor de marcar un tanto en una Copa del Mundo para los que entrena Gareth Southgate. Intercambiando piezas, ajustando tuercas, ambas selecciones llegan con 3 victorias y 1 derrota en el trayecto hasta la llave en la que se verán las caras.

Los suecos aprendieron a no depender del atacante que integraba el plantel y, en cambio, los ingleses precisaban con ansias de un jugador que les asegurara convicción en ataquepara un torneo de semejante talla y que viene demostrando que hicieron bien en confiar en él. Desde Italia 1990 que Inglaterra no avanza a semifinales y lo mismo le ocurre a los escandinavos hace casi dos décadas y media

Radiografía de Gabriel Deck, en primera persona

Por Daniela Simón

Su rostro lo delata: es un pibe de veintipico; pero su metro 97 de altura hacen dudar si no tiene unas cuantas décadas de edad. Ese martes era día de descanso para Gabriel Deck, un santiagueño de un acento inconfundible. Nacido en Colonia Dora, un pueblo de unos seis mil habitantes, ubicado a más de 160 kilómetros de la capital provincial, es el 14 de la Selección Argentina.

“Empecé a jugar al básquet por mi hermano Joaquín. A mí no me gustaba, yo jugaba al fútbol”, explica y se ríe con todo su rostro cuando dice que era un nueve de área. A los 12 años, Gabriel pasó de ser un habilidoso con los pies a trabajar su dribling y su tiro de tres puntos. Al año siguiente, su profesora de gimnasia lo llevó a Quimsa. “Fue una decisión que se pensó mucho en casa, porque a mis papás no les gustaba mucho la idea. Pero no estábamos en un buen momento económico y nos podía ser de ayuda. Además, el club nos daba departamento y escuela, asique terminamos aceptando”, recuerda. Gabriel con 14 y su hermano con 17, se mudaron más de un centenar de kilómetros hacia el norte con la ilusión de conocer las instalaciones del club y practicar allí. “Fue un gran cambio, porque no teníamos amigos ni a nuestra familia. Aprendimos a cocinar, ordenar, esas cosas que siempre hacía mamá”, explica. Y cada vez que dice mamá lo hace como un pequeño que daría todo para tenerla cerca. Ella, el pueblo, familia y amigos son su cable a tierra, su pausa en la vorágine en la que se vive el deporte profesional.

El debut en la Liga Nacional llegó cuando tenía 15 años, pero no fue hasta los 17 que Gabriel empezó a tener más rodaje en el equipo. “Entraba 10 ó 15 minutos y estaba en las selección juvenil, ahí me di cuenta que quería ser profesional y hacer esto”, comenta. A partir de allí, comenzó a entrenarse distinto, ir al gimnasio, y trabajar por su deseo. Hoy, seis años después, habla desde afuera al ver esas ganas en otros chicos: “Algunos están horas en el gimnasio y viven entrenándose, y no es por ahí. No por eso van a ser Ginóbili. Creo que se nace con ese talento, hay una cuota de suerte, y entrenar, pero eso no es lo único”.

Desde hace un tiempo, Tortuga, como lo llaman todos, se trasladó al caos porteño para jugar en San Lorenzo. Y a veces piensa en la soledad de su casa, y ahora lo hace en voz alta, todo lo que consiguió: “Hubo gente que me dijo que no lo iba a poder hacer y lo logré. Llegué a Quimsa sin la idea de vivir todo esto, salí campeón, estoy en la Selección y ahora en otro club, todo eso en seis años, es muy loco. Eso y saber que hay amigos que quisieran estar en mi lugar es lo que me motiva todos los días”.

Julio Lamas, que ahora lo dirige en el Ciclón, lo llevó a la Selección mayor, para que sus ídolos se conviertan en sus compañeros de equipo, y para que formara parte de la etapa final de la Generación Dorada. “Aprendí mucho de ellos, sus consejos son desde el silencio, con acciones. Ahora se da un cambio de jugadores y me parece mal que se nos compare con lo que fue la Generación Dorada, porque por ejemplo (Nicolás) Brussino no va a ser Ginóbili, es Brussino”, manifiesta.

Los éxitos que ha conquistado en su corta y a la vez extensa carrera no lo sacan de su eje, todo lo que vive lo hace con tranquilidad, incluso esta charla, y no se vuelve loco cuando le dicen que lo vienen a ver de la NBA. Con esa misma serenidad vive el mientras tanto y comenta que no ha sentido presiones por parte de su familia, el público o periodistas: “Creo que a veces la gente ve el personaje, alguien que aparece por televisión, y se olvidan que es una persona. Por ahí se piensa que vivimos las 24 horas pensando en el básquet, y no es así, nosotros salimos de entrenar o terminamos un partido y tenemos una vida. Soy autoexigente, pero me permito perder en cierta medida, y es algo que manejo solo”.

Desde hace unos años Gabriel vive y respira básquet, para eso, debió perderse cumpleaños, juntadas con amigos, incluso vivió una Navidad en la incomodidad de un colectivo. Es por eso que la eterna tinta que dibuja a un búho de la buena suerte junto a un reloj en su brazo derecho le recuerda todos los días manejar sus tiempos. “En cierta medida el básquet me manejó la vida, pero fue porque yo dejé que lo hiciera, porque quería llegar a esto. Cuando decidí que quería ser profesional trabajé mucho para eso, empecé a entrenarme distinto, a ir al gimnasio. Sé que tengo 22 años y de que juego como un chico, pero debo pensar y comportarme como un adulto”, explica.

Si bien con 22 años el ocaso de su carrera se ve en la lejanía, tiene en claro que el tren es fugaz y pasajero con una llegada inevitable. “Sé que esto no va a durar para siempre. En un futuro me gustaría ser entrenador, pero no sé si lo voy a poder lograr, lo que sí sé es que quiero seguir ligado al básquet”, afirma. Es por eso, que tiene en mente estudiar kinesiología y explica tímidamente que le hace falta conseguir un papel para poder anotarse en la secundaria y finalizar los dos años que le restan, y por último poder estudiar su carrera.

Con la tranquilidad de una tortuga, Gabriel vive y se convierte en un ave de rapiña en San Lorenzo. El instinto del nueve de área está intacto: es el goleador del equipo. Y con ese puñado de años, les dice a los más chicos: “No dejen de jugar, no se olviden de eso, que es lo más lindo”.