martes, septiembre 16, 2025
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Atila, el Rey de la pileta

Por Fernando Bajo

Luis Alberto Nicolao es considerado uno de los mejores nadadores argentinos de la historia. Las 24 medallas de oro en competencias sudamericanas que ostenta, el título nacional de Estados Unidos que ganó en 1965 y las tres preseas de bronce que obtuvo en los Juegos Panamericanos, denotan su calidad. Sin embargo, para lograr esas conquistas tuvo que superar su miedo de meterse a la pileta. Cuando era un niño acudía al Club Ateneo de la Juventud y allí las jornadas siempre finalizaban con una clase de natación, pero en el momento de ir a la piscina, se retiraba de la fila para zambullirse al agua.

No obstante, a los 9 años vio nadar a Fernando Fanjul, uno de los mejores mariposistas de la época, y decidió que quería practicar el mismo estilo que éste. A la jornada siguiente le notificó su intención a Alberto Carranza, su profesor, que le ordenó que comience en la Escuelita, con los más pequeños, pero él quería hacerlo con sus amigos.

Día tras día el entrenador lo echó de las prácticas. Pese a eso, Nicolao siguió yendo hasta que logró su propósito.

“Bueno, vení. Te metés y te vas agarrando del borde, pero no molestes a tus compañeros”, le dijo el instructor.

Nicolao fue y empezó a copiar los movimientos de los demás. “Al principio daba de a una brazada mientras me agarraba de una tabla. Si el entrenamiento comenzaba a las 17 yo llegaba un rato antes y si terminaba a las 19 me iba a las 19.30, siempre me quedaba más tiempo porque quería aprender”, rememora.

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Era el 29 de junio de 1955 y Nicolao, que había cumplido 11 años el día anterior, decidió competir en el campeonato que se llevaría a cabo en el Club Ateneo de la Juventud.

—¿Vos qué haces acá?— preguntó Carranza.

—Vine al torneo— respondió Nicolao.

—No te puedo incorporar al equipo. Los chicos vienen entrenando hace mucho, no voy a arriesgarme a hacer un papelón— le retrucó el entrenador.

Aquella mañana, luego de aquel diálogo, se retiró triste a sentarse en un rincón. Un rato después lo vio Carlos Yelmini, que era el presidente de la Federación Argentina de Natación (FAN), y le preguntó qué le pasaba. Posteriormente, Yelmini lo anotó en una de las pruebas para deportistas no federados. Nicolao, para sorpresa de todos, ganó el certamen.

Ese triunfo ocasionó que sea considerado por su director técnico para los próximos acontecimientos. Ahí comenzó a gestarse su trayectoria que culminaría en los Juegos Olímpicos de México 1968.

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El 27 de julio de 1962, Nicolao estaba en el club Guanabara de Brasil. Hacía dos días que había batido el récord mundial de 100 metros mariposa, que ostentaba Fred Schmidt, luego de marcar 58,04 segundos. Ahora, iba por superar su propio resultado. Tardó 57 segundos en completar la prueba y el público explotó de euforia. Nicolao logró lo inesperado: ser récord mundial dos veces en 72 horas. Al día siguiente, los medios argentinos visibilizaron el triunfo y el 16 de mayo de ese año fue tapa de la revista El Gráfico.

Debido a que siempre nadaba los 100 metros mariposa en menos de un minuto, el diario Clarín lo definió como Atila, que era el nombre del último Rey de Los Hunos, tribu asiática del siglo V.

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Nicolao está parado charlando con dos amigos en la recepción de la sede del Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, ubicada en el barrio porteño de San Nicolás. Viste una campera de color marrón y un sombrero de vaquero. Mide 182 centímetros y tiene el cabello canoso, aunque ya no le queda demasiado. Sus grandes ojos celestes se asemejan al tinte del mar. Su larga barba blanca realza su figura y le da un aspecto de sapiencia. Habla suave y pausado, como meditando cada palabra que emite.

A pesar de que vive en Mar Del Plata, se las ingenia para visitar a menudo a sus amigos. “Es una gran persona y estoy seguro que fue la mayor figura que tuvo la natación argentina. Aunque está radicado lejos de Capital, hablamos todos los días”, detalla Aarón Sehter, quien fue trece veces campeón mundial de pelota vasca y uno de sus compinches en los últimos 60 años.

Con Sehter se conocieron en Estados Unidos a través de un amigo en común y en México 1968 afianzaron su relación. Allí, mientras que Kike obtuvo dos medallas de plata, Nicolao vivió la frustración más grande de su vida. Era su tercer torneo de esa relevancia, luego de haber participado en Roma 1960 y Tokio 1964, y con 24 años llegaba en su mejor forma física como consecuencia de haberse entrenado en el país anfitrión durante tres meses.

Mientras mira el piso, recuerda con impotencia: “Los dirigentes fueron de vacaciones. La delegación fue notificada una semana antes de que iba a haber complicaciones con el transporte porque se iba a estar disputando la maratón olímpica y yo nunca me enteré. Me tomé el ómnibus de siempre 4 horas antes de la semifinal de 100 metros mariposa y no llegué”.

Debido a esta situación el Comité Olímpico Argentino (COA) podía solicitar que tuviera una posibilidad más para intentar alcanzar la marca que lo clasificara a la final. Días después se constató que ese pedido nunca fue elevado al Comité Olímpico Internacional (COI) y quedó descalificado. “Ahí abandoné, si mi esfuerzo estaba en las manos de incapaces no tenía sentido continuar”, explica.

Luego de dejar el deporte terminó la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos. Se casó con la nadadora Lee Davis y tuvo tres hijos, dos mujeres y un varón. En 1970 llegó a Brasil para perfeccionar a los nadadores del club Corinthians, pero diez años después volvió a Argentina, donde se puso en pareja con Graciela Maestripieri, ex jugadora de la selección argentina de hockey, y tuvieron dos hijas. Hasta 2016 se dedicó a ser instructor personal y el último de sus discípulos fue Joaquín Ampalio que asegura: “Lo mejor que me dejó Luis fue su enseñanza. Es un tipo sabio”. Fabián, padre del joven, especifica: “Es una persona maravillosa”.

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Quizá aquella vivencia en el país Azteca provocó que Nicolao fuera muy crítico con las autoridades del deporte nacional: “Al atleta no se le exige estudiar”, apunta y analiza: “Argentina está mejorando mucho deportivamente. Veo chicos con grandes condiciones, pero el resto del mundo avanza un poco más”. Tal es su conocimiento por las diferentes disciplinas que en 2008 fue uno de los asesores de los Juegos Olímpicos de Beijing.

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“Hoy a los 75 años nado mejor que a los 20, tengo más técnica”, dice Nicolao.

En enero retomó la actividad después de 30 años. Tenía 25 kilos de más. Vivía cansado y le dolía el cuerpo. “Un día llamé a un amigo que va a nadar todas las semanas y le dije que quería sumarme. Al otro día empecé y ahora me siento mejor”, relata. “Voy seguido a ver competencias, no participo porque no tengo ganas, pero quizás en cualquier momento me meto en alguna posta con un amigo”, se entusiasma.

Perseverancia, insistencia y sacrificio son, tal vez, las palabras que mejor lo describen. “Mi carrera la logré con voluntad y esfuerzo”, afirma. Desde el día en que se propuso ser nadador no paró hasta lograr su objetivo. De niño se repetía una frase que confiesa que es su lema: “Lo imposible no existe, con voluntad podés llegar a lo que te propongas”.

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Luego de haber estado una hora sentado se incorpora con mucho esfuerzo y comienza a caminar por el gimnasio a paso lento. “Me voy a la pileta un rato. Si dejo de nadar, por los problemas de columna que padezco, me tienen que operar. Aunque para eso -avisa Nicolao mientras se aleja- el cirujano me va a tener que correr”.

Sicher, el “one-hit wonder” que pocos reconocen

Por Federico Bajo

Apenas jugó un campeonato y marcó un gol con la camiseta de Racing Club, pero le alcanzó para ganarse el cariño de los hinchas.

En 1985 la institución de Avellaneda transitaba por la Primera B, segunda división del fútbol argentino, a la que había descendido en 1983. Era uno de los peores momentos para el club, por el cual pasaron cuatro entrenadores en una campaña de 48 partidos. Eso, sumado a la crisis que sufría, con una deuda que llegó a 1,5 millones de dólares y que obligó a realizar una convocatoria de acreedores, planteaban un panorama desolador.

Sin embargo, la pesadilla terminó el 27 de diciembre cuando Racing igualó 1-1 con Atlanta en el partido de vuelta de la final del octogonal por el segundo ascenso -la otra plaza fue para Rosario Central, el campeón- y consumó su regreso a Primera. Como en la ida se había impuesto por 4-0, ese día la Academia necesitaba ganar o empatar para evitar un tercer encuentro. El fin del recorrido por la B se allanó a los 17 minutos del primer tiempo cuando Néstor Edgardo Sicher, un lateral izquierdo que había arribado a préstamo desde Lanús a principio de temporada, recibió un pase al borde del área y ejecutó un disparo de zurda que clavó la pelota en el ángulo superior derecho del arco defendido por Daniel Baglioni. En el complemento llegó el empate, pero nada evitó que en la cancha de River Plate, donde se jugaron ambos encuentros, se desatara la fiesta albiceleste.

“Era difícil rescatarlo de todos los brazos que querían capturarlo para brindarle el reconocimiento al ‘goleador’ de la gran noche”, describió una crónica publicada al día siguiente en el diario Clarín. Pero para Sicher la fiesta duraría poco ya que la fractura de mandíbula que sufrió en una acción posterior al gol, le demandaría reposo. Además, aún le faltaba saber que aquella había sido su última vez como futbolista de Racing.

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En la calle Erezcano 1252, localidad de José Mármol, provincia de Buenos Aires, se ubica la Secretaría de Desarrollo Social de la Municipalidad de Almirante Brown. Allí un largo pasillo conduce a las distintas oficinas entre las que se encuentra la del Coordinador de Adultos Mayores, cargo que desde 2003 ocupa Sicher.

La melena enrulada que lucía en sus épocas de futbolista perdió volumen y dio lugar a unas prominentes entradas. Lo que sí mantiene es su particular bigote, que el tiempo volvió canoso.

Nacido en Rafael Calzada el 28 de septiembre de 1960, ingresó a trabajar en el municipio en 1993, un año antes de finalizar su carrera futbolística, y primero se desempeñó en la Dirección de Deportes como encargado de organizar actividades en los barrios.

A pesar del tiempo que lleva trabajando en la Secretaría, no todos lo conocen.

“Quién es Néstor Sicher?”, pregunta confundida la recepcionista.

Nadie le responde.

No es el único lugar en el que ocurre. Durante la Superliga 2018/19, de la que Racing se coronó campeón, Sicher fue a la cancha cada vez que el equipo jugó como local, ya que el club le otorgó una platea para él y un acompañante. En la mayoría de las ocasiones, caminó entre los miles de hinchas racinguistas sin ser identificado.

“Pasó mucho tiempo. Hay gente que ronda los 60 años y por ahí me reconoce, pero son pocos”, se apresura a explicar.

Cuando era chico simpatizaba por Boca, pero el camino transitado como futbolista lo acercó a Racing. Es padre de dos varones y una mujer, todos hinchas de la Academia. Incluso Gastón, su hijo mayor, nació ocho días antes del partido final ante el Bohemio.

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En su paso por Racing, Sicher jugó 42 encuentros y junto a Walter Fernández fueron los futbolistas del plantel que más partidos disputaron ese certamen. Pero días después de ascender, debió regresar a Lanús porque Racing no renovó su préstamo cuyo monto era de 50 mil dólares. Nunca le explicaron los motivos. No obstante, al día siguiente del duelo ante Atlanta, Héctor Rinaldi ganó las elecciones y se transformó en el nuevo presidente del club, que en medio de la crisis debería afrontar el primer semestre de 1986 sin competencias debido a una reforma de los torneos.

“Estuve dolido -asegura Sicher sentado en su oficina-, aunque las cosas se dieron así. Duró muy poco. En el fútbol disfrutás el momento y ya tenés que estar preparado para lo que viene”.

Tiene una voz áspera, pero habla claro y transmite seguridad al hacerlo. Sin embargo, su vozarrón se entrecorta cuando recuerda el gol y por única vez parece estar a punto de quebrarse.

“Esos momentos -hace una pausa y carraspea antes de continuar- son difíciles de olvidar”.

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Para resumir su carrera podría decirse que pasó por cinco clubes: Lanús entre 1980 y 1984, y el primer semestre de 1986, Racing en 1985, Gimnasia La Plata en las temporadas 1986/87 y 1987/88, Chacarita Juniors de 1988 hasta mediados de 1991 y Brown de Adrogué donde se retiró en 1994. Solo fue campeón de la Primera C en 1981 y en la máxima categoría del fútbol argentino disputó siete partidos con el conjunto platense porque, según reconoce, no supo ganarse el puesto.

Nunca sobresalió por un ser un futbolista técnico, lo suyo era la fuerza y la entrega. “Tenía que estar bien físicamente porque me destacaba por el despliegue”, resalta.

“Cómo se ‘equivocó’ ese Sicher, ¿no? Fue espectacular. Racing merecía regresar con un gol así”, declaró Omar Corbatta, figura de la Academia entre las décadas del ‘50 y ‘60, a Clarín, dos días después de concluido el ascenso.

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Néstor es un crack. Cuando vine acá me hizo sentir muy cómodo. A mí me gusta mucho el fútbol, por eso todo el tiempo le hago preguntas”, cuenta Leandro, quien hace tres años que comparte oficina con Sicher.

El Coordinador de Adultos Mayores lleva puesto un jogging negro y una campera deportiva del mismo color, con el cierre subido hasta el mentón.

Se viste como futbolista”, lo defiende su compañero.

“Es muy carismático. Los pibes le tenían un cariño impresionante”, revela Julio Barrientos, ex presidente del Club Atlético Claypole, quien en 2003 entabló amistad con Sicher cuando éste estuvo al frente del fútbol infantil de la institución.

Aún hoy entrena chicos. Se recibió de director técnico en el Club Banfield y tiene su propia escuela que se llama La Saeta, ubicada en Claypole. Los nenes a veces le preguntan: “¿Usted jugó en Racing?”.

Además de trabajar en la Secretaría y en el fútbol infantil, está terminando el secundario. “De joven dejé la escuela y mis padres no me lo perdonaron. Era una cuenta pendiente que tenía con ellos. Mi mamá falleció, pero mi viejo vive”, señala quien asiste al Club Social y Deportivo Villa Rafael Calzada, donde funciona una de las sedes del Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios. Si le va bien, a fin de año obtendrá el título.

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Sicher se formó como futbolista en Lanús. “Empecé a jugar en mi barrio, en el Club Calzada. Participábamos de los Juegos Evita, esos grandes torneos que organizaba el Partido Justicialista -relata mientras lanza una sonrisa cómplice a Leandro– y ahí me vieron de Lanús y me llevaron cuando tenía 10 años”.

En su oficina hay un cuadro colgado en la pared más próxima a su escritorio con una foto del ex Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, y su esposa, Eva Duarte. El peronismo es la fuerza política que ha gobernado el partido de Almirante Brown desde que en 1983 se restituyó la democracia en Argentina.

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Sicher asegura que recuerda el gol seguido y aún analiza lo que vivió aquella noche: “En ese momento no me di cuenta de la magnitud, pero después sí. Terminó el partido y empecé a ver que fue como un sueño lo que me pasó”.

Cómo tener un medio propio y no fracasar en el intento

Por Lucas Bonifacio, Bruno Annibali, Enzo Govoni y Lautaro Taverna

En las últimas décadas se acrecentó la crisis del modelo patronal empresarial, incluido en el sector de los medios de comunicación. Hubo múltiples despidos, cierre de diversos medios y vaciamientos de empresas del rubro. Ante este acontecimiento, los trabajadores y trabajadoras de la prensa buscaron otras soluciones. Comenzaron con una tendencia de recuperación de aquellas empresas quebradas, buscando eliminar la figura patronal –asumiendo formas de cooperativas-, y le dieron origen a los proyectos de autogestión del periodismo en Argentina.

Éste fenómeno no se produjo únicamente durante el gobierno de Mauricio Macri, período en el que el sector sufrió un fuerte impacto a causa del ajuste y la suba de la inflación, sino que data de muchos años atrás. Durante el mandato de Cristina Kirchner se promulgó la ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, conocida popularmente como la Ley de Medios, la cual les permitió a trabajadores de diferentes cooperativas tener mejores condiciones para ejercer su actividad. Esta ley llegó en reemplazo de la 22.285, instituida durante el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1986), la cual le impedía a las cooperativas el acceso a las frecuencias de radio y echaba por tierra cualquier tipo de iniciativa para llevar adelante un medio propio. Durante el kirchnerismo hubo más oportunidades para aquellos trabajadores de prensa que buscaban recuperar empresas o iniciar proyectos autogestivos de comunicación. Existen muchos medios que se iniciaron en ese período y decayeron mucho durante los últimos años. 

Tras dialogar con diversos periodistas que ejercen la profesión en un medio autogestivo -Marco Isla, Hernán Kodjafachian y Florencia Tozzi-, todos se encontraron con el mismo problema: la sustentabilidad económica.

No es muy redituable hoy en día por la situación que vive el país. La gente tiene miedo de apostar por un medio. Algo que es muy efectivo hoy en día es el canje. Dar algo para recibir otra cosa a cambio, como publicidad por ejemplo”, afirmó Isla. 

Entrando en el terreno de la autogestión en sí, los trabajadores que la llevan a cabo coinciden en que ellos eligen el material que van a subir, y cómo lo van a hacer. “Cuando hacés autogestión sentís mucha más libertad y autonomía, pero no hay que abusar de ella. Hay que saber cómo y a quién dirigirse”, añadió Kodjafachian. 

Los entrevistados afirmaron que les gusta no depender de otros ni tener que seguir una línea sobre cómo redactar o hablar sobre los temas. Lo ven como una ventaja y resuelven sobre qué y cómo hablar mediante debates entre los periodistas del medio, en los que intercambian ideas, y deciden como mostrar y dar a conocer su contenido.

Al principio siempre es difícil, uno tiene que ver la competencia, para así saber qué cosa diferente puede aportar uno, teniendo en cuenta las virtudes y los defectos de los demás. La única forma de ganarles es con buen material, periodismo serio, constancia y durabilidad”, reveló Isla.

Las transmisiones en plataformas como Podcast, YouTube y Twitch, entre otras, resultan muy viables en los medios autogestivos. Kodjafachian confesó que lo ve como una forma en la que un periodista se puede mostrar para algún trabajo, e incluso sirve para que la audiencia sepa cómo se trabaja en el lugar de los hechos. Afirmó que el podcast muestra la importancia del audio y lo que dice el entrevistado directamente de su propia voz. Creo que es una forma de atrapar audiencia más joven. Tiempo atrás dependíamos de la tele, pero ahora con YouTube o Podcast la gente decide qué quiere ver. Antes estaban sujetos a lo que la televisión les mostraba”, comentó Kodjafachian. 

Tanto él como Isla destacaron la importancia de las redes sociales, a las cuales consideran el medio más importante para llegar al público. “Es una manera de retroalimentarse. En un medio es fundamental saber qué querés hacer, aunque lo más importante siempre es informar bien, que a su vez implica estar informado. Y si estas innovaciones ayudan a esto, bienvenidas sean”, concluyó Hernán Kodjafachian.

Respecto a las noticias falsas que suelen circular en diversos medios -más conocidas como fake news- Florencia Tozzi aseguró que el método principal para evitarlas es tener buenas fuentes y no distorsionar la realidad. Afirmó que cuando un periodista miente para conseguir una primicia, lo que hace es alejar al oyente. Dice que la forma más efectiva de atraer a una audiencia es brindar información correcta y no hablar de más ni de menos.

Los adultos son una audiencia más estructurada y antigua. Suelen seguir transmisiones de radio o programas de tv que no se someten a los gritos o intercambio de opiniones sin respeto. En cambio, los jóvenes consumen más tecnología, no escuchan radio ni leen diarios. Todo pasa por redes sociales”, opinó Tozzi acerca de los oyentes y lectores de hoy en día.

Un medio autogestivo, por más que no sea redituable, es una alternativa para aquellos periodistas que buscan mostrarse e informar bajo su propio criterio y no con uno impuesto por un tercero, que no les permitiría tener la misma libertad para expresarse.

 

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Freelancers

Debido a la crisis económica que vive el país, muchas empresas  tienden a despedir a sus empleados. No solo despiden personal, sino que tampoco generan puestos de trabajo. Ser periodista freelance puede ser una salida positiva para quienes se encuentran en esta situación. Aún así, esta forma de ejercer el periodismo no es fácil, ya que los medios han ido evolucionando, dejando así una menor producción de notas en papel y, por lo tanto, se ha reducido el personal.

Cuando se es periodista autónomo se debe tener en cuenta que los ingresos dependen de uno mismo y muchas veces no tener un salario fijo puede ser un problema. Gustavo Pereyra, periodista freelance y dueño de Proyecto Fútbol, reconoció que siempre tuvo otro trabajo, con el cual financió y creó su medio, que al día de hoy creció notablemente.

Los contactos son imprescindibles en el periodismo autónomo para brindar información de calidad. Además, antes de empezar a trabajar por cuenta propia, es recomendable adquirir experiencia en los medios tradicionales, para así tener más herramientas.

 

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La voz de la experiencia

“Tengo mi programa que se llama Islasports hace tres años y medio y estamos muy contentos porque la cuenta que tenemos en Instagram tiene cuatro mil seguidores”, dijo Marco Isla sobre su proyecto autogestionado que se produce los martes y jueves de 19 a 21.

“Un día hice una transmisión relatando y el operador de la radio La Poderosa 98.9 me ofreció este emprendimiento y me vino como anillo al dedo. Crecimos mucho y tratamos de abrirle las puertas a cualquiera. Nadie nace sabiendo”, manifestó Isla en relación a sus inicios en el periodismo. 

Realizando un balance sobre esta profesión, Isla afirmó que: “La autogestión va hacia el objetivo de generar experiencia y contenido para abarcar cierta cantidad de seguidores. La desventaja es que se arranca de cero y es necesario ir formándose de a poco. No nos hacemos conocidos de la noche a la mañana sin trabajar mucho”.

El periodista manifestó que la única forma de ganarle a la competencia es la constancia a través de los años y no apuntar a vender, sino a tener información concreta. “No generamos publicaciones que repercutan en discusiones, somos fieles a nuestro estilo”, agregó.

“Es muy importante tener un segundo trabajo porque nadie vive del periodismo autogestionado. De esa manera se banca el proyecto e intentamos buscar sponsors mediante canjes”, expresó acerca dela sustentabilidad del medio.

Además, explicó que las ventajas de este formato es que uno elige qué, cómo y cuándo subir el contenido. No dependen de nadie que baje una línea, a diferencia de cuando se trabaja en una cadena y el productor marca los temas.

Mary Terán de Weiss: la tenista fantasma

Por Thomas Martínez

Posiblemente al preguntar sobre los deportistas argentinos más destacados de la historia todos nombren a Diego Maradona, Lionel Messi, Emanuel Ginóbili, Guillermo Vilas, Gabriela Sabatini, Juan Manuel Fangio, Carlos Monzón, Luciana Aymar o Roberto De Vicenzo, y seguro que nadie mencionará a Mary Terán de Weiss, una de las pioneras del tenis femenino a nivel nacional y reconocida a escala internacional, que puede ser invitada a la mesa de los grandes mencionados anteriormente por sus logros con la raqueta y por la huella que dejó fuera de las canchas.

¿Por qué motivo no es conocida popularmente Mary? Para responder a este interrogante es necesario comprender la historia argentina durante el Siglo XX, en el que una gran cantidad de ciudadanos fueron perseguidos y censurados por sus ideologías. Pero qué mejor que lo conteste la propia tenista: “Yo llegué a la vida argentina 20 años antes. Si a Evita no le perdonaban ser mujer, conmigo no iban a ser menos. Yo además de peronista era una mujer que había logrado destacarme mundialmente en un deporte que, acá, era exclusividad de una elite masculina y esas cosas en este país no se perdonan”.

Mary nació el 29 de enero de 1918. Era hija del encargado del buffet del Rowing Club de Rosario, quién le inculcó la práctica deportiva desde niños a sus hijos, a tal punto que los tres se destacaban en todas la áreas, pero lo de su hija era distinto debido a que desde los 12 años ya jugaba al tenis con gran facilidad, y a los 15 cruzó el Río Paraná nadando. También era timonel del equipo de remeros del Club Alberdi, la única mujer a bordo del barco.

Su habilidad hizo que el entrenador del equipo de la Copa Davis, Sanders, la convocara para que sea parte. Luego de eso, el hombre de origen sueco almorzaba con los Terán todos los jueves y se iba con ella al Club Atlético Rosario para entrenar, institución en la que jugaba representando a Santa Fé.

Según le contó a la escritora Liliana Morelli (autora del libro “Mujeres deportistas”), el amigo de la tenista, Roberto Andersen, Mary era una jugadora con un buen revés y drive, que tenía un juego de base largo y de gran movilidad. Añade que no voleaba mucho, pero desde su campaña europea posterior a 1955, llegó a hacerlo muy bien. A su vez, destaca que era una jugadora de aliento, planeaba tácticas y su juego no era espectacular pero sí muy ofensivo. Concluye con que parecía una gacela en la cancha pese a su baja estatura que no la beneficiaba.

En 1937, debido a su crecimiento deportivo, Mary viajó a Buenos Aires para seguir compitiendo. Allí jugaba para el Adrogué Tennis Club. Dos años más tarde ganó el torneo de Mar del Plata y el del Río de la Plata, en el que venció en la final a Felisa Piedrola, quien luego la vencería el mismo año en el torneo de la República.

Allí comenzó la rivalidad entre ambas tenistas. A diferencia de Mary, Piedrola era de carácter muy fuerte y muy malhumorado. Más allá de esto, a lo largo de sus carreras se encontraron en polos opuestos por ideologías políticas. Otro de los motivos que las separaba, según reveló Alfredo Terán, sobrino de la deportista, era que Mary recibía ayuda de la Asociación Argentina de Tenis (AAT) para realizar viajes al exterior, algo que no sucedía con Piedrola. Además, Dunlop le brindaba raquetas, los encordados de las mismas y le organizaba los matchs del circuito europeo. De todas formas, se alternaron las primeras posiciones del ranking nacional durante una década. Terán fue número uno en 1941, 1944, 1946, 1947, 1948 y 1952.

“La Casa del Deporte nos daba los pasajes, que eran donados por Aerolíneas Argentinas. El resto era costeado por las entidades que invitaban. De no ser así, ningún tenista podría viajar”, explicó Mary en la revista Primera Plana del 5 de septiembre de 1966.

Por su lado Andersen le aclaró a Morelli: “No es que el peronismo la ayudó, sino que ella tenía los kilates para competir a gran nivel y por eso el Estado la subvencionaba a través de la Secretaría de Deportes. También es cierto que adhería al régimen, mientras que Felisa Piédrola no tuvo el mismo apoyo por mantener la postura contraria”.

En 1940, con motivo de participar en un torneo de Córdoba, emprendió un viaje en tren. En el recorrido se cautivó con un hombre muy apuesto, y tal fue su atracción que pese a ella estar de novia, buscó llamar su atención, se sentó a su lado con su autentica simpatía y le dijo que juntos harían una linda pareja. Esa persona era Heraldo Weiss, hijo de Gottlob Weiss, famoso wing derecho de Alumni. Heraldo era nada menos que el capitán del equipo de la Copa Davis, oriundo de Lomas de Zamora, campeón argentino y figura del tenis nacional en la década del 40 junto a Enrique Morea, Alejo Russell y Héctor Etchart. Para mala suerte de Mary, el tenista también se encontraba en pareja. Tres años más tarde se casaron, y aunque la familia Weiss nunca haya aceptado a la santafesina porque asumían como futura esposa a la novia anterior de Heraldo, ellos formaron una gran relación, tanto dentro como fuera de las canchas.

La fama de Mary empezó a crecer con la conquista de varios certámenes internacionales: ganó 28, entre los que se destacó el Plate de Wimbledon (que disputaban los que no llegaban a la final del Gran Slam). Era tan popular que tenía fotos con personalidades destacadas de la época como los reyes de Grecia o la reina de Inglaterra. Su belleza hacía que se lleve todas las fotos en los courts. De esto se percató Ted Tingling, el modisto inglés que la contrató para que luciera sus prendas femeninas (polleras de organza, blusas escotadas y spolverinos ribeteados). También impuso el uso de relojes, aros, cadenas y pulseras de oro en las competencias. Siempre se caracterizó por ser muy elegante y estar bien vestida.

Mary y su marido Heraldo (fallecido en 1952), simpatizaban con el peronismo, que gobernaba el país por aquellos años, razón que la llevó a ser designada asesora deportiva de la Municipalidad de Buenos Aires. Fue la responsable de los campos deportivos ubicados en el Parque Tres de Febrero, con el objetivo de popularizar el tenis.

Por su influencia política, impulsó la remodelación del Buenos Aires Lawn Tennis Club (aumentaron las capacidades y mejoraron las comodidades de los espectadores). Pero no siempre estuvo de acuerdo al movimiento que la representaba: cuando el gobierno intentó intervenir esa entidad porque suponían que se conspiraba contra Perón, ella se impuso ante la situación presente.

“Ella inició una escuela de tenis para chicos que no estaban en condiciones de adquirir raquetas y equipos, y estos elementos le eran proporcionados por medio de la fundación Evita. El tenis siempre había sido un deporte para gente encumbrada y los de la elite no le perdonaron haberlo llevado al nivel del Pueblo”, reseña su sobrino Alfredo, luego de su muerte.

No solo era cercana al peronismo desde el activismo. Andersen le reconoció a Morelli que Perón le propuso casamiento a Mary luego de la muerte de Eva Duarte, pero ella lo rechazó con el pretexto de que no era Evita y que no la podía reemplazar, porque lo que él necesitaba era una compañera de fuste a su lado.

Por otro lado, en la biografía “Vida íntima de Perón” escrita por Enrique Pavón Pereyra, el General reveló que le ofreció formalizar relaciones y ella se negó, tras lo cual dejaron de tener vínculo, a pesar de que, con fines denigratorios, se siguió diciendo que mantenían contacto.

El 16 de septiembre de 1955 el gobierno de Perón fue derrocado por la autodenominada Revolución Libertadoa, mientras Mary se encontraba jugando el Abierto de Alemania. El Estado intervino la AAT y le pidió a la Federación Internacional de Tenis (FIT) que le prohibiera jugar, a lo que la entidad deportiva hizo oídos sordos.

En Argentina sus bienes fueron incautados y le iniciaron una investigación por su adscripción al peronismo, razón por la cual se exilió en Madrid, Barcelona y Ginebra. Nada le impidió seguir jugando al tenis y ganar torneos europeos, de los que los medios de comunicación argentinos no se hicieron eco.

Tras la asunción de Arturo Frondizi en 1958 como presidente argentino, en 1959 regresó al país, y comprobó que ya nada era igual. Belgrano Athletic, club al que perteneció durante 20 años, le comunicó que ya no podía tenerla como socia. El único que le abrió las puertas fue River por una decisión del entonces presidente Antonio Liberti (también lo hicieron Comunicaciones y Trovatore, pero no contaban con los elementos para un entrenamiento profesional). Pero en los torneos los rivales no se presentaban, y el campeonato de 1963 tuvo que ser anulado por ese motivo. Mary entendía que le estaba haciendo mal al Millonario y por una cuestión de gratitud dio un paso al costado. Su ambición por el deporte no se fue, pasó a practicar golf y a fanatizarse con él.

El 22 de julio de 1964 escribió una carta a la opinión pública en El Gráfico en la que contó su historia, como la discriminaban por pensar diferente y también se tomó en tono de broma la ausencia de oponentes en torneos: ““La mayoría de las tenistas se excusaban en la ideología para no presentarse porque sabían que perderían y que así bajaría su lugar en el ranking”.

La condena social, y el pecado de ser una mujer comprometida la llevaron al aislamiento. Su única compañía era su madre, que falleció en 1983, hecho por el que entró en una gran depresión, por la que casi no salía de su hogar y no se relacionaba con mucha gente. Luego de enviudar nunca se volvió a enamorar ni a casarse, pese a haber recibido propuestas. El 8 de diciembre de 1984 Mary se suicidó lanzándose desde un séptimo piso de un edificio en Mar del Plata. Como símbolo de lo que fue su vida, una de las pocas personalidades del ambiente del tenis que asistió a su funeral fue Enrique Morea.

En su memoria, el estadio de tenis de Villa Soldati lleva su nombre. Sin embargo, ni así se la recuerda como se debe, ya que gran parte del periodismo deportivo lo llama Parque Roca, a secas.

Marginada de la sociedad por querer popularizar un deporte elitista, puede afirmarse que María Luisa Beatriz Terán fue la tenista fantasma de nuestra historia.

Fuentes: Libro Mujeres deportistas  de Liliana Morelli, el libro Historia política del deporte argentino de Victor Lupo, Victor Lupo, Eduardo Puppo y el libro Mary Terán de Weiss de Roberto Andersen.

El Coco Capria y la teoría del Big Bang

Por Carolina Jurczyszyn

Quizás parezca extraño poder relacionar al ex futbolista Diego Raúl Capria con la creación del mundo, sin embargo, Diego, apodado el Coco, fue protagonista de hechos futbolísticos que pueden relacionarse con la existencia del Universo.

Nació en General Belgrano, un pueblo ubicado a 158 kilómetros de Capital Federal. Se reparte entre estas dos ciudades por su trabajo en el frigorífico San Antonio desde que lo heredó de su padre, Humberto, y por su mujer y sus hijos que viven en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

Sus primeros goles no ocurrieron en el club Belgrano sino en las calles de su barrio donde jugaba con su hermano mayor Rubenel Magoy sus amigos, hasta que el sol se escondía.

Recuerda con nostalgia sus inicios en este deporte, por el cual jugó en 12 combinados diferentes, y rememora que con su equipo disputaba el campeonato en una liga de La Plata. Y fue precisamente en esa ciudad donde dio sus primeros pasos como profesional en el fútbol. Desde el plantel de Estudiantes lo observaron jugar y le propusieron hacer una prueba. “Fui”, confiesa sonriendo. Sin embargo, regresó a Belgrano para concluir sus estudios secundarios los cuales eran prioridad a nivel familiar.

En el momento en el que finalizó el colegio, Diego se propuso iniciar la carrera de veterinario. No obstante, jugar en el club de la capital de la provincia de Buenos Aires con su hermano lo describe como un sueño que imaginó desde su niñez por los momentos en lo que jugaban juntos en la plaza. Y fue tras ello.

Los dos compartieron equipo en tres ocasiones: Estudiantes, Racing y Chacarita. Su padre, orgulloso de sus hijos, no esconde la emoción, la cual “fue espectacular” y se refleja en sus ojos y en su sonrisa al mencionar este hecho. “Con mi mujer Mary teníamos mucha felicidad al ver que hacían lo que querían y juntos”, comenta.

Diego recuerda cuál era su sueño cuando su única preocupación era divertirse con una pelota: jugar en San Lorenzo. El ex defensor conoce el azulgrana desde pequeño debido a que era y es hincha de dicho club. El seis fue el dorsal que lo acompañaría en su primera etapa por la institución.

Relajado luego de una jornada laboral, Coco se reincorpora en la silla frente a su escritorio en su lugar de trabajo porque el asombro lo invade al volver a ver la edición 4273 de El Gráfico, en la que fue el protagonista de la tapa. Le surge una risa espontánea, corta, pero sorpresiva; observa la revista de forma detenida con su mano derecha en su boca, intentando recordar y trasladarse a la noche del 26 de agosto de 2001: su gol de cabeza contra Boca Juniors y las 13 victorias consecutivas de un club argentino con el que soñaba jugar desde que era niño.

Recuerda que la posibilidad de establecer el récord se desvanecía ya que quedaban dos minutos para concluir el cotejo. Con la seguridad que le caracteriza al hablar, afirma que fue uno de los goles más lindos como jugador por lo que significa. “Hasta hoy y gracias a Dios sigue latente”. Haberlo convertido fue para él algo inolvidable y lo evoca cada vez que tiene oportunidad.

El hombre que llevaba el seis en la casaca iba a ser el encargado de convertirlo y de esta manera, salir al día siguiente en la tapa de una revista que él mismo compraba. La iba a apreciar, al igual que Dios cuando culminó de crear el Universo en la misma cantidad de días que el dorsal de Diego, y así observar al día siguiente lo que había logrado con su remate de cabeza.

Asimismo, ese gol no es lo único que recuerda de Boedo. Se traslada con sus dichos a su juventud y expresa que en los picados de la plaza de su pueblo él se sentía Walter Perazzo, ex delantero azulgrana. Cuando Diego lo conoció no lo podía creer. “Fue muy fuerte”, asiente. Pero más fuerte es la vigencia que le otorgó Capria al club.

En su casa, su hijo Robertino le repite a su padre que hubiese deseado estar en los momentos en los que él jugaba a la pelota, “pero las cosas se dieron así”, manifiesta el ex futbolista. Coco no solo quedó en la historia del club por el gol de cabeza, sino también por “desactivar una bomba” que igualmente explotó, como la Gran Explosión luego del Big Bang.

“Fue una sensación muy particular”, así describe el ex cuervo el 24 de enero de 2002, el día de la final de la Copa Mercosur 2001 que la crisis argentina obligó a trasladar 36 días porque el 19 de diciembre el ex presidente de la Nación, Fernando De la Rúa, declaró el estado de sitio cuando hinchas y periodistas estaban camino a la cancha o incluso ya en ella.

El partido de ida en Brasil contra Flamengo fue 0-0 y la vuelta en Argentina 1-1. El pitido final del árbitro Oscar Ruíz significó que el trofeo se definiría desde los 12 pasos. El primer título internacional para San Lorenzo estaba cerca.

“Mis compañeros me decían que desactive la bomba”, manifiesta Coco aludiendo al balón.

Con errores y aciertos de distintos jugadores, Capria fue el encargado de patear el último penal. Luego de la invasión a la cancha por parte de los locales, Diego pasó de oír su nombre cantado por la hinchada presente en el Nuevo Gasómetro “a un silencio sepulcral”. Pateó la “bomba” alta y cruzada, dirigida por su pie derecho al palo izquierdo del arco de Julio César que hizo volar las emociones de los cuervos.

Tras “desactivar la bomba”, describió la “explosión” de los hinchas como un regocijo. Cuando concluye de describir ese momento relajó su espalda contra el respaldo de la silla como si realmente se hubiera trasladado a aquel instante en el que le otorgó al club su primer título internacional.  “Dejé la cabeza, el cuerpo y el corazón en cada partido”, confiesa.

Diego no tiene un referente. Observa cuando una persona quiere crecer en lo que hace y asevera que uno aprende a escuchar cuando empieza a ser más objetivo con la vida de uno y así mejorar en la condición humana, que es una de las grandes dificultades –según él- que tenemos todos.

No piensa las decisiones varias veces, previo a su retiro del fútbol tuvo la opción por contrato de jugar tres años en Universitario de Perú, sin embargo, evaluó eso con su mujer y rechazó la oferta.

Concluida su etapa como futbolista, cada día asiste en Belgrano a su lugar de trabajo, donde se propone metas que logran un importante crecimiento para el frigorífico.

En su pueblo es uno más. Agustín San Quintín tiene una casa de repuestos de autos a la que el ex futbolista concurre. “Cuando terminó su carrera como deportista regresó aquí y empezó a caminar como un ciudadano más. Viene a mi local a comprar artículos para los vehículos de su trabajo. La gente de afuera que ingresa se sorprende al verlo”. Pero eso Diego lo tiene claro. Él camina como alguien más, asiste a la peña de San Lorenzo que lleva su nombre y deja en claro que por ser tapa de una revista no ha cambiado su forma de vida. Entiende que la realidad está en cómo la toma uno. Prefiere estar del lado de lo simple y cotidiano que en un pedestal que no tiene validez.

Apoya sus codos en la mesa y describe al fútbol como lo más lindo que le ha pasado: “La adrenalina que me generaba entrar a una cancha no me la producía nada”, concluye.

Al final, el 24 de enero en las tribunas del Nuevo Gasómetro los cuervos evocaron a Dios para que Diego Raúl Capria convirtiera el penal. La explosión surgió luego del gol. El Big Bang expulsó partículas hace más de 13 millones de años, aquella noche, la explosión en Boedo arrojó lágrimas y cánticos de felicidad.

Corazones que miran a España

Por Thomas Martínez, Santiago Belén, Pedro Masi y Carolina Jurczysyn

El fútbol español tiene una gran influencia en el mundo, y nuestro país no es la excepción. Sus equipos más importantes suelen tener peñas en cada rincón del planeta. Los tres más grandes que son Barcelona, Real Madrid y Atlético de Madrid, poseen sus filiales en Argentina, como también otros clubes más llamativos.

El único de ellos que cuenta con una peña reconocida por la entidad madre es la Peña Nicolau Casaus del Fútbol Club Barcelona. Está ubicada en el Casal de Catalunya (sede de la Generalitat Catalana en el país, una suerte de embajada) en la calle Chacabuco y avenida Independencia, barrio de San Telmo. Se fundó en 1986 casualmente en el centésimo aniversario del Casal, y funciona desde 1999. Su presidente es Alberto Caloggero (en la foto) quien también es vicepresidente de la Federación de Penyes Barcelonistas del Resto del Mundo. Además, recibió un premio a personalidad destacada del año en el Congreso Mundial de Peñas, como reconocimiento a su trayectoria. 

La Peña Nicolau Casaus suma 300 adherentes, aunque llegó a alcanzar alrededor del millar cuando Juan Román Riquelme y Javier Saviola se desempeñaban en el equipo Culé, así como durante el período dorado de la dirección técnica de Josep Guardiola. El propio Alberto informó que la mayoría de los miembros son catalanes o argentinos descendientes, y que gran parte de ellos heredan la pasión por el Barça o se sienten identificados por su juego y por los jugadores argentinos que visten la casaca. Económicamente, la entidad no pasa mayores inconvenientes ya que afirman “no tener gastos dentro del Casal de Catalunya”, y cuenta con dos grandes fuentes de ingresos: las cuotas y los subsidios por eventos realizados.

Por otra parte, la peña argentina fue pionera en realizar un programa radial, que lleva activo más de 15 años. Caloggero destaca que la “necesidad de informar la actualidad de nuestro Barcelona” fue la motivación que necesitó para iniciar las emisiones en la radio AM610. En dicho espacio se informa sobre todas las actividades del club, no solamente el mundo del fútbol. Además, cuando el cuadro culé afronta un partido trascendente, se organizan para ver el partido en la sede.

Distinta es la situación de las peñas de los equipos Madridistas en Buenos Aires, puesto que ninguna posee reconocimiento oficial de las entidades españolas. Mariano, representante del Real Madrid, comentó que “los trámites cuestan mucha plata”.

En la vereda de enfrente, Azul (quien coordina la peña del Atlético Madrid) admitió que, al igual que los de blanco, no reúnen la cantidad de afiliados mínima: “Tenemos que ser 50”. También, agregó que el costo de la cuota y mantener la entidad no justifican los beneficios que gozan las oficiales, como por ejemplo entradas gratis y que un jugador los apadrine. Al no tener una sede definida, los miembros suelen reunirse en bares a ver los partidos: la parcialidad Merengue se reúne casi siempre en Chicken Bross, ubicado en Thames 1795, en el barrio de Palermo. Los Colchoneros se juntan en Locos x el Fútbol, que se encuentra en la Avenida Las Heras 2101, Recoleta.

Ambas peñas llevan poco tiempo conformadas. Los blancos se iniciaron como un grupo de amigos en 2010, y cuando comenzaron crecer, se organizaron en el 2013. En cambio, los de Aleti se empezaron a reunir a fines el año pasado, cuando Azul pensó: “No podía ser la única fanática del equipo en Argentina. Buscando, encontré dos peñas inactivas y decidí empezar la mía”. La pasión de ambos tiene orígenes parecidos: Mariano explicó que su fanatismo por el Real nació “viendo la final de la Champions League del 2000 contra el Valencia. Me encantó ese fútbol”. La representante albirroja argumentó que su amor nació “muy de chica por el Niño Torres y el Cholo Simeone”.

Al no ser reconocidas como peñas oficiales es poca la plata que pueden manejar. Mariano indicó que durante este año los únicos aportes fueron realizados por los miembros de la Comisión que dirige la entidad, que buscaban “conseguir artículos para sortear entre los socios asistentes a ciertos eventos y otros beneficios”. Del otro lado, Azul fue tajante: “al no ser oficiales, no financiamos nada aún”. 

Actualmente, el Atlético tiene más de ochocientas peñas en el mundo, de las cuales 770 están situadas en España y 47 corresponden al extranjero. Desde el área social del Colchonero buscan prestarles una especial atención a los peñistas, porque son motor adicional de la entidad madrileña.

Al mismo tiempo, se ha creado la Unión Internacional de Peñas del Atlético de Madrid. Dicha Unión consideraba que la afición rojiblanca carecía de presencia de asociaciones a nivel nacional e internacional, lo que suponía que se limitase su participación en actos de confraternidad.

Por el lado del Barcelona, existen 1200 peñas y 165.000 peñistas alrededor del mundo. Se nuclean en una organización llamada Confederació Mundial de Penyes y tiene más de cien años. Todos los años realizan congresos a los que invitan a las peñas oficiales y comparten y relacionan las culturas de los diferentes países afiliados.

Una curiosa es la que preside Hernán Montoro, la Peña Los Pibes, conformada por hinchas del Leganés, equipo que ascendió a La Liga en 2016. Hernán se hizo hincha del Lega a los 15, en el año 1994, por usarlo en un juego de computadora. Se reúnen cada vez que tiene oportunidad en la casa de su presidente a comer asados, y los transmiten en vivo para los hinchas españoles. A pesar de no ser oficial, los siete viajes que Montoro realizó a España sirvieron para tener una relación cercana al club al cual alientan.

Otra de las peñas españolas que existen en la Argentina es la del Celta de Vigo, pero a diferencia del resto de las mencionadas, no está vinculada del todo al fútbol. Esta agrupación surgió como producto del club de atletismo Real Club Celta Buenos Aires. Roberto Naone es el heredero de esta idea, impulsada por Domingo Amaisón, mediofondista que corría frecuentemente en Vigo porque era invitado por los residentes de la ciudad, debido a que generó relaciones en los viajes que realizaba a España para llevarle cartas del intendente de San Martin a Juan Domingo Perón, en tiempos de su exilio a Madrid. En una de sus travesías al Viejo Continente se enamoró de Vigo y por eso en 1974 le puso ese nombre a su club.

En 1975, Naone decidió practicar atletismo en dicha entidad por recomendación de su médico. En 1980 ya era presidente del club. A raíz de esto, comenzó un proceso de identificación personal con la cultura celtista que derivó en un acercamiento al entonces presidente de Peñas, quien le recomendó crear una en Buenos Aires.

Oficiales o no, hagan o no eventos solidarios, todos comparten una extraña pasión: ser hinchas de un club del exterior. En algunos casos, pueden ser más numerosos los miembros, en otros son menos por lo curioso de su amor. Para los gustos no hay nada escrito, y bien en claro lo dejan estas personas que son felices alentado equipos de fútbol que están a miles de kilómetros.

Los ojos del León

Por Iván Lorenz

Entre toda la multitud Pincha que no para de agitarse, hay un personaje que está petrificado. Está manejando un Jeep, bajo y sin techo. Lo miro y quiero sacarle una foto. Tardé mucho, porque yo me quedé quieto cuando lo vi.

Caminaba por 7 y me llamó la atención el vehículo rojo. Dos pinchas montados. Un nene que no tiene más de 8 añitos y quien supuse que era el padre. Ambos con la casaca bien puesta. El chiquito, como tantos otros bebés, niños y niñas que me sorprendieron aquella noche, duerme a pesar del ruido. El pelado no duerme pero está sumergido en su propio mundo onírico.

Las manos están pegadas al volante y la espalda recta, apoyada contra el respaldo. Tiene puestas unas bermudas con camuflado corte militar. La pelada, al estilo Verón pero blanquecina, refleja las luces. Tiene franjas blancas y rojas pintadas en la cara. Los ojos son claros y espejan todo lo que pasa. Lo miro y siento que una mirada no puede decir tantas cosas al mismo tiempo. No lo conozco, pero tengo la sensación de que lo entiendo y que si fuese él, estaría de la misma manera. 

Me divierte que se parezca tanto a Helsinki, el personaje de La Casa de Papel, serie en la que se visten con mamelucos rojos y hacen lío. No debe saber que lo estoy mirando. Tampoco le debe importar que le vaya a sacar una foto. Es grandote, pero la felicidad, me parece, no le entra en el cuerpo.

Me gusta. Lo digo así porque en serio se parece a cuando me gusta alguien. En este caso, un colectivo de personas. Hinchas de Estudiantes. Le digo a Juan Ignacio, mi amigo, el que me metió en el quilombo, que mire lo estáticamente maravillado que está el pelado. Justo cuando lo llamo, al personaje que me cautivó le gritan: “¡GORDO!”. El chillido despertó a los dos que iban en el auto y los hizo darse cuenta de que unas nenas que también llevan la casaca se le subieron a la parte de atrás del Jeep. Ahora se mueve todo, me cagaron, perdí la foto.

Pero si nadie nos quita lo bailado, entonces un grito no me va a sacar el recuerdo de la mirada tan pura y extasiada del pelado. En esos ojos claros, que observaban con inocencia, tan puros como los de una niña que juega, entendí en una pequeña parte lo que estaba pasando y el gran gesto que tuvo mi amigo al invitarme a compartirlo con él. Porque no soy Pincha, me sentía ajeno a la caravana, pero me dejé atrapar por las garras del León que empezaba a vivir una jornada histórica.

En esos ojos encontré otra curiosidad del fútbol. Me reí con lo ridícula que me parece la figura del hincha y dejé una sonrisa en mi cara porque la pasión es realmente hermosa en todas sus facetas. No hay amor más irracional, por eso ser fana es un sentimiento inexplicable. La devoción por una institución no la encuentro ni en la religión. Y es que la pelota creó un millón de religiones nuevas, porque lejos está de ser únicamente amor. Ser hincha es pertenecer, forma parte de la identidad de cada persona. Es fuertísimo darte cuenta de que sos algo.

Caminé con la comunidad Pincha y me asombró lo linda que estaba La Plata esa noche. Hasta me animé a cantar algunas canciones, pero solo me aprendí la que no van cantar nunca más, la que dice que van a volver a UNO. Me gustan algunos detalles, como el hecho de que dicen que van a regresar a dónde los llevaron de chiquitos o que se reconozcan como la historia de Estudiantes. Porque los clubes son de la gente.

En la mirada del pelado aprendí un montón de cosas, porque entendí todo lo que me contó mi amigo sobre Estudiantes desde que lo conozco y en el larguísimo viaje en tren que hicimos para llegar al partido del viernes. Las mañas, la picardía, las cábalas y el cariño a Gimnasia. Por un millón de razones es imposible dejarlo afuera. Y hay una que completa la historia que explica por qué, a pesar de ambos equipos estar peleando por no descender, La Plata hace mucho tiempo que es alegría. Estudiantes vuelve y a Gimnasia lo dirige Diego Armando Maradona, que, lastimosamente, más que una persona es un fenómeno cultural.

Nunca volvemos a vivir las mismas cosas, pero hay ciertos acontecimientos que son más irrepetibles que otros. Pero esto no lo voy a volver a vivir ni es tan irrepetible por algo que sentí yo, sino por lo que vi que sintieron los demás. Es difícil entender al hincha. Y es muy loco que a tantas personas algo las una. El partido del viernes, por ejemplo, el silencio previo a un casi gol de Estudiantes fue el lazo. Porque los pinchas a la mufa la condenan, pero no dejó de sorprenderme no escuchar absolutamente a nadie gritando el tanto que no fue antes de tiempo. También aprendí cuándo se grita a coro “Estudió”. Bueno, no es necesariamente después de cada fuego artificial, pero capaz si van a barrer dos veces al piso, amerite.

El domingo, cuando fuimos a la fiesta inaugural de la cancha que siempre se ubicó en 1 y 57, Juan Ignacio me felicitó por atinarle al momento de gritar “Estudió”. No me acuerdo por qué fue, pero estuve bien. Como toda la gente de Estudiantes, que estaba mucho más que bien. Y las celebraciones estuvieron a la altura del acontecimiento y la mirada dulce y anhelante del pelado. Me hubiese gustado verlo nuevamente, pero en los asientos de la platea o la popular desde mi pupitre de prensa, porque el Pincha es una escuela, ¿no?

Pero el Helsinki pincharrata no estaba. Se me ocurrió tratar de ser él y mirar estático los fuegos artificiales que salieron disparados desde la cancha en el momento exacto en el que terminó el video que prepararon Los Simuladores. No me salió imitarlo y miré de reojo. Atrás mío estaba mi amigo, petrificado. Me sonreí. Ahora no eran los ojos del pelado, sino los de él los que reflejaban lo que estaba pasando. Era tan infantil aquella forma de ver, que me lo imaginé a cococho de su viejo cuando UNO tenía gradas de madera y de tablón. Pero la imagen se distorsionó porque una lágrima empezó a brotar de las cuencas del hincha, gorda y cargada de emoción. La síntesis cristalina de lo que estaba pasando y la catarsis por no poder procesarlo. Desde afuera, me es más fácil contarlo. Así que escuchame, escuchame bien. Llorá, Juan Ignacio, porque, aunque todavía te cueste creerlo, Estudiantes volvió a 1 y 57.

El corazón del León

Por Juan Ignacio Ballarino

La soledad nunca fue una opción. Ni en 2005, ni ahora. Siempre estuvimos acompañados. Sólo había que aguantar. Nos sostuvimos cuando se rompió uno de los tablones y cuando la FIFA decretó que no podían haber más canchas con escalones de madera. Notar que Julio Alak ponía palos en la rueda para la remodelación de 1 y 57 nos hizo dar cuenta de que teníamos que salir a pedir por lo que era nuestro. “Sí al estadio”, fue la frase cabecera. Y ahí estuvimos todos.

Cómo no iba a estar mi amigo y colega Iván Lorenz, entonces, en el fin de semana del 8 al 10 de noviembre. No es hincha de Estudiantes, pero su amor por contar y escribir distintas situaciones es tan grande que sabía que tenía que estar ahí. Se vivió algo único, porque dentro de un contexto social que pega moralmente, y mucho, hubo un grupo de gente que fue plenamente feliz. Juan Sebastián Verón habló de 45 mil personas movilizándose desde el Ciudad de La Plata hasta UNO. Y la cara de Iván lo comprobaba. Como quien mira a Lionel Messi jugar a la pelota: nunca paró de sorprenderse.

Primero se quedó atónito con que nadie hubiera gritado el gol que no fue de Ángel González. Nunca fue a ver al Pincha y no sabía hasta ese momento el poder que recobra la mala o buena suerte cuando juegan los albirrojos. Incluso, se atrevió a decir que el partido estaba ganado cuando todavía faltaban unos minutos para que finalice el cotejo. Hasta el más ingenuo sabe que eso nunca puede decirse. “Pasé la prueba”, me afirmó con risa cómplice cuando me hizo notar que lo que había vaticinado terminó sucediendo y que no “mufó” nada ni a nadie. 

Llegué a escuchar por ahí a un hincha que, entrando a la cancha, bromeó cuestionando al que había “organizado” un partido antes de la vigilia. El colchón de puntos que había generado Estudiantes nos dio la tranquilidad de ir a 25 y 32 pensando en lo que vendría después, una caminata de un par de horas que fue comandada por un micro rodeado de banderas con la estampa de un bidón y otra con la cara de Juan Sebastián Verón, entre otras. 

Sí, Iván, es fuertísimo darte cuenta de que sos algo. Eso le pasó a cualquier hincha que, sobrio o borracho, se haya perdido durante la vigilia. Porque la marea Pincharrata simplemente te abrazaba, te acobijaba. Si no encontrabas a la persona con la que habías asistido, no importaba, porque reinaba la seguridad de que todos estábamos ahí por un mismo motivo y nada malo iba a suceder. Podías no ser hincha, pero si estabas con nosotros, te acompañábamos. Cuando decidís compartir algo semejante con un hincha del León, se te impregna una mística que no es fácil de sacarte. Pero no aquella que gana copas y campeonatos, sino esa que entiende que este club es una familia y que no importa nada más que vernos felices alentando a Estudiantes.

Lo mejor de llegar no fue la plazoleta con las bandas, sino seguir un poquito más y sentarse frente a la inmensidad que se había levantado sobre Avenida 1. Un muro que está caratulado con un cartel luminoso: “Club Estudiantes de La Plata”. Sabíamos que habíamos vuelto, pero faltaba entrar a nuestro sueño y no despertarnos más.

Sólo hace falta preguntarle a aquellos jugadores que pasaron por la institución y que, a pesar de estar lejos o no jugar más, lo siguen de cerca. Porque, además, nosotros no olvidamos a quien se pone esta camiseta a bastones, lo que resulta en un cariño recíproco. Así lo demostraron los campeones del mundo del ‘68, que durante el homenaje en la reinauguración del domingo se cansaron de señalar hacia el cielo con sus dedos índices. Oscar Cacho Malbernat, el Gran Capitán, estuvo presente tanto el sábado como el domingo. Como así estuvo José Luis Brown. Y Edgardo Prátola. El hincha de Estudiantes no olvida, Iván. 

Te habrás dado cuenta cuando nombraron que el director técnico de uno de los equipos era Alejandro Sabella. El estadio se vino abajo. Ni me quiero imaginar qué hubiese pasado si aparecía Carlos Bilardo. Ningún corazón, ni siquiera el de él -que pasó por tanto-, podría haber aguantado tanto cariño. Sabella se hizo presente y siempre estuvo de pie. Y caminando. Como cuando interrumpió el partido entrando a la cancha para sacar a Juan Ramón Verón, que no se quería ir a pesar de que el cambio ya estaba hecho. Y no lo culpo. Nadie lo culpó. De hecho, un equipo tuvo 14 jugadores y el otro 12. Todos jugando. Un desmadre. Como el que se armó cuando el árbitro cobró un penal a favor de los de negro. Sabella volvió a ingresar al campo para reprocharle la decisión al referí. Andújar se le encimó al juez de línea solicitando explicaciones. También se armó un tumulto cerca del punto penal. El ejecutante ya tenía la pelota en sus manos, pero tenía que sortear al rival que le deseaba mala suerte. La voz de Juan Manuel Pons ya no se escuchaba porque la gente lo tapó con lo que simula ser nuestro grito de guerra. Esto es Estudiantes, Iván. Y te terminaste sumando al canto. Es contagioso, claro.

Lo que sí me sorprende es que no se haya contagiado de las lágrimas que anduvieron por ahí a lo largo de todo el fin de semana. Viernes, sábado o domingo, siempre hubo algún hincha dejando su cuota de emoción. 

Yo sabía lo que se venía. La bienvenida al estadio no era la previa de Rulo, o el video institucional que resumía lo que fue llegar hasta acá. Sino el clip especial que prepararon nada más y nada menos que Los Simuladores -los Pinchas como Federico D’elía somos así, cuando celebramos queremos que estén todos-. Primero nos sonreímos cuando el conteo se frenó en siete, para luego seguir hasta cero. Pero, después, fue esperar a que la tribuna de 57 se ilumine con los fuegos artificiales. Siete haces de luz salieron de una punta a la otra. Sabía que en ese momento me ibas a mirar y te ibas a sonreír. Porque como yo, que no pude aguantar por mucho más el lagrimón, te habías dado cuenta de que Estudiantes de La Plata está de vuelta en casa.

Gibraltar, patria boquense

Por Agustín Sigal, Federico Gálvez, Agustín Serraioco, Ignacio Rey   

El amor no conoce de límites ni barreras. Tampoco Boca Juniors Football Club, una institución fundada por un grupo de amigos en Gibraltar que buscó imitar esa devoción emulando a uno de los grandes clubes de Argentina, a Boca Juniors.

Cuesta creer que en un territorio británico, ubicado debajo de España y con poco más de 30 mil habitantes, exista una institución inspirada en otra a más de 10 mil kilómetros. Boca FC nació en 2011 y Lawrence Podesta fue su primer presidente por sus reiterados viajes a Argentina. Hoy sin Podesta al mando, es Julian Berllaque quien ocupa el máximo cargo, pero con las mismas creencias que su antecesor.

“Elegimos el nombre Boca por su forma pasional de alentar y por su prestigio en Sudamérica”, arranca Berllaque, quien además remarca las grandes inferiores de los Xeneizes. “Es imposible no conocerlos si te gusta el fútbol. Los miramos siempre por televisión, aunque creo que ellos no nos miren a nosotros”, dice entre risas.

Lo cierto es que en Gibraltar se consume mucho fútbol. Tal es así que varios equipos con renombre internacional actúan como fuente de inspiración para la creación de instituciones locales. “Muchos clubes acá son nombrados por grandes equipos europeos. Por ejemplo, Lions se llama así en homenaje al conjunto inglés ganador de la Copa del Mundo, el cual era conocido como Tres Leones.

Actualmente, el conjunto que también se viste con los colores del club de la ribera, cuenta en su plantel con tres argentinos: Tomás Scaldafferro, Javier Cantelmi y Federico Cataruozzolo.  Este último con experiencia en el peñon, ya que previamente ha jugado en el Mons Calpe.

Ellos, junto al resto del equipo, son los encargados de mantener en primera división a un club que no paró de crecer desde su fundación y su reconocimiento de la UEFA. “Nuestro objetivo ahora es hacer la mejor temporada de nuestra historia y creo que tenemos jugadores para eso”, sentencia Berllaque, el director deportivo del conjunto que está en boca de todos.

El rugido del León

Por Iván Lorenz y Juan Ignacio Ballarino

No existe el cansancio. Las personas están igual, con las mismas ganas que el día anterior. La espera almacenó una ansiedad en los cuerpos Pinchas que cuando su presidente, Juan Sebastián Verón, confirmó la fecha inaugural mediante un video publicado el 27 de abril por la página oficial en Twitter, se transformó en felicidad y voluntad. Por eso están acá, ahora, a las cuatro de la tarde del domingo 10 de noviembre, haciendo la fila para ingresar al estadio. Es la segunda vez que las puertas de la cancha van a estar abiertas para el público. La primera fue el sábado y reventaron las localidades.

Entrar antes de las 17.00 significa que sos organizador, guardia de seguridad o periodista. El estadio está casi vacío. Hombres y mujeres con pecheras naranjas y azules deambulan entre los bancos y escalones de la cancha reformada. Algunos hablan y comentan lo que se vivió en la primera fiesta. Mate va, mate viene, se gritan entre ellos de una punta a la otra. Se ríen. Pero en ellos sí se nota cierto cansancio. Aunque alguno que otro asegura que está contento de estar ahí y que le gusta estar donde juegue o haga presencia Estudiantes. Hasta admite que se le escapa algún que otro grito cuando ve los partidos. Es hincha, claro, y le molestaron las luces azules que exhibieron el día anterior durante el show.

El césped, semisintético como el que tiene el Ciudad de La Plata, sólo contiene un escenario dentro del círculo central y unos cuantos parlantes que apuntan a las cuatro gradas. A la sombra de uno de ellos, yace un perro que descansa. Falta media hora para que arranque la segunda fiesta y Verón, con zapatos de punta, pantalón negro de vestir, anteojos de sol puestos y un saco gris, ya se pasea dentro del campo de juego. “Desde lejos no se ve”, dirían Los Piojos, pero el orgullo que irradia se siente incluso en lo más alto de la platea. Cabeza en alto, pecho inflado al estilo paloma, una mano en el bolsillo y la otra saludando a aquellos que ya lo reconocieron y corean “Bruja”.

Los hinchas comienzan a copar la cancha. La relación es inversamente proporcional, porque a medida que se llena UNO, el sol se esconde un poquito más. El show empezará a las 20.00, pero se dispuso el ingreso tres horas antes. Tiempo suficiente para que el director de la consola pueda probar las luces led, que no necesitan calentarse o enfriarse, y el sonido. La tribuna que está sobre 55 es la primera en recibir al público. Está dividida en dos: 55 alta y baja, que cuenta con asientos. Los paraavalanchas son protagonistas en la de enfrente, la que está sobre 57, porque no tiene división y es puro escalón. Completan la cancha los palcos y plateas VIP en Avenida 1, casi perpendicular al suelo, y la platea opuesta, sobre 115, que a su vez alberga las cabinas y pupitres de prensa. Sólo en esta ocasión el estadio Jorge Luis Hirschi cuenta con una platea muy pegada a la línea de cal, donde irán invitados y protocolos, pero que, en un futuro cercano, será el espacio de los bancos de suplentes.

El murmullo se hace protagonista. La música que se usaba para probar sonido se apagó y cedió el lugar para que el periodista Darian Schijman, conocido como Rulo, muestre lo que está pasando en las inmediaciones y calme las ansias de quienes están adentro. Cuatro pantallas sobre los palcos, otra, que será la principal, arriba de la tribuna de 57 y dos más en donde irían los codos, que se construirán en una segunda fase, muestran al conductor de la previa hacer entrevistas a los jugadores invitados que ya llegaron con el micro. Mauro Boselli, Marcos Angeleri, Mariano Andújar, entre muchos otros que dejan unas palabras en el micrófono mientras los hinchas les cantan. Todas las llegadas son especiales, pero la de Enzo Pérez disparó el deseo en un Pincharrata: “Convencelo”, le gritó a Verón. 

Falta poco. Rulo entró y salió del campo de juego varias veces. Improvisa. A él también se lo ve ansioso y con mucha energía. Como cuando lo enfocaron en la última fecha del Apertura 2010 gritando el gol de Rodrigo López en la victoria por 2 a 0 de Estudiantes contra Arsenal. No permiten el ingreso de bombos ni trompetas, para la tristeza de Matías Pellegrini, por eso la gente aplaude y marca el ritmo. 

“Estudió” ya no tiene un patrón específico, lo dicta el corazón de los hinchas que no paran de sacarse fotos. Es instintivo y caprichoso, pero la forma más pura que tienen de demostrar afecto. Las horas de espera son lentas, incluso para los que ya saben todo lo que van a vivir porque fueron el día anterior. Para no dejarlos sin nada, Rulo se va con Verón a recorrer las inmediaciones. Los vestuarios tienen Jacuzzi y un escudo de Estudiantes hace de luz. El logo está dibujado hasta en los enchufes y los dispensers de jabón.

Verón se apura porque hay que salir y cumplir con el cronograma. Además, los 30.018 espacios disponibles están casi todos ocupados. El sol ya casi no molesta, entonces arranca la cuenta regresiva para comenzar el carnaval. Se escuchan risas porque en vez de empezar por 10, empezaron por 7. Ya suenan los tambores al ritmo que marca La Bomba de Tiempo, el telón para que comience a reproducirse en las pantallas un video cuya voz en off se disfrazó de Mariano Mangano, dirigente Pincha que eligió cuándo irse de este mundo porque pensó que las cuentas para el predio del que gozan hoy en City Bell, no daban.

Estudiantes sabía que en ese momento los estaba vigilando desde el cielo y con una sonrisa. Cómo no reírse si Los Simuladores son protagonistas de la fiesta y pasan a explicar el mayor operativo de su historia. Se tuvieron que enfrentar hasta con la Municipalidad, que se llevó los chiflidos correspondientes por parte del público. Diego Peretti, vestido de Ravenna, mira al cielo y ¡zum! ¡zum! ¡zum! ¡zum! ¡zum! ¡zum! ¡zum! Los fuegos artificiales salpican la noche y se reflejan en uno de los edificios aledaños a la cancha, una ubicación VIP. En una de las ventanas de la construcción, un Pincha colgó su colección de camisetas y se subió a la azotea para exhibir una bengala que larga humo escarlata.

La música sacó del trance a los hinchas que miraban al loco del edificio. Una cumbia sabrosa los pone a menear y cantar bajo la intensa luz de los focos que se prenden y se apagan. Y entre tanta locura, un grupo se sube al escenario para gritar que ellos son Los Auténticos Decadentes. El público explota y desde las esquinas salen los integrantes de hockey del club vestidos con los colores del corazón de los que están ahí y agitando banderas. Una le llega a Verón, que se pone a cantar a los saltos, lo que provocó la euforia de la afición que lo vio por la pantalla.

Silencio. Las luces se apagaron. El micrófono lo comparten Viviana Vila y Osvaldo Príncipi, que largan algunas palabras y se lo pasan al presidente. Más silencio, se viene a quien todos quieren escuchar. El pelado abre la boca y desde 55 se escucha: “Te amo, Bruja”. UNO sonríe, Verón habla y agradece al pueblo Pincha, que hizo posible el sueño. También se acuerda de los que ya no están y los que no pudieron asistir. Pero, como demostró que le gusta concretar imposibilidades, logró que Carlos Salvador Bilardo esté presente. A su orden, un grupo de organizadores corre el manto que cubre algo que no se sabe qué es. La tela todavía está en el aire, pero los hinchas explotan. Una estatua del Narigón dando una indicación con traje hace su aparición. Ahora sí, se puede cortar la cinta inaugural. De a varios, entre ellos el arquitecto de UNO, Miguel Menno, y Bettina Stagñares, exjugadora y exentrenadora de las Pincharratas, que disfrutará de ver a alguna de sus dirigidas gambetear, en instantes, sobre ese mismo césped.

La noche se hace más noche, pero la cancha está llena de luz. Ahora la ansiedad pasa por otro lado, los espectadores quieren que arranque el partido. Viviana Vila y Osvaldo Príncipi presentan a los dos equipos: Don Osvaldo, dirigido por Alejandro Sabella, y El Equipo del Narigón, cuyo entrenador es Carlos Pachamé. Era verdad, la historia de Estudiantes está ahí. Entran los árbitros y el público chifla. Aparece el Bambino Pons para relatar el partido y el público enloquece.

El sábado, el partido salió 7-7. Ahora, está trabado y hay irregularidades. De pronto, El Equipo del Narigón, que está de Negro, cuenta con una superioridad numérica abrumante, ya no tiene suplentes, todos al campo. Pasa que tiene que remontar un 0-2, porque el equipo de los Verón los está dominando. Sí, los Verón. Deian, Juan Sebastián y Juan Ramón, que no quería ir al banco. Por eso, Alejandro Sabella se mete al campo y provoca el estallido de las tribunas. Quiere hacer un cambio y lo tiene que sacar al viejo de donde nunca deseó irse.

Nadie quiere irse. El partido terminó 2-2, pero el resultado, esta vez, no importa. Ahora miran al cielo ante un nuevo estallido de pirotecnia. Abren bien los ojos para absorber toda la información posible por las retinas y, como en el show de luces de hace un rato, se quedaron maravillados con la cámara que los grababa en vivo mientras el holograma de un león los acechaba en las pantallas. Y se asustaron, porque pensaron que iba a saltar al césped. Pero perdieron el miedo rápido, porque aquella ilusión óptica era fácil de romper. Entonces, UNO tiembla y La Plata se estremece. Pero los hinchas de Estudiantes no temen, porque ya se dieron cuenta de que ellos son el rugido del León.