viernes, diciembre 27, 2024
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¿Por qué hay cada vez menos sudamericanos entre los 100 mejores?

Por Federico Beniaminovich

El top 100 del Ranking ATP cuenta con 64 tenistas europeos, 10 sudamericanos, 13 norteamericanos, 6 asiáticos, 2 africanos y 5 de Oceanía. La falta de profesionales provenientes de Sudamérica se puede explicar por la poca organización de torneos que hay en esta región. Esto implica que los deportistas de esta región tengan que viajar al exterior a competir y el presupuesto que deben disponer es muy elevado.

El argentino Francisco Cerundolo, actual 251º del Ranking ATP, cuenta que cuando un tenista comienza su carrera profesional la condición de ser sudamericano es una desventaja, ya que la mayoría de los torneos denominados Futures (primer escalón de nivel de entrada para el tenis profesional masculino) se juegan en Europa.

En Argentina se organizan 10 futures al año mientras que en tierras europeas suele haber tres o cuatro durante la misma semana. Hace 10 años, la Asociación Argentina de Tenis (AAT) organizaba 20 al año, lo que permitía llegar al puesto 300 del mundo sin tener que salir del país.

Santiago Besada, campeón en dobles del Future disputado la semana pasada en Junín, habló sobre estas dificultades y dijo: “Los vuelos son carísimos y esto implica armar giras de dos meses, ya que ir y volver tiene costos muy altos y, al no contar con patrocinadores se, hace cuesta arriba”.

Los europeos una vez que pierden en la competencia tienen la posibilidad de volver a su casa y no deben seguir pagando alojamientos como suelen hacer los sudamericanos. Además no cuentan con tantos gastos en pasajes ya que las distancias son cortas y los torneos se disputan en esa zona.

Bruno Tiberti, quien fue 700º del mundo, explica otro punto a favor de los tenistas europeos:“Las federaciones apoyan mucho a los jóvenes que ven con futuro, entonces son financiados y los hacen viajar con buenos entrenadores. Organizan torneos todas las semanas. En Argentina esto no pasa ya que la AAT no apoya a los jugadores para torneos del circuito profesional ni tampoco cuenta con fondos para organizar tantas competencias.Sólo fomenta a los Juniors (menores de 18) en los Grand Slam y algún que otro torneo ITF”.

Los europeos tienen más posibilidades de insertarse dentro de los 100 jugadores del ranking ATP por un tema económico que también lleva a lo mental. Al tener tantos torneos no se dan cuenta la importancia de éstos o no les duele tanto perder ya que económicamente no pierden mucho y de esta manera permite que disputen los encuentros sin presión. “Los sudamericanos al hacer tanta inversión económica suelen jugar presionados”, cuenta Román Burruchaga, una de las promesas del tenis argentino.

“Las redes sociales hacen que se les cuestione todo al entrenador”

Por Diego Yudcovsky

Cuando un entrenador puede trabajar con comodidad en su club, los resultados llegan solos. Así lo vive Diego Dabove, entrenador de Argentinos Juniors, que no se sorprende de la actualidad de su equipo, pero tiene en claro lo que debe hacer para continuar en esta senda ganadora: “Fue un año de mucho trabajo. Es increíble cómo ha cambiado la situación de hace diez meses atrás cuando asumíamos en el cargo”.

Dabove analizó los factores con los que su equipo mantiene un gran comienzo de torneo y expresó: “Tengo un gran plantel, muy noble y trabajador. Hay una mezcla de edades que lo hace equilibrado”. Y agregó: “Si los jóvenes están rodeados de un buen contexto, les permitirá crecer desde lo deportivo y desde lo humano”.

El ex director técnico de Godoy Cruz habló de las dificultades para encarar un proyecto a largo plazo dentro del fútbol argentino y manifestó: “Es histórica la histeria que existe con los entrenadores. La vorágine ligada a la obtención de resultados y las redes sociales hace que se cuestione todo. Con un poco de paciencia se termina acomodando el entrenador”.

Además, resaltó el ciclo de Gabriel Milito, actual entrenador de Estudiantes de La Plata: “Él es el ejemplo de la paciencia que debe tenerse con quien está a cargo de un plantel. Tuvo apoyo de la dirigencia y de sus jugadores, y ahora acomodó el equipo”. Y resaltó: “Son los menos a los que se les dan los resultados a corto plazo”.

Si bien está tranquilo en cuanto al funcionamiento de Argentinos, sabe que no debe relajarse de cara a los partidos que le quedan hasta fin del semestre: “Tenemos un fixture muy parejo. Visitar a Boca y enfrentar a Newell’s y Estudiantes no será sencillo”.

Por último, Dabove habló de su amistad con Néstor Gorosito, técnico de Tigre, que sonó en las últimas horas para hacerse cargo de San Lorenzo luego de la salida de Juan Antonio Pizzi, y recordó su pasado cuando fue ayudante de campo de Pipo en River en 2009: “Es uno de mis mejores amigos, trabajé con él seis años. Está en un gran momento como entrenador y más allá de que siga en Tigre o vaya a San Lorenzo, le deseo siempre lo mejor y quiero verlo feliz”.

“Sería bueno cerrar la Asociación porque habría terminado la violencia”

Por Federico Pineda y Manuel Dios

“A Maximiliano lo mató el suboficial de la Policía Federal Juan de Dios Velaztiqui, quien disparó a quemarropa y por la espalda a mi hijo y a dos de sus amigos -Cristián Gómez y Adrián Matassa- la noche del 29 de diciembre de 2001 (…) en el minimercado de la estación de servicio de avenida Gaona y Bahía Blanca en el barrio de Floresta. El barrio que tanto amaba, nuestro barrio”.

Así arranca el segundo párrafo de la primer parte de “Huellas. Después de la muerte de un hijo”. En ese libro, Silvia Irigaray le cuenta a su hijo, Maximiliano Tasca, que es tío de Tomás Maximiliano, el primer hijo de los dos que tiene su hermano Pablo (su otra hija tiene cinco meses de vida) y le relata las cosas que ocurrieron tras su muerte. Una muerte injusta a manos de un policía que sufrió todo el peso de la ley y de la vida.

Velaztiqui fue el primero condenado a prisión perpetua y, tras cumplir un periodo de la condena en la cárcel, ahora la finaliza en su casa, totalmente ciego, mientras goza de la prisión domiciliaria. Maxi ni siquiera pudo gozar de su vida y el policía lo mató a sangre fría cuando tenía tan sólo 25 años. Un comentario por la represión que se vivía en un país que transitaba una de las peores crisis económicas de su historia provocó la ira de Velaztiqui, que les disparó por la espalda con su arma Browning GP-35 calibre 9 milímetros.

Maxi trabajaba medio tiempo junto a su madre en una distribuidora, se había recibido 12 días antes como Licenciado en Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador, nunca llegó a usar su regalo de Navidad ni tampoco pudo darse el lujo de viajar por Medio Oriente, el tema que desarrolló en su tesis final, y el regalo de sus padres por haberse recibido. Todo eso fue destruido en mil pedazos, pero a pesar que ese 29 de diciembre le cortaron su vida él decidió seguir dando vida y su madre lo acompañó en su deseo.

A pocos días de cumplirse 18 años de la Masacre de Floresta, la presidente de la Asociación Civil Madres del Dolor, Silvia Irigaray, habló de su relación con la donación de órganos, los diferentes pedidos que le realizó al gobierno nacional y al provincial y, con ello, las diferentes respuestas que recibió de parte de Mauricio Macri y de María Eugenia Vidal. Todo esto, a metros del destacamento policial de la intendencia de Vicente López, ese mismo que inauguró ella. Esa misma fuerza para la que da charlas a los cadetes.

-¿Como hacés para ver todos los días a la policía en ese destacamento?

-Nosotros llegamos primero y unos años después, cuando nos enteramos que venía la Policía al lado yo dije: “Ayyy, no podíamos tener otros vecinos”. A mí me daba cosquilleo…, pero bueno no estábamos en condiciones de nada. Al contrario, nosotros pedíamos el lugar de la esquina porque nos parecía bueno agrandar el lugar y poder llegar a tener distintos lugares para hacer atender a la gente. Que los tenemos, pero a veces hay que dividir los turnos porque se escucha mucho. A veces viene alguien de los que viene los martes que no tiene con quien dejar a su hijo y él sabe que su padre o su abuelo lastimó a la mama. Mientras ella habla con el equipo de justicia el psicólogo se va a la cocina con el nene porque no puede estar en esa charla. Cuando ponen el destacamento, el intendente Jorge Macri me llama y me dice: “Vos tenés que estar en la inauguración porque sos un referente del gatillo fácil y tenés que venir, estar conmigo y cortar juntos la cinta”. Al final, corté yo la cinta y es como pisar fuerte. Los canas te miran diciendo: “Y esta quien será como para que lo haga ella y no el intendente”.

-¿Eso pasó antes que empieces a dar charlas a la policía?

-Pasó durante. El viernes (antes del segundo debate presidencial) fui a dar una charla a la Facultad de Derecho que me invitaron. En uno de los pasillos, me encuentro con Gustavo Béliz (Ministro de Justicia de Néstor Kirchner). Yo no lo veía a él desde ese momento y él me dice: “Bueno, nos vamos a volver a ver”. Cómo daban por hecho que ganaba Fernández… Que suerte que estamos bien vistas. Acá no hablamos de política y eso que en el grupo de madres hay ideas diferentes. Ese no es el tema nuestro. Pero tenemos que mantener en funcionamiento la Asociación. Fue una alegría encontrarlo. Me presentó al hijo que ya está terminando la carrera de Derecho y el chico se sorprendió. Él le dijo que un policía me mató un hijo y yo le dije que su papá me mandaba los informes de la cárcel de Marcos Paz a mi casa de Floresta, de los psicólogos y del Servicio Penitenciario sobre Velaztiqui. Ahí yo supe que, dentro de la cárcel, seguía siendo una fiera. Desde el 2005 que no lo veía a Béliz… Él fue el primero que me pidió que dé una charla a la policía. Desde ese año las hago.

-¿Qué mensajes has recibido de los policías presentes en las charlas? ¿Te suelen hablar?

-Yo los invito a que me hablen porque yo no hablo con odio. En realidad, les dejo dos cosas. Una, prefiero los cadetes que son los que saldrán a la calle y a los que les darán el arma porque los viejos ya tienen las mañas. En la Escuela Juan Vucetich, forma parte de la currícula de estudio y la llaman charlas magistrales. A mí me da mucha satisfacción. Voy con dos temas: la violencia que espero que no ejerzan. Entiendo que hacen una tarea difícil, que deben cuidarse, pero llevar un arma a la cintura no es para cualquiera. Primero, le deben dar paso a la palabra y no a las balas. Velaztiqui en vez de retrucar la palabra de los chicos, sacó el arma y dijo “Si los fusiló mejor así no hablan más”. Después, voy por el lado de la vida, por la donación de órganos. Yo pude donar los órganos de Maxi y soy autora del único protocolo que hay en la Argentina. Hay un protocolo de actuación para las fuerzas policiales que lo entrego y debe estar en cada comisaría de la Provincia de Buenos Aires. Es como tiene que proceder la policía para llamar al familiar, médicos y al el juez de turno. Tenés sólo cuatro horas. Pero eso lo aprendí porque me pasó. A mí me llaman y cuando llego, no pregunté quien lo había matado sino que me quedé y escuché la voz de Maxi. El almita de él que ya estaba muerto delante de mis ojos. Él a mí me dice “Mami, acordate que soy donante de órganos”. Llamé al INCUCAI, vino a mi casa y nos fuimos a la comisaría. Ahí, la médica del INCUCAI le pregunta al policía qué juzgado interviene. Él levantó los hombros, dijo que no sabía y manifestó: “Mejor vengan mañana a las 8 de la mañana”. La médica golpeó muy fuerte el escritorio y le dijo: “Tiene una madre acá con el hijo muerto. Ella quiere dar vida a otras personas y ¿usted le dice que venga mañana? Mañana es tarde”. El hombre le pidió perdón y dijo que no lo sabía. Eso me sirvió para todo lo que hago y se potencia cada vez más. Es un tema que costó mucho. Yo les voy hablando a ellos de la violencia, de la que no deben ejercer y, de última, que son una pieza fundamental para que se pueda implementar en todo el país. Y sigo siendo la única.

Desde ese momento, las marchas que se realizaron en Floresta cada mes con el pedido claro de justicia por el asesinato de Maxi Tasca, Cristian Gómez y Adrián Matassa motivó que otras madres vayan a exponer sus casos y Silvia les daba prioridad cuando los medios iban a buscar su testimonio. La mayoría era por gatillo fácil: “Yo no sabía toda la violencia que había, la verdad yo me desayuné con toda la violencia, con esto de ser activista y no hay dudas de que acá la condena fue porque había miles de personas que estaban del lado de la familia de los amigos. Entonces decidí empezar a devolver”. En 2003, Silvia y Elvira Torres, madre de Cristian, se fueron a Núñez para asistir a la marcha por el asesinato de Lucila Yaconis. Ese fue el comienzo de todo.

-¿En cuanto a la organización de Madres del dolor como se juntaron las madres?

-Nos juntaron los periodistas, para nosotras el periodismo es un gran eslabón. En 2003, un periodista me avisa y me dice “Silvia, por qué no van para allá que sería bueno que se unan”, y bueno ahí empezó. A esa misma marcha va la mamá de Kevin Sedano, Viviam Perrone. Ella es de Olivos, o sea sin conocernos. También estaba Marta, la mamá de Juan Manuel Canillas. El caso de él fue histórico también porque fue el primer secuestro en democracia. Lo matan por la espalda, le dicen “bueno, bueno andate” y muertos de risa le disparan por la espalda. Esto se sabe porque había una chica que se acababa de bajar del colectivo, que venía de la Facultad de Medicina. Cuando escucha y ve todo eso, los flacos se habían ido, lo agarra a Juan Manuel y él la mira a los ojos y le dice llama a mi mamá, le alcanza a dar el teléfono y se muere en los brazos de la chica. La madre siempre dice que no murió tirado, sino en los brazos de alguien. Estábamos en la marcha de Lucila sobre la calle Cabildo y un periodista me dice “che Floresta vení, Olivos”, y estábamos así y cuando nos miramos nos saludamos. No sabíamos ni quiénes éramos y se ponen todos los canales entonces. Para la semana siguiente que hacían la de Lucila una vez por semana íbamos y nos saludábamos porque ya nos habíamos visto la vez anterior y los mismos periodistas eran los que nos preguntaban qué novedades hay, que bien que la acompañen a Isabel (madre de Lucila), y después ya nos empezamos a cambiar los teléfonos. Ahí nos hicimos inseparables. En 2004 es cuando íbamos de una casa a otra y ahí surgió la idea que había que hacer una asociación. La idea fue de Néstor Kirchner.

***

Tras su creación el 10 de diciembre del 2004, su primera sede fue un monoambiente que estaba a cinco cuadras del Congreso, pero los altos costos del alquiler las obligó a buscar otro lugar. En ese momento, el intendente radical de Vicente López, Enrique García, les dijo que debían tener su lugar propio. Así surge esta casa. La incertidumbre ante el cambio de intendente se disipó rápidamente cuando el electo Jorge Macri les dijo que estaba encantado de recibirlas y les preguntó: “¿Qué les hace pensar que yo les voy a quitar la casa? Con la tarea que ustedes hacen, como se las voy a quitar”. Nueve meses tardaron en reacondicionar el lugar que era una tapera, según una de las madres, y la firma de un comodato rubricó su llegada en octubre del 2012 a esa casa que sería usada como la Asociación Civil Madres del Dolor, una ONG que no tiene posturas políticas más allá de las de cada integrante y que hizo de la grieta algo invisible. Un peronista fomentó su formación; un radical les dio la sede y el intendente que vino por Propuesta Republicana (PRO) continuó con esto.

El Presidente que fomentó la creación de esta Asociación se dio cuenta que había que ayudar a esas madres y Silvia le guarda un profundo amor por su humildad y su cariño hacia ellas. Su muerte hace imposible no olvidarse qué hacía cada uno el 27 de octubre del 2010 y para Silvia no es la excepción. “Era un día que se estaba haciendo el censo y estaban ya censando en mi edificio. Yo tenía la radio prendida y Chiche Gelblung dice: ‘No puede ser’. A mi me agarró un ataque de llanto tan grande, justo me toca el timbre el del censo, abro la puerta y le digo al tipo se murió Néstor y me dice ‘qué carajo me importa, bien muerto está’. Mala persona, te guste o no es tu presidente. Me hizo las preguntas, se fue y me fui para el Congreso. En esos días Eduardo Luis Duhalde (Secretario de DD.HH. en ese entonces) me llama y me pregunta si venía a despedirme de Néstor. Me dice ‘Yo te espero en tal puerta’ y entré yo sola. Íbamos a ir, pero a la Plaza como toda persona que le tenía aprecio. Tuve el privilegio de entrar a la Casa Rosada y estar. Me saque el pin de Madres de Dolor. Estaban Máximo y Cristina, y le digo a Máximo si puedo ponérselo. Había otros pines. Se lo preguntó a Cristina, con quien ya nos conocíamos, me saluda y me deja poner el pin”.

Ese apoyo político que mostró el expresidente se sostiene en el tiempo y desde el Estado le proveen todos los martes un equipo del Ministerio de Justicia de la Nación que va a la sede ubicada en Vicente López para asistir a cinco o seis personas al día. Pasan siete horas trabajando todos los casos para brindar asesoramiento en muertes de todo tipo, las de violencia institucional, hechos de tránsito, secuestros, trata de personas. De todo. “Si ustedes consideran que es un agente necesario y que hacen bien las cosas, ni pensarlo. Siguen con ustedes”, les dijo el ministro de Justicia Germán Garavano hace cuatro años y nada hace prever que pierdan el apoyo con el nuevo Gobierno encabezado por el presidente electo Alberto Fernández: “No tenemos preocupación que nos lo quite porque nuestro nombre y trabajo cada vez es más conocido internacionalmente. Nadie se va a atrever a nada, ni a sacarnos de acá ni a sacarnos el equipo que ayuda a las víctimas y de forma gratuita”.

Sin embargo, no todo fue color de rosa con el Gobierno actual y, a pesar de que le habló del Protocolo de actuación para fuerzas policiales en procesos de ablación e implante de órganos y/o tejidos humanos en casos de muerte traumática al Presidente de la Nación, Mauricio Macri, nunca obtuvo ayuda de parte del mandatario. Hacía más de dos años que la Gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, le había dado el aval para hablar de eso tras pedirle que diera charlas en la Escuela de Policía Juan Vucetich. Ella se había reunido con las madres a pocos días de asumir en la sede de la Asociación en Fray Justo Sarmiento al 300. Allí, le dijo que quería hablar de la vida y, ante la pregunta de Vidal, explicó cómo lo haría: “Hablando de la donación de órganos porque las córneas de Maxi están en dos mujeres, las válvulas del corazón están en dos personas”. Con 94 mil policías a cuestas, el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, le dijo que no había nada parecido y Vidal le dio absoluta confianza. “Hacelo, confió en vos”, le dijo. Por eso pensó: “Son del mismo gobierno… Cuando después tuvimos la reunión en la Quinta dije ‘Bueno, va a ser fácil…’. Y no… Acá estamos. No importa. Tengo que seguir andando”.

Su hijo era donante de órganos y, desde ese día, ella concientiza sobre ese tema porque sostiene: “¿Para qué enterrar unos órganos que después se los comen los gusanos?”. Y la Ley Justina fue la piedra angular de esto para que todas las personas mayores de edad sean donantes a menos que hayan dicho lo contrario en vida. Por desgracia, a pesar de los mensajes de apoyo que recibía Justina de su familia y Silvia Irigaray, que fue contactada por Ezequiel (padre de la nena) a través de Juan Carr (Red Solidaria), la nena de 12 años falleció el 22 de noviembre de 2017 por no recibir un trasplante de corazón a tiempo y la ley se votó en julio del 2018. Era difícil mostrar resistencia a un proyecto tan sensible y se votó con errores a cuestas.

“Cuando llame al INCUCAI y les dije ‘Que bárbaro esto…’ una de las médicas me dijo: ‘Pero hay cosas que hay que arreglar y las vamos a tener que ir cambiando con el tiempo. Vamos a ver cómo se va corrigiendo la ley porque hay cosas que no están bien’”.

Fue así como llegamos al 20 de octubre pasado. Ese día Silvia recibió uno de los mejores regalos que le podían dar por el día de la madre. Tras armar un proyecto junto al juez Gabriel Vitale (el otro autor del protocolo de actuación para las fuerzas policiales en muertes traumáticas), le contaron que la Cámara de Diputados va a sesionar para debatir sobre el proyecto. “El protocolo se lo agregamos a la adhesión de la Ley Justina. Hicimos todas la correcciones de esa Ley. No me cabe dudas que lo van a votar todos y para mí va a ser un regalo de Dios, pero no me alcanza. Con eso, tengo un 50%. Me van a faltar los senadores. Eso ya será el año que viene”, dice.

-Justamente en el día de la madre ¿Cómo se hace para curar el dolor y tal vez pasarla bien con tu familia?

-Lo más difícil de todo es el primer año. El primer año a mi me enojó muchísimo ver la publicidades en la calle en la tele que decían regalale a mama esto. Para mi era un dolor que me enojaba. Yo iba manejando y pensaba… A mi, suponete, Falabella me preguntó si yo quería que pusieran esa publicación si yo tengo un hijo muerto, ellos no saben, es que uno da por hecho que todo el mundo tiene que saber y se tiene que detener el mundo. El tema es que el mundo sigue andando y vos tenes tu dolor para toda la vida. El primer año es en mi caso, el día que lo parí a Maxi (4 de agosto de 1976), que no está más para cumplir años, el día de la madre es terrible, la noche buena, que a mi me quedó el regalito de Maxi en el arbolito de navidad. Pasaron cuatro días nada más para que lo maten. Y el otro regalo que nunca supo y que se lo regalamos con el papá era el viaje a Egipto porque se había terminado de recibir de Licenciado en Relaciones Internacionales.

Su fanatismo por Egipto era supremo desde chiquito, pero no lo llegó a conocer. Su madre lo conoció por él y viajó a aquel país 10 días después de su fallecimiento a esparcir sus cenizas entre las pirámides. Él quería la paz en Medio Oriente. Una palabra que, en el último tiempo, dejó de existir por esos lares.  “Para mi diciembre ya es triste, llega el primero de ese mes y para mi ya se que llega el 29 y te vas acordando las horas y cuando tocaron el timbre y eso les pasa a todos”, dice. Tras ser condenado su asesino en un juicio ejemplar, empezó la batalla interna para no enfermar de cáncer: “Te abrís a eso, las defensas bajan y te abrís a enfermarte. De hecho llevamos 66 mamás muertas por cáncer, menos una que se suicidó. Es terrible. No se tolera. El tema es la silla vacía, la cama vacía, el no verlo, entonces no es para todas igual. Y después con el tiempo vas calmando, decidimos juntar los pedazos del piso, unirlos y yo cada día que viva siempre lo voy a homenajear a Maxi. Siempre. El recibirlos a ustedes, este trabajo para mi es un homenaje a Maxi y a todos los demás pero lo hago por Maxi”.

-¿Qué te produjo la asociación?

-Es una genialidad haber formado esta asociación, es maravilloso. Sería bueno cerrarla porque habría terminado la violencia. Eso no pasa porque hay mucha en este trabajo. Es duro, es difícil, tenemos esta misión y la llevamos adelante lo mejor que podemos, pero a todas nos gusta muchísimo.

-A punto de cumplirse 15 años de la Asociación, ¿qué legado esta dejando y quien podría seguir esto?

-Nunca nos planteamos eso porque parece que vamos a ser inmortales, pero es cierto. Fíjate que cumplimos 15 años, estamos cada vez más viejas, pero no tengo idea, no tengo en mis planes morirme ahora. Hay una mamá que se sumó ahora (Silvia Fredes cuya hija Martina Miranda murió en un siniestro vial con solo 16 años en 2016 y su asesino Damian Villanueva se suicido a los pocos días). La idea es rotar las presidencias y nada va a cambiar porque hacemos lo mismo.

Rivengo, el clásico que se juega hace más de 70 años

Por Gregorio Gajate

River Plate y Flamengo irán por la gloria máxima a nivel sudamericano el 23 de noviembre. Pero, no es el único enfrentamiento. En el noroeste de Brasil, en la ciudad de Teresina del estado de Piauí, a más de cinco mil kilómetros de diferencia, también se disputa un River – Flamengo. Con 360 clásicos jugados y 872 goles anotados, los dos clubes más grandes de la ciudad, comparten una de las máximas rivalidades del fútbol brasileño, el Rivengo.

El Esporte Clube Flamengo apareció el 8 de diciembre de 1937 y fue fundado por el Senador Raimundo Melo de Arêa. Copiaron absolutamente todo del Fla de Rio de Janeiro, la única diferencia es la palabra “Piauí” en su escudo, para diferenciarlos. River Atlético Clube llegó poco después, el 1 de marzo de 1946. Fue creado por un grupo de estudiantes de educación física de Teresina y dirigidos por el profesor Antilhon Ribeiro Soares. En principio hubo dudas con el nombre, hasta que uno de los alumnos recordó el famoso equipo de “La Máquina”, de River Plate, que obtuvo diez títulos en seis años a principios de la década de 1940. El “Plate” lo ignoraron para hacer que sea menos extranjero. También se diferencia con el club argentino en su camiseta, la titular es roja con rayas blancas y negras horizontales, muy parecida a la de San Pablo, mientras que la suplente suele ser similar a la del equipo de Nuñez, con una banda roja vertical.

A ambos equipos les costó tan solo dos temporadas consagrarse en el Campeonato Piauiense. El Mengão lo consiguió en 1939 y el Tricolor lo hizo en 1948. A ese año se remite el primer Rivengo. Fue un 24 de abril en un partido sin goles. Tres años después, el 7 de septiembre de 1951, jugaron el quinto partido de su historia. El club inspirado en La Máquina aplastó al rojo y negro por 11 a 3, en un partido que se recuerda hasta el día de hoy. De los 360 clásicos que jugaron, River ganó 136, Flamengo 115 y empataron en 109 ocasiones. El último enfrentamiento fue el pasado 27 de febrero, por el Campeonato Piaiuense, donde el equipo de la banda roja ganó por 2 a 0.

Para 1963, con solo 17 años de vida, River de Piauí ya era un grande. Alcanzó el título local en 14 oportunidades, solo se le escaparon los de 1946, 1947, 1949 y 1959, todos a manos de Botafogo. No solo lo aventaja a su rival en el historial entre ambos, sino también en los títulos obtenidos. Fue campeón del Campeontao Piauiense 31 veces, mientras que su clásico lo hizo en 17 ocasiones.

Las similitudes entre ellos son infinitas. En Piauí a River lo suelen llamar “O maior”, o “El más grande”, en español, mientras que el Flamengo se hace llamar “O mais querido”, o “El más querido”. También podemos hablar de su historia, ambos disputaron por seis años consecutivos el Campeonato Brasileño de Serie A. El Mengão compitió cuatro veces en la Serie B y once ocasiones en la Copa de Brasil, mientras que el Tricolor jugó diez temporadas en la segunda categoría y otras diez la Copa de Brasil y en 2015 fue subcampeón del Campeonato Brasileño Serie D. Además, comparten localía en el Estadio Albertão de Teresina que se llena cada vez que estos dos gigantes de Piauí disputan el Rivengo. Esa cancha tiene una capacidad para 44.200 espectadores, es decir, por encima del mínimo requerido por Conmebol para finales(40 mil), y quien sabe, algún día…

La culpa es de este pueblo Sabalero

Por Joaquín Méndez

Setenta y cinco minutos del segundo tiempo. Un partido de fútbol. Sábado 9 de noviembre. En este día histórico me encuentro en el sillón de mi casa observando la final de la Copa Sudamericana. Vuelvo a repetir, histórico. Sí señor. Para todos o casi todos o lo que sea que supongamos que sea el todo para nosotros. Pocas veces me sentí identificado o me sentí representado como hoy. Es Colón de Santa Fe y está perdiendo con el conjunto ecuatoriano Independiente del Valle. 2 a 0. Por dos malditos goles, pero la alegría que invade cada rincón de mi corazón, no me la va sacar nadie.

Disculpe, siempre me enrosco y comienzo a cuestionar lo que está impuesto. Es más, me permito realizar una construcción para mi beneficio en estas líneas. Ni el penal que erró Luis El Pulga Rodríguez me va quitar lo bailado. Flor de jugador, hermano. Ni la lluvia que intentó en vano arrebatarnos este encuentro. Ni siquiera cómo termine este partido, ni siquiera que gane Colón y sea todo fiesta. No me vengan con que lo único que sirve en estas instancias es salir campeón.

¿Qué es ganar y qué es perder? El conjunto santafesino perdió con su hincha fallecido por las altas temperaturas del territorio paraguayo, mientras caminaba con su sobrino, sufrió un paro cardíaco. Espere. Son las 20:20, gol de Colón. Ángel Ramón Monzón desde donde se encuentre ahora, empujó con su recorrido hacia la esperanza, la de un golcito más. Por favor. El árbitro del encuentro adiciona 7 minutos más, no piensen que voy a cambiar alguna letra de lo que escribí. No es orgulloso, no. Escúcheme. Tengo la suerte de escribir por placer en este instante y por el momento, no me encuentro bajo la precarización laboral que sufren muchos colegas. Cómo no pensar en vos, Ernesto Rodríguez, periodista incansable que falleció transmitiendo el conocimiento de nuestra profesión este año, gracias por llenarme de preguntas.

Pablo Lavallén se toma la cabeza. El técnico sufre y es un reflejo de la hinchada rojinegra. Esta esperanza de los últimos minutos del partido la construyeron ellos. La construyó Alberto Nini, quién pedaleo 900 kilómetros desde San Javier, Santa Fe.

Por mi piel escapa el alma Sabalera.

Renato y Aimé, hermosa pareja que postergaron su fecha de casamiento por alentar al club de sus amores, o su amor, mejor dicho.

Si ganara yo al infierno, por ser negro y nada más. Moriré llevando negro el corazón.

Otro fanático, se lanzó al mundo con sus pies como sostén de una larga caminata y con su pulgar, para encontrar un alma de sangre y luto, que lo lleve hasta Paraguay. La encontró, un camionero lo acercó hasta la frontera para gritar por su equipo.

Ah eh Ah yo soy Sabalero, ah eh ah, Sabalero, Sabalero.

Un hombre se refriega con sus dedos los ojos humedecidos por sus lágrimas. Su Colón, está en la final en Paraguay y él está ahí para vivirlo.

Más de 40 mil personas arribaron a La Nueva Olla, el estadio de Cerro Porteño y la olla, se llenó. ¿Y por qué? Los Palmeras, se lo seguirán contestando…

Sabale, Sabale, la culpa es de este pueblo sabalero., Sabale, Sabale. ¡Que todo el mundo grite dale negro!

Estoy finalizando el texto, el Sabalero perdió 3 a 1 con Independiente del Valle. Más que digno papel en esta Copa Sudamericana, pero como recalqué, no interesa el resultado. ¿O acaso estas historias no merecen ser reivindicadas a pesar de tener o no éxito? No me venga con fracaso, Cólon ganó el segundo puesto, sí lo gano, hombre. Aprendí mucho estos días del pueblo rojinegro, muchísimo.  Se lo agradezco, perdí prejuicios y gané problemas, que haré mierda para seguir construyendo juntos. Por si le quedó alguna duda, le dejo las últimas frases de la canción “El Sabalero”.

He nacido en las orillas roja y negra.

Yo me entiendo con la gente sabalera,

soy amigo del ciruja y del maestro,

con el tordo y con el punga yo me entiendo.

Y en mi mesa se codea la pobreza y el señor,

canta río y también canta pastor…

¡Y aunque me ganara el cielo por cambiarme de color, moriré llevando negro el corazón!

Un pase a las redes sociales

Por Valentín Irisarri

Las redes sociales se convirtieron en el medio de comunicación más influyente en los clubes de Argentina. En los últimos años, las páginas web donde se solían emitir comunicados oficiales fueron quedando relegados debido al incremento de usuarios de redes en las instituciones, ya que la efectividad para alcanzar interacciones fue masiva y contundente. La supremacía de Boca y River en la cantidad de seguidores es muy notoria: más de 3 millones de usuarios en Twitter. San Lorenzo -750.000-, Independiente -440.000- y Estudiantes de La Plata -408.000- son los tres equipos que lo siguen.

Gimnasia y Esgrima La Plata es el séptimo club con mayor cantidad de seguidores -334.000- en todo el país. Es un hecho que trasciende lo habitual, debido a la llegada de Diego Armando Maradona a la institución Mens Sana. Sin embargo, el Departamento de Comunicación y Prensa del Lobo trabaja con dos empleados y ocho colaboradores para el manejo de la información del club y no solamente en el fútbol masculino y femenino, sino también en el básquet por igual. En tanto el hockey, el vóley y demás disciplinas amateurs solamente se comunica en los días de partido.

Los objetivos propuestos por los diferentes clubes para comunicar en las redes llevan caminos similares pero estrategias diferentes. Vélez, por ejemplo, en el Twitter oficial –@velez- solamente publican el día a día del futbol profesional y durante los partidos. Luego mediante @velezdeportivo informan las actividades amateurs del Fortín de manera oficial. Por otro lado, Vélez transmite los partidos oficiales por radio –AM 1220- y utiliza Facebook e Instagram para cautivar a adultos y jóvenes. “Utilizamos mucho la fotografía para llamar la atención. Sentimos que con hastags, fotos intensas y de calidad generan mayor atracción en los usuarios. Y si son de otros clubes, mejor también”, afirmó uno de los empleados del Área de Prensa del club, Diego Guitián.

Racing, sin embargo, no posee cuentas alternativas, salvo @racingoficial. Todas las cuentas que poseen los deportes no remunerados pero pertenecientes al club no son oficiales, por ende Racing no se hace cargo de nada de lo que se publique en esas cuentas. Solamente interesa que reaccionen los hinchas, está prohibido publicar contenido ofensivo o polémico para cargar al rival. Alemán Fusario, Community Manager de las redes, afirma que desde la Comisión Directiva tienen la obligación de no contestar mensajes directos, responder tweets a menciones o marcar Me Gusta en una publicación no correspondiente al club, Antes de fin de año se lanzará TikTok, una aplicación donde los usuarios crean y comparten videos cortos de hasta 60 segundos, y Racing ya está subiendo material a la plataforma.

Otro gran trabajo que se viene realizando desde el interior del club de Avellaneda es el material de archivo. “Mucha gente viene a trabajar al Archivo del club que hay en el Estadio. Periodistas y sociólogos acercan material todo el tiempo y eso nos ayuda también a agregar cosas del pasado a nuestras redes que, a lo mejor, al hincha de Racing le interesa”, agregó Fusario.

Un caso llamativo pero a la vez motivador para el ascenso es lo que pasa en Sacachispas, club de la B Metro. En Twitter posee 71.127 seguidores –más que ocho equipos de la Superliga-. Pablo Turiaci es el encargado de administrar las redes junto a su hermano, y el crecimiento se dio a partir de la propuesta de los jugadores de sacarse la foto antes de los partidos parodiando distintos temas –navidad, pascua, guerreros, por ejemplo-. “En Twitter publicábamos la foto y después twitteábamos algo gracioso. Así logramos una cierta simpatía en los usuarios. Hoy Sacachispas le cae bien a mucha gente por lo que los jugadores hacen”, dijo Turiaci. Además de acercar usuarios a la cuenta oficial, la exitosa actividad de los jugadores también acercó Sponsors y canjes a la institución. “Es una marca registrada de Sacachispas y ahora queremos seguir innovando”, cerró el periodista.

Pablo Lavallén y el rol de los entrenadores

Por Mauricio Serrano y Jimena Santillan 

Pablo Lavallén no pensaba en vivir del fútbol cuando era chico, ya que lo consideraba un juego, pero a medida que fue creciendo lo empezó a ver como algo más formal, para luego convertirlo en su profesión. Por eso, recalca que su primer sueño fue poder debutar en Primera y, al lograrlo, tuvo la posibilidad de construir su carrera en este deporte.

Lavallén jugaba de chico con sus amigos en las calles del barrio Las Cañitas en Palermo, hasta que su papá lo llevó a probarse a River en 1979, con siete años. A medida que avanzaba en las divisiones inferiores, los técnicos lo fueron probando en distintos puestos en base a sus cualidades, y así fue que finalmente se convirtió en defensor. 

A partir de su debut el 4 de agosto de 1991, pudo cumplir otros sueños, como meter un gol y salir campeón (obtuvo 3 títulos locales y una Copa Libertadores, todos con River). Desde 1996 jugó en el exterior defendiendo los colores del Club Atlas de Guadalajara en la Primera división de México. En esta institución le dejó buenos recuerdos a los hinchas que hasta el día de hoy se lo reconocen cada vez que visita esa ciudad. Hasta el 2001, año en que dejó de jugar para ese equipo, tuvo el privilegio de compartir el plantel y enfrentar a jugadores reconocidos a nivel mundial como José “Bebeto” Gama de Oliveira, Hugo Sánchez, Míchel González, Leonel Álvarez, Iván René Valenciano, Rafael Márquez y Bernd Schuster. En esa época, el fútbol mexicano era parecido a lo que son hoy en día las ligas de Estados Unidos y China, en donde van los jugadores de renombre para retirarse y  potenciar a los jóvenes de ese país.

Luego de irse del Atlas, dividió su carrera entre Argentina y México, y pasó por diferentes clubes –Tiburones Rojos, Huracán, San Luis, Huracán de Tres Arroyos y Coyotes de Sonora-, hasta que en 2007 tomó la decisión de retirarse en Platense: “Costó dejar de hacer lo que a uno le gusta, pero hay que tomar la decisión para no degradar la carrera deportiva y así cuidarla”, afirma el exdefensor.       

Lavallén en su rol de entrenador contó que: “los técnicos te pueden orientar, enseñar, trasmitir herramientas e información, y en mi caso el que más me dio todo eso fue Ricardo Lavolpe”, quien lo dirigió en Atlas.

En comparación con la carrera de jugador, Lavallén afirma que: “es más difícil ser técnico que jugador, porque el jugador piensa por uno mismo, en cambio el técnico piensa por todo el plantel, por los dirigentes, por lo que declara a la prensa y el mensaje que le da a los hinchas”. Sumado a eso, expresó que: “un buen entrenador debe tener llegada con el jugador y buenas herramientas, si no sólo se es un buen tipo”.

Siguiendo con las cualidades que se requieren para ser un buen técnico, aseveró que: “hay que ser un poco maestro, psicólogo, padre, amigo, y a veces hay que poner los puntos para que aterricen. Por eso, el mejor halago que puede tener un entrenador es que los jugadores que dirigió hablen bien de uno más allá de los resultados. Me encanta que un jugador me diga que aprendió de mí porque ellos son los que hacen ganador a un entrenador. El rol del técnico es importante, pero vendría a ser como un actor de reparto, los que ganan los partidos son los jugadores”.

El fútbol para él es un tema de gustos porque “cada entrenador puede tener una receta o más, es decir, los métodos que usa, y eso marca una escuela como fue el caso de Pep Guardiola en el Barcelona”.   

Lavallén aclaró también que un entrenador intenta trasmitir a sus dirigidos lo que fue como jugador y lo que le hubiese gustado ser: “A mí me hubiese gustado ser mejor jugador con la pelota, tener más velocidad, por eso me gustan los equipos que son rápidos, los que tienen buena tenencia, los que marcan bien. Uno quiere todo el combo, y en eso está la posibilidad de cada uno de saber trasmitir, como por ejemplo, el caso del Atlético de Madrid de Simeone, que tiene su esencia o ADN de lo que fue él como jugador. El técnico que no trasmite nada es porque falla algo en el mensaje y no termina siendo un buen entrenador, porque su equipo no sabe a qué juega”.

Con respecto a si dirigiría a un equipo de los denominados grandes respondió: “No dirigiría a Boca y Chivas de Guadalajara por mi pasado, pero después aceptaría cualquier club porque es un trabajo y mi familia come gracias a eso. Así como cuando uno es jugador quiere poder estar en los mejores equipos, lo mismo pasa cuando sos entrenador, porque esos clubes tienen más posibilidades de salir campeón, son los más convocantes, los que más ganan, los que tienen más recursos y son grandes en todo el mundo”. Con respecto a dirigir una Selección, negó esa posibilidad y expresó que: “es otro tipo de trabajo, es distinto al día a día con el plantel, ya que consiste en viajar, mostrarle videos al jugador y es algo que recién lo pensaría dentro 10 ó 15 años, pero por el momento no”. 

Si tuviera que decirle algo al Pablo Hernán Lavallén jugador, se reprocharía no haber intentado tener un poco más de protagonismo. “Aprovechando que jugué en River cinco años y que estuve contenido en el lugar que me dieron, quizá tendría que haber sido un poco más egoísta para tratar de mostrarme un poco más”, asegura.   

A Licha se le cerró el arco

Por Nicolás Venier

Fastidioso. Enojado. Así se encontraba Lisandro López luego de la oportunidad desperdiciada en el minuto 47 del segundo tiempo que le podría haber dado la victoria a Racing en el Estadio Presbítero Bartolomé Grella. No lo podía creer. Tampoco quería hacerlo. Con los brazos en la cintura y mirando el suelo por unos segundos. Cristian Tarragona, delantero del equipo local que terminó en su propia área para colaborar en la marca, suspiró y luego alzó su brazo derecho, acariciándole a Licha el poco pelo que le queda, como gesto de consuelo.

Patronato hacía poco más de 20 minutos que había marcado el empate parcial con un tanto de Gabriel Díaz. El local, ansiaba con ganarlo. A partir de su gol, el equipo visitante se dividió y comenzó a buscar variantes para lastimar al rival. Tiempo cumplido y el equipo de Mario Sciaqua perdió una pelota clave cerca de la raya central. En ese instante, nació la contra de Racing, comandada por Darío Cvitanich. Seis veces tocó la pelota el número 20 en conducción para luego filtrarle el pase al paraguayo Rojas que, a su vez, recibió el balón a 5 metros del área.

El volante zurdo de 23 años llegaba con velocidad e ingresó al área rival, cerca del vértice, sin aún haber tocado la pelota. Previo a ese primer y único toque levantó la cabeza y lo vió solo a Lisandro López a pocos metros del punto de penal, que venía como una bala de un fusil para rematar o eludir al arquero Ibáñez. De primera y con pierna derecha, fue el pase de Rojas para su capitán. 

López es de esos delanteros que tiene un tiempo más en el área rival. Es de aquellos que definen con categoría. De los centro atacantes de experiencia que, dentro de ese rectángulo y a pocos metros del arco, no perdonan. Cuando recibió el pase, debió decidir en pocos segundos que decisión tomar, ante el achique de un arquero que, a medida que pasaba el tiempo, se hacía cada vez más gigante. 

En el banco del conjunto local se cruzaban los dedos para que el delantero experimentado de la Academia falle. Por el otro lado, también los cruzaban, pero para que la pelota termine donde suelen terminar las pelotas que le quedan así a Lisandro López: bajo la red. El estadio enmudecido, aterrado por la peligrosa contra de Racing, pero haciendo lo suyo, e intentando, sin poder hacer nada, pero intentándolo igual, que la pelota no ingrese.

Las pulsaciones se vivían a mil, en Paraná y en Avellaneda. Licha tenía varias opciones: eludir al arquero, ejecutar por alguno de sus costados, fusilarle el arco, o picarla por encima del mismo. Esta última, fue la decisión del número 15. 

Matías Ibáñez, el 1 de Patronato, que en realidad utiliza el dorsal número 12 intuyó esa opción, por la calidad del delantero que tenía frente a sus ojos. Le cerró todos los espacios de la mejor manera posible, atajó ese balón en el minuto 47, y le dio vida al Patrón. Por supuesto que en ese momento recibió abrazos de sus compañeros y la ovación de su hinchada. 

Por el lado de Racing, lamentos. No podían ni querían creer. Igual que Lisandro, con bronca. Con calentura. Airado por no haber tomado otra decisión, otra de esas opciones que se le pasaron por la cabeza en esos milisegundos. 

No obstante, el capitán iba a tener otra jugada más un minuto más tarde. En lugar de asociarse con los mediocampistas como sucede de manera constante, decidió picar a las espaldas de los defensas rivales y esperar por un balón filtrado entre líneas. 

Nuevamente, luego de un espléndido pase de Matías Rojas al ras del piso, Licha tenía la oportunidad de quedar cara a cara con el arquero Ibáñez. En esta ocasión, falló con el control. La pelota se le fue larga, y en ese momento se fue la última oportunidad para Racing de llevarse los 3 puntos hacia Avellaneda. Era la última jugada en ataque del partido. Al terminar sin peligro, fue la que decretó el final del encuentro y el reparto de puntos para Racing y Patronato en la Fecha 12 de la Superliga, y la tristeza del campeón vigente que intentó por diferentes caminos, pero no lo logró.

 

La vuelta a casa

Por Francisco Lezaun López

Seúl, capital de Corea del Sur, fue la ciudad elegida para celebrar, del 6 al 10 de octubre, el centenario del Festival Deportivo Nacional de Corea (전국체전). En este evento participaron más de 30.000 deportistas provenientes de 17 regiones y ciudades del país asiático, sumados a los 18 equipos de residentes en el extranjero.

La magnitud del Festival se ve reflejada en los 69 estadios que estuvieron preparados para albergar a los jóvenes durante 7 días, la presencia en la inauguración del Presidente del país, Moon Jae-In, y del alcalde de la ciudad, Park Won-Soo, y las más de 20.000 personas observando el desfile de los atletas en el estadio de apertura.

Este evento tiene 100 años de historia. Todo comenzó el 13 de junio de 1920, con un partido de béisbol entre surcoreanos como forma de protesta ante la ocupación de su territorio por parte de los japoneses, y hoy en día cuenta con más 40 disciplinas diferentes. La Argentina estuvo presente en deportes como el fútbol, golf, tenis, bádminton, janggi (ajedrez coreano), entre otros, con la participación de jugadores amateurs, ya que el profesionalismo no está permitido en esta competencia.

Matías Yoo, estudiante de administración de empresas en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y con padres nacidos en Corea y emigrados cuando eran chicos, fue uno de los futbolistas elegidos para representar a la comunidad coreana con residencia en Argentina, siendo así su primera participación. Su llegada a la Selección se dio tras la poca importancia que tuvo este año la liga coreana de fútbol que se juega anualmente en Buenos Aires. En consecuencia, el comité organizativo decidió juntar a todos los jugadores de los tres mejores equipos, y de ahí elegir a los que representarían a la albiceleste en estos Juegos Nacionales.

La emoción por estar en casa se hacía sentir en sus palabras: “Corea tiene muchísimos servicios, alucinás de la cantidad de cosas que tiene. La gente es mucho más evolucionada y nuestra tecnología no le llega ni a los talones a la de ellos”. Y entre risas contó: “Cuando caminábamos por la calle, la gente reconocía que éramos extranjeros y nos preguntaban de dónde veníamos. ‘Argentina’ le decíamos, a lo que respondían con cara de no saber de lo que estábamos hablando. Había que explicarles que estábamos abajo de Brasil”.

La ilusión era lo que más prevalecía en este grupo de chicos con un promedio de 21 años. Tres años antes, la Selección Nacional había salido campeona en este mismo torneo, y ahora, el objetivo seguía siendo el mismo. “Veníamos bastante motivados porque, hablando futbolísticamente, teníamos un mejor equipo que el de los que habían ganado en el 2016”, cuenta Matías.

El torneo se dividió en grupos de 4 países, en los que los ganadores se enfrentaban ante los perdedores, por lo que a cada equipo le quedó un partido sin disputar, debido al poco tiempo de duración de la competencia. El primer desafío que tuvieron por delante fue nada más ni nada menos que ante el último campeón, Australia. Un duro rival para medirse en el partido del debut, pero eso no les quitó las ganas de jugar y de correr por defender los colores celeste y blanco. Luego, la realidad les dio un fuerte golpe en la cara con una aplastante derrota por 4-1. “Jugaban a 1 ó 2 toques por toda la cancha. Creo que nunca me habían pegado tanto un baile en mi vida y se notaba una gran diferencia con nosotros, que jugábamos por hobbie”.

“El día después del partido vino uno de Australia a hablarnos y le preguntamos cómo sabía español, a lo que nos respondió que estuvo viviendo en España porque entrenaba en el Levante hasta que lo dejaron libre”, cuenta Matías, tratando de explicar la magnitud del nivel que tenían algunos países con jugadores que trataron de ser profesionales pero que no llegaron.

La falta de experiencia hizo que la derrota por la segunda fecha ante Indonesia, subcampeón el año pasado (cayó ante Australia 3-2), fuera mucho más dolorosa de lo imaginado. El partido iba con resultado favorable para los argentinos por 1-0, pero terminó 1-3 abajo. “Fuimos superiores durante todo el partido, pero ellos supieron aprovechar bien las oportunidades. Cuando íbamos perdiendo 1-2 tuvimos una muy clara de gol. Fue durísimo que no haya entrado”.

A pesar de no haber conseguido el objetivo propuesto, la experiencia de jugar contra equipos de gran nivel y el saber que dieron lo mejor por defender los colores argentinos durante estos días de competencia y meses de preparación, los hace irse con la cabeza bien en alto.

River Plate como un lugar de pertenencia

Foto: Ricardo Ceppi

Por Alejo Casado y Bruno Barbagallo

Cuando bajó del cochecito, abrazó a dos de las tres personas que esperaban en la puerta del bar Pardo, ubicado sobre la Avenida Congreso al 3000. Mientras tanto, su chofer, que saludó a los presentes con un apretón de mano, abrió la puerta de la cervecería y aguardó que los cinco entrasen para cerrarla. Andrés Burgo no tiene pelos en la cabeza ni en la lengua, aunque reconoce que él y sus colegas se autocensuran en cada artículo publicado. Tuvo que agacharse para ingresar al negocio y estacionó el carrito de bebé al lado de la mesa. Félix, su primer y -hasta el momento- único descendiente, lo acompaña. Remarca que la precarización del periodismo lo deja con pocos momentos libres y, a causa de eso, aprovecha cualquier ocasión para pasar tiempo con su hijo, circunstancia que no pudo vivir junto a su padre y que desea remendar ahora que está en sus zapatos.

El pasado 14 de agosto se cumplieron cuarenta y cuatro años del regreso a la gloria por parte de River Plate. El equipo dirigido en ese entonces por Ángel Labruna rompió una racha de dieciocho años sin ganar título alguno, tanto a nivel nacional como internacional, luego de vencer a Argentinos Juniors por 1 a 0 en la 37ª fecha del Torneo Metropolitano. Seis días después de la vuelta olímpica nació Burgo, fruto de una relación entre un ingeniero geofísico y una fanática del cantante español Julio Iglesias que trabajaba en un estudio contable.

“Creo que se querían divorciar ellos, pero no se animaban”, rememora y se sincera, mientras muerde incesantemente la tapa celeste de una botella de agua. En medio de una pregunta se gira y mira a su hijo. Le consulta qué quiere, señalando y moviendo el celular. Félix no le responde: mantiene sus manos ocupadas con distintos muñecos. Burgo sonríe y le da un beso en su cabellera rubia. Los estándares sociales hegemónicos durante su infancia no hubieran permitido que recibiera, sea en público o en privado, una demostración de afecto similar por parte de su padre, al que recuerda y cataloga como un tutor. Con su madre el vínculo lo reduce a la vida misma y lo califica como bueno, aunque, si debe elegir, pone como punto de conexión a la comida.

Ante la falta de abrazos y palabras de cariño por parte de la figura paterna, apareció River en su pubertad. “Necesitaba un lugar de pertenencia”, reconoce el columnista del diario español El País. Instaló su segunda casa en El Monumental, y si bien señala que en sus primeros años como hincha pensaba que la euforia y las emociones que le producía el conjunto de Núñez serían pasajeras, en la actualidad es consciente de la importancia que tuvo, tiene y tendrá cada minuto de un partido de cualquier campeonato o copa. A su vez, remarca la dualidad que representa asociarse sentimentalmente con una entidad deportiva: “Es todo y nada al mismo tiempo”. Asegura que la salud y la familia están por encima de todo. Un simple resfrío de Félix le gana por goleada a River.

En la casa donde vivió su niñez había una biblioteca. A pesar de que ninguno de sus padres leía, los oficios de su tutor, que se dedicaba a buscar petróleo en Tartagal y era profesor de matemática, hacían que estuviera adornada con obras que explicaban cómo estudiar el centro de la tierra y resolver ecuaciones. “No, ¿sos loco vos?”, responde ante la consulta de si leyó alguno de ellos. La lectura en su persona no surgió a base de cuentos ni porque deseara escapar de la realidad con ficciones. Para huir de su contemporaneidad tenía a River. Él leía la prensa gráfica, como la revista El Gráfico, para enterarse de lo que pasaba alrededor de Núñez, costumbre que afloró otra pasión: el periodismo. El único Márquez presente en su vocabulario era Macaya; Gabriel García aún era un desconocido.

Por obligación, se sumergió en la vida literaria en el colegio, donde tuvo que estudiar obras que considera “embolantes”. A partir de los veinte años comenzó a leer por decisión propia. Su primera lectura fue un texto de la saga Elige tu propia aventura, una serie de libros escritos por Edward Packard, Raymond Montgomery Jr y Joe Stretch, entre otros, y narrados en segunda persona, que le brindan a los lectores la posibilidad de seleccionar opciones que modifican el desarrollo de la historia.

Félix grita. Anuncia que un tractor está por atropellar a unas personas. Burgo acomoda su cabeza hacia la izquierda para observar la futura escena del crimen a escala juguete arriba de la mesa y se suma al aviso de su hijo: “¡Hay que correr!”. Retoma su rol de entrevistado y recalca la pluralidad de temas que desea mantener a la hora de leer: primero, uno de deportes, después de literatura, seguido de geografía, biografías y, por último, de espiritualidad. “Para salir un poco de lo mundano”, subraya. Aunque no es un orden sistemático, lleva leídos quince libros este año. La mayoría los termina en los colectivos porque sus curros, como bautiza a sus trabajos, no le dejan tiempo.

A su labor como padre se le suman otras tareas que, por la situación económica del país y de la propia profesión, se ve casi obligado a realizar. Trabaja a distancia para La Gaceta de Tucumán, para la que cubre los partidos de Atlético Tucumán cuando juega en Buenos Aires. Es parte de Era Por Abajo, un ciclo radial junto a Alejandro Wall y Ezequiel Fernández Moores, que se emite los viernes de 20 a 22 hs. Hace una salida por semana en #Bonadeo, el programa de Gonzalo que emite el canal TyC. Todos ellos, sumados a su empleo en El País. “Si me ofrecieran otro trabajo por dos pesos, lo pensaría”, admite, a pesar de su atareado día a día, reflejando la situación actual del periodismo. Sin embargo, agradece tener la oportunidad de ejercer como comunicador: “Soy un privilegiado. Estoy rodeado de amigos que no tienen esas posibilidades”.

Escribe sobre fútbol, pero no lo consume. La televisión no forma parte de su rutina. No es asiduo a ver veintidós hombres corriendo y forcejeando detrás de una pelota, salvo cuando once de ellos representan y defienden el escudo de River. Ignora las estrategias de los esquemas plasmados por los técnicos, dice que no sabe de tácticas y escapa de redactar sobre sistemas y formaciones. “No quiero hablar de lo que no sé”, agrega, aunque advierte que tiene colegas que no se adhieren a la misma ética: “Te hacen creer que saben todo. No me interesa escucharlos”. En sus artículos recorre lo que pasa dentro y fuera del césped en partidos particulares, como en su crónica para el diario madrileño acerca del partido de ida por las semifinales de la Copa Libertadores 2019 entre River y Boca, disputado el primero de octubre. En el primer párrafo cuenta que, seis horas antes de que se abrieran las puertas del estadio para que los hinchas entrasen, simpatizantes del club de La Ribera habían dejado una remera de su equipo con velas alrededor para llamar a la buena suerte.

Mientras miles de lectores ingresan a la página del diario para leer la crónica y generan ganancias económicas para El País, Burgo se avergüenza de la forma en que la redactó. “Es la nada. Estaba escribiéndola en medio del partido, sin ver bien”, admite, entre las exclamaciones de Félix mientras juega con los muñecos. Quizás no habría dicho lo mismo hace diez años, cuando aún escribía para Crítica -de Jorge Lanata- y todavía no había asistido al curso de escritura de Leila Guerriero, hecho que marca como desencadenante de la autocrítica que se hace cada vez que escribe: “A partir de ese seminario me volví muy puntilloso. Está bueno, pero a veces lo sufrís”.

A la mitad de un vaso de cerveza -aunque confesó que le gusta más el vino-, el cronista se da cuenta de que el único en la mesa que no tiene para beber es Félix. “Andá a pedirle agua a la chica rubia, ¿dale?”, lo anima. En otro momento, él mismo habría llamado a la mesera para encargarle una botella. Sin embargo, cuenta que la fonoaudióloga de su hijo les recomendó a él y su esposa, con quien se casó en 2014, que lo alienten a comunicarse con otras personas para mejorar su modulación.

Paradójicamente, al pensar en un futuro lejano, Burgo preferiría que su nene de tres años no se dedique a ser comunicador: “Va a ser muy difícil que consiga trabajo de eso”. Posa su mirada en Félix, quien tiene su celular en las manos, y explica que el estado actual de los medios y el avance de la tecnología generan la precarización del “buen” periodismo. Opina que hoy cualquiera es periodista o fotógrafo con el teléfono. No obstante, rescata que el lado positivo es que la gente se entera de más acontecimientos. “Todo mata y todo cura. Hasta el fútbol”, sentencia.

Desde sus primeras lecturas de El Gráfico hasta la publicación de su quinto libro, La final de nuestras vidas, el periodismo y River fueron los alicientes de Burgo, tanto en lo personal como en lo laboral. Hace dos años y nueve meses, un trimestre después del nacimiento de su primogénito, empezó a escribir y desarrollar su sexta obra, que ya fue entregada a los correctores de la editorial Planeta. De lunes a lunes su despertador sonaba a las seis de la mañana para “poner el culo en la silla”. Entiende a la escritura como un esfuerzo constante. Por primera vez en su carrera literaria, el eje no girará en torno a lo periodístico, aunque sí tendrá relación con el club de sus amores. “Es un libro más de escritor”, cuenta para justificar el tiempo que se tomó en hacerlo. Hablará de él, de su padre y de Félix, su nuevo incentivo y a quien, segundos después, le pregunta si las papas con cheddar que le trajo la mesera están ricas. A pesar de que afirma autopercibirse como periodista y no como escritor, cambió momentáneamente la pesquisa periodística, el grabador y las entrevistas por la simple experiencia personal a través de un proceso que duró los tres años de vida de su hijo.

La puntillosidad que Burgo se aplica a la hora de escribir, también la manifiesta en su relación con Félix. Al igual que en los textos, intenta exigirse cada vez más a sí mismo para convertirse en el padre que él hubiera deseado tener en su infancia. Quiere estar presente y eliminar cualquier rasgo de similitud que pudiese compartir con la figura de un tutor. Afirma amar la literatura, pero está decidido a dejar de aceptar y proponer ideas para publicar por un tiempo porque los minutos, las horas y los días son lo único que, al perderse, no vuelven. “Sentándome en el piso, jugando con él“, explica cómo la pasaría si estuviera más frecuentemente a su lado. Nadie le enseñó a ser papá. Admite nunca haber leído sobre la paternidad y haber pensado, en base a su ignorancia, que sería fácil. Pero, por experiencia, conoce el sufrimiento que un niño puede padecer emocionalmente y cómo un club puede aliviar la falta de sentido de pertenencia. En su próximo libro intentará heredarle y dejarle a Félix su refugio: “Es una especia de manual para que sea hincha de River”, concluye.