martes, mayo 13, 2025
Home Blog Page 132

Cestoball: el deporte hecho en Argentina que quiere ser mundial

Por Lucas Pacheco

Si bien no es uno de los deportes hegemónicos del momento, el cestoball es una de las disciplinas federadas con mayor crecimiento a nivel nacional y tiene una particularidad: fue creado en Argentina, entre 1897 y 1903, por el profesor de educación física Enrique Romero Brest.

La “pelota al cesto” se juega con dos equipos de seis jugadores cada uno, que tienen como objetivo hacer ingresar la pelota, hecha de un material que no pica (y fabricada sólo en Argentina a base de cuero y estopa), al cesto rival, que mide 3,30 metros y se encuentra a cinco metros de la línea final, por lo que se puede tirar desde todos los alrededores del mismo. La cancha es de 28 metros de largo por 16 de ancho y puede ser en interiores o exteriores. Eso sí, no se pueden realizar pases a compañeros que estén a menos de dos metros, ni tener la pelota por más de tres segundos, ni tampoco dar más de dos pasos con ella. Los puntos por anotación varían según la lejanía, y la duración del encuentro es de dos tiempos de 20 minutos.

Juan Payllalef, encargado de prensa de la Confederación Argentina de Cestoball, contó que en la década del ‘70 el deporte llegó a jugarse en Europa y Asia, y tuvo gran crecimiento: en 1994 se disputó su primer y único Mundial, en la provincia de Corrientes. Luego hubo un pequeño declive de popularidad, y en la última década los órganos institucionales de la CADC volvieron a buscar mayor difusión a nivel local e internacional con diferentes planes. “Ya son muchas las federaciones provinciales que lo practican en amplitud, y son 24 los países, en su mayoría de América y Asia, que crearon asociaciones nacionales de la disciplina”, afirmó.

Además, Payllalef relató las intenciones de la Confederación Argentina de poder potenciar aún más al deporte en el país, y que las mismas se manifiestan en jornadas de capacitación del deporte en escuelas de educación media e institutos de educación física y que, a futuro, se buscará introducirlas también en institutos de periodismo deportivo. Además, otra de las estrategias está relacionada con las nuevas posibilidades informáticas: se realiza la difusión de partidos y reglamentos en las redes sociales -que se encuentran en permanente movimiento-, se crearon plataformas de streaming para llegar a una audiencia más amplia y diversa y, a la vez, mantienen un contacto constante con las federaciones provinciales para buscar replicar informaciones y ayudarse mutuamente a lograr mayor visibilidad.

En cuanto al ámbito internacional, comentó que “se consiguió generar interés en los países asiáticos a través de la implementación del cestoball en India. Ello llevó a que diferentes naciones de aquel continente lo practiquen, e incluso se comenzó a jugar en África y en el País Vasco en Europa”. Además, amplió: “En Sudamérica la ‘pelota al cesto’ se disputa también en Bolivia, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela.” Todas las asociaciones tienen contacto con Argentina y varias de ellas enviaron a representantes para capacitarse.

Por el momento, el deporte cuenta con una Liga Nacional de Clubes masculina y una femenina, con cupos divididos parejamente entre las federaciones componentes, y un Campeonato Argentino en el que cada provincia lleva a su equipo representativo.

Con respecto a su visión sobre el futuro, Juan Payllalef cree que con este camino el crecimiento continuará y “se podrá dar al cestoball el lugar que merece.” Da por hecho que se pueda volver a concretar un campeonato mundial, aunque probablemente aquel sea en Asia, y afirmó que desde la Confederación sueñan con llevar al deporte más lejos aún: “Uno de los mayores objetivos es poder llevar la disciplina a los Juegos Olímpicos.”

Fútbol y automovilismo: cuando se cruzan las pasiones

Por Ignacio Bretto Riveira

Una de las principales situaciones que acostumbramos a ver es que muchos jugadores de fútbol, en actividad o retirados, se acercan al automovilismo, ya sea como fanáticos o para convertirse ellos también en pilotos de competición. Uno de los casos más conocidos es la historia de la familia Pernía, cuyo apellido es sinónimo de fútbol y motores, con Vicente Pernía a la cabeza. Pero no son los únicos.

El exdefensor de Boca Juniors, que consiguió un total de 6 títulos, se retiró en 1982 y unos años más tarde decidió ingresar en el automovilismo nacional, compitiendo en Turismo Nacional y en Turismo Carretera. En su carrera obtendría un pequeño número de victorias y un subcampeonato en 1997.

Foto: El Gráfico.

Sus hijos, Mariano y Leonel, siguieron los pasos de su padre años más tarde. Mariano, quien tuvo una amplia carrera con pasos en Independiente y Atlético Madrid, y que disputó un Mundial para España, se retiró en 2011 para, un año más tarde, comenzar a competir en la Fiat Línea Competizione y en el TC Mouras. En 2013 debutó en la Clase 2 del Turismo Nacional y participó allí hasta el 2015. En 2016, lo contrató el Ambrogio Racing, representante oficial de Renault, para competir en el TC2000.

Leonel, quien llegó a jugar en la reserva del Xeneize, compitió en las cuatro categorías más importantes del país, es actual bicampeón del Súper TC2000 con Renault, logró un campeonato de Turismo Nacional en 2018 y es de los pilotos más reconocidos en el Turismo Carretera, donde a lo largo de los años da pelea por la Copa de Oro.

Otro de los casos es el de Bruno Marioni, familiar de los Pernía. El delantero de gran carrera en México y campeón de la Copa Libertadores en 2007 con Boca, comenzó en el automovilismo con un Subcampeonato en la Fiat Línea Competizione y un campeonato en la Abarth Punto Competizione, teloneras del Súper TC2000. En 2011 corrió en TC2000 con un Honda Civic de la Escudería Rio de la Plata.

Otra de las situaciones más resonantes fue la de Sergio Agüero. El “Kun” siempre fue fanáticos del automovilismo, por lo que en 2012 probó una chevy de Turismo Carretera durante el anuncio de la creación de su equipo JL Kun16. 

Martin Palermo y Roberto Abbondanzieri fueron otros dos que probaron suerte en el automovilismo. Los ídolos xeneizes corrieron en la categoría Top Race Series en 2011 y dicha carrera, disputada en el autódromo Oscar y Juan Gálvez, finalizó con el “Pato” en 16º lugar y el máximo goleador en la historia de Boca en el 19º.

Foto: Top Race.

Hay muchos casos en los que los jugadores no se transforman en pilotos pero demuestran el fanatismo hacia el deporte y uno de ellos es Ignacio Scocco, que confesó ser hincha de Chevrolet y que desde los 10 años tiene la tradición de levantarse temprano los domingos para mirar las carreras. El actual jugador de Newell’s también mencionó que cuando concentraba en River, quien lo acompañaba en esa situación era Leonardo Ponzio. 

Este último fue quien estuvo presente de una manera especial en el automovilismo, ya que en 2018 el equipo SportTeam, cuyo director es hincha del “millonario”, colocó el número 23 en el auto que el equipo utilizó ese año en Súper TC2000. Tiempo después, ambos jugadores tuvieron la posibilidad de subirse a un TC en el autódromo Roberto Mouras de La Plata.

Otro piloto comprometido es Marcos Di Palma que, fiel a su estilo, presentó en la exposición “ExpoBoca” su Chevrolet de Turismo Carretera ploteado con los colores del club en 2016.

Pero sin duda alguna, uno de los acercamientos más importantes entre ambos deportes fue lo sucedido en la temporada 2005 del Top Race v6. En aquel año, la categoría decidió pintar sus autos con los colores de Boca, River, San Lorenzo e Independiente, entre otros, y, en muchas ocasiones, se podía observar a los autos de la categoría como a los pilotos en las distintas canchas del fútbol argentino. Es por eso que esa temporada nos dejó imágenes como la del Flaco Traverso saliendo al Monumental con un buzo que simulaba la camiseta o a Guillermo Ortelli saliendo campeón con los colores del club del cual es hincha, Boca Juniors.

Estos acercamientos generan que el público futbolero se involucre más en el automovilismo y logra, de alguna manera, que tanto pilotos como futbolistas se muestren juntos en muchas ocasiones, ya sea en un autódromo o en una cancha.

Los arqueros atajan con la cabeza

Por Fausto Faccini

El análisis de las derrotas en el fútbol actual suele tener su base en los errores puntuales defensivos. Cuando se pierde, en vez de buscarse razones se buscan culpables. Si el árbitro pasa desapercibido, el arquero tiene todos los números para ser el primero de esta lista. Es el que entrena separado, el que se viste distinto, el boludo, el especial, como se dice en los planteles a modo de chiste. Si se equivoca, queda más expuesto que cualquiera que falle en otro sector de la cancha. Después de él, solo está el arco. Le tocará ser el meme, el video que circula hasta el cansancio por las redes sociales, la cara de la derrota, pero convive con esto. Sabe que es parte del contrato.

Estas posibles consecuencias que son propias del oficio, hacen que la cabeza del arquero juegue un rol fundamental en su rendimiento. Muchos psicólogos deportivos coinciden en que es el puesto más difícil, donde la cuestión se complica ante la falta de confianza y actitud, aunque tenga su papel las cuestiones físicas y técnicas.

Uno de los psicólogos en analizar las particularidades de la mente de los arqueros es Marcelo Roffé, quien trabajó en las selecciones juveniles de Argentina y la selección mayor de Colombia, y tiene 15 libros publicados sobre la psicología en el fútbol. “Los arqueros deben tener ciertas características de personalidad que otros puestos no requieren. Es el puesto más difícil, cada vez se le exige más. Debe tener mucho autodiálogo positivo y estar todo el tiempo atento”, asegura Roffé.

La forma en que las presiones sobre el arquero terminan en errores de ejecución o de concepto es un proceso que profundiza Jamir Sánchez, que trabaja en el área de psicología de Deportivo Cali: “Cuando el arquero está en una situación adversa y siente presión, se altera su frecuencia cardíaca, y se tensiona. Cuando siente este síntoma, quiere dominarlo y no puede, lo que deriva en cualquier tipo de bloqueos. Esto se trabaja con ejercicios diarios de respiración diafragmática para en un futuro llegar a un dominio de la tensión”.

En busca de más herramientas para controlar las múltiples adversidades que pueden presentarse en un puesto que no permite errores, en las inferiores de Lanús se hizo un cuestionario para encontrar las aptitudes psicológicas que influyen en las decisiones y los rendimientos de los arqueros. Se sometió al mismo a 13 juveniles de cuarta a novena división, para poder hacer una construcción del perfil psicológico del arquero.

En las respuestas de los jóvenes se encontraron conceptos como la autoconfianza y la concentración por encima de la influencia de la evaluación del rendimiento y la ansiedad competitiva. Los arqueros de las inferiores de Lanús destacaron la ingratitud del puesto, las dificultades y la prioridad del rendimiento individual por encima del colectivo. Aseguraron que influye notablemente en el rendimiento sacar una pelota “imposible” para las jugadas que vienen después, y mencionaron como características físicas importantes a la altura, el peso, la capacidad de salto, la fuerza y coordinación de piernas. Otro punto del cuestionario fue sobre el momento en el que se van a dormir, donde señalaron que se le vienen a la mente las imágenes de las fallas en el partido.

En las conclusiones finales del cuestionario, el psicólogo Cristian Batista explica que si el arquero puede regular la confianza en sí mismo, la concentración y la motivación a la vez, va a poder reponerse a los contratiempos y los infortunios. Si no se manejan estas cuestiones, van a aparecer las reacciones tardías, las precipitaciones, los errores de precisión, el agotamiento y las acciones impulsivas. Ante lo expuesto, Batista propone enfrentar las situaciones estresantes y generar una renovación de la confianza con la satisfacción de haber corregido el error, lo que es muy posible que tenga como resultado una mejoría en el rendimiento del arquero.

 

¿En qué andan los subcampeones del mundo?

Por Pedro Duffau

A poco más de un año del subcampeonato que lograron los jugadores del seleccionado nacional de básquet en el Mundial de China, el escenario ahora es distinto ya que no queda tan en claro el rumbo de la Argentina de cara a los próximos Juegos Olímpicos de Tokio 2021.

El 20 de agosto de este año se juntaron el Ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, con el presidente de Confederación Argentina, Fabián Borro, y el presidente de Asociación de Clubes, Gerardo Montenegro. Después de dicha reunión, se quedaron satisfechos ya que fue la primera aproximación para la vuelta de la Liga Nacional de Básquet bajo todos los recaudos de salud y protocolos sanitarios necesarios.

El entrenador de la Selección Argentina de básquet, Sergio Hernández, confirmó su puesto al mando del equipo hasta los Juegos Olímpicos de Tokio 2021. Además, los jugadores del seleccionado nacional se encuentran repartidos por todo el mundo e intentan jugar en este año tan particular. El base Facundo Campazzo llegó a un acuerdo con el Real Madrid para poder ir a la NBA y es probable que sea en uno de estos tres equipos: Dallas Mavericks, Minnesota Timberwolves o San Antonio Spurs. Agustín Cáffaro, quien  representó a San Lorenzo en 2019, juega en Urupán de la Liga Uruguaya para mantenerse competitivo dado esta pandemia. Patricio Garino firmó con Zalgiris de Lituania en julio de este año y Lucio Redivo se sumó al Monferrato de la segunda división de Italia. Luca Vildoza, Luis Scola, Nicolás Bruzzino, Nicolás Laprovíttola, Gabriel Deck y Leandro Bolmaro también juegan en Europa y compiten en la actualidad en sus respectivas ligas a pesar del COVID-19. Máximo Fjellerup y Tayavek Gallizzi continúan con la espera para que comience la Liga Nacional.

El pivot argentino Marcos Delía que vive en Europa y se encuentra sin club cuenta: “En mi día a día, ahora puedo entrenar. Lo estoy haciendo en un gimnasio con un entrenador individual porque todavía no tengo equipo. Pero ya los equipos están entrenando normalmente”. El ex basquetbolista de Boca Juniors revela: “La verdad es que en los momentos en que estamos con los equipos, cada uno maneja la parte física con los preparadores físicos del equipo en el que está. La realidad es que nos vemos con Sergio (Hernández) y con algunos jugadores en las ventanas. Antes del mundial se hicieron varias. Para los Juegos Olímpicos de Tokio creo van a haber dos, una en noviembre y la otra en febrero. Creo que son buenas oportunidades más allá de que los jugadores de Euroliga no están”.

Marcos Delía expresa: “No sé si perjudica directamente ahora a la Argentina que no se esté jugando la Liga Nacional, yo creo que los basquetbolistas que van a jugar en Tokio 2021, la mayoría juega en ligas extranjeras”.

El ex jugador de Virtus Bologna de Italia concluye: “Al grupo lo veo muy bien, creo que lo que nos llevó a jugar la final en China fue el compromiso, una preparación excelente, fueron las ganas de ganar todos los partidos, los entrenamientos de alto nivel. Se va repetir en Tokio, asique, después bueno, por ahí nos llega tocar jugar contra un rival bueno y perdés, entonces no jugas la final o no podes estar entre los cuatros mejores. Lo que hicimos nosotros que te mencione antes para jugar la final va a estar sin dudas. Yo tengo muchas expectativas y creo que todos las tenemos”.

Marcelo López, preparador físico de la Selección Argentina de básquet desde 2007 y a la vez personal trainer de Scola, afirma: “Nosotros cuando finalizamos el Mundial, los jugadores quedaron en su equipo normal, con lo cual, no hubo un nuevo encuentro para programar lo que es un Juego Olímpico. Si bien se suspendió, íbamos a tener el proceso de entrenamiento que corresponde, pero todo eso se pasó para más adelante. Las nuevas concentraciones van a ser seguramente en febrero. Pero todavía no hay una fecha prestablecida. Cada uno tiene la obligación contractual en su club, por lo cual, no se puede correr ese objetivo personal. No queremos ser muy invasivos con los jugadores. A medida que pase el tiempo y que se vaya diluyendo esto de la pandemia, vamos a comenzar los entrenamientos previos a los Juegos Olímpicos de Tokio 2021”.

Tanto los jugadores como el cuerpo técnico, esperan que se termine esta pandemia y volver a la “nueva” normalidad, para así afrontar todos juntos el siguiente objetivo: Juegos Olímpicos Tokio 2021.

Pat Riley: el capo detrás del éxito de Miami Heat

Por Ramiro Ohana

Seis años después de la última final del trío LeBron, Wade y Bosh, Miami Heat vuelve a pelear por el anillo de la NBA con un equipo completamente distinto, sin ninguna superestrella y basado en la solidaridad y la fuerza de conjunto.

Quinto clasificado del Este en la fase regular, el Heat fue la gran sorpresa de los playoffs en la burbuja de Disney World pero que, desde del miércoles, tiene la prueba de fuego en las finales ante el propio LeBron James, que ahora es el líder de los Lakers junto a Anthony Davis.

El Heat enfrentó un duro proceso de seis años cuando se desarmó el Big Three en 2014 con el regreso de LeBron a los Cavaliers, quedándose fuera de playoffs en tres de ellos. Pero poco a poco el equipo reclutó las piezas faltantes y así asombrar a la NBA al eliminar a los Milwaukee Bucks de Giannis Antetokounmpo, los mejores de la fase regular, y el pasado domingo a los Boston Celtics en las Finales de la Conferencia Este.

Pat Riley, mítico entrenador de los Lakers de Magic y Kareem con los que consiguió cuatro anillos entre 1982 y 1988, ha sido el arquitecto de la transición de Miami como presidente del equipo, con Erick Spoelstra ejecutando el plan desde el banquillo.

Con sus trajes impecables y el pelo peinado hacia atrás con gel, Riley da la impresión de ser el “capo” de la NBA, alguien que mueve los hilos por detrás y que generó la envidia de todos en el verano del 2010, cuando logró conformar el Big Three de LeBron, Wade y Bosh. Decir que el Padrino ayudó a construir de cero a lo que hoy asociamos con Miami Heat puede sonar a una exageración, pero en muchísimos aspectos la franquicia es Pat Riley desde que sus caminos se juntaron 25 años atrás.

El neoyorquino llegó al Heat en apenas su octavo año de existencia en la NBA (1995) y con un detalle importante: en las siete campañas previas, no había ganado ni una sola serie de playoffs. El Riley que arribó a Miami en 1995, como técnico y presidente, era uno muy diferente al que se había visto como entrenador de los Lakers en los ‘80 y que redefinió su estilo de juego en su etapa con los Knicks (1991-95): un básquet mucho más lento y físico, con un claro énfasis en el costado defensivo al tener jugadores tan grandes y pesados como Patrick Ewing, James Donaldson, Anthony Mason, Tim McCormick y Herbert Williams.

Si bien ese estilo no le había alcanzado para conseguir el quinto título de su carrera, básicamente por la presencia de los Bulls de Michael Jordan, sí había sentado las bases de la identidad que rápidamente lograría darle al Heat.

Ya al mando del equipo, Riley realizó en 1995-96 movimientos inesperados que definirían los próximos años de Miami: en noviembre mandó a Glen Rice, jugador franquicia hasta ese entonces, a Charlotte a cambio de Alonzo Mourning, mientras que en febrero traspasó a Kevin Willis a Golden State a cambio de Tim Hardaway.

Los canjes no tuvieron un impacto inmediato ese año. El Heat terminó con marca de 42-40 esa temporada y fue barrido en primera ronda por los Chicago Bulls. Pero con la incorporación de Jamal Mashburn en la temporada siguiente, el conjunto de Florida se asentó como candidato a partir de ese año.

La nueva columna vertebral del Heat no conseguiría ningún campeonato, pero sí le daría a la franquicia una visibilidad que no había tenido hasta 1996/97: 61 partidos ganados de temporada regular hasta llegar a las Finales del Este, donde volverían a ser víctima de los Bulls de Jordan. La nueva fórmula impuesta por Riley daba sus frutos: juego físico, ritmo exigente, intensidad defensiva y el pívot Mourning como figura central del ataque.

El Heat ganó más del 60% de sus partidos en las siguientes cuatro campañas y en todas ellas finalizó en el Top 8 en cuanto a eficiencia defensiva y entre los cuatro últimos en cuanto a ritmo de juego. El problema fue que, a diferencia de lo que había ocurrido en la postemporada de 1997, nunca pudieron triunfar en playoffs como aquel año: perdieron en la primera ronda de 1998, 1999 y 2001, mientras que cayeron en las semifinales del 2000.

La gota que colmó el vaso fue cuando Miami no ingresó a playoffs en el 2002 ni en el 2003. Ya con Mourning complicado por lesiones y problemas de riñón, el equipo bajó el nivel y apenas consiguió 36 y 25 victorias respectivamente en aquellas campañas, algo que llevaría a Pat Riley a dejar su cargo como entrenador para enfocarse en su rol como presidente.

Su nueva etapa como mandatario de la franquicia fue mejor de lo que se esperaba tras elegir a Dwyane Wade en la quinta posición del draft de 2003 y firmar a un desconocido ala-pívot llamado Udonis Haslem, quien venía de jugar en el básquet francés, dando comienzo así la segunda era del Heat.

La llegada de Wade a South Beach dejó por sentado que Miami se había ganado la lotería con su elección, quien como novato promedió 16.2 puntos en la fase regular y 18 en la postemporada para alcanzar las Semifinales del Este con Stan Van Gundy en el banco. Haslem tampoco pasaría desapercibido para el nuevo coach, pese a ser un jugador no drafteado, y en tan solo meses se ganó la titularidad con su aporte defensivo.

Algo que caracterizó siempre al Padrino Riley desde su llegada al equipo fueron los movimientos arriesgados y las apuestas fuertes. Tal es así que en la actualidad tanto él como Erik Spoelstra (entrenador de Miami) se negaron, desde 2008, a la estrategia basada en perder partidos para tener mayores opciones de reclutar a las mejores promesas en el draft, algo que llevan a cabo la mayoría de las franquicias cuando su equipo se queda sin chances de entrar a playoffs.

Riley no la pensó dos veces y en 2004 comenzó a mover los hilos: en julio de ese año mandó un paquete que incluía a Caron Butler, Lamar Odom, Brian Grant y un par de picks a Los Angeles, a cambio de nada menos que Shaquille O’Neal, que venía de ganar tres anillos con los Lakers.

Con Shaq y Wade como pilares, Miami volvió a ser candidato en la liga. Alcanzó Final del Este en el 2005 y llevó al campeón Detroit a siete partidos. Sin embargo, entre aquella derrota en el Juego 7 frente a los Pistons y un irregular inicio de la temporada 2005/06, Van Gundy dejó su lugar en el banco y el propio Riley lo volvió a ocupar. Otra vez el Padrino volvía a cumplir la doble función de entrenador-dirigente.

Con Riley en el banquillo, el Heat recuperó su identidad defensiva y tras vencer a Chicago (sin MJ) y New Jersey en las primeras dos llaves de playoffs, se cruzó en la definición del Este con un viejo conocido: los Detroit Pistons. Solo que esta vez los Bad Boys se enfrentaron con la dupla Wade-O’Neal y Miami terminó imponiéndose por 4-2, para llegar así a las primeras Finales de su historia.

En las finales del 2006, esperaban los Mavericks de Dirk Nowitzki y, tras estrenarse con un 0-2 en contra, los de la Florida ganaron cuatro partidos de manera consecutiva, para conseguir su primer Larry O’Brien y el quinto para Riley como técnico. La característica defensiva del equipo de Pat fue fundamental en ese campeonato: dejaron a Dallas, un equipo que promediaba 99,1 puntos por partido, en apenas 90,5 tantos en los cuatro últimos partidos, mientras que Dirk, marcado por Haslem, solo pudo lanzar un 39% de campo y un 25% en triples.

Quien supo ser el entrenador del año en tres ocasiones (1990, 93 y 97), seguiría al frente de Miami por dos temporadas más, sin poder replicar el éxito de la campaña anterior. En los playoffs del 2007 quedaron eliminados en primera ronda por Chicago, mientras que en 2008 acabaron con el peor registro del certamen (15-67), con Wade lesionado y Shaq siendo traspasado a Phoenix.

Después del éxito volvieron las decepciones y Pat abandonó definitivamente el banco del Heat, que quedó en manos de Spoelstra, quien llevaba trabajando en diferentes roles dentro de la organización desde hacía más de una década.

La llegada de Spoelstra marcaría la época dorada de Miami en la NBA. Pero como toda nueva etapa, lleva su proceso de adaptación y no fue la excepción con el nuevo entrenador: en sus dos primeros años y con Wade en su mejor nivel, el Heat volvía a fallar en playoffs y en ambas campañas quedaron eliminados en primera ronda ante Atlanta y Boston respectivamente.

Pero llegó el verano de 2010, donde no solo cambió el futuro del Heat, sino el de la historia de la liga en general, con la famosa Decisión de LeBron James (algo parecido a cómo anunció Messi su estadía en el Barcelona a través de Goal) de llevar sus talentos a South Beach, juntándose con Wade y Chris Bosh y así formar el famoso Big Three.

Con tres jugadores de ese calibre, era esperable que Miami tuviera una de las mejores ofensivas de la liga. Y así ocurrió. Guiados por la estrategia de Spoelstra y la filosofía de Riley, el Heat también se transformó en una escuadra dominante del básquet que vemos hoy en día.

Fueron de los primeros equipos que apostaron por el small-ball: un estilo de juego que hizo desaparecer los roles tradiciones y cuya principal característica es la falta de juego dentro de la pintura. Su principal fortaleza está en el perímetro, donde existe una constante rotación que busca desorganizar al rival. El rápido movimiento del balón busca dos opciones: llegar a la pintura sin marca alguna para hacer la bandeja o tener el espacio para el triple. Los Warriors de Steve Kerr son el claro ejemplo de esta forma de jugar con Stephen Curry y Klay Thompson como ejes.

Al igual que sus versiones anteriores, este Miami duró menos de lo esperado: fueron solo cuatro años hasta que LeBron decidió volver a Cleveland. Sin embargo, el balance fue el mejor desde su creación (1988): cuatro finales y dos nuevos campeonatos, con las consagraciones en 2012 y 2013. Tres estrellas, tres etapas y tres anillos para la franquicia en solo siete años.

Wade, que había sido el líder del primer campeonato de los Heat en 2006, se marchó de Miami un año y medio después de James para una breve estancia en Chicago y Cleveland antes de volver al equipo de su vida para retirarse el año pasado. El que tuvo un “retiro” más desapercibido fue Bosh que, con problemas de coágulos de sangre, no volvió a jugar desde 2016.

Pero así como sus tres eras anteriores comenzaron con la incorporación de un All-Star, algo muy similar ocurrió en el 2019, quizá a menor escala: el fichaje de Jimmy Butler, sumándose a una base que ya contaba con piezas como Goran Dragic y Bam Adebayo, y que a la vez encontraría jóvenes promesas como  Tyler Herro, Duncan Robinson y Kendrick Nunn.

La química entre todos ellos no pudo ser mejor desde el primer momento, siempre manteniendo esa identidad que se empezó a forjar en 1995. Es que en 24 de las 25 temporadas de Riley, el Heat jugó a un ritmo más lento que el promedio de la liga y en 23 de las 25 tuvo un rating defensivo superior a la media.

Que Miami haya llegado a su sexta Final de NBA no es casualidad. Siendo la cuarta mejor defensa de los actuales playoffs, el nuevo equipo ganador construido por Riley se basa en su olfato para detectar el talento joven. Eso lo llevó a apostar, con el pick número 14, en el draft del 2017 por el pívot Adebayo, que hoy promedia en la postemporada 18.5 puntos, 11.4 rebotes, 4.9 asistencias y 0.9 bloqueos.

Mientras que en la previa de la vigente campaña y con el pick número 13, Riley volvió a acertar en el draft al elegir al escolta Herro, que a sus 20 años lleva promediado 16.5 puntos, 5.5 rebotes, 3.9 asistencias y 37.8% en triples. Por fuera del draft, donde es muy complicado encontrar jugadores válidos para la NBA, Miami detectó a dos jugadores importantes en este curso, los escoltas Robinson y Nunn, segundo mejor novato de la temporada.

El capo y Padrino de la NBA lo volvió a hacer. Seis años después de la reconstrucción post Big Three, Riley llevó a su Miami Heat hasta final de temporada con la posibilidad de conseguir el cuarto campeonato en la historia de la franquicia con varias “vendettas” personales de por medio. Ya cobró la primera ante los Celtics (eterno rival cuando era entrenador en Los Angeles) en las Finales de Conferencia y ahora quiere una por partida doble: LeBron y los Lakers.

Gimnasia: una nueva ilusión se enciende en el Bosque

Por Sol Pochettino

Terminó la espera para las Triperas y el nuevo cuerpo técnico. Luego de trabajar los primeros tres meses virtualmente, podrán empezar a plasmar su idea institucional y futbolística en la cancha. “Conocí un equipo con ganas de aprender, muy predispuesto a conocernos y a la hora de entrenar. El comienzo no ha sido fácil ya que no es común asumir al cargo en medio de una pandemia y a través de celulares y computadoras, pero pudimos adaptarnos y encontrar una buena dinámica de grupo”, expresó Mariano Maida, el flamante entrenador del Lobo.

Por su parte, la delantera Lali Esquivel declaró que la exigencia y la intención de ser protagonistas del CT generó desde el primer momento buenas expectativas y ansiedad por llevar al césped su identidad de juego. Lucía Guiñazú, extremo derecha, afirmó que tenía “muy buenas referencias de Maida”, lo que la llenó de entusiasmo por conocer su equipo y formas de trabajo.

El también director técnico del primer plantel de futsal masculino, remarcó que los objetivos a corto plazo están relacionados con ayudar a las jugadoras a transitar el cambio de amateurs a profesionales, y en segunda instancia, lograr instalar una metodología de entrenamiento. Respecto a un posible torneo con inicio en noviembre, sostuvo que las metas deportivas serían definidas junto con las futbolistas, para que la búsqueda sea en común. La número 10 de Gimnasia deseó la realización de la competencia, con el fin de que sirva de preparación para pelear los primeros puestos en el próximo campeonato.

La idea de juego que Maida y su cuerpo técnico intentarán transmitirles a las jugadoras será la de “un equipo protagonista, competitivo, que pretenda jugar en todas las canchas y que recupere rápidamente la pelota”.

Para Guiñazú, hoy resulta fundamental haber logrado mantener la base del plantel durante los últimos dos años de la disciplina y consideró haberlo aprovechado y potenciado. “El grupo está muy motivado de cara a lo que viene y con intenciones de ir por más. En el torneo pasado sufríamos altibajos en los partidos y ahora buscaremos poder sostener la concentración e intensidad los 90 minutos”, manifestó. En cuanto a lo personal, en lo inmediato le interesa mejorar la técnica individual y el rendimiento futbolístico, con la ilusión de tener un futuro en la Selección Argentina.

Más allá de tener muy buenas jugadoras, Esquivel enfatizó en que lo más valioso de las Mens Sana es el grupo y la energía. Además, agregó: “Podemos mejorar aún más si logramos la mejor versión de cada una, para explotar al máximo todas las herramientas”.

La Manada ya cuenta con las incorporaciones de Camila Uzqueda, Paulina Tévez, Natasha Serqueira, Maylis Gissi y otra futbolista que está al caer. Además, Brenda Caminos, Micaela Lambaré y Sol Pochettino fueron promovidas desde la Reserva. El ex ayudante de campo de la Séptima División en AFA y ex DT de dicha categoría en Metro, no cerró las puertas a seguir reforzándose, sin embargo, aseguró contar con “un gran plantel y variantes suficientes para armar un equipo competitivo”.

Con su trayectoria como entrenador de planteles masculinos, Maida explicó que, al recibir la propuesta de conducir al femenino, le atrajo que se encontrara en un momento similar al que estaba el futsal cuando le tocó asumir, intentando conseguir la profesionalización. “La disciplina está en auge y asumimos el desafío convencidos de que vamos a poder aportar nuestro granito de arena. Buscaremos convencer de la metodología de entrenamiento y así contribuir a su crecimiento y al proceso formativo de cada jugadora. Queremos profesionalizar todas las áreas del femenino en el Club”, concluyó.

De ser salvado a salvar vidas

Por Facundo De Lillo

Mirar la vida a través de la pantalla de un ecógrafo para detectar males del corazón se ha convertido en el quehacer diario del cardiólogo pediátrico uruguayo Roberto Canessa, más conocido por ser uno de los supervivientes del accidente aéreo de los Andes en 1972. Hoy confiesa que ese suceso lo inspiró para salvar vidas y utiliza los acontecimientos ocurridos en esa tragedia como herramientas para superar situaciones de su profesión.

El 13 de octubre de 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, con 5 tripulantes y 40 pasajeros a bordo, partió desde el Aeropuerto Internacional de Carrasco (Montevideo, Uruguay), con el objetivo de arribar al Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez, ubicado en Santiago, la capital de Chile, donde el equipo de rugby Old Christians (club de exalumnos del Colegio Stella Maris de Montevideo y del cual Canessa formaba parte) se enfrentaría contra Old Boys. Hubo un problema, el avión se estrelló en la Cordillera de los Andes. De los 45 viajeros iniciales, 27 sobrevivieron después del impacto, luego 8 murieron en un alud, y más tarde morirían 3 por causas naturales. 

A pesar de que no disponían de ropa abrigada ni del calzado adecuado, los supervivientes se organizaron para soportar las bajas temperaturas en lo alto de la montaña. La figura del estudiante de segundo año de medicina -con tan solo 19 años- fue fundamental, puesto que diseñó un sistema de supervivencia con los elementos que los rodeaban: desde la fabricación de guantes con los forros de los asientos del avión hasta las botas con los cojines de los mismos. Luego de 72 días, faltando poco para navidad, Canessa y Fernando Parrado (compañero del club) habían salido a inspeccionar y se toparon con un arriero chileno, llamado Sergio Catalán, que fue en busca de ayuda y dio comienzo a una operación que terminó con el rescate de las 16 personas.

Hoy Roberto Canessa se desempeña como cardiólogo pediátrico y durante la pandemia encabezó un equipo de expertos que desarrolló un innovador respirador mecánico artificial.

Hoy el reconocido cardiólogo, quien fue galardonado tres veces con el Premio Nacional de Medicina en Uruguay y en 2015 fue designado Honorary Fellow of the American Society of Echocardiography, utiliza lo vivido en esa tragedia para afrontar situaciones en el trabajo y confiesa que la simbólica ‘caída del avión’ está en la enfermedad de un hijo o en la desgracia que ronda a los humanos. Canessa no propone una vida acobardada por estas hipótesis, sino un recorrido que exprima cada momento como si fuera el último. “Vivimos tan inconscientes de lo vulnerables que somos…”, dice. También compara la sensación que tuvo cuando fue sepultado por el alud de nieve con lo que deben sentir los bebés que atiende, que lo miran para agarrarse a la vida y tiene como único hilo de comunicación su mirada, porque los ojos son la ventana de la mente.

De esta manera Canessa enfoca su profesión. Actualmente trabaja en el Hospital Italiano como director del Departamento de Ultrasonido Cardíaco y del Departamento de Diagnóstico prenatal de enfermedades cardíacas congénitas. A su vez, imparte cursos de posgrado en Cardiología Pediátrica en la Facultad de Medicina de Uruguay y dirige la evaluación no invasiva para el Programa de Donantes de Trasplante de Corazón, así como la investigación en el programa de Cardiología Fetal. Además, dicta conferencias de liderazgo para empresas y acompaña el trabajo voluntario de madres y familiares de chicos con cardiopatías congénitas, quienes crearon la Fundación Corazoncitos, una organización sin fines de lucro que tiene por objetivo apoyar a niños con cardiopatías congénitas en Uruguay.

Ser reconocido le dio lugar a poder presentarse como candidato por el Partido Azul en las elecciones de 1994 por la presidencia de Uruguay, pero no logró ganar. En 2019, el excomandante del ejército Guido Manini Ríos le ofreció la postulación a la Vicepresidencia de la República por el partido Cabildo Abierto, Canessa lo rechazó.

El doctor también tiene su lado artístico. En 2016 publicó un libro llamado “Tenía que sobrevivir”, un iluminador relato de esperanza y determinación, solidaridad e ingenio, que aporta una nueva perspectiva a una historia mundialmente conocida. “El libro te permite volver a sentir esa situación que te hace valorar la vida de una manera diferente, no hay que esperar a que se te caiga el avión para darte cuenta de lo bien que estabas”, aconseja el doctor, convencido de que cuando la mayoría de la gente habla de vivir ‘en crisis’ hablan de conceptos materiales que no son tan importantes. “La vida nos da más de lo que necesitamos y hacemos menos de lo que podemos”, concluye.

Por otro lado, mientras el coronavirus azota al mundo y a su país natal, con su colega Daniel Murillo, el médico y exrugbier, encabezó un equipo de expertos que desarrolló a contrarreloj un innovador respirador mecánico artificial. A través de este original equipo de transición para ventilación invasiva (endotraqueal), el paciente puede recibir oxígeno en forma automática.

Al igual que en 1972 el cardiólogo se propuso ver qué puede hacer para ayudar a combatir la pandemia y no sentarse a esperar los helicópteros.

Lewandowski: una familia dedicada al deporte

Por Alan Vassallo

Robert Lewandowski es el jugador del momento. El goleador del Bayern Múnich alzó la Supercopa de Europa, el cuarto título del equipo en 2020 tras haber ganado la Bundesliga, la Copa de Alemania y la Champions League. Por dicho motivo, y por ser el máximo artillero en las últimas tres competiciones mencionadas, el polaco es el gran favorito de los nominados al premio como ‘Mejor jugador de la UEFA’, donde comparte la terna con el arquero alemán y su compañero Manuel Neuer, y el belga Kevin De Bruyne, del Manchester City. 

El futbolista de 32 años se destaca por su fuerza física y rapidez mental, cualidades típicas de su familia. Su padre, Krzysztof Lewandowski, que falleció cuando Robert tenía tan solo 15 años, fue un destacado campeón de judo y hasta logró ser futbolista profesional.  De pequeño le enseñaba técnicas de lucha que se utilizan en las artes marciales, pero el delantero del Bayern las aprovecha para escapar de los defensas. Cuando Krzysztof vio que a su hijo no le interesaba ni el atletismo ni el judo, lo anotó en el club polaco Partyzant Leszno, donde dio sus primeros pasos con la redonda.

Por otra parte, la madre del goleador polaco, Iwona Lewandowska, fue una destacada voleibolista profesional del club AZS Varsovia y llegó a ser vicepresidenta del Partyzant Leszno. Ella acompañó y defendió a Robert toda su infancia, ya que de pequeño los compañeros lo cargaban por ser muy flaco y lo tildaban de “debilucho”, sin imaginarse en lo que se convertiría. 

La hermana del delantero, Milena Lewandowski, fue una voleibolista profesional, al igual que su madre. En su juventud era una de las jugadoras más prometedoras de Polonia, llegando a estar presente reiteradamente en las convocatorias de la selección Sub-21. Milena tuvo una carrera exitosa, siendo una de las deportistas más influyentes en el AZS Politechniki Warszawskiej, pero su carrera pasó a un segundo plano cuando se comprometió con el empresario Radoslaw Miros y tuvo a su primer hijo. 

Como no podía ser de otra manera, el goleador del Bayern Múnich desde 2013 está casado con Anna Stachurska, una atleta profesional polaca que tiene un cinturón negro en la disciplina de karate tradicional. Es ganadora de múltiples campeonatos mundiales y europeos. Su logro más destacado fue la medalla de bronce en el Mundial de Karate en 2009. Actualmente posee su propio programa y blog llamado “Plan Saludable de Ann”, donde enseña distintas clases de dietas, rutinas de entrenamiento y ejercicios físicos, entre otras cosas.

En Polonia, la pareja que conforman Robert y Anna es muy reconocida porque cada uno alcanzó grandes logros en sus respectivas carreras y ayudan a la popularización de la cultura del deporte en el país.  

Lewandowski extrajo lo mejor de cada uno de sus familiares y lo manifestó en el fútbol. Actualmente, junto con el equipo alemán, buscará lograr el “sextete” y en lo personal, consagrarse como el mejor jugador del mundo en la temporada 2020.

Aldana Cometti: “Cumple sus sueños quien lucha”

Por Tomas Scurnik

Su familia, fanática de River, le inculcó mucho amor por el deporte, y principalmente su papá, con el que aprovechaba para patear la pelota cuando salía a pasear a su perra junto a él y su hermano.

Aldana Cometti nació el 3 de marzo de 1996 en Caballito, tiene 24 años y acaba de firmar con el Levante de España. Además, lleva un Mundial en su espalda con la Selección argentina, aquel histórico de 2019,en el cual se consiguió el primer punto en una competencia de ese calibre.

En aquella Copa del Mundo se ganó fama de “Cindy”, como la apodaron sus compañeras, luego de que perdiera un diente al chocar con una jugadora del equipo rival en el debut frente a Japón, que terminó en empate a cero. Otro apodo con la que se la suele reconocer a Cometti es el de “La Chueca”.

Aldana Cometti durante el partido frente a Japón, en el Mundial de Francia 2019. Foto: Instagram.

El amor por el deporte va más allá del fútbol. Empezó a jugar en Excursionistas a los 9 años, aunque luego cambió por el hockey, en el que se desempeñó en Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA). La joven futbolista pasó por varios clubes argentinos y, entre ellos, estuvo en tres de los equipos grandes: Independiente, River y Boca.

En 2014, cuando era jugadora del Xeneize, fue convocada por la Selección argentina para disputar los Juegos Sudamericanos ODESUR, que fueron realizados en Santiago de Chile. Argentina ganó el oro en aquella edición tras vencer a Brasil en la semifinal y ganarle en la final a las locales por 2 a 1. A partir de aquella convocatoria se consolidó con la albiceleste. 

En 2016 dejó Boca y tuvo un breve paso por el Granada de España, que se encontraba en la segunda división, y luego llegó al Atlético Huilla de Colombia, con el que obtuvo la Copa Libertadores 2018. Ese mismo año fue contratada por el Sevilla, del cual se desvinculó hace unas semanas para convertirse en nueva futbolista del Levante, en el que compartirá plantel con su compatriota Estefanía Banini.

Cometi junto a la capitana de la Selección, Estafanía Banini, con quien compartirá el plantel del Levante en la próxima temporada.

Su tía, Norma Cometti, relató una anécdota de cuando fue con la futbolista y su hermano de vacaciones a Brasil y ellos remataban el balón desde la orilla del mar y luego lo iban a buscar nadando. Norma, trabajadora de la mercería familiar de Corrientes y Salguero, contó: “Todos se acercaron a la orilla porque no podían creer que una chica tan chiquita tirara la pelota 100 metros para adentro del agua y además, a la noche, cuando fuimos al centro, preguntaban si era la chica de la playa”.

“La Mariscala de la defensa”, como la apodó el entrenador de le Selección, Carlos Borrello, tuvo a lo largo de su vida varias luchas contra el sistema machista. La número 6 de Argentina escribió el cuento “Lo bailado” en Pelota de papel 3, libro que contiene historias escritas por futbolistas mujeres. En el relato redactó la frase: “Cumple sus sueños quien lucha”.

Bochini y Messi, vidas marcadas por un solo club

Por Micaela Delzart

El capitán del Barcelona, Lionel Messi, decidió quedarse en el club de sus amores y en donde jugó la mayor parte de su vida. En Argentina, en Independiente, hubo un jugador que ganó todo y nunca se fue de su institución: Ricardo Enrique Bochini.

El máximo ídolo de Independiente opinó sobre la permanencia del capitán del club español y afirmó: “En estos momentos pienso que es lo mejor para Messi, porque la situación como se estaba dando era bastante complicada y él tiene que terminar bien su carrera con el Barcelona. Messi aclaró que el tema fue con el presidente, con quien no estaba bien”.

Perfil bajo como el capitán del Barça, Bochini nunca fue de meterse en problemas mediáticos. No le interesaba la vida privada de los demás: a él solo lo movía la pelota. Tenía una inteligencia para poder parar y ver el juego en un segundo y lograr jugadas que muy pocos preveían. No por nada que es el ídolo de Diego Maradona.

En Argentina hubo varios jugadores que pasaron por un solo equipo en toda su vida. Entre ellos, Antonio “Rata” Rattin (Boca, 1956-1970), Natalio Pescia (Boca, 1942-1956), Reinaldo “Mostaza” Merlo (River, 1969-1984), Miguel Ángel Russo (Estudiantes, 1975-1988), Abel Ernesto Herrera (Estudiantes, 1957-1975), Ángel Allegri (Vélez, 1946-1960), Omar Asad (Vélez, 1992-2000), Carlos Ruiz (Arsenal, 1993-2008), Guillermo Ríos (Independiente, 1984-1997), Víctor Paredes (Atlanta, 1990-2002) y Gastón Turús (Belgrano, 2000- 2016), pero ninguno es tan recordado por esa permanencia como Bochini.

Comenzó a jugar desde chico en el Club Atlético Belgrano de Zárate, pero a los 15 años un exjugador del Rojo, Miguel Ángel Giachello, lo llevó a probarse al club. No lo paró ni siquiera las cuatro horas que tenía que hacer para ir y volver de Zárate a Avellaneda, hasta que se sumó a la pensión del club. Su mundo era el fútbol e Independiente, y lo fue por 19 años.

En la actualidad, es muy difícil retener jugadores, ya sea porque el club necesita dinero, el jugador quiere un mejor contrato o competir en otras ligas, o no se siente cómodo en el equipo. Que un deportista del nivel del excapitán de Independiente se quede tantos años es un logro indiscutible.

“El caso de Bochini es excepcional porque terminó en Independiente. Hay jugadores que están 15 años en un club, pero cuando se retiran van a jugar a categorías más bajas. Lo habitual desde muy temprano, desde antes del profesionalismo, era que los jugadores cambiaran de club. Por eso yo lo tomaría como un caso excepcional, sumado a su talento”, expresa el sociólogo y autor de Historia social del fútbol, Julio Frydenberg.

El ídolo del Rojo jugó 714 partidos y anotó 108 goles. Como en esa época no se llevaban las cuentas como ahora, no se sabe con exactitud, pero se calculan más de 200 pases suyos que terminaron en gol.

Logró conseguir en su carrera cuatro Copas Libertadores (1973, 1974, 1975 y 1984), tres Copas Interamericanas (1973, 1974 y 1976), dos Intercontinentales (1973 y 1984), dos campeonatos de  Primera División de Argentina (1983 y 1989) y dos campeonatos nacionales (1977 y 1978).

Además de su participación en la Selección Argentina, aun con sus altos y bajos con los técnicos, logró conseguir su lugar en el Mundial de 1986 y salir campeón del mundo.

Bochini fue de las personas más importantes para conseguir la mística del club de Avellaneda. Que nunca se haya ido a jugar al exterior tiene muchas explicaciones y una de ellas es que no eran tan populares los traspasos afuera del país. Podemos ver el caso de la Selección Argentina de 1978, en la que el único jugador que estaba en un club extranjero era el delantero Mario Kempes, quien jugaba en el Valencia de España.

“En esos años, el fútbol del exterior era más rústico que el juego de acá. Los jugadores de ese estilo no eran tan requeridos y Bochini se destacaba más por su inteligencia que por lo físico”, explica el autor del libro Partido Rojo, Claudio Gómez.

También era un tema de comodidad. Su familia estaba cerca de él y el club hacía lo posible para que El Bocha tuviera todo lo que pidiera, aunque hubo algunos problemas al final de su carrera con los pagos de su salario. “Ningún presidente hubiera querido haber quedado en la historia como la persona que vendió a Bochini. Haberlo vendido sería una mancha para esos dirigentes”, dice Gómez.

El ex enganche tampoco se fue a ningún otro club de Argentina, aunque aparecieron rumores que lo vincularon con Boca, pero no pasó a mayores. Además, el hincha del Rojo no hubiera permitido que su mejor jugador se fuera. “No me hubiera cambiado en esa época porque Independiente era el mejor equipo de Argentina y Sudamérica, estaba muy cotizado en el mundo, jugábamos cosas importantes y uno estaba muy cómodo con la gente y todo”, argumenta Bochini, y recuerda: “El otro día estaba viendo un reportaje de cuando vine de Italia y le hice el gol a la Juventus. Tenía 19 años, y dije: ‘Me gustaría terminar en este club mi carrera’. Lo dije en el ´73, 17 años antes, y jugué hasta 1990”.

Además del cariño que tenían y tienen los hinchas de Independiente, muchos aficionados de otros clubes lo respetan sin importarles la camiseta. Hasta sus excompañeros lo tenían de referente en el equipo. “Bochini fue mi ídolo de chico, lo veía en la tele de chiquito desde La Rioja y siempre quería jugar como él. Después se cumplió mi sueño al jugar a su lado y salir campeón. Para el hincha de Independiente es Dios. Es su máximo ídolo y nadie lo va a igualar”, comenta Gerardo “La Vieja” Reinoso.

Hubo una sola vez que el jugador no pateó la pelota para el Rojo, sin contar los partidos amistosos, por una gestión rápida de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) y la firma con Barracas, que entonces hacía de local en Bolívar. El 25 de febrero de 2007, Bochini usó la camiseta que debajo de su nombre decía: Homenaje a Barracas Bolívar. Jugó 41 minutos del primer tiempo y término ganando 2-1 frente a Deportivo Argentino de Pehuajó. Igualmente, este partido fue 16 años después de su retiro.

Actualmente, Bochini recluta jugadores en las inferiores del club. El cariño de los hinchas sigue siendo tan grande que tiene su propia calle “Ricardo Enrique Bochini” en la cuadra del estadio. Lo único que ve malo de su época es la poca difusión que había en los medios, pero tampoco niega que sería diferente si él jugara en estos momentos: “Hoy el jugador no aguanta más de uno o dos años porque se tiene que ir por un montón de cosas. El club necesita vender jugadores, los jugadores ganan fortunas afuera, pueden ir con toda su familia y no están tan distanciados como podía ser antes”.

Hoy la mística que dejó el jugador junto a sus compañeros se ve apagada. Los jugadores no están conformes con el club y por eso deciden marcharse. La diferencia que marcó Bochini es enorme. El amor por el club que le dio todo lo pudo más que cualquier otra cosa. Messi tuvo que tomar la misma decisión en Barcelona, con conflictos diferentes, pero sentimientos parecidos.