sábado, noviembre 23, 2024

Análisis táctico: Argentina-Escocia

Por Roberto Aboian

Argentina llegaba al tercer partido de su grupo dependiendo de sí misma para lograr la clasificación a la segunda fase. Una victoria, sin importar los resultados de los demás equipos, les daba el pase a octavos, por lo que Carlos Borrello decidió realizar un planteo ofensivo, algo totalmente diferente a lo que se había visto en los dos partidos anteriores.

Carlos Borello implementó por primera vez en el certamen el 4-2-3-1, y fue compuesto por: Vanina Correa en el arco; Ruth Bravo (que pasó del mediocampo al lateral derecho reemplazando a Sachs), Aldana Cometti, Agustina Barroso y Eliana Stabile en la primera línea; más adelante se encontó el doble cinco determinado por Lorena Benítez y Vanesa Santana; en el sector ofensivo, Estefania Banini de mediapunta junto a las dos extremos Florencia Bonsegundo por izquierda y Mariana Larroquette por derecha; por último, como la única referencia en ataque, Soledad Jaimes.

En comparación a partidos anteriores, se visualizó un equipo mucho más amplio, recubriendo más espacios y ubicándose entre las líneas de las jugadoras escocesas.

En cuanto al planteo táctico en defensa, las extremos volvían para ubicarse en la misma línea, conformándose un 4-4-2 (mismo a veces 4-4-1-1) con Banini y Jaimes más ligadas a la presión en la salida de las rivales.

Escocia también se paró en un 4-2-3-1 que estuvo conformado por: Lee Alexander en la portería; Kirsty Smith, Rachel Corsie, Jennifer Beattie y Nicola Docherty en la defensa; Caroline Weir y Leanne Crichton como volantes centrales; detrás de la única delantera Erin Cuthbert se ubicó la mediapunta Kim Little que fue acompañada por las extremos Lisa Evans y Claire Emslie.

Argentina fue el equipo que más buscó desde su propio juego el arco rival. Entablo dos tipos de ataques: por un lado, los reiterados pelotazos a Jaimes (primera imagen) que no hicieron mucho efecto, y por otro, en base a la sociedad que formaron Bonsegundo y Banini (con el apoyo de Stabile) para avanzar mediante triangulaciones (las tres restantes).

Así mismo, Jaimes solía aportar con estas triangulaciones mediante el arrastre de marcas para brindarle los espacios a Bonsegundo para que pudiera pasar al fondo.

Luego del primer gol de Escocia, la Argentina buscó el gol con aún mayor insistencia, lo que dejó los espacios para que Escocia  pueda entablar en sus recuperaciones contras ante una Argentina más vulnerada, por lo antes mencionado, dado que quedaban más jugadores en ataque y no llegaban a volver.

La insistencia de la Argentina en búsqueda del gol, se ve apreciada en los últimos minutos del primer tiempo, donde las jugadoras argentinas realizan una presión numerosa por sobre las volantes centrales de Escocia.

Al comienzo del segundo tiempo, Escocia intentó liquidar el partido con un juego ofensivo importante, volcando a Weir, una de sus volantes centrales, al ataque.

Los primeros treinta minutos de la segunda mitad fueron dominados por Escocia, que mediante el juego aéreo (gracias a la imponente altura de sus jugadoras) y las llegadas por las bandas realizaron mucho daño en el conjunto Albiceleste.

Los dos goles llegaron gracias a dos centros, ambos por la derecha. En el 2-0, se puede observar como Bravo perdió la espalda por estar más concentrada en la pelota que en su marca. Beattie, a su espalda, se dio cuenta de la situación, anticipó con suma facilidad a la lateral argentina y cabeceó libremente.

Ante el resultado adverso, en los momentos en que Argentina tenía el balón, Escocia solía replegarse en defensa con un 4-4-2 para que, al recuperar el balón, pudiera salir de contra con una Argentina a merced.

Borello, casi con el partido sentenciado, hizo ingresar a Milagros Menéndez por Jaimes y a Dalila Ippólito por Banini. Ambas resultaron trascendentales en la posterior recuperación de la Argentina.

Con estas dos jugadoras en cancha, Ippólito se ubicó en el puesto de Bonsegundo, quedando esta como mediapunta. Menéndez, por su parte, quedó como la única referencia en ataque.

Estas variantes generaron mayor velocidad y audacia en el ataque argentino y fue así que, en una recuperación de la segunda pelota, Ippólito encomendó la contra para luego asistir a Menéndez, que en el uno contra uno fue letal para conseguir el primer gol en el Mundial del conjunto Albiceleste.

El segundo tanto no tardó en llegar. Bonsegundo en una contra se encontró nuevamente en total inferioridad numérica y optó por la mejor decisión: el disparo. Solamente tenía a Benítez varios metros detrás y jugar hacia ella implicaría que el conjunto escoces tuviera tiempo para replegarse y tener más chances de anular el ataque argentino.

Luego de este tanto, la Argentina sintió un envión anímico que se vio reflejado en su juego. Cada vez que iba a disputar alguna pelota, siempre lo hacia en superioridad numérica y casi siempre ganaba. El contagio en el fútbol es determinante.

A Escocia no le quedó otra, ante esta Argentina avasallante, de intentar cerrar el partido replegándose en su propio campo de juego y aguantar los minutos que faltaban.

Sin embargo, no pudo lograrlo. Argentina consiguió el empate en un final dramático, en el que el VAR se tomó su tiempo para determinar que efectivamente hubo penal, concluyendo en la atajada de casi clasificación del mismo por parte de Alexander. Luego, como si hubiera sido por mérito, el VAR volvía a aparecer para marcar el claro adelantamiento de la arquera escocesa repitiéndose así el penal. Bonsegundo no perdonó de nuevo y consiguió el tercer tanto, posicionando a la Argentina tercera en su grupo.

Argentina, ya descalificada del torneo, tuvo una muy buena performance a lo largo de la fase grupos enfrentándose a rivales de grandísima envergadura. Las dirigidas por Borello supieron adaptarse a los distintos planteos tácticos necesarios para poder afrontar de la mejor manera a los distintos equipos con los que compartían grupo. Una performance que, de cara al futuro, será el puntapié inicial de grandes cosas.

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