martes, diciembre 3, 2024

¿Crítica constructiva o construir la crítica en el fútbol femenino?

Por Julieta Grillo

El 16 de marzo del 2019, el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Claudio Tapia, decidió dar un paso más en el fútbol femenino. Junto con Sergio Marchi, el secretario general de Futbolistas Argentinos Agremiados, nombraron semiprofesional a la disciplina y crearon una liga con 16 clubes inscriptos y alrededor de ocho contratos para cada uno, con un sistema similar al de la categoría primera “c” del masculino.

Prometieron, entre otras cosas, monitorear que se cumpla una buena condición para la práctica del deporte, chequear que las canchas, los vestuarios, las instalaciones, los elementos y que la logística de los clubes esté en regla y funcione como corresponde.

Ese día se planteó un antes y un después. Pero fue para algunas más y, para otras, menos. ¿Por qué? Si la organización iba a ser primordial para la AFA y la buena ejecución de las normas establecidas también. Bueno, hoy, dos años y unos meses más tarde, como ya se esperaba, hay beneficiados y otros abandonados. La ley de “clubes grandes” en el femenino también rige. 

Boca Juniors y River Plate tienen mayoría de contratos, instalaciones para contar, canchas en buen estado para jugar, buena indumentaria, servicio médico a disposición -desde físico hasta mental- y una amplia base de herramientas, que es la que deberían tener todos. Como también la televisación. Los partidos de xeneizes y millonarias, en su gran mayoría, son transmitidos a través del canal TNT Sports, dueño de los derechos.

Pero existe una realidad paralela, la de los clubes como , que luchan día a día, desde jugadoras hasta cuerpo técnico, por mejorar sus condiciones. 

Las “villeras”, por caso, cuentan con solo ocho contratos, los que les brinda la AFA, ni más, ni menos. El presupuesto es acortado y hasta que no den de la Asociación no habrá otros. Una de las “privilegiadas” es Analía Castro, volante del equipo, quien desarrolla su primera experiencia semiprofesional.

Analía Castro desborda, cuando la dejan usar las canchas con buen césped, algo que no ocurre siempre.

Los entrenamientos son de lunes a viernes, algunos días físico, y otros tácticos en cancha. Usan un costado del campo de juego principal para hacer trabajos con pelota. “Además, alquilamos una cancha de once porque no nos dejan usar la del club. Las excusas son porque juega el masculino, llovió, el pasto esta largo, o que con los botines la dejamos marcada y la vamos a romper. Si tenemos que pasar por ahí, tiene que ser por el costado. Más de una vez me retaron por eso”, dijo Castro. No solo tienen una economía ajustada, sino que tienen que gastar en algo que en el club está presente, como lo es el espacio, pero que no se lo dan. Claramente, una traba en el crecimiento. No hay igualdad.

Por el lado de Excursionistas, entrenan cuatro veces por semana y, uno de ellos, es en una plaza. Tienen las prácticas a la tarde porque a la mañana está el masculino. Cuentan con doce contratos, por lo que la mayoría trabaja. “Yo soy mamá, trabajo y entreno. No puedo estar concentrada un 100 por ciento en el fútbol cuando tengo tantas responsabilidades. Tengo a mi familia que me ayuda de todas formas, pero es complicado sin contrato. Yo soy una de las que no tiene”, declaró Natalia Tevez, delantera del equipo. “El femenino no está como actividad primordial, si toca toca y si no, no. A diferencia de River, por ejemplo, es tremendo el cambio que hay desde el rendimiento hasta la indumentaria”. 

Cuando juegan contra equipos “grandes” la brecha es muy notable. No es como dice la periodista Ángela Lerena que el fútbol femenino está igualándose. Excursionistas perdió un partido por doce goles, por nombrar alguno. Y, aunque para ellas sea un aprendizaje, no está bueno y dificulta mucho para el día a día. “Que los encargados de esto se despierten”, dijo Tevez. Y sí, que se despabilen y vean la realidad. No es dar lo último, lo que sobra. Hay que dar importancia. No dar para callar. 

Natalia Tevez, jugadora, mamá y trabajadora. Luchadora sin apoyo.

“A pesar de esto, siempre hay que trabajar duro. Yo creo que falta una normativa que plantee cantidad de días y horarios que deberían entrenar los equipos, y que ofrezcan las herramientas, como también vivir totalmente del fútbol. No es lo mismo levantarte bien descansada, desayunar e ir a entrenar a que tengas que desayunar como puedas, salir de trabajar e ir a entrenar y llegar muerta”, planteó la delantera de Excursionistas.

Esta es la realidad. No hay tales seguimientos.

Por el lado de los clubes más formados, también hay variantes. Un caso es el de Valentina Barroso, actual jugadora de Independiente. Ella vino de Villa Mercedes, San Luis, a disputar su primera experiencia en el fútbol semiprofesional de Buenos Aires. Está viviendo en una pensión universitaria, ya que el club no tiene una propia para el femenino, y el día a día es sustentado económicamente por el gobierno de su provincia: “Ellos me dan una beca por estar jugando acá. Yo me encargué de llamar a la Secretaría de Deportes, les comenté mi situación y ellos contentísimos me dijeron que me iban a dar una mano. Sin ellos hoy no podría estar acá, es muy caro. Me dan para el alquiler y el día a día”, contó.

Barroso, por su parte, expuso lo necesario que es para el avance del fútbol el tener lugar para las jugadoras del interior. Para ella, el más grande: “Hay muchas chicas que quieren venir, pero no tienen lugar para vivir”. 

Independiente ya cuenta con alrededor de 22 contratos. Tienen lugar para entrenar, aunque ellas comparten con juveniles y la primera masculina usa la mayoría de los espacios. Tienen médicos a su disposición y entrenan cuatro veces por semana en el predio y dos días les dan rutinas para que realicen en sus casas. Sin embargo, y a pesar de tener gran mayoría de las cosas, la delantera sostuvo que a ellas también les dan el descarte: “Desde conos hasta indumentaria tenemos lo que queda. Pero nuestro cuerpo técnico lucha mucho por nosotras. Nos dicen que demos todo y que dejemos al club en lo más alto para poder reclamar con argumentos. No tendría que ser así, pero lamentablemente lo es”. 

Valentina Barroso en su primer partido contra un grande: River Plate.

Los clubes, sea el que sea, están en desventaja. No se les da la importancia que se le debería, desde el presupuesto hasta lo anímico. Si no es Boca o River, los partidos no aparecen en las pantallas de televisión, de youtube, o de páginas web. No dejan a los medios partidarios hacer su trabajo porque solo uno tiene los derechos para hacerlo. 

Todos tendrían que tener las mismas posibilidades porque eso es lo que prometieron ese 16 de marzo de hace dos años. Hoy, con más o menos, siguen igual de condiciones. No se avanzó. No se hizo el seguimiento que prometió Tapia, no se los ve comprometidos con la disciplina como dijeron aquel entonces. Si realmente quieren que crezca, no dejarían que un equipo entrene en una plaza o gaste sus recursos en una cancha que ya tienen. Se necesitan menos trabas y más ayudas. Más visualización. Más predios. Más juveniles. Más pensiones. Más. Mucho más.

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