viernes, enero 10, 2025
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Paredes, Lautaro y Gio: Scaloni hizo los cambios perfectos

MIAMI GARDENS, FLORIDA - JULY 14: Lautaro Martinez of Argentina scores the team's first goal during the CONMEBOL Copa America 2024 Final match between Argentina and Colombia at Hard Rock Stadium on July 14, 2024 in Miami Gardens, Florida. Maddie Meyer/Getty Images/AFP (Photo by Maddie Meyer / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images via AFP)

Por Juan Martín Souto

Dos meses; sesenta días pasaron del momento en el cual el árbitro paraguayo Juan Benítez (designado como cuarto juez para la final de la Copa América entre Argentina y Colombia) levantó el cartel a los 95 minutos con 23 segundos del tiempo extra e indicó las siguientes modificaciones: Lautaro Martínez (22) por Julián Álvarez (9); Leandro Paredes (5) en lugar de Alexis Mac Allister (20) y Enzo Fernández (5) por Giovani Lo Celso (16).

Lionel Scaloni, el entrenador argentino, depositó su confianza en tres jugadores que fueron claves al inicio de su proceso. El actual delantero del Inter (Italia) es el segundo máximo goleador de su ciclo; Paredes fue el volante central (conocido el puesto como número 5) titular durante mucho tiempo; en tanto “Gio”, según Scaloni en una conferencia de prensa que brindó un 2 de noviembre de 2022, era un jugador irremplazable. Pero ahí estaban, parados a la espera de ingresar y darle el título número 16 en Copa América para Argentina.

Primero salió Julián. Cansado. La parcialidad argentina aplaudió al delantero y le reconoció su esfuerzo. De manera respetuosa el actual jugador del Atlético de Madrid (España) saludó a los compañeros que ingresaron y a los hinchas.

Segundo fue Mac Allister. Aplaudió a Lautaro, chocó sus dos manos con las de Paredes; luego hizo lo mismo con un movimiento de arriba hacia abajo con Lo Celso. También exhausto, el mediocampista del Liverpool (Inglaterra) se sentó junto a Julián en el banco de relevos.

Por último Enzo, el más joven pero con mucho recorrido como jugador, cedió su espacio al volante del Real Betis. Repitió el mismo gesto que sus colegas; chocó sus manos, agradeció al público y se sentó.

Con abrazos y besos, Scaloni recibió a sus dirigidos. Durante el tiempo que lleva como seleccionador, nunca se mostró de tal manera. No es que sea alguien poco afectivo sino que está más concentrado en el partido.

En ese ingreso, cada futbolista tuvo una historia pasada en el seleccionado que buscaron revertir. Paredes perdió su lugar en el Mundial de Qatar y, pese a ser titular en Roma (Italia), su nivel con Argentina no era el mismo. Por el lado de Lo Celso se quedó con el dolor de no formar parte del Mundial de Qatar 2022 por un desprendimiento del bíceps femoral de la pierna derecha. Y Lautaro Martínez, con la chance de redimirse luego de una mala Copa del Mundo, parecía ser su torneo porque era el goleador con cuatro tantos, anotó en todos los encuentros menos en los cuartos de final contra Ecuador y la semifinal ante Canadá.

Cada uno se preparó de diferentes formas para entrar a la cancha: Paredes colocó su camiseta dentro del pantalón, característico en él. Fue un gesto que marcó estar preparado para los minutos restantes; similar al momento en el cual el Capitán América (interpretado por Chris Evans) ajustó su escudo para combatir al ejército de Thanos en “Avengers Endgame”. A su derecha Lautaro, con la mirada fija en el campo. Un toro español (argentino en este caso) listo para atacar. Un animal que miró atento a cada jugador rival y preparó la ofensiva. Al lado “Gio”, quien observó un sector del campo, la mitad de cancha. También vio salir a cada uno de sus compañeros pero pareció desentendido de la situación, como si no supiera de la importancia del encuentro. Lo que en verdad sucedió es que se concentró, pensó en lo que el equipo necesitaba para ganar; estudió en dónde ubicarse, analizó los espacios.

“Leo”, a lo largo de su carrera, mantuvo la misma postura pero los otros dos futbolistas cambiaron: el “Toro” siempre sostuvo un perfil bajo. En la final ingresó con otra cara, como si fuese un animal salvaje. Ninguno de los encuentros en los cuales entró desde el banco se concentró como en esa final. Lo mismo el ex Rosario Central. A diferencia de Lautaro, Giovani optó por otra personalidad. Dejó de ser aquel futbolista que entró alegre al campo de juego en cotejos como Chile o Canadá. Es como si algo hubiera cambiado dentro de aquel muchacho que los hinchas argentinos conocieron en los inicios del ciclo Scaloni.

En el fútbol se acostumbra que antes de una variante el entrenador o sus ayudantes (Walter Samuel y Roberto Ayala en este caso) se acercan al jugador para decirles algo más, pero acá estuvieron quietos. El cuerpo técnico adoptó una postura de seguridad.

En el banco visitante Néstor Lorenzo (entrenador argentino que dirige a Colombia), estaba preocupado como nunca en la Copa América por la falta de juego de su equipo. Se caracterizó durante la competencia como alguien tranquilo aunque esta final fue distinta a cualquier otro partido. Al frenarse el encuentro y ver las modificaciones llamó a su ayudante de campo (Fernando Alloco). Colocaron la mano en la boca para que no se supiera qué hablaron, realizaron gestos continuos para ver qué se podía mejorar del equipo: señaló el sector del lateral derecho Arias; Alloco marcó el centro; Lorenzo la banda izquierda de Mojica (intratable en toda la noche), así por 5 segundos.

Benítez levantó el cartel y se observaron los números de los futbolistas. En rojo los que salen, en verde los que ingresan. El color fuerte, estilo neón. Pero tuvo algo distinto a los otros: Sí uno revisa las variantes de Quintero o Castaño (Colombia) o Nico González (en Argentina por un Messi que sufrió una lesión ligamentaria en su tobillo derecho) la iluminación era distinta, más apagada. A su vez, se hicieron rápido, veinte segundos como mucho; acá tardó un minuto (y poco más), como si el destino decidiera que los presentes en el estadio y sus hogares supieran lo que iba a acontecer. Cuando entró la tríada entre sí el foco fue distinto solo que uno, en ese momento, no se dio cuenta por la vorágine del momento. Ese cartel señaló que algo clave, importante y decisivo iba a ocurrir.

 

El paraguayo giró a la derecha y mostró las modificaciones; luego a la izquierda, por último al centro. De manera protocolar, le indicó al estadio (inconscientemente) que esos tres futbolistas, solo ellos tres, iban a romper el cero. Aquel árbitro no tuvo ni la más mínima idea de que ese cartel anunció, ante 65 mil espectadores, en el minuto 111:01, que Leandro Paredes (con la número 5 en su espalda) iba a recuperar en mitad de cancha; que Lautaro Martínez (camiseta 22) iba a capturar el rebote y a entregarsela nuevamente a Paredes quien rápido se la iba a dar a Lo Celso (creativo número 16), ubicado en el centro del campo cerca de tres cuartos de cancha (si, ese lugar que visualizó antes de ingresar) y que Lo Celso, con un toque sutil de zurda con pie abierto, iba a habilitar a Lautaro que rompió la defensa con una diagonal digna de un delantero nominado al Balón de Oro para que se irse solo mano a mano con el arquero Camilo Vargas y… bueno, el resto es historia. Sin ningún tipo de dudas, Scaloni hizo los cambios perfectos.

Racing, Boca y el debut de la zona de capitanes

Por Pilar Blanco

En el fútbol argentino, la modernidad se entrelaza con la tradición. Las canchas se renuevan y parecen “europeas”. Los técnicos, obligados a adaptarse, se suman a las nuevas tecnologías para no quedarse atrás. Las reglas y las tácticas cambian. Mientras, todo aquello se transforma, la esencia se mantiene; los jugadores e hinchas, luchan por ella. Se avanza, sin borrar el pasado.

El sábado 14 de septiembre, Boca y Racing se enfrentaron por la décima cuarta jornada de la Liga Profesional. Con un clima veraniego, los papeles celeste y blancos volaban por el Estadio Presidente Perón. El cántico de los fanáticos aturdía, y como si fueran gritos de guerra, marcaban el pulso de los primeros minutos del encuentro. En esa tarde, la nueva regla del fútbol, la “Zona exclusiva de capitanes” debutó en un clásico. Se calzó los botines e ingresó al verde césped de Avellaneda. De la mano de Hernán Mastrángelo, el juez principal, la norma dio su primer toque.

¿Pero, de qué se trataba? En términos generales, la nueva norma establece que solo los capitanes tendrán el permiso para hablar con los árbitros. La misma, ya se había aplicado en la Eurocopa de este año y tras los resultados positivos la IFAB-Asociación Internacional de Fútbol- decidió instalarlo en distintas competencias. ¿Funcionaria en el país del fervor? A las 17:30, Mastrángelo dio el pitazo inicial. Sergio “Chiquito” Romero era el designado para el Xeneize, pero al ser arquero, la regla permite que un jugador de campo asuma el rol; en este caso, Guillermo “Pol” Fernandez. Para la Academia, fue Santiago Sosa. Dos minutos y 19 segundos más tarde, se cometió la primera falta. A las 17:32 el tiempo se paralizó. Un error en la salida del defensor Cristian Lema influyó en el intento de Salas por recuperar la pelota y otorgó un tiro libre para Racing.

Por costumbre, los reclamos a Mastrángelo llegaron al instante, se desató un tumulto de futbolistas y, como mínimo, se atrasó el partido por un par de minutos. En este vibrante contexto de un clásico lleno de pasión y rivalidad, esta reacción sería casi automática. Sin embargo, lo común se desmarcó de lo habitual, como si la nueva regla hubiera impuesto un silencio inesperado en la locura del encuentro. A los jugadores de Boca les había parecido que había sido cometida por el jugador de Racing tras un empujón previo. Sus rostros tensos, cargados de ganas de reclamar, y sus palabras reprimidas detrás de bocas cerradas no pudieron salir.“Una avivada de Salas, pillo total”, fue una de las frases que cayó por la tribuna.

Poco se podía escuchar de oraciones completas y menos aún de conversaciones enteras. El cruce de estos dos equipos grandes hace que las gradas se llenen de un ruido aturdidor sin lugar a charla u opinión. El caluroso clima que parecía aumentar con cada segundo que pasaba, hacía que la cara roja de “Pol” Fernández se confundiera con el calor intenso del día. Mientras la transpiración caía por su frente y su respiración se volvía más agitada, miraba desorientado a sus compañeros. Tras la rápida reanudación, no había nada que hacer. El volante antes del partido y refiriéndose a la nueva regla le había pedido al árbitro: “Tenenos paciencia (incluyendo a Salas), es la primera vez que lo hago”. Se vio con impotencia por la situación. La realidad en el Cilindro era mucho más impecable de lo que podrían haber esperado los jugadores.

A su vez, Mastrangelo sonreía, como si lo que normalmente le irritaba estuviera finalmente comenzando a desvanecerse. El desperdicio de tiempo, las críticas excesivas y los cúmulos pesados e innecesarios de protestas parecían llegar a su fin. Con una firmeza tranquila marcó la falta y su rostro reflejaba paz inesperada. Con los labios apretados, no necesitó dar más explicaciones que las que marcaba su brazo. Era como si la “Zona de capitanes”, lejos de ser una simple imposición, estuviera allanando el camino hacia un fútbol más ordenado y menos conflictivo.

Caso contrario fue la situación de Cristian Lema. Él había cometido la primera infracción del encuentro, una acción “digna” o típicamente de protesta por parte de los jugadores de Boca. Su altura imponente y su carácter inquebrantable lo hacían destacar, pero esa tarde, su presencia y autoridad parecían perder peso, ya nada podía hacer. La perfecta implementación de la norma, especialmente en los primeros minutos del partido, no regalaba excepciones. Lema, con su cara demostrando frustración y resignación miró a su capitán, buscó quizás algún tipo de apoyo, pero se encontró con otra realidad. Rápidamente tuvo que acomodarse y como un niño castigado sin voto ni voz en una situación, aceptó las reglas del juego y continuó.

Santiago Sosa, respiró, la regla sutilmente iría de su lado. Tras la infracción cometida contra él, se acomodó con alivio y determinación. La hinchada, como si sintiera la misma energía renovada, comenzó a animarse nuevamente y en el Presidente Perón, se cantó: “De pendejo te sigo, junto a Racing siempre a todos lados…”,-una de las memoriosas letras que acompañan a los jugadores-. Agustín Almendra con un brillo decidido en los ojos, se preparaba para aprovechar la oportunidad que le regalaba el tiro libre. Antes de que el reloj marcara las 17:33, se dirigió con firmeza hacía la pelota, consciente de que podría marcar el 1-0. El estadio estaba cargado de expectativa y emoción. Si bien durante el resto del partido lo que parecía favorecer a uno, luego lo haría para el otro y así repetitivamente hasta el final del encuentro. Ese minuto, esa jugada y esa infracción no serían una simple ocasión. Representaría el inicio de una nueva era de “sanción”, la entrada de una regla que, aunque pareciera simple, podría tener un gran impacto.

Mientras algunos aplauden la modernización, otros, manifiestan su rechazo y desaprobación hacía esta inclusión en el reglamento. Sin embargo, al menos este sábado, la nueva regla quedó grabada en la memoria de cada futbolista y en cada queja de los hinchas de Boca y Racing. Este momento, cargado de significado y cambio, se convertiría en una de las tantas demostraciones del fútbol en evolución.

La noche inolvidable del “Gringo” Ribovics

Por Gustavo Rodríguez López

Terminado el segundo round, el argentino Esteban Ribovics se marcha caminando a su esquina del octágono. Del otro lado, su rival, el mexicano Daniel Zellhuber hace lo mismo, pero solo que antes se quita su bucal, y es rápidamente asistido por su equipo de preparadores. Uno de ellos le quita el sudor y la sangre de la frente, que era notoria. En su nariz, una hinchazón que parece más grande que el propio órgano del olfato. Mientras es atendido, las primeras palabras que salen de la boca de su entrenador son:

  •  “Esta pelea está jodidamente pareja”.

Esteban Ribovics, o como lo apodan en la UFC, “el Gringo”, es parte de la empresa desde agosto del 2022. Oriundo de Tartagal, en la provincia de Salta, con experiencia en artes marciales mixtas desde los 12 años de edad, el sábado tenía la oportunidad de brillar en “La Esfera”, ubicada en Las Vegas, en el evento N°306 de la compañía de MMA más importante de todo el planeta. El evento fue ambientado en el día de la independencia de México. El argentino partía la noche como visitante.

El árbitro da la orden para que los artistas se acomoden en el medio de la jaula. Ambos peleadores, orgullosos del combate realizado hasta el momento, proceden a darse la mano y un abrazo. Los dos guerreros con, su corazón enorme, ya se habían ganado a la gente. Solo faltaba que se decida el ganador de la pelea. Ambos están agotados. Cinco minutos finales, los segundos parecen alargarse. Un respiro más profundo, un movimiento en falso, y saben que la pelea puede acabar en un instante. Nadie parpadea.

Comienza el tercer round. La pelea está igualada. Los dos artistas inmediatamente empiezan a darse golpes y patadas, buscando sobreponerse a su rival para la victoria. Ambos se movían como una tormenta eléctrica, cada golpe chisporroteando con la promesa de un nocaut. El aire, denso, vibra con cada impacto seco de los puños contra la carne, mientras el rugido de la multitud envuelve el octágono como una bestia hambrienta. Dentro de las ocho esquinas parece una jaula viva, encerrando a dos fieras en una batalla primitiva, mientras las luces blancas zumban como depredadores esperando el momento de atacar.

UFC 290: Esteban Ribovics says bad weight cut hurt him, despite win | Transformando seu dia com sonhar com cabelo grande

 

Cincuenta y un segundos dentro del tercer asalto, “el Gringo” se alza al frente y recibe un potente codazo del mexicano que lo hace caer. El golpe llegó sin aviso, directo a la mandíbula. En un abrir y cerrar de ojos, el cuerpo de Esteban Ribovics colapsó como una marioneta a la que le cortaron los hilos. El rugido del público fue ensordecedor. Se escuchan gritos y aplausos desde toda la arena, que con su forma esférica retumba y genera un eco demencial que lo puede escuchar cualquiera que esté pasando por ‘Las Vegas Boulevard’. El primer derribo de la noche. Esta caída lo iba a desfavorecer en las tarjetas de los jueces, por lo que el argentino debe jugarse el todo por el todo para ganar un último round que parece ser el decisivo tras la paridad en los primeros dos. El salteño, tocado, rápidamente se pone de pie.

Un minuto y diez segundos de round, Daniel Zellhuber, midiendo distancia en un jab de izquierda, introduce su pulgar en el ojo derecho del “Gringo”. El árbitro, atento, frena la pelea y procede a retar al chilango. No es la primera advertencia de los dedos en los ojos que recibe en la pelea. El tartagalense, todavía tocado del codazo anterior, se repone de nuevo. Mira hacia la pantalla de la arena. Con una sonrisa en la cara le señala el panel, donde pasaba la repetición de la ilegalidad. Ambos se chocan los guantes. Continúan con su arte.

A falta de tres minutos y 15 segundos de que termine el combate. Esteban Ribovics conecta un enorme volado de derecha que deja visiblemente sentido a su rival. Empezó la cacería. Daniel Zellhuber tambalea, sin sensibilidad en las piernas, retrocede. Trata de huir para ganar tiempo. “El Gringo” lo persigue. Lo golpea con ambas manos. Se arriesga por completo mientras ofrece un espectáculo vibrante que busca alterar la percepción de los jueces. Son infinitos la cantidad de golpes que busca el argentino mientras su contrincante, semidormido, intenta retirarse.

Ribovics lo busca por toda la jaula. Quiere finalizar el combate. El mexicano empieza a caerse solo mientras huye del asedio. Se le dificulta sobrevivir ante una andanada de ladrillos. El argentino está agotado, aun así nada le impide ir hacia adelante, con ganchos al cuerpo y la cara cubiertas de sudor. “Un golpe más. Solo necesito un golpe más”, pensó. Su respiración era un tambor en sus oídos, cada músculo gritaba por descanso, pero no podía detenerse ahora.

Daniel Zellhuber estuvo un minuto completo intentando no caer desmayado a la lona. Los gritos del público empiezan a ser cada vez más fuertes. Toda “La Esfera” explota de forma exuberante de cara a los dos artistas dentro de las ocho esquinas. Parece necesaria la intervención del referí, ya que Zellhuber no contragolpea, aunque sigue con la cabeza en movimiento.

Ninguno afloja. Llueven golpes por doquier. Los cuatro guantes ensangrentados. Las narices abiertas. Los pómulos inflamados. Todos son testigos de la guerra que se está librando dentro de ese octágono. Falta un minuto para que finalice el combate, pero parece que el tiempo se frena y se hace eterno para ambos, que siguen arrojando volados con el fin de finalizar a su rival. Los artistas sacuden sus cabezas cual piñata.

Suena la bocina que da el fin de la pelea. El público salta desaforadamente de sus asientos, pidiendo que Ribovics y Zellhuber peleen toda la noche. Ambos levantan las manos en auge, emocionados con su performance en el octágono. Los latinos se abrazan tras el show que acaban de dar.

Michael Buffer, el anunciador, sube a la jaula, dispuesto a dar el veredicto de los jueces. Los peleadores, delante suya, con el árbitro entre ambos, aguardan el resultado. Con un silencio atroz, se anuncia que el primer juez da 29-28 a favor de Ribovics. El segundo jurado, concreta un puntaje de 29-28 para Zellhuber. El último define la pelea. El público, los combatientes, los entrenadores, suspensos ante el resultado. Con todo el dramatismo, se revela el resultado del último juez.

  • “29-28 para el ganador, por decisión dividida…Esteban “el Gringo” Ribovics”.

El argentino ruge de emoción. Levanta los brazos, sin antes felicitar a su rival, con el que demostró porque a la disciplina se la llama artes marciales mixtas. Esteban Ribovics consiguió la decimocuarta victoria de su carrera, y si su nombre todavía no era famoso, ahora lo conoce el mundo entero.

Esteban Ribovics: Argentina Presente En Noche UFC | UFC

 

Gallardo contra Almirón: un duelo con historia en los cuartos de final

Por Nicolás Ezequiel Soto, Mateo Videla y Ramiro Bartaburu

La serie de River ante Colo-Colo no será una más: no sólo por la importancia que merece un cruce de cuartos de final de Copa Libertadores, sino porque, además, será la primera gran prueba del renovado equipo de Marcelo Gallardo, que ahora cuenta con figuras de calibre internacional, como Marcos Acuña y Germán Pezzella y que, ahora sí, tuvo tiempo de preparar la serie con semanas de antelación e incluso con una mini-pretemporada que el Muñeco comandó en el Hilton de Pilar durante la fecha FIFA.

Y si bien Gallardo tiene una cuota positiva ante los equipos chilenos (tres victorias y un empate) y más aún contra El Cacique en particular (dos victorias en dos encuentros), quien estará al mando del conjunto santiaguino será Jorge Almirón, un entrenador al que el técnico más exitoso en la historia del Millonario aún no pudo eliminar en duelos mano a mano.

Para encontrar el antecedente más cercano entre ambos, hay que remontarse a octubre del 2017 cuando, en las semifinales de la Copa Libertadores de ese mismo año, River enfrentó a Lanús y ganó el partido de ida por 1-0 en El Monumental y, también, comenzó ganando por 2-0 la vuelta en La Fortaleza. Sin embargo, El Granate descontó sobre el final del primer tiempo y luego, en el segundo, anotó tres goles en 23 minutos para dar vuelta la serie y avanzar a la final.

Meses antes, en febrero, Lanús y River, campeones del Torneo Transición y Copa Argentina respectivamente, disputaron la Supercopa Argentina en el Estadio Único de La Plata, encuentro que los del sur del Gran Buenos Aires se llevaron por 3-0 con goles de Lautaro Acosta, Nicolás Pasquini y José Sand y que significó el tercer título de Almirón como entrenador.

No obstante, el cantar es distinto cuando de la liga doméstica se trata, ya que ambos técnicos se enfrentaron tres veces en este tipo de torneos y las tres fueron para el que dirige a los de Núñez: la primera en 2014 por 4-1 frente a Independiente en el Antonio Vespucio Liberti, la última en 2022 por 2-1 ante Lanús en ese mismo estadio y, en el medio, un 3-1 en el Néstor Díaz Pérez por el Torneo Argentino 2016/17.

En cuanto a su recorrido en esta competición previo a la presente instancia, Los Albos se clasificaron a los octavos de final como los peores segundos de la fase de grupos: ganaron un partido, empataron tres y perdieron los restantes. Luego, en octavos, vencieron a Júnior de Barranquilla por 1-0 en Chile y por 2-1 en Colombia.

Por otro lado, el equipo argentino, con Martín Demichelis como entrenador, se clasificó como el mejor primero de la segunda fase: ganó cinco y empató uno. Más adelante, en octavos y ya con Gallardo, se impuso a Talleres de Córdoba por 1-0 en el Mario Alberto Kempes y luego por 3-1 en el Mâs Monumental.

En sus últimos partidos previos al encuentro de ida, River le ganó 4-1 a Atlético Tucumán de local por la fecha 14 de la Liga Profesional, mientras que Colo-Colo viene de perder por 3-0 ante Magallanes por la ida de los cuartos de final de la Copa Chile.

En cuanto a las bajas, el conjunto trasandino no contará con la presencia del volante chileno Vicente Pizarro, quien sufrió la rotura de la mandíbula durante el encuentro ante Bolivia por Eliminatorias en el Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos. Además, fue el autor del gol de la victoria en el encuentro de ida ante Junior de Barranquilla por los octavos de final de la Copa Libertadores. Por su parte, para los visitantes, Rodrigo Aliendro no estará disponible debido a una luxación del hombro izquierdo que le demandará, aproximadamente, dos semanas más de recuperación. 

 

Newman: El Cardenal que quiere tocar el cielo

Por Bautista Comas y Gabriel Iturbe

Newman acrecienta su candidatura para quedarse el torneo del TOP 12 2024, el cual lo encuentra puntero con 68 unidades a falta de tres fechas para la finalización de la clasificación del certamen luego de su categórico triunfo 40-7 frente a Hindú en condición de local.

Con un interminable “Scooby” Gutiérrez Taboada como jefe de operaciones de los XV del bordó, Newman sacó adelante unos primeros minutos engorrosos ante el elefante y goleó con bonus incluido para ver desde lo más alto a los demás clubes una fecha más. 

El Bordó no conoce otra cosa que no sea la victoria hace 12 partidos. No hay rival que no haya conocido el poderío del club de Benavídez el cual está más ilusionado que nunca para obtener su primer título en la máxima categoría del rugby de Buenos Aires. 

De momento su rival sería el SIC (Último campeón), que luego de hacerse del clásico frente al CASI, se mantuvo en la cuarta posición del torneo. Los enfrentamientos entre ambos clubes esta temporada se dividieron uno para cada bando.

  • FECHA 2: NEWMAN 12-35 SIC 
  • FECHA 13: SIC 10-38 NEWMAN 

Siempre le fue esquivo. Sus rivalidades más prolíficas del deporte le recuerdan constantemente que nunca probó el sabor de la gloria en el torneo más importante de la provincia. Tendrá estas tres fechas para ratificar su clasificación a semifinales del TOP 12 y buscar por primera vez un título en la categoría. ¿Podrá El Cardenal sacarse la espina este año?

El Turismo Carretera y Franco Colapinto: crónica desde el corazón del automovilismo nacional

Por Matías Besana

Sergio cerró su baúl y puso primera el martes. Gustavo encendió el motor el viernes. Es sábado. El circuito Rosendo Hernández está repleto. La carrera, que significará la apertura de la Copa de Oro en el Turismo Carretera, es mañana. 

***

-Buenas noches, señorita, saludó desde la ventanilla de su Sprinter 416. 

-Qué tal caballero, va al circuito, no cierto?

-Así es. 

-Adelante, ordenó simpática. 

El peaje Justo Daract (ex gobernador sanluiseño) marca el fin de Córdoba y el inicio de San Luis. Apenas a seis kilómetros del centro de la capital provincial se sitúa un autódromo aún dormido. Son las 5.35 de la madrugada. No es necesario esperar al amanecer para notar que la alegre oficial no era Miss Marple. Una caravana incuantificable de colectivos, casas rodantes y motorhomes descansan inmersos en la oscuridad. Desde el cielo, custodia la luna, brillante. Pronto amanecerá y sonará el despertador que todos quieren escuchar: motores en marcha. 


Finde de TC. Es claro. Significa: fin de semana de TC. Nada más. Es la ley madre del automovilismo nacional. La débil señal que baja desde las sierras contribuye a desobedecerla. Sin embargo, un fenómeno de catorce letras modifica el paradigma: Franco Colapinto, el primer argentino en correr en la Fórmula 1 desde Gastón Mazzacane en la temporada 2001. 

Tímidamente, la Fórmula 2 Nacional comienza con el bochinche. Lejos de la pista, un hombre, sentado en una reposera fatigada, corta una cebolla. Lo acompaña una vieja, pero útil, radio. En minutos, su voz dará la noticia: Colapinto terminó noveno en la clasificación del Gran Premio de Baku. La novedad se esparce con idéntica rapidez a la que corrió el pilarense en Azerbaiyán: Colapinto, noveno. Colapinto, noveno. Colapinto, noveno. De boca en boca y de mensaje en mensaje. No es todo, Alexander Albon, su compañero de equipo en Williams, finalizó décimo.

Con la salida de los autos del TC Pista, segunda categoría, las tribunas fueron llenándose lentamente. Las conversaciones mañaneras, facturas y mate mediante, redundan en un colectivo: “Qué grande Colapinto”. En lo alto de la estructura tubular, de escalones de madera, un padre juega junto a su hijo a identificar modelos y marcas: Ford, Chevrolet, Dodge, Torino o Toyota. El siguiente paso, demandará más tiempo, es vincular la máquina con el piloto. 

Son las 11.15. Llega el momento de los automóviles más veloces del país. Divididos en cuatro grupos, cuarenta y cinco son los corredores anotados, hacen rugir sus motores. “Se me pone la piel de gallina”, se escucha por parte de un hombre mayor, quien no visita un circuito por primera vez, en la tribuna de boxes, polarizada con gorras y remeras de dos deportistas: Mariano Werner (tricampeón con Ford) y Agustín Canapino (tetracampeón con Chevrolet). Muchos otros, optan por el azul profundo de Williams Racing, que es furor. 

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Las respectivas segundas tandas de entrenamientos compiten por la atención del público contra un adversario fuerte: la hora del almuerzo. Las parrillas se prenden para no apagarse más. Carlos y su familia disfruta de asado para ocho. Rodrigo y sus amigos comieron un chivito. En las sobremesas de charla, largas y con tendencia al recuerdo anecdótico, se menciona a Juan María Traverso (fallecido el 11 de mayo). El mismo Rodrigo afirma que Julian Santero (ganador de la etapa regular) se quedará con el título en La Plata, plaza de cierre del torneo. 

La mejor maniobra del día la ejecutó el joven nuevejuliense Santiago Batizcarra, ganador de la pre-final de la F2. Superó al puntero Ignacio Diáz en el primer curvón -donde muchos se despistarán posteriormente- y lideró con comodidad. Luego, el turno de las “clasifica” (clasificación en dialecto fierrero). Completar un giro a máxima velocidad y ser más rápido que los rivales es el objetivo de cada competidor. Jeremías Olmedo se adueñó del título y reafirmó su hegemonía en las series que marcaron el cese de la actividad. 

En el circuito ya no hay autos. Ahora hay personas, muchas de ellas corren, con una única dirección: la calle de boxes. El área más restringida del complejo se abre al público. Los vehículos enfrían su unidad de potencia y los fanáticos aprovechan para capturar fotos. Un adolescente camina con el celular en la mano derecha y con un libro de firmas en la izquierda, espera por Norberto Fontana. El hombre de Arrecifes, con una efímera actuación en la Fórmula 1 (4 GP), es uno de los pilotos que sale desde su carpa para saludar al público. Posa para las selfies, firma autógrafos, y, gentil y humilde, responde preguntas: “El Camaro (aún corre con la Chevy) está ultimando detalles”. Por último, agrega: “¿Un consejo a Colapinto ? Ninguno, si la está rompiendo”. Los seguidores que lo rodean, ahora también lo aplauden. 

“Gracias, Mendocino volador”, dice la larga bandera que coloca la hinchada de Ford, conocida como la Número 4, frente al Mustang de Santero, quien fue el poleman de la Máxima. En grupo, con bombos, trompetas y banderas de la marca del óvalo, coparon y musicalizaron los boxes. Juntos, festejaron la existencia del Turismo Carretera. 

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Se fue el sol. Ni siquiera los equipos con urgencias continúan forzando sus motores. En boxes reina el silencio, solo se escucha el crepitar de las llamas. Las parrillas, las que no se apagaron, se encendieron nuevamente. En el trailer de Santiago Álvarez, ganador de la Carrera de las Estrellas, Sergio Saporito, chofer y cocinero, comienza a levantar el campamento. Partió rumbo al circuito el martes, desde su Ferre natal, y se irá el domingo, último, cuando el show haya terminado. 

La noche es el momento idóneo para recorrer las afueras de la pista. La temperatura, como lo será también el día siguiente, es amigable. Las estrellas brillan y el silencio se roba el protagonismo. La sombra proyectada desde la sierra transmite paz: muchos se duermen temprano, otros muchos, planean no hacerlo. De fogata en fogata, cambia la música. Un grupo, con Fernet preparado, se inclina por Rodrigo (se escuchó mucha tonada cordobesa en la tribuna). Desde un gazebo, suena la Marcha de las Malvinas,un grupo de borrachos a simple vista, la entona con el respeto que se merece. Pocos son los que no cenan carne, menos son los que se van. Cada vez llegan más personas. Será una noche larga. Más larga aún, será la mañana del domingo. Son las 3.42 del último día de la semana. No se escucha a la Mona Jiménez ni al Chaqueño Palavecino: es la calma que antecede a la tormenta. 

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No hay ruido alguno. Son las 7.30. Algunos privilegiados no padecen de ojeras. Mate va y mate viene. Raúl no cree lo que sus ojos contemplan: “Llegue a las 8.00 y estoy abajo”. Las tribunas están llenas. Falta más de una hora para ver salir la primera Fórmula. Nadie se aburre, Juan, Seba, Bauti, todos, adolescentes y adultos, piensan en un tema. El tema es cómo acceder a la más pequeña línea de información. La señal es flaca y está saturada. Por suerte, las radios nunca fallan. Tres, cuatro, quizás diez elegidos tienen imágenes de la carrera, en baja calidad y con tediosas interrupciones, pero es como encontrar agua en el desierto. En el corazón del automovilismo, no existe humano sin interés en Franco Colapinto, quien por ahora se mantiene estable en su posición. En el fondo unos niños juegan al fútbol. Se van formando grupos: Gustavo (Arribeños) y Raúl (Bragado) se conocen en la tribuna. Juntos, entablan relación con un grupo de siete cordobeses. El que encuentra novedades, las dice. Mate a mate, las pantallas ceden contra la realidad. Es el turno de la Fórmula 2. 

De un lado, el semillero. Del otro, océanos de por medio, el referente del automovilismo nacional. Un monoplaza se desbarranca, tras la recta principal. En ese preciso momento, Carlos Sainz (Ferrari) y Sergio Perez (Red Bull) chocan. Pasión a flor de piel. Colapinto se posiciona en zona puntos, es histórico. La radio al oído, pues Brian Massa, finalmente ganador de la carrera,  corta el aire al surcar la recta. Resta una vuelta en Baku, eso marca el teléfono de Raul, probablemente con un mayúsculo retraso. Desde la izquierda de la tribuna de boxes, se corea: “Franco, Franco”. El pilarense concluyó octavo, hazaña.  

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En el ecuador de la mañana, solo interesa el TC. Las tres series (carreras a cinco vueltas) sirvieron de poco: no hubo grandes maniobras y los más rápidos del sábado, Santero y José Manuel Urcera, se aseguraron largar en la primera fila. Canapino, debutante con el Camaro, rompió su motor en el amanecer de la tercera mini prueba. Facundo Ardusso, de Chevrolet, ganó el desafío y largará tercero, un consuelo para los seguidores del “Chivo”, que verán partir a su referente desde el fondo. 

La definición del TC Pista fue una procesión de 20 fotos idénticas. El falcón de Jeremías Olmedo, puntero en la Copa de Plata, dominó sobre su más cercano perseguidor, Diego Azar. En medio, atropelló a una liebre perdida entre las curvas del trazado. El susto no pasó a mayores. La preocupación aumentó cuando una humareda negra salió del Dodge del alberdino Sebastián Salse. Afortunadamente, el conductor no fue rozado por el fuego. 

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El cronograma no da tregua. Mientras Olmedo celebra su triunfo, la interminable hilera del TC saluda al público exhibiendo el potencial de cada motor (Boom, Boom, Boom). Suena el himno y, luego, se retira el auto de seguridad: cuando se apaguen las luces iniciará la acción, con partida en movimiento y parejas a la par. Celulares en alto y cámara encendida para guardar una vuelta de apertura que se esfumó en aproximadamente noventa segundos de cronómetro. 

No es sorpresa, Santero y Urcera son los más veloces. En menor medida, Ardusso.  Valantin Aguirre (sancionado) y Álvarez, salen desde el fondo y animan la carrera con atrevidas maniobras de superación. Entre los diez primeros, solo luchan rueda a rueda Werner y Camry negrp del jovén Andrés Jakos, quien gana el duelo y finaliza octavo. Jeronimo, de 10 años, vino desde Cordoba Capital a ver triunfar al vigente campeón y emblema moderno del Óvalo. No sucede. Su padre lo anima: “Noveno, hoy es un buen resultado”. Él sonríe y no se quita la gorra que luce el número 1 (que usa Werner).

La carrera no promete un final abierto. Los más ansiosos deciden irse al podio, incluso una vuelta antes del cierre. La bandera a cuadros solo la ve Julián Santero, el mendocino voló por el Rosendo Hernández, seguido por Urcera, inalcanzable para el resto, y el tercer escalón es de Ardusso. 

Con el pavimento caliente, el circuito abre sus puertas para la ceremonia de triunfadores. Nuevamente, flamean las banderas de Ford. La Cuatro está de fiesta. Es una celebración, con trofeos y champagne, pero con aroma de anhelo: todo se ha terminado. 

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En la calle de boxes, los equipos desensamblan la estructura de cada vehículo para volver a casa. Pidiendo permiso, llega un Camaro con el número 86. Un niño, uno de los tantos que conocieron por primera vez el ritual del automovilismo argentino, lo reconoce: “Es el de Canapa”. Presumiblemente su corredor favorito, al menos lleva su remera. Canapino abandonó rápidamente por un nuevo falló de motor. Es un deporte cruel. Son contados con los dedos de una mano los que salen felices de un Gran Premio. De todas formas, todos tendrán revancha a fin de mes en Paraná. 

 

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Una carrera termina, únicamente, cuando los inspectores firman la planilla técnica. Urcera, Ardusso y Juan Martín Trucco fueron descalificados. La victoria no se modificó: “El Mendocino Volador” confirmó su noveno éxito. 

 

Volvió Messi, volvió el fútbol

Por Aramís Sturba, Ramiro Bartaburu y Mora Gómez Ferreño 

Tras dos meses de ausencia, Lionel Messi regresó a las canchas luego de haberse lesionado en la final de la Copa América frente a Colombia hace 104 días y esto fue lo que dejó su regreso y lo que vendrá.

Inter Miami venció 3-1 al Philadelphia Union con un doblete de Messi y un gol de Luis Suárez, tras un pase del rosarino, y se ubica primero en la Conferencia Este con 62 puntos.

Los próximos partidos del conjunto de Florida serán en condición de visitante, ya que el miércoles 18/9 viajarán a Atlanta para medirse frente al anterior club del campeón del mundo Thiago Almada, con presente en Botafogo de Brasil, y tres días después enfrentarán al New York FC.

Cuando no estuvo Messi, Inter Miami disputó nueve partidos en la liga local: ganó ocho y perdió tan solo uno. Además, quedó eliminado de la Leagues Cup en los octavos de final a manos del Columbus Crew, torneo en el que era el campeón defensor.

El Inter Miami es el único equipo clasificado hasta el momento a los Playoffs de la MLS Cup, un pasaje que obtuvo el 24/8 en la victoria por 2 a 0 sobre Cincinnati en condición de local con dos tantos del delantero uruguayo Suárez por la Fecha 28. 

La fase regular de la MLS culminará el 19/10 y Las Garzas ya conocen a su rival: el New England Revolution, en lo que será el comienzo de una etapa eliminatoria crucial para los de Miami teniendo en cuenta que nunca pudieron consagrarse a nivel local desde su fundación en 2018.

Lionel Messi alcanzó la cifra de los 27 goles en 29 encuentros disputados con la camiseta del Inter Miami tras su doblete ante el Philadelphia Union y está a solo dos tantos de igualar a otro argentino, Gonzalo Higuaín, como el máximo goleador de la historia del club.

Gustavo Fernández, coronado con bronce

Por Thomas Bazzetta

El tenista paralímpico argentino, Gustavo Fernández, consiguió en estos últimos Juegos Paralímpicos de París 2024 su tan anhelado sueño de ser medallista olímpico. Logró a sus 30 años, tras un extraordinario torneo, un sitio en podio llevándose la medalla de bronce, luego de vencer en el partido por el tercer lugar al español Martín De La Puente, por 6-1 y 6-2.

Gustavo nació en Río Tercero, provincia de Córdoba, y a su año y medio de edad sufrió un infarto medular que lo dejó en estado paralítico de la cintura para abajo. Esto no significó una frontera para él, ya que a sus seis años comenzó a jugar al deporte que lo apasiona: el tenis.

Desde muy joven se destacó en la disciplina que practicaba y así logró mejorar y posicionarse entre los mejores del mundo. En 2017 se consagró en el ranking mundial individual como el número 1.

Su carrera se ve acompañada por un enorme palmarés de títulos, llena de grandes momentos, pero su sueño de ser medallista olímpico es lo que se le venía negando. Ganó 2 Roland Garros, 2 Abiertos de Australia, un Wimbledon y 7 oros Parapanamericanos de manera individual y otros 2 Wimbledon y 1 Roland Garros en dobles.

En estos últimos Juegos llegaba plantado en el pelotón de los grandes favoritos y poco le pesó a la hora de demostrarlo en cada encuentro. Comenzó venciendo en segunda ronda al francés Cattaneo 6-1 y 6-4, en tercera ronda eliminó al chileno Cataldo por 6-0 y 6-1. En cuartos la víctima fue el británico Reid, al cual le ganó 0por 6-0 y 7(7)-6(5). En la semifinal Fernández le ganó al japonés Oda por 6-2 y 7-5 y ya en la final se quedaría con el bronce luego de vencer a De La Puente. 

El gigante que juega en silla de ruedas demostró que nada le podía arrebatar sus ganas y su hambre de victoria.

Diego Martínez y River, un duelo aparte

Por Román Pedersen

El 21 de septiembre a las 16, Diego Martínez dirigirá su tercer Superclásico, será la décima vez que juegue contra River en toda su carrera como entrenador y la sexta ocasión que se cruce con Marcelo Gallardo, director técnico al que más enfrentó. 

El encuentro a desarrollarse en La Bombonera tiene otro factor extra, además del invicto de Boca como local, por ejemplo, y es el historial del entrenador, que nuevamente medirá fuerzas ante el conjunto de Núñez. El último antecedente, cuando la pelota arranque a rodar, habrá sido hace exactamente cinco meses con el duelo entre Xeneizes y Millonarios, en el cual venció el primero por 3 a 2 y borró a su clásico rival en cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional de Fútbol.

Esta significó la tercera victoria para Martínez contra La Banda, equipo integrante de Los 5 Grandes al que más le ganó el entrenador, ya que de los nueve choques ante este club triunfó en tres, empató dos y perdió los cuatro restantes. A pesar de eso, en el apartado goles sigue por debajo en el marcador, porque anotó 10 y recibió 13, con un promedio de 1.1 convertidos por juego y 1.4 recibidos.

Sin embargo, no todos esos encuentros fueron al mando del club de La Ribera, sino que lo hizo con otras cuatro instituciones: Estudiantes de Buenos Aires, Godoy Cruz, Tigre y Huracán. La primera vez que se midió ante River fue con el Pincha de Caseros, en las semifinales de la Copa Argentina de 2019 y en las que quedó eliminado tras caer por 2 a 0.

Ya con los mendocinos tuvo saldo negativo (jugó dos y fue derrotado en ambos), pero la historia se encaminó en el Matador, mejoró con El Globo y llegó a lo más alto junto al elenco azul y oro; aunque un logro importante estuvo en Tigre y en los tres partidos que dirigió ante este contrincante, ya que en uno de ellos lo sacó de la Copa del torneo local en su propia casa, el Estadio Monumental. Allí, festejó con tantos de Mateo Retegui y Facundo Colidio, a quien volverá a ver el 21 de septiembre, pero esta vez desde la vereda de enfrente.

Por su parte, otro reencuentro será el que vivirá con Marcelo Gallardo, entrenador al que más veces se cruzó y con quien tiene mal historial: les tocó verse en cinco ocasiones, de las cuales el Muñeco se adueñó de tres, igualaron en una y la restante fue para Martínez, en el último enfrentamiento entre ambos. Fue en 2022, cuando por el torneo nacional, Huracán, último paso previo al arribo a Boca, venció a su par por 2 a 1 y le cortó una racha de 20 jornadas ganadas de manera consecutiva en su cancha. 

No obstante, el actual director técnico del equipo Xeneize no la tendrá nada fácil, pues afrontará su primer Superclásico ante Gallardo, la persona que más dolores de cabeza le trajo a su presente institución, al punto que en el primer ciclo del entrenador Millonario (2014-2022) le jugaron seis entrenadores y él va a ser el séptimo en enfrentarlo: Rodolfo Arruabarrena, Guillermo Barros Schelotto (el que más lo hizo), Gustavo Alfaro, Miguel Ángel Russo, Sebastián Battaglia y Hugo Ibarra, los anteriores en vivir este duelo. 

Así, el encuentro a realizarse en la decimoquinta fecha del campeonato, será el primero de Martínez recibiendo a River en La Bombonera, pero anteriormente ya le abrió las puertas de sus antiguos clubes y la cosa no salió bien, ya que resultó ser un invitado poco cordial: el Millonario lo visitó en tres ocasiones, de las cuales dos fueron con Tigre y una con Godoy Cruz. La única vez que logró sacarle aunque sea un punto fue con el Matador, el 28 de agosto de 2022, en el empate 1 a 1. Las otras veces, cayó derrotado y no anotó goles.

Llegará golpeado y con invicto descartado

Previo al duelo frente a River, Diego Martínez afrontó un nuevo clásico; esta vez contra Racing y por la fecha 14 de la Liga Profesional de Fútbol. En el Cilindro de Avellaneda, perdió el partido por 2 a 1 y consigo el invicto que mantenía al mando de Boca ante los denominados Grandes, pues, desde su llegada al Xeneize en enero de este año, había disputado cinco encuentros, con cuatro triunfos y un empate ante el Millonario. 

 

Fin a la mala racha de Racing y las remontadas

AVELLANEDA, ARGENTINA - SEPTEMBER 14: Gustavo Costas head coach of Racing Club looks on during a Liga Profesional 2024 match between Racing Club and Boca Juniors at Presidente Peron Stadium on September 14, 2024 in Avellaneda, Argentina. (Photo by Marcelo Endelli/Getty Images)

Por Valentín Cajauskas y Juan Martín Passini

Este sábado, La Academia rompió una seguidilla de 88 partidos sin revertir un resultado desfavorable luego de vencer por 2-1 a Boca. Los responsables de dar vuelta la situación fueron el mediocampista Juan Nardoni y el colombiano Roger Martínez.

Racing transita una actualidad de mucha irregularidad en la que los partidos se le cierran y los resultados pocas veces se revierten. Esto en algunas ocasiones le ha jugado a favor, ya que en los últimos 23 encuentros en los que La Academia comenzó ganando, el marcador se mantuvo, pero por otro lado, el equipo de Avellaneda llevaba 88 partidos sin lograr una remontada. Este sábado, Boca fue la víctima del equipo de Costas, que pudo revertir esta mala racha con los goles de Juan Nardoni y Roger Martínez.

La última vez que Racing había podido resolver una situación desfavorable fue el 22 de febrero de 2023 ante San Martín de Formosa por Copa Argentina, cuando Fernando Gago todavía era el técnico. Por la Liga Profesional de Fútbol, el antecedente más cercano fue el 30 de septiembre de 2022. Ese día el equipo de Fernando Gago estaba disputando la recta final del torneo y revirtió un 1-3 ante Rosario Central con goles de Carlos Alcaraz, Emiliano Vecchio, Maximiliano Romero y Anibal Moreno que anotaría el 4-3.

En el tercer ciclo de Gustavo Costas, Racing varió entre buenas y malas, pero lo que no cambió fue la lista de partidos en los que el equipo comenzó perdiendo y no pudo dar vuelta el resultado.

 

Cuándo fue que Racing no pudo revertir el resultado en el ciclo Costas:

27/01/24 0–1 vs Unión. Copa de la Liga 

17/02/24 0–2 vs Godoy Cruz. Copa de la Liga

05/03/24 0–1 vs Sarmiento. Copa de la Liga

10/03/24 2–4 vs Boca. Copa de la Liga

16/03/24 1–1 vs Defensa y Justicia. Copa de la Liga

02/05/24 1–2 vs Talleres de Escalada. Copa Argentina

09/05/24 1–2 vs Bragantino. Copa Sudamericana

12/05/24 4 – 4 vs Belgrano. Liga Profesional

13/06/24 0 – 2 vs Lanús. Liga Profesional

24/07/24 0 – 1 vs Sarmiento. Liga Profesional

09/08/24 0 – 1 vs Gimnasia. Liga Profesional

01/09/24 0 – 1 vs Atlético Tucumán. Liga Profesional