lunes, septiembre 15, 2025
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Górski, la leyenda polaca

Alejandro Rodríguez Tovar

Decir Kazimierz Górski en Polonia es también decir fútbol. Es que fue un hombre que amó al deporte y a su país por encima de todo y es por eso que es tan recordado en su querida Varsovia, donde murió en 2006 poco después de recibir dos órdenes a mérito por parte de la FIFA y la UEFA, entre tantos otros honores y distinciones que obtuvo.

Nacido en Lviv, actual Ucrania, comenzó allí su carrera como futbolista en el RKS, un club en el que jugaban los empleados ferroviarios.Todo cambió cuando en un partido frente a Pogonia Lwów se convirtió en el jugador promesa de la nación, gracias a su actuación dentro de la cancha. Cuando su carrera parecía que sería la más promisoria de su país, se interpuso la Segunda Guerra Mundial. La ocupación tanto soviética como alemana en Lviv le detuvieron el camino. Aunque en un comienzo los regímenes organizaban torneos y los futbolistas vivían con privilegios, como no hacer colas para comprar víveres, terminaron con cualquier rastro de los primeros clubes para imponer el modelo de deporte soviético.

Górzki se unió al Spartak, club en el que seleccionó a los jugadores y dominó la pequeña liga hasta que los alemanes invadieron el territorio. Con su llegada, prohibieron cualquier tipo de actividad deportiva pública y a pesar de que se jugaban algunos partidos de la liga, los estadios estaban vacíos porque la gente temía ser capturada por el ejército invasor.

En julio de 1944 Ucrania fue desocupada y a pesar del caos y la destrucción la gente quería volver a ver fútbol, por eso el Dynamo le propuso formar parte de sus filas, pero Kazimierz prefirió incorporarse al servicio militar, ya que no quería ser un ciudadano de élite y finalmente abandonó la ciudad.

Aunque su pelotón tenía la intención de llegar a Berlín, Kaziu, como lo apodaban, se quedó en Varsovia para ser uno de los futbolistas del primer club de fútbol militar, el Legia de Varsovia. Cuando terminó la guerra, todos los soldados ucranianos fueron enviados a casa, pero Górski llamó la atención de Henryk Reyman, quien le propuso jugar en la Selección de Polonia. Una lesión lo dejó afuera y solamente pudo disputar un partido como internacional con las Águilas Blancas: un triste 0 – 8 frente a Dinamarca. Así se retiró en 1956 para luego dirigir a las categorías menores sub- 20 de Polonia, al Legia Varsovia y a varios equipos de la primera división polaca, hasta que se hizo cargo de la Selección Mayor en 1970.

Con Kazimierz al mando, Polonia logró la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de 1972 y la medalla de bronce en 1976, además del tercer puesto en el Mundial de Alemania 1974. En 1976 dejó la dirección técnica para dedicarse a la dirigencia, pero dejó un legado de grandes jugadores como Lato y Boniek, entre otros. Se dice que fue el gran gestor de la época dorada del fútbol polaco.

Así vivió Kaziu hasta 2006, entre dirigentes y reconocimientos por su labor. Un cáncer terminó con su vida y con una leyenda para todos los que aman el fútbol en Polonia, pero además dejó su huella para siempre en la selección Rojiblanca y aunque su lugar de nacimiento fue Ucrania, su corazón siempre estuvo en Varsovia y él estará siempre en los corazones de los hinchas del Legia y de todos los polacos.

Szczesny, el atleta del arco

Alejandro Rodríguez Tovar

Durante su estadía en la Academia del Arsenal, Wojciech Szczesny estuvo a punto de retirarse para siempre del mundo del fútbol. La causa: sendas fracturas en sus dos antebrazos. Sin sus dos herramientas de trabajo era muy complicado que pudiera seguir en la élite del club inglés, que sufría el retiro de Jens Lehmann, su arquero titular. Diez años después, el arquero polaco es el elegido para defender el arco bianconero, tras la ida del legendario Gianluigi Buffon, y debutará en una Copa del Mundo con las Águilas Blancas en Rusia.

Wojciech es hijo del histórico Maciej Szczesny, el único jugador campeón de la Liga de Polonia con cuatro equipos distintos. Todo un récord para el exarquero. Sin embargo, la vocación no siempre estuvo clara en los herederos de la familia Szczesny. Jakub, el hermano mayor, se dedicó en su juventud al baile de salón, disciplina en la que llegó a ser el número 6 de toda Polonia. En esa actividad también participó Wojciech, aunque no por mucho tiempo, porque cambiaría la música por las pistas de atletismo. Su altura y la longitud de sus extremidades le permitían destacarse en las diferentes modalidades, sobre todo en el lanzamiento de jabalina. Incluso llegó a participar en unos juegos juveniles que se realizan con deportistas de todos los rincones de Polonia. Hasta 2005 todo era normal para la familia del ex arquero de la Selección de Polonia, hasta que su hija menor, de dos años de edad, falleció y todo cambió dentro del seno del círculo íntimo.

Con 15 años, Wojciech decidió probar suerte con los guantes y se paró bajo los tres palos. Dos pasos fugaces por las categorías formativas de Agrykola y Legia, ambos de Varsovia, fueron sus equipos antes de que Bobby Aarbor lo llevara al Arsenal. Dos años y el suspenso con la fractura de sus dos antebrazos, producto de perder el equilibrio mientras levantaba pesas en el gimnasio, fueron la aventura londinense antes de un prematuro debut con Los Gunners, debido a las lesiones de Manuel Almunia y Lukasz Fabianski, en Old Trafford, ante el Manchester United.

Querido y odiado por los hinchas del Arsenal, terminó su periplo inglés en 2015, cuando Roma lo fichó para ser el titular de la Loba. Su destacado rendimiento durante dos temporadas hizo que el máximo campeón de Italia posara sus ojos en él, y lo fichara, para convertirse en el arquero más caro en la historia del fútbol polaco, ya que la Vecchia Signora desembolsó 12 millones de euros por su pase.

A pesar de ser un gran arquero, Szczesny tuvo varios errores en su carrera que lo marcaron. En sus primeros partidos, una pifia suya le costó la Carling Cup al Arsenal y en la selección es recordado por el error frente a Grecia en el partido inaugural de la Eurocopa, en la que los polacos compartieron como anfitriones con Ucrania. Este es el punto de partida para el guardameta de la Juventus, que con más madurez y experiencia asume la responsabilidad de ser el cerrojo de Polonia en su vuelta a los mundiales tras 12 años de ausencias, y así mandar sus errores al olvido y consolidarse como un arquero de élite, de la talla de Buffon.

Un economista advierte el inicio de un nuevo éxodo de futbolistas

Tomás A. Seré

El dólar cotizaba 19,36 al 30 de enero de este año, cuando Fernando Gaibor firmaba su contrato en Independiente. Al igual que una gran cantidad de jugadores en el fútbol argentino, el ecuatoriano cerraba un acuerdo con una moneda estadounidense fija al precio de la firma, por lo que su salario se devaluó casi un 100 por ciento -en menos de doce meses-. Lo que a simple vista parece una locura, resulta bastante común en los clubes con mayor poderío del país. En un contexto histórico de constante variación económica, las instituciones que manejan sus contratos en la moneda internacional se aseguran rigurosamente de establecer o un dolár inmóvil o un piso máximo. Y, en el caso de que el futbolista no acepte cumplir esa condición, como sucedió con Gustavo Gómez en Boca, es prácticamente imposible que se concrete el acuerdo.

Ante dicho contexto, Daniel Artana, director de la consultora FIEL y parte del equipo de economistas de la Superliga, aseguró: “Con un tipo de cambio más depreciado a los clubes de Primera División se les va a complicar retener a los jugadores de elite. Los sueldos de Europa van a ser mucho más atractivos de los que se van a poder pagar acá”. De este modo, los clubes “grandes”, que hoy tienen entre 13 y 14 jugadores de elite, el año que viene probablemente puedan tener 8 o 9.

-¿Cómo crees que la crisis económica y la devaluación del peso van impactar en los clubes de fútbol?

-No va a ser tan fácil de acá para adelante. Hay que tener en cuenta que en época de crisis la publicidad merma y eso va a generar una gran complicación para generar ingresos. Serán momentos en los que los clubes deberán ser muy cuidadosos con los gastos. Muchos van a tener que vender a valores más bajos, el que compra sabe también que con menos puede hacer mucho más. Se mueve todo para abajo.

-¿Ves a la inversión en inferiores como la salida?

-Creo que armar y trabajar en las inferiores es un gran método. Tener una buena cantera genera la posibilidad de tener jugadores para vender a futuro y, por ende, de producir una ganancia. Las instituciones que lo hicieron han sobrevivido mucho mejor que otras.

-¿Cuánto pensás que esto puede influir en otras actividades que puedan tener los clubes?

-En general, en la mayoría de los casos el grueso de la facturación van ligadas al fútbol. Las otras actividades suelen ser “secundarias” y es el fútbol quien las suele subsidiar. Entonces, si no pueden generar un sustento propio, van a sufrir la situación. Igualmente, hay que tener claro que en época de crisis se recorta un poco de todos lados.

Sin embargo, a pesar de todas las dificultades, Artana no ve a las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) como la única salida posible. “Creo que lo principal es una administración transparente. Las SAD pueden ayudar al tener una especie de control externo, pero también se podría lograr de otro modo”, afirmó. En este sentido, el director de FIEL se mostró convencido en que los clubes de fútbol deben rendir cuentas a los asociados. Administraciones más profesionales que garanticen el orden y la sostenibilidad, con controles estrictos y prevención para no darse cuenta cuando ya es tarde, son, desde su punto de vista, la clave para lograr una solución.

En cuanto a la recuperación económica del fútbol a futuro, Artana explicó que no dependerá pura y exclusivamente de sí mismo. “El futuro de esta fase depende mucho de cómo avance el país. Yo creo que va a costar, todo el 2019 va a ser de transición y esperemos que mejore en el 2020”, sentenció.

Campeón de la vida

Tomás Seré

“Belgrano no es una moda, Belgrano es una pasión”, cantaba el equipo de rugby del Belgrano Athletic Club (BAC) luego de la victoria del domingo frente a Cuba por 40 a 32 y de consagrarse, después de 22 fechas, campeón invicto de la categoría Menores 19 (M19). Según aseguraron varios miembros del plantel, gran parte de este logro se debió al trabajo de Horacio “El Flaqui” Cangueiro, entrenador del grupo que de nacimiento se encuentra en silla de ruedas.

Fue recién en el 2017 cuando, después de estar más de 15 años identificado con la institución y el deporte en particular, Cangueiro se animó a dirigir. “Siempre estuve muy metido en el rugby, pero la parte de entrenar me daba vergüenza”, explicó. Finalmente, Federico Vultan, entrenador principal, lo pudo convencer y comenzó a ir a los entrenamientos. De este modo, quedó específicamente encargado del equipo “B”, aunque el método de trabajo en conjunto lo obligó a ayudar en ambos.

En este sentido, la lesión, que se le generó por una asfixia al momento del parto prematuro, no le provocó injerencia alguna para ejercer su cargo. “Sé que en el fondo no deja de ser raro que yo, estando en silla de ruedas y nunca habiendo disputado un partido, dé indicaciones de cómo debe jugar el equipo. Pero cuando doy las charlas, me siento muy respetado y que me escuchan. No sé qué dirán después en las previas, jaja”, dijo.

De acuerdo con la imagen que Horacio cree que da están sus propios jugadores, que lo respetan mucho en su rol. “Si lo tengo que definir en pocas palabras te digo que es un capo. Muy inteligente de cabeza, no para nunca, siempre a disposición del grupo y sin joderte de más. Sabe mucho, entonces capaz le prestas un poco de mayor atención que al resto”, valoró Theo Blaksley, capitán del plantel. Además, varios jugadores coinciden en que es un técnico que particularmente se luce y emociona en las charlas antes de los partidos.

Cangueiro formó parte de la delegación que acompañó a la M19 en la gira que hizo en enero por Inglaterra, en lo que fue su primer viaje sin su familia. “Al principio capaz que tenía un poco de miedo de ser una molestia para nosotros, pero al revés. Estuvo muy prendido y hasta vino al boliche con el plantel”, recordó Bautista Goapper, uno de los líderes del grupo.

Sin embargo, para Cangueiro el día a día no siempre fue tan fácil como en el club de Belgrano R. “Ya es sabido por todos que uno nace discapacitado, pero la sociedad, con sus acciones y omisiones, te incapacita más o menos”, publicó en Twitter en el 2014, un año antes de recibirse como abogado en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Recién cuando se abrió al mundo universitario y laboral, actualmente trabaja en la UIF (un organismo estatal que lucha contra el lavado de activos), fue que se chocó con esa barrera humana. “Antes creía que todo el mundo iba a estar siempre a mi disposición, porque el club me había demostrado eso. En el BAC nunca fue una barrera que yo esté en silla de ruedas y hay hasta un pacto tácito de querer ayudarme”, aseguró.

La personalidad de Horacio se forjó en su infancia y adolescencia en el club, que fue como el patio de su casa, ya que su casa está literalmente pegada a las instalaciones. Que su padre haya vestido la camiseta de la institución como jugador, fue probablemente lo que lo acercó aún más. Fundamental también, fue el sentido de inclusión que inculca el rugby: “Es un deporte que incluye mucho. Ya lo ves en la variedad que tiene, hay gordos, flacos, rápidos, lentos, y necesitás de todos para formar un gran equipo”, manifestó.

De todos modos, la contención que recibe constantemente el entrenador de la M19 no es algo que se haga por obligación, sino que él se supo ganar. “El cuidado y respeto que se tiene hacia Horacito es algo que surge muy natural. Al igual que su padre, tiene ese fanatismo por el club y siempre colaboró mucho desde distintos lugares, es muy querido como técnico y como persona”, opinó Sebastián Carroll, actual presidente.

El compromiso, uno de los conceptos que Cangueiro más busca transmitirle a sus entrenados, fue una pieza clave en su vida. Con esa línea como guía para el título, sus jugadores entendieron al máximo el mensaje en cada uno de los partidos. A pesar de todas las injustas barreras humanas que debió superar a lo largo de su vida, “El Flaqui” demostró que el esfuerzo siempre paga.

Mariano Andújar: el transmisor del “ADN pincha”

Tomás A. Seré

Cuando se piensan las principales características que debe tener un capitán, probablemente aparezcan en la mente de la mayoría la experiencia y el liderazgo. Y Estudiantes de La Plata las tiene bien cubiertas con su arquero, Mariano Andújar.

Si hay algo que no le falta a quien formó parte de la Selección Argentina en los Mundiales 2010 y 2014, es experiencia. No sólo la obtuvo en lo deportivo, terreno en el que ganó importantes títulos con Estudiantes -como la Copa Libertadores 2009- y disputó competencias europeas con el Napoli y el Catania, sino también en la vida. Es que Andújar realmente pasó por todo. Desde vivir en los monoblocks 1 y 2 de Lugano, donde las drogas y los robos eran moneda corriente -sus amigos, a los que aún visita en la cárcel de Devoto, eran protagonistas como ladrones-, a la tranquilidad de mudarse a un barrio cerrado con su esposa y sus dos hijos.

La personalidad, que en gran medida se forjó en su juventud en Lugano, sus inicios en Yupanqui y después en Huracán, tampoco es un factor que adeude. Dentro de la cancha demostró en varias ocasiones que no duda a la hora de ir al frente por un compañero (hasta llegar al extremo de pelearse “mano a mano” con varios rivales, como pasó en un partido de verano frente a Gimnasia). Esta característica, fundamental para el “ADN pincha”, es justamente una de las que el capitán mayormente intenta transmitirle a la nueva camada, según cuenta Jerónimo Pourtau, tercer arquero del club y reciente campeón con la Selección Argentina Sub20 en el torneo de L´Alcúdia. Pourtau también lo describe como un personaje fuera de la cancha, en parte, debido a los constantes comentarios que le suele hacer a los juveniles en las fotos de Instragam.

Sin embargo, todos los logros obtenidos estuvieron muy lejos del azar o de la suerte. “Su manera de entrenar, la seriedad con la que encara cada ejercicio, su inteligencia y el interesarse en cada detalle lo llevaron a hacer la carrera que hizo. En los arqueros eso es lo que hace las grandes diferencias”, detalla Leandro Cortizo, actual entrenador de arqueros de Estudiantes y para quien es un placer trabajar con un profesional de semejante talla.

No solo sus compañeros y miembros del cuerpo técnico están contentos de compartir plantel con él, sino que también es muy apreciado por los hinchas. “En este momento que Estudiantes está volviendo a ser Estudiantes, es fundamental una personalidad como la suya para contagiar a los pibes. Es un arquerazo. Varios creemos que si hubiera estado en la final del mundo con el Barcelona hubiéramos sido campeones”, narra Marcelo Fortes, quien se describe como un hincha “enfermo” de Estudiantes.

Además de Andújar, el plantel cuenta con otros futbolistas con larga tradición en el club: Rodrigo Braña, Gastón Fernández, Mariano Pavone y Jonathan Schunke son algunos de los ejemplos. A esto hay que sumarle que están dirigidos técnicamente por otro conocido como Leandro Benítez y que el presidente es Juan Sebastián Verón. Cada uno deberá, entonces, aportar su granito de arena para que los nuevos jugadores puedan recuperar el “ADN pincha” y repetir las hazañas de los equipos de Alejandro Sabella u Osvaldo Zubeldía.

Boxeador de oro y promesa argentina

Fernando Bajo

Está parado a la derecha del árbitro vestido de rojo, ya sin los guantes, solo con las vendas blancas que le cubren los puños. Antes de que el anunciador termine de dar a conocer el resultado de la pelea, el joven oriundo de Villaguay, provincia de Entre Ríos, pega un salto con su mano derecha en alto y el puño apretado. Brian Arregui acaba de consagrarse campeón en la categoría welter de boxeo en los Juegos Olímpicos de la Juventud y no puede contener la alegría, salta como un niño arriba del ring.

Luego de esa celebración mezclada de abrazos con los que se cruzan en el camino, baja del cuadrilátero y se dirige hacia una de las tribunas, besa a su hija Briana, recibe el cariño del público que está a su alrededor, se saca fotos, besa la bandera Argentina y posa para los fotógrafos con ella.

Arregui es el menor de cuatro hermanos. Nació el 15 de enero del 2000 y a sus 9 años sufrió, quizás, el nocaut más duro de su vida: falleció su padre Raúl, de quien cuenta que no tiene muchos recuerdos. A esa edad comenzó a boxear, luego de que su madre no lo hubiera dejado empezar ese deporte tiempo atrás, ya que sufría si le pegaban a su hijo.

“Mis primos son boxeadores y los iba a ver. Un día, el más chico de ellos me dijo: ‘Acompañame a entrenar’. No me llamaba la atención la verdad, pero me puse a saltar la soga, me gustó y me dieron ganas de empezar”, afirmó Brian hace un tiempo en una entrevista con Enganche.

Está casado con Paola Pérez, a quién la vio por primera vez en un festival de boxeo, ya que es hija de su entrenador Darío “Chanchito” Pérez, que asegura que antes de ser su suegro ya era importante en su vida. Con Paola tuvieron a Briana el 18 de agosto de 2017.

Con el dinero proveniente de las becas que recibe de su ciudad natal y de Buenos Aires, le manda dinero a su familia, cubre sus gastos personales e invierte una parte del monto para construir la casa para su hija, su mujer y él.

Es el capitán de los Pitbulls (Selección Argentina Juvenil de Boxeo), se autodefine como “picante”. Dice que le gusta ir al frente, aunque igual pide que su papá –a quién lleva tatuado en su cuerpo- y Diosito lo cuiden para que no lo lastimen y su mamá no sufra.

En el pabellón Oceanía que está en el Parque Olímpico de la Juventud frente a la Villa Olímpica, Arregui se metió en la historia grande del boxeo argentino. Venció por un contundente 5-0 al marroquí Yassine Elouarz en tres rounds, se colgó la medalla de oro en Buenos Aires 2018 y se transformó en el tercer púgil argentino en obtener el máximo podio en unos Juegos Olímpicos –en Londres 1948 lo lograron Pascual Pérez en peso mosca y Rafael Iglesias en peso pesado-.

En el fútbol sigue sin ser aceptada la homosexualidad

Fernando Bajo

Hasta hace unas semanas atrás, en India ser homosexual se pagaba con la cárcel o, en algunos casos, con la vida. El 6 de septiembre se aprobó la ley para descriminalizar las relaciones homosexuales, mismo hecho que había sucedido en abril en Trinidad y Tobago.En 2017 un informe de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el Caribe (ILGALAC) afirmó que en 72 países del mundo penalizaban las relaciones entre personas del mismo sexo. Poco a poco parece que las naciones más conservadoras van modificando leyes antiguas y homofóbicas, pero en el fútbol, la homosexualidad sigue siendo un tema tabú y el eje de discriminación más grande desde los inicios de este deporte.

“Me llaman lesbiana porque tengo el pelo largo, y después siguen con otros insultos homófobos. Cuando juego mal, la situación se vuelve insostenible”, afirmó el español Héctor Bellerín, jugador del Arsenal de Inglaterra, a principios de septiembre, en una entrevista con el diario inglés The Times. A pesar de que en Inglaterra la homosexualidad es legal desde 1967, Bellerín, 51 años después, es discriminado por su apariencia y no es el único futbolista que jugó en aquel país que lo ha padecido. El delantero Justin Fashanu en 1990 en una entrevista con el diario The Sun confesó que era gay. Varios años antes de su declaración, por rumores sobre su orientación sexual, había sido separado del plantel del Nottingham Forest. En 1998 un joven denunció que el inglés había abusado de él sexualmente y Fashanu decidió suicidarse. Tiempo después se confirmó que las acusaciones eran falsas. El día del nacimiento del exdelantero, el 19 de febrero, se celebra el Día Internacional contra la Homofobia en el Fútbol, debido a que fue el primer futbolista profesional en decir públicamente que era gay.

A diferencia de Inglaterra, en Argentina, la homosexualidad nunca fue considerada un delito por el Código Penal que rige desde 1921. Sin embargo, a pesar de que la sociedad ha evolucionado con el paso del tiempo, la discriminación hacia los homosexuales, sobre todo en el fútbol, aún existe. En las tribunas argentinas la palabra “puto” aparece en todas las canciones, como muestra el comediante Peter Capussoto en sus videos “Canciones de rock adaptadas al fútbol”.

Ningún jugador, de los 26 equipos que actualmente conforman la primera división del fútbol argentino, declaró públicamente ser homosexual. De hecho, Estados Unidos es el único país en el que, en la máxima categoría, juegan futbolistas que han expresado ser gays. El primero de ellos fue Robbie Rogers, que lo afirmó en 2013 cuando jugaba en Inglaterra, luego dejó por cinco meses la actividad. Sin embargo, ese mismo año retornó a su país natal y firmó contrato con Los Angeles Galaxy, donde juega actualmente. Martin Collin, jugador del Minnesota United, es el otro estadounidense que este año, a través de una publicación en Instagram, contó cuál es su orientación sexual.

Mientras tanto, en Argentina la comunidad LGBT+ (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales), intenta generar conciencia sobre este tema en el fútbol. En 2007 el equipo argentino homosexual, Los Dogos, se consagró campeón del Campeonato Mundial Gay y, en 2017, el conjunto Selección Argentina de Futbolistas Gays (SAFG) logró el título en el torneo World Out Games. “En Argentina no hay un lugar natural para la homosexualidad, mucho menos en el fútbol. Existe en todos niveles del deporte, pero no es aceptado”, declaró a Infobae Cristian Pare, capitán del SAFG.

“El fútbol es un lugar opresor. Que un chico no llegue a jugar por su condición sexual es muy triste. La cultura del fútbol es la más machista que existe y está generada así: el que da es el que goza, el que recibe es el que pierde y perder está mal. Tiene que ver con la cultura de la victoria. El que es gay en la cultura del fútbol no es un ganador y en el fútbol hay que ser ganador”, afirmó Ignacio Bogino, futbolista de Brown de Adrogué, hace unos días en una entrevista con Enganche.

Quizás es el momento para que los que día a día conforman el mundo del fútbol empiecen a escuchar a algunos protagonistas de este deporte y comiencen a erradicar este tipo de discriminación del siglo pasado.

¿Cómo encarar un Mundial de fútbol?

Iván Lorenz @Ivanlorenz_ Germán Leandro @GeermanLeandro

Fernando Signorini, quien fue preparador físico de Diego Armando Maradona y Lionel Messi, piensa que “lo más importante es disponer de tiempo para ensayar la idea, que es lo que no tienen actualmente las selecciones, fundamentalmente en Sudamérica”. Los clubes no ceden a sus jugadores. Hay semanas en las cuales los equipos disputan tres partidos por tres competiciones distintas.

Para el Profe, como lo llamaba Maradona, la falta de tiempo exige aún más a los futbolistas porque se le demandan respuestas de maduración que antes tenían muchos más lapsos de entrenamiento y que actualmente se demandan de un día para el otro.

“Menotti estuvo cuatro meses concentrado en la fundación Salvatori para preparar el Mundial ´78. En el ´86 estuvimos 44 días antes en el predio del América en México. Con Diego (Maradona) estuvimos nueve días antes en Pretoria. Cada vez los tiempos se van apretando más”, agrega Signorini.

Oscar Alberto Ortiz, wing campeón del mundo en 1978, asegura que la clave que tuvo a favor el cuerpo técnico encabezado por César Luis Menotti en su etapa de selección fue que “la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) pedía a los clubes que cedieran a los jugadores en la semana para entrenar con la Selección”. El Negro cuenta que gracias a esa medida podían entrenar de lunes a viernes y finalmente jugar para los clubes el domingo. Esa era la forma que tenía el técnico de trabajar con cada uno de los jugadores.

“Alemania y España obtienen títulos hoy en día porque los jugadores en su mayoría ya están en el país y nuestra Selección se reúne solo tres o cuatro días antes para preparar el partido”, añade Ortíz.

Signorini coincide: “España ganó en Sudáfrica con siete jugadores del Barcelona y Alemania en Brasil con siete del Bayern de Múnich. No es casualidad. El hecho de que Argentina tenga un gaucho de cada pueblo lo hace más complicado. Si uno tuviese la oportunidad de tener siete jugadores de un equipo de acá, otro gallo cantaría”.

Otro factor importante, para el Negro Ortiz, es que el jugador sepa con mucha anticipación si va a participar en la Copa del Mundo. “Yo ya sabía que iba al Mundial casi un año antes”, dice. “Podía haber algún cambio más pero éramos los mismos 25 que trabajábamos siempre y sabíamos qué tres iban a quedar afuera. Al final fueron (Víctor) Bottaniz, (Humberto) Bravo y Diego Maradona. ¿Sabés lo que vale para el jugador que el técnico le diga “métale que usted va a jugar”? El entrenador no debe avisar sobre la hora”. Ortiz fue titular en la final del Mundial de Argentina.

Enrique Salvador Chazarreta confirma las palabras de Ortiz. El volante chaqueño, figura en San Lorenzo de Almagro, fue titular del seleccionado durante 1973, en las Eliminatorias para el Mundial de Alemania 1974. Omar Sívori, quien conducía al equipo, lo tenía entre sus preferidos y Chazarreta estaba conforme con cómo lo preparaba el entrenador para el Campeonato del Mundo: “Sívori hacía un trabajo muy bueno, trabajábamos mucho la técnica sin descuidar el físico que siempre vino bien, pero a dos meses del Mundial se fue y nunca supimos por qué”.

Sin embargo a diferencia de la de Ortiz, la experiencia del chaqueño no fue grata. En 1973 la AFA se encontraba intervenida. Tras la ida de Sívori armaron rápidamente un equipo de trabajo. Chazarreta fue convocado por el trío dirigencial compuesto por Vladislao Cap, José Varacka y Víctor Rodríguez. No obstante el cambio fue perjudicial para el volante: “Ese trío técnico hizo todo mal en el Mundial. Entrenaban solamente los titulares y los suplentes jugábamos tenis-balón a un costado. Jugué solo tres minutos frente a Italia, de haber sabido que iba a ser dejado de lado me hubiera quedado jugando para San Lorenzo”.

Mantener un entrenador también es un factor que resulta fundamental a la hora de preparar a un futbolista para un Mundial.“El conocimiento de la táctica y el uso de la técnica están ligados tan estrechamente a la preparación del jugador como el entrenamiento de exigencia física”, dice Signorini.“Para compartir y conocer la táctica y la idea en conjunto, un grupo de jugadores necesita compartir cierta cantidad de entrenamientos”.

Las condiciones no parecieran estar dadas en la actualidad para que el seleccionado pase por una preparación como la vivieron Chazarreta y Ortiz o para implementar las ideas de Signorini. Pero entonces, ¿cómo se prepara hoy a un futbolista para el Mundial?

Signorini reflexiona y comenta que lo prepararía como hicieron él y Maradona en el Mundial Sudáfrica 2010: “Les propusimos dos turnos diarios de entrenamiento. El primer turno de la mañana era optativo y tenía tres opciones: estar con los kinesiólogos, gimnasio o campo. Yo te transfiero la autoridad porque nadie es mejor que vos para saber en qué momento estás y lo que tenés que hacer para llegar de la mejor manera. Un entrenamiento por día sería responsabilidad de ellos. La tarde es obligatorio porque es fútbol con el técnico y tiene que forjar la idea”.

Los futbolistas y los entrenadores tienen que tener en mente, para el Profe, que el Mundial no son nada más que siete partidos. En un principio son tres. Signorini afirma esto porque para que sean siete hay que pasar los tres primeros. Para lograrlo, el preparador físico, sostiene:“Es fundamental estar muy bien desde el inicio. Es un juego en conjunto. A lo mejor hay un jugador que no está muy bien y hay otro que tampoco pero que tienen un gran entendimiento entre ellos. Aunque el jugador no esté bien físicamente, no es la prioridad”.

A lo largo del tiempo el físico tomó mucha importancia. El futbolista hoy primero es atleta. Signorini menciona el caso del velocista Jamaiquino Usain Bolt que se entrenó con el Borussia Dortmund y expresó sus deseos de ser futbolista.

Para el preparador, hoy se le da mucha importancia a lo físico y perdió relevancia el juego. Al Profe no le parece que la cumbre que debe desarrollar un futbolista sea aumentar su velocidad o la fuerza o buscar saltar más alto.

El secreto, a la hora de preparar un futbolista, está en “ir descubriendo los misterios del juego y traducirlos en conceptos que los ayuden a solucionar la mayor cantidad de situaciones a favor de la eficacia en cualquier momento del partido y en cualquier lugar del terreno”.

Ataja Caballero

Iván Lorenz, Tatiana Milani y Lucila Coccia

Le digo al portero que abra, así termino de armar el mate”, avisó Gabriela Caballero. Subió las escaleras para dirigirse al quincho, abrigada por el frío. Puso en calor el aire acondicionado antes de empezar a cebar, lo que provocaría durante la charla que se sonrojen sus mejillas. No quería pasar frío. Una vez acomodada, agarró el termo y comenzó el ritual. Convidó la primera tanda, no sin antes avisar que era amargo. Probó lo que había hecho, tomó aire y empezó el partido.

-¿Cómo empezaste a jugar?

-Empecé en la facultad a los 21 años. Siempre hice vóley. De golpe me dí cuenta de que era un deporte que me salía, pero no me apasionaba. Tampoco me esforzaba por mejorar, era una rutina. Surgió la posibilidad de cargar una actividad más a la facultad: era fútbol y dije: Bueno, vamos. En la facultad y los torneos interfacultades siempre llegábamos hasta los nacionales. La aventura fue un año. Al otro, yo estaba por recibirme con el título intermedio de acompañante terapéutico y pensé: ¿Por qué no ir a probarme?. Tenía mucha continuidad en la disciplina porque jugaba en la facultad y en un montón de torneos en mi ciudad. Me pasa eso con las cosas, me pregunto por qué no. Si las intento después no tengo nada que recriminarme. Me vine acá y me probé en un club de Primera que justo necesitaba arquera: Huracán. Ahí arranqué.

-¿Qué tan difícil fue tomar la decisión de venirse a Buenos Aires a hacer deporte?

-Nada. Tengo unos papás que nos dieron alas para volar y nunca hubo un no por respuesta. Nunca los senté. Tenía todo el plan armado en la cabeza y se los conté. Me quería especializar en deporte. Me interesaba muchísimo la psicología deportiva porque en Entre Ríos conocí a Marcelo Roffé y sus libros. Yo sabía que necesitaba ese tipo de pantalla. Meterme en el fútbol para también empezar a hacer ciertos contactos porque sino ¿De qué manera me puedo insertar en los clubes?. Me dijeron que sí. Mi papá fue el único que me dijo Bueno pero tus carreras las terminás. Considero que las terminé porque en psicología estoy con la tesis en trámite.

-¿De qué se trata tu tesis?

-Se llama “Creencias en torno a la práctica de fútbol femenino”. Lo hice basado en el equipo que estaba en su momento. Justo a punto de terminar la carrera cuando estaba atravesando eso. ¿Por qué no expresar eso que me pasa? Es lo que yo quiero reflejar. Cómo surge y qué piensan ellas mismas de practicar este deporte. Por qué y cómo tiene que ver una familia que siempre apoyó, se desunió de los prejuicios y la apoyaron en lo que a su hija le gustaba. Qué las hace mantenerse en su disciplina en la que, me di cuenta, somos mujeres distintas. Cómo cada una de las mujeres hace cosas que antes no. Creo que toda mujer en algún punto pasa por ese proceso. Era un ámbito impensado.

-¿Qué tiene que tener esa mujer distinta?

-Coraje y que no le importe absolutamente nada. Realmente las que jugamos al fútbol no lo sufrimos, no lo vivimos como una necesidad de protesta y que el otro vea. Lo vivimos relajadas. Ahora surge que le ponen como título feminismo. Solamente tiene que ver con que nos gusta algo distinto. Tiene que ver con aceptar la diferencia.

-Entonces, ¿primero surgió la idea de qué estudiar y después llegó el fútbol?

-A mí psicología me gusta desde siempre. Desde los 10 años. Es muy loco que una nena de 10 años te diga que quiere ser psicóloga. Tal vez tiene que ver con mi vida. De chiquita estuve muy ligada al papel de los psicólogos porque cuando enfermé de bulimia y anorexia hice un tratamiento en Paraná. Se ve que me ayudaron y marcaron algunas cosas que hicieron que me gustase.

-¿Cómo veía el deporte esa chica de 10 años?

-Esa chica de 10 años estaba peleada con el deporte. Tenía muchos problemas de alimentación, mucho sobrepeso y un desorden alimenticio importante. Lo que menos hubiese pensado era que el deporte podía llegar a salvar vidas como hoy por hoy les pasa a los adolescentes. Muchos escapan a las tentaciones, a las cosas malas que puede tener la sociedad. Pasó mucho tiempo para decir me gusta esto. Hasta que tuve mi alta. Ahí recién me pude replantear las cosas que quería hacer y permitírmelo. Era muy vergonzosa, distinta a lo que soy ahora. También tenía que ver con la enfermedad. Una enfermedad que te mete mucho para adentro, te hace pensar que todo el mundo te está observando, que te van a discriminar.

-¿Qué bien te hizo meterte con el deporte para la salida de esas enfermedades?

-Hay unas cuestiones de personalidad y genética que son innegables. Uno tiene que luchar a diario toda su vida. Ando con preocupaciones y pareciera que tengo la necesidad de comer como solución rápida. Hoy, que tengo una disciplina en cuanto al deporte, me ayuda a estar más concientizada. Como mejor y tengo nutricionista deportiva. Es lo que llaman los psicólogos deportivos como entrenamiento invisible. Es la buena alimentación y el buen descanso. Encerrarme en un deporte y tomarlo como profesional, aunque en Argentina no lo sea, me ayudó. Sé que me tengo que cuidar porque juego o entreno. Tengo una tendencia ansiógena, a que cuando me desequilibrio con las comidas puedo engordar. Adquirí el autoconocimiento. Hasta el día en que deje de jugar al fútbol voy a tener que seguir haciendo actividad física para poder tener una mejor calidad de vida. No es todo una cuestión numérica.

-¿Cómo ves el deporte desde el punto de vista de la psicología? ¿Y desde el punto de vista del hincha?

-Desde que se empezó a utilizar la psicología para los deportes se descubrió que se puede mejorar el rendimiento del jugador muchísimo más. Se dejó de pensar solo en aptitudes físicas. Tiene que haber preparación psicológica. Van de la mano. Como hincha solo me pongo la camiseta en dos momentos: cuando juega mi hermano y la Selección. Yo me pongo la camiseta de mi equipo solamente para el momento que la tengo que defender y después trato de desconectar. No tuve ese enamoramiento de jugar en equis lugar, como tampoco anhelo jugar en equis lugar. Yo por ser hincha de Boca no me muero por jugar ahí.

-Desde lado de la psicología ¿cómo ves el puesto de arquero?

-El puesto de arquero es muy distinto al de un jugador de campo, tiene que tener muchas más fortalezas que un jugador. El jugador se equivoca y tiene al otro que te sigue atrás para que muchas veces retracte tu equivocación. Tiene la posibilidad de perder la pelota y recuperarla. El arquero donde perdió la pelota, terminó dentro del arco, pierde un partido y se siente responsable cuando jugó con 10 personas más. Necesita mucho trabajo psicológico, seguridad, confianza, hablarse a sí mismo con diálogos positivos. Es distinto desde lo mental. Por eso sería muy importante que todos puedan tener un psicólogo que lo ayude y dar con ese profesional con empatía. Para entender y levantarse rápido. Esa es la característica del arquero: saber que siempre tiene que seguir mejorando.

-¿Siempre jugaste de arquera o te probaste en otro?

-Siempre. Yo antes decía que era muy mala con los pies y que solo podía estar en este puesto. Tenía ese prejuicio conmigo misma. Ahora se está viviendo esa necesidad de que el arquero sea un jugador más. A diario lo trabajo porque me cuesta un montón, pero veo que voy incorporando esa seguridad de ofrecerme como pase, de decirle a mis compañeras jueguen conmigo. En las mujeres cuesta mucho más. Si hubiese arrancado desde chica, hasta el saque me habría salido mejor. Hoy por hoy hacemos lo que podemos y de la mejor manera. No hay límites ni en lo psíquico, ni en lo físico, pero requiere de tiempo. Por eso la necesidad de la profesionalización, sino te sentís como estancada en las posibilidades que te brindan, en los recursos.

-El jueves se van a Rusia a ver a tu hermano, ¿cómo recibieron la noticia de la citación?

-Fue raro porque estábamos todos separados, mi mamá estaba en Londres, papá en Entre Ríos y yo acá trabajando. Cuando tengo pacientes no uso el celular. Sabiendo que mi hermano llegaba ese día a entrenar con la Selección y que me había dicho que a la tarde venía a tomar unos mates, dejé que ahí que fluya la emoción. Cuando llegó, el portero abrió la puerta y yo fui corriendo a abrazarlo. Fue re lindo, pero cuando estábamos juntos. Estamos tan acostumbrados a estar separados, que esa semana cuando estuvo acá yo estaba feliz. Era más la felicidad de que estaba acá en la Argentina.

-¿Tienen algún cartel o algo especial para llevar a Rusia?

-Hay una bandera que tiene una historia. Cuando él estuvo en el mundial sub 20, que se hizo acá, en Argentina, arrancó como suplente de Germán Lux. De golpe, se gana la titularidad en la semifinal. Sin embargo la bandera estuvo siempre, todos los partidos colgada. La bandera decía: “Willy, Santa Elena presente”. El día que se dió la lista de los 23 lo llamé a papá y le dije:mandás a hacer la misma bandera. Al final hicieron una con lo mismo, pero más moderna. Hicimos un montón de fotos para que el pueblo también se sienta que es parte, los llevamos al entrenamiento en la cancha de Huracán y a la de Boca. En pleno himno levantamos la bandera.

Gabriela rodeó el mate con las dos manos. El calor reconforta. Quizás es una sensación similar a la que siente cuando habla sobre su familia. Una sensación que se ve reflejada en sus ojos y en sus labios. En sus anulares se pueden distinguir dos tatuajes. En el de la mano derecha, se ve en cursiva el nombre de su padre, Carlos, con quien viajará para disfrutar el Mundial. En el otro, el de la mano izquierda, se puede leer Willy, quien posiblemente los esté esperando, en la otra punta del globo para escucharlos gritar su nombre en su primera participación en una Copa del Mundo.

Animé, realidad en Japón

Iván Lorenz @Ivanlorenz_

Ni Shinji Kagawa es Oliver Atom, ni Keisuke Honda es Steve Hyuga. Quizás eso querrían los japoneses con tal de ver a su Selección de fútbol coronándose campeona del mundo.

Es posible que los personajes creados por Yoichi Takahashi sean más recordados que figuras del fútbol japonés como Kunishige Kamamoto, el goleador histórico de los nipones.

Los regates de Oliver recorrieron el mundo. Chicos de todos los rincones imitaron e imitan a los Supercampeones, sus disparos increíbles. El animé difunde la cultura japonesa. Al ver los ojos de los personajes, donde residen todas sus emociones, donde se reflejan todos sus sentimientos, uno encuentra a los japoneses. Animé, Japón. Japón, animé. Una identidad.

Parafraseando un poco, suele decirse que alguien es producto de las cosas que elige. Hoy resuena mucho la palabra deconstrucción, volver a construirse. La cultura define a un grupo de personas y da lugar a las no tan queridas generalizaciones. Son construcciones. Bloque a bloque se edifica una realidad en la cabeza de las personas, estereotipos.

El animé refleja un aspecto, cuestionado hoy en todo el mundo, sobre la sociedad japonesa: el machismo.

El animé es la forma de nombrar a los dibujos animados japoneses. A su vez, se encuentran divididos en géneros de acuerdo al público que quieran atraer. La mayoría de ellos, con objetivo de venta, presenta mujeres estereotipadas con enormes pechos, glúteos apolíneos. Oppai es la palabra elegida para referirse a los enormes senos y sus rebotes al caminar. Las mujeres realizan tareas de la casa, el hombre trabaja. El sexo, genera incomodidad.

La sexualización de la mujer alcanza la realidad. En algunos bares de Japón, los Maid Café, las camareras se disfrazan emulando a las chicas de anime -polleras cortas, ropa entallada y de sirvienta- para atender a los clientes, masculinos, obvio. En el animé son conocidas como las Maid, que llaman “amos” a sus consumidores. ¿Animé o realidad? Identidad.

Estructuras. Si bien las categorías son muchas, se pueden agrupar en tres tipos de públicos: jóvenes, adolescentes y adultos, habiendo para cada uno de ellos animés dirigidos para las mujeres y para los hombres. Todas englobadas por la sexualización de la mujer. Es raro verlas despeinadas. Es raro que tengan exceso de peso. Es raro que no tengan curvas que se destaquen. Es aún más raro que los hombres no estén todo el tiempo dando cuenta de sus características o sintiéndose incómodos al ver piel descubierta que les resulta desconocido, casi un tabú.

El Shunga, traducido como imágenes de primavera, es un género visual japonés que trata temas sexuales. De aquí se desprenden dos géneros del animé: el Ecchi y el Hentai. El primer caso representa escenas sexuales con objeto humorístico. Por ejemplo, situaciones que generan incomodidades en la mujer, a la cual se le desabrocha un botón de la camisa y queda expuesto su corpiño, sus oppais. A los ojos japoneses es diversión, mientras que los personajes se sonrojan dentro del dibujo.

Por otro lado el Hentai se refiere a pornografía anime. Poco importa hacer hincapié en un género que pertenece a otro donde la mujer está sumamente objetivizada como en el porno.

El animé no deja a las mujeres de lado. El Shojo es un género orientado a las chicas jóvenes que, por lo general, es romántico. Son tenidas en cuenta, además, cuando una es objetivo de un grupo de hombres, que es lo que ocurre en el género Harem Inverso. ¿Inverso? El derecho es el Harem, en el cual un grupo de mujeres se encuentra seducido por un hombre considerado promedio para los nipones, sin muchas cualidades destacables. Por lo general cada mujer no pareciera ser inteligente, incluso se presentan como distintos tipos ideales: la del buen humor, la chica misteriosa y que nunca falte la de las tetas grandes.

Estructuras. También se construye a los varones, a través del género Shounen. En él se representan muchas peleas y batallas, no hay lugar para el romanticismo. Son conocidos Dragon Ball, Naruto y Pokémon. No es raro encontrar a un personaje pervertido en cada uno de ellos: el Maestro Roshi, el Maestro Jiraiya y Brock.

Sin ir más lejos, en los primeros capítulos de Dragon Ball, es el Maestro Roshi quien pide favores -extorsivos- a Bulma -pechos grandes, rostro bonito- para ayudar a Gokú, el protagonista. La muchacha se exhibe para que el viejo colabore. Reiteradas veces se ve al anciano largar chorros de sangre de la nariz, producto de la excitación que le generan las chicas más jóvenes que él. Brock, en Pokémon, no se aburre de piropear mujeres que por lo general lo rechazan. Jiraiya, le pide a Naruto, el protagonista, que lo acompañe a los baños termales, donde el maestro aprovecha para observar mujeres desnudas o bien es despistado por su aprendiz, cuando utiliza su jutsu-sexy: transformarse en una mujer desnuda.

Hay un género que hace más ruido aún. Tanto ruido que llevó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a manifestarse en contra de la sexualización en el animé, en especial, en contra de las Lolis. ¿Qué son las Lolis o el género Lolicon? Nenas pequeñas sexualizadas, o más grandes pero de aspecto infantil, donde se las relaciona con adultos. El pedido de prohibición de ONU llegó cuando en 2014 se aprobó la Ley Anti-Pornografía Infantil en Japón, que excluía a la producida en animé dado que los autores y las editoriales lo tomaron como censura hacia sus obras artísticas, a lo que se le suma también, la forma que tienen de vender su arte. Japón, no paró de producir.

Estructuras. Una construcción que deja al descubierto una sociedad bañada en machismo. Una sociedad patriarcal donde el sexo es casi tabú pero tomado con humor en los dibujos animados. La atracción y el goce de lo prohibido. Donde el arte utiliza a la mujer para ser vendida. Un anime que se clasifica de acuerdo a gustos establecidos para cada género y para cada edad. Un tipo de varón, un tipo de mujer. Sin embargo, de gustos no hay nada escrito.