sábado, diciembre 28, 2024
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Luka Modric: la historia de un refugiado

Daniela Simón @DanielaaSimon

Croacia llegó a la final de la Copa del Mundo y pasó de ser una joven nación, a una experimentada selección mundialista con signos de madures. Una selección que tiene figuras, tiene equipo, pero que también tiene pocos años, y rasguña las tres décadas. Luka Modric es su capitán, máximo exponente y candidato a quedarse con el galardón de mejor jugador de la cita. Sin embargo, su vida es más que fútbol y golazos, también fue dolor y tormento.

El capitán es de un rostro expresivo por demás y un semblante de una película ambientada en los años 80, como si de fondo, leve como la brisa, se pudiera escuchar una canción de los Beatles. Dentro de la cancha, una vincha siempre le contiene el pelo, al que recorta para mantenerlo. Tímido y tranquilo. Luka Modric es ese, al que le encuentran un parecido a Johan Cruyff; el que hace fácil al fútbol en el Santiago Bernabéu, en Croacia y en Rusia; el que su memoria fue atravesada por la historia de su país.

Luka nació en el otoño de Zaton Obrovacki, una aldea cercana al cordón montañoso Velebit.

Cuando Croacia, una república con una cantidad significativa de serbios en su territorio, intentó separarse de Yugoslvia en 1991, el presidente serbio Slobodan Milosevic envió al ejército a proteger sus intereses y comenzó una guerra civil que culminó recién cuatro años después. Durante esta Guerra de la Independencia de Croacia, Obrovacki fue bombardeado por el ejército popular yugoslavo y las milicias serbias. Por esa época, el pequeño Modric cumplía siete años.

En diciembre, su abuelo y seis civiles croatas, a los que consideraron rebeldes, fueron ejecutados a manos de oficiales serbios. De inmediato, junto a su familia, Luka escapó del lugar que lo había visto nacer. Huyó del horror y las balas para sobrevivir, e innumerables veces cambió de pueblo y refugio.

Para que el pequeño Modric se distrajera del contexto en el que vivía, su padre le dio una pelota. Quizás así encontraría la libertad que había perdido y dejaba a su mente volar. El fútbol se convirtió así en su antídoto narcótico ante la balacera y las bombas.

En el epílogo del enfrentamiento bélico, mientras Luka estaba en un centro de refugiados, un captador descubre la magia y el talento que el benjamín desplegaba todos los días en el estacionamiento del Hotel Kolovare, en Zadar, una ciudad de la costa de Dalmacia. Sin embargo, la vida le depararía más obstáculos que sortear. Su capacidad de juego no era suficiente, la baja estatura y su delgada contextura física le jugaban una mala pasada, y fue rechazado en varios clubes. Con 16 cumpleaños encima, llegó al Dinamo Zagreb y lo que sigue ya es historia conocida: Tottenham y Real Madrid.

De seguro, cuando Modric se abrazó junto a sus compañeros y alzó los brazos en altos frente a los hinchas croatas, por su mente pasaron las instantáneas de los momentos más difíciles que debió atravesar. Imágenes y recuerdos de un pasado a los que frente a una cámara televisiva se niega a hablar, pero que han dejado heridas y esquirlas que se marcan a fuego en las entrañas.

“La guerra me hizo más fuerte. Fueron tiempos durísimos para mí y para mi familia. No quiero arrastrar ese tema para siempre, pero tampoco me quiero olvidar de ello. Ahora tengo la sensación de que estoy listo para cualquier cosa”.

Foto: FIFA

British Ladies FC, no apto para hombres

Iván Lorenz @Ivanlorenz_

El Siglo XIX cerraba sus puertas. Una época donde la mujer no era protagonista. Más bien, personaje secundario dependiente del hombre. Meras progenitoras. Cosas, la palabra correcta. El género femenino era cosificado. La posesión de útero las convertía en objeto.Una sociedad patriarcal donde también debían luchar contra mujeres que no creían estar en condiciones inferiores y aceptaban el rol social que les había tocado.

¿Qué se podía esperar entonces de la participación de mujeres en el fútbol? Únicamente por lazos matrimoniales. Encuentros esporádicos entre casadas. Casadas contra solteras. Solteras contra casadas. Hay aún más. Año 1894. Profesionales de la medicina pidieron que ni las mujeres, ni las niñas practicasen el balompié. Ese mismo año, Honeyball publicó un anuncio en el medio británico ilustrado llamado Daily Graphic, en el que invitaba a mujeres jóvenes a formar parte del British Ladies Football Club.

La creación del club tuvo como principal objetivo mostrar que las mujeres no eran meramente ornamentación, ni seres inútiles. Ellas también podían jugar al fútbol, ese deporte creado por los ingleses que parecía ser únicamente para hombres. Era un juego brusco y de ninguna manera una dama podía tener fortaleza física. Era un juego mental y una mujer no podía darse el lujo de pensar. Una mujer, no podía ensuciar sus prendas en un juego. Nettie soñaba en aquel entonces con ver a mujeres sentadas en las mesas de debates, ocupando cargos políticos en el Parlamento. Buscó en el fútbol una forma de romper con las desigualdades.

Cerca del aquel entonces hipódromo Alexandra Park -cerrado en 1970- comenzaron a entrenar las 30 mujeres que acudieron al llamado. Eran citadas dos veces por semana para practicar fútbol. Nettie convenció al futbolista John William Julian para que acudiese al distrito de Hornsey a dirigir técnicamente a las muchachas. El jugador militaba en el Tottenham Hotspur, actual equipo del capitán inglés, Harry Kane.

El club necesitaba un presidente y sponsors. Nettie encontró en Lady Florence Dixie la respuesta a las carencias del British Ladies Football Club. Dixie era la hija de Archibald William Douglas, el séptimo marqués de Queensbury. La aristócrata, viajera, periodista, corresponsal de guerra y escritora accedió a presidir el club con la condición de que las mujeres se entregasen al fútbol con su alma y espíritu.

Para 1895 las condiciones estructurales -no así las sociales- estaban dadas para organizar un encuentro femenino. El 23 de Marzo de ese entonces, a las 4.30 de la tarde, hora de Londres, en el campo del Crouch End Athletic, se jugó el primer partido de fútbol femenino de la historia reconocido oficialmente por la FIFA. Otra fecha se adjudica el título: 1892 en Glasgow. Sin embargo, no es aceptada por el ente rector del fútbol internacional.

Las mujeres representaron al Norte y el Sur de Londres. Rojas y azules respectivamente, mostraron lo que el femenino tenía para dar ante una audiencia de 10 mil personas aproximadamente. La capitana de las norteñas era Honeyball, la cual se sospecha que tenía un ojo de vidrio. Tan mal no veía al parecer. Su equipo derrotó 7-1 a las muchachas del sur. Fue reconocida la actuación de la arquera de las coloradas, miss Graham, que al parecer tuvo apariciones brillantes e influyó en el resultado final.

Tenían botas en vez de botines. Faldas, polleras y pantalones largos holgados en lugar de shorts. Una especie de blusa de manga larga holgada y arremangada utilizaron para cubrir sus troncos ya que no existía el Dri-Fit y era impensado que usasen las pilchas de los hombres. Jugaron también con sombreros que, en caso de caerse, provocaban un parate en el juego, que no se reanudaba hasta que la mujer tuviese bien colocado nuevamente, el ornamento en su cabeza.

La novedad. Medios como The Sketch o Jarrow Express lo calificaron así. Una novedad que no llegaría a más, se quedaría encerrada en esa terminología y, al igual que una moda, acabaría muriendo. No sólo eso, sino también, dijeron que las mujeres realizaron actividades impropias de su sexo, dando un espectáculo decadente.

El British Ladies Football Club no prestó atención a las críticas de la prensa. Lady Dixie decidió continuar como presidenta y patrocinadora luego del partido. Financió una gira del club por el Reino Unido. Gambetearon por ciudades como Newcastle, Jesmond, South Shelds, Walsall, Brighton, Bristol. Sin embargo, en 1896 apareció un jugador que decidió ir al tobillo de las jugadoras para cortar su avance: la ciudad de Exeter. Las lluvias les impidieron jugar, así como la falta de dinero para pagar el alquiler del hotel donde paraban. Cayó el club y conocidos de las muchachas debieron ir a rescatarlas de su compromiso económico.

Victoria de la historia patriarcal de entonces sobre las mujeres. Sin embargo, como suele decirse, el fútbol siempre da revancha. En mayo de 1903 las mujeres del British Ladies Football Club volverían a ponerse las botas para dar una última función. Fue en Biggleswade. Los rivales no eran mujeres, eran los jugadores del Biggleswade Wesleys. Se intentó evitar la realización del partido, quizás porque sabían que no iba a terminar bien para ellos. 3-1 ganó el equipo de la pionera inglesa Nettie Honeyball. La última función de las féminas británicas, las muchachas de Lady Dixie. Las valientes jugadoras que jugaron con el mundo en contra, pero con la convicción de generar un cambio.

Francia, de cabeza a la final

Joaquín Grasso

Luego de varios traspiés en las citas mundialistas pasadas, Rusia parece ser el territorio ideal para que la Selección de Francia vuelva a grabar su nombre en la historia grande del fútbol. Encasillada en la previa como una de las favoritas a apoderarse del trofeo, este elenco colmado de jóvenes talentos reavivó las esperanzas de un pueblo que aún sigue gritando los goles de Zinedine Zidane a Brasil aquel 12 de julio de 1998 en el Stade de France.

Superó sin sobresaltos la fase de grupos, eliminó a la Argentina de Messi en los octavos de final y pudo dominar la garra charrúa en los cuartos. El panorama galo era alentador para afrontar las semifinales: solidez en el arco y en la última línea, un mediocampo con buen pie para marcar y distribuir, y atacantes muy veloces y punzantes para efectuar a la perfección el contragolpe.

Sin embargo, en esa instancia lo esperaba la temida Bélgica, que arrastraba cinco victorias en cinco encuentros en el certamen y venía de triunfar ante Brasil de Neymar y compañía.

“Bélgica le ganó a Brasil y es la favorita”, había asegurado el arquero Hugo Lloris en la conferencia de prensa del día anterior. De esta manera salieron a jugar el encuentro los dirigidos por Didier Deschamps.

Francia se quitó la mochila de predilectos y exhibió todo su potencial en el campo de juego del Estadio Krestovski de San Petersburgo. Le cedió por momentos la pelota a los Diablos Rojos,logró contener al mejor ejecutante rival como lo es Kevin De Bruyne y al goleador Romelu Lukaku, y expuso su arma letal: esperar el error de los delanteros contrarios y desarrollar veloces transiciones hacia el arco defendido por Thibaut Courtois. Pese a esto, ni los contragolpes ni alguna acción individual lograron abrir el marcador en el primer tiempo.

La diferencia se dio en el complemento. Tiro de esquina ejecutado por Antoine Griezmann, Samuel Umtiti anticipó la marca de Marouane Fellaini y, de cabeza, puso el 1 a 0. Pese a los avances de Bélgica por igualar el cotejo, esa diferencia se mantendría hasta que el uruguayo Andrés Cunha suene su silbato e indique el final.

El defensor del Barcelona, nacido en Camerún, se convirtió en el tercer futbolista con raíces africanas que sitúa a Les Bleus en la final del Mundial. 20 años atrás ocurrió una situación similar con Lilian Thuram, con antepasados norteafricanos, quien le marcó los dos goles a Croacia en semifinales. Y también en 2006, cuando Zinedine Zidane, de ascendencia argelina, convirtió el único tanto frente a Portugal y ubicó a su equipo entre los dos mejores.

El joven seleccionado francés expuso todo su potencial futbolístico, aprovechó los errores de sus rivales a lo largo del torneo y volverá a disputar una final de un Campeonato Mundial luego de 12 años –Alemania 2006 donde perdió contra Italia-. Mañana conocerá a su rival del próximo domingo, que saldrá del cruce entre Croacia Inglaterra.

La renovación y la constancia de un proyecto

Fernando Galeano @feerrgaleano

La renovación de cuerpo técnico y jugadores usualmente es la medida utilizada para corregir las malas actuaciones de un equipo. Está implementado que cuando los resultados no llegan rápidamente hay que despedir el entrenador o echar a todos los jugadores y traer nuevos. Sin embargo, la mezcla de la constancia y la renovación también puede dar buenos resultados, es el caso de la Selección Francesa.

Didier Deschamps asumió como director técnico de Francia en 2012 luego de que el seleccionado haya quedado eliminado en cuartos de final de la Eurocopa frente a España. Para el Mundial de Brasil 2014, el entrenador optó por una camada de jugadores en la que la principal figura era el delantero del Real Madrid, Karim Benzema. Alemania fue la encargada de quitarles la ilusión a Les Bleus luego de derrotarlos por 1 a 0 en cuartos de final. Luego de un resultado así, usualmente se acudiría al despido del entrenador por semejante “decepción”, sin embargo, Deschamps continuó en el cargo para dirigir en la Eurocopa de 2016.

La principal novedad para el 2016 fue haber desafectado a Benzema del equipo nacional. El entrenador no contó con el delantero del Real Madrid y decidió darle más participación a otra camada de jugadores más jóvenes. La renovación poco a poco iba llegando. Francia había llegado a la final de la Eurocopa que se había disputado justamente en el Stade de France, Saint-Denis. Finalmente, fue victoria para Portugal por 1 a 0 y Deschamps sumó otra “decepción” para los franceses, aun así, no lo despidieron.

Para el Mundial de Rusia 2018, Francia termina de completar la renovación de jugadores ya que repite únicamente cinco futbolistas respecto a la anterior Copa del Mundo en Brasil, sin embargo, el entrenador sigue siendo el mismo desde 2012. El promedio de edad es de 25 años, uno de los más jóvenes del torneo. Sus principales figuras no superan los 27 años y uno de sus mejores jugadores tiene apenas 19 años.

Francia venció 1 a 0 a Bélgica y pasó a la final del Mundial. En el banco se encuentra el mismo técnico responsable del “desastre” de Brasil en 2014. Al lado de los suplentes se sienta el mismo encargado de la final perdida en la Eurocopa como local. Gritando el gol de Samuel Umtiti festeja el mismo hombre que acaba de llevar a Francia a una final del mundo luego de exactamente 12 años y un día.

Croacia aventaja a Rusia en el juego del género

Iván Lorenz @Ivanlorenz_

Posiblemente los jugadores de Croacia y Rusia repartirán algún que otro foul en el Estadio Olímpico de Sochi. Una patada, un agarrón. Estallarán contra el árbitro en caso de que no cobrase algo con lo que no estén de acuerdo. Quizás haya alguna pelea o simulación de un golpe. Caricias, dirían aquellos apegados al fútbol sudamericano de choque. Menos que caricias, mero roce, dirían las mujeres del mundo. ¿A qué árbitro le protestan ellas? ¿A quién le explican que no estás simulando? ¿Qué tarjeta piden para su infractor?

En 2011 el Consejo de Europa decidió que había que escuchar a las mujeres, sancionar faltas a favor de ellas, reconocer que los árbitros suelen equivocarse. Así fue como el Consejo, convención mediante, dictaminó el Convenio de Estambul. Es la ciudad turca la que le da el nombre porque fue allí donde se presentó, con el objetivo de luchar contra la violencia hacia las mujeres y la lucha doméstica.

La Convención reconoce las agresiones hacia la mujer como un quebrantamiento de los derechos humanos. Considera la violencia doméstica, ya sea física, sexual, psicológica o económica; el acoso; la violencia sexual, en donde se ve incluida la violación; el acoso sexual; el matrimonio forzoso; la mutilación genital femenina y la esterilización y abortos forzosos.

El Convenio de Estambul es el primer instrumento vinculante para enfrentar la violencia de género en Europa. Impone a los estados participantes del Consejo sistemas de prevención tales como aplicar material didáctico sobre todos los niveles de educación y capacitar profesionales para la atención de las víctimas; un sistema de protección que asegure las necesidades de los damnificados y que brinde servicios de apoyo especializados, como por ejemplo centros de apoyo psicológico y jurídico para las víctimas. También exige una persecución penal de los victimarios.

Son 47 países los que pertenecen al Consejo Europeo. De ese total, 45 firmaron el acuerdo -entre ellos Croacia- y, los que decidieron no hacerlo, son Rusia y Azerbaiyán. Si definiese algo, los croatas arrancarían ganando los Cuartos de Final. En su camino despacharon a Dinamarca, otro país que firmó y ratificó el Convenio. Los rusos dejaron en el camino a los españoles, que ratificaron y se encuentran dentro de la lista de 45.

Croacia firmó el acuerdo en 2013. Sin embargo, fue recién a tres días de comenzar el Mundial cuando ratificó el convenio para comenzar a aplicarlo en Octubre del corriente.Previo -precisamente el 24 de Marzo y el 12 de Abril- , gran parte de la población croata, en vez de ocupar los estadios rusos, llenó las calles de Zagreb, la capital, y Split, proclamándose en contra de lo presentado en Estambul siete años atrás.

Mayoritariamente grupos católicos, alegaban que el Convenio de Estambul anulaba las diferencias entre sexos, apoyaba el matrimonio homosexual y contradecía a la religión, poniendo en peligro a la familia tradicional. Los civiles se manifestaron bajo la consigna“Croacia contra la Convención de Estambul”. Los representados por la Selección de pilcha a cuadros, pararon la pelota, levantaron la cabeza, meditaron, discutieron y decidieron poner el foco en la mujer.

Sin embargo, su rival, Rusia, hizo y hace oídos sordos a lo formulado por el Consejo. Ni siquiera es que los rojos tengan la necesidad de ratificar la firma. El país desde un principio no mostró intención de apoyar la tinta sobre el papel. Pero en suelo ruso, suena lógico.¿Cómo imaginarse debates de género cuando el país posee una Ley contra la propaganda homosexual? ¿Cómo se puede siquiera pensar en conciencia de género en un país donde la periodista Elena Milashina denunció la existencia de campos de concentración para homosexuales? ¿Cómo pensar en la mujer si un año atrás su presidente, Vladimir Putin, promulgó una Ley que despenalizó la violencia de género?

8 de Febrero de 2017. Ese día Putin puso fin a la penalización severa del abuso hacia la mujer. Aunque severa es un decir. Antes de establecida la Ley, el agresor podía ser condenado a dos años de prisión. Con la aprobación del Duma (el Parlamento ruso) las escenas de violencia de género pasaron a ser infracciones administrativas y las sanciones son económicas, arrestos efímeros y acciones referidas al servicio comunitario.

En el fútbol, cuando un futbolista comete faltas en reiteradas ocasiones, la paciencia del árbitro se agota. Paulatinamente comienza a sentir la tentación de meterse la mano en el bolsillo y sacar el cartón rojo, la pena máxima. En Rusia, con las mujeres ocurre algo parecido. La violencia de género sólo es punible en caso de que el victimario reincida, siendo la víctima golpeada más de una vez al año o bien, si la misma presentase lesiones visibles.

Croacia gana terreno en el campo de la igualdad. Desde el banco se escucha gritar a Iva Olivari, la jefa del plantel. Rusia se ha quedado atrás, cediendo la pelota en esta ocasión. El mundo, con exactitud el feminismo, se encuentra luchando contra la violencia de género, donde no hay VAR que valga para las víctimas de infracciones. Por lo pronto y mientras tanto, en Sochi rodará la Telstar 18.

La tarde en la que pillaron a Gardel

Franco Sommantico

A la estatua de bronce de Carlos Gardel que el escultor Mariano Pagés labró entre los años 1999 y 2000 y que se exhibe ahora frente al abasto, en una calle que le rinde homenaje al músico y que comparte con otras esculturas –de menor tamaño- de varios artistas también reconocidos como Alberto Castillo o Tita Merello, esta tarde le están dando la espalda.

La obra es imponente, mide cerca de dos metros y medio y luce a un Carlos Gardel radiante, de brazos cruzados, peinado hacia atrás con gomina y vestido de traje y pajarita. Pagés comentó, con respecto a esta obra que lo hizo famoso, algunos años antes de su muerte: “Yo quería un Gardel que diera felicidad verlo, fresco y a la vez perfectamente reconocible”. Y le salió bastante bien. Su estatua es un icono porteño y está acostumbrada a recibir todos los días las miradas de decenas de turistas. Pero justo hoy está pasando algo raro. Porque si bien la calle está llena de gente –quizás hoy haya más gente que nunca- por primera vez nadie lo está mirando.

Las miradas de esta tarde están todas puestas sobre el proyector que astutamente sacó a la calle el dueño del restaurante Gambino y el televisor del restaurante de al lado, que por supuesto se llama Carlos Gardel. Y lo que pasa es que toda esta gente amontonada es brasilera, y no vinieron necesariamente a ver a la estatua, sino que vinieron a ver un partido de fútbol. Porque hoy se enfrenta Brasil contra Bélgica por los cuartos de final del mundial de Rusia.

Es curioso que los brasileros hayan elegido una de las calles más porteñas como sede de su santuario de hinchas, como si los argentinos que viven en Brasil se reúnan en la calle Caetano Veloso para alentar a la selección. Es algo que a simple vista para un argentino parece no encajar. Quizás hubiese sido distinto si fuesen uruguayos, por eso de que ellos juran que Gardel era de su nacionalidad, pero poco parece importarles a los dueños de los dos restaurantes que hoy trasmiten el partido, porque hoy, sus bares están más llenos que nunca. Con las mesas de adentro colapsadas, la gente que no pudo ingresar se queda parada en la calle, abrazada a sus banderas, y empiezan a alentar. El partido comienza. Sin embargo, a los pocos minutos, mientras todavía algunos hinchas buscan ese hueco entre las cabezas que les permita ver mejor el partido, la calle se congela y todo es silencio. Después de un corner a favor de Bélgica que patea Chadli, Fernandinho intenta despejar de cabeza y la pelota se mete en su propio arco. Bélgica va ganando uno a cero, pero esto recién empieza. Saca del medio Brasil y vuelve todo a la normalidad. Los brasileros son muy ruidosos, les encanta hablar fuerte y gritar por todo. Cuando toca la pelota Neymar, los brasileros gritan; cuando Bélgica insinúa un posible ataque, los brasileros gritan; cuando la pelota se pierde por el lateral, los brasileros gritan. Pareciera ser obligación tener una botella de cerveza en la mano. Los mozos de los bares aprovechan y se pasean por entre la gente ofreciendo botellas a 150 pesos u 8 reales. En un momento dado un viejo se sienta sobre un poste de estacionamiento para descansar sus piernas débiles. Con un gesto llama a un mozo de esos que están dando vueltas y le pregunta en brasilero si no le queda alguna mesa adentro.

-Está todo lleno, maestro –le contesta el mozo.

El viejo protesta y le pide una cerveza. El mozo se pierde entre la multitud y vuelve después de un rato, cuando termina de atender a las demás mesas. Al momento de pagar, el viejo le pregunta si acepta “cartao”.

-Cartao nao, solo efectivo –contesta el mozo en un brasilero improvisado.

Cuando faltan solo diez minutos para que termine el primer tiempo, el silencio vuelve a ser absoluto. Algunos miran hacia el piso, resignados, y otros dejan caer sus cervezas. No lo pueden creer. Después de un contraataque Belga que encabeza Lukaku, Kevin De Bruyne patea de afuera del área y deja sin chances al arquero Alisson. Es un mal momento para el pobre hombre adentro de un auto que, en la esquina de la calle, justo al lado de la estatua de Gardel, quiere entrar a su casa.

Desde su Toyota Corolla plateado, el hombre encara a la multitud. Primero toca un par de veces la bocina, implorándole a la gente que se mueva. Como no da resultado, baja la ventanilla y grita, intentando que se apiaden: “vivo a mitad de cuadra”. Pero los hinchas, más tristes que nunca porque Brasil se fue al descanso perdiendo dos a cero, lo ignoran. El hombre se da por vencido, pone marcha atrás y se va por otra calle.

Durante el entretiempo los hinchas se dispersan. Algunos de los que estaban en las mesas se paran para estirar un poco las piernas, y los que ya estaban parados caminan para hacer circular la sangre. Cuando el partido se reanuda, los hinchas se vuelven a acomodar. Un gordito medianamente joven se recuesta sobre el hombro de Tita Merello y le apoya su cerveza entre los brazosLos músicos esta tarde están relegados a un segundo plano, eso está claro. Hoy a nadie le importa quiénes fueron esas personas que están eternizadas en esculturas de bronce. Nadie se acuerda de que, en sus años de gloria, allá por las décadas del 40 o del 50, llenaban teatros y sus canciones se escuchaban en las radios de todo el país. Lo único que importa, hoy, es que gane Brasil.

Pero eso no es lo que pasa. Pese a la ilusión que despierta el gol de Renato Augusto a los 76 minutos del segundo tiempo –que se escucha dos veces debido a los cinco segundos de diferencia que hay entre el proyector del bar Gambino y el televisor del Carlos Gardel- no es suficiente y Brasil se queda eliminado de la copa. Suena el pitazo final y de a poco la calle se va despejando. En menos de quince minutos lo único que queda son los mozos que están juntando los vasos de plástico que dejó la gente en el piso y el gordito que estaba abrazado a Tita Merello, que parece haber tomado cerveza de más. Un mozo se le acerca y le dice que se vaya, que el partido ya terminó. El gordito zigzaguea calle arriba y cuando llega a la esquina se detiene frente a Gardel. Examina la estatua de arriba abajo, mira hacia los costados para asegurarse de que nadie lo esté mirando y después se baja los pantalones. Cuando termina de descargar la vejiga, se sube el cierre y se mete en el abasto. Brasil quedó eliminado del mundial la misma tarde en que pillaron a Gardel.

Kazán, la pesadilla de los campeones

Agustín Loza @agustinloza25

A veces ocurren hechos impensados, que marcan la historia. Que generan un antes y un después. Es difícil olvidar lo que pasó, cómo, cuándo, y dónde ocurrió. En este caso, hablamos de fútbol. La memoria de los más futboleros siempre van a recordar un lugar en el mundo, Kazán. Que fue sinónimo de sorpresas y despedidas en este frenético y loco Mundial de Rusia 2018.

En la montaña rusa de emociones que significa esta vigésima primera edición de la Copa del Mundo, que ocurrieron hechos tanto extraños como inesperados, hubo gigantes que llegaron a tierras rusas como candidatos, pero se arrodillaron en el césped del Kazán Arenay emprendieron el doloroso éxodo a sus respectivos países.

Los libros y las estadísticas van a comentar en el futuro que Kazán rompió con algunos esquemas, fue la ciudad que le marcó el cartel de salida a grandes como Alemania, que venía de ser campeón mundial; a la Argentina, comandada por Messi; y a Brasil, el pentacampeón. Entre estas tres selecciones suman 11 consagraciones en Copas del Mundo de las 20 que ya pasaron.

Todo comenzó en el cierre de la fase de grupos. La humilde y golpeada Corea del Surconsiguió uno de los triunfos más importantes e impactantes de su historia. Le ganó a Alemania y aplastó el plan de los teutones encabezados por Joachim Löw, que con aires de renovación en el equipo soñaban con reconquistar el trofeo, pero se volvieron a casa en la fase inicial de un Mundial por primera vez en la historia. Los goles de Kim Young Gwon y Heugh-Min Son sacudieron las estructuras alemanas y las dejaron más vulnerables que nunca. El imponente Kazán Arena tembló por primera vez.

El segundo terremoto futbolístico fue el del encuentro entre Argentina y Francia, un verdadero choque de titanes, en la inauguración de los octavos de final del Mundial. El joven Kylian Mbappé tuvo su partido consagratorio, marcó dos de los cuatro goles franceses para el 4-3 definitivo que desencadenó en la eliminación del equipo de Lionel Messi, quien otra vez se quedó con las ganas de levantar la Copa del Mundo, la gran obsesión en la vida del astro y del país que supo ganar el trofeo en 1978 y 1986.

El temblor más reciente fue el de la caída de Brasil, la selección más laureada del planeta. Llegó con pergaminos dignos de un candidato con todas las letras, pero la esperanza le fue arrebatada por la sólida selección de Bélgica, que con goles de Fernandinho en contra y de Kevin De Bruyne, obligó a la “Verdeamarelha” a emprender el regreso a Sudamérica a pesar del descuento de Renato Augusto cerca del final del partido. Con Neymar como máxima figura, los sueños brasileños también fueron enterrados en el estadio de la capital de la República de Tartaristán.

La pelota ya no girará más en este escenario, que a lo largo del Mundial de Rusia 2018 se conmovió ante cada una de las caídas pesadas de gigantes de verdad. Para las selecciones históricas, de ahora en adelante, cuando nombren la ciudad de Kazán, pensarán que se trata un verdadero cementerio de sueños, la tierra donde caen los grandes.

Rusia y Croacia, entre la resistencia de Tito y la jerarquía del básquetbol yugoslavo

Joaquín Arias

Ningún líder comunista se supo tan ícono de la resistencia contra la Unión Soviética como Josip Broz. Durante los 27 años que presidió Yugoslavia, desde 1953 hasta su muerte en 1980, Tito fue testigo próximo del poder de la URSS, que llegó a tener influencia en más de la sexta parte del territorio universal. Sin embargo, él no cedió.

Rompió relaciones con Moscú en 1948 y, pese a que el Ejército Rojo soviético era la cara del control en Europa Oriental, su Yugoslavia no formó parte de la Cortina de Hierro. De hecho, fue fundador del Movimiento de Países No Alineados, que lo tuvo como Secretario General entre septiembre de 1961 y octubre de 1964. Tito había nacido en 1892 en Kumrovec, una pequeña localidad en el oeste de Croacia.

En 1990, Argentina fue la sede del último Mundial de Básquetbol en el que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas compitió como una nación unificada. En la final de aquel certamen se encontró con Yugoslavia, en un partido en el que una bandera croata marcaría el epílogo de la amistad entre Drazen Petrovic y Vlade Divac, dos de las figuras balcánicas junto con Toni Kukoc. El desarrollo y el resultado fueron los previstos en el Luna Park: la selección azul cumplió con el favoritismo y se valió de la mayor riqueza individual para ser más incisivo, voraz y ganar por 92 a 75.

Es mesurado imaginar que la tónica del último encuentro de los cuartos de final de la Copa del Mundo que protagonizarán Rusia y Croacia, el sábado desde las 15 (hora Argentina) en el Estadio Fisht de Sochi, se podrá nutrir de la historia que ató a ambos países y que, en consecuencia, el carácter resistente del equipo anfitrión se pueda asemejar mucho al del croata Tito, mientras que el dominio albirrojo pueda llegar a ser el que ya dispuso su viejo yocon una pelota naranja en el ´90.

La calidad individual de Croacia –invicta- es superior. Luka ModricIvan Rakitic y un sorprendente Ante Rebic son las evidencias más elocuentes. Además, apuesta más al control de la pelota que el conjunto de Stanislav Cherchesov, más directo y dependiente del metro 94 y 89 kilos de Artiom Dzyuba, su centrodelantero.

Los números ratifican el mayor protagonismo croata: concretó 1.593 pases contra 1.028 del conjunto local (en octavos de final, ante España, solo tuvo el 25% de la posesión) y, además, encara más y mejor -43 gambetas con el 66,2% de efectividad contra 30 rusas con el 58,8%.

Es Rusia 2018 y la lógica no está alineada a este Mundial. Por eso, no debería asombrar si Rusia no encarna a Tito ni Croacia a aquella exselección yugoslava de básquetbol.

Los hermanos sean unidos

Santiago Luli

Han sido muchos los aportes de Bélgica al mundo en distintos ámbitos: allí se creó el cómic de los pitufos y las grandes aventuras de Tin Tin y su fiel compañero Milú. También, en el auge de las cervecerías artesanales, allí se prepara una gran cantidad de ellas, siendo una de las capitales mundiales. En materia literaria ahí nació uno de los mejores escritores de la historia, Julio Cortázar, aunque emigró en su infancia. Y desde 2017, al igual que hizo España en 1955 con Juan Domingo Perón, aloja a un político exiliado y perseguido por sus contrincantes. Mientras gran parte de su población espera el partido ante el equipo de Tité por los cuartos de final, Rafael Correa está extraditado ante las embestidas del gobierno de su país contra él.

Lejos de las luces que alumbran a Neymar, Gabriel Jesús y Philippe Coutinho, quien apareció en la previa del partido y se pronunció en contraposición de “la monstruosidad” que contó el ex presidente ecuatoriano fue Lula da Silva, ex Jefe de Estado brasileño y actual preso político. “Te envío mi solidaridad, con la seguridad de que la Justicia finalmente triunfará y nuestros pueblos decidirán democráticamente el futuro de nuestros países y de América Latina”, manifestó el principal referente de las ideas de izquierda en su país en un comunicado desde la cárcel.

Lo que pasó con Lula y Correa no es algo que sorprenda en la coyuntura del continente americano. Más allá de la victoria en las elecciones presidenciales de México de Andrés Manuel López Obrador, un candidato socialista, la avalancha de políticos de derecha en el poder está avanzando a pasos agigantados, no se limita a su territorio e intenta detener cualquier reminiscencia de personajes populares que pueda haber. Por esta razón la Justicia ecuatoriana ordenó la captura del antecesor de Lenin Moreno por un supuesto vínculo con el secuestro en 2012 de un ex legislador. Al residir en Bruselas con su familia desde el año pasado cuando dejó la presidencia, la Jueza Daniella Camacho ordenó la extradición del ex gobernante ya que no se presentó según lo dispuesto por una medida cautelar, pero sí asistió al Consulado de Ecuador en Bélgica, sin embargo, no fue tomado en cuenta eso al momento de llamar a la Interpol para pedir su detención inmediata.

Lula y Correa son parte de la oleada de mandatarios que tomaron medidas a favor de los trabajadores desde principios de milenio hasta mediados de la década de 2010, cuando terminaron los mandatos de Cristina Fernández en Argentina y Michelle Bachelet en Chile; en 2016 un juicio político destituyó a la entonces Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff; y hace menos de dos meses presentó su renuncia en Paraguay Horacio Cartes. La esperanza que tiene América Latina para festejar algo que no sea el hipotético Mundial de Neymar y compañía o de Uruguay es el contagio del espíritu de lucha de la población oprimida y perjudicada por las acciones del neoliberalismo, por ejemplo, con presidencias como las de López Obrador, Nicolás Maduro en Venezuela y la de Evo Morales en Bolivia.

Bélgica-Brasil disputarán uno de los partidos de cuartos de final por la Copa del Mundo y buscarán eliminarse mutuamente, pero el país de Hazard y Lukaku alberga al ex presidente de Ecuador, un país hermano de su próximo rival en Rusia, demostrando un acto de solidaridad.

Brasil – Bélgica: algo más que el Mundial

Lucila Coccia @lulacoccia

Brasil representa a América del Sur y Bélgica a Europa Occidental, sin embargo los separa y los asocia algo más que un océano en el medio. Existe un enorme abismo entre las cuestiones institucionales y actuales de cada uno, pero los une el fútbol y las raíces de parte de la población. Bélgica posee una plantilla de los cuales 9 de los 23 seleccionados son afrodescendientes, entre ellos están Romelu Lukaku, Michy Batshuayi, Vincent Kompany, Dedryck Boyata y Youri Tielemans que son de origen congoleño; Marouane Fellaini y Nacer Chadli, de ascendencia marroquí; y Moussa Dembélé, maliense.

El territorio latinoamericano, por su parte, es el país con mayor afrodescendencia del mundo y eso se refleja casi de manera total en sus jugadores. Esto se debe a que entre los siglos XVI y XIX se estima que llegaron al país más de tres millones de esclavos desde África para trabajar en plantaciones de azúcar, de café y en las minas de oro.

Lo que los diferencia de los belgas en la actualidad es que en el estado brasileño se mezclaron los europeos, los esclavos africanos, y los pueblos originarios que habitaban la tierra, mientras que en la actualidad belga los matrimonios mixtos no llegan ni al 1 por ciento del total de las uniones. Ello denota la barrera y la segregación que impone la sociedad hace centenas y que perdura hasta la actualidad de manera estática.

Ambos países fomentan y padecen la discriminación racial a los afrodescendientes. En Brasil las desigualdades son enormes: el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística notó que los blancos en Brasil ganan en promedio casi el doble que los negros y en algunos lugares como Salvador de Bahía hasta 3,2 veces más. No es un dato menor que gran parte de los seleccionados, del pasado y el presente hayan crecido en los barrios más pobres y encontrado en el fútbol la única salida laboral sustentable.

Por su parte, en Bélgica dos de cada tres agencias de trabajo, las cuales se ocupan de seleccionar a los aplicantes a un empleo, admiten recibir de las empresas que las contratan instrucciones para que no elijan a extranjeros o “de piel oscura”. Quien también habla de esto es Lukaku, el delantero del Manchester United, alguien que incluso transitó la pobreza en su niñez, expresó su descontento hacia el trato que tenían los medios de comunicación para con él: “Cuando las cosas iban bien, los diarios me llamaban ‘el delantero belga’, cuando iban mal, ‘el delantero belga de ascendencia congoleña’”.

Asimismo la población belga se divide a través del léxico que adoptaron de sus países limítrofes Holanda, Francia y Alemania. Más de la mitad hablan en neerlandés flamenco, un tercio usan el dialecto francés y la minoría utiliza la lengua alemana. En las canchas, la afición reproduce cánticos desde las tres variables.

Ambos equipos logran la unión del país al cual representan, sólo por correr detrás de una pelota buscando que ésta atraviese la línea final debajo de los tres palos. Aquellos jugadores logran sobreponerse al mandato social que coloca a unos por encima de los otros para conformar un todos, los 23 y sus compatriotas. Con la esperanza de ver a su equipo levantar la copa las banderas flamean con más regularidad en las puertas de los hogares y se crea un momentum donde el nacionalismo figura como la única posibilidad de ser.