martes, diciembre 31, 2024
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Arthur Friedenreich: Pelé antes que Pelé

Por Ignacio Maida

Arthur Friedenreich fue un futbolista brasileño que se desempeñó como jugador desde 1909 hasta 1935 cuando, con 43 años de edad, decidió retirarse. Se estima que convirtió más goles que Pelé, con quien se lo compara por su parecido físico y por sus logros.

Arthur recibió el apodo de El mulato de ojos verdes debido a que era mestizo ya que su padre era un alemán de raza aria y su madre una mulata brasileña.

Durante sus 26 años de carrera jugó en 18 clubes y ganó ocho Campeonatos Paulistas. Además, logró ser el máximo goleador de ese torneo en diez oportunidades. Dicen que anotó un total de 1379 goles contra los 1284 de Pelé, lo que lo llevó a ganarse el mote de Rey de Reyes o Pelé antes que Pelé.

Con la Selección de Brasil debutó en 1914 y llegó a disputar 23 encuentros con, presuntamente, 10 goles. En la Verdeamarelha disputó un total de cuatro Copas Américas –por entonces llamada Campeonato Sudamericano- en 1916, 1919, 1922 y 1925. Logró ganar salir campeón en 1919 -en la que se proclamó goleador con 6 tantos y además anotó el gol del título en el tiempo extra de la final-  y en 1922.

Pero no todo siempre fue color de rosas para El Tigre ya que siempre debió luchar contra los estigmas por sobre su color de piel y eso lo llevó a blanquearse la cara con polvo de arroz para que lo dejasen jugar en paz, pero eso no fue suficiente debido a que en 1920, Epitafio Pessoa, por entonces presidente de Brasil, “aconsejó” que los jugadores de tez morena no fueran al campeonato para evitar incidentes vinculados con el racismo. Y, en esa ocasión el maquillaje en la piel de Fredenreich no fue suficiente y fue marginado.

Una vez concluido ese torneo, el diario Crónica recibió al conjunto carioca, que venía a jugar un amistoso en Buenos Aires, con una caricatura de monos vestidos con la equipación de Brasil y una nota titulada “Monos en Buenos Aires. Un saludo a los ilustres huéspedes”. Esta publicación del medio argentino agravó aún más el conflicto en el seno de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF).

Resulta que al año siguiente Argentina era sede del Campeonato Sudamericano y Pessoa, a raíz del revuelo que se armó por el artículo de Crónica el año anterior, dispuso que: “al campeonato no vayan más que jugadores rigurosamente blancos”.

El resultado fue que esas dos ediciones de la Copa América el conjunto brasileño estuviera diezmado y realizara un desempeño deslucido.

Para 1922 la copa se jugaba en territorio verdeamarelho y el pueblo, cansado de los malos rendimientos, exigió la vuelta de Friedenreich y al presidente no le quedó otra que acatar. La decisión no pudo ser más acertada: Brasil obtuvo su segundo título continental y, aunque El Tigre se lesionó en el primer partido y no jugó más, el equipo recuperó su gran juego.

De allí en más Arthur Fredenreich acuñó el apodo de El mulato de ojos verdes y no paró de hacer goles hasta que falleció en 1969, con una Brasil bicampeona del mundo y con un futbolista de tez negra apodado O Rey como la gran figura del fútbol mundial.

Megan Rapinoe: delantera en el fútbol, defensora en la vida

FILE - In this Sept. 18, 2016, file photo, USA's Megan Rapinoe reacts in the second half of an exhibition soccer match against Netherlands in Atlanta. Rapinoe has been left off the U.S. roster for a training camp ahead of the SheBelieves Cup tournament. (AP Photo/John Bazemore, File) ORG XMIT: NY160

Juan Pablo Manera

El racismo y la discriminación son una de las principales características del ser humano promedio desde el comienzo de su existencia. Los hombres y las mujeres, los blancos y los morochos, la clase alta y la clase baja. El hábito discriminatorio es algo que siempre estuvo presente en el ADN de la especie. Sin embargo, también existen personas que van en contra de esos pensamientos, y ese tipo de gente es la que debe ser reconocida y valorada. En este caso, estamos hablando de una jugadora de fútbol, una “protesta ambulante”, tal como se autodefinió. Ella es Megan Rapinoe, capitana del seleccionado femenino de los Estados Unidos de América. Una futbolista de 33 años, con una amplia trayectoria en el mundo de la esférica, que ganó varios trofeos y medallas tanto a nivel clubes como a nivel internacional, pero que sus mayores logros no los consiguió dentro de una cancha, sino fuera de ella.

El punto de inflexión en su vida se dio en el 2012, cuando reveló, en diálogo con la revista Out, su lesbianismo. Desde aquel momento, Rapinoe se manifiesta con gran orgullo cada vez que alguna pregunta roza el tema. Aprovecha el lado mediático del deporte que practica para concientizar a las masas sobre la marginación y las injusticias sociales, como lo hará en la Copa del Mundo que se disputa en Francia. “Probablemente nunca más me pondré la mano sobre el corazón. Probablemente nunca más cantaré el Himno Nacional de nuevo”, declaró hace pocos días. El motivo de ello, para la atacante del Seattle Reign, es el presidente de su país, Donald Trump. Lo considera “sexista”, “misógino” y “racista”.

No es la primera vez que utilizará al deporte para manifestarse. En 2016, la oriunda de California se arrodilló mientras sonaba el Himno en la previa de un partido frente a Holanda, en solidaridad con el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick, quien efectuó el mismo acto en modo de “protesta silenciosa” contra la violencia racial y la opresión a las minorías. Esta forma de reclamo atrajo gran cantidad de críticas, más negativas que positivas. “Supongo que, por el hecho de ser mujer y homosexual, siento una mayor empatía con respecto a las personas que no se encuentran en una posición dominante”, expresó Pinoe tras las diversas opiniones. También, el pasado 8 de marzo, realizó junto a todo el plantel femenino de Estados Unidos una denuncia al Tribunal de Los Ángeles contra su Federación, recriminando la disparidad de salarios en contraste con sus pares masculinos.

La protesta de Megan Rapione durante la reproducción del himno en el partido frente a Holanda, el 18 de septiembre del 2016.

Por otro lado, la ex Lyon participa en numerosas asociaciones que velan por la no discriminación y la igualdad de derechos. Una de ellas es Athlete Ally, un grupo de defensa sin fines de lucro que se enfoca en hacer más inclusivas a las comunidades atléticas, además de abogar por la igualdad LGBTIQ. Asimismo, contribuye con las organizaciones Gay, Lesbian and Straight Education Network –entidad educativa- y Common Goal, una corporación a la que todos los deportistas asociados donan el 1% de su salario, dinero que es destinado a entidades de alto impacto que aprovechan el poder del fútbol para promover el fin de la pobreza, combatir la desigualdad y detener el cambio climático, entre otros objetivos.

Como se mencionó en un principio, los mayores logros de Megan Rapinoe no se concentran solamente dentro del verde césped con la pelota como eje, sino también fuera. Delantera en el fútbol, defensora en la vida.

La lluvia, la sangre y el fútbol

Por Maximiliano Das

En los alrededores de Spanish Town, en la comunidad St. John’s Road, es moneda corriente ver la sangre haciéndose paso por el suelo. Las pandillas se adueñaron del barrio e hicieron de la violencia su más resonante atributo. Sin quedarse atrás, las fuerzas de orden responden de la misma manera.

En ese contexto nació y creció Khadija Shaw. Hija de un zapatero y una avicultora que mantuvieron a ella y a sus doce hermanos (siete varones y cinco mujeres) tan lejos de ese ambiente de furia y muerte constante como pudieron. De la mano de su padre George recorrió todos los días, por años, las pocas calles que separaban su casa del colegio. A la vuelta, se sentaba en la orilla de su hogar a mirar a sus hermanos patear el balón con sus vecinos hasta que se marchaban a entrenar.

Mónica, su madre, no la dejaba jugar. Tampoco la dejaba ir a verlos. Entonces, como un chacarero durante la sequía, Shaw rezaba al dios en quien decide creer por lluvia, un pequeño aguacero, suficiente como para arruinar el campo donde sus hermanos jugaban contra algún equipo de calles aledañas para que así tengan que mudar el encuentro a la puerta de su casa.

Inspirado en la imponente dentadura y el peculiar gusto por las zanahorias, Kentardo apodó a su hermana Khadija como Bunny (conejo). También le dio la primera clase de fútbol, que consistió en hacer jueguitos. Eventualmente su madre cedió y Bunny comenzó a jugar en la puerta junto a los varones.

Los primeros 90 minutos terminaron 1 a 1. Los 30 suplementarios, 2 a 2. Es el turno de Dominique Bond-Flasza de patear el cuarto penal que puede darle el bronce de la Copa de Oro Femenina 2018 a las Reggae Girlz. Khadija Shaw está a 50 metros de allí, en la punta más alejada de la fila de jugadoras. Viste de amarillo, casi dorado, con detalles verdes y negros en los puños y el cuello de la camiseta. Se abriga las manos con guantes en esta particular noche fría de Dallas. En el pecho, además, se ve el escudo de la Federación de Fútbol de Jamaica (JFF, por sus siglas en inglés), que más de una vez y en un pasado para nada lejano le ha dado la espalda a las mujeres.

En 2014, con la clasificación para el Mundial de Canadá de 2015 por disputarse, Jamaica no formaba parte del ranking FIFA porque hacía más de cuatro años que no disputaba ningún encuentro de carácter oficial. Había equipos de categorías inferiores, pero ninguna selección mayor.

Desde su casa en Miami, Cedella Marley, hija del cantante Bob, comenzó una campaña para darle mayor visibilidad. A una donación de su propio dinero le sumó una canción compuesta con dos de sus hermanos, Stephen y Damian: Strike Hard. Además, en el sitio de financiación colectiva Indiegogo creó un proyecto para que el seleccionado que entrenaba sólo fines de semana viaje a Trinidad y Tobago a participar de la Copa del Caribe.

Llegaron al objetivo de 50 mil dólares estadounidenses. Las Reggae Girlz fueron segundas del torneo y obtuvieron su lugar en la Copa de Oro que se disputó en Estados Unidos sólo dos meses después, pero ganaron un único partido ante Martinica y quedaron fuera del cuadro final y del Mundial.

Ante esto, la JFF, en 2016, disolvió nuevamente el equipo. Cedella Marley, terca, duplicó los esfuerzos y, con otra estrategia, más el apoyo de la Fundación Alacrán, logró el financiamiento necesario para que las Reggae Girlz disputen los mismos campeonatos que cuatro años atrás.

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Dominique Bond-Flasza corre. No sabe hacia dónde; simplemente corre. Deja de correr cuando se encuentra con la arquera Nicole McClure, que había atajado dos penales. Dominique Bond-Flasza enseña sus blancos dientes con una prominente sonrisa. Khadija Shaw, vestida de amarillo, casi dorado, y con detalles verdes y negros en los puños y el cuello de la camiseta, también corre hacia ellas. Y se abriga las manos con guantes en esta particular noche fría de Dallas.

Shaw viajó a Estados Unidos con apenas 18 años para jugar en la Universidad de Florida, pero faltó al examen de ingreso. No fue hasta 2017, que el director técnico de la Universidad de Tennessee la reclutó. Mientras se entrenaba y estudiaba, murieron cuatro de sus hermanos -tres por violencia relacionada a las pandillas- y dos de sus primos. Shaw quiso volver, pero sus padres la convencieron de que se quedara allá.

En 2018, Bunny lideró al conjunto de Tennessee a la mejor campaña de su historia -cuartos de final- y se recibió de licenciada en comunicaciones.

El domingo 9 de junio, las Reggae Girlz representarán por primera vez en una Copa del Mundo al país que se acostumbró a unas emociones tan efímeras como son los diez segundos que tardan los y las atletas en correr cien metros. Tan efímeros que las piernas se detienen antes que las cuerdas vocales. “Son pioneras y sufrirán por ello”, dijo el secretario general de la JFF, Dalton Wint.

Holanda tiene con que soñar

Por Fabrizio Ramos

Queremos seguir demostrándoles a los hinchas nuestra calidad y conseguir que se diviertan. Por supuesto, lo principal es ganar, pero si jugamos bien y rendimos al máximo, la gente mantendrá ese entusiasmo. Es lo que hicimos el año pasado en los clasificatorios, y ahora esperamos que mucha gente vaya a animarnos a Francia. Queremos que la afición siga entusiasmada y brindarle una gran experiencia”. Así explicó Sarina Wiegman, una de las nueve entrenadoras que estarán en Francia 2019, lo que vive una selección femenina de Holanda en tiempos de construcción, a pocos días de disputar su segundo Mundial de fútbol.

No es casualidad que la selección holandesa llegue como una de las posibles protagonistas a la Copa del Mundo pese a contar con una corta experiencia en el plano internacional. Durante los últimos años, no sólo compite de igual a igual con las máximas potencias, sino que muchas de sus jugadoras están consideradas entre las mejores del mundo.

Wiegman en el banco de suplentes, ganadora del premio a mejor entrenadora del mundo en la gala The Best 2017. La delantera de 22 años, Vivianne Miedema, que lleva 57 goles en 74 partidos con Holanda, está a dos de ser la máxima anotadora en la historia de la selección y llega como la mejor jugadora del año en Inglaterra. Y Lieke Martens, jugadora del Barcelona, que fue elegida la mejor del campeonato de Europa 2017 y ganadora del premio a la mejor del mundo en la gala The Best 2017. Hoy, y durante los años venideros, tienen con qué soñar, pero su historia no siempre fue así.

Pasaron casi 40 años desde que Las Leonas jugaron su primer partido oficial reconocido por la FIFA -fue derrota 4 a 0 y sucedió justamente en Francia, en 1971, ante la selección local-, hasta la Eurocopa de Finlandia 2009, su primera participación en una competencia internacional. Aquel acontecimiento fue el primer quiebre importante en la selección femenina, aunque el cambio rotundo llegó dos campeonatos de Europa después.

Holanda fue el país organizador de la Eurocopa 2017. En su tercera participación consecutiva en el campeonato de selecciones más importante del viejo continente, le ganó la final a Dinamarca por 4 a 2 y se consagró campeón por primera vez en su historia. Fue tal el impacto en el país, que el partido definitorio lo vieron más de cinco millones de telespectadores y 30 mil desde el estadio del Twente, situado en la ciudad de Enschede.

El buen trabajo en la selección mayor durante los últimos diez años llevó a que muchas mujeres jueguen al fútbol desde chicas, produjo un crecimiento notable en las juveniles y causó que sean protagonistas en los últimos torneos internacionales: la sub-17 llegó a semifinales del campeonato europeo en República Checa 2017 y culminó segunda en Bulgaria 2019 tras perder por penales ante Alemania, la sub-19 jugó dos de las últimas tres semifinales de Europa, y la sub-20 tuvo su primera participación en el Mundial de Francia 2018 donde Inglaterra la eliminó en cuartos de final.

La selección naranja disputó la Copa del Mundo por primera vez en Canadá 2015, hace sólo cuatro años. Allí quedó eliminada en octavos de final frente a Japón, una de las grandes potencias de fútbol femenino. Aquella experiencia en la máxima competición fue el aspecto principal para las jugadoras y cuerpo técnico de cara al Mundial de Francia. Llegan con una mezcla de juventud y madurez, compartirán el Grupo E con Nueva Zelanda, Camerún y Canadá. Y, al igual que su gente, sueñan en grande.

Cuando las argentinas anticiparon a la fantasía de Maradona

Por Santiago Carrodeguas

Aquellos cinco magos brasileños habían roto el cerrojo italiano, aparentemente impenetrable, con la elegancia de un ladrón de guante blanco. Si aceptaron jugar a plena luz del día fue para que otros equipos pudieran observar adecuadamente su fútbol, supremo e imposible de replicar. El líder de los ilusionistas, Pelé, fue coronado esa tarde en el estadio Azteca como el rey del fútbol. Sin embargo, el veterano de Três Corações no tenía fuerzas para seguir y en julio de 1971, un año después de haber ganado su tercer Mundial, dimitió. El trono al que aspiraba todo futbolista, pensaban todos, permanecería vacío hasta la siguiente Copa del Mundo.

Nadie contaba con la astucia de la marca de bebidas alcohólicas Martini Rossi, quien organizó el segundo campeonato Mundial femenino no oficial, ya que la FIFA no lo reconoció, en tierras mexicanas un mes después del retiro de O’ Rei. Argentina, un país sin tradición de fútbol femenino, llegó con la misma incertidumbre que los otros cinco equipos: no sabían a qué se enfrentarían. Ni siquiera eran un seleccionado, sino un grupo de jugadoras que recorrían su país haciendo exhibiciones. En una de ellas, contra México en la cancha de Nueva Chicago en 1970, la victoria les otorgó una invitación para asistir a la cita mundialista.

El primer partido (1-3 ante las anfitrionas) fue una bofetada de realidad para afrontar los siguientes encuentros, aunque la arquera Marta Soler afirmó muchos años después, en Página 12, que habían perdido por los fallos localistas. Más allá de la polémica, el seleccionado argentino debió pasar la página. Roberto Rozas, un ex futbolista argentino que había pasado la mayor parte de su carrera en México (En ese entonces tenía el récord de más partidos consecutivos anotando (5) en el Necaxa) se ofreció a entrenarlas.

Inglaterra, su siguiente rival, había sido formado por Harry Batt, secretario del club de mujeres de Chiltern Vallley, con adolescentes del club. Tampoco representaban a su  federación, quien había dicho que el fútbol era inapropiado para mujeres y les había prohibido usar las canchas profesionales desde 1921.

Betty García, una de las delanteras argentinas, recordó también en Página 12 que le había impresionado la altura y el físico de las inglesas. Sin registro fílmico, sus palabras parecen irrebatibles. Sin embargo, hay que remarcar que Leah Caleb, quien era la figura de las Three Lionesses , tenía solo 13 años. Elba Selva, en cambio, ya contaba con 26. El partido, marcado o no por la diferencia de edad, fue un recital de la Albiceleste. Selva marcó los cuatro goles del triunfo por 4 a 1, aunque suele recordar mucho el tercer gol: “Yo recibo la pelota, gambeteo a dos y se la doy a Gloria “Betty” García, corro hasta cerca del arco, Betty me la devuelve, gambeteo a Harris, la arquera inglesa, y meto un cañonazo”.

El relato del gol también es impreciso ya que el tercero fue de penal, no de jugada. No obstante, es innegable la importancia de esa victoria que, oficial o no, aún permanece solitaria como la única del seleccionado femenino en un Mundial. Aunque la FIFA siga sin reconocer este torneo como oficial, Selva seguirá recordando el día en que, a 15 años de que Diego Maradona hiciera historia en México 1986 y en el mismo estadio Azteca con los dos goles a Inglaterra, apodados como la Mano de Dios y el gol del siglo, ocupó durante un tiempo el trono de la mejor futbolista del mundo.  

 

 

El fútbol femenino italiano no sería el mismo sin Panico

Por Ignacio Gutiérrez

Italia es uno de los países pioneros y que más luchó por el fútbol femenino. A pesar de que no querían y prohibían que las mujeres practicaran este deporte, las italianas seguían jugando al fútbol, aunque de manera casi privada. En 1970 se creó en Turín la Federación Internacional y Europea de Fútbol Femenino, que organizó dos mundiales no oficiales; en Italia 1970 y en México 1971.

La liga italiana es una de las más antiguas a nivel mundial, su creación fue en 1968, sin embargo, se lo sigue considerando un deporte amateur.

También, al ser un país precursor en el fútbol femenino en el mundo, su selección es una de las primeras que existen. No obstante, eso no es lo más importante, ¿por qué los hombres pueden ser entrenadores de selecciones femeninas y las mujeres no de los seleccionados masculinos? Este paradigma iba a romperse con Patrizia Panico que es el símbolo de la selección italiana del fútbol femenino y se desempeñaba como delantera. La ex jugadora era ayudante de campo de Daniele Zarotto y en 2017 se convirtió en la primera mujer en dirigir a una selección masculina cuando debió reemplazar por dos partidos a Zarotto.

Actualmente es la entrenadora de la selección masculina sub 15 de Italia, y constantemente pide que se valore la competencia profesional -independientemente del sexo- y que le gustaría ver a más mujeres dirigiendo a los futbolistas.

Panico es la goleadora histórica del seleccionado con 110 goles y con 204 partidos es la jugadora con más presencias con la camiseta azzurra, disputó la Eurocopa 2001 y el mundial de Estados Unidos 1999 (donde convirtió dos goles, contra Alemania y México) que fue la última vez, hasta Francia 2019, que clasificaron las italianas.

A nivel clubes logró 11 títulos (Con el Módena, Lazio, ASDCF Verona y ASDC Torres), convirtió 627 goles en 635 partidos jugados en 21 temporadas en la Serie A. Entre 1999 y 2013 fue la capocannoniere (máxima goleadora) de la liga en 12 temporadas y también fue goleadora de la Liga de Campeones en dos ocasiones (2008 y 2013).

La delantera a los ocho años ya tenía un sueño y ese era ser como Diego Armando Maradona, además, contó que de chica se le burlaban porque las mujeres no podían jugar al fútbol.

Su filosofía de juego está basada en ataque, verticalidad y presión. Sus grandes referentes como entrenadores son Carlo Ancelotti, Silvia Neid y Diego Simeone.

Otra mujer que rompió con los estereotipos fue la portuguesa Helena Costa, que en el 2014 se convirtió en la primera entrenadora en dirigir a un equipo masculino (Clermont Foot) de la liga europea. Estuvo a cargo del equipo francés menos de seis meses porque sintió que el club la estaba usando como una cara para atraer publicidad.

El fútbol necesita más casos como el de Helena Costa y Patrizia Panico, y que las mujeres tengan un lugar muchos más importante en el fútbol. ¿Por qué no podríamos ver a una mujer dirigiendo a una selección masculina y a figuras mundiales? ¿Por qué no podría haber una presidenta mujer de la federación del fútbol de un país?

Corea del Sur: de chamanas a Ángeles Rojos

Por Manuel Antuña

La religión tradicional en la península de Corea es el chamanismo, que data incluso de antes que los distintos reinos de la región se unificarán en un solo país. Esta fe depende mucho del chamán o chamana, que realiza distintos rituales como intermediario entre el mundo de los espíritus y el de los seres humanos. En Corea, las mujeres son quienes mayoritariamente ocupan ese rol. Y en un principio reflejaba el lugar que ocupaban dentro de la sociedad.

En el reino de Silla, por ejemplo, mujeres y hombres ostentaban los mismos derechos, no había una discriminación en base al sexo. Incluso en la realeza estaba permitido que la línea sucesoria podía continuarse con mujeres a la cabeza, y de esa forma llegaron a haber tres reinas en Corea.

Sin embargo, a partir de la irrupción del budismo en el siglo IV y, sobre todo,del confucionismo desde 1392, el sexo femenino fue perdiendo libertades y protagonismo en la península. Paulatinamente fue instaurándose un régimen patriarcal en el cual la mujer debía obedecer a su padre, luego a su esposo y, en caso de enviudar, a su hijo. Inclusive no eran consideradas madres a menos que dieran a luz a un varón para su pareja.

En ese contexto, hacer cualquier tipo de deporte o actividad física era inconcebible, ya que estaba “pactado” que debían resguardarse en el ambiente familiar o, a lo sumo, en el religioso. Cuando se intentó enseñar gimnasia por primera vez a las jóvenes del colegio Ewha, se generó un conflicto sin precedentes. No solo se trató lo ocurrido como inapropiado, sino también como inmoral. Los padres de las chicas que concurrieron a las clases fueron a la institución buscando proteger el honor de sus antepasados. Luego procedieron a remover a sus hijas del lugar, y las familias que tenían hijos en edad para desposar juraron que nunca elegirían a una joven que hubiese osado levantar los brazos y piernas en el aire.

Recién en 1911 las autoridades nacionales permitieron que las estudiantes pudieran realizar algunos deportes como gimnasia, básquet y tenis, pero únicamente porque eran vistos como “femeninos”. El fútbol, al ser considerado completamente “masculino”, quedaba fuera del alcance de cualquier chica que tuviese intenciones de patear una pelota.

A pesar de eso, en 1948 se intentó introducir al fútbol femenino en la sociedad surcoreana a través de un evento nacional enfocado en el deporte para niñas y mujeres. Solamente se presentaron cuatro equipos a participar, y, lamentablemente, no logró dejar una buena imagen en el público. Tan disgustados quedaron que insistieron para que el fútbol femenino no fuese una disciplina en las siguientes ediciones. Y fue así como se tomó la decisión de disolver a esos pocos conjuntos de jóvenes que hicieron historia, al ser las primeras en lograr jugar al fútbol en Corea del Sur.

El sueño de ver a las mujeres surcoreanas corriendo detrás de un balón pasó por un gran letargo. En 1974 se probó una vez más tratar de establecer que estaba bien que 22 chicas pudieran jugar al fútbol, con los Juegos Nacionales de Fútbol Femenino, pero no hubo caso. Los representantes de las entidades masculinas no estaban interesados, el público no les prestó atención, y los medios ridiculizaron a todas aquellas que formaron parte del evento describiéndolo como “no pedagógico y feo”.

Finalmente, Corea del Sur no accedió al cambio, sino que fue forzado. En 1990, para los Juegos Asiáticos de Beijing se tomó la determinación de incluir al fútbol femenino en la lista de disciplinas, por la gran repercusión que comenzaba a tener a nivel mundial. Pero, luego de tanta negligencia y negación, cuando llegó el momento de armar la lista de convocadas para ir a competir a China se encontraron con que no había futbolistas, y debieron improvisar un equipo con deportistas de hockey, taekwondo y atletismo. Aquella Selección perdió por goleada ante Japón, China, Corea del Norte y Taiwán. Aunque antes de marcharse consiguieron ganarle 1 a 0 a Hong Kong. Ese combinado que surgió a último momento cosechó mucho más que una victoria ese 6 de octubre. Lograron sembrar la semilla de la cual floreció el presente que vive el fútbol femenino en Corea del Sur.

A partir de allí se expandió velozmente la fiebre por el fútbol femenino. Los colegios y las corporaciones de Corea del Sur comenzaron a formar equipos y a organizar competiciones en donde se enfrentaran. Tan rápido fue el crecimiento que en los Juegos Asiáticos de 1994 consiguieron el cuarto puesto, y en la Copa de Asia de 1995 repitieron posición.

Un equipo fundamental que ayudó a la consolidación del fútbol femenino fue el Incheon Hyundai Steel Red Angels, el primer club profesional de Corea del Sur, fundado en diciembre de 1993. Los “Ángeles Rojos” son la institución que más jugadoras ha enviado al seleccionado, la que concentra a las mejores deportistas surcoreanas y la que más veces ha ganado la liga profesional -seis veces- desde su constitución en 2009.

La Selección femenina ya participó en dos Mundiales, este será el tercero, y no es para menospreciar lo que han conseguido las jugadoras de Corea del Sur. En el chamanismo existe la creencia de que, para que se realice la propia unión entre el mundo de los espíritus y el de los seres vivos, debe haber algún conflicto. Puntualmente se habla de dolor, muerte y resurrección. El dolor existió cuando intentaron trasgredir sin éxito las reglas impuestas, hubo una muerte simbólica por todos los años en los que estaba prohibido, o mal visto, jugar al fútbol, y en 1990 aconteció esta resurrección. Y si bien las futbolistas como Ji So-yun no cuadran en el concepto tradicional de chamana, ella y el resto de las jugadoras son intermediarias entre el mundo del fútbol femenino y la sociedad coreana.

Don Napoleón: el bar, un espacio de reunión y descanso

Por Pedro Masi

Es jueves, siete y media de la tarde y el bar del Complejo Deportivo Don Napoleón se encuentra colmado. Algunos toman un descanso después de entrenar, otros esperan su turno para usar la cancha de Fútbol 5 y los chicos aprovechan a comprarse algo para tomar junto a sus padres, luego de la clase de natación. Mientras tanto, la televisión transmite la previa del cruce de Rosario Central y Boca por la final de la Supercopa Argentina, pero parece no entusiasmar mucho a quienes están allí.

Las mesas son largas, debido a que los grupos de personas de cada actividad son numerosos y se sientan todos juntos. Los que ya finalizaron su ejercitación comparten una charla mientras reposan, y ordenan unas de esas bebidas de colores que –supuestamente- reponen energías. Los niños hablan entre ellos por un rato, hasta que algunos de los padres les hacen ademanes a sus respectivos hijos para irse, aunque ellos no les presten atención. “¡Vamos, Tomi, dale!”, se le escucha decir a una de las mamás. De esta manera, comienzan a retirarse del sitio los más pequeños. Pero el bar seguirá estando repleto, ya que, a continuación, quienes ocuparán el lugar de los chicos serán aquellos que terminaron

recientemente de jugar un “picadito”. Su llegada genera un clima de armonía, de buenas vibras. No hay ninguno      enojado o molesto por el partido, sino que están distendidos, tomando unas cervezas. “¡Vení, sumate!”, le dice uno de los muchachos al joven que atiende el buffet, quien responde en tono de burla: “¡Pará, flaco! ¿No ves que estoy laburando?”. Seguidamente, este último se une a la conversación, abandonando por un momento su labor para juntarse con los “futbolistas”, dejando entrever que el bar crea una atmósfera de unión y vínculo entre los socios y trabajadores del club que, abiertamente, da muestras de que no solo cumple el rol de institución deportiva: también desarrolla un rasgo social que hermana a la gente de Don Napoleón, al mismo tiempo que elabora un sentido de pertenencia.

Frase destacada: “Las mesas son largas, debido a que los grupos de personas de cada actividad son numerosos y se sientan todos juntos”.

Don Napoleón: Una mirada desde adentro

Por Pedro Masi

-¿Cuántos años hace que viene a Don Napoleón? ¿Dejó de venir en algún momento?

-Hace 14 años, cuando mi hijo más grande tenía cuatro años. No, desde siempre que vengo.

-¿Por qué elige seguir viniendo?

-Porque a mis hijos les gusta el grupo que formaron; tienen todos sus amigos aquí y no quieren dejar de venir por nada.

-¿Cuántas horas semanales pasa en el club?

-Nueve horas, más o menos, porque los chicos juegan al fútbol tres veces por semana y en doble turno.

-¿Qué actividades realizó en los años en que viniste a Don Napoleón?

-Yo hago Zumba desde hace tres años. Las clases son de una hora y tres veces a la semana: lunes, miércoles y jueves. Justo en el horario en el que mi hijo más chico está en fútbol. En los años anteriores no hacía ninguna actividad, sólo acompañaba a mis hijos a entrenar.

-¿Por qué empezó Zumba?

-Porque quería hacer algo para mí que me distrajera y me divierta y me pareció una buena idea. Me gustó la profesora que estaba, pero después se fue y yo también. Hubo un tiempo en el que no me enganchaba con las clases hasta que llegó un nuevo profesor que me gustó, pero duró un año. Ahora me parece que voy a abandonar.

-¿Existe alguna especie de vínculo o tradición entre los socios del club o con los mismos trabajadores del mismo?

-Como vínculo, no más que los saludos y la cordialidad, pero con mis compañeros de Zumba salimos a comer y nos juntamos con el profesor anterior. Es un grupo muy unido. Con los padres de los chicos que hacen fútbol no hay un lazo así como este, pero hay una muy buena relación. La tradición de todos los años es la fiesta de fin de año, en la que se hace una entrega de premios, un almuerzo y un partido entre los profesores y los chicos.

-Desde que venís a Don Napoleón, ¿cambió mucho hasta el día de hoy?

-Lo que pasa es que ahora está cambiando la gente que viene, porque la cuota está muy cara y hay muchos que no pueden venir. Lamentablemente, varios de los que venían, actualmente se están pasando a otros clubes y la cantidad de socios hoy en día es menor a la del año pasado. Son más los que se fueron que los que llegaron.

-¿Y esos vínculos siguieron con aquellos que se fueron?

-Ya cuando se cambian de institución arman otros grupos y los anteriores se disuelven.

 

Don Napoleón: una experiencia distinta mediante el Tai Chi Chuan y Qi Gong

Por Juan Huntley

Es habitual, en estos tiempos, desarrollar estímulos externos, los cuales nos alejan de nuestro propio cultivo interno. Algunas disciplinas, provenientes del Oriente, son capaces de conectarnos con nosotros mismos. En Don Napoleón, todos los martes y jueves a las 9.30 de la mañana, se desarrolla la práctica de Tai Chi Chuan y Qi Gong.

 

¿Que es el Tai Chi Chuan?

Es un arte marcial, de origen chino, también llamado El gran puño supremo. Su tradición nos sitúa en años atrás, siendo en la actualidad uno de los emblemas más valiosos de la cultura China.

Su beneficio terapéutico a través de una necesaria observación interna y la interacción de energía (expansión y contracción) que debe desarrollar quien lo practica, es lo más destacado del arte de esta maravillosa disciplina.

Algunas de sus características principales, como mencionamos previamente son:

 

  • Movimientos Extendidos y naturales
  • Combinación de dureza y suavidad
  • Posturas bellas y marcada elegancia

 

En este desarrollo, la inhalación, meditación y relajación, activan el metabolismo sin peligro, aunque la práctica no es recomendable si no es supervisada por una persona cualificada.

¿Que es el Qi Gong?

Qi se refiere al “aliento vital” , a la energía que anima a todo el universo y en particular al hombre. Gong se refiere al “trabajo”. Qi Gong significa el trabajo sobre la energía vital.

A su vez, implica ejercicios para la salud, fortalecimiento del cuerpo y diversas formas para prevenir y tratar enfermedades. Su énfasis principal está en la respiración. Puede practicarse también con fines marciales.

 

Algo a destacar en la práctica del Chi Kung es la sudoración que produce en un mismo, que no tiene relación con la intensidad del ejercicio. En principio se considera que es una forma de eliminar energías negativas.

Por último, los profesionales recomiendan dejar transcurrir unos 15 minutos antes de ducharse y evitar hacerlo con el agua a una temperatura excesivamente diferente de la del cuerpo.