Es imposible evitar el partido entre Boca y San Martín de Tucumán de 1992. Todos los condimentos de un posible arreglo se remontan a este suceso.
Corría la última fecha del torneo y Boca estaba muy cerca de ser campeón. El Xeneize se medía ante el Santo Tucumano para poder festejar nuevamente un título después de 11 años de sequía. A pesar de haber realizado una excelente campaña que lo mantuvo puntero durante 14 fechas, aquel equipo de Óscar Washington Tabárez era seguido muy de cerca por su eterno rival: River Plate. El equipo de Passarella persiguió a Boca durante toda la temporada, hasta llegar a la última fecha a tan solo dos puntos. El puntero venía de perder por 3 a 2 frente a Deportivo Español y el futuro era incierto ante los tucumanos. Pero con un simple empate, ya se coronaba campeón.
La AFA determinó que, para la definición del Torneo Apertura de 1992, se jueguen en simultáneo los partidos decisivos: Argentinos Juniors y River se enfrentaban en el estadio de Ferro, mientras que Boca y San Martín de Tucumán hacían lo propio en el mítico estadio Xeneize.
Francisco Lamolina era el árbitro encargado de impartir justicia aquel 20 de diciembre cargado de expectativa. Luego de un par de minutos, que para los jugadores e hinchas se hicieron eternos, el juez dio la orden e inició el partido. Lo sorpresa del encuentro fue tempranera, ya que a los 19 minutos de juego, la visita se puso en ventaja: un pase en profundidad de Eusebio Roldán dejó perfectamente habilitado a Ricardo Solbes, quien había picado a espalda de los centrales y logró definir con delicadeza para dejar desplomado en el piso al arquero Navarro Montoya. Pero lo curioso sucedió en el momento posterior al gol. Mientras el jugador número siete, autor del primer tanto, corría eufóricamente hacia el alambrado local para festejar su gol, ningún otro compañero se acercó a él para compartir esa felicidad. Después de que cruzó la mitad de la cancha, los otros jugadores se sumaron al grito, pero anteriormente nada. Es hasta hoy que se conoce al tanto de Ricardo Solbes como el “gol menos cantado”. Al cabo de los primeros 45 minutos, la visita se fue al vestuario con la ventaja en su poder.
Y si de poder hablamos…
En medio del tenso clima que se vivía en el vestuario local,hizo su aparición José Barrita, histórico jefe de la barra brava de Boca. “El Abuelo nos amenazó de muerte para que ganemos el partido y consigamos el título. También hubo aprieto en el vestuario visitante”, declaró en una entrevista con este equipo de investigación Claudio Benetti, delantero Xeneize titular en aquel partido.
En el segundo tiempo, los jugadores de Boca salieron a buscar el partido como si sus vidas dependieran de ello, y es así como llegó el 1 a 1 definitivo de la mano de Benetti. Los de Tabárez fueron campeones y se volvió a festejar un nuevo título luego de más de una década.
Sin duda alguna, este histórico partido da de qué hablar. Cada uno puede crear sus propias hipótesis y está totalmente permitido dudar. La acción de Barrita, el resultado del partido y el extraño no festejo en el gol de Solbes, dieron lugar a que periodistas, hinchas y hasta incluso jugadores, saquen conclusiones por sus cuentas.
“Yo ya sabía que iban a empatar. La información me llegó por medio de algunos jugadores en charlas previas al partido. Es bárbaro relatar un partido así porque estás constantemente atento a ver si es verdad lo que te dijeron. Durante toda la transmisión di a entender que, para mí, el partido terminaba en empate, como para intentar avivar a la gente”, afirmó en un audio de WhatsApp a este equipo el reconocido relator Marcelo Araujo, quien estuvo presente en la transmisión de aquel partido.
Última fecha del Apertura de 1995. Calor incesante a pocos días del inicio de una nueva temporada de verano, sin embargo el clima no era lo único que se iba a poner “caliente”.
Racing acariciaba casi las tres décadas sin títulos locales, la última vez había sido en 1966. Un nuevo proyecto, bajo la conducción de Osvaldo Otero y Daniel Lalín, se ponía en marcha y con ello la ilusión de ganar un trofeo.
El puntero del campeonato era Vélez con 38 puntos y lo seguía Racing con 35. Sin dudas fueron los dos más destacados a nivel futbolístico del Apertura. 17 de diciembre. Última fecha, la Academia podía aspirar a un desempate. Debían derrotar al ascendido Colón en Santa Fe. Pero los de Liniers tenían un reaseguro: jugarían contra Independiente…
En la Doble Visera, antiguo estadio de Independiente, el clima era de fiesta. En la tribuna de visitante por la proximidad de un nuevo título y en la local por la posibilidad de seguir sumando frustraciones a su archirrival de barrio. Si existía algún atisbo de deportividad, se cayó a los 5 minutos de juego cuando Claudio Kobistyj, defensor de Independiente, le cometió un penal imposible al Rifle Pandolfi que el árbitro Javier Castrilli cobró rápidamente. El fortín, mientras celebraba el gol, se llevó la sorpresa más importante de esa tarde, los hinchas del rojo gritaron y festejaron a la par de ellos.
Finalmente el partido culminó 3 a 0 y el trofeo se iba a Liniers. A pesar de la derrota, la hinchada del rojo despidió a los aplausos a sus jugadores del campo de juego y con euforia disfrutaron otra frustración de su clásico. Racing perdió 5 a 1 su partido y la ilusión quedó en la nada.
“En la falta quise ir a la pelota y lo choqué al delantero de Vélez, el árbitro cobró y no lo podía creer pero cuando escuchamos a la gente cómo gritaba y festejaba, con mis compañeros dijimos y sentimos que querían que perdamos, fue muy duro el ambiente”, confesó por llamado telefónico Claudio Kobistyj, defensor de Independiente.
El fútbol argentino una vez más demuestra que no solo es salir al campo y pegarle a una pelota, sino que las hinchadas, los barras y los arreglos son parte de ello y que si de archirrivales se trata, el resto no importa.
Uno de los típicos partidos en los que la victoria podía ayudar al clásico rival. Era noche de brujas y el Lobo, que venía dulce, recibía a River en el Bosque por la fecha 13 del Apertura 1998. El Boca de Bianchi era líder con 28 puntos y el equipo de Griguol lo corría de atrás con 24.
El River de Ramón Díaz comenzó ganando 2-0 con goles de Juan Pablo Ángel y Javier Saviola, pero los locales se lo dieron vuelta 3-2 con tantos de Jorge San Esteban, Fernando Gatti y uno de Mariano Messera tras un grosero error del arquero Bonano. Sin embargo, el verdadero morbo creció cuando los hinchas millonarios festejaron los goles del Lobo y acompañaron el desarrollo del encuentro con unos cantitos muy llamativos: “Che Gimnasia, che Gimnasia, la p…que te parió, te pusimos la tercera, para que salgas campeón”.
La formación de River no era lo único que indicaba que el Millonario no jugaría con la fuerza necesaria para obtener los tres puntos. Ramón Díaz, su entrenador, había dejado en claro por cuál de los equipos hincharía el día del partido. “Ustedes ya saben”, declaró Ramón entre risas. En la misma jornada, Boca goleaba 3-0 a un desconocido Estudiantes en La Bombonera.
Mariano Messera, una de las figuras del partido en esa noche de brujas, le aseguró a Pica en Punta que la actitud de los jugadores de River dentro de la cancha no fue extraña y explicó que en la previa la incertidumbre les jugó en contra. “Fue una semana incómoda, pero ellos nos jugaron de igual a igual. Lo raro fue el 3-2, nunca más una hinchada rival gritó un gol mío jaja”, recordó Messera, quien en ese momento tenía apenas 20 años.
Esa noche de Halloween, Gimnasia y River jugaron en el Bosque mientras el Lobo estaba en un gran momento. Sin embargo, la sospecha está y la tapa de Olé también. El diario deportivo más famoso del país titulaba “A pedido del público” en su crónica del partido.
Los equipos grandes suelen estar metidos en una gran parte de los conflictos relacionados al arreglo de partidos, y San Lorenzo no iba a ser menos. Era el año 2001 y se disputaba el Clausura. Ya sobre la fecha 18, San Lorenzo y River compartían la punta con 41 puntos, 12 más que el tercero, Argentinos Juniors.
El fixture puso al Ciclón ante el Bicho de la Paternal, aunque el verdadero plato fuerte estaría del otro lado, ya que nada más ni nada menos que Huracán, clásico de los de Boedo, se enfrentaría al Millonario.
River perdió su encuentro ante el Globo por 3 a 2, con aquel recordado gol de Derlis Soto a los 50 minutos del segundo tiempo. San Lorenzo venció a Argentinos y aprovechó su ventaja luego, al obtener la victoria frente a Unión en la última fecha y alcanzar así un nuevo título nacional.
La manera en la que Huracán le “entregó” el campeonato a San Lorenzo podría considerarse como la excepción que confirma la regla, aunque no se puede dejar pasar un punto muy importante: Carlos Babington, entrenador del Globo, estaba enfrentado “a muerte” con el director técnico de River, Rubén Américo Gallego.
Cuando Babington era DT del Millonario, una serie de malos resultados, sumados a la derrota ante Boca, generó la bronca de Carlos. “Si quieren que me vaya, me voy”. Y se fue nomás. Su calentura también se debía a que, aun cuando era entrenador, lo trataban como si ya estuviese fuera de las arcas del club. Pero pudo darse el gusto de quitarle de las manos no uno, sino dos campeonatos a Gallego.
“Fue una victoria totalmente justa. En el fútbol hay que meterla y listo. Ya pasaron 20 años, es una estupidez seguir hablando de esto”, aseguró Babington, quien, mientras charlaba con este equipo de investigación, aprovechaba para sacar chapa de aquella histórica victoria que le dejó ese gustito especial de amargarle el año a su “archirrival” en el corralito de los entrenadores.
Noche fría del 28 de junio del 2003. Banfield y Rosario Central se enfrentaban por la fecha 18 del Torneo Clausura, en el estadio Florencio Sola. Partido “picante” por la definición del descenso, los condimentos estaban sobre la mesa y, por supuesto, los ojos de los futboleros se encontraban puestos en el Sur. Pero había una clave, un empate dejaba a los dos equipos en Primera División y le daba al Canalla la posibilidad de clasificar a la Copa Libertadores de América. ¿Y qué pasó? Un aburrido 0 a 0.
Los hinchas de ambos equipos llegaban a la cancha, muchos ya intuían lo que iba a suceder. De hecho, hubo un cantito muy extraño que salía de la tribuna local antes de empezar el partido: “Ya lo veo, ya lo veo, esta noche empatamos cero a cero”. Y así fue, poco se puede contar del partido, ninguno se quiso sacar ventajas, la pelota se movía con timidez sobre la mitad del campo de juego, nadie intentó romper el esquema y, de guapo, sacar una jugada de la galera.
Después de casi 17 años, algunos protagonistas de ese raro encuentro se animaron a recordarle lo sucedido a Pica en Punta. “El empate era negocio para los dos, no estuvo hablado ni nada similar, pero era obvio que no íbamos a arriesgar. Tampoco es que fuimos a menos, nosotros queríamos cumplir nuestro objetivo y ellos el suyo. El punto nos venía bien a los dos y jugamos con esa tranquilidad”, afirmó Luciano Lucho Figueroa, en ese entonces delantero del equipo rosarino.
Por el lado de Banfield, el que se animó a dar su punto de vista al respecto fue Hernán Adrián González. “Empatamos pero no por algún incentivo económico. Me acuerdo que al día siguiente del partido muchos medios sacaron notas diciendo que fue un bochorno, que se le había faltado el respeto a los hinchas o cosas similares. Para mi es todo lo contrario, la gente que se acercó ese día a la cancha se fue contenta, habíamos logrado quedarnos en primera”, expresó González con absoluta sinceridad.
Ambos exfutbolistas, participantes de ese encuentro, coincidían en algo: no hubo incentivo económico. Pero esto no significa que no haya estado “arreglado”. Necesitaban el punto y empataron, se veía venir y más en nuestro fútbol ¿Este resultado perjudicó a un club grande? No, mandó a la promoción a Talleres de Córdoba, Nueva Chicago, Unión y Huracán. quizás por este motivo solo se habló del partido al día siguiente.
El motivo del arreglo, en este caso, poco se parece al de los partidos anteriores. A lo largo de la historia, existieron muchos encuentros con la misma sospecha que este Rosario Central-Banfield y algunos se animan a ubicarlos en una categoría nueva: “partidos consensuados”.
Anteúltima jornada del Apertura 2004. Newell’s Old Boys y River lideraban el campeonato con 30 y 29 puntos respectivamente. La Lepra se debía enfrentar con Boca en La Bombonera, mientras que el Millonario con Vélez Sarsfield. Otra vez, una historia en la que incluye a los archirrivales.
La última vez que Newell’s le había ganado a Boca en la Bombonera había sido en el 1987, año en el que se consagró campeón y por eso quería repetir la fórmula. Algo que no sería difícil de lograr dado los acontecimientos.
Jorge el Chino Benítez, técnico del xeneize, había tomado la decisión de jugar con suplentes y ubicó a algunos jugadores de la tercera en el banco de suplentes porque debía la revancha ante Internacional de Brasil por la Copa Sudamericana. Dada la casualidad que River, clásico rival de Boca, también peleaba ese campeonato comenzaron las sospechas.
La previa del encuentro generó disturbios porque estuvo plagada de suspicacias. La mayoría de los hinchas xeneizes manifestaron su deseo de que el equipo no le ganara a Newell’s para evitar que River logre el campeonato.
Finalmente el partido terminó 3 a 1 a favor del conjunto rosarino y de esta manera se encaminaba a conquistar el campeonato del 2004-. River perdió su chance con Vélez y se alejó de la pelea.
Sin embargo esto no termina acá, durante el partido se pudo apreciar como la barra de Boca, La 12 cantaba “me parece que River no sale campeón porque Boca lo cagó”. De esta manera las suspicacias se volvieron una realidad para una vez más demostrar que si de arruinarle las oportunidades a tu rival se trata…
“Jugamos el partido como si fuera una final, por nosotros y por la gente, porque era un rival difícil y de historia, pero lamentablemente todo se opacó por los arreglos de la barra con los jugadores para que River no salga campeón”, confesó el defensor de la Lepra Luciano Vella a través de un llamado telefónico a Pica en Punta.
Los jugadores de Boca rechazaron públicamente cualquier especulación y de hecho tuvieron a maltraer a Newell’s en los minutos iniciales pero eso no alcanzó. Algo se traían entre manos.
El Apertura 2006 era la gran oportunidad que tenía Boca para conseguir el tricampeonato, algo que sería único en su exitosa historia. El partido de la fecha 6, en el que enfrentó a Gimnasia en el Estadio Ciudad de la Plata, tendría todos los ingredientes para hacerlo imborrable e irrepetible.
El calendario marcaba 10 de septiembre y el Xeneize buscaba los tres puntos para seguir arriba en la tabla, para alcanzar el récord argentino de 13 triunfos consecutivos y para despedir de la mejor manera a Alfio Basile, quien iba a dirigir su último partido antes de aterrizar en la Selección Argentina.
El equipo de Pedro Troglio aquella tarde intentó emparejar el trámite del partido a puras patadas e infracciones. El árbitro Daniel Giménez cargó de amarillas a los jugadores platenses y el primer tiempo terminó 1-0 a favor del Lobo con un gol de penal de Santiago Silva. Lo peor estaba por venir.
El entretiempo se hacía más interminable que de costumbre porque el árbitro había tenido una visita inesperada que lo había hecho tomar una decisión. “Invadieron mi camarín el presidente de Gimnasia (Juan José Muñoz) junto a un par de barras y me amenazaron. Era imposible seguirlo”, confirmó el Sargento Giménez en referencia a la charla poco amistosa que tuvo con el máximo dirigente platense.
El árbitro, al que le habían dicho “cuando salgas a la calle te vamos a matar…”, decidió suspender el partido y el Tribunal confirmaría en la semana que el encuentro se reanudaría el 8 de noviembre en un tiempo de 23 y otro de 22 minutos. Para ese entonces la realidad era distinta, el Xeneize de Ricardo La Volpe lideraba con 32 puntos y cerca, a un punto, estaban River y Estudiantes. El Lobo no pensaba darle una mano al León.
El plantel de Troglio había recibido una visita de la barra antes de la reanudación del partido y el mensaje había sido muy claro: había que perder sí o sí para no beneficiar al pincha. Los jugadores acataron la orden y Boca hizo su monólogo. Con dos goles de Palacio, uno de Palermo y otro de Marino, el puntero goleó 4-1 a Gimnasia y “todos contentos”.
Lo que parecía un rumor fue confirmado justamente por un ex River, Juan Carlos Olave, quien contó que efectivamente la apretada se había producido con datos precisos de hijos y esposas a los que se los iba a ir a buscar en caso de que ganaran el partido. Marcelo Goux, defensor del Lobo en aquel fatídico encuentro, se animó a confesarlo ante este equipo de investigación 13 años después. “Estaba en juego la vida de nuestras familias y a nosotros el resultado no nos cambiaba mucho. No había más que hablar”, confesó Goux, quien actualmente forma parte del cuerpo técnico de Diego Cocca en Rosario Central.
Este episodio que involucró violencia, apretadas y amenazas de dirigentes y barras bravas es, quizás, el encuentro más recordado de los denominados “partidos arreglados”. Probablemente, su fama se haya acrecentado con la tapa de Olé al día siguiente, una de las pocas con fondo negro que ha tenido el diario a lo largo de su historia. “Jugaron a muerte”, escribieron de título y cuánta razón tenían.
El 31 de mayo de 2013, el estadio Centenario Ciudad de Quilmes acaparó la atención de todo el público futbolero al albergar la victoria por 1-0 del Cervecero ante Racing en un encuentro lleno de suspicacias.
Tanto los locales como la visita jugaban su torneo aparte: Quilmes peleaba la permanencia en la máxima categoría y uno de sus rivales era Independiente. En cambio, Racing luchaba por el ingreso a las copas internacionales pese a sus irregulares actuaciones.
El entrenador de la Academia, Luis Zubeldía, estaba frente a un partido lleno de sospechas. Lejos de ahuyentarlas, las aumentó. El director técnico eligió que su equipo salga al campo de juego sin un centro delantero, por lo que la ofensiva estuvo conformada por De Paul, Fariña y Centurión. Recién a los 20 minutos del segundo tiempo, Racing jugó con un “9” tras el ingreso de Cámpora. Como resultado, los de Avellaneda contaron con un leve remate de De Paul y dos tiros atajados por Trípodi.
El gol de Martín Cauteruccio, a los nueve minutos, le dio la victoria a Quilmes, evitó que Independiente salga de la zona de descenso y lo hundió aún más a falta de tres encuentros por disputarse.
Claudio Corvalán, ex jugador de ambos equipos que en esa temporada había pasado de Quilmes a Racing, le explicó a Pica en Punta la interna de ese encuentro: “Se vivió una semana atípica, parecida a la previa de un clásico. Sabíamos que existía mucha presión porque estábamos a la vista de todos. Si ganábamos, nuestros hinchas nos iban a criticar y si perdíamos íbamos a quedar mal vistos. Nosotros queríamos llevarnos los tres puntos, pero desde la dirigencia nos dijeron que no ganemos”.
Una vez que Laverni finalizó el encuentro, el Centenario repleto se vistió de fiesta. Ambas hinchadas festejaron y se unieron al grito de “el que no salta se va a la B”. Además, los dos conjuntos se fueron aplaudidos.
La afirmación que dice que “todos los partidos se definen en la cancha” es falsa. El fútbol argentino se encargó de ridiculizar esta frase en múltiples oportunidades. Los partidos arreglados, tan chocantes como usuales, destruyeron dos mitos históricos: el primero indicaba que todos los equipos salían a ganar y el segundo, que el hincha siempre iba a la cancha con el deseo de que sus jugadores se quedaran con los tres puntos.
La investigación confirma la sospecha: históricamente, en etapas culminantes de los torneos de Primera División, hubo arreglos de partidos. Los motivos no suelen ser muy variados: la posibilidad de salvarse del descenso, salir campeón, ingresar a una copa internacional y la agradable oportunidad de perjudicar al clásico rival, darán origen al pacto.
El recorrido hace foco en aquellos encuentros en los que fueron protagonistas los denominados “clubes grandes”, que llamativamente son los que suelen dar el presente en la mayoría de los casos. El deseo de perjudicar al clásico rival sobresale como principal motivo para engendrar “el arreglo”, una moneda corriente en el fútbol argentino.
Si viajarámos a la década del 30 podríamos escribir un libro, pero este equipo de investigación seleccionó ocho partidos que tuvieron lugar a partir de los años 90. Este fenómeno pareciera no tener fin y algunos se animan a encasillarlo dentro del grupo de “las cosas que siempre pasan”.
“Arreglar partidos”. Dicho así suena a mala palabra. Por eso la frase muchas veces es reemplazada por otras: “fueron para atrás”, “jugaron sin ganas”, “no se lastimaron”, “les convenía a los dos” o “hicieron lo que tenían que hacer”. El fenómeno de arreglos parece haberse estacionado en el fútbol argentino hace tiempo y nadie trabaja para erradicarlo.
Puede ser por amenaza de los barras bravas, por conveniencia de resultado, por incentivación, por deseo de perjudicar al rival o por una mezcla de todas estas, pero en ninguno de estos casos que pudimos comprobar los involucrados han recibido una sanción. La Asociación del Fútbol Argentino se acostumbró a convivir con los partidos arreglados, los afrontó y los archivó en las oficinas de Viamonte 1366.
Mitos, realidades, curiosidades e historias negras. Todos estos elementos forman parte de la tradición del fútbol al que se lo considera como “el más pasional del mundo”. Sin embargo, quien haya llegado a estas líneas se retirará con un mensaje positivo: el fútbol argentino sí tiene arreglo y siempre lo tendrá. Mientras existan los torneos argentinos habrá siempre arreglo de partidos. Estos partidos arreglados regresan al baúl de los recuerdos de AFA, mientras tanto, será mejor que el fútbol argentino los tenga en la gloria.
Equipo de investigación: Angione, Capurro, Chariano, Del Mármol, Galluzzo y Seluchi – 3°D 2019
“Planteamos el tema en la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) por las jugadoras que trabajan y tienen que pedir el día. En su momento eran 150 pesos por día, ahí fue, en 2017, cuando la Selección decidió parar. Nos pareció totalmente injusto que se siga con lo mismo sabiendo que todo aumenta en Argentina. Querían dar 200 pesos. Hoy lo que pagan en la Selección es 300 pesos por día, imaginate. Todo el mundo me pregunta si es en serio, y sí, es la triste realidad”, cuenta Mariela Coronel, quien dijo presente en las tres citas mundialistas que la Selección femenina disputó (Estados Unidos 2003, China 2007 y Francia 2019) y también lo hará en los Juegos Panamericanos de Lima.
Como dice la santiagueña -38 años y mediocampista del Granada de España-, es una triste realidad la que rodea al fútbol femenino en general, más allá de los innumerables reclamos a la AFA: por la ansiada profesionalización, por un salario digno, por el pago de viáticos, por los problemas con las indumentarias, por inconvenientes con los premios y por la mejora de las metodologías de entrenamiento, entre otros tantos obstáculos que, por supuesto, el masculino no padece ni por asomo. La igualdad, otra lucha a nivel mundial.
“Cuando voy a España, la gente del club lo dice: ‘Ustedes van a la Selección y vuelven más lentas, con uno o dos kilos de más’. Vengo a la Selección y es una pérdida de tiempo”, expresa Coronel con respecto a los entrenamientos y desliza una crítica a la preparación física que plantea el cuerpo técnico que comanda Carlos Borrello, repudiado en redes sociales por las jugadoras Estefanía Banini, Belén Potassa, Florencia Bonsegundo y Ruth Bravo, quienes acusaron que no han sido convocadas a los Panamericanos (Bonsegundo decidió bajarse de la lista por su cuenta) por haber alzado la voz en pedido de un cambio de entrenador: no consideran a Borrello a la altura de lo que supone el cargo.
– Tenés puesto el pantalón de la Selección, al igual que tu familia, ¿la AFA no tiene problema en darles la ropa?
– Ahora no. Eso se generó porque se dio la casualidad de que vino una chica de marketing (Verónica Miele) con nosotras a Panamá (al Repechaje, en noviembre de 2018). Volvió a venir en abril, a Las Vegas (gira en Estados Unidos en la previa al Mundial de Francia), y desde ahí estuvo más cercana a nosotras. Las chicas le dijeron las inquietudes que teníamos, ella estaba aislada de todo lo que surgía en el femenino. A los chicos les dan hasta la ropa interior y a nosotras no. Devolvíamos las calzas, los calcetines cortos, los tops, y ella se quedaba asombrada. Preguntaba: ‘¿Cómo que devuelven?¿Y las cosas para ducharse?’ ‘Cada una trae sus cosas’, le respondíamos, y quedaba aún más asombrada. Empezó a hablar con las marcas para ayudarnos. Ella fue de mucha utilidad solamente con que comentara nuestro tema, le parecía totalmente injusto que no se tratara al femenino como al masculino.
– ¿Ustedes nunca habían planteado estas cuestiones?
– No, porque nosotras también estábamos desentiendas del tema. Íbamos a entrenar y no nos generaba nada. Lo que sí nos sorprendía, era, por qué teníamos que devolver los tops, las calzas, ¡que es algo de uso personal! La utilera decía que esa era ropa de la que no tenía mucha y que solamente se manejaba con eso. Nadie decía nada, cada una usaba su calza porque encima no dejaban ni mojarla, la utilera no quería llevar la ropa así al lavadero, que está ahí mismo, en la AFA. Siempre nos decía: ‘Las calzas no las pueden mojar, los pantalones cortos tampoco’, por eso, la mayoría de las chicas no usaban las calzas de la AFA y cada una se llevaba la suya para poder ducharse. La chica de marketing generó que el femenino se sienta cómodo.
– A todo esto, ¿y el Presidente del Fútbol Argentino, Claudio Tapia?
– Cuando estuvimos en la Copa América de Chile (2018), el señor Tapia fue, pero no se acercó a saludarnos en el hotel. Cuando fuimos a retirar la medalla, él estuvo alejado de nosotras porque estaba dolido, pero más dolidas estábamos nosotras porque en ese momento lo teníamos a Ricardo Pinela de Presidente (de la Comisión de Fútbol Femenino de la AFA), pero él estaba muy desactualizado de lo que era el femenino, lo que era la Selección. Antes de un viaje afuera, las capitanas se juntan, o la que quiera, con el Presidente de la delegación para debatir el tema de los premios. Pinela no estaba al tanto de nada. Cuando lo planteó en AFA le dijeron que ellos nunca habían pagado premio. Era mentira, estuve en el 2003 y en el 2007, y cuando clasificamos al Sudamericano y de ahí al Mundial, AFA nos dio un premio. Que se lo diga a las nuevas sí, pero que se lo diga a las viejas, que hemos estado, no. Pasaban los días y no teníamos una respuesta de Tapia. Empezamos a mover las redes sociales, armamos quilombo, en el buen sentido, y la gente se empezó a enterar de lo que pasaba. En ese torneo, Tapia quería echar a las jugadoras que salieron a contar lo que había pasado, era como decir: ‘¿Ahora vienen a hablar?’ Levantamos el furor de todo el mundo en las redes sociales y él se sintió tocado. No le planteamos algo que no era. En la segunda ronda, a la Selección de Chile le habían dado 3000 dólares para cada jugadora por haber pasado. Nosotras pensábamos: ‘Bueno, vamos por esa cantidad’, pero por haber pasado la primera ronda, la segunda y con posibilidades de ir al Mundial, por todo eso, nos dieron: 1500 dólares y 750 de viático, o sea, 50 dólares por día. A nosotras no nos interesa el dinero, jugamos porque nos gusta, pero es el reconocimiento. Notamos que ellos pensaban: ‘Si no dicen nada, mejor’. Se dio cuenta de que había mucho movimiento, lo perjudicaba y trató de apaciguar las cosas.
– ¿Hoy en día cómo están las cosas entre ustedes y Tapia?
– Cambió muchísimo con nosotras: se acerca a hablar y tiene mucha confianza con algunas. En el Sudamericano nadie lo conocía, no sabíamos quién era. Habrá estado dos minutos, dijo unas palabras (antes de viajar a Chile) y allá no nos dio bola; en realidad no sabíamos que había ido. Nosotras nos teníamos que haber reunido con él por el tema del premio y nos decían que llegaba otro día y no nos pudimos juntar, siendo que él estaba ahí. Todas esas cosas, que no le importe nada, nos dejó dolidas. Que hayamos ido en representación del país y que el Presidente de la federación no haya dado la cara en ningún momento, nos hizo sentir solas. Desde ese Sudamericano, al día de hoy, las cosas con Tapia cambiaron mucho, está más cercano a nuestras necesidades. Antes, hablar con él era imposible, ahora no hay problemas, quedamos tal día y viene tranquilamente y habla, está más accesible. No sé si lo hace para convencernos y dejarnos tranquilas o sí de verdad quiere, en un futuro, mejorar el viático de la Selección y las cosas que le plantean las chicas.
– Teniendo en cuenta todos estos problemas, ¿dan ganas de ir a la Selección o es más bien un compromiso?
– Y sí porque al final las jugadoras, sobre todo las más antiguas, seguimos haciéndolo porque nos gusta. No gano millones, gano para vivir. Ir a la Selección es una recompensa a todo el trabajo que hace una. Creo que a todas nos genera eso. No gano, pero una siente una satisfacción personal. Ya no pensás en que estás perdiendo dinero o tiempo de estar con la familia. Cuando ves que hay resultados, que hay gente que quiere a la disciplina y que está dispuesta a que esto crezca, a la jugadora la motiva. Del 2003 al 2017 la Selección seguía igual, estaba estancada, entraban y salían los técnicos, no se clasificaba a nada, no había entusiasmo: la Selección no generaba ganas de ir. En estos dos años ha cambiado muchísimo, esto tiene que seguir para mejor. No hablo a nivel económico, no quiero que esto se convierta como con los chicos y que nos digan mercenarias, que jugamos por plata. Quiero que la jugadora siga jugando y tenga la pasión porque le gusta, porque le encanta la Selección y quiere mejorar.