sábado, abril 20, 2024

Caer para levantarse

Por Iván Lorenz

“¿Voy a volver a jugar?”, se preguntó Hayley Raso. “¿Voy a volver a caminar?”, se preguntó nuevamente la extremo australiana segundos después. Le preguntaron si podía mover las piernas. Si podía sentir los dedos. Nada. El dolor y el miedo la mantenían inmóvil. La delantera del Portland Thorns acababa de fracturarse tres vértebras por ir a cabecear una pelota. La rodilla de la arquera la impactó y el golpe fue contundente. El mes de agosto en 2018, la vida de Ribbons, apodo que se ganó por las cintitas que usa para atarse el pelo, cambió para siempre.

Un mes en el hospital y cinco más aprendiendo a caminar.  Días después volvió a jugar al fútbol con Australia e hizo un gol en la Copa de las Naciones contra Nueva Zelanda. Cuatro meses más y apareció en la lista de convocadas a Francia 2019. Su perfil de luchadora, resiliente y valiente, se convirtió en una verdad absoluta. Se habló del milagro. Hayley Raso le cuenta al mundo cada vez que juega que lo hizo. Que ganó un partido dificilísimo.

El fútbol la alejó y el fútbol la trajo de vuelta. En el Mundial de Canadá 2015 no entró en ningún partido. En Francia disputó 69 minutos contra Italia, entró a los 72 para remontar el encuentro contra Brasil y volvió a ingresar a los 63 para pasear un rato contra Jamaica. El Mundial, el deseo por jugar a la pelota, hicieron que las ganas de recuperarse y volver, fuesen más fuerte que aquel rodillazo.

Sí, volvió a jugar. Sí, volvió a caminar. Sí, volvió a correr. 73 minutos duró su actuación ante Noruega por los octavos de final del Mundial. Un partido en el que Australia tuvo que levantarse, como ella, después del gol de Isabell Herlovsen a los 31 del primer tiempo. Las Matildas resistieron los azotes nórdicos para responder con fuerza a los 83 del complemento: Elise Kellond-Knight anotó el primer gol olímpico en una Copa del Mundo Femenina.

Desde el banco, Raso grita y sonríe. Se siente a gusto en un equipo resiliente que no quiere dejar que Noruega les gane por primera vez en un Mundial. Se enfrentaron en dos ocasiones en fase de grupos. En China 2007, empataron 1-1. En Alemania 2011, fue victoria para Las Matildas por 2-1.

Faltaba poco para el cierre y a los 92 minutos, Caroline Graham Hansen, la figura del partido y la número 10 de Noruega, estrelló una pelota en el palo que recorrió la línea de meta y salió. En el banco Raso largó un suspiro, aliviada, pero firme, lista para seguir aguantando el asedio. Ya no quedaba nada.

Un esfuerzo más, un paso, dos, tres, cuatro y ya estaba caminando de vuelta, a tan solo medio año de la lesión. Fin del tiempo reglamentario en el Estadio de Niza, hay que ir al alargue. Ambos equipos en ronda, Raso escucha atenta. Australia escucha atenta. Noruega hace lo propio. Las piernas están cansadas, pero hay que seguir.

Raso hace una mueca, le duele. La árbitra alemana Riem Hussein expulsó a la australiana Alanna Kennedy, la tercera Matilda en ver la roja en un Mundial. No importa, hay que seguir, hay que aguantar, falta poco, otro paso más. A los 109, el golpe sonó fuertísimo. Boe Risa reventó una pelota en el travesaño. Los conocimientos de Hayley en técnicas de emergencias sanitarias, carrera que puso en pausa para dedicarse al fútbol, le hubiesen venido bien a varios de los más de 12 mil aficionados que estaban en el estadio. Un final dramático.

Pero está lejos, porque faltan otros 15. Graham Hansen estaba desatada, lo único que la paraba era la suerte, que no quería que la pelota entre en el rectángulo defendido por Lydia Williams. Australia aguantó y aguantó. Raso firme, con los ojos bien abiertos haciendo fuerza desde el banco, donde hace algunos meses ni siquiera soñaba con estar.

Pero está y le toca vivir la octava serie de penales en la historia de los Mundiales. Doce pasos, una cantidad que Raso sabe que es mucho. El sorteo indicó que arrancaba Noruega. Hansen, gol. Sam Kerr, la delantera más temible de Las Matildas, por arriba del travesaño. Guro Reiten no desperdició la oportunidad. Y Emily Gielnik le dio otra a la capitana Maren Mjelde. Gol, 3-0. Llegó el turno de Steph Catley. 3,2,1 y adentro. 3-1. Raso mira desde la mitad de cancha, sabe que es difícil, pero está lista para soñar y aguantar el golpe. Ingrid Engen estaba dispuesta a darlo. Pateó firme y la pelota se acurrucó en la red.

Noruega pasó sin ganarle a Australia y sigue soñando con repetir la hazaña de Suecia 1995. Las Matildas saludaron a lo lejos a los cuartos de final, la instancia más lejana a la que llegaron en un Mundial. Las de rojo festejan y las de amarillo lloran. Pero las oriundas del país continente están listas para aguantar el sacudón. Porque la tienen a Rasso, porque se tienen a ellas. Porque saben que en la vida como en el fútbol siempre se sufren embestidas, pero lo importante es estar listas para devolver el golpe. Entonces ven las cintitas en el pelo de Hayley Rasso y recuerdan: “La victoria reside en levantarse una y otra vez, porque fracasar es no intentarlo”.

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