lunes, diciembre 23, 2024
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Estados Unidos se llevó el duelo de las viejas conocidas

Por Iván Lorenz

En las tribunas del Stade Océane en Le Havre, hay un grupo de viejas amigas futboleras que se juntó a ver el partido entre Estados Unidos y Suecia. No es la primera vez que van a la cancha juntas, tampoco la última. En los 4 años de parate que hay entre Mundial y Mundial, arman planes y destruyen otros, ahorran, gastan, se mensajean por whatsapp, se comparten videitos por Instagram, se ríen en Twitter y charlan acerca de notas y lo que van estudiando sobre las Copas del Mundo por Skype. Claro, eso hoy, porque en un principio se manejaban con cartas que viajaban de Estados Unidos a Suecia y viceversa, o bien se alojaban mutuamente en vacaciones.

Sus vidas como amigas pasan por los Mundiales, porque fue allí donde se conocieron. El 17 de noviembre de 1991, se cruzaron sin saber quiénes eran unas y otras en Panyu, China. Fue en el Estadio Ying Dong, 4 con camiseta amarilla sueca y otras 6 con la casaca blanca estadounidense. Las entradas que habían comprado las ubicaron pegaditas entre las 14 mil personas que fueron ese día y las encontraron charlando durante todo el encuentro. Aquella vez, Estados Unidos derrotó 3-2 a Suecia. Los dos grupos se fusionaron esa noche: las suecas felicitaron a las norteamericanas por los dos goles de Carin Jennings y el de Mia Hamm. Y ellas les devolvieron el gesto, maravilladas con los tantos de Lena Videkull e Ingrid Johansson, que no alcanzaron para ganar el encuentro, pero fueron el comienzo de una relación intercontinental.

El orígen de la amistad coincidió con el comienzo de los enfrentamientos entre Suecia y Estados Unidos, que casualmente era el primer partido en Mundiales de cada una de las Selecciones. Las 10 hinchas tomaron aquel dato como una señal divina y ni bien terminó el partido en el Estadio Ying Dong, se fueron a tomar algo para conocerse un poco más. Firmaron en una servilleta un acuerdo en el que se comprometían, a sus 23 años, a cruzarse en cada Mundial que se jugase.

En Suecia 1995 y Estados Unidos 1999, las Selecciones no se enfrentaron en ningún partido, pero las amigas aprovecharon la localía para ser las mejores anfitrionas. Lloraron juntas la eliminación de las amarillas en el ‘95 y la tocada de puerta a la final de las, por entonces, vigentes campeonas. Volvieron a llorar en 1999, pero de emoción con el segundo campeonato de Estados Unidos.

En 2003, lloraron de alegría cuando el sorteo las puso en el mismo grupo. Fueron las estadounidenses quienes las llamaron porque volverían a ser anfitrionas y les contaron que se encargarían de sacar las entradas para estar juntas en las tribunas del Estadio RFK de Washington. Las locales se impusieron 3-1 y las amigas gritaron los 4 goles junto a las 34 mil personas que asistieron.

Las despedidas no eran tristes, porque sabían que se volverían a ver como mucho en 4 años. Y volvieron a llorar en el sorteo que anunció que Estados Unidos y Suecia compartirían grupo. Las amigas mundiales viajaron dos semanas antes de que comience el torneo porque en 2007 tocó China, en donde todo comenzó. También eligieron llegar varias horas antes al Complejo Deportivo Chengdu, para disfrutar por completo el show. Otra vez fue victoria norteamericana con 2 goles de la histórica Abbey Wambach. Ese día, las amigas suecas les prometieron que la próxima vez no tendrían tanta suerte.

Y tuvieron razón. Volvieron a cruzarse en fase de grupos en Alemania 2011. La tecnología avanzaba, tenían mayores facilidades para comunicarse y mantener firme la relación. Volvieron a sacar las entradas cosa de estar juntas en las tribunas del Arena Im Allerpark de Wolfsburgo. Junto a otras 23 mil personas, disfrutaron del 2-1, la primera victoria de Suecia frente a Estados Unidos en un Mundial. Se quedaron unos días más y se despidieron como de costumbre hasta la próxima vez.

Cuatro años más tarde, su suerte volvió a decir que debían comprar entradas para disfrutar juntas en las tribunas del estadio de Winnipeg un partido entre Suecia y Estados Unidos. Pero esta vez se irían algo ofendidas porque el encuentro terminó 0-0 y no pudieron gritar ningún gol. Las estadounidenses sonreían disimuladamente porque el empate implicaba que ellas siguiesen 3-1 arriba en el historial.

El gran crecimiento tecnológico y el boom de las redes sociales les permitió organizar una gesta histórica para el Mundial de Francia. El grupo de Whatsapp que llamaron “Estados Unidos de Suecia” reventó de información y contenidos en inglés. Eligieron esa lengua para comunicarse porque las estadounidenses argumentaron que, como iban arriba en el historial, les correspondía a las suecas aprender su idioma.

En una encuesta que realizaron por mensajitos, coincidieron en que el Mundial de Francia fue el más esperado de todos. Las amigas creen ser afortunadas, porque sus Seleccionados jugaron todas las Copas del Mundo y encima se habían enfrentado más veces que todo el resto de los países. Como la historia es pícara y habilidosa, las hizo llorar nuevamente de la emoción en el sorteo de la octava edición del campeonato FIFA más importante: transmitieron en conjunto y por Instagram la función en vivo. Sus seguidores las vieron llorar cuando las bolillas coincidieron por sexta vez. Su amistad estaba destinada a perdurar.

Llegaron a Le Havre y se dieron un abrazo con gusto a viejas conocidas. Pero esta edición era distinta. Era especial. Luego del reencuentro, cada átomo del grupo se separó para recibir a las nuevas integrantes: sus hijas, con casacas amarillas sueco y blancas estadounidense. Era su primera vez fuera del país y su primer Mundial de fútbol. Las viejitas, ya pasando los 50, habían decidido prolongar la relación que les dio el fútbol, porque se dieron cuenta de que ya habían vivido más de lo que iban a vivir.

El sol brillaba alto y las amigas gritaron bien fuerte la cuenta regresiva. Ni siquiera se habían sentado que Lindsey Horan hizo el gol más rápido en lo que va de Francia 2019. Una de las viejitas, al ver cómo lloraban las de amarillo, las consoló y les contó a todas las pequeñas que 3 minutos era demasiado tiempo y que Lena Videkull había hecho un tanto en 30 segundos en 1991.

Las nenas se miraron, sonrieron y siguieron mirando el partido con las orejas paradas por si a las viejas se les escapaba otro dato de sus vidas. Corrían los minutos y las pequeñas se hacían chistes, se abrazaban, gritaban con cada jugada de peligro y aprendían palabras en ambos idiomas. Durante el entretiempo no pararon de contarse y preguntarse cosas desde en dónde jugaban al fútbol hasta qué querían ser de grandes. Una de las de amarillo no llegó a terminar de decir que su sueño era ser futbolista porque a los 49 minutos Tobin Heath puso el partido 2-0 y tuvo que taparse los oídos después del grito de gol de las viejas y pequeñas estadounidenses.

Cuando la rusa Anastasia Pustovoytova pitó el final del partido que significaba la victoria de Estados Unidos, viejas y pequeñas se quedaron hasta que las 22 mil personas se fuesen. Las más grandes empezaron a llorar y las más chiquitas, sin entender el motivo de las lágrimas, se les rieron e hicieron la pregunta que terminó de quebrar a sus madres: “¿Por qué no vamos a comer algo algo? Tenemos hambre”.

Las viejas conocidas se miraron, cerraron los ojos y se imaginaron en China, en el Estadio Ying Dong de Panyu. Inhalaron todo el aire con sabor a cambio que pudieron y salieron disparadas a buscar un lugar para cenar. Una vez instaladas, miraron a las pequeñas y les dijeron que iban a hacer dos cosas. La primera sería asistir a los cruces de octavos de final entre Estados Unidos y España y Suecia contra Canadá. Y la segunda, y más importante, consistía en firmar un acuerdo en una servilleta en donde se comprometían a cruzarse en cada Mundial que se jugase para que, de esa manera, la pelota nunca, pero nunca, dejase de rodar.

El toque de Lisa, así no se pierde

Por Joaquín Méndez

Un viejo conocido de la Isla Maciel le devolvió la alegría al hincha de San Telmo en la última temporada, a base de juego y en constante ataque, pudo generar la ilusión del ascenso a la B Nacional. Ilusión que se acabó por el momento, ya que tras superar 2 a 1 a All Boys en condición de local, perdió en los 180 minutos por la derrota en Floresta hace dos semanas 3 a 1.

Lisa sacude sus brazos, sus anteojos se aferran a la cavidad entre sus orejas y su cabeza. Da indicaciones, ordena con sus gritos a los centrales, Germán Niz y Frontini, que no descuiden su marca. Lanza su brazo derecho hacia el cielo y en dirección frontal, como un general a sus tropas, comanda el ataque, Lucas Arce y Lucas Carrizo, deben atacar las bandas. Sus dirigidos deben doblegar a su rival.

La verticalidad y la lateralización rápida fueron las claves del planteo del candombero para llegar a jugar el reducido. Sus goles, también. Convirtieron 30 goles en 22 partidos desde la llegada del entrenador. Antes, en casi la misma cantidad de partidos, habían concretado tan sólo 15 goles. Lisa le dio felicidad.

Damián Toledo fue el encargado de dominar la mitad de la cancha en los partidos, un cacique que manejaba los hilos conductores del juego. Buen primer pase y gran lector de jugadas, ya que cortaba los contragolpes de All Boys, cuando San Telmo perdía la pelota en tres cuartos de cancha. Y si no estaba él, aparecía Pablo Frontini, con pasado en primera división, recuperó su nivel y otorgó jerarquía a la defensa, disputando los cierres mano a mano con los delanteros, además, le sumó durante el torneo buena salida desde abajo, junto a Leandro Hertel, que no presenció la última final tras su expulsión en Floresta, cuando iniciaba el partido.

¿Por qué decimos que Lisa le dio alegría y felicidad a la Isla Maciel? Justamente por su elección o su convicción de cómo se juega a la pelota. Se lo argumento. En el mediocampo junto a Toledo, jugaron David Zarco, Nicolás Igartúa y Ezequiel D’Angelo. Zarco e Igartúa, sus interiores, no utilizó carrileros o ese jugador polifuncional, que ataca un poco y defiende un poco, apostó por el toque y la movilidad libre del mediocampo, asegurarla siempre a un compañero. D´Angelo, le dio cariño a la redonda, la amasó, la acompañó en cada giro sobre el césped y fue el nexo, al pivoteo de Guido Dal Casón y a la velocidad de Lucas Kun Farías.

Con este sistema, San Telmo remontó y estuvo a un gol de forzar los penales frente a All Boys, que consiguió el ascenso a la segunda categoría del fútbol argentino, tras aguantar el asedio futbolístico del conjunto local. Su llave, fue Cristián Sánchez que en un contragolpe sentenció el resultado, elevando el balón por encima del arquero Marcos Jara.

Entre los años 96 y 99, Lisa jugó en San Telmo como delantero. Allí disputó 53 partidos con la camiseta azul y celeste, e hizo que la pelota impacte en la red en 20 ocasiones, con un promedio de 0,38 por partido. En aquellas épocas, dibujó sonrisas en los rostros de la gente del barrio.

¿El concepto de ganar en algo, solo es aplicable si se obtiene un victoria o un resultado? ¿Acaso no hay otras formas de ganar, que no sean superar al que tenemos en frente? Me permito discutirle eso, hoy el candombero ganó más de lo que perdió. A sus 49 años, eso Lisa lo sabe. Lo sabe y la dirección en la que miran sus pupilas, también. Está a punto de dar una entrevista para el canal que transmitió el partido. Se peina su escaso pelo hacia el costado. Sus ojos se inundan, las lágrimas caen por sus mejillas, el canto aturde el momento, la hinchada no para de alentar. El partido terminó hace unos minutos. “Me emociono”, dice el técnico. Repito. Lisa lo sabe y sabe que con el juego de su equipo, le acaba de devolver el alma y la alegría, a todo el pueblo candombero. ¿Acaso eso no es ganar en la vida que nos impone el resultado por encima de todo o casi todo? No creo que lo atormente eso, mientras la Isla Maciel baile y festeje, a pura fiesta y carnaval, con el toque del equipo de Lisa.

Las canadienses se sienten triunfadoras

Por: Fernando Bajo

Antes del comienzo del Mundial, las jugadoras de la Selección de Canadá ya se sentían triunfadoras. No habían jugado ni un encuentro en Francia, pero habían realizado algo que las enorgullecía. Catorce futbolistas se sumaron a Common Goal, la movida solidaria que impulsó el español Juan Mata.

El proyecto comenzó hace un poco más de 20 meses, cuenta con más de 100 futbolistas inscriptos y todo lo recaudado se destina a eventos caritativos.

¿Por qué no querría ser parte de esto? Ahora estoy muy orgullosa de que 15 de las chicas del equipo se hayan sumado y en la Copa Mundial Canadá ostentará el título de ser la primera selección nacional que se suma a Common Goal”, contó Erin McLeod, la arquera que luego se perdió la cita mundialista por una lesión.

Holanda con goles de Anouk Dekker y Lineth Beerensteyn venció por 2 a 1 al seleccionado americano en la última fecha de la fase de grupos de Francia 2019. Las europeas se clasificaron primeras y Canadá lo hizo en la segunda posición. El tanto canadiense lo anotó Christine Sinclair que alcanzó los 182 goles con la camiseta de su país y está a dos de igualar la marca de Mary Abby Wambach, delantera estadounidense que marcó más goles que cualquiera otra jugadora (y jugador) en una selección.

A excepción de Jessie Fleming, Allysha Chapman y Ashley Lawrence, el resto de las titulares del conjunto que dirige Kenneth Heiner-Moller son parte de Common Goal. Además, en el banco también estuvieron integrantes del proyecto: Adriana León, Jenna Hellstrom, Lindsay Agnew, Rebecca Quinn, Sabrina Dangelo y Shannon Woeller.

En octavos de final Holanda jugará ante Japón y Canadá contra Suecia o Estados Unidos, depende como termine el encuentro de esta tarde. Sin embargo, Las Canucks que por primera vez en su historia cayeron contra Las Leonas, seguirán jugando y destinando el 1% de sus salarios para quienes más lo necesitan.

Camerún – Nueva Zelanda, el partido que miró toda la Argentina

Por Tatiana Milani

Si le decías a los hinchas argentinos hace tres meses que iban a gritar un gol de Nueva Zelanda, no te creía nadie. O si le decías que ibas a maldecir que Camerún ganara por 2-1 con un doblete de Ajara Nchout y quedara al borde de la clasificación a la próxima ronda del Mundial, tampoco. Aunque tampoco te iban a creer si le decías que la Selección Argentina de fútbol femenino iba a tener récord de rating en la TV Pública, iba a  frenar a la gente en la calle para mirar el partido por la televisión de alguna vidriera, iba a hacerte emocionar hasta las lágrimas con una remontada histórica e iba a hacerte creer que otro deporte es posible.

Todo esto, y muchas cosas más, lograron las 23 futbolistas argentinas que viajaron a Francia para jugar tres partidos enormes. Un empate frente a Japón, equipo campeón del mundo en 2011 y último subcampeón, que demostró que estas pibas sabían lo que tenían en frente y, hasta en la última pelota, dieron todo por defender su arco. Una derrota por la mínima contra Inglaterra, clara candidata a levantar esta copa del mundo, que agrandó la imagen de la arquera Vanina Correa y la expuso por todo el país contando la historia de una mujer, como muchas otras, que dejó de practicar el deporte para ser madre y regresó. Por último, el encuentro ante Escocia, por el cual no existen adjetivos para explicar la actuación del conjunto albiceleste.

Por esto, la vuelta de este equipo a Argentina no será con un aire de decepción ni de pérdida, será con la frente bien alta porque lograron algo mucho más profundo que la clasificación a los octavos de final. Llegarán y tendrán millones de seguidores nuevos, llegarán y sonarán sus teléfonos para felicitarlas por su maravillosa actuación frente a potencias mundiales, llegarán y tendrán propuestas de clubes en el exterior para jugar profesionalmente, llegarán y un país entero las va a reconocer por la calle, llegarán y los libros de la historia del deporte tendrán varias páginas nuevas que cuenten esta gran hazaña. Porque ese es su mayor logro y es lo que se propusieron cuando empezó esta locura en la cancha de Arsenal ante 12 mil personas: generar el cambio en la mentalidad de los hinchas argentinos que llevan el fútbol en la sangre y no entienden de géneros.

El partido de Lionel Messi

Por Fernando Bajo

Está parado frente a la pelota y tiene la mirada perdida en un punto fijo. Vaya uno a saber qué está pensando, lo cierto es que al igual que en el Mundial de Rusia 2018, Lionel Messi vuelve a hacerse cargo de ejecutar un penal con la camiseta de la Selección argentina. Convierte y va hacía el arco a buscar la pelota.

Cuando vuelve a la mitad de la cancha les hace un gesto con los brazos a sus compañeros pidiéndoles calma, quienes luego del gol salen corriendo a presionar a los rivales detrás de Messi, de su capitán, a quien más de una vez se lo criticó por no ser un líder. Hoy lo intentó como pudo.

En el primer tiempo estuvo estático en la derecha y casi no intervino en el juego. Sin embargo, fue el único jugador de su equipo que remató al arco en todo el partido. En el primer tiempo fue a través de un tiro libre que contuvo el arquero paraguayo. En la segunda parte pateó el penal que terminó en gol y luego disparó dentro del área, pero su tiro se fue desviado.

Messi hizo el gol, pero Argentina empató gracias al penal que contuvo Franco Armani. A diferencia de otras oportunidades donde se reclamaba que a Lio nadie lo ayuda, esta vez, el jugador de River lo auxilió.

Que Messi no pueda demostrar todo su potencial evidencia el momento futbolístico que atraviesa el conjunto argentino. Dio 24 pases correctivos y falló la mitad. Sin embargo, a pesar de no brillar, con algunas gambetas (tuvo cuatro regates exitosos) y arranques individuales demostró porque la Selección argentina aún sigue con esperanzas.

Al finalizar el encuentro el diez está parado con los brazos en jarra en el centro de la cancha. Los paraguayos lo saludan antes de irse al vestuario. Se acomoda la cinta de capitán como ya es costumbre cada vez que sale al campo o tiene que patear un tiro de esquina.

El futbolista del Barcelona no jugó uno de sus mejores partidos, pero ¿qué jugador argentino se destacó? Probablemente ninguno. Esta vez no podrán recriminarle que cuando se desempeña en la Selección no aparece, no contagia a sus compañeros o no siente la camiseta.

“La selección tiene grandes chances de pelear por el título”

Por Enzo Azzolina

A lo largo de sus 103 años de vida, la Copa América marcó la carrera de muchos jugadores y seleccionados. Para bien o para mal. Un torneo en donde los países disputan el prestigio y el honor de ser el dueño del continente. Actualmente, la estadística dice que el Rey de Copas es Uruguay con 15 trofeos en sus vitrinas. Hasta el año 2011 Los Orientales estaban empatados con Argentina en 14 para cada uno, pero en esa edición disputada en suelo Albiceleste, los uruguayos arrasaron de punta a punta. El Equipo se dio el lujo de dialogar en exclusiva con Diego Forlán, gran responsable de la competencia obtenida en 2011.

A la selección la vi muy bien, para mí era candidata antes de arrancar la copa y sin lugar a dudas confirmó lo que no solo yo, sino mucha gente, pensaba que tiene grandes chances de pelear por el título”, pronunció tras el debut con victoria por 4 a 0 ante Ecuador en Belo Horizonte. Ahora el rival de los Charrúas será Japón y el exjugador de la selección no dudó en halagar a sus excompañeros: “Estamos acostumbrados a ver una selección sólida defensivamente. Esperemos seguir manteniendo lo que se hizo ofensivamente frente Ecuador porque fue lindo de ver”.

Forlán estuvo 13 años vestido de celeste con 113 partidos y 36 goles anotados, representando a más de 3 millones de personas en cada encuentro que le tocó disputar. Pero en ese ciclo hubo una pieza fundamental que a día de hoy sigue estando para los jugadores que se calzan la gloriosa casaca nacional, y es, Óscar Washington Tabárez. El Maestro estuvo en 9 años a cargo de él, en esos disputaron los Mundiales 2010 y 2014 Y las Copas Américas de 2007 y 2011. “El Maestro es un entrenador con muchísima experiencia que tenemos el privilegio de poder tenerlo todavía en vigencia y aprender de él tanto adentro como afuera de la cancha. Para los jóvenes y para los jugadores de experiencia termina siendo más favorable”, sentenció al recordar al entrenador de 72 años.

Para todo uruguayo tener la posibilidad de levantar la copa con tu selección es un sueño hecho realidad y algo muy difícil de lograrlo. Ya vestir la camiseta, cantar el himno y ganar un título es algo muy especial” fueron sus palabras al recordar aquella proeza de los Charrúas en suelo argentino.

Y si de Copa América se habla, Diego Forlán es palabra autorizada para esto. No solo por su gran logro de salir campeón en el Estadio Monumental frente a Paraguay por 3 a 0 con dos goles de él, sino que, este certamen lo lleva en la sangre por otro motivo: “Ganarla tiene otro valor en lo personal, mi abuelo ganó dos Copas América, mi padre obtuvo una y yo también logré otra. Somos la única familia en el mundo que tenemos cuatro copas dentro de la familia”, haciendo alusión a los logros por su abuelo materno Juan Carlos Corazzo en 1959 y 1967 ambas como entrenador y su padre Pablo Forlán, en 1967 siendo dirigido por su suegro.

Cachavacha hoy se encuentra en el tramo final de su carrera con 40 años y es imposible que no recuerde de buena manera al club donde se inició por allá cuando asomaba  el nuevo milenio, Independiente de Avellaneda: “De Argentina tengo muchísimos recuerdos. Con Independiente estoy muy agradecido por la oportunidad que me dieron, Bochini entre ellos, compartí casi 2 años en la pensión con chicos del interior. Fueron años espectaculares con grandes entrenadores y con una hinchada que hasta el día de hoy por todas partes del mundo me demuestra su cariño. Agradecido por haber hecho inferiores, reserva y debutar en un club tan grande e importante”.

Diego a lo largo de sus 20 años de carrera pasó por diferentes equipos, entre ellos se destacan Manchester United en lo que fue su primera experiencia en suelo europeo, Villarreal, Atlético de Madrid e Inter de Milán. En todos esos lugares vivió momentos únicos que hoy a la distancia las valora con mayor fuerza: “El fútbol me dejó el privilegio de vivir de esta profesión, haber conocido a muchísima gente y grandes jugadores y haber recorrido el mundo.”, eligió como lo más importante tras su paso por los grandes clubes.

En sus espaldas, el exdelantero cuenta con 12 grandes títulos y ser elegido como el mejor jugador del Mundial 2010 como frutilla del postre. Por lo tanto, no considera que le haya quedado algo pendiente en este sagrado deporte: “Cuando uno soñaba con jugar al fútbol nunca me hubiera imaginado jugar más de 20 años, por todas partes del mundo y a buen nivel. Ganar premios y torneos, es mucho más de lo que imaginaba. No me queda nada, solo soy un agradecido por todo lo que me tocó vivir”.

Ya pensando en el futuro, Forlán todavía se sigue sintiendo un deportista más. Aunque admite que ser entrenador es algo que está en proceso: “La idea es ser técnico, formar dupla con mi hermano, con mi profe Santiago Alfaro y de ahí ver que oferta llega. Me encantaría estar vinculado al fútbol porque es lo que me apasiona”. Por último, es alguien que no le teme al avance de la tecnología en el deporte, es por eso que se declara a favor del uso del VAR: “Yo estoy a favor, cada vez está más presente en nuestras vidas y son cosas que nos pueden ayudar. En el fútbol va a ayudar”.

Armani, sí que ataja penales

Por Federico Bajo

En 2010 Franco Armani jugó sólo dos partidos con la camiseta de Atlético Nacional de Colombia. En uno de ellos, se llevó a cabo una definición por penales y al argentino lo criticaron porque no atajó ninguno. Nueve años después, el jugador de River Plate le tapó un penal a Derlis González en un momento, que resultó clave para que Argentina empate 1 a 1 ante Paraguay en el Mineirao y aún mantenga chances de clasificar a cuartos de final.

Cuando la selección argentina se encontró perdiendo 1 a 0 a los 37 minutos del primer tiempo parecía que se repetía la misma historia de Rusia 2018. Un equipo desesperado y caído anímicamente que reflejaba esos síntomas en imprecisiones y desatenciones, como la del propio Armani que salió lejos, paró mal la pelota, le pegó una patada al delantero que lo presionó y fue amonestado. Pero el penal a favor de la Albiceleste sancionado a través del VAR, la definición de Lionel Messi y el impulso emotivo que produjo la tapada del arquero nacido en Casilda permitieron alejar viejos fantasmas.

Asimismo, la actuación del equipo dirigido por Lionel Scaloni estuvo lejos de ser brillante. Que en 90 minutos apenas dos remates hayan ido directo al arco, ambos de Messi -el tiro libre en la primera parte y el penal en el complemento-, parecen muy poco para un equipo con el nivel de individualidades, en especial en la delantera, con el que cuenta el conjunto nacional. Esta tal vez puede ser la razón principal para explicar por qué Argentina tendrá la necesidad de ganar en la tercera fecha ante Catar para poder clasificar.

Por eso, debido al presente del equipo argentino, la aparición del arquero del seleccionado a los 17 minutos de la segunda parte significó más que una jugada clave del partido. También fue la primera gran acción de un futbolista en el puesto que más dudas generaba desde que Sergio Romero dejó de ser indiscutido. Armani llegó a la titularidad en el arco de Argentina en el Mundial del año pasado, al que fue convocado por su gran desempeño en River, luego de que el elegido por Jorge Sampaoli para esa posición, Wilfredo Caballero, cometiera un grosero error ante Croacia en la segunda fecha. Pero hasta hoy, el casildense no había tenido la chance de convertirse en una figura excluyente del equipo. Este fue el cuarto penal que le patean en defensa del arco argentino y en toda su carrera, recibió 44 tiros desde los doce pasos, de los cuales contuvo nueve, con una efectividad del 20,4 por ciento.

De todos modos, si se habla de la gran atajada de Armani, no hay que dejar de mencionar a su hermano mayor, Leandro. También futbolista, se desempeña como delantero y fue quien forjó a Franco como arquero cuando de chico lo hacía pararse delante del marco de la entrada al garaje de su casa y le pateaba hasta el cansancio. A pesar de haber sido inducido desde muy chico a elegir su puesto actual, el hombre de 32 años se enamoró rápido de la posición. “Yo voy a ser arquero de verdad”, le dijo a su abuelo cuando tenía seis años. Posiblemente, en ese momento ya soñaba con volar bajo los tres palos y atajar penales.

 

Café a la Duván

Por Juan Pablo Manera

Colombia, que fue muy superior y propuso mucho más, derrotó por 1-0 a un Qatar muy distinto al que enfrentó a Paraguay el pasado domingo, ya que en aquel encuentro había mostrado un buen nivel de juego con respecto a lo que se esperaba. Hoy, no tuvo gran brillo frente a una de las potencias sudamericanas, pero sí lo tuvo su arquero, Saad Al Sheeb, quien tapó varios pelotazos del equipo comandado por Carlos Queiroz, ya clasificado a la siguiente instancia de la Copa América. Sin embargo, la gran estrella de la noche y el salvador de los cafeteros en el estadio Morumbí es un conocido para el público argentino, y no solo por el gol convertido en el debut de la Copa América. Fue Duván Zapata, uno de los máximos artilleros que lleva el corriente certamen subcontinental junto a Philippe Coutinho y Eduardo Vargas, todos con dos tantos cada uno.

En Padilla, pueblo ubicado en la localidad de Cauca, un lugar donde las personas que viven ahí se dedican especialmente a los cultivos de caña y al cuidado de sus propias tierras, Duván daba los primeros pasos de una vida que tendría destino de futbolista europeo. Siendo todavía un bebé, allá por 1991, sus padres, José Oliver y Elsa Cely, decidieron trasladar a la familia hacia la ciudad de Cali en búsqueda de nuevas oportunidades laborales. Y fue una decisión acertada, porque el actual delantero de la Selección de Colombia comenzó a figurar en los primeros planos del América, uno de los equipos más grandes del país que tiene su sede en esa ubicación. Debutó en Primera División en el 2008 y estuvo, con algunos altibajos, hasta el 2011, año en el que sufrió el fallecimiento de su madre mientras disputaba la Copa del Mundo Sub-20.

Luego de aquel Mundial, donde marcó un gol con el combinado cafetero, fue cuando su carrera despegó. Estudiantes de La Plata anunció su incorporación y Zapata se mantuvo en el León por 2 años, en los cuales disputó 46 partidos y anotó 22 goles, lo que dejó un gran recuerdo en los simpatizantes del Pincha.

Su gran rendimiento lo catapultó a la Serie A de Italia, liga en la cual todavía se mantiene. Pasó por clubes como el Napoli, Udinese y la Sampdoria. Actualmente, defiende los colores del Atalanta y lleva anotados 28 tantos en 48 encuentros. Hoy fue titular en su Selección y marcó el tanto de la clasificación a los 40 minutos del segundo tiempo tras un gran centro de James Rodríguez. Café a la Duván.

De la indiferencia y el olvido, al reconocimiento mundial

Por Daniel Melluso

“Las argentinas y los argentinos tenemos ese plus del amor a la camiseta, de dar todo”, le expresó Belén Potassa, delantera del seleccionado nacional, al diario Página 12. Una frase que parece pensada y hecha para la muestra de carácter que dieron las futbolistas albicelestes ante Escocia. Se suele decir que a veces el resultado es anecdótico, aún más un empate, pero esta vez no, la remontada que derivó en el 3 a 3 final es la prueba cabal que estas mujeres futbolistas ante la adversidad, se hacen fuertes.

La mayoría de ellas trabajan y estudian, mientras en paralelo entrenan y juegan. Esto último en condiciones precarias y casi sin apoyo, sobre todo de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), organización que regula la disciplina a nivel local, y que por ende, debería ayudarlas.

Sin lugar a dudas, la profesionalización que anunció en marzo el presidente de la AFA, Claudio Tapia, le dio aire a una liga femenina desgastada y con escasos recursos, tanto técnicos como económicos, pero no alcanza. Que tan solo entre 8 y 11 deportistas por club puedan firmar contrato no es suficiente, puesto que el sueldo establecido no supera los 15.000 pesos, y el objetivo de la profesionalización, por lo menos el que se supone, es que ellas se dediquen exclusivamente a la pelota, cosa que es imposible que suceda, con ese salario, en un Estado en recesión y con creciente inflación.

Lamentablemente la única posibilidad de dedicarse a su pasión que tienen las futbolistas es salir del país, renunciar a sus raíces, alejarse de sus seres queridos y que algún equipo de Europa o Estados Unidos se fije en ellas. La selección es la vidriera perfecta para eso, pero, ¿cuántas pueden hacerlo? Muy pocas.

“Es hora de que mute en lo deportivo y en lo cultural como se ve el fútbol femenino en el país. Esto tiene que ser el puntapié inicial para nuevos cambios”, afirmó, luego del encuentro, la mediocampista Florencia Bonsegundo, autora de dos tantos ante Escocia. Más claro, imposible. Pero a ellas, aquello no las aminora, por lo contrario, las agranda y es el motor de su lucha por la igualdad, tanto en el trato como en la difusión que reciben al compararlas con el combinado masculino.

Todo esto nos lleva al meollo de la cuestión. No importa si Chile y Tailandia empatan, al igual que Camerún y Nueva Zelanda, resultados que las clasificarían a los octavos de final, porque estas mujeres futbolistas ya ganaron, no solo con participar de la competencia, algo que no sucedía hace 12 años, sino porque vencieron en la batalla del olvido y el abandono. No solo de los dirigentes sino de una sociedad entera que durante mucho tiempo las ignoró. Aquel gesto característico con las manos que hacía el Topo Gigio, marioneta de la década del ´60 que entretuvo a los niños durante mucho tiempo, que hicieron ellas durante la Copa América realizada en Chile, el año pasado, funcionó, ya que fueron escuchadas.

Se transformaron en el ejemplo de muchas niñas y niños que quieren jugar al fútbol. Las nuevas generaciones tienen la obligación de ser protagonistas y no olvidar los obstáculos que ellas pasaron, para que no vuelvan a ocurrir.

Todo un país está a la expectativa de su futuro, tanto próximo como lejano. Su actuación quedará marcada en la historia grande del deporte nacional y el 19 de junio de 2019 será recordado como la fecha en la que el el seleccionado femenino de fútbol argentino se lanzó al mundo. Un porvenir próspero se divisa a la distancia.

Las redes sociales antes y después del empate de las argentinas

PARIS, FRANCE - JUNE 19: Florencia Bonsegundo of Argentina celebrates after scoring her team's third goal during the 2019 FIFA Women's World Cup France group D match between Scotland and Argentina at Parc des Princes on June 19, 2019 in Paris, France. (Photo by Catherine Ivill - FIFA/FIFA via Getty Images)

Por Lucila Ferreyra

“Ponete la camiseta que tengas que nosotras prometemos transpirarla y defenderla a morir”, publicaba en su Instagram Belén Potassa horas antes del partido. Estefanía Banini por su parte aseguraba: “Estamos acostumbradas a pelear por lo que soñamos”.

Agustina Barroso escribía en sus redes sociales: “Vamos a dejar todo, no nos guardemos nada, por el sueño de clasificar a octavos” y antes del comienzo, mientras sonaba de fondo el himno argentino, la defensora no pudo contener las lágrimas de emoción. La número 18 Gabriela Chávez agregó: “Hoy es el día de dejar esa huella”.

Las jugadoras fueron publicando en la previa diferentes mensajes animándose entre ellas y fotos en las que se veían ansiosas aunque disfrutando de su estadía en Francia. Además compartieron el aliento que recibían de sus hinchas. “Tenemos el respaldo de todo un país por eso vamos por más”, afirmaba Potassa.

Todo demostraba que el partido frente a Escocia era más que un simple cruce entre Selecciones y que las argentinas saldrían a la cancha para intentar hacer historia, más de la que ya habían hecho. Porque ellas sabían que no era un Mundial más, era el momento de mostrar las ganas y abrir así puertas para que el fútbol femenino del país siga creciendo.

Luego del final del encuentro el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA),  Claudio Chiqui Tapia, no tardó en enviarles sus felicitaciones que fueron escuchadas en el vestuario del estadio Parque de los Príncipes.

La página del equipo albiceleste también decidió festejar con una imagen de Florencia Bonsegundo, goleadora argentina, con tres palabras que describen lo sucedido “Garra, corazón y pasión”.

Los hinchas por su parte celebran por las redes la remontada y empate, 3 a 3 tras una goleada escocesa que parecía definitiva, con miles de tuits logrando tendencias en Twitter. Y es que como había dicho la jugadora que entró a los 70 minutos, Dalila Ippolito, en una de sus fotos: ni 11, ni 23, un país entero.

 

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