jueves, julio 10, 2025
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La eterna competitividad del tenis argentino

Por Diego Stoler

No es casualidad que la única final en 2024 de un torneo ATP 500, o más, sea entre tenistas argentinos (Mariano Navone y Sebastián Báez). Tampoco es casualidad que Argentina se encuentre entre los únicos seis países que tienen o tuvieron ocho tenistas dentro del top 100 del ranking ATP en 2024, hito que comparte con Alemania, Australia, España, Estados Unidos, Francia e Italia.

La camada de tenistas argentinos nacidos entre 1998 y 2001 empieza a ser protagonista de grandes torneos ATP, como lo fueron en el Masters 1000 de Miami de 2022 o el Roland Garros 2023 con Francisco Cerúndolo y Tomás Etcheverry.

Francisco Cerúndolo (foto) fue el primero en emerger en el circuito. En el ATP 250 de Buenos Aires de 2021, el tenista de 23 años sorprendió a todos con su gran rendimiento, ya que no solo había superado la qualy en su primer Buenos Aires Open, sino que también consiguió su primera final. En aquel partido, Cerúndolo perdió por 6-1 y 6-2 ante Diego Schwartzman, el último argentino en alcanzar el top 10 del ranking ATP. De todas formas, las sensaciones eran positivas.

Francisco Cerúndolo, hoy; Resultados, ranking, próximos torneos, noticias y cómo ver sus partidos | Sporting News Argentina

El rendimiento de Cerúndolo en el ATP 250 de Buenos Aires no había sido cuestión de suerte, y así lo reafirmó durante todo 2022. Después de un comienzo lento llegó al Masters 1000 de Miami con un cuadro complicado en el que iba a tener que enfrentar a tres top 30 de forma consecutiva —el francés Gaël Monfils y los estadounidenses Reilly Opelka y Frances Tiafoe—.

Cerúndolo mostró todo su potencial al derrotar a sus tres rivales y perder un solo set en los tres partidos para así llegar a los cuartos de final. Jannik Sinner, actual número 1 del mundo, fue el rival en cuestión. Cerúndolo comenzó en un gran nivel y logró quebrar el servicio del italiano para poner el marcador 4-1 en el primer set. Para la “suerte” de “Cisco”, Sinner se vio forzado a retirarse del partido por una lesión. De esta manera, Argentina volvía a tener un tenista en las semifinales del Masters 1000 de Miami después de Juan Martín Del Potro en 2018.

El camino de Cenicienta de Cerúndolo finalizó en las semifinales. El noruego Casper Ruud lo venció 6-4 y 6-1 y privó al bonaerense de ser el cuarto finalista argentino en la historia del Masters 1000 de Miami, después de Alberto Mancini en 1992, Guillermo Coria en 2004 y Guillermo Cañas en 2007. La derrota no frenó el ascenso de Cerúndolo, que a partir de este resultado ingresó al top 50 del ranking ATP, lugar de donde no salió más hasta la actualidad.

Sebastián Báez (foto) fue quien acompañó en 2022 a Cerúndolo como joven emergente en el circuito ATP. Aunque el recorrido de Báez fue muy diferente. El oriundo de San Martín en su juventud fue el tenista argentino más sobresaliente de su camada al lograr ser número 1 del ranking de júniors y llegar a la final del Roland Garros de júniors en 2018, todo esto en su año debut en la categoría.

Debut y despedida, Sebastián Báez perdió en Basilea

La proyección de Báez tuvo como inconveniente el COVID-19, aunque apenas volvieron los torneos profesionales, pudo competir en su primer Challenger en noviembre de 2020 y tardó solo cuatro meses en conseguir su primer título en esa categoría. Fue en el Challenger de Concepción al derrotar 6-3, 6-7 (5) y 7-6 (5) a Francisco Cerúndolo siendo este su primer encuentro profesional.

Báez siguió en el circuito Challenger y en 2022 dio el paso hacia adelante en los torneos ATP al tener grandes resultados como la final del ATP 250 de Santiago de Chile o el ATP de Estoril, torneo en el cual Báez consiguió su primer trofeo ATP el cual también significaba el primer título para la “nueva camada”. El próximo gran torneo de Báez fue el ATP de Bastad, en donde el camino lo volvió a encontrar con Cerúndolo, en una nueva final entre argentinos.

Esta generación de jóvenes tenistas solo puede ser explicada por la competitividad. Entre los seis tenistas nombrados como la nueva camada (Sebastián Báez, Francisco Cerúndolo, Facundo Díaz Acosta, Francisco Comesaña, Mariano Navone y Tomás Etcheverry) hay nueve partidos de semifinales y finales en torneos profesionales.

La psicóloga deportiva Azul Teruel, quien trabaja con jóvenes tenistas mexicanas como Carolina Alonso o Claudia Sofía Martínez Solís, aclara que en el tenis, al competir tantos años entre ellos, se crea un concepto de competencia interna que logra que intenten superarse no solo a ellos mismos sino que también al rival de su infancia. Además, la psicóloga afirma que al estar en constante competencia se empieza a crear el pensamiento de “si pudo conseguir esto, yo que vengo compitiendo con él desde hace años, también puedo”, lo que hace que los tenistas se comparen constantemente. De igual manera, esta comparación termina por generar una rivalidad entre los tenistas que humanamente los acaba por enemistar.

En la final de Bastad, Cerúndolo derrotó por primera vez a Báez en un torneo de la máxima competencia (ya lo había vencido en un Argentina F6 en 2018): fue 7-6 (4) y 6-2. Este fue el primer trofeo ATP de Cerúndolo y sembró una rivalidad que hoy quedó nuevamente en favor de Báez (3-1 en duelos directos) luego de su último encuentro en el ATP 500 de Río de Janeiro.

Otro tenista joven que integra la nueva camada es Tomás Etcheverry (foto). El “Retu” dio el salto al circuito ATP en la gira sudamericana de 2023. En el ATP de Buenos Aires llegó a los cuartos de final y luego casi se consagra en el ATP de Santiago, en donde perdió la final ante el local Nicolás Jarry. Más adelante, en el año, Etcheverry logró una consistencia en su juego que lo llevó a los cuartos de final del Roland Garros 2023, siendo esta la máxima instancia que llegó un jugador de la nueva camada en Grand Slams.

Etcheverry, El Gigante Que Nunca Quebró Una Raqueta: “Siempre Fui Muy Tranquilo” | ATP Tour | Tennis

En 2024 se terminó de concretar la llegada de la nueva camada con la consagración de Facundo Díaz Acosta en el ATP 250 de Buenos Aires, la aparición de Mariano Navone, finalista del ATP 500 de Río y con la última irrupción de Francisco Comesaña, quien venía de destacar al ganar cinco torneos Challenger y sorprendió a todos en la primera ronda de Wimbledon al derrotar a Andrey Rublev, quien llegaba como el sexto sembrado.

La academia Cerúndolo ubicada en el Club Ciudad de Buenos Aires y dirigida por el padre de Juan Manuel y Francisco, Alejandro Cerúndolo, fue el gran lugar de formación para la mayoría de la nueva camada.  Además de sus hijos, los tenistas Mariano Navone, Francisco Comesaña, Tomás Etcheverry y Sebastián Báez también pasaron en algún momento de sus carreras por la institución.

Sebastián Báez entrenó en la academia Cerúndolo hasta los 10 años, edad en la que se fue a la tutela del exnúmero cuatro del mundo José Luis Clerc. En la academia llevó una gran rivalidad con el menor de los Cerúndolo, Juan Manuel, y no con quien años después iba a ser su rival en el circuito ATP, Francisco Cerúndolo. 

Alejandro Cerúndolo, quien sigue a cargo de la academia y está en el club desde que abre hasta que cierra, cuenta en un entrenamiento que Báez fue quien más desafío en su infancia a Juan Manuel Cerúndolo, y que a pesar de no ser tan talentoso como otros tenistas Báez desde chico demostró una fuerza mental que era poco común en niños de su edad.

Juan Manuel Cerúndolo y Sebastián Báez fueron los jóvenes que más destacaron como promesas al ser los únicos de la camada en llegar a consagrarse como número 1 del ranking junior.

El recorrido de Mariano Navone (foto) fue muy diferente, en su caso llegó a la academia en el 2021 con el objetivo de insertarse de lleno en el circuito ATP.  “La Nave” durante ese año no obtuvo sus mejores resultados y tuvo que ganar rodaje en torneos M15 y M25, pero en 2022 cambió todo el panorama para el oriundo de 9 de julio al llegar a las finales de los Challengers de Buenos Aires, Corrientes y Santa María. En la academia Navone encontró a su actual entrenador, Andrés Dellatorre, quien también supo ser entrenador de Juan Manuel Cerúndolo y con quien logró su explosión en el circuito ATP en 2024.

Mariano Navone lleva su raqueta al Torneo Abierto de Australia | Cadena Nueve - Diario Digital

La academia Cerúndolo cuenta con más de 80 tenistas, entre jóvenes que empiezan de muy temprana edad hasta personas mayores de 50 años. Lo que transmite tanto la academia como Alejandro Cerúndolo es una gran competitividad y fraternidad que hace que los jóvenes quieran ganarse los unos a los otros, pero que en los torneos se sientan como todos parte de un equipo.

Pico Bussoli, un tenista amateur y empresario gastronómico, lleva más de tres años en la academia y se unió cuando tenía 35 años. Bussoli no llegó a la academia como un simple aficionado al tenis, sino que llegó a través de su hijo Bautista, de 12 años, quien desde que arribó en la academia cuando tenía 8 años mostró un gran talento que lo lleva hace más de un año a competir en torneos regionales y nacionales. Bautista Bussoli sueña con algún día ser como Navone, Francisco Cerúndolo o Báez.

El empresario remarca que en la academia lo principal es lo humano y que a pesar de ser la academia formadora con más tenistas argentinos en el circuito ATP, desde Alejandro Cerúndolo hasta todos los entrenadores que forman parte intentan que los chicos no se dejen llevar por el sueño de ser profesionales y no abandonen los estudios.

La competitividad siempre fue el bastión que hizo que los tenistas argentinos se fueran superando entre sí, desde la rivalidad de José Luis Clerc con Guillermo Vilas o la de Nalbandian con Juan Martín Del Potro.

Aunque el gran ejemplo de la competitividad como ambición para superarse entre compatriotas es la rivalidad entre Guillermo Coria y Gastón Gaudio. El antagonismo comenzó en la final del ATP 250 de Viña del Mar en 2001. “El Mago” logró el campeonato y, para festejar, hizo el festejo del goleador de River Marcelo Salas, algo que Gaudio no tomó muy bien.

“El Gato” tuvo su revancha en el ATP de Buenos Aires, unas semanas más tarde, cuando volvieron a enfrentarse en los cuartos de final.  Esta vez Gaudio venció a Coria y le devolvió la chicana con un baile. La relación terminó de explotar en las semifinales del torneo de Hamburgo en 2003, cuando luego de que Coria lograra el pase a la final, miró de manera desafiante a Gaudio, quien le respondió con una frase que pasó a la historia del tenis argentino: “¿Qué te pasa? Si mirás mal te cago a trompadas, gil”. Gaudio en diversas entrevistas, aseguró que en los vestuarios llegaron a golpes de puños mientras que Coria garantizó que la discusión en la cancha fue el final de la pelea y que no hubo violencia física.

La rivalidad culminó en la mítica final de Roland Garros de 2004 en donde Coria y Gaudio se volvieron a encontrar, aunque esta vez en la final de un torneo Grand Slam. También ese Roland Garros de 2004 fue el pico más alto de “La Legión”. Juan Ignacio Chela, David Nalbandian, Coria y Gaudio llegaron a los cuartos de final del abierto francés al marcar un resultado histórico de cuatro de ocho cuarto finalistas de un mismo país en un Grand Slam.

La confesión de Coria sobre la final con Gaudio en Roland Garros

Nalbandian, Coria y Gaudio ganaron sus duelos. De esta manera llegaron a las semifinales y lograron un hecho que quedará en la historia grande del Roland Garros al tener tres de cuatro semifinalistas de un mismo país, algo que solo había ocurrido dos veces en la historia.

La nueva camada de tenistas argentinos son grandes animadores del circuito ATP aunque aún no tienen el protagonismo que supo tener “La Legión” con ganadores de Masters 1000 o de Grand Slams. El ATP 500 de Río, en donde tres de los cuatro semifinalistas fueron argentinos, puede ser el principio del ascenso de la camada.

El torneo que se asemeja al ATP 500 de Río es el Masters Serie de Hamburgo en 2003.  En ese torneo los cuatro semifinalistas fueron argentinos —Nalbandian, Coria, Agustín Calleri y Gaudio— y formaron el cuadro final en el que quien levantó el trofeo fue Guillermo Coria. Ese torneo culminó la irrupción del “Mago” a lo más alto del tenis después de levantar el trofeo y llegar por primera vez al top 10; a Nalbandian lo consagra como un gran tenista de polvo de ladrillo después de su resplandor en Wimbledon 2002.

Por su parte Gaudio y Calleri llegaban como el número 29 y 31 del ranking ATP, respectivamente, posiciones muy parecidas a las que se encontraban Navone y Francisco Cerúndolo después del ATP 500 de Río, mientras que Báez se encontraba 18º del ranking, también muy similar a la posición donde se ubicaba Coria cuando comenzó el Masters de Hamburgo (16).

Se espera que Francisco Cerúndolo, Sebastián Báez, Tomás Etcheverry, Mariano Navone, Facundo Díaz Acosta y Francisco Comesaña den el paso adelante que dieron los tenistas de “La Legión” en el Masters de Hamburgo y se puedan instalar no solo como grandes animadores del circuito ATP, sino como los grandes protagonistas que alguna vez supieron ser una “legión”.

La historia de Joaquín Pucheta: Dibu Martínez, el ascenso y las ollas populares

Por Tomás Cilley

Joaquín Pucheta fue una de las figuras del año en San Miguel. Juntos lograron cumplir el principal objetivo: permanecer en la Primera Nacional. Aunque se quedaron con el hambre de ascender nuevamente tras ser eliminados en los octavos de final del Reducido contra Deportivo Madryn en un empate sin goles, pero el conjunto “Aurinegro” tenía ventaja deportiva por haber quedado segundos en la Zona B, mientras que el Trueno Verde terminó octavo puesto en la Zona A con un balance de 13 victorias, 14 empates y 11 derrotas. 

Aunque sin dudas, el momento más glorioso para el equipo de Zona Norte fue el año pasado que logró lo inesperado. Nunca antes un equipo en la historia del ascenso había podido ganar una definición por penales; luego de errar los dos primeros. Hasta que apareció Pucheta mientras hacía gestos para indicar que estaba loco. Compartió plantel en el Mundial Sub 17 en Nigeria, con alguien que también lleva la locura en la sangre: Emiliano “Dibu” Martínez.

Al “Gordo” le gusta patear penales, pero cuando se saca los guantes es tímido y tranquilo. Es querido por sus compañeros y por la hinchada. Nació en el Chaco pero se crió en Zona Sur, allí organiza ollas populares. Mide 1,90 metros, pesa 120 kg y no tiene problema en aparecer cuando sus compañeros más lo necesitan, como lo fue el 12 de diciembre de 2023 en la definición por penales para lograr el ascenso a Primera Nacional, frente a Douglas Haig. Atajó tres de ellos, convirtió el suyo e hizo que el conjunto de Los Polvorines volviera a la segunda categoría más importante del fútbol argentino. El arquero de 32 años no pronuncia todas las “s”, aunque tiene un trato educado para recibir gente en su casa en Bella Vista. Es soñador. Por más que se cansa de decir que es vago, demuestra que está “loco”. 

 

-“Es muy contradictorio ser las dos cosas, porque a veces yo siendo capitán acá, digo algunas cosas que yo no las hago”.

-¿Cómo cuáles?

-Por ahí no me gusta que no hagan caso y yo no hago caso tampoco, como en cuidarse por ejemplo. Hay ciertas jugadas que no tendría que haber hecho, yo se las digo al equipo, pero después yo voy y pico un penal como contra Chacarita, que no lo tengo que hacer.

Tuvo el privilegio de compartir entrenamientos con el arquero campeón del Mundo en Qatar 2022. Se conocieron antes de la fama y el éxito de ambos, aunque ya el Dibu daba la impresión de ser un fuera de serie.

-¿Te esperabas todo el éxito que él logró?

 -Sí, se notaba lo que iba a ser. Éramos chicos pero ya sacaba diferencias, sabíamos lo que por ahí podría llegar a ser.

¿Te considerás el Dibu del ascenso? 

-No, estamos a años luz (Risas). Soy un agradecido a él. Creo que el puesto de arquero hoy se ha valorado porque ha cambiado un montón de cosas y todos los arqueros tenemos que estar muy agradecidos.

-¿Tenés contacto hoy en día con él o no tanto?

-No, hace mucho que no hablo, hace mucho que no lo jodo tampoco. 

-¿Le mandaste felicitaciones por la Copa del Mundo?

-Sí, he hablado. Siempre en puntos especiales para no molestar.

-¿Y te mandó el ascenso el año pasado? ¿O se colgó? 

-No, no, se colgó. (Risas)  

La vida del futbolista puede ser complicada, específicamente para los del ascenso. Por otro lado, según el Indec, el 52,9% de argentino es pobre. Afortunadamente, existen personas como Pucheta. No le sobra en lo económico. Es hijo de un obrero y una ama de casa, pero eso no lo frena para ayudar a los más necesitados, ya que fundó un comedor que alimenta a 400 personas en Zona Sur. 

-¿Creés que hace falta más compromiso de los futbolistas de primera?

-Sí, totalmente. Por ahí uno no se da cuenta pero con tan poco puede hacer tanto para ayudar a la gente. Vos podés tener toda la plata del mundo, podés vivir el día a día como lo vivo yo, pero irte a dormir con la sensación de la experiencia de haber ayudado es impagable. 

-¿Eso te da más alegría que el fútbol? 

-Sí, porque el fútbol depende de un resultado. Yo he visto chicos en carne propia y que si no comían se morían. 

No pudo alcanzar lo que él llamó “lo que tanto soñamos todos”, en referencia a llegar a lo más alto del fútbol argentino. Sin embargo, va a seguir luchando por sus sueños. El equipo dirigido por el Gustavo “Sapito” Coleoni buscará el año que viene realizar lo que todo su club sueña desde su creación en 1922.  

-¿Qué mensaje le das a los hinchas de San Miguel?

-Que se queden tranquilos que de la parte mía siempre voy a dar todo, como lo he dado hasta ahora, se han metido en un lugar en mi vida muy lindo y ojalá lo terminemos algún día ganando lo que tanto soñamos todos. 

-¿Te imaginás retirándote en el club? 

-El plan siempre fue retirarme en All Boys, pero hoy creo que la idea nuestra es retirarme acá en San Miguel. 

-¿Te consideras ídolo del club? 

-No, la verdad que no. Sí me siento muy querido y muy pegado a la gente. Acá tampoco paran de sorprenderme pero no, creo que me falta para entrar a la mesa chica todavía.

Se definió como un tipo ganador, humilde, siempre dispuesto a colaborar y cree que es un gran amigo. También es muy apegado a su familia. Su historia es de película, pero él demuestra ser humano. Uno más que el resto pero al mismo tiempo, es diferente a todos.

Quiero ser streamer

Por Facundo Montanaro

Sin un diploma, sin años de estudio e incluso sin dedicarse a algún deporte. Con esa carta de presentación Ivan Buhajeruk debutó en la primera división del fútbol argentino, también se dio el lujo de ser titular. Las razones de su estreno con la camiseta de Riestra a los 24 años, una edad extraña para jugar su primer partido como profesional, están lejos de ser futbolísticas. Complicado es que el entrenador, Christian Fabianni, decidiera poner a Buhajeruk en el once inicial por su buen cabezazo, su velocidad o su gran primer toque. Pues él no es futbolista, es streamer. 

Lo conocen como Spreen y claro está que es el menos culpable de esta falta de respeto a un deporte que generó el término de “futbolista frustrado” en la cultura argentina para aquellos pibes que soñaban con llegar y, por diferentes razones, no pudieron. En un país donde se endiosa a los futbolistas, hoy Riestra se rió de ellos. 

¿Acaso aquellos chicos del interior que quieren vestir la camiseta del club de sus amores deberían dejar de viajar a cada prueba que exista y comenzar a prender la cámara en Twitch? Quizás algunos padres deberían dejar de gastar en botines para sus hijos y en su lugar, armarles una buena computadora gamer para estar on en la plataforma de moda. Es decir, la que mejor paga.

A este chico de 24 años se le presentó una oportunidad que muy pocos dejarían pasar: jugar a ser futbolista. Porque a pesar de estar inscripto en la Asociación del Fútbol Argentino, de haberse hecho unos botines a medida y de haber elegido la 47 como número para su camiseta, Spreen nunca será un futbolista de verdad. Fue parte de una movida de marketing de un club dispuesto a cruzar todos los límites: Deportivo Riestra. Institución impulsada por Speed, la marca de bebidas energéticas, para llevarse todos los clicks y reflectores posibles. 

Desde el marketing y las interacciones fue una jugada maestra. En el plano futbolístico, una vergüenza que no sirve para trasladar los valores de “La liga de los campeones del mundo”. Al mismo tiempo, una pequeña muestra del poder que tienen los dueños en este deporte, en tiempos donde el debate sobre las sociedades anónimas deportivas se volvió cuenta corriente. “A mi me paga la latita y si la latita quiere que juegue Spreen…”, dijo en su momento Fabbiani en conferencia de prensa. 

Para el partido de Riestra contra Vélez la presencia de Spreen quedará en algo tan anecdótico como histórico. Fueron tan solo 59 segundos los que duró en cancha. Ideal para el reel, el short y para todos aquellos con déficit de atención. Pero con eso le alcanzó para llegar a todos los portales y ser tendencia en X (Twitter). También para establecer un nuevo debate: ¿Preferís ser futbolista o streamer? De las dos formas podés terminar jugando un Riestra – Vélez.  

La historia de Penepil, de la pensión de Ferro a capitán de la Selección del ascenso

Por Morena Baulde

Mariano Penepil es jugador de Ferro Carril Oeste que actualmente se desempeña en Deportivo Merlo, club al que fue cedido. El lateral izquierdo confesó que las apuestas deportivas aumentan en algunos equipos del ascenso ya que de esa manera recaudan más dinero que de sus propios sueldos.

Aunque en la cancha lo apodan Toro por su aguerrida forma de jugar, el rionegrino de 21 años -con tranquilidad y sinceridad- demostró mediante una agradable charla en una cafetería ubicada en el barrio porteño de Caballito ser un apasionado por el fútbol, tras haber superado situaciones difíciles que le tocó atravesar lejos de sus seres queridos.

Penepil nació el 29 de julio de 2003 en Bariloche, Río Negro. Actualmente tiene contrato hasta 2026 con el club Ferro Carril Oeste, pero juega en Deportivo Merlo, club de la Primera B Metropolitana en el que se encuentra a préstamo hasta diciembre de este año.

El Toro arrancó desde muy chico y por gusto propio, a desplegar sus habilidades con la pelota a pesar de que ningún familiar practicaba el deporte. Empezó en el club Luna Park, ubicado en  San Carlos de Bariloche en el barrio Altas del Este, cuyo escudo lleva en la piel. “Es un club de barrio muy chico, no teníamos cancha y alquilábamos”, recordó.

El oriundo de Río Negro comenzó en 2019 su búsqueda de crecimiento a nivel deportivo y se probó en Racing de Avellaneda. Le comunicaron que se pondrían en contacto y volvió a su provincia natal: “Me enteré de que un veedor de Ferro iba a El Bolsón (al sur de Río Negro) y fui con un amigo. El entrenador me dijo que quería que a la semana siguiente me presentara en Buenos Aires, pero todavía me faltaba una prueba más en la que participamos como cuarenta jugadores de distintas provincias. De todos esos quedamos un chico más que finalmente no quiso seguir, y yo”.

“Con 16 años estuve en la pensión de Ferro. Nos contuvimos un poco entre todos mis compañeros. En 2020, por la pandemia, me fui a Bariloche con mi familia y al año siguiente volví y la pensión cerró. Tuve que buscar un lugar donde vivir, nos costó mucho conseguir porque las pensiones que había estaban en situaciones muy precarias. Fue difícil porque yo no estaba acostumbrado pero no me quedó otra que bancarla. En mi habitación dormía, comía, hacía todo encerrado mientras no entraba un rayo de sol”. Tan joven y con una gran madurez, Penepil priorizó su sueño aún teniendo que afrontar las adversidades.

A más de 1.500 kilómetros de su familia y de su colegio comenzó su vida de futbolista en Ciudad de Buenos Aires. “Fue complicado porque soy muy unido a mis papás y a mis hermanos. De hecho, tengo sus nombres tatuados porque son lo más importante que tengo, los extrañaba todo el tiempo. Respecto al colegio, los directivos se pusieron la diez y después de la pandemia, como me quedaba un año de secundaria, me dejaron seguir de manera virtual para que pudiera terminar”.

Sus primeros partidos en Ferro los jugó como enganche en la Sexta División. Al poco tiempo, el técnico le comunicó que quería subirlo a Reserva pero que le veía potencial de lateral izquierdo. La respuesta del jugador fue un “sí” rotundo: “Mientras sume minutos, me pongo hasta de arquero”, dice con una sonrisa.

En 2022 hizo su debut en Primera y recién en enero de este año firmó su primer contrato profesional con Ferro. “Fue un alivio porque hay muchas internas que no se conocen, situaciones y forreadas que me banqué, que hicieron que muchas noches me replanteara dejar el fútbol. Cuando debuté en Primera me hicieron saber que tenía el nivel para sumar minutos y después no me ponían nunca. Siempre preguntaba qué era lo que me faltaba pulir para que me tuvieran en cuenta y no había respuesta. Eso era lo que me mataba cuando llegaba a mi casa. Ir a entrenar y hacer tanto sacrificio sabiendo que después no vas a jugar es durísimo. Sin embargo, no me arrepiento de haber firmado. Quiero volver a Ferro y jugar porque siento que tengo una cuota pendiente. Desde que llegué a Buenos Aires empecé con un psicólogo deportivo y eso me ayudó mucho”.

Mariano Penepil firmando contrato con Ferro

Aunque la B Metropolitana se encuentre a una categoría de la Primera Nacional, hay puntos diferentes en relación al ritmo de juego. “Por momentos se vuelve complicado que sea tan dinámico porque hay mucho roce, muchas patadas. Sin embargo, es muy intenso y me sorprendió positivamente porque si bien nunca subestimé la categoría, no me lo imaginaba así. Hay mucha competitividad y es una incertidumbre constante. Estoy contento en el club”, analizó.

“En 2021 me citaron para la Selección Sub-20 del Ascenso. Me emocioné porque se me vinieron los recuerdos jugando en la cancha del Luna Park. Tuve la suerte de ser el capitán en los amistosos que jugamos. Si bien era del Ascenso, todos quieren ponerse la camiseta de la Selección y pisar el predio que pisé con mis compañeros. No le quito mérito porque me sumó un montón”, declaró Penepil. Este seleccionado además de aprendizaje les brindó visibilidad a los jugadores. Por ejemplo, Alex Luna, actual futbolista de Independiente, vistió la albiceleste junto al rionegrino.

La situación es distinta solo para unos pocos. “Hoy puedo vivir de mi sueldo, aunque obviamente no tengo una vida de lujos y me puedo permitir no tener dos trabajos. Sin embargo, tengo compañeros que tienen familia y lógicamente por la situación del país no les alcanza y obligadamente necesitan de dos ingresos. Igualmente, considero que debería haber un aumento por el sacrificio que conlleva ser futbolista. En general, es muy probable que cualquier laburante cobre más que un jugador del ascenso”.

Los jugadores que no forman parte de la primera categoría también les dedican la mayor parte de su tiempo al fútbol y aún así no se les da la suficiente visibilidad. “Siento que ahora se le está dando un poco más de importancia al ascenso. Sin embargo, sé que por ejemplo no ponen el VAR en la Primera Nacional porque hay muchos arreglos. Vamos a ciertas canchas y previamente nos preparamos para por lo menos no pasarla tan mal, porque sabemos que te van a robar. No lo aseguro pero creo que la poca visibilidad es un tema de conveniencia”.

– ¿De estos meses en Merlo, te llevás aprendizaje?

Sí. Sé lo que quiero y lo que no, hay cosas que antes dejaba pasar porque era chico y tenía miedo, hoy ya tengo otra cabeza.

El rionegrino en Deportivo Merlo

Lamentablemente las apuestas deportivas se están volviendo costumbre en el ambiente del fútbol y muchos casos sucedieron en categorías del Ascenso. “Por suerte no me ha tocado tener ningún compañero o conocido que esté metido en eso, pero sí hinchas me han acusado a mí. Jamás lo haría porque el que lo hace no juega solamente con su plata sino con la honestidad y el futuro de sus compañeros del plantel, además a mí no me mueve la plata, me mueve la pasión. También creo que se volvió una normalidad en jugadores de clubes más chicos porque ganan más con las apuestas que con su sueldo”.

¿Cuáles son tus objetivos?

Me cansé de proyectar, ahora vivo el día a día. Disfruto de poder vivir haciendo lo que me gusta, ya que no todos pueden hacerlo. Obvio que un objetivo a corto plazo es ascender con Merlo y como sueño, jugar en River, el club del que soy hincha. Pero trato de no quemarme la cabeza con eso porque lo que quiero es jugar a la pelota hasta que no me den más las piernas.

Agustín Arias: desde Mar Del Plata a Merlo, directo por un sueño

Por Lucas Matías Bagalá

Agustín Arias, el joven talento que se destaca en el Club Atlético Ferrocarril Midland de la localidad de Libertad que tuvo que resignar la posibilidad de debutar en la primera división de un club grande del fútbol argentino para poder cumplir su sueño de convertirse en futbolista profesional.

Agustín tiene apenas 21 años y desde su adolescencia que vive solo en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. Su primera casa fue la pensión del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, allí realizó todas las divisiones inferiores y cuando tuvo la oportunidad de debutar en primera, lo dejaron libre. “Irme de San Lorenzo me dolió muchísimo porque fue tomar una decisión que cambió mi carrera, vine de Mar del Plata a Buenos Aires para jugar en San Lorenzo y siempre me imaginé que iba a debutar ahí, nunca me imaginé que me iba a ir pero me sirvió para cumplir mi objetivo de ser futbolista profesional”, expresó el delantero que usa el dorsal número 8 del club presidiado por Agustín Orión.

-¿En algún momento pensaste en volver a Mar del Plata cuando estabas en inferiores?

 -La verdad que sí, todo el tiempo. Dejé muchas cosas de lado para poder llegar hasta acá, dejé a mi familia allá, amigos, pero también conocí muy buena gente que me ayudó en Buenos Aires para que pueda seguir por mi objetivo.

Agustín Arias, conduciendo la pelota en el estadio de Midland

Galle, así es como lo apodaron sus compañeros a partir de la sexta división en San Lorenzo por estar siempre consumiendo algún paquete de galletitas cuando no es lo indicado diariamente en la dieta de un deportista. “Si, siempre me jodieron por estar comiendo cosas que no puedo, la nutricionista siempre me caga a pedos, pero son cosas que me cuesta desacostumbrarme”.

Mientras comparte unos mates justamente con unas galletitas “pepas de membrillo” recuerda su salida de San Lorenzo y el motivo por el cual arribó a Midland: “Cuando Insúa se va de San Lorenzo y asume Romagnoli automáticamente sabía que me tenía que ir, es raro porque El Pipi fue mi técnico en reserva y me consideraba, pero desde la dirigencia y por el representante de Romagnoli no querían llevar muchos chicos a la primera del equipo, me tenía que ir porque ya no tenía lugar ni tampoco la edad para jugar en reserva”.

“A Midland llego mediante mi representante que tiene un contacto directo con Orión, vine acá porque sabía que iba a tener la posibilidad de jugar en primera, tener mi contrato y que iba a ser titular, llegué a una situación en donde tenía que ir a donde sea pero la prioridad era dar el salto a primera”. Expresaba Agustín que apenas tiene 8 goles en 24 partidos como titular como jugador profesional.

Nació en Mar del Plata y allí pudo jugar durante toda su niñez y parte de su adolescencia, primero en un club “baby” fútbol y luego un breve paso por el club Alvarado para luego partir a la pensión del Ciclón: “A San Lorenzo fui mediante mi representante que fue el mismo que tuvo mi hermano, él jugó en Alvarado pero se quedó jugando allá. Yo tenía 14 años y mi representante me dijo que me podía conseguir probarme unos entrenamientos con la octava de San Lorenzo, fui y me dijeron que me podía quedar en la pensión, mi familia me incentivó a que lo haga y la verdad que estoy muy agradecido por eso”.

Mientras observa la cancha de Midland que se conserva poco a poco para el próximo fin de semana, Agustín sueña con algún día poder jugar en la máxima categoría del fútbol argentino y volver a San Lorenzo que es un club al cual le tomó mucho cariño aunque no sea hincha: “Yo soy de River, pero el haber jugado tanto tiempo en San Lorenzo hizo que me re contra encariñe, me gusta y me quedó pendiente jugar ahí, me preparé durante todas las inferiores pensando en jugar en esa cancha y no lo pude cumplir”.

-¿Qué aspiración tenes como futbolista más allá de volver a San Lorenzo?

 -Me encantaría jugar en el exterior, soy jugador de fútbol porque es lo que siempre me gustó, es un sueño, pero quiero vivir de esto y en Midland me alcanza con lo justo para mi solo más la ayuda que me dan mis viejos desde Mar del Plata, el club me pudo conseguir el departamento por Merlo pero quiero aspirar a más. Ahora pienso en hacer un buen papel en Midland y seguir creciendo.

Elián Robles: colgar los botines y vender zapatillas

Por Lourdes Fernández

A paso un poco desgarbado y con cara de dormido, Elián Robles llegó con casi diez minutos de retraso a la cafetería de Caseros que más frecuenta desde que se mudó al barrio, a principio de año. “Después del entrenamiento nos quedamos almorzando en el club. Cuando llegué a mi casa me acosté para la siesta y se me pasó el horario”, se excusó el volante de Acassuso que, a pesar de ser quemero desde junio, ya se siente cómodo con su equipo; junto al que no sólo compite por los puntos en la B Metropolitana, sino también por esas comidas esporádicas que invita la comisión, porque “el jugador siempre trata de ganarle algún asado al dirigente”.

En sus 23 años, Robles pasó por casi todas las categorías del fútbol argentino. Se formó en Lanús y jugó en la Reserva del club hasta 2022, cuando lo dejaron libre. Ese año viajó a Santiago del Estero para probarse en Central Córdoba, donde firmó su primer contrato profesional: “Ahí tuve la suerte de jugar, pero pasaba el tiempo y yo no debutaba; había ido para jugar en Primera División y no me tocaba”. Al no tener lugar en el Ferroviario durante dos años, se convirtió en futbolista de Estudiantes de Buenos Aires, pero como seguía sin conseguir el roce que creía necesitar, a los seis meses tomó la primera oportunidad que se le presentó: Acassuso.

Las subidas y bajadas por la escalera del fútbol lo ayudaron a forjar una mentalidad resistente. Hasta su llegada al Quemero, el volante había pasado seis meses entrenando sin sumar minutos en cancha, y “no jugar es lo peor que le puede pasar a un jugador”. Afirmó que sigue siendo futbolista porque se mantuvo fuerte de cabeza a pesar de que el deporte le hizo transitar “más situaciones malas que lindas”.

Cuando firmó su primer contrato en Central Córdoba, Elián sintió que todo el esfuerzo que había hecho desde pequeño, cobraba sentido. Sin embargo, fue cuando empezó a recibir un sueldo como jugador profesional que comenzó con el emprendimiento que hoy lo ayuda a pagar el alquiler de su departamento: la venta de zapatillas. Su negocio se llama Calzados King, y la mayoría de sus clientes los consigue por por Instagram.

“Arrancó en Santiago del Estero. Siempre fui muy emprendedor porque quería tener lo mío, y la plata del primer contrato es para para lo básico, así que arranqué a revender allá y cuando volví a Buenos Aires seguí, porque sólo con mi sueldo del ascenso no me alcanza para alquilar, para poder darme un gusto o comprarme algo”, agregó tras una pausa que aprovechó para comer una de las dos medialunas de manteca que había ordenado y darle un sorbo a su café con leche, que ya se estaba enfriando por la brisa que soplaba.

También confesó que a muchos de sus compañeros de equipo el sueldo sólo les alcanza para cubrir el combustible o cargar la Sube que utilizan para ir a entrenar. “La mayoría sale a trabajar por las tardes; algunos se meten en el negocio de sus familias, otros hacen de Uber, se la rebuscan porque el sueldo es muy pobre, y en general no se sabe eso, el de afuera siempre piensa que todos cobramos como jugadores de la Liga Profesional”.

Nunca tuvo un cruce fuerte con un hincha y aseguró estar acostumbrado a lo que él considera el “himno del fútbol argentino”, que suena cuando su equipo cae en fechas consecutivas y que entonó en el patio de la cafetería para que no quedaran dudas de a qué cántico se refería: “Oh, que se vayan todos, que no quede ni uno sólo”.

Sin embargo, también recordó una situación que retrata bastante bien lo que implica el ascenso argentino: “Habíamos perdido feo con Acassuso, y un plateista nos gritaba desaforado: ‘Váyanse, que se están robando toda la plata del club’. Nosotros en el vestuario nos reíamos, porque era tan fácil como ir y preguntarle: ¿Vos a qué te dedicas? ¿Sos colectivero? Bueno, cobrás más que nosotros”.

A pesar de haber girado por el fútbol desde que era pequeño, Robles aseguró que se quedó “con la sangre en el ojo” por no haber debutado en la Liga Profesional, y que por eso se entrena con la aspiración de ganar experiencia y llegar al pico más alto de su rendimiento en un equipo de Primera División en el que pueda colgar las zapatillas y que calzarse los botines alcance.

Matías Lescano y el fútbol cuando la plata no alcanza

Por Maitén D’Alessio Rodolico

 

Es una utopía pensar que, si un pibe llega a Primera, estaría salvado económicamente. Los autos de lujo, las casas gigantes y los botines importados son sólo una realidad para aquellos jugadores que lograron alcanzar la máxima categoría del fútbol argentino.  Matías Lescano, quien vistió la camiseta de ocho clubes del ascenso, es el arquero titular de Deportivo Berazategui y lo confirmó, sin escrúpulos, desde la tribuna naranja de su estadio: “El sueldo no alcanza, y menos en este último tiempo”.

“En la C tenemos las mismas condiciones de contrato que en el fútbol femenino, y si querés independizarte necesitas trabajar de otra cosa, además del fútbol”, explicó el arquero que hizo las inferiores en el Club Comunicaciones pero logró debutar en primera en Deportivo Leandro Alem. En un principio, la salida la encontró en el negocio familiar: “Mi viejo es mecánico dental y yo trabajaba con él; entrenaba a la mañana y después me iba seis horas al consultorio donde lo ayudaba a construir las piezas”.

En su carrera, pasó por Comunicaciones, Alem, Excursionistas, Luján, Deportivo Español, Riestra, Ituzaingó y Berazategui. “A lo largo de todos estos años escuché todo tipo de historias: gente que tuvo que dejar el fútbol, compañeros que perdieron en laburo, otros que venían sin dormir porque trabajaban de noche y llegaban al club muertos”, relató Lescano. Luego, comentó que la irregularidad del fútbol, sobre todo de los horarios de partidos, es muy difícil de compatibilizar con un trabajo formal o una carrera universitaria. Los emprendimientos personales “son el camino más elegido por los futbolistas para poder sobrevivir”.

En 2012, mientras jugaba en Deportivo Riestra, su vida estuvo a punto de cambiar. “El presidente del club me dijo ‘no te vayas, quedate que va a pasar algo grande, va a venir un inversor que le va a aportar mucho al club’”, recordó el arquero de 37 años, y agregó: “La verdad es que los futbolistas de ascenso estamos acostumbrados a que nos mientan mucho los dirigentes y, entonces, no le creí”. Meses más tarde, en plena pretemporada en Ituzaingó, sus ex compañeros le contaron que tenían “los sueldos al día”,y les daban “botines y premios todos los fines de semana”. “En ese momento, me quería matar”, confesó entre risas.

Este año, Lescano fue padre por primera vez de su hijo Mateo. Por la mañana entrena en el predio de Berazategui y las tardes se las reparte entre sus clases en la Universidad Nacional de Avellaneda, donde estudia la Licenciatura en Actividad Física y Deporte, y el Club Alvear, dónde es entrenador de arqueros de la primera división de futsal.  “Estudio para que cuando me retire como jugador, pueda seguir ligado al deporte”, concluyó el arquero, quien además hizo el curso de director técnico en AFA.

Como referente en el plantel del Naranja, siempre intentó transmitirle a los más jóvenes del equipo sobre la importancia de estudiar y formarse, puesto que “la carrera de futbolistas es muy corta y la vida sigue, o  arranca y hay que estar preparado”. “La famosa movilidad ascendente es a partir del estudio”, concluyó.

En paralelo con el fútbol, Lescano comenzó a transitar su camino en la militancia peronista. Nunca escondió sus convicciones, incluso cuando algunos dirigentes le negaron que se expresara. “Un 24 de marzo quise salir con una remera que decía ‘Nunca Más’ y no me dejaron. Cuando terminó el partido con el preparador físico fuimos a buscarla y nos sacamos una foto en la cancha”, dijo sobre su paso por Luján.

Toda la vida profesional la disputó en el ascenso, y salvo en determinadas situaciones, su militancia no le jugó en contra. “Creo que en otro nivel exponerte es más complicado porque hay más repercusión y contratos con sponsors que te limitan”. En 2019, en plena campaña electoral de la fórmula Alberto Férnandez y Cristina Kirchner, Matías junto a otros y otros futbolistas formaron la agrupación “Futbolistas Unidxs” con el fin de “inclinar la balanza”. Después del triunfo electoral, la agrupación continuó y realizó actividades sociales en barrios populares. Sin embargo, confesó: “Con el diario del lunes estoy desilusionado a nivel político y ciudadano. Tiempo después tuve que dar la cara con los vecinos y con los barrios a los que iba a militar, porque las cosas no funcionaron y muchos políticos fallaron”.

“Suena feo pero a veces, pareciera como si el entorno quisiera que el futbolista no piense, desde afuera se impone que debemos entrenar, jugar y nada más”, expuso y argumentó: “La verdad es que somos todos personas, con conciencia de dónde venimos, que en su mayoría son barrios populares producto de una sociedad golpeada, pero cuando uno intenta opinar desde un lado partidario, se lo señala. Creo que todos tenemos un pensamiento; yo me siento identificado por un sector y siempre voy a intentar inclinar la cancha para ese lado”.

El Mono Martínez: de saltar en el arco de Yupanqui a hacerlo en las máquinas del centro de reciclaje

Por Lourdes Fernández

El jugador del ascenso no vive del fútbol, vive para el fútbol. Lleva una vida sacrificada en la que, usualmente, debe dejar de lado todo lo ajeno a una pelota, una cancha y sus botines. A esa lista, Alejo Martínez le sumó los guantes que utiliza todos los sábados cuando se para bajo el arco de Yupanqui. También afirmó que la rutina ideal de un futbolista debería consistir en “levantarse, desayunar en el club, entrenar, ir a su casa a dormir la siesta y volver a ejercitarse de manera particular”. Sin embargo, la suya dista mucho de esa realidad que sólo tiene el futbolista de Liga Profesional.

“Me levanto a las seis y, después de desayunar, me voy a tomar el tren hasta Lugano, donde queda mi lugar de trabajo”, comentó. Todos los días a las 8 de la mañana, el arquero de 24 años comienza su jornada laboral en la cooperativa de reciclado Primavera: “Empecé hace tres años, cuando llegué a jugar en el club, y varios que hoy son o fueron mis compañeros trabajan conmigo porque el dueño del centro de reciclaje es quien era el director técnico de Yupa en ese momento”.

En los vestuarios se ganó el apodo por el que lo reconocen los Traperos: Mono. “Soy de comer mucha banana, una antes de entrenar y otra después”, confesó mientras se cebaba un mate. “Y también mi estilo de juego acompaña, salto para todos lados”.

Respecto a su tarea en la cooperativa, se declaró “polifuncional”, hace un poco de todo. Su turno termina a las 14 y de allí se acerca a la Autopista Dellepiane, donde un compañero lo pasa a buscar con el auto para ir a entrenar. La práctica en el club suele extenderse hasta alrededor de las 17:30, cuando pega la vuelta para su casa o va al centro de entrenamiento particular donde se ejercita tres veces a la semana.

A pesar del ajetreado ritmo de vida que lleva, el Mono aseguró que está acostumbrado; desde los seis años juega al fútbol y desde los 14 trabaja. “Cuando jugaba en Sacachispas era peor, porque entrenaba a la mañana y a la noche trabajaba en Telecentro haciendo el mantenimiento de redes en la calle”. Cuando se percató de que, al ir casi trasnochado a entrenar, no rendía, Alejo se la jugó por el fútbol y dejó su trabajo. Sin embargo, al poco tiempo le avisaron desde Saca que no le renovarían el contrato.

Durante los seis meses que pasó sin jugar al fútbol, siguió dentro de la cancha, pero desde un lugar completamente distinto al que ocupa hoy: el del árbitro. “Me recibí en la Escuela de Árbitros en Bajo Flores y ejercí por bastante tiempo, ahora ya no porque decidí apostar como jugador”.

“Acá en la Primera C el sueldo mínimo para firmar un contrato es de $370.000, pero en Yupanqui el que más cobra gana eso, después es de ahí para abajo, yo tengo compañeros que ganan $50.000, $100.000 quizá. En mi club todos trabajan aparte o tienen emprendimientos”, agregó. Aunque también admitió que el sueldo, más allá de la categoría, depende mucho del club: “Ituzaingó o Luján, por ejemplo, donde hay jugadores que quizá ganan $700.000, un millón”.

“Hay días que salgo de trabajar y lo que menos quiero es ir a entrenar, pero sé que si quiero salir de la categoría en la que estoy, tengo que hacer el sacrificio. Con lo que cobro en Yupanqui no me alcanza, por lo que necesito mi trabajo, pero también soy consciente de que quiero seguir jugando al fútbol, y en general se entrena a la mañana, por lo que, si tengo que renunciar, lo voy a hacer”. Como el Mono, la gran mayoría de los jugadores del ascenso argentino aspiran con subir de categoría y, por qué no, en algún momento vivir del fútbol. Sin embargo, es complicado salir del cíclico sistema que implica tener casi una doble vida, porque abandonar el trabajo secundario para apostar por el deporte es un riesgo que, sin el apoyo y soporte económico de sus allegados, el futbolista no puede tomar.

Juan Cruz Villagra: El legado de una familia futbolera

Por Rocco Miño

Un día fresco, pero soleado en el “Coliseo de Bajo Belgrano”. Allí está Juan Cruz Villagra, que recién terminaba de hacer unos ejercicios regenerativos. Acomoda la mesa, abre la silla y se sienta, está con la vestimenta del club. Tiene el buzo puesto, en el pecho está el 11, número que usó en aquel desempate contra San Martín de Burzaco en el estadio Único de La Plata, marcó el gol para el campeonato y el ascenso de Excursionistas. Y no es casualidad lo que le tocó, “Juanchuli” como es apodado, “no iba a ser titular pero mi compañero Ian Puleio, llegó a la quinta amarilla y me tocó jugar de titular”. El destino lo quiso así, el primer gol del torneo 2023 lo había marcado él y el último del campeonato tenía que ser de Villagra y lo festejó con el “Topo Gigio” a lo Juan Román Riquelme. 

Juan Cruz Villagra festejando el gol con el topo “Gigio”, Foto sacada de Lulibidegainph

-¿Te esperabas ser el autor del gol  y el más importante en la final?

-La verdad que no, cuando pasó lo de Puleio en el partido con Central Córdoba de Rosario, sabía que iba a jugar. Desde ese día me preparé y me mentalicé para la final. Después no me imaginé que iba a hacer el gol, pero me sentí importante y muy participe de la conquista. 

 

-¿El festejo fue por Riquelme, por qué tiras para Boca o por algo en particular?

-No, fue porque días previos del lado de Burzaco, venían hablando que a Excursio le estaban dando muchos penales y demás cosas. Fue más que nada por eso, dijeron cosas que no iban. Salió en el momento del gol y la tiré, igualmente tiro más para Boca, me gusta más que River. 

 

-¿Los hinchas te deben agradecer por el gol, cuando te lo cruzas en la calle o en el estadio?

-Sí me lo recuerdan bastante, son muy agradecidos y te hacen notar el cariño. Eso es algo bueno y me da la satisfacción de que hice las cosas bien. 

 

 

El delantero de 24 años, oriundo de Villa Yapeyú, Santa Fé, dio sus primeros pasos en el baby fútbol de Nuevo Horizonte. De ahí pasó a San Cristóbal en cancha de once, para finalmente recalar en Defensa y Justicia. No solo Juan Cruz surgió del club de Florencio Varela, sino que viene de familia, es hermano de Leandro quien “abrió el camino”, Brian y Nicolás “Uvita” Fernández. Su debut fue en cancha de Colón de Santa Fe, de cual es hincha y de su ciudad natal. “Sentí mucha emoción y satisfacción, es lo que anhelaba”, pero no solo fue eso, ya que ese día fue “maravilloso” porque entró al mismo tiempo que su hermano Brian. 

-¿Te imaginabas ese debut y con todo ese marco?

-Fue algo hermoso e inolvidable. Parecía que estaba todo guionado, iba a ingresar entre los 10 y 15 minutos del segundo tiempo, pero se lesionó Adonis Frías y se paró el cambio mío. Después cuando Hernán Crespo me llama a mí, justo lo llaman a Brian y ahí me puse nostálgico. En el club de nuestro amores, entrar de la mano de mi hermano que me dijo unas palabras de aliento, fue impresionante. 

 

-¿Te acordas qué te dijo?

-Me dijo que no importaba el resultado, que entre y disfrutara del momento. Que no iba a poder revertir el marcador solo, eso me alivió e hizo que viva esa oportunidad.

Juan Cruz a punto de debutar y al lado su hermano Brian

Cada uno de tus hermanos dejó una marca registrada en el club. Leandro convirtió varios goles, Brian hizo el gol del ascenso a primera y “Uvita”, el gol para clasificar por primera vez a primera. Pero vos lograste la Copa Sudamericana 2021 ¿Qué pensas del logro que conseguiste?¿Te lo imaginabas?

-Tuvimos la suerte de tener un paso bueno por Defensa. A mí me tocó ser parte del plantel y jugar dos partidos, quizás no fui tan partícipe, pero fue una locura ese momento. No me lo imaginaba para nada, pero con el correr del tiempo, ver que cada día íbamos creciendo se presentía y sentía el olor a campeón. 

 

-¿Qué es Defensa para vos?¿Te gustaría volver?

-En lo futbolístico y lo cotidiano fue muy importante. Fue el inicio de todos mis hermanos, el crecimiento de mi familia, pudimos salir de Santa Fe, gracias a Defensa que nos dio todo. Es mi vida. Tengo una espina, me hubiera gustado jugar más y es por eso que en un futuro me gustaría volver para devolverle un poco más. 

 

Él no es Fernández, como sus hermanos, sino que lleva el apellido de su mamá Rosana. Pero se nota en esos ojos achinados, en las gambetas a la hora de jugar y con eso basta para afirmar que uno más de la “dinastía” Fernández-Villagra.

Lucas Scarnato, un jugador 100% del ascenso

Por Esteban Bravo 

Lucas Gabriel Scarnato es un jugador de fútbol profesional que se encuentra en actividad desde el 2006, cuando debutó en el club San Miguel, en una época donde la quiebra que duró 16 años (2006 hasta 2022) recién comenzaba. “Al plantel en el que debute se le debían varios meses de salario, todo se hacía por amor a la profesión. Los entrenamientos se hacían en los lugares que se podía y con lo que se podía”, respondió al ser consultado de cómo fue debutar en primera en una situación de crisis.

Scarnato besando el escudo del Trueno Verde

Jugó toda su vida en el ascenso argentino, entre la C y la B Metropolitana. Además del Trueno Verde tuvo pasos por cuatro clubes más: Luján, Laferrere, Atlas y Deportivo Armenio, su equipo actual. Al preguntarle cómo es el día a día de un futbolista de las categorías de ascenso del fútbol local declaró lo siguiente: “Es como otro trabajo, el fútbol fue evolucionando. Cuando yo arranque era muy difícil vivir de jugar al fútbol, de ser futbolista. A raíz de la cultura familiar y los consejos que me daban mis viejos siempre tuve las intenciones de trabajar y de estudiar. Sin duda es un trabajo muy sacrificado ya que implica mucho tiempo de involucrar tu cuerpo y la cabeza”. El deporte que él practica fue evolucionando con el pasar de los años, ahora en los cuerpos técnicos existen figuras como el psicólogo deportivo y el analista de video. La C se profesionalizó, hay muchos más recursos.

En el segundo semestre de su cesión a Luján en 2011, fue dirigido por Adrián del Río que tenía como costumbre tras finalizar los entrenamientos contar una anécdota, un cuento o una moraleja, lo cual le llegó y le llamó la atención al oriundo de San Miguel. Además de ser jugador, también tiene el título de entrenador y su primera y hasta el día de hoy única experiencia en ese cargo fue dirigiendo al plantel femenino del Lujanero, adoptando la idea de contar cuentos en las arengas previas a un partido.

Su momento más recordado y anecdótico como DT del fútbol femenino del club del oeste fue cuando Diego Armando Maradona lo visitó en el vestuario debido a que Rocío Oliva, la última pareja del Diez, formaba parte del plantel. “Fue uno de los momentos más lindos de mi carrera y de mi vida. La posibilidad de conocer a mi ídolo, sin duda el máximo exponente que yo tengo. Tuve la posibilidad de sentar a mi nena a upa, son momentos que no se pueden explicar con palabras. El vivirlo fue el máximo recuerdo que tengo”, recordó el delantero.

Diego Maradona alzando a upa a la hija de Scarnato

Sin duda la institución que más lo representa es la misma que lleva el nombre del municipio donde él vive: San Miguel. La mitad de su carrera la vivió en el Trueno Verde, en su casa se pueden observar tres cuadros con las camisetas conmemorativas que marcan la cantidad de encuentros que tiene en el club de Polvorines: 100, 200 y 271 partidos. Al preguntarle qué significa San Miguel en su vida respondió que es su segunda casa, donde no solamente jugó al fútbol si no también al básquet, cuando se preparó para ser profesor de educación física, practico natación en la pileta del club. Si bien él no nació siendo hincha del Trueno Verde, con el tiempo aprendió a quererlo.

Mucha gente lo ubica como el máximo ídolo del Verde, incluso su cara está pintada en una bandera de la agrupación “San Miguel Crece” junto a los rostros de distintos jugadores representativos de la historia del Trueno. Al preguntarle sobre este tema respondió: “Es muy difícil asimilar eso de ser ídolo. Entender que hay gente que te valora, que te quiere, que te respeta y que siempre te tiene presente, es una forma de darle identidad a esto de ser ídolo. En esa bandera hay jugadores que los ha elegido la gente por distintas temporadas. He salido elegido entre tantos jugadores buenos que han pasado por el club. Siempre que hay algo para aportar siempre estoy presente”.

En la anteúltima jornada de la temporada regular de la B metropolitana 2023, en un encuentro ante Villa San Carlos, Scarnato se lesionó lo que le impidió disputar las finales contra Talleres de Remedio de Escalada y Douglas Haig, en la que el equipo del Noroeste del Gran Buenos Aires logró el ascenso al Nacional B. Fue un momento duro para el delantero tanto físicamente como mentalmente pero sus compañeros lo hicieron sentir parte de ese logro, lo que hizo más llevadero su recuperación.

El plantel de San Miguel junto a Scarnato, post lesión contra Villa San Carlos

Al consultarle qué tiene pensado para su futuro aseguró que quiere seguir jugando y que espera hacerlo por cuatro años más. Cuando se le preguntó qué pasará después de colgar los botines expresó su deseo de ser entrenador: “Sin duda después de retirarme quiero ser director técnico, me estoy preparando para cuando me toque, ser el mejor. Quiero ser el mejor técnico, quizás del ascenso”.