lunes, septiembre 8, 2025
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Julio Soler, personalidad y eficacia en el punto penal

Por Agustín Paratcha

Cada puesto en el fútbol conlleva una responsabilidad. El delantero se encarga de asistir y anotar goles. El 5, de interceptar pelotas, además de estar bien posicionado. Un defensor impide y rechaza los balones rivales para transmitir calma al equipo. Julio Soler, convocado por Lionel Scaloni a la selección mayor por primera vez a sus 19 años, es un lateral izquierdo que no solo se destaca por sus transiciones tanto defensivas como ofensivas, sino por su habilidad y frialdad en los penales: repiqueteo, salto y remate.

Soler, nacido en Asunción, capital de Paraguay, aunque nacionalizado argentino por decisión propia, llegó a Lanús a los 12 años proveniente de Argentinos Juniors, que aún mantiene el 40% de su ficha, y vivió gran parte de su carrera futbolística en la pensión del Granate. Se encontró con Rodrigo Acosta, hoy entrenador de la reserva del granate y Gastón Martínez, ayudante de campo de Acosta, quienes lo observaron desde infantiles hasta Reserva. Lo describen como un jugador valiente y con mucha personalidad. No cualquiera patea un penal en novena con 15 años y menos ante Banfield, el clásico rival.

El joven, categoría 2005, ya practicaba el tiro de penal con el salto previo tanto en infantiles como en inferiores y Reserva, usado como técnica de engaño. El chico, fiel a su estilo, jamás desobedeció los consejos de Rodrigo Acosta, quien pedía patear de cualquier manera, menos picándola: “Sirve solo para el ego de cada uno y para tratar de burlarse del arquero. Siempre se lo dejé en claro a Julio. Le decía que elija un palo y patee fuerte”.

Acosta sabía que Soler, subido a la reserva de Lanús a los 15 años, era uno de los designados para patear penales. Sin embargo, el joven siempre respetó las edades. El técnico le recordó una anécdota a El Equipo: cuando le negaron ejecutar un penal en Reserva: “Una vez se peleó con Lucas Varaldo, actual jugador de Central Córdoba y categoría 2002, por querer hacerse cargo de la ejecución, pero por suerte no tuve que intervenir”. Además, lo describe a Soler como un buen pibe, competitivo, leal, noble y, sobre todo, con liderazgo.

Acosta, actual entrenador de la reserva, había dicho en el canal oficial de YouTube de Lanús, que “era un loco de patear penales”. Amplió su afirmación a El Equipo sobre su carácter y el deseo de gol de Soler: “Siempre quería figurar y convertir un gol. Se desempeñaba incluso de central por izquierda. Un chico muy vanidoso. Quería sobresalir. Le gustaba mucho llegar al gol, como hoy en la Primera de Lanús, y busca la manera de estar cerca. Su arma letal es el penal”.    

Su exitoso tiro al arco desde el punto penal se debe a la personalidad que mostraba delante de sus compañeros. “Él siempre se acercaba entre dos o tres jugadores para patear. Tenía una manera fría de rematar y mostraba ser un jugador callado, de poco hablar y con mucho temperamento”, expresa Gastón Martínez, actual ayudante de Acosta en la reserva de Lanús.

Martínez había quedado sorprendido la primera vez que lo vio patear de manera peculiar, por su eficacia y buena técnica: “Solía contar con bastante 

tiempo libre y lo invertía en ir a la cancha, practicar y hacer jueguitos. Era un chico de pensión. Hacía un estímulo diario que por ahí otros jugadores no lo tenían. Un espacio que aprovechaba para la competitividad en los penales”.

El liderazgo y la confianza de Soler para hacerse cargo del punto penal se debe al grupo que formó en la reserva, junto con Valentín Carboni (En Olympique de Marsella, a préstamo desde Inter de Milán) y Lucas Kmet, hoy en Lanús. Hacían la competencia sana. Probaban distintas alternativas en los penales y tiros libres. Incluso definían quién era el capitán en cada partido de Reserva. Ellos tres lideraban la categoría 2005.

Los referentes no podían faltar. Lo miraba mucho, cuando llegó a Primera en 2022, a José Sand. Fue al primero en analizarlo, porque nunca erraba. También observaba atento a Alejandro Silva, futbolista uruguayo que anotó de penal el 4-2 ante River, con el salto incluido antes de impactar la pelota, en las semifinales de la Copa Libertadores 2016, el que le dio la clasificación a Lanús a la final. Soler se inspiró en figuras granates. Su manera de ejecutar nació viéndolos, y por su valentía para pedirlas todas ante situaciones de definición.

Manuel Robles: fútbol y atletismo, otro hijo del viento

Por Bruno Toscano

El velocista Manuel Robles, de 20 años, ya cuenta con cuatro medallas en el campeonato argentino de mayores y otras cuatro en el nacional de su categoría, pero tiene el foco puesto en su próximo objetivo, competir en los Juegos Panamericanos Junior Asunción 2025, que sería el mayor desafío de su joven carrera. Respira hondo mientras sueña con volver a Villa Devoto con una nueva presea.

Una vida junto al deporte, que no comenzó con el atletismo a pesar de que siempre impresionó por su velocidad. Con seis años, Robles dio sus primeros pasos en el Club Fénix, una pequeña escuela de fútbol infantil de Villa Devoto, donde jugó hasta cumplir 13. Desde 2017, continuó en simultáneo por dos años en otro club del mismo barrio, Círculo Villa Devoto. Mientras tanto, tuvo un breve paso por el rugby en el Club San Martín, de 2018 hasta la pandemia.

Una recomendación cambió su vida para siempre. En un abrir y cerrar de ojos, nacía un nuevo Claudio Caniggia, ex futbolista de la selección argentina apodado “el hijo del viento”, pero esta vez en sentido inverso, del fútbol al atletismo. “Como pensaba que hacía poca actividad física luego de la pandemia, empecé a pensar en otras posibilidades. Ahí es cuando mi tío Carlos me ofreció ir a Parque Chacabuco y me introdujo con un entrenador de atletismo”, recuerda Manuel Robles a El Equipo.

Durante 2021, Robles continuó con el fútbol mientras empezaba a entrenar atletismo como principiante, sin competir ni estar federado. Ya para fines de ese año, corrió su primera carrera e incluso impresionó con su potencial a su propio entrenador, Diego Silvera, bicampeón mundial máster de atletismo en 400 y 800 metros, quien decidió empezar a entrenarlo de manera más seria de cara a 2022.

Manuel Robles junto a Diego Silveira

El paso del tiempo le brindó a Robles el sustento necesario para darse cuenta de que su aptitud podía llevarlo lejos en el mundo del atletismo, pese a que no lo creía posible en un comienzo. Nunca pensó que iba a ser capaz de correr en competencias profesionales, por más que fuera siempre el más veloz de la cancha, tanto en rugby como en fútbol. ”El hecho de escalar muy rápido en el ranking metropolitano fue lo que hizo que me diera cuenta que podía llegar a ser alguien de verdad en el atletismo”, asegura Robles.

“Manu siempre mostró gran pasión por el atletismo. Las cualidades físicas y la mentalidad enfocada auguraban cosas buenas luego de los primeros entrenamientos. Era cuestión de trabajar seriamente para el crecimiento y ascenso en su carrera de élite. Con paciencia fueron surgiendo resultados, hasta lo que está haciendo al momento. Sin prisa y sin pausa”, analiza el entrenador Silvera.

El volumen de entrenamiento de Robles aumentó de manera considerable desde 2022, y nunca más pisó el freno. De dos días a la semana a cinco, sumado a un gran trabajo de gimnasio. Silvera destaca que Manu tiene la capacidad de adaptarse y cumplir al pie de la letra cada entrenamiento que se le propone, siempre con una determinación implacable.

Todo el trabajo que realizó durante tantos años de sacrificio se reflejó en triunfos que jamás hubiera imaginado aquel chico que comenzaba a jugar al fútbol en clubes de barrio. Tras ser convocado por la Confederación Argentina de Atletismo (CADA), vistió los colores albicelestes al formar parte de la selección argentina, como sucedió en el último Campeonato Sudamericano U23 de Atletismo disputado en Colombia en septiembre pasado. Robles partió hacia Bucaramanga detrás de un sueño junto a sus compañeros y contó con el apoyo fundamental de su familia, que estuvo presente desde las tribunas. 

Manuel Robles posicionado para la salida en Colombia.

El séptimo lugar en la prueba de 400 metros no fue el que esperaba, pero sumó una nueva experiencia en su carrera. “Más allá de que el resultado no fue el que fui a buscar, fue un paso gigante hacia mi gran sueño a largo plazo: participar en unos Juegos Olímpicos”, sentencia Robles.

Jonathan Herrera, el goleador criado en el Ascenso y contemporáneo a Riestra

Por Valentín Albano

Jonathan Herrera jugó su primer partido en Deportivo Riestra en 2013, cuando el equipo jugaba en la primera D, que por entonces era la quinta y última categoría del futbol argentino. Desde ese momento un lazo se forjó: consiguió dos ascensos, en 2014 a la Primera C y posteriormente a la B Metropolitana. Se convirtió en el máximo goleador histórico y, además, marcó el primer gol del club en el Nacional B y en la Primera División. 

El Sultán llegó a Primera en 2019, en Central Córdoba, cuatro años antes del ascenso de Riestra en 2023, como si ya estuviera preparándose para cuando le tocara jugar en la máxima categoría con el club blanquinegro. Un delantero hecho de abajo: fue goleador en todas las categorías de Ascenso del fútbol argentino.

Herrera comenzó su carrera en Centro Español, en el 2009. Llegó a Riestra por primera vez en el 2013, ya con el patrocinio más famoso del club de Villa Soldati, la bebida energizante Speed, y la asesoría de Diego Maradona, quien era sponsor de la marca. Casi como si no necesitara tiempo para adaptarse, Herrera convirtió 27 goles y fue el goleador de la Primera D a diez de distancia de Braian Chávez, de Claypole, que quedó segundo. Sin embargo, sus tantos no alcanzaron para lograr el ascenso a la C.

Sí alcanzaron sus 25 goles al año siguiente para que Riestra lograra el ascenso a la C en 2014, de la mano de Herrera el equipo blanquinegro cosechó 75 puntos, se mantuvo invicto durante toda la segunda rueda y perdió únicamente tres partidos en esa campaña. El Sultán fue el máximo goleador de la temporada contando todas las categorías de la AFA.

En el 2014 llegó la famosa campaña del doble ascenso. Riestra se aprovechó del proceso de reestructuración que estaba pasando en el fútbol argentino y, en un torneo corto, quedó segundo de la Primera C, a dos de Defensores de Belgrano que fue el campeón. Finalmente el ascenso a la B Metropolitana se definió con dos partidos: Riestra terminó ganándole a Dock Sud en el global por 4 a 1. Herrera jugó las dos finales y fue nuevamente el goleador del campeonato con 19 goles.

Riestra para el comienzo del 2014 se encontraba en la Primera D, un año después en el arranque del 2015 la realidad era totalmente distinta: dos ascensos (Primera C y B Metrópolitana) y con chances de pelear el ascenso a la Primera Nacional, pero en la segunda vuelta no pudo aguantar el ritmo y terminó afuera del Reducido. Una costumbre: Herrera una vez más fue goleador del torneo al hacer 29 goles, y otra vez máximo goleador de las categorías de la AFA.

Herrera es de Buenos Aires. Nació en Castelar, la segunda localidad más poblada del partido de Morón, a 40 minutos de Buenos Aires. Su primer paso como futbolista fuera del país fue jugando para el Atlético Venezuela, en 2017. Fue un salto de categorías pocas veces visto: el delantero jugaba en la tercera categoría del futbol argentino y pasó directo y sin escalas a jugar la Copa Sudamericana.

Una vez que se concretó su pase recibió la felicitación de Maradona, que acompañó su publicación de Facebook con dos fotos de ellos dos juntos en Riestra. Diego se acercó en ocasiones al club a compartir momentos con los jugadores, es por eso que en su posteo escribió:  “Me llena de orgullo que un futbolista proveniente de la quinta categoría del futbol argentino se haya ganado esta hermosa oportunidad en un club que afronta desafíos de la dimensión de la Copa Sudamericana. Fueron 130 goles los que convirtió sumando sus campañas de Centro Español y Deportivo Riestra, un premio al esfuerzo y al sacrificio”.

De vuelta en Argentina luego de su frustrado paso por Venezuela, Herrera llegó a Ferro, club que en 2018 (año en el que llega) ya compartía división (Primera Nacional) con el Deportivo Riestra, tal es así que terminó saliendo goleador de la segunda categoría del fútbol argentino sumando los goles que convirtió con ambas camisetas, ya que el delantero hizo cinco goles con Riestra antes de sumarse al Verde a préstamo, terminó el campeonato con 13 tantos.

Herrera debutó en Primera de la mano de Central Córdoba, en 2019.  Tras eso tuvo pasos por clubes grandes del fútbol argentino: San Lorenzo e Independiente. En ninguno logró ganarse el puesto de titular. En 2022 llegó a Patronato, donde ganó la Copa Argentina, primer título en la historia del club.

Incluso llegó a firmar con un equipo de Malasia, el Johor Darul Takzim FC. Su paso fue muy breve: ni siquiera llegó a debutar. Argumentó que era un país muy complicado para vivir y que su familia no la estaba pasando bien. Su estadía duró 17 días. Sin embargo, en Malasia, los medios dijeron que tuvo un problema con Ibrahim Larkin, el sultán que era dueño del club: se molestó ya que Herrera no lo miró a los ojos. Una vez que regresó al país el apodo de “Sultán” le quedó a Herrera.

En 2023, Riestra ascendió a Primera y lo trajo nuevamente a la máxima categoría a Herrera, quien estaba en el Nacional con Ferro, fue el primer refuerzo del equipo para disputar la Primera División por primera vez en su historia y, como ya lo había hecho en la segunda división, fue el autor del primer gol en la historia de Riestra en la máxima categoría, contra Defensa y Justicia, el 26 de febrero en la visita del Malevo a Florencio Varela.

Herrera hoy triunfa en la Primera División, sin perder la fragancia del ascenso. Esos años en las categorías más bajas son su secreto para estar vigente con 33 años y  ser el delantero de Riestra con más goles, no solo de la temporada, también de la historia. Riestra y el Sultán son del ascenso, pero hoy se dan el lujo de competirle a los más poderosos, sin perder la esencia del barro.

Un túnel del tiempo que no te lleva a ningún futuro

Por Leandro Manganelli y Santiago Hidalgo

“Tiro una combinada, son unos pesitos y la de hoy es una fija”, se escucha en el subte, en la calle, en las escuelas. Se masifica en las voces que consumen los casinos virtuales, aquellos que ofrecen hasta la opción de apostar por cantidad de laterales en un partido de fútbol, y los grupos anónimos para jugadores compulsivos surgen como un halo de luz que salvaguarda sus mentes. Y sus billeteras.

“¿Cruzaste todos tus límites con el juego? La salida está en vos. Autoexcluite”.

La frase es de un cartel de la Lotería de la Ciudad. No es de un grupo para recuperarse del juego compulsivo, ni funciona, al menos en esta tarde de un miércoles primaveral de octubre, como campaña de prevención de la ludopatía. El cartel, que tiene un dibujo de un hombre de pelo y barba canosa, agarrándose la cabeza como desbordado, está cerca de una escalera que conduce a la zona de fumadores de la sala de slots del Hipódromo de Palermo. Y sí, se la denomina “sala de slots” porque los casinos como tales están prohibidos en la Ciudad de Buenos Aires, al menos los concesionados a empresas privadas. Así lo dice la Ley 583 / 2000 que habla sobre juegos de apuesta: “Sólo el Poder Ejecutivo tiene iniciativa legislativa para proponer la instalación de nuevas salas de juegos administradas por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. De ahí que el Casino de Puerto Madero se mantenga en pie: está montado sobre el agua y, por ende, no responde a la ley porteña.

En el corazón de esta sala de slots del Hipódromo de Palermo se destaca una zona con una luminosidad diferente. Aparece el fútbol. Impactan una especie de cuatro pantallas gigantes formadas por 16 televisores cada una. Es la zona BetWarrior. Claro, el sponsor oficial de la selección argentina de fútbol masculino, las selecciones femenina y masculina de hockey y de la Asociación Argentina de Tenis (AAT). Unos sillones, mesas y sillas rodean una barra de tragos que le da la apariencia de un bar de toda la vida: la diferencia es que está plagado de televisores que muestran con la velocidad de una cascada las “cuotas” de todos los partidos de fútbol habidos y por haber que se vienen. Te sentás, pedís un trago y apostás por un Estonia – Azerbaiyán de la UEFA Nations League mientras mirás el partido, ¿qué puede salir mal?

***

Pasaron unos minutos de las siete de la tarde. Sobre Avenida del Libertador, la caravana habitual de transportes que se mueven todavía en hora pico. En la vereda, el Hipódromo con aires de tranquilidad: los guardias de seguridad toman mate y se ríen. Todavía faltan unos 50 metros para entrar a la sala de juegos, rincón inclaudicable de la historia que germinó con el paso de los años y hoy encuentra en las apuestas virtuales una bocanada de aire para seguir más vigente que nunca. Lo confirma una pantalla led muy grande que encandila con el pedido de que te registres en Betfun, “tu casino online”.

“Llegaron las apuestas deportivas para que puedas vivir la adrenalina todo el día y desde tu casa”, suena en el baño de la sala de slots del Hipódromo. Esta propaganda también es de Betfun: mientras hacés tus necesidades, no olvidés que podrías apostar a lo que quieras desde el baño de tu casa. Y es un patrón que repite las distintas casas de apuestas virtuales. En una de las publicidades televisivas de Betano -el naming sponsor de la Liga Profesional 2024-, el protagonista, mientras hace yoga y tiene los ojos cerrados, abre el izquierdo para pispear las cuotas del sitio de apuestas: en la era de los algoritmos y la hiperconectividad, las caras enajenadas que se ven en el Hipódromo de Palermo un día de semana a la tarde se multiplican de manera incalculable en millones de hogares de todo el mundo.

“Una recomendación de nuestro programa dice: ‘No se acerque al establecimiento de juego’ -explica Fernando y agarra su teléfono celular de manera irónica-. ¿No se acerque al establecimiento de juego?”. Claro, hoy podés jugar desde cualquier rincón imaginable. Fernando es el servidor de relaciones públicas de la comunidad de Jugadores Anónimos, una organización que reúne 57 grupos en todo el país (55 presenciales y dos virtuales), donde personas que quieren dejar el juego compulsivo comparten sus experiencias sin sectorizar ni discriminar por el tipo de apuesta a la que están o estuvieron atados y atadas. Tal como explica el nombre del grupo, los/as jugadores/as son anónimos. Y es por eso que en este texto, Fernando va a seguir siendo sólo Fernando. Él dejó de jugar hace 13 años y medio. “Yo llegué obligado por mi familia -revela-. Después me quedé por decisión propia. Lo primero fue identificar que necesitaba ayuda… que necesito ayuda”. Sí, pasa el verbo a presente porque, como explica, la ludopatía es una enfermedad que no tiene cura. “Son un conjunto de trastornos psiquiátricos. Antes el juego no era pensado como una enfermedad. Al ludópata se lo inculpaba por estafas y mal manejo del dinero, y no se lo reconocía como enfermo; no son estafadores, pero siempre tienen problemas con la plata”, dice María José Abenando, psicóloga y psiquiatra. Y, aunque no tenga cura, tiene un tratamiento que ella llama “dual”: “El paciente necesita un soporte psicológico fuerte y medicación que acompañe en el control de los impulsos para moderar la ansiedad y romper ese circuito mental en el que la persona entra con su enfermedad; es un tratamiento que incluye a sus seres cercanos”.

Las apuestas deportivas no son algo nuevo, desde hace tiempo que las carreras de caballos y el PRODE eran la diversión (y castigo) de muchos, pero ahora la cosa es diferente porque comenzó a involucrar a los mismos protagonistas. El árbitro toca el silbato, mueven del medio y sin que pasen algunos segundos un jugador despeja la pelota fuera de la cancha. Raro, ¿no? Tal vez tenga que ver con que en los sitios de apuestas online se puede apostar hasta en qué termina la primera pelota de un partido. Y esto es algo que sufren, también, las reservas del fútbol argentino, una dimensión poco habitada y no transmitida por televisión. “La reserva es la clave, porque nadie controla y hacen chanchadas, cualquier cosa. Incluso, hablamos entre los dirigentes de algunos clubes que, si siguen los quilombos, vamos a sacar las reservas”, le dijo un dirigente de un club de la C al periodista Roberto Parrottino en Cenital.

– Las reservas son injugables. Hace unos días íbamos perdiendo 2 a 0 y ni veíamos la pelota, nos estaban pegando un baile; faltando 10 minutos para que terminara el partido, el equipo rival empezó a hacer errores infantiles y terminamos ganando 3 a 2 -se indigna un miembro del cuerpo técnico de la reserva de un club de la Primera C.

Es clave cuando dice “hacer” errores, y no habla de tenerlos. Aunque las canchas en donde juegan las reservas del ascenso casi no tienen pasto y los errores pueden ser comunes. De hecho, el mismo hombre, que pide que se guarde su identidad porque este es un tema que lo puede comprometer, dice: “De los jugadores te diría que el 80 % hace apuestas deportivas. Es un tópico de charla común en los entrenamientos”. Andrés Burgo, reconocido escritor y periodista, está comenzando una investigación sobre el problema con el juego en las categorías inferiores del fútbol argentino y asegura que “a este ritmo no estaría muy lejana la posibilidad de eliminar los torneos de reserva”. 

“Iba en contra de mi equipo, veía partidos que no me interesaban solo para ver si sumaba porque tenía jugadores en esos equipos”, dice Fernando sobre el Gran DT y el PRODE, sistemas quizá más primitivos en cuanto a su relación con las apuestas deportivas, pero con el mismo mensaje: demostrá lo que sabés. “Es un asunto de conocimiento. Gana el que sabe y lo demuestra. Hay dinero en juego pero también hay orgullo”, escribió Alejandro Wall en Tiempo Argentino sobre las propagandas al mejor estilo de BetWarrior: demostrá tu sabiduría en los deportes. De hecho, el 21 % de los entrevistados del informe “Apostar no es un juego”, presentado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, dijo que el resultado de sus apuestas depende de sus conocimientos y no del propio azar. Y si de suerte se trata, en la sala de slots del Hipódromo un hombre que parece de más de 60 años golpea la pantalla de su máquina tragamonedas. Sin caer en exageraciones, parece un ritual satánico. Enajenado es la palabra. Una señora que está a dos máquinas del señor lo mira con una cara de preocupación y niega lentamente con su cabeza. Hay dos personas más que observan la forma de ese hombre de atraer la suerte. Están al lado de la zona BetWarrior, que cerca de las 8 de la noche está cerrada. Pareciera que los mozos y barman se preparan para abrir. En una de las gigantopantallas principales juegan, por la Champions League femenina, el Manchester City y el Barcelona.

Fernando, que pidió ser mencionado sólo con su nombre de pila porque desde Jugadores Anónimos no quieren reconocimientos personales, dice que el anonimato los iguala. Él pasó “la línea invisible de ser un jugador social a ser un jugador compulsivo”. Abenando lo explica: “El gancho es el dinero. Bajo el manto de querer ganar o de no querer perder, los ludópatas se enganchan en situaciones circulares, permanentes, de opresión, de obligación y sometimiento frente a las máquinas, frente a la ruleta, frente a los caballos”. Aunque, después, “el dinero pasa a ser algo secundario”. Y la condición de juego se esfuma. “Después de jugar compulsivamente por diez años, perdí todo tipo de disfrute. Cuando yo estaba en la sala de juego, podía caer una bomba y no me enteraba; mientras no cayera en mi maquinita…”, dice Fernando y a sus palabras las sucede un silencio.

***

En las salas de juego no hay ventanas ni relojes. Todo es reconfortable: desde las alfombras en las que caminar es un lujo hasta los asientos de cada máquina. Las cajas para cobrar la ganancia (siempre relativa) están cerca del fondo del salón: para llegar, hay que atravesar un mundo de tentaciones. En la zona para fumadores, los cigarrillos dejan marcas en las mesas que rodean a las ruletas. Y las pantallas táctiles, en las que se elige por negros o colorados, tienen visible el vestigio del uso incesante. Jugadores Anónimos es una comunidad gratuita y confidencial. “No nos interesa el juego -aclara Fernando-, nos interesa el jugador compulsivo que sufre”. En los 57 grupos no hay profesionales: “Nos recuperamos a partir de compartir experiencias, fortaleza y esperanza”. Al final, es un lugar de apoyo y contención que resulta muy necesario, sobre todo con el terremoto que significan las apuestas virtuales. Masificación constante, mientras mirás televisión, husmeás las redes sociales o leés esta nota, el juego espera por atraparte. Aunque en Jugadores Anónimos no manejan estadísticas, hay muchos jóvenes que se acercan a los grupos porque “se están rompiendo con las apuestas virtuales”. No importa el tipo de juego. “El final es el mismo”, cierra Fernando. Es un negocio redondo. Es un túnel del tiempo que no te lleva a ningún futuro. Y como el óxido, se propaga rápido. Así fue como llegó al corazón del deporte argentino, que era de metal.

El amor a los colores supera los millones: Lautaro Acosta, el símbolo de la vigencia

Por Martina Sette

La historia de Lautaro Acosta con Lanús es única en los últimos tiempos del fútbol argentino. Símbolo, ídolo y capitán son algunas de las palabras que definen al emblema que selló su vuelta al equipo granate el 12 de julio de 2013, entre la fama y los millones.

El 12 de febrero de 2006 empezaba el futuro prometedor como futbolista de Acosta, que de la mano de Ramón Cabrero iba a debutar en su primer partido, se afianzó y fue una pieza fundamental para el Torneo Apertura 2007, y al año siguiente dio el gran salto al fútbol internacional.

Lautaro Acosta pasó por el Sevilla de España, donde tuvo varias lesiones y muy poca continuidad. Debutó en la Selección Argentina, se fue a préstamo a Racing de Santander y volvió al país en 2012 para ponerse la camiseta de Boca. Sin dudas, fue un paso en falso del “Laucha”, que al año siguiente firmó su vuelta al Granate.

Acosta podría haber vestido la camiseta de varios de los grandes equipos del fútbol argentino. Boca (nuevamente), River, Independiente y Racing lo llamaron, pero él los rechazó a cada uno de ellos. Podría estar ganando millones de dólares en México o en otros países de afuera, pero no, él elige a Lanús, su casa que lo formó como el jugador que es hoy en día.

Después de su regreso en 2013 a Lanús, Acosta rechazó varias ofertas millonarias de clubes argentinos, europeos e incluso árabes por más de diez millones de dólares. En una entrevista en el programa de televisión de Estudio Fútbol dijo: “Sigo en el club porque tengo un gran sentido de pertenencia, estoy desde los 8 años. Yo entiendo la filosofía que pueden tener otros, de ir a ganar lo que creen que se merecen, pero tener un millón más o un millón menos a mí no me va a hacer más feliz y estos años que pasan quizá los pierda y no los voy a recuperar nunca más”.

Su segunda vuelta al Club Lanús fue el broche de oro para la carrera del “Laucha”, que enseguida logró ganar la Copa Sudamericana 2013. En 2016 y 2017 sumó dos títulos más para el Granate, que iba a ganar su quinta estrella en el escudo. De los seis títulos que tiene Lanús, Lautaro Acosta participó en cinco.

Acosta tiene un sentido de pertenencia en Lanús como pocos. El amor de los hinchas hacia él es tan grande que por su iniciativa hay una estatua suya en el polideportivo, algo que pocos futbolistas tienen.

Martín Gramática: boquense y campeón del fútbol americano

Por Lucas Villanueva

En 1992, Andrés Fassi, actual presidente de Talleres de Córdoba y por entonces preparador físico del Necaxa de México, nunca imaginó el destino que le aguardaba al argentino de 16 años Martín Gramática, quien había llegado al club para probarse como futbolista desde Estados Unidos, donde vivía desde los nueve años. Fassi ni siquiera pensó que ese talentoso diestro cambiaría por completo su camino como deportista. Tras creer que no tenía lo necesario para jugar al fútbol, Gramática terminó en la National Football League (NFL) como pateador y anotó 12 puntos en el Super Bowl 2003 lo que ayudó a los Tampa Bay Buccaneers a coronarse por primera vez en la historia y convertirse en el único argentino en conseguir el anillo de campeón.

Aunque el fútbol americano no era muy conocido en Argentina, Gramática había logrado cumplir uno de sus sueños. No era jugador de Boca, el club de sus amores, pero de todas maneras en su país lo seguían, no para celebrar sus goles, sino sus patadas. 

Luego de su cortas pruebas por México, el sanisidrense regresó a Florida, Estados Unidos. Con una beca de la Universidad de Arizona continuó su formación para ser futbolista pero el destino le tenía otros planes. Su precisión llamó la atención del entrenador de LaBelle High School, pero no del fútbol que él se imaginaba, sino del americano.

El giro en su vida lo llevó a la Universidad de Kansas City, y nunca lo hizo solo. Siempre acompañado de su fiel amor xeneize representado con la emblemática camiseta 10 en la espalda, en honor a su ídolo Diego Maradona, llevaba consigo una parte de la historia de su equipo. En 1999 llegó a la NFL, y esta vez, con el número 7 por Guillermo Barros Schelotto, demostró que el fútbol seguía siendo parte de su vida. “Recuerdo irme en plena madrugada del hotel donde estábamos concentrados para poder ver a Boca contra el Real Madrid en mi casa”, contó Gramática en una nota para TyC Sports.

Diego Maradona, presente en el Super Bowl 2021 - TyC Sports

Jugaba de kicker, la posición que más similitudes tiene con el fútbol. Su rol era realizar las patadas para las anotaciones de campo y los puntos extra después de los touchdowns. El hecho de que Gramática desde muy chico ya pateaba una pelota le facilitó a la hora de aprender. Aunque el gesto básico del pateo es similar, tiene diferencias claves en cómo se ejecuta. “Es cuestión de agarrarle la mano. Cambia el tamaño, el material y los efectos, pero con práctica te perfeccionás. A diferencia con el fútbol tradicional, la pelota acá (fútbol americano) se mueve mucho en el aire hasta agarrar la rectitud que querés”, explica Santiago Chinni, pateador de la Selección Argentina de fútbol americano para El Equipo.

En 2003, en el Super Bowl, Gramática no tembló. Aportó 12 puntos: seis extra por cada touchdown y dos goles de campo (cada uno vale tres puntos). A pesar de haber pasado gran parte de su vida en Estados Unidos, tras la euforia de haber ganado el partido más importante de su carrera, Gramática no perdió sus raíces. En medio de las celebraciones, gritó, con un acento argentino muy marcado: “¡Para todos los boludos que no confiaban en nosotros!”. 

Durante su carrera de nueve años en la NFL, frustrada por diversas lesiones, logró convertir 155 de 203 intentos de gol de campo, alcanzando una efectividad del 76.4%. “Todos admiramos a Gramática por haber sido el único argentino que alguna vez ganó un Super Bowl. Probablemente, nunca más nadie lo logre, ni como pateador ni, mucho menos, en otra posición”, afirma Christian Delomonte, head coach de Football Americano Entre Ríos.

Aunque siguió un camino inesperado, Gramática dejó una huella imborrable tanto en el fútbol americano como en el corazón de los fanáticos argentinos. Logró lo que muy pocos creían posible: convertirse en un referente del deporte en los Estados Unidos y tener a millones de argentinos expectantes de un deporte extraño, sin perder nunca su pasión por Boca y el fútbol que lo vio crecer.

 

Segundo Portabales: la determinación de ser el mejor

Por Joaquin Basile

En 2019 llegó desde Mar del Plata a un encuentro de menores en el Club Ciudad de Buenos Aires, un niño de 12 años, delgado, con el pelo ondulado y un tono de piel muy claro. Su nombre: Segundo Portabales. Su primer partido fue contra un muchacho cuatro años mayor a él. “Jugale tranquilo”, le dijo el entrenador de su rival. Lo destruyó. A pesar de la diferencia de edad, Portabales era un erudito del squash, el chico de 16 años le pegaba fuerte y Portabales le daba con el doble de fuerza y la mitad de su musculatura. Su rival era bueno técnicamente pero lo de Segundo ya era de otro planeta: fluía con la raqueta, no era una extensión de su cuerpo sino parte del mismo.

A los 12 años comenzó a llamar la atención la superioridad con el resto. En 2019 venció en la final por el Campeonato Sudamericano Juvenil de Squash a su rival 11-2/11-3/11-2. Su nivel era extraordinario. El chico de Mar del Plata sigue sobrepasando su nivel día tras día, hoy, con 18 años, se encuentra entre los mejores diez del mundo a nivel junior tras quedar en el décimo lugar en el US Open Junior 2023.

El squash es un deporte de raqueta que se puede jugar en la modalidad de uno contra uno o dos contra dos. Estará presente en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, donde será el debut olímpico del deporte. “Creo que él tiene muy buenas cualidades; es chico pero tiene una muy buena lección de juego, juega un muy buen squash y puede aspirar a ser muy bueno si quiere”, opina Jeremías Azaña, número 79 del mundo y una pieza clave de la selección nacional. En cuanto a Portabales, él es el único que puede ponerle un límite a su potencial, Segundo deja su huella en cada torneo al que va. Recientemente el chico de Mar del Plata salió subcampeón panamericano de squash Sub 23. El único detalle es que compitió una categoría por encima, ya que es Sub 19 y aún así su resultado fue casi perfecto.

Segundo Portabales pasó a octavos de final en Houston – El Marplatense

En su espalda, Portabales carga títulos internacionales de mucho renombre, como la medalla de oro en dobles mixto en los Juegos Panamericanos Junior 2024, en Quito. También obtuvo medalla de oro por equipos y de bronce en dobles mixto en el Sudamericano de mayores 2023, en Río de Janeiro. Una vez más, su corta edad no es un factor de desventaja a la hora de plantarle cara a los mayores. Juanma Martiarena, su entrenador durante el US Open Junior 2023, analiza las debilidades del chico de Mar del Plata: “Aún debe mejorar la toma de decisiones en momentos claves del partido, lo que se lo va a dar la experiencia y el acompañamiento necesario”.

El futuro es una incógnita pero hay un objetivo lejano y claro: Los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. “Es muy buen jugador, lo vemos muy profesional en su vida privada, muy serio, y a partir de él hay un grupo de chicos jóvenes que tienen muchísimas condiciones y con muchas ganas de seguir compitiendo en el alto rendimiento”, afirma Andrés Nieto, entrenador de la selección nacional, acerca de las chances para que Portabales llegue a esos Juegos con la Argentina.

Los focos están puestos sobre este chico de 18 años que pisa fuerte en la escena del squash argentino. Si bien intentan llevarlo con calma, ya forjó su nombre siendo reconocido por grandes jugadores, como Azaña y Nieto. El próximo intento por parte de Martiarena es llevar a Portabales a Estados Unidos, donde él vive, y hacerlo competir en una buena categoría para una de las mejores universidades del mundo, y también afianzarlo en el equipo de mayores argentino y que comience a competir la Asociación Profesional de Squash (PSA) en torneos con mayor calibre.

Cuando sentís que querés ser algo, te ponés a trabajar para lograrlo y yo veo que este chico, Segundo, está determinado. No lo dice porque vio un video y cree que le gustaría ser como tal: él siente de corazón que quiere ser uno de los mejores jugadores del mundo y lo va a ir a buscar en serio; lo puede lograr o no, pero tiene esa determinación y, si a eso le agregamos que es un chico muy serio, que escucha, presta atención y es responsable con su plan de trabajo, eso te hace pensar que puede llegar”, justifica Nieto acerca de la diferencia entre Portabales y el resto, y además confiesa: “Nosotros tenemos muchos chicos buenos y con muchas condiciones, pero no sentís eso que te digo, esas ganas de querer ser bueno”.

Sonríe el squash argentino con la cantidad de miradas y elogios que abrazan a Segundo Portabales, el chico que tiene la determinación para ser el mejor si así lo desea.

Los E Sports: un deporte que llegó para quedarse

Por Ignacio Fillol

Pleno junio de 2024. Es una tarde helada de sábado en el pequeño pueblo de Rufino, en Santa Fe. Las noticias climáticas informan que la Argentina es el país más frío del mundo. Marianela Segretin, madre de Ezequiel, golpea la puerta de la habitación de su hijo preguntando si le apetece un café expreso, mientras Ezequiel, sentado en su escritorio y frente a su computadora, hace su práctica rutinaria de cara a los torneos de Counter-Strike 2 que tendrá que disputar con su equipo Hawks, en las próximas semanas, los cuales, en su mayoría, demandarán horas de viaje a otras ciudades y países.

Ezequiel, o mejor conocido en el ámbito gaming como Kunzera, aprovecha el descanso y acepta el café ofrecido por su madre, sin antes preguntarle por la reserva del remis que lo llevará la semana que viene a la terminal de Rufino. “Vieja, ¿reservaste el auto para el próximo martes?”, pregunta Kunzera. Después de unos segundos de silencio, su madre Marianela, responde: “No, pero pará, ¿cómo que la semana que viene ya te vas otra vez? Llegaste hace 15 días”. Ezequiel Palmero, de 27 años de edad, compite profesionalmente hace más de media década, supo jugar en equipos de renombre como 9z Team, Boca Juniors Gaming o River Plate E-Sports y, gracias al Counter, pudo conocer países como Brasil o México. Pero su madre, que lo apoyó desde el primer momento, todavía extraña a su hijo en cada ocasión que tiene que viajar lejos de casa. Aún le cuesta adaptarse a la carrera profesional de quien, para ella, siempre será su niño.

El crecimiento de los deportes electrónicos se podría describir como un ascenso meteórico en lo que a competiciones atléticas respecta. ¿Por qué decimos competiciones atléticas? Más allá de que en 2023 el Comité Olímpico Internacional (COI) haya reconocido a los E-Sports como un deporte, vamos a adentrarnos en el porqué. Quizá confunde a muchos la falta de fuerza, potencia corporal o simple habilidad atlética que estamos acostumbrados a ver, y es por eso que para varios, los E-Sports no pueden ser considerados como un deporte. Sin embargo, el tiempo de reacción, la comprensión estratégica y la adaptación táctica, sumadas a las largas horas de competencia y de entrenamiento, dicen lo contrario: son moneda corriente en esta disciplina conocida como E-Sports, la cual cada vez se hace más presente alrededor del mundo.

Kunzera, comenta que para rendir al 100% se tiene que estar bien mentalmente y, por ende, trabajar el factor mental: “Practico yoga y mindfulness; además, me gusta mucho leer. Considero que todo eso es importante para manejar las emociones dentro del juego”, por eso, sentarse en una computadora o consola durante horas ya no es única y exclusivamente una manera de perder el tiempo para miles de niños y jóvenes: es una forma de competir al máximo nivel, como un deportista más.

En 2021, el campeonato más importante de Dota 2, The International, pagó 40 millones de dólares entre los 16 mejores equipos de la competencia, una premiación que se acerca a la de Wimbledon, el torneo más prestigioso del tenis, que otorga un total de 50 millones de euros a lo largo del Grand Slam. Si económicamente entramos en comparación con el fútbol, la revista Forbes, en 2022, hizo un informe con las diez organizaciones de E-Sports más valiosas del mundo, donde Team SoloMid (TSM) ocupa el primer puesto con un valor que ronda los 541 millones de dólares. Ahora, si pasamos al fútbol, según Sportico, diario dedicado a los negocios del deporte que en 2024 realizó un ranking con los 100 equipos de fútbol más valiosos del mundo, TSM ocuparía un lugar entre los 60 primeros, codeándose a la par de clubes como Houston Dynamo FC de Estados Unidos, Aston Villa de Inglaterra, Flamengo de Brasil y Roma de Italia, y superando a gigantes como Boca o River.

Los esports llegan a Punta Show + Entertainment.

A Ignacio Grosso, o mejor conocido en redes sociales como GordoReally, los “jueguitos” le cambiaron la vida: “Había terminado la secundaria y no sabía qué hacer de mi vida, no pretendía estudiar ni nada por el estilo; solo venía jugando a juegos de First-person shooter (FPS) durante un tiempo, pero no era nada serio; hasta que empecé a mejorar mi nivel, a competir en torneos, y de un día para el otro estaba cobrando un sueldo por jugar. Gracias a todo ese camino y el renombre que obtuve con los años al ser jugador profesional, hoy puedo vivir de lo que me gusta, que es el streaming”.

El GordoReally (foto) es oriundo de San Francisco, provincia de Córdoba. Actualmente vive en el barrio porteño de Núñez y se dedica al streaming, teniendo más de 50.000 seguidores en Twitch, pero antes, se desempeñó como jugador profesional de Overwatch y Counter-Strike. Como él, hay varios jóvenes que empezaron de forma similar, en sus casas, con sus computadoras, jugando o “stremeando” por diversión, y de un día para el otro se empezaron a dar cuenta de que esos hobbies se podían convertir en sus trabajos y en la fuente principal para cumplir las metas de su vida.

Vivir de jugar videojuegos: el gamer sanfrancisqueño que genera ingresos haciendo lo que le gusta – La Voz de San Justo

No sorprende que, de manera gradual, los estadios se llenen cada vez más, al punto de agotar entradas en cada evento de juegos electrónicos de gran magnitud. El Lanxess Arena de Colonia, en Alemania, con capacidad para 20.000 personas, fue sede del torneo IEM Cologne 2024 de Counter-Strike y estuvo lleno desde los pies hasta la cabeza. En relación al Dota 2, nos encontramos con el Estadio Mundialista de Daejeon, en Corea del Sur, donde se disputaron tres partidos de la Copa Mundial de la FIFA 2002, pero que esta vez, en 2016, sirvió de sede para el campeonato The International, donde se agotaron las 40.000 localidades del recinto.

 

Alejándonos un poco de los factores externos de los E-Sports y su entorno, vamos a meternos nuevamente de lleno en su organismo, charlando con otro de sus protagonistas, Lucas “Big” Mariotta: “Al igual que yo, muchos en la escena tenemos que escalar desde muy abajo, y nunca tendremos certezas de si realmente podremos conseguir sacarle provecho al tiempo dedicado a nuestra carrera en los E-Sports; siento que el mensaje es no colocar todos los huevos en la misma canasta dedicando toda nuestra energía y atención solo a esto”. Mariotta es un ex jugador profesional de Counter-Strike nacido en Santa Fe, que supo desempeñarse como coach en organizaciones del calibre de Betis E-Sports o Astral Aces. En la actualidad, ya más arraigado al rol de manager, “Big” es palabra autorizada si de E-Sports y Counter- Strike se trata, ya que estuvo en la escena argentina de Counter-Strike desde sus cimientos, pasando por casi todas las versiones del videojuego.

BIG: “La bandera de este equipo es muy importante para todo lo que le conlleva a cada persona llegar acá” - WAP Esports

Big (foto) opina que la escena argentina está pasando por un contexto difícil como en todo el mundo, pero que en nuestra región sudamericana se intensifica aún más, ya que, según su experiencia, para que uno pueda dedicarse de lleno al gaming en nuestro país, se necesitan personas interesadas en invertir y formar estructuras que estén presentes en todo momento para apoyar a los deportistas de juegos electrónicos, y eso, al día de la fecha, no está sucediendo de la forma en la que se esperaba.

Estas situaciones precarias de la escena gaming en Argentina, son causantes de ciertas complicaciones mentales a la hora de competir, ya que son muchos los jugadores que juegan con la presión de saber que, si no ganan, van a estar cada vez más lejos del sueño, de aquel deseo (a veces convertido en obsesión) de vencer para poder vivir al 100% de lo que anhelan. Sin embargo, en muchos casos, independientemente del resultado, se termina provocando un “burnout” en los jugadores, algo conocido como un estrés emocional y físico generado por factores como el trabajo o la competencia profesional.

Y es que, debido al padecimiento del burnout en varios deportistas de juegos electronicos, Big, explica: “Yo, desde mis pies, puedo decir que sobreviví a un burnout completo, algo que es muy jodido y que tiene diferentes grados, en donde algunos de los más severos hablan de suicidio. Vendí la computadora y desaparecí de la escena por más de un año, situación a la que llegué por hacer las cosas de maneras irresponsables, como pensar que por estar tres días completos sin dormir iba a llegar más rápido a conseguir mis objetivos competitivos”.

Como si no fuera poco, se le suma una moneda corriente: los jugadores abandonan sus estudios o trabajos con el objetivo de poder dedicarse de lleno al “game”. Además, a menudo, invierten miles de dólares (algunos hasta gastando más de lo que pueden) en computadoras con los procesadores, placas de videos o monitores más veloces, que les permiten poder competir al máximo rendimiento. Y, como si fuera poco, apartan el aspecto social en sus vidas, alejándose de forma directa de sus amigos e, incluso, de la propia familia. Todas estas facetas se terminan uniendo, transformándose así en una bomba con reloj, que tarde o temprano termina por explotar.

No es ni siquiera atrevido decir que los juegos electrónicos son cada vez más deporte, tanto en lo bueno y en lo malo. Su senda de crecimiento es evidente, y hay más de un hecho concreto que lo justifica: uno de ellos, la confirmación del COI respecto a los primeros Juegos Olímpicos de E-Sports, que se disputarán en Arabia Saudita en 2025, un evento que se demoró en suceder si se tiene en cuenta otro factor importante, el dinero, protagonista principal en los E-Sports con una cifra de 187,7 mil millones de dólares en ingresos anuales, según la consultora holandesa Newzoo. Es de esta manera que el ascenso gradual en la cantidad de espectadores, la creciente de jugadores, sumado a todo el capital que se invierte, señalan un solo y único camino: el de que llegaron para quedarse.

 

Los barras bravas: el negocio de la pasión y la violencia

Por Tomas De Carlo

“Siempre dicen una banda de giladas, las peores cosas de nosotros, y no ven lo bueno. Lo más importante que hacemos es defender a la gente cuando salimos de Casanova”, expresa Juan Núñez, barrabrava de Almirante Brown que lidera la facción de Villa Unión, a las afueras del estadio Fragata Presidente Sarmiento en un clima de fiesta, tambores y pirotecnia antes del clásico con Nueva Chicago.

Un club puede tener una hinchada enorme, pero lo que determina y da una identidad es la de los barrabravas, hinchas organizados que tienen fama por ser violentos y por intimidar a los rivales y que jugaron roles que en muchas ocasiones fueron negativos para el club.

Desde su aparición en las décadas de 1950 y 1960, hay casos en los que las barras bravas controlan sectores de las canchas, imponen sus propias reglas y pueden tener vínculos con figuras políticas y locales. Por eso hay casos en los que se los considera una mafia, ya que la violencia puede ser un camino para cambiar resultados y, normalmente, la ejercen contra los jugadores que a menudo sufren amenazas del grupo que maneja la hinchada, pero no las expresan debido al miedo de declarar algo que enfurezca o moleste a los miembros.

Norberto Palmieri, mediocampista ofensivo de Talleres de Remedios de Escalada que también pasó por Nueva Chicago, Deportivo Morón y Oriente Petrolero de Bolivia, cuenta sobre las acciones que toman los barras para con los jugadores, y si bien asegura que no tuvo ningún encuentro mano a mano que haya sido dirigido de mala manera, en todos los clubes por los que pasó ocurría lo mismo. Además, agrega que cuando los resultados no acompañan, los barras bravas se hacen presentes en los entrenamientos. “Al principio se juntan los cabezas de grupo de los barras y del plantel para hablar sobre lo que está pasando en cuanto al rendimiento del equipo. Si la cosa no mejora, empiezan a venir más miembros de esta y también tenemos que estar todos los jugadores, el cuerpo técnico y hasta el área médica. Ya en estos casos las conversaciones se tornan más agresivas y aparecen las amenazas”, explica Palmieri.

Luego ejemplifica con su experiencia en Chicago, en la que según afirma, en la temporada 2017/18 que se estaban por ir al descenso, la barra se presentaba en casi todos los entrenamientos y les colgaban banderas que decían: “pongan huevos hijos de puta”, “ganen o se vuelven todos caminando”, para después darles una charla amedrentadora. Al final el Torito se salvó en la última fecha y quedó a un punto de los dos descendidos. “Cada partido que perdíamos nos hundía cada vez más y la presión aumentaba muchísimo. Por suerte pudimos ganar y mantener la categoría, por lo que se volvieron a presentar a la práctica pero esta vez en forma de agradecimiento”, recuerda Palmieri pero con un tono comprensivo, ya que piensa que también es un laburo para ellos.

Los barras bravas influyeron en resultados de partidos debido a sus hostigamientos a los jugadores, presionándolos a tal punto de que si no ganaban les proporcionaban golpizas, robaban sus pertenencias y hasta pinchaban las ruedas de sus autos. El partido de Chicago frente a Ferro en el que se salvó del descenso ganando 1-0, a los jugadores los habían presionado muchísimo y sabían lo que podía pasar si perdían ya que hubo antecedentes. Aunque en esta ocasión era de visitante, en 2007 el equipo de Mataderos perdió la categoría como local frente a Tigre y, aparte de matar un hincha del equipo de Victoria, los hinchas les robaron botines, pantaloncitos y camisetas a sus propios jugadores. Los protagonistas terminaban rindiendo mejor por miedo a lo que les pudiese pasar.

Pero en otros casos afectaron al equipo de manera negativa. En junio de 2007, en el marco de una de las finales por el ascenso a la B Nacional desde el certamen de la B Metropolitana, se enfrentaban Almirante Brown y Estudiantes de Buenos Aires. Minuto 13 del partido, el árbitro Diego Abal sancionó un penal a favor del equipo de Isidro Casanova que ni siquiera se pudo ejecutar debido a una agresión de un sector de la barra de Almirante al arquero de Estudiantes, Walter “Cubito” Cáceres. El partido se suspendió y se jugó recién en julio de aquel año, en la cancha de Sarmiento de Junín. Si bien Almirante se llevó la victoria por 1-0 y ascendió, pagó un precio muy caro la próxima temporada en la máxima categoría del ascenso, ya que antes de que comience la competencia, el Comité Ejecutivo de la AFA lo sancionó con la quita de 18 puntos. A pesar de haber hecho una buena campaña, descendió a la B Metropolitana, demostrando que los barras pueden ser negativos para el club.

Lo mismo ocurrió en el partido de Nueva Chicago, cuyos hinchas ingresaron al campo del verdinegro y luego a la tribuna visitante para tirarles piedras y golpearlos, debido a la derrota de la Promoción del 2007 frente a un Tigre que no jugaba en Primera hacía 27 años. Terminó con la muerte de Marcelo Cejas, hincha de Tigre, 14 heridos, 78 detenidos, el descenso de Chicago y la sanción de 18 puntos en la próxima temporada, ya en la B Nacional. El Torito no pudo mantener la categoría y descendió a la B Metropolitana.

En el fútbol argentino, las barras bravas a menudo interrumpen los partidos con cánticos racistas, xenófobos y misóginos, además del lanzamiento de objetos como botellas, comida y hasta proyectiles. Incluso invaden las canchas, creando un ambiente intimidante para jugadores y espectadores. No solo afectan la seguridad en Establecer imagen destacadalos estadios, sino que también dañan la imagen internacional del fútbol argentino y en algunos casos, relegan los méritos deportivos a un segundo plano.

Las medidas de seguridad implementadas por los altos mandos para controlar a los barrabravas son insuficientes y a menudo encuentran resistencia política y social, ya que afectan a gente que no tiene que ver con el problema. Aunque se hicieron leyes para disuadir su actividad, como la prohibición de la venta de entradas fuera de los estadios y el derecho de admisión, la falta de aplicación efectiva y la complicidad de algunas autoridades locales perjudicaron el intento por frenar los incidentes.

 Si bien los barras pueden ser muy contraproducentes para el club, no todas sus acciones generan consecuencias negativas. Los barras son los representantes de la hinchada, y son los primeros en defender a cualquier hincha de su club, a excepción de las barras divididas, de la represión policial o de un hostigamiento de la parcialidad visitante en las calles de las afueras de los estadios.

Jesús Núñez, segundo al mando de la facción de Villa Unión de Almirante Brown, comenta que la barra es la que le da color a la hinchada y hace hincapié en la seguridad que le brinda a la gente. El pensamiento popular indica que los barras manejan una serie de negocios, algunos ilegales, como el tráfico de drogas, la venta de entradas y el cobro por estacionar en lugares donde no se debería pagar. Si bien es muy cierto, no significa que el barra viva de las acciones ilegales ni mucho menos, ya que por lo general es un laburo más que mantienen, pero cada miembro tiene su respectivo trabajo fuera del ámbito del futbol.

“Ser barra no me deja plata; todos los días me levanto a las seis de la mañana a laburar como mecánico de autos para que después digan que vivimos de los negocios ilegales, todas ‘boludeces’”, manifiesta Ariel Leguizamón, también barra de Almirante Brown, quien además agregó que todos los barras que él conoce tienen su propio empleo fuera del club, como carniceros, barrenderos y playeros.

Un punto a favor de los barras bravas es lo que generan en los rivales, ya que jugar de visitante es pesado en canchas como la de Chicago, más aún desde que prohibieron a los visitantes el 11 de junio de 2013, por el crimen de Javier Gerez. Palmieri cuenta que jugar contra el Torito en Mataderos es complicadísimo, ya que sentía los gritos de los hinchas como si los tuviera pegados en su espalda. Muchos problemas que sí complican y ensucian a la barra ocurren cuando están divididas, es decir, cuando tienen sus diferencias. “Esto pasa porque en todas las barras hay facciones según el barrio en donde se encuentren, y muchas veces se pelean con tan solo cruzarse por temas económicos, por respeto y por un lugar para guardar armas. Por suerte el año pasado pudimos unir todas las facciones del club con el fin de llegar con Almirante a Primera”, explicó Nuñez, el líder de la facción de Villa Unión.

Juan Nuñez además agrega una explicación que tal vez podría cambiar un poco el pensamiento sobre los barrabravas: “Hemos tenido miles de cruces con la policía, y no es por hacerme el inocente, pero muchas veces pareciera que ellos nos buscan a nosotros para que reaccionemos, con el objetivo de sancionar al club. Es penoso, fíjate lo que pasó antes de llegar a Mendoza para el partido contra Boca. Nos tuvieron parados por horas y no nos querían dejar llegar. Muchas veces nosotros no haríamos ningún quilombo si no fuera porque nos buscan ellos”. No es raro pensar que la policía cumple un rol negativo para el fútbol argentino, y que los barras son culpados para cubrir sus errores. Todos los 31 de diciembre, en Villa Palito, partido de La Matanza, se juega un partido entre Almirante Brown y Nueva Chicago, en el que los jugadores son gente del barrio. Llevan hinchada y una gran parte de la barra de ambos, además de instrumentos, banderas y todo lo que se lleva a la cancha en un partido profesional.

Las reglas (códigos) son simples: se pueden cantar canciones en contra del rival y gritar los goles, pero está prohibido que hayan golpes o cualquier tipo de ataques al contrario. No hay policías y no suele ocurrir ningún caso de violencia, por lo tanto, si dos de las hinchadas más “picantes” de la Argentina pueden jugar un partido sin que ocurra un desastre, ¿son siempre culpables los barras o la policía podría tener algún rol contraproducente para el fútbol argentino?

Extranjeras en el fútbol femenino: vivir una experiencia diferente

Por Leticia Villagra y Tobías Saiz

Son las 6 de la tarde en “La Quemita”, el Polideportivo del Club Atlético Huracán, en Bajo Flores. El sol cae por el oeste, y se alargan las sombras de los chicos que corren de un lado a otro con una pelota entre los pies. El complejo es amplio, y al fondo en la cancha de césped sintético entrena el primer equipo de fútbol femenino. Tres chicos de inferiores se apoyan contra las rejas desde afuera y charlan entre ellos.

“¿Estas son las de la Reserva o la Primera?”, se preguntaban, y hacían una visera con sus manos para cubrir los ojos y ver bien. Las chicas recién terminan de entrenar y se van a un costado a hacer sus estiramientos, mientras liberan el campo por el cambio de turno. Pero una se queda en el centro, haciendo juegos y peloteando. Karol Contreras, mexicana de 21 años, es la arquera titular en la Primera Femenina de Huracán. Luego de haber estado a préstamo en Santos Laguna, fue fichada por el DT Gastón Camargo para salir de Chivas y emprender unnuevo reto en el club de Parque Patricios.

Su llegada a la Argentina fue fácil, dado que el Asesor Deportivo del Quemero, Antonio “Tano” Spinelli, fue entrenador en la institución de Guadalajara. Al haber compartido dupla con Camargo, fue rápida la transferencia de la jugadora para dar un salto internacional. “Salir del país es un crecimiento personal y futbolístico. Es algo diferente, más aguerrido y técnico” aseguró Karol. Además, mencionó la presión como una característica distintiva del fútbol argentino: “Es algo diferente, y poco a poco me voy adaptando. En México es más de ‘tener el balón’, pero aquí la intensidad y la presión se notan mucho”. Salió junto a otras tres chicas del vestuario. Llevaba una vincha negra y el
pelo recogido bien peinado. Sus ojos marrón oscuros tenían un destello que
reflejaba ante la luz del atardecer. Entre las razones que la llevaron a interesarse en
venir enfatizó el carácter futbolero del país: “Por algo son campeones del mundo.
Además, me gustó mucho el crecimiento que está teniendo el fútbol femenino”.

Contreras alegó sentirse muy cómoda con el trato que recibe de parte del club y de sus
compañeras: “Todos son muy atentos, me dan comida, hospedaje, y las chicas se
han comportado muy bien”. De la misma manera, el técnico del plantel femenino de
San Lorenzo, Franco Bertera, opinó sobre la “conveniencia” de traer jugadoras
extranjeras: “Suelen arreglar por un departamento y comida. Quizás la argentina
pide cobrar mucho más”.

La llave que destrabó el candado para la llegada de promesas foráneas fue la
profesionalización del fútbol femenino. Comenzó el 16 de marzo de 2019, y abrió las
puertas a que los clubes opten por fichar jugadoras y negociar contratos
convenientes para ambas partes, si así lo desean.

Detrás de Karol salió Ashley Dozier (foto), de 28 años, junto al entrenador. Su pelo
rubio y ojos celestes delataban sus rasgos americanos. Ashley nació en Texas,
Estados Unidos, pero desde que llegó a Huracán tomó aspectos argentinizados.
Tenía una vincha rosa, sus piernas estaban llenas de caucho tras correr dos horas
sobre el césped, y llevaba las medias bajas, una marca registrada de René
Houseman, que hizo historia con sus gambetas en la Selección Argentina y dejó su
huella en la historia del Globo. Al igual que él, Ashley es extremo en el equipo que
dirige Camargo. El DT la acompañaba, haciendo el trabajo de traductor para que ella pudiese entender lo que le decían. A veces, incluso, giraba la cabeza hacia él para que
formulara preguntas con un vocabulario de “nivel más básico”. Eso sí, los conceptos
gambetear”, “dribbling”, “conducir”, “centrar” tuvo que aprenderlos en seguida para
interpretar el juego.

Ashley Dozier - Women's Soccer - St. Mary's University Athletics

Llegó al país en agosto, proveniente de Caribbean Stars, un reconocido club
puertorriqueño. Desde ese momento, reconoció lo difícil que fue adaptarse al
idioma: “No entendía nada la primera vez. Ahora, más o menos me sale, mucha
práctica todos los días con el profe y mis compañeras”. Gastón acotó, entre risas:
“Ella entiende cuando le hablamos despacito. En Puerto Rico era una mezcla de
español e inglés, así que más o menos está familiarizada”.

Al día de hoy, unas 45 futbolistas fueron inscritas para el torneo argentino,
procedentes de Japón, Francia, Estados Unidos, México y Colombia, entre otros
países. Los 18 equipos participantes pueden incorporar hasta 6 jugadoras con
diferente nacionalidad. San Luis Futbol Club, una institución que debutó este año en Primera División A, es uno de los equipos con más extranjeras: la venezolana
Kimberly Campos, la arquera Ivette Alvarado de México, Crisely Pavón de Estados
Unidos, y Nikol Laurnaga de Uruguay.

Presionar, presionar, presionar. Así definió Ashley al choque cultural cuando
llegó desde Centroamérica a mediados de este año: “El juego es como en Praga, es
mucho fuerte”. Camargo coincidió, y agregó que las diferencias en el fútbol y en la
forma de ser son determinantes: “La jugadora de Estados Unidos es más
estructurada, acá es más flexible. Hablamos con ella, que al principio iba a costar,
que iba a tener minutos de a poco. En los entrenamientos empezó a chocar, a
entender que el juego va por otro lado, que a veces tiene que gambetear y jugar a
un toque, dos toques, todo se fue haciendo más fácil”. Su adaptación al juego fue
basándose en sus características para aplicarlas al estilo quemero: “Tratamos meter
al juego sus características, el buen golpe, el entender cuándo debe jugar a uno o
dos toques, el buen pase. No sacárselo, porque está bueno lo que tiene”.

“Las extranjeras dan vida al grupo. Se integra muy bien con los argentinos, se
juntan a cocinar. Es muy nutritivo porque conocen una cultura nueva”, aseguró el DT
Bertera. También, Dozier enumeró distintos lugares que pudo conocer junto a sus
compañeras: “Visité el Barrio de China (refiriéndose al Barrio Chino), comí asado,
conocí Puerto Madero. Mucho divertido”.

Gastón Camargo no se sorprende por la migración de extranjeras al país.
Junto a “Tano” Spinelli, su dupla técnica en Chivas de México, contó emocionado
sobre la curiosidad de sus jugadoras con el deporte argentino: “Me preguntaban de
todo, la locura que se vive en los estadios, los nenes que juegan a la pelota desde
chiquito. Es eso lo que atrae a muchas a jugar. La cultura futbolística, Messi,
Maradona, ser campeones del Mundo. Quieren vivir la experiencia”.

Ichika Egashira(foto) jugadora en River Plate con paso en Excursionistas, destacó
que la diferencia que vió entre el fútbol de Japón y el argentino fue la comunicación
entre jugadoras: “En mi país las más chicas no están a la misma altura que las
mayores, existe un estilo de ‘derecho de antiguedad’. En cambio, acá pueden hablar
con la misma importancia tanto las de menos edad como las más grandes”.
Además, la volante de 21 años habló de por qué decidió quedarse más tiempo
jugando en Argentina: “Es divertido jugar al fútbol acá, sinceramente amo a este país. Me divierto mucho jugando al fútbol acá, y fue muy lindo compartir el deporte
con las jugadoras de Excursionistas”.

La Pistolera brilla en Excursionistas: Ichika Egashira es sensación al ritmo de los Supercampeones | CieloSport

Sin embargo, no todo es tan lindo como lo pintan. La realidad es que el fútbol
femenino aún está muy lejos de parecerse a los estándares que los planteles
masculinos manejan. Hay clubes que les deben sus sueldos desde hace meses y no
solo a ellas, sino también a los cuerpos técnicos. Incluso, las instituciones ya ni
siquiera informan qué jugadoras tienen contratos o no, por lo que es imposible saber
si verdaderamente cumplen con el mínimo establecido por reglamento. “Me dijeron
que no me pagarían”, escribió Eponine Howarth, la primera jugadora francesa en el
fútbol argentino, del club Ferro Carril Oeste. Ella había llegado a principios de 2024,
y sólo siete meses después publicó en sus redes de Instagram sobre su finalización
de contrato en la institución de Caballito. “Cuando el club anunció el 8 de enero que
ya había firmado un contrato con ellos todo parecía prometedor. Sin embargo, más
tarde me dijeron que no firmaría ningún contrato, y unos días antes del cierre de las
transferencias, me cambiaron las condiciones laborales dejándome sin salario pero
exigiéndome como jugadora profesional”, aseguró. Al concluir el Torneo Apertura a
mediados de año, la futbolista tomó acciones legales contra Ferro.

La INCREÍBLE y MUTLIFACÉTICA vida de Eponine Howarth, la primera jugadora francesa en el fútbol argentino | TN

Según indica el reglamento 2024 “es condición obligatoria que los clubes
participantes cuenten con al menos quince jugadoras profesionales con contrato
registrado”. En la actualidad, el sueldo neto de una jugadora en la Primera División de Argentina es de $165.800, un monto que está muy por debajo de una canasta básica, que a noviembre de 2024 es de $386.978. En el caso de las pocas
instituciones que “más invierten” en el Femenino, una futbolista alcanzaría un sueldo
básico de $203.500. También, pueden recibir premios por objetivos, goles, partidos
ganados o posición en la tabla, que rondan entre los 6 mil y 10 mil pesos. Siempre y
cuando tengan contrato. Es decir, quienes no estén registradas ganan mucho
menos. “Una jugadora sin contrato debe estar ganando, entre sueldo y premio, 130 o 140 mil pesos con toda la furia”, aseguró Eponine.

Esta problemática también se extiende a las jugadoras de gran trayectoria
que eligen emigrar para potenciarse en otros países, ante la imposibilidad de
visualizar un futuro en Argentina. La marplatense Milagros Menéndez, actualmente
en el Santos de Brasil y exjugadora de Racing, comentó que se iba del club de
Avellaneda ya que tenía que vivir en un mismo departamento con otras chicas para compartir los gastos, además de la necesidad de buscar otro trabajo porque ni
siquiera le alcanzaba: “A veces tenía que faltar por los partidos, me era imposible
mantener esa rutina si no cobraba lo suficiente por el fútbol”. Que una jugadora que
tuvo participación de Selección haya optado por irse del país es una clara muestra
de lo poco redituable económicamente que es el deporte para muchas.

 

Evidentemente, los manejos irresponsables de muchos dirigentes con sus
planteles exceden la nacionalidad de una u otra jugadora. Por fuera del agrado que
implica que muchas profesionales migren a nuestro país para desarrollarse, no hay
que minimizar que aún no tienen acceso a las mismas instalaciones que el plantel
masculino, no poseen los mismos horarios de entrenamiento, cuidados y
tratamientos, ni hay una exigencia similar acorde al monto y pago de salarios. Ojo, no sólo se vive en Argentina. “Me he enfrentado a retos similares en Europa”, detalló
Eponine. Es una lucha constante en el mundo, que la globalización y la inclusión de
negocios en el fútbol profesional aún no pueden solucionar.